PALABRAS DEL EXCMO. SR. D. ALFONSO SÁNCHEZ

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PALABRAS DEL EXCMO. SR. D. ALFONSO SÁNCHEZ-TABERNERO,
RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA EN EL ACTO DE
INVESTIDURA DE NUEVOS DOCTORES 2014
Excelentísimas e Ilustrísimas autoridades,
Claustro Académico,
Queridos nuevos Doctores y Doctoras,
Familiares de los nuevos Doctores,
Señoras y Señores:
Buenas tardes. Nos encontramos reunidos en esta Aula Magna, como todos los años,
en el primer viernes del mes de junio, para celebrar un rito académico cargado de
simbolismo: la investidura de doctores de la Universidad de Navarra. Con este
solemne acto se puede decir que una institución universitaria ha cumplido una parte
importante de su misión y por eso hoy estamos de fiesta.
Este último acto del curso tiene como protagonistas a quienes habéis terminado el
ciclo universitario completo. Con el doctorado, la universidad os entrega el más alto
grado que puede conceder. Os incluye entre el número de sus doctores, no por título
de honor, sino de mérito. Con la investidura, recibís también un título de
responsabilidad, porque de algún modo pasáis a ser parte del grupo de maestros y
asumís el compromiso de transmitir lo que habéis aprendido a los jóvenes estudiantes
que cada año llenan de nuevo las aulas universitarias. En palabras de Benedicto XVI,
doctor honoris causa de esta Universidad, “tenéis el honor y la responsabilidad de
trasmitir ese ideal universitario: un ideal que habéis recibido de vuestros mayores”1.
Cuando preparaba estas palabras me venía a la cabeza un significativo hecho
histórico que marcó un antes y un después en la política norteamericana: me refiero a
los días posteriores al asesinato de John Fitzgerald Kennedy y vividos desde la
perspectiva de su vicepresidente Johnson, que pasaría a ser el nuevo presidente de los
Estados Unidos tras la muerte del famoso JFK.
Lucía un sol espléndido en Dallas la mañana del 23 de noviembre de 1963, pero
Lyndon Baines Johnson se sentía desgraciado, a pesar de estar en su Texas natal y de
ser el vicepresidente de los Estados Unidos de América. O quizá justamente por ello:
John Adams dijo que el puesto de vicepresidente era el más insignificante que el ser
humano haya inventado. Johnson, que durante décadas había sido la figura política
más destacada del Senado, llevaba tres años reducido a un papel representativo, al
margen del poder y continuamente humillado por el presidente Kennedy, que nunca
contaba con él para la toma de decisiones.
1
Discurso del Santo Padre Benedicto XVI en el Encuentro con profesores universitarios jóvenes,
Basílica de San Lorenzo del Escorial, 19 de agosto de 2011.
1
Hasta que a las 12.30 de aquella mañana se produjeron los disparos que asesinaron a
JFK y cambiaron la historia de América.
Lyndon Johnson, hundido hasta la depresión por el peso del desprecio, era la imagen
opuesta a cualquier tipo de liderazgo. Hasta tal punto que nadie quería acompañarle
en el coche esa mañana del 23 de noviembre. El equipo de Kennedy intervino para
obligar a un senador texano a subir al vehículo del vicepresidente, solo para evitar un
problema de opinión pública.
Y de repente, tuvo que responder al reto mayúsculo de asumir el mando del país más
poderoso de la tierra.
Robert Caro ha narrado con detalle aquellas horas, en su extraordinaria biografía del
personaje (os la recomiendo, aunque advierto que son cuatro gruesos tomos). En
cuanto supo que John F. Kennedy había muerto, se hizo cargo de una situación
confusa y compleja con admirable entereza, fijando prioridades, dando las órdenes
oportunas, transmitiendo con energía y claridad los mensajes adecuados a las
personas clave. Como dijo uno de sus colaboradores, "había vuelto en sí. Había
recuperado su capacidad de liderazgo".
 Al leer estas páginas de la biografía del Presidente Johnson pensaba en la
influencia transformadora que implica asumir una responsabilidad sobre
los demás, sea en el ámbito político o en otros como en el de la educación y
transmisión del saber. Como Rector de la Universidad de Navarra me atrevo a
pediros que asumáis con valentía la responsabilidad de ser auténticos maestros
que buscan la verdad y la transmisión del ideal universitario.
 Pensaba también en la necesidad de estar bien preparado, para estar a la
altura de esa responsabilidad. Hoy celebramos precisamente el haber terminado
con éxito un periodo de vuestra vida dedicado a la formación. A partir de ahora
debéis continuar dedicando un tiempo –diario me atrevería a decir- al estudio
pausado y profundo de vuestras respectivas disciplinas, que os permita
convertiros en prestigiosos referentes en vuestra materia. La formación y la
sabiduría no se improvisan: exigen tiempo y paciencia.
Queridos nuevos doctores: tenéis por delante retos de enorme envergadura. Nuestra
sociedad reclama el liderazgo y la generosidad de nuevos maestros. Ante esa
situación, me atrevo a pediros que no pactéis con la mediocridad. Practicad un sano
inconformismo, que sin arrogancia ni urgencias innecesarias, pero también sin
claudicar de los propios principios, os mantenga fieles a vuestra condición de
universitarios. No perdáis de vista, con el ejemplo de Lyndon Baines Johnson, la
transformación que podéis llevar a cabo a vuestro alrededor si asumís sin miedo
vuestras responsabilidades y vuestro compromiso universitario. Es preciso, por tanto,
que viváis con espíritu de servicio y con afán de buscar la Verdad.
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Tengo que terminar, pero permitidme también que en nombre de la Universidad
felicite a vuestras familias (padres, madres, novios, novias, quizás ya cónyuges), a las
que debemos una gratitud muy particular. Su cercanía, su paciencia y su ánimo, han
sido imprescindibles para recorrer el camino que hoy termina. Muchas gracias, en
nombre de la Universidad de Navarra, por ese apoyo discreto, pero eficaz.
Como decía al principio, la Universidad de Navarra está hoy de fiesta. Nos sentimos
alegres porque habéis llegado a una meta; y esperanzados porque ese trabajo bien
hecho es promesa de grandes frutos de servicio universitario.
Muchas gracias.
Aula Magna, 6 de junio de 2014
(Palabras del Excmo. Sr. D. Alfonso Sánchez-Tabernero, Rector de la Universidad de Navarra, en el acto de
Investidura de nuevos doctores, 06.VI.2014)
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