I 2016 CONCERTOS A Escola na Cidade Concertos Fin de Curso dos alumnos do CAEO MAIO-XUÑO 2016 Paraninfo da Universidade Facultade de Xeografía e Historia I Luns 23 de maio 20.30 h LAIA ALBINYANA I VIRGILI frauta AIDA LÓPEZ BORREGO violín CÉSAR SÁNCHEZ MANTILLA violín | Escola de Altos Estudos Musicais | LAIA ALBINYANA I VIRGILI frauta Sonata en Mi maior para frauta e baixo continuo, BWV 1035. Johann Sebastian Bach Adagio ma non tanto Allegro Siciliano Allegro Sonata appassionata, op. 140 para frauta soa. Karg Elert Ballade pour flûte et piano. Frank Martin En el programa que escucharemos hoy podremos apreciar tres obras diferentes en su planteamiento, timbres, elementos rítmicos y melódicos. Observamos que dos de ellas están escritas para flauta acompañada por el piano, formación para la cual ha sido escrita la mayor parte de la literatura para este instrumento, a diferencia de la que figura en medio del programa, para flauta sola. Dos de ellas aparte de ser ejemplos por excelencia del repertorio para flauta, han sido compuestas para importantes pruebas y competiciones alrededor del mundo. Este recital trata así de mostrar, mediante tres obras muy relevantes dentro del repertorio, la versatilidad y virtudes que la flauta ha tenido en todas sus épocas y estilos. Johann Sebastian Bach nació en Eisenach en 1685 y murió en Leipzig en 1750. Fue un organista y compositor alemán de música barroca, miembro de la familia de musicos más extraordinaria de la historia. Con su muerte se cierra el barroco, una de las épocas más relevantes e intensas en la evolución del estilo musical culto europeo. Su abundante obra es considerada como la cumbre de la música barroca por su perfección técnica, belleza artística y profundidad intelectual. Cabe destacar que J. S. Bach ha pasado a la historia de la música como el último gran maestro del arte del contrapunto, una técnica compositora que ha marcado a muchos de los compositores en la posteridad. Estructurada en cuatro movimientos, la Sonata para flauta en Mi mayor es la última de las tres sonatas que J. S. Bach escribió para flauta y bajo continuo. Su composición fue completada justo antes de que el autor emprendiese en agosto de 1741 un viaje a Potsdam para visitar a su hijo Carl Philipp Emmanuel, quien trabajaba en la corte del príncipe Federico de Prusia como clavecinista. Fue allí donde supuestamente Bach escuchó por vez primera una interpretación de su obra, llevada a cabo por el príncipe Federico a la flauta y su hijo Carl Philipp al clave. La Sonata se inicia con un primer movimiento de muy corta duración y de tempo pausado, a modo de introducción u obertura, que consta únicamente de veinte compases, y donde el instrumento principal, la flauta, desempeña un papel “lírico” si lo comparamos con la escritura que el compositor dedica a este instrumento en otras de sus obras. Le sigue un segundo movimiento, en compás de dos por cuatro, que presenta un carácter alegre y desenfadado, poniendo de manifiesto las cualidades virtuosísticas de la flauta. El tercer movimiento, una danza siciliana escrita en la tonalidad del relativo menor -do sostenido menor-, con un carácter triste y lúgubre, donde la flauta expone su color y timbre más oscuros. Para finalizar, un allegro assai, en el que nuevamente la línea melódica se caracteriza por un pronunciado virtuosismo y brillantez, que da al intérprete la posibilidad de lucirse técnicamente. Sigfrid Karg-Elert nació en Oberndorf-on-Neckar en 1879 y murió en Leipzig en 1933. Organista y compositor, fue uno de los principales compositores alemanes de órgano de su generación. Se consideraba a sí mismo como un extraño. En su trabajo se ven influencias notables de compositores como Johann Sebastian Bach, Edvard Grieg, Claude Debussy, Aleksandr Scriabin y algunos principios de Arnold Schoenberg. En términos generales, su estilo musical se caracteriza por ser tardío romántico con tendencias impresionistas y expresionistas y moviéndose con soltura entre la tonalidad y atonalidad. Su profundo conocimiento de la teoría musical le permitió profundizar en los límites de la armonía tradicional sin perder la coherencia tonal. Su más notable y voluminoso trabajo fue para el armonio y el órgano, aunque también escribió una serie de composiciones de viento. En la Sonata Appassionata (escrita el año 1917) Karg-Elert trató de imitar los desafíos que se encuentran en el exigente repertorio orquestal moderno y explotar las nuevas capacidades técnicas de la flauta Boehm. Se trata de una forma sonata, como su nombre indica, de un solo movimiento que no supera los cinco minutos. Todo lo que el compositor quería transmitir (colores, estados de ánimo, dinámicas) está anotado en la partitura, ya que quería mostrar toda una gama de expresiones emocionales que la flauta podía hacer. La Sonata Appassionata debe entonces ser vista como parte de la gran tradición romántica. En un artículo publicado en la revista alemana “Tibia” (2/1991) Frank Michael identifica grandes relaciones de la sonata con las obras de Beethoven, de Scriabin el Poème de l’ Extase y la teoría armónica de Wagner. Frank Martin nació en Ginebra en el año 1890 y murió en Naarden (Países Bajos) en 1974. La dificultad para clasificar la obra de este compositor suizo en alguna de las tendencias dominantes de la música académica contemporánea radica no sólo en la independencia de su aproximación a la composición, sino también en la conflictiva dualidad de sus antecedentes musicales: un compositor de clara estampa francesa pero estilísticamente atrapado en la música de los grandes maestros alemanes. Por consiguiente, su música puede tener visos momentáneos del Stravinsky neoclásico y, por momentos, elaboraciones muy personales del dodecafonismo de Schoenberg. También es posible percibir en la música de Martin la aproximación al sonido y el color instrumental de Debussy, junto a tintes jazzísticos muy cercanos a la música de Gershwin. Independientemente de cómo se escuche la música de Martin, resulta indudable que su obra contiene un alto poder expresivo, pocas veces encontrado en la música académica contemporánea, y que resulta interesante para el aficionado que busque una visión refrescante de la música moderna. Compuesta para la Competición Internacional de Ginebra en 1939, la Balada es una de las seis piezas concertantes que Martin compuso bajo ese nombre; en estas obras explora diferentes aspectos armónicos y melódicos que formaban parte de su interés como compositor. La obra tiene como principal idea poética el enfrentamiento entre el carácter suave y lírico de la flauta contra el carácter más incisivo del piano. A partir de una estructura similar a la de la forma sonata, el compositor plantea una diferenciación de estas secciones en cuanto al carácter y la interpretación. La sección A, lenta y lírica, presenta un progresivo incremento dinámico y rítmico que conecta con la segunda sección. La sección B tiene un ritmo más marcado, y en ella el cambio de tempo y carácter (vivace) ofrecen la oportunidad para crear ataques más precisos y mayores posibilidades de lucimiento técnico. La sección C -una cadenza- muestra una de las principales cualidades compositivas de Martin: el interés por el ritmo. Finalmente, la sección D recapitula varios de los elementos de las secciones iniciales comprimiéndolos, pero manteniendo el carácter vivo y rítmicamente marcado de la sección original. AIDA LÓPEZ BORREGO violín Concerto para violín nº 5 en La maior, K 219. Wolfgang Amadeus Mozart Allegro aperto Concerto en Re menor, op. 47. Jean Sibelius Allegro moderato El programa escogido para este concierto abarca dos estilos diferentes pero continuados histórica y cronológicamente hablando, como son el estilo clásico de W. A. Mozart (1756-1791) y el estilo romántico con rasgos nacionalistas del compositor finés Jean Sibelius (1865-1957). Tanto el Concierto para violín n º 5 de Mozart como el Concierto en Re menor de Jean Sibelius son grandes referencias del repertorio violinístico. Son retos al que todo violinista debe enfrentarse en algún momento de su trayectoria como intérprete, por ello no es ninguna novedad la asiduidad con la que se interpretan ambas obras en el panorama musical. En orden cronológico, comenzamos con el “allegro aperto” que da nombre al primer movimiento del concierto de Mozart, único del concierto que escucharán hoy. Wolfang escribió sus cinco conciertos para violín entre los años 1773-1775 durante su etapa en Salzburgo. Se dice que quiso experimentar nuevas técnicas adquiridas durante su viaje anterior a Italia y su estancia en Viena. En concreto, este primer movimiento de su último concierto causó sensación en el estreno; normalmente en un primer movimiento rápido la orquesta toca una pequeña introducción con temas que después desarrollará el propio solista con similar tempo y carácter. Eso ocurre en sus conciertos nº 3 en Sol Mayor y nº 4 en Re Mayor, que son junto al nº 5 los tres más importantes y por ello los que más se interpretan. Sin embargo, Mozart sorprendió a todos al interrumpir la alegría de la introducción orquestal con el solista tocando un adagio cantabile a modo de introducción. Esta introducción dura seis compases, tras los que el solista retoma el tempo y el espíritu del principio, pero aún así deja al público con una sensación de desconcierto. Por otro lado, como curiosidad, volviendo a la indicación “aperto” que da nombre a este movimiento, el que haya especificado “allegro aperto” en lugar de simplemente “allegro” como era lo habitual, no hace más que remarcar la idea de amplitud y majestuosidad que Mozart quería en la interpretación de este movimiento. El movimiento finaliza con la habitual cadencia de violín solo. Hay intérpretes que cuestionan las cadencias que ofrecen violinistas como J. Joachim (1831-1907), que dicho sea de paso, es la más habitualmente interpretada, ya que reflejarían una etapa posterior en el desarrollo del lenguaje musical y técnica instrumental. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el propio Mozart utilizó también su estilo más romántico y brillante en las cadencias de los conciertos escritas directamente por él, como ocurre en el caso de la Sinfonía concertante para violín y viola K. 364. Por ello, una versión romántica como la que ofrece Joachim en su cadencia tiene pleno sentido, siempre que no olvidemos el carácter de los temas del concierto a los que hace referencia. Ya dentro del romanticismo pleno se sitúa el Concierto para violín en Re menor de J. Sibelius, del que se interpreta el primer movimiento. Es el único concierto para violín escrito por el compositor y el más popular del siglo XX, aunque algunos críticos lo consideran incluso post-romántico por su composición, a finales del XIX. Después de un fallido estreno hacia 1903, Sibelius revisó el concierto, y en 1905 obtuvo el éxito en el estreno con Richard Strauss a la batuta y Karel Halir en el violín. Más tarde, el concierto fue olvidado por algunos años, hasta que Heifetz lo redescubrió en la década de 1930, pasando a ser en poco tiempo parte del repertorio estándar del violín. El amor de Sibelius a la naturaleza, la geografía y las leyendas de su país natal son factores importantísimos en sus obras y se sienten íntimamente en su música. Sus formas están conectadas de manera orgánica, sus orquestaciones son sólidas como la madera escandinava, y sus colores armónicos y texturas dan la sensación de inviernos congelados. La apertura del concierto es un buen ejemplo de esta idea. Pero después de este tema, el concierto se desvía, y se convierte en un ejemplo típico del concierto romántico libre, aunque dentro de la forma clásica, a la manera de Schumann o de Mendelssohn, incluyendo los retos virtuosísticos de un Vieuxtemps o de Wieniawaski. Como señaló el crítico musical Louis Biancolli: “A pesar de su carácter fuertemente moderno y forma sonora modificada, la partitura de Sibelius pertenece a la tradición romántica del concierto tipo siglo XIX. Las llamadas ‘atmósferas épicas’, así como las vertientes folklóricas, le dan una relevancia muy suya. La oposición del violín y orquesta es casi única a causa de sus contrastes meditativos y abruptos, a lo que se suman las resonancias rapsódicas y juglarías remotas, especialmente en el primer movimiento. Pero la técnica, los clímax graduales, el surgimiento del drama sonoro, sus temas y los aleteos en el registro agudo contribuyen todos a darle una marcada afinidad con otros clásicos del repertorio de finales del período romántico”. CÉSAR SÁNCHEZ MANTILLA violín Concerto para violín nº 5 en La maior, K. 219. Wolfgang Amadeus Mozart Allegro Aperto Concerto para violín en Mi menor, op. 64. Felix Mendelssohn Allegro molto apassionato Zingeunerweisen, op. 20. Pablo de Sarasate El presente programa está compuesto por tres obras de compositores aparentemente sin relación, apartados en el tiempo, estilo y espacio. Mozart, clasicista austríaco de finales del siglo XVIII; Mendelssohn, romántico alemán de inicios del siglo XIX; y Sarasate, violinista español de finales de ese mismo siglo. Estos tres músicos tienen, sin embargo, algunos aspectos en común, como por ejemplo que fueron niños prodigio. Bien sabida es la genialidad de Mozart, quien a los seis años ya dominaba el clave, el violín y componía. Algo menos conocida en cambio es la precocidad de los otros dos autores. Mendelssohn a los diez años comenzó a componer y a los once ya había escrito un trío para piano y cuerdas, una sonata para piano y violín, cuatro piezas para órgano, una opereta cómica en tres actos y una cantata. Sarasate a los 11 años y gracias a su fama de prodigio del violín, tocó para la reina de España y fue becado a París, donde ganó el primer premio en su especialidad. Más adelante contribuiría a popularizar en gran medida el concierto para violín de Mendelssohn que forma parte de este programa. Es interesante citar la comparación que J. W. von Göthe hizo de la genialidad de Mendelssohn con la de Mozart en una conversación con Zelter, maestro de Mendelssohn: “Los prodigios musicales [...] son probablemente muy raros pero lo que este pequeño hombre puede hacer improvisando y tocando a primera vista está cercano al milagro y no podía creer que esto fuera posible a tan corta edad”. “¿Y has oído a Mozart con sus siete años en Fráncfort?”, dijo Zelter. “Sí”, contestó Goethe, “[...] pero lo que tu alumno ya logra en relación con lo que Mozart logró en ese tiempo, es similar a la relación que hay entre la conversación cultivada de una persona adulta con el balbuceo de un niño”. En 1775, cuando contaba con diecinueve años y trabajaba en Salzburgo bajo el mecenazgo del Arzobispo Von Colloredo, Mozart escribió cinco conciertos para violín en ocho meses. En ese corto período de tiempo muestra una sorprendente y rápida maduración que hace de los tres últimos conciertos obras maestras del género por su transparencia y riqueza de caracteres. Tal es el caso del Concierto para violín nº 5 en La mayor. En el primer movimiento, después de la acostumbrada introducción de la orquesta, aparece un adagio llevado por el violín, y solo después de éste, da inicio la exposición con el solista, el cual, al contrario de lo hecho hasta entonces en todos los conciertos, toca un tema distinto al de la introducción orquestal. Igualmente popular e interesante es el Concierto para violín en Mi menor de Mendelssohn, que constituye la última obra para gran orquesta del compositor. Tardó seis años en componerla, siendo ayudado por su amigo, el famoso violinista Ferdinand David, quien la estrenó en 1845. En una carta de 1838, Mendelssohn le escribió a David: “Me gustaría escribir un concierto para violín para ti el próximo invierno. Tengo uno en Mi menor rondándome por la cabeza, cuyo comienzo no me deja en paz”. El largo tiempo ocupado en componer esta obra se debe a muchos factores; sobre todo a las muchas obligaciones que Mendelssohn tenía en Berlín en esos años, y a la simultaneidad en su trabajo con la tercera sinfonía. Este concierto contiene muchas novedades formales, especialmente en el primer movimiento, que forma parte de este programa. No hay introducción orquestal, sino que el violín presenta el tema desde el principio. Otra novedad es la inclusión de la cadenza, o solo virtuosístico sin acompañamiento, en la mitad del movimiento y no casi al final como hasta entonces era lo normal. La tercera obra del programa es la famosa Zingeunerweisen en Do menor o “Aires Gitanos” del violinista navarro Pablo de Sarasate, uno de los violinistas-compositores más importantes de la historia del violín. Sarasate estudió de manera destacada en el Conservatorio de París, centro mundial de la enseñanza violinística en su tiempo, realizando numerosas giras desde el inicio de su carrera, rindiendo a su virtuosismo ciudades y países, y componiendo numerosas obras de lucimiento, muy populares actualmente en el repertorio violinístico universal. Compuso esta obra, quizás la más popular de su producción, en 1878 durante su estancia en Hungría, en los mejores momentos de su carrera como virtuoso de la escuela francesa del violín. Por aquel entonces era común hacer composiciones basadas en temas húngaros, algunos de raíz gitana como en este caso; Sarasate tomó cinco melodías húngaras de tradición gitana recogidas en cancioneros y, a partir de ellas, desarrolla ese estilo gitano del violín, caracterizado por la libertad, el virtuosismo y la improvisación. A nivel formal se trata de una obra que sigue la estructura de las czardas o piezas populares húngaras, que consiste en una sección lenta y de tempo generalmente rubato y una segunda parte contrastante, enérgica y de velocidad creciente. En su conjunto, las tres obras de este programa son parte del repertorio habitual del violín solista debido a su variedad, su perfección y al hecho de que en los tres casos, supusieron notables novedades en su momento. Mércores 25 maio JAVIER SÁNCHEZ GONZÁLEZ fagot CARLA FONTÁN COSTAS violín RAQUEL MIGUÉLEZ IGLESIAS contrabaixo Carl Maria von Weber, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Giacomo Bottesini, Franz Schubert e Max Bruch CONCERTOS FIN DE CURSO* Paraninfo da Universidade Facultade de Xeografía e Historia 20.30 h Luns 23 maio LAIA ALBINYANA I VIRGILI frauta AIDA LÓPEZ BORREGO violín CÉSAR SÁNCHEZ MANTILLA violín Johann Sebastian Bach, Karg Elert, Frank Martin, Wolfgang Amadeus Mozart, Jean Sibelius, Felix Mendelssohn e Pablo de Sarasate Martes 24 maio JORGE GALÁN ADEGA violín NEHIR AKANSU viola CAROLINA RODRÍGUEZ CANOSA óboe Wolfgang Amadeus Mozart, Camille Saint-Saens, Paul Hindemith, Johann Sebastian Bach e Antal Dorati | Escola de Altos Estudos Musicais | Luns 6 xuño FRANCISCO JOSÉ SÁNCHEZ BRUNO percusión MIGUEL BLANCO PUENTE violoncello SERGIO MONTERO DEL POZO viola Andrew Thomas, Iannis Xenakis, Paul Hindemith, Ludwig van Beethoven e Johannes Brahms Martes 7 xuño CARMEN PAVÓN RODRÍGUEZ violín ISMAEL VIDAL RODRÍGUEZ trompa MACARENA HERRERO PÉREZ violín Wolfgang Amadeus Mozart, Maurice Ravel, Reinhold Gliere, Alexander Glazunov e Piotr Ilich Tchaikovsky Mércores 8 xuño JUAN ANTONIO CARRILLO RIVODIGO violoncello DIEGO ARAGÓN JIMÉNEZ trompeta Franz Joseph Haydn, Gaspar Cassadó e Arthur Honegger *Como colofón dos seus estudos, cada un dos alumnos do Curso Avanzado de Especialización Orquestral participa nestes concertos públicos realizando unha interpretación solista destacada. As notas ao programa que lles ofrecemos foron elaboradas polos propios intérpretes e na súa edición respectamos o idioma orixinal no que foron escritas. A entrada destes concertos é libre ata completar aforo. CONCERTO EXTRAORDINARIO** Auditorio Abanca de Santiago Rúa Preguntoiro, 23 Mércores 22 de xuño 21.00 h I LAIA ALBINYANA frauta ISMAEL VIDAL trompa DIEGO ARAGÓN trompeta JUAN ANTONIO CARRILLO violoncello MIGUEL BLANCO violoncello AIDA LÓPEZ violín JAVIER SÁNCHEZ fagot RAQUEL MIGUÉLEZ contrabaixo CÉSAR SÁNCHEZ violín Antonio Vivaldi, Christoph Förster, Georg Philipp Telemann, Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart, Carl Weber, Giovanni Bottesini e Pablo de Sarasate **Os alumnos do CAEO que alcanzan o nivel de excelencia interpretan como solistas un programa acompañados pola Real Filharmonía de Galicia. A entrada é gratuíta previa retirada de invitación na billeteira do Teatro Principal (18:00-21:00 h, de martes a sábado) ou no Auditorio Abanca de Santiago o día do concerto a partir das 20:00 h.