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Reinterpretando la Diplomacia de los Pueblos
Andrés Vargas Zurita
1. INTRODUCCIÓN
La Diplomacia de los Pueblos1 como nueva propuesta, fue planteada internacionalmente por Evo
Morales, el año 2005, durante la cumbre de Mar del Plata, antes de jurar como presidente de Bolivia.
Al igual que otras propuestas de los gobiernos de izquierda en Latinoamérica, como los de Venezuela,
Ecuador y Nicaragua, la idea se enmarcaba dentro de la necesidad de gestionar una revolución
democrática que trataría de cambiar el Estado y la sociedad en todas las áreas en las que existiera un
choque frontal entre los intereses de las mayorías y los intereses de las élites históricamente en el
poder. Así surgieron debates académicos y políticos sobre los nuevos conceptos, como el “vivir bien” o
el “buen vivir”2, la lógica del Tratado de Comercio de los Pueblos 3 o la “diplomacia de los pueblos”,
que serían parte de los nuevos parámetros de la nueva administración pública, radicalmente diferente a
la lógica que precedió a los citados gobiernos.
El caso de la diplomacia de los pueblos fue trabajado, en el ámbito gubernamental por algunos de los
países antes mencionados, aunque en Bolivia se mostró con más fuerza, como paradigma alternativo a
la diplomacia clásica, y como una nueva forma de representar al gobierno y al Estado, ante el resto del
mundo. Así, es común escuchar o leer que ésa es la diplomacia que practican los gobiernos de la
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) a través de sus Ministerios de
Relaciones Exteriores y demás instituciones públicas, junto a los movimientos sociales, movimientos
de izquierda, movimientos progresistas, pueblos indígenas y otros grupos históricamente excluidos de
1
Barreto, H., y otros, “Diplomacia de los Pueblos”, en Constant Rosales, H., (Coord.), Fundamentos Filosóficos de la
Nueva integración del Sur, Caracas, Ediciones del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual, 2007, p. 50.
2
La idea del “vivir bien” está recogida desde el preámbulo de la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia y
se encuentra también en varios de sus artículos. Ecuador tiene establecida en su Constitución la idea del “buen vivir”.
3
El Tratado de Comercio de los Pueblos es un instrumento inserto dentro de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América (ALBA-TCP).
1
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las esferas de gobierno en la región. En otras palabras, se presenta como una diplomacia renovada,
diferente, transformadora, una Diplomacia de los Pueblos y para los pueblos.
El presente trabajo desarrolla los siguientes argumentos para, en alguna medida, reorientar el debate
sobre la potencial utilidad de una nueva categoría de análisis dentro de la diplomacia. En primer lugar
se hace una breve mención a la construcción y conceptualización de la diplomacia como práctica
social, y algunos de los grandes cambios que ha sufrido hasta nuestros días. Pues al final, la diplomacia
en general, es el espejo sobre el que se ha construido la diplomacia de los pueblos. En segundo lugar, se
contextualiza el nacimiento de la idea de diplomacia de los pueblos, ya que su propuesta no se podría
entender sin hacer referencia, a la situación boliviana pre y post Evo Morales. Posteriormente se
analizan las propuestas para conceptualizar la diplomacia de los pueblos, una arriesgada tarea que
ciertamente tiene valor, pero también matices que deben ser profundizados. Estos elementos permiten
mostrar que la nueva construcción de la diplomacia, como más cercana al pueblo, tiene muchas
potencialidades, pero al mismos tiempo riesgos. Principalmente cuando se deben interpretar, los actores
centrales dentro del ejercicio de la diplomacia de los pueblos.
Por todo lo mencionado, en última instancia, la pretensión de este artículo, es la de abrir un poco más el
abanico de posibilidades, de un debate que se encuentra estos días, especialmente en Latinoamérica,
planteando verdaderos retos a la forma de interpretar la diplomacia en general, y en particular a la
capacidad del Estado de representar a todos los sectores que lo componen.
2. ENTENDER LA DIPLOMACIA HOY
Claramente, para entender la diplomacia de los pueblos es necesario delimitar la noción de diplomacia
y su largo recorrido como práctica fundamental dentro de las relaciones humanas. Como se dijo en la
introducción, si la diplomacia de los pueblos se presenta como una propuesta alternativa a la
diplomacia clásica, lógicamente responde a una construcción específica de lo que es la diplomacia
clásica, sus alcances, sus límites y sus problemas. No obstante, como se podrá observar a continuación,
la diplomacia como un concepto central dentro de la lógica de representación del Estado, al igual que
otros, está atravesando un proceso de transformación radical, no solo desde sus alcances, definiciones o
ideas centrales, sino desde su propia interpretación histórica, gracias a estudios revisionistas y nuevas
propuestas. En palabras de María Dolores Elizalde Pérez-Grueso:
“(…) hemos presenciado una profunda renovación en la concepción, métodos de trabajo y objetos de análisis de la
historia diplomática, incluida ahora dentro del campo historiográfico de la historia de las relaciones internacionales.
2
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Esta revisión ha estado motivada por el rechazo que provocaban los anticuados planteamientos de trabajo que se
utilizaban en aquella disciplina, basados todavía en la reproducción y encadenamiento de documentos copiados de
archivos, a través de los cuales se explicaba y describía cronológicamente el acontecer político y diplomático, sin la
necesaria contextualización y sin buscar la interrelación con otros factores que tenían una influencia primordial en
4
dicho acontecer” .
Quizá las propuestas de estos nuevos trabajos de investigación, que ayudan a reflexionar sobre el papel
central de la diplomacia y sus cambios, no estén tan lejos de la lógica que plantea la diplomacia de los
pueblos, ya que en última instancia y al igual que ésta, intentan cuestionar construcciones históricas y
funcionales a ciertos intereses. Se trata de concebir la diplomacia en otros tiempos, con más actores que
el Estado y bajo otra dinámica.
2.1. Repensar la historia de la diplomacia
Si bien la diplomacia institucionalizada tiene una historia reciente, gran parte de sus prácticas tienen un
pasado antiguo y a veces oscuro. Una perspectiva histórica puede ayudar a entender mejor la forma en
la que se ha construido y los cambios que ha sufrido; también permite entender, que la diplomacia
como práctica social tiene un alcance mucho mayor que el Estado y su política exterior.5
El embrión de la diplomacia tal como se conoce hoy en día, con el establecimiento de representaciones
permanentes en otros países, puede situarse en el norte de Italia a principios del Renacimiento. No
obstante, los principales rasgos de esta dinámica, “varios estados en un área pequeña, (…) pueden ser
vistos en las ciudades estado de la antigua Sumeria (sur de Irak), cerca de 2400 años a.c., como también
en la Grecia antes (y después) de la dominación macedonia al final del siglo IV a.c.” 6. En ambos casos,
los Estados debían intentar promover sus intereses no siempre de manera conflictiva, la negociación era
necesaria, como forma de relacionamiento o, como forma de protección o incluso como forma de
dominación7.
Los romanos continuaron y profundizaron las prácticas griegas, que serían utilizadas durante la división
del Imperio Romano y durante su caída en Occidente y Oriente. Posteriormente, la religión fue
preponderante en la visión de las relaciones con otros Estados donde los representantes diplomáticos
4
Elizalde Pérez-Grueso, M.D., “Diplomacia y Diplomáticos en el Estudios Actual de las Relaciones Internacionales”,
Historia Contemporánea, nº 15, 1996, p. 31.
5
Black, J., A History of Diplomacy, Londres, Reaktion Books Ltd, 2010, p. 17.
6
Ibídem, p. 18.
7
La diplomacia en el periodo Egipcio de Amarna es un ejemplo de esta forma de relacionamiento. Black, J., A History of
Diplomacy, op. cit., p. 19.
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funcionaban como importantes mediadores culturales8. En otras civilizaciones también surgieron
formas de gestión de diferencias entre: Estados imperiales y Estados vasallos o tributarios como el caso
Chino9, o Estados que tendían a las relaciones en condiciones de igualdad. En África y en la América
precolombina igualmente existieron diferentes formas de diplomacia cuando se trataba de llegar a
acuerdos sobre cuestiones específicas10. Los propios europeos utilizaron la diplomacia para
relacionarse con dichos pueblos durante la invasión y colonización de esos continentes, tal como lo
reflejan los diferentes acuerdos entre españoles e indígenas, como el Tratado Hispano-Mapuche de
Negrete de 180311.
En el siglo XV, la intensificación de las relaciones entre ciudades-Estado y reinos mostró su utilidad
para la consecución de objetivos. Posteriormente, el sistema diplomático francés dio el gran salto en la
delimitación de los alcances de la nueva diplomacia al establecer en el siglo XVI:
“(…) (1) la institucionalización de misiones diplomáticas permanentes y la definición de reglas protocolares y
procedimentales; (2) la importancia garantizada de la negociación en secreto así como también la prudencia y
discreción de los diplomáticos; (3) la extensión de importantes privilegios e inmunidades para los embajadores y (4)
12
la profesionalización y centralización administrativa de los servicios diplomáticos” .
Para el siglo XVIII junto a la consolidación del Estado-nación, se estableció una red de Ministerios de
Relaciones Exteriores, institución clave de la diplomacia actual. Finalmente en 1815, en el Congreso de
Viena se logró regular en cierta medida instituciones y prácticas que ya venían funcionando
consuetudinariamente desde hacía siglos. Lo paradójico de la situación fue que el nacimiento de la
diplomacia moderna se dio “bajo el impacto político y social de la Revolución Francesa y sus
consecuencias”. Fue esta forma de diplomacia la que a través del imperialismo se extendió en el resto
del mundo, Latinoamérica incluida, “sin mayores cambios a pesar de su alta complejidad”. Así, a través
8
Black resalta la historia de Recemundus, un católico que ayudo a resolver un impase entre el Califa de Córdoba Abd-alRahman III y Otto I, Rey de Frankia del Este (Alemania). Black, J., A History of Diplomacy, op. cit., pp. 30-33.
9
Las formas diplomáticas en la antigua China, se basaban primordialmente en los rituales, lo simbólico, los obsequios, y el
reconocimiento de la superioridad del Imperio y su Emperador. Black, J., A History of Diplomacy, op. cit., p. 35.
10
Una de las teorías de la formación del Imperio Inca, apunta a que ellos “anexaron pacífica y respetuosamente a los
Aymaras para luego asimilar su cultura”. Ver: http://www.aymara.org/1995/historia-aymara/ (Abril 2013). También ver:
Academia Diplomática Plurinacional, Aprendiendo Nuevos Protocolos: El Apthapi. La Hoja de Coca en la Diplomacia de
los Pueblos, La Paz, 2009.
11
Levaggi, A., “Tratado Hispano Mapuche de Negrete de 1803”, Revista de Estudios Histórico Jurídicos, Valparaíso, Vol.
XXVI, 2004, pp. 553-559.
12
Cornago, N., “Diplomacy”, en Kurtz L. (Ed.), Encyclopedia of Violence, Peace, & Conflict, vol. I, Oxford, Elsevier,
2008, pp. 574-580.
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de tratados, conferencias y otros elementos, los Estados encontraron el mecanismo perfecto para
exponer intereses comunes sin un alto costo13.
Iniciando el siglo XX, si bien la institucionalización diplomática había alcanzado un nivel avanzado,
las formas todavía se encontraban ajenas a los cambios sociales en las potencias mundiales. Fue a causa
de las guerras mundiales que las maneras de la diplomacia se transformarían14. La primera diplomacia
institucionalizada se basaba en el secreto, negociaciones cerradas, con poca participación de otras
reparticiones públicas y casi ninguna participación de la población. El proceso de toma de decisiones
era largo y tedioso, aunque menos complejo, dada la escasa participación de otros órganos estatales de
poder. Generalmente se daba de manera bilateral, o entre pequeños grupos de países que decidían sobre
el destino del resto del mundo. Tras la Primera Guerra Mundial, la Liga de las Naciones inició algunos
cambios, abogando por una diplomacia más abierta de cara al público bajo una especie de “control
democrático”15. Se decidió abolir los pactos secretos, se introdujeron mecanismos para gestionar una
seguridad colectiva, el multilateralismo comenzó a tener cada vez más peso, la irrupción de potencias
como la Unión Soviética y China representó la necesidad de mejorar los canales de comunicación, y así
muchas formas comenzaron a renovarse. Quizá por el hecho de no haberse evitado un segundo
conflicto a escala mundial, los retos de la diplomacia, en cuanto a paz y seguridad, tomaron relevancia.
A esto se sumó el papel de la ONU, la descolonización, la bipolarización y las nuevas formas de
conseguir y transmitir información. En resumen, las funciones de los Ministerios de Relaciones
Exteriores y servicios diplomáticos se habían diversificado profundamente y esto ha continuado hasta
nuestros días16.
Hoy, la diplomacia ha trascendido todos los límites posibles, en los temas que aborda y en los actores
que legítimamente la desempeñan. Sobre la agenda, aunque todavía asuntos como territorio, seguridad
y defensa siguen siendo centrales, temas como el comercio, la sanidad, la cooperación, el medio
ambiente y otros, son igual de relevantes. El multilateralismo es tan importante como el bilateralismo, y
el proceso de toma de decisiones se ha acelerado 17. Sobre los actores, aunque no se pone en cuestión el
papel especial de los Ministerios de Relaciones Exteriores, hoy la representación de un Estado se
13
Ibídem, p. 575. Para el siglo XIX se podría decir que “la vieja institución de la diplomacia fue gradualmente adaptada a
las crecientes necesidades funcionales y de legitimización del capitalismo mundial”.
14
Elizalde, M.D., “Diplomacia y Diplomáticos…”, op. cit., p. 38; y Cornago, N., “Diplomacy”, op. cit., pp. 575-576.
15
Elizalde, M.D., “Diplomacia y Diplomáticos…”, op. cit., p. 39.
16
Elizalde, M.D., “Diplomacia y Diplomáticos…”, op. cit., p. 39-40, y Cornago, N., “Diplomacy”, op. cit., pp. 575-576.
17
Ibídem, Ambos ponen como ejemplo la implementación de las nuevas tecnologías.
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encuentra también en otras oficinas públicas, actores privados de un país, e incluso personajes
importantes. Por último, la crisis del actual Estado-nación y su tipología ideal18, en cuanto a
representación, legitimidad, competencias, funciones, alcances, etc., también ha repercutido sobre la
diplomacia.
Por ello, se encuentran en vigencia conceptos como diplomacia pública, paradiplomacia, diplomacia de
conferencias, diplomacia corporativa, diplomacia de celebridades o diplomacia indígena. El rasgo
común de todos estos términos son: el rechazo frontal al hecho de que el Estado sea el único
representante de los intereses de la ciudadanía, y la necesidad de encontrar mecanismos alternativos
para la gestión de los intereses y el relacionamiento entre actores. Por todo lo dicho, se debe entender
que la diplomacia no es lo mismo que hace dos mil años, ni siquiera lo mismo que hace cien, y con
gran seguridad no será lo mismo en el futuro.
2.2. Entonces ¿qué es diplomacia?
En su trabajo sobre los significados de la diplomacia, Noé Cornago hace una revisión detallada de
cómo se puede concebir la diplomacia, sus diferentes usos y formas de comprenderla, incluso en la vida
cotidiana19. No se trata simplemente de ampliar el rango de usos del concepto, sino de redescubrir
elementos que nunca dejaron de estar presentes, aunque por circunstancias antes mencionadas,
simplemente fueron apartados del foco principal del análisis. Y es que no se podría entender la
diplomacia por su significado etimológico, que viene de la palabra “diploma (carta doblada) de los
griegos”20. Por ello para Cornago, la diplomacia podría interpretarse de una forma semántica, pero al
mismo tiempo también puede ser considerada como una forma de conocimiento, como una forma de
heterelogía21, y como raison de sistème22.
Por ejemplo, semánticamente, propone analizar el curioso hecho de que la mayoría de diccionarios
sugiere dos significados de diplomacia. Como el diccionario Oxford, donde se puede leer que la
18
Keating, M., “Rescaling Europe”, Perspectives on European Politics and Society, 10: 1, 2009, pp. 34-36.
Cornago, N., “Meanings of Diplomacy”, en Plural Diplomacies, Leiden, Martinus Hihoff Publishers, 2013, pp. 7-54.
20
Sin embargo su utilización se remonta a “los intermediarios de los sistemas imperiales de Roma y Bizancio”. Black, J., A
History of Diplomacy, op. cit., p. 20.
21
Estudio o conocimiento del otro.
22
La Diplomacia como forma de conocimiento que afronta la necesaria relación entre grupos humanos con ontologías
inconmensurables en la que el acuerdo es siempre revisable. La diplomacia como heterología, puede ser entendida como esa
inseparable consecuencia que implica que, se está conociendo al otro, al que no se puede conquistar pero con el que se debe
coexistir. La diplomacia como raison de sistème, parte de la noción de que las prácticas y reglas, la cultura diplomática, y la
relación medios-fines, responden a la construcción de un sistema de Estados-nación. Cornago, N., “Meanings of
Diplomacy”, op. cit., pp. 19-54.
6
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diplomacia es: “la profesión, habilidad o talento para manejar las relaciones internacionales,
típicamente por los representantes de un país en el extranjero”, pero también es: “el arte de lidiar con
las personas en una forma sensitiva y con tacto”23. Ambas definiciones parecen alejadas una de la otra,
“como si fueran realidades completamente aisladas, sin ninguna conexión sustancial o continuidad
entre ellas”, despersonalizando el primer concepto. También señala que extrañamente, el segundo
significado casi ha desaparecido de la literatura especializada en diplomacia. La consecuencia ha sido
la restricción del uso de la palabra a “poco más que un elemento, extremadamente formalizado y rígido,
dentro una más amplia maquinaria de la política exterior del Estado, completamente aislado de las
experiencias sociales reales, y privado de cualquier relevancia política inmediata de nuestra vida
diaria”24. Y es que la diplomacia no es más que el “distanciamiento entre seres humanos por poderes
simbólicos y restricciones sociales”25, lo que permite un espacio “para el entendimiento diplomático en
las más diversas expresiones de la vida social”26. Es importante entender entonces que la diplomacia, o
por lo menos sus acepciones más restrictivas vinculadas a la política exterior del Estado, han sido, y
siguen siendo, contestadas desde diferentes ámbitos. Su actual pluralidad ha hecho que algunos
académicos conservadores se muestres incrédulos ante la posibilidad de una “diplomacia sin
diplomáticos”27, sin embargo eso hoy es una realidad irrefutable.
Por ello, el cambio en la lógica de las aproximaciones ha hecho que, como se mencionaba
anteriormente, se pueda hablar de diferentes formas de diplomacia, aunque en algunos casos todavía
con una recurrente vinculación a la concepción de Estado-nación. Por ejemplo, cuando se habla de la
diplomacia indígena, a veces se tiende a pensar que es una nueva forma de relacionamiento que
potencia la noción de lo indígena dentro de un Estado y su vinculación hacia el exterior de él28. Pero, a
pesar de que esta idea es válida y muy importante, constriñe la capacidad diplomática de los pueblos
indígenas a un espacio temporal post-Estado, cuando históricamente, antes de la conquista y posterior a
ella, participaron activamente del distanciamiento que implicaba, por ejemplo, la necesidad de negociar
23
http://oxforddictionaries.com/es/definicion/ingles/diplomacy?q=diplomacy, (Abril 2013).
Cornago, N., “Meanings of Diplomacy”, op. cit., pp. 7-18.
25
Der Derian J. On Diplomacy: Genealogy of a Western Estrangement, Oxford, Blackwell Plubishers, 1987, en Cornago,
N., “Meanings of Diplomacy”, op. cit., p. 11.
26
Cornago, N., “Meanings of Diplomacy”, op. cit., p. 11.
27
“En 1997, (…), a la vista del nuevo activismo de ONG´s, corporaciones y think tanks, George Kennan expresó su
escepticismo en la idea de una diplomacia sin diplomáticos”, Cornago, N., “Meanings of Diplomacy”, op. cit., p. 53.
28
http://www.diplomaciaindigena.org/acerca-de-diplomacia-indigena/que-es-la-diplomacia-indigena/ (Abril 2013).
7
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con españoles e ingleses cuestiones territoriales, comerciales, religiosas y sociales, aunque después los
acuerdos fueran violados por los conquistadores29.
Al mismo tiempo, la noción de diplomacia pública, por ejemplo, rescata la capacidad de la sociedad
civil y/o de otros actores, de participar en la valoración o incluso en la formación de la política exterior
de un Estado, aunque podrían hacerlo sin la necesidad de recurrir a él. Hoy en día no se puede negar la
recurrente participación en la diplomacia de Organizaciones No Gubernamentales, corporaciones y
otros grupos de presión, como actores centrales para alcanzar acuerdos o solucionar conflictos30. En
esta misma línea de ideas, se puede hablar del concepto de paradiplomacia, vinculado a la acción
exterior de administraciones no centrales31. O incluso el extremo de la idea de anti-diplomacia,
concebida no como lo poco diplomático, sino como una alternativa a la lógica clásica de lo
diplomático32.
Todas estas contestaciones señalan la necesidad de replantear hasta qué punto es el Estado el único
actor capaz de utilizar la diplomacia como medio de relacionamiento con el otro, y de esta forma
definir cuáles son los interlocutores válidos para dicho relacionamiento. En palabras de Constantinou y
Der Derian se trata de cuestionarse acerca de “qué significa practicar la diplomacia o ser un
diplomático (…). A qué intereses sirve o debería servir la diplomacia. Quién tiene o quién debería tener
el derecho a la diplomacia. Cómo uno representa y negocia en el nombre de ese derecho” y “en qué
medida los métodos e innovaciones de la diplomacia son un resultado de los nuevos órdenes mundiales
socioeconómicos, en lugar de los ideales liberales o humanistas”33.
La idea no es responder estas preguntas, que con seguridad seguirán abiertas al debate, sino relacionar
estas nociones que contestan la diplomacia actual, con los planteamientos de la diplomacia de los
pueblos, y en cierta medida, hacer notar que gran parte de las reclamaciones de este nuevo concepto
son planteamientos mundiales, históricos y en una constante dialéctica con la lógica centralizadora del
Estado-nación. Por ejemplo, únicamente teniendo esto en cuenta, se puede explicar que durante mucho
29
Lacoste, P., “Las Relaciones entre Chile y Argentina: El aporte histórico y el papel de algunos de los actores
subnacionales no estatales” en Maria, L., La política internacional subnacional en América Latina, Buenos Aires, Libros
del Zorzal, 2010, pp. 329-340.
30
Deos, A., y Allen Pigman, G., “Sustainable Public Diplomacy: Communicating about Identity, Interest and Terrorism”,
en Constantinou, C. y Der Derian, J. (Ed.), Sustainable Diplomacies, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2010, pp. 151-169.
31
Cornago, N., “Perforated Sovereignties, Agonistic Pluralism and the Durability of (Para) diplomacy”, en Constantinou, C.
y Der Derian, J. (Ed.), Sustainable Diplomacies, Palgrave Macmillan, Nueva York, 2010, pp. 89-104.
32
Der Derian, J., Antidiplomacy: Spies, Terror, Speed and War, Blackell, Oxford, 1992.
33
Constantinou, C. y Der Derian, J., “Sustaining Globpal Hope: Sovereignty, Power and Transformation of Diplomacy”, en
Constantinou, C. y Der Derian, J. (Ed.), Sustainable Diplomacies, Palgrave Macmillan, Nueva York, 2010, pp. 1-19.
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tiempo se haya ignorado la poca apertura del dominio diplomático a cuestiones de género, clase o
raza34, y que ahora estén reivindicándose de manera frontal.
3. CONCEPTUALIZANDO LA DIPLOMACIA DE LOS PUEBLOS
Anteriormente se vio cómo la actual noción de diplomacia está siendo contestada desde diferentes
sectores públicos y privados, aunque al mismo tiempo ésta sea una construcción moderna y la
culminación de un proceso histórico. Ahora bien, en qué medida dichas contestaciones pueden situarse
en el contexto latinoamericano y más específicamente en el boliviano. Como se mencionó, la llegada
de gobiernos de izquierda a países como Venezuela o Bolivia, marcaron un cambio en la lógica de la
política latinoamericana. Por ello es necesario contextualizar en algo las etapas pre y post Evo Morales,
ya que el nuevo concepto surgió de sus propuestas.
Por otra parte, el intento de construcción, teorización y delimitación del concepto, que siguió a la
propuesta inicial ha sido constante. Aún así, todavía no ha llegado a tener una definición clara y es
difícil que en las actuales circunstancias la tenga. Porque en la práctica, es un concepto difuso,
fácilmente manipulable, difícil de objetivar, y por tanto difícil de entender. Eso no le resta validez
como elemento a ser analizado, ni tampoco como propuesta de categoría de análisis diferenciable de la
diplomacia clásica. Pero sí hace necesario plantear una reflexión, en esta primera etapa del debate
académico, sobre las formas en las que se maneja el concepto, y hacia dónde podría apuntar o derivar.
Por ello, en este punto, más que intentar definir lo que es exactamente la diplomacia de los pueblos, se
pretende analizar la esencia de su surgimiento, y la forma en la que un sector importante de
Latinoamérica, institucional y académico, la está utilizando. Como se verá, las particularidades que
motivaron la aparición del nuevo concepto no son exclusivas de Latinoamérica, y aunque su propuesta
aboga por un cambio sustancial en las formas de la diplomacia clásica, parecería que la sombra del
Estado-nación de tipo ideal, regresa constantemente para recuperar espacios perdidos.
3.1. A quién representa la diplomacia del Estado
En cuanto al contexto del surgimiento, se debe tener claro que, como todas las propuestas teóricas, y
más en Ciencias Sociales, la diplomacia de los pueblos tiene un interés y una funcionalidad. En este
sentido, es necesario preguntarse: ¿porqué es una propuesta boliviana?, ¿qué pueblos son los que
pueden hacer este tipo de diplomacia?, y si ¿la diplomacia boliviana es una diplomacia de los pueblos?
34
Cornago, N., “Meanings of Diplomacy”, op. cit., p. 9.
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La pluralidad de la sociedad boliviana no es nueva. El hecho de que la Constitución Política del año
2009 reconociera la plurinacionalidad del Estado35, si bien es un avance normativo, solo es un
reconocimiento a una realidad palpable históricamente. A pesar de ello, es innegable que dicha
pluralidad jamás fue extensible a los órganos públicos del país, por ejemplo, la participación indígena
en la administración pública fue minúscula, por no decir nula, salvo algunos casos particulares 36. La
representación del Estado, hacia el interior y hacia el exterior, también quedaba circunscrita a los
intereses de los gobernantes, y en esta medida la diplomacia ejercida por el Ministerio de Relaciones
Exteriores boliviano, o por otros sectores públicos, era parte de dicha representación. Los intentos por
transformar la situación por parte de diferentes actores de la sociedad civil y algunos mandatarios y
trabajadores del sector público, nunca se tradujo en una reducción de las desigualdades, o en algún tipo
de medidas que satisficieran las necesidades de los grandes sectores desplazados de la sociedad,
llámese indígenas, trabajadores asalariados, clase obrera, etc. Así, generalmente se imponían las
decisiones económicas, políticas y sociales de gobiernos extranjeros y órganos financieros mundiales,
cuyas políticas eran muy bien acompañadas por específicas élites bolivianas37. Por esas razones, es
lógico que los movimientos sociales y los actores insatisfechos tomaran el poder democráticamente en
Bolivia y en otros países como situaciones similares como Venezuela, Ecuador, Nicaragua, y otros,
aunque con diferentes resultados.
En ese contexto, la llegada de Evo Morales al poder representó una verdadera transformación para la
sociedad boliviana. Su propuesta inicial era dar voz a los sin voz, trabajar por la reducción de las
desigualdades y cambiar la lógica de gobernar38. Estos cambios, internamente implicaron, entre otras
cosas, la transformación o creación de nuevas instituciones públicas y el ingreso de un mayor número
de indígenas y otros actores desplazados en las instituciones públicas y en cargos de decisión. Además,
como era de esperar, también se modificó la política exterior boliviana y el Ministerio de Relaciones
Exteriores. No solo cambió un número importante del funcionariado diplomático, o el organigrama
institucional, también se potenció una nueva política exterior, cuyos pilares son: trabajar para obtener
un acceso soberano al océano pacífico, trabajar en los derechos de los pueblos indígenas, promover los
35
Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia.
Se puede mencionar en este punto al Ex Vicepresidente de Bolivia entre los años 1993-1997, Víctor Hugo Cárdenas,
cuyos procedencia indígenas nunca estuvo en debate.
37
Un ejemplo de esto puede ser la imposición de las medidas de ajuste estructural. Sobre esta discusión se puede ver: Klein,
N., The Shock Doctrine: The rise of disaster Capitalism, Nueva York, Picador USA, 2007.
38
Moldiz Mercado, H., El MAS, sus fortalezas, sus límites y sus desafíos, 2013. En:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=166700&titular=el-mas-sus-fortalezas-sus-l%EDmites-y-sus-desaf%EDos-(Abril
2013).
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derechos de la madre tierra39 y despenalizar el uso tradicional de la hoja de coca40. Su misión resalta
que: “El Ministerio de Relaciones Exteriores es la entidad rectora de las relaciones internacionales del
estado plurinacional, que desarrolla la gestión de la política exterior para la defensa de su soberanía e
intereses, mediante la aplicación de la diplomacia de los pueblos por la vida, en beneficio de las y los
bolivianos”41.
Con estos antecedentes, podría parecer que la lógica de transformar la diplomacia clásica para
convertirla en una diplomacia de los pueblos, no representaría dificultades. Es más, la propuesta, que
incluye la democratización de espacios históricamente reservados exclusivamente para el Estado y las
élites, es atrayente como modelo de evolución en la gestión política de la administración pública. El
problema sin embargo, es que tanto teórica como prácticamente, la construcción del interés nacional, el
proceso de toma de decisiones y la formación de la política exterior, responde a construcciones de
intereses mucho menores, que antagónicamente se sobreponen unos a otros hasta finalizar en lo que
oficialmente queda como interés nacional y política exterior42.
Y es que la propuesta de diplomacia de los pueblos, proviene de un contexto en el que generalmente los
intereses de las élites se traducían en política exterior, por eso aboga por trabajar con los pueblos,
aunque no deja claro ni cuáles son los pueblos, ni con qué prioridad se trabajará en sus intereses,
olvidando quizá los antagonismos internos que esto representa. Es imposible que se clarifique este
asunto, por lo menos abiertamente. Sin embargo, no se puede precisar si al final se promueve la
diplomacia entre los pueblos del mundo en general, los pueblos de las naciones en clave -el pueblo
boliviano con el pueblo chileno-, o los pueblos dentro del Estado y fuera de él. Tampoco se hace
referencia a los movimientos sociales, aunque en los intentos de conceptualización, la lógica se hace
extensible a diferentes sectores de la sociedad.
Retomando el debate de la formación del interés nacional y la política exterior, la dialéctica de los
intereses antagónicos dentro de un Estado no es un problema exclusivo de la diplomacia de los pueblos,
es un problema de la diplomacia en general. Por ello, no se puede esperar que los actuales pilares de la
política exterior boliviana sean representativos de toda la población boliviana, como no lo era antes y
39
Concepto vinculado a la sostenibilidad y promoción de los desarrollo en armonía con la naturaleza.
Aunque la lista de los objetivos de la política exterior boliviana incluye mayores metas, estos fueron los grandes cambios
que se dieron con llegada al gobierno de Evo Morales, salvo el tema marítimo. http://www.rree.gob.bo/ “Objetivos
estratégicos Institucionales” (Abril de 2013).
41
http://www.rree.gob.bo/ (Abril 2013).
42
Allison, G.T., “The Essence of Decision”, en Genest, M. A., Conflict and Cooperation: Evolving theories of International
Relations, Belmont, Wardsworth/Thompson, 2004, pp. 460-485.
11
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como nunca lo serán. Al final, son el reflejo de un proyecto de construcción de Estado, que responde al
actual gobierno. Esto no es necesariamente negativo, ya que en gran medida, representan los intereses
básicos de una gran mayoría de la ciudadanía, históricamente olvidada. Pero lo que sí debe llamar la
atención, es que la lógica de la diplomacia no ha cambiado. En otras palabras, si antes el gobierno
boliviano, a través de la Presidencia, el Ministerio de Relaciones Exteriores, u otras oficinas públicas,
negociaba un posible Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), lo hacía pensando en los
intereses de sectores empresariales, élites, etc. Si hoy el gobierno negocia una declaración de
despenalización de la hoja de coca, o la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América
(ALBA), también responde a unos intereses, quizá otros, pero intereses al fin. Por ello, se podría decir
que lo que ha cambiado son los intereses y las prioridades. Entonces, la pregunta que surge es si ¿este
cambio de intereses es suficiente para considerar que la diplomacia boliviana es diferente?, y más
específicamente, si ¿es suficiente como para indicar que se está haciendo una diplomacia de los
pueblos?
A continuación se verán diversas propuestas para conceptualizar la diplomacia de los pueblos.
Curiosamente, a pesar de que se hace referencia a muchos actores sociales y también al gobierno, no
queda claro cuál es la línea divisoria entre la diplomacia de los pueblos y otras. Lo que genera a su vez
otra pregunta, ¿es necesario plantear una diferencia teórico conceptual, y cuál es su utilidad?
3.2. Propuestas para conceptualizar la diplomacia de los pueblos
Antes, se hacía referencia a la dificultad de limitar los alcances de un concepto tan difuso como el de
diplomacia de los pueblos. Ciertamente, esta falta de concreción responde a la pluralidad de actores que
utilizan el concepto, y cómo lo utilizan. Por ejemplo, un texto publicado por la Academia Diplomática
Plurinacional43 indica que “las formas de diplomacia de los pueblos necesitan ser entendidas, a partir de
las categorías y lógicas del pensamiento indígena. Promover, ceremonias protocolares como el akhulli,
implica llenar parte del vacío que se tiene respecto al epísteme y práctica de los pueblos indígenas” 44.
Bajo esta concepción, se podría interpretar que la diplomacia de los pueblos, por definición, debería
incorporar gran parte de las de las categorías y lógicas del pensamiento indígena. Por su parte, Andrés
Bansart, propone las siguientes ideas:
43
La Academia Diplomática Plurinacional es la Academia Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado
Plurinacional de Bolivia. http://www.rree.gob.bo/ (Abril de 2013).
44
Academia Diplomática Plurinacional, Aprendiendo Nuevos Protocolos: El Akhulli. La Hoja de Coca en la Diplomacia de
los Pueblos, La Paz, 2009.
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“(…) la diplomacia de los pueblos es muy diferente de la diplomacia de los estados sin, por eso, entrar en conflicto
con ésta. Responde a un derecho de visibilidad y consiste en una actuación directa, activa, flexible, adaptable a todas
las circunstancias. Está lejos de la diplomacia de los negocios; se trata de una diplomacia de la dignidad. La
diplomacia de los pueblos significa el intercambio entre comunidades de base formadas por dos o más territorios:
intercambio de preocupaciones, análisis y experiencias. Representa la posible elaboración de proyectos entre
45
comunidades de base con miras a un desarrollo humano común y un cuidado de su ambiente” .
Esta nueva propuesta plantea que el sujeto central de la diplomacia de los pueblos son las comunidades
de base, dando a entender que la diplomacia de los pueblos puede ser practicada por otros sujetos
además de los pueblos indígenas. Otra idea sugiere que la diplomacia de los pueblos no está para
remplazar a la diplomacia formal sino que:
“la naturaleza política de la Diplomacia de los Pueblos es la de constituirse en instrumento para la democratización
de las relaciones internacionales, a través de la promoción de mecanismos para la participación de los pueblos más
allá de sus fronteras. La Diplomacia de los Pueblos se convierte así en una vía para complementar los mecanismos ya
vetustos e insuficientes de la democracia representativa, ejercida sólo por Estados y gobiernos en el plano bilateral y
46
multilateral, muchas veces de manera divorciada de los intereses de los pueblos a quienes representan” .
De igual forma, la diplomacia de los pueblos “debe basarse en el intercambio ancestral que han
mantenido los pueblos originarios dentro de sus propias áreas de influencia, las cuales a veces no
respetan las fronteras que formalmente hay entre los países”. También se hace referencia a que esta
diplomacia si bien no responde a una lógica de relación entre Estados, a partir de la incursión de los
nuevos gobiernos, estaría expandiéndose a las administraciones públicas y se pone como ejemplo el
ALBA, u otros emprendimientos sociales regionales47. En estas últimas propuestas se observa cómo a
pesar del reconocimiento de que la diplomacia de los pueblos sobrepasa al Estado, éste puede, bajo
ciertas circunstancias, como representar de mejor manera a los actores sociales que lo conforman,
gestionar su política exterior a través de la diplomacia de los pueblos o en complementariedad a ella.
Karla Díaz plantea que las condiciones de la actual sociedad mundial, y más en el caso de la
latinoamericana, ha hecho que actores sociales históricamente excluidos adquieran cada vez mayor
importancia a nivel nacional e internacional, bajo este parámetro indica que:
“la Diplomacia de los Pueblos conceptualmente está referida al relacionamiento y la conciliación de intereses entre
sujetos diversos, donde la conducción de las relaciones no es exclusiva de centro de poder alguno, ni del Estado, sino
45
Bansart, A., El Caribe. Una sola posibilidad de integración. La diplomacia de los pueblos, Caracas, Instituto de Altos
Estudios Diplomáticos Pedro Gual, 2008.
46
Ibídem, p. 53.
47
Ibídem, pp.51-52.
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que por el contrario le da preeminencia al intercambio social, cultural, político y de múltiples ámbitos entre pueblos,
comunidades, movimientos sociales, y cualquier otra forma de organización o de sujeto colectivo, donde prevalecen
los intereses populares, en cuanto al intercambio, al relacionamiento, a la comunicación y a la unión de los
48
participantes” .
A continuación la autora hace referencia a que la idea de apelar a la categoría de pueblo, y no a la de
sociedad civil, o ciudadanía, tiene la intención de recoger un rango más amplio de colectivos dentro de
la sociedad. También, sugiere que en Estados con mayor población indígena, la diplomacia de los
pueblos, tendrá mayores características vinculadas a la diplomacia indígena. Sin embargo, a pesar de
reconocer que la diplomacia de los pueblos puede ser una capacidad de las sociedades dentro de un
Estado y hacia afuera de él, en referencia a Latinoamérica, manifiesta cómo algunos Estados (Bolivia,
Venezuela, Ecuador) han legislado sobre la diplomacia de los pueblos y la han practicado a través de
programas sociales internacionales, vinculados, en teoría, a sus pueblos49.
Finalmente, se pueden encontrar infinidad de artículos que reflejan la noción de diplomacia de los
pueblos. Desde los que la minimizan a un simple juego de palabras 50, hasta los que resaltan la
innovación que significa visibilizar la práctica diplomática las personas históricamente desplazadas51.
Casualmente, al igual que las referencias académicas antes mencionadas, casi todos resaltan una
dualidad en el concepto. Señalan que si bien es una diplomacia de las personas históricamente
desplazadas, de los movimientos sociales, de los y las indígenas, obreros, etc., al mismo tiempo, son los
Estados como el boliviano, los que están haciendo funcionar la lógica de la diplomacia de los pueblos.
Así, engloban a los gobiernos de dichos países y a todos sus pueblos en una unidad cuasi perfecta,
minimizando o negando el antagonismo natural que surge dentro de la construcción de un proyecto de
Estado. Se deber recordar que, dentro de la propia construcción de una política interna y externa,
existen muchos grupos de presión, cada uno con sus propios intereses, debatiendo y lidiando por hacer
prevalecer los mismos, para que se conviertan en una política de gobierno y de Estado. Claro está, lo
ideal sería hacer prevalecer los intereses de las mayorías sobre el de las minorías respetando los
48
Díaz, K., “Diplomacia de los Pueblos: Participación popular en las relaciones internacionales”, Revista América Latina,
nº
10,
2011,
Universidad
ARCIS
Santiago
de
Chile,
pp.
26-27,
http://www.academia.edu/1893900/Diplomacia_de_los_Pueblos_Participacion_Popular_en_las_Relaciones_Internacionales
. (Abril 2013).
49
Ibídem, pp. 28-30.
50
Kempff, M., ¿Diplomacia de los pueblos?, 2006, http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/diplomacia-de-lospueblos/20061114/nota/356401.aspx (Abril 2013).
51
Torrez Peláez, J.R., La Diplomacia de los Pueblos, Centro de Estudios Políticos para las Relaciones Internacionales y el
Desarrollo, 2007, http://www.nodo50.org/ceprid/firmas/jrt/jrt2.htm (Abril 2013).
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derechos de estas últimas. Sin embargo, el proceso político en general es mucho más complejo e
intervienen otros elementos que limitan este plano ideal.
A continuación, se verá a través de algunos ejemplos cómo el concepto de diplomacia de los pueblos,
en última instancia, reclama de la diplomacia clásica, lo mismo que otras formas nuevas de diplomacia,
se trata al final de una reclamación que no solo proviene de Latinoamérica sino del mundo en general,
pero que tiene las características del contexto latinoamericano.
3.3. Prácticas cotidianas y diplomacia de los pueblos
Entonces, ¿cuál podría ser un bueno ejemplo de diplomacia de los pueblos y cuál no?, ¿cuáles serian
los elementos definidores? De lo mencionado derivan dos posibles elementos definidores, el sujeto y
los fines. Es decir, la diplomacia de los pueblos podría entenderse dependiendo del sujeto que la
practica (movimientos, sociales, pueblos indígenas, Estados), o por los fines que persigue (vinculados a
los intereses de las mayorías históricamente desplazadas). Pero, ¿no es esto lo que precisamente esta
causando las transformaciones de la diplomacia en general?, ¿no son acaso estos elementos
(reconocimiento de otros actores diplomáticos además del Estado y reconocimiento de otros intereses
además de los del Estado) los que precisamente hacen que la diplomacia mundial tenga hoy en día un
innegable carácter plural?
Por ejemplo, el ALBA ha ayudado a la integración del Sur, pero no deja de ser una iniciativa desde el
Estado. El hecho de que el fin último sea una Latinoamérica más cooperadora, parecería que es
suficiente como para que se la considere una iniciativa dentro de la diplomacia de los pueblos. Una
iniciativa interregional como es la Alianza Estratégica Aymaras sin Fronteras52 podría también ser
interpretada como diplomacia de los pueblos, al responder a los intereses de los pueblos Aymaras. La
forma en la que Bolivia intenta solucionar el diferendo marítimo con Chile, es parte de la diplomacia
formal. Pero, si muchos movimientos sociales chilenos apoyan la petición boliviana en contra de la
política exterior chilena, ¿podría interpretarse como diplomacia de los pueblos?, como forma de
“conciliación de intereses entre sujetos diversos, donde la conducción de las relaciones no es exclusiva
de centro de poder alguno”53. Otro fenómeno importante son las cumbres paralelas, en las que
participan movimientos sociales y otros colectivos cuyas propuestas e intereses difieren de las de los
Estados que participan en las Cumbres oficiales. Por eso, esas cumbres o el Foro Social Mundial,
52
53
http://www.aymarasinfronteras.org/index.php (Abril 2013).
Díaz, K., “Diplomacia de los Pueblos….”, op. cit., pp. 27-28.
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podrían considerarse diplomacia de los pueblos. Algunos Estados como el Canadiense se han mostrado
abiertos a que la población civil participe activamente en la crítica y formación de su política exterior54.
Esto ¿se podría considerar diplomacia de los pueblos? O por ser un Estado del Norte, ¿le quita validez
al concepto? Sin ir muy lejos, si se traduce el concepto al inglés como “People’s Diplomácy”55, se
puede ver que en la red existen diversas propuestas a nivel mundial de relacionamiento entre pueblos
sin la intervención de los gobiernos centrales y a pesar de ellos.
Por eso, como se puede evidenciar, la diplomacia de los pueblos al final puede incluir todo y nada al
mismo tiempo, tiene algo de diplomacia ciudadana, algo de paradiplomacia y algo de diplomacia de
cumbres, entre otras formas de diplomacia. Sin embargo, el rasgo común siempre es el mismo,
contestar la centralidad del Estado como actor único dentro de la diplomacia y contestar la forma en la
que se construye el interés nacional y la política exterior. Es así que por ahora no se la puede encasillar
como un concepto específico restrictivo. Y quizá tampoco sería necesario. En última instancia se
trataría de restringirlo a parámetros difícilmente objetivables y que son en gran medida construcciones
sociales, como nación, pueblo, clases sociales, etc.56
Por todas esas razones, es mucho más útil entender la diplomacia de los pueblos en el contexto en el
que surgió. No olvidar que se trata de una propuesta de un gobierno que surgió de los movimientos
sociales, y que trata de extrapolar sus experiencias de luchas sociales a una burocracia Estatal. El
gobierno boliviano, al igual que otros en América latina, quiere dejar absolutamente claro que su
política es radicalmente diferente. Existe entonces una imperiosa necesidad de diferenciarse de lo
anterior, ya sea con nuevos conceptos, ideas y propuestas. Claro está, el error que se comete es
considerar que la diplomacia es un elemento estrictamente vinculado al Estado, y que no ha sufrido
cambios radicales en los últimos tiempos, siendo todavía visto como uno de los resquicios más
conservadores del Estado. Pero como se ha visto, la diplomacia no es más que el distanciamiento entre
dos que se ven diferentes, Estados, Pueblos, Sociedades, etc. Además, la diplomacia ha estado
sufriendo transformaciones radicales, que precisamente plantean lo mismo. Por todo esto, la mayor
innovación de la diplomacia de los pueblos, es sólo la de mostrar que en Latinoamérica y en el Sur
54
Deos, A., y Allen Pigman, G., “Sustainable Public Diplomacy…”, op. cit., p. 155.
Karla Díaz en otro artículo propone esta traducción. Díaz, K., People´s Diplomacy, an alternative form of relation from
the
South,
http://www.academia.edu/1894144/People_s_Diplomacy_an_alternative_form_of_relation_from_the_South(Abril 2013)
56
Keating, M., “Rescaling Europe”, op. cit., p. 39.
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55
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también se está cuestionando la lógica de la antigua diplomacia, al igual que la diplomacia ciudadana u
otros tipos de diplomacia en otras partes del mundo antes referidas.
4. CONCLUSIONES
Visto lo visto, el concepto de diplomacia de los pueblos tiene muchas potencialidades, pero al mismo
tiempo puede representar una amenaza para los cambios profundos de la diplomacia considerada
clásica, estrictamente vinculada al Estado. La principal potencialidad es el hecho de que al convertirse
en un concepto muy utilizado, ha hecho que parte de la ciudadanía latinoamericana cuestione la
centralidad del Estado y sus diferentes reparticiones, como los únicos actores diplomáticos, y únicos
representantes de los intereses de los actores sociales de un Estado.
Sin embargo, si bien no se puede negar que el concepto de diplomacia de los pueblos pretende ser una
alternativa a las formas clásicas, su base de referencia es una diplomacia que, se puede decir que está
en crisis, producto de las transformaciones globales, tecnológicas, sociales, etc. y de la crisis de
legitimidad del Estado, antes referida. Por ello, el aporte del concepto es la capacidad de crear
conciencia sobre algo que está pasando en todo el mundo, haciéndolo visible y generando nuevas
posibilidades de relacionamiento dentro y fuera de los Estados.
Ahora bien, las posibles amenazas que acarrea el concepto provienen del intento de cooptar las formas
y dinámicas de la diplomacia clásica y de los pueblos, por parte de los Estados. Como se ha visto, los
conceptos propuestos siempre recurren en última instancia a ejemplos de gobiernos, como actores
promotores de la diplomacia de los pueblos. En otras palabras, lo que se está haciendo es vincular a
esos gobiernos con los pueblos dentro de sus Estados, minimizando o anulando la dialéctica interna.
Minimizar ese antagonismo sería recaer en el error de la diplomacia clásica, que resaltaba el interés de
las élites como interés nacional. Aunque probablemente no sea de forma intencionada, se está limitando
el concepto a la libre disposición de la opinión del gobierno, que en última instancia puede decidir qué
es y qué no es diplomacia de los pueblos. Cuando la riqueza del concepto precisamente está en las
formas, simbolismos y dinámicas de los pueblos que forman parte de un Estado. Por ejemplo, ¿por qué
no considerar diplomacia de los pueblos a las reclamaciones que hacen los pueblos indígenas sobre la
actuación de sus gobiernos, de izquierda o no? Así, la diplomacia de los pueblos, más que revalorizar
las formas del nuevo gobierno boliviano u otros, puede plantear una revalorización de la diplomacia de
los pueblos indígenas desde la época precolombina, o de los movimientos sociales que estuvieron
presentes durante toda la historia de la construcción del Estado nación, o de otros actores que no sean el
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Estado. Ésa sería una forma de escapar a una posible apropiación por parte del gobierno y del Estado, y
hacer que el concepto sea más que simbolismo dentro de las cancillerías o un juego de palabras, como
se la ha criticado.
Por último, en cuanto a la nueva política exterior de algunos gobiernos latinoamericanos, es innegable
que ha existido un cambio en sus objetivos y alcances. Tampoco se puede negar que ahora representan
mejor los intereses de sectores importantes, históricamente excluidos. Sin embargo, después de todo lo
abordado en este trabajo, una reflexión sensata implicaría entender que no por el hecho de cambiar el
nombre a la diplomacia, ésta será mejor, y al mismo tiempo no es necesario cambiar el nombre para
mejorarla. Como se ha venido diciendo, al final la diplomacia es solo un extrañamiento/distanciamiento
entre diferentes, que permite la posibilidad de una negociación para alcanzar consensos, sean para
beneficio de muchos o unos pocos. Siendo lo ideal beneficiar a los muchos sin violentar a las minorías.
Sea como sea, el debate está servido.
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