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INFORME FINAL DE CUMPLIMIENTO DE LOS
OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO
La agenda de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio (ODM) ha tenido un impacto importante en
el país al haber permitido orientar las decisiones
políticas y los recursos para el desarrollo, en la
medida de lo posible, hacia las áreas de desarrollo
establecidas en ella. Guatemala ha avanzado en
la consecución de las metas, pero el ritmo de este
avance ha sido insuficiente y, en muchos ámbitos,
insatisfactorio para lograr los estándares mínimos
de desarrollo que plantearon los ODM.
Los resultados que se registran en el presente
informe muestran que, en general, el avance de los
indicadores ha sido heterogéneo. De los
indicadores que tuvieron una meta definida para
2015 (24 de los 66 reportados por el país),
solamente el 25 por ciento ha cumplido con el
logro de la meta, otro 12.5 por ciento estuvo muy
cerca de cumplirla, mientras que el resto (62.5 por
ciento) estuvo muy lejos de cumplirla.
Para el resto de indicadores (42) para los cuales no
se definió una meta, el grado de cumplimiento se
ha determinado en función de su evolución en el
tiempo. Es decir, si su desempeño ha sido positivo,
negativo o presenta un estancamiento.
De conformidad con esa categorización, los
resultados muestran que el 55 por ciento presenta
una evolución positiva a lo largo de las mediciones
reportadas, mientras que el 9 por ciento restante se
encuentran estancados y 29 por ciento de estos
indicadores muestran involución.
Para 3 indicadores (7 por ciento) solamente se
dispone de un dato o se reconoce que el
indicador no presenta una tendencia definida que
pueda ser clasificada según las categorías
mencionadas; este es el caso de la relación
empleo-población, indicador para el cual no es
posible determinar una evolución.
Si se integran ambos resultados, se concluye que el
cumplimiento de la agenda de los ODM por parte
del país ofrece un balance general en el que
destaca que solamente el 44 por ciento de los
indicadores se cumplió o presentó una evolución
positiva en el transcurso del tiempo.
El detalle general de cumplimiento por cada ODM
se presenta a continuación, haciendo alusión a los
resultados agregados y a los matices diferentes
que se observan entre los distintos grupos sociales y
territorios.
ODM 1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre
En materia de reducción de la pobreza y el
hambre, el país ha logrado reducir el número de
niños y niñas que a los 5 años pesaban menos del
promedio. En 1987, tres de cada diez pesaban
menos de lo que deberían pesar, para los años
2014/2015, solamente uno de cada diez niños(as)
pesaba menos de su peso ideal. Estos cambios
hicieron que el indicador fuera alcanzado por el
país.
Sin embargo, la pobreza —principal objetivo que
guió la Declaración del Milenio y que sintetiza en
buena medida los progresos realizados— observó
una involución importante al pasar del 18.1 por
ciento, en 1989, al 23.4 por ciento en 2014/2015,
con lo que la distancia hacia el cumplimiento de la
meta se hizo más profunda, en vez de reducirse.
El deterioro observado en la evolución de la
pobreza no ha sido equitativo entre los distintos
grupos sociales o en el nivel territorial. La población
no indígena y las personas que viven en las áreas
urbanas del país han experimentado un aumento
menor del flagelo. Contrariamente, la población
indígena, las personas del área rural y quienes
viven en las regiones del suroccidente, norte y
noroccidente —que incluye los departamentos de
Alta Verapaz, Quiché, Huehuetenango, San
Marcos y Sololá— continúan concentrando la
mayor incidencia de pobreza. Aproximadamente
cuatro de cada diez personas que viven en el área
rural o pertenecen a los grupos indígenas se
encuentran en condición de pobreza extrema,
contrario a lo que sucede con los no indígenas o
con quienes viven en el área urbana, en donde
solamente
una
de
cada
diez
personas,
respectivamente, padece dicha condición.
Una situación parecida se observó para el
indicador relativo a la desnutrición crónica que,
pese a manifestar una reducción sostenida a lo
largo del período de medición, pues pasó de un
62.2 por ciento, en 1987, a un 46.5 por ciento, en
2014/2015, no tuvo avances suficientes como para
alcanzar la meta. Todavía 47 de cada 100 niños(as)
menores de 5 años presenta una talla menor para
su edad, cuando se esperaba que fueran
solamente 31. Asimismo, al hacer el análisis por
grupo de población se encuentra que la
desnutrición crónica es casi el doble en el área
rural (53.0) en comparación con el área urbana
(34.6) y entre la población indígena (61.2) respecto
de la no indígena (34.5).
Mención particular merece el indicador relativo al
hambre, el cual ha sido medido a partir de la
población subalimentada. Así, de conformidad
con la última información disponible para el
período 2014/2016, dieciséis de cada cien personas
se encuentran subalimentadas, valor que se ha
mantenido casi constante en las últimas
mediciones.
El empleo como mecanismo potenciador de los
ODM aún constituye un serio desafío para el país,
debido a los bajos niveles de productividad laboral,
la prevalencia de segmentos de población
ocupada viviendo en la pobreza (20.1 por ciento,
en 2014) y realizando actividades por cuenta
propia (40.5 por ciento, en 2014), lo cual no
garantiza condiciones que permitan reducir la
pobreza y generar dinámicas positivas alrededor
de esta agenda.
De cada cien personas indígenas ocupadas en el
área rural, 35 viven en situación de pobreza
extrema, valor relativo que resulta siendo tres o
cuatro veces mayor que el observado en sus
contrapartes no indígenas y del área urbana.
ODM 2: Lograr la enseñanza primaria universal
En materia educativa se observan avances
importantes, pese a que en los últimos años se
refleje una reversión en dos de los indicadores. La
tasa neta de escolaridad primaria (TNE) pasó del
71.6 por ciento, en 1991, al 98.7 por ciento, en 2009,
para
luego
experimentar
una
reducción
progresiva, hasta situarse en un 82.0 por ciento, en
2014. Esta involución alejó al país de asegurar la
universalización de la educación primaria.
Una conjunción de elementos estaría detrás de la
referida involución, entre otros, la falta de un censo
actualizado que dé cuenta del total de la
población entre 7 y 12 años; la mejora en los
registros del Ministerio de Educación (Mineduc); la
reducción en la cobertura del Programa de
Transferencias Condicionadas en Efectivo, y la
mayor condición de pobreza.
Otro indicador en el cual se observa una involución
es la proporción de estudiantes que comienza
primer grado y culmina sexto. A pesar de ello,
desde el año base (1991) cada vez más niños y
niñas se incorporan a las escuelas y terminan la
educación primaria; en ese año, 44 de cada 100
niños finalizaban la educación primaria. Para el
año 2009, el número se había duplicado (8 de
cada 10 la terminaba); sin embargo, luego de
transcurridos 5 años la proporción se redujo a 72 de
cada 100 (2014). Este desempeño del indicador se
encuentra vinculado con la matrícula en el nivel
primario, pues aún falta que 28 niños y niñas
comiencen y terminen la educación primaria para
alcanzar la meta.
Finalmente, el indicador relativo a la tasa de
alfabetización en jóvenes de entre 15 y 24 años se
ha incrementado progresivamente, desde un 74.8
por ciento en el año base (1989), hasta un 93.3 por
ciento en 2014/2015, quedando a 6.7 puntos
porcentuales de la meta establecida en la
agenda. El comportamiento es diferenciado entre
grupos sociales y en los distintos territorios, pues la
proporción de la población rural e indígena ha sido
persistentemente más baja que la de sus pares no
indígenas del área urbana. Las diferencias entre
ambos grupos equivalen a alrededor de 5 puntos
porcentuales, de conformidad con la última
medición de 2014/2015, aunque se manifiesta una
progresiva reducción en los últimos años.
ODM 3: Promover la igualdad de género y el
empoderamiento de la mujer
En materia educativa se observa un avance
importante, ya que la paridad entre hombres y
mujeres estuvo muy cerca de alcanzarse,
especialmente para los niveles primario y
secundario, en donde se observan valores de
alrededor de 0.9 (por cada 10 niños hay un
equivalente de 9 niñas), con algunos altibajos en
los últimos años, principalmente en el nivel
secundario. Esto, como consecuencia de la
evolución negativa que han mostrado las tasas
netas de escolaridad y de terminación. Por su
parte, en el ciclo diversificado y en el nivel
universitario la paridad ya se logró.
Si el comportamiento del indicador se analiza de
manera desagregada, cabe referir que la
población indígena presenta brechas importantes
en comparación con la no indígena, brechas que
en puntos porcentuales equivalen a 5 en el nivel
primario, 15 en el ciclo básico y 10 en el ciclo
diversificado. Por área geográfica la brecha es de
10 puntos porcentuales, en detrimento del área
rural.
En cuanto al empoderamiento político de las
mujeres, cabe mencionar que todavía persisten
amplias brechas, pues solo el 13.9 por ciento de los
escaños en el Congreso de la República son
ocupados por mujeres. Esto significa que de los 158
diputados que integran el Congreso solamente 22
son
mujeres
(legislatura
2016-2019).
Dicho
porcentaje se incrementó levemente desde la
legislatura de 1991-1995, cuando el indicador
alcanzó el valor relativo de 5.2 por ciento.
Similar situación se observa en el acceso al empleo
(autonomía económica), en donde se presenta un
estancamiento en la participación de las mujeres,
pues solamente el 37.9 por ciento de las
asalariadas se encontraba empleada en el sector
no agrícola en 2014, lo que no garantiza su
autonomía económica. Las principales actividades
laborales en las que se emplean las mujeres son el
sector inmobiliario y los servicios.
Las brechas entre la población indígena y la no
indígena se redujeron de 7 puntos porcentuales, en
2002, a 3 puntos porcentuales, en 2014. Por
regiones, la metropolitana y la noroccidental
presentan la mayor proporción de mujeres que se
incorporan al empleo remunerado en el sector no
agrícola.
La remuneración que perciben las mujeres en
comparación con la de los hombres en igual
actividad resulta siendo inferior en más de una
cuarta parte para las actividades de agricultura y
servicios; mientras que para los sectores de industria
y comercio las variaciones son más pronunciadas.
Esta situación se profundiza al analizar la
proporción de hombres y mujeres cotizantes al
seguro social pues, del total, los hombres participan
con el 70 por ciento, mientras que las mujeres lo
hacen solamente con el 30 por ciento durante el
período comprendido entre 2001 y 2013.
ODM 4: Reducir la mortalidad de los niños
menores de 5 años
Este ODM quizás sea uno de los que mejor
evolución mostró a lo largo de la vigencia de la
agenda, con excepción del indicador relativo a
vacunación contra el sarampión. La tasa de
mortalidad en niños menores de 5 años se ha
reducido progresivamente entre el año base (1987)
y el período 2014/2015, ya que se dio una tasa que,
de 110, logró llegar a 35. Es decir, se observó una
reducción de 74 puntos porcentuales. Este
comportamiento sitúa el indicador en el estatus de
cumplido, al ubicarse por debajo de la meta (37).
ODM 5: Mejorar la salud materna
Los progresos observados en la salud materna son
bastante limitados. Aunque se ha logrado reducir
la mortalidad materna de 219 casos por cada
100,000 nacidos vivos, en 1989, a 140, en 2007, y
finalmente a 113, en 2013, el número de mujeres
que mueren como consecuencia del embarazo
aún es elevado y el país ha quedado distante de la
meta (58 puntos porcentuales).
Finalmente, el indicador relativo al porcentaje de
niñas y niños menores de 23 meses vacunados
contra el sarampión observa un comportamiento
menos favorable. La brecha que separa estos
indicadores de su cumplimiento (31.8 puntos
porcentuales) aún es bastante significativa. En el
año base (1987), el porcentaje era de 69; para
2014/2015, el valor se había reducido a un 63.2 por
ciento, es decir, se dio una involución del indicador
que lo aleja de la meta establecida (95 por ciento).
Las diferencias entre los diferentes grupos sociales
son menos marcadas que en el caso de la
mortalidad infantil y de la niñez, pero ambos grupos
observan una involución durante la última
medición.
La brecha se hace más intensa al considerar la
ubicación geográfica; así, los departamentos con
una razón más alta son los ubicados en la parte
norte del país (Huehuetenango, Quiché, Alta y Baja
Verapaz, Petén, Izabal, Totonicapán y Sololá). Por
grupo étnico, la población indígena observa una
razón de mortalidad materna de más del doble
que su contraparte, la población no indígena
(para
valores
de
163.2
contra
68.4,
respectivamente, según la información disponible
para 2013). Ninguno de los grupos poblacionales
logró alcanzar la meta.
La evolución observada en la mortalidad materna
se encuentra relacionada con el bajo nivel de
partos atendidos por personal calificado: de
acuerdo con la Encuesta nacional de salud
materno infantil 2014/15 (Ensmi 2014/15), solo 66 de
cada 100 partos son atendidos por personal
calificado (médico o enfermera), siendo las
mujeres del área rural e indígenas donde la
cobertura es aún menor (55.4 y 50.3 por ciento,
respectivamente), en comparación con el área
urbana y con los no indígenas, que ostentan
coberturas por encima del 82 por ciento.
Aunque el uso del preservativo es uno de los
medios más eficaces para reducir la transmisión del
VIH/sida, todavía constituye un desafío, dado que
solamente el 41.5 por ciento reportó usarlo en la
última relación sexual de alto riesgo.11 Esto se
traduce en una involución con respecto a
2008/2009, cuando el valor fue del 56 por ciento.
Por su parte, el indicador relacionado con la
proporción de jóvenes de 15 a 24 años que tiene
conocimientos sobre las formas de prevención se
redujo ostensiblemente, pues pasó de 53, en 2002,
a 22.1, en 2014/2015.
ODM 7: Garantizar la sostenibilidad del medio
ambiente
ODM 6: Combatir el VIH/sida, el paludismo
o malaria y otras enfermedades
El ODM 6 no refiere metas concretas para la mayor
parte
de
indicadores;
asimismo,
su
comportamiento
y
evolución
han
sido
significativamente diferentes. El primer indicador,
relativo a la prevalencia de jóvenes de 15 a 24
años de edad que tienen VIH/sida, pasó de 0.31,
en 2000, a 0.27, en 2014. A pesar de la evolución
positiva, solo veintidós de cada cien personas del
mismo rango de edad saben la forma como se
contagia la enfermedad (Ensmi 2014/2015).
En cuanto a la incorporación de los principios de
sostenibilidad ambiental en las políticas públicas y
los programas nacionales para revertir así la
pérdida de los recursos naturales, los progresos han
sido bastante deficientes. Contrario a lo dispuesto
en las metas, se observan retrocesos en el área
cubierta por bosques al pasar de 38.1 a 33.7
durante el período comprendido entre 2001 y 2012;
también se evidencian incrementos en las
emisiones de dióxido de carbono (per cápita) de
0.84, en 1990, a 0.99, en 2010.
En sentido contrario, el indicador relacionado con
la proporción de recursos hídricos utilizada observó
un incremento, pues pasó de un 15.3 por ciento, en
2001, a un 20.61 por ciento, en 2010; pese a ello,
aún se evidencia una limitada capacidad del
Estado para regular el uso del agua.
En los indicadores vinculados con el consumo de
sustancias que agotan la capa de ozono
(clorofluorocarbonos y bromuro de metilo), la
evolución ha sido satisfactoria debido a la
implementación de mecanismos
normativos
(prohibición y regulación del uso de estas
sustancias).
En cuanto a la meta de reducir la pérdida de
biodiversidad, cabe referir que el indicador relativo
a la proporción de áreas terrestres y marinas
protegidas observó una variación positiva, al pasar
del 24.5 por ciento, en 1990, al 30.65 por ciento, en
2014. Por su parte, el número de especies en
peligro de extinción se redujo del 17.65 por ciento,
en 1999, al 12.96 por ciento, en 2013; es decir, se
dio una reducción de 4.7 puntos porcentuales.
ODM 8: Fomentar una alianza mundial
para el desarrollo
Este ODM merece una mención particular. Aunque
para Guatemala no precisa metas e indicadores —
salvo en el caso del acceso a medicamentos y las
tecnologías
de
la
información
y
las
telecomunicaciones—, es necesario mencionar
que gran parte del éxito o fracaso que se observe
en los siete objetivos anteriores depende de la
consecución de este. Ello porque en el
cumplimiento del ODM 8 se buscó propiciar la
coordinación de los países desarrollados en pro de
los menos desarrollados, movilizando recursos y
propiciando relaciones más justas que garantizaran
un desarrollo autónomo de aquellos países que lo
necesitaran.
En general, se puede decir que este objetivo
avanzó a pasos aletargados, sobre todo en áreas
de especial interés para el país, tales como el
acceso a mercados, ámbito en el que persiste una
alta protección arancelaria y significativos niveles
de ayuda concedida por los países desarrollados a
sus sectores agrícolas, lo cual impide que nuestros
productos —de origen primario— compitan
adecuadamente en esos mercados.
En el marco de la asistencia oficial al desarrollo
(AOD) aún no se han movilizado los recursos
financieros necesarios y el nivel de ellos se
mantiene muy por debajo de los compromisos
asumidos por los países desarrollados (0.7 del PNB).
Además, la lógica de asignación se ha orientado
hacia los países catalogados como de ingreso
bajo, en detrimento de los países de ingreso medio,
grupo en el que se incluye a Guatemala.
En materia de acceso a medicamentos debe
reconocerse que subsisten brechas importantes,
pues la proporción de la población con acceso a
ellos
a
precios
asequibles
se
redujo
progresivamente a lo largo de la vigencia de la
agenda, hasta situarse en un 39.5 por ciento en
2014. Ello obedece, en gran medida, a la
reducción de los recursos financieros destinados al
Programa de Accesibilidad a Medicamentos
(Proam) y al poco dinamismo observado en la
cobertura del Instituto Guatemalteco de Seguridad
Social (IGSS).
El acceso a nuevas tecnologías de la información y
las comunicaciones precisa una real transferencia,
de manera que estas incidan en un incremento de
la productividad del país. Cabe mencionar que en
materia de suscripciones telefónicas fijas y móviles
el país ha experimentado un crecimiento bastante
acelerado. El número de teléfonos fijos por cada
cien habitantes casi se triplicó entre los años 1997 y
2014, al pasar de 4.1 a 10.9 millones,
concentrándose
en
su
mayoría
en
el
departamento de Guatemala, que presenta 41
suscripciones telefónicas por cada cien habitantes.
Las suscripciones móviles, por su parte, mostraron
un crecimiento exponencial al pasar de 0.6, en el
año 1997, a 107.0 por cada cien habitantes, en
2014; esto es, una proporción mayor que uno por
habitante.
CONTACTO:
Licda. Evelyn Picón
Dirección de Comunicación Social Segeplán
[email protected]
Guatemala, enero 2016
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