España y III Reich - Colectivo Miles de Voces

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España y III Reich:
Colaboración durante la II Guerra Mundial
Autor: Victor Aparicio Rodríguez
25-03-2015
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– www.archivodelafrontera.com –, un proyecto del
Centro Europeo para la Difusión de las Ciencias
Sociales (CEDCS), bajo la dirección del Dr. Emilio
Sola, con la colaboración tecnológica de Alma
Comunicación Creativa.
Índice
1-Interés y justificación del tema.
2-Estado de la cuestión.
3-Desarrollo de la cuestión.
3.1. Introducción.
3.2. Relaciones durante la guerra civil española (julio de 1936-septiembre de 1939).
3.3. Septiembre de 1939-junio de 1940.
3.4. La “tentación belicista”: la no beligerancia entre junio y diciembre de 1940.
3.5. La no beligerancia desde enero de 1941 hasta octubre de 1943.
3.6. Neutralidad forzosa y fin de la guerra: octubre de 1943-mayo de 1945.
3.7. Conclusiones.
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España y III Reich
1-Interés y justificación del tema.
Uno de los temas que más polémica e interés ha despertado referente al franquismo ha sido
el papel de España durante la segunda Guerra Mundial y, más concretamente, las relaciones
que mantuvo con la Alemania nazi durante la contienda. ¿Por qué este interés? Quizás sea
por culpa de la propaganda franquista, que quiso demostrar nada más acabada la guerra sus
diferencias con el III Reich y su no colaboración con las potencias fascistas para no ganarse
la hostilidad de los victoriosos aliados (cosa que no consiguió del todo, ya que el régimen
franquista sufriría de un aislamiento internacional durante unos cuantos años en parte por
culpa de su papel en la guerra). El interés por corroborar o desmontar esta versión llevaría
posteriormente, ya en periodo democrático, a numerosos historiadores a ahondar en cuál fue
la actitud exacta que España mantuvo durante dicha contienda.
Tras varios estudios y publicaciones (que analizaremos en el apartado siguiente) se demostró cómo la propaganda franquista había querido lavar la cara a un régimen que, si bien no
había participado activamente en la guerra, se había alineado ideológicamente más cerca
del Eje que de las potencias aliadas y había colaborado ampliamente tanto con la Italia de
Mussolini como con la Alemania de Hitler. Sin embargo, esto no ha bastado para dejar claro
el papel de Franco y su régimen durante la contienda europea y aún hoy podemos ver cómo
ciertos historiadores y periodistas continúan aceptando la versión franquista.
Por tanto, creo que sigue siendo un tema de interés sobre el que es necesario continuar
indagando, para responder a las preguntas que puedan quedar todavía sin clarificar y
para, o bien desmontar aquellas versiones que se alejen de las conclusiones de los estudios históricos más rigurosos, o bien para matizar y completar aquellas versiones que
parezcan más verídicas.
Por otro lado, estamos hablando de un tema donde entraron en juego personalidades tan
complejas y contradictorias como extraordinarias, que representaron un papel crucial.
Hablamos de los máximos dirigentes de España y Alemania en la época: el Caudillo y el
Führer; pero también estamos hablando de los ministros de asuntos exteriores: por ejemplo de Joachim von Ribbentrop, del Conde de Jornada o, para mí la más interesante de
todas las personalidades y la que más me atrajo hacia el estudio de este tema, de Ramón
Serrano Suñer. Fue precisamente a raíz de la lectura de una publicación sobre su papel
en la construcción del Estado franquista y en las relaciones de España con Alemania en
la guerra mundial cuando se despertó mi interés. En dicho libro1, escrito en clave de biografía novelada, el autor hace un relato sobre la figura de Serrano en base a una serie de
entrevistas que mantuvo con el personaje y construye una historia poco objetiva, ya que
se deja influir por la personalidad y el discurso de Serrano y se aleja del rigor histórico. El
autor de la obra es periodista, no historiador, lo cual es un indicador de la necesidad que
tenemos los historiadores de realizar y divulgar estudios rigurosos.
1 MERINO, Ignacio: Serrano Suñer. Conciencia y poder, Madrid, ALGABA, 2004.
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Es por todo esto que en el presente trabajo trataré de describir y analizar qué tipo de relación mantuvieron España y Alemania durante la II Guerra Mundial y en qué consistió la
colaboración entre ambas potencias.
2-Estado de la cuestión.
Vamos a realizar a continuación un repaso por las obras que he estudiado para acercarme
al tema que vamos a analizar. En primer lugar tenemos que decir que la principal versión
que durante mucho tiempo se dio acerca del papel de España durante la II Guerra Mundial fue la de la propaganda franquista, es decir, que Franco había conseguido mantener
a España fuera de la guerra y, por consiguiente, la había salvado de la destrucción al
mantener una política de prudencia extrema y de contención a Hitler, quien habría estado
presionando constantemente a Franco para que entrase en la guerra a favor del Eje. Esta
versión, además, culpaba a Serrano Suñer de haber sido el principal germanófilo durante la contienda dentro del aparato franquista y quien más hizo por meter al país en la
guerra; de esta manera se culpabiliza principalmente a una sola persona de la tendencia
hacia el Eje y se eximía de toda culpa al Caudillo. Fue el propio Suñer quien, ya desde
el año 1947 con la publicación de su libro Entre Hendaya y Gibraltar2, matiza la versión
franquista y trata de explicar mejor cual fue su posición durante la guerra y por qué actuó como lo hizo. No niega en ningún momento su creencia por aquel entonces de que
el Eje se alzaría con la victoria, e incluso afirma que tanto Franco como la mayor parte
del aparato franquista, así como militares y falangistas, veían clara la derrota aliada.
Esto explicaría, según Suñer, las cesiones que se iban haciendo al Führer, puesto que
además constituía una amenaza para la propia España en aquel contexto de guerra y con
una potencia bélica enorme. Sin embargo también quiere hacer ver que trató por todas
las maneras posibles, utilizando sus habilidades como abogado, su talante y oratoria, de
evitar la entrada definitiva de España en la guerra. Esta misma versión es la que recoge
Ignacio Merino en su obra citada en el apartado anterior.
Ya desde los años 60 ciertos historiadores extranjeros comenzaron a realizar investigaciones acerca del tema en cuestión, sin embargo no es hasta los años 80 cuando aparecen
las primeras publicaciones en la historiografía española.3 Hay que decir que no todas las
obras tratan el tema de las relaciones hispano-alemanas durante la II Guerra Mundial
en su conjunto, sino que hay algunas que se centran más en las relaciones económicas,
otras en las relaciones políticas y diplomáticas (con especial interés en los cambios de la
diplomacia española respecto a su posicionamiento en la guerra: neutralidad-no beligerancia-neutralidad), otras en los acuerdos secretos entre ambos países, otras en exclusiva
2 SERRANO SUÑER, Ramón: Entre Hendaya y Gibraltar, Madrid, Ediciones y publicaciones españolas
S.A., 1947.
3 No vamos a hacer mención aquí a todas las obras publicadas. Para un acercamiento en profundidad a
la historiografía sobre la cuestión mirar ROS AGUDO, Manuel: La guerra secreta de Franco (1939-1945),
Barcelona, Crítica, 2002, XXXII-XXXIV.
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de la División Azul y la colaboración activa española con los ejércitos nazis, etc. Para la
realización de este trabajo he hecho una selección y análisis de varias de esas publicaciones, en la cual aparecen las diferentes perspectivas historiográficas respecto al tema, y a
las que me voy a referir a continuación por orden de publicación.
En primer lugar, la obra de Ramón Garriga Alemany4 defiende de nuevo la tesis de la
habilidad de Franco, aunque también de Suñer, para evitar la entrada de España en la
guerra, de que en todo momento las decisiones tomadas respondían a un deseo de contentar en cierta medida a Hitler para evitar que se enemistase con España5. Otra de las tesis
que aparece implícita en la obra de Garriga Alemany es la buena compenetración entre
el Caudillo y su cuñado Serrano Suñer, lo que permitió el éxito en las relaciones diplomáticas entre ambos países para que España evitase la guerra,6 lo cual está en desacuerdo
con las tesis de la mayoría de los que han estudiado la figura de Suñer en relación a la
de Franco, que defienden la existencia de una amplia autonomía del primero respecto al
segundo (no buscada por Franco), sobre todo durante la época en que fue ministro de
Asuntos Exteriores, y determinados desacuerdos entre los dos.
Ya en la década de los 90 se publicaron varios trabajos de enorme calidad y respondieron
a cuestiones hasta ahora no tratadas, aportando una visión mucho más completa de las
relaciones entre España y Alemania en la II Guerra Mundial. Rafael García Pérez analizó
al detalle las relaciones económicas entre los dos países7, demostrando cómo ya desde
la guerra civil España se vincula económicamente a Alemania por la ayuda prestada por
esta, y cómo a través de empresas como la HISMA, la ROWAK y SOFINDUS los alemanes se abastecieron principalmente de materias primas necesarias para su industria bélica;
otra de sus tesis, parecida a la ofrecida por Ramón Garriga aunque mucho más matizada,
es que la política española durante la guerra mundial trató sobre todo de defender los intereses nacionales y lograr que el régimen recién creado tras la guerra civil sobreviviera,
esquivando los peligros que la guerra mundial pudiera acarrearle. En 1995 se publica la
obra de Javier Tusell, quizás la más completa y de mayor calidad en lo referente a las
relaciones hispano-alemanas entre 1939 y 19458. Esta obra trata de analizar dichas relaciones en su conjunto: el aspecto económico, el ideológico, el político, el militar, el diplomático…tanto en lo referente a la política internacional española como también aquellos
aspectos internos que influyeron en las relaciones exteriores (por ejemplo, los sucesos
4 GARRIGA ALEMANY, Ramón: Franco-Serrano Suñer. Un drama político, Barcelona, Planeta, 1986.
5 Un ejemplo: “Y mientras llegaba el momento de vislumbrar por donde irían los tiros, es decir los
acontecimientos, Madrid no podía oponerse a Alemania, ya que difícilmente la neutralidad absoluta no
habría salvado a España de la invasión de la Wehrmacht, con sus divisiones montando guardia en los
Pirineos; no quedó otro camino que palabras y gestos de amistad para evitar la catástrofe.” GARRIGA
ALEMANY, Ramón, op. cit. p.66.
6 GARRIGA ALEMANY, Ramón, op. cit, p.103.
7 GARCÍA PÉREZ, Rafael: Franquismo y III Reich. Las relaciones económicas hispano-alemanas
durante la II Guerra Mundial, Madrid, Centro de estudios constitucionales, 1994.
8 TUSELL, Javier: Franco, España y la II Guerra mundial. Entre el Eje y la neutralidad, Madrid, Temas
de Hoy, 1995.
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de Begoña y la caída de Serrano como ministro de exteriores). Afirma que la posición
española estuvo muy lejos de la neutralidad estricta, y que su afinidad con el Eje duró
hasta casi el final de la contienda. Al contrario que otros autores, sostiene que la decisión
de entrar o no en la guerra “dependió mucho más de Hitler que del dictador español”9, y
que lo que realmente quería Franco era esperar el momento propicio para declarar la guerra a los aliados para obtener el máximo beneficio con las menores pérdidas posibles, si
bien es cierto que la desastrosa situación del país, la postura reticente de los militares (el
ejército no estaba en condiciones de participar en una guerra de aquellas características)
y la negativa de Franco y Suñer a entrar en guerra aceptando las contrapartidas que Hitler
ofrecía también jugaron un papel clave. El libro de Tusell provocó la “respuesta” de Luis
Suárez en una obra extensa10 que vuelve a las tesis franquistas de que el Caudillo persiguió en todo momento la neutralidad y que quería que la guerra acabase cuanto antes, que
los documentos no prueban que quisiese ir a la guerra, sino más bien lo contrario y que,
de nuevo, fue Suñer el principal germanófilo y belicista.
Ya más recientemente, en el 2002 Manuel Ros Agudo publicó un libro donde analizaba
la colaboración secreta entre Franco y Hitler11: aspectos como el repostaje de submarinos
alemanes en territorio español, la colaboración entre el régimen franquista y la Gestapo,
los espías alemanes presentes en España, etc. Este tipo de colaboraciones beneficiaron
claramente al Eje en su guerra contra los aliados, según Ros Agudo, por lo que además
estas actividades eran llevadas a cabo en secreto, intentando evitar que Gran Bretaña
o Estados Unidos lo supieran (aunque, como se demuestra, estaban al tanto de lo que
ocurría y manifestaron en varias ocasiones su disconformidad y protesta, con sanciones
incluidas hacia España). Pero hay una aportación clave y novedosa en esta obra, y es el
descubrimiento por el autor de un documento donde se prueba una reunión de la Junta de
Defensa Nacional y el Alto estado Mayor franquista el 31 de octubre de 1939 para realizar un programa de rearme y prepararse para entrar en la guerra. Esto demostraría según
Ros Agudo que, contrariamente a como han afirmado otros historiadores, las intenciones
de España de entrar en la II Guerra Mundial no comenzaron a partir de la debacle francesa
en el año 1940, sino que ya en 1939, sin que los ejércitos de Hitler hubiesen mostrado
todo su potencial y eficacia y sin ningún tipo de presión externa, España estuvo dispuesta
a iniciar hostilidades. Otra de las tesis a destacar de este libro, en la línea de lo afirmado
por Tusell, es que fueron las negativas de Hitler a aceptar las propuestas territoriales
españolas lo que dejó a España fuera de la guerra, y no la habilidad de Franco o Serrano.
Por último, tenemos que destacar como obra importante el libro de Stanley Payne publicado en el año 200812, de nuevo favorable a la tesis de que Franco se posicionó del lado
9 TUSELL, Javier, op. cit. p.13.
10 SUÁREZ, Luis: Franco: Crónica de un tiempo. España, Franco y la Segunda Guerra Mundial.
Desde 1939 hasta 1945, Madrid, Editorial Actas, 1997.
11 ROS AGUDO, Manuel: La guerra secreta de Franco (1939-1945), Barcelona, Crítica, 2002.
12 PAYNE, Stanley: Franco y Hitler. España, Alemania, la II Guerra Mundial y el Holocausto, Madrid,
La esfera de los libros, 2008.
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de Hitler durante la contienda, y solo cuando vio que la victoria se decantaba cada vez
más del lado de los aliados, comenzó a acercarse a estos. Sin embargo, Payne es más
indulgente con Franco y defiende un mayor deseo bélico de Serrano que de Franco, más
reservado y más distanciado ideológicamente del Reich que su cuñado.
Las obras citadas anteriormente son las más representativas de los estudios acerca de las
relaciones entre la España de Franco y la Alemania hitleriana durante la guerra del 39 al 45.
Principalmente en base a ellas he realizado el estudio y análisis de los hechos y actividades
clave que definieron esa colaboración y que pasaré a relatar en el siguiente apartado.
3-Desarrollo de la cuestión.
3.1. Introducción.
El objetivo del presente trabajo es volver a demostrar, al igual que han hecho anteriormente una serie de historiadores (algunos de los cuales hemos citado en el apartado anterior),
la afinidad del régimen de Franco con el Eje Roma-Berlín durante la Segunda Guerra
Mundial, atendiendo principalmente a las relaciones hispano-alemanas (no entraremos
aquí a analizar la relación de España con la Italia fascista de Mussolini). Veremos cómo
la deuda generada por la ayuda alemana a Franco durante la guerra civil condicionó posteriormente las relaciones entre ambos países durante la contienda iniciada en septiembre
de 1939. Trataremos de explicar los cambios en la diplomacia española a lo largo de dicho
conflicto bélico y a qué respondían esos cambios. Intentaremos resolver el interrogante
que plantea el hecho de que, pese a la enorme cercanía de España con el Eje, no se entró
finalmente en la guerra mundial. Se analizará también el papel jugado por los diferentes
personajes clave en las relaciones internacionales (Franco, Beigbeder, Suñer, Jordana…).
Y, en líneas generales, enumeraremos y describiremos las diferentes formas en que se
materializó la colaboración de España con los alemanes.
La postura española durante la guerra mundial es algo que sorprende por dos cuestiones.
La primera, el hecho de que finalmente no participase en la guerra activamente junto al Eje,
si atendemos a los numerosos aspectos que acercaban a España con Italia y Alemania y, si
cabe más importante aún, a la relación que había habido entre estos tres países durante la
guerra civil española y la ayuda prestada a Franco tanto por nazis como por fascistas. La
segunda es por el hecho de que, vista la actitud española tan pro-Eje y ciertamente perjudicial para los aliados durante la contienda, es difícil entender cómo la dictadura franquista
sobrevivió tras la derrota definitiva de Hitler y el fascismo en 1945. Esta última cuestión se
escapa del objetivo y marco de nuestro análisis, por lo que no la trataremos aquí.13 En cuanto
a la primera cuestión, es precisamente lo que trataremos de responder a continuación.
13 El hecho de que Franco comenzase a distanciarse del Eje y acercarse a los aliados entre 1943-44, así
como que comenzase a presentar su régimen como un baluarte del catolicismo y de la civilización frente al
comunismo (“centinela de occidente”), unido al estallido de la Guerra Fría poco tiempo después del final
de la contienda, explica en parte esta cuestión.
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3.2. Relaciones durante la guerra civil española (julio de 1936-septiembre de 1939).
Ya hemos apuntado que fue precisamente durante la guerra civil cuando comenzó la colaboración activa entre España y las potencias fascistas de Alemania e Italia. Tanto Hitler
como Mussolini contribuyeron al esfuerzo de guerra de Franco contra la República, ayuda que fue primordial para que los sublevados se alzaran con la victoria total en abril de
1939 (no es este tampoco el espacio para desarrollar en qué consistió esa contribución).
Dicha ayuda no sería gratuita, y tanto alemanes como italianos reclamarían la deuda generada14. La parte alemana, la que aquí nos interesa, se cobraría principalmente a través
de acuerdos comerciales, monopolizados en su mayor parte por la sociedad empresarial
Sofindus. Alemania aprovechó la guerra civil española para expandir sus redes comerciales en territorio español, que fueron utilizadas para responder a los intereses del Plan
Cuatrienal de 1936 que buscaba orientar la economía alemana de tal forma que en 4 años
estuviera preparada para afrontar una guerra. El 31 de julio de 1936 se crea la HISMA
(Sociedad Hispano-Marroquí de Transportes), una empresa tapadera que, bajo apariencia
de sociedad privada (en realidad controlada por el Estado alemán) suministraba ayuda
a los sublevados españoles (paso del ejército de Marruecos por el estrecho, venta de
armas…)15. Meses más tarde, en octubre, nació la ROWAK (Rohstoff-Waren-Kompensation Handelsgesellschaft) como contrapartida a la ayuda prestada por la HISMA; esta
sociedad se encargaba de gestionar los beneficios económicos concedidos por España, es
decir, organizar el envío a Alemania de los productos extraídos en las diferentes empresas que formaban la HISMA, consistente principalmente en alimentos y materias primas
y minerales (básicas para una industria de guerra).16 Ambas empresas se fundirían en el
año 1938 dando lugar a SOFINDUS, sociedad bajo la que continuarían su actividad hasta
finales de la guerra mundial.
Las relaciones económicas, si bien fueron las que más potenciaron los alemanes respecto
a España durante la guerra civil y sobre todo durante la contienda internacional, no fueron
sin embargo las únicas. El 20 de marzo de 1937 se firmaba un protocolo secreto mediante
el cual, entre otras cosas, ambas potencias se comprometían a una “neutralidad benevolente” en caso de que una de ellas entrara en guerra; dicho protocolo constaba, además,
de otros tres protocolos adicionales donde se trataban temas de carácter económico. Al
año siguiente, en julio, se firmarán los acuerdos policiales entre Himmler y el general
Martínez Anido, Ministro de Orden Público. Estos acuerdos potenciaban la colaboración
entre las policías española y alemana (iniciada realmente en 1928) como por ejemplo en el
14 Sin embargo, mientras que Italia fue más indulgente y perdonó parte de la deuda (Mussolini rebajó los
7000 millones de liras a 5000, unos 250 millones de dólares americanos de la época), Alemania se cobró la
mayor parte de la deuda. PAYNE, Stanley, op. cit p. 82.
15 GARCÍA PÉREZ, Rafael op. cit. p. 61. Mientras que la República, en posesión de las reservas de
oro del Banco de España, pagaba la ayuda recibida con dicho oro, el bando sublevado, carente de oro y de
divisas, lo hacía mediante la concesión de créditos y acuerdos económicos favorables.
16 BERNECKER, W.L.: “La intervención alemana en la guerra civil.”, Espacio, tiempo y forma, Serie
V, Hª Contemporánea (1992), p. 94.
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intercambio de información sobre disidentes de ambos países, extradiciones, intercambio
de métodos policiales, etc.17 Ya en el último año de la guerra, 1939, se firman los acuerdos
más importantes. El 24 de enero se firma un Convenio Cultural, el 27 de marzo España se
une al Pacto Antikomintern para la lucha contra el comunismo, el 31 de marzo se firma un
Tratado de Amistad mediante el que se ratifica el protocolo del año 37. En mayo España
abandona la Sociedad de Naciones, al igual que ya habían hecho Alemania e Italia, lo que
demuestra una vez más su proximidad y afinidad con las potencias fascistas.
Lo anteriormente expuesto demuestra las relaciones tan estrechas que se crearon entre
España y las potencias del Eje durante la guerra civil, lo que condicionó, sin ninguna
duda, la postura y actitud española durante la guerra mundial. Sin embargo, por sí solos
los diferentes acuerdos firmados entre España y Alemania no explican el porqué de
este deseo de acercamiento a Hitler, sobre todo en 1939. La guerra civil había dejado al
país en una situación muy complicada, con mucha pobreza, por lo que el acercamiento
a Alemania, que ya se veía como una potencia económica de primer orden y que, por
tanto, podría ayudar a la recuperación, pudo influir en la postura española. Por otra
parte la afinidad ideológica era mucho mayor con el Eje que con Gran Bretaña o Francia
en aquellos momentos, además de que un nuevo deseo imperialista comenzaba a nacer
en el nuevo régimen. En esta tesitura el 1 de septiembre de 1939 Hitler invade Polonia
y comienza la II Guerra Mundial.
3.3. Septiembre de 1939-junio de 1940.
Tras estallar la II Guerra Mundial con la invasión de Polonia por Hitler y las declaraciones de guerra a Alemania por parte de Francia y Gran Bretaña el 3 de septiembre, Franco
anuncia al día siguiente la neutralidad oficial española. ¿Por qué, en vistas de la demostrada afinidad de España con Alemania, no se declaró la guerra? Las razones, como en todo
hecho histórico, son variadas. En primer lugar, algo que ya hemos comentado: España
acababa de salir de una guerra civil que había dejado en mala situación tanto la economía
del país como el estado del ejército ya que los militares, aunque no rechazasen el hecho
de entrar en guerra, no consideraban que estuviesen lo suficientemente preparados. Por
otra parte al Caudillo aunque no le desagradaría la idea de luchar contra Francia y Gran
Bretaña, países a quienes se tenía una baja tanto estima por su papel durante la guerra civil18 como por el hecho de ser potencias que históricamente habían ido contra los intereses
imperiales españoles, probablemente estaría más interesado en mantener y consolidar el
régimen nacido tras la guerra que aventurarse a un nuevo conflicto bélico donde, a pesar de estar seguro del poderío alemán, le asustaban todavía Francia y, sobre todo, Gran
Bretaña por la amenaza que suponían para España Gibraltar, la importancia militar del
Estrecho, y el Marruecos francés o la existencia de miles de refugiados republicanos en el
17 ROS AGUDO, Manuel, op. cit. pp. 178-185.
18 Desde el Régimen se pensaba que la actitud de Francia y Gran Bretaña durante la guerra civil había
beneficiado a la República, lo que un análisis riguroso de la No Intervención evidencia el hecho de que esta
política en nada o en muy poco pudo beneficiar al bando republicano.
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país vecino. Así la neutralidad en septiembre del 39 puede analizarse en clave de “necesidad táctica” más que el deseo real de Franco y de su régimen. Por último, gran parte de la
historiografía ha señalado que, si bien en el momento inicial de la guerra Franco prefirió
la neutralidad, esto no quiere decir que no pensase entrar en la guerra, sino que más bien
estaba esperando al momento adecuado, cuando el país estuviese en una situación menos
complicada y cuando los ejércitos nazis tuvieran la victoria prácticamente al alcance de
sus manos, lo que permitiría a España entrar en la guerra con el menor sufrimiento posible y asegurándose un puesto en la mesa de negociaciones una vez acabada esta para
obtener los mayores beneficios. A pesar de que estas son las tesis más aceptadas por la
historiografía, autores más próximos a las tesis franquistas opinan que la neutralidad de
España y el deseo de Franco de salvaguardar la paz fueron reales, y que si paralelamente
se hacían acuerdos o colaboraciones con Alemania, estos respondían exclusivamente a un
deseo de contener a Hitler y de evitar que en un futuro pudiese atacar la Península (una
vez derrotada Francia, con las tropas alemanas al otro lado de los Pirineos, este peligro se
volvió aún más real)19.
Sin embargo a pesar de esta neutralidad oficial la actitud del régimen estuvo lejos de la no
colaboración o distanciamiento con Alemania. El Ministro de Asuntos Exteriores, Juan
Beigbeder, le decía al embajador alemán el mismo 3 de septiembre que “España estaba
deseosa de ayudarlos tanto como pudiera”20, opinión que compartía con Franco y con
Serrano Suñer (Ministro de Gobernación). En aquel mes de septiembre Franco ofrece a
Hitler el abastecimiento de submarinos en las costas españolas, definido por Ros Agudo
como “quizás el exponente más claro de violación por parte de España de su condición de
neutral”21. Ello permitía a los submarinos alemanes abastecerse de combustible en Cádiz,
Vigo o Las Palmas, principalmente, áreas no muy lejanas de las zonas de combate pero
seguras, algo que facilitaba la estrategia de guerra nazi. A pesar de que se intentaba llevar
en secreto, los aliados estaban al tanto de estas operaciones y manifestaron sus quejas al
gobierno español en varias ocasiones, llegando incluso a realizar sanciones contra Franco, como tendremos ocasión de ver más adelante. Quizás uno de los hechos clave que
demuestra las verdaderas intenciones del régimen al inicio de la guerra fue la reunión
secreta del 31 de octubre de la Junta de Defensa Nacional y del Alto Estado Mayor. Como
ya hemos indicado más arriba en dicha reunión se diseñó un programa de rearme militar
y se fijaron los principales objetivos estratégicos para cuando se entrase en guerra: las
Baleares, Gibraltar y Marruecos. Al margen de los detalles de la reunión y de los planes
de acción, lo que más nos interesa es que este acontecimiento demuestra que, según Ros
Agudo, lejos de lo que han dicho la mayoría de los historiadores acerca de que la verdadera tentación de España de entrar en la guerra se produjo tras la derrota francesa en junio
de 1940 (donde además habría habido presiones alemanas), la intención belicista viene de
mucho antes, de octubre del 39, con total iniciativa española.
19 SUAREZ, Luis, op. cit. pp. 77-81 / GARRIGA ALEMANY, Ramón, op. cit, pp. 64-66
20 TUSELL, Javier, op. cit, p. 46.
21 ROS AGUDO, Manuel, op. cit. p. 72.
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Otros aspectos que nos dan una idea más completa de la proximidad de España al Alemania en los primeros meses de la II GM son la actitud de la prensa española (dirigida por
Serrano Suñer), con arengas constantes a la entrada en la guerra, a la toma de Gibraltar y
exaltación de las victorias de Hitler22, y las sucesivas muestras de “admiración y entusiasmo”23 de Franco hacia el Führer a medida que este iba conquistando Europa con rápidas
y aplastantes victorias24. El culmen de esa admiración fue la carta que redactó Franco a
Hitler el 3 de junio de 1940 (con Francia ya invadida) felicitándole por sus victorias y proponiéndose para entrar en la guerra, a pesar de las dificultades por las que pasaba en esos
momentos su país. En la carta también aparecían posibles reivindicaciones territoriales y
una petición al Führer de armas y comida.25 También por esas fechas el rechazo de España
a una petición de mediación por parte de Francia nos da una idea de las pocas intenciones
de ayuda a los aliados; conviene recordar también que tras la guerra civil España había
rechazado el ofrecimiento de créditos para la reconstrucción del país por parte de Francia
y Gran Bretaña26, al tiempo que hacía acuerdos comerciales con los nazis.27
Y así llegamos al 10 de junio de 1940 cuando, con Francia prácticamente derrotada,
Italia le declara la guerra. Dos días después España cambia su posición oficial de país
neutral a país “no beligerante”, dando inicio a un nuevo periodo que vamos a tratar en
el apartado siguiente.
3.4. La “tentación belicista”: la no beligerancia entre junio y diciembre de 1940.
Mussolini, ya antes de decidirse definitivamente a entrar en guerra, había instado a Franco
a que le acompañase y se animase él también a dar el paso; las relaciones hispano-italianas eran mucho más estrechas y distendidas que con los alemanes, y en cierta medida
ambos países tenían más en común, por ejemplo los deseos imperiales que fueron creciendo ante la posibilidad de una victoria total de Hitler y de sumarse ellos a la contienda
en el momento apropiado.28 También conviene atender a las buenas relaciones de España
con Italia en otro aspecto importante: la declaración de no beligerancia. La adopción de
22 TUSELL, Javier, op. cit, p. 71.
23 VIÑAS, Ángel (Ed.): En el combate por la Historia. La República, la Guerra Civil, el Franquismo,
Barcelona, Pasado y Presente, 2012, p. 594
24 Franco, mientras alaba a Hitler, no condenó la invasión de los Países Bajos por los nazis el 10 de mayo
de 1940, algo que violaba el derecho internacional.
25 TUSELL, Javier, op. cit. p. 85-87 / GARCÍA PÉREZ, Rafael, op. cit. p. 169.
26 GARCÍA PÉREZ, Rafael op. cit. p.95: “El rechazo a la cooperación con las potencias occidentales
indica la voluntad de alineamiento con las dictaduras fascistas, siendo el factor económico el principal
elemento de cooperación.”
27 La dura situación del país provocó, sin embargo, que entre enero y marzo de 1940 se firmasen acuerdos
comerciales con Francia y con Gran Bretaña.
28 En el caso español, la principal obsesión era Marruecos. En el verano de 1940, según recoge el libro
coordinado por Viñas, Franco firma así en el libro de oro del Archivo General de las Indias en Sevilla: “Ante
las reliquias de un Imperio, con la promesa de otro.” VIÑAS, Ángel (ed.) op. cit. p. 785. Las peticiones
territoriales que se hacían a Hitler en la carta enviada el 16 de junio (pero redactada el día 3) dan otra
muestra del deseo imperial español.
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España y III Reich
esta postura diplomática el 12 de junio de 1940 tenía su antecedente en la posición en que
había estado Italia hasta aquel momento, también practicante de la no beligerancia, con
lo que cabe suponer que la postura española imitó la actitud italiana. Pero, ¿qué quería
decir este término? La no beligerancia era un estatus que no estaba recogido como tal
en el derecho internacional, por lo que en realidad era una invención que, en el caso de
Italia (y así se vio también por muchos para el caso de España) suponía una pre-beligerancia, un periodo de preparación esperando el momento adecuado para la declaración
plena de hostilidades.
Según Tusell, fue precisamente Serrano quien convenció a Franco de adoptar dicha posición29, lo que demostraría una vez más los verdaderos deseos de Suñer de entrar en la
guerra, así como su simpatía total por el Eje. Sin embargo, también el propio Ministro de
Exteriores Beigbeder habría sido totalmente favorable a la decisión. Vemos cómo el poder de Serrano iba aumentando por momentos al tiempo que el recelo y, más adelante, el
odio declarado de ciertos sectores del régimen hacia su persona (sobre todo los militares),
también crecía.
Volviendo a cómo se desarrollaron los acontecimientos, hay que decir que el día 14 de
junio, el mismo día en que los nazis entraban en parís, 4000 soldados españoles ocupan
Tánger, alegando como excusa el hecho de que el gobierno internacional sobre la zona
quedaba en ese momento inoperante. La ciudad se convertiría durante la guerra, con la
aquiescencia de la administración española, en un centro de espionaje y contraespionaje
alemán hasta el cierre del consulado de Alemania en 1944 (tras muchas presiones aliadas)
y la devolución de nuevo a Francia en 1945.
Como estamos viendo, los acontecimientos se suceden de forma más rápida, y las posibilidades de que España entre en la II Guerra Mundial aumentan día a día. Es en este
momento cuando empiezan las negociaciones entre España y Alemania acerca de los
términos bajo los que se iría a la guerra. Para ello, el general Vigón, jefe del Alto Estado
Mayor, visita a Hitler en su cuartel general belga el 16 de junio. Como ya dijese Franco
en su misiva, solicita a Hitler armas (por el mal estado del ejército español), comienza
a tantear el plan de ataque a Gibraltar y el tema marroquí y advierte del peligro de una
posible invasión británica de la península a través de Portugal. Sin embargo Hitler prestó poca atención a los españoles, absorto como estaba en su campaña en Francia. Las
reivindicaciones territoriales españolas quedaron expuestas de forma más completa en
una carta de Beigbeder enviada al Führer y al Duce el 19 de ese mismo mes: ocupación
de Gibraltar y del Marruecos francés, de la zona de Orán y ampliación territorial del
Sáhara español y de sus territorios en Guinea Ecuatorial. La respuesta alemana fue un
simple “tomamos nota”, indicador del poco interés de Hitler en las propuestas y reivindicaciones españolas. Hagamos ahora un inciso para explicar la actitud de Hitler y las
verdaderas pretensiones del Führer.
29 TUSELL, Javier, op. cit. p. 78
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España y III Reich
Quizá la frase que mejor resuma la actitud de Hitler sea esta: “si hubiera existido un interés más profundo y constante de Hitler en que España entrara en la guerra lo más probable
es que este hecho se hubiera producido. No fue así, y esa es la razón principal por la que
España se libró de la guerra.”30. Lo que más le interesó a Hitler respecto a España prácticamente durante toda la guerra fue que esta se mantuviera en una posición de “neutralidad
benevolente”, tal como se había acordado en el protocolo secreto de 1937; el menosprecio de los alemanes para con España fue constante, así como el rechazo continuo de las,
según ellos, exageradas peticiones territoriales españolas. Ya se ha dicho que el principal
interés del Führer en España era económico, que sirviese para extraer materias primas
y minerales para su industria de guerra; en realidad tenía una idea de una España aliada
totalmente subordinada, semicolonial. La desconfianza hacia su capacidad de actuación
en caso de entrar en guerra también llevó a Hitler a recelar de los españoles, ya que no
quería tener que destinar esfuerzos propios de guerra para ayudar a España (como así lo
hiciera tras el desastre italiano en Grecia). A su vez, en su visión racial del mundo, la “raza
latina” era considerablemente inferior a la germana; de hecho Hitler tenía más admiración
y respeto por los británicos que por los españoles o italianos.
Sin embargo, el desarrollo de la guerra hizo que en los últimos meses de 1940 el Führer
se interesase por la participación bélica española. Ante el estancamiento de la batalla
de Inglaterra y la imposibilidad de invadir las islas (Operación León Marino), la feroz
resistencia de los ingleses y su negativa a pedir la paz, Hitler pensó que la conquista de
Gibraltar podría forzar a los británicos a firmar dicha paz. Para ello tenía que contar con
los españoles, por lo que en septiembre pide (o acepta, no queda claro si la petición de
reunión fue española o alemana) una reunión con ellos para negociar los términos de entrada en la guerra. Serrano Suñer, aun sin ser Ministro de Exteriores (lo que da una idea
del enorme poder que había ganado dentro del régimen31) es designado para ir a Berlín,
donde se reúne entre el 16 y el 17 de septiembre con el Ministro de Exteriores nazi,
Ribbentrop, y Hitler. A pesar de la enorme importancia que se dio posteriormente a la
reunión entre Franco y Hitler en Hendaya, lo cierto es que esta entrevista de Serrano en
Berlín fue mucho más crucial, según algunos autores, de cara a las negociaciones de los
términos de entrada en la guerra de los españoles32. Suñer se entrevistó en primer lugar
con Ribbentrop, a quien manifestó su deseo de entrar en la guerra, pero insistiendo en que
la difícil situación del país lo hacía complicado sin una serie de contrapartidas por parte
de Alemania como trigo o gasolina; también hizo hincapié en las pretensiones territoriales
que ya se habían hecho con anterioridad (insistiendo aún más en Marruecos) y alude a
un nuevo tratado comercial con Alemania y al establecimiento de Portugal como satélite
30 TUSELL, Javier, op. cit. p. 85.
31 Jordana, futuro ministro de exteriores español, escribiría en su diario por las fechas en que Suñer
estaba en Berlín: “No es muy airoso el papel del Ministro de exteriores, Beigbeder” GÓMEZ-JORDANA
SOUZA, Francisco: Milicia y diplomacia. Los diarios del Conde de Jordana, 1936-1944, Burgos,
Editorial Dossoles, 2002, p. 140.
32 TUSELL, Javier, op. cit. pp. 131-132.
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España y III Reich
de España. Por su parte, Ribbentrop pide a Suñer la cesión a Alemania de una de las islas
Canarias y de determinados territorios de Marruecos (Agadir y Mogador) para establecer
bases militares, lo cual indigna a Serrano33. Al día siguiente en la entrevista con Hitler se
tratan sobre todo temas militares34 y Serrano expuso nuevas reclamaciones territoriales:
la devolución del Rosellón y la Baja Navarra (revisión de la Paz de los Pirineos de 1659).
Esto exasperó a los alemanes, que preferían tener mejores tratos con la Francia de Pétain
que con los españoles principalmente por el miedo a una sublevación francesa en el norte
de África. Por último, en la segunda reunión con Ribbentrop este manifestó que consideraban exageradas las peticiones de suministros, mientras que Suñer volvió a incidir en la
imposibilidad de ceder una de las islas Canarias a los alemanes. Por tanto, a pesar de que
ambos países querían que España entrase en la guerra, no se había logrado un acuerdo
sobre los términos bajo los que se llevaría a cabo, por lo que se programaría una futura
entrevista entre Franco y el Führer que se tendría lugar al mes siguiente en Hendaya. Pero
antes de dicha entrevista ocurrieron dos acontecimientos que tenemos que mencionar.
En primer lugar el nombramiento de Serrano como Ministro de Asuntos Exteriores en
sustitución de Beigbeder tras su vuelta a España (el nombramiento fue el 16 de octubre),
reforzando su posición de poder dentro del régimen, afianzando la tendencia fascista del
mismo y generando todavía más odio entre otras familias, como los militares.35 La política de exteriores que llevará Serrano a partir de ahora será más personalista y autónoma
que la de Beigbeder con respecto a Franco, con una menor obsesión de las pretensiones
sobre Marruecos pero con una cercanía aún mayor al Eje36. En segundo lugar, la firma del
pacto Tripartido entre Alemania, Italia y Japón el 27 de septiembre, un pacto defensivo
mutuo, principalmente pensando en futuras hostilidades con Estados Unidos.
La entrevista en Hendaya tuvo lugar el 23 de octubre37. Días antes Serrano había enviado
una misiva a Ribbentrop donde se decía que lo hablado en Berlín había sido tratado con
Franco y que se harían nuevas propuestas económicas para facilitar la entrada de España
en la guerra. En Hendaya se reunieron Franco y Hitler por un lado, donde el Caudillo
elogió una y otra vez las victorias y las actuaciones militares del Führer y este insistió en
la necesidad de luchas contra los británicos y los estadounidenses y por otro Serrano y Ri33 “Aquel golpe me cogía desprevenido y solo pude reaccionar rechazándolo de plano.” SERRANO
SUÑER, Ramón: Entre Hendaya y Gibraltar, Madrid, Ediciones y publicaciones españolas S.A., 1947, p.
182.
34 Hay que decir que los alemanes conocían perfectamente la situación de España, tanto militar como
económica, gracias a un informe que el embajador en España, Stohrer, había transmitido a finales de agosto.
35 “Aunque en líneas muy generales dentro del régimen español se tenía una actitud muy favorable a
la entrada en la guerra, el promotor más importante de dicha política, y también de tendencia global más
fascista, era Serrano Suñer, al que el embajador alemán no tardaría en poder calificar de hombre más odiado
de España.” PAYNE, Stanley, op. cit. p. 134.
36 “Serrano no hizo esfuerzo alguno por adoptar una postura de neutralidad frente a los representantes
británicos y estadounidenses, proclamando ante el embajador de Estados Unidos, Alexander Weddel, la
solidaridad moral de España con el Eje (…).”PAYNE, Stanley, op. cit. p. 144.
37 A pesar de la enorme importancia que tradicionalmente se ha dado a esta reunión, según varios
historiadores, entre ellos Tusell, está excesivamente mitificada.
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España y III Reich
bbentrop. De la reunión de estos últimos se redactó un protocolo (revisado y modificado
más tarde por Suñer) donde España se comprometía a entrar en la guerra, aunque sin fecha concreta; además, España se une al Pacto de Acero y al Pacto Tripartito, abandonando
de facto la no beligerancia, aunque de forma secreta. Las reivindicaciones territoriales y
las peticiones de provisiones siguen viéndose excesivas por parte de los alemanes, que
van perdiendo el interés en que España entrase en la guerra (una carta posterior de Franco
a Hitler sobre nuevas peticiones territoriales fue completamente ignorada). Para Hitler,
los españoles pedían mucho pero daban muy poco a cambio38, “con estos tipos no hay
nada que hacer” llegaría a decir. Además, no quiere llegar a un acuerdo con los españoles
a espaldas de Pétain, a quien necesitaba no solo para no sufrir una sublevación en el Norte
de África, sino para continuar su lucha contra los británicos. Francia va antes que España,
y eso Hitler lo tiene muy claro.
Tras el desacuerdo de las negociaciones en Hendaya se produce la debacle de Mussolini
en Grecia, que tiene que ser ayudado por Hitler, por lo que deja de lado momentáneamente
el tema de Gibraltar. Sin embargo la idea de derrotar a Gran Bretaña con la conquista de
Gibraltar persiste (además cerraría el Mediterráneo a los británicos y les impediría ayudar
a Grecia), por lo que el 12 de noviembre firma la Directiva nº 18, la Operación Félix, plan
para hacer entrar a España en la guerra, conquistar Gibraltar e incluso planear una posible
invasión de Portugal; la Península es el centro de operaciones, a donde pasarían las tropas
alemanas desde los Pirineos. Para coordinar la operación, que estaba prevista para el 10 de
enero de 1941, y fijar de una vez por todas los términos de la participación española en la
guerra, Hitler llama a Serrano a reunirse con él en Berchtesgaden (también iría el ministro
de exteriores italiano, el conde Ciano), el 18 de noviembre de 1940. Allí Suñer alegará ir a
título personal, por lo que no puede tomar ninguna decisión sin antes consultar con Franco
(de esta manera se defiende Suñer en “Entre Hendaya y Gibraltar” para hacer ver que su
interés real era evitar ir a la guerra). El ministro insiste una vez más en la necesidad de que
Alemania entregue trigo a España (100.000 toneladas) debido a las dificultades por las que
pasa el país, pero los nazis ven totalmente excesiva esta petición. La reunión finaliza sin
que España fije la fecha de su entrada en la guerra, y de nuevo sin acuerdo ni entendimiento
entre alemanes y españoles. A la infructuosa reunión de Serrano con Hitler le sucederán
telegramas del Führer a Franco (intentaba hacer brecha entre el Caudillo y su cuñado para
manejar la situación) y una reunión del almirante Canaris (jefe de la Abwehr, inteligencia
alemana, de la que hablaremos más tarde) con Franco el día 7 de diciembre, también sin
acuerdo y con la negativa española a que tropas alemanas entrasen en la península, menos
aún sin que se le reconocieran a España sus peticiones. Ante esta tajante negativa de Franco,
y fruto de la desconfianza de Hitler hacia los españoles, deja de lado la Operación Félix y
centra su atención en la preparación de la invasión de la Unión Soviética.
Antes de concluir la explicación de esta etapa de negociaciones tenemos que señalar tres
elementos importantes que actuaron en favor de la no entrada de España en la guerra
38 GARRIGA, Ramón, op. cit. p. 82.
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España y III Reich
mundial; hablamos del rechazo de los militares a Suñer y a Falange, su oposición total
a las mayores cotas de poder que el cuñadísimo iba ganando, y su cada vez mayor desconfianza en una España combatiente dado la desastrosa situación del país. También los
sobornos que por parte de Samuel Hoare, el embajador británico en España, se hicieron a
los militares españoles para disuadirles de su afán belicista (hasta 13 millones de dólares
de la época durante toda la guerra)39. Por último, los suministros de comida de los aliados
a España (vimos cómo desde principios de 1940 se firmaron tratados comerciales con
Francia y Gran Bretaña, pero también se mantenían relaciones con los EEUU), también
jugaron un papel importante. Finalizamos este apartado de negociaciones haciendo alusión a la entrevista que Franco y Mussolini mantuvieron en Bordighera el 12 de febrero
de 1941, a petición de Hitler a los italianos, ya que estos tenían mejores relaciones con
España y podría serles más fácil el convencerles para entrar en la guerra rebajando las
peticiones. Una vez más, las negociaciones fueron infructuosas y España no fijó fecha de
entrada en la guerra. Esto no quiere decir que se rompieran las relaciones con Hitler, ya
que la no beligerancia continuaba activa.
3.5. La no beligerancia desde enero de 1941 hasta octubre de 1943.
Si bien el interés de Hitler por una España beligerante a su lado concluyó prácticamente
en diciembre de 1940, la colaboración entre ambos países continuó desarrollándose durante el resto de la guerra.
Las victorias del Eje se sucedían (Grecia, Yugoslavia, Norte de África…) y las sucesivas
crisis internas del régimen español aupaban todavía más a Suñer y los falangistas (con su
postura belicista y fascistizante) al poder. Así, los territorios españoles se convirtieron en
una base de operaciones y militar de los nazis contra los aliados bajo la connivencia de las
autoridades españolas. ¿En qué nos basamos para decir esto? Son varias las manifestaciones de esa colaboración. Algunas ya las hemos citado, como el aprovisionamiento de submarinos alemanes (la Operación Moro), cuyo periodo de más actividad fue precisamente
el año 194140; a pesar de las sucesivas quejas aliadas y del cese de estas actividades por
parte del Gobierno español de forma activa, pesqueros y mercantes españoles continuarán
después con estas tareas de abastecimiento.41 Por otro lado se desarrolló toda una red de
espionaje y sabotaje alemán en España. La Abwehr, inteligencia militar alemana, había
creado diferentes Kriegsorganisationen (KO), secciones, en diferentes países neutrales
antes del inicio de la guerra en 1939. España no había sido una excepción, y de hecho la
KO-Spanien fue la sección más grande, con un presupuesto de 100 millones de pesetas
al año, con 200 funcionarios, 2000 agentes y colaboradores, más numerosas estaciones
de radio y seguimiento por todo el país. Entre sus funciones estuvieron la de orientar a
los aviones alemanes por el Atlántico, sabotajes a Gibraltar, control y sabotaje de buques
aliados en el Estrecho, reclutamiento de espías para enviarlos a Inglaterra o América, etc.
39 Payne, Stanley, op. cit. pp.114-118.
40 TUSELL, Javier, op. cit. p. 227-236
41 ROS AGUDO, Manuel, op. cit. pp.72-115.
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España y III Reich
Todo esto se realizó con la aquiescencia e incluso colaboración del Gobierno español, así
como con el conocimiento de la inteligencia aliada. Un ejemplo de ello fue la Operación
Mincemeat, una maniobra de engaño de los aliados a los nazis acerca de dónde se produciría la invasión del continente que hizo creer a Hitler que sería por Grecia y Creta, lo que
le hizo desviar sus fuerzas allí y desproteger Sicilia, que fue por donde finalmente se desembarcó en julio de 1943. Con esta operación se demostró la complicidad de España para
con los nazis, ya que fueron estos los que avisaron a Hitler de la información (falsa) que
habían encontrado en el cuerpo de un supuesto oficial británico en la costa de Huelva.42
Mientras tanto, la colaboración policial entre ambos países continuaba. En octubre de
1940, durante la visita de Himmler a España, se establecieron unos nuevos acuerdos (en
la línea de los iniciados en 1938), que permitían el establecimiento de la GESTAPO en
el país para controlar a los 30.000 alemanes que había en España en aquel momento.
También las relaciones comerciales mantenían su curso, y España seguía suministrando al Reich materias primas para su industria de guerra (el material más importante, el
wolframio). El 28 de febrero del 41 su firma un Protocolo Confidencial mediante el cual
España reconocía la existencia de una deuda de 372 millones de marcos, que estaba dispuesta a devolver; así, mientras en España se pasaba hambre, se enviaban a Alemania no
solo materias primas, sino también suministros alimenticios.43 En el mes de junio de ese
mismo año se estableció otro acuerdo por el que España mandaría 100.000 trabajadores a
Alemania, aunque finalmente la cifra total rondó entre los 10.000 y los 20.00044 (10.569
según S. Payne). También en 1941 la Sofindus creó Transcomar, una compañía naviera
con titularidad española que transportaba suministros a los alemanes al Norte de África.45
Con este nivel de complicidad entre España y Alemania, el 22 de junio de 1941 se produce la invasión de la Unión Soviética, lo que despierta en España una ola de entusiasmo
y de fervor anticomunista. Al día siguiente se produce una reunión gubernamental en la
que Serrano propone enviar voluntarios a luchar junto a los nazis contra los soviéticos,
y nace así la División Azul, que llegaría a enviar hasta 45.000 efectivos al frente ruso.
La declaración de guerra, a pesar de la exaltación del momento, no se llegó a realizar
por miedo a las represalias de Gran Bretaña y Estados Unidos. El día 24 se produce una
gran manifestación en Madrid en apoyo de Hitler y contra la URSS, en la que Serrano
(que ya había perdido cotas de poder46) pronunció su famosa (y desacertada) frase “Rusia
es culpable”, y en la que se apedreó la embajada británica. Al día siguiente se producen
disparos contra aviones británicos en Gibraltar, lo que nos da una idea de hasta qué punto
estaban los ánimos caldeados con la invasión soviética. Todo esto llevó a británicos y
42 PAYNE, Stanley, op.cit. pp. 313-314 / ROS AGUDO, Manuel, op. cit. pp. 206-270.
43 PAYNE, Stanley, op.cit. pp. 198-202.
44 GARCÍA PÉREZ, Rafael, op. cit. pp. 257-263.
45 La Operación Hetze, bien explicada en el libro de Ros Agudo (pp. 120-124).
46 Fue precisamente en el verano de aquel año cuando comienza el declive político de Serrano Suñer,
que pierde apoyos incluso dentro de la Falange con quien tanta sintonía había tenido.
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estadounidenses a tomar represalias contra España mediante restricciones comerciales y
el embargo de petróleo. El alineamiento ideológico con el Eje lo puso de manifiesto, una
vez más, Franco en su discurso del 17 de julio de aquel año ante el Consejo Nacional de
FET, donde criticó y condenó a los “eternos enemigos” de España (Francia, Gran Bretaña
y Estados Unidos), dio por vencida prácticamente la guerra por los nazis y ensalzó a Alemania, haciendo alusión a la División Azul: “la sangre de nuestra juventud va a unirse a
la de nuestros camaradas del Eje, como expresión viva de solidaridad.”47.
Si durante año 1941 se produce el culmen del alineamiento de España con el Eje (sobre todo en junio con la invasión de la URSS), en 1942 se comenzará a desarrollar una
política diferente, no tan abiertamente pro nazi sino más discreta y de intento de acercamiento a los aliados. La entrada de los EEUU en la guerra a finales de 1941 fue un factor
esencial, pero no el único que propició este cambio. Las diferencias políticas dentro del
propio régimen franquista continúan acentuándose; las pugnas entre militares, monárquicos, carlistas y falangistas no paran de crecer, tanto entre las diferentes familias como
internamente, hasta que la situación estalla en verano con los sucesos de Begoña, donde
tras una pugna entre requetés y falangistas que terminó con la detención de varios de estos
últimos y el fusilamiento del falangista Juan José Domínguez Muñoz. El precio político
de los sucesos de Begoña, aprovechados por Franco para imponerse sobre las “familias”
y reafirmar su poder, fue una notable pérdida de influencia de Falange y, sobre todo, el fin
de la carrera política de Serrano Suñer, que fue sustituido del Ministerio de Exteriores por
el Francisco Gómez-Jordana Sousa el día 2 de septiembre. Este militar, que ya había desempeñado cargos importantes (entre ellos el de ministro de exteriores) durante la guerra
civil, tenía una postura bastante neutralista. Ya desde el inicio de la guerra mundial, como
él mismo recoge en sus diarios, había clamado porque España permaneciera al margen de
la contienda48, postura que seguiría manteniendo a lo largo de la guerra49; tampoco veía
con buenos ojos a Serrano, a quien consideraba poco respetuoso (principalmente con el
Caudillo) y muy ambicioso. Si bien parece quedar clara la neutralidad de Jordana, no está
tan claro que Franco le colocase en Exteriores pensando en un cambio de rumbo en la
política internacional española50; sin embargo, tanto por los esfuerzos de Jordana como
por el propio desarrollo de los acontecimientos, finalmente la política exterior española
viró hacia la neutralidad.
El 8 de noviembre, apenas 2 meses después del nombramiento de Jordana, británicos y
estadounidenses invaden el Norte de África por Marruecos y Argelia mediante la “Operación Antorcha” (Torch en inglés). Esta situación generó una enorme tensión respecto
47 PAYNE, Stanley, op. cit. pp. 220-221.
48 “¡Dios ayude a España y la proteja evitando entre en este conflicto, pues ello sería catastrófico para
nosotros! 3-09-1939, GÓMEZ-JORDANA SOUZA, Francisco, op. cit. p.131.
49 “Y España sigue manteniendo su neutralidad, librándose por lo tanto de tomar parte en la contienda
internacional que es, indiscutiblemente, lo que más nos conviene.” Diciembre de 1940, GÓMEZ-JORDANA
SOUZA, Francisco, op. cit. p. 144.
50 PAYNE, Stanley, op. cit. p. 282.
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a España, tanto por parte del propio régimen franquista como por parte de los aliados.
Estos últimos tenían preparado un plan (“Operación Backbone”-Columna Vertebral) para
ocupar el Marruecos español y zonas de alrededor de Gibraltar en caso de que España les
atacase y permitiera la entrada de las tropas nazis a la Península para contrarrestar la invasión aliada. En España, durante los días 8 y 9 el Consejo de Ministros de Franco debate
intensamente sobre qué acciones tomar, puesto que el miedo a una invasión aliada de la
península también se dejaba notar. Finalmente se opta por la calma y por una movilización
parcial, meramente defensiva. Realmente ni a los aliados les interesaba atacar a España,
ni incluso a Hitler que España respondiese, pues prefería una España neutral pero que
mantuviera en la incertidumbre a Gran Bretaña y EEUU, obligándoles a reservar fuerzas
por si Franco les atacaba. Con los aliados en el Norte de África, la situación se vuelve más
peligrosa para España, no solo por esta proximidad de fuerzas poco amistosas, sino por el
hecho de que las victorias de Hitler comenzaban a estancarse, y por primera vez se piensa
en España que quizás el Eje pierda la guerra.
Por ello Jordana intenta un acercamiento con Portugal, tradicional aliada de Gran Bretaña, por lo que continúa desarrollando el Bloque Ibérico con su visita al país en diciembre,
un pacto que nació en la guerra civil y que se había reafirmado en febrero de aquel año.
También por estas fechas José María Doussinage, desde la Dirección General de Política
Exterior, volvió a proponer un plan para acercar al país a la neutralidad, consistente en un
acercamiento al Vaticano subrayando el catolicismo imperante en España para buscar una
solución pactada a la guerra, sin que ninguno de los dos bandos fuera totalmente derrotado, lo que a esas alturas era una verdadera quimera.51
A pesar de la nueva situación de la guerra mundial a finales de 1942, cuando la derrota
de los nazis en Stalingrado era ya evidente, Franco seguía queriendo la victoria alemana
o, cuanto menos, una Alemania poderosa aun siendo derrotada, puesto que creía que “el
destino y el futuro de España están estrechamente unidos a la victoria alemana.”52 Hitler,
por su parte, pensaba (desde 1941) que los aliados invadirían Europa a través de España,
por lo que había ido planificando su actuación en la península, con la Operación Isabela (abril 1941) y varias modificaciones posteriores (Operación Ilona, Operación Gisela,
Operación Nurnberg) para una posible actuación en zonas norte de España y la defensa de
los Pirineos. Mientras tanto, la colaboración entre ambos países continuaba: en diciembre de 1942 y enero de 1943 se firman un nuevos convenios comerciales, los sabotajes a
Gibraltar desde territorio español prosiguieron durante enero de 1943, la prensa española
seguía siendo todavía muy pro Eje, la propaganda alemana y antibritánica en España seguía siendo importante (Grosse Plan), etc.
La guerra seguía su curso, cada vez más desfavorable para las potencias fascistas, que
sufrieron duros golpes en 1943. Tras la maniobra de engaño de los aliados que ya hemos
explicado anteriormente (la Operación Mincemeat), se produce la invasión de Sicilia en
51 TUSELL, Javier, op. cit. pp. 393-394.
52 PAYNE, Stanley, op. cit. p. 291.
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España y III Reich
el mes de julio. A finales de ese mismo mes Mussolini es depuesto por el propio Gran
Consejo Fascista y detenido. El nuevo gobierno italiano del mariscal Badoglio firma
por su cuenta la paz con los aliados, a lo que Hitler responde con la invasión de la Península italiana y la liberación de Mussolini, que presidirá el Gobierno de la República
Social Fascista de Saló, títere de los nazis, hasta su derrota definitiva en 1945. La caída
de Mussolini en 1943 y la derrota de su régimen supusieron una nueva crisis política
dentro del régimen franquista. Con los monárquicos en auge pidiendo una restauración, y por miedo a que pasase lo mismo que en la península vecina, se comenzó la
desfascistización de FET y de la totalidad del régimen, se expulsa a agente alemanes en
Tánger, y se vuelve a aludir la neutralidad en el discurso del Caudillo del 1 de octubre
ante el Consejo Nacional de FET. Los aliados también aprovechan la situación para
elevar las presiones al régimen franquista, manifestando sus quejas por la benevolencia
de la prensa española con el Eje, por el mantenimiento de la División Azul, por la violación constante de la neutralidad, etc.53
3.6. Neutralidad forzosa y fin de la guerra: octubre de 1943-mayo de 1945.
Acabamos de apuntar que en octubre de 1943 Franco vuelve a hablar de neutralidad. Sin
embargo tenemos que matizar que la postura oficial de la diplomacia española continuó
siendo la de “no beligerancia”54, y que de hecho hasta febrero del 44 la prensa española apenas utiliza el término “neutralidad”55. Pero el giro neutralista motivado tanto por
las crecientes presiones aliadas como por las sucesivas derrotas del Eje es evidente. Un
ejemplo de ello es que 12 de octubre se ordena la retirada de la División Azul, pese a lo
cual algunos de sus miembros continuaron combatiendo junto a otras unidades nazis en lo
que se ha conocido como Legión Azul, hasta su total disolución en marzo de 1944. Pero
nuevamente tampoco podemos hablar de una ruptura total de relaciones con Alemania, ya
que en lo comercial tenían plenas relaciones. Fue este punto, especialmente en lo tocante
al envío de wolframio o tungsteno de España a Alemania, material importantísimo para
la fabricación de misiles y armamento, lo que motivó una dura respuesta de los Estados
Unidos. En noviembre del 43 se le pide a España el cese del envío de wolframio, a lo
que Franco se niega; por ello, y por un crédito de 100 millones de marcos que Franco
otorgó a Hitler (por el pago de la deuda de la guerra civil) el 29 de enero de 1944 EEUU
decide realizar un embargo total de petróleo a España (ya había hecho otros embargos
anteriormente, pero no totales). Esto fue un duro golpe para el régimen franquista, por
lo que se intentó poner fin al embargo el 5 de febrero rechazando la concesión de nuevas
licencias comerciales a Alemania. No fue suficiente, y Jordana siguió intentando mediar
con los americanos a través de su embajador Hayes a finales de ese mismo mes, también
sin frutos. No sería hasta el 2 de mayo de 1944 cuando se firma un acuerdo por el cual se
53 El embajador estadounidense se entrevistó con Franco en julio para manifestar todas estas quejas.
54 TUSELL, Javier, op. cit. p. 450 : Jordana a uno de sus embajadores: “Las circunstancias actuales nos
han llevado a mantener una neutralidad que, aunque no haya aparecido en el Boletín Oficial, no ocultamos
ya a ninguno de los beligerantes y que practicamos con la máxima escrupulosidad.”
55 PAYNE, Stanley, op. cit. p. 319.
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España y III Reich
reanudan los suministros de petróleo a España a cambio de una serie de puntos: limitar las
exportaciones de wolframio a Alemania, retirada total de los combatientes españoles en
el frente oriental, cierre del consulado alemán en Tánger, expulsión de espías y saboteadores alemanes de suelo español,…Varios de esos puntos no fueron del todo cumplidos
por los españoles (las exportaciones de wolframio y la expulsión de espías), en una nueva
demostración de su amistad con Alemania y fruto de la ceguera de seguir pensando que
no sería del todo derrotada y que tras la guerra continuaría como potencia continental.56
El desembarco en Normandía en junio del 44 abrió definitivamente los ojos a los dirigentes
españoles acerca de la derrota total alemana. Entre julio y agosto se suspenden definitivamente las relaciones diplomáticas directas con el Reich y el desarrollo de las relaciones con
británicos y estadounidenses es más que evidente. Tras la muerte de Jordana el 3 de agosto
por una hemorragia cerebral (fruto de un accidente de caza) y su sustitución por José Félix
de Lequerica (embajador en Francia desde 1939), se potencian sobre todo las relaciones
con los EEUU, claro vencedor de la guerra, que deja a Gran Bretaña en decadencia en un
segundo plano. La tarea de este nuevo ministro será la de buscar la amistad de los aliados
para la supervivencia del régimen franquista una vez acabada la guerra mundial, intentando
presentar a España como una democracia firme defensora de los valores humanitarios y
occidentales y ferviente anticomunista, algo que Estados Unidos no se creyó.
Desde la segunda mitad de 1944 hasta el final de la guerra las relaciones de España con
Alemania fueron prácticamente inexistentes, el comercio desapareció casi por completo,
en febrero se evacúa a los diplomáticos españoles en Berlín…. A pesar de todo, continuó
habiendo vuelos desde Barcelona a Berlín a través de la compañía Lufthansa hasta el 17
de abril del 45, e incluso buques de la Transcomar llegaron a aprovisionar pequeñas bolsas
costeras de resistencia nazi en Francia tras el Día-D57.
El 8 de mayo acababa la guerra en Europa con la derrota total de Alemania, Italia y sus
aliados; en el Pacífico la guerra todavía duraría unos meses más. España, como ya hemos
dicho, fomentó una imagen del régimen franquista que no se correspondía con la realidad,
aludió a la supuesta protección y salvación de judíos que las autoridades españolas habían
desarrollado durante la guerra (ya se conocía el alcance del Holocausto judío) y se trató por
todos los medios de ganarse la simpatía de los aliados. Sin embargo, mantenía una política
si no obstruccionista, sí ambigua respecto a los esfuerzos de los aliados para impedir la
huida de nazis hacia países neutrales para evitar ser juzgados o incluso retomar alguna actividad política; para ello era crucial también evitar que se destruyesen documentos, bloquear
u ocultar cuentas bancarias, etc. La actitud de las autoridades españolas fue más bien laxa
y algunos dirigentes nazis (si bien de segundo orden) como Bernhardt (quien controlase la
Hisma y Sofindus) o Kurt Meyer-Döhner (agregado naval) consiguieron escapar.58
56 PAYNE, Stanley, op. cit. pp. 370-384.
57 El Gobierno español lo prohibió, pero ciertamente hizo poco por evitarlo, ya que tampoco interesaba
que hubiera muchos maquis resistentes en la frontera pirenaica. ROS AGUDO, Manuel, op. cit. p. 132-134.
58 ROS AGUDO, Manuel, op. cit. pp. 315-324.
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España y III Reich
Tras la conferencia de Potsdam, donde se estableció el orden europeo y mundial de posguerra, y que acarreó la condena del régimen español, Franco intentó remodelar su gabinete retirando por completo a los falangistas para dar una nueva imagen. El esfuerzo fue
en vano, y en 1946 las Naciones Unidas ratificaban la condena a España, a quien no se
aceptaba en su seno.59 España quedaba así aislada internacionalmente.
3.7. Conclusiones.
La conclusión más evidente que podemos extraer de todo lo que hemos expuesto en este
artículo es que la posición de España durante prácticamente toda la Segunda Guerra
Mundial fue claramente pro-Eje, llegando a desarrollar una colaboración activa con la
Alemania nazi claramente favorable a los intereses de Hitler y perjudicial para los aliados. Los orígenes de las relaciones hispano-alemanas los encontramos en la guerra civil
española, ya que la ayuda italiana y alemana fue clave para la victoria de Franco; es
entre 1936 y 1939 cuando se firman acuerdos y protocolos que marcarán el desarrollo
de las relaciones bilaterales entre Alemania y España en los años posteriores.
Si España no entró en la guerra mundial una vez se inició esta fue tanto por la difícil
situación de un país en la inmediata posguerra como por la falta de interés de Hitler en
una España beligerante que, además, realizaba peticiones inaceptables a cambio de entrar en la guerra. Esto no impidió, sin embargo, que se continuasen firmando acuerdos
y se establecieran nuevas formas de ayuda y colaboración entre ambos países a lo largo
de toda la contienda: acuerdos comerciales, abastecimiento de submarinos, colaboración policial y de los servicios de información, la División Azul, afinidad de la prensa
española con los nazis, etc. Y tampoco se puede decir que, aunque España no entrase
en la guerra en 1939, no barajase esta posibilidad; la reunión de octubre de 1939 de
la Junta de Defensa Nacional y del Alto Estado Mayor lo evidencia, pero también el
aumento del entusiasmo ante las rápidas victorias nazis acercó en más de una ocasión
a España a la guerra.
Por su parte los aliados, conocedores de las relaciones entre Franco y Hitler, presionaron durante toda la contienda de diferentes maneras para evitar una España abiertamente hostil; ya fuera mediante el soborno, el abastecimiento de suministros o los
embargos comerciales, Gran Bretaña y EEUU trataron de mantener a Franco fuera de
la guerra. Asimismo tenemos que hacer mención especial al papel jugado por cada uno
de los ministros de exteriores españoles; las personalidades, experiencias e ideologías
de Beigbeder, Serrano, Jordana y Lequerica fueron también elementos importantes que
determinaron la política exterior española durante la II Guerra Mundial, así como de los
máximos dirigentes de ambos Estados, Franco y Hitler.
Acabada la guerra, pese a que los aliados no terminaron con la dictadura de Franco, la
actitud durante los 6 años anteriores y la propia naturaleza del régimen aislaron internacionalmente a España. Sin embargo, el nuevo contexto internacional de la Guerra Fría
59 GARRIGA ALEMANY, Ramón, op. cit. pp. 163-172.
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España y III Reich
favoreció la inclusión paulatina del franquismo en las relaciones internacionales a partir
del 4 de noviembre de 1950, cuando la ONU reconoce nuevamente al régimen de Franco.
Para terminar no encuentro mejores palabras que las que abren el libro auto exculpatorio
de Serrano Suñer:
“La creación de una leyenda es, en determinadas circunstancias, fácil tarea. Y con
pocos escrúpulos resulta asimismo fácil y cómodo emplearla como instrumento para
la defensa de intereses dudosos, para el descargo de una responsabilidad, o para la
simple satisfacción del odio, la venganza, el resentimiento o la antipatía. […] Al servicio de todo eso -pasiones, temores, enconos o intereses- la creación de una leyenda
se emprende como una tarea sistemática. Ello no es difícil si se tienen a mano instrumentos de poder y de riqueza para su difusión y toda una red enmarañada de intereses
creados dentro de un área de soborno, de complicidad o de sumisión.”60
Es labor de historiadores desmontar las leyendas y explicar el pasado histórico sin mitos
ni manipulaciones, por encima del poder, de la riqueza y del interés propio.
4-Bibliografía:
-BERNECKER, W.L.: “La intervención alemana en la guerra civil.”, Espacio, tiempo y
forma, Serie V, Hª Contemporánea (1992), pp. 77-104.
-GARCÍA PÉREZ, Rafael: Franquismo y III Reich. Las relaciones económicas hispano-alemanas durante la II Guerra Mundial, Madrid, Centro de estudios constitucionales,
1994.
-GARRIGA ALEMANY, Ramón: Franco-Serrano Suñer. Un drama político, Barcelona,
Planeta, 1986.
-GÓMEZ-JORDANA SOUZA, Francisco: Milicia y diplomacia. Los diarios del Conde
de Jordana, 1936-1944, Burgos, Editorial Dossoles, 2002.
-MERINO, Ignacio: Serrano Suñer. Conciencia y poder, Madrid, ALGABA, 2004.
-PAYNE, Stanley: Franco y Hitler. España, Alemania, la II Guerra Mundial y el Holocausto, Madrid, La esfera de los libros, 2008.
-ROS AGUDO, Manuel: La guerra secreta de Franco (1939-1945), Barcelona, Crítica,
2002.
-SERRANO SUÑER, Ramón: Entre Hendaya y Gibraltar, Madrid, Ediciones y publicaciones españolas S.A., 1947.
-SUÁREZ, Luis: Franco: Crónica de un tiempo. España, Franco y la Segunda Guerra
Mundial. Desde 1939 hasta 1945, Madrid, Editorial Actas, 1997.
-TUSELL, Javier: Franco, España y la II Guerra mundial. Entre el Eje y la neutralidad,
Madrid, Temas de Hoy, 1995.
60 SERRANO SUÑER, Ramón, op. cit. pp. 9-10.
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-VIÑAS, Ángel (Ed.): En el combate por la Historia. La República, la Guerra Civil, el
Franquismo, Barcelona, Pasado y Presente, 2012.
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