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LIBROS Y NOMBRES DE
CASTILLA-LA MANCHA
269 entrega Año VII/
5 de agosto de 2016
VV. AA.: 168 dardos dadá
Jorge Juan Trujillo: Minas de san
Quintín (1884-1934) y Juan Atenza:
Salud Pública y asistencia sanitaria en
Talavera (primera mitad del s XX)
Juan Pablo Mañueco: La Virgen de las
batallas
León Molina: Un hombre sentado en
una piedra
Régulo Algarra: Un reino de curas y
delatores
Teo Serna: Phaebus habla
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros y Nombres de Castilla-La Mancha. #269, 5/8/2016.
semana estos dos libros, y justo por el
hecho de esa coincidencia temporal y de
la vinculación en el tema que les ocupa,
me he decidido a hacer estas breves
líneas de presentación y comentario.
Son
tantas
las
carencias
en
la
historiografía en Castilla-La Mancha
que la historia de la asistencia sanitaria
y de la evolución de las condiciones de
salud es sólo un capítulo más de lo que
falta por hacer. Por eso deben ser
bienvenidos estos dos libros que si bien
se centran en dos territorios muy
concretos
(una
Talavera,
y
un
ciudad
importante,
complejo
Jorge Juan Trujillo Valderas:
Minas de san Quintín (18841934). Notas sobre la aldea, sus
médicos y sus mineros
importante
también
Biblioteca de Autores Manchegos;
Diputación de Ciudad Real, 2016
p untos de partida para ellos.
minero,
pero
ya
desaparecido, el de san Quintín, cerca
de Puertollano) señalan el camino para
posteriores trabajos y pueden ser buenos
El doctor Juan Atenza es directorgerente del Instituto de Ciencias de la
Juan Atenza Fernández: Salud
Pública y asistencia sanitaria en
Talavera durante la primera
mitad del s XX
Salud de CLM y médico especialista en
Colec. Padre Juan de Mariana;
Ayuntamiento de Talavera, 2016
realizar (entre otros varios) este amplio
medicina preventiva y salud pública. Su
amplia experiencia en atención médica
y gestión sanitaria le ha llevado a
trabajo (su tesis doctoral) en el que nos
describe co n toda precisión la realidad
A veces las casualidades tienen efectos
beneficiosos; gracias a una de ellas han
llegado a mis manos en la misma
sanitaria de Talavera en la primera
mitad del siglo XX, comparándola en
todo
momento
nacionales.
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con
Señala
las
medias
las
graves
insuficiencias en el saneamiento de
y gestionada por la francesa Sociedad
aguas, alcantarillado y recogidas de
Minera y Metalúrgica de Peñarroya, que
basuras, y en otros riesgos ambientales
se desarrolló a lo largo de medio siglo,
(como la existencia de cebaderos de
entre 1884 y 1934.
cerdos en corrales en el casco urbano).
El libro de Trujillo Valderas centra su
Indica a este respecto cómo hubo que
interés en el esfuerzo de los médicos (y
esperar hasta 1947 para la llegada de un
en concreto dos de ellos, los doctores.
sistema de abastecimiento de aguas
Eladio León y Castro y Ángel Ortiz
mínimamente normalizado y cómo no
Ramírez)
hubo un alcantarillado digno de tal
contratados por las compañías mineras
nombre hasta 1938. Nos habla también
no siempre actuarán de acuerdo con los
de las diversas instituciones de atención
intereses empresariales”. El primero de
médica y sanitaria que hubo en la
ellos, además, llegó a ser alcalde la
ciudad a lo largo del periodo estudiado
localidad cordobesa (y minera también)
y señala la crónica insuficiencia de
de Peñarroya.
recursos
económicos,
humanos
y
materiales para que las mismas pudieran
ofrecer una atención te satisfactoria.
los
cuales
“aun
siendo
En la mima de san Quintín empezaron
trabajando unos 250 mineros que no
llegaban al centenar en 1933, poco antes
Concluye afirmando que la situación
de
sanitaria de Talavera a principios de
profesionalidad y los desvelos de los
siglo
doctores
(con
10.000
habitantes)
era
su
cierre.
citados
No
y
obstante
otros
la
menos
claramente “penosa” y afirma que las
conocidos hicieron que la empresa
sucesivas autoridades fueron siempre
minera, a regañadientes, tuviera que
conscientes de ella, pero fueron muy
aplicar la insuficiente legislación laboral
escasas las que dieron pasos adecuados
que de algún modo protegía a estos
para remediarla.
trabajadores. En resumen dos trabajos
En cuanto al otro trabajo, de una
extensión menor pero no por ello menos
interesante, se centra en una explotación
minera muy determinada, las minas de
importantes para un tema tan esencial
para el desarrollo de la vida como es la
salud y sus circunstancias. Enhorabuena
a ambos autores.
plomo de san Quintín, en el término de
Villamayor, muy cercano a Puertollano
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Alfonso González-Calero
León Molina
Un hombre sentado en una piedra
La Isla de Siltolá, Sevilla, 2016
El cubano-albaceteño León Molina
(1959) ha encontrado la fórmula de la
concisión. Sentado en una piedra de la
aldea de Yetas, donde vive un retiro
laboral y afortunado, absorbe la
sabiduría de la propia piedra y del
paisaje y de los seres que lo pueblan y
nos
la
ofrece
reflexionada
y
comprimida: «Observar a los pájaros /
me ha enseñado a observar el mundo»,
asegura, y el lector siente que es verdad,
una verdad pequeña e intensa como un
pájaro en la mano: «Ahora veo mi
pasado / convertido en paisaje». Se
mueve entre el haiku, la poesía
orientalista y estilizada de su admirado
José Corredor Matheos, al que cita
varias veces, y el aforismo, género en el
que es un consumado especialista. Es
cierto que esa mezcla convierte su
escritura en un género mestizo, pero su
ir y venir no nos distrae, y de hecho
hasta se agradece: «Solo puede existir lo
amenazado / por la eternidad, solo
puede / decirse lo que es cierto». Cuanto
más pequeños son los poemas, más
intensidad revelan. Desde la primera
polilla del verano que entra buscando la
bombilla y se confía en la mano del
poeta, hasta el poema en que Molina
compara el amor de las parejas antiguas
con un perro tumbado al sol, un
personaje muy del gusto de Matheos,
por cierto. Pero también hay otros
homenajes repartidos en el ramillete:
a De vita beata de Gil de Biema: «Entre
las ruinas de la inteligencia, / la víbora
de la belleza» o a Joan Margarit del que
asegura que le ha hecho llorar el
escucharle leer un poema dedicado a su
hija Joana, después de haber intentado
sin éxito derramar lágrimas en piezas
anteriores e incluso haberse preocupado
de no conseguirlo, como si el poemario,
además de observaciones, tuviera
también algo de proceso. El tono
general es nostálgico y otoñal, tamizado
como puede estarlo un paisaje velado
por la calima. Rescata el presente que
queda en el pasado remoto: «Nunca he
sido más hombre / que cuando era un
niño y sobre mi hombro / reposaba la
mano de mi padre» y recupera el pasado
remoto que sobrevive en el presente:
«La vida que me queda / es la que
puedo recordar». Al final nos quedamos
sentados en la piedra con Molina
observando los pájaros.
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Arturo Tendero
Teo Serna
Phaebus habla
Almud Ediciones
Mancha.
de
Castilla
La
Biblioteca Añil Literaria nº 30
Toledo 2016
Desde los disfraces del yo
A más de pintor, diseñador y espléndido
cultivador de la poesía experimental y el
arte sonoro – toda una gozada su
reciente exposición de poemas-objeto y
realizaciones visuales y acústicas en la
antigua Iglesia de los Remedios, actual
Paraninfo de la Universidad de Alcalá
de Henares en Guadalajara, dentro del
programa de la vigesimoquinta edición
del maratón de cuentos de la capital
alcarreña – el manzanareño Teo Serna,
sin dar de lado sus incursiones en la
narrativa en las que lo fantástico tiene
presencia
continua,
y
premios
conseguidos aparte – del Barcarola al
Juan Alcaide pasando por el Ciudad de
Alcalá – ocupa también un puesto más
que relevante en la práctica de la poesía
discursiva con ya catorce títulos en su
haber. Indagador constante en sus
versos de la verdad a través del más
persistente preguntar y preguntarse, en
esta su última aparición editorial nos
muestra quizá más que en ninguno de
sus libros anteriores, con quizás la sola
excepción de “La casa vacía”,
emocionante recorrido por el tiempo y
la nostalgia, aún cuando con un decir
muy diferenciado tanto en el tempo
como en el modo expresivo, su yo más
personal e íntimo aunque sea mediante
el tan literario, pero totalmente lícito. y
desde luego eficaz, recurso de la
transubstanciación de su propio yo en
los de cualquiera de los numerosos
protagonistas aparentes de cada uno de
los poemas que conforman su
propuesta. Porque si todo poemario,
cuando es ejercicio sincero y no mero
juego retórico, se nos revela,
inevitablemente, en mayor o menor
medida, como el retrato, fiel o
deliberadamente falaz, impúdico o
miedosamente recatado, voluntario o
involuntario, de su autor – y bien que
nos lo recuerda la cita de Borges que
proemia este libro – en el caso concreto
de “Phaebus habla” tal verdad se nos
presenta del modo más claro y evidente:
es siempre y en cada poema el propio
Serna quien, en y desde el disfrazconfesión de Pigmalión, Leonardo,
Pitágoras, Brueghel el Viejo, Bukowski,
Simeón el Estilita, la hija de Rapaccini,
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una anónima vendedora china de flores
o la mismísima madrastra de
Blancanieves o hasta, en engañosasincera vuelta más de tuerca, desde, sin
antifaz, él mismo como tal, se nos
muestra, embozado en ellos y en y
desde sus miedos, deseos, achaques,
quereres y obsesiones tanto cuando
testimonia la fugacidad de la belleza –
“aire, centella, apenas pulso que se
pierde. / Y habita sola, solamente en la
memoria” – como cuando escoge la
hesitación por sendero y guía o tal vez,
¡ay! como excusa, que el lector juzgue,
– “Prefiero la duda, / habitando el
fondo rojo de un corazón / caliente” –
buscando y buscándose – “geografía de
otro yo que me ignora en su silencio” –
hombre solo, “apenas materia que
resuena”, consciente de su debilidad
pero también de la fuerza de su
disparatada pero empecinada osadía –
“…hombre pequeño / que cree saber los
sueños de los dioses” – para, vuelto
“reflejo infiel de mí mismo”, ofertarnos
con ello el propio nuestro: “tu reflejo
también, / tu dios, tu pesadilla, tu
sueño”.
José Ángel García; ABC Artes y Letras
de CLM
VV. AA.: 168 dardos dadá
Ediciones de la Universidad de CastillaLa Mancha
Cuenca, 2016
Colección Taller de Ediciones
Número de páginas: 184
Los 168 dardos que contiene este libro
aparecen desperdigados por las páginas
de las principales revistas dadá del
momento y en algún que otro cartel
anunciador de las veladas dadaístas.
Escritos por Francis Picabia, Tristan
Tzara, Benjamin Péret Philippe
Soupault, André Breton, Georges
Ribemont-Dessaignes,
Theodore
Fraenkel,
Paul
Éluard,
Vicente
Huidobro, Louis Aragon, Paul Dermée,
Céline Arnauld, Jean Cocteau, Jean
Crotti, Edgar Varèse, V. Serner, Francis
Marseillaise, Doctor Aïsen, René
Magritte, E. L. T. Mesens Walter
Conrad Arnsberg, Albert Gleizes, Erik
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Satie, Cuculí, Rrose Sélavy, un cubista
de la Section d´Or y un Anónimo. A los
que hay que añadir unos treinta sin
firmar y dos sin identificar. Recopilados
y traducidos por José Antonio
Sarmiento
Web editorial
decir que los aspectos que más predominan
son precisamente los históricos, puesto que
la narración es casi la propia historia, real y
verdadera, de los hechos que sucedieron a
comienzos de la segunda mitad del siglo
XIII, cuando Sevilla fue reconquistada
gracias a una alianza de ejércitos
constituida por tropas castellanas, entre las
que se encontraban numerosas huestes
alcarreñas, ayudadas en su cometido por
otras europeas y de la llamada “Virgen de
las Batallas”, una imagen arzonera de María
que acompañó al rey en todas sus empresas
bélicas, de la que hubo, no obstante, varias
tallas más, diferentes.
De la primera, cronológicamente hablando,
que es la de Guadalajara, románica, señala
la tradición que se remonta a tiempos del
conde González y al rey Alfonso VI de
Castilla, el “toletanus imperator”, a quienes
había acompañado en sus acciones
guerreras, y que se custodiaba en el
monasterio de Sopetrán hasta que se perdió
al comienzo de la guerra del 36-39 (una
reproducción de la misma se conserva en la
concatedral
de
Santa
María
de
Guadalajara).
Juan Pablo Mañueco
La Virgen de las Batallas. Una
historia de los tiempos de la
reconquista de Sevilla y del valle
del Guadalquivir,
Guadalajara, Aache Eds. 2015, 170 pp.
[ISBN: 978-84-15537-79-3].
Juan Pablo Mañueco, escritor imparable,
nos deleita una vez más con una de sus
novelas históricas, en este caso podríamos
De la segunda, gótica y realizada en marfil,
mucho más lujosa que la anterior, se dice
que perteneció a Fernando III al que
protegió en todas las batallas que entabló
contra el agareno y, posteriormente pasó a
su hijo Alfonso X, quien la donó a la
catedral hispalense, donde se expone en la
capilla real. Se trata de la llamada “Virgen
del Arzón”.
El Hecho narrativo (e histórico) parte del
que llevó a cabo el rey Fernando III de
Castilla, “el Santo”, contando con la
inestimable ayuda de la Marina de Guerra
gobernada entonces por aquel primer
almirante que fuera Ramón Bonifaz, el
“ome de Burgos”, según la General Estoria
de España, de Alfonso X “el Sabio”.
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Armada cuya construcción no se olvida en
la presente narración y que se realizó en las
atarazanas de Laredo y Santander, entre
otros astilleros norteños. Flota que
primeramente luchó en el Atlántico contra
la escuadra de los benimerines, hasta
remontar el río Guadalquivir, desde
Sanlúcar de Barrameda, remontándolo
durante más de cien kilómetros, con el fin
de enfrentarse a las mismas puertas de
Sevilla con otras tropas, también
musulmanas, hasta que después de
ímprobos esfuerzos, pudieron romper las
cadenas que cerraban la entrada a la ciudad
por el río, una de cuyas torres defensivas,
en la que se ataban las cadenas, es la
conocida Torre del Oro.
Todo lo cual surge, en principio, como un
poema (que es el que figura en el último
capítulo), con una pequeña introducción en
prosa, para después de esta “desunión”
entre los géneros empleados, volver a
convertirse en una ruptura total, completa
de los mismos, que dio como resultado la
novela que comentamos, en la que también
aparecen algunas escenas teatrales, puesto
que su acción relata -con predominio casi
abrumador de lo narrativo-, aquellos hechos
va contando la familia de juglares que se
establece en Guadalajara, procedente de las
nuevas tierras conquistadas, ante el
auditorio congregado en el Mercado:
ciudades como Córdoba y Jaén que lo
fueron antes que Sevilla.
La obra se convierte en más y más atractiva
según se avanza en su lectura, pero para el
lector alcarreño mucho más cuando los
citados juglares ofrecen datos de los hechos
más destacables que sucedían en España,
especialmente de las correrías por tierras de
la actual Guadalajara, donde suenan
nombres tan sonoros en la historia de
España de aquellos siglos que siempre se
tuvieron por oscuros como Sigüenza,
Atienza, Hita y otros.
Se trata de un libro en el que prima la
imaginación y que Juan Pablo Mañueco
resuelve muy acertadamente mediante el
empleo de un “palabrario” o vocabulario
atractivo y atrayente que le otorga cierto
sentido poético.
Además, debemos considerar que esta
novela, tan sencilla y lineal, cuenta entre
sus múltiples valores el de contar la misma
historia en prosa, para después hacerlo en
verso, aunando ambos conceptos. Por eso,
podemos decir que La Virgen de las
Batallas, representa una especie de eslabón
evolutivo entre los escritos anteriores de
Mañueco, más sencillos: Guadalajara, te
doy mi palabra, Castilla, este canto es tu
canto, que realizó en dos tomos, Viaje por
Guadalajara, Cuarenta Sonetos Populares
y Con Machado, esperando a Prometeo, y
los posteriores, incluyendo el presente
trabajo, en el que el autor emplea la poesía,
la narrativa y el teatro, a veces del absurdo
(como vimos iniciarse, o seguir con mayor
intensidad, en Con Machado…), a veces
buscando una ruptura de las fronteras entre
dichos géneros, con gran maestría, como
puede constatarse en obras más modernas
en las que se combinan los tres, como
España, mareas de tus tres mares y Donde
el Mundo se llama Guadalajara -que
comentaremos en su momento-.
Finaliza el libro con una “Adenda a La
Virgen de las Batallas”. Nuevas estrofas”,
en la que incorpora nuevos elementos
estróficos, entre las que merecen ser
consideradas la copla alcarreña, la octava
brisa u octava ola, el torrente asonantado, el
soneto alcarreño y la sonetina, cada una con
sus peculiaridades líricas.
José Ramón López de los Mozos
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Régulo Algarra
VV. AA.: Toledo, la construcción
de una civitas regia
Un reino de curas y delatores
ISBN: 978-84-164501-8-3
Editorial: AUDEMA
Madrid, 2016
Colección: Idanha a Velha. Histórica
130 pags. pvp.39,81 €
ISBN:
978-84163730-8-6
Alderabán
Ediciones,
S.L.
Albacete, 2016; 316 pags.; 15 €
En efecto, desde el fin de la hegemonía
austríaca, nacida del soberbio impulso
iniciado por los Reyes Católicos y
coincidente con el extraordinariamente
esplendoroso Siglo de Oro, España pasa
a ocupar el papel secundario que
corresponde
a
una
imposibilitada,
esclerótica,
sociedad
débil
y
somnolienta, y mucha de esa anemia
energética proviene, sin duda, del error
de
enfoque
de
nuestros
objetivos
humanos y espirituales.
Régulo Algarra es un escritor nacido
en Landete (Cuenca). Otros libros suyos
son La guerra civil en Landete y Moya
Web de Marcial Pons
ÍNDICE:
1. Toledo antes de la capitalidad
visigoda
2. El paisaje urbano de la Sedes Regia
Toletana
en
época
visigoda
· Teudis y la elección de Toledo como
corte visigoda. Razones para una
decisión histórica· El grupo episcopal
de Toletum: la Iglesia de Santa María y
el
conjunto
bautismal
· El núcleo palatino: el Palatium de los
reyes visigodos y la Iglesia Pretoriense
de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo
· El ámbito martirial: la Basílica de
Santa
Leocadia
· La ciudad residencial: los palacios
suburbanos
· La civitas dei: los monasterios
toledanos
·
El
territorio
toledano:
la
cristianización
del
paisaje
rural
3. Toledo, civitas regia, espejo de las
arquitecturas
provinciales
·
Las
evidencias
del
cambio
·
Nueva
sacralidad
urbana
Arquitectura residencial tardoantigua
Bibliografía
Web de
Marcial Pons
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