EL PODER ELECTORAL COLOMBIANO: EN BUSCA DEL PODER NEUTRO “Los tres poderes políticos, tales como los hemos conocido hasta el presente, son tres resortes que deben cooperar cada uno por su parte al movimiento general; pero cuando estos, sacados fuera de su lugar, se mezclan entre sí o se chocan, es necesario buscar una fuerza que los ponga en su lugar” BenjamínConstant Uno de los aportes más importantes a la teoría política moderna, ha sido sin lugar a dudas la inclusión del concepto de poder neutro a la tridivisión clásica de poderes. Este término acuñado por el filósofo y político francés de origen suizo Benjamín Constant de Rebecque, deviene del intento por legitimar la monarquía en una época en la que el concepto liberal de democracia trato de limitar e incluso, desestimar el poder absoluto al interior de las monarquías de la época. Dicho poder neutro, que para Constant correspondía al poder regio de las monarquías constitucionales del siglo XIX, ha permanecido constante en las democracias modernas, ya no bajo la forma monárquica constitucional, sino bajo figuras como las del poder electoral, poder constitucional y poder de opinión1 entre otros. Precisamente a lo largo de este escrito, se analizará cómo ha sido la evolución del concepto de poder neutro hasta la actualidad, sirviendo de premisa para una lectura de la organización electoral colombiana, con el fin de evidenciar el proceso de adaptación que ha tenido el poder electoral en la historia, en su búsqueda por consolidarse como poder neutro del Estado. LA TEORÍA DEL PODER NEUTRO DE BENJAMIN CONSTANT En su obra El Espíritu de las Leyes, Montesquieu presentó lo que conocemos como la división clásica del poder en legislativo, ejecutivo y judicial2, definición que se consideró la doctrina pura de la división del poder en los siglos XVIII y XIX. 1 Constant, Benjamín. Principios de Política. Bogotá. D.E. 1981. Pág. 23. Montesquieu. El Espíritu de las Leyes. Ediciones Istmo, S.A. Madrid. 2002. Pág. 245. 2 En esta doctrina pura sostiene que para el mantenimiento de la libertad política, es necesario que el poder esté dividido en tres ramas, las cuales deben tener funciones propias y definidas, prohibiendo la interferencia mutua y garantizando un sistema de frenos entre ellas3. Sin embargo, dicho modelo de división del poder, desde la misma época de Montesquieu, ha sufrido múltiples revisiones y apreciaciones, siendo Benjamín Constant, uno de sus principales críticos. En su obra Principios de Política, Constant propuso una redefinición a la separación clásica de poderes, al considerar que no serían tres (3) sino cinco (5), los elementos del poder público: “Encuentro yo cinco, de naturalezas diversas, en una monarquía constitucional: 1°, el poder regio; 2°, el poder ejecutivo, 3°, el poder representativo tradicional, 4°, el poder representativo de la opinión, 5° el poder judicial”4. Constant entendía que los poderes públicos debían funcionar armónica y coordinadamente, pero en algunas ocasiones dichos poderes podían entrar en conflicto, para lo cual era necesaria una fuerza ajena que actuara con el fin de garantizar el equilibrio entre los poderes existentes. Dicha autoridad neutra e intermediaria se encontraba para el siglo XIX, en la persona del monarca constitucional, a quien le correspondía buscar una especie de equilibrio para los otros. En palabras del propio Constant: “La monarquía constitucional tiene esta gran ventaja, porque crea el poder neutro en la persona de un rey rodeado de las tradiciones de una memoria respetable y de un poder de opinión, que sirve de base al político. El interés verdadero de este rey no es en alguna manera el que uno de los poderes destruya al otro, sino el que todos se apoyen, se comuniquen entre sí, y obren de concierto (…) El rey está en medio de estos tres poderes como autoridad 3 M.J.C Vile.Constitutionalism and the separation of powers.Liberty Fund. Indianapolis. 1998. Pág. 14. Constant, Benjamin. Principios de Política. Bogotá. D.E. 1981. Pág. 23. 4 neutra e intermediaria, sin algún interés bien entendido en quitar el equilibrio, teniéndolo por el contrario muy particular en mantenerle”5. Así las cosas, el poder neutro del monarca carecía de responsabilidad política alguna siendo inviolable su fuero. Esto es así no sólo por su derecho adquirido de manera hereditaria, sino también por carecer de un poder activo, dado que éste reside en las funciones ejecutiva, legislativa y judicial. De esta manera, el poder neutro al no ser activo, no se controla; es él quien ejerce controles en busca del equilibrio. Y, ¿cómo ejerce el control el poder neutral? Para Constant, era claro que el monarca constitucional tenía la potestad de ejercer una serie de medidas para dirimir cualquier lucha entre los poderes públicos y recuperar la armonía en tiempos de crisis. Para ello, el monarca al percibir irregularidades en el accionar de los ministros de la rama ejecutiva, podía destituirlos y nombrar otros a su discreción; si la acción legislativa en cabeza de la Asamblea demostraba inconsistencias, podía disolverla sin dilación y a su vez, si el poder judicial presentaba desatinos, el rey podía regular este accionar mediante su derecho de gracia6. Es de aclarar que este poder neutro, “no se halla situado por encima, sino al mismo nivel de los restantes poderes constitucionales, aunque revestido de especiales atribuciones y provisto de ciertas posibilidades de intervención”. Lo valioso de estos postulados, es el aporte que ellos hicieron al pensamiento demoliberal, en cuanto a la búsqueda permanente de la neutralidad en el poder público. El trasfondo fundamental de la teoría de Constant, es el de resaltar la necesidad de contar en cualquier sistema político con una fuente de neutralidad, que en algún momento se creyó debía reposar en cabeza del monarca, pero que a falta de él, debería ser de carácter impersonal. Como dicen Kalyvas y Katznelson al analizar el pensamiento de Constant: 5 Constant, Benjamin. Curso de Política Constitucional, Tomo I. Imprenta de Lawalle Joven. Burdeos,1823. Pág. 62. Ibidem. Curso de Política Constitucional. Pág. 64. 6 “En la monarquía, la neutralidad es atribuida a la persona del monarca; en las sociedades modernas, ella no es simbolizada por una persona en particular. El carácter impersonal del poder neutro - la neutralidad no pertenece a nadie-, enfatiza esta dimensión de vacío. La neutralidad es un topos7 vacante que no contiene alguna configuración específica de la comunidad política; no especifica los valores sustantivos que deben gobernar una sociedad y no refleja una idea de buena sociedad hacia el cual todos deberían encaminarse”8. De esta manera, el poder neutro se ha erigido como un elemento esencial de las democracias contemporáneas que asegura el equilibrio y legitimación de las diferentes ramas del poder público, con el cumplimiento de las reglas del juego político existentes. En este sentido, propongo concebir el poder electoral colombiano en la búsqueda del poder neutro e imparcial, encargado desde su origen y a lo largo de la historia nacional, de preservar las reglas que permiten el acceso y conformación democrática del poder, incluso en momentos donde la estabilidad política del país ha estado en entredicho. EVOLUCIÓN DEL PODER ELECTORAL COLOMBIANO COMO PODER NEUTRO Poder electoral colombiano 1811-1886 El Estado colombiano se ha estructurado desde sus orígenes, sobre la clásica división de poderes propuesta en el siglo XVIII. Esto fue evidente en cada uno de los ordenamientos constitucionales del siglo XIX, época en la que el país contó con una notable inestabilidad normativa, debido en gran parte a la lucha constante entre bolivarianos y santanderistas, centralistas y federalistas, y finalmente conservadores y liberales. Sin embargo, desde la proclamación de independencia, 7 Según Josef Esser, el topos o su plural topoi, son “puntos de vista pragmáticos de justicia material o correspondientes a fines jurídico-políticos, que renuncian a un esquema deductivo cerrado y que, como puntos de arranque retórico de la argumentación, afrontan el problema como abierto y por medio de enunciados de razón o de sentido común generalmente admitidos”. Disponible en: García Amado Juan Antonio. Teorías de la tópica jurídica. Universidad de Oviedo. 1988. Madrid. Pág. 129. 8 Kalyvas, A. and Katznelson, I. “We are Modern Men”: Benjamin Constant and the Discovery of an Immanent Liberalism. Constellations,6. Pág. 525. y “con la excepción de breves períodos, Colombia ha mantenido sus instituciones republicanas y su sistema electivo de Gobierno”9. Gracias a la influencia de las ideas liberales promovidas por pensadores y políticos como Antonio Nariño10 y Camilo Torres11 entre otros, las Constituciones del siglo XIX consagraron en sus diversos textos la triple separación del poder público. Ello se evidencia a partir de la Constitución de Cundinamarca de 1811, en la que se disponía la independencia de los poderes ejecutivo, judicial y legislativo, reservando el derecho de objetar por parte del ejecutivo, el cual se encontraba en cabeza del rey de España12. De lo anterior, se puede observar que se propone por nuestro primer constituyente un modelo de monarquía constitucional como el recogido por Constant, respecto a la función de control que podía ejercer el monarca constitucional respecto de los otros poderes. Esta división del poder público se mantuvo incólume durante el siglo XIX en todas y cada una de las Constituciones, tanto a nivel provincial como nacional, salvo la figura del monarca, suprimida una vez declarada la independencia, por distintas Constituciones provinciales, entre otras Cartagena 1812, Tunja 1812 y que además se consagró en el artículo primero de la Constitución de 1821, por la que se constituyó la Gran Colombia. Así se estableció en el artículo primero de la Constitución de 1821: “La Nación colombiana es para siempre, e irrevocablemente libre e independiente de la monarquía española; y de cualquiera otra potencia o dominación extranjera, y no es, ni será nunca el patrimonio de ninguna familia ni 9 De la Calle Lombana, Humberto. “Elecciones para Asamblea Constitucional del 9 de diciembre de 1990”, en Boletín Electoral Latinoamericano, n° IV, IIDH/CAPEL, San José, 1991. Pág. 20. 10 Nacido en Santafé de Bogotá en 1765, y muere el 13 de diciembre de 1823. Reconocido por su traducción del francés al español de la Declaración universal de los derechos del hombre y el ciudadano y su periódico La Bagatela. 11 Nacido en Popayán en 1766, fue fusilado en octubre de 1816 durante el régimen de Pablo Morillo. Fue Presidente de las Provincias Unidas de 1812 a 1816 y escribió el famoso Memorial de Agravios, con el fin de reivindicar el papel de los criollos en la Nueva Granada. 12 El numeral 5 del Art. 1 establecía que: “Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial se ejercitarán con independencia unos con otros; aunque con el derecho de objetar el Poder Ejecutivo lo que estime conveniente a las libertades del Legislador en su caso y lugar”. Posteriormente, el numeral 6 del mismo artículo aclaraba que “El ejercicio del Poder Ejecutivo corresponde al Rey, auxiliado de sus ministros (…) y en defecto del Rey, lo obtiene el Presidente de la Representación Nacional”. persona”13. Otros referentes en dicha Constitución se encuentran en el artículo 10°, al determinar que el poder supremo estaba dividido en legislativo, ejecutivo y judicial, tal como se definió con posterioridad en las Constituciones. En las Constituciones de 1830, 1843, 1853, 1858 y 1863, y con relación a la organización electoral, el común denominador fue la ausencia de instituciones que organizaran y escrutaran las elecciones de manera centralizada, dado que la estructura provincial heredada de la colonia permitía que a ese nivel se formularan reglas electorales14. Es así como el manejo de los asuntos electorales se dio básicamente al interior de cada provincia por intermedio de Juntas Parroquiales y Asambleas Electorales: “(…) los elegidos en la División Territorial más ínfima denominada Distrito Parroquial, integraban los electores de la División que le seguía en categoría; y así sucesivamente iban escalando posiciones hasta llegar a la capital de la Provincia o de la República, determinándose así una dependencia institucional que se originaba en las Juntas Parroquiales (con asiento en los Distritos Parroquiales), continuaba en los Consejos (de los cantones) y luego en las Asambleas (en las capitales de provincia), y terminaba en los Colegios Electorales (también en la capital de provincia o de la República)”15. En este punto, vale la pena resaltar la consagración que se hizo en la Constitución de 1853, del sufragio universal para los ciudadanos varones mayores de 21 años, para elegir por votación popular y directa al Presidente de la República, Vicepresidente de la República, Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, Procurador General de la Nación, Gobernadores de provincia, senadores y representantes16. El órgano que escrutaba a nivel nacional era el Congreso, según lo determinó el artículo 27 de la Constitución del 53: “El Presidente de la Nueva Granada durará cuatro años en el ejercicio de su empleo, y será elegido por el voto secreto y directo de los ciudadanos de la República, debiendo el Congreso, al 13 Art. 1. Constitución Política de la República de Colombia de 1821. Registraduría Nacional del Estado Civil. Historia Electoral Colombiana 1810-1988. Bogotá. 1988. Pág. 85. Ibidem. Historia Electoral Colombiana 1810-1988. Pág. 85. 16 El artículo 13 del Capítulo 3°, De las elecciones, de la Constitución de 1853, estableció que todo ciudadano granadino tenía derecho a votar directamente y de manera secreta por las dignidades nombradas. 14 15 hacer el escrutinio, declarar la elección en favor del que haya obtenido la mayoría relativa de votos”17. Este sistema se mantuvo en la Constitución de 1858 que creó la Confederación Granadina y así fue hasta la Constitución de 1863, que por su espíritu federal, entregó de nuevo el manejo de los asuntos electorales a cada uno de los Estados para su reglamentación18. Desapareció así el sufragio universal y se instauró la elección indirecta del Presidente, la cual se hacía por el voto de los Estados, teniendo cada Estado un voto, resultando elegido quien contara con la mayoría absoluta de los votos de los Estados. Al igual que su precedente, la Constitución del 63 encargaba al Congreso de la declaración de la elección del Presidente 19. Poder electoral colombiano 1886-1930 Sin embargo, el cambio sustantivo que permitió el nacimiento de una organización electoral nacional en Colombia, fue la llegada de Rafael Núñez al poder y con él, el triunfo del centralismo en detrimento de la coexistencia de múltiples organizaciones electorales de carácter federal. Con la expedición de la Constitución de 1886, se permitió el sufragio universal de los ciudadanos20para elegir concejales municipales y diputados a las asambleas departamentales. Para la elección de representantes, se determinó un sufragio cualificado basado en el alfabetismo, las rentas o el patrimonio, y para el caso de senadores y presidente y vicepresidente, se decidió elegirlos de forma indirecta por intermedio de colegios electores21. No obstante lo anterior, es a partir de la ley 7 de 1888, que es posible hablar de un hito en la historia de la organización electoral colombiana, pues con ella se crea el 17 Art. 27. Constitución de la República de la Nueva Granada de 1853. Las normas relacionadas con las elecciones, estaban consignadas en el Capítulo X de la Constitución de 1863. 19 Art. 75. Constitución de 1863. 20 El artículo 15 de la Constitución de 1886 establecía que: “son ciudadanos los colombianos varones mayores de veintiún años que ejerzan profesión, arte u oficio, o tengan ocupación lícita u otro medio legítimo y conocido de subsistencia”. 21 Artículos 172, 173, 174 y 175 de la Constitución de 1886. 18 Gran Consejo Electoral, conformado por seis miembros elegidos dos por el Senado, dos por la Cámara de Representantes y dos por el Consejo de Estado, cada uno con un suplente, por el término de un año22. A esta Corporación le correspondía adelantar el escrutinio de todos los votos emitidos por los electores en las asambleas de Presidente y Vicepresidente, así como la declaratoria de nulidad de aquellos votos depositados a favor de candidatos no elegibles23. Esto es, competencia para hacer apreciaciones jurídicas propias de la nulidad electoral. Durante esta época, el poder ejecutivo en cabeza del presidente, prácticamente tuvo una posición predominante frente a los demás poderes públicos. A pesar de la tridivisión consagrada en el Título V de la Constitución del 86, el ejecutivo contó con una serie de prerrogativas excepcionales que le permitieron contar con ilimitada capacidad de nombrar y remover a cualquier funcionario del orden ejecutivo, nombrar a los miembros de la Corte Suprema y a los magistrados de los tribunales superiores, objetar las leyes por inconstitucionales, y contar con facultades legislativas y poderes especiales en casos de guerra exterior o conmoción interna, entre otros aspectos24. Esta situación, sumada a la hegemonía conservadora, fue notable durante el período comprendido entre 1886 y 1904. A ello contribuyó además, la debilidad del sistema electoral existente. “La manipulación de los registros electorales, la negación del registro a los liberales, el voto de los soldados, la actuación arbitraria de los jurados electorales, que anulaban o modificaban registros a voluntad, la intimidación armada, conducían a resultados electorales, que como ya se dijo, eran absurdos. Fuera de Antioquia, el país no eligió ni un solo representante liberal antes de 1904 (…) Eran frecuentes las localidades donde el número de votos conservadores superaba el total de varones adultos, a pesar de lo s requisitos de propiedad fijados por la ley”25. Estas circunstancias, llevaron indefectiblemente al país a una situación en extremo tensa que finalmente desembocó en la histórica Guerra de los Mil Días. Este 22 Así lo consagró el artículo 133 de la Ley 7 de 1888. Artículos 134 y 150 respectivamente de la Ley 7 de 1888. Melo Jorge Orlando. La Constitución de 1886. En: Nueva Historia de Colombia. Tomo I. Editorial Planeta. 1989. Págs. 49-50. 25 Ibídem. La Constitución de 1886. Págs. 63-64. 23 24 conflicto, acaecido entre 1899 y 1902, llevó a la derrota de los liberales que desde entonces abandonaron la lucha armada como fórmula para encontrar participación política. Con la pérdida de Panamá en 1903, y los estragos recientes de la guerra y una seria crisis inflacionaria26 el general Rafael Reyes asumió el poder en 1904. Durante su gobierno, Reyes otorgó una especial inclusión de los liberales en su agenda política, hecho que los marcó tanto las relaciones con los conservadores como la ideología misma del liberalismo desde entonces absolutamente civilista. Gracias a ello, fue posible la participación de este partido en la Asamblea Nacional Constituyente convocada el 15 de marzo de 1905, con la cual Reyes pretendía adelantar los cambios necesarios para la recuperación social y económica del país. Estas medidas se orientaron básicamente: “o a debilitar instituciones políticas (supresión de la magistratura vitalicia) o a hacer posible la democratización del régimen abriéndole espacios de participación al partido liberal o a fortalecer al ejecutivo central27”. En este sentido, y con relación al tema electoral, la Constituyente mediante Acto Reformatorio número 5 del 30 de marzo de 1905, relevó al Gran Consejo Electoral de la función escrutadora de los votos y de la declaración de la elección del Presidente, abolió el cargo de la vicepresidencia, suprimió el Consejo de Estado y reemplazó las asambleas departamentales por consejos administrativos28. Dichas funciones fueron asumidas por la Asamblea Nacional, conformada por los diputados que fueron: “designados por los Consejos de Gobierno departamentales o Juntas que hacían sus veces, fueron 27, tres por cada uno de los nueve departamentos, un tercio de los cuales correspondió al partido liberal. Entre ellos se encontraban, como principales o suplentes, personajes destacados en el campo militar, las letras, los negocios o la política, como Benjamín Herrera, Rafael Uribe Uribe, 26 Kalmanovitz, Salomón. Ensayos sobre Banca Central. Comportamiento, independencia e historia. En: Miguel Antonio Caro, el Banco Nacional y el Estado. Editorial Norma. 2003. Pág. 297. 27 Vélez Humberto. Rafael Reyes: Quinquenio, régimen político y capitalismo (1904-1909. En: Nueva Historia de Colombia. Tomo I. Editorial Planeta. 1989. Pág. 209. 28 Reforma Constitucional disponible en: http://www.bdigital.unal.edu.co/224/4/346_-_19_Capi_18.pdf Baldomero Sanín Cano, J.M. Rivas Groot, Silvestre Samper Uribe y Alfredo Vázquez Cobo, entre otros”29. En este quinquenio, el Gran Consejo Electoral prácticamente fue suspendido, situación que se mantuvo hasta el año de 1910. No obstante, durante ese lapso, el general Reyes reorganizó el territorio nacional creando varios departamentos, que coincidían con nuevas circunscripciones electorales, la representación respectiva, como el de Galán en el sur de Santander, Caldas, Atlántico, Tundama, Quesada y Huila entre otros30.Cada uno de ellos, fue establecido bajo la noción de circunscripción electoral, debilitándose con los últimos rezagos de la organización política electoral de los antiguos Estados soberanos y que pervivían llamados desde 1886 departamentos conservando sus antiguos límites territoriales, para las circunscripciones territoriales que los nuevos departamentos poseían representación. Conforme al Acto Legislativo del 6 de agosto de 1908, se creó una Corporación Electoral denominada Consejo Electoral Departamental al interior de cada departamento, así mismo se estableció que la reunión de tres consejos electorales, conformaban un Colegio Electoral, organismo que a su vez tenía la potestad de elegir tres senadores y sus suplentes31. Fue solamente hasta 1910, posterior a la renuncia del General Reyes a la presidencia en junio de 1909 que con el Acto Legislativo Número 1° del 28 de mayo de 1910, que se revive el Gran Consejo Electoral, al relevársele a la Asamblea Nacional las funciones que en materia electoral había asumido en 190532.Posteriormente, el 31 de octubre de 1910 con la expedición del Acto Legislativo Número 3° del mismo año, se dieron importantes cambios en la 29 Ríos Peñalosa, Gilma. Las constituyentes de 1905 y 1910. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/enero1991/enero1.htm 30 Mediante las Leyes 17 y 46 de 1905. 31 Sánchez Torres Carlos Ariel y Santamaría Ariza Erwin. Acercamiento a la historia de la representación territorial en Colombia. A propósito del derecho a gobernarse por autoridades propias. En: El Principio Constitucional de Autonomía Territorial: Realidad y experiencias comparadas. Colección Textos de Jurisprudencia. Editorial Universidad del Rosario. 2010. Págs. 129-130. 32 El Artículo Único del Acto Legislativo N° 1° de 1910 establecía: “Las funciones que ejercerá la Asamblea Nacional, en substitución del Congreso y en conformidad con lo dispuesto en el artículo 6º del Acto Legislativo número 9 de 17 de Abril de 1905, son todas aquellas que por la Constitución y las Leyes corresponde ejercer al Congreso y a cada una de sus Cámaras”. organización territorial y electoral del país, al determinar que el territorio nacional se dividiría en departamentos, y éstos en municipios o distritos municipales (Artículo 2°), se prohibía la reelección presidencial (Artículo 28), se ordenaba a las Asambleas Departamentales elegir a los miembros de los Consejos Electorales (Artículo 13) y éstos a su vez, a los Senadores (Artículo 12), se permitió la votación directa por Presidente de la República y Representantes a la Cámara, a los ciudadanos que supieran leer y escribir, o tuvieran una renta anual de trescientos pesos, o propiedad raíz de valor de mil pesos (Artículos 25 y 44) y se conservó la elección directa de los consejeros municipales y los diputados a las Asambleas Departamentales (Artículo 43). Estos avances en materia electoral, eran fiel reflejo de la composición de la Constituyente, integrada durante el gobierno interino de Ramón González Valencia, la cual a diferencia de las Asambleas Constituyentes de 1863 y 1886 en las que prácticamente no había representación de los grupos derrotados sino únicamente de los vencedores, fue “expedida por un cuerpo elegido popularmente, así fuera de modo indirecto, y en ella tuvo participación, aunque minoritaria, el liberalismo33”. Paralelamente, la Constituyente de 1910 sentó un precedente importante en la estructura del poder público, al atribuirle a la Corte Suprema de Justicia la función de salvaguardar la integridad de la Constitución, consolidando la primacía de esta última, así como declarar la inexequibilidad de las normas a petición ciudadana o por objeción presidencial (Artículo 41). A su vez, mantuvo la supresión del Consejo de Estado que se había ordenado en 1905, hasta el año de 1914 en el que se estableció como máximo tribunal de lo contencioso administrativo 34. 33 Melo Jorge Orlando. De Carlos E. Restrepo a Marco Fidel Suárez. Republicanismo y gobiernos conservadores. En: Nueva Historia de Colombia. Tomo I. Editorial Planeta. 1989. Pág. 215. 34 Mediante el Acto Reformatorio de septiembre 10 de 1914 y la Ley 60 de 1914 (Ley Orgánica del Consejo de Estado) A pesar de estas reformas, en los siguientes veinte años, el sistema electoral presentó múltiples dificultades e inconsistencias; la influencia del poder del gobierno, debilitaba la institucionalidad; por ello las elecciones arrojaban resultados contrarios a las reglas establecidas y favorecieron la fácil manipulación de los mismos: “Lo que es más curioso, mientras menos rico y alfabeta fuera un departamento o un municipio, mucho más alta era la participación electoral. Mientras en Antioquia, con la más alta tasa de alfabetización del país y una distribución de la propiedad en la que existían bastantes propietarios pequeños y medianos, los ciudadanos con derecho a votar por presidente, según cálculos un poco imprecisos, no eran más del 40% de los varones adultos, en muchos municipios boyacenses o de Nariño, donde ni siquiera había escuela, resultaron frecuentes las participaciones del 80 o 90% de la población adulta, y a veces fueron más los votos que los habitantes”35. El país ante estas situaciones, tomaba conciencia de la necesidad de consolidar un sistema electoral que permitiera la participación de las fuerzas políticas en su conjunto y garantizara la imparcialidad y neutralidad en los resultados. Los cambios fueron promovidos con el ascenso del liberalismo al poder y se hicieron conservando la figura del Gran Consejo Electoral, que continuó con algunas modificaciones, durante las décadas de los 30´s y 40´s del siglo XX. En este período, denominado como la Segunda República Liberal, se introdujeron por el protagonismo del gobierno liberal cambios que afectaron directamente la composición del organismo electoral y sus funciones jurisdiccionales. Poder electoral colombiano 1930-1948 El gobierno de Enrique Olaya Herrera, dio inicio en el país a una serie de reformas en especial en el campo social, correspondiente a la llegada del liberalismo al poder. Dentro de este contexto, el Congreso expidió el Acto Legislativo 1° de noviembre 20 de 1930, que amplió el concepto de circunscripción al establecer 35 Ibídem. De Carlos E. Restrepo a Marco Fidel Suárez. Republicanismo y gobiernos conservadores. Pág. 224. que cada departamento constituía tanto una circunscripción senatorial (Art. 3) como de Cámara (Art. 5), a la vez que se ordenaba a las Asambleas Departamentales elegir a los senadores (Art. 2) en reemplazo de los Consejos Electorales. El 30 de julio de 1930, el Senado y la Cámara eligieron los integrantes del Gran Consejo Electoral, resultando por parte del primero, tres conservadores, Juan Antonio Gómez Recuero, Miguel de J. Pérez y Luis Ignacio Andrade, y un liberal, Leandro Cuberos Niño, y de la Cámara, tres conservadores, Nicolás Dávila, Alejandro Cabal Pombo y Francisco Angulo, y dos liberales, Alfonso López y Gabriel Turbay36. Sin embargo, con la nueva composición del Congreso de 1931, ligeramente de mayoría liberal, se propuso una serie de reformas al ramo electoral, término con el que se conocía al poder electoral, que evidenciaban desde aquel entonces el interés por estructurar una organización imparcial que preservara las reglas del juego político, en la búsqueda del equilibrio político, tomando distancia de los intereses partidistas. La primera de dichas reformas ocurrió con la expedición de la Ley 7 de 1932, de la cual es interesante citar apartes de su exposición de motivos: “Los principales preceptos de este proyecto traducen en efecto, el anhelo, hondamente arraigado en la Nación, de obtener un equilibrio político en la constitución de los organismos electorales, como único medio de amparar el libre y efectivo ejercicio del derecho al sufragio y de crear un ambiente de paz y de lealtad en las juntas cívicas de los partidos. (…) Sobra decir que esta innovación corresponde a otra aspiración de la opinión pública, tan sentida y exteriorizada como la relativa a la constitución de una institución electoral neutral”37. 36 Mayorga García Fernando. La construcción de la organización electoral en una época de cambios en la vida colombiana. El Gran Consejo Electoral entre 1930 y 1948. En: El Derecho Administrativo en los Albores del Siglo XXI. Colección Textos de Jurisprudencia. Editorial Universidad del Rosario. 2007. Pág. 626. 37 Ibídem. La construcción de la organización electoral en una época de cambios en la vida colombiana. El Gran Consejo Electoral entre 1930 y 1948. Pág. 628. Dicha ley, constaba de trece artículos y redujo el número de integrantes del Gran Consejo Electoral, de nueve a ocho miembros elegidos cuatro por el Senado y cuatro por la Cámara de Representantes, y en palabras del Presidente López Pumarejo: “(…) en su artículo 14 redujo, en mi concepto, sabiamente, las funciones del poder electoral, que hoy se puede decir que están limitadas a la vigilancia e inspección de los representantes de los partidos políticos sobre los actos mecánicos de contabilidad de los votos emitidos por el pueblo. Las corporaciones escrutadoras, según tal artículo, no pueden entrar en apreciaciones de derecho, las cuales corresponden privativamente a los Tribunales Seccionales de lo Contencioso Administrativo y al Consejo de Estado. Sólo podrán declarar nulidad por alteraciones manifiestas en los registros, por errores aritméticos, por falsificación de los documentos electorales, es decir, cuestiones de hecho que no admiten interpretaciones en uno u otro sentido”38. De esta manera, al Gran Consejo Electoral se le sustrajo la función de declaratoria de nulidad, que implicaba apreciaciones de derecho, establecida en la Ley 7 de 1888, encargándole exclusivamente las funciones escrutadoras y declarativas de las elecciones. Años más tarde, en 1936, se expidió la Ley 47 del 12 de marzo de ese mismo año, la cual aumentaba el número de miembros del Gran Consejo Electoral a nueve, elegidos cuatro por el Senado y cinco por la Cámara de Representantes. Esta medida, en primera instancia no contó con el beneplácito del entonces Presidente de la República Alfonso López Pumarejo, quien inicialmente no sancionó el proyecto de ley al aconsejar que la elección del Consejo debiera hacerla la Corte Suprema de Justicia, dada la independencia y garantía de representatividad e imparcialidad que éste órgano otorgaría39. Dichos argumentos fueron rechazados de plano por el conservatismo, aduciendo que la Corte por su naturaleza no podía 38 Ibídem. La construcción de la organización electoral en una época de cambios en la vida colombiana. El Gran Consejo Electoral entre 1930 y 1948. Pág. 696. 39 Ibídem. La construcción de la organización electoral en una época de cambios en la vida colombiana. El Gran Consejo Electoral entre 1930 y 1948. Pág. 699. inmiscuirse en asuntos electorales. Finalmente, el 12 de marzo se sancionó la Ley 47 de 1936 sin modificación alguna. Sin embargo, cinco meses después, el 15 de septiembre, se expidió la Ley 120 de 1936, que en su primer artículo estableció que para el periodo que comenzaba el 1º de octubre, serían elegidos los miembros del Gran Consejo, de la siguiente forma: tres por el Senado; tres por la Cámara de Representantes y tres por el Presidente de la República. Esta situación reflejaba la puja constante entre miembros de uno y otro partido por alcanzar mayor representación en este órgano, que poco a poco cobraba especial relevancia en la esfera política nacional. Sin embargo, los resultados del cambio de composición del Gran Consejo Electoral, favorable al gobierno de turno, que podía nombrar 3 magistrados, no fueron positivos para la legitimidad de ese órgano electoral, como se verá más adelante. Poder electoral colombiano 1948-1991 Las primeras décadas del siglo XX, reflejaron el interés por consolidar un poder electoral imparcial que generara credibilidad a la expresión del voto, manifestada por la voluntad popular. Lamentablemente, la lucha bipartidista entre liberales y conservadores, sumada a la notable injerencia del poder ejecutivo en el proceso electoral, suscitaron que los intentos por crear una institucionalidad realmente sólida e imparcial, fueran infructuosos. Con la llegada del conservador Mariano Ospina Pérez a la presidencia en 1946, se inició una etapa decisiva en la historia política colombiana y en la conformación de la organización electoral. Durante su mandato, se adelantaron cuatro procesos electorales: “para Parlamento en marzo de 1947, para concejos municipales en octubre de 1947, nuevamente parlamentarias en junio de 1949 y presidenciales en noviembre del mismo año”40. El triunfo en dichos comicios, excepto en las presidenciales, fue para el partido liberal encabezado por Jorge Eliécer Gaitán, quien gracias a su victoria en las urnas en 1947, asumió la dirigencia de dicho partido41. Similar fue el resultado el 5 de octubre de 1947, en las elecciones para concejos municipales en los que los liberales superaron notablemente a los conservadores. Ante estos hechos, el dirigente conservador Laureano Gómez aseveró que los resultados habían sido producto de la pésima identificación electoral, durante los años precedentes. “Aseguró que una revisión adelantada por él, le había demostrado que el liberalismo poseía 1.800.000 cédulas falsas y exigió que se rehiciera totalmente la cedulación del país. Desde la posesión de Ospina, los conservadores venían demandando una reforma electoral que según ellos garantizaría la pureza del sufragio y tildaban de fraudulenta la cedulación adelantada durante los gobiernos liberales. Esta acusación de cédulas falsas en poder del liberalismo fue repetida incesantemente en el periódico El Siglo, de propiedad de Laureano Gómez, hasta que tuvo eco en los campos y veredas colombianas”42. Estas declaraciones, sumadas a las de Gaitán en contra del presidente Ospina, atizaron el fuego para el recrudecimiento de la violencia en el país. Ante estos hechos, el liberalismo envió un memorial de agravios al Presidente de la República, como se expresó en el discurso por la paz de Jorge Eliecer Gaitán; sin embargo la voluntad del Presidente no fue suficiente para enfrentar el recrudecimiento de la violencia. Finalmente, la convención liberal del 1° de marzo de 1948, aprobó el retiro de todos sus miembros de la Unión Nacional creada por Ospina Pérez43. 40 Reyes Catalina. El gobierno de Mariano Ospina Pérez: 1946-1950. En: Nueva Historia de Colombia. Tomo II. Editorial Planeta. 1989. Pág. 10. 41 En las elecciones parlamentarias de marzo de 1947, los resultados fueron: votos gaitanistas: 448.848; votos santistas: 352.959 para un total de 801.807 votos liberales frente a 651.223 votos conservadores y 11.577 comunistas. (Ibídem. Pág. 14). 42 Ibídem. El gobierno de Mariano Ospina Pérez: 1946-1950. Pág. 18. 43 Ibídem. El gobierno de Mariano Ospina Pérez: 1946-1950. Pág. 20. La tensión alcanzó su punto máximo el 9 de abril de 1948 con el asesinato de Gaitán. A punto de estallar una guerra civil, al día siguiente del magnicidio los liberales decidieron reconstituir la Unión Nacional y apoyar al gobierno durante ese año. En ese espíritu de reconciliación bipartidista, se expidió en diciembre, la Ley 89 de 1948, sobre Organización Electoral, que fue catalogada en aquel entonces, como “el mayor logro de entendimiento entre los partidos”44 y la verdad que hoy 65 años después puede hacerse la misma afirmación. Este era el intento más claro que se tenía en la historia nacional hasta ese momento, por consolidar el poder electoral como un poder equilibrado de fuerzas políticas. Así lo destaca la exposición de motivos de los senadores ponentes del proyecto de ley, Carlos Lleras Restrepo y Gilberto Moreno T.: “(…) En nuestra modesta opinión, la Organización Electoral del país viene adoleciendo de dos grandes fallas: la primera consiste en que los organismos electorales se constituyen con el concepto de que sus miembros son representantes de los partidos, y con tal carácter se designan. La segunda, la de que ciertas funciones electorales, colocadas en manos de corporaciones, se ejercen defectuosamente, sin que se pueda localizar la responsabilidad de quienes incurren en omisiones o culpas, y sin que exista un sistema de jerarquías que permita al superior corregir oportunamente la actuación de los organismos subalternos. La primera falla no solo conduce en ocasiones a actuaciones arbitrarias por parte de quienes creen equivocadamente que deben actuar en las corporaciones electorales tomando en cuenta antes que el respeto a la ley los intereses de su propio partido, sino también siempre la desconfianza en la opinión pública acerca de la imparcialidad de las actuaciones y decisiones de aquellos organismos. En nuestro concepto, las funciones electorales no tienen por qué cumplirse y no deben cumplirse a nombre de un partido político. Por el contrario, en tratándose de escrutinios y de declaratorias de elección, los ciudadanos encargados de esas funciones deben actuar a nombre de toda la ciudadanía, sin distingo alguno, y sin que les sea lícito considerarse como personeros de una determinada fracción para la defensa de los intereses de ella. Quienes escrutan sólo tienen la misión de hacer un recuento fiel de los votos emitidos y de aplicar fiel y objetivamente la ley. A ellos se les confía la guarda de la pureza electoral y no la defensa de los intereses partidistas. Por todas estas razones hemos creído que los actos de escrutinio y recuento de votos en los municipios, en los departamentos y en la nación, deben confiarse a 44 Ibídem. El gobierno de Mariano Ospina Pérez: 1946-1950. Pág. 24. ciudadanos a quienes los partidos no hayan designado específicamente para estas funciones. Dentro de esta orientación, la facultad de intervenir en los escrutinios es simplemente anexa a otra posición que el ciudadano ocupa y para la cual fue escogido sin el carácter de representante o personero de un partido político”45. Salvo algunas modificaciones al texto original, fue aprobado el proyecto de ley el 16 de diciembre de 1948. La nueva norma consagró desde su primer artículo el carácter imparcial de la organización electoral, la cual no debía ser utilizada a favor de ningún partido político. Creó la Corte Electoral, en reemplazo del Gran Consejo Electoral, y la Registraduría Nacional del Estado Civil. Se estableció que la Corte estaría conformada por el más antiguo ex Presidente de la República, los dos Magistrados más antiguos de la Corte Suprema de Justicia, de diferente filiación política; el Rector de la Universidad Nacional y el Gerente del Banco de la República (Art. 3). Asimismo, se le encargó la función principal de efectuar los escrutinios en las elecciones para Presidente de la República, Senadores Representantes, y Diputados a las Asambleas Departamentales, así como su correspondiente declaratoria de elección (Art. 4). Al Registrador Nacional, se le encomendó la dirección de la Oficina Nacional de Identificación, la vigilancia del proceso de cedulación y la actuación como secretario permanente de la Corte Electoral, entre otras (Art. 13). Siendo las dudas sobre la cedulación una grave causa de la legitimidad del poder electoral, la ley reglamentó una revisión de la cedulación en colaboración con una misión extranjera (Art. 14) y estableció la fecha para las elecciones del legislativo en junio de 1949 y las presidenciales en junio de 1950 (Art. 49). Con la nueva organización electoral en marcha, y tras la victoria liberal en las parlamentarias de junio del 49, la bancada de este partido propuso reformar la Ley 45 Mayorga García Fernando. Orígenes de la Registraduría Nacional del Estado Civil. Registraduría Nacional del Estado Civil. 1995. Págs. 23-24. 89 con el fin de postergar la revisión de las cédulas y adelantar las elecciones presidenciales de junio de 1950 a noviembre de 1949: “Con el proyecto, el liberalismo intentaba protegerse. Temían que la revisión de cédulas fuera utilizada para despojar de ellas a los ciudadanos liberales con el fin de que no pudieran votar. Trataron de adelantar los comicios seis meses con el fin de hacer efectiva la ventaja sobre los conservadores, antes de que éstos la pudieran desconocer por medio del fraude o la violencia. Querían los liberales a toda costa que el Congreso se encontrara sesionando para la fecha de las elecciones, de manera que se constituyera en guardián y protector del electorado de su partido”46. Claramente los conservadores se opusieron y el presidente Ospina la vetó por inconstitucional. No obstante, al pasar por revisión de la Corte Suprema de Justicia, ésta la declaró exequible. Esto ocurría en medio del recrudecimiento de la violencia, con lo que se ponía en riesgo la labor de la recién creada organización electoral: “El 24 de octubre el Registrador Nacional, Eduardo Caballero Calderón, informó al presidente cómo en 120 municipios, o sea una séptima parte del territorio nacional, los liberales no se habían podido registrar debido a la acción de las autoridades sectarias. (…) Afirmó Caballero Calderón que “las elecciones del 27 de noviembre lejos de llegar a ser la expresión inequívoca de la realidad serán una farsa sangrienta”. Pocos días después de este informe, los miembros liberales de la Corte Electoral, los ex presidentes López Pumarejo, Eduardo Santos, Carlos Lozano y Lozano y el rector de la Universidad Nacional, Antonio Rocha, renunciaron a sus cargos47”. La Dirección Nacional Liberal en un pronunciamiento público, anunció que debido a la falta absoluta de garantías, retiraban la postulación de Darío Echandía a la Presidencia de la República para el período 1950 - 1954 y el 13 de noviembre, catorce días antes de las elecciones, el Dr. Caballero Calderón renunció a su cargo de Registrador Nacional48. Las elecciones del 27 de ese mes, dieron como 46 Reyes Catalina. El gobierno de Mariano Ospina Pérez: 1946-1950. En: Nueva Historia de Colombia. Tomo II. Editorial Planeta. 1989. Pág. 29. 47 Ibídem. El gobierno de Mariano Ospina Pérez: 1946-1950. Pág. 31. 48 Sánchez Torres Carlos Ariel. Derecho electoral en Colombia (financiación política, publicidad y encuestas). Revista Estudios Socio-Jurídicos, ISSN 0124-0579, Vol. 2, Nº. 2, 2000. Pág. 69. ganador al conservador Laureano Gómez, único candidato inscrito en esa gesta electoral. Durante el gobierno de Gómez, reemplazado por enfermedad en noviembre de 1951 por Roberto Urdaneta Arbeláez, la Corte Electoral tuvo un funcionamiento precario en su quórum. Durante 1950, a las sesiones no asistieron “ni el ex presidente más antiguo ni el magistrado de la Corte Suprema de Justicia de filiación liberal más antiguo, lo que muestra muy a las claras las dificultades políticas por las que pasaba en ese momento Colombia”49. En este período, con el Decreto 2628 de 1951, se estableció la expedición de la cédula de ciudadanía laminada, adoptando el sistema dactiloscópico de la Misión Henry Canadiense. Posteriormente, y con el Decreto 2864 del 19 de noviembre de 1952, se ordenó a la recién creada Registraduría Nacional la expedición de la cédula, tamaño bolsillo, siguiendo los parámetros de dicha misión, de manera gratuita. La primera de estas cédulas fue expedida el 24 de noviembre de 1952 al Presidente de la República, Laureano Gómez Castro. La presidencia de Gómez estuvo marcada por una nueva concepción de Estado. Se aprobó mediante el acto legislativo número 1 de 195250, la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que se instaló el 15 de junio de 1953, en la que entre otras medidas, se pretendía restringir el sufragio universal, aduciendo, en palabras de Gómez, que: “el sufragio universal inorgánico y generalizado interviniendo en toda la vida social para definir la dirección del Estado, contradice la sociedad. El manejo del Estado es, por antonomasia, obra de la inteligencia”51. 49 Mayorga García Fernando. De la Corte Electoral al Consejo Electoral. La Organización Electoral moderna en Colombia (1948-2006). En: Balance del derecho electoral colombiano. Colección Textos de Jurisprudencia. Editorial Universidad del Rosario. 2007. Pág. 200. 50 Para mayor información de esta Constituyente, léase: 25 años de evolución político-constitucional, de Carlos Restrepo Piedrahita. Pág. 23 y ss. 51 Tirado Mejía Álvaro. El gobierno de Laureano Gómez, de la dictadura civil a la dictadura militar. En: Nueva Historia de Colombia. Tomo II. Editorial Planeta. 1989. Pág. 89. Ante estas tesis doctrinarias, en la otra orilla, se presentó la posición liberal de no participar en las elecciones de 1951 y 1953 por falta de garantías y la situación de violencia, y el fortalecimiento del ejército en cabeza del general Gustavo Rojas Pinilla, el 13 de junio de 1953, produciéndose así el denominado golpe de opinión, asumió la presidencia el general Rojas, dos días antes de la fecha en que se tenía prevista la instalación de la Constituyente. Durante el gobierno Rojas Pinilla, la Corte Electoral se reunió muy ocasionalmente. Tanto en 1954 y 1955 sesionó once oportunidades, en la última de ellas sin ningún expresidente, en 1956 tan sólo tres y finalmente en 1957, en veintiséis ocasiones52. A pesar de inicialmente contar con el respaldo de sectores liberales, sectores conservadores y de la opinión pública, poco a poco el general Rojas fue perdiendo apoyo popular. Sus choques con el poder judicial53 y los movimientos estudiantiles, las restricciones a la prensa, la prohibición de terceras fuerzas como el comunismo54 y la presión cada vez más generalizada de los partidos, llevaron a que el 10 de mayo el general renunciara al solio de Bolívar a favor de una Junta Militar. Durante el gobierno de la Junta Militar, presidida por el general Gabriel París, se celebró el plebiscito del 1° de diciembre de 1957, el cual se constituyó en un hito en la democracia nacional, ya que: “Por primera vez en nuestra historia electoral era convocado el pueblo, incluyendo las mujeres, directamente, al ejercicio del poder constituyente, y durante más de 30 años se quiso que fuera también la última vez que el pueblo ejerciera su poder directamente”55. 52 Mayorga García Fernando. De la Corte Electoral al Consejo Electoral. La Organización Electoral moderna en Colombia (1948-2006). En: Balance del derecho electoral colombiano. Colección Textos de Jurisprudencia. Editorial Universidad del Rosario. 2007. Págs. 202-203. 53 El 4 de noviembre de 1953, un juez penal dejó en libertad a Felipe Echavarría, aduciendo que su testimonio había sido fruto de torturas por parte del ejército ante lo cual el presidente Rojas, en duras palabras manifestó su oposición. El 13 de noviembre, los dieciséis miembros de las Corte Suprema de Justicia renunciaron. (Ibídem. Pág. 114) 54 El Acto Legislativo 6 de 1954 en su primer artículo estipuló: “Queda prohibida la actividad política del comunismo internacional. La ley reglamentará la manera de hacer efectiva esta prohibición”. 55 Sánchez Torres Carlos Ariel. Derecho electoral en Colombia (financiación política, publicidad y encuestas). Revista Estudios Socio-Jurídicos, ISSN 0124-0579, Vol. 2, Nº. 2, 2000. Pág. 70. Con la aprobación de 4.169.294 colombianos, incluyendo mujeres56, se estableció que éstas tuviesen los mismos derechos políticos que los hombres y se sellaron las bases para la existencia del denominado Frente Nacional, el cual inicialmente concebido hasta 1968, fue prorrogado hasta 1974 por el Acto Legislativo 1° de 1959, y ampliado de nuevo para la rama ejecutiva hasta el 7 de agosto de 1978, mediante Acto Legislativo 1° de 1968. El sistema político planteado, se caracterizó por la alternancia entre liberales y conservadores en la Presidencia de la República, la paridad entre los mismos partidos en todas las corporaciones de elección popular, en la administración pública y en la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado57. Poco después del plebiscito de 1957, se expidió el Decreto 399 del 20 de diciembre de 1957, que modificó la integración de la Corte Electoral, al ordenar en el artículo 1° que estaría conformada por los dos ex presidentes de la República más antiguos, de distinta filiación política y por cuatro delegados, dos conservadores y dos liberales designados por la Corte Suprema de Justicia, con el fin de armonizar su estructura al espíritu bipartidista del Frente Nacional. Esta organización del poder público, de una u otra manera consolidó en el país, lo que se llamó una democracia restringida58, que a pesar de generar avances como la inclusión de la mujer en el espectro político, redujo el margen de participación de la sociedad y de terceras fuerzas en el manejo del poder público: “No es posible creer que los dos partidos se hayan fusionado sino que sencillamente sus fronteras ideológicas se borraron; es decir, que el Frente Nacional conservatizó al país, no solamente durante los 16 años previstos como consecuencia del Pacto de Benidorm, sino también durante los mandatos de 56 Las mujeres adquirieron el derecho al voto mediante el Acto Legislativo No. 3 de la Asamblea Nacional Constituyente el día 25 de agosto de 1954. 57 Ibídem. Derecho electoral en Colombia (financiación política, publicidad y encuestas). Pág. 72. 58 Concepto que ha sido usado por Murillo Castaño para indicar la situación política del país en la época del Frente Nacional. Similar es la idea de sociedad bloqueada, acuñada por Mario Latorre para “señalar la falta de canales de expresión de la sociedad ante partidos sin ideología, sin políticas claramente diferenciadas y promovidos por relaciones clientelistas”. Para mayor ampliación de este concepto, consultar: Latorre Mario. Hechos y Crítica Política. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia. 1986. Alfonso López, Julio César Turbay y Belisario Betancur. Se pierde la noción de oposición, indispensable al funcionamiento de la democracia, es una de las grandes pérdidas de legitimidad del sistema político ya que el elector, vote por unos o vote por otros de todas formas los encuentra a los dos juntos en el gobierno, tanto al vencedor como al vencido. Este poder compartido de los dos, es uno de los factores, que relegó a la oposición dentro de la política armada o dentro del movimiento social por falta de espacio político”59. De esta forma, el Frente Nacional, que inicialmente se vislumbraba como la solución al conflicto interpartidista: “(…) resultó ser, a largo plazo, un freno al surgimiento de terceras fuerzas por fuera del bipartidismo. De esta manera, el Frente Nacional y la monopolización del poder por parte del partido Liberal y del partido Conservador cercenaron en gran medida los canales de expresión de diversos sectores de la sociedad civil que se vieron en la necesidad de acudir a medios no institucionales como las marchas campesinas, los paros cívicos y la guerrilla con el fin de canalizar la oposición”60. El Frente Nacional sustituyó los precedentes gobiernos de partido a veces con pretensiones hegemónicas creando un gobierno de dos partidos excluyente por definición constitucional. Este marco jurídico de la organización electoral, permaneció después de concluido el Frente Nacional por el año de 197461. Sin embargo, durante este período, el poder electoral vivió una relativa tranquilidad consecuencia de la aparente estabilidad política creada por la hegemonía bipartidista. No obstante, las consecuencias políticas del Frente Nacional, principalmente la exclusión de nuevas fuerzas, llevaron inevitablemente al decaimiento y pérdida de legitimidad, del poder electoral: “El resultado de la exclusión por el gobierno de otros partidos y movimientos distintos del Liberal y Conservador, fue un debilitamiento de la legitimidad democrática que hacía necesaria una reforma política y por ende una reforma 59 Sánchez Torres Carlos Ariel. Derecho electoral colombiano. Legis. 2da Edición. Bogotá. 1997. Pág. 70. Murillo Castaño Gabriel. Elecciones, partidos políticos y democracia en los países andinos. América Latina Hoy, 2009, Vol. 3, Issue 0. Pág. 10. 61 Para el año de 1974, la Registraduría Nacional del Estado Civil contaba con ciertas dificultades administrativas para determinar a ciencia cierta el número real de ciudadanos en capacidad de votar y el dato exacto del censo electoral. Para mayor información ver: Restrepo Piedrahita Carlos. 25 años de evolución político-constitucional. 1950-1975. Universidad Externado de Colombia. 1976 pág. 221. 60 electoral con el ánimo de crear un clima favorable para la oposición y superar así la hegemonía bipartidista del Frente Nacional”62. En este orden de ideas, se inicia una etapa de cambios en todos los niveles del poder entre los cuales estaba por supuesto la organización electoral. En el año de 1979, durante el gobierno del Presidente Julio César Turbay Ayala, se expidió la Ley 28 del 6 de mayo, “por la cual se adopta el Código Electoral”, la cual reiteró el mandato de apartar los intereses partidistas en todo el proceso electoral. Así constaba en su exposición de motivos: “Tiene, pues, este proyecto de ley por objeto mantener y perfeccionar una organización electoral ajena a la presión de los partidos políticos, para que de él no se deriven ventajas para ninguna de las corrientes políticas en actividad y sea visible un manto de imparcialidad en quienes, de una u otra forma, participen como garantes de la pureza de los procesos electorales”63. Es así como a la Corte Electoral se le encarga la suprema inspección y vigilancia de la organización electoral (Art. 12), siendo esta última conformada por la Corte, el Registrador Nacional, los Delegados del Registrador Nacional, los Registradores Distritales, Municipales y Auxiliares y los Delegados de los Registradores Distritales y Municipales (Art. 10). Respecto a la Corte Electoral, se amplía el número de integrantes a nueve (9): cuatro (4) por cada uno de los dos (2) partidos que hubieren obtenido el mayor número de votos en el Congreso y uno (1) por el partido distinto a los anteriores con mayor votación (Art. 13), los cuales serían elegidos por la Corte Suprema de Justicia (Art. 14) y deberían revestir las mismas calidades para ser Magistrado de dicha Corte (Art. 15). Se consideró que con la elección de un miembro de partido distinto de los mayoritarios, un intento por tratar de ampliar el espectro de participación y representación política en la conformación de la organización electoral. 62 Sánchez Torres Carlos Ariel. Derecho electoral en Colombia (financiación política, publicidad y encuestas). Revista Estudios Socio-Jurídicos, ISSN 0124-0579, Vol. 2, Nº. 2, 2000. Pág. 73. 63 Mayorga García Fernando. De la Corte Electoral al Consejo Electoral. La Organización Electoral moderna en Colombia (1948-2006). En: Balance del derecho electoral colombiano. Colección Textos de Jurisprudencia. Editorial Universidad del Rosario. 2007. Pág. 217. Para 1985, el país vivía los intentos del Gobierno del Presidente Betancur, de poner fin al conflicto interno, a través de unos diálogos de paz, y las respectivas garantías de representación y participación para facilitar el ingreso a la vida política, de quienes habían optado por la presión de las armas. “Betancur se propuso dar solución a dos problemas políticos de vieja data: el fenómeno de la guerrilla y la gestión gubernativa excesivamente centralizada. En ese orden de ideas se dio curso a un proceso de negociación política con los grupos guerrilleros Movimiento 19 de Abril (M-19) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pactándose un acuerdo de paz en el año de 1984. Del proceso de negociación y la firma de los pactos surgió el partido de izquierda Unión Patriótica (UP) que tendría en los años venideros una representación minoritaria reflejada en las alcaldías de algunos municipios pequeños del país. En la búsqueda de una administración pública eficiente y la ampliación de canales democráticos el gobierno de Betancur promovió una reforma constitucional para conseguir la descentralización administrativa y la elección popular de alcaldes. A pesar de estos esfuerzos, su administración perdió legitimidad con el fracaso de los acuerdos de paz cuyo proceso terminó trágicamente con la toma del Palacio de Justicia por parte de la guerrilla en Noviembre de 1985”64. En ese contexto, se expidió la Ley 96 de 1985, “por la cual se modifican las Leyes 28 de 1979 y 85 de 1981, el Código Contencioso Administrativo, se otorgan unas facultades extraordinarias y se dictan otras disposiciones”. Esta ley suprimió la Corte Electoral y creó el Consejo Nacional Electoral, con una justificación semántica que vale la pena mencionar: “Se suprimió la Corte Electoral por dos recomendaciones que dio el Honorable Consejero de Estado doctor Jorge Valencia Arango, cuando afirmó que el vocablo “Corte” produce la sensación de ser un organismo jurisdiccional, siendo que la Corte Electoral no es sino una corporación administrativa, cuyos actos están sujetos al control de la jurisdicción contencioso administrativa. Además, al quedar jerárquicamente dependiendo del Consejo de Estado, la Corte Electoral por su ostentoso nombre producía la impresión de ser de superior rango, no siendo así”65. 64 Murillo Castaño Gabriel. Elecciones, partidos políticos y democracia en los países andinos. América Latina Hoy, 2009, Vol. 3, Issue 0. Pág. 10. 65 Vives Echeverría José Ignacio. La Reforma Electoral de 1985 ante el Senado. Ed. Colombia Nueva Ltda. 1985. Pág. 242. Se determinó que el Consejo Nacional Electoral estaría conformado por no menos de siete (7) y no más de once (11) miembros, de los cuales tres (3) debían representar a cada uno de los partidos que hubieren obtenido mayor número de votos en la última elección de Congreso, y uno (1) por el partido distinto de los anteriores que les siguiese en votación (Art. 3), elegidos por el pleno del Consejo de Estado para un período de cuatro (4) años (Art. 4). En términos generales, las funciones generales de inspección y vigilancia y de cuerpo consultivo en materia electoral del Gobierno, se mantuvieron en la ley sin mayores alteraciones. A su vez, el 15 de julio de 1986, el presidente Belisario Betancur, haciendo uso de las facultades extraordinarias conferidas por la Ley 96 de 1985, reunió las normas vigentes en el denominado Código Electoral. Este Código, expedido por el Decreto 2241 de 1986 y aún vigente, mantuvo incólume la estructura de la organización electoral establecida desde la Ley 28 de 1979, salvo la sustitución de la Corte por el Consejo Nacional Electoral de la Ley 96 de 1985. La norma corroboró al Consejo como ente encargado de la suprema inspección y vigilancia de la organización electoral así como de las funciones escrutadoras-declarativas de las elecciones (Art. 11). Complementariamente, continuó con sus funciones administrativas respecto a la elección y remoción del Registrador Nacional y la aprobación de algunos de sus actos administrativos. Respecto a éste último, la norma le encargó la organización y vigilancia de todo el proceso electoral y en general, todo el funcionamiento de todas las dependencias de la Registraduría Nacional (Art. 26). Con la llegada de Virgilio Barco a la presidencia en 1986, se continuó con el proceso de desmonte definitivo del Frente Nacional, para lo cual se propuso una reforma constitucional con el fin de asegurar un papel protagónico a la oposición y facilitar la participación de fuerzas históricamente excluidas por el Estado. Barco, continuó con el proceso de paz de su antecesor, “eliminando los perfiles publicitarios del mismo, bajándole tono a la guerrilla e invirtiendo importantes sumas del presupuesto de la Nación en un Plan Nacional de Rehabilitación cuyo objeto era rescatar las zonas de intenso marginamiento, mediante la masiva presencia del Estado”66. Es así como en este gobierno se firmó el Acuerdo de Paz con el M-19 y el Ejército Popular de Liberación (EPL), con el cual los grupos desmovilizados obtuvieron importantes concesiones para postularse como movimientos políticos dentro de las vías democráticas legales67. A raíz de estas circunstancias: “A mediados de la administración Barco, se hizo notoria la necesidad de una reforma política orientada a la legitimidad democrática y que fuera capaz de superar la dificultad que se había generado ante el fracaso de los dos proyectos de reforma constitucional en 1977 y 1982, consistente en que por vicios constitucionales de forma o de fondo la Corte Suprema de Justicia en ejercicio de sus funciones de juez constitucional, declaraba inexequibles tales intentos parciales de reformas a la administración de justicia, al Congreso o al ordenamiento territorial. Se vislumbró entonces la posibilidad de superar tan poderoso escollo político a través del llamado al constituyente primario. Un efímero grupo de estudiantes, “Todavía Podemos Salvar a Colombia”, impulsó la idea de incluir una séptima papeleta en las elecciones para corporaciones públicas, que se realizarían el 11 de marzo de 1990; el pueblo sería consultado sobre la convocatoria de una asamblea nacional pluralista que se encargaría de modernizar al Estado”68. Poder electoral colombiano 1991-2013 Sería esa Asamblea, fruto de la séptima papeleta, la cual fue votada por el pueblo el 27 de mayo de 1990 expresando su apoyo para iniciar una reforma estructural al Estado y la Constitución, la cual vio la luz finalmente el siete de julio de 1991. La nueva Carta Política, elevó a rango constitucional a la organización electoral en el Título IX “de las elecciones y de la organización electoral”. Es interesante en este punto, traer a colación el debate suscitado en la Constituyente al tratar de definir la 66 De la Calle Lombana, Humberto. “La reforma electoral en Colombia”. En: Memorias del IV Curso Anual Interamericano de Elecciones, IIDH/CAPEL, San José, 1991. Pág. 173. 67 Murillo Castaño Gabriel. Elecciones, partidos políticos y democracia en los países andinos. América Latina Hoy, 2009, Vol. 3, Issue 0. Pág. 11. 68 Sánchez Torres Carlos Ariel. Derecho electoral en Colombia (financiación política, publicidad y encuestas). Revista Estudios Socio-Jurídicos, ISSN 0124-0579, Vol. 2, Nº. 2, 2000. Págs. 74-75. organización y división del poder público, el cual por la existencia de órganos como el electoral, no respondía ya a la clásica distribución tripartita: “El Estado; en la práctica y no en sus textos, en cuanto hace referencia a su organización y funciones, ha rebasado las doctrinas tradicionales; y ha evolucionado tanto que la actual distribución del poder público, en tres ramas o su ejercicio a través de tres funciones, en verdad, ya no corresponde ni a la teoría ni en la práctica a la estructura real del Estado moderno. Hay órganos que no encuadran en ninguna de las tres clásicas ramas del poder público, porque sus funciones ni son legislativas, ni administrativas, ni judiciales (…) La función electoral que tiene por objeto obtener la pura, seria y genuina expresión de la voluntad general de la opinión pública para mantener o transformar la estructura, organización y funcionamiento del Estado, es otra función pública que requiere ser regulada en forma autónoma e independiente, no sólo porque lógica y materialmente no encuadra dentro de la clásica teoría tripartita, sino porque debe garantizarse la pureza y autenticidad de esa expresión de voluntad, alejándola de cualquier indebida intromisión para que se conserve y amplíe aún más al esencia de la democracia y por sobre todo, se fortalezca el Estado de Derecho”69. La Asamblea Constituyente, fue consciente del importantísimo papel de la organización electoral al interior de un Estado de Derecho, la cual no podía supeditarse a alguna de las tres ramas del poder, sino que dada su esencia y funcionalidad, merecía un tratamiento especial en la estructura del Estado colombiano. Y es que el poder electoral, como bien se ha decidido calificar a la función electoral, se constituye en garante de legitimidad de las instituciones públicas y de quienes las conforman. De su estabilidad y neutralidad depende que las diversas controversias que surjan al interior de la sociedad política, se solucionen de manera pacífica. He ahí la importancia de la organización electoral: “Con el ejercicio de la función electoral, se confiere legitimidad en sus orígenes a los órganos del Estado y se da certeza y seguridad a las decisiones que éstos adopten; casi que pudiéramos decir que quien la ejerce, desempeña la máxima autoridad del Estado; y su ejercicio es el cumplimiento de una atribución constitucional, generadora de una situación de derecho, pues confiere nada menos que el Poder Público. Por eso es una función pública. En ella se asienta 69 Colombia, Asamblea Nacional Constituyente. Gaceta Constitucional No. 59. Informe a la Comisión Tercera de la Asamblea Nacional Constituyente. Tema Estructura del Estado. 1991. Págs. 14-15. (En línea). http://www.elabedul.net/Documentos/Temas/Asamblea_Constituyente/Gacetas/Gacetas_51-100/gaceta_059.php la legitimidad del poder, la estabilidad de las autoridades y la convivencia pacífica en la sociedad”70. Incluso, en algún momento, se propuso en la Constituyente incluir el poder electoral como rama independiente del poder público. Sin embargo, esta clasificación finalmente no fue aprobada71.Empero, bajo estas consideraciones, se trató de estructurar una organización electoral que no respondiera como en la mayor parte de la historia nacional a intereses partidistas o particulares, sino que fuese lo suficientemente neutral e imparcial como para legitimar el ejercicio político y asegurar una inclusión democrática de la oposición. Con tales propósitos, se estableció que las autoridades electorales serían el Consejo Nacional Electoral y la Registraduría Nacional del Estado Civil, funcionando de manera armónica, más conservando su autonomía la una respecto de la otra. Inicialmente, el texto aprobado en el artículo 264 de la Constitución de 1991, continuaba con la integración del Consejo Nacional Electoral por no menos de siete miembros, quienes eran elegidos por el Consejo de Estado de ternas elaboradas por los partidos y movimientos políticos con personería jurídica. A su vez, el Consejo tenía la facultad de elegir al Registrador Nacional. En todo caso, ninguno de los miembros del Consejo ni el Registrador podían ser reelegidos. Esta estructuración del poder electoral, perduró hasta el año 2003. Para aquel entonces Álvaro Uribe Vélez era el presidente de Colombia, y en el segundo año de su mandato, se expidió el Acto Legislativo 1 de 2003, con el que se adecuó nuevamente la conformación del Consejo Nacional Electoral, aumentando a nueve (9) sus miembros, quienes serían elegidos por el Congreso de la República en 70 Ibídem. Págs. 53-54. Los constituyentes Horacio Serpa, Guillermo Perry y Eduardo Verano propusieron incluir un titulo en la Constitución Política intitulado: “Poder Electoral como Rama Independiente del Poder Público”. Se argumentó en su momento, que con ello se garantizaría la independencia y la imparcialidad que debían caracterizar la estructura y manejo. de los distintos procesos electorales. Colombia, Asamblea Nacional Constituyente. Gaceta Constitucional No. 24. Proyecto de Acto Reformatorio de la Constitución Política de Colombia No. 88. 1991. Págs. 107-108. (En línea). http://www.elabedul.net/Documentos/Temas/Asamblea_Constituyente/Gaceta_024.pdf. 71 pleno, “para un período institucional de cuatro (4) años, mediante el Sistema de Cifra Repartidora, previa postulación de los partidos o movimientos políticos con personería jurídica o por coaliciones entre ellos”72. Paralelamente, se modificó la forma de escoger al Registrador Nacional, al establecer que serían los Presidentes de la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, mediante concurso de méritos, los encargados de hacerlo.73 A finales del decenio pasado se atribuyeron al Consejo Nacional Electoral, funciones que implicaban apreciaciones jurídicas, más exactamente aquellas que tienen ver con la nulidad electoral, quebrando una tradición de más de 70 años, en el sentido de atribuir dicho tema de las nulidades la cual estaba circunscrita únicamente a la justicia contencioso administrativa. Lo anterior, se refleja en el Acto Legislativo No. 1 de 2009, que en su artículo 8° establece que el Consejo de Estado debe: “Conocer de la acción de nulidad electoral con sujeción a las reglas de competencia establecidas en la ley. PARÁGRAFO. Para ejercer el Contencioso Electoral ante la Jurisdicción Administrativa contra el acto de elección de carácter popular cuando la demanda se fundamente en causales de nulidad por irregularidades en el proceso de votación y en el escrutinio, es requisito de procedibilidad someterlas, antes de la declaratoria de elección, a examen de la autoridad administrativa correspondiente, que encabeza el Consejo Nacional Electoral”. Esto supuso otorgar al Consejo Nacional Electoral una facultad que desde la ley séptima de 1932 fue privativa de la jurisdicción contenciosa administrativa. De la misma manera, el numeral 12 del artículo 12 del mismo Acto Legislativo, atribuye al Consejo Nacional Electoral la decisión sobre: 72 Artículo 14. Acto Legislativo 1 de 2003. Artículo 15. Acto Legislativo 1 de 2003. 73 12. (…) la revocatoria de la inscripción de candidatos a Corporaciones Públicas o cargos de elección popular, cuando exista plena prueba de que aquellos están incursos en causal de inhabilidad prevista en la Constitución y la ley. En ningún caso podrá declarar la elección de dichos candidatos. Las razones que en 1932 llevaron a limitar las funciones de las corporaciones y comisiones electorales, tenían que ver con la posibilidad de que corporaciones administrativas ejerzan funciones que suponen juicios en derecho y que crean, modifiquen o extinguen situaciones particulares. No obstante lo anterior, en la sentencia de 18 de octubre de 2012 proferida por la sección quinta del Consejo de Estado con ponencia del consejero Dr. Alberto Yepes Barreiro, anuló la Resolución No. 754 del 09 de abril de 2010 del Consejo Nacional Electoral, que reglamentó las facultades atribuidas por la reforma realizada al Consejo Nacional Electoral, así como también se anuló en sentencia del 23 de mayo del año en curso, la Resolución No. 093 de 2010, que reglamentó la revocatoria de inscripción de candidatos por inhabilidad. Estos fallos marcan un punto de tensión jurídica que resulta de abandonar una tradición jurídica de limitar el Consejo Electoral a actividades más vinculadas a aspectos de la administración de justicia, que deben ser materia de futuros desarrollos legales. CONCLUSIONES Hemos observado que dos temas medulares recorren la historia del poder electoral en Colombia, el primero, quienes designan a quienes van a conformar los órganos del Poder Electoral, y el segundo, cual es la competencia de las Corporaciones Escrutadoras frente a los termas de creación, modificación o extinción de situaciones jurídicas más allá del simple escrutinio y declaración de resultados electorales. Frente al primer aspecto, desde 1888, se ha distinguido una corporación con funciones de escrutinio y declaración de elecciones a la que se han añadido las propias de los tiempos actuales de regulación de partidos políticos, campañas políticas, encuestas de opinión, financiación de las campañas entre otras y un órgano no colegiado encargado de organizar las elecciones e identificar a los ciudadanos. De manera que la más elevada corporación escrutadora ha estado conformada considerando el origen partidista en ocasiones, de algunos de sus miembros, y en otras de todos sus integrantes, y elegidos o designados por otras ramas del poder político; en ocasiones por el Congreso de la República, en otras por el Presidente de la República, en otras por el Consejo de Estado e incluso por la Corte Suprema de Justicia. En cuanto al Registrador Nacional del Estado Civil, desde la ley 89 de 1948 hasta lo dispuesto en el Acto Legislativo No. 1 de 2003, fue elegido por la corporación escrutadora nacional, llámese Corte Electoral o Consejo Nacional Electoral, por cuanto las funciones que desde 1948 han diferenciado la esencia del Consejo Nacional Electoral o de Corte Electoral con las del Registrador Nacional, no sólo a nivel administrativo y funcional, sino también en cuanto a su naturaleza: mientras que el primero reviste un carácter principalmente político, el segundo se caracteriza por su condición exclusivamente técnica. Esta elemental distinción, es prueba fehaciente del proceso de consolidación del poder electoral como poder neutro del Estado. En tanto el órgano encargado de preparar y celebrar el proceso electoral carece de componentes políticos, al ser únicamente un agente especializado seleccionado por méritos, la legitimidad no sólo de dicho proceso sino también de sus resultados, es absolutamente innegable. Así ha sido corroborado por la Corte Constitucional: “(…) las funciones atribuidas a cada uno de los mencionados órganos permite predicar el carácter técnico de la Registraduría Nacional del Estado Civil, pues la preparación y el desarrollo de las jornadas electorales exigen manejar conocimientos y criterios técnicos, cuya estricta aplicación es garantía de la imparcialidad y transparencia de su actuación, así como fundamento de la confianza de los distintos actores políticos y de la ciudadanía en general. En cambio, en las funciones del Consejo Nacional Electoral se advierte un carácter político que se acentúa cuando se aprecian las competencias que debe ejercer en relación con los partidos y movimientos políticos o respecto de la oposición y de las minorías”74. Esta realidad, supone inevitablemente cuestionar si la actual forma de conformación de las autoridades electorales es la idónea para preservar su carácter neutral y garante. Esta discusión, por ahora, ha sido resuelta positivamente a favor de lo consagrado en la Constitución. Como se dijo en consonancia con la Corte Constitucional, hasta ahora se ha acogido la tesis de que la mejor manera de estructurar el poder electoral en el caso por ejemplo del Consejo Nacional Electoral, es mediante la representación de las distintas fuerzas políticas que integran el Congreso. Algunas voces han cuestionado que este manejo es un retroceso de más de cien años, sin embargo creo que la esencia es más que a quien se elige que quien elige, porque tenemos una tradición en el sentido que la representación política tiene una importancia significativa en el órgano colegiado electoral. Con la Ley 96 de 1985 que suprime la Corte Electoral y crea el Consejo Nacional Electoral y en aras de ampliar la participación política se incluyen miembros de los partidos minoritarios en el Consejo Nacional Electoral. 74 Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-230A/08. Menos pacifica es la cuestión en torno al alcance de las funciones del Consejo Nacional Electoral o las comisiones escrutadoras frente a temas que más de 75 años fueron conocimiento de la jurisdicción contenciosa administrativa, situación que deberá definirse en un futuro por la ley estatutaria por el constituyente derivado. Por lo que los retos que se avizoran en el futuro cercano son enormes. El actual proceso de paz que desarrolla este gobierno, puede traer como resultado inevitable la inclusión de nuevos actores en el ejercicio de la política, tal como ocurrió en los procesos de paz que permitieron que en la constituyente de 1991 estuvieran representados entre otros, el M-19, la Unión Patriótica y otros grupos y movimientos de indígenas, trabajadores, gremios de la producción, estudiantes, etc.75. Si eso llegase a suceder, múltiples y diversos serían las cambios que se deberían adelantar en aras de asegurar la adecuada armonización de las fuerzas al margen de la ley con la institucionalidad nacional. Seguramente uno de esos cambios afectaría el poder electoral, base y sustento de legitimidad del Estado de Derecho. Y es que la legitimidad, siguiendo a Max Webber, entendida como el conjunto de motivos del interior que justifican la obediencia y el acatamiento de un sistema político determinado por parte de los gobernados76, sólo es posible alcanzarla por medio de instrumentos legales que garanticen la libertad de elección, la toma de decisiones democráticamente y el derecho a la oposición y el respeto a los resultados electorales, entre otros. Estos últimos principios de legitimidad, formulados por Guglielmo Ferrero, el electivo y el democrático77, han de asegurarse en el escenario de una posible desmovilización de grupos armados, para lo cual el papel del poder electoral es indiscutiblemente relevante. 75 De la Calle Lombana, Humberto. “Elecciones para Asamblea Constitucional del 9 de diciembre de 1990”, en Boletín Electoral Latinoamericano, n° IV, IIDH/CAPEL, San José, 1991. Págs. 22-25. 76 Webber Max. Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica. México. 1922. Pág. 1507. 77 Ferrero Guglielmo. Poder los genios invisibles de la ciudad. Editorial Tecnos S.A. Madrid. 1998. Pág. 80. Adicionalmente, no se debe descartar la opción de una eventual reformulación de las normas constitucionales, enmarcadas en uno de nuestros mecanismos de participación ciudadana. Se trata de encontrar una propuesta para reconstruir la formula de legitimidad vigente, siguiendo los postulados contractualistas que señalan la constitución como pacto de paz. Esta idea, si bien puede no contar con un apoyo considerable, puede llegar a presentarse como propuesta para reconstruir la fórmula de legitimidad política vigente o de la legitimidad social, siguiendo los postulados del neocontractualismo de Jhon Rawls78 entre otros exponentes de esta doctrina. En sintonía con lo dicho, también es imperativo preservar lo establecido en la Constitución Política del 91, con relación a su autonomía respecto de los demás poderes públicos. En un país preponderantemente presidencialista, es un deber proteger al máximo la incidencia del ejecutivo en órganos como el electoral.A este último, como poder neutro, debe garantizársele su función mediadora, tutelar y reguladora, y así realizarla. Como se ha observado en el recuento histórico de los párrafos anteriores, la historia política ha determinado la estructuración del poder electoral. Cada vez que se presentan cambios en la conformación de los poderes públicos, inevitablemente se presentan cambios en la estructura y función electoral. El interés principal ha de ser entonces, el asegurar al máximo la autonomía y neutralidad de la organización electoral, cualquiera que sea su horizonte en el futuro. Sólo de esta forma se logrará que el poder electoral sea efectivamente, un poder neutro. 78 Para mayor ampliación sobre los postulados neocontractualistas, se puede consultar: Rawls John. La Teoría de la Justicia. BIBLIOGRAFÍA Libros Constant, Benjamin. Principios de Política. 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