IIL5. LOS CASEIROS: LA RELACION CLIENTELAR CON LOS

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que deja la prole a medio criar; depende de las capacidades diferenciales de las personas para gestionar los recursos a su alcance, o
para gestionar nuevos recursos de una nueva forma, lo que les
permite obtener ventajas diferenciales; depende finalmente de la
habilidad para conducir el proceso reproductivo, para planificar
un número de hijos con quienes trabajar las tierras, pero que no
amenacen en el futuro con Ilevar a una fragmentación excesiva del
patrimonio familiar.
En último término no existe la «casa» como unidad pensante
autónoma y dotada de voluntad. Lo que hay es la articulación
entre un conjunto de individuos, a veces corresidentes, que participan diferencialmente en la gestión de unos recursos, animados cada
uno de ellos por intereses individuales, pero que coyunturalmente
pueden hacer coincidir sus voluntades en un proyecto común. A
veces ese proyecto común es «algo así» como el «engrandecimiento
de la casa», especialmente en una sociedad donde la producción
agroganadera sobre bienes propios asegura un nivel de vida mejor
que el trabajo para otros o que la emigración. Pero todo proyecto
reproductivo depende de los individuos que lo formularon, en relación a una coyuntura concreta. Antonio Peña Arias llevó adelante
a sus hijos a través del «engrandecimiento de su casa». Antonio
murió, sus hijos desarrollaron proyectos propios y marcharon, quedaron sólo tierras y una vivienda vacía, y la venta de esos bienes
ayudó a los hijos de Antonio a hacer su vida.
IIL5.
LOS CASEIROS: LA RELACION CLIENTELAR
CON LOS AMOS
La importancia del «acasaramento» como forma de cesión de
la tierra en la Galicia contemporánea es una cuestión abierta a
debate (112), como también se discute cual es el contenido real de
(112)
No he podido incorporar el sugerente tratamiento que de la cuestión del
«acasaramento» hace José A. Durán, en diversos textos que leí tras finalizar la
redacción de este libro.
323
este contrato. En el marco concreto del capítulo, en que se analiza
la relación que guardan las distintas formas de cesión de la tierra
con las estrategias productivas y reproductivas campesinas, y con
la organización social de la aldea, es de vital importancia dilucidar
el peso del «acasaramento» en San Martiño, y el carácter de esta
relación contractual.
La cuestión fue ya planteada unas páginas atrás. Si hacia 1850
encontramos en San Martiño una capa de «labradores» con la
posesión de la tierra consolidada, aún cuando estén obligados a
pagar rentas forales; si arrendamiento y aparcería tienen en ese
momento una incidencia menor en la parroquia como formas de
cesión de la tierra, ... entonces, zpor qué en 1873 un 25 % de los
vecinos son denominados en una escritura como «caseros»?. El
estudio de la estructura social de la parroquia en la segunda mitad
del S. XIX está lleno de referencias a«caseiros». Es este papel
una de las salidas con que cuentan los hermanos del «casado en
casa» en las «casas» de labradores. Y es esta la forma que tienen
los «ricos» de ceder las tierras que no explotan directamente.
La importancia del «acasaramento» se deduce directamente de
dos cuestiones. La primera, que a partir de 1850 sigue habiendo
la necesidad de una fórmula contractual para organizar nuevas
cesiones de tierras a terceros. La segunda, que esta fórmula contractual ya no puede ser el «foro», dado que el advenimiento de una
ley de redención forzosa a favor del campesinado comienza a ser
una posibilidad cada vez más real (113).
Dos contratos, arrendamiento y aparcería, podían cumplir eficazmente el papel de instrumentos para organizar la cesión de la
tierra. Ambos permitían a los amos mantener un control sobre los
(113) Sobre todo a partir de la ley de redención forzosa promulgada el 20VIII-1873, durante la Primera República, y derogada pocos meses más tarde. En
otras áreas de Galicia donde el foro tenía una mayor importancia como forma de
cesión de la tierra, se siguen aforando tierras durante el tercer cuarto del S. XIX
-Villares, 1982, p. 292-293-. En San Martiño, en cambio, no me consta la
realización de ningún foro con posterioridad al año 1845.
324
bienes cedidos, contar con la posibilidad de desalojar a los llevadores y disponer libremente de esos bienes, y en todo caso beneficiarse
del incremento de productiyidad de la tierra que experimenta la
comarca de Terra Cha en la segunda mitad del S. XIX. EI arrendamiento, con renta fija pero pactada por un número corto de años,
permitía aumentar periódicamente la renta; en la aparcería la renta,
proporcional a la cosecha, experimentaba una revalorización por
sí sola.
Pero ^cuál era el contenido real del «acasaramento»?. La Compilación ^ de Derecho Foral de Galicia lo define como contrato «a
medias», en que el amo recibe la mitad de la cosecha y proporciona
algo de simiente y ganado al llevador. En la historiografía también
ha sido interpretación usual asimilar «acasaramento» a aparcería,
y en cuanto tal caracterizarlo por el pago de renta proporcional a
la cosecha, sea la mitad, sea el tercio, y porque el pago de rentas
forales y contribución territorial corran en cambio a cargo del amo.
Pero arrendamiento y aparcería son figuras jurídicas con un contenido bien delimitado, en tanto el «acasaramento» es una relación
social entre amo y llevador, y como tal relación extremadamente
variable en función de la posición de fuerza de cada una de las
partes y sus intereses respectivos.
En el Cuadro XXVII sistematizo la información que poseo
sobre los ocho principales «lugares» cedidos en «acasaramento» en
San Martiño de forma continua a partir de mediados del S. XIX.
Tras el nombre del «lugar» se recoge la fecha más antigua en que
me consta estaba ya cedido a«caseiros»; el año en que cesó el
último contrato; los cambios de Ilevadores (no se contabilizan como
cambios la transmisión de padre a hijo/-a de la condición de Ilevador); la renta que se pagaba los últimos años; y finalmente si los
«caseiros» adquirieron del amo una parte sustancial de las tierras,
al finalizar el contrato.
Una primera constatación: la cesión se realiza en forma de
«lugar acasarado», que se compone de la casa y dependencias
agrícolas, un conjunto de fincas con diversa dedicación, y a veces
parte de los aperos. La unidad de este conjunto de bienes es tal
que, cuando a finales del S. XIX los «lugares» de Pereiras y Honra-
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do se concentren en manos de un solo amo, cada uno de ellos
seguirá constituyendo una explotación independiente confiada a
un «caseiro». Los ocho «lugares» que se recogen en el Cuadro
XXVII son amplios, de dimensiones similares a los de muchos
labradores.
El origen de la cesión a «caseiros» es diverso. Los «lugares» de
Fiouqueira, Ceide, Pallín y, probablemente, Monte, estaban ya
explotados de esta forma hacia 1830-40, y el hecho de que los
Ilevadores no consiguieran escritura de foro -a diferencia de otros
muchos vecinos- quizás guarde relación con el hecho de que los
amos residían en parroquias vecinas, y podían ejercer un control
más eficaz sobre sus bienes. El «lugar» de Carballo procede del
reparto de los bienes en 1858 entre los ocho hijos herederos de Cas
Carballo, la única «casa de ricos» con que contó San Martiño: la
casa petrucial y parte de las tierras en la parroquia tocaron al hijo
mayor, José Benito, que los cedió a un «caseiro» cuando marchó
a la ciudad de Ferrol como abogado; y siguieron explotados de esa
manera cuando José Benito ^vendió el «lugar» a su sobrino Serafin
Carballo, residente en una parroquia vecina de San Martiño.
El «lugar» de Honrado era una de las más prósperas «casas»
de labradores de la parroquia, en el tercer cuarto del S. XIX; fue
cedida a«caseiros» cuando su heredero marchó a casar a una
parroquia vecina, precisamente con la propietaria del «lugar» de
Pereiras de San Mártiño, también cedido a«caseiros». De este
modo ambos «lugares» quedaron en manos de un mismo amo.
Finalmente el «lugan> de Andión estaba constituído por parte de
las propiedades de una «casa» de labradores que fue vendiendo
sus bienes en el tercer cuarto del S. XIX, víctima de las deudas:
los antiguos propietarios siguieron cultivando parte de esas tierras,
pero esta vez comó «caseiros» del cura de Quintela.
Ya vimos previamente como, a través del juego de compras,
préstamos usurarios, matrimonios y herencias, las «casas de ricos»
del ayuntamiento reúnen bienes dispersos en varias parroquias, y
organizan su explotación en forma de «lugares» que ceden a«caseiros», sobre los que ejercen una estrecha supervisión. A esta dinámica responde la cesión a«caseiros» de los ocho «lugares» comprendi-
327
dos en el Cuadro XXVII, que habían pasado a depender de amos
residentes en parroquias vecinas.
Posteriormente esta forma de organizar posesiones vacantes
será copiada por las «casas» de labradores. Así, cuando a finales
del S. XIX la heredera del «lugar» de Chafarica de San Martiño
case en casa de un labrador vecino, cederá su herencia a«caseiros».
Y lo mismo harán los herederos de la «casa de labradores» de
Constante, cuando marchen a Cuba a principios del S. XX. O los
herederos de Cas Penas, al marchar a Buenos Aires en. 1951. De
este modo la cesión a«caseiros» es también una forma eventual
de gestionar unos bienes cuya explotación directa no resulta rentable o posible, pero sin renunciar al derecho a poder reclamarlos y
expulsar a los llevadores en el futuro.
Sin embargo esta posibilidad de expulsión parece haberse ejercido raramente, si atendemos a los ocho casos recogidos en el Cuadro
XXVII: antes al contrario, los llevadores tienden a transmitir su
papel de padres a hijos. Así, a lo largo de más de medio siglo, la
misma familia de «caseiros» trabajó el lugar de Andióri. Y en un
intervalo de tiempo superior a un siglo los «lugares» de Fiouqueira,
Ceide, Pereiras y Carballo sólo registraron un cambio de «caseiros».
Esta estabilidad en la tenencia de los llevadores se ve amparada
por el propio interés de los amos en prorrogar indefinidamente la
cesión, pues de otro modo los llevadores podrían tender a esquilmar
el «lugar» en los pocos años que se les confiara. La cesión a largo
plazo también responde a los intereses de los «caseiros» que organizan su reproducción sobre la base de que uno de los hijos del
llevador le releve en su puesto. Y finalmente las cesiones a largo
plazo se apoyan en el establecimiento de relaciones clientelares
entre amos y «caseiros».
De la naturaleza de estas relaciones, y de la coyuntura histórica
concreta depende también en gran medida el- contenido real del
contrato de «acasaramento». Decíamos antes que, en tanto asimilado a aparcero, se tiende a considerar que el «caseiro» pagaba renta
proporcional a la cosecha, y estaba exento del pago de rentas forales
y contribuciones. Pero ninguna de estas condiciones se cumplía en
San Martiño. En cuanto a la contribución, por ejemplo los Ilevado-
328
res del «lugar» de Ceide entre los años 1930-64 satisfacían su importe a los amos, añadido a la renta. En cuanto a rentas forales que
pesaran sobre las tierras, los últimos llevadores del <dugar» de
Pallín abonaron, además de la renta, un foro de 22 ferrados de
centeno al año; y los «caseiros» del «lugar» de Fiouqueira abonaban
de su cargo un censo y un foro que gravaban el «lugar», ya en la
primera mitad del S. XIX (114).
Finalmente, en lo que respecta a la forma de establecer el pago
de la renta, la cambiante evolución de producción y precios agrarios
interesó a los amos en cobrar ya rentas fijas, ya proporcionales a
la cosecha; mientras la cambiante legislación puede amparar la
perpetuación indefinida de rentas fijadas en función de una coyuntura muy específica. Así los llevadores de cas Andión abonaron
renta fija en cereal y dinero a principios de éste siglo, en los años
que precedieron a la compra del «lugar» por ellos mismos. A comienzos de los años 30 de este mismo siglo los «caseiros» de los
«lugares» de Pallín, Ceide y Pereiras pagaban renta fija en centeno,
respectivamente 48, 46 y 34 ferrados; y los dos últimos «lugares»
siguieron en manos de los mismos llevadores en los años 40 y 50,
y pagando la misma renta, protegidos en su tenencia por la Ley
de Arrendamientos Rústicos de 1942.
Tras la guerra civil en cambio, ante el alza de precios de los
productos agrarios, los amos se interesan en establecer rentas proporcionales a la cosecha, y así lo pactaron en aquellos «lugares»
donde renovaron los «caseiros». De modo que el mismo amo que
seguía cobrando renta fija en cereal por el «lugar» de Pereiras,
cede a finales de los años 30 el «lugar» de Honrado a nuevos
«caseiros», fijando renta «a medias» en todos los productos, cereal,
patatas, ganado vacuno y porcino. En los años 50 se vuelve a
invertir la tendencia, ante la baja de precios del cereal, el interés
de los amos en cobrar en metálico para ahorrarse problemas de
gestión, y la necesidad de ofrecer buenas condiciones a los «casei-
(l l4)
EI Ilevador de las tierras en arriendo figura también como responsable
del pago de censo y foro, en las Relaciones de Frutos Civiles de 1825, 183^ y 1840.
329
ros» tentados como estos se encontraban por las nuevas posibilidades migratorias. Y así en 1951 el «lugar» de Penas se arrienda ya
en renta mixta, 1/3 de la cosecha por las fincas de labradío, y 2.000
pts. anuales por prados y montes. Y ya a finales de los años 50 los
«caseiros» de Carballo y Chafarica pagan rentas fijas en metálico
(aunque renovables anualmente).
En el espacio de 30 años pues, se invierten dos veces las condiciones en que se pactan nuevas cesiones a«caseiros». Rentas fijas en
cereal a principios de los años 30, proporcionales a la cosecha en
los años 40, nuevamente fijas pero establecidas en metálico y revisables anualmente en los años 50. No pretendo extrapolar estos datos
a toda la comarca, sobre todo porque no es este el objetivo de la
investigación. La cuestión consiste en establecer como el «acasaramento» es ante todo una relación social organizada jurídicamente,
y las condiciones en que se pactan los contratos dependen de la
posición de fuerza de amos y llevadores en cada momento, y del
papel que juega la relación contractual en sus procesos reproductivos respectivos. Ya vimos previamente cómó, a partir de los años
cincuenta, la renta de la tierra es cada vez más un recurso menor
para los «ricos», que colocan a sus hijos en carreras profesionales
urbanas. Veamos ahora cómo simultaneamente ha ido cambiando
el valor del «lugar acasarado» en las estrategias reproductivas de
los «caseiros».
III.5.1.
De «caseiro^ a«labradoresN o emigrantes: las
parentelas de «Os TorcatosN y«Os de Farruco»
El concepto de «casa» no es aplicable en absoluto a los grupos
domésticos de «caseiros», y esto es perceptible en la misma forma
de organizar la memoria: los descendientes de «caseiros» son identificados en las genealogías añadiéndoles el nombre propio o el apodo
de un antepasado común.
El patrimonio no es la base sobre la que se organiza entre ellos
la reproducción porque los «caseiros» carecen de él: son herederos
secundarios de «labradores» pobres, hijos de «camareiras» o hijos
330
de «caseiros». Como precisa Assier (1986) es el contrato de aparcería el que informa su proceso reproductivo, y en especial la composición del grupo familiar. Los «caseiros» dependen de la mano de
obra familiar para trabajar sus tierras, y necesitan contar con mano
de obra ábundante para que un amo con^e a su cargo un buen
«lugar», por lo que tienen que procrear un número apreciable de
hijos. Por ello el matrimonio es condición indispensable de su reproducción, ya que les permite dotarse de mano de obra familiar
abundante a su cargo. En cambio no tienen que organizar el reparto
de los bienes entre dichos hijos, ya que sólo uno de ellos podrá
sustituirlos en el papel de responsable ante el amo, y en• el futuro
hacerse cargo de sus padres ancianos. Los demás hijos van marchando, y ora casan con otro/a hijo/a de «caseiros» destinado a
suceder a sus padres como llevador, ora casan y arriendan un nuevo
«lugar».
Si los hijos mayores van marchando, es uno/-a de los hijos/-as
menores quien casará y tomará el relevo de sus padres. Es frecuente
también que uno de los hijos mayores case y resida durante algunos
años con sus padres, hasta que les salga la oportunidad de tomar
en renta un «lugar» por su cuenta: entonces marchará, y uno de
sus hermanos menores casará y le remplazará como llevador.
Ejemplifiquemos este proceso con la parentela de «Os Torcatos», representada en la Genealogía V. Desconozco la posición
social del matrimonio fundador de la parentela, Manuel Fernández
y Torcata Amoroso, pero bien pudieran haber sido «caseiros», ya
que sus hijos no heredaron tierras, y Torcata es identificada en su
partida de defunción como «pobre». La identificación de sus cinco
hijos, los hermanos Fernández Amoroso, no resulta en cambio
dificultosa: los cinco son denominados «caseros» en una escritura
de 1873 (115), y ninguno de ellos aparece tributando por «rústica»
en el Reparto de la Contribución del año siguiente (116); y a la
(115) Acta de parcelación de una porción de los montes de San Martiño, 20V-1873, Documentación privada.
(116)
Sección Hacienda, Serie Territorial, Leg. I06-1, A.H.P. de Lugo.
331
muerte de los cinco, dos de ellos, Antonio y José, serán identificados
como «pobres» en la partida de defunción, en tanto de otros dos,
Ramón y Francisco, sólo sabemos por la misma fuente que no
dejaron testamento (117).
De los hermanos Fernández Amoroso, M.a Juana se hizo cargo
de su madre anciana, y casó con Andrés Varela, heredero residual
de una «casa» de labradores. Andrés y M.a Juana fueron toda su
vida «caseiros», primero en el «lugar» de Díaz, y posteriormente
en el «lugar» de Honrado.
Un segundó hermano, Antonio Fernández Amoroso, casó con
Josefa González, hija de un matrimonio de «caseiros», Francisco
González y Rosa Alvarez (estos dos, Fran ^isco y Rosa, serán registrados «pobres» en sus partidas de defunción) a los que sucederán
como Ilevadores del «lugar» de Ceide. Antonio Fernández Amoroso
y Josefa González tuvieron ocho hijos, los hermanos Fernández
González, que repetirán las estrategias reproductivas de sus padres.
El primero en casar es José Fernández González, con Francisca
Aguiar, hija de campesinos pobres. La joven pareja quedó residiendo con los padres del maridó, en el «lugar» de Ceide, durante
quince años, hasta que marcharon como «caseiros» al vecino «lugar» de Pallín, que por entonces quedara vacante. Es ahora cuando
la hermana de José, Carmen Fernández González, casa en 1906
con Constante Varela, y quedan como «caseiros» en el «lugar» de
Ceide, en sustitución de su hermano José. Y ahí seguirán hasta la
muerte de Constante en 1925, cuando la viuda Carmen Fernández
González abandona el «lugar».
Entre los matrimonios de José en 1892 y el de Carmen en 1906,
habían ido casando otros tres hermanos Fernández González. La
primera en casar fue la hermana mayor, Manuela Fernández González, con Ramón Miragaya, un músico ambulante ciego; Josefa
(117) Me refiero al Libro Parroquial de Defunciones. Desafortunadamente en
1902 adviene un nuevo párroco, que deja de realizar anotaciones sobre los medios
de fortuna de sus feligreses en las partidas de defunción.
332
Fernández González casó con un hijo de jornaleros pobres, José
Ramón Palmeiro, y ambos vivieron toda su vida en un «caseto»
siendo recordados como «camareiros»; y finalmente María Fernández González contrajo matrimonio con Juan Díaz, hijo de «caseiros», y la jovén pareja quedó a residir con los padres del marido,
sustituyéndolos años más tarde como llevadores del <dugar do Monte».
Desde 1850 hasta 1925 los llevadores del «lugar» de Ceide
habían ido traspasando su puesto de generación en generación:
primero de Francisco González a su hija Josefa; de Josefa a su hijo
José Fernández González y, al marchar éste, a su otra hija Carmen
Fernández González. Cuando esta Carmen al enviudar en 1925
marche, pasarán a hacerse cargo del «lugar» de Ceide iunos parientes!, Manuela Aguiar Varela y Benedicto Folgueira, que habían
casado ese mismo año. En efecto, la madre de Manuela Aguiar
Varela, la nueva «caseira», era prima carnal por vía materna de .
Carmen Fernández González, la antigua «caseira»; y también prima
carnal por vía paterna del marido de Carmen Fernández, Constante
Varela. Y el padre de Manuela Aguiar Varela, José Aguiar, era
«curmán» -cuñado- de la misma Carmen Fernández González.
La «isogamia» que se registra entre los «caseiros»., o sea el
hecho de que los hijos de «caseiros» casen entre sí, se explica por
el papel del matrimonio dentro de su proceso reproductivo global,
como medio de acceder a uri «púesto de trabajo» como «caseiro»
y de procurarse mano de obra familiar para trabajar las tierras
recibidas. Pero esta isogamia sostenida a través de sucesivas generaciones crea una red de relaciones extremadamente densa, de forma
que cuando unos «caseiros» abandonan definitivamente un «lugar»
hay grandes posibilidades de que unos parientes vengan a sustituirlos. De igual forma esta red de relaciones estructura su proceso de
trabajo a otros niveles. Por ejemplo, los hijos de «caseiros» y«camareiras» eran componente principal de las cuadrillas de jóvenes que
se formaban para ir a segar a jornal a«Terra de Lugo», una
comarca situada a unos veinte kilómetros de San Martiño. La
enumeración de los componentes de una de esas cuadrillas a principios de siglo vuelve a retrotraernos al linaje de los «Torcatos»: la
334
cuadrilla estaba compuesta por dos hijas de Josefa Fernández González, dos hijos de José Fernández González, un hermano de Manuela Aguiar Varela, ... Y la coparticipación en el trabajo de los
jóvenes facilita que se entablen relaciones que pueden conducir al
matrimonio: dos primos carnales componentes de esa cuadrilla de
segado"res, Adolino (hijo de José Fernández González) y Josefa
(hija de Josefa Fernández González) acabaron casando.
Matrimonios isogámicos forman parte de las estrategias reproductivas de 16s «caseiros» en tanto permiten a sus hijos acceder al
puesto de llevadorés de algún «lugar». Matrimonios isogámicos
generan una red de parentesco muy densa, sobre la que se estructura
el proceso de trabajo, tanto entreayudas agrícolas como organización de cuadrillas para marchar a segar a jornal. Y la çoparticipación de los jóvenes en el trabajo facilita que se entablen entre ellos
relaciones que conducen al matrimonio. Pero, cuando unos «caseiros» abandonan un «lugar», como sucedió con el «lugar de Ceide»,
en 1925, ^por qué el amo habría de preferir como nuevos «caseiros»
a unos parientes de los antiguos llevadores?. La argumentación
puede completarse mejor a través de la historia de un segundo
linaje de «caseiros», «Os de Farruco».
La descendencia de Farruco se desarrolla en la Genealogía VI.
La historia comienza cuando Francisco Folgueira, «Farruco», y
Genoveva Corbelle, hija ilegítima de una «camareira», entran a
servir como criados en casa de D. Ramón Pérez, un «rico» afincado
en un parroquia lindante con San Martiño, y dueño en esta última
de los «lugares» de Honrado y Pereiras. Francisco y Genoveva
casan, y el amo los envía como «caseiros» al «lugar» de Pereiras,
que entonces tenía vacante. La relación entre amo y llevadores
dista aquí de ser meramente contractual, puesto que el amo va a
apadrinar a alguno de los hijos de su «caseiro». Se entabla así una
relación clientelar de larga duración. Un sobrino de Francisco
Folgueira, Salustiano Folgueira, entrará años más tarde como criado en casa del mismo amo, D. Ramón Pérez. Y cuando el segundo
«lugar» que este amo posee en San Martiño, el «lugar» de Honrado,
quede vacante, el mismo Salustiano Folgueira se hará cargo de él
como «caseiro».
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Años más tarde los hijos de Francisco Folgueira y Genoveva
Corbelle empiezan a casar y marchar del «lugar» de Pereiras, y a
reproducir las estrategias seguidas por su padre. Casa Benedicto
Folgueira Corbelle y marcha como «caseiro» al «lugar» de Ceide.
Casa Jesús y marcha también como «caseiro» fuera de la parroquia
... hasta que diez años más tarde su tío Salustiano deje libre el
«lugar» de Honrado y Jesús Folgueira acuda a reemplazarlo!!!. Y
los demás hermanos Folgueira Corbelle continúan casando: lo hace
Benito en 1941, al morir su padre, y queda como nuevo llevador
del «lugar» de Pereiras. Y al año siguiente su hermano Manuel
casa y marcha como «caseiro» a una parroquia vecina.
El «acasaramento», en cuanto relación social entre amo y llevador, forma parte así de un conjunto de relaciones verticales entre
dos grupos de parentesco, a través de los que un primer grupo de
parentesco, el del «amo», recluta mano de obra en forma de criados
y«caseiros» entre los miembros de un segundo grupo de parientes.
A través de esta relación clientelar los «caseiros» organizan también
su proceso reproductivo, colocando a sus hijos como criados a veces
y más tarde como «caseiros», ya reemplazando a su padre en el
papel de llevador, ya tomando en arriendo nuevos «lugares» del
mismo amo o de parientes o amigos del amo. La relación clientelar
se entabla entonces ño entre dos individuos, sino entre dos grupos
de parientes. Y es esa relación vertical extremadamente compleja
y no simplemente él contrato de «acasaramento» lo que informa
el proceso reproductivo de los «caseiros». Así, cuando en los años
50 de este siglo los nietos de D. Ramón Pérez decidieron vender
las tierras de los dos «lugares» que poseían en San Martiño, dieron
preferencia para comprar las fincas que quisieran, y facilidades de
pago, a los «caseiros» que las venían trabajando.
La historia y evolución del «acasaramento» en San Martiño a
lo largo del S. XX es la historia de una cambiante relación entre
amos y llevadores, o mejor dicho, de la cambiante relación entre
tierra poseída por amos que no la explotan directamente, y brazos
disponibles para trabajar, o dinero disponible para adquirir las
fincas.
El primer tercio del S. XX está marcado por la emigración
337
americana, que genera un déficit de mano de obra para trabajar
tierras bajo ^ontrato de «acasaramento», pues son sobre todo los
hijos varones de los «caseiros», y los hermanos del «casado en casa»
en las «casas» de labradores quienes marchan a América. Hay falta
de personal dispuesto a trabajar la tierra como «caseiros», pero no
falta de dinero para adquirir esas mismas fincas: cuentan con él
los labradores, beneficiados por la comercialización del ganado, y
que necesitan incrementar la superficie de sus explotaciones; y
cuentan también con él emigrantes a Cuba que vuelven con sus
ahorros a finales de los años veinte, interesados en comprar un
pequeño «lugar» donde establecerse.
No hay brazos para trabajar como «caseiros» pero sí dinero
para comprar las fincas: los «lugares» de Fiouqueira y Chafarica
en San Martiño,.explotados desde tiempo antes mediante «caseiros», son adquiridos por sendos emigrantes recién retornados de
Cuba, a finales de los años veinte, aunque parte de las fincas se
vende a varios labradores de la parroquia. Y cuando los bienes de
la «casa de Flores» son embargados por un prestamista, en 1935,
este no los cede a un «caseiro», sino que vende las fincas a varios
labradores.
La guerra civil y la economía de estraperlo de los años 40
significaron una inversión de esta tendencia, debido al cese de la
emigración. Pero ahora los hijos de «caseiros» y labradores pobres
encontraron trabajo en las minas que se vuelven a explotar en una
parroquia vecina, a partir de 1941. Los años 50 contemplan un
reavivamiento de la emigración, esta vez de ámbito nacional, que
se lleva a hijos de «labradores» y de «caseiros» dejando abandonados no sólo los «lugares acasarados» sino también varias «casas»
de labradores. Las tierras se vuelven a vender, esta vez a«labradores» y«caseiros» que deciden no marchar. Y una estructura social
tri- o cuatripartita organizada sobre la propiedad de la tierra empieza a ser recuerdo.
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