monografía del distrito de urrao - Biblioteca Digital

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MONOGRAFÍA DEL DISTRITO DE URRAO
HOMENAJE
A los tenaces y valerosos taladores de las selvas vigorosas; a los domeñadores constantes de una
naturaleza primitiva y fecunda; a los exploradores atrevidos de una topografía vasta y misteriosa, caídos
anónimamente en las primordiales etapas de la lucha por el progreso y civilización de Urrao, recuerda
agradecida y emocionada, en esta efemérides, la sociedad urraeña.
RELATO HISTÓRICO DEL MUNICIPIO DE URRAO,
EN EL DEPARTAMENTO DE ANTIOQUIA,
DESDE LA CONQUISTA HASTA NUESTROS DÍAS
Contribución espiritual a la conmemoración
del primer centenario de mi pueblo, que con
unción dedico:
A la memoria de mi madre,
como ofrenda a mi esposa
y recuerdo para mis hijos.
“Sólo donde se halla un progreso en el conocer y obrar,
donde se muestre la diversidad y elevación de caracteres
individuales, aparece la Historiografía, y según la bella frase de
Hegel recoge lo que fluye rápidamente para consagrarlo a la
inmortalidad en el templo de Mnemósyane. La Historia es, de
esta suerte, la imagen de la humanidad en su desenvolvimiento”.
J. BTA. WEISS
La marcha interminable, ordenada y rítmica que los cuerpos celestes ejecutan en sucesión indefinida
alrededor de sus órbitas, obedece a las leyes de gravitación, porque mediante la fuerza de atracción que los
unos ejercen sobre los otros, se mantiene el equilibrio universal. Por eso titilan en la bóveda azul del
firmamento los rutilantes planetas y constelaciones en luminosos puntos diseminados en el espacio límite,
describiendo signos o cifras de misteriosa leyenda, de incomparable belleza y magnificencia que deslumbran
la vista, pero que la imaginación no comprende. Viajero y partícula en el conjunto sideral, el globo terrestre
cumple también con exactitud matemática la misión que le concierne, y es a la vez el teatro de desarrollo de
asombrosos acontecimientos, hundidos unos en la noche de olvido, marcados otros con jalones de
imperecedera memoria; y en tanto que la naturaleza, en su sagrada función de madre, crea, vivifica y
sustenta, devora y consume su propia obra, mientras en el cosmorama se destacan mudos e impotentes
testigos encargados de testimoniar a las generaciones el tránsito de una a otra edad, las legendarias
tradiciones o características de los pueblos con sus razas, las portentosas hazañas de quienes actuaron en
cada etapa, y en último término, la rueca del tiempo destructor, va hilando sostenida y pausadamente, con
exquisita puntualidad los días, los meses, los años, los lustros, los siglos y los evos, que se pierden en los
recuerdos los que se alejan y se aguardan con su enigmático porvenir los que han de llegar.
Si en alas de la fantasía vagamos por los memorables campos del Viejo Mundo, el ánimo se sorprende
incesantemente con los vestigios y señales del pretérito, ostensibles en diferentes formas. Tras la mudez
adusta del dormido lago donde yacen sumergidos bajo el peso de sus iniquidades, las bíblicas ciudades de la
Pentápolis de Palestina, se extienden por las sinuosidades del terreno, las fortalezas de la gran muralla
China, levantadas para contener las frecuentes incursiones de los Hunos. Cerca de la enhiesta figura que,
semejante a un colosal centauro inerte, perfila la esfinge de Gizeh, representación egipcia de los monarcas de
la Creación, símbolo del poder espiritual y la dignidad real, unión entre la sabiduría y la fortaleza, y expresión
lapidaria de los más caros y hondos sentimientos de la vida de un pueblo que amaba el arte, las pirámides de
Cheops de la misma arquitectura, muestran sus grandiosas moles de granito, urnas veneradas de sarcófagos
para depositar las momias de los soberanos del hermoso valle del Nilo. Junto a los monumentos megalíticos
de la edad de piedra, constituidos por menhires, a manera de obeliscos de una sola y levantada pieza para
perpetuar la memoria de personajes o sucesos destacados, los dólmenes con signos indescifrables, postrer
refugio de quienes segaba la muerte, y los cromlec, de gigantescos pilares en círculos como interrogantes
inexplicables, cuyo solitario centro, considerado como santuario, es también depósito de sepulturas
humanas, junto, repito, está el Partenón en el propio corazón de la metrópoli helénica, grandiosos templo
dórico, de mármol pentélico, decorado por los genios y destinado al culto de la diosa de las ciencias.
Trasladados a la dilatada comarca de la Península Ibérica, genitora en parte considerable de la raza, las
creencias, la cultura y las costumbres de varios países americanos, deslumbra el espíritu de la grandeza,
conocimientos, fortaleza, idiosincrasia emprendedora y gustos artísticos que allí imprimió la civilización
oriental, patentizados en el Palacio de la Alhambra en Granada, formidable en su exterior y delicioso en su
interior; la Mezquita en Córdoba, de estilo árabe, con variedad de materiales preciosos, hermosas columnas
gigantescas que semejan un áspero bosque, con diez y nueve naves, cruzadas por veintinueve avenidas que
terminan en otras tantas capillas, con su respectivo nombre; el puente de Alcántara, con seis formidables
ojos, por donde pasa el Tajo, y una elevada torre en el centro; la Giralda, estatua de la fe, que gira como una
veleta en la cúspide del campanil de la gran catedral de la ciudad de Sevilla; restos de acueductos romanos
de singular significación, pregonadores de la habilidad de quienes los construyeron, así como el deseo de
prosperidad, ingénito en ellos, y en fin, obras innumerables que la brevedad impone callar.
Retornando a la América descubierta por Colón, cuyo origen de población en objeto de conjeturas,
recojo para transmitirla a los lectores una versión, por la cual se asigna origen chino a la raza que le ocupaba
antes de la Conquista, basada en la leyenda que los sacerdotes del Emperador Tsin – Schihoangti le
transmitieron acerca de que en las islas opuestas crecía la hierba de la inmortalidad, y entonces éste para
adquirirla preparó una armada de jóvenes y doncellas y la envió en su búsqueda, pero en la travesía una
tormenta dispersó las naves, excepto una que regresó y del resto nunca se volvió a tener noticia. De aquí se
refiere que las embarcaciones extraviadas atracaron en algunas de las costas del Nuevo Mundo, y sus
tripulaciones esparcidas en los cuatro puntos cardinales de las tierras que las acogieron, fueron
conquistadas, colonizadas y pobladas por ellas. Este continente, huérfano de monumentos prehistóricos
como los que se levantan en el ultramar, es sin embargo, asiento de abundantes bellezas naturales, y las
riquezas del suelo y subsuelo, útiles para exportar sobre los lomos de sus gigantes arterias y la inmensidad
de los océanos que lo circundan, en cambio de la civilización que importa, son los únicos atractivos para
ofrecer al artista y al empresario extranjero. Las soberbias cordilleras y cadenas de montañas que, como
severa combinación de las murallas chinas y las pirámides egipcias, se levantan altaneras y orgullosas, nidos
son de águilas y cóndores, y en ellas, al igual del monte Helicón, han bebido inspiración los poetas y
pensadores que en brotes espontáneos de su imaginación apasionada han traducido en hermosos poemas e
idílicos cantos; los guerreros que brotaron de sus entrañas escribieron con los filos de sus espadas, en
memorables campos de batalla, la grandiosa epopeya de la libertad de un mundo, el más glorioso galardón
de pueblos jóvenes. Cuando todavía en los dominios de la antigua Europa predominan los regímenes
monárquicos, despóticos y tiránicos, azote y baldón de la humanidad durante siglos, en los amplios
horizontes del hemisferio descubierto por el genovés, flamea el pendón de la democracia, que es
personificación de la justicia, igualdad y confraternidad predicadas desde la cima del Monte Calvario, y esto
por si solo es grandeza y elevación de sentimientos e ideales.
Un examen sobre las características de las tribus indígenas que poblaron a Colombia antes de la
Conquista, demuestra que los chibchas y muiscas no tenían el grado de cultura de sus vecinos los incas y
aztecas, pero en materia de cerámica, capaz de emular con la de Tánagra y orfebrería, poseían
conocimientos asombrosos, demostrado con las piezas y joyas labradas que se han encontrado, en los
patios y sepulturas, y en cuanto a arquitectura, el Templo del Sol de Sogamoso no podría equipararse al
palacio de Uxmal en Méjico, ni a la casa de las Vírgenes en el Perú, pero establecidas las proporciones, era
sin duda la mejor construcción en mucho espacio, y servía para la educación inicial del mancebo, escogido
como víctima para celebrar el ciclo de quince años en que se igualaban las diferencias del tiempo pasado y
se conmemoraba el curso del astro y el ocaso del dios.
Al penetrar por último, al rincón del suelo colombiano, nuestro sueño dorado, donde se hallan nuestros
más caros afectos, y relicario de recuerdos dulces y amargos, se estrecha la visión, porque absolutamente no
hay en él monumentos artificiales como testificadores de los hechos y hazañas de nuestros pasados
aborígenes, pero no obstante algunos lugares culminantes legados por la naturaleza y proezas desarrolladas
en ellos, dan margen para asegurar que su panorama no le va en zaga a muchos del país, admirados y
cantados, y que los naturales que los escogieron para rendir culto a su dioses tutelares, supieron defender y
mantener en alto la dignidad adquirida al aire libre, en medio de la selva perfumada y bravía, sin límites que
señalaran su heredad ni quien impidiera su peregrinaje en conquistas eróticas, única ambición que poseían.
Cuando el corcel de los invasores holló su suelo, se sintieron despojados ignominiosamente de su patrimonio
y entonces temerarios, arrojados y valientes, se enfrentan a sus huéspedes, en lucha sostenida y tenaz, y
antes que la rendición, prefirieron la muerte, como los moradores de Numancia cuando Escipión el africano
los sitió.
El Distrito de Urrao, cuyo nacimiento a la vida civil bajo el régimen republicano nos ocupamos en
celebrar en estos momentos, ha vegetado en condiciones desfavorables durante un siglo, al vaivén de las
vicisitudes, sin apoyo para levantar al igual de sus semejantes y mostrar de todo cuanto puede ser capaz,
pues ha vivido como algunas regiones de las islas Baleares, incomprendidas y abandonadas de los poderes
centrales, de sus propios recursos, pero en general sus habitantes pasan mejor que la mayoría de las
ciudades, donde el favor oficial y las grandes empresas y fábricas imprimen animación y calor. El primer
período secular nos encuentra en estado incipiente, con escaso material histórico para transmitir a nuestros
contemporáneos, pero no obstante, bajo el límpido cielo que nos cobija y el pedazo de tierra que nos
sustenta, se han realizado acontecimientos dignos de rememorar, y ellos con los episodios que conservan en
los infolios de vetustos pergaminos, desfilarán por estas páginas, sin galas de erudición, pero con su prístina
exactitud, a la manera que la fotografía copia con sus más nimios detalles los objetos que retrata.
Política y administrativamente pertenece el Municipio al Departamento de Antioquia, pero, en sentido
riguroso, constituye más bien su apéndice, porque está aislado del interior por la cordillera de los Andes, y
las corrientes de aguas que brotan de ésta y sus derivaciones en territorio urraeño, van a confluir en el
caudal hidrográfico que forma el sistema chocoano, de donde resulta desvinculado geográficamente del
sector que integra, y mientras se pregona que está al occidente de él, mantiene sus mejores relaciones
comerciales e industriales con los pueblos que formaron la antigua Provincia del Suroeste.
Perfilan su lindero occidental la cordillera andina y el cordón del Atrato, hasta donde desagua el Murrí,
conductor de la mayor parte de las aguas que bañan el Distrito, porque el Arquía lleva el resto. De las
márgenes de las dos primeras nombradas arterias, húmedas e hirsutas, se levantan gradualmente, de modo
caprichoso, innumerables colinas de variado aspecto que mueren indistintamente, cortadas por la naturaleza
o por las adherencias a sus vecinas mayores, y todas en ascensión curvilínea, formando prominencias,
desfiladeros, hondonadas y pampas, se incrustan en la masa principal relacionada y forman el perímetro o
hemiciclo que describe el Distrito a manera de principesco o artístico abanico. Existen allí las eminencias de
Ocaidó, Nicasio, Mojauro, Zumbáculo, Plateados, Horquetas, San José y Frontino. Este último, que ostenta en
su formación los fenómenos causados en las rocas por los ventisqueros que cubrieron el páramo, y una
laguna de origen glacial, con altura de 4.100 metros sobre el nivel del mar, cubierto a menudo de blancos
penachos de nubes, constituye con su arrogancia, enorme y respetable atalaya que, a no dudarlo, hizo
desviar al licenciado Juan Badillo y compañero de expedición, la ruta que seguían, cuando por primera vez los
conquistadores se atrevieron a internarse en persecución de los tesoros de El Dorado y Dabeibe, y es para
nosotros lo que los Alpes para Europa, la montaña más querida. Si la cima del Mongó, donde termina el
cabo de San Antonio en las costas de España, es famosa en la historia de la Geodesia, porque en ella
verificaron las primeras operaciones relativas a la medición del tiempo los sabios Michain, Biot, y Arago, en la
dilatada de nuestro morro, cubierta de pastos naturales y un vasto horizonte desde cerca de las fronteras
ecuatorianas hasta las azuladas aguas del Pacífico que están al frente, pusieron también sus plantas en
observaciones científicas el sabio Coronel de ingenieros italiano. Agustín Codazzi y el no menos ilustre
geólogo alemán doctor Roberto Scheibe.
De las entrañas de las rocas y el fondo de las cordilleras salen infinidad de límpidos manantiales, que
retozones y bullangueros se deslizan por campiñas y praderas, adhiriendo unos a otros en forma de árboles
movibles creadores de los grandes ríos, que impetuosos y turbulentos, se lanzan por abruptas sierras y
desfiladeros atronadores torbellinos hasta llegar a las llanuras que recorren lenta, pausada y calladamente,
con severidad augusta, y penetrar en el Atrato, que los conduce a perderse juntos en el gran mar de las
Antillas. Así es la vida del hombre: sale de la nada, pasa a la niñez, y a la juventud, poseído de deleites y
ensoñaciones de fecundas o prometedoras esperanzas, se precipita por los desfiladeros de sus pasiones y
debilidades, hasta que al fin, cargado de años y desilusiones, se reclina a ver pasar el día, mientras se acerca
la noche interminable, y penetra en sus arcanos a confundirse en el infinito.
El sistema hidrográfico, como ya se dijo, los constituyen, las hoyas de Arquía y Murrí, a las cuales
concurren las corrientes menores de Ocaidó, Ocaidocito, San Miguel, Chibugadó, Chibugando, Pacurucundo,
Partadó, Jarapetó, Nendó, Nendocito, Mandé, Mandecito, dos Quiparadó, Gengamecodá, Venados, San
Pedro, La Encarnación, Urrao, Pavón, y Penderisco. Este es nuestro río sagrado como lo es el Ganges para
el país del Indostán, y nace en una de las prominencias de la cordillera andina, recorre largas llanuras
cubiertas de pastos color de esmeralda, que aquerencian hatos de ganados, nuestra principal riqueza,
serpentea frente a la ciudad, imitando al Elba delante de Dresde, en elegantes curvas de minué, como dijera
galanamente don Jesús del Corral, circunda con respetuoso recogimiento la colina que sustenta la necrópolis
sombría, musita su oración por los muertos y prosigue su marcha de eterno e incansable peregrino, para
fecundar luego las tierras de la agricultura, y atravesar oculto la selva milenaria y rendir la jornada en el
Atrato con el nombre de Murrí.
Cada corriente de agua de las nombradas forma un valle con el mismo nombre, y los de Urrao, Pavón y
Penderisco fueron seguramente los escogidos por los primeros colonizadores para ejercitar su músculo y su
brazo. En sus pampas evocadoras de las argentinas, y las estepas rusas, sin castillos feudales ni moradas
druídicas, esos bravos luchadores “vestidos todos de calzón de manta y de camisa de coleta cruda” hacían
retumbar en el espacio de las galgas preparadas con el filo de sus hachas en los árboles seculares, mientras
lanzaban gritos alegres o entonaban coplas del cancionero antioqueño o los romances zamoranos.
La raza que hoy puebla esta comarca está mezclada como la bábara, pero no con sangre eslava y
céltica, sino con indígena, española y africana, y por eso ostenta la graciosa tez morena del trópico, célebre
ya de modo destacado en los concursos mundiales de belleza femenina. Si la raza blanca hasta en sus
orígenes más puros está mezclada, según Reclus, es evidente que la de América no puede alegar origen ario
por razones obvias.
El título con que se presenta ante propios y extraños se caracteriza por su singularidad mundial, y su
etimología es netamente indígena, no obstante las alteraciones que haya podido sufrir en el tránsito de una a
otra generación, porque Curadó traduce, río de cera de abejas, y no se conoce otra semejanza por estos
lados.
Hay testimonios que acreditan que un indio llamado Gaspar Urrado habitó muchos años las playas de la
corriente así denominada, y esta es la razón de su nombre y el de la población, y la justificación, además del
gentilicio que le deduce el doctor Antonio José Restrepo en uno de sus más famosos y eruditos estudios. El
señor Benjamín Tejada Córdoba en un cálido brote de entusiasmo dijo que ese nombre provenía del hurra!
Lanzado por los conquistadores al descubrir este hermoso panorama, y el eco prolongado de ese grito.
Las grandes naciones como las aldeas más diminutas, tienen sus leyendas y “La historia sólo tiene
atractivos que embelesen cuando aquélla le presta sus consejas”. La de este valle de ensueño la trazó la
diestra y galana pluma del doctor Roberto Botero Saldarriaga, en una amena conversación, dialogada al
viajar en compañía de Cayetano Restrepo, a quien llamaban el loco, por los desequilibrios mentales que
padecían por tiempos, pero que en realidad era hombre de mucha inteligencia. La leyenda se refiere al
hallazgo que unos exploradores enviados de la ciudad de Antioquia por don Juan Pablo Pérez de Rublas,
hicieron con sus perros de caza en el paraje de “La Venta” de un feroz animal que unas veces parecía un
colosal marimondo y otras un temido mohán, trepado en un árbol. Como los cazadores extrañaron la figura
del animal, no quisieron apuntarle con sus escopetas, y optaron por derribar el palo donde se hallaba
encaramado éste, visto lo cual por la fiera principio a bajar, y cuando estuvo al alcance de las manos,
lograron cogerla y sujetarla no obstante los enormes alaridos que daba y el forcejeo que hacía para
libertarse, empleando los dientes y las uñas. El extraño personaje fue conducido a la ciudad de las palmeras
y tamarindos, donde los Alcaldes y Regidores tomaron la determinación de depositar en el seno de una
honorabilísima familia de la época, porque resultó ser una negra muy crecida y desarrollada.
Cuidadosamente la educaron y atendieron, y cuando recobró el uso de la palabra, refirió que había sido la
única sobreviviente de una espantosa tragedia de sangre que había tenido lugar en este valle, en la
confluencia de los ríos Penderisco y Pavón, cuando los indios del Chamí atacaron inesperadamente al
bachiller Lozano y su familia en ese lugar donde se hallaba radicado, y a quien ella servía de esclava. Ocurrió
que este peninsular habitaba la ciudad de Cartago, y como resolviera cambiar de domicilio, emprendió una
verdadera peregrinación Cauca abajo, con su familia, esclavos y ganados, hasta que al fin, al cabo de
muchos días de penosa marcha, llegó al edénico punto que escogió para radicarse. Construyó una gran
vivienda sobre sólidos troncos de comino, con dos pisos, el alto para albergar a los propietarios, y el bajo
para la servidumbre y animales domésticos. Pero como entre tal servidumbre había un indiecito, recogido
mal herido y agonizante por el bachiller, en su marcha, y un día lo azotó, cruelmente, el chico se escapó, y
meses después, inesperadamente, en una noche de luna, cuando a la sazón había acabado de pasar una
fuerte tempestad acompañada de una grande avenida de los ríos, y el bachiller se paseaba tranquilamente
por el corredor de su casa, fumándose un cigarro, de repente se llevó las manos a la garganta, dio unos
pocos pasos hacia el interior y se desplomó moribundo en brazos de su mujer. El grito de angustia y de
terror de la familia fue ahogado por las voces guturales de los chamíes, que asaltaban el edificio y
atravesaban con sus flechas de macana a todos sus habitantes, bajo la dirección del indio flagelado antes
por el bachiller. En medio de la matanza general, una negrita, de siete a ocho años de edad, logró ocultarse
entre un grupo de vacas de su mismo color y de esta manera pudo escapar del asesinato, y desde ese
momento empezó para ella una vida extraordinaria. Andaba siempre con las vacas, mamaba de ellas como un
ternero, de noche se albergaba entre sus patas, buscaba calor entre sus tibios vientres, y en las
menguantes, cuando el ganado ocurría a los abrevaderos de fuentes saladas conocidas, la negrita lo
acompañaba en su viaje hasta que se le capturó en la forma descrita.
Documentos relacionados con la conquista de las Indias occidentales y Tierra Firme aseveran que
Pedrarias Dávila, victimario de Nuñez de Balboa, visitó la parte norte del territorio urraeño, o al menos cruzó
sus inmediaciones, y ello lo deducen otros conquistadores del hallazgo posterior entre los aborígenes de
aves domésticas, y aparece que allí mismo que el Gobernador don Pedro de Heredia hizo una acometida a
esa región para explorarla, pero con tan mala suerte, que al desembarcar en la población indígena llamada
Oromira, situada en la desembocadura del río Murrí, tuvo un fuerte encuentro con sus moradores, en uno de
los deltas del río, y allí fue herido su hijo Antonio.
Más tarde, el licenciado don Badillo, persuadido de que se le había acusado y sería juzgado a
semejanza de los Heredias, porque se había tomado título de Gobernador y otros cargos, para conseguir
benignidad con la Real Audiencia, decidió acometer el descubrimiento del tesoro del Dabeibe, tan perseguido
como ignorado, y en efecto organizó una expedición con 350 hombres y Francisco Cesar por Teniente
General. El 5 de octubre de 1539 salió el convoy de la Ciudad Heroica, y en su travesía subió a la sierra de
Abibe, descendió a los llanos de Murrí, se encaminó a Buriticá, con nulos resultados de su intento. Durante
la marcha tuvo algunos encuentros con los naturales, y en Nore, primer asiento de la ciudad de Antioquia,
venció el cacique Nabuco. Siguió Cauca arriba, y después de muchas fatalidades, entre ellas la muerte del
valiente Capitán Cesar, salió por Buenaventura.
De las tierras conquistadas por esta expedición, se hizo en la ciudad de Antioquia un reparto, y a Pedro
de Frías le correspondió la porción comandada por el cacique Toné, situado en lo que hoy comprende el
Distrito de Urrao, y quizá algo más. Dicho cacique pagaba con puntualidad y sumisión el tributo que
periódicamente le exigía el conquistador. Fiado éste en la sinceridad de las manifestaciones de su
contribuyente, entre alguna ocasión con 9 o 10 soldados a cobrar, pero cuando estaban sentados en la
mesa a comer, vieron caer de lo alto del bohío, sobre el mantel, cinco gotas de sangre viva, que produjeron
en los circunstantes grande asombro y turbación, y un presagio de catástrofe, por lo cual los españoles
ocurrieron inmediatamente a sus armas, pero ya era tarde porque estaban totalmente encerrados por un
ejército indígena, uniformado bizarramente con penachos, equipados y dotados de armas y elementos de los
que ellos usaban, y los atacaron con tal bravura y valor, que dieron muerte a toda la expedición, excepto al
mestizo Juan González, porque huyó. Este, avergonzado de su cobardía, regresó al campo de combate a
desfilar e insultar a sus victoriosos enemigos, y después de una lucha, en el cual perecieron varios indios,
éstos le dieron muerte.
Hubo un interregno de calma de aquí en adelante, pero más tarde el Capitán Gómez Fernández
(Hernández lo trae el historiador Fray Pedro Simón), poblador y vecino de Anserma, fundador de la villa de
Caramanta y persona de algún caudal, noticiado de las riquezas que por estas comarcas existían, decidió
descubrirlas y para el efecto el correspondiente permiso de la Real Audiencia, la cual de le otorgó de buen
grado, por el conocimiento que poseía de su valor y pericia y sus demás cualidades, capaces para la leva de
soldados y pertrechos para la campaña. Le otorgó el título de Gobernador del Chocó y le exigió allanar los
obstáculos que había prestado el cacique de los catíos, Toné, bravo de condición y de ánimo sedicioso, por
cuanto desde que el Mariscal Jorge Robledo fundado en la ciudad de Antioquia, estaba en rebeldía, no
obstante la pacificación que allí habían hecho otros Capitanes del Adelantado Sebastián de Belalcázar. El
trágico acontecimiento ocurrido a Pedro de Frías y sus compañeros, a más de otros hechos consumados por
el cacique, tenían exasperados a los peninsulares y atribuían a ellos la destrucción y ruina de la ciudad de
Antioquia. Recibida por Gómez Fernández la orden en Caramanta, recogió en los pueblos vecinos soldados,
caballerías, indios y esclavos, y con 80 hombres de los primeros, entre los cuales se contaban algunos
nobles, entre ellos Bernardino de Mojica Guevara, radicado después en Tunja, y Gobernador de Timaná y los
pijaos, emprendió la marcha a ejecutar su mandato y deseo, en el año de 1557. Toné, por su parte, tenía
destacamentos de gente, a trechos, para su defensa, pero éstos fueron rotos por los invasores, sin el mayor
inconveniente. La fortaleza del cacique para defenderse de sus enemigos fronterizos y de quienes le
acometieran, consistía en una enorme casa construida sobre grandes horcones de madera de cuatro estados
de altura, que equivalen cuatro veces la talla de un hombre ordinario, y donde terminaban se hallaba el
primer piso. De aquí subían otros horcones a recibir el techo pajizo, y para sostener el piso atravesaban
fortísimos maderos de un extremo a otro. Sustentaban el edificio, clavados sin interrupción en el alrededor,
gruesos palos que llegaban hasta la gotera, y sólo a trechos había algunos agujeros, capaces apenas para
disparar la flecha y quedar salvaguardado el disparador.
Guarnecían el cercado, colocadas a cortos espacios y sueltas, otras monstruosas vigas, y el interior
estaba provisto de todos los elementos bélicos necesarios para la defensa, consistente en flechas, dardos,
largas, lanzas, gruesos y largos estacones de aguzada punta tostada que infundían pavor, lo mismo que una
gran cantidad de piedras. Los víveres suficientes, vasos con abundante cantidad de vino, agua de manantial
recogida en canoas, y llovediza en tarros de guadua que luego se trasladaba a tinajones, complementaban el
equipo de campaña. Los caminos que conducían a este original castillo y los llanos aledaños estaban
sembrados de afiladas puntas tostadas, y en diversos lugares se hallaban huecos cubiertos maliciosamente,
pero la pericia del Capitán Gómez Fernández sustrajo a su ejército de los peligros que de manera semejante
se le ofrecían. Toné que era poseedor de fuerzas monstruosas, atrevido desaforadamente, suelto, de
buenas disposiciones, con antecedentes de valor y buen éxito que le hacían confiar en la victoria, ocupaba la
fortaleza con cien aguerridos y disciplinados soldados, sus mujeres, hijos y familiares, porque de otro lado su
posición sobre la cumbre de una loma, con extensión de cien pasos de ancho por doscientos de largo,
barrancos y pendientes a los frentes y a los lados, de tanta inclinación que difícilmente podía sostenerse en
sus pies una persona.
Los españoles se situaron a corta distancia del bohío, en una ceja de monte y lo rodearon
completamente, con el fin de evitar la entrada de provisiones y contingentes, y cuando ya se encontraron en
esa situación, amonestaron cortésmente, por repetidas ocasiones, con el propósito de llegar a un amistoso
avenimiento en nombre del Rey de España y la formal promesa de no vengar anteriores agravios, pero a
estos argumentos respondieron los sitiados con amenazas y fieros, mientras el Jefe les replicaba de esta
manera:
“Allegaos un poco más, cristianos, y llevaréis el tributo que llevó Pedro de Frías y sus compañeros;
dejaremos las armas de las manos para ponéroslas en las cabezas y yo os cortaré la cabeza pieza por pieza
vivos para que queden las amistades más fijas”.
Visto esto por los soldados de Gómez Fernández, decidieron emprender un sostenido ataque,
distribuido en la siguiente forma: unos disparaban la arcabucería por los orificios para atajar el empuje de los
indios y el disparo de sus flechas, mientras los mosqueteros, con sus rodeleros, cubiertos con mantas de
maderas, trepaban hasta la cumbre de la fortificación, desde la cual llovían dardos, flechas, lanzas, piedras,
agudos estacones, uno de los cuales cayó sobre el rodelero Diego de Ardila, le pasó la rodela y el cojín, así
como el brazo; a Bernardino de Mojica, rodelero del célebre mosquetero Arce por la muerte que había dado
al tirano Lope de Aguirre, le acertaron una piedra en el costado, y el golpe le hizo vacilar algunos pasos,
pero tornó con bravura a su puesto, y como en este instante viera su compañero que sobre ellos venía una
gran viga, le dio un fuerte empellón, lo arrojó atrás y brinco velozmente, evitando la muerte, porque la viga
cayó en el propio punto donde ellos estaban. Con esto concluyó la jornada de aquel día, y la noche la
emplearon los españoles en custodiar el fuerte para evitar la fuga de los ocupantes, por lo inmediato del
monte, y los últimos a su vez disparaban constantemente al acaso contra sus enemigos, por lo cual les
impidieron acercarse a poner fuego.
Al amanecer del día siguiente se intensificó el ataque de arcabucería a tiempo que García de Arce
colocaba en el cañón de su mosquete flechas encendidas que arrojaba sobre la cubierta pajiza para provocar
el incendio, pero los indígenas apagaban ingeniosamente las llamas. Esta tarea se repitió seis días
consecutivos, durante los cuales todos los españoles, excepto dos, fueron heridos, aunque sin consecuencias
apreciables, porque los catíos no acostumbraban veneno o al menos allí no lo emplearon. Cada vez más los
indígenas se mostraban más valerosos y resueltos y no cejaban en su actitud defensiva, por lo cual el
séptimo día los sitiadores resolvieron poner fuego al edificio, y lo lograron con precauciones tomadas de
antemano, estratégicas, como fue el hecho de arrojar ligeros haces encendidos al pie de los gruesos, muchos
y mal dispuestos troncos, con la diestra, mientras con la siniestra sujetaban las rodelas que escudaban sus
personas. Ante la densa columna de humo que aumentaba considerablemente, comprendió Toné que le era
inútil continuar la resistencia y vio perdidas sus esperanzas, y por lo cual se mostró por un agujero para
implorar clemencia de sus enemigos y suplicarles en nombre de Dios la suspensión de hostilidades hasta allí
realizadas, en sustitución de su entrega pacífica y la terminación total de toda rebeldía, así como la formal
promesa de continuar al servicio de ellos. Cuando estas conferencias se verificaban, algunos soldados
españoles se acercaron, y a uno de ellos le atravesaron las entrañas, causándole la muerte días después. Al
mismo tiempo por el lado menos rodeado de la casa, algunos vasallos del cacique abrían troneras para que
escaparan las mujeres y chusma, quienes penetraban al monte inmediato por el arcabuco, junto a una
quebrada que estaba cercana. El Capitán, en nombre del Rey, hizo las concesiones que se le pedían y
ofreció olvido de los agravios recibidos por las muertes que se le habían hecho en el ejército. En esos
momentos el portugués Juan Fernández observó lo que pasaba, y lo puso en conocimiento de su
Comandante, por lo cual se suspendió la conferencia y en seguida Toné se descolgó por un portillo para
colocarse a la defensa de los fugitivos. Estaba provisto de una espada, adquirida como botín en pasadas
contiendas, la cual manejaba diestramente, y lleno de valor y bríos, hizo frente a todos los que le
acometieron, rebatiéndolos a uno y a otro lado, con ligereza de pies y maestría, hasta que consideró que su
familia no corría peligro. Temeroso de que al dar la espalda a su más temible atacante, Fernández, lo heriría,
buscó la oportunidad de llevarlo a tierra hasta que la encontró, pero con tanta habilidad que nadie pudo
darse cuenta de los medios empleados; en seguida lo asió de una pierna, comenzó a arrastrarlo con
ligereza, cuesta abajo, pero los compañeros que acudieron prontamente se lo arrebataron y lo tomaron
desfallecido, atónito, sin sentido y los huesos quebrantados. Bernardino de Mojica, con algunos soldados
persiguió a Toné, pero éste, al verse acosado, abandonó la familia y se ocultó. Los que habían quedado
custodiando la fortaleza pretendieron penetrar a ella convenientemente armados para recoger el botín de
guerra, pero fracasaron en su intento, porque los ocupantes no sólo les opusieron resistencia, sino que les
causaron varias bajas, hasta obligarlos a retroceder, y entonces éstos avivaron el fuego. Las llamas subieron
hasta lamer los aleros de la casa, abrasaron ésta, y en tan supremos y angustiosos momentos se oían en el
interior ruidos sordos, voces terribles, gritos y lamentaciones, pero tanto era el valor y el coraje de quienes
allí quedaron, pues ya algunos se habían entregado, que antes de vencidos, prefirieron su reducción a
cenizas, como aconteció, y si sus mujeres, hijos o compañeros intentaban huir, ellos con mano ruda y frente
altiva los volvían al fuego a perecer en él. De los prisioneros, unos fueron colgados, otros mutilados en sus
miembros superiores, como venganza de los españoles, a quienes habían dado muerte, “pero es tan fiera
esta Nación –dice Fray Pedro Simón- que tenía por afrenta mostrar un sentimiento porque los mataran,
aunque fuera destrozados vivos, y antes, cuando les cortaban las manos, metían el brazo en el fuego para
quemar fuertemente la herida, lo que hacían con más bestial afecto, como gente indomable y fiera, pues ni el
castigo que habían recibido, era capaz de impedirles que cuando escapaban lo hicieran diciendo cien mil
blasfemias, vituperios, afrentas y amenazas.” Así concluyó la jornada guerrera de esta casa que llamaron del
Valle de Penderisco.
Los vencedores avanzaron luego dos leguas, hasta un asiento llano y apacible, donde plantaron tiendas
por el tiempo necesario para curar y restablecer los heridos, y cuando lo hubieron logrado, pasaron a
Nobobarco, o mejor Nongobarco, donde los bravos naturales se hallaban atrincherados en un fuerte más
inexpugnable que el anterior, colocado en la cumbre de una cuchilla, con más dificultosas y empinadas
laderas. Tenían mayores proporciones, materiales y pertrechos de las mismas clases y condiciones de las
que se emplearon en Penderisco, pero con la diferencia de que aquí sólo se hallaba el personal guerrero,
pues el resto se hallaba internado en la espesura de la montaña. Con trincheras y baluartes contra las
espesas nubes de flechas y dardos, que a noche y día llovían sobre los atacantes, quienes en su mayoría
fueron heridos en las piernas y cabezas, inclusive Mojica, en la mejilla, que tardó mucho para curarse, sin que
por esto evitara la cicatriz para eterna memoria, estos cercaron por dos partes la fortaleza, sin resultado
favorable sobre los atacados. Aquéllos entonces, para buscar efecto a la arcabucería, construyeron con
levantados maderos ciertas garitas, sin los resultados apetecidos, porque cuando alzaban los palos la
puntería enemiga hacía blanco en ellos. Apelaron de nuevo a las mantas de tablones, y con ellas
acometieron muchas veces, sin éxito tampoco, porque los indios les impelían a retroceder con gruesas picas
de madera de cincuenta pies de largo, de agudas puntas que manejaban con habilidad, y por eso los herían y
aporreaban en los pies. García de Arce arrojaba tiros por las troneras, los cuales aprovechaba, pero las
bajas que ocasionaba eran cubiertas inmediatamente. Baldelomar Manchego de la Membrilla, mozo robusto,
fuerte y valeroso, con una celada borgoña y otras armas, en una media burra de madera, intentó entrar a la
fortaleza por el reventón, pero una grave contusión acusada con piedra, arrojada de lo alto, que le abolló la
celada y destrozó la máquina, se lo impidió, pues rodó casi muerto, y fue preciso que sus compañeros
ocurrieran a socorrerlo y sacarlo aturdido, y para curarse duró no pocos días.
Como los medios empleados hasta aquí habían resultado infructuosos, por la bravura y decisión de los
naturales, no les quedó más recurso que el del fuego, que tan buenos resultados les produjo en Penderisco,
por lo cual allegaron muchos haces de madera encendidos, pero sin resultado, porque los sitiados, con
largos hurgoneros los desbarataban y arrojaban por la pendiente. Durante treinta y nueve días con sus
noches se repitieron inútilmente estas hazañas, al cabo de las cuales ambos ejércitos estaban totalmente
fatigados, manifestación observada en primer término en los aborígenes por la suspensión de las continuas
algazaras que mantenían, entonces los soldados Francisco Barco y Cristóbal González se propusieron
aprovechar la pausa que sobrevino para tomarse el campamento enemigo, confiados en su juventud, bríos y
ligereza y armados de escaupiles, ceñidas sus espadas y dagas, las rodelas a las espaldas y poseídos de
entusiasmo, tomaron la parte más oculta, gateando por los estantes que caían fuera, y cuando se disponían
a dar el golpe, los sitiados levantaron tremenda algarabía, les precipitaron troncos y les acometieron
furiosamente con piedras y flechas, hasta que los obligaron a retroceder con mayor precipitud que la
empleada para acometer. Siguieron repitiéndose las bullas anteriores, con oprobios y amenazas, entre las
cuales merece mención la realizada por un indio aljamiado y ladino, en el idioma castellano, al colocarse
todas las noches en determinado punto alto de la casa, a lanzar sobre los españoles desvergüenzas y
deshonestidades, hasta que García de Arce disparó su escopeta en la dirección de la voz, y lo atravesó por el
pecho, desplomándose en seguida por los estertores de la muerte, dando valientes gemidos y excitando a
sus compañeros y sobrevivientes a ejecutar venganza con la destrucción total de los cristianos, y para que
éstos no se enteraran de lo ocurrido, los que allí había levantaban la voz para ahogar los ayes del
moribundo. Redoblóse la defensa con cuartos de ronda por las noches, al favor de la oscuridad, que salían
por ciertos agujeros secretos en dirección al campo enemigo, donde a menudo causaban daño, no obstante
la activa y permanente vigilancia que allí se ejercía, sin que por esto se descuidaran los enfermos y heridos.
El cansancio en las huestes españolas no se hizo esperar, y lo exteriorizaron con el deseo de continuar la
marcha en busca del tesoro que era su objetivo, por ser más provechoso. Enterado de esto el Capitán
Francisco Moreno, viejo militar, fundador de la ciudad de Antioquia, muerto después por Gaspar de Rodas en
un desafío, a pesar de hallarse mal herido en la cama, recobró sus fuerzas, se levantó con energía e increpó
duramente a sus compañeros por semejante proceder, indigno de la raza, y lo pernicioso que resultaba,
porque de no acabar en aquella ocasión con los Catíos que diariamente los injuriaban, saldrían a inquietar la
tierra, si no se pacificaba con su destrucción. El Capitán Gómez Fernández, por su parte, prohijó estas
razones, a las cuales agregó otras de mayor significación, a la vez que amenazó de muerte a quien rehuyera
el mandato que le daba de reducir a pavesas la fortaleza en que se ocupaban. Este se encaminó luego a una
roza cercana, de los indios, donde había mucha leña menuda cortada, y se dio a la tarea de trasladar de ella,
en cuya operación fue imitada por sus súbditos.
Recogieron y amontonaron leña en gran cantidad, que colocaron hasta dos estados de altura, pero ese
día fue imposible poner en ejecución su idea, por la llegada de la noche, la cual fue de enorme expectativa en
los dos frentes, y durante ella los indios arrojaban sobre sus enemigos armas de toda broza y vasos con
materias inmundas y asquerosas. No había despuntado bien el alba del siguiente día cuando el Capitán
Gómez Fernández hizo llamar a grandes voces los atrincherados para pedirles en nombre del Rey de España
su entrega pacífica, a fin de evitar que allí perecieran con sus mujeres e hijos, más estas exhortaciones
cayeron en el vacío, porque los interpelados respondieron con la misma rudeza de antes y haciendo usos de
sus armas con su brío anterior. El fuego no se hizo esperar en semejantes circunstancias y prontamente
llegó a la cubierta de la casa en forma sofocante, hasta obligarlos a entregarse, no sin mostrar su
arrogancia, pues decían:
“Ya cristianos, sabéis, casi tanto en astucias y ardides guerreros como los catíos”.
Otros bajaron del bohío, para entregarse, pero como entre los invasores había algunos agraviados, y
esclavos y otros, ultimaron inmisericordemente a muchos de los vencidos. Algunos de éstos permanecieron
firmes en su posición, peleando denodadamente, hiriendo de nuevo a don Bernardino de Mojica. Algunos de
los prisioneros fueron colgados y uno de éstos cuando oyó el pregón en que se decía que el rey mandaba a
hacer justicia, dijo a su vez con desprecio y rabia: “¿qué Rey es ese que manda?, “con lo cual el Capitán,
demasiado colérico por tan enorme desacato a Su Majestad Real, le mandó soltar un ferocísimo perro
adiestrado en carnicerías, y éste hincó en el instante sus dientes en la víctima, comenzó a despedazarla con
crueldad y ella sin una queja, ni un ¡ay! decía al animal: “aprisa, come, come.” A los más viejos y obstinados
de los prisioneros les cortaron las narices y las orejas, y a los menos culpados les dieron libres,
obsequiándoles cruces y encargándoles ‘participaran a los demás de lo que había pasado, encareciendo la
conveniencia de estar a paz y salvo los cristianos. Entre los últimos estaba Toné, quien se comprometió a
dar y propagar la nueva.
Después García de Arce y Mojica, con algunos soldados, se internaron en la comarca, en donde
destruyeron otras barbacoas y barracas de menor importancia, y por último, regresaron a cumplir el mandato
de reedificar la ciudad de Antioquia. De aquí continuo Gómez Fernández su marcha en busca del tesoro de
Dabeibe, atravesando provincias indígenas de tres y cuatro mil habitantes, hasta que llegó a Cartagena,
después de muchos trabajos y penalidades, de donde regresó a Antioquia por Oromira. Se dirigió en seguida
a Anserma, de aquí a Santafé, a dar cuenta a la Real Audiencia de la comisión que se le había impuesto;
después de un juicio en que se le formaron cargos como Teniente Gobernador, pasó a España y cuando
regresaba a encargarse de la Gobernación de los chocoes, murió en Cartagena.
Más tarde el 11 de julio de 1578, el Gobernador y Capitán General de estas provincias y Popayán, don
Sancho García de Espinal, expidió el primer título sobre adjudicación de baldíos a favor del Capitán Juan
Taborda, en pago de los servicios prestados por éste a Su Majestad en esta Provincia y parte de Indias, en
todo lo que al servicio se había ofrecido, como leal vasallo e hijo de otro Capitán del mismo nombre, el cual
es del tenor siguiente: “Vos doy y señalo, a vos Juan Taborda, en términos y jurisdicción de la dicha Villa de
Santafé de Antioquia, una estancia y caballería de tierras para ganado y labor, que legua de largo y otra de
ancho, la cual es, y se entiende en el camino que va de Noque al pueblo de Urrao, desde la salida del
arcabuco hasta el río de Urrao, que nace del pueblo de Penderisco, y desde la quebrada de Aná hasta la
entrada del arcabuco de Nongobarco, en todas las cuales s tierras y estancias vos doy y señalo según
derecho en con todas sus entradas y salidas, aguas y arbolados; y los que más le perteneciere para ser
servidos y en alguna remuneración de los dichos vuestros servicios, para que sea vuestra, propia e de
vuestros herederos e la podáis dar, donar, trocar y cambiar, y hacer de ella como cosa vuestra propia,
habida y adquirida por vuestros méritos y servicios, sin perjuicio del señorío y patrimonio real e de otro
tercero que mejor derecho a ella tenga, y mando a mi lugarteniente, Alcaldes Ordinarios, y otras cualesquiera
justicias de dicha Villa de Santafé de Antioquia, que os metan y amparen en la tenencia y posesión de las
dichas tierras, y no consientan de ellas seáis removido ni quitado primero ser oído y vencido por fuero y por
derecho, so pena de quinientos pesos de buen oro para la Cámara de Su Majestad- Fecho en Popayán a
once días del mes de julio de mil quinientos y sesenta y ocho- Sancho García del Espinel- Por mandato del
señor Gobernador, Francisco Tonizá.”
Los puntos que demarcan esta primera adjudicación de baldíos, identificados convenientemente por los
lectores conocedores del terreno, puesto en relación con los lugares donde se realizaron los dos combates
que se relataron antes, lo llevan a señalar éstos siquiera por aproximación. Acerca de tal concesionario, hay
los siguientes datos biográficos: Leonor y Juana, la primera de las cuales fue esposa del Capitán Juanes de
Zafra, compañero de Robledo, y la última fue casada tres veces, así: la primera, con el Capitán Francisco
Moreno, de quien se ha hablado; la segunda, con el Capitán Hernández de Zafra Centeno, compañero de los
anteriores, quien se traslado con su familia a vivir a Tunja, donde murió, y la tercera, con Damían de Silva.
Este tuvo un hato de ganados en Urrao, el cual pasó a sus hijos Diego y Pedro de Silva, de éstos a sus
descendientes y don Juan Jaramillo de Andrade, esposo éste de doña Juana Centeno, hija del Capitán Zafra
Centeno y doña Juana Taborda. El Capitán Juan Taborda, hijo, se distinguió en varias campañas contra los
indios, y fue encomendero de las parcialidades de Peque y Noque, a órdenes de los caciques don Julián y
don Juan, respectivamente. Casó con una dama de Popayán, llamada Jerónima de Torres, de la cual refieren
los cronistas que para contraer matrimonio fue trasladada desde su ciudad natal, con una escolta de cerca
de 200 hombres, a Santafé. De este matrimonio no existe más noticia de familia que de una hija llamada Ana
Taborda y Torres, esposa que fue del Capitán Miguel de Urnieta y Lezcano, otro de los famosos pobladores
de Antioquia. Los esposos Zafra Centeno y Taborda, tuvieron otras dos hijas, llamadas Catalina, esposa del
Capitán Andrés Arias y la famosa doña María Centeno, como su madre, casada tres veces, con Antonio
Machado, García Jaramillo y don Fernando del Cossio Salazar.
Como entre los compañeros del Gobernador Gaspar de Rodas en la conquista de Zaragoza había un
mestizo de nombre Pedro Martín Dávila, quien había obtenido alguna fortuna en el laboreo de las minas del
Nechí y la notaba disminuir por su prodigalidad, resolvió emplear la que le restaba en nuevas conquistas,
especialmente en las provincias que no habían sido visitadas por el Gobernador, de cuya determinación dio
participación a éste, y por cuanto le fuera otorgado permiso y se le concediera el título de Teniente General
de las Provincias de Nitama, Caribana, Panzezú, Maritúe, Guazuze, Tuango, Urabá y Urabaibe, con facultad
para poblar en ellas, a su costa, mas encargo especial para entrar y conquistar el río Darién, las Provincias
de Funucuna y casa del Dabeibe, se dio a la tarea de hacer leva de gente en la Gobernación de Antioquia y
juntó 200 soldados baquianos. Un año duró la preparación del viaje, la cual se redujo a conseguir
pertrechos de guerra, fragua, herreros, carpinteros, etc., en todo lo cual gastó $20.000 de 23 quilates.
Llevó dos sacerdotes, entre ellos el Padre Chaves, fraile después de San Diego de Bogotá, señaló sus
oficiales; maese de campo a Gonzalo de Bolívar; Tesorero perpetuo de cuanto se poblase, consejero en paz y
guerra don Jerónimo Garavito; concertó sobre 300 indios e indias de servicio que fueron causa de muchas de
sus desgracias, y al fin salió la expedición en dos compañías de a 100 hombres cada una, en junio de 1596,
con muchos caballos de carga y camino, vacas, cerdos y otros animales, para cría y habiendo llegado a los
valles de Norisco y Penderisco, tomó 80 soldados, se dirigió con ellos por un atajo a coger por sorpresa a
los indios de Nitama, donde tuvo un encuentro y algunos heridos, porque los naturales estaban listos a su
defensa. De aquí siguió a Urabá, donde realizó proezas y adquirió alguna buena cantidad de oro.
No continuaré sin consignar que los primeros mineros que hubo en territorio urraeño lo fueron doña
Clemencia Caicedo, herederos de José Rentería y don Lorenzo de Córdoba, Antonio Esteban y Luisa de
Córdoba, quienes se radicaron en la desembocadura del río Murrí además empresas de plátano y caña de
azúcar. En el interior por la ribera del río había una población compuesta de indios y libres, con setenta
casas, llamadas San José de Murrí, gobernada por un sacerdote de la Orden de San Francisco y el Corregidor
de indios. Esto Lo informó don Fernando de Morrillo a mediados del segundo tercio del siglo XVII.
El segundo adjudicatario de tierras baldías en este valle fue el Capitán Francisco de Guzmán, por tres
estancias, pero como el primitivo título desapareció, su nieto, el licenciado y presbítero don Antonio de
Guzmán, solicitó ratificación, y en efecto don Juan Gómez de Salazar, Gobernador y Capitán General de la
Provincia de Antioquia, en atención a que el peticionario era benemérito por los servios prestados por sus
padres a su Majestad, accedió el 9 de marzo de 1661.
El 11 de enero de 1687 otorgó testamento Pedro de Silva, y declaró en él que el ganado cimarrón que
había en el valle de Urrao pertenecía a él y a su hermano Diego, y como se confesó deudor de su cuñado
Juan Jaramillo, por cuenta suya y de su padre Damián de Silva, dispuso que el acreedor tomara en pago de la
deuda la mitad del ganado que le pertenecía. Como el Supremo Consejo de Indias condenó a Jaramillo al
pago de una cantidad de oro, los Jueces Oficiales de la real Hacienda de Su Majestad de la ciudad de
Antioquia y su Provincia, Capitán Antonio Eyzaguirre, Tesorero y Juan Antonio de Porras, Contador,
dispusieron que el referido ganado y tierras del sitio de Urrao y Penderisco pertenecieran por adjudicación al
Rey, porque así constaba en las actuaciones de sus antecesores, en que aparecía promulgada la prohibición
a golpe de caja por las calles de la ciudad, con graves sanciones de matar esos ganados. Por estos motivos
se negó en resolución fechada el 8 de abril de 1687, a Juan Mena Ibañez Garcés para sí y sus cuñados, la
autorización que solicitó para matar tales ganados.
Años después, Luis Valderrama, vecino de la ciudad citada y residente en este valle, exigió merced de
un pedazo de tierra de pan en el valle, hacia la otra banda del río Penderisco, frente a la que poseía de
caballería transmitida por Juan Garcés, bisnieto de Juan Taborda, donde a la sazón poseía rocerías y
sembrados, por cuanto soportaba una enorme carga, en su mujer e hijos que lo habían obligado a
trasladarse a vivir a esta comarca, distante de la capital cuatro días de camino, y carecía de una parcela para
trabajar. Alegó además que esa concesión beneficiaba a Su Majestad en la vigilancia de los conatos de
rebelión que pudieran presentarse, procedentes del Chocó. Aceptadas estas razones, don Manuel de Mena
Felices, Contador Oficial de la Real Hacienda de Su Majestad y Juez privativo de tierras por comisión real, de
la ciudad y Provincia antedichas, le hizo la adjudicación en el punto señalado, desde el desemboque del río
de Urrao hasta el amagamiento del Salado, que desagua en Pavón, con cargo de servir puntualmente el
derecho de composición con cinco pesos de oro de veinte quilates, entregados al encargado señor
Francisco de J. Foronda, lo que tuvo lugar en resolución datada el 20 de febrero de 1724.
A pesar de las adversas circunstancias de la época para la marcha ordenada y acelerada de una región
primitiva, sin embargo antes de 1789 don Francisco Silvestre, Gobernador de la Provincia, llamó por
conducto del Cura y Vicario doctor José Salvador Cano, a los señores José Manuel Montoya, su hijo Sebastián
y su yerno José de Vargas, para pactar con ellos la apertura de un camino que diera acceso a la región del
Chocó, y en efecto, por mutuo consentimiento, así fue acordado en cambio de una legua de tierras realengas
de las existentes en el valle, útil para labores agrícolas y cría de ganados, a más del amparo que les daría
sobre las minas que descubriesen. Previos los preparativos del caso, Vargas, con tres de sus hijos, su
suegro y sus cuñados, y dos peones cargueros de bastimentos, emprendieron la apertura del camino y
señalamiento de sendas o trochas para elegir la ruta definitiva, y con penalidades y trabajos sin cuento, por
lo fragoso del terreno, lo abrupto del monte, las malezas, abrojos y capotales, donde se hundían hasta la
cintura, trepando árboles a menudo para observar cordilleras, abras y llanuras y escoger la dirección de la
vía, subiendo y bajando lomas en cuatro pies, aferrados a las hierbas y raíces, constantemente mojados,
porque no cesaba de llover, hasta el punto de serles imposible encender candela de noche, comiendo frutos
silvestres, por agotamiento total de las provisiones y dilación en llegarles, lograron acercarse con un camino
pedestre, expuesto a la luz solar, traficable con tercio de tres a cuatro arrobas, recorriendo el trayecto en
nueve días para entrar, y siete para salir, a la población chocoana de Bebará. En esta empresa emplearon
un año de trabajo, durante el cual abandonaron totalmente sus casas y labores. En virtud de lo convenido
de antemano, José de Vargas, en su propio nombre y en el de sus compañeros, solicitó, el 8 de enero de
1789, una legua de terreno desde las juntas de Pavón y Penderisco, ambas abras, hasta sus cumbres, y las
otras dos abras de Mandé y Nendó, para poblar el camino y sus hijos tuvieran donde rozar, y para que de
otro lado se facilitara el trato y comercio con el Chocó, de grande utilidad para la ciudad capital. El señor
Vicario citado
testificó de conformidad, pero los
herederos del Capitán de Guzmán se opusieron,
formulándole reparo a esa pretensión, por cuyo motivo se exigió el complemento de la prueba, lo que
hicieron con las deposiciones de Pedro J. Varela, Antonio Gómez y otros quienes confirmaron las
aseveraciones hechas por Vargas, pero agregaban que las condiciones del camino no permitían el tránsito
por él de las acémilas. Al fin el Gobernador Francisco Silvestre Baraya y la Campa, ante el escribano
Francisco Toro Zapata, el 10 de julio de 1793, en atención a la Real Cédula de 2 de agosto de 1780, que
concede a los súbditos de Su Majestad tierras baldías del real patrimonio, con el sólo interés de ser
cultivadas en provecho propio, en consideración también a las fatigas y penalidades de los aspirantes en la
ejecución de la obra que realizaron, a su condición laboriosa e incrementadora de la población, puesto que a
la sazón tenían capilla paramentada, les concedió legua y media de tierras baldías en el río Pavón y sus
vertientes, desde donde comenzaron los excedentes de las concedidas a don Francisco de Guzmán, donde
tenían derecho los presuntos concesionarios, bajo la condición de sí solicitar de la Real Audiencia pretorial
del reino la confirmación correspondiente, y con la obligación de cultivarla conforme a las piadosas
intenciones del Monarca.
Aparece que el español don Bernardo González Cossio, en su carácter de Administrador de la Renta de
Tabaco, tuvo un alcance, y por eso le embargaron y licitaron sus bienes, consistentes en derecho y medio de
tierras, indivisas ubicadas en este Distrito y adquiridas de los herederos del Capitán Guzmán, treinta y ocho
reses, ocho yeguas y dos potros. En casa del Gobernador y Comandante General, siendo pregonero Félix
Rave, se llevó a cabo la licitación por el Regidor don Juan P. Pérez de Rublas, el 14 de octubre de 1791, por
285 castellanos de oro, cuando habían sido avaluados en 428 castellanos.
Resulta también que el cacique indígena don Mateo Tauchiguí, de la parcialidad de este Distrito, y los
indios Manuel Jaiperá, Francisco y Pedro, acompañados de don Manuel Montoya, como mentor e intérprete,
ocurrieron ante el Gobernador don Cayetano Buelta Lorenzana suplicándole amparo en algún paraje cómodo
para establecer y formar una población en territorio de su mando donde pudieran vivir a cubierto de las
persecuciones de los caciques y autoridades del Chocó, y a la vez para que se les instruyese y educase en la
doctrina evangélica que con ansia deseaban, tanto ellos como otros congéneres dispersos en las montañas,
sin Dios ni ley, en las mismas condiciones. En atención al beneficio para la Religión y para el Gobierno
español, esta conducta fue aplaudida, y se dispuso que mientras se acordaban las condiciones para
repartimiento de tierras, se comisionara al mismo José Manuel Montoya para instruir a los naturales en la fe
cristiana, ampararlos y protegerlos contra las invasiones que sobre ellos se pretendiera, al mismo tiempo que
se les tratara con piedad y amor, en asocio de los demás vecinos del lugar, a fin de reducirlos
paulatinamente a la vida civilizada, y para rocerías y labranzas se les señalaría provisionalmente una porción
de terreno. Estas medidas se tomaban el 18 de junio de 1780, y el 14 de mayo del año siguiente, el citado
mandatario, en presencia del expediente creado y el informe favorable del Vicario y Juez Eclesiástico don José
Salvador Cano, en nombre de Su Majestad y en virtud de la facultada que le confería los Reales Poderes,
decretó la fundación del pueblo indígena San Carlos de la Isleta, en la desembocadura de la quebrada Urrao
al río Penderisco, hacia la parte de abajo, por ser terreno apropiado para el efecto, sano, fértil para la
siembra de legumbres y platanares, aparente para la cría, y de buen clima, extendiéndose la merced al lado
opuesto del río, frente a la fundación. En memoria y obsequio del Rey Carlos III se le señaló como patrono a
San Carlos Borromeo, y como resguardo se les adjudicó una porción de tierras realenga, de legua y media de
extensión, con sus sabanas, sobresabanas, quebradas, montes altos y bajos, abrevaderos y demás
aprovechamientos propios para labranzas, pastos de ganado y maderas, desde la quebrada de las Juntas
hasta la del Espinal, conforme seguía el camino que venía de la ciudad de Antioquia, a una y otra banda de la
mentada quebrada de Urrao, por cuanto esas tierras nunca habían sido cultivadas, y el uso que de ellas
hicieran los concesionarios, beneficiaría a Su Majestad en el aumento de los dos novenos de diezmos y otros
aprovechamientos. Como Corregidor del pueblo creado y los demás indígenas del Chocó que quisieran
acogerse al pueblo de Antioquia, dispersos en el río San Juan, se nombró a José Manuel Montoya, con
encargo de instruirlo a los diez y ocho que constaba la parcialidad, en la fe cristiana, tratarlos con piedad y
amor, y conducirlos nuevamente al lugar expresado. Se ordenó que ninguna persona, cualquiera que fuese
su condición y calidad, molestase, inquietase, turbase o hiciese daño o perjuicio a los naturales, y quien
contraviniese ese mandato incurría irremisiblemente en la multa de doscientos pesos de buen oro, aplicados
en la forma ordinaria, sin prejuicio de otras sanciones mayores, de acuerdo con la contravención. El
Corregidor quedó con facultad de oír a los pobladores en justicia, ampararlos en sus derechos, ponerlos en
posesión de tierras, determinar sus causas criminales y contenciosas, corregirlos con medios prudentes en
sus vicios y costumbres de gentilidad, y finalmente, hacer cumplir al cacique y Alcalde la promesa de sacar de
las cimarronas que las habitaban a los demás indígenas a fin de poder descubrir los ricos minerales de oro
que según documentos guardados en los archivos, existían en esta región. Por esta obra, y la apertura del
camino, se remuneraría a Montoya su celo y trabajo, a proporción de los adelantos que resultaran. Se
mandó a expedir el respectivo título, sin perjuicio de la aprobación del supremo Gobierno del reino, al cual
se daría cuenta, y se firmó por el señor Buelta Lorenzana en su calidad del Capitán del Regimiento de León y
Gobernador de la Provincia, ante Simón Robledo E., Escribano Público y de Cabildo. Más Tarde el Oidor y
Visitador Juan Antonio Mon mandó agregar esta parcialidad a Cañasgordas, pero los indígenas, disgustados
con tal determinación, por antiguas rencillas, pidieron al Gobernador Baraya y la Campa su derogatoria, y la
consiguieron por Resolución de 15 de abril de 1789, en atención a la posibilidad de que pudieran regresar a
los montes a sus antiguas idolatrías, si se les comprometía a trasladarse a un lugar que no era de su agrado.
Se les permitió pues congregarse dentro de los términos y señalamiento que se les había hecho, se les
nombró como Corregidor a don José Vargas, por su arreglada conducta,
a Manuel Caiperá, como
Gobernador o cabeza de dicho pueblo, y a Salvador Niamaná como Alcalde, para que portándose con honor y
vergüenza, ayudaran a su Corregidor en cuanto fuera necesario en la y dirección de los moradores de la
población.
En enero de 1795 fue elevado el caserío a la categoría de partido con el nombre de Urrao, que antes
tenía.
El 6 de mayo de 1796 un número considerable de vecinos constituyó apoderado a don José de Vargas
para conseguir la erección de la parroquia, con Cura propio, señalando como demarcación de ella la
siguiente:
“Por esta parte, el páramo de Frontino, corriendo río abajo por el Gengamecodá y cortando por su
derecera hasta los linderos de la jurisdicción del Chocó; del páramo para arriba se sigue la cordillera del
Cauca hasta dar en las cabeceras del río Penderisco y el Pavón, cortando por su derecera a lindar con la
expresada jurisdicción del Chocó.”
Las gestiones del apoderado y su resultado con la consecución del Curato se hallan en otra parte de
este libro, y por eso es inútil repetirlas, pero de esas labores parece que el Gobernador don José Felipe de
Inciarte, Teniente Coronel de infantería de los Reales Ejércitos, de acuerdo con don Pantaleón Arango, por
decreto de 18 de julio de 1796 asignó al partido de Urrao la categoría de parroquia por la delimitación
señalada por don José de Vargas, y le puso por nombre el de San José de Urrao, con el cual quedó sustituido
el de San Carlos de la Isleta que hasta entonces llevaba.
Los nombramientos de Alcaldes principian en los libros capitulares de Antioquia en diciembre de 1784,
con José Larrea, como único, quien había venido desempeñando y era concuñado de don Bernardo González
Cossio. En 1787 ratificaron este nombramiento; en 1788 fue designado en primer término José Montoya, en
segundo, José Montoya, hijo y en tercero, José de Vargas. En diciembre de 1789, primero Manuel Aguirre, y
segundo, José Montoya. En 1790, en diciembre, primero, José de Vargas y segundo su hijo Santos de
Vargas, y tercero José Vallejo. En 1793, Nicolás Varelas, Santos de Vargas y Pío Montoya. En 1794,
Salvador Vargas, Pedro Sepúlveda y José de Florez. En 1795, Cayetano Urrego, Manuel de Rueda y Pedro
Sepúlveda. En 1796, Pedro Vallejos, Manuel de Rueda e Ignacio Franco. En 1797, Luis de Rueda, Ignacio
Franco y José Montoya. En 1798, José Montoya, Santos de Vargas y Mateo Cossio. En 1799, Pedro Manuel
Sepúlveda y Hermógenes Fernández. En 1800, Fernández Manuel y Pedro Sepúlveda
En los primeros días del mes de marzo del año que se acaba de citar, se reunieron los señores José y
Pedro de Rublas, doña Rita Martínez, Hermógenes Hernández, José Antonio de Larrea, José Hermenegildo y
Sebastián Montoya, Gerardo Urán, Marcelo Durango, Santos de Vargas, José María y Manuel Aguirre y
convinieron en ceder las tierras necesarias para la erección de la nueva parroquia y señalaron los siguientes
linderos, donde definitivamente debería quedar la población: “por el marco comprendido entre las dos
quebradas nombradas el Canalón, la de abajo, Sabaneta, la de arriba, el río y pie de la loma por los lados. El
5 de junio de 1800 el Gobernador don Víctor Salcedo y Somo de Villa ratificó la erección de su antecesor de
partido en parroquia, con el mismo nombre que se le había dado y la alindación que se le había hecho.
El 25 de junio de 1805 los doce donantes de tierras para la población, ratificaron de nuevo el convenio,
con el propósito de arreglar el plan de urbanización, porque ya se había dado principio a la construcción de
casa y a la iglesia, que era sólida y capaz, pero las calles se habían trazado con defectos, lo mismo que los
cuadros para el ensanche, y como consideración que aún era tiempo de arreglar y corregir las anomalías,
acordaron ceder para las calles cien varas de ancho y cien para las cuadras, las cuales debían dividirse en
cuatro solares de a cincuenta varas en cuadro, para vender a diez castellanos cada solar, a quien quisiese
poblar en el término de cuatro años, sin otra condición que la de entregar el valor al señor Juan Esteban
Martínez para la fábrica de la iglesia.
El 7 de agosto de 1805 el Gobernador don Francisco de Ayala nombró Juez de este partido al señor
José María Argotes por ausencia al Chocó del titular, y como encontró arruinada la cárcel existente, como
podía testificarlo el Alcalde don José Pardo, pedía autorización para derramar una contribución que a lo sumo
ascendería a tres reales para cada contribuyente, con el ánimo de concluir el edificio, y así le fue otorgada.
A pesar de la insipiencia del caserío y de las desventajosas condiciones de la época, sin embargo los
padres de familia se preocupaban por la educación de los hijos, y por eso los Jueces Pedáneos Cayetano
Urrego y don Pedro Vallejos en 1796, proveyeron a la creación de una escuela y nombraron maestro a don
José María Aguirre y Mena, con aprobación del Coadjutor don Manuel de Villa. Este establecimiento fue de
muy efímera duración, porque el sostenimiento estaba a cargo los vecinos favorecidos y ellos no cumplieron
la promesa hecha de antemano, en relación con el sostenimiento. Al año siguiente Santos de Vargas celebró
un contrato con Leandro y Martín de la Cuesta, hijos del presbítero don Ignacio de la Cuesta, ungido
sacerdote después de que enviudó, para la enseñanza de sus hijos y otros parientes. Surgieron entonces
rivalidades profesionales entre estos señores y el otro director, que tuvieron resonancia en las altas esferas
sociales, y de ellas resultó una orden al Alcalde de prestar protección al señor Aguirre y ponerlo en posesión
de la escuela, expedida en el año de 1798. La controversia originada por ese motivo continuó, pero al fin
Martín de la Cuesta hizo dejación de su puesto y se dirigió a Ansermaviejo, donde su padre ejercía su
ministerio, y en junio del mismo año lo imitó su hermano Leandro. Luego se reunieron muchos vecinos y
propusieron como Director al señor don Nicolás Ramírez de Lara, con aquiescencia del Juez del partido don
José de Larrea y Llanos, español de cepa, y el presbítero don Manuel de Villa y Franco, porque lo
consideraban competente para el oficio, en octubre de 1799 y el 3 de noviembre los padres de familia
signaron un solemne compromiso para sostener la asistencia de sus hijos al plantel. Entonces Hermógenes
Hernández formuló acusación contra Ramírez, por faltas contra el orden social, a la vez que de motu propio
ordenó a éste la desocupación del pueblo en el perentorio término de tres días, y exigió amparo para
Aguirre, porque conservaba su derecho. A su turno, Ramírez acusó a su rival, por educador inescrupuloso e
incumplido, porque abandonaba su puesto para irse al Chocó a negociar, por cuya razón el Gobernador
Salcedo ordenó a Aguirre permanecer en su puesto, con serias amonestaciones, y éste ofreció cumplir
religiosamente, siempre que el personal asistente no faltara y los padres cejaran en su resistencia. La lucha
continuó, y el 18 de enero de 1800 el Procurador General don Antonio Escudero, a quien se pidió concepto,
lo emitió favorable a Ramírez, por lo cual se restableció a éste en su empleo el 25 de ese mes y año, y se le
dieron normas para la enseñanza.
El año de 1797 formó Luis Rueda el censo de la población, del cual resultaron los siguientes
habitantes: casados en la clase primera, 87; solteros en la misma, 82; casados en la clase pardos, 72;
solteros en la misma, 80; total, 321. En 1801 el Alcalde del partido, don Pedro Sepúlveda hizo igual cosa
con una cifra de 449 personas de resultado, entre los cuales figuraban como españoles don José de Larrea y
Llanos, casado con doña Juana de Herrera, y sus hijos Francisco, Antonio, Alejo, Felipe y Micaela y 15
blancos nacidos en la tierra; mestizos casados había 192; solteros, 216; y esclavos, 19. Es pertinente hacer
saber que Alejo, cuando venía en dirección a esta tierra, contrajo matrimonio en Bebará, legalizándolo
después aquí, con doña Mercedes Caicedo. De este enlace sobreviven como descendientes los señores
Francisco Antonio, Pedro Pablo, Anselmo y Nazario, hijos de don Salvador, un venerable patricio fallecido no
ha mucho tiempo a edad avanzada, y una respetable y numerosa prole. En 1805, el censo levantado por el
Juez José María Rueda, dio un total de 626 almas así: blancos, 30; mestizos, 356; mulatos, 213; y esclavos,
27.
Acerca de los fundadores de la población, existen los siguientes datos: José Manuel Montoya, casado
con Luisa Sepúlveda; José de Vargas, casado con Tomasa Montoya, hija de los anteriores de cuyo matrimonio
fueron hijos los señores Francisco, Baltasar, Tomás, José María y María Bruna Vargas, solteros en 1797.
José Hermenegildo Montoya, hijo de José Manuel, fue casado con Manuela Urrego, y en 1797, tenían hijos
solteros a Manuela y Petrona; en su testamento cita además como hijos suyos a Julián, Francisco, Vicencio,
Faustino, Valentín, Pío, Antonio, Fermín, María Antonia, María Matías y Rudesindo. Luis Rueda fue casado con
Juana Sepúlveda, y de allí salieron como hijos Francisco y Lorenzo. Sebastián
Montoya fue casado con
Toribia Yarce, y tuvieron por hijos a Esteban, Roso, Abdón, Gumersindo, Saturnino, Hermenegildo, Paula y
Elena. Salvador Vargas, casado con María de la Cruz Vargas, fue padre de Florentina. Saturnino y Eulalia,
Santos de Vargas, esposo de María Pérez, fue padre de Casiano, Agustina y Lucía, José María Rueda, casado
con María Manuela Montoya, fue padre de José Lope y María Manuela. José Faustino Montoya, tuvo por
esposa a Manuela Holguín, e hijos a Silverio, Nicolás e Inés. Pedro Vallejos, casado con María Antonia
Morales, no tuvo descendencia. Diego Jiménez, casado con Josefa Aguinaga, tuvo por hijos a Antonio,
Nicolás, Francisco, Angel, Mauricio, María y Vicenta. Nicolás Varela, viudo, tenía por hijos a Juan Francisco y
Felipa. Cayetano Urrego, casado con María Antonia Vargas, tuvo por hijos a Facundo, Santiago, Manuel,
María Ignacia y Mercedes. Hermógenes Fernández casado con Anselma Vargas, fue hijo de don Solano
Fernández: éste fue casado con doña Francisca de Herrera, hija de don José de Herrera y doña Salvadora de
Hoyos. Julián Flórez, casado con Saturnina Urrego. Don José de Larrea se radicó aquí en 1801, y en 1807
se establecieron, entre otros, don Francisco cano, casado con doña Josefa Arango, padres de Alejo, María de
Jesús, Simona, Francisca y Francisco, y José Giraldo, con su esposa Estefa Fernández, padres de Isidro y
José.
Un pacto firmado en la ciudad de Antioquia el 6 de mayo de 1809 por los señores doctor José de
Rublas, José María Hoyos, José Antonio de Larrea, Hermógenes Fernández, Santos de Vargas, José María
Aguirre, Esteban Montoya, Manuel Aguirre y sus cuñados Santos Becerra y Gerardo Urán, Hermenegildo
Montoya y Gabriel Layos, éste comprador de Rublas, dueños de dos leguas de terreno de las que pertenecían
a los Guzmanes, designó a don José Manuel Cossio para la liquidación de la comunidad, exceptuando por
supuesto, la porción demarcada por el sitio. El 15 de junio de 1809 procedió el Juez arbitro a ejecutar lo
acordado ante los agrimensores y testigos a la vez, Manuel Pérez y Matías Moreno, principiando desde el río
Urrao, a la linde con el presbítero Mauricio de Lora y José Ignacio Martínez hasta la Quebradona.
En 1808 hizo levantar otro censo el Virrey, y entonces resultaron como habitantes 582, libres; 18
esclavos, 62 casas de paja y un templo cubierto del mismo techo.
En el lapso corrido del principio del siglo al año citado últimamente fueron designados para el ejercicio
de la Alcaldía los siguientes ciudadanos, en el orden siguiente: 1801, Pedro y Manuel Sepúlveda y Mateo
Cossio; 1802, Manuel Sepúlveda, Mateo Cossio y Gerardo Urán; 1803, Santos Vargas, Lorenzo Rueda y
Raimundo Sepúlveda ; 1804, Raimundo Sepúlveda, Bonifacio Jiménez y Faustino Montoya; 1805, José M.
Rueda, Bonifacio Jiménez y José M. Vargas; 1806, José Larrea, Francisco J. Cano y José Argote; 1807, Santos
Vargas, Pedro Sepúlveda y Hermógenes Fernández; 1808, José M. Vargas, Faustino Montoya y Salvador
Vargas; 1809, José Faustino Montoya, Hermógenes Fernández y Lorenzo Rueda, y 1810, Raimundo
Sepúlveda.
Como la situación política en ese año era apremiante por los arrestos bélicos de los patriotas a favor de
la emancipación, difundidos por el eximio repúblico Antonio Nariño con la publicación de los Derechos del
Hombre, que tuvieron su cuna en la revolución francesa, que había sepultado los últimos baluartes de la
monarquía, el Jefe Político, de la cabecera exigió de este partido un contingente de cinco hombres, pero se
ignora si concurrió con tal número de soldados. Entretanto llegó a conocimiento del Gobierno el hecho de
que los transeúntes por el camino de Bebará derribaban los tambos, con perjuicio para los negociantes, y
entonces el Gobernador Presidente, don José A. Gómez, ordenó castigar con tres días de arresto a quienes
cometieran esa falta en lo adelante, y encargó para dar el aviso correspondiente a Luis Rueda, residente en
el caserío que a la sazón existía en el paraje de Ocaidó, de alguna importancia, pero el aislamiento y los
rigores del clima lo hicieron desaparecer.
El 16 de noviembre de 1810 la Junta superior gubernativa, en atención a que las quejas de los pueblos
distantes llegaban tardíamente, y sin vigor, en todas las nuevas poblaciones apartadas que necesitaban
reedificarse, un Juez poblador, con jurisdicción ordinaria, delegado de caminos, privativo de agricultura,
promotor de industrias y educación y circunscritas sus funciones a los límites de la administración espiritual o
beneficio curado, sin perjuicio del nombramiento de pedáneos, y para el nuevo sitio de Urrao eligió por
término de dos años, prorrogables por la Junta, a Pedro Arrublas, con la sola exigencia del papel y
amanuense, en obsequio de la población, por la alta consideración de los objetos de la Provincia, y dispuso
además hacer saber esta determinación de los cuatro Cabildos del Departamento. Firmaron, Francisco de
Ayala, Juan Elías López, Manuel A. Martínez, Luis de Villa, José María Montoya, Nicolás Hoyos y Carlos José de
Garro, Secretario.
En 1812 fueron elegidos Hemógenes y Pedro Sepúlveda y Bonifacio Jiménez, en 1814, Julián Flórez,
Bonifacio Jiménez y Bonifacio Benítez; en 1815, Benigno Rivera, Raimundo Sepúlveda y Antonio Jiménez; en
1817, Gabriel de Layos; en 1818, José M. Vargas, Faustino Montoya y Raimundo Sepúlveda; en 1819, Gabriel
de Layos, Lorenzo Rueda y José M. Vargas; en 1821, el mismo Rueda, Ignacio Fernández y Julián Flórez; en
1822, Antonio Rivera, José M. Vargas y Francisco Larrea; en 1823, José M. Vargas y Julián Flórez, y en 1824,
José María Montoya y Juan A. Gómez.
En el año1813 los donantes del suelo donde debían levantarse la, ocurrieron a don José Antonio
Londoño, Regidor del ilustre Ayuntamiento, Alcalde Ordinario de primer voto, suplicándole ordenara retirar a
los vecinos poseedores radicados, que hacían cercas y chambas dentro de la demarcación del sitio y
oposición a lo convenido para lustre y aumento de la población, y el solicitado resolvió de conformidad.
Firmaron Hermógenes Hernández, Gerardo Urán, José Serna, Francisco Sepúlveda, José María Vargas, Pedro
J. Sepúlveda, Pedro Castro, Pedro Gómez, Zoilo Gómez, Toribio Arroyave, Fermín Montoya, Fernando Benítez,
Manuel Sepúlveda, Francisco Montoya, Manuel Pérez, Raimundo Sepúlveda, Francisco A. Larrea, Isidro Pérez,
Tomás Vargas, Pedro San Martín, Francisco Jiménez y José M. Moreno, a más de otros que lo hicieron por
ruego de algunos peticionarios.
En este mismo año Santos de Vargas levantó el censo que arrojó una cifra de 664 habitantes, así:
eclesiástico, 1; hombres casados, 88; mujeres íd, 88; varones solteros, 268; mujeres íd, 219. En 1815 se
repitió el empadronamiento, y ya el monto fue de 802 personas.
El nunca bien lamentado Francisco José de Caldas, gloria de la ciencia y patriota eminente, salió de la
ciudad capital en excursión científica, por el Cauca y el Ecuador, y cuando regresaba le escribió a su esposa
doña Manuelita Barahona una carta fechada en Cartago el 4 de febrero de 1813, en la cual expresaba la
esperanza de verse con su familia en Rionegro, le hace algunos encargos respecto a sus hijos, y le significa
que a su regreso de Urrao arreglaría con Vicenta un asunto que tenía pendiente con ella. Las impresiones y
observaciones del ilustre varón, si en realidad estuvo por acá, son desconocidas todavía, no obstante que
alguno de nuestros hombres nacionales hizo pública la especie de que el eminente sabio, arrebatado en hora
aciaga alevemente a la ciencia y a la patria, había dicho en uno de sus escritos que aquí debía estar la capital
de la República.
Como es bien sabido, los primeros esfuerzos de los héroes de la emancipación se dirigieron a
consolidar la nacionalidad, y por eso desde los comienzos de la rebelión establecieron la confederación bajo
el título de Provincias Unidas de la Nueva Granada, y como en 1814 desempeñaba el Poder Ejecutivo don
Antonio Nariño, poder que vino a quedar a fines del año en manos de un triunvirato que se turnaba en el
ejercicio de las funciones, cada cuatro meses, compuesto por Nariño, Manuel Rodríguez Torices y Camilo
Torres, el 6 de julio del citado año apareció en decreto expedido por el Excelentísimo señor Presidente de la
República, en el cual después de considerar que había muchas colonias de nombres disonantes e ingratos,
dictados quizás por la barbarie o conservados del rústico y primitivo idioma indígena, o puestos al capricho
de los primeros pobladores, sin elección ni discernimiento alguno, el Gobierno, deseoso de conservar las
denominaciones de algunas aldeas y lugares de Grecia, que al mismo tiempo participan de la dulzura de
aquella lengua culta, recordaban la memoria de unos lugares que fueron la escuela del género humano en
todos los ramos de la civilización, y el teatro del patriotismo y del valor, dispuso que en lo sucesivo se
llamara la colonia de Abejorral, Misenia; la de Bahos, Larisa; la de Guarne, Elida; la de Urrao, Olimpa; la de
Canoas, Camppe; la de Titiribí, Pylos, y la de Angostura, Amicla.
Este mandato se ordenó publicar y enviar a los Cabildos por el Secretario Francisco A. Ulloa desde la
sala electoral de Antioquia, que funcionaba en la ciudad de Rionegro. El ilustre geógrafo y geómetra Agustín
Codazzi, a fuer de predecirle a esta tierra un magnífico centro comercial, por su situación topográfica y por
hallarse en el camino señalado por la naturaleza parea salir al Atrato, afirma que este valle fue en época
remota un gran lago, cuyas aguas se levantaron 495 metros sobre el plano actual del pueblo, la que luego
abrieron brecha por entre la roca para abrirse paso y precipitarse por otro lago más pequeño. También el
valle de Tempe en Tesalia, entre el Olimpo griego y el Ossa, regado por el Selembría, fue un lago, y al corte
de Likostomo, algo falto de luz, se le consideró por los antiguos helenos y latinos, como el punto más
hermoso de la tierra. Esplendoroso traduce el Olimpo, y éste servía de corte a los dioses eternamente
jóvenes, bebedores de ambrosía y el valle descansa sobre cuarenta y dos colinas. De las cuales la más alta
tiene 2972 metros en la desembocadura del Peneo, y en uno y otro caso se encuentra similitud entre este
valle y el primoroso de Grecia, de manera que la elección del mandatario en el cambio de nombre no estuvo
desacertada.
En el año 1815 el Alcalde poblador Santos de Vargas solicitó del Ordinario de Antioquia deslinde y
posesión de los solares destinados a la fundación, y como accedió a ello y designó como partidor al señor
don José María Barcenilla, éste se trasladó a este lugar a desempeñar su cargo a principios de agosto del
citado año, y el 26 de ese mes, asociado a los testigos José Luis Vidal y Faustino González, reunió los dueños
de las tierras de esta comprensión y les dio posesión por los mismos linderos que al hacer la donación
habían fijado, pero como en le acto manifestara descontento Gabriel de Layos, por cuanto en el plan
acordado se le había perjudicado al incluir en él un cerrito inmediato al río que tenía cercado con chambas, el
comisionado, en atención a que esta colonia no había dado hasta entonces motivo de queja, propuso como
medida de conciliación que Layos conservara el cerrito, a cambio del derecho que tenía en el resto del lote
de la población, y así lo aceptaron los demás condueños, que eran los señores Pedro de San Martín, Pedro J.
Sepúlveda, Faustino Montoya, Santos de Vargas, Raimundo Sepúlveda, Salvador Vargas, Manuel Sepúlveda,
Francisco Montoya, Francisco Vargas, Hermógenes Hernández, Valentín Montoya, Gerardo Pudán, Manuel
Aguirre, José M. Aguirre y Francisco A. Larrea.
En el año de 1816 el Alcalde poblador concedió a Mateo, Bonifacio, Dámaso y Narciso Jiménez y
Germán Castro, cinco cuartos de legua de terreno, en nombre del Rey, en la confluencia del río Encarnación
con el Penderisco, alindado por el Sur, con Fernando Benítez, en cuyo terreno ejercitó su músculo y su hacha
de colonizador el señor Manuel A. Madrid, y hoy es una empresa de respetables proporciones de caña de
azúcar que explotan los señores Nicanor y Ramón Madrid. A continuación de este fundo quedaba la
propiedad de don Sacramento Hoyos, padre del doctor Ramón de Hoyos, nacido aquí y bautizado el 31 de
marzo de 1816.
Conduce recordar que en este año las fuerzas realistas habían alcanzado algunas ventajas sobre las
republicanas, y que el Alcalde del partido, Hermógenes Fernández, excitaba a los ciudadanos por medio de
un manifiesto a jurar fidelidad al Rey, ordenaba celebrar misa en acción de gracias por semejante
acontecimiento, mandaba iluminar las calles, y concedía cuatro días de regocijos públicos, en tanto que la
cuchilla del verdugo tronchaba para siempre la existencia meritoria del sabio Francisco José de Caldas.
Por la Ley de 8 de octubre de 1821, expedida en la Villa del Rosario de Cúcuta, sancionada por el
libertador, se dividió el territorio de la Gran Colombia en los Departamentos de Orinoco, capital Cumaná,
Venezuela, capital Caracas; Zulia, capital Maracaibo; Boyacá, capital Tunja; Cundinamarca, capital Bogotá;
compuesto de las provincias de Bogotá, Antioquia, Mariquita y Neiva; Cauca, capital Popayán, y Magdalena,
capital, Cartagena, con Intendentes como Jefes, Gobernadores en las provincias, dependientes de aquéllos,
Alcaldes Ordinarios en la cabecera de cada Cantón, y en las parroquias dependientes de los Cantones
nombrados por el Cabildo de éstos, dos Alcaldes Pedáneos. En 1824 se reformó este estatuto en el sentido
de crear los departamentos de Apure, Panamá, Ecuador, Azay y Guayaquil. Quedaron como Cantones de las
Provincias de Antioquia, esta ciudad, Medellín, Rionegro, Marinilla, Santa Rosa de Osos, y Remedios, cabecera
del Nordeste. Por ley de 18 de abril de 1826, fue designada la villa de Medellín como capital de la Provincia
de Antioquia, pero lo que propiamente se llamaban Municipalidades existían únicamente en las cabeceras del
Cantón. En las parroquias había juntas de policía, compuestas de dos Alcaldes y un Síndico, y cuando la
población excedía de mil almas, se aumentaba con dos Comisarios parroquiales. El 17 de noviembre de
1828 quedaron suspendidas todas las Municipalidades por el tiempo necesario para la reorganización y
examen de los arbitrios fiscales. Síguese de aquí que Urrao, desde la Conquista hasta la época que nos
ocupamos, perteneció indistintamente a Cartagena, Popayán, Cundinamarca y Medellín.
No parece corriente hacer a un lado la circunstancia de que en el año de 1823 fue restablecida la
escuela costeada por los padres de familia, y que como Director fue nombrado don Miguel M. Cano.
En 1826 se formó censo de la población, incluyendo el partido de Noque, el cual formaba parte de este
Municipio, y el resultado fue el siguiente: hombres en Urrao 480; mujeres, 504; hombres en Noque, 20;
mujeres, 32; esclavos, 4 hombres y 3 mujeres, todos los cuales formaban un total de 1.043. En este mismo
año los señores Benigno Rivera y Juan de Herrera rindieron un informe sobre los temas que enseguida se
compendian, así: hubo en el año 12 matrimonios, 55 nacimientos y 11 defunciones; en Urrao, había 370
cabezas de ganado vacuno y en Noque 25, a $3 cada una; 36 mulas aquí y 13 en Noque, a $10; burros, 5
en Urrao10; burros, 5 en Urrao y 1 en Noque a $10; 70 caballos aquí y 8 en Noque, a $6; en esta población
había 63 casas, y en los campos 113, por 20 en Noque. Como animales existentes citan casi toda la fauna y
como productos de la agricultura, el maíz y la menestra, aquél en cantidad de 1,400 y ésta en 100; en
Noque: maíz 100 fanegas y la menestra 80. No había minas en laboreo, no obstante las versiones que
llegaron a las esferas oficiales sobre la existencia de minerales auríferos de alguna consideración. En el
punto denominado El Volcán, y en otros algunos parajes aledaños existen todavía los vestigios de trabajos
de mineros, pero se ignora la época en que ellos tuvieron lugar y las personas que los ejecutaron. Por el
mismo tiempo desempeñaba la Jefatura de Política de la ciudad de Antioquia don Sacramento de Hoyos, y en
ese cargo ordenó la apertura del camino de esta cabecera hacia la capital, y encargó de la dirección de
trabajos a Juan Herrera, con encargo especial de construir un puente sobre el río Urrao.
La normalidad republicana principiaba a establecerse con visos de estabilidad porque ya las armas
americanas habían alcanzado sobre las españolas las victorias que le concedieron fisonomía democrática, y
por eso se encaminó hacia estos lados, con sus peones y esclavos, don Manuel del Corral, bravo luchador
contra las huestes monárquicas, a quienes había acabado de vencer en el combate de Majagual el 20 de
mayo de 1820, y con la naturaleza en estas dilatadas comarcas, donde descuajó montes y sentó las bases
de la fundación de las grandes dehesas de ganado que hoy constituyen la riqueza principal de este Distrito.
Era don Manuel de noble estirpe castellana e hijo del héroe de la emancipación, el dictador don Juan del
Corral. Al par que colonizador y creador de riquezas por su propio esfuerzo, fue don Manuel un espíritu
comprensivo y sagaz, de quien se refieren muchas anécdotas que han tenido resonancia en todas partes.
Las mejores haciendas de ganado que han existido y existen en estos valles, como Guapantal, El Espinal, El
Volcán, La Unión y San Dimas, obra fueron de su ingenio y de su brazo. Casó con doña María de los Santos
Martínez, linajuda dama de la memorada ciudad de Antioquia, y fue progenitor de eximios varones
continuadores de su obra, como don Juan de Dios, don Mariano, don Ramón, don Carlos, don Manuel
Romualdo y don Juan Pablo, todos los cuales han desaparecido de la escena de la vida, y el último exteriorizó
con hechos, y lo consiguió, el deseo vehemente de dormir su sueño postrero en el hermoso panteón que
forma nuestra sombría necrópolis, con su vista hacia la hacienda de El Espinal; arrullado y abrazado por
perenne cántico del Penderisco. Descendientes de éstos fueron los señores don Germán, don José María,
don Juan de D., don Juan Luis, don Manuel Dimas, don Jesús, don Manuel Antonio, don Luis y el doctor
Rafael del Corral. Generalmente recibieron todos estos esclarecidos ciudadanos una esmerada y exquisita
educación y varios de ellos y otros que no han sido nombrados, escalaron y escalan puestos de distinción. El
último ha sido Senador de la República, Representante al Congreso, Ministro de Despacho Ejecutivo, Diputado
en varias ocasiones a la Asamblea de Antioquia, Secretario de Gobernación, Gobernador del actual régimen
parlamentario, hábil abogado de altas ejecutorias y servidor constante de los intereses de este pueblo. Don
Jesús, desaparecido recientemente, fue un escritor galano, ameno contertulio, cuyos salerosos cuentos
divertían y animaban, Ministro del Ejecutivo, y progenitor, entre otros jóvenes de sustantivo mérito, de
nuestro estimado amigo don Mario, literato y periodista de altos quilates, que en sus permanencias aquí y en
la misma capital de la República le ha prestado su contingente al progreso de esta tierra. El doctor Martín
del Corral, de la misma estirpe, también ha laborado con interés en el mismo sentido. Don Luis es todavía
más fervoroso entusiasta de nuestro adelanto, y ya tendremos ocasión de ocuparnos de su personalidad
más adelante.
Cuando se asentaban los cimientos de la vida republicana, fueron surgiendo al escenario público
muchas entidades, pero para este Distrito no hubo decreto especial, lo que indica claramente que las
características con que figuró en la colonia, las conservó en la República, y de este aserto da confirmación la
Ley de 28 de julio de 1824, la cual manda a aprobar todas las erecciones que sobre curatos hicieron los
Intendentes y Prelados eclesiásticos en cualesquiera de las Diócesis de Colombia, con anterioridad de
manera
que las creaciones, modificaciones y antiguas denominaciones en los términos territoriales,
conservan su estructura o fisonomía política, y al expedirse la ley de 19 de mayo de 1834, se autorizó a las
Cámaras de Provincia para crear Consejos Comunales en las villas, Distritos parroquiales o ciudades en que
fuera practicable. Entonces se expidió un decreto, firmado por Manuel A. Jaramillo y Joaquín Gómez como
Secretario, en virtud del cual se establecieron Consejos Comunales en las ciudades de Medellín, Antioquia
Rionegro y Remedios, en las villas de Santa Rosa y Marinilla, y en las parroquias de Envigado, Itagüí, Amagá.
Titiribí. Fredonia, Copacabana, Sopetrán, San Jerónimo, Urrao, Abejorral y Sonsón. Este acto tiene como
fecha la del 22 de septiembre del citado año, y fue sancionado por Juan de Dios Aranzazu, en su calidad de
Jefe del Poder Ejecutivo. De allí arranca la existencia de este pueblo con entidad libre, bajo el imperio de la
democracia, y este acontecimiento histórico, que constituye un jalón de indiscutible valor para las
generaciones contemporáneas y las que han de seguir la brecha, se conmemora en la actualidad con
indecible júbilo, porque nuestro pueblo y nuestra raza, a pesar de los medios desfavorables en que le ha
tocado actuar, sabe apreciar y valorar el inefable bien de la libertad.
En 1837 el eminente Prelado doctor Juan de la Cruz Gómez Plata visitó este beneficio curado y dio
instrucciones a las autoridades civiles y eclesiásticas para la construcción del templo. Asimismo estuvo en
misión oficial el Prefecto de Provincia, Jorge Martínez, quien también proveyó sobre el funcionamiento de la
nueva entidad.
De aquí en adelante siguió un período de calma y laboriosidad entre los colonizadores radicados ya y
los emigrados, en tala de montes para la agricultura y plantación de dehesas de ganado, de halagüeño
porvenir, sin que por esto descuidaran el engrandecimiento del terruño, pues la generalidad de los
moradores se preocupaban ostensiblemente por él. Poca es, por consiguiente, la historia en un respetable
intervalo, pero no obstante se relacionaran algunos de los hechos culminantes.
De Itagüí penetraron a esta colonia los señores José Antonio Vélez y su esposa doña María Ignacia
Amaya y don Francisco Gaviria con su esposa doña María Josefa Vélez, donde se establecieron
definitivamente, dedicándose a extraerle a la tierra el jugo que les daba la riqueza y sustento digno y
honorable. Don Venancio Vélez, hijo del primer matrimonio citado, fue también el progenitor de los señores
José María, Salustiano, y Anacleto Vélez, y éstos dejaron, como sus descendientes, imitadores suyos en el
patriotismo y el trabajo entre otros, a los señores Venancio, Ramón A., Félix A., Emiliano, Rafael, Joaquín,
Domingo, Justiniano, Juan de D., Marco A., Antonio J. y Aureliano Vélez, este último graduado en agronomía y
veterinaria.
Suscitada en el país, en el año de 1841, una contienda intestina, el Gobierno hizo expropiar todas las
mulas existentes en este Distrito, exigió contingente para soldados, e impuso un comparto por la cantidad de
$400, el cual fue sufragado casi en su totalidad por los señores presbítero Angel J. Montoya, Joaquín Escobar
y Joaquín Ruiz, al mismo tiempo que para vigilar el Chocó situó aquí un destacamento al mando del Oficial
Gabriel Restrepo, porque allá había una conspiración capitaneada por Nicomedes Conto y Pedro Varona, con
cuya Provincia suspendió comunicaciones y relaciones comerciales.
A pesar del estado de guerra que reinaba y la intranquilidad que consigo lleva, no fueron obstáculo
para suspender actividades, y por eso se veían en este sitio disensiones entre los ciudadanos Francisco
Montoya, Froilán Vargas, y Miguel Giraldo por el remate de las rentas, para conseguir el cual inventaban
recursos y ardides propios de esta clase de industrias. La de licores era anhelada por sus pingües
rendimientos, especialmente en las fiestas patronales que precedían a las profanas, en las cuales se
consumían gran cantidad de bebida y se fomentaban las carreras hípicas, los originales bailes con tambor y
guache, a semejanza de los que todavía imperan en la región del Chocó urraeño, juegos de toda índole, y
mascaradas, en los meses de febrero y junio, por espacio de hasta catorce días consecutivos. Esta
prolongada diversión hizo que el señor Gobernador amonestara al Prefecto para que prohibiera con
sanciones fuertes semejante extralimitación.
En el tiempo mencionado contaba el Municipio con 1.646 habitantes, entre los cuales había siete
esclavos, y se registraba un movimiento anual de 125 nacimientos, 9 matrimonios y 17 defunciones, con
excedente en favor de la población.
Existían tres fracciones, con funcionarios elegidos por el Cabildo de Antioquia, a saber: Noque, Ocaidó y
la Encarnación.
El Cabildo Comunal de 1843 estaba integrado por los señores Juan Antonio Gómez, Alcalde; Manuel
María Herrera, Juez Parroquial; Antonio Montoya, suplente y Miguel Giraldo, Tesorero Parroquial.
Por estos mismos tiempos, el señor Simeón Serna, antioqueño, quien tuvo un acto de atrevimiento con
el General José María Córdoba, por motivo de un comparto, del cual dudaron escapara, remató como baldíos
los terrenos comprendidos en el abra de Santa Ana, pertenecientes en la actualidad a los señores J. Emilio
Escobar, Ramón Arroyave, Saturnino Sepúlveda, Román Montoya y otros, que son un emporio de riqueza en
maderas de comino y dehesas de inestimable valor.
Digna de mención y recordación a las nuevas generaciones es la actitud de don Sacramento de Hoyos
frente a los problemas educativos y viables, en su calidad de autoridad superior no sólo fomentó las escuelas
y las obsequió con útiles y muebles de su peculio particular, sino que hizo abrir caminos que comunicaran
esta región con otras.
Pausada y serenamente transcurría la vida entre los moradores de este suelo, en medio del aislamiento
y que aún perdura y su única ocupación la constituía la tala de los bosques y las diversiones de que atrás se
ha hecho mérito. No obstante, en el año de 1851 lograron obtener el integérrimo Gobernador doctor José
Justo Pabón permiso para que ante el Secretario del Cabildo se otorgaran escrituras de transmisión del
dominio de propiedades, y otros contratos, y en efecto, principió a funcionar ese organismo en manos del
señor Fruto Urán, en presencia de testigos actuarios juramentados.
El 25 de marzo de 1854 estuvo en visita oficial el aludido mandatario en esta población, y con esa
fecha dictó un decreto, autenticado por su Secretario Francisco a: Gónima y Llano, en el cual disponía la
apertura del camino provisional a los límites con el Chocó, por la ruta de la loma, desde el mes de abril
siguiente, en forma de contratos que serían celebrados ante los señores Angel J. Montoya, Antonio Pérez y
Antonio María Restrepo. Dos meses largos más tarde, caía asesinado en la plaza de Sopetrán aquel
Magistrado de limpias ejecutorias y de un pasado glorioso. Coetánea con esta visita, fue la excursión
científica del Coronel Codazzi, quien pudo admirar el panorama y predecir para este lugar un puesto
prominente en los destinos de Colombia, y para el efecto se produjo en los siguientes términos:
“Si nos situamos al Sur, preséntasenos desde luego un valle hermoso por su altura sobre el nivel del
mar, por sus ricos pasteles, por los variados picos de las cordilleras que parecen encerrado por todas
partes y de las cuales salen algunos ríos y quebradas en medio de una vegetación siempre en primavera.
Las montañas realzan la hermosura del ancho y prolongado valle por el cual corre mansamente el río
Penderisco, a cuyos bordes está el pueblo de Urrao, llamado a representar un papel importante por su
situación topográfica en esta serranía todavía salvaje... donde se fomentará una ciudad populosa, porque
vendrá a quedar en el camino que conduzca al Atrato, tan abundante en oro. Qué transformación la que
experimentarían estas selvas vírgenes y solitarias de la Provincia de Antioquia, en cuya descripción nos
estamos ocupando! Atónito quedará el viandante al descubrir el valle de Urrao, bien poblado y con grandes
almacenes de mercancías, las que afluirán a este depósito ocupado por los ricos comerciantes y propietarios,
y en que se disfrutará de una temperatura suave de 20°, 5’ del termómetro centígrado, y del que se podrá
pasar en pocos días en vehículos de ruedas al Atrato por el camino que ha preparado la naturaleza por
medio de la serranía, hoy apenas conocida. Los vapores que surcarán entonces este hermoso río, en menos
de cuatro jornadas podrán conducir los pasajeros al gran canal, llevándolos así cómodamente del uno al
otro lado del mar.”
Dice también el ilustre geógrafo que en 1852 la población era de 2.204 habitantes; había 4.000
cabezas de ganado vacuno, 50 lanar, 60 caprino, 1.000 de cerda, 1.000 caballar, 100 mular y 10 asnal.
Por primera vez se estableció el servicio de correos en el año de 1857, en forma quincenal, y el primer
Administrador fue Antonio Pérez, a quien sucedió José María Ibarra, por haber pasado aquél al servicio de
suplente del Veedor para levantar el censo, que era don Sixto Ruiz. Hoy hay servicio trisemanal con la capital
del Departamento, recientemente establecido, merced a los buenos oficios del Administrador principal don
Andrés E, Londoño, una línea semanal a Suroeste y otra quincenal a Puerto Arquía.
Como de los documentos examinados aparece que en la época en mención estaba otra vez
revolucionado, el Secretario de Estado del Despacho de Gobierno constituyó aquí una guardia formada por
tres compañías, pertenecientes al batallón número 1°, del cual era Comandante interino Mercedario Vélez, y
Sargento Mayor Tomás Gómez, con sendos Capitanes, Tenientes, 1° y 2°, y Alféreces 1° y 2°,
desempeñados respectivamente por los señores Deogracias Arango, Reyes Urrego y Manuel Montoya
Benítez; Santos Hernández, Vicente Montoya y Marco Antonio Montoya; Sebastián Cossio, Pedro Gómez y
Guillermo Herrera, Nicolás Durango, José M. Herrera Castro y José M. Herrón; y Benedicto Montoya, Juan
Argáez y Bernabé Montoya Rueda.
La importancia comercial de la salida hacia el Atrato ha sido palpada desde la colonia, porque por allí
hay la facilidad de establecer relaciones con la importante plaza de Cartagena, y por eso en la época en
mención se formó una compañía para conducir mercaderías a la ciudad de Antioquia por el camino que por
aquí existía, de la cual fueron socios los señores don José M. Botero Arango, don Manuel del Corral, don
Segundo Castro, don Leoncio y don Carlos Ferrer, don Manuel Díaz y don Juan Junca, pero su duración no
podía prolongarse demasiado por las pésimas circunstancias en que actuaba, ya en cuanto a la vía, ora en lo
relativo a medios de transportes, etc.
La estrechez en que se hallaba el tren administrativo era proverbial, pues la escuela de varones y las
oficinas públicas que había en el Municipio funcionaban en un solo edificio, el que hoy presta servicio a la
escuela de niñas y en el año de 1861 fue roto y saqueado en los archivos y expedientes que allí se
custodiaban.
En el mismo año visitó la población el Prefecto y Comandante General de Occidente, don Abraham
García, con su Secretario Antonio Hernández, y aunque expidió un decreto que eximía contribuciones de
guerra a los habitantes de este Municipio, porque habían sido muy pagadores y gravados, dispuso establecer
el monopolio de carnes para el abasto público con ganados suministrados por los desafectos al régimen,
excepto a los señores Antonio M. Restrepo y Manuel del Corral, y en efecto gravó para el suministro a los
señores María de la Cruz Serna, Vicencio Urrego, Fruto Urán, Pastor y Antonio Montoya, Tomás Gómez,
Hilario Sepúlveda e hijos, José Concepción Serna, sucesión de Juan N. Restrepo, José M. Gaviria, José M.
Cossio, José Quiceno. José M. Quiceno, Marcelino Restrepo, sucesión de Benedicto Aguirre, Silvestre Urrego y
Alejo Durango. Dispuso también que el señor Sotero Escobar penetrara a la región del Chocó comandando
una fuerza gobiernista, pero como le fue imposible proveerse de todos los bagajes necesarios, desistió su
empresa, y entonces lo sustituyó Miguel Celedón, quien la llevó a cabo.
En el tiempo relacionado, el expendio de víveres se verificaba en las casas particulares, y para
establecerlo en la plaza, las autoridades tuvieron que apelar a los apremios, y aún así no pudieron conseguir
que las mujeres concurrieran a dicho lugar, providencia tomada por el Alcalde José A. Gaviria, en asocio de su
Secretario José León Montoya, la cual también le correspondió ejecutar con energía al señor José Ignacio
Palacio, pero en 1854 la Municipalidad había expedido un Acuerdo sobre el particular.
Los hados favorecieron por entonces la vía hacia la capital de la Provincia, y para llevar adelante su
apertura, se destinó una sección del presidio a trabajar bajo la dirección de los señores Manuel Murillo,
Protasio Gómez, Juan Manuel López y otros que ejercieron indistintamente los cargos de capataces.
También don Manuel del Corral realizó esfuerzos loables, en los mismos intervalos, por impulsar la
industria de la sericicultura, pues repartió semillas de morera a los señores Buenaventura Aguirre, Francisco
Vargas, José L. Montoya, Gregorio y Leonidas Restrepo, Wenceslao Rivera, Francisco A. Larrea y otros, e igual
cosa hizo con semillas de algodón, pero tales industrias de gran porvenir, parece que no prosperaron.
En octubre de 1871 se creó por los padres de familia una escuela de niñas, y dos años más tarde se le
asignó carácter oficial con una asignación anual de $240 para la Directora.
El espíritu público iba aumentando en proporciones y de allí se organizara una sociedad bajo la
Presidencia de don Antonio M. Restrepo, de mutua protección, y los propósitos, además de impulsar la
minería, agricultura, educación pública, vías de comunicación, beneficencia y mantenimiento del orden y
compostura en el templo, en tanto que el Prefecto nombrara otra Junta de Fomento, compuesta por los
señores Leonidas Restrepo, Salustiano Vélez, Dimas y Faustino Montoya, Dimas M. Sanmartín, José M.
Urrego, Concepción Madrid, José A. y Antonio M. Restrepo, Marco A. Durán, Gregorio Restrepo y Práxedes
Vélez, las cuales laboraron de consuno, y entre las medidas importantes que adoptaron, una fue la solicitud
al Presidente del Estado para la apertura del camino al Atrato, en respuesta de la cual manifestó el
mandatario que esa vía estaba comprendida en la Ley 305, y que si alguna compañía particular quería
construírla, se tendrían presentes las indicaciones que se les daban, al mismo tiempo que destinó una
sección del presidio a trabajar en ella, pero ésta fue retirada en el año de 1876 para verificar reparaciones
en otros caminos.
Como el patrono Señor San José poseía una extensión de área urbana, donada por algunos
propietarios, a las autoridades civil y eclesiástica, de común acuerdo, resolvieron repartirlas a pobladores y
en efecto adjudicaron sendos solares a los señores Prudencia Varela, Lorenzo Moreno, Domingo Holguín,
Toribio Vargas, presbítero Francisco A. González, Esteban Montoya, Buenaventura Herrera, José Reyes
Urrego, Timoteo Varela, José Manuel Rodríguez, Vicencio y Roque Sanmartín, Santiago Fernández, Bonifacio
Bravo, Juan Manuel Larrea, Juan Francisco y Nemesio Madrid, Mamerto Durango, Manuel Félix, Cupertino y
Gregorio Urán, y para trazado de calles y ordenada urbanización fue contratado un ingeniero que debió ser el
doctor Nugen.
Característica de este pueblo, desde sus comienzos, ha sido la preocupación por la educación popular,
hasta la intolerancia para con los maestros incompetentes o abandonados, de manera que en el año de
1874 el Gobernador clausuró transitoriamente la escuela de varones, porque el descontento con el Director
llegó hasta la violencia. Después el señor Juan Manuel Mejía, quien regentaba ese plantel, se esmeró por
satisfacer los anhelos de los padres de los educandos, y entre otras cosas, organizó una legión especial para
la enseñanza de determinadas materias con los alumnos Hipólito Gaviria, Froilán Montoya C., Juan de la C.
Restrepo. Fabricio Sepúlveda, Manuel M. Aguirre, Horacio Urrego, Vicente Giraldo y Quintiliano Cossio.
En el año 1879 una revolución intestina ensombrecía los horizontes patrios, pero en esos confines un
acontecimiento extraordinario atraía las miradas de propios y extraños. Se trataba de la aparición en
persona de San Antonio a una niña pequeña, en un charco del arroyuelo de El Saladito, y por ese motivo las
romerías y peregrinaciones se sucedían sin cesar, hasta de personas de lejanas latitudes, en busca de
alivios para sus males, consecución de prendas, perdidas, curación de las enfermedades, en los milagros del
santo, en los milagros del santo. La aglomeración de peregrinos era incesante y se condenaba como
heréticos o faltos de la gracia divina a quienes no vieran en el lugar señalado la figura del beatífico
taumaturgo. De un santuario, donde la piedad pretendió levantar un templo, idea en cuya realización se
adelantaron algunos pasos, surgió un verdadero Montecarlo, con los juegos de toda clase, día y noche,
ofrendas constantes al Dios Baco, danzas y diversiones de todo orden, hasta que el ilustrísimo señor Obispo
de la Diócesis, doctor Jesús M. Rodríguez, en una visita pastoral condenó esa leyenda, dando al traste con el
andamiaje que a su alrededor se había formado, la cual fue motivo para que el ático escritor don Jesús del
Corral ironizara, fina y galantemente, en un folleto que publicó al respecto.
Estas orgías sirvieron con todo, para entrar a considerar la necesidad de levantar un edificio adecuado
para la iglesia en la cabecera del Distrito, porque la existencia era impropia e incapaz. La escogencia del
lugar para la edificación ocasionó una fuerte división social, porque una parte considerable del vecindario la
quería en el punto denominado La Sabaneta, mientras que otro grupo pugnaba porque fuera en la plaza
principal. La controversia la decidió en forma plebiscitaría y original el presbítero Felix A. Moreno, de acuerdo
con sus simpatías, pues hizo construir sendas banderolas para que se condujeran a los puntos citados, con
el fin de que la que más séquito tuviera, indicara el campo preferido por el pueblo para el nuevo templo, pero
como la que se dirigía al de su agrado estaba acompañada de música, ésta se llevó la preeminencia, y
consiguió su objetivo. El solar para la realización del proyecto lo donó entonces el señor José Rivera, en el
costado sur de la plaza, donde a la sazón se encuentra el templo; se organizaron e iniciaron los trabajos,
pero tan lentamente y con tan mala fortuna, por falta de técnica en su dirección, que pasmaba la labor
constructora, y después, porque la efectuada por un oficial no satisfacía al que le sucedía, hasta que en el
año de 1912, en que la Municipalidad hizo venir al notable y competente arquitecto doctor Horacio M.
Rodríguez para contratar la construcción de la fuente pública, examinó y estudió la obra, y después levantó
un plano del interior, el cual se complementó después del frontispicio y se estableció la armonía o normalidad
científica en la dirección de trabajos y adelanto de la obra, hasta el estado en que se encuentra en la
actualidad, terminada, puede decirse, porque los detalles que le falten no comportan mayor importancia.
Pero es de observarse que es insuficiente para contener el número de fieles que hay en la parroquia, y para
salvar en algo la deficiencia, al adquirir los señores doctor Emiro A. Trujillo, Marco y Ramón Rivera, un predio
en el punto La Sabaneta, cedieron un lugar para la capilla, condicionalmente a iniciar trabajos en
determinado tiempo, y como la condición no se cumplió, ellos recuperaron el dominio del terreno. Allí mismo
cedieron dichos señores otra extensión para plazuela y parque, la primera de las cuales lleva el nombre de
Uribe Uribe, y ha recibido algunas mejoras del Municipio.
Los pueblos, como los individuos, a medida que avanzan van creando necesidades que por fuerza de
las circunstancias tiene que satisfacer a la hora oportuna, y de aquí hasta el año de 1886 no principiara a
funcionar en esta cabecera el Juzgado Municipal, con los señores Froilán Montoya C., y Rosendo Lora, como
primeros funcionarios, y con toda regularidad ha funcionado hasta la época en que nos encontramos, pero
pronto tendrá que dividirse, porque el volumen de negocios así lo impone. Allí han actuado varios y
honorables conterráneos, con todo acierto y escrupulosidad, hasta el punto de que no se registra una queja.
Hoy laboran en esa oficina los señores Eliseo Acosta y Luis Mariano Quiceno.
Los grandes y los pequeños conglomerados mantienen sus rivalidades y diferencias por cuestiones
territoriales o de fronteras, y por eso no es extraño que entre el Municipio de Urrao con el de Frontino
hubiera existido una litis sobre el particular, desde el año de 1886, originado por un errado informe
administrado por el Alcalde, señor José Domingo Escobar, que tuvo su períodos de recrudecimiento, y en esa
lucha trabajaron con decisión, interés y patriotismo sin igual, recogiendo documentos, formulando
alegaciones, creando pruebas, etc., los señores Tomás M. Correa, Rafael Herrón S., Nemesio Madrid,
Demetrio Gómez, Joaquín M. Urán U., Pedro A., Andrés A. y Francisco Javier Montoya, junto con algunos de
otros ciudadanos. Se formó un voluminoso expediente, el cual fatigó por no corto espacio de tiempo las
mentes de abogados, altos funcionarios de la Gobernación, Diputados de las Asambleas, hasta que, mediante
la intervención amistosa del señor Carlos Villegas, comisionado del Gobierno para el arreglo de los antiguos
resguardos de indígenas de San Carlos de Cañasgordas, se llegó a un cordial y satisfactorio arreglo, el cual
se legalizó por medio de la Ordenanza número 28 de 1916. Considerada la cuestión desde el punto de vista
territorial, desde luego que ambos Distritos son dueños de extensiones incultas, ella merece el calificativo de
baladí, pero medidas sus proyecciones en lo que atañe a relaciones entre pueblos de aspiraciones similares e
ideales comunes, representan un problema de no escasa magnitud. El tiempo, sin embargo, ha venido a
darnos la razón, pues como puede verse en esta relación la delimitación correspondiente a este Distrito se
señaló por donde pretendían nuestros representantes desde la colonia. También en el año 1848 hubo una
pendencia igual con el Municipio de Bebará, por el caserío de La Isleta, el cual vino a integrar este Distrito y
el Departamento de Antioquia, en el régimen llamado del Quinquenio, mediante la intervención de don Juan P.
del Corral, quien logró obtener del General Rafael Reyes la expedición de un decreto por medio del cual se
hacen llegar los linderos de ambas entidades hasta la margen derecha del río Atrato, desde el brazo del
Inglés, así llamado, porque durante la conquista dos buques piratas que surcaban el mencionado río, se
dividieron en ese punto, y al encontrarse después no se reconocieron, y entonces se trabó entre ellos un
serio combate, donde pereció un súbdito de la Imperial Corona británica, Posteriormente, en el año de 1909,
se cercenó otra porción a Urrao, de la cordillera hacia el occidente, para la erección del Distrito de Caicedo, el
cual figuró siempre en nuestra jurisdicción con el nombre de Noque.
Ya que se ha tocado el asunto alusivo a los resguardos indígenas, bueno es consignar que entre su
delimitación quedó comprendida una porción del perímetro de este Municipio, y como muchos de sus
primitivos dueños habían desaparecido, el comisionado adjudicó a éste algunas considerables porciones, en
calidad de vacantes o mostrencas, y aunque en el pasado se ha hecho caso omiso de la región donde se
hallan, hoy han tomado un giro contrario las cosas en ese sentido, pues están ubicados en tierras auríferas y
adaptables a empresas agrícolas e industriales de varios géneros. Por tales motivos el cabildo del período
pasado expidió un acuerdo sobre colonización, vías de comunicación y fundaciones en esa zona, y el actual
creó un Corregimiento que ya está funcionando. Por su parte el Gobierno Departamental se ocupa en
romper el camino de penetración hacia Mandé, con el fin de estimular la minería y la agricultura, que tienen
allí un porvenir incalculable. En su totalidad no ha quedado extinguida la raza indígena, porque en esos
mismos lugares hay vástagos de esa familia, compuesta en su mayor parte de los apellidos Bailarín, Sapias,
Domicó, Majoré, Jarupia, Casamá y otros. Sus antepasados no merecen, por ningún concepto, el calificativo
de atrasados, puesto que sus cualidades de guerreros valerosos e indomables, y un camino que
construyeron desde la desembocadura del río Murrí a llegar al Cauca por las pampas y laderas del
Penderisco y el Pavón, con especificaciones y trazado de la ingeniería moderna, cuyas huellas o vestigios
pueden observarse aún, se encargan de testimoniar la calidad, cantidad y capacidad de los naturales que por
estos lados residieron.
La densidad de la población y el espíritu humanitario de los señores Leonidas y Juan de la C. Restrepo,
hicieron pensar en la construcción de un edificio para hospital de caridad, y para el efecto éstos donaron un
solar en el costado septentrional de la plaza, pero luego se le destinó para casa cural, y ese servicio está
prestando. En estos mismos tiempos se acometió la construcción de casa consistorial, en el punto en que se
halla, y respecto a forma y condiciones surgieron diferencias entre los dirigentes de entonces, porque unos
querían que contuviera un solo piso, mientras que otros, con buenas razones, aspiraban a que llevara dos,
hasta que al fin triunfó la corriente que sostenía la última tesis, encabezada por el señor Pedro A. Montoya.
Con motivo de la creación del Juzgado del Circuito, en el año de 1912, y mediante los esfuerzos del señor
Ramón Arroyave E., se le agregó la casa contigua, que perteneció al señor José Horacio Urrego, y en ella
funcionan muchas oficinas y cárceles, y se trata de acondicionar ésta sobre los planos levantado por el
arquitecto departamental doctor Dionisio Lalinde.
Aunque parezca demasiado nimio o detallista, no puedo seguir adelante sin reconocer siquiera la obra
de don Pedro Luis Botero, en pro del adelanto de esa tierra, entre ellas, la de la Sabaneta, y como tal cedió
gratuitamente el agua de uno de los arroyos que cruzaban su finca para conducir a la cabecera, y aunque la
fuente pública tuvo por largo espacio muchos contratiempos por la manera empírica y desadaptada como se
acometía su construcción, al fin levantó la artística y elegante que hoy existe el arquitecto mencionado.
Además hay que recordar que en los tiempos aludidos, las calles eran peligrosas por el fango que contenían,
y el Alcalde señor Pedro A. Montoya, en lucha abierta con los elementos, el medio y los hombres, se propuso
empedrarlas y lo consiguió.
Tocó a su ocaso el siglo XIX, y como balance a favor del progreso de este pueblo, sólo le quedó la
subdivisión de la escuela de varones, por el mucho personal educando que había, llevada a cabo en el año
de 1898, siendo nombrado Subdirector don Adolfo Tobón, cuya permanencia fue efímera e ingrata, porque
los métodos de enseñanza y los castigos de que se valía no eran los más aconsejables, pero la labor del
Director de entonces, doctor Jesús Jaramillo E., sí dejó marcada una huella de grata recordación entre
quienes fuimos sus discípulos, en términos tales, que a pesar de la guerra que sobrevino luego, regresó
después a continuar su tarea. Quedó también como mejora, la instalación del telégrafo, llevado a cabo el 9
de marzo de 1899, con el señor Leonidas Arango, como primer jefe de ese servicio. Sobrevino, como ya se
dijo, la revolución de los mil días, con su cortejo de zozobras, persecuciones, vejámenes, atropellos y toda
clase de calamidades que consigo lleva un estado semejante, y los ejércitos de uno y otro bando se cruzaban
en todas direcciones. En los albores del siglo XX, las fuerzas revolucionarias, en número de 5,000 hombres
al mando del General Cándido Tolosa, ocuparon esta posición por algún tiempo, luego siguieron hacia el Sur,
y en el punto de Aguacatal, del Distrito de Betulia, sufrieron una gran derrota. Acompañaban a las tropas,
entre otras, las personalidades de los doctores Fidel Cano, Jorge E. Delgado y Jorge Rodríguez, quienes
después de la derrota se refugiaron en el paraje La Quebrada Arriba, con algunos compañeros de campaña
más, en un escondite que algunos amigos les señalaron. Allí los sorprendió y aprisionó el General Francisco
Jaramillo y los condujo a la capital del Departamento. Si las islas normandas adquirieron celebridad por
haber acogido en su seno, en calidad de proscrito, al gran Víctor Hugo, no hay menos motivo para que el
vecindario de Urrao y la intelectualidad colombiana no consagren a la veneración del varón excelso que aquí
padeció la nostalgia de quien ve oscurecerse el más caro ensueño de toda su vida y acercarse la tumba, sin
contemplar el resplandor de la ansiada libertad por quienes fueron sus desvelos, es decir, al patriota sincero,
al ciudadano sin tacha, don Fidel Cano, gloria altísima del periodismo suramericano y exponente digno de
imitación.
Para reanudar la trunca cadena de las personas que actuaron en este escenario en el siglo pasado, es
del caso citar las que no han sido nombradas y presentarlas como acreedoras a la recordación porque ellas
ayudaron a colocar las bases de la actual organización y que pueda surgir en lo adelante, a saber: de la
ciudad de Antioquia se trasladaron aquí los señores Juan Francisco, Nicolás y Nemesio Madrid, Pedro N.
Gómez, Manuel y Miguel Hernández, Miguel y Jesús M. Durán, Daniel A. y Elías Vargas, Idelfonso Holguín y
otros; de Rionegro vinieron los señores Jesús Escobar, con su esposa doña Petronila Molina, don Tomás
Arcila, quien se casó con doña Bárbara Escobar, don Julián Escobar y su esposa, Lorenzo Echeverri y su
esposa, y doctor Jesús Jaramillo E., con su esposa Camila Uribe; de Entrerríos, don Epifanio y don Arsenio
Arroyave, quienes contrajeron matrimonio con las hermanas doña Mercedes y doña Bárbara Escobar; de
Titiribí, don Rafael Escobar, con sus hijos don Francisco y don Nicanor, los últimos de los cuales se unieron a
las señoras doña Teresa Restrepo y doña María Josefa Navarro; don Manuel Quintero Lopera, con su esposa,
hermana de don Tomás Arcila; Antonio M. Restrepo (alias Antoñito), don Avelino y don Marcelino Trujillo, don
Lope Restrepo, don Rafael Hoyos y muchos más, de quienes descienden las familias que hoy constituyen un
conglomerado social respetable.
Los señores Wenceslao Rivera, Tomás M. Correa, Marco A. Durán, Cayetano Figueroa, Deogracias,
Cerbeleón, Heliodoro, Julio, Bernabé y Antonio Jesús Arango, Joaquín M. Urán U., Daniel y Francisco Javier
Montoya, Nicanor Quiceno, Manuel M. Correa, Aquilino Cossio, Pedro M. Arango, José Horacio Urrego,
Salustiano y Epifanio Herrera, Pedro M. Montoya, Quintiliano Cossio, Santiago Durango, , Sixto Cartagena,
Nemesio Madrid, Pedro, Félix, Justo y Juan de J. Vargas, Pedro J. Durango y muchos otros, cuya enumeración
resultaría prolija, pertenecen a esa era de la vida del Municipio, y como buenos hijos de su patria chica le
labraron el porvenir, y son por esto acreedores siquiera al recuerdo de gratitud de sus conterráneos.
Propietarios que no han resistido aquí, lo han sido los señores don Pedro Luis y don José Miguel
Botero, don Francisco Villa, importador de la mejor raza de bestias que se han conocido en estos contornos,
don Eulogio, don Fabricio, don Joaquín Mariano y doctor Sotero Escobar, don Guillermo y doctor Germán
Jaramillo Villa y herederos de Don Carlos de este apellido, muerto inesperadamente cuando realizaba un viaje
por la ciudad de Cartagena, beneficioso para esta tierra, don Sixto Ruiz, quien si residió por algún tiempo en
este valle, donde fue rematador de rentas, empleado público e impulsador del adelanto colectivo, como lo
hace en la actualidad su hijo don Ramón. Estaba casado con doña Ascensión Layos, y fue progenitor del
doctor Luis M. Ruiz, graduado en medicina en la Universidad Nacional, quien ejerció su profesión en este
Distrito por largos años, donde se le estimaba y respetaba.
Los estudios profesionales de manera seria, sólo principiaron para los jóvenes urraeños el año de
1890, con el ingreso a los claustros universitarios antioqueños del inteligente estudiante Juan Bautista
Herrera; de aquí se trasladó al Seminario hasta coronar con éxito augurador de triunfos seguros, si la muerte
no le troncha tan temprano el hilo de la existencia, su carrera sacerdotal; lo imitaron posteriormente los
señores David Arroyave, Ramón A. Vélez y Juan P. Cartagena, pero éstos prefirieron consagrarse a otras
actividades, y no llegaron a conseguir cartón ninguno.
Con el advenimiento de la paz de la República, vino para este terruño un nuevo y halagador alborear en
sus aspiraciones de antaño, porque sus habitantes principiaron a despertar de su letárgico sueño, e
inspirados en una orientación de reivindicaciones, el eximio General Rafael Uribe Uribe, a su paso por esta
población en abril de 1904, cuando a la sazón verificó una jira por varios pueblos de Antioquia, fue quien los
empujó a acometer la apertura del camino hacía el río Atrato, porque palpó la apremiante necesidad de esa
empresa comercial y estratégica, por los recientes acontecimientos de Panamá. Arengó brillantemente
sobre el particular como sabía hacerlo, y en la prensa de Medellín libró una campaña de éxito completo,
puesto que inmediatamente después se constituyó en la capital de Antioquia una Junta autónoma para el
fomento de esta vía y otra por Frontino, compuesta de los señores General Marceliano Vélez, Carlos C.
Amador, Carlos Restrepo C., Jorge Bachman y Carlos de la Cuesta, y a continuación don Juan P. Del Corral, en
su condición de apoderado del doctor Roberto Botero Saldarriaga, acordó el correspondiente contrato con el
Poder Ejecutivo sobre apertura de la vía en forma de privilegio. Los trabajos no tardaron en iniciarse, y a
esa empresa vincularon sus nombres, no sólo muchos urraeños con las suscripciones de acciones, sino los
notables ingenieros doctores Pedro Restrepo Uribe, Pedro Luis Jiménez y Jorge L. White, con los señores
doctor Germán Jaramillo Villa, don Antonio J. Luján don Carlos R. Restrepo, don Joaquín M. Urán U., don
Demetrio Gómez, don Francisco Javier Montoya y algunos otros. El eminente repúblico, con la clara visión de
los problemas nacionales que lo caracterizaban, contempló el asunto, no sólo por los puntos de vista
anotados, sino por otros aspectos, como la posibilidad de las sequías del Magdalena, dificultades de tránsito
por esta vía, alza de las tarifas de las compañías fluviales, que dificultarán los transportes, y condenaba,
como error sustancial de Antioquia, su conformidad con una sola salida forzada, porque se exponía a
padecer los quebrantos de quienes quisieran explotarla, comparando la diferencia en ambos casos, como en
el servidumbre que paga tributo y la emancipación que se basta a sí misma.
Las inmejorables extensiones de terrenos propias para el cultivo del cacao, el café y otros frutos
exportables; el caucho, la tagua, las maderas preciosas y demás productos abundantes, la conocida riqueza
del Chocó, donde las arenas de todos los ríos contenían oro y platino y sus criaderos casi todos por
descubrir, de cuya opulencia era indicio el fabuloso producto de los veneros de Dabeiba que daban oro por
arrobas, eran otros tantos incentivos aducidos por el coloso del pensamiento y de la acción, en pro del
consabido proyecto. Argüía además que ya nada había desconocido dentro de los límites de Antioquia que
pudiera constituir una sorpresa, porque todo formaba un presente, cuando no un pasado, que el porvenir
ignoto, pero no remoto, estaba hacia el occidente en el Chocó, donde las selvas guardaban secretos
reservados a los hombres de espíritu inquieto e investigador que quisieran descubrirlos, porque todas las
cualidades de la raza podían tener allí útil ejercicio: el montador andariego, los cazadores, los caucheros, los
mineros, los barequeros, los tumbadores de monte, los rescatantes, los guaqueros, los terciadores, los
arrieros, los cultivadores, en una palabra, las formas todas de la actividad. Deseosa la compañía
concesionaria de extender su radio de acción, adquirió los buques Kate e Ilse para establecer navegación
mercantil en el Atrato e importar, por su cuenta, ganado de Bolívar y el Sinú, pero el hundimiento del primero
y la prematura muerte de don Carlos Jaramillo Villa, hicieron fracasar el proyecto.
Las reformas de acuerdo con el grado de civilización de la época principian entonces a invadir todos los
sectores, y por eso vemos que en lo adelante se cambian sustancialmente la dirección y trazado de los
caminos públicos, suprimiendo las fuertes pendientes y contrapendientes, por suaves gradientes que hacen
agradable al viajero su marcha y facilitan el transporte del comercio y los productos autóctonos. Esta
reforma vial se inició por los señores Eliseo Arroyave, Nemesio Madrid, Jesús M. Figueroa y Juan P.
Cartagena.
La urbanización se inició al mismo tiempo con caracteres de transformación, con la construcción de
varios edificios, y en esa obra tienen la mejor parte los señores Eugenio y Rafael Arroyave.
En el año de 1905, en sus postrimerías, el Gobierno del General Reyes asignó a esta cabecera la
categoría de Circuito Notarial y de Registro, con Anzá, Betulia y Caicedo. El primer puesto de Notario le
correspondió al señor don Antonio J. Luján, al que sucedieron los señores Angel J. Ruiz, Jesús Jaramillo E.,
Francisco Javier Montoya, General Jesús M. Martínez y Ramón Ruiz, y el de Registro a los señores Joaquín M.
Urán U., Manuel F. Hoyos, Severiano Arenas, Francisco J. Herrera, Julio C. Chavarriaga, Eduardo Villa M., José
M. Vélez, David Arroyave, Antonio J. Vélez H. y Manuel Arango R.
Como homenaje de gratitud a la memoria del insigne ciudadano inglés don Juan Enrique White, son
dignos de rememorar los estudios, informes y sugestiones que repetidamente esbozó sobre esta región, sus
necesidades y conveniencias, si ajustaba sus procederes a ciertas normas. De aquí que la Municipalidad le
hubiera tributado honores a su muerte y que haya dejado imborrable huella en el corazón y la mente de
quienes le conocimos a fondo. Don Jorge, su hijo, radicado aquí desde que unió su existencia a la de la
distinguida dama doña Carmen Gutiérrez, donde está su simiente y don Enrique E., nuestro huésped de
honor por breve tiempo, con su familia han sido continuadores de la obra excepcional del patriarca, su
progenitor, y de aquí la historia les prepare un puesto prominente en sus fastos.
En el año de 1907 el doctor Jesús Jaramillo E., de grata recordación, fundó un colegio particular de
varones, con la fundación además de una biblioteca, a donde acudimos la mayor parte de jóvenes de
entonces, a instruirnos, pero la muerte de su hijo José Vicente, la necesidad de dedicarnos a la consecución
del sustento para la vida y otras circunstancias, obligaron a la institución a extinguirse, no obstante los
esfuerzos que para su conservación hizo don Rafael Hoyos y otros padres de familia, y de que al frente del
plantel se puso don Daniel Vélez Vélez como Director, de capacidades indiscutibles.
Los negocios ya iban cambiando de giro, con rapidez vertiginosa, y su volumen y extensión del
Municipio, impusieron la creación de una feria semestral, la que luego se trocó en mensual, como está hoy, a
donde acuden los negociantes de los pueblos y lugares circunvecinos. Para su funcionamiento hubo
necesidad de elegir una plaza especial, la cual está para concluirse y tendrá muy buenas condiciones y
capacidad.
El señor don José Antonio Gómez, espíritu de alto patriotismo y humanitario, al otorgar su testamento,
dejó una pequeña cantidad para hospital de caridad y esta fue la piedra angular de esa institución, puesto
que obligó a la entidad Municipal a la inversión de acuerdo con el pensamiento del testador. Se adquirió un
local para su iniciación, en el centro de la ciudad, después se trasladó a otro lugar retirado, y por último se
hizo a un cómodo y apropiado edificio levantado por el señor don Eugenio Arroyave, donde se halla al
presente.
En 1910 se le creó Junta Directiva, la cual ha venido funcionando regularmente, ha recibido auxilios de
los Tesoros Nacional y Departamental, y mediante contrato del Concejo que actuó el período pasado está
administrado por las Hermanitas de los Pobres Sor María Graciela, Sor Casta Sor Hersilia, Sor Eduvigis y Sor
Trinidad, de las cuales es Superiora la Reverenda Madre Sor Dolores de San José, pertenecientes a la
congregación de San Pedro Claver.
También hubo urgencia de trasladar al Matadero Público a un campo aparente y que no ofreciera
peligros para la salubridad, y en realidad se situó en el que funciona.
Como continuación del colegio de varones de que ya se ha hablado se creó una escuela superior anexa
a la de varones, y de ella fueron Directores los señores doctor Francisco Molina, don Miguel Chica, don
Antonio J. Arenas, don Gabriel Gaviria y don Abraham González.
A iniciativa del presbítero Efrén Montoya, se fundó desde el año de 1915 el Colegio de señoritas de la
Candelaria, del cual fueron institutoras, en su orden, las señoritas Sara Granda, señora Claudina Restrepo de
B., Lola Gómez, María Josefa Escobar, Elena Figueroa y Ana María Guzmán, y duró hasta 1926.
El 1° de julio de 1916 empezó a funcionar también el Colegio de señoritas de la Sagrada Familia, bajo
la dirección de las Hermanas Terciarias capuchinas y su funcionamiento, desde su fundación, ha sido así:
Directoras, Reverendas Madres Sor Elena, de Barranquilla; Sor Pilar de Jesús, de don Matías; Sor María Rosa,
de santo Domingo, y Sor Felisa, de San Vicente; profesoras: Sor Purificación, de San Andrés; Sor Luisa, de
Medellín; Sor Candelaria, del Fresno; Sor Amparo, de Yarumal; Sor Consuelo, de Amalfi; Sor María Josefa, de
Yarumal; Sor Fidela, de Medellín, Sor Bernardina, de La Ceja; Sor María Teresa, de Concepción; Sor Benigna,
de Santa Rosa; Sor Manuela, de Sonsón; Sor Martina, de Santa Rosa; Sor Delfina, de Belén; Sor Elena, de
Yarumal; Sor Teresa de San Roque; Sor Oliva, de Fredonia; Sor Justiniana, de Don Matías; Sor Joaquina María
de Bolívar; Sor Inocencia, de Santa Rosa; Sor Rosa, de Caramanta, y Sor Natividad de Fredonia. . Ha existido
una sección infantil, y cuando era oficial la regentó la Reverenda Hermana Dominga, de Belén. Este
establecimiento le hace honor a este pueblo y a varios de los vecinos les ha prestado servicios de
enseñanza, a quienes han ocurrido a él. Como alumnas de allí que han seguido la carrera religiosa, se
cuentan las siguientes señoritas urraeñas: Ana Arroyave, Honorata Restrepo, Filomena Montoya, Margarita
Herrera, María Restrepo Gallo, Mercedes Arcila, Elena Arroyave, María Teresa Restrepo, Graciela Cossio,
Josefina Carmona, Rosana Tirado, Catalina Carmona, Rosa Trujillo M., Laura Vélez, Delfalina Durán, Eulalia
Sepúlveda, Domitila Restrepo, Bárbara Posada, Leticia y Luisa White, Clara Rosa Higuita y Lucila Giraldo. A
desempeñar el magisterio han salido del mismo establecimiento las señoritas: Concepción Durango, María
Josefa Durán Graciela Restrepo, Elvira Durán, Rosa Aguirre, Silvana Sepúlveda, Carmen Guzmán, Teresa
Cossio, Sofía Durán, Aurora Ramírez, Mariana Herrera, Carlina Moreno, Carmen Flórez, Elisa Cossio, Cruzana
Mariaca, María Dolores Guzmán, Teresa Cossio T., Ana María Guzmán Higuita, Rosa Montoya, Clementina
Rodríguez, Martiniana Aguirre, Concepción Molina, Socorro Cartagena, Blanca Madrid, María Durán y María
del Río. El señor Eugenio Arroyave construyó el edificio donde funciona y lo cedió gratuitamente, y ha sido el
principal impulsador de él.
Un establecimiento similar para varones, cuya necesidad es inaplazable, no ha podido prosperar, pues
con fondos municipales se fundó uno, que tuvo como Directores a los señores Ramón Trujillo, Antonio J.
Arango, Julio Giraldo y Luis Alfonso Agudelo; fracasó, aunque tuvo auxilios departamentales.
Por la Ley 23 de 1912 se creó el Juzgado del Circuito, con las poblaciones de Anzá, Caicedo y Betulia, y
a pesar de que el Gobierno del doctor Carlos E. Restrepo objetó ese estatuto, el 3 de febrero de 1913
empezó a funcionar, con el señor don Leonidas Ospina, como Juez y don Sinforiano Correa, como Secretario.
Al primero lo han sucedido en su orden, los señores doctores Marco A. Zapata, en ejercicio actualmente,
desde 1925, Carlos Holguín, Francisco S. Velásquez y Manuel S. Ramírez, y de modo transitorio han
desempeñado el mismo cargo los señores Demetrio Gómez, Pedro M. Trujillo, Francisco Javier Montoya y el
que esto escribe. Como Secretarios han desempeñado los señores Sinforiano Correa G., Vicente M. Molina,
Demetrio Gómez, M. Trujillo, Pedro J. Berrío, Carlos escobar y el autor de estas líneas.
El arte no ha estado ausente de nuestros lares aunque no con toda su plenitud y esplendor, pues la
música tiene sus más claros exponentes en los señores Félix A., Marco A., y Juan de dios Durán; el primero
de los cuales, modesto y hábil, tiene organizada la banda de La Merced, desde hace bastante tiempo, con
instrumental importado desde Londres; el segundo es el autor de la música del himno urraeño, que escribió
el literato y pedagogo contemporáneo de alto vuelo, don Antonio J. Arango, y estos dos pertenecen a la
Banda Departamental.
El personal de Ediles que actuó en los años de 1915 y 1916, dispuso de proveer de agua potable y luz
a la población, y para realizar esa idea inició el respectivo contrato con la Casa Cock, Sanín Villa y Compañía,
y logró perfeccionarlo con todos sus detalles, y el del período siguiente inauguró esos servicios de modo
solemne, el 13 de octubre de 1918, con suntuosas fiestas de calle y religiosas. El dinero para las empresas
fue adquirido en préstamo con la Casa bancaria de Vásquez, Correa & Compañía, y para pagarla después
hubo que ocurrir a nuevo préstamo con don Emilio Restrepo Callejas, de quien todavía es deudor el
Municipio, pero mediante las gestiones del actual Gobernador de Antioquia, capitán Julián Uribe Gaviria y la
ayuda eficaz de los doctores Jorge Restrepo Hoyos y Marco A. Zapata, se verificó una transacción amigable
que permite atender al pago de intereses y amortización del capital en forma muy benigna.
A la gratitud popular son dignos de presentar muchos elementos raizales que han ingresado a formar
parte de nuestra sociedad, y otros muy valiosos, residentes en diferentes partes de la República, que han
desarrollado una labor encomiable para llevar adelante obras de provecho colectivo, y hacer conocer de las
altas entidades este paraíso escondido, en medio de dificultades y hostilidades de todo orden; pero merced a
ese esfuerzo aunado y tenaz, se ha logrado siquiera que al presente los miembros prominentes del Gobierno
y de la política sepan al menos que en estas latitudes hay algo de que pueda enorgullecerse la Patria, y que
algún aporte puede hacer al patrimonio común en determinadas circunstancias. Entre los primeros se hallan
los señores J. Emilio Escobar, Marco A., Vicente y Ramón Rivera A., Eugenio y David Arroyave, Félix A., y
Ramón A. Vélez, Jesús M. Figueroa, Juan P. Cartagena, Nemesio Madrid, Joaquín Montoya, Félix, Carlos y José
J. Escobar, Antonio J. y Aureliano Vélez H., César Gutiérrez, Francisco H. Herrera, Francisco Javier Montoya,
Venancio y Enrique Vélez, Pedro M. Trujillo, Rubén A. y Juan N., Restrepo y varios otros; entre los segundos,
los señores doctores Emiro A. Trujillo y Marco A. Zapata, este último indisolublemente a una de las
esclarecidas damas, y lo señores Jorge y Enrique White U., Francisco J. Giraldo, Martiniano Tabares, Roque
Rivera, también vinculado al terruño por el enlace con otra de las mujeres de esta sociedad; Luis Greiff, José
D. Navarro, Severiano Arenas, Carlos S., y Constantino Gómez; y entre los últimos los doctores Roberto
Botero Saldarriaga y Luis del Corral, quienes en esta emergencia han desarrollado una labor ante el Gobierno
Nacional para obtener la participación y ayuda de éste en estas fiestas centenarias que nunca será bien
recompensada. Entre los últimos, los señores doctores Germán Jaramillo Villa, Martín del Corral, Jorge
Restrepo Hoyos, Alfonso Castro, Gregorio Agudelo, Roberto Luis Restrepo, Mario del Corral y varios otros.
Idea de los primeros de los ciudadanos nombrados fue la creación de la sociedad de Mejoras Públicas,
llevada a cabo el 14 de julio de 1925, con un vasto plan de acción, y bases que le han dado estabilidad, y le
auguran triunfos y realizaciones, junto con su cuadro de honor que le ha dado aliento en sus empresas.
Adquirió un cinematógrafo desde su fundación para dar expansión lícita al espíritu monótono del pueblo, y
gerencia actualmente, por delegación del Concejo Municipal. La Biblioteca oficial inaugurada recientemente, la
cual está enriqueciendo con donativos, las obras que en tiempo pasado regaló don Manuel Antonio del Corral
para el efecto, y las que haya de la antigua Biblioteca Reyes.
Iniciativa del tenaz dinamismo del doctor Germán Jaramillo Villa, a quien jamás vencen ni contratiempos
ni los hados adversos, fue la construcción de un cable aéreo de Bolombolo a la bahía de Solano, en el
Pacífico, atravesando este Distrito como una empresa lucrativa del Departamento y de fácil y rápida
construcción. Por conducto del doctor Alejandro López, se contrataron en Londres los servicios de técnico
Mr. Harry S. Taylor para su estudio y trazado, a quien asesoraron otros expertos nacionales, pero la idea se
quedó en embrión, y al presente parece descartada definitivamente. Quedan sin embargo, de ese magno
plan, la Ley 69 de 1927, sobre creación y dotación de Puerto Libertador en la citada ensenada, una de las
mejores dotadas de Sur América, según autorizadas opiniones, y el Decreto del Gobierno número 1445 del
mismo año sobre colonización, estatutos que exigen del Gobierno pronta e inmediata atención en estos
momentos de inquietud internacional, y de amenazas separatistas de algunos de nuestros pueblos del litoral,
lo que además estimularía las relaciones comerciales entre los Departamentos orientales y occidentales, el
implantamiento de nuevas y poderosas industrias, y la colonización y explotación de una dilatada región
donde abundan las riquezas naturales, que solo requieren vías de comunicación para extraerlas.
En los últimos años, justo es reconocerlo, el Cuerpo Legislativo de Antioquia ha dirigido sus miradas
hacia esta zona de abandono y olvido antes, y con el propósito de atender a sus reclamos, ha dispuesto la
construcción de la carretera de Bolombolo a esta cabecera, pasando también por Betulia y Concordia, la cual
ha sido estudiada, presupuestada y trazada por los notables ingenieros, doctor José Manuel Solis, unidad
prestante encariñada con esta tierra, Justiniano Raigosa, Daniel Montoya y un alemán de apellido Bayer. Esa
calzada sólo resulta con unos 53 kilómetros de longitud hasta Concordia, su costo en las laderas del
Penderisco, por las condiciones especiales del terreno y los elementos de consolidación que allí posee, sería
inferior a las demás de su clase que se han construido en el país.
De la cabecera del aludido Distrito hacia el Cauca, hay una sección de trabajadores compuesta de
peones e individuos condenados por fraude a las rentas. No obstante la fatalidad que se había enseñado
sobre esta obra, hasta el punto de que los mismos representantes de este Distrito en la Asamblea se
encargaron de estrangularla, cuando otro quiso comunicarle calor y vida, creemos, con algún fundamento,
que llegará a la efectividad. Al menos yo acaricio la ilusión de ver concluida esa carretera, adornada a los
lados con el césped y sombreada por eucaliptos, sauces, aracaurias, pinos y otros árboles, a semejanza de
los caminos de Holanda, que por esta característica, son los más bellos del mundo, o como la alameda que
custodia la vía de Moscou al centro de Siberia, en Rusia, plantada por orden de la gran Catalina y
garantizado su crecimiento con la expedición de una ley que condenaba a muerte a quien destruyera uno
solo de sus árboles. Complemento obligado de esa obra sería su prolongación al Atrato y al Pacífico, por
múltiples razones de orden económico comercial, estratégico y de vinculación entre importantes secciones
colombianas. Las razones que favorecen esta tesis las esbozan con lujo de razonamiento, autoridad
científica, conocimiento y patriotismo, varias plumas expertas de distinguidos colaboradores en esta
monografía, y por eso sobran las disquisiciones que al respecto pudiera formular el que esto traza.
No está por demás acentuar la circunstancia de que este pueblo no vive al margen del movimiento
general en todas sus manifestaciones, de lo cual se encarga de sacarlo avante el hecho de que en el año de
1927 celebró unas fiestas únicas hasta entonces, porque contra viento y marea se propuso elegir una reina
del carnaval, al igual de las ciudades populosas, y lo consiguió con el triunfo reñido de la señorita Lola Arcila,
espiritual y gentílisima dama que desempeñó a maravilla su cometido, en cuyo reinado colaboraron otras
señoritas y caballeros de lo más granado de nuestra sociedad.
Luego en 1929, se organizó por primera vez por una junta especial, la celebración de una exposición
agrícola, pecuaria, industrial y artística, y en ella se admiraron, no sólo la variedad de productos y novedades
existentes en este suelo privilegiado, en calidad y en cantidad, sino el modo tan espontáneo como los
campesinos y trabajadores concurrieron a este certamen de cultura y progreso efectivos. La Sociedad
Antioqueña de Agricultores le prestó decidido apoyo, y se distribuyó una buena cantidad de premios entre los
mejores expositores de cada ramo, como estímulo al esfuerzo.
Por primera vez cruzó por nuestros espacios inviolados, el domingo 30 de mayo de 1931, de repente
un poderoso avión que salía de la región del Chocó, hizo un pequeño recorrido en el valle y regresó al punto
de salida. Después don Gonzalo Mejía, exponente de la raza y de esta época, para quien no existen vallas
cuando de progreso se trata, logró, venciendo algunas resistencias, establecer la navegación aérea de
Medellín a Colón, por medio de una sociedad respetable y un privilegio otorgado por el Gobierno. En el plan
se acordó establecer un campo de aterrizaje de emergencia en ese lugar, y por ese motivo se despertó un
grande entusiasmo en los diversos sectores de este conglomerado. Con un técnico de la Umca se trasladó
a esta población el referido señor, y diseñó un aeropuerto provisional para acondicionar después el definitivo,
en la hacienda de El Espinal, de propiedad de los herederos de don Juan P. Del Corral; el Concejo, con
esfuerzos extraordinarios, hizo una apropiación, la Sociedad de Mejoras Públicas puso en juego sus
ejecutorias y patriotismo, ayudada por la ciudadanía en general, con dinero y trabajo, hasta concluirlo de
acuerdo con las especificaciones dadas, y el que desde luego se bautizó con el nombre de Manuel del Corral,
en memoria del héroe de Majagual y colonizador de estas montañas, empresa para lo cual los herederos del
mencionado propietario cedieron espontánea y desinteresadamente el terreno, mientras se hacía la
adquisición formal. Por primera vez, en viaje de estudio, aterrizó allí El Marichú, el domingo 23 de abril de
1933, el cual había hecho su primer recorrido el 5 de julio del año anterior. Un delirante entusiasmo acogió
la llegada de la nave, y la multitud pudo contemplar extasiada ese acontecimiento extraordinario. Después el
famoso aviador don Ernesto Samper realizó algunos vuelos, y por último, condujo por motivos de salud a
Medellín al señor Jesús M. Figueroa, el primer nativo que empleara ese moderno sistema de locomoción. Es
de esperarse que el Supremo Gobierno aproveche este aeródromo para el desarrollo de sus planes militares
y para impulsar la fundación de puertos marítimos y para impulsar la fundación de puertos marítimos en el
Pacífico y aduanas en el mismo litoral.
El hecho culminante que en la actualidad embarga la atención, lo constituye la conmemoración de este
centenario, en el cual han participado directamente destacadas personalidades, ciudadanos distinguidos,
damas, entidades y caballeros de prestancia: el doctor Francisco J. Chaux en su calidad de Ministro de
Industrias, ha auxiliado con fondos para la exposición y concedido dos premios de consideración para las
mejores expositores agrícolas y ganaderos, entre los que participarán en el torneo de los Municipios de
Antioquia, situados en la zona que delimitan los ríos Cauca y Atrato; el doctor Gabriel Turbay, en su carácter
de Ministro de Gobierno, ha ofrecido a los señores doctor Roberto Botero Saldarriaga y don Luis del Corral,
quienes han desempeñado una labor de eficiencia y mérito en la capital de la República, en esta emergencia
a favor de Urrao, publicar la monografía en los talleres de la Imprenta Nacional; la Federación de Cafeteros, la
Sociedad Antioqueña de Agricultores, la Compañía Nacional de Chocolates y la respetable casa comercial de
Restrepo y Cardona, han ofrecido coadyuvar con premios para estimular a los empresarios e industriales,
hasta ahora; los honorables Representantes doctores Antonio Franco González, por Cartagena; Anacleto
Amaya, por Boyacá; Amadeo Abello y S. Piñeros, por Cundinamarca, hicieron loables esfuerzos en la Cámara
Baja por conseguir la participación de la Nación en las festividades, y un auxilio para el cumplimiento de los
programas, y también los eminentes Senadores de la República, doctores Enrique A. Gaviria, Román Gómez,
Eliseo Arbélaez, Eduardo Lema y General Enrique Caicedo, hicieron igual cosa en la Cámara Alta, pero sin
resultados. Queda, sin embargo, como un recuerdo de gratitud del pueblo para sus varones, la bien
intencionada actitud que llevaron a cabo, en su provecho, la que por otro lado tuvo la virtualidad de hacer
conocer en todos los ámbitos de la República este girón de su territorio, sus condiciones y su potencialidad;
los honorables Representantes Diego Luis Córdoba, por Cali; T. Quintero de Fex, por Bolívar; Marco E.
Latorre, por Bucaramanga y Edilberto Escobar, por Cundinamarca, con su informe favorable, en que pedían
identificados con La Comisión de Peticiones y Recompensas, la aprobación en segundo debate del consabido
proyecto; y los honorables diputados a la Asamblea de Antioquia del corriente año, señores doctores Alfonso
Castro, Jorge Gutiérrez E. y Nicolás Gaviria, quienes presentaron y sostuvieron con ahínco, secundado por
los doctores Rafael Mejía C., Manuel M Toro y otros, hasta hacerlo cristalizar en ordenanza del Departamento,
un proyecto sobre participación en estas festividades y apropiación de la partida de dos mil pesos para
ayudar a sus obras y a la exposición, con un honroso y magnífico informe con exposición de motivos. Para
todos los nombrados y quienes han coadyuvado con decisión y cariño en esta empresa trascendental en los
fastos de la historia, rinde la ciudadanía su tributo de reconocimiento y les erige un santuario en el corazón
de cada individuo. Plumas expertas y galanas, reseñarán más tarde este fatuo suceso y le darán el colorido
que pueda merecer, pues a los actores de la escena no nos corresponde calificar nuestra propia obra, más
cuando aún no ha sido representada.
Dejo a otro colaborador la tarea de relacionar los gremios de comerciantes, industriales, artesanos,
etc., para que este trabajo no aparezca más árido de cómo está, y por el momento sólo me propongo citar
algunos de los funcionarios que actualmente actúan en las principales oficinas y destinos de la cabeceara.
En el Juzgado del Circuito desempeñan los cargos de Oficial Escribiente y Portero, en su orden, los señores
Carlos Escobar A. y Jesús Vargas L.; Telegrafista y Administrador de Correos y Ayudante, los señores
Humberto Castañeda y doña Carmen E. Trujillo de R., Recaudador de Hacienda Nacional, D. J. Emilio Escobar;
Alcalde y Guardián de las Cárceles, don Raimundo Gil y Bernardo Larrea; Alcalde y Secretario, don Antonio J.
Vélez H., y Alfonso Betancur, hijos de esta tierra, competentes y honorables, con el joven Eduardo Quiceno,
de Oficial Escribiente; Administrador de Rentas y Teniente Instructor, Martiniano Tabares y César Gutiérrez;
Directores y Subdirectores de la Escuela urbana, señores Ramón Rodríguez, Rafael Hernández, Francisco J.
Giraldo, Rafael Alvarez, y Manuel Moreno; de las niñas, señoritas Carmen Guzmán, Solina Cartagena, Ana
Barco, Séfora Betancur y Socorro Guzmán; Tesorero de Rentas Municipales, Constantino Gómez; Personero
Municipal, Ramón Rivera A.; Oficial de Estadística, Enrique Arenas; Administrador de la Energía Eléctrica,
Eleázar Fernández y ayudante, Ramón Sanmartín, Médico oficial, el competente modesto y filántropo doctor
Alfonso Mejía C.; Veterinario, señor Aureliano Vélez; actúan en el Concejo en el período que corre, los
señores Angel M. Moreno, Enrique y Luis F. Vélez, Antonio Arango H., Manuel Arango R., Gerardo Arroyave,
Luis Greiff y Abel A. Pérez; en la directiva de la Sociedad de Mejoras Públicas, Francisco J. Giraldo, Martiniano
Tabares; Luis Greiff, Rafael Alvarez y Luis Mariano Quiceno, como Secretario; en la Junta Obrera del Civismo,
Rafael Alvarez, Manuel Correa, Manuel Quiceno y Antonio J. Lopera; como cuadro de honor de la Sociedad
citada, doña Lucila Correa de A., doña Berta Escobar de R., y señoritas Ligia Rivera, Matilde Escobar, en
calidad de junta directiva. El Comité Femenino del Centenario lo integran doña Edelmira Larrea de Zapata,
doña Carmen Rita Guzmán de R., y señoritas Josefina Restrepo V., Carmen Guzmán y Solina Cartagena. Es
También Inspector de Sanidad el señor Francisco M. Piedrahita.
En lo espiritual gobiernan la parroquia los presbíteros Rafael J. Fernández, Luis López de Mesa y Víctor
Gómez.
Pertenecen a esta sociedad y a la nueva generación que han logrado coronar con éxito brillante sus
carreras profesionales, los siguiente jóvenes: doctor Jorge Restrepo Hoyos casado con doña Marta Vélez.
Jurista de renombre, ha ocupado puestos de honor en la Administración pública y rayará muy alto todavía.
En las mismas disciplinas se ejercitan en la Universidad de Antioquia los jóvenes Eduardo Arroyave y
Emiliano Guzmán, y en otros establecimientos se educan los jóvenes Jorge White G., Jorge Escobar A., Gabriel
Rueda, Luciano Rivera, Antonio J. Restrepo, Francisco Montoya.
Cuando surgió el conflicto internacional, con motivo del asalto de los descendientes de los incas al
puerto colombiano de Leticia, este vecindario no sólo se aprestó con sus dineros y sus más preciadas joyas,
por su valor de afecto, sino que aportó su contingente de sangre, representado por los siguiente jóvenes:
Gabriel Escobar, hijo de J. Emilio Escobar y Rosana Arango; Godofredo Montoya, hijo de Nicanor
Montoya y María Antonia Rueda; Luis Cossio, hijo de Epifanio Cossio y Mercedes Moreno; Martín Cañola, hijo
de Segismundo Cañola y Rosa Emilia Cartagena, quienes participaron en las acciones de Tarapacá, Saravia y
Algodón; Bernardo Larrea, hijo de Eladio Larrea y Anatilde Arango, quien además de las acciones dichas,
actuó en Buenosaires y el río Cotué, y por último, David Arroyave, hijo de Heliodoro Arroyave y Cleofe
Sepúlveda, quien estuvo como asistente del Estado Mayor en el transporte Boyacá. Pertenecían al Batallón
Juanambú, y en su calidad de patriotas desafiaron la muerte en diversas formas, pero tuvieron la fortuna de
regresar al seno de los suyos y de su pueblo, completamente ilesos. El día que llegaron de nuevo a sus
lares, que lo fue el 11 de septiembre de 1993, fue de gala para el vecindario, porque fueron recibidos con
una enorme cabalgata, que salió a encontrarlos; oradores vigorosos les dieron la bienvenida, en cálidas
frases, y las entidades oficiales, particulares y establecimientos de educación, damas y caballeros, les
tributaron la ovación merecida a su comportamiento.
Los meritorios jóvenes José Miguel Guzmán y José María Sepúlveda, acaban de coronar sus carreras de
Medicina e Ingeniería, respectivamente, en condiciones halagadoras, de tal manera que el éxito los
acompañará, puesto que están dotados de inteligencia y conocimientos. En el segundo ramo, se ejercita
también bajo buenos auspicios el joven Gabriel Trujillo U., y pronto vestirá la toga del ingeniero.
La labor colonizadora de quienes se radicaron aquí y los que han ingresado a este suelo, cuyo elenco
de apellidos ha desfilado por estas páginas como cinta cinematográfica, tiene marcadas sus huellas en las
granjas y haciendas que al presente forman el patrimonio de los descendientes de aquellos luchadores con la
naturaleza, el tiempo y las circunstancias, pero entre otros se destacan hoy dos nombres, dignos de la
consagración por su tenacidad y atrevimiento en medio de las vicisitudes e incomodidades, sin que sean
suficientes para obligarlos a cejar en su empeño ni los contratiempos ni enemigos de todo orden, que a
menudo les atajan el paso, y son los señores Abdo Abuchar y Jesús Restrepo H., claros exponentes de una
época y de una raza que la juventud debiera de imitar para no asfixiarse, al igual de otros bravos luchadores
que sería de larga enumeración.
Elogio merece también la obra que inició el presbítero Ceferino Crespo en el cementerio, con la
construcción de cómodas y artísticas bóvedas en forma de galerías, que ofrece agradable impresión, a cuya
obra han aportado su óbolo valioso los presbíteros Honorio A. Cossio, Rafael J. Fernández y Luis López de
Mesa.
Los dos primeros han desaparecido ya de la escena de la vida, y el pueblo supo testimoniar su
sentimiento por su desaparición, habiendo erigido un busto al presbítero Crespo. Al Padre Cossio no ha
realizado todavía cosa semejante, pero es de justicia que cumpla ese deber, mucho más cuando se trata de
un hijo esclarecido.
La primera centuria de la vida republicana nos ha encontrado en las condiciones esbozadas
anteriormente, es decir, en inferioridad a los demás pueblos que nacieron con el nuestro, porque estos han
gozado de privilegios en las altas esferas, mientras que a nosotros sólo nos ha tocado ayudar a pagar los
empréstitos que le han dado animación y color a ellos. De allí que las sugestiones generales que sobre el
particular hizo en reciente conferencia el ameno y atildado escritor Joaquín Quijano Mantilla en una
conferencia en la capital, son aplicables a nuestro caso: “Nuestros caudillos atravesaban la República a lomo
de mula unas veces, a pie enjuto otras y muchas en lentas embarcaciones que demoraban días para ir a
lugares donde hoy se va en horas. Hemos sido superados por el trimotor, el buque de motor Diesel y el
automóvil. Los nuevos conductores de las colectividades van de un extremo a otro del país en pocos minutos
de vuelo; a veces pueden hacer todo el recorrido de la República en pocas horas, y a donde quiera que
vayan lo hacen por carreteras y ferrocarriles admirables. Pero desgraciadamente no están aún en pleno
dominio estos métodos modernos en la mayor parte de Colombia. El progreso es para unos pocos sectores,
que pueden apreciar las palpitaciones de la vida nueva. Pueblos hay donde aún siguen llegando las noticias
como en la Colonia, y también hay lugares donde cualquier manifestación de ese progreso –como las
transmisiones del radio- se pueden convertir en motivos de tragedia.”
Prestan sus importantes servicios de profesionales a la población, los siguientes en Medicina, además
del doctor Mejía, los doctores Hernán Posada, instalado recientemente aquí, quien a sus dotes de
caballerosidad y de cultura, une su competencia adquirida en renombrados institutos de la vieja Europa y un
exquisito don de gentes; y también los doctores Emiro A. Trujillo y Emilio Restrepo Maya, instalados aquí
desde hace algún tiempo, donde han laborado con acuciosidad e interés; y en el foro trabajan los señores
Marco A. Rivera y don Marco N. Pereira.
No concluiré sin recordar que los extranjeros conocen más y mejor nuestras posiciones y situación
potencial que los nacionales, de cuyo aserto me saca avante, el debatido contrato Yates, en el cual se incluía
una porción considerable de lo que comprende el área de este Distrito, y las expresiones del señor Secretario
de Estado de los Estados Unidos, Mr. Hull, en su reciente arribo a uno de nuestros puertos del litoral Pacífico,
en donde expresó con íntima satisfacción el placer que le causaba haberse acercado a esta ciudadela del
Gobierno libre y emporio de riqueza naturales.
Ya que del Gobierno libre se trata, permítaseme que recomiende esta obra al doctor Enrique Olaya
Herrera, eminente estadista, que cargado de merecimientos abandonará pronto el Palacio de la Carrera, en
medio de la gratitud nacional, y al doctor Alfonso López, alto exponente del patriotismo y de las virtudes
ciudadanas, llamado a suceder aquél en la ardua tarea de gerenciar, desde la silla que honraron Bolívar y
Santander, los destinos de Colombia.
Pido excusas por la extensión de este trabajo al lector que tenga la paciencia de ojearlo.
Urrao, a 14 de mayo de 1934.
Ángel J. Madrid
RESEÑA HISTORICA DE LA PARROQUIA DE SAN JOSE DE URRAO, DESDE SU FUNDACION
HASTA NUESTROS DIAS
Et illud in primis..... obsertur: primam esse Historias
Legem, ne qiuid falsi dicere audeat.....
Hay que observar ante todo, que la primera ley de la
historia es decir la verdad...
León XIII, carta del 18 de agosto de 1883.
Es con verdadero respeto y conscientes de nuestra propia incapacidad en asuntos de historia, como
nos acercamos ahora a espigar en los severos campos de la diosa Clío.
Traemos sin embargo la mejor buena voluntad.
Y venimos no por nuestro propio querer, sino por el de los distinguidos caballeros que integran la Junta
pro Centenario de Urrao.
Ellos no han pedido la reseña histórica, breve siquiera, pero completa, de los hechos más salientes,
ocurridos en esta ciudad del Penderisco, desde la fecha ya remota en que viene figurando como parroquia,
hasta nuestros días.
Acometemos pues el trabajo fervorosamente y con entusiasmo levantado, como un tributo de
admiración a la memoria de los que fueron en este valle delicioso, de una centuria a esta parte.
También como una voz de aliento, cálida y sonora, para los que son actualmente. Sobre todo para la
juventud que se levanta, colmada de promesas. Ella constituye la gloriosa esperanza del terruño.
Mas antes de empezar, dos palabras:
La historia debe exponer la verdad y toda la verdad.
Ya lo dijo León XIII en ocasión memorable.
Porque la historia no se inventa. Se escribe tal como de ha desenvuelto en épocas pretéritas,
determinadas, fijas.
El historiógrafo ha de ser imparcial. No ha de juzgar con criterio apasionado. Ha de enfocar
sencillamente la personalidad física y moral de los hombres, con sus cualidades y defectos.
Y así los ha de copiar. Como retrata la fuente, en el cristal de sus aguas, los arbustos de la orilla.
Así procederemos nosotros.
Y tendremos ocasión de rectificar algunos errores; y no pocas apreciaciones injustas que aparecen en
la Monografía del Distrito de Urrao, escrita en el año de 1925.
Entretanto nos descubrimos en silencio ante la simpática figura, venerable, adusta, de don José de
Vargas.
El tiene la gloria de haber trabajado incansablemente hasta conseguir la creación de la parroquia de
San José de Urrao, que hoy cumple precisamente ciento treinta y tres años, cuatro meses de existencia.
Abril de 1934.
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TIEMPOS COLONIALES
En las postrimerías del siglo XVIII, siendo virrey de la Nueva Granada don José de Ezpeleta, y Obispo de
Popayán el ilustrísimo señor Velarde y Bustamante, vivían pacíficamente con la sencillez de las costumbres
coloniales, y en lo que entonces se llamaba generalmente “Sitio de San Juan de Urrao”, en el bello y
espacioso valle del Penderisco, unas cuatrocientas diez personas libres, que a la sazón se dedicaban al
laboreo de algunas minas, al trabajo de la tierra y a la ceba y engorde de ganados y cerdos en crecida
cantidad.
LA VICEPARROQUIA
Según se desprende de los documentos oficiales, que tenemos a la vista, fue por el año de 1791
cuando el Ilustrísimo señor Velarde, de paso para la ciudad de Antioquia y ocularmente impuesto de todo y
movido, de su natural piedad, erigió la Viceparroquia de San José de Urrao, proporcionándoles a los vecinos
un Coadjutor en la persona, del presbítero Manuel de Villa y Franco. Dicho sacerdote se presentaba
periódicamente, y llenadas las obligaciones de su cargo, regresaba a Sopetrán, lugar de su residencia.
El 6 de mayo de 1796, siendo Alcalde y Juez Pedáneo del lugar don Pedro Vallejos, firmaron todos los
vecinos del Valle, ante dicho funcionario, un acta especial en que le daban al señor Josef de Vargas,
Corregidor de Indios amparados en estas tierras, omnímodas facultades “para que en nombre de todos y
representando sus personas”, practicara las diligencias previas y conducentes a la erección del curato, con
señalamientos de linderos, para lo cual tendría que presentarse ante los Tribunales, así eclesiásticos como
seculares.
Como dato curioso y digno de apuntarse, que traduce con fidelidad los arraigados sentimientos
católicos de las gentes que vivían en aquellas remotas épocas, hemos anotar aquí, que para lograr la
creación de la nueva parroquia, cada vecino se obligaba a contribuir anualmente con seis tomines, para
ayudar así a la manutención del Cura, por el tiempo correspondiente. En verdad que la generosidad de
nuestros antepasados conforta el ánimo cristiano, y constituye de por sí una bella lección para las
generaciones que se levantan.
GESTIONES DE JOSEF DE VARGAS
En obedecimiento pues, del bien general de sus coterráneos, el señor Josef de Vargas inició con
entusiasmo las gestiones del caso ante el señor Vicario y Juez Eclesiástico de la ciudad de Antioquia, que lo
era entonces el presbítero doctor José Salvador Cano, para obtener la erección del partido de Urrao “en
beneficio curado”.
En el memorial que presentó el 14 de junio de 1796 pedía lo siguiente:
“1ª. Consentimiento del señor Cura de Antioquia para la desmembración de su curato y erección de la
parroquia de Urrao, con límites determinados.
“2o. Que se le admitiera la información de testigos juramentados, según derecho, para que declarasen
sobre los puntos que a continuación se anotan:
“a) Si saben y les consta que el sitio de Urrao dista de esta ciudad de Antioquia diez leguas o a lo
menos ocho.
“b) Si es verdad que las tierras del valle de Penderisco son fértiles y abundantes en frutos, ganados y
cerdos.
“c) Si es cierto que se han descubierto allí algunas minas ricas, cuyo laboreo redundará en provecho
del Real Erario.
“d) Si es verosímil que, posesionado Cura propio, se radiquen en dicho sitio algunas familias que por
este defecto no lo han hecho.
“e)Si dentro de la misma demarcación, como a una legua de distancia, es verdad que se hallan
amparados algunos indios chocoanos, los más de los cuales han sido catequizados y bautizados en aquella
capilla nueva.
“f) Si les consta que el Coadjutor que administra aquella Viceparroquia reside muy poco tiempo allí,
permaneciendo la mayor parte del año ausente, razón por la cual han muerto algunos sin los Santos
Sacramentos.
“g) Finalmente, si es posible que con las “obvenciones” que debe tributar el vecindario y con los
cincuenta mil maravedíes que ha de asignar la Real Caja por la administración de los indios, habrá renta
suficiente para mantener un Cura “con la decencia que requiere su estado”.
A renglón seguido exigía el señor Vargas, que una vez concluida la información, se le devolviera el
original “conforme a derecho y justicia, que es lo que solicito; y para conseguirlo juro en ánima mía y de mis
partes lo necesario”.
DECLARACIONES DE VARIOS TESTIGOS
Dos días después de presentada la solicitud anterior, compareció como testigo el señor Regidor de la
ciudad de Antioquia, don Juan Pablo Pérez de Rublas, a quien el señor Vicario recibió juramento “que hizo
según derecho por Dios Nuestro Señor y una señal de la Cruz”, contestando en seguida favorablemente al
interrogatorio insertado en la parte anterior. En el mismo sentido declararon los señores Aurelio Escobar,
Antonio Javier Ferreiro y el presbítero José Manuel Gutiérrez.
Así las cosas, y como en aquellos tiempos regía la famosa Ley del Vicepatronato Real, que requería el
consentimiento de las autoridades seculares para la creación de nuevas parroquias, el señor de Vargas se
dirigió en el mismo sentido al Gobernador de la Provincia señor don Manuel Felipe de Inciarte. En la solicitud
escrita de aquél, después de muchos considerandos y menuda exposición de motivos, decía lo siguiente:
“... En esta atención, V.M., se ha de servir, en virtud de la regalía que la piedad del rey Nuestro Señor
se ha dignado en concederos, prestar consentimiento para que el expresado sitio de Urrao se erija en
curato...”
EL CURA DE ANTIOQUIA DA SU CONSENTIMIENTO
El Escribano Público de número don Miguel de Palacios, pasó este expediente al señor Cura de
Antioquia, solicitándole que expusiera que si condescendía o no en desmembración del territorio de su
parroquia para crear la de Urrao. Obteniendo respuesta favorable, suscrita por el doctor José Salvador Cano,
el señor Gobernador de la Provincia, “usando de las regalías y facultades a él concedidas”, prestó el
consentimiento necesario para la erección de la Parroquia de San José de Urrao en documento fechado el 18
de julio de 1796.
NUEVAS GESTIONES
No se crea, con todo, que con el mero hecho de haber obtenido el “pase oficial fuera ya una realidad el
curato de este sitio. Para ello era preciso ponerse en comunicación directa con la Curia Eclesiástica de
Popayán, Diócesis a la cual pertenecía la Provincia de Antioquia, para obtener el correspondiente decreto de
erección canónica. Así lo hizo don Josef de Vargas, en agosto de 1796, ocurriendo al Ilustrísimo señor
Velarde y Bustamante, con todas las diligencias originales, con resultado adverso por el momento. Sucedió,
en efecto, que el señor Provisor y Vicario de aquella Diócesis, devolvió los pliegos al peticionario con el
reparo de “no haber suficiente congrua para el Cura, y que por tanto debía proporcionarse y asegurarse ésta
de algún modo”.
JOSEF DE VARGAS INSISTE
No desmayó por este motivo el señor Josef de Vargas, quien perseveró en sus propósitos
inquebrantablemente hasta el fin. Como era un varón de recio dinamismo, de esos raros ejemplares que
aprestigian la raza que demora en esta tierra de promisión, se dio nuevamente a la tarea de allanar
dificultades, solicitando nueva ayuda de los Poderes Civiles.
Fue pues en enero de 1799 cuando volvió a la carga con un nuevo memorial dirigido a don Víctor
Salcedo, que gobernaba a la sazón la Provincia de Antioquia. En él ponía de manifiesto el señor de Vargas el
singular beneficio que recibiría el Erario Real con la creación de la nueva parroquia, y le suplicaba el favor de
asignar a los Curas de Urrao, desde que tomaran posesión, “los cincuenta mil maravadíes que por reales
disposiciones estaban señalados a los beneficios de tal naturaleza”.
ALTERNATIVAS Y TRIUNFO
No es el caso apuntar aquí las prolongadas diligencias que se siguieron a la solicitud. Bástenos decir
que el expediente del señor de Vargas estuvo largo tiempo en manos del Vicario, doctor José Félix Mejía, de
los Oficiales Reales y del Superintendente Eclesiástico de Medellín, para que informaran al respecto.
Finalmente, el 5 de junio de 1800, por decreto emanado de la Gobernación de la Provincia, y suscrito
por don Víctor de Salcedo, se le asignaron al Cura de Urrao los cincuenta mil Maravadíes en cuestión, que
deberían tomarse de las Cajas Reales de la ciudad de Antioquia, para que aquél no se distrajera en otros
negocios ajenos a su ministerio, por falta de auxilios para su decoroso sustento.
FECHA DE LA ERECCION
Desgraciadamente no hemos podido encontrar datos precisos acerca de la fecha en que fue decretada
la erección canónica de la parroquia, por haberse extraviado el documento oficial. Pero si sabemos con
certeza que el primer Cura de Urrao fue el presbítero Vicente Mauricio de Lora, quien comenzó sus labores
espirituales y administrativas el 1° de enero de 1802, como se desprende claramente de la partida que
encabeza el primer libro de bautismos.
PRESBITERO DOCTOR VICENTE MAURICIO DE LORA
Este sacerdote es importante en los anales eclesiásticos de la parroquia de Urrao, por haber sido el
primer Cura propio durante diez y ocho años.
Nació en la blasonada ciudad de Robledo, y fueron sus padres don Vicente Javier de Lora y doña Camila
Lotero. Hizo sus estudios privadamente con el presbítero doctor don Agustín de Salazar, y a su lado
aprendió latín, historia, filosofía y teología. Recibió la ordenación sacerdotal en la Catedral de Popayán, de
manos del Ilustrísimo doctor don Angel Velarde y Bustamante, el 23 de diciembre de 1789.
“Fue un eclesiástico muy recomendable por su ilustración, prudencia y celo religioso. Decidido
partidario de la causa de la Independencia, llevó su entusiasmo a grado tal, que personalmente ayudaba a
disciplinar las milicias, para lo cual contaba con envidiables disposiciones para la esgrima”. (Centro de
Historia de la Ciudad de Antioquia)
A fines de 1810 hizo renuncia del beneficio de Urrao, como consta por el siguiente documento, que
transcribimos a la letra para deleite de nuestros lectores. Dice así:
“Nós el doctor don Mariano Pérez de Valencia, presbítero y Catedrático y Provisor Fiscal del Obispado
de Popayán, hacemos saber al doctor Alberto Maria de la Calle, presbítero Vicario, Superintendente de la
Provincia de Antioquia, como ante Nós se presentó el presbítero Vicente Mauricio de Lora, Cura del Valle de
Urrao, por medio de su apoderado, con un escrito a que acompañó varios documentos justificativos de las
causas que le asisten para hacer renuncia del expresado curato; y vistos detenidamente, tuvimos a bien de
admitirle la renuncia.
“Popayán, Enero 9 de 1811.”
Los motivos que alegaba el presbítero Lora para retirarse a la vida privada eran, entre otros y como él
mismo lo dice, su “enorme corporatura y grosedad”, que le impedían moverse de un lugar a otro y la
consiguiente dificultad en que se encontraba para administrar la parroquia. Admitida la renuncia, se fijaron
los edictos ofreciendo el curato por medio de concurso. Entonces se opusieron varios sacerdotes de
prestancia, entre otros los presbíteros José de la Cruz García, Cecilio Salazar y José María de Lara, éste último
hijo de Nicolás Lara y Josefa Velásquez, el cual apenas estaba terminando los estudios eclesiásticos.
Examinados los candidatos, el señor Vicario propuso la terna legal acostumbrada entonces, saliendo
favorecido el joven Lara, quien se abstuvo de tomar posesión del beneficio, no sabemos por qué motivo.
Esta fue la causa por la cual tuvo que continuar en su puesto el Padre Mauricio, hasta el año de 1819, fecha
en la cual de trasladó a la ciudad de su nacimiento, en donde fue sucesivamente Vicario Foráneo y
Examinador Sinodal del Obispado, hasta marzo de 1830, época de su muerte.
A partir de 1819, estuvieron al frente de la parroquia, como interinos, los presbíteros José Eustaquio
Herrón, y Felipe Montes, de los cuales no hemos podido recoger ningún dato biográfico que merezca la pena.
PRESBITERO ANGEL JOSE MONTOYA
Fue el primer sacerdote nacido en esta parroquia el 15 de marzo de 1779 y recibió el bautismo de
manos del entonces Coadjutor presbítero don Manuel de Villa y Franco. Don José Faustino Montoya y doña
Manuela Holguín fueron sus cristianos genitores, chapados a la antigua usanza.
Hizo sus estudios particularmente con el presbítero doctor don José Miguel de la Calle y fue ordenado
sacerdote en Popayán por el Ilustrísimo señor don Juan Salvador Jiménez de Enciso el 18 de septiembre de
1825.
El 28 de febrero del año siguiente recibió el nombramiento de Cura propio de su tierra natal, cargo que
desempeñó hasta su muerte.
Construyó la primera capilla de este vecindario en el costado occidental de la plaza actual y en el
preciso que hoy se levanta la casa de habitación de la señora Carmen Gutiérrez viuda de White.
Rebuscando en los inventarios antiguos, hemos encontrado la siguiente descripción de la primera
capilla:
“La iglesia dice, está construida en tapias, tiene techos de tejas de barro y frontis de cal y piedras. El
pavimento es de ladrillos; mide cuarenta varas de longitud por diez y seis de ancho. Tiene tres naves, dos
sacristías regularmente amplias, tres puertas grandes, la mayor de las cuales lleva cerraduras de chapa y
picaporte... El altar del centro, fabricado de madera de comino, presenta dos cuerpos distintos con seis
columnas. El de Nuestra Señora del Carmen es de calicanto.”
El cementerio, en el mismo pintoresco y bello lugar que hoy ocupa, es también obra de este benemérito
sacerdote, lo mismo que la capilla que antes se levantaba graciosa y esbelta, en medio de aquél. Dicho
edificio fue demolido hace pocos años, para colocar en su lugar un kiosko de estilo moderno y de acuerdo
con planos científicos, según lo merece la belleza y topografía especial del lugar santo.
Merece singular elogio el Padre Montoya por la hermosa labor cívica de que fue alma en aquellos
lejanos tiempos, fomentando con entusiasmo patriótico la agricultura y la ganadería en estos campos de
esmeralda. El mismo dio a sus feligreses el más vivo ejemplo de civismo, adquiriendo algunas propiedades
rurales, en las que estableció regulares dehesas, que sirvieron de norma a los habitantes del valle.
Su trabajo en este particular, no fue estéril; y quizá no sea aventurado decir que el Municipio de Urrao
es en la hora presente uno de los más importantes en la industria agrícola y pecuaria, debido en gran parte a
la propaganda inicial, continuada e intensa, del presbítero Montoya.
“En los últimos días de su vida administró su feligresía por medio de Excusadores, entre los cuales
figura el virtuoso sacerdote presbítero don Bernabé González.”
“Murió en su parroquia en el ósculo del Señor, después de haber sido Cura propio durante cuarenta y
cuatro años, el día 1° de agosto de 1870, a consecuencia de una caída. Le hizo el entierro el señor Cura de
Antioquia presbítero don Domingo Antonio Angarita.” (Centro de Historia).
PRESBITERO CIRO PELAEZ
Nació en Belén el 30 de diciembre de 18409. Hijo legítimo de don Rafael Peláez y doña Francisca
Franco, recibió las órdenes sagradas en Bogotá de manos de Ilustrísimo señor Herrán, el 19 de marzo de
1866.
Después de haber trabajado en Caldas por el espacio de cinco años consecutivos, fue promovido a la
parroquia de Urrao, en donde ejerció la cura de almas diez y seis meses, muy poco tiempo en verdad, pero lo
suficiente para hacer mucho bien cuando se tiene celo verdadero por la salvación de las almas y la gloria de
Dios. “Fue muy buen Cura, escribe un compañero suyo, enérgico y cumplidor con sus deberes. En Urrao
reconcilió familias enemistadas, mejoró el templo notablemente e hizo terminar malas diversiones,
moralizando la parroquia,” Habiendo recibido nombramiento para el Curato de Fredonia, en septiembre de
1973, actuaron como interinos sucesivamente los presbíteros Mauricio Mejía, Francisco González y Evaristo
Uribe.
PRESBITERO PEDRO C. VALENZUELA
Este distinguido eclesiástico, gloria del clero antioqueño y Canónigo de la Catedral, se hizo cargo de
este beneficio en enero de 1877.
Nació en la ilustre ciudad de Antioquia, madre de tantos varones distinguidos, el 19 de mayo de 1844.
Habiendo comenzado sus estudios eclesiásticos en el histórico Colegio de San Fernando, bajo el brillante
pontificado del señor Gómez Plata, hubo de terminarlos en el Seminario de Medellín, en donde recibió
lecciones de preclaros maestros y tuvo el honor de cultivar amistades tan distinguidas como “la de ese
varón, justo y verdadero sabio, ex Presidente de la República, don Marco Fidel Suárez”.
El 24 de septiembre recibió la ordenación sacerdotal de manos del Ilustrísimo señor Jiménez y después
de haber prestado sus servicios en distintas parroquias, hizo permuta formal del curato de Buriticá, que
había obtenido en concurso, por el de Urrao. Aquí residió poco tiempo, hasta Pascua del año 77 “en que sin
renunciar el curato, regresó a Antioquia, donde su presencia era muy deseada por sus superiores, tanto más
cuanto que ya el horizonte comenzaba a ennegrecerse y se oían lejanos estallidos como presagios de su
próxima tempestad. Dejó su curato encomendado a Excusadores que lo fueron los presbíteros Evaristo
Uribe, Magno L. Lozano, José J. Quiceno, Francisco A. Zapata y otros.” (Revista Eclesiástica, año VII, serie XI,
Números 124 y siguientes).
En el año 79 fue levantado a la dignidad de Canónigo de Merced en el venerable Capítulo Catedral de
Antioquia, por muerte del señor Canónigo Lino Garro. Más tarde, como el señor Rodríguez quisiera
nombrarlo Vicario General y Deán del Capítulo, todo su empeño se estrelló contra la resistencia del candidato,
que amaba particularmente aquella sentencia de la Imitación: “Ama nesciri et pro nihilo reputari”. La
humildad fue su virtud predilecta.
PRESBITERO FELIX A. MORENO
Este sacerdote era originario del pueblo de San Cristóbal en el Municipio de Medellín. Trabajó
incansablemente en distintas poblaciones de la Diócesis de Antioquia, siempre con entusiasmo y acendrado
espíritu evangélico. Su predicación, agradable y bella por la forma, era al propio tiempo interesante por los
conceptos. Escribía con relativa facilidad y colaboró mucho tiempo en El Monitor, periódico oficial del
Obispado entonces.
Nombrado Cura propio de Urrao, administró el beneficio por medio de Excusadores, que lo fueron
sucesivamente los presbíteros Manuel David Toro, pariente muy cercano al Excelentísimo señor Toro, Obispo
actual de las Diócesis Unidas de Antioquia y Jericó, e Idelfonso Tirado, hijo muy ilustre de la tierra urraeña, en
cuya vida nos ocuparemos en breve.
Es famoso el Padre Moreno en la historia local, por haber colocado la primera piedra del templo que
hoy se levanta majestuoso en el costado sur de la plaza. La determinación de llevar a efecto esta obra, que
se imponía seriamente por causa de la estrechez e incomodidad de la capilla antigua, dio margen a una
división entre los vecinos. Unos querían que se construyera el nuevo templo en el barrio denominado de la
Mesa; otros deseaban verlo en el lugar que hoy se encuentra. Como el Padre Moreno se contaba entre los
partidarios del último proyecto, se valió entonces de una estratagema ingeniosa para hacer inclinar la
balanza de la opinión pública hacia el lado de sus preferencias. “Construyó- dice el señor Angel J. Madriddos banderolas y puso para cada una un conductor, a fin de que la que tuviera mayor séquito indicara el
lugar donde debería levantarse la iglesia; pero como a la que debía ir al punto deseado por él la acompañó
de música y a la otra no, claro que el pueblo, que por naturaleza se inclina hacia donde haya mayor
aparato... guiado únicamente por el instinto de novelería, rodeó naturalmente a la que merecía el apoyo del
referido sacerdote.” Allí se echaron entonces los fundamentos del nuevo templo, en predio regalado por el
señor José Rivera, según informaciones particulares.
El Padre Moreno fue un propulsor admirable de la agricultura en este suelo; introdujo semillas nuevas
en gran cantidad e hizo una campaña fervorosa desde la cátedra sagrada en favor del cultivo de las tierras,
suministrando a sus feligreses las instrucciones del caso para la conveniente selección de los granos, con
efectiva ganancia en la cantidad y calidad de los frutos.
PRESBITERO ILDEFONSO TIRADO
Vio la primera luz en este valle delicioso, junto a las márgenes del Penderisco, el 23 de enero de 1860,
y fueron sus padres Liborio Tirado y Josefa Guzmán, humildes por la cuna, pero selectos a los ojos de Dios
por la pureza de sus costumbres cristianas. Inclinado al sacerdocio desde edad temprana, y careciendo en
absoluto de recursos pecuniarios para iniciar los estudios eclesiásticos, entregóse de lleno al cultivo de la
tierra.
La divina voz que lo convidaba al santuario no dejó sin recompensa merecida aquel acto de abnegación
y sacrificio. Años más tarde le cupo la dicha incomparable de llamar a las puertas del viejo Seminario en la
ciudad de Antioquia. En sus claustros venerables aprendió humanidades, no sin sentir muy hondo los rigores
de la mayor pobreza. Pero entonces mostró el joven Tirado “lo que puede un hombre” cuando se trata de
lograr un fin, ¡un ideal soñado! Contra viento y marea completó su formación literaria y, hechos con lucimiento
los estudios de Teología y Cánones, recibió con ternura indecible la unción sacerdotal en el año de 1885, de
manos del señor Jesús María Rodríguez, que le profesaba singular aprecio.
Entendemos que fue destinado inmediatamente por el superior eclesiástico a trabajar en esta
parroquia, como Excusador del Padre Moreno, que era el Cura propio. Durante los dos años que vivió en
esta feligresía, rodeado de sus conocidos y amigos de la infancia, desarrolló el presbítero Tirado una muy
hermosa labor evangélica, que se hizo sentir profundamente en el vecindario, máxime por el esplendor
inusitado que supo comunicarle al culto divino y por los inimitables ejemplos de humildad y sencillez
sacerdotal de que dio frecuentes muestras.
En 1886 salió de su tierra natal para servir sucesivamente los curatos de Concordia y Antioquia, ciudad
ésta última que lo contempló distinguido con la dignidad de Canónigo de Merced, por voluntad del Ilustrísimo
señor Rueda. Días después siguió para Yarumal, con el carácter de Cura, hasta los últimos del siglo pasado,
época en la cual volvió a ocupar su puesto de distinción en el Capítulo Catedral, que aprestigió con sus
virtudes hasta febrero de 1930. Entonces se retiró definitivamente a la vida privada en la simpática
población de Bello, preparándose en la oración y el recogimiento a la muerte, que puso fin a su preciosa
existencia el 21 de julio del año pasado.
Como buen hijo de Urrao le hizo donación al templo parroquial de una magnífica campana, que
recuerda a los fieles su memoria.
PRESBITERO JESUS MARIA BOTERO
En el año de 1891 llegó a esta parroquia el sacerdote cuyo nombre encabeza estas líneas. Fue un
verdadero apóstol de Jesús en sus diversas actuaciones al frente de este beneficio por cuyo adelanto en
todos los sectores laboró incansablemente. Predicador de admirables dotes oratorias, vapuló con energía
apostólica los vicios de sus feligreses. Escritor atildado, brillante y correcto, colaboró eficazmente en el
periódico diocesano. Amante como ninguno de la disciplina eclesiástica, defendió con intrepidez admirable
las leyes canónicas, entonces despreciadas. Verdad que esta actitud suya levantada le creó muchos
enemigos, como sucede ahora en casos semejantes. Más en septiembre de 1895, los señores Juan Pablo
Cartagena, Salustiano Vélez, José Antonio Gómez, Nemesio Madrid, Rubén Restrepo, Anacaleto Vélez y otros
muchos individuos de prestancia reconocieron bellamente los positivos méritos del Padre Botero en una nota
de protesta enviada al Ilustrísimo señor Obispo de la Diócesis. En ella le decían, entre otras cosas, lo
siguiente:
“Los suscritos vecinos del Municipio de Urrao... reconocemos las prendas que caracterizan al señor
presbítero doctor Jesús María Botero R. Como sacerdotes verdaderamente evangélico, pues es digno de
elogio por su actividad y celo en el desempeño de su ministerio, y por la manera enérgica como combate
desde la cátedra sagrada los vicios de su feligresía y enseña el camino de la virtud y del deber”.
En el orden material hizo muchísimo el Padre Botero, a pesar de los obstáculos que frecuentemente le
salían al paso. Fue el primer sacerdote que pensó seriamente en la fundación de un hospital de caridad para
los enfermos y desvalidos, que tantos favores recibieron de sus manos. Asesorado de la señora Domitila
Larrea de G. y de algunos vecinos humanitarios, se dio a la tarea de construir un edificio con dicho fin en
espacioso solar situado en el costado norte de la plaza y donado generosamente por los señores Leonidas y
Juan de la C. Restrepo. La obra desgraciadamente no se llevó a término; y deploramos no haber podido
saber los motivos que determinaron la suspensión de los trabajos en tal edificio cuando ya estaban
enrasadas las tapias, y su conversión más adelante en casa cural, servicio que presta todavía con buenas
condiciones de higiene y amplitud.
Antes de terminar el recuento de las actividades del Padre Botero en esta parroquia, es forzoso decir,
en honor a la verdad y a la justicia, y para honra del clero antioqueño, que este levita fue un entusiasta
abanderado del progreso agrícola en esta región. A él le tocó en efecto continuar la labor de propaganda,
iniciada en buena hora por el Padre Moreno, en pro del cultivo de la tierra. De sus labios aprendieron los
urraeños muchos procedimientos empíricos y eficaces sobre la manera de cultivar la caña de azúcar y
elaborarla sencillamente con el mínimo de costo y el máximo de rendimiento.
PRESBITERO JOSE MARIA NILO HINCAPIE
Nació en el Peñol el 3 de octubre de 1844. Hijo legítimo de Nepomuceno Hincapié Marta Escobar,
empezó sus estudios literarios en el Colegio de Marinilla, terminándolos después lúcidamente en el de
Medellín, que dirigía por entonces el famoso Padre Sebastián Emilio Restrepo.
Ordenado sacerdote por el señor Arbeláez en Bogotá, vino a trabajar abnegadamente en varios lugares
de la Diócesis “a contentamiento de los prelados y de los vecindarios.” Que tuvieron la ocasión de admirar en
él su ilustración consumada en todas las ciencias y el fino tacto con que supo gobernar los pueblos.
Mucho le debe la parroquia de Urrao al presbítero Hincapié, sobre todo por la actividad singular que
desplegó por el adelanto de los trabajos del nuevo templo, empezado años atrás. Ya en julio de 1896
recibió una carta laudatoria del Ilustrísimo señor Rueda, en que le decía lo siguiente:
“Muy satisfactorio nos ha sido la lectura de los documentos que forman la correspondencia última de
usted para Nós... Aguardamos que usted, con su genial diplomacia, levantará esa parroquia y la empujará
por las sendas del progreso moral.”
Efectivamente al poco tiempo logró formar la primera Junta Constructora de la iglesia parroquial, con los
siguientes miembros: Presidente, el señor Cura; Tesorero, don José María Vélez; y miembro adjunto, don
Epifanio Arroyave. “Usted, señor Cura, le decía en esta ocasión el Prelado Diocesano, citará y notificará a los
señores nombrados quienes, no dudamos aceptarán este encargo, porque hijos o vecinos de esa parroquia,
su suerte les interesa.”
Dos años más o menos estuvo en este curato el Padre Nilo, y en septiembre de 1807 se retiró
definitivamente, dejando como Excusador al presbítero José Lisandro Valderrama, quien administró la
parroquia largo tiempo, hasta la llegada del padre González, en los primeros meses del siglo que vivimos.
PRESBITERO JOSE MARIA GONZALEZ
En la ciudad de Guatemala, fundada por don Pedro de Alvarado, se meció la cuna del niño José María,
hijo de don Félix y Juana María González Guevy, de buena cepa española y cristianos de arraigadas
convicciones. “En medio de las oscilaciones producidas por los volcanes de agua y fuego y arrullado por las
cristalinas aguas del río Pensativo, creció el niño hasta la edad competente para empezar sus estudios.”
(Víctor M. Orozco).
No sabemos a punto fijo cuando recibió el Padre González la ordenación sacerdotal. Nos consta si que
ingresó desde muy joven en la benemérita Compañía de Jesús, en cuyo seno vivió hasta que fueron
desterrados sus miembros por el casi dictador Manuel Cabrera.
Colombia, en donde ya se pretendía la Regeneración, abrió sus puertas a los desgraciados religiosos,
entre los cuales llegó el Padre González, quién, después de haber tocado en Bogotá, resolvió establecerse
en Antioquia, la hospitalaria ciudad de Robledo, cuyo prelado, el Ilustrísimo señor Rodríguez, de grato
recuerdo, lo recibió con los brazos abiertos. El conocía en efecto las cualidades brillantes cualidades
mentales del ilustre proscrito y, sobre todo, sus acendrados virtudes sacerdotales. El señor Canónigo doctor
Esteban J. Cardona, que conoció muy de cerca al presbítero González, escribió de él:
“No bien llegó, desplegó su ardiente y apostólico celo por la gloria de Dios y bien de las almas, ya en el
confesionario, ya en la predicación, o dando ejercicios espirituales a los diversos gremios de la sociedad
antioqueña, cuyos miembros le escuchaban con interés y admiración, porque era un sabio y un teólogo
consumado, y tan humilde, que nunca hizo ostentación de su verdadera y recta erudición en todas las
ciencias, así profanas como eclesiásticas.”
Tal fue el sacerdote que llegó como Cura a esta parroquia en octubre de 1901, después de haber
hecho premura formal y canónica de su beneficio de Cañasgordas por el de Urrao, con el presbítero Nilo
Hincapié. Se puede asegurar que entonces comenzó la Edad de Oro para esta feligresía, en el orden cívico,
moral y espiritual. Fue sin duda la época de lo que pudiéramos llamar sin paradoja “regeneración de
costumbres y acercamiento a Dios”.
En abril de 1908 organizó en efecto el Padre González, exclusivamente para hombres, unos famosos
ejercicios espirituales, que se prolongaron por un mes, dejando profunda huella en la sociedad urraeña;
tanto, que todavía se siente su influjo bienhechor, a pesar del tiempo transcurrido.
“Dios se ha dignado bendecir superabundantemente la labor evangélica de los Padres Muñoz y García,
S.J., en este pueblo, escribía entonces alguno. El fervor de los ejercitantes no sólo se conserva sino que
crece... La comunión mensual de hombres es ordinariamente de 2.000; la de septiembre subió a 4.000 con
los ejercitantes.”
Hay un hecho de máxima importancia en la administración del Padre González: nos referimos a la
solemne inauguración del nuevo templo y traslación a él del Santísimo Sacramento desde la antigua capilla,
que fue destruida pocos días después y utilizados sus materiales en la fábrica de la nueva iglesia. Gran
procesión eucarística, misa solemne, sermón alusivo al acto y Te Deum en acción de gracias, fueron las
funciones religiosas que solemnizaron aquella fecha clásica en la historia local.
Nos haríamos interminables si habláramos sobre las varias obras sociales y de culto que fundó el
anciano jesuita en la parroquia y que bastan de por sí para que el pueblo lo recuerde con cariño y
veneración.
Mencionaremos tan sólo a la sociedad de Temperancia y la Adoración Nocturna. “La
temperancia es tal, escribía él mismo después, que no se ha visto un urraeño borracho; y los forasteros que
se embriagan, son despreciados. Tal vez algunos tomarán furtivamente, pero es lo cierto que no se ha visto
un caso de embriaguez en alguno del pueblo. Son tantos los que se han alistado en la Adoración Nocturna,
continuaba, que he tenido que duplicar los coros, 24 en vez de 12; y el templo está lleno de hombres
durante toda la noche, del primer jueves al primer viernes de cada mes... Cierto que hay mucha labor; pero,
al palpar el fruto, se trabaja con gusto.”
Algo más de doce años consecutivos estuvo ilustre hijo de Guatemala haciendo el bien entre nosotros.
En todo este tiempo tuvo como Vicario Cooperadores, sucesivamente, a los distinguidos sacerdotes
presbíteros Luis María Vásquez, Andrés Mejía y Clímaco Antonio Lopera, todos ellos eclesiásticos ilustres en
la actualidad.
Al último de los mencionados le cupo la gloria de realizar el sueño dorado del Padre Botero: el primer
hospital de caridad, que funcionó pobre y modestamente en la casa que hoy es propiedad de don Dimas
Navarro. El mismo Padre Lopera, caritativo, abnegado y desprendido hasta el sacrificio, lo administraba
directamente con los escasos recursos de su bolsillo y con las limosnas de los fieles. La señora Mercedes
Rivera fue la primera enfermera que estuvo entonces al frente del hospital, ayudada eficazmente en sus
labores por las Eudistinas, grupo de señoras humanitarias que se turnaban a la cabecera de los enfermos.
Para terminar diremos que el Padre González, “era alto de cuerpo y de constitución delgada, tez
blanca, ojos negros, frente espaciosa, nariz recta y boca proporcionada”. En vista de que el clima de esta
población no le aprovechaba, el Ilustrísimo Obispo de la Diócesis lo destinó para Capellán de las Reverendas
Hermanas de la Presentación, de Támesis, ciudad en donde murió como un santo el 8 de enero de 1917,
pobre y sencillo como había vivido y de acuerdo con el voto de pobreza evangélica que había formulado en el
seno de la Compañía de Jesús.
PRESBITERO JUAN DE J. ARROYAVE
Bajo el clarísimo cielo de Santa Rosa de Osos, la ciudad norteña “de panoramas abiertos, como un
horizonte marino”, vio la primera luz el presbítero Juan de J. Arroyave, modelo de sacerdotes, honra del clero
antioqueño y propugnador admirable de los fueros eclesiásticos.
Hechos sus primeros estudios en la ciudad de la altiplanicie, genitora de varones ilustres en el
gobierno y en las artes, como Pedro Justo Berrío y Marco Tobón Mejía, se trasladó en seguida al Seminario
de Antioquia, en donde ilustró su mente y forjó su corazón para las lides del sacerdocio, que recibió a
principios de siglo.
Cura de Antioquia, Yarumal y Donmatías, vino por fin a trabajar en esta parroquia, asesorado del joven
sacerdote Tobías Arboleda, su abnegado Coadjutor, de quien se guardan muy gratos recuerdos en esta tierra
por lo acendrado de sus virtudes levíticas.
Desde que llegó a este curato no pensó en otra cosa que en la terminación del templo, cuyas naves
laterales elevó a costa de grandes sacrificios. En el archivo parroquial hizo grandes reformas, empastando
libros, legajando papeles, separando comunicaciones y, sobre todo, haciendo construir un magnífico mueble,
para conservar los libros y documentos con decencia y seguridad.
Organizó también el culto divino y las diversas congregaciones piadosas, alma y vida de las parroquias
cristianas. Para lograr este fin constituyó nuevas Juntas Directivas, explicó reglamentos, abrió libros de
cuentas y controló la inversión de fondos, todo lo hizo con pulcritud admirable como guardián celosísimo del
santuario.
Predicó mucho, si se quiere en abundancia, penetrado como estaba de su gran responsabilidad como
cura de almas. Con su palabra incisiva, llena de unción y penetrante, fustigó valerosamente los vicios y clamó
repetidas veces, con energía apostólica, en contra de la perversidad de costumbres en sus diversas
manifestaciones. Cierto que con ello se ganó la animadversión implacable de ciertos elementos dañados,
eternos enemigos del sacerdote, pero en cambio quedaron en su alma los infinitos consuelos del deber
cumplido.
El Padre Arroyave estuvo al frente de esta parroquia hasta mayo de 1915. Años más tarde le cupo la
honra de ser el primer Rector del Seminario de Misiones de Yarumal, y en la fecha presente desempeña con
lucimiento y competencia el oficio de catedrático en aquel establecimiento famoso, gloria purísima del
Excelentísimo señor Builes su fundador y el primero en su clase en tierras de la América Latina.
PRESBITERO EFRAIM GOMEZ V.
Este distinguido levita, originario de la población de Angostura en el norte del Departamento, recibió la
ordenación sacerdotal en la Catedral de Antioquia, después de haber cursado Humanidades y Ciencias
Eclesiásticas en esta meritísima ciudad.
El 16 de junio de 1915 se posesionó del beneficio de Urrao como Cura interino, cargo que desempeñó
a satisfacción por el espacio de quince meses. Grande fue el interés que tomó el Padre Gómez por el
establecimiento y fundación de un colegio para señoritas en esta ciudad del Penderisco, y que fuera
regentado por religiosas, para darles así mayor estabilidad y carácter de seriedad. De acuerdo pues con el
honorable caballero señor don Eugenio Arroyave, que con tal fin había construido un edificio “el más
higiénico, pedagógico y espacioso que existe en toda la Provincia”, según concepto del ilustre historiógrafo
don Julio César García, solicitó el Padre Gómez, repetidas veces, la venida de las Reverendas Hermanas
Terciarias capuchinas, que a la sazón acababan de establecer en Yarumal su casa –noviciado. Entonces fue
cuando se presentó en la ciudad el distinguido sacerdote español presbítero José Piqueras, benemérito
protector y propulsor de la Orden Capuchina en Colombia, con el objeto de enterarse personalmente de las
condiciones en que habrían de venir las religiosas e inspeccionar de visu el edificio ofrecido para el colegio.
En tal virtud, y como el señor Arroyave se comprometiera por documento público a suministrar el local
por tiempo indefinido, de manera espontánea y generosa, entregándolo perfectamente amueblado y con todo
lo necesario para un plantel de segunda enseñanza, llegaron a Urrao las primeras Hermanas, en julio de
1916. Entonces comenzó a funcionar el Colegio de la Sagrada Familia en agosto del mismo año, bajo la
dirección admirable de la Madre fundadora, sor Elena de Barranquilla, con tan buena acogida por parte de la
sociedad urraeña y con tal incremento, que hoy día constituye la gloria más pura de la ciudad.
Por sus claustros venerables, espaciosos y magníficos, llenos de luz y de encanto, han desfilado un
sinnúmero de religiosas ilustres, institutoras de renombre, excelentes por la cultura de la mente, admirables
por la bondad del corazón. Aquí recordamos con singular complacencia, la figura insinuante de la Madre
Pilar de Jesús, excelsa educadora de juventudes, que dejó tras sí una huella luminosa de cultura, de civismo y
de virtud aquilatada, que el tiempo venidero no podrá borrar.
En los diez y ocho años que lleva el colegio de existencia, son falange numerosa y brillante las
señoritas, hijas de Urrao, que han hecho acopio de sabiduría en sus aulas. Allí, como abejas laboriosas, han
chupado la miel de las ciencias humanas y divinas, para esparcirla después, cual semilla milagrosa, ya en el
jardín de las escuelas rurales, ya en el secreto de los hogares domésticos. Así es también como se ha venido
realizando el prodigio de la transformación social, moral y religiosa de la parroquia de Urrao.
Dada la importancia del plantel, la Asamblea de 1923 aumentó a $100 la subvención de $30 que antes
le asignaba. Actualmente el colegio carece de ayuda municipal, y sin embargo se sostiene providencialmente
con un crecido número de alumnas, muchas de las cuales reciben educación gratuita y eficaz. Siempre ha
existido un internado en el establecimiento, con regular asistencia de alumnas, muchas de las cuales acuden
a él desde los pueblos vecinos.
Para terminar la noticia biográfica del presbítero Efraím Gómez hemos de anotar que se distinguió “por
su espíritu de humildad, obediencia y paciencia en las adversidades, virtudes de que nos legó hermosos
ejemplos”. Nosotros lo conocimos personalmente y tuvimos la ocasión de admirar sus dotes artísticas de
poeta sentido, original y castizo, de músico cultivado y de calígrafo insuperable.
El 3 de enero de 1922 rindió su alma al Creador en la población de Copacabana, a la edad de cincuenta
años.
PRESBITERO MANUEL ANTONIO CORREA P.
Bajo la corta administración eclesiástica de este sacerdote, celoso trabajador, natural de Ituango y
ordenado en 1912, tuvo lugar en la parroquia la instalación del “Voto Perpetuo”, cuya benéfica influencia se
siente todavía.
Un selecto número de señoras y caballeros hicieron efectivamente voto solemne, ante la Divina
Majestad expuesta, de celebrar con pompa y magnificencia todos los años, a perpetuidad, la fiesta clásica
del Sacratísimo Corazón de Jesús, el viernes siguiente a la Octava del Corpus Christi. Esto sucedió el 7 de
junio de 1918, quedando como constancia escrita un acta de instalación, firmada por todos los que
concurrieron al acto de manera fervorosa y espontánea.
PRESBITERO CEFERINO CRESPO Y GARCIA
“Desde el 23 de agosto de 1918, dice el señor Antonio J. Arango, tuvo el pueblo urraeño la fortuna
incomparable de ser guiado por uno de esos sacerdotes que con el corazón por lábaro, logran el triunfo
estruendoso de Cristo humilde y bueno contra la soberbia impía de los Césares paganos”.
Acariciadas por las brisas que soplan dulcemente en la castellana ciudad de Segovia, España, se meció
con encantadores vaivenes la cuna del Padre Crespo y García el 26 de agosto de 1877. Sus ilustres
genitores eran almas profundamente religiosas: “Crespo, por su padre don Ruperto, García por su madre
doña Brígida... fue nobilísimo en sus actos, hidalgo y soñador prudente, campeón de la verdad religiosa,
enemigo implacable del error, pero amigo cariñosos de los pecadores”, escribe de él persona que lo conoció
íntimamente.
Desde muy temprana edad se enamoró con fuerza irresistible del “sacrificio”, y escuchó dentro de su
corazón las palabras del Maestro. “Si quis vult post me venite... Si alguno quiere venir en pos de mí,
reniéguese así mismo”. Entonces llamó a las puertas del Seminario de su ciudad natal, que se le abrieron
amorosamente:
“Su espíritu selecto le hizo elegir el sacerdocio, escribe Antonio J. Arango, no para librarse del peso
asfixiante de una familia, sino para tener como hijos a todos los moradores de los continentes; no con fines
lucrativos, pues era rico, y de los pocos millonarios generosos”.
Devorado por el celo de la gloria de Dios y la salvación de las almas, sin recibir aún la unción
sacerdotal, tiende su mirada escrutadora por la redondez de la tierra y lo cautiva la belleza de nuestra
América Latina, “en donde la mies era abundante y el trabajador incansable”. En febrero de 1899, dejando
atrás hogar, familia y patria, un buque lo traslada a las playas de la nación azteca. Una vez en Méjico,
corona sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Jalapa, y dos años más tarde recibe la unción
sacerdotal. El Excelentísimo señor doctor Joaquín Arcadio Pegaza lo nombra Cura de almas, y pasa a
regentar, una después de otra, las parroquias de Alvarado y Actopán. Por el espacio de catorce años riega
la semilla del Evangelio en la tierra sagrada de Moctezuma. Pero de pronto comienzan a soplar recios
vientos huracanados de persecución religiosa; oscuros nubarrones, preñados de relámpagos siniestros, se
muestran en el horizonte... y presto de desata la tormenta implacable sobre la desgraciada nación de Hidalgo
y de Morelos. El impío Venustiano Carranza firma un decreto de expulsión para el clero, y al Padre Crespo y
García no le queda otro camino que el de emigrar a tierras desconocidas, como la golondrina cuando se
acerca el invierno. Empuña pues el bastón del peregrino y llega a las playas de Colombia, en donde se le
recibe con los brazos abiertos.
Incorporado en la Diócesis de Antioquia y Jericó, va a Jardín como Coadjutor, poco después pasa al
curato de Bolívar y de allí al de Amalfí, en la Diócesis de Santa Rosa de Osos “La legendaria ciudad de
Antioquia, fragua que ha templado muchos varones ilustres, le tuvo como Párroco, pero pocos días, que no
bastaron a la compenetración precisa entre rebaño y pastor. Urrao tuvo la suerte de fijarle residencia en
esta América; un designio feliz del que dicta las leyes para el átomo y los soles, nos dio ese tesoro
inestimable”.
Recontar las labores realizadas por el Padre Crespo en los doce años que vivió con nosotros sería
tarea interminable. “Su obra moral ni tiene rivales ni tendrá continuadores”. Sus primeras palabras en la
cátedra sagrada son la concreción admirable de todo un programa de acción:
“Los campos que rodean vuestra ciudad, dijo, fértiles y bellos como un paraíso, hacen esperar al viajero
una rica y populosa capital; pero es grande el contraste entre las obras de la naturaleza y las de los
hombres. Yo me esforzaré en desarrollar la metrópoli que para este lugar tiene destinada el Hacedor
Supremo”.
Vamos a reseñar, siquiera brevemente, la labor constructiva del Padre Ceferino durante el tiempo que
estuvo al frente de esta feligresía, cuyo amor entrañable es todo para su egregia figura.
El Templo
Este hermoso edificio “que durante muchos años constituyó la pesadilla de propios y extraños, por la
manera empírica como se dirigieron los trabajos” y quizás por la falta de recursos suficientes para adquirir
planos científicos y colocar al frente de la obra directores expertos, es hoy una bella realidad, debido en
mucho a los esfuerzos del Padre Crespo.
De acuerdo con los estudios verificados por el notable ingeniero doctor Horacio M. Rodríguez, y
siguiendo los planos elaborados por él mismo, surgió muy pronto el soberbio frontispicio de arte moderno,
cuyo vértice airoso y elevado, lleno de sonoridades divinas, rompe la monotonía del valle anchuroso.
“Altares, arcadas, púlpito, columnas, tribuna, coro, presbiterio, cielos rasos, vidrieras, nichos, etc.”, todo fue
obra de su brazo creador, ayudado eficazmente por el presbítero Horacio A. Cossio, hijo directo de esta
tierra y que tuvo la suerte de trabajar muchos años en compañía del egregio sacerdote español en calidad de
Vicario Cooperador.
“La torre está provista de un magnífico reloj de fabricación antioqueña, inaugurada con gran
solemnidad y alborozo el 24 de septiembre de 1924”. Es justo, reconocer que el Padre Crespo, en la
realización de esta obra de progreso empleó generosamente mucho dinero de su propio bolsillo.
El Cementerio.
“En la soberbia colina que se yergue solitaria en la llanura rubricada por el río Penderisco, dice el señor
Francisco Giraldo, está el panteón que admiran los extraños y queremos los urraeños como tesoro
invaluable”. El Padre Crespo puso toda su alma de artista cristiano en la reconstrucción y ornamentación del
cementerio, la más bella necrópolis que nosotros conocemos por su envidiable situación topográfica,
levantada en un sueño promontorio, cual si fuera una ciudadela romana. Construyó en su recinto cuatro
espaciosas galerías con bóvedas artísticas, que forman un conjunto admirable. Lástima grande que esta
obra de embellecimiento no se haya iniciado a base de procedimientos científicos y de acuerdo con un plan
determinado. Así las construcciones verificadas habrían resultado modernas, más bellas y sobretodo
armónicas en sus partes.
Colegios.
Se desvivió el Padre Crespo por la cristiana educación de la juventud. Contribuyó generosamente al
sostenimiento del colegio de varones en distintas épocas, prestándole ayuda sincera a sus directores, cuya
labor secundó admirablemente. “Muchos alumnos, dicen un cronista local, hallaron en él sus libros de
estudio y su apoyo sin dobleces. Sobre él gravitaban todas las necesidades que discretamente solventaban
con mano larga...”
“El Colegio de la Sagrada Familia para señoritas, que dirigen las Reverendas Hermanas Capuchinas con
envidiable acierto, lo llorará siempre, Allí se educaron a su costa muchas jóvenes de esta y otras
poblaciones, que son hoy brillantes institutoras, virtuosas madres de familia y cultas damas de sociedad. No
tiene cifras el dinero gastado en él silenciosamente... Calculando por lo bajo, muy moderadamente, en un
solo almacén hizo entregar uniformes y útiles para señoritas pobres, algo más de $660 oro. Cuando el
colegio sufrió quebrantos, allí estaba él solícito y fecundo. Cuando cesó el auxilio departamental, por muchos
meses pagó los impuestos de alumbrado y servicio de aguas, sin que las Reverendas Hermanas los
supieran”. (Francisco J. Giraldo).
Hospital.
En este recinto de dolores humanos, en donde agoniza lentamente una parte desgraciada del
conglomerado social, era un consuelo positivo la mano cariñosa y benéfica del Padre Crespo. Aspiraba él a
levantar algún día un establecimiento modelo, con todos los adelantos de la cirugía moderna y edificado en
alguna de las colinas que rodean la ciudad. Proyectaba también, de acuerdo con el honorable Concejo de
aquel tiempo, la traída de las Hermanitas de los Pobres para la administración del Hospital. Esto último es
hoy una consoladora realidad, gracias a los esfuerzos del presbítero Honorio A. Cossio que, durante su breve
administración, logró realizar el bellísimo sueño dorado del Padre Ceferino, a quien la muerte se llevó
tempranamente, sin darle tiempo para llevar a cabo los felices ideales de su mente.
Escuelas.
Fueron muchas las escuelas rurales que fundó personalmente y las sostuvo con fondos particulares,
hasta que el Departamento se hizo cargo de ellas. “Su amor a los centros de enseñanza primaria fue
inmenso. Los visitaba constantemente, como que fue Inspector Local asiduo. Estimulaba a los maestros y
acariciaba a los niños. El Director de Educación Pública de Antioquia dictó la resolución número 20 “por
medio de la cual lamentaba profundamente la desaparición del Reverendo Padre Ceferino Crespo y García, y
recomendaba su memoria a la gratitud y al recuerdo de la sociedad, la niñez y de la juventud”, por cuyos
intereses trabajó incansablemente”.
Culto.
Revistió magnificencia en su curato. Las grandes fiestas clásicas de la Iglesia se desdoblaban con
solemnidad inusitada, en medio de las maravillas y delicadezas de la liturgia cristiana. “Orador elocuentísimo,
trataba los temas más espinosos con maestría sin par.
Dejaron huella profunda sus formidables
improvisaciones... Con su verbo inflamado quemaba los errores, y con apóstrofes sublimes despedazaba los
argumentos que oponen siempre a la virtud, el mundo, la carne rebelde y Satanás”. (F.J. Giraldo).
“Su clara inteligencia, escribe Antonio J. Arango, irradiaba verdades oportunas al tratar la cuestión
social, que sí existe entre nosotros... ¡Qué requisitorias a los ricos ineptos para el bien público! En su
concepto, eran esponjas que a la menor presión soltarían chorros de sangre inocente chupada a los
huérfanos y labriegos. Que maldiciones tan justas contra las monedas arrancadas al trabajador del campo,
abeja inerme a quien leyes y costumbres permiten vaciarle la colmena sin pensar en el suicidio nacional que
resulta de hacerlos explotables. Van Tricht no hubiera sido más elocuente en defensa del obrero, ni el
Serafín de Asís tuvo mayor ternura y respeto para todo lo creado”.
Agricultura.
El Padre Crespo trabajó con plausible interés a fin de que se diera preferencia tanto a la industria
nacional como a los productos del país. Al servicio de esta causa redentora puso el ejemplo elevado de su
persona y el verbo inflamado de sus labios sacerdotales. Tenía predilección por todo lo del Municipio:
maderas urraeñas, obreros del mismo terruño, industria y productos de la parroquia. Así fue como la
agricultura encontró en él su mejor apoyo, su aliado más fervoroso y decidido.
Desmembración del curato.
En el tiempo del Padre Crespo ocurrió un hecho importante: la erección en beneficio curado de La
Encarnación, cuyo territorio fue segregado de la parroquia de Urrao, con límites propios. En el decreto de
erección designaba el Excelentísimo señor Obispo como Patrona de la Encarnación a la Santísima Virgen bajo
el título de la Anunciación, quedando obligados los habitantes de la nueva parroquia a pagar religiosamente
los diezmos, primicias y demás contribuciones necesarias para el sostenimiento de la Diócesis, del culto
parroquial y del cura que hubiera de administrarla. Como tal fue nombrado el presbítero Francisco
Valenzuela, que trabajó incansablemente allí con resultado adverso. Muy pronto se comprobó en efecto que
el nuevo edificio era del todo incapaz de sostener las cargas de la administración parroquial y por lo mismo
fue suprimido, volviendo su territorio al de Urrao.
Coadjutores.
Varios sacerdotes le prestaron ayuda valiosísima al Padre Crespo en el desempeño de sus obligaciones
pastorales en esta parroquia una de las más extensas y difíciles de administrar, “pues tiene 3.810 kilómetros
cuadrados, superficie mayor que la de todo el Departamento del Atlántico”.
Merece especial mención el presbítero Gabriel Carmona M., joven y distinguido levita de energía
indomables compañero del suscrito en el Seminario de Jericó desde el principio hasta el fin de sus estudios
eclesiásticos, y que permaneció seis años consecutivos en esta feligresía, ya como Coadjutor admirable del
Padre Ceferino, que le profesaba singular aprecio, ya como encargado de la parroquia en los dos interregnos
que se produjeron con el fallecimiento de los presbíteros Crespo García y Cossio Herrera.,
El Padre Carmona desarrolló una hermosísima labor entre los pobres indígenas del Caraño, reducción
enclavada en las selvas del Chocó, junto a las vertientes del Arquía y a dos jornadas de distancia de esta
cabecera, por trochas formidables. Cada mes visitaba la escuela indígena de aquella región, a cargo de las
abnegadas religiosas “Misioneras Catequistas de Santa Catalina”. Entonces era de ver su entusiasmo por
amoldarse a las costumbres de aquellos desgraciados hijos de la selva, aprendiendo su idioma con facilidad
asombrosa, para luego predicarles el Evangelio de Cristo y administrarles los sacramentos de la Iglesia.
Vicaria Foránea.
Según El Monitor, periódico Oficial de la Diócesis de Antioquia, Urrao era una de las parroquias
pertenecientes a la Vicaria Foránea de San Fernando. En consecuencia creemos que este curato permaneció
vinculado al centro vicarial de la ciudad de Antioquia hasta el 1° de mayo de 1923. En esta fecha salió el
Decreto número 130, en que el Excelentísimo Prelado de la Diócesis, para facilitar la administración de ésta,
elevó la parroquia de Urrao a la categoría de “Vicaria Foránea”, que tomó el nombre de San José, quedando
compuesta por los curatos de Betulia, Anzá, Caicedo y Urrao, este último como centro.
Muerte del Padre Crespo.
“Una insuficiencia cardíaca con tendencia a congestiones le atormentaba desde algún tiempo, sin que
dieran resultado alguno las sangrías”. El 1° de septiembre de 1930, la enfermedad de presentó con
caracteres agravantes; y en la tarde del mismo día, reconciliada su alma con Dios y fortalecida con el Santo
Viático, miró largamente con ojos de piedad al Cristo de la Agonía. Al tomarse un vaso de agua le apostrofó
de esta manera: “Yo acabo de tener este consuelo, y Tú, Cristo de mi alma, no le tuviste en el Calvario!”.
Media hora después se dormía apaciblemente en los brazos del Señor. Así mueren los justos.
En el cementerio de esta parroquia se levanta ahora un monumento.
En la concreción purísima del amor de un pueblo.
Sobre el hermoso pedestal se yergue la figura imponente del extinto Padre Crespo, vaciada en bronce
de inmortales.
En una de las planchas metálicas de la base se lee lo siguiente:
El pueblo urraeño al Reverendo Padre Ceferino Crespo García, exponente supremo de civismo y caridad.
PRESBITERO HONORIO A. COSSIO H.
Se meció la cuna del Padre Honorio en esta ciudad encantadora, en cuyo valle pone un toque de luz el
río Penderisco. El año 88 tocaba entonces a su fin. Sus virtuosos genitores don Martín Cossio y doña
Nicolasa Herrera supieron modelar maravillosamente el corazón del niño, que más tarde habría de ser brillo
del clero honra de su pueblo natal en los gloriosos torneos de la causa de Cristo.
Por el año de 1905, su tío materno el Canónigo Provisor de la Diócesis de Antioquia, presbítero Juan
Bautista Herrera, lo llevó consigo a la blasonada ciudad de Robledo, con el fin de iniciarlo en Humanidades
en el famoso Colegio Apostólico. Al año siguiente –1906- cuando apenas frisaba en los diez y siete años,
tuvo la dicha inenarrable de ingresar por primera vez en los severos y espaciosos claustros del histórico
Seminario. Muchos lauros cosechó el joven Honorio en las aulas de aquel edificio secular, distinguiéndose
entre sus compañeros de estudio por la dulzura siempre uniforme de su carácter apacible, por su amor
entrañable a las disciplinas mentales, por su inclinación decidida al estado eclesiástico y por el acopio
abundante de las más hermosas virtudes.
Imposible decir el fervor y casto arrobamiento con que el joven levita cantó su primera misa en el
templo de esta ciudad en medio de los suyos, el 5 de septiembre del mismo año. El presbítero Efrén
Montoya, pariente muy cercano del nuevo sacerdote, ocupó la cátedra sagrada en aquella memorable fecha
para cantar con robusta voz las excelencias del sacerdocio católico.
Poco tiempo después tocóle en suerte a la parroquia de Concordia recibir en su seno al Padre Cossio
como Vicario Cooperador del meritísimo párroco presbítero Rafael Mejía. Pasados dos años fue trasladado a
la ciudad de su nacimiento, que lo recibió con demostraciones de cariño. Aquí permaneció largo tiempo en
compañía del Padre Crespo.
Entonces aprendió el Padre Honorio, en la escuela del eminente sacerdote español, a conocer
profundamente el corazón humano; aquí se proveyó de prudencia y caridad, virtudes que tanto le sirvieron
más adelante en el manejo de los pueblos que hubo de regentar; aquí aprendió la manera de dirigir las almas
dulce y fuertemente, hacia su último fin, porque su ilustre y nunca bien llorado mentor era maestro
consumado en el arte pastoral.
Con semejantes ejecutorias y así preparado, no es de extrañar que triunfara el Padre Cossio en la
administración de los pueblos que después le confió su superior. Buriticá y Cañasgordas fueron teatro de
sus labores apostólicas; estas parroquias saben de su celo encendido y no pueden olvidar lo que hizo el
Padre Honorio en pro de su bien espiritual y terreno. Era un enamorado de la gloria de Dios y en alto grado
estimaba el valor de las almas redimidas con la sangre de Cristo. Por eso se le veía recorrer con frecuencia
los campos más remotos, restañando las heridas del pecado con el óleo de la gracia e iluminando los
cerebros con la palabra de Dios.
Hace muy poco tiempo bajó al sepulcro, en medio del sentimiento general de conocidos y extraños, el
reverendo Padre Ceferino Crespo y García, caballero sin tacha, espejo de ministros de Cristo y orgullo muy
legítimo de la feligresía de Urrao. Con esta desaparición se abrió un interrogante doloroso: se trataba de
saber quien iría a llenar con decoro la vacante de una parroquia luengos años ilustrada con las virtudes y
talento del hijo de Segovia. Pero acertado en sumo grado estuvo el Excelentísimo señor Obispo de la
Diócesis cuando fijó su mirada escrutadora en la insinuada figura del Padre Honorio. Era éste precisamente
el homo Dei que Urrao necesitaba para llevar adelante la obra civilizadora del Cura anterior.
Quisiéramos tener palabras de fuego, caldeadas del más vivo sentimiento, para glorificar la labor
constructiva del Padre Cossio en los pocos meses de trabajo incesante en esta parroquia como cura de
almas. Desde el momento en que tomó posesión canónica del beneficio, pensó seriamente en ornamentar el
templo, ya decorado, y embellecer el campo de los muertos. En el primero llevó a término la pavimentación
rica y hermosa del presbiterio, ayudado eficazmente en la obra por la Asociación de Adoradoras del
Santísimo. En el segundo ensanchó considerablemente la capacidad del cementerio, agregándole un predio
adyacente en la parte delantera y levantando un poderoso muro de contención a la entrada, largo y esbelto,
sobre el cual ha de lucir con el tiempo sus primores una verja de hierro con artística portada en el centro.
Según dijimos atrás, el Padre Honorio realizó los deseos de su ilustre antecesor, colocando al frente del
hospital de caridad a las abnegadas hijas del San Pedro Claver, las Hermanitas de los Pobres. Estas
religiosas ejemplares, humildes y calladas, se sacrifican a diario en la semioscuridad de las salas donde
sufren los enfermos, a quienes tratan con delicadeza cristiana, hasta el sacrificio personal. Y no se crea que
trabajan con esperanza de lucro. Su ideal es la pobreza, su vocación es generosamente heroica, la
recompensa no la buscan en la tierra. Hay que verlas por esas calles de Dios, tocando de puerta en puerta,
en solicitud de una limosna para sus pobres, los enfermos, Y saber que se les paga con desprecio, quizás
con ingratitud....
En estas labores se encontraba fervorosamente empeñado el Padre Honorio cuando lo sorprendió la
muerte en plena juventud, a raíz de una delicadísima intervención quirúrgica, el 7 de septiembre de 1932.
Tenía cuarenta y cuatro años de edad y fuerzas de sobra para laborar en la viña del señor.. El
prematuro fallecimiento de este hermano nuestro nos sorprendió dolorosamente, porque fue modelo
acabado de amigos fidelísimos, espejo de varones prudentes, sacerdote enamorado de las almas, celoso
como ninguno por la gloria de Dios.
La Sociedad de Mejora Públicas, el honorable Liceo Pedagógico, la Junta Obrera de Civismo y las
diversas entidades representativas del Municipio en el campo religioso y civil, exteriorizaron bellamente el
dolor de la sociedad urraeña, en sentidas y justísimas resoluciones, con ocasión de la muerte de este
meritorio sacerdote.
La parroquia en la actualidad
En el día de hoy y por voluntad exclusiva del Excelentísimo señor Obispo de la Diócesis, nos
encontramos al frente de este beneficio, bien penetrados por cierto del deber que nos incumbe como cura de
almas.
En febrero del año pasado nos hicimos cargo de la parroquia.
Desde entonces hemos venido desarrollando, en lo posible, el hermoso programa del Apóstol de las
Gentes: “Tu vero vigila; la omnibus labora. Opus fac Evangelistae”.
Vigilancia continua del rebaño,
predicación evangélica abundante, interés por la belleza del culto divino, mejoramiento y defensa de las
clases obreras, moralización de costumbres, organización de la renta decimal, cumplimiento de las leyes
eclesiásticas, consecución de ornamentos e imágenes, trabajo en las obras del cementerio, etc. Hé aquí el
resumen de nuestras actividades en los quince meses que llevamos de permanencia en este valle feliz, verde
como esmeralda, anchuroso y magnífico, soleado y lleno de luz, en cuyo territorio alientan 17.000
habitantes.
Otros juzgarán imparcialmente nuestras actuaciones.
Entretanto dejamos constancia de la voluntad que nos anima a favor del progreso moral, religioso y
material de esta tierra.
Sin miramientos humanos, sin distinción de personas, hemos llenado el deber. Y eso nos satisface
ampliamente.
Más hay que hacer justicia al mérito y reconocer el valor altísimo de la ayuda magnífica, desinteresada y
positiva, que nos han prestado en el ministerio los presbíteros Luis López de Mesa y Víctor Gómez.
El primero está en condiciones de exhibir, a pesar de su juventud, una hermosa hoja de servicios en pro
de los intereses de la Iglesia. El tuvo la fortuna envidiable de laborar en días pasados bajo la sabia dirección
del Padre Crespo, cuyos ojos cerró amorosamente el día de su muerte. Es un sacerdote modelo, incansable
en el trabajo, abnegado y dinámico, inteligente y virtuoso. Como Síndico del hospital ha hecho maravillas y la
gratitud social ha contraído con él una deuda impagable. Nosotros le profesamos singular aprecio a causa
de sus bellas cualidades de amigo fidelísimo y festivo. La Diócesis de Antioquia tiene en el Padre López una
rica esperanza.
Otro tanto podemos decir del presbítero Víctor Gómez, ordenado hace apenas un año, en la flor de la
edad, lleno de entusiasmo santo por las cosas divinas. Su primer campo de acción sacerdotal fue la risueña
parroquia del Jardín, en donde supo captarse el aprecio de las gentes, debido a la bondad de su carácter y
simpatía de su espíritu cultivado. Ahora trabaja entre nosotros en calidad de Coadjutor corista. El profundo
sentido del arte divino lo acompaña doquiera. Es artista consumado en la música. Y le tiene amor al teclado,
en cuya movible blancura juega con pasmosa agilidad.
SACERDOTES URRAEÑOS
Para cerrar con broche de oro la reseña histórica de esta parroquia, hemos dejado adrede para el fin,
la noticia biográfica de los sacerdotes urraeños, hijos esclarecidos de este suelo fecundo. Los más bellos
alientan todavía y son unidades valiosas en el clero antioqueño; otros han bajado al sepulcro cargados de
merecimientos. De éstos ya hicimos la historia en páginas anteriores, como curas que fueron de su tierra
natal.
PRESBITERO JUAN BAUTISTA HERRERA
En el hogar de don Salustiano Herrera y doña Ruperta Corina Montoya, bajo la tersa claridad del cielo
urraeño, nació a la vida el 27 de enero de 1863 el distinguido sacerdote cuyo nombre encabeza estas líneas.
Educado en la piedad sólidamente, los primeros años del niño Juan Bautista se deslizaron apacibles en
la monotonía de la vida aldeana, junto al río nativo y a la sombra de la escuela local. Más adelante cambió el
hogar paterno por los claustros silenciosos de la Universidad de Antioquia, en donde hizo sus estudios
literarios, que cinco años después continuó en el Seminario de San Fernando. Allí depuso los arreos
mundanos para vestir la negra sotana, que significa sacrificio; allí encendió con más anhelo al fanal luminoso
de su clara inteligencia; allí forjó su voluntad procera para las lides de Cristo contra el mundo! Bajo las
amplias arcadas de la famosa Catedral de Antioquia recibió pro fin los poderes sacerdotales, que colmaron
sus anhelos. Aprestigiaba entonces la sede antioqueña el Ilustrísimo señor Juan Nepomuceno Rueda, de
grata memoria.
Ejerció el Padre Herrera sucesivamente en las poblaciones de Salgar, Betania y Caramanta, hasta que
en 1896 fue nombrado Subdirector del Colegio Apostólico que funcionaba en Antioquia bajo la insigne
dirección del presbítero Rafael S. Camargo. Más adelante, por viaje de este sacerdote a Europa, quedó
encargado de la Rectoría el presbítero Herrera, en asocio del Excelentísimo señor Toro, Obispo actual de la
Diócesis, que acababa de terminar sus estudios en Roma.
Escritor elegante, castizo y erudito, el Padre Herrera dio claras muestras de sabiduría exquisita. Orador
de alto vuelo, cautivó con su elocuencia admirable: la voz era sonora y la figura imponente.
En los últimos años de su vida fue distinguido por el señor López de Mesa con la dignidad de Canónigo
y Provisor de la Diócesis. Con ocasión de su muerte, ocurrida el 27 de julio de 1905, el Concejo Municipal de
esta cabecera dictó el Acuerdo número 7, por el cual se honra la memoria del doctor Juan Bautista Herrera y
se presenta a los vecinos del Distrito como ejemplo digno de imitarse.
PRESBITERO EFREN MONTOYA A.
Hijo de don Daniel Montoya y doña Juliana Arango, fue bautizado en esta parroquia en el año de 1877,
por el entonces Cura presbítero Evaristo Uribe.
Llamado por el Divino Sacerdote al santuario, estudió Humanidades y Ciencias Eclesiásticas en el
Seminario diocesano, bajo la sabia tutela de maestros insignes. Uno de ellos fue el Reverendo Padre
Teodoro Hamón, el primer sacerdote Eudista que llegó a Colombia, célebre por la ciencia y la virtud. El
Excelentísimo señor López de Mesa confirió al Padre Montoya la orden sagrada del prebisterado en el año de
1903. Ya sacerdote, el nuevo levita se entregó de lleno a las labores del ministerio, que ha ejercido de
manera admirable y ejemplar en su curato de Andes, parroquia en la cual lleva más de cinco lustros de labor
incansable y progresista. Que lo diga el nuevo templo, de la ciudad-promesa, levantado en menos de seis
años, todo de material y según planos de arquitectura moderna; que lo diga el cementerio, uno de los más
artísticos y notables del suroeste, levantado al empuje de su brazo; que hablen las varias instituciones de
aquella riquísima tierra, cuyos religiosos habitantes le profesan cariño, respeto y veneración.
Aquí debemos dejar constancia que una Junta encabezada por el Padre Montoya e integrada por los
principales vecinos de Urrao, firmó el 1° de enero de 1915 un compromiso para sostener el colegio de
señoritas, que recibió el nombre de La Candelaria, y posteriormente fue subvencionado por los Tesoros
Departamental y Municipal. También hizo construir por el renombrado artífice don Julián Roldán una
primorosa custodia de plata, costeada por el pueblo.
Con sobra de razón hizo la Revista Eclesiástica, con motivo de las bodas sacerdotales del Padre
Montoya, el siguiente merecido elogio:
“Andes ha sido el teatro constante del apostolado de este benemérito sacerdote y en él ha sabido
desplegar, sin ruido ni jactancias, con esa seriedad y aplomo que le son característicos y de todos
reconocidos, los recursos de su apostólico celo para salvar las almas de los que Dios le dio por hijos; y hoy al
cabo de los veinticinco años de constante labor, le es dado contemplar, rebosante de la más íntima
satisfacción, la obra de sus manos, el fruto abundante de sus desvelos y sacrificios o más bien, la obra de
Dios por sus manos.”
PRESBITERO JUAN BAUTISTA AGUIRRE
Hijo legítimo de don Gregorio Aguirre y doña María Antonia Larrea, vio la primera luz este sacerdote
abnegado el 23 de junio de 1888. Al día siguiente de su nacimiento recibió el bautismo en la iglesia de su
pueblo natal de manos del presbítero Manuel Cesáreo Garcés.
Comenzó los estudios literarios en el Seminario de Antioquia bajo el rectorado luminoso de los
Reverendos Padres Lagnel y Tressel, el último de los cuales vive todavía en gloriosa ancianidad. Más tarde,
cuando el Excelentísimo señor Crespo, actual Arzobispo de Popayán, ordenó la traslación del Seminario
Mayor a Santa Rosa, el joven levita pasó también a la ciudad de la altiplanicie para verificar en ella los
estudios de Teología y Cánones.
Creada la Diócesis de Jericó, hubo de emprender un nuevo viaje para coronar en esta ciudad con
lucimiento la carrera eclesiástica. Nosotros recordamos con cariño las lecciones de Gramática que recibimos
de sus labios cuando éramos apenas alumnos de primer año. Y no podemos recordar sin ternura indecible
aquel hermoso día (2 de diciembre de 1917), en que por vez primera, llenos de admiración y envidia santa,
vimos las ceremonias no soñadas de la ordenación del Padre Aguirre, el primer sacerdote que recibió la
unción sagrada en la Catedral de Jericó, nuestra tierra nativa!
Betania, Jericó, Betulia, Cañasgordas, Concordia, y Valparaíso saben muy bien de su celo encendido y
prudente como cura de almas, de su ciencia exquisita y profunda Teología y Cánones, de su amor al progreso
verdadero en todos los ordenes, de su virtud acendrada y ejemplar.
Es uno de los mejor preparados de la Diócesis.
Actualmente labora en la parroquia de Caicedo.
PRESBITERO JESUS MARIA RIVERA
En la matrícula del clero de la Diócesis de Antioquia, correspondiente al año de 1918, encontramos el
nombre de este hijo de Urrao, nacido el 22 de diciembre de 1892. Don Federico Rivera y doña Elisa Rivas
fueron sus genitores piadosos.
Entendemos que recibió el sacerdocio en Santa Rosa de Osos, en compañía del Padre Honorio Cossio,
su paisano y dilecto compañero de estudios. Trabajó largos años en la ciudad de Antioquia, y más tarde en
el curato de Buriticá, distinguiéndose siempre por la bondad de su carácter, la pureza de sus costumbres, la
piedad de su alma y el amor por la gloria de Dios. Actualmente trabaja con eficiencia y abnegación en la
Diócesis de Santa Rosa.
PRESBITERO JOAQUIN ELADIO VARGAS
El más joven de los sacerdotes urraeños, es miembro de una familia patriarcal, en donde siempre se le
ha tributado culto al trabajo y la virtud.
Bautizado el 1° de mayo de 1898, su niñez se deslizó tranquila y apacible en medio de la vida rural,
junto al amor de sus padres, como bello preludio de una existencia pura y ejemplar.
Verificados los primeros estudios en su tierra nativa, ingresó después en el Seminario Menor de San
Pedro, en donde dio pruebas de su clara inteligencia y marcada inclinación al sacerdocio. Más adelante,
como perteneciera a la recién fundada Diócesis de Jericó, hubo de continuar sus estudios de Teología y
Derecho Canónico en la ciudad del mismo nombre, bajo la dirección de los Reverendos Padres Buffet y
Gastón, sabios catedráticos franceses. Allí tuvimos el gusto de hacerle compañía por largo tiempo hasta
1925, año en el cual recibió la unción sacerdotal.
Primero Coadjutor en Urrao y en la parroquia de Andes, fue nombrado después primer Cura de
Palermo, en donde trabajó incansablemente para organizar sobre bases estables la nueva feligresía.
El Carmen de Atrato sabe mucho de sus desvelos por el bien moral en todos los sectores. Actualmente
desempeña el curato de Buriticá, y es verdaderamente estimado por la generalidad de las gentes, que miran
en su persona sagrada al sacerdote ilustrado, elocuente, laborioso, enérgico y emprendedor.
____
Religiosos urraeños.
Son falange numerosa y brillante los hijos de Urrao que han abrazado la vida religiosa en la paz de los
claustros conventuales o en el movimiento ordenado de la caridad cristiana en los hospitales y colegios.
Ellos constituyen la corona más preciosa de esta ciudad cristiana, semillero fecundo de seres escogidos.
Vamos a insertar a continuación los nombres de todos ellos; y tendremos el cuidado de expresar el Instituto,
Orden o Congregación religiosa a que pertenecen:
Hermanos de las Escuelas Cristianas: José de Jesús Restrepo V., Antonio Arroyave, Jesús María
Restrepo R. y Antonio José Montoya.
Seminario de Jericó: Guillermo Trujillo U. Y Luis Vélez E.
Hermanitas de los Pobres: Delfalina Durán, Ascención Arroyave, María Dolores Higuita y Lucila Giraldo.
Religiosas Visitandinas: Ana Eva Durango, Francisca y María Teresa Vélez.
Hermanas de la Presentación: Carmen Rosa Cartagena, María Mercedes Vélez; Sara Matilde Restrepo,
Mercedes Angarita, Rosana Restrepo y Elena Durán.
Religiosas Teresitas: Rosa Trujillo.
Clarisas: Lía Arroyave.
Terciarias Capuchinas: Ana Arroyave, Honorata Restrepo, Margarita Herrera, María Restrepo Gallo,
Mercedes Arcila, Elena Arroyave, María Teresa Restrepo, Clara Rosa Higuita, Domitila Restrepo y Leticia
White.
CONCLUSION
Hemos trazado a grandes rasgos la historia eclesiástica de Urrao en los ciento treinta y tres largos
años que lleva de existencia.
Hemos sacado del olvido muchas figuras importantes de sacerdotes
abnegados, que fueron propulsores del adelanto moral y material de esta tierra. Y sobre todo, hemos tejido
la apología de los varones meritorios que labraron con paciencia benedictina la base en que descansa la
prosperidad moderna de este conglomerado social: la Religión.
RAFAEL J. FERNANDEZ.
Presbítero.
______
Gobierno Eclesiástico – Antioquia, 1° de mayo de 1934.
Puede publicarse.
EUGENIO SARRAZOLA,
Presbítero, Provicario General.
LA CARRETERA DE BOLOMBOLO A SOLANO
(Dedico estos recorderis y reflexiones a los señores
Ministros de Obras Públicas, de la Guerra y de Agricultura
y Comercio de la Administración del Presidente Alfonso López).
I
DE LA MANERA ABSURDA COMO SUELEN LOS POLITICOS RESOLVER LOS GRANDES Y LOS PEQUEÑOS
PROBLEMAS NACIONALES
Hace muchos años que algunos hombres de visión en Antioquia vienen proclamando como una de las
necesidades del Departamento su vinculación a los de Caldas y el Valle por medio de una vía moderna. Hace
unos quince años se resolvió –con la cordura que predominaba entonces en los dirigentes del progreso de
Antioquia- que esa vía debía ser el ferrocarril troncal de Occidente en su trayecto de Cartago a Bolombolo,
completada con el ramal que de este último lugar conduce a la capital del Departamento, ya construido, y
por cierto con un costo tan exagerado, que esa obra es considerada por muchos como una de las tumbas de
las finanzas antioqueñas. Conviene recordar que desde entonces y a medida que los años pasaban y la idea
iba entrando como buena en la opinión pública, aparecieron los “enemigos” de la troncal de Occidente. Los
hombres de negocios en Antioquia se opusieron a él, porque construido, se les iba a ir el café por
Buenaventura, y privados de la explotación de la principal industria antioqueña se iban a quedar en el aire.
Los dirigentes de Manizales y los periodistas gritaron a voz de cuello que la ruta del troncal tenía que pasar
por esa ciudad, y amenazaron que irían en masa a arrancar los rieles si no se les atendía, mientras que los
invencibles caleños, ayudados eficazmente por los dirigentes de Bogotá, proclamaron que la vía “redentora”
para el país es el ferrocarril Zarzal-Armenia-Ibagué, opinión que todavía sostienen algunos y que adelantaron
en la Convención descentralizadora de Cali en febrero de este año.
Derrotados así los partidarios de la gran vía férrea, única que en el país se puede construir con
características de verdadera troncal, fue necesario pensar en realizar la vinculación interdepartamental por
medio de carreteras, aprovechando en lo posible las vías férreas construidas o en construcción. La carretera
de La Virginia a Bolombolo, pasando por los dos centros importantes, que son Riosucio y Andes, capitales de
dos regiones ricas y en pleno desarrollo agrícola, especialmente para la producción de café, fue la vía
escogida, por tener ya construidos trayectos importantes de La Virginia hacia Ríosucio y de Bolombolo hacia
Andes. En el plan general de carreteras nacionales presentado a la consideración del Congreso de la
República por el Consejo Nacional de Vías, no podía menos de quedar incluida una carretera de “Cartago a
Medellín, por Ríosucio”, debiéndose estudiar posteriormente si convenía más seguir a La Pintada y Santa
Bárbara o empatar con la carretera de Andes a Bolombolo, ya construida en ese entonces. Cuando a
mediados del año pasado celebró la ciudad de Ríosucio, con justo regocijo, la terminación de la carretera a
La Virginia, que pone a la ciudad en comunicación con las redes de Caldas y El Valle, hube de comentar ese
magno acontecimiento regional en un artículo publicado en El Espectador, al que pertenece el siguiente
párrafo:
“Afortunadamente los pueblos se han ido convenciendo de que las soluciones que a los problemas dan
los políticos con el pensamiento puesto en la próxima elección, y no en la próxima generación, son
generalmente desacertadas, y han ido aprendiendo igualmente a conocer sus verdaderas conveniencias. El
caso de la carretera de Ríosucio está allí como prueba del bulto de la verdad del concepto anterior: fue
incluida como recomendación especial en el plan primitivo de carreteras nacionales que presentó el Consejo
de Vías al Congreso; apresurándose entonces los Representantes de Caldas y Antioquia a modificar dicho
plan para suprimir en él esa carretera e incluir en cambio la de Cartago a Medellín por Manizales y Sonsón,
cometiendo el manifiesto error de preferir una región de atormentadísima topografía a la más bella comarca
productora de café que tiene el país, cual es la formada por el occidente de Caldas y el suroeste de
Antioquia. Hoy vemos, con justificado regocijo, que en plena crisis y en una penuria fiscal que en ocasiones
ha rayado en la miseria, la vía que la ley no adoptó está para terminarse mediante un pequeño esfuerzo, en
tanto que la enrevesada vía legal, nacida de los cambalaches parlamentarios, continuará durante muchísimos
años simplemente escrita en la mitológica Ley 88 de 1931. Sea esta la ocasión de afirmar que la opinión
pública del Departamento de Caldas considera como un magno error económico la construcción de la
carretera de Manizales al Magdalena, que le va a costar a la Nación por lo menos dos millones de pesos, sin
que con ella gane nada la economía departamental.”
Básteme esos dos ejemplos para mostrar lo perniciosa que es en nuestro país la labor de los políticos
en lo que se relaciona con las obras del progreso, del país cual es la carretera de Bolombolo al Pacífico, no
haya sido incluida en la Ley 88 citada.
II
DE CÓMO BOLOMBOLO ESTA PROXIMO A SER UN CENTRO DE EXCEPCIONAL IMPORTANCIA EN LO QUE
SE REFIERE A LOS TRANSPORTES COMERCIALES
Circunstancias diversas que es innecesario detallar aquí han obligado a desechar la primera idea de
hacer la vinculación interdepartamental por medio del trayecto de carretera Ríosucio-Andes- única solución
de continuidad entre La Virginia y Bolombolo- y se ha preferido el de Ríosucio a Valparaíso (52 kilómetros)
para completar esa comunicación según se decidió en la conferencia de Caramanta, que tuvo lugar en los
últimos días de marzo del presente año. Una vez construido ese corto trayecto –Fifty and fifty entre los
Departamentos de Antioquia y Caldas- lo que será en el término de meses, quedará establecida la vinculación
comercial en La Pintada (estación Alejandro López del ferrocarril troncal), pero las redes de la carretera de
Caldas y el Valle quedarán aún sin comunicación con la ya extensa red antioqueña, pues habrá la solución de
continuidad entre La Pintada y Santa Bárbara.
Bolombolo, en comunicación así con ferrocarril y carreteras con los Departamentos de Caldas y el Valle
al través de regiones de gran porvenir agrícola (Municipios de Valparaíso, Caramanta, Supía, Ríosucio,
Anserma y el valle de Risaralda la gran reserva agrícola de Caldas); con Medellín por el ferrocarril y con los
Municipios del sur y del suroeste de Antioquia que forman la región cafetera de ese Departamento, queda
convertido en un centro de primer orden en lo que se refiere a los transportes comerciales. Veamos por qué.
Tocóle en lote al pueblo antioqueño tierras de fertilidad agotada por los bárbaros sistemas de cultivo;
en la ímproba y en ocasiones dolorosa explotación agrícola de la mayor parte de esas tierras se consume el
trabajo integro del sufrido campesinado de Antioquia sin que reste nada cuyo producto pueda aplicarse al
mejorestar y al levantamiento del ínfimo standard de vida de esos colombianos infinitamente meritorios. Que
lleven vida estacionaria y miserable las poblaciones diseminadas en las llanuras de este país, porque carecen
de tierras para trabajar o porque no saben hacerlo y viven de industrias primitivas y precarias, puede
aceptarse como un hecho de sociología que depende de las condiciones de vida de nuestro país; pero que
viva muriendo, sin que el trabajo le alcance más que para un precario sustento, un pueblo tan laborioso y
tenaz en la labor como es el pueblo antioqueño es una enorme injusticia social, que corresponde al Estado
corregir valiéndose de los numerosos medios que tiene para ello. Facilitar la exportación del trabajo
antioqueño en la forma de los productos manufacturados de sus industrias, es el principal de esos medios, y
su aplicación exige que se le resuelva a aquel pueblo el problema primordial de todos los pueblos, que es el
de la alimentación adecuada y barata. Desde este punto de vista la comunicación del Departamento con los
vecinos del sur no podrá menos que traer a la vuelta de pocos años una gran transformación en la vida del
pueblo antioqueño. Tres artículos alimenticios, cuya producción con métodos modernos de agricultura podría
aumentar ilimitadamente en las tierras del Valle, a saber, el maíz, el arroz y el azúcar (o panela) hallarán
mercado seguro en Antioquia cuando las vías modernas permitan los transportes con fletes baratos.
Calculando el consumo de azúcar (o panela) en 80 libras por persona y por año y suponiendo que solamente
el 50 por 100 de ese artículo llegue de los Departamentos del Sur, en números redondos se tendría para el
millón de habitantes en Antioquia 20.000 toneladas anuales. Cálculo semejantes hechos para los otros dos
artículos mencionados conducen a cifras de ese mismo orden para cada uno de ellos. A esas cifras,
calculadas por lo bajo, precisa agregar las que se refieren a muchos otros artículos y a los que se producen
en el Departamento en la región del sur, exportables hacia Medellín, centro natural de distribución y
consumo, que en su mayor parte han de pasar por Bolombolo. A su turno las industrias agrícolas y
alimenticias de Caldas y el Valle exigirán para su desarrollo los productos de las industrias extractivas y
manufactureras de Antioquia (tela y tejidos diversos, empaques de todo género, “implementos” para la
agricultura, como motores y otras máquinas, productos químicos y farmacéuticos, abonos, etc.)
He dejado intencionalmente, aparte el café, artículo que hoy día representa un volumen de carga de
cerca de 40.000 toneladas anuales para la producción antioqueña. Para llamar la atención sobre otra
circunstancia de singular importancia relativa a Bolombolo como centro de transportes, conviene aquí definir
y aclarar (con perdón de los entendidos) la extensión que se ha hecho del concepto físico del centro de
gravedad en el estudio del transporte en una región determinada. Tomando el café como ejemplo,
supongamos que para cada centro de producción se multiplique la cantidad de café por lo que cuesta su
transporte a Medellín; sumando esos productos relativos a cada centro, se obtendrá una cantidad A; pero si
no se toma a Medellín como punto terminal de los transportes, sino a Fredonia, por ejemplo, la cantidad B
obtenida será menor que A. Habrá un punto terminal de los transportes para el cual esa cantidad es mínima,
y ese punto es lo que se llama centro de gravedad de la producción cafetera. Para la de Antioquia,
Bolombolo es ese centro, lo que equivale a decir, en otros términos, que Bolombolo es el lugar donde podría
reunirse todo el café de Antioquia con un costo mínimo de fletes. Al hacer un estudio de los y transportes de
ese grano hacia el exterior, es lo acertado tomar como punto de partida de ellos el centro de gravedad de la
producción, en este caso importante lugar geográfico tantas veces mencionado.
III
DE CÓMO URRAO POSEE ELEMENTOS QUE LO CAPACITAN PARA CONTRIBUIR EN GRAN MEDIDA A LA
RECONSTRUCCION ECONOMICA Y AL PROGRESO DE ANTIOQUIA
Empeñados los dirigentes de Antioquia –en un momento de extraordinaria aberración, e impulsados
por un extravagante deformación de las nociones y los conceptos que llevan a la opinión pública a no
concebir otra forma de progreso que la que se manifiesta en la de las vías públicas y que le cuesta ya
muchísimos millones de pesos a la economía de este país- empeñados, digo, en arruinar la economía
antioqueña con el grande error de la construcción carretera al mar por tierras de Urabá, obra justamente
calificada de mitológica por el doctor Carlos E. Restrepo y tenida generalmente como otra de las tumbas de
las finanzas antioqueñas, olvidáronse por completo del extenso y rico Municipio de Urrao, sin duda el de
mejor porvenir en el departamento por los auténticos elementos de riqueza que posee, cuyas regiones altas,
bañadas por esos ríos de ensueño que son el Penderisco, el Pavón y el Urrao, constituyen una Arcadia
antioqueña donde la dulzura del vivir invitó en remotos tiempos al viejo Cronos a detenerse en aquellos
lugares y a deleitarse contemplando tantas maravillas... Por eso la bella Urrao deja correr los años al margen
de la vida sin inquietarse por nada... Pero puesto en marcha el gran creador y destructor de “todo cuanto
Dios en su bondad nos da,” los habitantes de la hermosa ciudad, unida de altísimo valor social en el
concierto antioqueño- y en el nacional- desean, con la fuerza irresistible que les da su potente vitalidad y el
sinnúmero de elementos de riqueza que posee el extenso Municipio, reclamar su parte en la tarea de la
reconstrucción económica de su Departamento, ya que nada les tocó en los felices tiempos de las vacas
gordas. Lo primero es vincular la cabecera del Municipio con Bolombolo, en la gran vía de los transportes de
Antioquia, por medio de la carretera que permitiendo transportes baratos traerá el desarrollo agrícola de la
región, creando la riqueza de los habitantes y contribuyendo en gran escala al engrandecimiento de
Antioquia.
La Administración del Capitán Julián Uribe Gaviria es la primera que ha puesto su empeño en la
realización de esta obra, que no tardará en verse concluida, ya que los terrenos que cruza la vía prestan en
una grande extensión admirable facilidad para ello. (No entiendo los motivos que puedan tener los que se
empeñan a última hora en hacer la salida de Urrao por Anzá, en busca del trayecto del ferrocarril desierto
que en un momento de ambición presidencial ordenó construir precipitadamente el doctor Laureano Gómez,
el más fatal de cuantos Ministros de Obras Públicas han sido en este país, donde tanto han abundado los
Ministros ineptos: los de ese empeño deben de ser enemigos de la carretera a Bolombolo y desean que
dispersándose los escasos fondos disponibles no se construya ninguna de las dos).
La historia de las naciones ofrece un hecho notable a la meditación de los pueblos modernos: aquellos
que supieron adquirir por la razón o por la fuerza tierras propias para la producción de cereales destinados a
la alimentación de la población, prosperaron, y los que no, fenecieron en medio de las calamidades que trae
consigo el hambre. Naturalmente el inmenso progreso que hoy día han alcanzado las vías de comunicación
quita mucho de su fuerza a ese principio de gobierno y prosperidad de los pueblos, pero se me antoja que
para uno que, cual el antioqueño, vive encerrado entre altas murallas de granito infranqueables por vías de
transportes verdaderamente económicos, el principio señalado es aplicable con todo su rigor histórico. A él
se puede agregar otro hecho que señala la sociología en relación con el progreso y la vida de los pueblos, y
especialmente aplicable al caso del pueblo antioqueño; el maíz ha constituido en estos países de América la
principal base de alimentación de las poblaciones primitivas o de civilización incipiente, pero a medida que
ésta avanza en el tiempo y en el espacio, como sucedió con los conquistadores de Norte América, se va
relegando ese artículo a la alimentación de los animales domésticos y reemplazándolo por el trigo y demás
cereales congéneres en la alimentación humana.
Me permito señalar desde estas páginas el futuro Ministro de Agricultura y Comercio los ubérrimos
campos que ofrece el Municipio de Urrao para iniciar en Antioquia la obra de estadista sugerida en el párrafo
precedente: impulsar y facilitar el progreso de aquel pueblo mejorando su standard alimenticio mediante el
cambio de su base actual de sustento por las que forman la alimentación de los pueblos civilizados. Bastaría
fundar y dotar de técnicos verdaderos (no doctores) una granja de experimentación para la alimentación a
esos climas de aquellas variedades de cereales cuyo cultivo podría reemplazar con grandes ventajas
económicas los pastos destinados a la cría ganadera. La selección de éstos para obtener tipos especiales de
producción lechera y mantequillera y el aprendizaje del cultivo de frutales que convertirán al Municipio en una
pequeña California productora del valiosos artículo de exportación hacia los centros de consumo, constituyen
otros dos campos de segura y fecunda experimentación en la granja que se fundara. Los métodos modernos
de agricultura serían aplicables en aquellos campos que poseen las condiciones requeridas para ello, y
porque la carretera a Bolombolo permitiría la introducción económica de todos los artefactos que esa
industria requiere.
IV
DE CÓMO LA CARRETERA DE URRAO A LA BAHIA DE SOLANO EN EL PACIFICO SALVARIA PARA LA
ECONOMIA DE ANTIOQUIA UN MILLON DE PESOS ANUALES EN EL SOLO TRANSPORTE DEL CAFE
El desarrollo de la vida económica del Municipio de Urrao alcanzará proporciones no imaginadas
cuando la carretera que unirá la cabecera municipal con el mar Pacífico sea una realidad. Y lo será, porque
es éste un caso en que “la fuerza de las cosas” tarde o temprano acaba por imponerse. En una época
anterior al establecimiento de la industria del café, cuando movido por necesidades vitales el pueblo
antioqueño hubo de “abrirse” hacia todos los puntos cardinales en busca de mejores tierras, se hicieron dos
intentos de conquista y colonización de las tierras de Urabá y las del valle del Atrato. El primero fue oficial y
dirigido por el gran gobernante de Antioquia que fue el General Marceliano Vélez. Los expedicionarios que
fueron a abrir y a construir el “camino de occidente”, como se le llamó entonces, hallaron en el del río
Cañasgordas un valle de relativa fertilidad, y allí fundaron una población cuyo sólo nombre indica aquella
propiedad de las tierras ocupadas, pero de ahí no pasaron. Para abrir un camino de Urrao al Atrato se formó
una sociedad privada, que abrió el camino que partiendo de Urrao desciende a las vegas del río Arquía y a lo
largo de éstas que llega al “si navegable Atrato” en la desembocadura de aquel río. Cuando hace años
estallaron las aspiraciones incontenibles del pueblo antioqueño de comunicarse directamente con el mar, los
que entonces pensamos que era colosal error construir una carretera de 408 kilómetros cruzando dos
formidables montañas para salir a un turbio mar de tres pies de fondo y que en el imposible caso que diera
resultados económicos no haría otra cosa que mermarle la carga al ferrocarril, que por sí solo había reducido
de veinte días a menos de ocho la distancia en tiempo de Medellín al mar, propusimos que puesto que la
aspiración era incontenible se adoptara para salir a dos mares la ruta de Urrao y la transformación en
carreteable del camino mencionado. Los caimacanes de los negocios de Medellín se taparon con cemento
los oídos para no oír las voces de la cordura sino las de sus propios intereses, y hubimos de esperar la
consumación de la ruina de la economía antioqueña y que el correr de los años nos diera toda la razón.
Pero en los últimos tiempos Urrao ha comprendido que en no lejano día el rodar de las ruedas
acercará progidiosamente la ciudad al centro del Departamento y que una vez terminada la carretera de
Bolombolo a Urrao por las fuerzas de las cosas se hace necesario atender a la rápida y barata salida de la
ciudad al Atrato y al Pacífico. Permítaseme reproducir nuevamente aquí en el admirable párrafo que escribió
el doctor Antonio José Restrepo sobre este tema. Dice así, al explicar porqué don Francisco Antonio Zea
omitió la descripción de Antioquia en su grande obra Colombia.
“Pudiera creerse que Zea olvidara adrede su lar nativo. Pero no es así. En el método de la obra no
cabía explayarse en una Provincia del interior, que hoy mismo es casi un secreto hasta para sus hijos,
mientras no se salgan a buscar el mar, por su actual territorio de Urabá y por el sí navegable río Atrato.
Antioquia, buscando su comunicación con el mundo civilizado por el ciego río Magdalena, es otro ciego
estúpido buscando salirse de una cárcel rompiendo con la cabeza un murallón de calicanto. Y teniendo
riberas del más bello mar del globo, que la convidan a enseñorearse de ellas, a fundar puerto y aduanas
propias, a saber montar barcos y a dominar las olas, que hablan todas las lenguas. Hijos de Zea, ¿Cuándo
será posible dar de vuestra tierra en entredicho una descripción exacta? Sobre todo los de la banda
occidental del río Cauca antioqueño, desde Santafé de Antioquia hasta Nueva Caramanta y Taizá, merecemos
que jamás se acuerde de nosotros la civilización, Dios ni el diablo, mientras no rompamos con caminos
expeditos los miserables Farallones de Citará, y, por todos los afluentes navegables del imponderable Atrato,
salgamos a ese mar undoso, a cinco días de Nueva York, y por vehículos baratos. Sembrar café en
Concordia, Jericó, Andes y Támesis para sacarlo por Puerto Berrío al atroz Magdalena, y pagar luego
desembarcos y reembarcos, ferrocarrilillo y muelle, comisiones y contracomisiones; hacer eso un pueblo que
se precia de vivo y calculador, es un absurdo tan grande y piramidal, que bien merece, quien lo comete y lo
sufre, que Zea no lo describiera por no perder su tiempo. ¿Quién había de verlo ni cuándo había de
conquistar un renglón en la historia, allá, dentro del país, embotellado, emparedado, como Prometeo en su
roca, sin querer buscar el mar que le lime sus cadenas?”
Conviene demostrar que lo anterior no es pura literatura del grande escritor antioqueño. Cuando los
ingenieros decimos que los transportes por vías construidas cruzando altas montañas no son económicos, se
cree generalmente que ello depende de lo costoso de la construcción de tales vías. Si evidentemente ese es
uno de los factores importantes puesto que el costo real de los transportes debe comprender intereses y
amortización del capital invertido en la construcción de la vía, el principal en el caso de los transportes en las
vías de montaña es el de la altura, que es preciso vencer, pues ella exige un aumento en la cantidad de
trabajo físico ejecutado por el motor mediante un mayor consumo de energía, que cuesta dinero, y no poco.
La distancia es importante en la construcción de la vía, pero en la explotación prima la altura por vencer. En
los transportes por camión se puede admitir que a cada 100 metros verticales por subir corresponde un
gasto de energía suficiente para hacer un recorrido de treinta kilómetros a nivel. Antes dije que al estudiar
los transportes del café producido en Antioquia lo acertado es como tomar como punto de partida el centro
de gravedad de a producción cafetera, es decir, Bolombolo. La salida por Puerto Berrío al “atroz
Magdalena” implica el transporte por una línea férrea de cerca de 300 kilómetros de longitud que franquea
una alta montaña para entrar al valle del Aburrá, desciende luego del clima ardiente del Porce para franquear
la cordillera central en La Quiebra. De Puerto Berrío a Barranquilla hay más de 800 kilómetros de
navegación y queda todavía el otro ferrocarrilillo para llegar al puerto de mar. Con los acarreos de las
estaciones a las trilladoras e inversamente, con los desembarcos, las comisiones y las contracomisiones,
impuestos de navegación y servicio de muelle, etc., no es extraño que salga costando entre 40 y 50 pesos la
exportación del café por Puerto Berrío hasta ponerlo a bordo del barco marítimo.
En cambio la salida por Urrao presenta circunstancias geográficas que la favorecen en grado eminente.
Tal la de ser por allí precisamente menor la distancia entre los ríos Cauca y Atrato (con trazado de carretera,
naturalmente). Tal la de presentar la cordillera occidental entre las poblaciones de Betulia y Urrao, una
depresión tan favorable para una gran vía que solamente es apenas un poco más baja la de la Cumbre en la
línea de Cali a Buenaventura, en términos que el trazado de la carretera ha podido salir por allí con
pendientes máximas de dos por ciento. Tal también la de poderse descender con el trazado de carretera a
las vegas del río Arquía –que corre de oriente a occidente- que presentan terrenos de admirable solidez para
la construcción y exigen un reducido número de obras de arte. Todavía más favorable es la ruta de Bocas de
Arquía hacia el occidente: sigue la margen izquierda del río Tagachi y después un lomo divisorio de aguas
que corre de oriente a occidente hasta llegar a la margen del río Jellita, que desemboca en el Jella a corta
distancia del lugar donde éste rinde su cristalino tributo al mar en la ensenada de su nombre en la bahía de
Solano. La carretera de Bolombolo a Solano cruzará en Bocas de Arquía el río Atrato, siempre navegable,
estableciéndose así la comunicación con el puerto fluvial de Cartagena, con Sautatá y con Coveñas.
Se pueden hacer en números redondos los siguientes cálculos: el costo de la sacada del café a puerto
de mar por Puerto Berrío, incluyendo todas las adehalas que comporta la sacada por allí, poniendo
solamente a $40.000 tonelada, asciende para las 40.000 toneladas a $1.600.000. Abierta la salida a
Solano se debe suponer que el 90 por 100 del fruto tomará esa ruta, es decir, 36.000 toneladas
anualmente. Carreteras del 2 por 100 de pendiente son carreteras de cinco centavos por tonelada y por
kilómetro, y bastante menos en los trayectos de llanura, los cuales son bastantes extensos en la carretera de
Bolombolo a Solano (vegas del Penderisco, las del Arquía, del Tagachi y el Jellita). Si son 240 kilómetros
daría por el solo flete por tonelada $12, y agregando $4 por tonelada para la conservación de la carretera y
el renuevo del equipo de camiones, se obtienen para el costo total del tonelaje dicho, $576.000.
A esta economía neta de casi un millón de pesos en el solo transporte del café cuando esté abierta la
carretera de Bolombolo a Solano, debe sumarse la ventaja de la rapidez del transporte desde los almacenes
en el centro del beneficio del fruto hasta el bordo de los barcos que han de llevarlo a los centros de
consumo, en términos que queda suprimida la construcción de grandes bodegas en el puerto marítimo por lo
que respecta al café.
Otrosí. Las pérdidas que comporta la larga navegación por el atroz Magdalena, y que bien lo saben los
exportadores del grano, que no son despreciables, quedan totalmente suprimidas en la salida por Solano. Lo
anterior es aplicable con mayor rigor a las mercancías que entren por el nuevo puerto marítimo hacia el
centro de Antioquia.
V
DE CÓMO SI ANTIOQUIA NO CONSTRUYE LA CARRETERA DE URRAO A SOLANO DENTRO DE POCOS AÑOS
PERDERA EN FAVOR DEL FERROCARRIL DEL PACIFICO EL RENGLON INDUSTRIAL DE LOS TRANSPORTES DE
SU CAFE
Porque dentro de pocos años va a quedar terminado el trayecto del ferrocarril troncal de Occidente,
comprendido entre Bolombolo y La Virginia, que pondrá al primero de estos lugares en comunicación directa
con Buenaventura, y como el costo por fletes por esa vía será apenas de unas dos terceras partes de los que
vale por la de Puerto Berrío, no parece que sea posible defenderse de las bajas tarifas del Ferrocarril del
Pacífico, extendidas a la explotación desde Bolombolo, por medio de tarifas diferenciales, de tan estrecha
margen a la explotación del ferrocarril de Antioquia, por las duras especificaciones de esa vía, y el café irá a
buscar el puerto del Pacífico, porque esa tercera parte en la diferencia del costo de fletes representa medio
millón de pesos por año.
Y esto no es porque sí, sino por la gran diferencia entre las especificaciones técnicas de una y otra vías.
El ferrocarril de Antioquia es una línea de montaña que de Bolombolo a Puerto Berrío franquea grandes
alturas, imposible de explotar con tarifas reducidas, mientras que si es verdad que el recorrido férreo de
Bolombolo a Buenaventura es mucho mayor que el otro, el sector Bolombolo –Cali será una línea de llanura
de magníficas especificaciones para el arrastre de grandes trenes que permitirán tarifas de dos y medio
centavos o tres por tonelada y por kilómetro. Tampoco debe olvidarse en este caso la ventaja de la
seguridad en los transportes por ferrocarril desde el centro de almacenaje (Bolombolo) hasta las bodegas de
puerto marítimo, que eliminan completamente las pérdidas ocasionadas por la lenta e insegura navegación
del papá Magdalena.
A lo anterior puede objetarse que la deferencia de precio que corresponde en los mercados del café a
las marcas antioqueñas y caldenses favorece y asegura el transporte del antioqueño por Puerto Berrío, y no
hay por qué temer en el futuro Antioquia pierda el renglón industrial de los transportes del café producido en
su territorio. En primer lugar debe admitirse que no hay una diferencia real entre las calidades de los cafés
de Antioquia y Caldas, y la prueba de ello está en que las mejoras introducidas en la preparación de las
marcas “Manizales” y “Armenia” ha disminuido progresivamente hasta ser hoy de medio centavo por libra
nada más la diferencia de precio con las marcas “Medellín” y se recordará que tal diferencia era hace
algunos años de dos centavos por libra. En segundo lugar, admitiendo las cifras de exportación supuestas
precedentemente, la diferencia de medio centavo por libra representaría para el café antioqueño, si saliera
por Buenaventura con marcas caldenses, una pérdida de $360.000 anuales, cifra muy inferior a la diferencia
en los costos de la exportación por una u otra de las vías en referencia. Además, en tercer lugar, no hay ley
o decreto del Gobierno Nacional que prohíba la exportación de las marcas antioqueñas por el Pacífico.
Creo haber expuesto, con claridad, la razón del título del presente capítulo, pero deseo, a riesgo de
agotar la benevolencia del lector, que ha tenido la de leerme hasta aquí, estudiar las objeciones del otro
orden que puedan presentarse a la carretera de Urrao al Pacífico. Pude decírseme: “está muy bien lo que
usted dice sobre la carretera de Bolombolo a Urrao, porque evidentemente ella acercará esa rica región a la
capital del Departamento, y su desarrollo agrícola traerá un gran beneficio a la riqueza pública de Antioquia,
y tan nada nuevo dice usted en ese particular, que ya el Departamento está construyendo la carretera. Le
admitimos también, con grandes reservas, naturalmente, sus fantasías sobre que el desarrollo agrícola del
Municipio de Urrao traerá, con el correr de los años, el reemplazo de nuestras tradicionales arepas y
mazamorra, diz que por la alimentación de los pueblos civilizados, en lo cual se ve que usted ha estado en
tierra ajena, ha comido jamón y carne cruda, y nos viene a pregonar de la papa y el trigo la excelencia....
Pero alto, en Urrao, señor nuestro, ni un barretonazo admitimos en construcción de carreteras hacia el
Pacífico... y van nuestras razones:
“Primera y principal: Es una orientación erradísima pretender que en estos tiempos de inusitada
penuria en los Fiscos Nacional y Departamental se emprenda la construcción de una carretera al través de
las selvas del Chocó, no importa que vaya directamente al más bello mar del globo y el mejor puerto natural
que el país posee en las costas del Pacífico, e indirectamente a nuestro propio mar, siguiendo las corrientes
perezosas del undoso Atrato, carretera que vendría a quitarle al ferrocarril de Antioquia su principal renglón
de carga de exportación, como evidentemente se lo quitaría a la capital del Departamento el renglón del
beneficio y comercio del café, y por consiguiente el trabajo en las trilladoras a un sinnúmero de familias
obreras, y si como usted mismo lo dice, la exportación de ese fruto cuesta anualmente $160.000 suponiendo
que el pico de los $600.000 corresponda a “comisiones y contracomisiones, ferrocarrilillo y muelle” y en
general a gastos hechos fuera de Antioquia, el millón de pesos restante, si la exportación del café se hiciera
por su famosa carretera de Urrao al Pacífico, dejaría de darle vida a algunos millares de familias
antioqueñas.
“Segunda: No es posible pensar en el abandono de la obra redentora de Antioquia, en la cual el
pueblo de la dura cerviz ha puesto todo su entusiasmo, nuestra gran carretera al mar, anhelo y supremo fin
de una incontenible de ese pueblo, la que pondrá su capital en comunicación directa con nuestro propio mar,
que nos permitirá fundar puerto y aduanas propios, enseñorearnos de aquellas riberas, aprender a andar en
barco y dominar las olas, que hablan todas las lenguas. Y si nuestro mar resultare poco profundo, lo
ahondaremos, y si la naturaleza y la geografía se oponen a nuestro designio, nosotros lucharemos contra la
naturaleza, y enviaremos de paseo a la geografía. No faltaba más. Qué representan para la energía de
nuestro pueblo los miserables 408 kilómetros de distancia que hay entre Medellín y Necoclí? Porque la nunca
bien ponderada Administración del General Berrío gastó apenas ocho millones de pesos en la construcción
de los cien kilómetros que hay entre Medellín y Santafé de Antioquia vamos nosotros a abandonar nuestra
carretera, precisamente cuando por el endoso que logramos hacer de ella a la Nación, ésta está obligada a
prolongárnosla gratuitamente hasta Dabeiba, y sabe Dios si por un nuevo endoso logremos asegurar la
construcción hasta Necoclí? No debe olvidarse que ya están hechas las partes más difíciles, como son el
descenso del Boquerón al Cauca, la subida de Antioquia al Boquerón del Toyo, y la bajada a Cañasgordas, en
total 160 kilómetros y que los 248 restantes son de construcción “piladísima”, lo mismo que el
acondicionamiento de nuestro puerto propio, que no vale sino tres millones de pesos”.
VI
DE LAS RAZONES QUE EXISTEN PARA NO CONSIDERAR COMO “ORIENTACION ERRADISIMA” LA
SOLICITUD QUE URRAO LE HACE AL PUEBLO ANTIOQUEÑO PARA QUE SALGA A DOS MARES EN LUGAR DE
UNO POR EL TERRITORIO DE ESE MUNICIPIO
No puede ser orientación erradísima la que desde hace varios lustros vienen preconizando ilustres
antioqueños; la que impulso a un grupo de meritorios ciudadanos a darle realidad a su aspiración en la
modesta forma de un camino de herradura en tiempos en que aún no había nacido en Colombia la industria
del café y destinado casi exclusivamente a establecer relaciones comerciales con los habitantes del Chocó; la
que traerá como primera consecuencia la posesión real y verdadera de aquella rica y codiciada región del
país, apta para suministrar a las industrias antioqueñas materias primas forestales y mineras con reducidos
costos por fletes; la orientación que es susceptible de salvar para la industria cafetera del Departamento un
millón de pesos anuales en la sola operación de la exportación del fruto; la que conducirá, según he de
demostrarlo más adelante, a la República de Colombia a la posesión de los medios eficaces para acabar de
una vez por todas con la costosa pejiguera de los conflictos con el país de esclavos, y finalmente, la que
conducirá a la más pronta conclusión de la gran carretera panamericana al través de nuestro país.
Ni la República de Colombia ni el Departamento de Antioquia pueden salirle a Urrao con la vieja
pandorga de la penuria de los Fiscos Nacional y Departamental, que hace imposible ahora y siempre la
construcción de la carretera, que ocasionará una transformación ventajosisísima en los sistemas de
transportes antioqueños, y dará a la República los medios de proveer eficazmente a la defensa de su honor y
sus derechos. Esta Nación bienaventurada, que gastó un chorro de millones en la fracasada empresa de
fabricar artificialmente un brazo de mar que permitiese convertir el puerto fluvial, suficiente para las decenas
de miles de toneladas que forman el comercio del país, en un gran puerto de mar, capaz para tonelajes de
millones, como los europeos y norteamericanos; que gastó otro chorro de millones para fabricar un río
artificial (el canal del Dique) con el que pudiese hacer del puerto marítimo de Cartagena un puerto fluvial; que
por la autoridad de un Ministro fanfarrón y ambicioso, celebró el famoso contrato con la Casa Julius Berger,
en el cual gastó la bicoca de cuatro millones de pesos para realizar la transformación de un río
medianamente navegable en un río pasablemente innavegable; que por medio de otro contrato con ,la
famosa Régie Générale de Chemins de Fer en cargó la construcción de un chemin de fer de Armenia a
Ibagué y le salieron con la construcción de cuatro campamentos que costaron aproximadamente otros tantos
millones de pesos (campamentos de a millón); la Nación, que a lo largo de su historia de sus obras públicas
llegaron a ser incontables los millones despilfarrados inútilmente en ellas; y el Departamento, que construyó
kilómetro de carretera a $80.000 y de ferrocarril a $150.000 en momentos que casi terminado el túnel de la
Quiebra el ferrocarril de Antioquia iba a quedar con capacidad suficiente para todos los transportes de
exportación e importación, y ello durante muchísimos años por venir, digo que después de todo eso la
República de Colombia y el Departamento de Antioquia tendrían cara de poca o ninguna vergüenza si fueran
a negarse a considerar el caso del Municipio de Urrao negando su común concurso para la construcción de
una obra cuya utilidad será algunas centenas de veces superior a las fracasadas que he mencionado, y que
con un gasto no mayor de $300.000 anuales estaría terminada en unos cuatro años, y quizá en tres.
Se presenta en la supuesta objeción el espantapájaros de que la carretera cruzará las selvas del
Chocó.... Las selvas del Chocó, señores antioqueños (como solía decir el doctor López) son muy distintas a
las selvas de Urabá. Cuando los leaders de la carretera al mar, -un grupo diminuto de chiflados locuaceshablan de los horizontes que ella abrirá al pueblo antioqueño, se refieren exclusivamente a los que ofrece el
cultivo de las tierras fértiles –desgraciadamente unos “coloradales” de caliche convertidas en tierras
erizadas a la primera tumba y a la primera quema- y a los que ofrecen las ondas del mar, la gran ruta
universal, pero nunca hablan de los productos forestales y mineros, que vendrán por esa vía a alimentar las
industrias antioqueñas. En cambio nosotros, los que hemos trabajado, por la carretera de Bolombolo a
Solano y trabajaremos hasta verla terminada, podemos decir –listos a presentar las pruebas de la verdad de
nuestro aserto- que en las selvas del Chocó se encuentran en cantidades abundantísimas tres productos
forestales: la tagua, la palmera llamada milpesos, y la pita silvestre, los tres susceptibles de impulsar
poderosamente a Antioquia en el camino de la industrialización manufacturera. Precisamente el trayecto
entre Bocas de Arquía y el mar cruza grandes taguales y pitales. Para qué hablar del oro y del platino,
cuando se trata de una región legendaria en ese particular y de buscarle trabajo al pueblo antioqueño en
cuyas venas corre con la sangre el gusto tradicional de las maravillosas aventuras que ofrece la minería.
Sí importa ¡Oh señores que formularéis la supuesta objeción! Que una carretera que como la de aquí
preconizada llegue al “más bello mar del globo”, porque cotufas no se van a pescar a los golfos, quiero decir
que los finos y ricos productos del mar no se hallan sino en los mares bellos. No en los charcos turbios de
pocos pies de fondo. La carretera en cuestión enriquecerá la mesa antioqueña con los productos finos de la
pesca en el Pacífico, permitiendo el establecimiento de pequeños o grandes packing-houses que poco a poco
irán acabando con la introducción al país desde remotas tierras de los artículos similares. Las pequeñas
poblaciones que viven diseminadas en las costas del Pacífico no hallan mercados para los productos de sus
pobres industrias –agrícolas y extractivas- sino en Panamá; constituirá para ellas una verdadera redención el
camino carreteable (siquiera) que las pusiera en comunicación rápida y barata con el Atrato, pues les
quedarían abiertos los mercados del interior del Chocó, por el siempre navegable Atrato, y los de Antioquia,
por la carretera de las Bocas del Arquía a Urrao y Bolombolo. Se ve así que esta carretera contribuirá a
resolver eficazmente los problemas nacionales, departamentales e intendenciales.
En cuanto a la retahíla del abandono de la carretera al mar, diré que no haya cuidado de que los
ingenieros olvidemos que ella cruza altas montañas de boquerón a boquerón, desenvolviéndose perezosa y
costosamente a los largo de las lomas que no acaban nunca en terrenos de ningún porvenir agrícola ni otro;
que más allá de Cañasgordas como tierras de cultivo no se encuentran sino los sempiternos “coloradales”
que se hallan por todas partes en Antioquia, selvas ilimites sin ningún recurso forestal explotable y que se
convierten en desiertos cuando el hacha del antioqueño las derriba y el hachón las quema en el intento de
cultivar las tierras, y como adehala poseen los mortíferos climas que hace algunas decenas de años
expulsaron de su seno a los valientes pionners del General Marceliano Vélez, así como hace cuatrocientos
habían derrotado a los fundadores de Santa María la Antigua y San Sebastián de Urabá... Error enorme y
piramidal es éste de unos pocos antioqueños al pretender seguir buscando mar propio (¿acaso el Pacífico
que baña nuestras costas es ajeno?) al través de aquellos morideros, soledades y lejanías, admito la
conveniencia no pequeña de comunicar a la región de Cañasgordas con la capital del Departamento, pero
digo y redigo, afirmo y reafirmo, porfió y seguiré porfiando que es error piramidal dar un solo barretonazo en
construcción de carreteras más allá de aquella región, porque de ahí se sigue en busca de algo tan ilusorio
como el célebre Dorado de la historia de la Conquista.
VII
DE CÓMO BOLOMBOLO SERA EN UN FUTURO CERCANO EL CENTRO DEL BENEFICIO Y DEL ALMACENAJE
DEL CAFÉ DE ANTIOQUIA Y DE UNA PARTE CONSIDERABLE DEL DE CALDAS
Entro ahora a examinar los otros argumentos en contra de la carretera de Urrao a Solano. El principal
de ellos es el de que esa carretera va a quitarle al ferrocarril de Antioquia el principal renglón de su carga,
que es el café. Demostré antes con razones de peso, que si cuando el trayecto del troncal hasta la Virginia
entre en explotación la carretera no está concluida –que es el caso más probable- el café antioqueño tomará
para su salida la vía férrea del Pacífico, y entonces mal podrá atribuirse aquel fenómeno económico a una vía
sin abrir aún. Me parece incuestionable que en día no lejano el café de Antioquia cesará de afluir a Medellín y
que el ferrocarril antioqueño debe prepararse para ese evento; examino enseguida que daño puede resultar
a esa grande empresa de ese fenómeno inevitable y que por otra parte será beneficioso para la riqueza
pública por la supresión que entraña de costosos transportes, entonces inútiles, de un producto valioso.
La carretera de La Virginia a La Pintada de que hablé al principio de estas líneas, que por lo atrayente
del tema se han multiplicado excesivamente, es apenas una vía de emergencia para la vinculación
departamental a los vecinos del sur: el ferrocarril troncal será la vía verdaderamente económica que
determinará el gran movimiento de artículos alimenticios y materias primas del Sur hacia el Norte y de
artículos manufacturados en Antioquia hacia el Sur, y cuando se abra el tráfico, el café dejará de ser el
renglón principal del ferrocarril de Antioquia de Bolombolo a Medellín, y al ser reemplazado este artículo por
otros de mucho mayor volumen de tráfico, el perjuicio que resulte para la explotación de esa parte de la vía
férrea antioqueña no será tan grande como se cree. Esto con razón mucho mayor cuando esté concluida la
carretera de Urrao al Atrato, de la cual va a aprovecharse el famoso puerto fluvial de Cartagena, cuando se le
ciegue el río artificial, y mucho mayor cuando esté abierto el puerto en la bahía de Solano. No es posible
decir lo mismo del sector de Medellín a Puerto Berrío, cuya explotación si sufrirá serio quebranto al quitársele
el café de exportación, pero no la muerte definitiva, como piensan algunos, pues la progresiva
industrialización manufacturera del Valle de Aburrá, exigirá la introducción cada vez mayor de materias
primas y otros elementos por el norte también, y así el establecimiento de grandes corrientes comerciales
hacia el sur y el occidente del Departamento, antes que provocar la ruina en el norte y el noroeste, las
estimulará en el grado que corresponde a una extensa región manufacturera, en la que irá concentrándose
lenta pero seguramente la vida de Antioquia, asegurándose así para siempre la del ferrocarril, necesarísima
para aquel desarrollo industrial. Ante esta visión fundadamente optimista de la vida futura de Antioquia
resultan un poco ridículos los argumentos contra la carretera de Urrao a Solano, que va a privar a la capital
del departamento del renglón industrial del beneficio y comercio del café, y que la supresión del transporte
de ese fruto por la vía de Puerto Berrío deja sin sustento a algunos millares de familias.
Ante los fenómenos nuevos, determinados por la geografía y la fatalidad de progresos de los pueblos
que poseen la vitalidad del antioqueño, cabe preguntar cuál va a ser la actitud de los dirigentes de la hoy
principal industria de Antioquia, quiero decir os cafeseiros de Medellín. Son ellos los que hasta ahora se han
opuesto a que se haga la comunicación del Departamento con los de Caldas y el Valle por medio de una vía
que permita transportes rápidos y baratos, y sin duda seguirán luchando contra las “fuerzas de las cosas”,
que acabara por imponerse para la construcción del trayecto que falta del ferrocarril, como se impuso para
la construcción de la carretera de La Virginia a La Pintada, según expliqué al principio. (Ya la Asamblea de
Caldas expidió la ordenanza relativa al trayecto que falta al Departamento). Para los productores de café, los
cultivadores, entiéndase bien, la salida rápida y barata a puerto de mar del fruto de su trabajo con la menor
intervención posible de os cafeseiros, representa un mayor valor de ese fruto y por consiguiente una defensa
verdadera y eficaz de su industria por la disminución del costo de producción.
Los de Antioquia,
principalmente los de la banda occidental del Cauca, serán unánimemente partidarios de la carretera de
Urrao a Solano si a ellos les fuera dado intervenir en los intríngulis de los altos círculos donde se deciden las
principales cuestiones atañaderas a la industria que les da vida y en contadas ocasiones riqueza. Se dirá
que ahí está la Federación Nacional de Cafeteros... Se ha escrito mucho en pro y en contra de las labores y
actuaciones del Ministerio del Café que funciona independientemente del Gobierno Nacional: sin duda es un
voluminosos tren burocrático que vive a costa de los productores de café por mandato de la República y por
autoridad de la ley, que ha hecho muchas cosas buenas en favor de la industria (casi siempre para mejor
provecho de os cafeseiros ), otras no tan buenas y dejado de hacer algunas a favor de los productores.
Cuando se viaja por tierras de Antioquia y Caldas y se inquiere sobre la utilidad que deriva la industria del
café de las labores y actuaciones de la Federación, se puede observar que os cafeseiros se desatan en
alabanzas interminables para la institución, mientras que los productores son reservados cuando no
francamente hostiles. De ahí deduce mi mollera obtusa que los últimos tienen muy poca parte en los
beneficios y en la dirección general de su industria.
Sea de ello lo que fuere, conviene que a los productores se les vaya mostrando donde están sus
verdaderos intereses y dónde están los de sus naturales enemigos cafeseirosos. En el caso de los de
Antioquia, que la principal defensa de la industria consiste en la reducción de costo de producción, en el cual
el factor de los transportes es de primera importancia –naturalmente después de lo que se refiere al
saneamiento de las regiones productoras y a la higiene de sus pobladores;- que en no lejano día el troncal
de Occidente va a permitir la reducción del costo de ese factor en proporciones importantes, y que la
carretera de Urrao a Solano doblará la cifra que mide esas proporciones; que para entonces la principal
necesidad de la industria es la creación en Bolombolo de centrales capaces de beneficiar por métodos
modernos todo el café que se produce en Antioquia sin necesidad que éste vaya a Medellín, y buena parte
del de Caldas que por lo reducido de los fletes férreos se dirigirá hacia aquel centro en busca de las ventajas
que ofrecerán dichas centrales en la preparación de las marcas mejores del país y del mundo entero, como
es bien sabido.
VIII
DE LA IMPORTANCIA DE CARRETERA DE BOLOMBOLO AL PACIFICO POR URRAO EN LO QUE SE REFIERE
A LA DEFENSA NACIONAL
Cuando se conoció en el país la noticia de la adquisición del Antioquia y el Caldas quise comentarla
para el público en artículo que no tuvieron a bien publicar ni El Tiempo ni El Espectador, por razones que
desconozco. En desarrollo del presente capítulo de este trabajo voy a permitirme reproducirlo tal como fue
concebido en momentos en que no había razón para desechar toda esperanza de que se llegara a algún
arreglo en la conferencia de Río de Janeiro.
“NUESTRO PUERTO DE GUERRA
“La adquisición del Antioquia y el Caldas, los navíos fundadores de la armada nacional, perfila, con
líneas de una nitidez inusitada dentro de las borrosas y lentas normas de nuestro progreso en ese y
desgraciadamente en muchos otros menesteres de la defensa de la patria, los problemas inherentes al de la
creación de la marina de guerra nacional. Se destacan, entre ellos, el del acondicionamiento de un puerto de
guerra que ofrezca las mejores condiciones naturales de defensa y aprovisionamiento, y por lo mismo exija
un mínimo de costo en las obras de ese acondicionamiento, que deberá ser completo y eficaz para la
seguridad; en segundo término, el de la fundación de una escuela naval, desprovista en cuanto ello sea
posible de los atributos de la farsa institucional, consuetudinaria, racial y temperamental que caracterizan
desgraciadamente a tantas instituciones de nuestra modesta República.
“Solamente el optimismo fundado en una visión hiperestratoférica del porvenir de la patria permite
dudar de nuestra pacifista República, en un tiempo corto o en un tiempo largo, no tenga que salir a la
defensa de su honor con las armas en la mano. Los métodos del Perú, puestos al servicio del espíritu de
usurpación de los territorios pertenecientes a los países vecinos, le han dado resultados magníficos en los
ciento y tantos años de ejercitarlos para que podamos pensar que vaya a abandonarlos de sopetón.
Después del arreglo diplomático de la Conferencia de Río, que será sin duda firmado con toda la solemnidad
del caso y debidamente registrado en el haber de la Liga de las Naciones, en un plazo prudencial y
protocolario, o sin siquiera guardar esa conveniencia –como lo prueban los acontecimientos del 12 de
febrero en Leticia, tan ingenuamente disfrazados en el relato que de ellos hizo un diario matinal muy bien
informado- las gentes de Loreto, debidamente apoyadas por el Gobierno peruano, se apoderarán
nuevamente del famosos trapecio, retando a nuestro país para que vaya a defender sus derechos si de tanto
es capaz. Ojalá que para esa época, que puede ser dentro de seis meses o diez años (y para el caso es lo
mismo), los dirigentes de la República hayan aprendido la lección del conflicto anterior, que por los territorios
de los “ríos malditos” es doble locura adelantar una guerra internacional, por justificada que ella sea.
“Nuestra futura guerra con el Perú será en el mar Pacífico, o no será. No será si la República se
consagra a preparar eficazmente la expedición del Sur con que habrá de responder al reto de la nación de
esclavos, expedición decisiva en la suerte de los destinos de la patria, que ha de mostrar si somos algo en
este pícaro y farsante mundo, o si somos simplemente unos papanatas que habremos de continuar durante
otro siglo bregando por resolver problemas adjetivos de imposible solución en vez de afrontar con ánimo
resuelto los que en los tiempos modernos son fundamentales en la vida de las naciones.
“La bahía de Solano ofrece condiciones naturales insuperables por cualquiera otra de las costas del
Pacífico, desde la boca del Mataje hasta los límites con Panamá para condicionar el puerto de guerra que la
República pacifista por excelencia necesita con toda urgencia en las costas de aquel mar. Acompaña a estas
notas un plano general de la bahía, que muestra a primera inspección las condiciones de profundidad, de
abundancia de aguas potables, de protección contra las tempestades de alta mar y contra los mares de leva
que posee el puerto natural del fondo sur de la bahía. Libre del proceso geológico que determina la
desembocadura de un gran río de régimen torrencial, cual es el de la formación de bancos, lenta pero
seguramente en la ensenada que recibe sus aguas, el costo de las obras de acondicionamiento para los
menesteres de la guerra y del comercio se reduce a un mínimum. El cristalino Jella rinde al mar su tributo
lanzándose por entre un tajo abierto entre altos acantilados en el fondo del puerto, y sus aguas, propias
para todos los usos, serían ellas solas suficientes para la alimentación de una grande armada y de vastos
astilleros, evitándose así el costo, en veces elevadísimo, que exige el suministro de ese elemento en otros
puertos. Recuerde el lector los casos de Cartagena y de Buenaventura, para citar solamente dos ejemplos
salientes en el país.
“Sin duda se va a decir que no hay la urgencia que digo de establecer un nuevo puerto en el Pacífico,
existiendo ya el de Buenaventura acondicionado para un gran comercio, en comunicación directa con una
gran vía férrea con el interior del país y suficientemente defendido para la emergencia de una guerra
internacional. Más si nos viéramos en el caso de organizar una expedición guerrera hacia el Sur –único
medio de evitar la guerra con el Perú- grave imprevisión sería tener una sola vía de concentración; la sola
voladura de un puente de la línea férrea, factible por parte del enemigo, valiéndose de un agente hábil o
traidor, podría paralizar durante algunos días los movimientos de concentración; la fácil destrucción del
acueducto de Buenaventura tendría para el enemigo un éxito funestísimo para nuestras fuerzas. En cambio,
examinemos rápidamente los movimientos de concentración de esfuerzos si se dispone de puerto naval
debidamente defendido en la bahía de Solano y en comunicación directa por medio de una corta carretera
con Bocas de Arquía en el Atrato y por Urrao con Bolombolo, ombligo de Antioquia y centro de vial de primer
orden en el Departamento, comunicado por ferrocarril con Medellín y Puerto Berrío y en no remoto día con
Caldas y el Valle por ferrocarril y carreteras.
“Los contingentes de hombres y provisiones de boca en el Departamentos de la Costa Atlántica, lo
mismo que los elementos de guerra introducidos del exterior subirían por el Atrato hasta Bocas de Arquía; los
de los Santanderes y Boyacá como los de Antioquia, arribarían rápidamente al lugar de la concentración por
el ferrocarril antioqueño hasta Bolombolo y en seguida por la carretera, sin que para ellos, como para los
anteriores, se vea como la manera como el enemigo pueda ejercer sus hostilidades. Dos días tardarían en
llegar a aquel lugar los contingentes de Cundinamarca, Tolima y el Huila, que tramontarían la Cordillera
Central por Ibagué, y reuniéndose en Pereira y Cartago con los del Valle, Cauca y Caldas, en caso de estar
cerrada o destruida la vía de Buenaventura por las contingencias de la guerra, por Ríosucio y La Pintada
saldrían a Bolombolo. Y esto, léase bien, con un gasto en vías de comunicación unas treinta veces inferior al
que actualmente está haciendo el Ministro de Guerra para prepararla en los territorios de los ríos malditos.
“Particularmente bien situado para aquel elemento que constituye el verdadero nervio de las guerras, al
puerto de guerra de la bahía de Solano llegaría el petróleo desde Mamonal, subiendo en buques –tanques
por el Atrato y después a presión desde Bocas de Arquía hasta el lugar del destino, y si la necesidad se
impone, desde Barranca misma, por Puerto Berrío y Bolombolo. Y si se trata de la hulla, de uso
imprescindible en los astilleros, ahí están los riquísimos bancos de la región de Titiribí, cercana a Bolombolo.
“Apenas es necesario mencionar la favorable situación del futuro puerto de guerra en relación con las
rutas aéreas del país: bastaría a las naves que surcasen el Atrato el desvío de cortos minutos de vuelo para
estar sobre el puerto, y una base aérea que se fundara en Bocas de Arquía que constituiría un nudo de
primera importancia en los servicios aéreos militares y comerciales del país.
“Por la vía de Bolombolo a Solano va a hacer la Nación, más hoy, más mañana, tres mandados, que
son más bien tres grandes mandatos de la previsión y el patriotismo: 1) Evitar la guerra internacional
preparando eficazmente la amenaza nacional al Perú de que nuestro país sabrá y podrá aniquilarlo el día que
olvidando la lección de Tarqui nos desafíe la guerra; 2) Tomar posesión de la rica región del Chocó,
abandonada por la Nación hasta hoy a la codicia internacional, antes de que otros países lo hagan para
apoderarse de sus riquezas mineras o de esa otra riqueza que es la posibilidad de establecer en ese
territorio una vía interoceánica. 3) Salvar para la riqueza pública de Antioquia lo que hoy se consume en
costosos transportes inútiles, especialmente en los del café, fruto que podría salir directamente al puerto de
mar con flete muy pequeño arrancando desde el propio centro de gravedad de la producción cafetera.
“Si la gran vía que se conoce con el nombre de “carretera panamericana” sobre la cual el Presidente
Rooselvelt acaba de someter un informe al Congreso de su país, ha de tener algún día realidad en Sur
América, las imposiciones en la geografía la obligarán a buscar el interior de nuestro país siguiendo en
grande extensión las hermosas vegas del Penderisco y el Pavón para seguir por la región de Andes a la de
Ríosucio, y caer después al valle del Cauca por el del Risaralda. De ella formará parte integrante el trayecto
Solano – Bolombolo, y así la construcción de esa vía asume por segunda vez o por segundo motivo el
carácter de “mandato internacional”.
IX
DE LA IMPORTANCIA INTERNACIONAL DE LA CARRETERA DE BOLOMBOLO AL PACIFICO DESDE EL
PUNTO DE VISTA DE NUESTRAS RELACIONES COMERCIALES Y EL TURISMO INTERNACIONAL
En la inmensa latitud que hay de aquí a la Patagonia, existen tres países cuyas relaciones debemos
cultivar con esmero, aunque desde puntos de vista muy diferentes, según se trate de uno u otro de ellos.
Chile es y será nuestro grande amigo. Perú es y será nuestro grande enemigo, y el Ecuador es nuestro
amigo indeciso de toda la vida, cuya amistad segura es preciso conquistar. La República de Colombia,
bobalicona, cuando no torpe, a fuerza de romanticismo en sus relaciones diplomáticas con los países
hermanos cainescos, debe buscar por todos los medios posibles el medio de defenderse de su enemigo
mortal; y si la espada victoriosa en los días de gloria, se halla hoy demasiada tomada de orín, déjela la
República en su vaina, como lo desean los de la monserga americanista, y enarbole el caduceo, estandarte
que la llevará a altos destinos en luchas de civilización, como nos gustan a nosotros. Palo y látigo al Perú,
país de esclavos, por todos los medios posibles. Si Chile le compra el azúcar, vendámosle a Chile nuestro
azúcar en condiciones ventajosas para que rabien los incas, y así en todo aquello en que tengamos medios
para hostilizar a los felones; avíspense, agentes de la República, a observar las industrias y el comercio de
nuestros sempiternos enemigos, y a estudiar los medios que podamos inventar para hostigarlos.
“Cuando las 130.000 toneladas de café que produce el occidente de Colombia anualmente salgan del
país por los puertos del Pacífico, lo que será dentro de muy pocos años por imposición de la fuerza de las
cosas, habrá llegado el momento de crear la marina mercante nacional como complemento indispensable de
la guerra, y ese nuevo y poderoso factor del desenvolvimiento de la economía nacional nos va a permitir el
cambio de condiciones ventajosas de algunos de nuestros productos por los de otros países, principalmente
Chile. Dos artículos de consumo obligado en la alimentación humana se pueden producir para la exportación
en el Departamento de Bolívar: el azúcar y las carnes en conserva. Salta a la vista que sin la parte
interoceánica, de Bocas de Arquía a Solano, de la carretera en referencia, en este trabajo, la exportación de
esos artículos no podrá hacerse hacia el Pacífico, en condiciones económicas, pues sería necesario pasar por
el canal de Panamá, con la adehala de tener que ser embarcados en Cartagena, en barcos marinos, pues
éstos no llegan a los puertecitos que servirán a los centros de producción; en cambio, subiendo por el Atrato
en buques fluviales, podrían esos artículos ser embarcados en el puerto de Solano, cono economía de fletes
y de pago de derechos, e ir a Chile a desalojar el azúcar peruano, y reemplazar en ese país, quizá, las
conservas de Chicago y la Argentina por las nuestras. En lo que se refiere exclusivamente a Antioquia, el
café, saliendo por ese puerto, podrá ir en magníficas condiciones a los mercados de Chile, mientras que
varios artículos de aquel país, como salitre, vinos, cereales, frutas, etc., encontrarían mercado de consumo en
Antioquia, siempre que los fletes desde el mar, hasta el centro de distribución, que es Medellín, no costarán
un ojo de la cara, lo cual se conseguirá con la introducción por el mencionado puerto de Solano: Si quisiera
entrar en otros detalles me alargaría demasiado.
En lo que se refiere al turismo internacional, bástame lo dicho en el artículo trascrito arriba, sobre la
importancia de la carretera de Bolombolo a Solano, como sector de la panamericana en nuestro país. A
muchísimas personas les huele a pura utopía esta cuestión de la carretera panamericana, pero lo cierto es
que en Norte y Centro América está ya casi terminada, según se desprende del informe del Presidente
Roosevelt al Congreso, en el cual dice que los países suramericanos sabrán comprender la importancia que
para ellos tiene la vía internacional, y que harán sin duda los esfuerzos necesarios para darle realidad. Ya la
tiene en nuestro país en los dos grandes trayectos de Ipiales a Tunía en el Cauca y de Santander (Cauca) a
Ríosucio (Caldas), y según vimos antes, pronto estará concluida la carretera de ahí a La Pintada. Otro
trayecto que tendrá realidad no muy lejana, es el de Bolombolo a Urrao ahora en lenta construcción. Explico
enseguida porqué digo en el artículo que las imposiciones de la geografía obligarán a la carretera
panamericana a seguir la región de Urrao para entrar al país. No tengo información precisa sobre los
estudios que de esta vía se han hecho en Antioquia; entiendo que el de exploración se hizo por las costas
meridionales de Panamá, y sigue por las nuestras en el Pacífico hasta la bahía de Solano, siendo para mí
evidente que se desechó la región comprendida entre Juradó y el Atrato a causa de las condiciones
desventajosas de esa región, y además no basta llegar a ese río para que la comunicación con la carretera al
mar sea corta y sencilla, al contrario. Mientras que entrando por Solano se encuentran terrenos ventajosos,
según explique antes, y se llega a la magnífica región de Urrao, que no encuentra par en parte alguna, más
allá de las cumbres de la Cordillera Occidental. Para el turismo internacional importa poco que el largo
trayecto en Panamá y el de nuestro país entre Juradó y el puerto militar y comercial de la bahía de Solano
tarden muchísimos años todavía para tener realidad, pues basta establecer el acceso al interior del país
desde aquel puerto. Supongo que la entrada a Medellín se hará en el futuro, partiendo de Urrao y saliendo a
Anzá, para bajar por la margen izquierda del Cauca hasta empalmar en la ciudad de Antioquia con la
carretera al mar; la comunicación con el sur se hará mediante el trayecto de Bolombolo a La Pintada, y más
tarde siguiendo la carretera de Andes y el trayecto son construir aún entre esta ciudad y la de Ríosucio.......
X
DE CÓMO “LA FUERZA DE LAS COSAS” NO HA OBRADO NI OBRARA SOBRE LAS CARRETERAS QUE
FORMAN LOS TRIPTICOS DEL OCCIDENTE
Para terminar este escrito, que por lo largo va tomando proporciones de calamidad, deseo hacer una
reseña de las carreteras propuestas en el occidente, sea para salir al mar –sin que se haya logrado hasta
ahora conseguirlo- o sea para penetrar al Chocó, lo que tampoco se ha conseguido. Son dos trípticos, y
cada una de las carreteras que las forman ha sido calificada de “redentora” sin que hasta ahora se nos haya
explicado por qué ha merecido de sus promotores ese mirífico apelativo. En todas ellas hay ya un trayecto,
largo o corto, construido por uno u otro de los dos grandes sistemas constructivos usados y abusados entre
nosotros, a saber, el del torbellino y huracán, puesto aparatosamente en práctica por los Ministros de Obras
Públicas de la Administración Ospina, y el del carameleo, ampliamente seguido por la actual Administración.
EL TRIPTICO MARINO
Lo forman las carreteras de Cali al mar, de Medellín al mar, y de Bogotá al mar pasando por Manizales,
o sea de esta ciudad al mar.
Carretera de Cali al mar. En Colombia el Estado construye las carreteras y las cede gratuitamente al
público para que éste las explote libremente sin que siquiera haya de sufragar los gastos de conservación de
las vías: dicen que así se desarrolla enormemente la economía de la región respectiva. No siempre guía en
esas obras el criterio nacional, mediante el cual se calcula el costo aproximado de la obra y el volumen de
transportes probable, de acuerdo con los elementos de desenvolvimiento económico de la región, y que fija
la necesidad auténtica de la obra nueva, pues muchas carreteras se han construido paralelamente a las vías
férreas para hacerles a éstas la competencia; otras, sin que se vea por parte alguna la carga que se va a
transportar por ellas por haber otras vías ya en explotación económica; otras, porque conviene gastar el
dinero para dar el trabajo a los obreros, aunque la carretera construida no tenga ningún porvenir económico.
Así las cosas, las llamadas empresas de transporte no tienen por que preocuparse del pago de intereses y
de amortización del capital invertido en la vía que explotan, y en cuanto a la conservación tampoco la pagan,
pero sí la exigen del Estado, en ocasiones airadamente. Cuando se abrieron las primeras carreteras de
llanura en el Departamento del Valle, en la época de los millones a granel, los transportes en camiones por
ellas hechos en las condiciones dichas resultaron magnífico negocio, y las empresas mencionadas hicieron su
agosto. Cuando el grande entusiasmo o quier frenesí, o quier gulupán, en Medellín por la carretera al mar,
respondieron en Cali con un gulupan, o quier frenesí semejante, e inventaron su famosa carretera al mar,
para hacerla por el sistema de torbellino y huracán aplicado a la de Medellín al mar. Formóse una sociedad
privada que naturalmente comprometió al Departamento a tomar acciones en la obra redentora, y patatí
patatá. Con la carretera al mar iban a obligar al Ferrocarril a rebajar sus tarifas y con los transportes en
camión baratísimo, iban a florecer las industrias de Cali, y la ciudad a echar palo arriba. La boyante situación
general de entonces permitió que, aunque a tirones, llegará la carretera hasta Daga, pero apenas apuntó la
crisis en el horizonte económico, los empresarios vieron que el aquel de que el Estado pague la construcción
y la conservación de la vía, es factor bastante importante para una empresa de transportes.
Quisieron entonces endosarla a la Nación mediante activísima campaña privada en las Cámaras de
Representantes y Senadores y otras entidades oficiales, pero la Nación sin duda contestó: “no le jalo al
negocito, ahí tengo el ferrocarril para todos los transportes públicos”. A fuerza de tenacidad lograron
convencer a la Asamblea que era un negocio malo para el capital privado, y que la Nación no quiso tomar
para sí, sería magnífico en manos del Departamento, y éste compró la empresa, y me parece que adquirió el
compromiso de acabar la carretera.
Carretera de Medellín al mar. El frenesí de la primera hora se sostuvo durante tres años y el sistema
torbellino y huracán se aplicó con toda amplitud durante ellos. Nadie extrañe que haya costado $8.000.000
los cien primeros kilómetros que hay entre Medellín y la ciudad de Antioquia. Amainó el sistema, y también el
gulupán, durante la Administración de don Camilo Restrepo, quien hizo toda clase de esfuerzos porque la
Nación subvencionara la carretera con $20.000 por kilómetro, hasta conseguirlo, pero nada consiguió con
ello, porque poco después la Ley 88 del año 31 suprimió definitivamente el negocito que tenían los
Departamentos con las subvenciones a las carreteras. Por esa Ley la carretera al mar se convirtió en
nacional hasta Cañasgordas, y posteriormente se logró adjudicar a la Nación el trayecto de ahí hasta
Dabeiba, para ser construido por el sistema de carameleo, el cual no ha dado resultados. A lo largo de este
escrito he expresado por qué considero de muy poco porvenir económico esta gran vía.
Carretera de Manizales al mar. Para este alumbramiento sí llamaron desde un principio como partera a
la Nación: decían que se trataba de unos trillizos, por decir trigemelos. El caso presentó malos síntomas
desde un principio, y a pesar de la insigne comadrona y la vitalidad de los progenitores las criaturas salieron
sin vida a la luz.
Manizales –Magdalena, Manizales –Pueblorrico y Pueblorrico al mar por Tadó e Itsmina, son los
sectores de esta supermirífica carretera. Los dos últimos forman la de penetración al Chocó, y algo diré de
ellos al considerar el tríptico chocoano. ¿Cuál es el estado actual de la carretera Manizales –Magdalena?
Frescas en la memoria estarán las discusiones sobre la necesidad auténtica de construirla: recuerdo que el
informe del Consejo Nacional de Vías es adverso a la construcción de la obra y recomendaba que se
invirtieran los dineros existentes en la carretera de Manizales a Aguadas, primero y poderosos motivo para
aplicarle a la de Manizales al Magdalena el sistema de carameleo en toda su pureza. Que el Ministro se
convenció también de la inconveniencia de ella, y bregó por que se modificaran los términos del contrato
celebrado precipitadamente entre la Nación y el Departamento; que el Gobernador del Departamento la
calificó de "carretera de lujo" y por consiguiente no creía en la conveniencia de su construcción en tiempos de
penuria fiscal, pero obligado por la política, que es el arte de gobernar a los pueblos que piden carreteras
inútiles, hubo de adelantar gestiones ante el Ministerio para que la Nación diera cumplimiento al contrato
entregando los dineros que debía entregar conforme al contrato, asegurando así la financiación completa de
la obra antes de principiarla. La opinión general del Departamento y una buena parte de la de Manizales
mismo es adversa a la construcción de esa carretera por considerarla error económico. Sea porque jamás
estuvo en el pensamiento del Ministro acceder a las exigencias de los pro –juntos de Manizales, zafándose
ese cabestro con su política de carameleo, sea porque realmente cuando no se puede no se puede, lo cierto
es que la Nación no ha entregado un solo peso de lo que le correspondía entregar para la obra, y que los
dineros del Departamento de Caldas se han gastado en la misericordia de dar trabajo a algunos centenares
de obreros, sin que de ello resulte posteriormente ninguna ventaja económica para el Departamento. Queda
la esperanza de que el Presidente electo, por ser natural de Honda, se empeñe en terminar la comunicación
directa de su ciudad con la capital de Caldas.
EL TRIPTICO CHOCOANO
Lo forman las carreteras de penetración al Chocó, a saber: la de Cartago a Nóvita, la de Manizales a
Tadó y la de Bolívar a Quibdó pasando por El Carmen. Desde luego ninguna carretera que vaya del interior
del país a la región poblada del Chocó, que es aquella donde el Atrato y el San Juan dejan su curso paralelo
para abrirse respectivamente hacia el Norte y hacia el Sur, podrá tener prospecto económico, dadas las
condiciones peculiares de la región, pues no hay transportes del interior hacia esa región, o inversamente, en
cantidad que justifique la construcción y la conservación de obras costosas, como son las carreteras de este
tríptico.
Lo de salir al mar por Pueblorrico, Itsmina y las Bocas del Baudó no deja de ser pura fantasía. El fin de
esas carreteras es puramente político, vale decir, el de tomar posesión de la región y tener la vía moderna
que permita la defensa si el caso se presentare. Admitido ese criterio, la Nación elegirá lo que presentando
menores dificultades de orden orográfico, o hidrográfico, topográfico y climatérico, resulte más barata de
construcción y conservación.
Sin conocer estudios definitivos de esas vías que el Congreso ordenó hacer apenas por ley del año
pasado, mis informaciones particulares, obtenidas de ingenieros que han hecho estudios de exploración, me
permiten afirmar que la que mejor satisface las condiciones indicadas es la de Cartago a Nóvita. La de
Manizales a Tadó tiene un corto trayecto llamado a ser dentro de algunos años la vía comercial por
excelencia de Manizales: me refiero a los 35 kilómetros que pondrán esa ciudad en comunicación con el
ferrocarril troncal. Los que preconizan la entrada al Chocó por Pueblorrico, siguiendo el curso del río San
Juan hasta Tadó, ignoran sin duda que esa región está surcada por una inmensa cantidad de ríos y arroyos y
que no es por centenas de miles de pesos, sino por millones como debe calcularse el costo de las obras de
arte que exige una carretera por allí; esta imposición geográfica hará por sí sola desechar esa ruta. Sobre la
carretera de Bolívar a Quibdó, no tengo información sobre la región entre el Carmen y Quibdó; me la figuro
de pésimas condiciones para hacer y conservar una vía por allí. Esta atraviesa la Cordillera Occidental en la
región de los formidables, que no “miserables” Farallones del Citará.
C. Gartner de la Cuesta
Bogotá, abril de 1934.
DISTRITO DE URRAO
Urrao es uno de los noventa y ocho municipios que forman hoy el Departamento de Antioquia. Su
nombre parece que hubiera sido Ura-dó, que en dialecto indígena significa: ura, cera, y dó, río.
SITUACION
Ocupa parte del occidente del Departamento y limita por el Norte, con los Distritos de Murindó y
Frontino; por el Oriente, con Abriaquí, Caicedo, Anzá, Betulia y Concordia; por el Sur, con Salgar y la
Intendencia Nacional del Chocó, en una distancia de 27 kilómetros, que se debe considerar como límite
occidental, y 55 al Sur, pues la delimitación forma allí un ángulo casi recto; por el Occidente, con el río Atrato,
en una distancia de 521/2 kilómetros, comprendidos desde la confluencia del río Ogodó (ogo, cedro, en el
dialecto indígena, y dó, río, es decir, río de los cedros), hasta la boca del río Murrí, lindando con la
Intendencia. De manera que los límites se pueden demarcar así y de acuerdo con las noticias oficiales que
tenemos:
LIMITES
De la confluencia del río Murrí, en el Atrato, río Murrí aguas arriba, hasta la desembocadura del río
Chaquenodá (chaqué, bonito; dá, también significa río); éste arriba hasta su unión con el de Jengamecodá
(jenga, chontaduro, y el nombre quiere decir “camine vamos a comer chontaduros); éste arriba hasta su
unión con el de Venados; de aquí, por la divisoria de las aguas de estos ríos, hasta el ramal de la Cordillera
Occidental, que separa las vertientes que van al Chaquenodá y Penderisco, de las que forman el río Sucio;
por este ramal hacia el sur hasta la Cordillera Occidental; por esta Cordillera, separando aguas vertientes al
Atrato y Cauca, hasta el Cerro Plateado de Concordia; de aquí, hacia el Norte, por el ramal que divide aguas
vertientes del río Pavón, afluente del Penderisco, de las que van a Bebaramá y Beberá (ríos de las nutrias),
hasta el alto de Ocaidó (río del camino derecho); de aquí, en dirección muy marcada al Occidente, se sigue el
límite acordado en 1917, que fue demarcado por la Cordillera divisoria de las aguas afluentes a los ríos
Arquía (Arincha de los aborígenes), y su afluente Ocaidó, de las que van al Beberá hasta la cabecera del río
Ogodó (donde hoy tienen en sus inmediaciones, Paloblanco, un aserrío en grande escala de maderas de
cedro, lo que demuestra lo bien que los indígenas escogían sus nombres); de aquí por este río, aguas abajo,
hasta el Caño de la Madre; por éste al Atrato; río Atrato abajo al punto de partida.
EXTENSION
Se calcula en 4.000 kilómetros, viniendo así a ocupar el tercer lugar entre los Municipios de más área
en el Departamento.
HISTORIA
El primer español que visitó este territorio fue el Capitán Gómez Hernández o Fernández, compañero
del Mariscal don Jorge Robledo, donde encontró la raza caribe, que ya había desalojado a los primitivos
pobladores de otro origen, catíos. La conquista de aquel pueblo se determina claramente en su avance
hacia el interior, por los perúes o mogotes, forma acostumbrada en sus necrópolis, al estilo de las de Centro
América y el Egipto.
En el año de 1794 fue erigido en viceparroquia, con el nombre de San José de Urrao; en 1801
ascendió a parroquia. En el año de 1813 se dice que visitó esta región el sabio Caldas; se ignoran los
estudios que ejecutó, y que deben ser muy interesantes. Como Distrito funciona desde 1834.
OROGRAFIA
De alturas muy considerables está formada la topografía del territorio. Desde la Cordillera Occidental
hasta el grado de longitud 3° 32’ del meridiano de Bogotá., se encuentran las principales alturas que
pasamos a enumerar, y que serán adicionadas con las observaciones hechas en varios otros lugares, y en
pliego aparte.
Páramo de Frontino, 4.100 metros; un poco al, occidente de la cordillera de formación más reciente.
Cerro de San José, 3.005 metros, en el eje de la cordillera; en esta misma el Plateado de concordia, con
2.990; casi a la misma altura se encuentran los cerros de Ocaidó, Sumbáculo, Muñero, Piedragorda, Mojauro,
aparte también de la Cordillera; los de Quiaparadó y otras alturas de la región de Jengamecodá. En la misma
longitud se encuentran llanos de consideración, tales como los formados por los aluviones de los ríos
Penderisco, Pavón, Urrao, Encarnación y Jengamecodá, que principian en altitudes de 1.700 metros, y
terminan a 2.000 y 2.200 sobre el nivel del mar. Los de Bacurichichí (río de muchos pajaritos chiquitos),
Majoré (apellido indígena), Quiparadó de Mandé (río de aguas azules), están alrededor de 800 metros. Los
llanos de San Antonio en las cabeceras de Mandé y los de Nendó, a 1.000; los de Ocaidó y Arquía a 600. En
muchos de ellos se encuentran señales visibles de que fueron asientos de antiguos lagos. Desde los 3°32’
del mismo meridiano, hacia las riberas del Atrato, se encuentran las grandes planicies aluviales de dicho río,
a alturas que varían de 22 metros a 110, y las que formaron sus ríos afluentes hasta altitudes de 300.
CASCADAS
Cascadas de consideración y capaces de desarrollar fuerza para poderosas máquinas hidráulicas, se
encuentra la formada por el río Pavarandó, uno de los afluentes principales de la izquierda del río Mandé.
Las tres cascadas continuas del río Curbatá, afluente a la derecha del Murrí, que juntas miden algo más de
300 metros de caída, y con una gran cantidad de agua, cuyas fuentes y todo su curso está en el Distrito de
Frontino, y que si se menciona en este informe, se debe a que están situadas casi en la desembocadura del
río que la forma en el río Murrí. Los ríos Chibugadó (nombre de un árbol), y Pacurucondó (río de árboles
grandes) forman también cascadas de consideración. Los grandes desniveles de las aguas que riegan el
Distrito, fácilmente se pueden aprovechar para desarrollar económicamente mucho número de H. P.
GENERALIDADES
Por los datos anteriores se comprende el Distrito de Urrao cuenta con toda clase de climas, desde las
alturas cubiertas con pastos naturales de las sabanas de Frontino (páramo de Urrao), hasta las riberas del
Atrato, que no muy tarde veremos convertidas en centro de producciones muy abundantes y variadas; sólo
faltan iniciativas de los dirigentes respecto a las vías de comunicación, y fácil adquisición de baldíos por los
pequeños cultivadores. La industria minera ha tropezado siempre en este territorio con la falta de vías de
comunicación; a tercio hay que llevar hoy en día los elementos indispensables para el laboreo de ellas, a
Nendó, Jengamecodá, Bebará y Bebaramá, etc., y los mineros, por las dificultades de adquirir un lote de
terreno baldío, no se establecen con cultivos que les ayuden a abaratar el trabajo. Mucho camino se hace de
pueblo en pueblo, de cabecera en cabecera, pero nada que consulte el desarrollo científico y económico de la
región, y mucho menos se piensa en orientaciones que puedan a la vuelta de poco tiempo crear una
independencia comercial por medio de introducciones directas por la gran arteria fluvial del Atrato.
BALDIOS
Tiene la Nación, además de los excedentes que existen en la mayor parte de las capitulaciones
anteriores al año de 1900, los siguientes, previa deducción de las partes ocupadas por colonos e indígenas:
Hectáreas.
En el río Ocaidó
21.186
En el Alto Arquía
11.847
En el Bajo Arquía
19.908
Región de Guaguandó
11.095
Región de Chibugadó
11.000
Izquierda del bajo Murrí
25.068
Región de Apartadó
14.306
Región de Pacurucundó
19.048
--------143.158
A esta cantidad parece que debieran añadirse las capitulaciones que por incumplimiento de
disposiciones vigentes, han vuelto a poder de la Nación, las cuales alcanzan un área mayor de 30.000
hectáreas.
Existen también en el Distrito otras clases de terrenos, que si en realidad no son baldíos, se pueden
considerar como tales por el abandono en que se encuentran y cuya propiedad se deriva del arreglo
definitivo de los resguardos de indígenas de Frontino y Cañasgordas.
El área del citado resguardo alcanzó 167.574 hectáreas, con 4.645 metros cuadrados, situadas en los
Distritos de Frontino y Urrao.
De ese número correspondió al Gobierno Departamental, para ser cubiertos con su valor los gastos de
la mensura, etc., 13.595 en el Distrito de Urrao, y ya van corridos diez años sin que se haya dado algún paso
para su colonización.
A las escuelas de los Municipios limítrofes (no se tuvo en cuenta al de Murindó), Urrao, Frontino,
Cañasgordas, Dabeiba y Abriaquí, se les adjudicó, dentro del área de Urrao, un lote constante de 7.700
hectáreas para repartirlo en las proporciones siguientes, respectivamente: 35,23, 20, 18 y 4 por 100. Hasta
la fecha, y van corrido cosa de diez años desde el día de la entrega, las autoridades encargadas en el ramo
de escuelas, han dado paso en ningún sentido para propender a la colonización y desarrollo de esas
regiones, ni para que las escuelas beneficiadas saquen algún fruto.
Hectáreas.
Al Distrito de Urrao se le adjudicaron en seis lotes
1.984
Se destinaron para una fundación en los llanos de San Antonio,
en las cabeceras de Mandé
1.400
Al Distrito de Frontino, dentro de los límites de Urrao, se le señaló
un lote en la región de Jengamecodá, y donde existen desde tiempo
inmemorial muchos colonos, constante de
10.000
Sobre ninguno de estos lotes de la colonización se puede adquirir propiedad, toda vez que no hay
reglamentación en ningún sentido para ello.
Sumando el área de estos lotes enumerados, vemos que ella alcanza al no despreciable número de
34.679 hectáreas, situadas en el área de Urrao.
Todas estas irregularidades, que sin previsión acepta el Gobierno, vienen a formar, para la vida de un
pueblo, un estado de cosas muy aparte de las leyes que rigen en el país. Por eso es que muchos Municipios
no prosperan como debieran y que el pueblo que trabaja y suda vive siempre lleno de desconfianza para
poner en acción sus iniciativas, siempre fecundas cuando las leyes se cumplen.
El asunto de adjudicación de baldíos es un mito para los pequeños cultivadores; los expedientes que
ellos forman a fuerza de dinero y lucha trayendo a la cabecera testigos, a tres, cuatro y más días de jornada,
que con el regreso se duplica, se les devuelve de la Gobernación de Antioquia para que comprueben que en
esos lotes, menores de 20 hectáreas, no existen taguales mayores de 50, que si están o no situados en las
costas de los mares que bañan la República (tratándose del Municipio de Urrao) y que si han dejado los lotes
intermedios que el Gobierno Nacional se reserva etc., cosas que a cualquiera le quitan el deseo de seguir las
tramitaciones del caso, y los colonos prefieren abandonar sus labranzas antes de someterse a seguir
haciendo gastos nuevos, para que luego les pueda resultar un tropiezo semejante.
Por los motivos que anotamos es que la colonización no avanza; que el colono desconfía siempre de los
dirigentes y que prefiere ocuparse en los negocios de compra y venta, que hoy está haciendo perder toda
iniciativa de progreso y adelanto y aún los hábitos de trabajo.
Es de urgencia que el Gobierno Nacional tomé cartas en estos asuntos y que facilite los medios para
poder llegar, de manera práctica, a resultados que traigan consigo el bienestar del pueblo que trabaja, como
la avanzada más meritoria en la conquista de nuestras selvas vírgenes.
Respecto a los lotes adjudicados a los indígenas en el reparto de que se ha venido hablando, nos
permitimos informar que la mayor parte de ellos están hoy abandonados, pues la raza indígena, día por día,
va desapareciendo, sin que las autoridades se preocupen por inquirir el porqué, y sin que se den cuentan del
abandono en que siempre se les ha dejado.
Una inmensa área del territorio del Resguardo se les adjudicó a particulares por compras que habían
hecho a los indígenas, cuando éstos podían disponer de su propiedades; esos lotes están también en
completo abandono, y sus dueños esperan, como es tan acostumbrado en el país, que el Gobierno construya
vías que los beneficien y hagan valer, pues sólo buscan sus propietarios la manera de medrar sin hacer
ningún esfuerzo. Sobre este asunto, que no deja de revestir mucha importancia, se debiera dictar alguna
resolución o disposición que regulara, con una cuota proporcional, el beneficio que se derivara para los
dueños de esos lotes al construir con fondos públicos vías de comunicación en esos territorios. Bien se
pudiera establecer sobre el avalúo de catastro un porcentaje sobre el mayor valor y destinarlo al fondo de las
obras públicas de la región; de otra manera, lucran unos en perjuicio de otros.
En escritos anteriores hemos puesto en conocimiento del Gobierno los muchos excedentes de viejas
capitulaciones; este es otro motivo de desconcierto entre los habitantes de la región, que no entienden el
porqué existan en la actualidad esas anomalías, las que traen consigo la desvalorización de la propiedad y
camino expedito para pleitos.
DATOS GEOLOGICOS
La formación mineral del Distrito de Urrao es muy variada y sumamente metamorfoseada en el contacto
con las rocas eruptivas; la presencia de antiguos lagos se nota en muchos lugares, lo mismo que el cambio
de corrientes en distintas direcciones, cuando éstos de desecaron. Asientos de lagos fueron los llanos del
Alto Penderisco y Pavón, los del río Urrao, Encarnación y los de Curabatá y Pantanos, en altitudes mayores
de 1.600 metros sobre el nivel del mar. Los de Mandé, Chaquenodá. Arquía, Nendó, etc., a altitudes
variables entre 200 a 900 metros.
El sistema montañoso es sin duda uno de los más complicados en su formación geológica. Tanto en la
Cordillera Occidental como en casi todo el perímetro del Distrito se encuentran las rocas graníticas que
atravesaron los esquistos, transformándolos en especimenes muy variados.
El páramo de Urrao, llamado también, sin que sepamos el porqué, sabanas de Frontino, toda vez que
está situado al occidente de la Cordillera y a una distancia sólo de 15 kilómetros de Urrao y más de 30 de
Frontino, está formado por rocas de varias clases: entre ellas se encuentran esquistos metamórficos con
baritina, andesita, aplitas, sienitas, liditas, gabros, monzonitas, basaltos, diabasas, breccias, sienitas
geneísicas y conglomerados, algunos con cementos volcánicos. Los filones de cobre abundan en esa
localidad, y hasta ahora no se han encontrado auríferos ni de otra clase que merezca la pena, y es muy
curioso, toda vez que existen rocas metalíferas reconocidas como tales.- En otros lugares de la región, de
formaciones semejantes, se encuentran filones con tenor en oro que dan margen para explotaciones
beneficiosas, tales como las que aparecen en el río Encarnación, Jengamecodá, San Juan, Penderisco y Urrao,
en la parte baja, Pavón y otros lugares de que se dará cuenta a medida que el estudio de recopilación de
datos y observaciones personales vaya avanzando.
La región de Nendó, donde se encuentran placeres auroplatiníferos de consideración, es una formación
muy parecida a la descrita; se diferencia en que en esta región de Nendó y Amparadó las rocas abisales son
más abundantes y la serpentinización de algunas ha puesto en estado libre mucha parte de los metales que
contienen. En la quebrada Quebradona se han trabajado sobre suelos aluviales varios aventaderos con
porcentajes de platino, en relación con el oro, de un 50 por 100. La formación platinífera está localizada al
occidente del ramal que separa aguas vertientes a Bebará, Bebarama, Arquía y Nendó, de las que van al
Penderisco, de la confluencia de la quebrada Clara hacia el Oriente. Estos aluviones se prolongan mermando
el porcentaje de platino, en sus avances hacia el Norte y Occidente hasta el río León y el Atrato, en esas
direcciones.
Muy importante Muy importante para esta clase de estudios es conocer la siguiente noticia, publicada
por el ingeniero Mr. Fred. A. Hale, Jr., en 1918, y que dio a conocer del público de este país, en su afán
patriótico del adelanto minero, el eminente ingeniero doctor Juan de la Cruz Posada:
“En la zona mineral de Yellow Pine, situada en el Condado de Chark en el Estado de Nevada (Estados
Unidos), a 300 millas al norte de la ciudad de los Angeles, existen dos anchos valles, encerrados por las
montañas Spring y Kingston, de complicada topografía y con altitudes hasta de 8.500 pies (monte Olcott).
“La cordillera Spring, que corre de Nordeste a Sudoeste, está constituida en mucha parte por rocas
sedimentarias paleozoicas, de un espesor de 17.000 pies, según Spurr, y de los cuales 2.000 pies son de
cuarcita cambriana, y el resto de calcáreos más o menos silíceos de esta misma edad y de la carbonífera. En
las vertientes orientales de la parte norte de la montaña afloran areniscas mesozoicas. Los depósitos
minerales de valor económico se hallan en los estratos carboníferos, los cuales tienen más de 3.000 pies de
espesor y son de carácter calcáreo. Toda la zona en consideración muestra intensos plegamientos, en una
gran dobladura sinclinal y numerosas fallas y fisuras. Una de estas fallas es indudablemente de las
continentales; puede observarse en todo el distrito minero, por más de 25 millas de extensión, y el
dislocamiento vertical alcanza por lo menos 3.000 pies.
“Dos series de rocas ígneas se encuentran en Yellow Pine. En primer término, masas intrusivas, del
tipo monzonita –porfiro, en forma de diques y silos. Los diques son, por lo menos, de dos intrusiones
sucesivas, y alcanzan espesores de 400 pies. Petrográficamente la monzonita es estructura claramente
porfirítica, con ferrocristales idiomórficos de cuarzo, ortoclasa, plagiocalas, biotita y augita, enclavados en
una pasta fina. Por razones estratigráficas se sabe que la intrusión de estas rocas tuvo lugar después del
jurásico, probablemente durante el terciario. Los depósitos minerales están íntimamente asociados a las
monzonitas. La segunda clase de rocas ígneas está representada por una capa horizontal de andesita de
biotita, de 60 pies de espesor, evidentemente de carácter efusivo y sin conexión alguna con los depósitos
minerales.
“Conocida así, a grandes rasgos, la geología del distrito minero en consideración, se puede pasar al
estudio de las menas de valor económico, las cuales agrupan tres clases: minerales oxidados de plomo y
cinc, argentíferos; minerales de cobre auríferos, y minerales de cobre auroplatiníferos.
“Las menas de cobre platiníferas, que se encuentran principalmente en la mina llamada Boss, y, que
está situada en la parte occidental del Distrito de Yellow Pine, vienen llamando la atención de los técnicos en
los últimos años. En esta mina, la formación mineral se presenta en una zona de fractura del calcáreo
dolomítico, y alcanza un espesor de 30 pies. A unos 500 pies al norte del depósito mineral en consideración,
aflora una extensa área de la intrusión monzonita –porfiro.
“Dos clases de mineral de encuentran en la mina Boss: una compuesta de material cuarzoso, de color
gris claro, que se deshace en arena fina y contiene oro y platino metálicos, prácticamente libres de cobre; y
otra rica en cobre, en forma de malaquita, crisocola y cuprita, y pobre en paladio y platino.
“El ingeniero Mr. Kanopf ha demostrado que el material gris arenoso se compone de cristales perfectos
de cuarzo, de cerca de 0.1 milímetro de diámetro, y de pequeñas cantidades de octaedrita y rútilo. Asociada
al material cuarzoso, se observa en venículos o masas irregulares una materia talcosa, de color verde, que
ha sido identificada como una variedad bismútica de plumbo jarisita (sulfato básico de plomo férrico); al
estudiarla con cuidado, se ha visto, fuera de toda duda, que la mayor parte del oro y del platino se
encuentran en este mineral, en forma nativa y aparentemente, nunca en combinación química. Por trituración
y lavado se obtienen granos finos de una sustancia negruzca, que se tornan en color amarillo natural oro, al
tratarlas con ácido. Rara vez se logra obtener un grano de platino, sin duda por el estado finísimo en que se
encuentra, impropio para una reconcentración mecánica. Sin embargo, el análisis químico revela que el oro y
el platino no están ligados entre sí, y que el platino se encuentra en forma metálica, y no en alguna de sus
combinaciones minerales conocidas.
“Los metales del grupo del platino que se encuentran en la mina Boss, son: platino, paladio, iridio y
trazas de rodio; pero únicamente los dos primeros en cantidades explotables económicamente.
“En estos minerales el oro y el platino fueron precipitados por la plumbo –jarosita, que es un agente
precipitado para esta clase de metales”.
Muy semejantes son las formaciones platiníferas de esta región a las descritas en el estudio anterior.
En Nendó, especialmente, hay muchos puntos idénticos.
En la misma región de Nendó y la de Amparadó, los aluviones platiníferos difieren en su mayor parte
unos de otros en sus formaciones; unas veces se encuentran los metales sobre suelos de barro, otras sobre
conglomerados de barro, otras sobre los conglomerados de barro y piedra, de diámetros superiores a 5
pulgadas y de composición similar entre sí, por lo general, de rocas cristalinas. Las cintas que reposan sobre
rocas son bastantes ricas cuando forman en ellas canales de reconcentración las aguas corrientes.
Abundan en la región de que se trata los metamorfismos, y la parte baja de los planes tiene por base
doleritas y serpentinas; hacia las partes altas predomina basaltos, dioritas, andesitas y granitos, con multitud
de intrusiones de materiales muy cristalinos.
En Amparadó se encuentran poderosas formaciones minerales de filones auroargentíferos, que encajan
en rocas metamórficas, esquistos micáceos y una serpentina muy mineralizada; su riqueza en metales es de
consideración. Los productos obtenidos por los baharequeros han sido de buenos resultados; la dificultad
para introducir víveres, etc., a la región por falta de vías de herradura ha dificultado la extracción y el
desarrollo de esa rica comarca. Los llanos de San Antonio, donde está situada la reserva de 1.400
hectáreas, destinadas para una fundación, todos ellos son una mina de aluvión de buen tenor de riqueza.
Casi no hay un río en la región que no contenga oro en cantidad explotable, y en muchos de ellos
platino, con tenor de explotación beneficiosa.
La minería no prospera en el Distrito, pues el pueblo se dedica de preferencia a la agricultura y
ganadería, y teme internarse en la montaña virgen, llena de peligros y distanciada de recursos.
TITULOS MINEROS
Desde el año de 1788, con fecha 4 de septiembre, y señalado con el número 291, data la expedición
del primer título de minas o amparo, concedido a favor de don José de Larrea, dato que junto con otros de
mucha importancia se encuentran en el catálogo de minas de Antioquia, publicado por José M. Mesa en
1906.
Refiere que en 1645, cuando el Gobernador de Antioquia don Antonio Portocarrero y Monroy, dictó
medidas conducentes al descubrimiento de las minas del valle de Los Osos (Santa Rosa), y que en prueba de
ello al Capitán Fernando de Toro Zapata y don Pedro Martín de Mora, solicitaron el registro de varias
quebradas con todas sus aguas, amagamientos, aventaderos, sabanas sobresabanas y pantanos, y saltos
que tuviere cada una, para que cada uno goce de la que le tocare, sin que otro le pueda entrar en su
quebrada. Que el Oidor don Juan Antonio Mon y Velarde, en visita que hizo en 1788, mandó que circulase en
Antioquia la moneda de plata acuñada y dictó oportunas providencias para el fomento de las minas,
formando ordenanzas. Estas ordenanzas de que habla ell señor Restrepo (¿Vicente?), y que son las mismas
a que se refieren en sus obras el doctor Uribe Angel y don Alvaro Restrepo Euse, nunca fueron practicadas
en Antioquia y ni siquiera se conocieron, como se verá de manera incontrovertible en el siguiente párrafo,
tomado de un informe dirigido en 1816 al Virrey Montalvo, por don Juan Carrasquilla, contemporáneo de Mon
y Velarde y Presidente de la Convención Antioqueña de 1812. Dice:
“Las minas de la Provincia de Antioquia son todas de oro corrido, por consiguiente no pueden
arreglarse a las leyes establecidas por las de veta, de cuyo conocimiento allí se carece; es pues de absoluta
necesidad dictar un reglamento que evite las frecuentes desavenencias y pleitos ruidosos que suelen
suscitarse.
“Bien conoció esta verdad el Oidor de la Audiencia de Santafé, don Juan Antonio Mon y Velarde, que fue
Visitador de aquella Provincia por el año de 1785, y tomó informes de los principales mineros para arreglar
ordenanzas conforme a las circunstancias del país, clase de labores y dificultades de empresas importantes
en la cuelga de ríos, que se estiman por depósitos de las mayores riquezas; mas esta útil empresa no tuvo
efecto; y las Ordenanzas de Gaspar de Rodas, que fue Gobernador de Antioquia en tiempos muy remotos, no
han sido mandadas observar, y por consiguiente carecen de autoridad para fundar en ellas ninguna clase de
pretensión. La superioridad de Vuestra Excelencia pudiera mandar traer a la vista estos documentos que
deben existir en los Archivos de Antioquia (deben estar en el departamental hoy), y con su inspección e
informe de los conocimientos que hasta el día haya adquirido la experiencia de los inteligentes, dictar
providencias que son demasiado frecuentes en el día (sic) ¿y hoy?...
“Además del dicho concluyente del señor Carrasquilla, se puede presentar también el argumento
decisivo de que entre los pleitos ocurridos desde 1785, no hay uno sólo en que se citen tales ordenanzas, lo
que no hubiera sucedido al estar ellas sancionadas, puesto que Antioquia, durante la Colonia, no poseyó más
disposiciones legales sobre minas que las deficientes Ordenanzas de Gaspar de Rodas, expedidas en 1587,
es decir, doscientos años antes que de aquí viniera Mon y Velarde (sic).”
Claro se ve por los apartes transcritos, que por aquellos tiempos no había medidas claras para delimitar
el área correspondiente al amparo de minas de aluvión entendemos que lo mismo pasaba en el Chocó, donde
se registraban o amparaban quebradas en la misma forma en que se ha hablado.
De todo ello se desprende claramente que el amparo o registro para trabajar las minas sólo era una
garantía para que los avisantes no fueran molestados en sus trabajos o descubrimientos, por otros mineros,
y en ningún caso puede considerarse en forma de arriendo sui generis, como matriz de una propiedad
territorial, que bien distintos trámites tenía para adquirirla. En el Chocó está la matriz del mayor número de
propiedades, lo que no deja de ser un atentado contra la propiedad de la Nación. Por ello debieran ser
revisados escrupulosamente todos los títulos de la Intendencia del Chocó.
Más tarde, en 1829, con fecha 24 de octubre, fue sancionado el decreto que dictó el Libertador don
Simón Bolívar, y que se llamó reglamento de minería. Es la Ley 10 de la Recopilación Granadina. Allí se
establece que las minas de veta tendrán 600 varas, que se medirán según las ordenanzas en vigor.
El artículo 10, habla de las de aluvión, y dice:
“La extensión de éstas ha sido siempre y será las que les asignen sus títulos de registro, que tienen
ordinariamente la cláusula, que no sean de inmensidad, y no se entiende serlo cualquier extensión de mina
de oro corrido, que los dueños hayan colgado o ahondado, de cuya propiedad jamás de les podrá privar. Si
después de abandonado un pozo de 10 varas, no lo ocuparán en sus labores, en el término de un año se
adjudicará al denunciante. En el pedimento se ha de exponer la situación individual de la mina, los linderos
de la extensión que se solicita, cuántas varas cuadradas puede tener de superficie, o cuántas de largo y
ancho”.
Claramente se comprende, y así lo establece la citada Ley, que las minas de aluvión se medían por
varas, no por kilómetros, ni se alindaban ríos enteros como una mina, según se ha pretendido hacer en el
Chocó.
Muchas de las grandes propiedades territoriales y de minas, latifundios existentes en el Chocó, no
resisten un análisis serio y ajeno a contemplaciones. Nos mueve a decir esto, el afán de ver prosperar esa
rica región, donde es necesario deslindar la propiedad, si se quiere su adelanto y progreso minero; hoy, todo
lo más, son pleitos, que por ninguna orientación dan lugar al establecimiento de sociedades que trabajen en
grande escala. No nos mueven otros fines, y por eso hablamos con la necesaria claridad, pidiendo mil
excusas si en algo podemos propasarnos..
ALTIMETRIA
Camino de Quibdó a Bolívar.
Metros sobre
el nivel del mar.
Quibdó
54
Tutunendo
80
Guayacana
95
La Equis
310
Bellavista
210
Ovejas
711
La Playa
918
Girardot
1.158
El Carmen
1.592
Alto del Carmen
2.595
Hábita
1.840
La Quiebra
2.090
La Linda
1.416
Bolívar
1.124
Línea del cable (estudio).
Urrao
1.876
Bote
2.265
Brisa
2.416
Sentadero
2.345
Víbora
2.418
Urobugo (filo)
2.420
Filo de Flores
2.315
Cañola
1.170
Lanzas
875
Ocaidocito
795
Sabaletas
775
Necondó
780
Caraño
498
Crichiridó
558
Quiebra Vegáez
506
Morro A. Vegáez, Sur
656
Morro B. Vegáez, Norte
844
Playa Jerugamá
175
Camino a Frontino
Metros sobre
el nivel del mar
Quebradahonda
1.815
Alto San Vidal
2.190
Alto Salado
2.060
Quebrada Salado
1.830
Alto del Hormiguero
2.040
Puente Herreras
1.630
Camino privilegiado de Urrao al Atrato.
Boquerón de Flores
2.240
La Ciénaga
1.890
Memé
1.450
Barranquitas
1.200
Paso Ocaidocito
640
Paso Sabaletas
490
Paso Necondó
290
Orobugo
2.115
Camino de penetración a Murrí.
Maderos
1.165
La Brisa
1.400
La Sierra
1.560
Boca de San Juan
870
Casaclara
860
Boca Mandé
75
Boca Mandesito
200
Gallinaza Mandé
335
Llanos de San Antonio
1.050
Quebradona Nendó
910
Boca Murrí
22
Camino Urrao – Abriaquí.
Chambuscados
2.412
La Juntas
2.460
Chambuscados, camino
2.380
Chuscal, camino
2.860
Noque, Salado
2.010
Anocozca
2.145
Quiebra A. Junco
3.325
Caicedo
1.850
Abriaquí
1.910
Alturas en los Distritos de Frontino y Urrao.
Alto Peseta (W. De Urrao)
2.360
Alto Bote (W de Urrao)
2.510
Alto Caballo (W. De Urrao)
1.925
Tunalcito (Orobugo)
1.800
Morro Pelado
3.485
Plateado, alto (Frontino)
3.210
Picapica, alto
1.905
Paila, alto
1.100
Alto Guarín
1.480
Alto Buenavista
1.135
Alto Culebra
1.150
Alto Chageradó
1.300
Alto Portachuelo
2.120
Alto Perdices
2.070
Alto Clara
1.780
Quebrada Clara
1.780
Cerro de Carauta
2.100
Minas de Carauta (montadas)
1.860
Mina del Cerro (camino Frontino – Bolivia)
1.850
Mina de Piedras (familia White)
2.810
En el Alto Murrí
Paso de Pichindé, río Carauta
720
Paso Ururú Chaquenodá
400
Platanares
1.120
Alto de Peñitas
1.870
Quebrada Blanquita
700
Chimiandó
760
Atausí, minas
480
Camino de Urrao a Concordia
Quebrada Santa Isabel, puente
2.020
Casa N. Restrepo
1.970
Quebradona
1.940
San José, paso
1.900
Casa González
2.335
Quiebra Concordia
2.490
Quiebra Betulia
2.370
Quebrada Cartagena, paso
1.915
Yeguas
2.307
Margallo
1.895
Concordia
2.020
Camino a Turbo, Urabá
Boquerón de Toyo
2.135
Cañasgordas
1.294
Uramita
678
Dabeiba
385
Quiparadó
380
Pegadó
205
Río Mutatá
98
Pavarandocito
62
Boca Amparradó
170
Turbo
2
DISTANCIAS Y ALTURAS DE LA BAHIA DE SOLANO AL RIO ATRATO, EN METROS
.
Distancia.
Altura sobre el mar
A. a B.
2,209.96
182.16
Principia 80 metros al lado de adentro de
la bahía de Jella
B. .a E.
3,818.05
191.09
F.
4,405.68
222.81
G.
4,830.33
237.31
H.
4,961.33
241.51
(Las alturas son deducidas del ángulo
vertical de buenos tránsitos y teodolitos).
I.
5,065.22
230.90
J.
5,307.33
227.16
K.
5,551.33
222.08
L.
6,515.51
148.62
M.
6,763.51
152.71
N.
9,970.25
297.95
Entre M. y N. Corre el río Mimiquiá.
O.
9,745.81
658.90
Corrientes con curso al Norte.
P.
9,992.88
701.27
Q.
10,838.8
860.89
11,008.4
883.84
Entre K, L, pasa el río Largueta.
1
R.
4
S.
Valle.
13,341.7
723.40
9
T.
Divisoria Nimiquiá y Cemaco, afluentes al
Entre R, S. Cemaco, a 320 metros sobre
el mar.
16,785.7
720.31
9
U.
17,567.1
786.36
Divisoria de las aguas al Pacífico y Atrato.
20,153.9
602.78
Se pasa el río Aibi, en su curso de N. A S.
20,304.9
608.96
21,290.6
589.56
21,826.6
555.74
6
V.
0
W.
0
X.
9
Y.
9
Z.
De V. hasta Y. Hay muchas aguas. Véase
el plano.
25,131.6
588.70
25,430.7
606.34
25,676.6
594.42
25,893.4
561.72
26.023.1
555.83
26,250.4
544.51
26,539.2
543.58
26,604.1
541.41
26,654.0
534.60
26,783.3
508.24
9
A.’
6
B.’
6
C.’
4
D.’
4
E.’
8
F.’
8
G.’
2
H.’
6
I.’
5
Las alturas de 500 metros están en los
planos, es decir, de B’ a I’.
J.’
28,219.6
349.01
30,639.6
323.19
30,786.6
329.45
31,261.6
292.05
34,406.0
481.81
2
K.’
2
L.’
2
M.’
1
N.’
0
O.’
Entre M.’ y N.’ Corre el río Bojayá, a 82
metros sobre el nivel del mar.
34,932.0
484.08
37,994.0
414.16
0
P.’
0
Q.’
Corre la quebrada de Utragá, hacia el W.,
y cae a Bojayá.
39,123.0
444.71
39,691.2
400.41
40,759.0
361.64
44,313.0
342.96
52,671.5
267.25
53,308.6
258.93
76,640.0
42.00
0
R.’
8
S.’
0
T.’
0
U.’
2
V.’
4
Río Atrato en Bocas de Arquía.
0
De V.’ a la Boca del río Arquía la l línea tiene dos ángulos, que se señalaron en el plano de la costa del
Pacífico, que se envió al Ministerio para ilustrar la situación del Distrito de Baudó.
Se envían por duplicado estos datos por creerlo útiles al Ministerio de Relaciones Exteriores (Oficina de
Longitudes). La dirección de la línea está marcada en el citado plano.
Sobre este estudio se darán nuevos datos; al suscrito Jefe de la comisión minera del Chocó le tocó
actuar en este trabajo como primer Ingeniero Ayudante del técnico Inglés Mr. H. S. Taylor (estudio del cable
Bolombolo – Atrato – Pacífico)...
También ha tenido ocasión de estudiar la Comisión, algunos de los títulos de minas de aluvión
correspondientes a la región de Nendó, y que se han localizado en el plano que se acompaña al presente
informe. Ellos son:
Número 1. Nendó. Luis Malluk, etc. Número 17. Marzo 24 de 1920.
Número 2, Clara de Penderisco. Número 16. Marzo 24 de 1920.
Número 3, Boca de Quebradona. Número 19. Marzo 30 de 1920.
Número 4, Boca de Peñas. Número 20. Marzo 30 de 1920.
Número 5, Cont. Legiada. Número 24. Marzo 30 de 1920.
Número 6, Boca de La Condota. Número 18,. Marzo 30 de 1920.
Número 7, Boca La Clara de Nendó. Número 15. Marzo 24 de 1920.
Número 8, Cabeceras de Nendó. Número 27. Marzo 30 de 1920.
Número 9, Juan Ignacio, Valeriano Gaviria, etc., Número 7. Febrero 27 de 1919.
Número 10. La Culebra. Antonio M. Gutiérrez, etc. Número 4. Marzo 10 de 1920.
Número 11, 1° Continuación. La Culebra. Raimundo Gil, etc. Número 22. Marzo 30 de 1920.
Número 12, 2°| Continuación La Culebra. Raimundo Gil, etc. Número 23. Marzo 30 de 1920.
Número 13, La Montoya. Vicente Montoya.
Número 14, La Legiada. Doctor Roberto Luis Restrepo.
Los doce primeros títulos están corrientes, y según comprobantes, se han pagado con oportunidad los
derechos de estaca a la Nación. Estos títulos abarcan prácticamente los terrenos platiníferos de la hoya
hidrográfica del río Nendó; faltan por ser estudiadas las cabeceras de las quebradas Madroña, Condota y
Lejía, donde no parece difícil encontrar yacimientos del citado metal. El alto de Sumbáculo tiene por base
rocas cristalinas y los metamorfismos de esa localidad, por sus proporciones y caracteres, son dignos de
cuidadoso estudio. La Comisión prepara el campo para acometer su estudio, la falta de vía lo ha retardado,
pues hay que abrir trochas y construir ranchos, cosa que en casi todos los trabajos de exploración se ha
vendido haciendo.
La formación de estos aluviones es muy semejante a la descrita, tomada de un informe minero del
Distrito de Chark, del estado de Nevada, Estados Unidos de América.
Abundan en la región los minerales de veta, especialmente en el río Amparradó y cabeceras del Mandé;
hay algunas minas de esa clase tituladas en esa zona por don Luis Malluk y Compañía, de Quibdó. Su
relación es como sigue:
Número 48. La Azurita, en Quebradanegra, titulada en 13 de octubre de 1921.
Número 49. Quebradanegra, en Nudillos, titulada en 13 de octubre de 1921.
Número 50. Nudillos, en San Sereno, titulada en 13 de octubre de 1921.
Número 51. San Sereno, en San Sereno, titulada en 13 de octubre de 1921.
Títulos que también hemos encontrado corrientes.
Existen en la región de que trato varias capitulaciones de terrenos, que por la extensión que abarcan
merecen estudio detenido. Entre ellas se tiene la correspondiente a doña Inés del Corral de Londoño, Cuyos
linderos son los siguientes: “frente al desemboque de la quebrada Mandroña al río Nendó, éste arriba,
siguiendo la cordillera que va dividiendo las aguas entre los ríos Nendó, Mandé, Pavarandó, San Miguel y
Ocaidó, hasta venir a Sumbacal, y de allí volver a la banda oriental a pasar a los nacimientos de la quebrada
Lejía y seguir por la cordillera que va dividiendo aguas entre las quebradas Clara y Lejía, hasta donde se
juntan éstas, que ya se denominan Clara, siguiendo ésta abajo hasta su desembocadura en el río y volver a
pasar al lado occidental; éste abajo hasta volver al frente de la Mandroña, primer lindero.”
Los poseedores han tomado el nombre de Sumbacal, por Sumbáculo, y así abarca una superficie mayor
de 3.000 hectáreas, terrenos que no se trabajan, y cuyo título es desconocido.
En la misma región tienen Antonio Aguirre, Juan P. Herrera y otros un título número 360, registrado en
noviembre 24 de 1917.
Fue expedido por el Ministerio de Obras Públicas y Fomento, el 15 de noviembre de 1906; su nombre
La Clara, y por 1.804 hectáreas. Sus linderos: de la confluencia del río Nendó, en Penderisco; aquél, arriba,
hasta la confluencia de la Quebradona; de allí en línea recta, con rumbo S. 32° Este y con 2.300 metros a las
quebradas Claras (parece equivocado el registro, pues debe ser Chorros); por toda ésta hasta sus
nacimientos, en la cordillera que sirve de lindero con Rafael Herrera S., Froilán y José María Montoya;
cordillera abajo hasta su fin con el Penderisco; río Penderisco abajo hasta la confluencia del Nendó.
El área verdadera de este lote es de 2.760 hectáreas, de lo que resulta un excedente de 1.676
hectáreas. Este lote jamás ha sido trabajado; las primitivas mejoras fueron demarcadas por separado para
sus respectivos dueños: Igual cosa resulta cono los lotes colindantes, correspondientes a Leonidas
Restrepo, adjudicado por Resolución de 6 de diciembre de 1906. El de Rafael Herrán y otros, por 98
hectáreas y adjudicado en 1894. Los de Leonidas y Juan de La Cruz Restrepo adjudicados en 1904, con un
total de 6.334 hectáreas, con 4.474 metros cuadrados, de las que hay poco cultivado, y cuyos linderos
abarcan un total algo mayor.
Los de Rafael Herrera y otros adjudicados en 1906, por 1.905 hectáreas.
Los de Esteban Agudelo, adjudicados en 1907, por 368 hectáreas.
Los terrenos del oriente y sur de la región de Nendó, que abarca el plano, son en su mayor parte
baldíos de la Nación.
Este asunto de baldíos se mezcla cada momento en el presente estudio, muchas ocasiones a nuestro
pesar, pues quisiéramos tratarlo por separado, lo que haremos en otra oportunidad más detalladamente.
Hoy, permítasenos que enviemos, con carácter devolutivo, tres expedientes de solicitud de baldíos, creados
por pequeños cultivadores, para que el Ministerio se informe de la manera como se ejecutan estos trabajos
en el Departamento.
Los dueños de tales expedientes no quieren hacer más gastos, haciendo venir testigos de nuevo, para
comprobar postulados que ellos creen no son necesarios. Este es uno de los motivos para que esta región
no prospere, y los colonos viven siempre con desconfianza en las actuaciones del Gobierno.
Como complemento del plano del Distrito de Urrao se envía adjunto al presente informe, el de a hoya
del río Murrí (así se llama la parte alta de este río, aún cuando lleva los nombres de Chaquenodá, Carauta,
etc., y también el de Curbatá, debido tal vez a que todo se llamó en otros tiempos Valle de Murrí, en la
adjudicación de los resguardos indígenas).
Los prospectos para trabajos de dragas en los lechos de los ríos de este Distrito son magníficos, de
fáciles condiciones de elaboración. Se tienen: Arquía hasta la quebrada de Viodó; Guaguandó y Chibugadó,
hasta el frente, hacia el norte de Vegáez; Pacurucundó, por 15 kilómetros en línea recta en su confluencia en
el río Atrato, hacia sus cabeceras; ; Apartadó, casi todo su curso navegable por canoas; el Murrí, hasta el
Cerrazón, y su afluente Jarapetó, algo más de la mitad de su curso. Todos estos ríos contienen platino en
proporción de 10 a 15 por 100 respecto al oro, y son ricos en este último metal. La facilidad de introducción
de dragas por el río Atrato, que bien pueden venir armadas y listas para el trabajo desde el Exterior es un
aliciente para emprender trabajos de explotación. Entendemos que Mr. H. G. Granger ha titulado varias en
los lechos de esos ríos, y tal vez este es motivo para que hoy no se estén trabajando. Los mismo resulta con
las corrientes de los ríos Bebaramá y Bebará, muy ricos en oro y con crecido porcentaje de platino.
En el interior del Distrito, alto Chaquenodá, Murrí de La Cerrazón, hasta la confluencia del Penderisco,
Mandé hacia Turriquitadó, son fáciles de explotar con dragas, pero su introducción es demasiado difícil.
Arrendado por el Gobierno Nacional el lecho del río Murrí y destinado los valores del canon de
arrendamiento para construir desde su confluencia en el Atrato una carretera hacia el interior, que bien
puede bifurcarse en lugar conveniente, hacia Urrao y Frontino, sería el medio de una rápida, económica y
científica colonización, que traería consigo el establecimiento de multitud de empresas maneras y agrícolas.
Esta vía de orientación, que consulta el futuro desarrollo del país, con la posibilidad de que algún día se
establezca comunicación del Atrato a las costas del Pacífico, es muy recomendable.
De urgente necesidad es conocer las capitulaciones de los lechos de los citados lechos Murrí, Bebará,
Bebaramá, Arquía, Guaguandó, Pacurucundó y Apartadó. Estos títulos deben conservarse en las oficinas de
Popayán, y hasta la fecha la Comisión no tiene conocimiento de ellos. Para la prosperidad de estas regiones
y el bien general sería conveniente que tan delicado asunto fuera resultado definitivamente, en el sentido que
el Gobierno Nacional estimare conveniente. La duda respecto a la propiedad es el mayor perjuicio con que
tropieza el desarrollo del país.
En los llanos de Murrí, cerca de la confluencia del río Carauta, en el Chaquenodá, existen grandes
extensiones de pita, como también en las riberas del Atrato correspondientes al Municipio de que se informa.
La falta de análisis de las muestras de rocas enviadas por la Comisión al Ministerio, retarda el informe
detallado de muchas localidades importantes de la región; hasta ahora se ha hablado de generalidades
únicamente; por este motivo, y muy respetuosamente, me permito solicitar el análisis de las que considere el
técnico de la sección correspondiente de más interés, ojalá se hiciera de preferencia respecto a las señaladas
con los números 29, 59, 65, 77, 88 a 93, 102, 128, 125, 136 y 145; con esos datos ya se puede hacer
algo de mérito.
Las muestras señaladas con los números 1, 13, 16, 20 y 23 que se enviaron en frasquitos, hace falta
también su análisis para poder informar con certeza sobre muchos tópicos de importancia.
La cantidad de cobre nativo y en sulfuros, que existe en la región de Urrao, Tadía y Bebaramá, es
suficiente para fundar grandes empresas; algunas formaciones contienen oro y plata en proporciones
explotables; sobre este tema ya hemos dado algunos datos, los que serán ampliados oportunamente.
La región del río Pacurucundó es muy importante; allí se encuentran oro y platino, aluviones de grandes
extensiones y fáciles de trabajar, tagua, caucho, pita, maderas y minas de veta con buen tenor de oro. Los
terrenos en general son magníficos para la agricultura; de la quebrada Bernal para arriba, las tierras son
secas. En las del Salado se encuentran fuentes saladas, de saturación que corresponden a la Nación.
Unos señores Rivas, de Buchadó, se dicen dueños de ese territorio, y no permiten en manera alguna la
colonización; cobran impuestos por las maderas que se explotan, y como casi siempre son ellos mismos las
autoridades del lugar y los caciques de color, se hacen respetar en todo tiempo. Los mismo resulta en casi
todos los afluentes principales del río Atrato.
La inmigración de brazos y capitales extranjeros a estas regiones y después de que sea definida la
propiedad territorial y minera, traerá consigo el establecimiento de empresas muy variadas y productivas; al
pensar en esto, y como medio atrayente, se debiera reglamentar la redención de minas a perpetuidad; hoy la
garantía otorgada por el artículo 45 de la Ley 292 de 1875, no garantiza la verdadera propiedad, pues sólo
asegura permanentemente la propiedad de las minas redimidas, en cuanto se refiere al impuesto, que no
quita el carácter de condicional con que el Gobierno de la Nación las cede por medio de sus recomendados.
Mal pudiera el Gobierno garantizar una propiedad que los señores Administradores de Hacienda le confieren
al recibir el pago conforme a la ley, el que muchas veces ni siquiera es completo. Tampoco tiene porqué
informarse el señor Administrador que recibe el pago, si la mina está en pleito o si adolece de defectos el
título. De manera que el Gobierno se compromete a cosas que luego se tienen que tramitar por medio de
juicios ordinarios para establecer la propiedad. Hemos atacado las leyes que se refieren a redención de
minas, pues la forma de su texto no da garantías al que las redime, y el Gobierno, como ya dijimos, queda
expuesto a serios problemas.
Estipulando un precio de redención conveniente; exigiendo el peticionario la comprobación de la
propiedad, tanto territorial, si es el caso, como la minera; un plano exacto del área, y la condición expresa de
quedar sometidos los dueños o sus representantes a la fiscalización del Gobierno, en todo cuanto se refiere
a estadísticas, estudios de su recomendados, etc Hoy el que tiene un título de mina redimida se molesta si se
le solicita para su estudio, poniendo de presente que la mina está redimida, y que por lo tato nadie tiene que
ver con ella.
Conocemos varios expedientes de minas, cuya matriz es la propiedad civil, que han sido redimidas sin
hacer constar su extensión; más tarde vemos que se pagan excedentes (en pertenencias); en las minas de
aluvión que se han propuesto llamarlas muchos; se nos ocurre preguntar ¿qué fue lo redimido? Después
encontramos que la propiedad de esa mina redimida está en pleito, el que se ventila tanto sobre la tenencia
sobre el título minero como de la propiedad civil.
Trayendo al estudio de la Comisión, que ya conoce mucha parte del territorio del Chocó, los expedientes
de los títulos mineros, procedentes de la propiedad civil y que se conservan en los archivos de Popayán, bien
se pudieran aclarar tantas cuestiones y enredos que dificultan de manera alarmante el progreso del Chocó y
son causa de posibles dificultades entre el Gobierno y los empresarios extranjeros. Teniendo el Gobierno
conocimiento del valor y condiciones de cada título, bien fácil sería determinar la manera de proceder a su
arreglo o a la reclamación a que hubiere lugar.
Repetidas ocasiones hemos tratado de estos puntos en nuestros informes; ello obedece al afán de ver
iniciado un desarrollo científico y práctico en estas regiones, que dificultan los enredos que hemos tenido el
honor de poner en conocimiento del Ministerio.
La estadística de minas, baldíos, variedad y cantidad de producciones, con anotación clara del lugar de
su procedencia, costo de explotación y su valor comercial, etc., es un asunto que reviste muchísima
importancia; más cuanto el territorio del Chocó ha sido una tierra de leyendas y apreciaciones muy
disparatadas en todo sentido por sus pobladores y visitantes.
Al ordenar unos datos que faltan referentes a las minas del Distrito de Urrao, continuaremos en otro
lugar con su descripción.
Dato sobre la dirección magnética de algunos filones que se localizarán en los planos:
HILOS
DIRECCION
INCLINACION
Las Hoyas, Abajo 2° Salto
S10°W.
AL W.
Torcodá
N80E
AL W. (80)
Chocoseños
N10E
AL W.
Santa Isabel
N54E
32E.
Zarzagüeta
N13W
22W.
Llanogrande
N50W
45S.
Escobares
S46W
45E.
Mundomalo
N9E
35E.
San Juan
S19W
E.
Marías
N65E
45E.
Marías
NaS
E.
San Antonio
N32E
80E.
Piedrasblancas
S60W
E.
Sernas
S22E
45E.
Nudillos
S22E.
70E.
Nudillos
S60E.
68S.
San Sereno
S10E.
W.
Corporal, 3 N.20W. N.45W., y
N50W.
E.
Bebaramá, general
N45W.
35E.
Plateada
S28E.
E.
León
S66W.
45N
Malaquías, San Juan
Este.
50S
Zarro
S51W.
60E
Salto San Juan
S30W.
E
Turriquitadó, Mandé. N.15E
N37W.
90
De estos filones el de La Plateada, en Santa Isabel (N45E), da un ensaye de $23-31 oro y $9-27
plata, la tonelada.
El de Torcodá (N80°E.) da $20-60 oro y $1-65 plata, la tonelada.
La estratificación de las rocas sedimentarias es por lo general de Sur a Norte, y sus buzamientos, de
35° hacia la profundidad.
Por falta de ensayes de muchos minerales y rocas, con los cuales muchas ocasiones se puede calcular
la edad geológica, no se ha entrado en esta clase de trabajos. Prácticamente sabemos que los filones
mientras más baja sea la ley del oro que contienen, son de formación más reciente
En estos datos no se da el espesor del mineral, por el motivo que todas las direcciones son tomadas en
la superficie, donde la descomposición no deja apreciar, de manera formal, su ancho.
Algunos de estos filones en baharequeos superficiales, han dado buen rendimiento de oro, la plata no
se tiene en cuenta, pues por ese método no se extrae ninguna cantidad de ese metal.
Por las direcciones apuntadas, se nota claramente lo dislocado que es el territorio.
Los minerales comprendidos entre 30 a 40 grados son muy cupríferos, y encajan en rocas cristalinas.
(Granitos y dioritas).
En los metamorfismos se encuentran los filones de mejor tenor en oro libre.
En la región del Alto Mandé, San Sereno y Nudillos, hay una formación de agujas muy ricas
(Stockworks); allí trabajan esos minerales en la forma de minas de aluvión con buenos resultados.
Los minerales en verdaderas figuras sólo se encuentran en La Encarnación, San Juan, Babaramá y
Bebará, Torcodá y Santa Isabel, en formaciones graníticas. Hasta ahora no ha visto la Comisión ningún filón
de contacto, con la unión de dos rocas distintas; sólo existen en la región salbandas, de algunas de ellas se
han enviado muestras de los sulfuros que contienen; a batea no dan muestras de metales.
H:E: WHITE URIBE
(Tomado del Boletín de Minas y Petróleo de septiembre y octubre de 1930).
ARTICULO INCONCLUSO
Hace algo así como tres meses me escribió mi amigo el doctor Paz, para que le enviase peón y bestias
a la ciudad de Antioquia, pues deseaba ardientemente venir a conocer este Municipio, con el propósito de
comprar alguna finca en él, halagado por las ponderaciones que había oído acerca de la fertilidad y baratura
de sus tierras, la bondad del clima y su privilegiada situación topográfica, tan cercano al Atrato, no distante
de Medellín, y en fácil comunicación con Antioquia, el Carmen, Bolívar, Betulia y Concordia.
Vino, efectivamente, y durante diez días recorrió gran parte de su dilatado territorio. No se le quedó
sin conocer ni aun el escabroso páramo del Frontino, gracias a la gentileza e hidalga hospitalidad que le
brindó don Pacho Jaramillo, quien se excedió en atenciones y recursos de todo género, para que la excursión
revistiera las características de un cómodo viaje de placer. Tocóle en suerte una mañana de sol radiante, y
su boca no se cansaba de encomiar la magnificencia del espectáculo que desde aquella cumbre se
contemplaba, panorama andino, exclusivo de la zona ecuatorial y del mundo de Colón.
En sus andanzas valoró con ojo inteligente y avizor la calidad de las tierras, la abundancia y bondad de
los productos, la actividad, la salud y vigor de los labriegos, el alto espíritu público que empapa a las clases
dirigentes, lo suave y benigno del clima, y en una palabra, las innúmeras dádivas, gracias y dones que la
naturaleza, con pródiga mano, derramó sobre el valle del Penderisco.
Sin embargo no se decidió a comprar la finca que buscaba, y que encontró a pedir de boca, por la falta
de una vía moderna que le diese rápida, cómoda y barata salida al Municipio. Decía que Urrao sería la
despensa de Medellín cuando se le uniera por carretera al ferrocarril troncal; pero que mientras tanto viviría
pobre, y progresando lenta y penosamente en medio de su pasmosa abundancia, cual un nuevo Tántalo
antioqueño, que nadando en las riquezas, no puede disfrutarlas.
Y desgraciadamente, esto parece verdad.
La víspera de su regreso, que hizo por la vía de Concordia, terminado que hubo los preparativos de
marcha, y para matar el tiempo sobrante, tomó un exfoliador y escribió febrilmente:
“NOTAS DE VIAJE”
“Bajaba la empinada cuesta de las Juntas conversando con Serafín, el inteligente y habilísimo peón que
me enviaron para que me sirviese de compañero y guía.
-“¿Y cuáles son los principales productos de tu tierra?, le pregunté:
-“Pues, dotor, en primer término le pongo el café, por su aroma, la opulencia del grano y la fertilidad de
los árboles; aquí tenemos cosecha permanente.... (yo sonreí, y él a punto lo notó); no crea que son cañas,
nó; usted por sus propios ojos lo va a ver, como también puede averiguar en la Villa, si es cierto que este
café lo pagan con prima sobre el de otras procedencias.
“Después viene el maíz; como producen los arados; qué granos tan abultados, y que lempas de
mazorcas. Vea, en la penúltima cosecha alquilé una máquina americana para desgranarlo, y tuve el trabajo
de partir las mazorcas en dos porque enteras no alcanzaban a dar vuelta, y por poco me tiro la máquina. Le
cuento más: en ese arado sembré vitorias (curcubita pepo); vendí muchas cargas sin que se notara la
merma, por lo cual, cuando ya se hacer acercaba la nueva siembra, di libre el arado al fin de que todo el
mundo llevase las que quisiera, para comer, y para echárselas a los cerdos, y ni por esas lograron acabar
con ellas; cuando volví a sembrar tuve que recogerlas y formar grandes pilas en varios puntos.
-“Victorias no me interesan, Serafín, háblame de los fríjoles.
-“Qué le parece dotor, que eso si no es bueno aquí; no sé si será que nos hemos descuidado con la
semilla, o que el terreno no se presta; pero lo cierto es que no podemos competir con el liborino y el
cargamanto. En cambio la panela por su hermoso color, su agradable sabor, y lo sentidor de su dulce, es
una bendición para nosotros los pobres; en cualquier plaza de mercado la panela urraeña puede levantar la
cabeza con orgullo, pues si no es la reina de todas, le pasó rumbando.
-“Me han informado que este Distrito es esencialmente ganadero, y tú no tienes cuándo hablarme del
ganado.
-“Allá llegaremos ya casisito; pero vea, antes de que se me olvide, fíjese para esos montes del lado
izquierdo, son los montes de la Aná; observe unos árboles altos, chamizudos, como secos; son los cominos;
en todos los montes del Distrito los hay en abundancia; cualquier árbol de esos da doscientas y trescientas
piezas....
-“¿Y no es buena madera? Le dije por darle cuerda.
-“No tiene rival. Para muebles, ya usted conoce las bellezas que exhibe don Daniel Mesa en su taller
de Medellín; no le entra el comején, y resiste como ninguna otra la humedad. Yo soy aserrador, y me ha
tocado trabajar en el monte cañones centenarios, cubiertos por el capote, las palizadas y la vegetación
desde tiempo inmemorial, y sin embargo, dar la madera sanita, sin el más ligero daño.
-“Pero dotor, ¿usted por qué se ríe? ¿cree acaso es que estoy diciendo mentiras?
-“Nó, Serafín, muy lejos de eso, pues me consta por propia experiencia la exactitud de lo que afirmas, y
si sonrío, es porque tus palabras me han hecho recordar una peregrina resolución del Ministerio de
Industrias, que se dio cuenta la prensa, sobre nombramiento de varias comisiones, bien remuneradas
naturalmente, para visitar algunos Municipios del país donde se da el comino, con el encargo de estudiar
cuidadosamente sobre el terreno si dicha madera sirve o no para polines de ferrocarril.
-“Estos primeros potreros del lado derecho pertenecen a la hacienda del Chuscal: ¡vea qué ejemplares
de ganado! Con las faldas de esa novilla se pueden alimentar todos los conservadores de la República,
mientras duren caídos, lo que no será cosa de cuatro días, ¿no es cierto, dotor?
-“Tú como que eres liberal?
“Por la gracia de Dios, señor, y de esa misma opinión política es la gran mayoría de este pueblo.
-“¿Votaste en las últimas elecciones?
“Cómo nó, y fui caso de los últimos; voté antecitos de las cuatro, y me quedé allí hasta que pasara el
escrutinio. Los señores del Jurado comentaron mucho que de los ciento cuatro sufragantes que hubo en esa
mesa, ciento uno lo hicimos con firma, y apenas tres con la letra K.
“Cuando pasámos el puente para entrar a la hacienda de Guapantal, Serafín exclamó: ¡Estamos en el
campo de las brujas! Y soltó la lengua para contar las fechorías de éstas: ya era el pobre viajero a quien se
complacían en ofuscar y apartar del camino, para que anduviese perdido toda la noche, de aquí para allá, por
entre hondonadas y barrancos, sin acertar con la vía, a cuya vera se encontraba ¡oh sorpresa! Al despuntar
la alborada; ora se trataba de un muchacho medio idiota, hijo del mayordomo, a quien pasearon por el aire;
todos los peones de la finca salieron en su busca, guiados por los alaridos que daba, y que se oían aquí, y
unos segundos más tarde en el lado opuesto, a enorme distancia; corrían para allá, llegaban extenuados de
cansancio, pero en balde, porque ahora se encontraban en otro lejanísimo recodo... Sin poder más se
tendieron por el suelo hasta el día siguiente, en que regresaron con las primeras luces del alba, para
encontrar allí, en el patio de la casa el pobre idiota, muerto de terror, sí, pero apenas con ligeros rasguños
en el cuerpo.
“Otra vez fue un señor, Administrador de la Renta de Licores, que venía de Caicedo, quien se encontró
encerrado, con bestia y todo, dentro de un espacio cercado para el cultivo de unos frutales extranjeros, sitio
que carecía de puerta y de toda entrada que no fuese a rastras por debajo del cerco.
“Otro señor, comerciante de profesión y persona respetable, se hallaba de visita en la casa de la finca,
visita de absoluta confianza que lo autorizó para quitarse las botas, por un callo que le mortificaba, cuando a
poco, zas, una bruja le arrebata los calcetines, que nunca se pudieron encontrar.
“Por la primera vez en mi vida se me ocurrió reflexionar sobre estos para nosotros inexplicables
fenómenos. Prescindiendo de las inevitables exageraciones, ¿será cuerdo darle una rotunda negativa al
residuo maravilloso que quede? Si en vez del infantil y ridículo término de brujas, empleamos el de seres
invisibles, ¿no nos colocaremos en mejores condiciones para su estudio?
“Nada autoriza para afirmar que el hombre sea el único racional corpóreo del universo; los fenómenos
del espiritismo ofrecen materia para muchas cavilacioes: quizá haya seres inteligentes que vivan en el flúido
magnético, como los peces en el agua o los pájaros en el aire. La hipótesis de las almas de los muertos para
explicarlas es inadmisible, aunque no fuera sino por aquella trivial y manoseada objeción de que es absurdo
suponer el que ellas abandonen la morada donde habitan para acudir con presteza al llamado de seis u ocho
desocupados que se reúnen para evocarlas. Pero hay todavía argumentos más radicales, más de fondo: la
hipótesis de un alma inmaterial para explicar el pensamiento....”
En este momento sonó la campana llamando a comer. Mi amigo guardó su estilógrafo, y juntos nos
encaminamos al comedor. Al día siguiente, al leer las cuartillas dispersas sobre el escritorio. Me pareció que
este artículo venía como anillo al dedo para satisfacer mi contribución a la Monografía del Centenario. Si
hubiese lectores quisquillosos que se escamen por alguno de sus conceptos, desde luego le denunció el
pleito al doctor Paz para que se entiendan con él.
RAFAEL DEL CORRAL
Urrao. 1934.
URRAO
La tierra, sus productos y sus hombres.
Con cariñoso respeto dedico: a Toné,
a mis hijos y a los campesinos
En nuestro Distrito no existen curiosidades naturales comparables a las famosas cataratas canadienses
y africanas, ni a la espaciosa caverna del Mamut en Yanquilandia, ni a la calzada de los gigantes, ni a los
nevados alpinos, cuya espléndida blancura sólo ancha el policromo hormiguero de turistas, ni aun a las que
en nuestra patria colombiana oprimen el corazón de los que apenas ven, y abren el vuelo a las ideas de todo
cerebro culto que sí mira.
La cueva de Tuluní, el hoyo del aire, las galerías umbrosas que ocultan los ríos nariñenses junto a la
frontera ecuatoriana, son remansos de sombra abrillantada por la pluma de buenos escritores. Las cascadas
del Tequendama y Guadalupe son los centros del reino de la blancura, cantadas con gracia suprema por los
poetas y medidas gota a gota por colosos de la ciencia, como Humboldt.
El tesoro de belleza que enmarcan los linderos urraeños ha corrido una suerte semejante a la de esas
orquídeas primorosas que lucen sus encantos sin más testigo que la umbrátil maraña de una selva
inexplorada; es desconocido el suelo que saciaría el ansia inextinguible del artista, que forma cauces
anchurosos colmados de leche y miel, y que guarda, también, en sus entrañas los metales, deleite del avaro
que aprieta sus monedas hasta borrarles la gráfila. Tan rica savia no ha formado mi atraído al sabio que
vuelque el celemín y realice las visiones del Tabor.
Las grutas y cataratas, los ríos gigantescos y el altísimo nevado inspiran una mezcla de admiración y de
terror; el vulgo los puebla de monstruos pavorosos, y no hay ningún espectador que en las proximidades de
tales maravillas no experimente esa penosa sensación que causan siempre las fuerzas avasalladoras y el
imperio de las tinieblas. Para esas excursiones es preciso un compañero que infunda fortaleza, guías
expertos que garanticen la vida amenazada por los abismos ocultos en la sombra, las pérfidas quebrajas
recubiertas por una trampa de nieve falaz, o del vértigo que en nuestro ser va produciendo la mole acuosa
que se precipita en rápida caída.
Aquí no hay curiosidades espeluznantes; la naturaleza urraeña no sabe formar esos sujetos
horripilantes de que la antigüedad sacó la materia de sus dioses.
Descarto el nombre de curiosidades por parecerme inadecuado a las bellezas que nuestra tierra
prodiga para recreo de los sentidos y deducciones morales plenas de consuelo y suavidad.
I
EL CEMENTERIO
Es la más graciosa de las terrazas, obra digna de la corriente que pulió sus flancos con arte tal que
envidiara Praxiteles. En ninguna latitud contempla el sol nada que iguale a ese delicioso otero deleitoso,
consagrado por la piedad de nuestros abuelos para dar una alegre inmortalidad a los despojos humanos. La
fecunda imaginación de los antiguos creó el apático Leteo e hizo que la Estigia diera vueltas repetidas a su
Averno; pero no llegaron a concretar la idea de un lugar que aumentara los recuerdos dolorosos para
hacerlos apacibles, un sitio en que las lágrimas refluyan al cerebro para engendrar la idea de que dormir y
vivir en tal teatro es gozar de una eterna juventud. Los raizales sabemos de su benéfico encanto que
neutraliza los horrores del sepulcro; los visitantes cultos experimentan la sensación no imaginada y regresan
a sus hogares afirmando complacidos que vieron el más grato rincón del universo, el simpático relieve en que
el espíritu humano se hace bello, si es capaz de copiar la maravilla del paisaje. Describir el cementerio de
Urrao sería crear la página maestra por la que aún suspiran todas las literaturas de la tierra.
II
EL PENDERISCO
Río que sacia el anhelo humano de hallar algo perfecto, feliz esfuerzo del Supremo Artista cuando quiso
dejar en la tierra una rúbrica apropiada a su nombre de Creador Omnipotente. Sus curvas sin rival forman
quietos meandros donde el gramal y las vacadas hacen sublime el tono del verdor y de la albura. El conjunto
de sus arcos da la impresión de cuellos de garzas enlazados. El variante color de sus aguas copia el rojo
limo fecundante y el vestido triunfal de la pradera. En el valle murmura el rumor apacible de las cunas y lame
el cementerio suspirando; luego se convierte en un trueno atropellado de saltos y de espumas. Mejor que la
fuente famosa de Torca simboliza una vida: infancia tan tranquila como el rorro que se duerme recostado al
ubérrimo pezón, entre los brazos prepotentes de las madres antioqueñas; en su curso medio cumple la
consigna de toda juventud: luchar para vencer; en las calladas soledades del Atrato arrastra desmayado su
vejez sobre un lecho de arenas prestadas a los Andes, para cegar la pestilente madriguera en que el
zancudo y la uncinaria detienen nuestro progreso.
III
EL VALLE
El valle, con el cementerio y su río, con las colinas que lo ciñen y las obras humanas que lo exornan, es
el motivo que más hondo se graba en el ánimo de los visitantes ilustrados. No es la residencia de convexos
millonarios como el famoso de la Orotava; en él no se levantan los pendones de humo con que las ciudades
industriales manchan en el ambiente, sino la espiral blanco – azulada, modesta anunciadora del hogar; en su
recinto no viven sabios ni poetas, pero tampoco alientan los instintos malditos del guerrero; aquí no se
envilece el sentido de la vista con los falsos atavíos y oropeles que las clases sociales adoptan para encubrir
su esclavitud. El paisaje irá transmigrando de la magia de su suave encanto al espíritu de los habitantes y así
tendremos la portentosa Arcadia, capital de los bello en la República.
IV
VALLE DEL RIO URRAO
El valle del río Urrao es otra belleza natural eclipsada por la del Penderisco. Recorrido por tumultuosa
corriente que muestra en las espumas de lo salubre de su fresco caudal, sembrado de frondosas arboledas,
entre las cuales sobresale el frondoso eucalipto que hace inútil al galeno, y el famoso laurel, cercano al
puente del Chuscal, cuya copa hospitalaria puede prodigar la caricia de la sombra a centenares de viajeros; al
mirar este gigante venerable, se piensa en las sabrosas escenas patriarcales, en los bravos cantores de
Guernica, en el culto selvoso y fragante de los druídas. Esto y la limpia variedad de pedrejones multiformes
dan a ese ubérrimo rectángulo un género de belleza más varonil y más útil; allí tienen Higía y Pomona sus
complacencias. Visto desde las montañas occidentales presenta un aspecto arrobador; los cañamerales
agitan sus amarillentos abanicos que, a influjos del sol, van fabricando la rica miel que acendran los jugoso
tallos; las legiones del maizal agitan su cimera de espigas y mueven triunfadoras su vistoso pabellón de
esmeraldas; lucios ganados ponen la pincelada blanca sobre esta meseta verdeante, asiento de la gran
ciudad del porvenir.
V
El MORRO DEL FRONTINO
Si esa atalaya suprema que, con nombre impropio, llamamos morro de Frontino estuviera ubicada en
una nación culta, sería el centro más concurrido de turistas, o la morada predilecta de las musas, o la
personificación de las aguas que mana de sus flancos en pasmosa muchedumbre. La prolongada extensión
de sus planos nivelados hacen olvidar la altura de sus cumbres y reconstruyen una Suiza tropical. Sus rocas
ateridas guardan una historia maravillosa de que fueron protagonistas las nieves permanentes; desnudas y
agrietadas copian los despedazados paisajes lunares. Este soberbio pedestal es una maravilla digna de los
dos océanos que cierran su horizonte. Toda descripción es muy pequeña ante el coloso, cuyas entrañas
vierten la miríada estrepitosa de las fuentes con que se enorgullece esta región privilegiada, pues las
grandes civilizaciones no prosperan sino en las comarcas saludables regadas con abundancia creadora.
Hacinando peñascos formidables han formado las fuerzas naturales la más empinada cumbre que
servirá de plinto soberano a la estatua del gobernante antioqueño que por mirar hacia el Caribe, convertido
hoy en un lago de Yanquilandia, no se olvide del Pacífico, que reflejará más puros los colores de nuestra
bandera y daría a la Montaña, si a él une, su ilimitado poder e inmensidad.
VI
PENDERISCO MEDIO
El curso medio del Penderisco es una continua sucesión de raudales a los que el iris viste con hilos
policromos y los cuales caen tronando muchos riachuelos, formando cataratas de algodón lanzado en
perenne movimiento desde los bordes del abismo. Ahocinado entre peñascos, no permite la inspección de
sus riberas y forma una especie de túnel que la imaginación popular ha poblado con los mitos y gigantes de
religiones y faunas ya sepultadas en el osario misterioso de los siglos. La Quinta, la Sexta, San Antonio, la
Hondura y el San Juan rompen el augusto ropaje de la selva virgen con las albas comunas de sus aguas
despeñadas. El árbol llamado dormilón ostenta en esos lugares columnas de sus aguas despeñadas. El
árbol llamado dormilón ostenta en esos lugares una floración intensa de amarillo, como si quisiera mostrar en
el fastigio de la floresta las capas de oro y platino en que entrecruzan sus raíces.
VII
SELVAS DEL ATRATO
Las selvas del Carare forman el mejor capítulo de la inimitable obra de Ancízar. Los interminables
bosques del Atrato y Penderisco. Bajo aún esperan al literato que pueda reunir en un artículo el cúmulo de
misterios, riquezas y colores que atesoran. Una raza vigorosa no se detendrá ante la maraña tropical que
encubre la nube de enemigos que hacen de esa bella región la temible capital de las plagas. Los animales
venenosos darán sus menageries a la ciencia, que todo lo transforma; la industria abatirá los troncos para
dar a los trenes durmientes incorruptibles, las bandas de zancudos asesinos se asfixiarán entre los
huracanados sollozos de las máquinas de vapor. Los ricos pueden conseguirlo todo; esas selvas son
archimillonarios que la inercia o impotencia han vedado descubrir. Que el más ambicioso optimista haga una
copia de todas las riquezas que es dable imaginar y podría mostrársele un original muy ampliado al recorrer
en detalle las selvas del Chocó.
VIII
PLATEADO Y SAN JOSE
Estas cimas, con las del Maravillo y Mojauro, serían relieves admirables en una región donde no se
levantara la mole del Frontino. Colocados ante la vista de los dirigentes que aún ignoran que en Antioquia
hay Cordillera Occidental, sirven a los nativos como antenas receptoras de sus votos, cuando desde lejanos
horizontes divisan esas cumbres indicadoras del hogar. Más allá de tales cimas hay un gran mar; a ciento
treinta kilómetros de distancia mueve sus ondas el que fue llamado mar del Sur y de Balboa.
Los vallecitos de Encarnación, la Honda y San José llenarían ampliamente las aspiraciones de muchos
Distritos antioqueños forzados a colocar su cabecera entre las arrugas rocosas que los movimientos
plutonianos imprimieron al estrujado suelo de la montaña que, como el de Etiopía, se olvidó Dios de ordenar.
IX
VARIOS
Las lagunas del Morro son tan innumerables como pequeñas y graciosas. La del Barcino es la mayor;
por el agreste paisaje que la rodea y su grande elevación sobre el nivel de los mares, merece la visita de
todo amante de la Naturaleza. Depósito glaciar en las pasadas edades del mundo, hoy lo es de perspectivas
consoladoras, y aún conserva el frío, educador de los dominadores del planeta que habitamos.
Existen algunas cavernas que, a pesar de las leyendas con que el vulgo las adornan, no pasan de ser
excavaciones artificiales, con fines lucrativos o para labrarse refugios seguros en tiempo de las ruinosas
contiendas con que hemos esterilizado los campos sagrados de la Patria. La ausencia de rocas calcáreas no
permite la formación de esas grandes cavernas, amables sin duda por el deprimente contraste que forman
con el reino bendito de la luz.
X
DE ORDEN MORAL
La naturaleza es siempre bella, pero en grados diferentes. A los maestros corresponde crear el alma
de esos hechos físicos, cuyos encantos aumentan en proporción de la cultura de quien los mira. Es
indispensable el desarrollo de la observación y el cultivo de amplios ideales de humanidad, porque hay una
aplastante mayoría que tiene como término del mundo el estrecho horizonte que vislumbran con la miopía de
sus miradas ignorantes; para éstos el orbe se reduce al valle, cima, ladera u hondonada, en que arrastran
una vida primitiva, afeada por falsos resabios de civilización.
Sobre el teatro que hemos descrito agitan las herramientas cuatro millares del ejército sagrado, que
remueve la tierra, preparando el progreso de la República; entre esos surcos, e inclinado sobre los libros,
dos mil estudiantes deletrean el evangelio del progreso. Los libros y azadones son las alas con que Urrao
vuela hacia el porvenir.
El territorio urraeño empieza en la confluencia del Murrí con el Atrato. Este nace en el Cerro Plateado, y
no en los farallones del Citará, como afirman muchos autores; marchan en su principio resueltamente en
busca del Pacífico, pero luego se arquea hacia el Norte, para afluir al Golfo de Urabá. Nada hay en la
República tan manso, uniforme y profundo como este golfo de agua dulce, que en 700 kilómetros de curso,
recoge 3.600 metros, 3 de aguas, riquísimas en peces. La selva interminable que lo rodea, le proporciona
lluvias constantes, que mantienen su potencialidad navegable para buques de mar, sobre todo desde el
punto en que le rinde tributo el río Arquía. Esta condición debe tenerse muy presente cuando se piense en
buscar la salida de Antioquia hacia el Pacífico, ya que los 144 kilómetros que median entre Puerto Arquía y
Quibdó son un trayecto menos seguro para los buques, recargan los fletes y no solucionan el problema que
la Montaña tiene que afrontar, si le importa algo su porvenir económico y social.
Los 80 kilómetros que posee el Distrito sobre ese río – lago, son la mejor vía fluvial, poco anegadizos y
de gran fertilidad. El clima megatermo y húmedo de esa región no permite población densa, si no practica
una higiene minuciosa y científica.
La vega, nivelada y virgen, puede considerarse de 1.400 kilómetros cuadrados de extensión. Por ella
ruedan, como aceite derramado sobre un plano, las silenciosas aguas de varios ríos que bajan del último
murallón andino. Jenené, Guaguandó, Pacurucundó y otras arterias pequeñas afluyen recorriendo sólo tierra
urraeña, hoy inexplorada pero rica en oro, maderas, tagua y pita. El suelo vegetal o capa arable tiene hasta
7 metros de espesor. Es la tierra magnífica para el cacao, el hartón, el banano y el arroz, plantas de las
cuales existen plantío ínfimos, aunque de exuberancia prodigiosa.
En la orilla del Atrato se hallan pequeños caseríos, como Buchadó, asiento de una Inspectoría y del
comercio peculiar y escaso de tal región. Son lugares de aprovisionamiento para los cazadores de
serpientes, garzas, caimanes y peces.
Puerto Arquía, del señor Abdo Abuchar, es un claro consolador que muestra el prodigio de las hachas
dirigidas por una voluntad de hierro, optimista y tesonera. Un egipcio, enérgico y patriota, ha convenido
varios centenares de hectáreas en yerbales y arboledas, donde cría ganados excelentes y frutas que
asombran por su tamaño y gusto delicado. Para tener siempre a la vista algo que le recordara la legendaria
corriente de los olvidados faraones, plantó su hogar besando las aguas oleosas del Atrato.
En ese hogar encuentran los viajeros abundancia, hospitalidad, cumplida como entre los árabes, y el
apoyo moral tan preciso al que lleva su ánimo deprimido por las interminables selvas que circuyen ese
recinto civilizado. Una hectárea de abertura, así se llama entre nosotros el terreno cultivado, implica un
gasto de energías admirable, un mojón victorioso contra el yermo, una fuente de riqueza y prosperidad, La
acción oficial directa resulta siempre deficiente tratándose de colonización. Es preciso que la legislación
sobre baldíos se haga en forma científica y práctica, pues con lamentable frecuencia los briosos luchadores
de la selva se ven sujetos a variaciones que sólo a los tinterillos aprovechan las erogaciones que hacen
forzosas para afirmar con dinero la tierra que ya estaba sellada con el sudor; el himno libertario de las
hachas, y el copo del humo del rancho del colono, son dos motivos respetables, dos títulos al apoyo del
Gobierno y sociedades. Los ricos esperan, agazapados como el tigre, el tiempo en que la floresta inhóspite
se transforme en prado o sementera, para tender la multiforme red de su avaricia y apoderarse con irritante
facilidad de lo que impuso cruentos sacrificios al labriego; y las leyes aún apoyan o favorecen al que con
dinero puede matar todo anhelo, de libertad. El drama del campesino despojado sigue sangrante y clamando
piedad, antes de convertirse en grito de combate, pues seguramente obtendrá victoria estruendosa, plena de
reivindicaciones dolorosas, contra los amos sañudos. Tocárales a nuestros suaves legisladores un año de
esa lucha bravía contra la naturaleza tropical, y comprenderían la justicia de dar al campesino la parte mayor
del Presupuesto en forma que favoreciera a los mejores servidores de la Patria. Explotados por el patrón,
acosados por el acreedor del campanario, desamparados por la ley, los trabajadores del campo
abandonarán el surco para aglomerarse en las capitales, donde se vengarán arrastrando su miseria,
escupiendo bacilos y maldiciones, manando pus y agitando sus brazos contra la propiedad, con el mismo brío
que ponían para abatir los duros robles de la montaña. Si hay problema agrario en Colombia, y lo
desconocen quienes no impiden la explotación del labrador por todos los poderes e instituciones sociales.
La famosa caricatura romana sigue fluyendo verdad no comprendida: el agricultor mantiene a los siete
poderes: al Papa, al Rey, a la mujer, al médico, al abogado, al comerciante y al guerrero. ¿Hasta cuándo?
La tierra ardiente, ubérrima y precoz, necesita vías rápidas para regresar a la montaña salutífera. En
esa grande extensión se han plantado ya trescientos mil árboles de cacao y se prosigue con entusiasmo este
rico cultivo que, según cálculos acertados, da el 90 por 100 de ganancia. Bajo la selva existen capitales
inmensos que aseguran a la industria textil materia inagotable aunque esta fibra se utilice para loa aviones y
cordelena marítima y fluvial.
El bosque está formado en su mayor parte por árboles excelentes de construcción. El chachajo el
guayacán, trúntago, almanegra, y granadillo y cañobravo son indestructibles y de hermoso pulimento.
La airosa familia de las palmas se yergue hasta las nubes y rinde múltiples servicios. El chontaduro,
regalo de los nativos; la milpesos, rica en óleo; la camargo y la barrigona, cuyos pasos dan piso, paredes,
techo y cama a los hogares de la umbría. Hay especies que lucirían bien en los parques más cuidados;
algunas sirven de guía a los osados viandantes de esas interminables soledades.
Los ensayos hechos por el señor Abuchar muestran la suprema calidad de esas tierras para frutales.
Este cultivo debe fomentarse ya, sobre todo en sitios colocados ventajosamente, si no queremos que
disminuya el mercado de exportación basado sobre el café, producto densamente cultivado en todo el trópico
y al que la química omnipotente pronto desalojará con sustitutos económicos. La influencia de las frutas
especialmente la naranja, debiera ser anunciada siquiera con la intensidad gastada para menjurjes y
abarrotes. Las Direcciones de Educación e Higiene deben imponer a sus subalternos a la tarea benéfica de
enseñar las propiedades del fruto y prodigarlo en las sopas escolares. El púlpito haría labor útil enseñando
lo que el campesino y los moradores de las ciudades ignoran en este respecto.
La zona comprendida entre los 22 y 1.000 metros de altura está poco poblada no obstante la
precocidad de las especies vegetales útiles y las miríadas de animales salvajes, peces, tortugas, caimanes,
lanchos, guaguas, venados, aves, etc., que dan rucas pieles y abundancia de carne tan suculenta como
barata.
El caucho, de diversas
El caucho de diversas especies, tiene numerosos representantes en esta región y proporciona crecidas
ganancias a quienes lo explotan.
El subsuelo de la región anotada es un placer de metales preciosos apenas desflorado. Antioqueños
oriundos de Municipios mineros se han establecido allí y emprenden aventuradas excursiones, increíbles para
los que tiemblan tan pronto como lo intrincado del boscaje pone corto lindero al horizonte, siempre nublado,
plomizo y amenazante.
Las lluvias son tan frecuentes, que se han calculado hasta en cinco metros anuales. El aire, saturado
de agua, hace propicio el suelo para cultivar arroz y las variedades más apetecibles de pastos.
La vía de penetración ordenada por algunas Asambleas va avanzando tan lentamente, que llegarán
primero los invasores comerciales que sí conocen la tierra y por lo mismo anhelan poseerla. La región
descrita se halla cabe las bocas del Napipí, nombre que hoy tiene resonancias y sinonimias de Panamá. Y es
de advertir que la desgracia de perder algo en la frontera meridional de la República sería efímera; si se deja
vacilar la bandera nacional junto al Pacífico, será arriada para siempre. Urrao es el centinela avanzado del
país hacia el W., y cumple bien su deber anotando subsistencias, alistando sus hijos y dando el alerta a los
gobernantes de la Patria.
Muchos extranjeros hacen incursiones en ese territorio con fines no conocidos. Toman tal volumen de
anotaciones, que seguramente tienen analizado todo, centímetro a centímetro. ¿Con qué fin? Las selvas
fronterizas guardan riquezas al mismo tiempo que misteriosos sospechosos. La costa chocoana es tan
envidiable, que resulta movediza; bordéala el mismo océano que baña a Chile, al Perú, los Estados Unidos y
el Japón. Ese litoral dista sólo 50 kilómetros del suelo antioqueño, y en esa latitud son pocas horas las que
nos separan del canal abierto en el Istmo y en la soberanía nacional.
El Atrato y la bahía de Solano son dos riquezas imponderables, desconocidas para los colombianos y
plenamente estudiadas por pueblos imperialistas; no seguirán gozando la tranquila quietud en que durmieron
desde que el océano retiró sus ondas saladas dejando el mar dulce del caudalosos San Juan de la conquista.
Entre el suelo, sobre el suelo, en el aire y en las aguas de la vega urraeña del Atrato bullen riquezas
atrayentes si no para la codicia sí para la vigilancia nacional.
SEGUNDA ZONA
Entre 1.000 Y 3.000 metros de altura posee el Distrito 2.000 kilómetros, con un clima ideal para la
raza blanca, suelo fértil para el café, la caña, el maíz y todas las variedades del plátano, excluyendo el hartón.
El café no fue muy simpático a la pasada generación, y por esta causa no contribuye sino con 40.000
arrobas a la exportación de tal fruto. Los urraeños se asfixiaban en el retirado recinto de sus actuaciones.
Un viaje a Medellín era tarea para cuatro penosas jornadas, y hasta ocho para la carga. Los recios
terciadores se dirigían al Atrato rompiendo la selva, humillada su frente y encorvado el torso robusto con
cargas de 80 a 130 kilogramos, por pendientes resbaladizas y cuestas inaccesibles. Es admirable la
resistencia de esos cargueros que dejaron una tradición de hazañas dolorosas, cual los boteros del Volga.
Casi reducidos al intercambio mutuo en reducida escala, no tenía por qué prosperar la industria cafetera;
pero hoy puede desarrollar esa actividad en grado igual a los mejores productores en el país. El millón de
cafetos existente será, con mucho, la décima parte de los que pueden plantarse en condiciones excelentes de
suelo y clima.
La mayor riqueza de estas zonas son las maderas útiles, como el corazón, de suave color encarnado,
tan ligero como durable; infinitas variedades de laurel; el barcino, preferido para techos; el chaquiro, que da
hermoso pulimento; cedros, de varias clases y, por sobre todas, el comino. Si hay madera perfecta es esa
enhiesta laurácea, que crece espontáneamente desde el nivel del mar hasta la parte más habitable de
nuestras montañas.
Descuella entre la selva milenaria como el campanario en las aldeas. Se contenta con el suelo estéril y
aguarda sepultado por siglos y centurias sin perder ninguna de sus cualidades. Es como el áloe “amargo y
oloroso”, ningún insecto lo taladra, la intemperie jamás los destruye. Ni el fuego, elemento que se complace
en devorar, lo quema totalmente porque sus esencias le dan cierto grado de incombustible. Es incorruptible
y amarillo como el oro y nunca el arte pudo copiar las volutas tornadizas que ostenta la variedad llamada
crespo. Si existieran poderes perpetuos harían bien en tomarlo por emblema. La misma cuna de comino
sirve al nieto y al abuelo; sobre una mesa de comino se sirvió el pan de diez generaciones; uno el techo de
comino que abriga la infancia y la senectud del montañés.
Como todo lo selecto, tarda en desarrollarse y dificulta su reproducción. Elástico, blanco y poco denso,
se muestra compasivo del obrero.
Sólo el comino resiste por cuatro o más lustros el paso ponderoso de la flamígera locomotora; por esto
tiene vital importancia las vías que conecten con los centros las regiones ricas en esa madera que los
ingleses llaman gol wood.
El ilustre agrónomo Díaz Galindo dice:
“Indudablemente la región más rica en comino y otras maderas es Urrao, región que, a pesar de su
aislamiento, ha sostenido el consumo de traviesas y maderas de comino por mucho tiempo. Una vía de
comunicación a Urrao traería la solución de la escasez de traviesas tanto para el ferrocarril de Antioquia
como para el troncal de Occidente.
“Como varias de las vías de salida que proyecta Antioquia tienen como punto obligado de tránsito a
Urrao, como la carretera Bolombolo – Urrao –Solano, la Bolombolo – Urrao – Atrato etc. ..., sería muy
importante adelantar la vía Urrao mientras los estudios posteriores marcan la mejor salida de ahí en
adelante; siguiendo todavía a la parte navegable del Atrato de tendría una carretera la mar mucho más
próxima y factible. Esa carretera siquiera hasta Urrao, pondría en contacto las principales vías férreas de
Antioquia como una inmensa riqueza forestal”....
En la vertiente antioqueña hacia el Atrato está la savia necesaria para reanimar las gastadas comarcas
centrales.
El maíz, “jefe altanero de la espigada tribu”, hincha un grano vigoroso y abundante en la tierra que
llamamos templada, y no es raro cosechar hasta 37 hectolitros en una extensión de 6.400 metros
cuadrados, es decir, una cuadra, que es la unidad usada entre las agrarias. El grano de este cereal tiene
aquí excelentes cualidades nutritivas y se han seleccionado variedades de impecable forma y blancura. La
producción se aproxima a 30.000 cargas anuales, y es aquí verdadera base de la alimentación. Las arepas
urraeñas conservan aún aquel tamaño y color dorado que hacían el orgullo de los viejos antioqueños; ya la
piedra, trono de la sirvienta descrita por Gutiérrez González, fue sustituida ventajosamente por los molinos,
pero la cayana queda plena con una sola de esas tortas que simbolizan la abundancia. La troja de maíz
indica la riqueza y es credencial de hombría campesina. Bien saben nuestros labriegos la influencia moral de
una alimentación suculenta; en forma práctica aplican la parábola oriental enunciada así: “Cuando el diablo ve
plantar una mata se pone mohino; cuando germina, tiembla, y cuando se muele, huye despavorido”.
El maíz es complemento estético de la vega y “ el más vistoso pabellón que ondea de la virgen América
en las cimas.” Los hombres de hoy olvidamos el modo de sembrar y de regar las rocerías enseñado por G.
González; el sentimiento que inspiró tal poema será eterno, y debiera ser obligatorio en toda escuela
colombiana el aprendizaje de esas estrofas que “con gusto prohijara Virgilio”.
En esta altura empiezan a prodigarse las variedades de frisoles, rica leguminosa cuya producción
abasta el consumo local y permite exportar para varios Municipios. Se distinguen los radicales, liborinos,
guamo y cargamento. El llamado frisol de vida merece el nombre, y si se conociera mejor, sería el grano de
oro, por sus cualidades fertilizantes, su rusticidad invencible por ninguna plaga o meteoro y su producción
casi peremne.
Más de seis mil cargas son el aporte del Distrito para el mercado local y el de varios circunvecinos.
Nada es comparable a la belleza de las frisoleras en plena floración; la policromía de los pétalos resalta entre
el verde uniforme de sus hojas, conjunto que el labriego contempla embelesado con voluptuosidad semejante
a la que exhiben los tallos ceñidos a la caña del maíz, promesas gemelas de alegría, los dos granos que
cantan a dúo el vigor y la ternura de nuestra Montaña.
Otras plantas de esta utilísima ostentan en la zona de que tratamos su gallardo perigonio y legumbres
nutritivas: el chachafruto, cuyas propiedades, si fueran conocidas, le darían un cultivo extenso; habas, arvejas
y guandú, constituyen ricos platos, aunque no abundantes; mil variedades de guamo proporcionan más que
frutos, la sombra, hojarasca y bacterias fertilizantes para el lucrativo cafetal.
Pastos de la misma familia, carretón, alfalfa y amorseco, se transforman en lozanía para los numerosos
ganados que pastan complacidos en estas alturas saludables. Son cincuenta los miles de vacunos, caballos y
mulares que pueblan esta zona privilegiada; al oído del patriota es muy grato el coro formado por el bramido
del toro, prepotente sultán de la pradera, con relinchos del caballo y de la mula, sin los cuales el hombre
hubiera sucumbido en la lucha contra tantas breñas, y el amoroso mugido de la vaca, benéfico animal que
tiene un trono de gratitud en el corazón de cada urraeño. La justicia exige para ella un monumento; lo
encargamos a la posteridad que, por más culta, tiene que ser más agradecida.
Sobre estos prados gruñe libremente el panzudo ejército de nueve mil cerdos, perfectas alcancías que
realizan el milagro de trocar los ceros en millones. Con sobrada razón le llaman “vestido del pobre” y
pedestal de los ricachos. Algún paisa decía que para conseguir dinero pronto, es preciso engordar puercos
o hacer una porquería.
Este filósofo gruñón exige muchas reivindicaciones contra el vulgo que lo insulta sin pensar en los
muchos ejemplos y goces que le proporciona. Ni sucio, ni estúpido, ni feo; conozco grupos humanos que
perderían mucho al entrar con él en parangón.
Como el cielo prodiga frecuentes lluvias, no hay una sola hectárea desnuda de vegetación. La selva
cargada de maderas combustibles o industriales asciende vigorosa hasta los 4.000 metros de altura; el
verdor impera hasta donde no alcanza la vista; la aridez es desconocida en el vasto perímetro que enmarcan
los linderos urraeños.
Los ovinos están representados por unos pocos centenares, cuando darían crecida renta por su lana,
leche y carne en un medio tan propicio.
Más de sesenta mil gallinas cacarean y escarban en los campos y poblados. Su influencia en el hogar
es importante, pues la química ensalza los altos poderes nutritivos del huevo, producto muy usado en chozas
y palacios. Las nidadas de huevos que esconden algunas avaras constituyen un triunfo, alegre y sin
vencidos, a los chiquillos que las hallan. Donde hay huevos se desconocen los apuros, porque es manjar
siempre grato en las múltiples formas de sus preparados. Un ejemplar de estas aves prolíficas esa casi la
única propiedad de cada chiquitín, y nadie puede sustraerse al encanto que produce esta diana triunfal que
entona los gallos como saludo para la fresca aurora.
Una gallina simboliza hasta hoy el afecto sincero con que se recibe la visita deseada, o al amigo que
regresa a los lares nativos. Muy poco ganarán los que sientan sustituidos por jamones y rancho, y cervezas,
la apetitosa trinidad de gallina, leche y arepa de chócolo con que festeja el campesino a sus amistades.
Estas briosas luchadoras por el alimento cotidiano, que a todas horas entonan cantos de optimismo, merecen
atenciones más científicas y cruces inteligentes con las famosas razas mundiales. La experiencia nos indica
la mezcla de gallo puro, minorca, con gallinas criollas nativas.
Merecen mención en este ramo los invencibles gallos de pelea que han sostenido su fama en varios
departamentos. Jamás aplaudiremos la bárbara costumbre de hacerlos despedazar en riña a muerte, porque
la vista del peligro ajeno hace cobarde al hombre; pero el valor de estos animales, sí es admirable, como es
admirable todo luchador que fenece sin quejarse. La cuidadosa selección usada por los galleros urraeños
sería benéfica si en igual grado se cumpliera con otras especies domésticas.
Por la abundancia de caza, poseemos una casta de perros llamados finos, de larguísimas orejas, olfato
delicado y resistencia tenaz, en largas persecuciones contra los animales selváticos. Los perros cazadores
de este Distrito merecen el aprecio que, como a tales, se les tiene en gran parte de la República, y algunos
ejemplares, casi alcanzan caracteres legendarios entre los locuaces aficionados de la cinegética.
Todo sujeto medianamente instruido conoce las excelentes propiedades del plátano en sus diversas
especies. Esta planta, “que conservó íntegramente las cualidades que tenía el Paraíso”, se cultiva con
entusiasmo creciente y rinde abundante cosecha. Es el área del dominico, el guineo y el enano, tan
estrechamente ligados a los recuerdos escolares del urraeño, porque constituye el algo casi general de todo
estudiante; y merece bien la preferencia por lo barato y tierno, y por su dulzura sólo superada por la del
maritú. Ignoramos en qué se funda la medicina popular cuando indica la savia (mancha) de guineo como
remedio contra la tuberculosis; pero si no tiene esa virtud, posee en cambio la belleza de las palmeras y
ofrece todas sus partes; tronco, hojas, tallos y frutos para variadas industrias; el lomillo, que impide que la
carga forme llagas a los animales de carga, con hojas de plátano se fabrica; las enjalmas, de la guasca, que
es el mimo material usado para las esteras y en las coberturas de los quesos de ajo, competidores de los
ultramarinos de Parma y Roquefort. Cien matas de plátano son garantía contra la miseria, y bien probado
está que, en igual extensión, ninguna planta produce mayor cantidad de alimentos nutritivos.
Pasan de 35.000 las cargas de panel producidas en el Distrito; su calidad no tiene rival en el
Departamento y se consume en varias poblaciones que tienen su despensa y granero en Urrao.
Hasta Cartagena va este producto por el cual desdeñamos el azúcar, cuyo color y sabor no tienen, ni
con mucho, la misma intensidad. El campesino o la bestia agobiados por el trabajo, se sienten renovados al
consumir algunas onzas de panela, fuente insuperable de calor y de energía.
El riachuelo La Honda separa las dehesas de los cañamelares, aunque en muchas fincas se producen
simultáneamente la leche y la miel. Esta industria está muy extendida, más la rutina la enseñorea; todavía
hay trapiches de palo, en que se pierde tiempo y manos de los obreros, y los de otra clase que llaman
matagente. Más adelante veremos la enorme fuerza hidráulica que salta en todos los sitios, y que hace
censurable el uso cruel y estúpido de la fuerza de sangre. El verde – amarillo de la caña cubre muchas
hectáreas del suelo urraeño, formando un motivo de orgullo para quien saben la influencia del alimento como
sostén de la ciencia y la virtud.
Sería imperdonable no mencionar la arracacha al hablar de plantas útiles. El análisis químico
demuestra su poder nutritivo, y los paladares afirman que es el revuelto insuperable para la carne; blanca,
morada o amarilla, en todas formas, constituye elemento primordial en los almuerzos regionales, y no sería
aventurado afirmar que sus propiedades medicinales son causa de la maciza contextura y envidiable colorido
de las tierras frías, clima indicado para esta simpática umbelífera. Es muy grato el sabor de la pasta
resultante de molerla con la adición de huevos, cebolla y chicharrones. Con harina de maíz y huevos se
confecciona una torta muy sabrosa que, depositada por algún tiempo en miel de caña, hace más apetitosa
las horas felices de la nochebuena. En la exposición celebrada en 1929 se exhibieron matas de 14
kilogramos de peso neto, sin hojarasca ni colinos. No tiene rival, ni entre los granos, para el engorde de
cerdos y vacunos; en éstos aumenta la leche de modo notable. Los centenares de miles de matas cultivadas
en el Municipio se consumen allí íntegramente, ya que el aislamiento de ese pueblo sólo permite enviar frutos
valiosos a otros mercados.
Para no extender más este artículo, concluiremos por afirmar que la zona comprendida entre 1.000 y
3.000 metros, es un marco espléndido para prosperar holgadamente 200.000 individuos de la raza llamada
blanca. Los 1.400 kilómetros de tierra baja son actualmente el paraíso de los negros, cazadores y
buhoneros.
TERCERA ZONA
De los 3.000 metros en adelante faltan las habitaciones y cultivos, aunque las tierras son feraces por la
buena irrigación y estructura geológica. Los pastales del cerro de Las Sabanas, impropiamente llamado
Frontino, ascienden hasta 4.100 metros, y nutren ventajosamente gran número de vacunos. Los venados se
refugian en estas alturas, en verdaderos rebaños, huyendo del cazador que persigue con avidez esa carne
insípida, de piel algo valiosa. La selva domina en estas alturas, ricas además en especies medicinales, como
el frailejón, el romero, mosquita, valeriana y muchas otras que la ignorancia general oculta, como tantos
otros dones de la naturaleza. Lo notable de esta zona es el cerro mencionado, estudiado por ingenieros y
sabios eminentes cono Scheibe. Ningún lugar más ameno presenta la orografía colombiana para el turista;
dilatadas llanuras que pueden recorrerse en bueyes de silla, lagunas numerosas, extensos frailejones y rocas
formidables ceñidas de vistosas orquídeas. Desde esa atalaya se divisan los dos océanos y el Atrato, el río
más navegable de la República.
Las cimas del Plateado y San José completan el trío montañoso que da a Urrao su peculiar situación y
fresco ambiente.
Los treinta ríos que riegan el Municipio, formado por millares de corrientes secundarias, aseguran un
amplio desarrollo a la industria pecuaria. Entre tantas fuentes teje la cordillera occidental una red que
permite llegar por terrenos altos hasta las márgenes del imponderable Atrato.
El suelo urraeño es propicio para las flores gemelas, del alma femenina y artista. Las especies exóticas
prenden como en su propio solar, y las nativas lucen inusitada brillantez y tamaño. Los bosques abundan en
orquídeas y helechos, que al ser conocidos, enriquecerán la gallarda flora de ornato.
Los frutales no son abundantes, y la rutina o incuria impiden que esta industria aporte la riqueza que
en todo tiempo genera. Es digno de observación que los frutales producen bien en el Distrito en alturas
considerables. El dominico se acerca a los 2.000 metros con vigoroso racimo, y el aguacate se carga de
frutos más grandes y de sabor más grato que el producto en las vegas bajas.
La naranja urraeña merece párrafo especial, sobre todo las del sitio llamado La Loma; tienen sabor
combinado de piña, naranja y miel; sin parte blanca leñosa, son un a esfera maciza del más rico jugo. Se usa
en buena cantidad, pero se centuplicaría su cultivo cuando los dirigentes del pueblo cumplan el deber de
enseñar las benéficas propiedades del fruto, verdadero sol por sus colores y virtudes. Hace falta un
organismo encargado de llevar hasta el más remoto bohío las enseñanzas de la ciencia y selecciones
literarias encaminadas a hacer más amables la vida humana y la de cada ser, planta, animal, mineral, o
fenómeno que nos rodea. El campesino necesita apoyo pecuniario, ideas libertarias y la estética del agro
que todos ensalzamos al mismo tiempo que lo rehuimos para incorporarnos a la asfixiada multitud de las
capitales; contradicción muy explicable en la actualidad.
El hombre que se sitúa en La Campana (cerro de las Sabanas) se da cuenta de la ventajosa posición
geográfica de Antioquia para el comercio universal; pero jamás se explica el que un pueblo llamado vigoroso
deje pasar más de cuatro centurias sin conectarse al Pacífico, que asfixia como el pollo incapaz de romper el
cascarón que lo separa del aire y del sol. Las tres cimas andinas que enmarcan el valle del Penderisco son el
trípode sobre el cual la pitonisa ha enunciado venturosas profecías que diez generaciones no han querido
realizar. Pensamos que la ignorancia geográfica ha vendado a nuestros legisladores, aunque no pocas
achacan tal descuido al odio por el rojo que borbota sobre el verde tapiz de la meseta promisoria. El
andesismo debiera fomentarse, porque el individuo colocado en las alturas asimila par su cerebro la diáfana
inmensidad de los horizontes sin límites.
La riqueza mineral corre parejas con la flora y la fauna; el oro abunda, pero se esconde en lugares
apartados, por lo cual es preciso esperar el desarrollo vial que manifestará la cantidad fabulosa de minerales
tan dilatada que encierra tan dilatada comarca. Los hábiles ingenieros White Uribe conocen palmo a palmo el
terreno y poseen datos sobre su importancia minera.
La carretera Bolombolo –Urrao – Solano sería para el Departamento una revelación, una fuente maciza
de riquezas y un vuelco a los prejuicios montañeses tan notorio como el que conmovió al espíritu humano
con la primera circunnavegación del planeta por el intrépido portugués Fernando de Magallanes.
A nadie se oculta la variedad de climas que encierra la escala de 22 a 4.100 metros sobre el nivel
marino en que se extiende el suelo urraeño. Los productos íntegros del universo hallarían en esos lindes la
temperatura de origen. Las ascendencias megatermas, templadas o glaciales, tienen aquí su representación
y prosperan admirables.
La suerte nos colocó bajo un cielo que cambia con frecuencia el azul quemante por el plomizo y albo de
las nubes genitoras de prados y arboledas. No comprendemos la belleza sin abundancia, y por eso no
envidiamos las regiones en que el sol hace de la tierra sedientos arenales. Las lluvias frecuentes pueden ser
incómodas, pero siempre se traducen en frutos y combustible. Las nubes electrizadas forman en repetidas
ocasiones fantásticos paisajes vespertinos hacia el N. W., del poblado; no faltan viajeros que afirman ver en
esos dibujos retratada la Heroica Ciudad de Cartagena. Meca del patriotismo nacional, cuya gloria rebasa los
linderos del mar que la ciñe para ostentarse, simbólica, en los océanos celestes.
Fray Pedro Simón reivindica para Urrao al héroe máximo contra la barbarie conquistadora, a Tomé, al
jefe indio, que contestaba así a las fanfarronadas de una bala pontificia declamada por los fantásticos
invasores: “Allegáos un poco más, cristianos, y llevaréis el tributo que llevó Pedro de Frías y sus compañeros;
dejaremos las armas de las manos para ponéroslas en las cabezas, y yo os cortaré pieza por pieza vivos,
para que queden las amistades más fijas”. Si las plumas maestras de Botero Saldarriaga o Efe Gómez
hicieran la presentación de ese adalid indígena, la gratitud nacional pondría el nombre de Toné entre sus
héroes excelsos, en las calles más suntuosas de las capitales, en las páginas mejores de nuestra deficiente
historia, en el mármol y en el bronce que perpetúan las hazañas memorables.
Entresaco del mismo autor dos párrafos concordes con nuestras afirmaciones respecto a riquezas
minerales:
“El Chocó, tierra montañosa, siempre empantanada por sus continuas aguas y que parece la mira de
mala gana el sol, según siempre está sombría; defensas todas a que sea habitada de muchas gentes que le
devuelven sus entrañas buscándole las muchas venas de oro que oculta en ellas.
“El Padre Fray Todoco, de nuestra sagrada religión, andando por las tierras de la Gobernación de
Popayán, por el gran conocimiento que tenía de la astrología, dijo muchas veces que sobre estas Provincias
del Chocó, Chancos, Noanamas y Cirambiraes predominan e influían astros tan benévolos que criaban en ellas
las mayores riquezas de oro, plata, perlas y otras piedras... los que ha echado de ver la experiencia por
todos los que han entrado en ellas.”
Al lado de la historia debemos colocar dos leyendas: el tesoro de Dabeibe, que tantas vidas y fatigas
costó a los insaciables conquistadores, está situado en un peñasco vertical, junto a un charco profundísimo
del Penderisco, poblado de animales feroces. A grande altura sobre el nivel del río se ve en la peña una
abertura ovalada. Quien lograra llegar a tal orificio hallaría la entrada guardada por un tigre corpulento que
inmediatamente asalta al aventurero. Este debe aguardar a pie firme la arremetida, que resulta inocua.
Despejada la vía, puede seguir hasta unos blancos salones repletos de oro, hasta el punto de saciar la
avaricia más extremada. El cuento éste ha originado expediciones de muchos paisanos, que han conseguido
los que logra todo el que cree en leyendas.
De índole semejante es el tesoro del Barroso, situado con toda exactitud en el cerro Plateado. Durante
nueve lunas cien cargueros indios transportaron el oro del cacique Barros; al terminar la tarea todos los
indios fueron exterminados por una tropa que los esperaba con tal consigna, para sepultar para siempre el
secreto de tan rico depósito. Hoy se afirma que el tesoro se halla en un espacio circular, plantado de piñas
silvestre únicamente, cuidado con esmero por manos invisibles. Hasta mapas tienen de tan interesante
región; y conozco muchos con los pies heridos y la espalda inflamada por la carga de víveres necesaria para
descubrimientos tan prodigiosos.
Otros engaños peores conocemos que dejan sangrando el cuerpo y la conciencia.
Una de las calles de Urrao lleva el simpático nombre de Codazzi, ingeniero excelente y valerosos militar,
cuya memoria se honra en la Ley 124 de 1896. Ese incansable geógrafo escribe lo siguiente:
“Preséntase desde luego un valle hermoso por su altura sobre el nivel del mar, por sus ricos pastales,
por los variados picos de las cordilleras que parecen encerrarlo por todas partes, y de las cuales salen
algunos ríos y quebradas, en medio de una vegetación siempre en primavera. Los diversos cerros realzan la
hermosura del ancho y prolongado valle por el cual corre mansamente el río Penderisco, a cuyos bordes está
el pueblo de Urrao, llamado a representar un papel importante por su posición topográfica en esta serranía
todavía salvaje. De aquí tomará Antioquia nuevos refuerzos para emprender especulaciones comerciales,
explotaciones de nuevas minas y empresas agrícolas de más considerable magnitud.
“Este será el punto de sus depósitos de comercio, y en donde se fomentará una ciudad populosa,
porque vendrá a quedar en el camino que conduzca al Atrato, tan abundante en oro. No está lejano el día de
esta transformación, la cual depende sólo de la apertura del canal interoceánico por el istmo; y ya hoy los
ingenieros ingleses han visitado los lugares, resultando de sus exploraciones que el terreno de mayor altura
entre el Pacífico y el Atlántico alcanza solo a 150 pies ingleses, equivalentes a poco más de 47 metros o 56
varas granadinas...”
La vecina Provincia del Chocó, del lado que toca a ese punto, tomará un incremento inmenso,
incremento que no será sólo de las poblaciones de dicho istmo, sino también del Chocó y de la parte de
serranía perteneciente a esta Provincia (Antioquia) que confina con aquél por las vertientes hacia el Atrato.
Las ricas minas de oro que poseen Antioquia y el Chocó son un gran aliciente para atraer pobladores, los
que no sólo explotarán los ricos veneros de estas comarcas sino que emprenderán los desmontes de las
antiguas selvas para aprovechar sus terrenos sanos y feraces para el cultivo de los frutos que pueda
necesitar el minero y todos aquellos que son apetecibles en los mercados extranjeros, pudiendo embarcarlos
con facilidad y conducirlos al canal por donde pasarán los buques mercantes de todo el mundo! Qué
transformación la que experimentarán estas selvas vírgenes y solitarias de la Provincia de Antioquia, en cuya
descripción nos estamos ocupando! Atónito quedará el viandante al descubrir el valle de Urrao bien poblado
por los ricos comerciantes y propietarios y en que se disfrutará de una temperatura suave de 20.5° del
termómetro centígrado (19°) y del que se podrá pasar en pocos días (horas) en vehículo de ruedas al
Atrato, por el camino que ha preparado la naturaleza por el medio de la serranía hoy apenas conocida. Los
vapores que surcarán entonces este hermoso río en menos de cuatro jornadas podrán conducir los
pasajeros al gran canal, llevándolos así cómodamente del uno al otro mar. Con suprema admiración se
reflexionará que este punto comercial era en época remota un gran lago, cuyas aguas se levantaban 495
metros sobre el plano actual del pueblo de Urrao, el cual se halla hoy a 1.855 metros sobre el nivel del mar.
Un camino pésimo conduce al Atrato; pero es tal que no pueden los animales transitar por él, teniendo los
hombres que hacer uso de sus semejantes, que, como bestias de carga, transportan con sobradas
penalidades algunas arrobas de víveres y mercancías. El lago de que hablamos se desecó rompiendo la
cordillera que hoy enlaza la serranía de Pavarandó con la de la Horqueta de Abriaquí. Esta ruptura puede
haber sido producida por algún terremoto que haya volcado los cerros y dado paso a las aguas para
precipitarse sobre otro lago inferior, mucho más espacioso, que es el de Murrí. Hoy todavía las llanuras
conocidas con este nombre y con el de Mandé, son una prueba de la existencia de este lago, que se elevaba
como a 1.200 metros sobre el nivel del mar. Engrosóse, sin duda con el repentino diluvio que le bajó de
Urrao, haciéndolo desbordarse sobre el dique que lo contenía. Opinión es esta que fortalece la presencia de
los peñascos destrozados en el punto llamado La Cerrazón. Esta catástrofe ha debido producir una inmensa
inundación en el bajo Atrato, el cual, salido de madre, ha tenido que extenderse por las grandes selvas de
sus planicies. Este valle, habitado hoy por algunos indígenas apenas, y por una que otra familia criolla, será
un punto de la mayor importancia cuando lo pueble la inmigración, porque en él se hermanarán la agricultura
y la minería. Si hoy no se goza en este sitio de gran salubridad, bien pronto se sucederá todo lo contrario,
cuando hayan sido destruidos sus árboles seculares y cuando se hayan desecado los pantanos que existen
todavía como reliquias indicadoras de su antigua inundación. Sólo dista del Atrato 5 leguas, lo que
proporcionará llegar a él por un camino fácil, al paso que el Murrí, unidos al Penderisco, ofrecerá por la
llanura una vía fluvial de sólo 7 leguas.
Los cerros entre Pavarandó y Ocaidó de los cuales descienden seis ríos y gran número de quebradas,
serán poblados también a causa de la bondad de su clima y su proximidad al Atrato; en ellos se podrán
cultivar los frutos de las tierras frías, los de las cálidas y los de las templadas. No será menos ventajoso el
lecho del antiguo lago, por donde corre hoy el Amparadó, pues que abundan en excelentes minerales y son
sus tierras propias para la agricultura, gozando muchas de ellas de la doble de ventaja de un clima saludable
y de la cercanía al Atrato.
Si retrocedemos de Urrao y nos transportamos al alto páramo del Frontino (las Sabanas) adornado de
muchos piscos y de grandes peñas totalmnte desnudas, se nos presenta la perspectiva más dilatada que
puede desear el observador. Su altura de 3.400 metros sobre el nivel del mar (4.100 según Scheibe) los
coloca en situación de dominar todo el país hasta más allá del Atrato. Los ricos pastos de este páramo, en
los que se alimentan algunos rebaños de un señor Corrales, de Antioquia (hoy de Jaramillo Villa y Compañía),
pueden contener muchísimos más. Podría decirse que se divisa claramente la ramificación de los cerros de la
cuenca del antiguo lago del Murrí y la de los que encierran la hoya del Penderisco y dan origen al Arquía.
Causa tristeza considerar que todo es un desierto, que sólo osa cruzar por uno u otro punto algún salvaje.
No sólo se dilata la vista por donde serpentea el Atrato, sino que se distingue perfectamente un bajo cordón
de cerros que se confunden con el abierto horizonte del mar Pacífico. La distancia de 22 leguas que separan
este punto y los vapores que levantan el fuerte calor impiden casi siempre divisar las aguas marinas; pero
sabiendo que detrás de esa fila de montes se dilata el océano, concluye el observador por convencerse de
que esa inmensa llanura, que se une al cielo en el borde del horizonte, está formada por las aguas del
Pacífico.”
Esto se escribió por un sabio hace ochenta años, y aún “causa tristeza considerar que todo es un
desierto...” Los salvajes desnudos han desaparecido; supervive la legislación del mismo apellido; los
montañeses urraeños han descuajado una milésima de la selva fecunda, sin más apoyo que la sublime
inspiración de las estrofas libertarias de Epifanio Mejía.
EL HOMBRE
Si es cierto que nuestro ser actual es una especie de libro en que cada centuria tiene su página, y que
obramos repitiendo ocasionalmente las prácticas de nuestros abuelos más remotos, la índole de los
aborígenes a quienes tocó la época de la Conquista de be influir de modo decisivo en la idiosincrasia urraeña.
La etnografía vacila aún para fijar el origen de los pobladores de América; las diferencias que
presentaron las diversas tribus colombianas duplican las dificultades. Sin atrevernos a ninguna hipótesis,
recalcamos el hecho de que los pobladores del Atrato y Costa Atlántica presentaron una resistencia
admirable, armada de flechas y macanas contra el invasor abroquelado y omnipotente por disponer del
acero, la pólvora y los caballos.
Fray Pedro Simón dice de los indígenas pobladores del valle del Penderisco: escogen antes que la paz
el ser consumidos por las llamas y si acaso sus hijos y sus mujeres procuran huir del peligro, los vuelven al
fuego, donde se consumen todos. Esta fiera nación tiene por afrenta mostrar alguna apariencia de
sentimiento (dolor) cuando los matan. Cuando les cortan las manos, meten el brazo en el fuego, con aspecto
más que bestial, como gente más indomable que fieras, pues así castigados escapan diciendo a los
españoles mil blasfemias, vituperios, afrentas y amenazas; tienen la pertinacia de Faraón. Al perro que los
devoraba decían iracundos: ¡aprisa, come come!
Esa genealogía nos llena de legítimo orgullo, pues bien sabemos que bien teme la muerte no ama la
libertad. El Faraón se llenó de terror y cedió ante los alaridos; nuestros abuelos arrojaron a las llamas al hijo
o a la mujer cobarde que las esquivaban para someterse al yugo.
Piensen lo que quieran los
seudomoralistas, siempre creemos que la vida sólo es digna cuando se gasta íntegra en acrecentar la
libertad de que se disfruta, o en recuperar la libertad perdida. El que es hombre ofrece a Dios amor, nunca
temor; necesita al Sér Supremo para darle gracias por sus triunfos, jamás para implorarle remedio a sus
dolores. Dios debe serlo para la alabanza, el hombre debe ser el amo absoluto de sus miserias.
La raza o conglomerado social que algo teme es infeliz y cualquiera la hace esclava. No conocemos en
nuestra historia un reto más varonil contra la muerte que el lanzado por esos bárbaros del Penderisco,
nuestros gloriosos antecesores.
Un latigazo dado a su sirviente, niño todavía, culminó en la sangrienta venganza en que murió el
bachiller Lozano con su familia. La mansedumbre incita la crueldad, y esa es la razón por la cual cada vecino
mira al semejante con la cabeza erguida y el gesto que a un tiempo expresa la benevolencia y la amenaza.
Las murallas andinas y la distancia han hecho de Urrao una sociedad diversa por varios aspectos.
Domina un individualismo cerrado, por el cual cada montañés construye su casa en el sitio más aislado, ojalá
no vea el humo del hogar vecino; quiere para él solo el agua de cada fuente y enuncia complacido la
sentencia: “compañías ni con la cobija”. Cada uno tiene su equipo agrícola, rudimentario si se quiere, pero
teme mucho el deber favores. Podríase calificar de hirsuto al sujeto que rehuye toda atención social, toda
alabanza popular; más hartos sufrimientos cuesta la adulación, mentirosa y vil.
Como el filósofo de Sinope, se tiene la tendencia a vivir conforme la naturaleza y despreciar las
conveniencias sociales. Los sujetos más ricos viven de modo tan austero como un eremita, y sólo sienten
liviano sobre sus cabezas el techo de su propio hogar, sólo respiran tranquilos el aire encerrado por los
muros de su habitación. Ninguno sabe las zalemas acostumbradas ante los altos personajes y habla con los
más elevados dignatarios civiles y eclesiásticos, como si lo hiciera con un compañero de labores cotidianas.
Para el urraeño ningún viviente ha nacido de los huevos de Leda.
La vanidad se aplasta en el ambiente urraeño como insecto bajo la suela del zapato; existe un fortísimo
poder de absorción que hace como los radicales a quienes de otros lares llegan preconizando reformas, más
o menos discutibles. Si es un español, deja de pronunciar sus zetas y sus cees para acabar sustituyendo el
sonido de s por el de. j antes de consonante, y olvida el pan francés por la suculenta arepa, y deja el vino
para escanciar las postreras, al decir de Botero Saldarriaga, resucitan un muerto.
Allí existe la nivelación social, a lo cual contribuye el que, generalmente somos consanguíneos; y el que
quiera vivir en esa meseta, no puede seguir como eminencia. Se visita a los enfermos, se da pan al
hambriento y posada al peregrino. Se reza poco, pero se produce mucho; allí practicamos el principio: a Dios
rogando y con el mazo dando. Sólo un viejecito loco se fue a una cueva a repetir oraciones aguardando en
cambio el sustento que en épocas de más candor llevaban los cuervos milagrosos. Allí no se exige a Cristo
que transforme las piedras en panes, precisamente porque respetamos la libertad y la dignidad. Un 80 por
100 de agricultores y habitantes rurales garantizan el progreso en su más benéfica concepción.
Defectos habrá por millares, pero ignoramos dónde existe el juez hábil para calificarlos.
Las
costumbres varían como la superficie marina, y la adaptación al medio es un hecho que fatalmente se
cumplirá.
Algunos señores distinguidos en la ciencia o enriquecidos por medios ignorados niegan su cuna
urraeña, olvidando que el centro de cultura existe en todo lugar en donde hay un hombre que piensa. En
cambio aclaman su origen personajes ignorados en los anales patrios, pero considerados como de primera
magnitud en el linde regional, tales como Carmen Santana, cuyo amor al esposo y a la enseña roja le dio
alma para combatir nuestras guerras intestinas hasta merecer el título de coronel.
Tomás Correa, verdadero carácter, exponente magnífico de lo que alcanza el esfuerzo propio.
La recia legión de colonos, entre el cual descuellan Simón Flórez y Benito Herrera.
Doctores, sacerdotes e ingenieros tenemos en número considerable. La posteridad les acomodará el
adjetivo correspondiente según la obra que realicen la obra a favor del suelo que los vio nacer.
La mujer urraeña cifra su orgullo en ser buena madre de muchos niños, leal esposa y compañera
vitalizante del hombre que, por cualquier medio, a ella enlaza su suerte. Sólo la enfermedad, o una pésima
educación, le hacen arriar la bandera de la abnegación que un elevado porcentaje lleva triunfante hasta
morir.
El aspecto general de la multitud demuestra una selección consoladora. Buenos sociólogos como Uribe
Uribe y Castro han anotado el singular conjunto de rasgos físicos que aprestigia el conjunto de urraeños.
Nadie ignora que no hay raza pura, pero sí existen aglomeraciones más aceptables ante la estética y la
higiene. En este particular copamos conceptos valiosos de ilustres viajeros con los cuales bien pueden estar
acordes los nuestros.
Así como el frote repetido engendra calor y luz, la juventud urraeña necesita incentivo para el desarrollo
de su potencialidad física e intelectual. El comercio y las industrias tendrán buenos agentes entre los
muchachos que alientan en lo que se llamó gusto refinado., Valle de Olimpia, nombre que debiera
restaurarse, pues lo merece.
Entre el torbellino de ideas encontradas en que hoy vacila el mundo, Urrao ha conservado siempre un
ideal liberalizante y sinceramente democrático.
LA CIUDAD
El sitio ocupado por la cabecera es ameno y salubre, aunque estas cualidades se hubieran aumentado
ventajosamente al situarlo en El Llano, que se halla 800 metros al norte. Calles planas, algo aseadas, unas
seiscientas casas de construcción regular, agua escasa y buena luz, constituyen el poblado urraeño.- Un
templo de gran capacidad sirve al culto católico, una plaza de marcado, una de feria y otra de recreo son los
sitios de actividad comercial y de descanso. Más de tres mil casas sirven de asilo a los 16.517 habitantes
que nos asigna el censo de 1928. La escasa densidad 4.3 se debe la gran yermo situado en la parte
occidental, hacia el Atrato. Las colinas orientales son adorno perfecto y centro de las mejores perspectivas;
la del cementerio sobrepasa toda descripción. La Escuela Modelo es amplísima y saludable, lo mismo el
edificio donde funciona el Colegio de la Sagrada Familia. El matadero está regularmente aseado, pero el
modo de transportar la carne disminuye el deseo de comerla. Consuela ver el mercado principal, que se
practica cada día domingo; son montañas el cúmulo de vegetales alimenticios que allí se expende. Las
modernas construcciones van demostrando mejor concepto artístico y confortable. En resumen: un caserío
semejante a todos los caseríos antioqueños; algo mejor que muchos de ellos.
Debemos ya poner fin a lo que es interminable
Cuando los hombres del 2034 nos analicen, podrán avergonzarse de nuestras mandíbulas feroces; de
la escasa capacidad craneana; de la torpeza científica, artística y literaria; tal vea nuestras costumbres
sencillas y conceptos equivocados del vivir. Más la justicia les obligará a confesar lo intenso de nuestro amor
para el suelo nativo, el anhelo vehemente de hacer grande el retazo colombiano cuya esencia se mueve en
las arterias de los actuales pobladores.
Un centenario reúne los afectos intensos y encontrados de una cuna y de un sepulcro. Cuando se
cumplan cien años más, todos seremos un puñado anónimo de polvo.
Si los urraeños del 1034 examinan, comprensivos, ese polvo, verán que se conmueve para formar la
palabra libertad; hallarán, en él, intacto y fresco, nuestro rojo corazón.
¡Feliz el hombre que en su vida efímera engendre un recuerdo eterno!
¡Feliz el pueblo que, en su vida, enderece cada segundo hacia el progreso!
ANTONIO JOSE ARANGO
Mayo de 1934.
VIALIDAD DEL DISTRITO DE URRAO.
(ANTIOQUIA – COLOMBIA)
Todos los elogios y con toda justicia merecidos, se le tributan a Urrao en el primer centenario de su
fundación. Los escritores ilustres que fueron invitados a formar el libro de su Monografía, prendieron en éste
varias joyas de su ingenio para decir la historia y revelar los prodigios de todo orden que guarda esta
opulenta porción de la patria colombiana.
A mí, el menos digno de la falange favorecido con el honroso encargo; el incapaz de cantarle en frases
de armonía literaria que hagan resaltar las maravillas de su valle de ensueños –de la espléndida altiplanicie
del Penderisco-; al que más admirado vive de la magnificencia con que la naturaleza acumuló en el extenso
territorio del Distrito tesoros de todos sus reinos; al hombre del contacto íntimo con la tierra y que sólo sabe
de cavar en sus entrañas; al minero que conoce las capacidades de aquellas regiones para un enorme
desarrollo de la industria que más segura y prontamente puede enriquecer a Colombia; al que más puede
ponderar las ventajas de su admirable posición geográfica y ama con más fervor a Urrao, la “ciudad –
promesa” que florecerá en una de las más atractivas y cómodas para la vida entre todas las ciudades del
país; el más persuadido de que las facilidades de comunicación entre las distintas secciones de una comarca
cualquiera y con las vecinas y el Exterior constituyen la fuente más estable y segura de su progreso, le han
encargado, los organizadores de la fiesta centenaria, el bosquejo de la red caminera que más corresponda a
los anhelos del patriotismo vibrante de los urraeños para el efectivo y más pronto progreso de su hermosa
tierra.
Sin vacilaciones, aunque temeroso de cumplirlo mal, he aceptado el encargo, y ensayo trazar el cuadro
de la vialidad de Urrao en forma que no resulte de conveniencia simplemente lugareñas, sin no que encaje
bien dentro del mejor plan de la vialidad antioqueña y colombiana, y que en todo caso consulte el deseo de
desenvolvimiento minero que alientan hoy en todos los ánimos.
EL AIRE
Vuelan ya por el cielo de Urrao las naves aéreas de la línea tranversal Colón – Medellín, la que promete
ser en breve una de las líneas comerciales aéreas de mayor importancia en América, y muy pronto
seguramente servirá a empresas de la misma clase para numerososas rutas.
CARRETERAS
En primer término la de Bolombolo, por Concordia, Betulia y la ciudad de Urrao Al Río Atrato, en la
boca del Arquía, en donde debe empalmar con la que una ley de la República manda que se construya entre
el río Atrato y la gran bahía de Solano en el océano Pacífico; y, en segundo término, la del Norte, a empalmar
con la troncal nacional de Urabá en el punto más cercano, sin descender a márgenes orientales de la
cordillera; y las del Sur o del Pavón, siguiendo próximamente el trazado del camino del Carmen, o desviando
en el límite del Distrito para buscar las cabeceras del río Hábita y descender por éste hasta encontrar la
carretera Quibdó – Bolívar.
CAMINOS DE HERRADURA
De preferencia el que pudiera llamarse camino de Murrí, que descienda al curso del río Penderisco y se
bifurque en punto conveniente, de modo que un ramal siga por el río Chaquenodá a encontrar el que se
construye, hacia este río desde la ciudad de Frontino, y el otro ramal sube por el río Nendó, cruce la serranía
y empalme con la carretera Bolombolo – Arquía cerca de las juntas del Ocaidó; y, en segundo término, pero
también de urgencia, uno que se desprenda de la carretera Bolombolo – Arquía en punto adecuado de la
hoya alta del río Ocaidó, busque las cabeceras del río Romanes, descienda todo el curso de este río, cruce
las hoyas de los ríos Cuarazamba y San Pablo, ascienda por la hoya de la quebrada Filadelfia y empalme con
la carretera del Pavón en cercanías del límite con el Distrito del Carmen.
TROCHAS
Todas las necesarias para dar acceso pronto a regiones de buenas perspectivas mineras, y las que
puedan facilitar el aprovisionamiento de las empresas mineras y de colonización que se irán formando a
medida que avancen los caminos en el presente plan indicados, trochas que deben localizarse de manera
que sea fácil su adaptación más tarde a buenos caminos.
Los conocedores del Distrito de Urrao verán que he omitido algunos de los caminos vecinales y
departamentales existentes hoy, porque de ellos sólo hay que ocuparse en la mejora y sostenimiento, y para
darle la preferencia en este plan a los de altas finalidades comerciales, mineras y de colonización de tierras
excelentes para la agricultura y la ganadería.
Si se considera con ahínco patriótico la cercanía de Urrao a los dos océanos y al río Atrato, las
promesas incomparables para una gran civilización que guardan la serranía de Baudó y las costas del
Pacífico, tan a la mano de este pueblo laborioso y colonizador; la producción enorme actual y las
capacidades para el futuro en materias de todos los reinos naturales de la zona que influenciará la cruz de
carreteras con su centro en la ciudad de Urrao que propongo, y se miden las proyecciones de orden político
y estratégico que emanaran de ella, y al mismo tiempo se contempla la producción de riqueza que
desarrollarán las vías de finalidad minera y colonizadora, supongo que no habrá quien me niegue la justicia
que me asiste al presentar, como queda terminado, el bosquejo de mi encargo.
A emprender en su realización, guardando la prelación indicada, me parece que deben sumarse
cuantas energías se puedan obtener del mismo patriotismo de los urraeños y de los Gobiernos
Departamental y Nacional, ya que, los beneficios enormes sin duda que aportarán esas vías, serán comunes
a la economía de las tres entidades: el Municipio, el Departamento y la Nación.
Roberto Luis Restrepo
Marmato, abril de 1934.
SINOPSIS DIFERENCIAL.
Un día cualquiera, cuando de repartir trabajos para la Monografía del Centenario de Urrao se trataba,
la Junta respectiva tuvo el candor de acordar que escribiera yo Sinopsis Diferencial, uno de los temas
escogidos para la obra, y como quiera que ese llamamiento debo responder, he decidido trazar estas líneas
para establecer diferencia sobre lo que fue esta sección del Departamento en 1834, y lo que es en la
actualidad; más como noto que tal diferencia habrá de ser poco menos la que pudiera resultar de cero a uno,
hago caso omiso de lo diferencial para concretarme a lo sinóptico, al compendio o suma de nuestros
progresos alcanzados en el siglo.
Pocos, no sólo en cantidad, sino en calidad, van a aparecer en el tablero nuestros progresos
municipales, si se les compara con los de otras secciones del país, que han logrado la simpatía y la gracia de
todos los gobernantes, pero son muchos, sí se tiene en cuenta que lo existente es obra del esfuerzo
colectivo de sus hijos, con una ayuda tan ínfima del Departamento, que pudiéramos calificar de miserable y
sin aporte alguno por parte de la Nación. Seguramente, en esto estriba principalmente el orgullo con que
hoy nos presentamos a examen.
Principió por el ramo que más hace progresar a los pueblos, y que por ello quizá, se lleva todas mis
simpatías:
VIAS DE COMUNICACION
Sólo tres caminos tenía Urrao en 1834. El primero y más importante de ellos, por tratarse del
intercambio comercial en mayor escala, era una pésima trocha que de la cabecera conducía al caserío de
Bebará, situado éste a diez o doce kilómetros del Atrato, y que era sólo transitada por peatones que
portaban a espaldas carne salada, quesos, cebollas, borraja y otros artículos que se producían en pequeña
escala, para ser cambiados por oro, telas, vasijas de hierro y de loza, y otros efectos necesarios a los
colonizadores de estos territorios, y cuyo recorrido, de ida y regreso, se hacía regularmente en quince o diez
y seis días. La segunda, que era considerada también como de mucha importancia, pues que por ella se
hacía algún pequeño comercio, amén de que por allí debían hacer sus visitas periódicas a este valle algunos
dueños de grandes extensiones de terreno, y los clérigos que por épocas venían a ejercer su ministerio, era
también una trocha penosísima, transitable apenas a lomo de buey, que unía la cabecera con la ciudad de
Antioquia, a la cual pertenecía y perteneció en lo civil hasta hace poco tiempo. La tercera vía conducía a la
salina de San Mateo, por la Quebradona, y su importancia era casi nula. Hoy, es éste el Municipio de
Antioquia que tiene vías de construcción más deficientes, y con un sostenimiento notoriamente descuidado, y
cuenta con doscientos kilómetros de caminos departamentales, ciento sesenta y seis municipales, ochenta y
cinco que mide el que va al Atrato, dado en privilegio, pero sostenido por el Distrito, tres vías fluviales, cuya
extensión es de 20 kilómetros las del río Arquía, 30 la del Murrí y 80, próximamente la del río Atrato; y por
último, un campo de aviación. Estamos comunicados hoy con todos los Municipios circunvecinos, y más de
una vez, en épocas normales, se ha viajado a la capital del Departamento en una jornada de quince horas,
cuando antaño eran menester hasta cuatro días para hacer ese recorrido.
La suerte de Urrao está pendiente de una vía carreteable de 180 kilómetros que lo una con la bahía de
Cupica en el Pacífico, y a la vez por al Atlántico por el gran canal del Atrato; vía que no sólo interesa a Urrao,
sino al Departamento y a la Nación, la vía natural de Antioquia para comunicarse con los dos mares nada
menos, la que no ofrece dificultades, la que servirá a los urraeños hasta para darse con frecuencia un baño
de agua salada, en la que hasta ayer no se había pensado, no sé si por ignorancia de la geografía o por
consigna de algunos centralistas, que ha temido esa vía como ventajosa competidora del ferrocarril de
Antioquia.
INSTRUCCIÓN PUBLICA
En 1796 los Jueces pedáneos Cayetano Orrego y don Pedro Vallejos, con la aprobación eclesiástica,
hicieron nombramiento del primer maestro de San José de Urrao, en la persona de José María Aguirre y
Mena, que ejerció con mucho tiempo con interrupción de meses y hasta de años, unas veces reemplazado y
otras no. Como al menos por épocas los padres de familia tenían que pagar la educación de sus hijos, llegó
el año de 1834, sin haber logrado que a ramo tan importante se le diera impulso que merecía, y así, por
mucho tiempo vivió en el abandono, pues apenas a mediados de 1856 doña Micaela Campillo, como primera
maestra, ejerció su ministerio en la educación de la mujer y solamente en 1898 se creó una segunda sección
en la escuela urbana de niños, y en 1903 la de niñas. Hoy, sin que nos consideremos muy favorecidos por el
Gobierno, pues faltan escuelas para educar quinientos niños cuando menos, tenemos un colegio de
señoritas, con sección infantil, que cuenta con once Directoras y doscientas dos educandas; escuela urbana
primaria y complementaria de niños, con cinco maestros y trescientos cincuenta y cinco discípulos; urbana de
niñas, que tienen cinco Directoras y doscientos cuarenta discípulas; y veinte escuelas rurales, entre ellas dos
privadas, con igual número de maestros, y mil trescientos cuarenta educandos.
Comparto con muchos individuos el concepto de que hay que dar preferencia a la enseñanza primaria,
pero como desde hace tiempo se hace necesario un centro de segunda enseñanza en este Municipio, para
varones, debemos trabajar por implantarlo, regido por competentes pedagogos, y no por religiosos.
OBRAS PUBLICAS
En 1834 no tenía Urrao sino la iglesia, que prestó servicio hasta 1908, en el costado occidental de la
plaza, y en ésta, al frente de la misma iglesia, el cementerio parroquial. No tenía edificios para escuelas,
oficinas públicas y cárcel; carecía de matadero, no había un puente siquiera sobre los ríos Urrao, Pavón y
Penderisco; aún no se había establecido el mercado público semanal, y este estado de cosas hace pensar
que si todavía hay gentes en la capital del Departamento, que preguntan ¿qué importancia tiene Urrao y cuál
es su situación topográfica, cuál sería el conocimiento que se tuvo de la región cuando nació a la vida
municipal?
Hoy podemos exhibir: un templo, que si no es un monumento del arte, es al menos presentable; el
cementerio, que si es verdad ha perdido mucho de su gran belleza natural, la mano del hombre le ha puesto
obras de ornato; alumbrado eléctrico con fuerza suficiente para el presente; hospital de caridad en
condiciones aceptables; matadero público que responde a los mandatos de la higiene, casa consistorial con
capacidad para cárceles y diez oficinas; escuela modelo, suficiente para setecientos educandos y
presentables en cualquiera población del país; un edificio para escuela urbana de niñas; otro, donde han
funcionado algunos colegios, y catorce más para la enseñanza rural; veintiún puentes sobre los ríos y
arroyuelos de importancia, fuera de varias alcantarillas en corrientes menores; servicio de agua potable, para
mucha parte de la población, con fuente pública y varias alcantarillas que al menos por un tiempo prestarán
su servicio; plaza de feria con coeficiente de seguridad por un 50 por 100 de servicio del que presta en la
actualidad; casa cural; mercado muy surtido en la plaza principal, fundado en el 65 por el Alcalde de
entonces, don José Ignacio Palacio; plazuela con jardín, que lleva el nombre de Uribe Uribe, por estar
destinada a levantar allí un monumento en honor de sus méritos; coliseo edificio destinado para
representaciones teatrales. En otros campos hemos hecho adquisiciones de importancia, tales como
Juzgado del Circuito, Alcaldía y establecimiento penal, Telegrafía, Notaría y Oficina de Registro. Nuestro
comercio de importación y exportación es de bastante importancia.
Tenemos hombres que pueden
representar el Municipio en todas las actividades; una educación aceptable y un carácter independiente y
luchador.
POBLACION
En 1826 tenía Urrao, son contar a Noque, que entonces le pertenecía, 984 habitantes y sesenta y tres
edificios urbanos con techos cubiertos de paja; el censo de 1843 sumó 2.115 habitantes, contando el
partido de Noque, y con estos datos podemos darnos cuenta lo que pudo ser el Distrito de 1934. Hoy
cuenta la ciudad con más de seiscientos edificios, y aproximadamente 18.000 habitantes. Nuestro poblado
no es algo que pueda mostrarse por lo moderno, pero sí cuenta con buenos edificios, con calles bien
delineadas y macadamizadas, y con una situación topográfica envidiable.
INDUSTRIA PECUARIA
En 1826 tenían los colonos de este valle 370 reses vacunas y 211 caballares, las cuales pasaban en
los rastrojos que quedaban después de recolectadas las cosechas de maíz, y en la actualidad no es
aventurado afirmar que poseemos más de 50.000 cabezas de ganado vacuno y caballar, y 6.000 cerdos.
Fundo esta afirmación en que las estadísticas comprobadas por medio de censos, dan un total de 44.262
cabezas de la primera clase, y 5.526 de la última, y que al menos un 15 por 100 dejaron de inscribirse o
contarse, bien por impericia de los encargados de levantar los censos, o por malicia de los poseedores que
toman esos empadronamientos como algo que les perjudica para efectos de las contribuciones.
AGRICULTURA
Se tiene noticia de que a mediados de 1830 la agricultura de la región consistía en el cultivo de maíz y
frisoles, y producía 1826 cargas de ocho almudes del primero y 150 del último. No obstante el poco
desarrollo de la agricultura, debido a que nuestros productos no pueden ir a competir a otros mercados por
las pésimas vías de comunicación, en 1933 produjo el Distrito 26.932 arrobas de café de superior calidad,
285.063 arrobas de panela, 30.000 cargas de maíz, 6.000 de frisoles y 8.000 arrobas de cacao. Además
se cultivan muchas clases de frutas, legumbres y hortalizas, pero apenas lo necesario para el consumo local.
PRESUPUESTOS
Ninguna comparación se puede hacer en esta materia, pues en 1834, en pocas partes del país se
hacían presupuestos. El de 1932 montó la suma de $26,533-47, cantidad respetable si de tiene en cuenta
la época de angustia que atravesaron y atraviesan aún todos los Municipios.
Todo se ha modificado, hasta las costumbres; sólo nos resta abolir ciertos prejuicios coloniales, y en
ello debieran tomar parte las autoridades.
Estas son las obras que exhibe Urrao en un período de cien años, pero que sin faltar a la verdad, han
sido llevadas a cabo en su mayor parte después de la última guerra civil. Podéis presentarlas con orgullo,
noble pueblo urraeño, porque ese es el conjunto de vuestro esfuerzo, el producto de vuestras
contribuciones; no creáis que ellas son fruto del Concejo, del Cura o de otras Juntas Directivas, porque esas
entidades no son más que vuestros intermediarios, la parte pensante; vosotros sois el brazo que ejecuta, el
escuadrón que gana la batalla.
J: Emilio Escobar
Urrao, abril 23 de 1934.
SOCIAL.
Celebra Urrao el primer centenario de su erección en entidad municipal, es decir, su iniciación en la vida
política entre las poblaciones de Antioquia.
Ninguna efemérides en la moderna historia de las fundaciones de los grandes núcleos de colonización
antioqueña que, como ésta, revista los más nítidos y destacados caracteres de una evolución social completa
de su iniciación, desarrollo y finalidades.
La situación geográfica, la topografía de los terrenos, valles y cumbres enclavados en los Andes
occidentales, en el lejano oeste antioqueño, donde se recogiera un grupo de empecinados montañeses que
en dispersa peregrinación había llegado del oriente, del centro y occidente de Antioquia, en el completo
aislamiento de sus montañas, olvidado –por muchos años del apoyo oficial- cuando éste sólo atendía a los
intereses de las regiones del sur, o de las vías hacia el río Magdalena que pusiera el centro en comunicación
con la capital y la Costa Atlántica, Urrao surgía vencedor de la selva virgen, de las tierras bajas y húmedas, al
esfuerzo silencioso fecundo de una colectividad anónimo y fuerte.
Porque Urrao, afirmación hoy de aquel triunfo de inmigrantes abnegados y humildes, no tendrá por qué
erigir, en sus plazas y paseos, índices personales de bronce que simbolicen los fundadores de pueblos o sus
dioses tutelares. El máximo esfuerzo en la lucha contra la naturaleza bravía, el éxito de la solidaridad social
en la empresa, serían ciertamente la alegoría tangible en la piedra que glorificara a los fundadores de la
ciudad de Urrao. Grandioso tributo a la verdad y a la justicia históricas, cuando aquel pueblo quiera recordar
a los demás de la República su origen y su arranque primordiales.
Hoy, los habitantes de la ciudad fuerte rica y culta, volverán sus miradas hacia ese no lejano pasado,
para rememorar, analizar los factores étnicos, morales y materiales que lograron triunfar en tan desesperada
lucha, y cumplir al través de cien años de existencia la más eficaz e instructiva evolución social.
Consignemos algunos modestos sobre este tema que, muy respetuosamente, sometemos a los
descendientes de aquellos bravos pionerrs, sobre cuyas cenizas se yerguen hoy las grandezas de la ciudad y
de las campiñas.
La conquista, como en todos los lugares de la América que recorriera con sus crueldades y
destrucciones, marcó roja huella de sangre y de lágrimas sobre el valle de Urrao. La tradición ha recogido
con ecos de romance el sacrificio heroico del soberbio y bravo cacique del Barroso, sacrificado con su familia
por la soldadesca del Capitán castellano Gómez.
Después de la epopeya, los lugares abandonados por los conquistadores durmieron el sueño de la
selva milenaria enseñoreada por la soledad y el silencio.
Sólo un guión, estrecha y larga trocha que partiendo de las orillas del Atrato terminaba en la capital de
Antioquia, pasaba al través de los montes de las regiones urraeñas.
Azarosa comunicación sólo empleada por los más audaces monteros y por uno que otro correo real en
circunstancias bien especiales.
Pero un día las narraciones de los aventureros buscadores de guacas, las oscurecidas tradiciones de la
existencia de amplios valles en que solían encontrarse trozos de praderas vírgenes, movió lenta pero
continuamente una inmigración compuesta de gentes humildes que
luchaban por su independencia
económica a brazo partido, en las múltiples actividades de la agricultura, la ganadería, la minería y la
guaquería.
Ante la lucha larga, empecinada y silenciosa de aquellos hombres, la selva se rindió, abatida; entregó
su seno ubérrimo al colono, y la tierra domeñada fue esclava del cultivador.
Cuando aquellos emigrantes pudieron contemplar satisfechos y altivos, desde los lindes de la labranza,
los techos grises que acariciaba la neblina de los valles humedeciendo las tejas de roble de sus casas, que
representaban el supremo esfuerzo de su bienestar; cuando los escasos ganados pastaban en los prados
limpios de maleza, y cuando los fuertes y ágiles caballos les servían sobre esas rutas de lodo y de ásperas
trochas, fue cuando de la ciudad de Santafé de Antioquia llegaron los señores portadores de títulos de esas
tierras, mucho tiempo hacía adjudicadas por la Corona de España o por los libertadores de la República.
Es innegable que a pesar de que los nuevos poseedores de las tierras traían un sentimiento de
inconformidad por parte de los colonos, su aporte de capitales, de cultura y de no desmentida benevolencia,
lograron suavizar el inevitable encuentro.
La evolución social se cumplía a pesar de todo; el tercer período de esa existencia de trabajo, de
aislamiento, de incomodidades, se llenó cuando a su turno llegaron los nietos, de aquellos primitivos
taladores de las selvas del Penderisco, del Pavón y del Urrao, provistos de una educación y cultura
avanzadas, y tomaron la dirección y la preponderancia sociales.
Los abuelos habían domado la naturaleza ruda y virgen de esas tierras; los padres emplearon los
modestos haberes acumulados en la larga y penosa brega rural de enviar a sus hijos a educarse, ilustrarse,
en los colegios de Antioquia y Medellín. Ahora son estos últimos los que, dueños de una instrucción y cultura
superiores, readquieren esas bellísimas propiedades en donde los abuelos levantaron la primitiva choza; los
padres ganaron el rescate moral de sus hijos, y huellan victoriosamente esa senda que ahondó el paso
conquistador de sus antepasados.
Cuando son éstos los antecedentes y características del surgimiento de un pueblo a la vida social, no
podrá dudarse de que no tendrá obstáculos posibles en su progreso y civilización futuros.
Urrao da un alto ejemplo en estos días de rememoraciones de lo que pueden las iniciativas, la
tenacidad en el trabajo, las aspiraciones elevadas y la alteza de sentimientos.
R. Botero Saldarriaga
UN PARAISO ESCONDIDO.
A unos 100 kilómetros al oeste de la capital de Antioquia, recatado en las abruptas estribaciones
andinas, se ofrece a la contemplación del viajero un panorama insuperable, soberbio cuadro natural que no
rivalizan los admirados paisajes suizos, ni los cármenes deliciosos de Granada. Las límpidas aguas de un
sereno río recorren perezosas el manto de rica esmeralda de ese valle, que aún no ha hallado el poeta que
cante su hermosura; en uno de sus flancos campea aislada la colina del camposanto, espléndida belleza
natural abrazada por el río, como para anticipar una regia corona a los muertos; lugar de tristezas por las
venerandas reliquias que guarda, pero plácido y magnífico cual pudiera serlo el panteón de los dioses.
En ese valle espléndido, “paraíso escondido” como lo llamara gráficamente el General Rafael Uribe U.,
se halla situada la floreciente ciudad de Urrao, que se prepara en este año para celebrar el primer centenario
de su vida civil. Con este pobre estudio me propongo contribuir, humilde pero ardorosamente, a ese festival
patriótico.
No son sus poéticos paisajes, ni su saludable clima, que se refleja en el carmín de las mejillas de sus
mujeres, los que dan derecho a Urrao para esperar un porvenir progresivo y reclamar el puesto que con
justicia exige entre los pueblos cultos. Son su situación topográfica, sus riquezas naturales, los diversos
productos agrícolas que exporta a la capital del Departamento y a otras poblaciones, su vasto territorio, que
se extiende desde las heladas cimas andinas hasta las abrasadoras playas del Atrato, y donde hay campo,
para todos los cultivos, terrenos ubérrimos que producen el ciento por uno, según la frase sagrada... todo
esto coloca a Urrao en lugar prominente entre las poblaciones importantes de Antioquia.
No está lejano el día en que clame este Departamento por una salida al Pacífico. Por la hoya del río
Penderisco tiene previamente trazada la naturaleza esa vía fácil y sencilla; por ella construye el Municipio un
camino que se acerca bastante al Atrato; con poco esfuerzo, ese camino, que no tiene pendientes fuertes,
puede convertirse en una carretera; y nótese el hecho siguiente, que puede comprobarse con el examen de
un mapa: el Atrato corre a muy corta distancia del Pacífico, tan cerca, que en Quibdó pude recoger la
tradición de que unos marinos, si mal no recuerdo españoles, pasaron antiguamente una lancha de ese mar
al Atrato, por Napipí, que desagua ese río pocas leguas debajo de la boca del Penderisco, y navegando en
ella subieron a esa ciudad. Tal hecho fue publicado en Bogotá en el periódico oficial de esa época.
Nadie ignora en Colombia las facilidades que ofrece Napipí para un nuevo canal interoceánico.
Júzguese, por tanto, de la importancia capital de la vía por Urrao, única que acercará el departamento a esa
región privilegiada.
La extensión territorial del Municipio es de 3.810 kilómetros cuadrados. En sus selvas, todavía
inexplotadas, hay algo más de 3.000 hectáreas de tagua, grandes cantidades de caucho, maderas preciosas
y de construcción, entre las cuales abunda el comino, que se exporta a Medellín frecuentemente, desde hace
más de treinta años. El primero que estableció este comercio fue don Gonzalo Montoya, de Envigado,
persona de muy gratos recuerdos, condujo esas maderas a Medellín por los antiguos caminos de San Mateo;
más tarde, cuando se abrió un buen camino hacia Concordia, se desarrollo más este comercio por este
Distrito, y es oportuno hacer constar que las maderas que aquí se conocen con el nombre de Concordia, lo
son únicamente porque pasan por allí, Todas proceden de Urrao y son cortadas en Santa Isabel, Penderisco,
San José, etc.
En el año de 1933 se llevaron a Concordia, Medellín y otras poblaciones mil cuatrocientos setenta y
cinco rastras de madera; y para terminar lo que se relaciona con este asunto; nótese la siguiente
circunstancia especialísima: en años pasados, los negros del Atrato que habitan en territorio de Urrao,
vendieron seis mil quinientas trozas de maderas, que fueron trasladadas a Inglaterra y empleadas allí en
postes para la luz.
Bien conocidas son las magníficas condiciones del Atrato como río navegable; tiene mayor fondo que el
Magdalena; su cauce es siempre fijo, por lo cual la navegación por él no presenta mayores obstáculos. Este
importante río recorre el Municipio, señalando sus límites con la Intendencia del Chocó, en una extensión de
16 leguas, desde el brazo del Inglés hasta las bocas del Murrí. Este último río, que debiera nombrarse
Penderisco, pues el Murrí, que es más pequeño, es su afluente, es navegable desde sus bocas hasta 5
leguas más arriba; su curso se extiende por más de 35 leguas, y a pesar de esto nace y desemboca en
jurisdicción de Urrao.
En este vasto territorio se hallan innumerables minas de aluvión de oro y platino, y de veta de oro, plata
y cobre. Hay también varias fuentes saladas de alguna importancia.
Se producen asimismo almendras de varias clases y vainilla, que se vende a los vapores que surcan el
Atrato.
EL Municipio exporta bastante cantidad de panela, maíz, frijoles, papas, quesos, etc., a Quibdó, Carmen
de Atrato, Bolívar, Concordia, Salgar, Betulia, Altamira, Caicedo, Anzá, Armenia, Heliconia, Antioquia, Medellín
y otras poblaciones. Como los ganados, bestias y cerdos sostiene una muy buena feria, y para tal fin
construyó la Municipalidad una plaza con galerías.
En la mejora de los caminos públicos se ha luchado y se lucha tesoneramente, y hoy se tiene allí fácil
comunicación con todas las poblaciones limítrofes, así: con Concordia, por el camino que sube por el
Penderisco, con una extensión de 41 kilómetros 662 metros y pendiente del 1 al 6 por 100; en este trayecto
hay dos puentes sobre el río; con el Carmen de Atrato, subiendo el río Pavón, con una extensión de 43
kilómetros 812 metros y pendiente del 1 al 6 por 100; tiene dos puentes: uno sobre el Penderisco y otro
sobre el Pavón; con Medellín por la quebrada de San José mide hasta los límites con Betulia 20 kilómetros
310 metros; pendiente del 1 al 8 por 100 en pequeños trayectos; en esta vía hay un puente muy bueno
sobre la quebrada citada; con Caicedo, con una extensión de 15 kilómetros 650 metros, pendiente del 4 al
10 por 100 en un corto trayecto. En todos estos caminos están colocados postes de comino que señalan
cada kilómetro; con Abriaquí y Frontino, por el abra del río Encarnación y pasando el río Urrao y los
riachuelos Honda y Salado. Su extensión es de 42 kilómetros con pendientes del 2, 4, 6 y 10 por 100. En
este camino hay puentes sobre los ríos Urrao, Honda y Encarnación; con el Atrato, por la hoya del río
Penderisco. De esta importante vía se hallan construidos próximamente, 36 kilómetros, sus pendientes del 2
y 4 por 100, y en algunos pequeños trayectos, susceptibles de recibir considerables mejoras, del 6 y el 10.
Se conexiona este camino con trochas que siguen a Mandé, Murrí, Caraño, Arquía e Isleta. Tiene puentes
sobre los ríos Urrao, Penderisco, Orobugo y Nendó.
Tiene el Municipio 44.262 cabezas de ganado vacuno, 5.526 de caballar y mular.
URRAO SE COMPLACE EN MANIFESTAR SU GRATITUD
Por el Coronel de ingenieros Agustín Codazzi, ilustre italiano que recorrió el país en estudios
geográficos y que dejó publicadas páginas bellísimas sobre el Municipio. Con convicción de un verdadero
vidente anunció el provenir que preveía para la pequeña aldea que visitó; todas sus predicciones han venido
cumpliéndose religiosamente.
Por el Padre Ceferino Crespo, cuya tumba, fresca aún, debe hallarse cubierta cada hora de
siemprevivas. Los servicios de este ilustre español no tengo para qué rememorarlos: todavía viven las
viudas, los pobres y los niños que él socorrió con mano pródiga; todavía está en pie, el templo que terminó;
aún palpitan en Urrao generosos corazones que saben agradecer las bendiciones que derramó Dios sobre
esa tierra por medio de ese benemérito sacerdote.
Por don Juan H. White, incansable luchador como buen inglés, por el progreso del occidente de
Antioquia.
Por don Jorge, digno hijo del anterior, quien vivió largos años en Urrao, estuvo siempre listo a prestar
con el mayor desinterés sus importantes servicios como ingeniero, y perdió la vida, joven aún, probablemente
a causa de su noble empeño por explorar esas inmensas selvas.
Por el doctor Antonio J. Luján, generoso corazón que tuvo para Urrao el más fiel y desinteresado cariño
y en múltiples ocasiones le prestó sus eficaces servicios.
Por el doctor Luis M. Ruiz, médico distinguido y caritativo, para el cual la profesión no fue un negocio,
sino el medio de hacer el bien sin distinción alguna.
Por el General Rubén Ferrer, quien como Gobernador de Antioquia, dictó el decreto que marca como
límites a Urrao la banda oriental del Atrato.
Y por último, por los inteligentes y activos urraeños Tomás M. Correa y Joaquín M. Urán U., quienes
fueron avanzados centinelas en la campaña del progreso. El primero, sin preparación científica, se distinguió
como notable pedagogo y educó una juventud que para algo ha servido, y el último trabajó con el mayor
entusiasmo en la empresa del camino hacia Arquía, camino que marca un significativo jalón en la prosperidad
del Municipio.
Es necesario explicar el origen del decreto a que hice alusión, y porqué considero que se debe gratitud
por tal causa a la memoria del General Ferrer. Este integérrimo gobernante visitó oficialmente a Urrao a raíz
de la expedición de la ley que devuelve a Antioquia la banda oriental del Atrato, desde el brazo del Inglés
hasta el mar. Por esta razón se hacia indispensable en esos momentos declarar de manera oficial qué
Municipios antioqueños debían beneficiarse con ese territorio, ya que se sostenía con Frontino una larga
disputa por límites, y ese Municipio había enviado un corregidor a Mandé, seudo funcionario que fue
expulsado de allí por don Pedro A. Montoya, patriota que también debe recordarse con gratitud y adelantaba
además gestiones para ocupar el Atrato, pues se hallaba en vueltas de elegir Corregidor para Buchadó.
Cuando el Gobernador marchó de Urrao hacia Turbo, don Joaquín M. Urán, y otra persona vieron la
oportunidad de tratarle sobre el terreno la delicada cuestión, y resolvieron por su propia cuenta acompañarlo
hasta el Chocó. Así lo hicieron, en efecto; pues además de lo expuesto, era preciso evitar cualquier accidente
que pudiera ocurrir en el viaje, ya que se trataba de un camino que de Barranquitas en adelante estaba en
construcción y necesitaba el apoyo oficial, apoyo que podía fallar si el General Ferrer recibía mala impresión
de la vía. En el viaje se aprovecharon los momentos oportunos para demostrar el señor Gobernador la
urgencia de ese decreto y los derechos indiscutibles de Urrao sobre la región, y se obtuvo el más completo
éxito: en Isleta dictó el General a su Secretario, don Joaquín Vieira, el anhelado decreto, que fue transcrito al
señor Intendente del Chocó y publicado en el periódico oficial de la ciudad de Antioquia. Por este acto de
justicia se pensó en esa época dar el nombre de Puerto Ferrer a Villarán o Charicha, pero la idea no
prosperó, tal vez porque no hubo quien explicara convenientemente la razón en que se fundaba.
______
Este ligero bosquejo, que nada tiene de exagerado, y que peca por la omisión de muchos datos y por la
imperfección, con que está escrito, demuestra hasta la evidencia que Urrao, ese oasis que mana leche, pan y
miel, es uno de los Municipios más importantes de Antioquia y está llamado a grandes destinos en el
concierto de la República.
Demeterio Gómez
Medellín, marzo 7 de 1934.
URRAO.
(POR DANIEL GOMEZ R.)
Deseoso de depositar un humilde grano de arena en el hermoso monumento que se prepara para
celebrar el primer centenario de la vida civil de este pueblo, simpático y querido, me propongo trazar algunas
líneas, que si no van dotadas de ingenio ni revestidas con el hermoso ropaje literario con que otras plumas
más autorizadas que esta puedan hacerlo, sean por lo menos la expresión del amor, del mucho amor y
reconocimiento, que mi corazón guarda para el pueblo donde una humildísima cuna meció mi frágil cuerpo
durante los primeros días de mi existencia y donde se desarrollaron los años ya idos de mi niñez y de mi
juventud.
Urrao es aún un pueblo ignoto. Situado en las riberas del poético, encantano y encantador Penderisco,
que lo recorre de Sur a Norte, fecundando sus hermosas y extensas llanuras, es el nido de una raza que ha
nacido para lo grande, aunque los gobiernos jamás se han preocupado por él. Con su propio esfuerzo y sin
algarazas, sin hipérboles, han venido atendiendo a su desarrollo en todas las manifestaciones de la vida civil
y social.
Las inmensas riquezas que posee en cada uno de los reinos de la naturaleza lo hubieran colocado hace
muchos años en el escalafón de los pueblos grandes, si hubiera contado con el apoyo de gobiernos y
corporaciones civiles, como congreso, asamblea, etc. Pero así y todo, y por sobre la indolente indiferencia
política con que ha sido mirado, hoy se prepara a celebrar el primer centenario de su nacimiento a la vida
civil, mostrando a los ojos del Departamento y de la Nación todo lo de que es capaz un pueblo donde tienen
noble asiento la inteligencia, la energía y la voluntad. Sí, porque uno de los fines que se propone al celebrar
esta gloriosa efemérides, es mostrar lo que ha hecho durante este espacio de tiempo, lo que puede hacer
en lo venidero y señalarse así mismo el lugar prominente que puede y debe ocupar en el rol de los pueblos
civilizados.
Para el efecto prepara su nueva Monografía, a ello quiero contribuir, destacando los accidentes de que
hablaré en seguida.
SU CABECERA
Esta, como queda dicho, está situada en un simpático plano, en las orillas del rumoroso Penderisco, de
ese hermoso río que a tantos poetas ha inspirado sentimentales cantos, con una extensión de
aproximadamente 30 cuadras de longitud como el de Sabaneta, prolongación de la carrera de Olimpia.
Plazuela Uribe Uribe, en memoria de aquel personaje que un día llamara a Urrao con el título de “Paraíso
escondido”. El hermoso templo que adorna su plaza principal es digno de ocupar la principal plaza de
cualquiera gran ciudad, por la maravillosa imponencia de su torre, cuya cima se divisa a gran distancia, por la
solidez de sus bóvedas, por la elocuente sencillez de su altar mayor, por su encantadora decoración y por la
estructura general de su construcción. Allí pude admirar en mi último viaje, y con gran satisfacción, lápidas
que conservan los nombres de ciudadanos que durante su meritoria vida dieron lustre al pueblo por sus
virtudes y méritos en las diferentes manifestaciones de la vida social.
Su plaza es amplia, cuadrada y bien nivelada, y en su centro ostenta un hermoso surtidor de agua pura,
que embellece el conjunto los días de mercado.
SUS INDUSTRIAS
Estas se encuentran todavía incipientes, si se exceptúan la agricultura y la ganadería, que han
constituido siempre el bienestar de sus enérgicos habitantes, pues la primera se ha intensificado de manera
notable con la producción de café, que dentro de poco tiempo llenará el principal renglón en la balanza
comercial del pueblo, y la segunda, que aumenta día por día y que día por día se va seleccionando, acabará
por hacer del Municipio un maravilloso emporio de riqueza.
En cuanto a minerales, son riquísimas sus minas y fuentes saladas; las primeras no se explotan por
falta de vías de penetración para la introducción de maquinarias y demás elementos de explotación; y los
productos de las salinas se consumen en la población, y los sobrantes, que no son pocos, son trasladados a
lomo de mula a las poblaciones vecinas, como Antioquia, Sopetrán, Concordia, Bolívar, etc.
Cuando se construya la carretera Bolombolo – Concordia – Urrao, se abrirá para este último Municipio
un risueño porvenir de engrandecimiento, porque teniendo por dónde sacar sus productos al centro y otras
poblaciones con un costo razonable, es claro que se intensificarán los cultivos, que se abrirán nuevas
industrias, que se explotarán en mayor escala las existentes, que se introducirán maquinarias para la
elaboración de las minas, elementos de cultivos, abonos, en fin, que es imposible calcular el grado de
adelanto a que llegará el pueblo cuando tenga campo para moverse, pues su actual embotellamiento le
impide desarrollar sus actividades y su progreso en forma apetecible y eficaz.
SUS HOMBRES
Muy larga es la lista de los hombres que en el pueblo han sobresalido en las diferentes ramas sociales;
haré únicamente mención, como un homenaje a su memoria, de los muertos, cuyos espíritus parece que aún
dominaran las actividades de los que quedaron atrás; Luis M. Ruiz, el médico filántropo y humanitario, que
sentía mayor satisfacción cuando era llamado a aliviar las dolencias de los pobres. Parece que se hubiera
fijado la consigna de hacer durante su noble y larga vida el mayor bien posible a la humanidad desvalida;
Pedro A. Montoya, el Alcalde atrayente y progresista, simpático y sugestivo, que cuantas veces gobernó al
pueblo, otras tantas lo hizo entrar por los senderos de la moral y la justicia; Tomás María Correa, el noble
pedagogo que supo encauzar la enseñanza pública del pueblo por los canales del adelanto; yo me descubro
reverente y respetuoso al pronunciar este simpático nombre que con letras de oro llevo escrito en mi corazón
y a cuya memoria consagro hoy la corona de mis recuerdos, entrelazada con las flores de mi patriótico
reconocimiento, pues a él debo y deben los que conmigo forman la vieja sociedad urraeña, los que somos y
sabemos, pues fue el único que después de tantos vaivenes, pudo y supo llenar dentro de la relatividad,
nuestras alforjas intelectuales; Jorge White, el simpático ingeniero, noble y generoso, que quiso fabricar su
nido en los alares de nuestra propia plaza, que luchó con amor y entusiasmo por el adelanto moral y material
del pueblo, hasta honrarlo con dejarle por herencia sus mortales despojos; José Antonio Gómez, aquel rico
filántropo, cuya memoria se conserva en todo el pueblo y de una manera especial en esa casa de caridad
que se llama el Hospital, empresa a que contribuyó de manera definitiva con su persona, con su inteligencia y
con sus dineros; Ceferino Crespo, el noble sacerdote extranjero, que tantos años rigió los destinos
espirituales de la parroquia, el humanitario apóstol de caridad, que tantas lágrimas enjugó, que tantas
heridas restañó, que tantas necesidades remedió, que tantos bienes hizo, y a cuya memoria se ha levantado
un altar en todos y cada uno de los corazones de los hijos del pueblo, del pueblo donde supo captarse las
simpatías generales, sin excepción de castas, ni de abolengos, ni de colores, ni de círculos, y cuya imagen se
encuentra en forma de busto a la entrada del hermoso cementerio, de ese cementerio que parece construido
aposta por la caprichosa naturaleza, de ese cementerio que ha sido y continuará siendo la admiración de
cuantos visitan la región, y donde están todavía frescas las cenizas de aquel noble y querido hijo del pueblo,
de aquel virtuoso sacerdote que tanto se interesó por el bienestar de sus compatriotas; que bajó al sepulcro
lleno de merecimientos y en medio de la consternación general y que en vida se llamó Honorio Cossio. Y no
menciono más, porque me haría interminable.
SUS MUJERES
Las mujeres urraeñas han sido siempre ejemplo de laboriosidad, de honradez, de caridad y de cultura;
como esposas son incomparables; como madres son inimitables pues los hogares urraeños son centros de
caridad, de nobleza y de virtud.
Pero permítaseme que recuerde aquí algunas venerables muertas de las que se distinguieron por su
amor al pueblo y al progreso, por sus virtudes, y más que todo por su caridad sin límites: doña Mercedes y
doña Bárbara Escobar de Arroyave, esposas de don Epifanio y don Arsenio, respectivamente, a quienes en
muchas ocasiones vi personalmente visitar las moradas de los pobres y enfermos, llevando a éstas el
consuelo de su dulce palabra y los recursos de sus caudales, repartiendo a manos llenas las limosnas con
que ellas mismas despejaban su camino a la eternidad, porque está probado que la caridad es el camino más
recto para ir al cielo, a la vez que con sus ejemplos educaban a sus hijos, todos mis amigos, y de quienes no
hago mención por no pecar contra la modestia de ninguno; doña Teresa Restrepo de Eescobar, matrona
distinguida y modesta, a quien durante mi niñez me tocó acompañar a varias partes a repartir los tesoros de
su caridad, doña Gregoria Cossio de Vélez, de cuya casa vi salir miles de veces innumerables pobres bien
provistos de ricas limosnas; doña Segunda Restrepo de Trujillo, que no sólo remediaba a manos llenas las
necesidades de los pobres, sino que comisionaba quienes le averiguaran donde había lágrimas qué enjugar o
penas qué consolar, doña Margarita Herrera de V., doña Juanita de Hoyos de G...
Urrao, 1934.
HIGIENE Y BENEFICENCIA.
Antes de entrar propiamente en el tema que encabeza estas líneas, y que fue el dado por la Junta
encargada de la confección de la monografía del Municipio, quiero hacer un esbozo a grandes rasgos, sobre
la nosografía y geografía patológica de este Distrito, advirtiendo de antemano que mi pobre colaboración en
esta obra descriptiva del Municipio, será más bien un artículo informativo, que una obra maciza de estadística
y erudición.
Toda la gama de climas se encuentra en el Municipio de Urrao, desde los fríos páramos de 4.000 y más
metros de altura, donde las temperaturas medias son por debajo de 10 grados centígrados, hasta los más
ardientes, como son los correspondientes a las riberas del río Atrato y sus afluentes, donde la altura es poco
más que la del nivel del mar, comprendiendo estos dos climas extremos, las regiones de climas intermedios,
que son las más habitadas y cultivadas. Cada zona climatérica tiene su patología propia, a más de la común
a varios climas, así: en la cabecera y en las veredas más vecinas, en especial en las situadas hacia el sur,
San Agustín, San José, Pavón y las regiones situadas sobre el Penderisco, de la población hacia el sur,
abundan las enfermedades parasitarias del tubo digestivo, y entre ellas, con una frecuencia casi alarmante, la
disentería amibiana, notando al margen la rareza de las localizaciones extraintestinales, sobre todo
hepáticas, tan frecuentes en otros lugares en donde es frecuente la disentería; en las veredas situadas hacia
el norte, zona en donde están la mayor parte de las plantaciones de caña de azúcar, es la anemia tropical (a
Necator Am.), la que ataca a un crecido porcentaje de los moradores de dichas regiones, no siendo escasa la
asociación con los otros parásitos, especialmente con la ameba disentérica; en otras veredas, como la
Matanza, Chaqué, Orobugo, y lo llamado propiamente el Ríobajao, que son regiones donde a más de la caña
de azúcar se encuentran las principales empresas cafeteras, y es la anemia tropical la endemia reinante; en
las regiones de Mandé, Nendó, Murrí, zonas auríferas y climas ardientes, abunda el paludismo en todas sus
formas; igualmente es muy frecuente el pian (bubas) y las dermatosis producidas por hongos; carates en
todas las variedades, esporotricosis, cuyas lesiones son llamadas por los naturales con el nombre de bejuco
probablemente por adquirir la infección por la herida con un bejuco denominado en la región con el nombre
de “Ya te vi”. Las regiones regadas por los ríos Caraño, Ocaidó, Arquía, etc., hasta las orillas del Atrato, son
igualmente climas ardientes donde son endémicos el paludismo, el pian y la fiebre recurrente, la anemia
tropical y las dermatosis producidas por hongos.
En estas últimas regiones abundan los “mosquitos propagadores y transmisores del paludismo, los
chinches (ornitadorus), transmisoras de la fiebre recurrente, y en las regiones de Mandé, Nendó y tierras
vecinas, es proverbial la cantidad de ofidios venenosos, los cuales anualmente ocasionan un número más o
menos grande de muertos.
La pelagra es una infección que se encuentra por todo el Municipio, habiendo sin embargo, regiones
como la cabecera las veredas más inmediatas, Pavón y sus vecindades, donde su frecuencia es más notoria.
Ocurren con indistinta frecuencia todas las enfermedades infecciosas comunes, como fiebres tifoideas,
pneumonías etc., siendo la tuberculosis pulmonar relativamente escasa en el núcleo numeroso de población
que habita la cabecera y sus veredas más vecinas, siendo por el contrario, de una frecuencia escalofriante en
las regiones cálidas vecinas al Atrato, y pobladas por raza negra.
Como casos curiosos se presentaron en los últimos meses del año pasado y principios del corriente
unos tres casos de un cuadro sintomático correspondiente al de la poliomielitis anterior aguda infantil,
entidad que hace aproximadamente veinte años hizo una epidemia numerosa, de la cual dan fe una porción
apreciable de secuelados (atrofia de los miembros inferiores, especialmente). También en el curso del
presente año se han presentado dos casos de tétanos, que es una entidad rarísima por todas estas
regiones.
Las enfermedades eruptivas hacen su aparición epidémica con más o menos frecuencia; el año pasado
hubo una de viruelas, y actualmente se ha presentado el sarampión, con una virulencia desacostumbrada.
En marzo del año pasado que corre se presentó el primer caso de hidrofobia canina en un perro que
mordió a diez personas, y que contaminó a los de su raza, entre los cuales ha habido innumerables casos;
hasta el momento todas las víctimas de mordeduras de perros hidrófobos, que ya ascienden a diez y seis,
han sido tratadas con oportunidad, y en ninguna se han presentado los síntomas de la hidrofobia humana.
HIGIENE
La población propiamente dicha está asentada sobre un valle abierto, y muy bien ventilado, provista de
una cantidad de agua que causaría envidia a cualquier urbe. No obstante la cantidad y excelencia de las
aguas, la población carece hasta el momento de un buen acueducto, y de una completa red de alcantarillas,
motivos estos muy principales para que el agua, al llegar a las habitaciones, llegue muy contaminada, y así se
explica el gran número de parasitismo e infecciones intestinales que se ven, sobre todo en las gentes del
pueblo donde las reglas de la higiene se observan de una manera deficiente. La construcción de estas obras
–acueducto y alcantarillado- es una de las necesidades más urgentes, con ello se mejoraría grandemente la
salubridad pública, y a no dudarlo, las directivas las emprenderán dentro de un plazo no muy lejano.
Las calles son rectas, anchas y de suelo de cascajo pisado, lo cual contribuye a dar un aspecto
agradable, y además evita el feo espectáculo de las calles enyerbadas que se ven en las poblaciones de piso
de piedra.
Las construcciones urbanas sobre todo las más modernas, son en lo general higiénicas y confortables;
fuera muy de desearse que se hiciera un común esfuerzo para mejorar la ornamentación de las fachadas que
se construyan, así como la reforma de muchas de las existentes, para mejorar la fisonomía de la población, y
causar grata impresión a propios y extraños.
BENEFICENCIA
Como principal institución de beneficencia está el hospital de caridad, que lleva el nombre de San
Vicente de Paúl. Está bajo la dirección de la comunidad de Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver,
quienes van para dos años que se hicieron cargo del establecimiento. El hospital era sostenido en su mayor
parte con fondos municipales, ayudado con pequeños auxilios nacionales y departamentales, y por la
generosidad de los vecinos. Está dotado de una sala de cirugía suficiente para llenar las necesidades
locales; posee una mesa de cirugía muy buena, esterilizador, y un instrumental y material suficientes para las
pequeñas y grandes operaciones de cirugía más frecuentes. En asocio de los competentes médicos que
ejercen en la localidad, doctores Emilio Restrepo Maya, Hernán Posada y Emiro A, Trujillo, hemos practicado
intervenciones tales como
celiotomías para diversos fines, trepanaciones craneanas, cura de hernias, amputaciones,
histerectomías, amigdalectomías, y de otras clases con resultados en general satisfactorios
Por las enfermerías para las enfermedades comunes pasa anualmente un promedio de 300 enfermos,
siendo las más frecuentemente observadas las tropicales: anemia tropical, disenterías y parasitismo
intestinal, ocupando los planos siguientes las enfermedades infecciosas y las generales de otra índole. Es de
notar la insuficiencia del edificio actual para el fin a que está destinado, pero el honorable Concejo está bien
intencionado en la construcción de un hospital más moderno, que esté a la altura de las necesidades del
Municipio.
Otra institución que presta importantes servicios en el ramo sanitario es un dispensario costeado
íntegramente con fondos municipales, donde se atiende al examen y tratamiento de las enfermedades
propias de las mujeres públicas; los resultados a mi modo de ver son satisfactorios, pues la contagiosidad de
las asistentes ha disminuido de una manera eminentemente notoria; desgraciadamente el clandestinaje y
otros factores dan al traste con los fines perseguidos por instituciones de esta clase.
No funciona ninguna otra institución de beneficencia propiamente dicha, pero sí fuera de muy de desear
la fundación de ellas, especialmente la de un establecimiento, llámese como quiera, que tenga por finalidad el
amparo y protección de la infancia y detener la pavorosa mortalidad infantil, sobre todo la de las gentes del
campo, a quien la pobreza y la ignorancia les impiden velar convenientemente por la vida de sus niños. Con
un instituto de esta clase se atendería al crecimiento de la población y se fortificaría la raza por sus raíces.
Alfonso Mejía Cálad
COMPENDIO DE ALGUNOS DATOS ESTADISTICOS DEL MUNICIPIO DE URRAO
EN 1933.
Posición geográfica: latitud norte: 6°-19’57”.
Longitud occidental del meridiano de Bogotá: 2-1’-3”.
(1)
Altura sobre el nivel del mar: 1885 metros.
Extensión aproximada de su territorio: 3810 kilómetros cuadrados.
Densidad de población: 4,3 habitantes por kilómetro cuadrado.
Como se ve por los anteriores datos, Urrao ocupa el segundo lugar entre los Distritos de mayor
capacidad territorial del Departamento y dentro de su territorio podría caber el Departamento del Atlántico o
los siguientes Municipios antioqueños:
Medellín, Amagá, Angelópolis, Armenia, Bello, Caramanta, Cisneros, Concordia, Copacabana, Envigado,
Giraldo, Guatapé, Itagüí, La Estrella, Marinilla, Montebello, Peñol, Pueblorrico, Santuario, San Vicente,
Sopetrán, Sucre, Titiribí. Toledo, Venecia, Barbosa, Caicedo, Caldas, Carolina, Donmatías, Entrerríos, Girardota
y La Ceja.
Equivale a 1/17 del Departamento y a 1/305 de la República.
OBSERVACIONES METEREOLOGICAS
Temperatura media: 20 grados centígrados.
Cantidad de lluvias caídas durante el año: 1978 m.
Número de días de lluvia: 138.
DIVISIONES
a) Administrativa: Urrao, cabecera del Distrito y seis Corregimientos, que son: Encarnación, Santa
Isabel, Isleta, Puerto Arquía, Mandé y Buchadó.
b) Judicial. La integran: Urrao, cabecera; Betulia, Anzá y Caicedo.
c) Notarial y de registro. Los mismos del párrafo anterior.
d) Electoral. El Círculo Electoral a que pertenece Urrao es el de Antioquia y está compuesto por los dos
anteriores y Anzá, Betulia, Buriticá, Caicedo, Cañasgordas, Chigorodó, Liborina, Murindó, Pavarandocito,
Turbo y Abriaquí. Este Círculo tiene 102,641 habitantes y elige cuatro diputados.
DEMOGRAFIA
a)
Estática. Población de 1928: 16.517
b) Dinámica. Matrimonios verificados en 1933
81
Nacimientos ocurridos en 1933
634
Defunciones ocurridas en 1933
245
-------
Diferencia a favor de la población
389
De los nacimientos ocurridos 318 fueron hombres y 316 mujeres, habiendo en ellos 109 hijos
ilegítimos, o sea más o menos el 20 por 100. No podemos negar que este renglón de la ilegitimidad ha
aumentado bastante, pues en 1915, ese porcentaje alcanzaba el 13,5 por 100 de la población, y hay que
tener en cuenta que los nacimientos ocurridos en la región del Atrato, de lo cual no tenemos datos, vienen
sin su correspondiente pasaporte de legitimidad, casi en su totalidad.
En 1933 ocurrieron 245 defunciones, de las cuales 118 fueron hombres y 127 mujeres, y
1
Febrero
4
6
3
2
Marzo
7
5
4
2
Abril
6
11
2
5
Mayo
8
11
6
7
Junio
13
11
7
8
Julio
13
24
7
9
3
Agosto
6
10
5
4
2
10
14
7
8
2
5
11
4
5
5
Noviembre 17
8
6
7
3
Diciembre
8
7
4
1
65
18
Septiembre
Octubre
Totales
13
118 127 68
1
2
11
2
3
17
1
2
2
19
2
4
1
2
24
4
2
5
4
3
37
2
1
1
1
16
2
2
24
1
1
16
1
1
4
3
25
1
2
2
2
2
21
12
11
19
30
21
245
Total de cabezas de ganado vendidas en el año de 1933, 8,718, así:
357
L
2
1
FERIA DE GANADOS
Caballar
TOTA
12
1
2,937
10
1
3
Vacuno
24
4
1
2
2
1
1
1
7
ñ
ñ
31 a 50
ñ
21 a 30
años
11 a 20
4
años
De 8 a 10
9
años
De 4 a 7
8
ñ
res de 70
6
ñ
51 a 70
1
res de un
Deñ 1 a 3
Enero
Mujeres
MESES
Hombres
comprendidas en las edades que muestra el siguiente cuadro:
Mular
49
De cerda
5,375
Valor de las transacciones verificadas, $72,991.
El movimiento de ganados en esta feria, que es la segunda del Departamento en cuanto a su
construcción y de primera importancia, si tenemos en cuenta que es surtido que a ella se saca es
exclusivamente del Municipio, fue el siguiente durante el año de 1933:
Clasificación
Número de animales
Ganado gordo
279
Ganado de ceba
538
Ganado de levante
772
Vacas paridas
345
Vacas horras
555
Novillas
560
Mulas de silla
29
Mulas de carga
54
Muletos
51
Caballos
412
Yeguas de cría
20
Yeguas horras
214
Cerdos flacos
5.012
Cerdos Gordos
991
Total
Esta feria tiene capacidad para 2,500 animales
MERCADO PUBLICO
9.832
Entraron al mercado para su expendio, en el año 61,793 bultos distribuidos así:
Panela
18,837
Maíz
19,617
Frisol
6,357
Quesitos
3,931
Yuca
2,043
Arracacha
2,800
Plátano
2,723
Coco
1,953
Arroz
1,481
Papas
681
Sal
1,378
Frutas
422
Bananos
370
Varias legumbres
200
CONSUMOS
De carnes. Número de ganados (cabezas), consumidas durante el año, 1845, así:
Ganado mayor
971
Ganado menor
874
Por esto se pagaron de impuestos $ 5,546-26.
Del ganado mayor consumido 333 fueron machos y 638 hembras, y del menor 495 y 379
respectivamente.
El peso total fue de 400,282 kilos.
Con el examen de estos guarismos podría pensar cualquiera que el urraeño es un individuo débil y de
escasa vitalidad y poca energía para el trabajo; pero se equivoca quien esto piense, porque el vigor que da la
carne si es que lo da, lo reemplaza con la leche, de la cual corresponden a cada uno dos litros diarios,
huevos, legumbres y “otras yerbas”.
De tabaco: total de consumo en kilos 9,323-863 gramos, por los cuales se pagó un impuesto de
$17,717-50.
De licores: total de botellas de aguardiente, ron y otros licores consumidos: 11,900 por las cuales se
recaudaron $12,940-16. Gasta pues, cada urraeño en aguardiente 0-78, por año.
INSTRUCCIÓN PUBLICA
Hay en el municipio veintisiete establecimientos de educación divididos así:
Urbanos
3
Rurales
20
Privados
4
El número de estudiantes es de 2,300, así:
Hombres
1,040
Mujeres
1,260
PRESUPUESTOS
Valor del Presupuesto del Distrito para 1933 $ 22,738-66
Valor del Presupuesto del Distrito para 1934
26,017-88
RIQUEZA PUBLICA
Valor del catastro en 1933, $1.918,786, que están representados en 3,082 propiedades, distribuidas
así: urbanas 893, y rurales, 2,189.
VALOR DE LAS TRANSACCIONES DE LA PROPIEDAD RAIZ EN 1933
Compras
303,
por valor de
$ 80,035
Aseguros
72,
por valor de
39,640
Cancelaciones
94,
por valor de
42,745
IMPORTACION Y EXPORTACION
Se trajeron al Municipio bultos, así:
Mercancías
6,500
SE EXPORTARON
Café, sacos
7,800
Frisol, bultos
8,000
Quesos, bultos
4,800
Cacao, arrobas
8,000
Caucho, quintales
Maderas, rastras
Pieles de res
Oro, kilogramos
Varios, bultos
50
10,400
2,500
50
1,200
En este dato de maderas y cacao no queda comprendida la exportada por el Atrato, que es una
cantidad considerable.
OBREROS
Hay 20 establecimientos de obreros, en los cuales trabajan 80 y devengan un jornal promedio de $075.
EDIFICACIONES
Se construyeron en el año 49 casas.
ESTADISTICA ELECTORAL
El número de inscritos en el censo electoral general para la elección de consejeros municipales de
1933 a 1934 fue de 6,756 y el de los sufragantes en dichas elecciones, de 479, lo cual da un porcentaje de
sufragantes de 7
Bueno es recordar que en esta elección no hubo entusiasmos por la falta de contendores, pues Urrao
ha dado 2,200 votos y puede dar 2,500 cuando se proponga.
CRIMINALIDAD
Homicidios ocurridos en el año
1
Suicidios ocurridos en el año
1
CENSO DE CACAO EN EL DISTRITO
Número de árboles en producción
160,000
Número de árboles sin producción
188,000
------------
Total
|
348,000
La producción total en el año de 1933 fue de 8,000 arrobas. La probable para 1935 será de 20,000.
Esta industria, que apenas empieza a desarrollarse en el Municipio, será dentro de muy poco el factor
más importante de sus riquezas, Urrao posee las mejores tierras del Departamento y de la Nación para el
cultivo del cacao.
Los terrenos que se extienden en las hoyas de los ríos Mandé, Arquía, Murrí y demás afluentes del
Atrato son excelentes para el cultivo de este grano, y sólo requieren vías de comunicación para ser abiertos a
la colonización; se prestan, además, para otros cultivos de grande importancia, como arroz, caucho, banano,
pita, tagua, etc.
CENSO CAFETERO DEL DISTRITO
Número de árboles en producción
673,000
Número de árboles sin producción
197,460
----------Total
870,460
Producción anual en arrobas
26,932
Son cultivados en 435 propiedades que tienen 880 fanegadas de terreno ==563 hectáreas.
ESTADISTICA DE CAÑA DE AZUCAR
Número de hectáreas cultivadas
700
Número de cultivadores
990
Producción anual en arrobas
280,000
Existen cinco máquinas movidas por agua y una gasolina, 180 cilindros.
CENSO AGRICOLA DEL DISTRITO
Arracachas
Número de hectáreas cultivadas
Cacao
Caña de azúcar
Número de hectáreas cultivadas
Número de hectáreas cultivadas
Frisol
Número de hectáreas cultivadas
Maíz
Número de hectáreas cultivadas
Papas
Número de hectáreas cultivadas
Plátano
Número de hectáreas cultivadas
Yucas
Pastos artificiales
Número de hectáreas cultivadas
Número de hectáreas cultivadas
Café
Número de hectáreas cultivadas
200
1,341
700
800
5,300
25
719
88
57,474
564
---------------
Suma
67,211
Extensión que no alcanza al 18 por 100 de la superficie total.
MINAS EN EXPLOTACION
De oro
22
De plata
1
De platino
7
De cal
2
JUNTA MUNICIPAL DE CAMINOS
Las inversiones de esta Junta ascendieron en el año a $ 1,370-35 que se distribuyeron así:
En el sostenimiento de caminos
En el pago de empleados
$1,026-93
343-42
El valor efectivo de la contribución repartida para este año fue de $ 1,013-95 para los vecinos del
Distrito y $ 356-40 para los de los otros Distritos
Tenemos pues que actualmente se sostienen 266 kilómetros de camino con $1,026-93, como quien
dice $3-86 para cada kilómetro. Con semejante despilfarro creemos innecesario decir que nuestros caminos
no son asfaltados un nuestros puentes parecidos al de Brooklyn de los Estados Unidos.
ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES
Almacenes y agencias de negocios
60
Agencias mortuorias
2
Cantinas
36
Carpinterías
10
Pesebreras
3
Cerrajerías
3
Carnicerías
23
Farmacias
3
Hoteles
3
Billares
2
Prenderías
1
Talabarterías
2
Peluquerías
5
Zapaterías
4
Fábrica de velas
1
Fábrica de gaseosas
1
Fábrica de Jabón
1
Tenerías
2
RENTAS NACIONALES
Impuesto sobre la renta
Timbre y papel sellado
Sucesiones y donaciones
$ 344 27
1,923 77
120 23
Derechos hereditarios
32 60
Sanidad
68 84
Impuesto para el lazareto
48 05
Defensa nacional
517 90
Registro
8 37
MOVIMIENTO DE CORREOS
Cartas
Tarjetas
5,427
239
Impresos
2,764
EXISTENCIAS PROBABLES DE GANADO
Asnal
50
Cabrío
5
Caballar
3,500
Cerda
5,526
Lanar
330
Mular
1,200
Vacuno
49,512
-----------Total
60,123
RESUMEN DEL VACUNO
Hembras
35,931
Machos
13,581
---------Total
49,512
Hay 8,000 vacas de leche, pero este número aumentará considerablemente con la perspectiva del
nuevo negocio que se gestiona de llevar la leche en avión a Medellín para ser distribuida por las plantas de
pasteurización de esa ciudad.
Para terminar hacemos una especie de Directorio comercial, porque consideramos esto de alguna
importancia, para las casas de comercio, y para los individuos de negocios que residen fuera del Municipio.
COMERCIANTES
AGRICULTORES
Eugenio Arroyave
Venancio Vélez.
Fernando Trujillo M.
Mario del Corral.
Enrique Vélez.
Jesús Montoya R.
Joaquín Emilio Escobar.
Ricardo Vélez
Joaquín Montoya.
Paulino Aguirre.
Buenaventura Pulido.
Ramón Madrid.
Alberto Y Emiliano Vélez.
Ismael Flórez.
Bernardo y Donatila Vélez.
Antero Quiceno.
Rosa Arango.
Antonio J. Arango.
Pedro Rueda.
Sebastián Flórez.
José María Vélez R.
Manuel Quiceno.
CAFETEROS
FARMACEUTAS
Venancio Vélez
Carlos Zapata.
Prepedigno Arenas H.
Nicanor Montoya.
Fernandina Restrepo.
Antero Quiceno.
Ana Ramona Restrepo.
Aureliano Vélez H.
Juan de Jesús Herrera.
MEDICOS
Carlos Seguro.
Epitacio Sepúlveda.
Doctor Emiro A. Trujillo.
Demetrio Ramírez.
Doctor Hernán Posada.
Elías Jiménez.
Doctor Alfonso Mejía C.
Balbanero Jiménez.
Doctor Emilio Restrepo M
Manuel de Jesús Sepúlveda..
Elpidio Vélez.
ABOGADOS
Heliodoro Jiménez.
Marco A. Rivera.
CULTIVADORES DE CACAO
Marco A. Pereira.
Raimundo Gil V.
Restrepo Hoyos Hermanos.
Francisco Javier Montoya.
Manuel S. Zapata.
Félix A. Vélez.
INGENIEROS AGRONOMOS
Alejandro Zapata.
Alejandro Madrid.
Doctor Aureliano Vélez H.
José Medina
Amador Perea.
GANADEROS
Silvestre Serna.
Juan Arcindo Perea.
Rubén A. Restrepo.
Ismael Flórez
Juan N. Restrepo.
José de Jesús Durango.
Hijas de Abelardo Larrea.
Simeón Santana.
Elpidio Vélez.
Petronilo Caicedo.
Manuel del Corral.
Mamerto Pérez.
Jaramillo Villa Y Compañía.
Melquisedec Ceballos.
Luis del Corral.
José María Montoya.
Rafael del Corra.
Manuel Serna.
Alfredo Escobar.
Reyes Serna.
J. Emilio Escobar.
Eulogio Escobar.
SASTRES
David Arroyave.
Manuel Quiceno.
Ramón Arroyave.
Manuel S. Rueda.
Eugenio Arroyave.
Jesús Cossio.
Balbino Urrego.
Jesús María Balcázar.
Restrepo Hoyos Hermanos
Luis Felipe Betancour.
Benedicto Sepúlveda (SUC)
Arcadio Rueda.
David Guzmán.
Israel Oliveros
Jesús Angarita.
Alfredo Quiceno.
Venancio Vélez
Miguel Durán.
Félix A. Vélez.
Alfredo Durán.
Jesús María Vélez.
PINTORES
Emiliano Vélez.
Carlos Cossio.
Juan Francisco Larrea.
CERRAJEROS
Eleázar Fernández.
Jesús M. Cossio.
Félix A. Durán
Jesús Hurtado.
Severo Durán.
Libardo Durán.
HERREROS
Abel Fernández.
Antonio José Vélez.
MECANICOS
Félix A. Durán.
Olegario Durán.
Manuel Correa.
Pedro A. Argáez.
Eleázar Fernández.
CARPINTEROS
ALBAÑILES
Pedro Jaramillo.
Publio Cortés.
Abel A. Montoya.
Domingo Serna.
Publio Urán.
José de Jesús Larrea.
Vicente Durán.
Cruz Argáez.
Focas Durán
Marco T. Durán.
ZAPATEROS
Lisandro Restrepo.
Ramón Fernández.
Alfonso Gaviria
José Gaviria
CURTIDORES
Julio Gaviria.
Manuel Larrea.
José María Quiceno.
Luis Eduardo Restrepo
Ramón Rueda.
Daniel A. Vargas e hijos
Antonio Cossio.
Elías Vargas e hijos
Domingo Cossio.
FABRICANTES DE GASEOSAS
Luis Acosta.
Carlos Holguín.
Roberto Montoya.
.
TALABARTEROS
ELECTRICISTAS
Luis Greiff.
Manuel Correa.
Fortunato Guzmán.
Eléazar Fernández.
Daniel A. Vargas
Ramón Sanmartín.
José Domingo Escobar
Pedro A. Argáez.
José María Quiceno.
MUSICOS
Marco Antonio Durán.
Félix A. Durán.
Juan de Dios Durán.
Antonio María Bedoya.
Pedro A. Argáez.
Martín Henao.
Urrao, mayo de 1934.
Enrique Vélez y Carlos Escobar.
URRAO, SUS RIQUEZAS, SUS NECESIDADES.
En el mes de julio próximo celebra el Municipio de Urrao el centenario de su fundación. Entre otras
fiestas, habrá exposición agrícola e industrial, en la cual tomarán parte algunos Municipios del Occidente del
Departamento.
Urrao es un de los Distritos más importantes de Antioquia: por su población, 17,000 habitantes, por
extensión, 3.810 kilómetros cuadrados, con 60 de base en el río Atrato; por su riqueza en ganadería,
alrededor de 50,000 cabezas de ganado mayor; por la gran cantidad de maderas de diversas clases; y por
último, porque tiene terrenos fertilísimos para toda especie de cultivos de tierra fría, templada y caliente.
Los habitantes del Distrito son esencialmente agrícolas y ganaderos. Todos se distinguen como
hospitalarios, generosos y francos. Es uno de los pocos pueblos del Departamento en donde se le abren al
forastero las puertas de la amistad sin el menor recelo, y sin averiguar primero por su raza, política o
religión. Allí predominan la sinceridad y el trabajo y se esterilizan la pereza y la hipocresía.
Las entidades públicas y los cuerpos legislativos tuvieron a Urrao, hasta hace poco, en completo olvido.
La ayuda oficial no llegó allá como pueblo de gran producción, y en cambio fue pródiga para otros de
escasísima importancia.
A los pueblos de potencialidad productora tiene el Estado el deber ineludible de prestarles su
contingente de cooperación, como un medio cierto y seguro para el aumento de la riqueza particular y por
ende también del aumento del bienestar general y del progreso fiscal.
El mayor elemento de esa cooperación es el de buenas vías comunicación. Los pueblos nuevos,
dotados por la naturaleza de los mejores medios de vida propia, necesitan estar en contacto con los centros
de consumo, y por eso requieren comunicaciones rápidas y baratas para traer hacia éstos, fácil y
económicamente el producto de su esfuerzo y de su trabajo, pues de otro modo, aislados de las principales
ciudades y centros industriales, la desilusión los llevará a una conformidad peligrosa, vista por el aspecto
social y económico. El estímulo es el principal acicate para el progreso y el primer camino que necesitan las
ideas para exteriorizarse en realizaciones fecundas. Las fuerzas creadoras del pensamiento humano tienen
que desenvolverse fácilmente para que se puedan traducir en hechos benéficos y en resultados reales y
tangibles a favor de la colectividad.
A Urrao le es indispensable por su gran capacidad productora de artículos de primera necesidad, una
vía carreteable que le sirva para el transporte rápido y económico a Medellín, ciudad de gran consumo como
centro de industrias, profesiones, artes y oficios e instituciones educativas. La ciencia de la ingeniería dirá
por dónde debe construirse esa vía, en cuanto a extensión, firmeza y gastos de sostenimiento; pero
atendiendo a factores de otro orden como el desarrollo de riqueza por donde ella ha de atravesar, mayor
número de beneficiados, cultivos ya establecidos e importancia de éstos, es la economía también la ciencia
que desempeña importante papel en la ciencia que desempeña importante papel en la elección de esa vía.
Pronto habrá de terminarse la construcción de la carretera Bolombolo – Concordia. Queda por resolver
si la carretera de Urrao se debe construir de allí al Troncal de Occidente por Anzá, o de Urrao a Concordia.
Por esta última vía la carretera es algo más larga y costosa; pero esa de mayor extensión y el mayor costo se
justifican, porque los terrenos por donde atraviesan están cultivados, son muy fértiles en general y mucho
más poblados. Además, con un pequeño ramal se beneficiaría el Distrito de Betulia, rico en producción de
café y en caña de azúcar.
Las vías de comunicación, deben construirse por donde la ingeniería lo señale y la economía lo exija.
¿Por dónde habrá para el ferrocarril más volumen de pasajeros y de carga? La contestación es más exacta:
Urrao – Concordia –Bolombolo, y no Urrao –Anzá –Bolombolo. Es problema que no debe discutirse, si la
ingeniería y la conveniencia se aúnan.
La feria – exposición de Urrao dará a conocer a todos los concurrentes la capacidad productora del
Municipio. Ella dirá muy claro al solo sentido común si es cierto que ese Distrito, injustamente, ha sido
olvidado de la cooperación oficial.
La economía rural enseña que las ferias –exposiciones, son concursos de productores y consumidores
en “lugares y días determinados, con el fin de vender y comparar sus productos”.
“La libertad de contratación es el medio más eficaz para extender los cambios, por lo cual el derecho
de vender o de comprar donde y cuando convenga a oferentes y demandantes, debe ser sostenido por los
poderes públicos, sin otras limitaciones que las reclamadas por la higiene, el impuesto y las necesidades
generales.”
En las exposiciones los productores se ponen en contacto unos con otros, cambian ideas, se comunican
sus conocimientos, se cuentan sus dificultades, se hermanan mejor para la lucha, y como hombres de
esfuerzos y sacrificios, se unen bajo la única idea del derecho que les asiste para pedir lo que les es más
conocido, lo que más necesitan: buenas vías de comunicación.
Como grande amigo de los agricultores, y porque conozco íntimamente sus dificultades, me uno a Urrao
en la fecha de su fiesta centenaria, seguro como estoy de que la exposición que va a realizarse será un
certamen del trabajo y esfuerzo.
Junio de 1934.
Gregorio Agudelo
APUNTES DE UN VIAJERO DESPREVENDIDO
Querido Pepe Cano: te confieso que cuando antes de para partir para Urrao, me pediste que escribiera
mis impresiones sobre esa tierra, y te prometí hacerlo, no estaba bien resuelto a cumplirte la promesa.
Hay cosas gratas en que ejercitar la pluma, y el tiempo escasea de tal modo en tan despiadada lucha
por el pan, que me parecía inútil dedicarle algunas horas al recuento de las peripecias de un viaje en mula,
por estos riscos nuestros, recubiertos de selvas y de rastrojo, con el aditamento de malas noches en
posadas olorosas a enjalma, y los únicos paréntesis luminosos de uno que otro tónico anisado en compañía
del peón, en las fondas de la vera del camino.
Sin embargo, en esta vez mis ideas o prejuicios se han quedado por debajo de la realidad –lo cual no
es muy común- y ante lo que mis ojos han visto he tenido que rectificar mis fallos a priori, y los que es más,
aguijoneado por justísimo deseo y el mandato imperativo de mi conciencia de amante del terruño, me veo
con la pluma en ristre, resuelto a fatigarte a ti ¡oh poeta! y a los lectores de tu ecuánime papel por unos
cuantos minutos.
Como tú, y como todo el mundo, había oído hablar del hermoso valle de Urrao y enredada en los
rincones de la memoria, me había quedado la sonoridad argentina, como trino de pájaro, de la palabra
Penderisco, nombre del río que sobre aquél rumorea. Pero francamente te digo que me tenía sin cuidado la
decantada hermosura de ese pedazo de tierra antioqueña, como sin cuidado mantiene a nuestros padres
conscriptos, y los honorables diputados que hacen la felicidad de la patria chica.
Imaginaba yo que los que hablaban con encomio de los primores del paisaje y de la feracidad del suelo,
de los lucios ganados que allí se crían y de las opimas promesas que por doquiera se ofrecen a quien
desprevenidamente, pero con entusiasmo, contempla lo que circunda, eran amplificadores interesados,
dueños de unas cuantas fanegas de tierra, dispuestas para el negocio.
Error de ignorante y grata enmienda de mis yerros. Llegué y vi. Aquello es sencillamente admirable.
Un bosquejo de agreste paraíso, y una de las más ricas dávidas con que la Providencia ha favorecido a
nuestro pueblo, judío o no, comoquiera, pero apegado a sus pláticas, de recios músculos, amante
empecinado del trabajo, y bastante conservador, aún cuando grite que ¡viva el partido liberal!
Supónte un valle amplio y perfectamente plano, recubierto de pastos abundantes de perenne verdura,
donde centenares y centenares de cabezas de ganado ponen una nota eglógica; escoltado a lado y lado por
murallones de montañas que ofrendan las más ricas y variadas maderas de construcción, valiosas resinas,
plantas medicinales de toda clase, y soberbios paisajes que sugieren ideas de altivez de fecundidad, de
operosa lucha, de indomable brío para el trabajo. Porque todo aquello, de trecho en trecho, en faldas y
cañadas, ostenta los manchones reverdecidos con frescor de renuevos de las cosechas ubérrimas, como
rastro potente que el sudor humano ha dejado por la tierra agradecida.
Cierran el valle, si mal no recuerdo, el Plateado por el sur, el alto de San José al oriente, y allá a lo lejos,
altivo y dominante, el Páramo del Frontino, a 4,100 metros de altura, abundante en pastos, y que parece que
quisiera borronar en parte con su cresta gélida, la monotonía maravillosa de un firmamento eternamente
azul, radiosamente primaveral, al menos mientras lo he contemplado.
Por en medio del valle va el río de nombre musical, describiendo amplias curvas, manso y silencioso,
como si anhelara fija en el espíritu, al par que la apacible movilidad de su corriente, imagen fiel de cómo debe
organizarse el pensamiento, la tranquilidad augusta de las vidas prolíficas y de los grandes destinos. Y nada
es comparable en lo sedante, el valle pintoresco, recorrido en toda su extensión por las ondas turbias de
aguas que, como siempre pone su nota de poesía suprema a lo que toca, excediéndose en este caso con
prodigalidades y refinamientos de artistas.
Y como prueba, me tienes el cementerio de la población, situado en un montículo, que es un cono
trunco donde enredaderas y plantas tropicales han entretejido hojas y ramas, en desafío de verdura, para
formar, como quien dice, un dulce y blando lecho a los muertos, besando sus plantas por el río en curiosa
herradura de oro bruñido.
Sitio aquel encantador, digno de un pueblo optimista, penetrado de un sentido de gracia hacia la vida,
como el griego, donde sería dulce descansar por siempre y para siempre.
Urrao se halla en la margen derecha del Penderisco y es una ciudad pequeñita y coqueta, de calles muy
anchas, rectas y aseadas, con magnífica luz eléctrica, igual a la que alumbra las cejijuntas noches
medellinenses; con algunos edificios muy buenos como la escuela, el hospital y la iglesia, que es una pulida
joya y adornada por una gran plaza llena de árboles, donde provoca incrustar un recorte de selva para hacer
un parquecillo poético.
Su clima delicioso, ni cálido ni frío, permite que los días se deslicen suavemente sin los sofocos de la
tierra caliente ni los encogimientos escalofriantes de los páramos. Clima ideal que pone rocicler y tersura en
las pieles femeninas, acanela la de los trabajadores que viven a pleno sol, mantiene los ánimos en grato
equilibrio de bonhomía y permite al cerebro irrigarse convenientemente, y por lo tanto trabajar con intensidad
y deleite.
Un centro de estudio allá sería cosa de máximo provecho. Pueblos favorecidos con climas como aquél
tienen por ley ineludible que ser inteligentes
de corazón magnánimo, de instintos equilibrados,
predispuestos a las labores intelectuales y a la mansedumbre en el trato.
Apunto como afirmación de lo expuesto, el dato suministrado por el señor Alcalde de que durante las
concurridas funciones de semana santa, en que todos los labriegos afluyen a la población y los obreros
cesan en sus trabajos, propinándose para sostener el fervor místico uno que otro “lamparazo” de lo picante
y cristalino, en una rebusca de armas practicadas en más de trescientos individuos, no se encontraron sino
tres modestos cuchillejos, y no hubo que conducir a nadie por riña a la cárcel... Argumentos en el haber del
pueblo antioqueño, que tan calumniado ha sido por aquello de las zanjas de la barbera.
Los moradores de Urrao son generosos, de sanas costumbres, luchadores como recios varones, leales
en su trabajo y dotados de una cultura natural muy de señores, hija sin duda de la benignidad del ambiente y
de las sugestiones benéficas del medio. Estréchase la mano callosa de sus rudos trabajadores con agrado
tonificante. Se siente en su compañía la influencia de la savia vigorosa de Antioquia que emana del suelo,
recorre los cuerpos y va a estremecer los espíritus.
De las mujeres me da hasta temor hablarte, porque sé qué has de relamerte de la sutil complacencia
de un felino. Son algo de lo admirable que tenemos en estas breñas. Pueden pasearse orgullosas en un
salón de fiestas, al lado de las sonsoneñas, las ríonegreras y las hijas de este Aburrá nuestro, que ya es
mucho decir! ¡Qué bien estarían luciendo con sus gracias y donosuras en un madrigal de esos tuyos tan
saturados de amor y voluptuosidad!
La belleza de aquellas doncellas es auténtica y castiza, de raza que evoluciona hacia una mejoría
indefinida. Lógicamente la admiré como hombre, pero también como sociólogo, preocupado ante todo por la
grandeza futura de mi pueblo. Y puedo asegurarte ¡Oh poeta nubiense! Que existen tipos de verdadera
selección biológica y no es aventurado afirmar que esa porción de tierra antioqueña, como Sonsón, Ríonegro,
Marinilla, el Retiro, Abejorral, es un almácigo venturoso donde en estos momentos se plasma para el porvenir
la verdadera, la triunfadora, la fuerte raza de la montaña.
La cuestión es que sepamos aprovechar tales productos y que aprendamos a darnos cuenta de que la
eugenética no es una palabra desprovista de sentido.
Hasta el presente no nos hemos percatado, por imprevisión digna de acre censura, de que la raza es
algo que puede mejorarse y fortalecerse, si se cuida con el cariño y la acuciosidad que se le gastan a un
linajudo ejemplar caballuno o a una vaca de jugosas ubres, aun cuando la comparación sea un poquillo
irrespetuosa. Debemos mantener las miradas escrutadoras en aquellos sitios en donde, día por día, se nos
ofrecen muestras de selectos puntos de inteligencia, fuerza y belleza. La higiene y las vías de comunicación,
no amartilladas en los editoriales de los periódicos ni en los proyectos de ordenanza, sino movidas a puro
músculo y en plena tierra... deben ser las encargadas de darnos un conglomerado humano de sólida
contextura, de mente equilibrada y disparada hacia las alturas de la vida y del futuro como una meta.
Pero volviendo a las excelencias de Urrao, tú dirás, como cualquier minero remediano, ante el fervor
con que las narro, que allá “me dieron yerbas”. Y con franqueza te apunto que si no hubo tales yerbas, sí
que me ofrendaron el filtro mágico de la cordialidad y simpatía, y sus nobles mujeres me acogieron de modo
fraternal y sencillo, y mis ojos mortales se inundaron con los esplendores de aquellos cielos y con la sonrisa
estival y prometedora de aquellos campos ubérrimos.
Fui allá como Jefe de la lucha contra la anemia tropical, y tuve la satisfacción de comprobar el decidido
apoyo que tanto las autoridades como los particulares prestan a tan importante obra. Se han penetrado de
una verdad trivial y honda: de que sin hombres sanos no vamos a ninguna parte, y con entusiasmo del
pueblo culto secundan las felices iniciativas del Gobierno en el ramo de la higiene.
Mas no todo puede ser sabrosura en este mundo. Con tristeza me di cuenta, una vez más, de lo
ignoradas que alientan regiones de nuestro suelo en donde necesariamente se cuaja parte del porvenir de
Antioquia. Muy pocos son los que saben de la riqueza y los dones de aquéllas y los pocos que lo saben no lo
gritan a los cuatro vientos como deberían hacerlo. Los gobiernos con indiferencia culpable, descuidan los
tesoros que allá se ocultan, y los mismos legisladores, los encargados de robustecer y ampliar las fuerzas del
Departamento, desconocen, la mayoría de las veces, las necesidades vitales y capacidades de los pueblos.
Conténtanse, por lo común, con pedir modestos auxilios para obras sin trascendencia de la parroquia,
desparramando sin visión de estadistas ni sentido profundo de alta política, las potencialidades económicas
del Erario.
En infinidad de ocasiones malgastan la mentalidad en malhadadas pugnas de campanario, y no es raro
el caso en que todo lo maculen con los incendios del odio de esta política nuestra, artera y carente de
ideología, manejada por analfabetos y pintorescos caudillos de lado y lado. Da grima pensar que para uno
trasladarse de la capital a muchos de los ricos Municipios que deben ser la despensa del Departamento y el
foco de prósperas industrias, es menester recurrir a la mula, y descender y subir cuesta bajo el agobio de
desesperante monotonía, y estar dispuesto a romperse “el vital estambre” en una de las cornisas de las
montañas, cuando la misma tierra está pidiendo a gritos la civilizadora cinta de las carreteras.
No hay motivo para que se desperdicien energías en hombres y animales, que debían aprovecharse en
trabajos de orden superior, en el juego peligroso y extenuante de trasmontar serranías y serranías por
senderos sembrados de pedriscos o de pantanos, donde muchas veces del jinete no queda sino el jipijapa,
como en el cuento del paisa.
A Urrao podrá irse en pocas horas cómodamente, por una carretera sencilla, que el intelecto menos
preparado ve con cierta claridad cegadora, en tanto que hasta el presente se gastan hasta dos días ¡por qué
inmortales lomas! Figúrate los que Antioquia ganará con un camino de cristianos, que ponga el centro en
comunicación con el Atrato, aprovechando de paso las lozanas vegas del Penderisco.
El simple sentido común relámese de gusto al pensar en la carretera de cuatro leguas, provecho hoy
practicable, según parece, que partiendo de Bolombolo, y subiendo a Concordia, penetre al valle gentil que
he intentado describirte y de allí llegue a las orillas del Atrato, al puerto de Arquía, en donde anclan buques
de consideración.
Aquello ha de ser la liga indisoluble con el Chocó, tan olvidado por nuestros Gobiernos, que a todo
trance necesitamos vincular al centro y abrirlo en uno y otro sentido para robustecimiento del alma nacional,
y redención económica de gran parte del pueblo antioqueño.
Pero... es humanitario suspender esta desmañada prosa mía, dictada por un sentimiento de patriotismo
cordial, rogándote antes que me ayudes a clamar con tu claro prestigio, por la necesidad en que estamos los
antioqueños de conocernos íntimamente, de apreciar en lo que vale la tierra que nos sustenta, y de
tornarnos de mayor permeabilidad para las voces que en clamoreo sostenido, nos llega de la intuitiva
conciencia popular, y de la misma naturaleza feraz.
Alfonso Castro.
UN AUXILIO
RESOLUCION NUMERO 84 DE 1934
(ABRIL 4)
por la cual se destina una suma de dinero.
El Ministro de Industrias.
En uso de sus atribuciones legales, y
CONSIDERANDO
Que el Municipio de Urrao, en el Departamento de Antioquia, celebrará en este año su primer
centenario de vida civil;
Que para conmemorar este acontecimiento, la Junta del Centenario de ese Municipio organizará una
exposición agropecuaria, industrial y artística, para la cual han sido invitados los veintisiete Distritos de la
banda izquierda del río Cauca.
Que el Municipio de Urrao con sus 3,810 kilómetros cuadrados de extensión territorial por la bondad de
sus tierras, la variedad de sus climas y su riqueza agrícola, pecuaria y forestal, ocupa ya un puesto de
avanzada en el concierto de la vida nacional y
Que es un deber del Gobierno apoyar, por cuantos medios estén a su alcance, las exposiciones
agrícolas, industriales que se celebren, ya que con ellos se estimula la producción y se fomenta el consumo
de los productos nacionales,
RESUELVE:
Artículo 1°. Asociarse al centenario que celebrará en este año el Municipio de Urrao.
Artículo 2°. Destinar hasta la suma de $500, que se distribuirán así:
$300 para contribuir a los gastos de la exposición agropecuaria e industrial que se efectuará en el
mencionado Municipio, y $200 para adquirir dos premios que ofrecerá el Gobierno, uno para el mejor
producto agrícola o pecuario nacional, y otro para el mejor artículo industrial.
Los $300 dichos se situarán a la orden de la Junta del Centenario de Urrao, la correspondiente
Administración de Hacienda Nacional.
Artículo 3°. El gasto que ocasione el cumplimiento de esta Resolución se imputará al capítulo 60,
artículo 279 del Presupuesto de la vigencia en curso.
Comuníquese y publíquese.
Dada en Bogotá a 4 de abril de 1934.
El Ministro de Industrias, FRANCISCO JOSE CHAUX.
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