convicción social: condición necesaria para un recto ejercicio

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PARTICIPACIÓN DE LA SEÑORA MINISTRA OLGA SÁNCHEZ
CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, EN LA INAUGURACIÓN DE LAS
MESAS REDONDAS SOBRE “EL DERECHO Y EL EJERCICIO
PROFESIONAL”, ORGANIZADO POR LA FACULTAD DE DERECHO DE
LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONÓMA DE MÉXICO, EN EL AULA
MAGNA “JACINTO PALLARES” DE DICHA FACULTAD, EL 21 DE MAYO
DE 2007, EN CIUDAD UNIVERSITARIA, DISTRITO FEDERAL.
CONVICCIÓN SOCIAL: CONDICIÓN NECESARIA
PARA UN RECTO EJERCICIO PROFESIONAL.
YZ
“las leyes, aún las democráticas son un mal
menor, necesario para poner freno a los
irresponsables, pero no resuelven los
problemas a largo plazo, porque la gente las
considera siempre como algo que viene de
fuera. Sólo la convicción de los
profesionales de que su actividad es un
servicio a la sociedad y no sólo una
mercancía; sólo la moralización de las
profesiones desde dentro puede brindar una
solución duradera”. 1
Adela Cortina (filósofa española).
No
cabe
duda
que
la
Universidad
Nacional es el espacio de discusión por
excelencia. Es ese espacio de la vida pública
que nos permite tratar los temas más
difíciles de la vida en un ámbito de libertad y
1
“La autorregulación como alternativa”. ABC Cultural, número 163, 16 diciembre 1994, pág. 63.
de respeto, en un ambiente cordial, e incluso
cálido.
La Facultad de Derecho ha sido siempre
y, lo es aún más desde que la dirige
Fernando Serrano, un espacio de debate que
busca encontrarse con los temas de frontera
para proponer, para colaborar en la solución
de los problemas más complejos de la teoría
y la práctica profesional.
Esta noche, además de agradecer al
director de la Facultad su hospitalidad,
quiero también agradecer a los ponentes, a
los moderadores y a quienes colaboran de
alguna manera en la organización de este
evento, el que se tomen un poco de tiempo
para preparar su intervención en temas tan
debatibles, pero tan importantes. También
quiero agradecer a la comunidad estudiantil
2
y académica de la facultad, que se den el
tiempo de involucrarse en estos temas que,
como he dicho, son temas de frontera, temas
complejos
e
importantes,
temas
que
involucran retos muy fuertes, retos que
muchas veces se elevan por encima de
nuestras perspectivas de la vida, por encima
de lo que durante años hemos concebido y
creado, por encima de nuestra idea del
derecho y la justicia. Son retos, en fin, que
rompen muchísimos paradigmas.
La ética como realidad o retórica, la
justicia o la legalidad en la aplicación del
derecho, la verdad histórica o legal, la
lealtad en el proceso, etc., son auténticos
retos.
Pero
son
retos
que
presuponen,
necesariamente, un proceso de transición
social.
3
Y
las
transiciones
inicialmente,
transiciones
sociales,
éticas
que
son,
se
producen en el seno de la sociedad. Por
tanto, para que esas transiciones se den,
hace falta acumular un fuerte capital ético,
un capital conjunto de los ciudadanos, una
ética ciudadana.
Un capital ético que se transmita en la
educación, en las universidades, que se
incorpore en las instituciones políticas, que
se plasme en las empresas y en el conjunto
de la vida económica, que se encarne en los
medios, en la vida pública y en todos esos
ámbitos
que
componen
una
sociedad
democrática que ya debemos terminar por
construir.
Los temas que en estas mesas redondas
se tratarán, apuntan hacia los temas más
4
importantes del ejercicio profesional de la
abogacía, pero sobre todo, apuntan hacia el
centro mismo del debate sobre el tema: la
enseñanza del derecho.
Porque en el reto de construir ese capital
ético al que me refiero, se encuentran
imbuidas nuevas necesidades en el ámbito
de la enseñanza de lo jurídico.
El derecho requiere de transformaciones
que incidan en la vida de las personas de
una
manera
benéfica,
favorecedora,
humanitaria. Las normas jurídicas ya no
pueden ser ni expresión de intereses de
parte,
ni
formulación
de
concepciones
universales e inmutables que alguien pueda
imponer y los demás debamos acatar. Todos
los principios que se refieren a la libertad y a
la justicia entran en contacto con los casos
5
reales de la vida y deben guiar la creación de
la norma, en el caso de los legisladores,
guiar la aplicación que de esta hacen, tanto
las autoridades administrativas como los
jueces
(cuya
función
es
completamente
distinta de la de actuar como simples
portavoces de la ley), y en general todos,
TODOS, los operadores jurídicos.
Nuestro modelo de ciencia jurídica se
encuentra
premoderna,
humanismo
urgido
de
llena
esa
de
totalizador,
creatividad
erudición,
que
de
transmitía
también un sentido de individualidad, de
respeto por la persona, de cordialidad, de
concordia y compasión, de universalidad, de
tolerancia.
Necesitamos con apremio transmitir que
el
derecho
es
parte
de
la
vida.
Que
6
concierne,
incumbe,
afecta
a
todos
los
campos de la vida, que es patrimonio
cultural
vivo
y
presente
de
nuestra
colectividad, que es parte de nuestra cultura
viva. Necesitamos comunicar y contagiar esa
idea de que el derecho es reflejo de la
sociedad a quien regula. Pero no solo eso,
debemos inculcar la CONVICCIÓN de que
también la cambia, la orienta, la transforma.
La
idea
de
que
el
derecho
es
una
herramienta poderosísima de cambio social.2
Pero
para
ello,
necesitamos
ser
concientes de que el derecho es un proceso
en el que hay que participar activamente.
2
“Cuando el Congreso, en el régimen parlamentario, adopta, sanciona una nueva ley, al mismo tiempo
modifica la conducta de la gente afectada por esa ley, es decir que si la ley es regresiva, la conducta va a ser
regresiva en cierto modo; en cambio si la ley es progresista, obliga a la gente a modernizarse, a adoptar una
actitud más prosocial, etc.” Bunge, Mario. “El derecho como técnica social de control y reforma”. Isonomía.
Revista de teoría y filosofía del derecho. Número 13, Octubre de 2000. Instituto Tecnológico Autónomo de
México, páginas 122 y 123.
7
En México, somos muy pocos los que
tenemos acceso a su estudio, muy pocos los
que tenemos la oportunidad de estar en
contacto con las leyes, muy pocos los que
podemos participar en el proceso de creación
de
las
indirecta,
normas,
de
muy
pocos,
manera
en
directa
fin,
los
o
que
repensamos o revivimos esa objetivación de
la vida humana, como dijera Recassens, que
es el derecho.
Necesitamos educar en la convicción. Y,
para ello, necesitamos educar en los valores,
aunque
suene
a
lugar
común;
en
la
educación cordial (del corazón), como dice
Adela Cortina.
Cito a la Dra. Cortina:
8
“Una educación en la ciudadanía cordial
atendería a la inteligencia para descubrir
cuál es nuestro interés más fuerte, y sucede
que nos interesa actuar bien si no queremos
perder la vida y la propiedad; al cultivo de
los sentimientos con los que descubrimos
mundos inéditos, como el sufrimiento, el
gozo y la indignación ante la injusticia; al
reino de los valores con los que podemos
acondicionar el mundo y hacerlo habitable; a
la
autonomía,
por
la
que
somos
protagonistas de nuestras vidas, autores de
nuestra propia novela. Pero también a la
compasión,
constituye
al
ser
como
con
otros
personas,
y
que
es
nos
un
descubrimiento de la razón cordial.”
9
“Conocemos la verdad no sólo por la
razón, sino también por el corazón” reza el
célebre “Pensamiento” de Blaise Pascal. Yo
agregaría que conocemos la verdad, pero
también y sobre todo la justicia.
Nuestra
entendida
concepción
solamente
de
en
lo
jurídico,
el
sentido
iuspositivista de la expresión, limita en
mucho la posibilidad de encontrar nuevas
alternativas
a
los
problemas
que
nos
aquejan. Una visión corta, estrecha de miras
del derecho como solo normas jurídicas, nos
puede dejar, si, posibilidades muy útiles
como
los
mecanismos
alternativos
de
solución de controversias, la argumentación
jurídica y otras posibilidades que el derecho
positivo, estrictamente, no ofrece.
10
Por estas razones, hoy me llena de gran
alegría poder estar en mi Facultad, para
compartir con ustedes estas ideas respecto a
lo que considero es una cuestión esencial en
la profesión jurídica: la ética; y, por ende, su
relación con la justicia, fin último y valor
fundamental del derecho.
El
comportamiento
de
quienes
nos
dedicamos a alguna de las profesiones
jurídicas
trasciende
el
ámbito
de
lo
individual, para centrarse en lo comunitario.
Pues cualquier profesión implica al menos
dos características esenciales para su leal
desempeño: el conocimiento y dominio de los
conocimientos de carácter técnico, por una
parte, y la dedicación vocacional de las
personas que la ejercen. Esto supone, a su
vez, un compromiso en doble dirección: uno
11
riguroso
consigo
mismo;
pero
otro
fundamental con la sociedad a la que
pertenece.
La trascendencia de estos compromisos
rebasa
la
conciencia
personal,
y
las
repercusiones sobre quienes demandan o
necesitan de los servicios profesionales de
los abogados también. Debemos, por tanto,
fortalecer ese sentido de comunidad que en
la actualidad se ve mermado por diversas
causas:
el
aislamiento
que
provoca
la
situación social, los niveles de pobreza que
se viven en nuestras comunidades más
cercanas, la criminalidad (que finalmente
nos manda al aislamiento por miedo) y el
egoísmo (que finalmente nos vuelve apáticos,
poco participativos de las decisiones y,
12
menos aún, favorecedores de cambios), entre
tantas otras.
Debemos subsanar esa falta de sentido
comunitario, pues la escasa reflexión en
torno
a
estos
temas,
es
un
síntoma
inequívoco de que nos estamos preocupando
muy poco en algo que es tan fundamental:
señalar específicamente, como es deseable
que se comporte un abogado.
Celebro,
por
tanto,
encontrarme
inaugurando, junto con el señor director y la
comunidad
universitaria,
estas
mesas
redondas sobre ejercicio profesional de la
abogacía, que auguro resultarán un éxito,
sobre todo en el sentido apuntado, en el
fortalecimiento del papel de la comunidad,
tan indispensable en la educación de los
abogados. Porque, ¿Quiénes, si no nosotros,
13
estamos obligados a tutelar los intereses de
quienes
acuden
a
nosotros
como
profesionales del derecho? ¿Quiénes, si no
nosotros, estamos obligados a la lealtad, a la
justicia, a la ética, a la búsqueda de la
verdad?
Finalmente, como en alguna otra ocasión
he mencionado, la ética de los principios va
íntimamente
ligada
responsabilidades.
con
Un
la
ética
abogado
de
las
que
es
conciente de la responsabilidad ética que es
inherente a la función que desempeña (si esta
es pública con mayor razón), sabrá que el
ejercicio ético de esa función mejorará su
comunidad.
En el ámbito específico de las profesiones
jurídicas, el debate sobre la ética aplicada a la
conducta y las actitudes de los profesionales
adquiere una especial intensidad. La actividad
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de los profesionales del derecho trasciende la
mera técnica aplicativa de las normas y se
sitúa,
en
primer
término,
en
situaciones
humanas que tienen una conexión directa con
principios y valores morales. Si esos principios
y valores se pueden traducir en conductas
deseables
desde
profesional,
nuestra
una
habremos
profesión
perspectiva
logrado
y
dignificar
ético-
enaltecer
a
a
nuestra
persona. Como dijera Martin Luther King: el
enorme
campo
del
universo
moral
debe
doblarse hacia el lado de la justicia. Yo hoy
agregaría un requerimiento más: debe doblarse
hacia
el
lado
de
la
humanidad,
de
la
solidaridad y del respeto, el brazo del universo
moral, debe plegarse hacia la base de su
objeto:
la
profunda
complejidad
del
ser
humano.
Muchas gracias.
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