lectio divina 20 marzo 2011

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La Buena Noticia
Dios nos Habla hoy
LECTIO DIVINA
20 de
Marzo del
2011
Año 2 N° 53
DOMINGO II DE CUARESMA. CICLO A
Pagina Web: www.pastoralfamiliarvenezuela.org/; www.apologeticacatolica.org/
† Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 17,1-19
Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y
a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte alto. A la
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vista de ellos su aspecto cambió completamente: su cara brillaba como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz. En
seguida vieron a Moisés y Elías hablando con Jesús. Pedro
tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, levantaré aquí tres tiendas: una para
ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaba Pedro todavía
hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz que salía de la nube dijo: «¡Este es mi Hijo, el
Amado; éste es mi Elegido, escúchenlo!» Al oír la voz, los
discípulos se echaron al suelo, llenos de miedo. Pero Jesús se
acercó, los tocó y les dijo: «Levántense, no tengan miedo.» Ellos levantaron los ojos, pero ya no
vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No hablen a nadie de esta visión hasta que el
Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos.»
Palabra del Señor.
1. LECTURA: ¿Qué dice el texto?
PISTAS PARA LA LECTURA
Pedro es una persona extraordinaria, porque expresa nuestra espontaneidad y, tal vez, nuestra
ingenuidad. El quiere retener a aquel Jesús glorioso, junto con Moisés y Elías. Las tiendas son las
referencias a la Fiesta de las Tiendas, de carácter nacionalista y triunfalista ¡Sería tan bueno quedarse con ese Jesús glorioso! Ese es nuestro sueño de niños, la gloria fácil. No. La gloria vendrá
después de la lucha, el triunfo vendrá a través de la derrota, y la vida surgirá de las cenizas de la
muerte. La lógica de Dios es diferente a la de los seres humanos.
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra.
Publicación Bíblica Semanal. Pagina Web: www.pastoralfamiliarvenezuela.org/ www.apologeticacatolica.org/
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2. MEDITACION ¿Qué me dice el texto?
Preguntas para la meditación
¿Creo firmemente que Jesús tiene el control de mi vida?
¿He subido al monte de mi “corazón” para estar a solas con
Jesús?
¿Mi vida resplandece de amor a la vista de todos o por el contrario
es opaca?
¿Converso constantemente con Jesús como un amigo, como un hermano?
¿Soy de aquellas personas que solamente quiere quedarse con la
gloria de Jesús, pero no acepto seguir sus sufrimientos, incomodidades, incomprensiones etc.?
3. ORACION: ¿Qué le digo?
La oración colecta en la liturgia de este día nos anima a la contemplación., es por ello que la tomaremos para conversar con nuestro Padre.
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Señor, Padre Santo, que nos mandaste escuchar a tu amado Hijo, alimenta nuestra fe con tu
Palabra y purifica los ojos de nuestro espíritu, para que podamos alegrarnos en la contemplación de tu gloria.
4. CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el mensaje
Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje?
Hoy vamos a contemplar las palabras pronunciadas por PAPA DIOS a los discípulos, a sabiendas que
también nos la dirige a cada uno de nosotros.
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«¡Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido, escúchenlo!»
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«¡Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido, escúchenlo!»
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«¡Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido, escúchenlo!»
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra
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5. ACCION: ¿A que me comprometo?
Propuesta Personal
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Tener mi corazón bien elevado para poder estar en contacto con mi Padre.
CATEQUESIS DE SAN AGUSTÍN AL EVANGELIO
Mt 17, 1-9: Desciende, Pedro, a trabajar a la
tierra, a servir en la tierra. Sermón 78,3-6
Ve esto Pedro y, juzgando de lo humano a lo
humano, dice: Señor, bueno es estarnos aquí (Mt
17,4). Sufría el tedio de la turba, había encontrado la soledad de la montaña. Allí tenía a Cristo,
pan del alma. ¿Para qué salir de aquel lugar hacia
las fatigas y los dolores, teniendo los santos amores de Dios y, por tanto, las buenas costumbres?
Quería que le fuera bien, por lo que añadió: Si
quieres, hagamos tres tiendas, una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías (ib.). Nada respondió a esto el Señor, pero Pedro recibió, no obstante, una respuesta, pues mientras decía esto, vino
una nube refulgente y los cubrió. Él buscaba tres
tiendas. La respuesta del cielo manifestó que para
nosotros es una sola cosa lo que el sentido humano quería dividir. Cristo es la Palabra de Dios,
Palabra de Dios en la ley, Palabra de Dios en los
profetas. ¿Por qué quieres dividir, Pedro? Más te
conviene unir. Busca tres, pero comprende también la unidad.
Al cubrirlos a todos la nube y hacer en cierto modo una sola tienda, sonó desde ella una voz que
decía: Éste es mi Hijo amado (ib., 5). Allí estaba
Moisés, allí estaba Elías. No se dijo: «Éstos son
mis amados». Una cosa es, en efecto, el único, y
otra los adoptados. Se recomienda a aquél de
donde procedía la gloria a la ley y a los profetas.
Éste es, dice, mi Hijo amado, en quien me he
complacido; escuchadle (ib.), puesto que en los
profetas fue a él a quien escuchasteis y lo mismo
en la ley. Y ¿dónde no le oísteis a él? Oído esto,
cayeron a tierra. Ya se nos manifiesta en la Igle-
sia el reino de Dios. En ella está el Señor, la ley y los
profetas; pero el Señor como Señor; la ley en Moisés,
la profecía en Elías, en condición de servidores, de ministros. Ellos, como vasos; él, como fuente. Moisés y
los profetas hablaban y escribían, pero cuanto fluía de
ellos, de él lo tomaban.
Desciende, Pedro. Querías descansar en la montaña,
pero desciende, predica la palabra, insta oportuna e
importunamente, arguye, exhorta, increpa con toda
longanimidad y doctrina. Trabaja, suda, sufre algunos
tormentos para poseer en la caridad, por el candor y la
belleza de las buenas obras, lo simbolizado en las blancas vestiduras del Señor. Cuando se lee al Apóstol, oímos que dice en elogio de la caridad: No busca lo propio (I Cor 13,5). No busca lo propio, porque entrega lo
que tiene. Y en otro lugar dijo algo, que si no lo entiendes bien, puede ser peligroso; siempre con referencia a
la caridad, el Apóstol ordena a los miembros fieles de
Cristo: Nadie busque lo suyo, sino lo ajeno (1 Cor
10,24). Oído esto, la avaricia, como buscando lo ajeno
a modo de negocio, maquina fraudes para embaucar a
alguien y conseguir, no lo propio, sino lo ajeno. Reprímase la avaricia y salga adelante la justicia.
Escuchemos y comprendamos. Se dijo a la caridad:
Nadie busque lo propio, sino lo ajeno. Pero a ti, avaro,
que ofreces resistencia y te amparas en este precepto
para desear lo ajeno, hay que decirte: «Pierde lo tuyo».
En la medida en que te conozco, quieres poseer lo tuyo
y lo ajeno. Cometes fraudes para poseer lo ajeno; sufre
un robo que te haga perder lo tuyo, tú que no quieres
buscar lo tuyo, sino que quitas lo ajeno. Si haces esto,
no obras bien. Oye, avaro; escucha. En otro lugar te
expone el Apóstol con más claridad estas palabras: Nadie busque lo suyo, sino lo ajeno.
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra
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La Familia: Meditando el Evangelio (Mt 17,1-9)
“Donde quiera se reúne la comunidad creyente, hay un Tabor” .
Puede que cada uno tengamos una imagen distinta de Dios; quizá ese rostro de Dios nos hable de
temor, de amenaza o de castigos. Hoy la palabra de Dios nos urge para que descubramos el verdadero
rostro divino: rostro de vida y solamente de vida. Subir a la montaña es el proceso simbólico de acercamiento a Dios. En la montada surgen las Teofanías. Y subir es costoso, hace falta ascesis, dejar el
peso que nos estorba. El que ora descubre quién es de verdad Dios. El ámbito de la divinidad --lo
blanco, la luz-- inunda al hombre. Descubre cómo culmina la ley y los profetas en Jesús. El gozo del
Espíritu trastorna a Pedro. El momento crucial de la oración está en escuchar a Dios. Él ya sabe qué
nos apremia. No intentemos marearle con nuestras voces. Más bien oramos para escucharle, para afinar nuestro oído. Elías lo oyó en la brisa que apenas movía las hojas. En la oración vamos percibiendo
la voluntad de Dios, crecemos en ganas de construir el Reino, logramos dar paso a los gritos de los
pobres, como Moisés. Ellos dos, Moisés y Elías, están presentes en la transfiguración porque supieron
escuchar la voz de Dios. Representan la ley los profetas, es decir la palabra de Dios anunciada al pueblo.
A uno le gustaría estar siempre así. La tentación de evadirse del mundo acecha. Menos mal que
Jesús se acercó, y tocándolos les dijo: Levantaos, no temáis. Las palabras de ánimo en el coloquio final son necesarias en toda nuestra vida. Ten confianza, no temas. Pero, ¿dónde, en qué país de la tierra se encuentra hoy este monte bendito? No es ya un lugar geográfico. Es un lugar humano. Donde
quiera se reúne la comunidad creyente, hay un Tabor. Hay también otra clase de montes santos. Son
los miembros dolientes de la humanidad, los pobres y pequeños, en quienes Cristo te espera para
transformarte y para transfigurarlos. Y son los grupos humanos que luchan por la paz y la justicia. Si
el movimiento primero fue subir, el que cierra el tiempo de oración es bajar del monte. Bajar a la vida
a encontrarnos con el parado, con el enfermo, el necesitado, el compañero que sufre de soledad o que,
sin más, quiere pasar un rato charlando con alguien.
Por José María Martín OSA
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra.
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VOCABULARIO BIBLICO
Transfiguracion: gr. metamorfo-omai (cambiar de forma, de aspec-
to de figura).
Escena de la vida de Jesús, situada por los Sinópticos como un rayo de
luz en el momento de la subida a Jerusalén.
Transformación espiritual de los creyentes (Rm 12,2, 2Co 3,18, Flp
3,21).
Señor: gr kyrios, que traduce el hb. âdôn, el arameo. mâra que significa “Dueño”, el que tiene
dominio sobre una persona o una cosa.
Titulo regio de Yahvé, cuyo nombre expresado mediante el tetragrama sagrado, fue reemplazo
por Adonai: “Señor mío” (Gn 15,2.8), que significa la confianza que los servidores tienen en su
absoluta soberanía. Este titulo se convirtió en el nombre propio de Dios y se tradujo al griego por
Kyrios, que expresa tanto el señorío como el nombre inefable de Dios.
Vestido: Dentro de la perspectiva bíblica , el vestido significa la integridad definitiva del hom-
bre o la renovación del ser reunido con Dios. Los vestidos de piel con los que Dios cubre la desnudez de los primeros padres, que resultaba vergonzosa, indicaban esta integridad esperada (Gn
3,21). Pablo multiplica las metáforas tomadas del tema del vestido para designar la transformación actual del cristiano (Rm 13,12; ef 4,24), quien por el bautismo se reviste del mismo Cristo, y
la transformación futura de su cuerpo. Los seres celestiales se presentan con vestiduras resplandecientes, así Jesús transfigurado. El vestido blanco simboliza la novedad del ser (o la condición) de
los elegidos (Ap 3,5.18; 4,4; 6,11; 7,9.13)
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Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra.
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