Agradando A Dios, Sobre Todas Las Cosas» 1 Tesalonicenses 2:14

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«Agradando A Dios, Sobre Todas Las Cosas»
1 Tesalonicenses 2:14
INTRODUCCIÓN
«Ilustración: El Hombre, El Muchacho Y El Burro
Por Carlos Rey
Caminaban un hombre y su hijo a la plaza de mercado del pueblo acompañados de su burro.
Al ver un campesino que ninguno de los dos iba montado en el burro, les dijo: «¡Ustedes sí que
son tontos! ¿Para qué sirve un burro si no es para montarlo?» Así que el hombre montó al
muchacho en el burro y siguieron su camino.
Pero pronto pasaron por donde había un grupo de hombres. Uno de ellos dijo: «¿Ven a ese
jovencito haragán? Hace que su padre camine mientras él anda montado» Así que el hombre le
dijo al muchacho que se bajara del burro, y él mismo se montó.
Pero al rato pasaron por donde había dos mujeres. La una le dijo a la otra: «¡Debiera darle
vergüenza a ese flojo patán hacer que su pobre hijito camine penosamente tras él» Lo cierto es
que el hombre no sabía qué hacer, pero al fin acomodó al muchacho delante de él sobre el
burro.
Para entonces ya habían llegado al pueblo, y las personas que estaban por donde iban
pasando comenzaron a burlarse de ellos, señalándolos con el dedo. El hombre se detuvo y les
preguntó de qué se burlaban.
Unos hombres le dijeron: «¿No le da vergüenza sobrecargar al pobre burro con el peso suyo
y el de ese hijo grandote?» El hombre y el muchacho se bajaron y, pensándolo bien, ataron las
patas del burro, las ensartaron con un palo y, sosteniendo el palo sobre los hombros, siguieron
adelante.
Así anduvieron un buen rato, al son de las carcajadas de los que se topaban con ellos, hasta
que llegaron al Puente del Mercado. En eso el burro, logrando librar una de sus patas de las
ataduras, dio coces e hizo que el muchacho soltara su extremo del palo. En el forcejeo, el burro
rodó por el puente, cayó en el río y, como tenía las patas delanteras atadas, se ahogó.
«¡Ojalá le sirva eso de lección! —le dijo al hombre un anciano que los había seguido—. No se
puede complacer a todo el mundo y quedar bien.»
En efecto, la moraleja de esta simpática fábula de Esopo le sirvió no sólo al pobre padre del
muchacho sino que le ha servido también a millares alrededor del mundo que la han leído y
acatado desde el siglo seis antes de Cristo en que fue escrita.
Pero hay muchas de estas personas que, habiendo aprendido la lección de desconfiar de las
ideas del prójimo, han llevado la moraleja al extremo de desconfiar igualmente del parecer de
Dios. ¿Es justo tratar a Dios como si formara parte de ese mundo de personas en las que no se
puede confiar y a las que es imposible complacer?
No, en realidad no es justo, y por eso no nos conviene en absoluto caer en ese error. Es más,
desconfiar del criterio de Dios, que es firme, constante y estable, puede ser tan fatal como lo es
confiar del concepto del hombre, que es frívolo, inconstante e inestable. La única opinión que
realmente vale es la de Dios, ya que su juicio es el único que tiene validez eterna.
Más vale, entonces, que pongamos en práctica el lema del apóstol Pablo, que extendió
con acierto la moraleja de la fábula de Esopo: Ya que sí se puede y vale la pena complacer a
Dios, tratemos de agradar a Dios y no a la gente.
I. AGRADAR A LAS PERSONAS TIENE SUS RESULTADOS.
A. Es Bueno Escuchar las Opiniones de los Demás.
1. Cuando son opiniones sanas y positivas de puede aprender.
2. A demás, escuchar es una cualidad que dice mucho de la persona.
B. A Veces es Conveniente Tomar en Cuenta las Opiniones de los Demás (1Ts.2:14)
1. Pero no es solo escuchar los consejos positivos, sino ponerlos por obras es
conveniente muchas veces.
2. Recordemos que nadie, sabe todo, todos podemos ensenar y aprender algo
nuevo cada día.
C. Hay Peligro Cuando Tomamos en Cuenta las Opiniones de los Demás.
Gálatas 1:10 «Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato
de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo
de Cristo»
1. Hay un peligro cuando dependemos totalmente de las opiniones de los demás.
2. Discerniendo, cuando es que debemos retener lo bueno y desechar lo malo.
II. AGRADAR A DIOS ES LO MEJOR.
A. Agradar a Dios, Significa; Complacerlo en Todo.
1. Con nuestros Pensamientos.
2. Con nuestras Palabras.
3. Con Nuestros Hechos.
B. La Mejor Manera de Complacer a Dios es: Obedecer Su Palabra.
Efesios 6:6-7 «6 no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres,
sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; 7 sirviendo
de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres»
C. Agradar a Dios, Abre las Puertas a Sus Bendiciones.
1 Tesalonicenses 4:1 «Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el
Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene
conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más»
CONCLUSIÓN
Para concluir. Lo que mejor que podemos hacer, es Agradar a Dios, ya que cuando le
agradamos a Él, vamos poder agradar a los demás. Amén.
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