derecho - Seamos Libres

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DERECHO
A BUENOS AIRES
Vivienda, hábitat y patrimonio cultural
Derecho a Buenos Aires
Vivienda, hábitat y patrimonio cultural
Derecho a Buenos Aires
Coordinado por Jonathan Thea
Mónica Lacarrieu - Melina Ons - Gabriela Massuh
Lorena Putero - Agustín Territoriale - Romina Tuliano Conde
Prólogo: Sebastián Tedeschi
Diseño Gabriel Quaranta
Ilustración de tapa: Santiago Canción
www.santiagocancion.com.ar
Fotos: Sofía Mazzaglia - Julieta Belén Ferrario
Cooperativa de Trabajo Vibras Limitada
Av. Boedo 830 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires
CUIT: 33-71188840-9
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Julio, 2016
Jonathan Thea
Coordinador
Mónica Lacarri eu
Melina Ons
Gabriela Massuh
Lorena Putero
Agustín Territoriale
Romina Tuliano Conde
Prólogo: Sebastián Tedeschi
Índice
Prólogo
Sebastián Tedeschi ................................................................................... 9
Palabras iniciales
Jonathan Thea .......................................................................................... 11
La situación habitacional en la Ciudad de Buenos Aires
Lorena Putero............................................................................................. 15
Commocity
Melina Ons................................................................................................. 27
El robo de Buenos Aires
Gabriela Massuh........................................................................................ 33
El rol del Poder Judicial en los procesos de desalojos
Romina Tuliano Conde............................................................................... 39
Mercados informales y acceso al suelo urbano
Agustín Territoriale...................................................................................... 51
El negocio de la ciudad como territorio simbólico
Mónica Lacarrieu........................................................................................ 57
Prólogo
Tengo el enorme orgullo de presentar esta publicación que reúne
un conjunto de reflexiones, análisis y propuestas sobre los problemas de acceso a la vivienda en el contexto de una ciudad excluyente como la de Buenos Aires.
Los autores que aquí escriben son jóvenes bien leídos, con los pies
en el barro del conflicto, comprometidos con las causa del derecho
a la ciudad de los sectores populares, pero con buena comprensión
de la dimensión política social, económica, cultural y legal del problema que analizan. Se trata de gente de acción y reflexión crítica
que tienen su pensamiento y su cuerpo comprometido con la justicia social en el espacio urbano.
Existen muchas razones por las cuales esta obra merece ser leída
cuidadosamente, completa o de a pedacitos. Nos dará la oportunidad de entender claves de esta ciudad de Buenos Aires que enamora a sus visitantes extranjeros, pero que también golpea a los
migrantes internos y externos cuando luchan cotidianamente por un
lugar en donde vivir, comerciar o producir.
Una ciudad llena de contradicciones con una constitución de fuerte
tono social, con promesas igualitarias y redistributivas, pero que
elige gobiernos conservadores. Con mucho dinero, pero con tremendas desigualdades. Una ciudad de la amistad entre los miembros de cada clase social, pero que expulsa a quienes no reúnen
las características arquetípicas de descendientes de blancos europeos, en donde las y los morochos pueden encontrar la muerte
luchando por la vivienda en la ocupación del Parque Indoamericano
y que luego de promesas incumplidas pueden terminan procesados
por el delito de usurpación o sintiendo el frío de las baldosas heladas en el invierno porteño, después de un desalojo que no ofreció
una alternativa habitacional.
La paradoja de una ciudad que forjó su identidad acatando pero
desobedeciendo al poder central del virreinato, en ese entonces
9
Derecho a Buenos Aires
situado en Lima y que hoy persigue a los migrantes de ese país
en el espacio de la vivienda y el comercio informal o los explota en
talleres textiles clandestinos. La ciudad que creció en el Siglo XVIII
y XIX económicamente a causa del contrabando, pero que no tolera
y persigue con todo su aparato represivo, administrativo y judicial
a los vendedores ambulantes y otros cuentapropistas que ofrecen
sus productos en los mercados callejeros, que a su vez viven en
situación de precariedad habitacional en un espacio urbano hostil.
La histeria de una ciudad furiosa de torres en altura con amenities y
la mitad vacías ensombreciendo los antiguos PHs degradados que
aún dejan ver la mano artística de sus constructores pero que están
hiperocupados o tapiados por muros sin nada de gracia y mucha
irracionalidad.
Para entender esta ciudad, es necesario leer estas páginas que explican las claves y los engranajes de expulsión. Pero que también
presentan nuevos desafíos para encarar caminos que permitan la
construcción de un espacio más igualitario, una geografía incluyente tejida en nuevas solidaridades.
Es que la crisis de la vivienda y la agresividad de la especulación al
fin al cabo no sólo golpean a los sectores populares, sino también
a los sectores medios y termina alterando las posibilidades de las
grandes mayorías a acceder a una vivienda adecuada. Por eso, la
posibilidad de visibilizar estos mecanismos y cruentos resultados,
puede hacer parir nuevas solidaridades. Solidaridades mestizas,
de piquetes y cacerolas, pero también de políticas e instrumentos
de gestión inteligentes que eleven el nivel de igualitarismo en este
espacio inacabado, que espera nuestro compromiso para ser reconstruido.
Una ciudad que nos permita enamorarnos a todos con su patrimonio cultural simbólico, que sea más amable con los inquilinos, en
donde se le pueda recuperar al mercado algún espacio en el cual
los metros cuadrados necesarios para la vivienda popular se hagan
realidad. Para pensar y cuestionar nuestro presente. Para soñar y
construir nuestro futuro. Para eso los invito a leer estos escritos con
buena data y con nuevos desafíos que nos pueden inspirar.
Sebastián Tedeschi
Buenos Aires, 29 de junio de 2016.
10
Palabras iniciales
Por Jonathan Thea
En los últimos años recrudeció más que nunca la problemática habitacional en la Ciudad de Buenos Aires. El sentido común, a veces
fiel consejero, nos diría que si no hay vivienda para la gente, entonces hay que construirlas. Una política pública justa sería, en ese
caso, construir casas para quien no las tiene. Pero el capitalismo
de esta etapa tiene para ofrecernos varias novedades -además de
crisis económica-: la problemática habitacional creció tanto como la
construcción; hay más viviendas, más desalojos, más dificultad de
alquileres, menos condiciones para habitar las ciudades. Por eso
quienes estamos comprometidos con un proyecto social y político
destinado a la inmensa mayoría del pueblo, tenemos la obligación
de pensar integralmente el problema de la vivienda, trazar los ejes
de una política pública que dé un giro de 180 grados a lo que se
ha hecho en el último tiempo. Cambiar el paradigma de la vivienda
como negocio, por el de la vivienda como derecho.
Para pensar la vivienda, el hábitat y el desarrollo urbano de la Ciudad de Buenos Aires hay que conocerla en detalle. En este distrito
viven casi tres millones de personas, la misma cantidad que hace
décadas. Tiene el PBI per cápita más rico del país, con privilegios
que le permiten tener recursos económicos y materiales para desarrollarse autónomamente. El problema en los últimos treinta años
no fue la obtención de recursos, sino su destino. El área vivienda
es tal vez el lugar donde se expresa con mayor claridad el espíritu
y la esencia del gobierno del PRO: construir las condiciones para
el desarrollo de grandes negocios para algunos pocos empresarios,
a costa de las necesidades y derechos de las mayorías. En estos
ocho años se entregaron permisos para la construcción de casi 13
millones de metros cuadrados (un equivalente a 250 mil departamentos de 50 metros cuadrados). El resultado es un 30% más de
viviendas que hace 10 años y, según el último censo, 340 mil de las
11
Derecho a Buenos Aires
viviendas están vacías. Es decir: son herramientas para la especulación. Al mismo tiempo, el Gobierno de la Ciudad ha recortado y
subejecutado el presupuesto para urbanización de villas y construcción de viviendas sociales, dejando a la deriva a un cuarto de los
habitantes de la Ciudad. Hay una política del ladrillo para los ricos
y otra para los pobres. Una ciudad crece violentamente sobre la
otra. La ciudad de los negocios, que sigue el modelo de los grandes
centros urbanos del capitalismo central, avanza sobre la ciudad en
la que habitamos millones de trabajadores y trabajadoras.
La corporación judicial también se juega un papel en esta historia.
La situación de desamparo que viven quienes habitan en villas,
casas tomadas y pensiones es acompañada por el hostigamiento
de la Justicia y las fuerzas de seguridad. La legislación vigente y la
actitud de estos estamentos estatales tienden siempre a la defensa
de la propiedad privada en desmedro de los derechos de los habitantes. En un juicio por ocupación de un inmueble siempre fallan a
favor de quien reclama su derecho a la propiedad, el derecho a una
vivienda digna no aparece en escena, la Constitución no se aplica
cuando el poder económico dispone otra cosa. Mientras, los desalojos en la ciudad son una constante que deja a miles de familias
en la calle, sin posibilidad de acceder a una vivienda en alquiler, ni
a una pensión familiar, porque ambas resultan casi inalcanzables.
Pero la vivienda no es solamente un problema de pobres. Los sectores medios se suman a la larga lista de quienes tienen dificultades para acceder a la vivienda. Cada vez es más difícil obtener
un crédito para la compra de la primera vivienda. Los requisitos
incluyen un salario cercano a 30 mil pesos y exigen el 25% del valor
de la propiedad. En 2014 y 2015 se compraron 94 mil inmuebles y
sólo se usaron créditos en 5.300 de esas transacciones. Mientras
que en el 2007 (hace tan sólo 9 años) el 22% de las compras se
realizaban mediante créditos, hoy es tan sólo el 6%. En los últimos
8 años se duplicaron los habitantes que alquilan, que hoy llegan
al 30%, sumado a un mercado completamente desregulado que le
permite a los propietarios e inmobiliarias las políticas más abusivas
y los requisitos más exigentes: trabajo formal y estable, salarios
que tripliquen el insólito monto del alquiler y garantías de capital,
sin contar los requisitos especiales que a veces se intercambian en
una mesa de chistes.
12
Conocer para transformar, organizar para vivir
Construir un cuadro preciso de la situación de la ciudad nos va a
permitir pensar colectivamente cuáles son los ejes centrales para
una política habitacional diametralmente opuesta a la existente. Es
necesario desarrollar un plan integral que regule el uso del espacio
urbano en función de las necesidades de quienes vivimos en ella,
que promueva la función social de la propiedad y de la ciudad y que
haga posible el acceso a una vivienda digna y a un hábitat adecuado para todos, de manera igualitaria; necesitamos volver a debatir
la distribución de la renta urbana, la democratización del acceso a
la tierra y a los servicios públicos.
Otro aspecto es el protagonismo de los habitantes. Es central la
participación en la planificación de quienes habitan el territorio, ya
que el uso de los espacios, del suelo y la autorización de actividades en la zona deben ser discutidos por la comunidad mediante audiencias públicas u otros mecanismos. Necesitamos, en definitiva,
otro Estado.
Pero la política pública y el rol que cumple el Estado no tienen que
ver con buenas ideas ni se reduce a cambiar el destino de los recursos: es un problema de intereses económicos. La vida digna de
la mayoría en la Ciudad de Buenos Aires le arruinará el negocio a
inmensos capitales concentrados. Por eso es imposible pensar en
otra política para la vivienda en la ciudad sin una nueva mayoría
que tenga capacidad de gobernar, de ser una alternativa política en
todos los otros aspectos. Construir otra Ciudad es una tarea colectiva, una Buenos Aires en la cual los derechos no sean para quien
puede comprarlos, en la cual sea el Estado el que garantiza que
vamos a vivir con dignidad, en lugar de ser el que legitima que en
esta ciudad tengamos que perder la dignidad para vivir.
13
Lorena Putero
La situación habitacional
en la Ciudad de Buenos Aires
La ciudad es el resultado de una construcción social. Es por ello
que resulta importante observar en qué condiciones acceden a la
vivienda sus habitantes, ya que esas condiciones son las que definen el tipo de ciudad que se construye. Una ciudad regulada por el
mercado será, sin dudas, para pocos. Donde el derecho a la vivienda desaparece para darle lugar al negocio inmobiliario.
Es por ello que resulta importante analizar cómo acceden a la tenencia de la vivienda quienes habitan la ciudad, y cuáles son las
medidas que el gobierno toma a partir de esa situación. Ese es el
recorrido de este artículo.
15
Derecho a Buenos Aires
1 Condiciones de acceso a la vivienda
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires habitan 1.150.134 hogares, de los cuales la mayoría, el 56%, son propietarios de la tierra
y la vivienda, casi el 30% son inquilinos, el 6% son propietarios de
la vivienda, el 4% son ocupantes por préstamo, el 2% son ocupantes por relación de dependencia y el restante 2% está bajo otra
situación. Cabe destacar que los datos del Cuadro 1 corresponden
a hogares, es decir, cuando decimos que el 30% de ellos son inquilinos, estamos indicando que 343.443 hogares, aproximadamente
un millón de porteños, alquilan la vivienda en que habitan, ya que el
tamaño promedio de los hogares en nuestro país es de 3 personas
por hogar.
Gráfico 1: Hogares según tenencia de la vivienda
Ocupante por relación de dependencia 2%
Ocupante por préstamo 4%
Inquilino
30%
Otra situación 2%
Propietario de la vivienda
y el terreno
56%
Propietario de la vivienda 6%
Fuente: Elaboración propia sobre la base del Censo de 2010, INDEC
16
Lorena Putero
Tipos de vivienda
Otro indicador para evaluar la situación habitacional de la Ciudad
está relacionado a la calidad de la vivienda de sus habitantes.
Cuadro 1 : Hogares según tenencia y tipo vivienda.
Tipo de tenencia
Propietario de la vivienda y el terreno
Propietario de la vivienda solamente
Inquilino
Ocupante por préstamo
Ocupante por relación de dependencia
Otra situación
Viviendas
Aptas
637.030
65.437
296.536
42.032
22.539
16.243
Viviendas
Recuperables
8.566
3.228
4.843
1.218
143
840
Viviendas
No aptas
3.362
1.120
42.064
1.263
1.111
2.559
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Censo Nacional de Población Hogares y
Viviendas 2010
Podemos observar que 51.479 hogares habitan viviendas no aptas
(habitaciones de pensiones, locales, inquilinatos, viviendas móviles) y 18.838 hogares en viviendas que requieren algún tipo de
acondicionamiento. Es decir, existen 70.317 hogares (211 mil porteños aproximadamente), con problemas en la calidad de su vivienda.
Es importante resaltar que las viviendas con problemas no necesariamente requieren para su solución de una vivienda nueva. Puede
que necesiten tan sólo un reacondicionamiento del hogar, ampliaciones, etc.
Hacinamiento
Existen dos tipos de hacinamiento: el hacinamiento de hogares,
que se refiere a aquella situación donde más de un hogar habita en
una vivienda, y el hacinamiento en el hogar que se refiera a aquellas situaciones donde es elevado el número de convivientes en el
mismo cuarto.
Existen 12.325 hogares que, a pesar de no compartir su vivienda
17
Derecho a Buenos Aires
con otro hogar, deben habitar más de 3 personas por habitación. Es
importante resaltar que hemos tomando como parámetro el hacinamiento alto (en Europa el promedio es de 1,6 personas por cuarto
aproximadamente). El otro caso de hacinamiento es el de hogares
compartiendo una misma vivienda, que llega a 109.917 de los cuales 5.314 padecen ambos tipos de hacinamiento. Este tipo de problemas nos habla de hogares que al conformarse no pudieron acceder a la tenencia de su vivienda (ya sea por propiedad o alquiler).
En resumen, la situación habitacional en la C.A.B.A. da cuenta de
la existencia de 173.721 hogares con necesidad de vivienda (edificaciones en malas condiciones o hacinamiento). Lo que involucra a
aproximadamente a más de medio millón de porteños.
Cuadro 2: Necesidades de vivienda en C.A.B.A.
Viviendas no aptas
51.479
Hacinamiento de hogares
12.325
Hacinamiento en el hogar
109.917
TOTAL
173.721
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Censo Nacional de Población Hogares y Viviendas 2010.
Resulta fundamental tener presente que el déficit habitacional descrito es a partir de los datos del censo 2010, donde no se cuenta
con información de las personas que se encuentran en situación de
calle. Ello resulta en una fuerte subestimación de la necesidad de
viviendas entre quienes habitan en la ciudad.
2 Políticas públicas habitacionales en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires
En la actualidad, las principales políticas públicas dirigidas a atender las problemáticas habitacionales están divididas en dos programas de crédito, para compra y alquiler y los créditos que funcionan
bajo la órbita de la ley Nº 341.
Primera casa BA
Este programa se implementó en el año 2012. Se trata de un crédito
18
Lorena Putero
hipotecario del Banco Ciudad a pagar en un plazo de entre 15 y 20
años a tasas subsidiadas 1. Está orientado a dar solución de acceso
a la propiedad de la vivienda a los sectores de recursos escasos,
mediante un crédito del Banco de la Ciudad que puede alcanzar
un financiamiento de hasta el 85% del valor de la propiedad, que
puede ser para la adquisición de una vivienda a estrenar o usada.
El monto máximo de préstamos es de $1.300.000 para hogares con
hijos y $950.000 para hogares sin hijos, con la condición de que el
precio máximo del m2 de esa propiedad no supere $23.500. La propiedad a adquirir puede estar situada dentro de la ciudad o hasta
dentro de un radio de 100 kilómetros de distancia.
Entre los guarismos que ilustran la baja performance de este programa, se observa que el 90% de los postulantes no pertenece a los
sectores más vulnerables 2.
Además, las condiciones de acceso establecen un tope de $860.000
de préstamo para los trabajadores que alcancen un ingreso total
de $22.000 mensuales, que se traduciría a menos de U$S 86.000,
teniendo en cuenta que el dólar es la moneda utilizada en el mercado inmobiliario, lo que resulta un monto muy bajo respecto de
los valores promedio de las propiedades en el mercado (sobre todo
si se espera impactar en las familias que necesitan como mínimo
dos habitaciones). Además, el precio promedio del m2 en la ciudad
ronda los $ 26.000 y el crédito impone un tope de $23.000 por m2.
Uno de los aspectos que nos parece importante señalar sobre este
programa es que al permitir que la propiedad a adquirir se encuentre en un radio de hasta 100 km. de distancia de la ciudad, donde
el precio promedio del m2 es de $20.315, se genera una suerte de
expulsión de los sectores de ingresos más bajos y así el mercado
se consolida como único ordenador del espacio urbano.
Igualmente, su incidencia es muy baja, ya que se han otorgado 75
créditos mensuales en promedio 3 desde su lanzamiento, tal y como
lo ha señalado públicamente el director del Banco Ciudad.
1 Las tasas que establece el programa son: 13% durante el primer año, 15% el segundo, 17% el tercero y 19% los años restantes.
2 http://www.ciudadyderechos.org.ar/novedades_144.php
3 http://www.telam.com.ar/notas/201504/102228-banco- ciudad-rogelio- frigerio-creditos- hipotecarios-gobierno-porteno.html
19
Derecho a Buenos Aires
Alquilar se puede
Este programa tiene como objetivo dar una solución a las familias
jóvenes (hasta 35 años) que accedan a la vivienda a través del
alquiler. El programa consiste en: una garantía bancaria para reemplazar la tradicional garantía propietaria, un préstamo a tasa subsidiada, un sistema de ahorro previo para los trabajadores que no se
encuentran registrados formalmente, y un subsidio parcial para las
familias con problemas económicos. El prestamos es por el total del
costo de entrada al alquiler (de hasta 5 meses de alquiler), que se
financia a una tasa del 19,5% a pagar en dos años. Es importante
destacar que si existe un retraso mayor a los 2 meses en el pago
del crédito, se inicia un proceso de desalojo.
El programa de subsidio parcial es sólo para familias en situación
de mayor vulnerabilidad, sin embargo deben poder demostrar ingresos mayores a un sueldo mínimo y menores a dos.
Por último, el sistema de ahorro previo. El Banco Ciudad conforma
junto a la familia un sistema de ahorro previo, así pueden quienes
no tengan forma de demostrar sus ingresos dar cuenta de su capacidad de ahorro. Luego de un ahorro previo equivalente a 4 meses
del alquiler del inmueble elegido, se podrá acceder a la garantía y
al préstamo del Banco Ciudad 4.
Plan de rehabilitación del hábitat del Barrio de la Boca
Este programa está dirigido sólo al barrio de la Boca, y consiste en
la rehabilitación y mejora de las condiciones edilicias de 13 conventillos del barrio, 3 hogares de tránsito y 5 nuevas obras de vivienda.
Se trabaja directamente sobre la emergencia habitacional que se
vive en este barrio 5.
Ley 341
La Ley Nº 341 de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires fue promulgada en el año 2000. Sus principales características se relacionan con la incorporación de las organizaciones sociales como “sujetos de la política”, junto con la Comisión Municipal de
4 https://alquilarsepuede.buenosaires.gob.ar/ahorro-previo
5 Las obras realizadas hasta el momento informadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires son en : 1) el convetillo
sito en calle Rocha 1031/1033; 2) Hogar de transito Brasil 1340; 3) Conventillo sito en D Cerri1148/1150. http://www.buenosaires.gob.ar/instituto-de- vivienda/programas-ivc/plan- de-rehabilitacion- del-habitat-del- barrio-de- la-boca
20
Lorena Putero
la Vivienda (CMV) y legisladores con experiencia en la problemática, además de la posibilidad de que las organizaciones sociales
sean “sujetos tomadores de créditos” para la vivienda. Se trata de
una serie de créditos que pueden ser solicitados por: 1) Personas
Físicas, como miembros de un hogar; 2) Personas Jurídicas, como
las cooperativas, mutuales y organizaciones civiles sin fines de lucro, creadas por familias enmarcadas en procesos de organización
colectiva verificables, a los efectos de satisfacer la necesidad de
vivienda de sus miembros.
Estos créditos han sido los que han posibilitado el desarrollo de la
autoconstrucción por parte de las cooperativas de vivienda. En este
sentido, desde las cooperativas se denuncia la falta de ejecución
en tiempo y forma de las partidas presupuestarias destinadas para
la ley que impiden cumplir con los pagos correspondientes a los
avances de obra, entre otras trabas burocráticas que tornan problemática la implementación de la ley.
3.- Reflexiones finales
Ante la emergencia habitacional que sufre la Ciudad, la última respuesta dada por el gobierno porteño fue el veto a la Ley de Emergencia Habitacional. Esto permitiría disponer de tierras que deben
estar destinadas a un fin social para que puedan tener otra finalidad. Algunos ejemplos a citar son el escándalo de las viviendas de
casa amarilla, donde se cedieron terrenos asignados para vivienda
social al Club Boca Juniors; o la presentación de la villa olímpica
en Villa Soldati. La Villa Olímpica se presentó como un proyecto de
urbanización en el que quienes viven en la zona tendrían acceso a
las vivienda luego de terminados los juegos juveniles de 2017, pero
en el proyecto de ley presentado no se ha detallado ni condicionado
el acceso.
Es decir: no se registran políticas de acceso a la vivienda.
Dejar en manos del mercado el acceso a la vivienda tiene como resultado que ante el déficit habitacional, existan un 24 por ciento de
viviendas vacías en CABA, porcentaje superior al nacional (18 %).
Es decir, tenemos una demanda de 174 mil viviendas y disponemos
21
Derecho a Buenos Aires
de 341 mil: la oferta supera la demanda. La teoría económica tradicional plantea que ante este exceso de oferta los precios bajarían
(tanto el precio de alquiler como de venta del m2) para reducir esa
oferta, y así quienes precisen una vivienda puedan acceder a ella.
Sin embargo, esto no sucede. Por el contrario, las comunas con
mayor cantidad de viviendas vacías como las comunas 1, 14 y 2,
son zonas de alta valorización inmobiliaria y presentan los costos
de alquiler más elevados de la ciudad. Esto se debe a la existencia
de un alto porcentaje de inmuebles que son adquiridos tan sólo
como un instrumento de conservación de ahorros y no para vivienda propia o de terceros.
Los inquilinos se ven afectados por esta situación ya que deben
enfrentar fuertes costos a la hora de acceder a una vivienda. En
este sentido, la única solución planteada desde el gobierno es el
programa Alquilar se puede, donde el trabajador afronta los costos
del alquiler y los intereses de un préstamo para pagar los dos o tres
meses de comisión de la inmobiliaria más el mes adelantado y el
mes de depósito, que tiene como resultado aumentar la parte del
salario destinado a solventar el alquiler.
En el escenario económico actual la situación es aún más compleja.
De diciembre de 2015 a junio de 2016 el dólar oficial paso de aproximadamente $9 al actual dólar de $14 en un mercado inmobiliario
dolarizado, donde el dólar cotizaba a $11, hoy implica un aumento
de las propiedades en pesos.
La segunda cuestión es la reducción de la capacidad de ahorro a
partir de la caída del salario real, necesario para constituir el ahorro
previo requerido en cualquier crédito hipotecario (un 25% del valor
de la propiedad). Situación que se agrava con el aumento de los
servicios públicos. A este contexto, quienes alquilan le suman los
aumentos de alquileres que tienen un mínimo del 10% pero que en
la mayoría de los casos se acerca el 40%.
Ante esto la nueva herramienta presentada por el actual gobierno
es una línea de créditos hipotecarios indexados, a tasa variable,
que permiten una cuota inicial más baja. La lectura del Gobierno
Nacional para lanzar este programa fue la misma que realizó en la
gestión de CABA, centrada en financiar la demanda.
22
Lorena Putero
Hasta el momento, y casi dos meses después del anuncio, se registran escasas operaciones que no permiten arribar a una conclusión
sobre esta nueva política, pero en principio podemos pensar que
créditos indexados por la inflación para trabajadores que han visto
reducido su salario real, con propiedades más caras no tienen muchas posibilidades de ser exitosos.
Existen otras respuestas a partir de otros análisis. Si pensamos
que la vivienda es un derecho, por lo tanto no puede ser tratada
como cualquier mercancía ya que afecta la calidad de vida de los
ciudadanos, podemos pensar en regulaciones al uso del suelo y la
vivienda.
Para contrarrestar estas tendencias especulativas, existen experiencias de regulaciones a nivel nacional e internacional. Por un
lado, el condicionamiento de los permisos de edificación para la
construcción de torres, a la posterior disponibilidad de un porcentaje de los metros cuadrados construidos para su oferta como vivienda social - sea mediante un alquiler o para su posible adquisición,
a un costo menor que el del mercado-. Es una regulación de orden
local, que hoy se aplica en ciudades de Inglaterra, que puede volver
compatibles los desarrollos inmobiliarios con la inclusión habitacional de los ciudadanos no siendo una opción sólo para los sectores
vulnerables sino también para los trabajadores que cada día se ven
más lejos de la vivienda propia. Esta opción reviste especial interés
para la zona sur de la ciudad que se encuentra en ese proceso de
revalorización que puede traducirse en la expulsión de vecinos. En
el mismo sentido, pueden pensarse penalizaciones impositivas a
las viviendas vacías, edificios, casas abandonadas y terrenos baldíos con el objetivo de incrementar el costo de tener una propiedad
ociosa.
23
Melina Ons
Commocity
Las ciudades latinoamericanas son espacialmente injustas y la
Ciudad de Buenos Aires no es una excepción. Predomina en ella
una forma de producción del área urbana, profundizada por las políticas neoliberales, que expulsa a los sectores populares y los excluye del derecho a la ciudad. Un tipo ordenamiento en el que el
espacio es producido y consumido por la lógica del libre mercado,
en el que territorio es el sostén de los negocios y el Estado, su garante. Oponerle a esta lógica individual un derecho colectivo como
el derecho a la ciudad, a través de una planificación integral que
haga eje en las personas es urgente y necesario.
El enorme desarrollo de las ciudades en las últimas décadas se
explica en gran medida por una necesidad de reproducción del capitalismo. En su afán de acumulación, el capital necesita encontrar
25
Derecho a Buenos Aires
siempre nuevos lugares para invertir el excedente de la producción
y obtener así mayores niveles de ganancia. Las reformas urbanas
juegan un papel muy importante en la absorción del excedente acumulado (Harvey, 2012) 6. En palabras de Gabriela Massuh,“La construcción indiscriminada se transformó en la vía más eficiente de
mantener el valor del dinero; el ladrillo, las grúas y el cemento se
conjugaron para conformar un commodity especulativo que terminó
por cambiar la fisonomía de la ciudad de manera dolorosa e irreversible” 7.
La ciudad deja así de ser un lugar donde vivir y tener acceso a
ciertos derechos que provee el ámbito urbano y pasa a ser, predominantemente, el espacio donde se valoriza el capital. Así como se
depredan los recursos naturales, se hace con el suelo urbano: se
construye desplazando y destruyendo. El suelo urbano se convierte, entonces, en un bien de cambio más y se subordina su dinámica
a la de la especulación inmobiliaria. Oponerle a esto la lógica de
una planificación integral, sustentable y democráticamente definida, que tenga el eje puesto en la calidad de vida de los habitantes
y no en el negocio, no es sólo una expresión de buena voluntad:
implica una confrontación directa con los intereses de los capitales
que se enriquecen con la ciudad.
La ciudad de las grúas sin calma
El enorme crecimiento de la construcción en los últimos años en
la Ciudad de Buenos Aires no tiene que ver con la necesidad de
resolver la problemática de la vivienda o la emergencia habitacional, sino con invertir excedentes del capital y revalorizarlo. Basta
observar cómo se dio el crecimiento de los metros cuadrados construidos, su valor y la localización de las nuevas edificaciones en la
última década para tener una muestra.
Según datos del Gobierno porteño, entre 2007 y 2015 se otorgaron
permisos para construir 12.633.011 m2 (el equivalente a más de
250 mil departamentos de dos ambientes). Es decir que durante el
gobierno del PRO en la Ciudad se construyó un promedio de cerca
de 1,5 millones de metros cuadrados por año, mientras que la población se mantuvo estable en alrededor de 2.900.000 personas y
6 Harvey, David 2013: Ciudades rebeldes. Del derecho a la ciudad a la revolución urbana. Ed. Akal, Buenos Aires, Argentina.
7 Massuh, Gabriela 2014: El robo de Buenos Aires, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, Argentina. P 109
26
Melina Ons
el déficit habitacional sigue aumentando, afectando a casi un cuarto
de los habitantes. Podemos decir que aquellas propiedades nuevas
no fueron enteramente destinadas a más y mejor vivienda sino a
más y mejor negocio.
Mucho se habla de la construcción como generadora de empleo o
reactivación económica, pero lo cierto es que se ha vuelto un fin en
sí misma, al punto de eliminarse todo tipo de planificación, respeto
por la estética del vecindario y supresión de controles o estudios
de impacto ambiental (Massuh, 2014). Como consecuencia, actualmente hay alrededor de 340.000 viviendas en desuso 8, muchas de
ellas que solamente sirven a la especulación.
Esto se refuerza si se observa la distribución de las construcciones:
las obras estuvieron lejos de centrarse en la zona sur, donde la necesidad de vivienda es mayor, sino que lo hizo en las comunas del
norte, donde se dan los mejores niveles en todos los indicadores
socioeconómicos. Entre los años 2008 y 2015, las comunas 6, 12,
13 y 14 (que incluyen barrios como Belgrano, Caballito, Colegiales
y Palermo) aglutinaron el 40% de los metros cuadrados construidos
(5.047.912). Muy diferente a la situación de las comunas 4, 7, 8 y 9
(La Boca, Barracas, Villa Soldati, Villa Lugano y Parque Patricios,
entre otros barrios) que en total suman el 15% de los metros cuadrados edificados.
La mayor construcción coincide con el mayor precio de venta. En
las comunas de Palermo y Belgrano, el precio del metro cuadrado
puede alcanzar los U$S 2.700, mientras que en las comunas de
Pompeya y Bajo Flores se registra un promedio de U$S 1.700. Esto
se explica porque el capital fluye hacia donde las tasas de retorno
son más altas, por lo que la colocación de excedentes se da de manera acelerada en las zonas de la Ciudad donde el precio es mayor.
Este “círculo virtuoso del capitalismo especulativo” llevó a los precios de las propiedades de toda la ciudad hacia arriba.
De este modo, mientras que en 2007 el valor promedio del metro
cuadrado era de U$S 1.402, a comienzos de 2016 superaba los
U$S 2.500. Un incremento en dólares de más del 50% y en pesos
de casi 770%. Así, la inversión en ladrillos se convirtió en una de
8 Según datos del Censo nacional de población, año 2010
27
Derecho a Buenos Aires
las más rentables, superando con creces a la inflación del período.
Una mercancía particular
El suelo urbano es irreproducible. No hay dos terrenos iguales porque no existen dos locaciones iguales. Se puede construir el mismo
edificio en Recoleta o en Villa Lugano, pero no tendrá el mismo valor. De esta forma, el propietario de esta mercancía puede obtener
ganancias sin invertir en él, sólo por las rentas que ese suelo produce. Pero el negocio es posible porque existe una demanda creciente de suelo urbano y porque las modificaciones que se realizan
en su entorno generan rentas cada vez mayores, sin la necesidad
de que los dueños incorporen valor.
Muchas veces, los desarrolladores invierten en terrenos o inmuebles devaluados y luego presionan para que aumente el precio y así
obtener una renta extraordinaria. Allí, reside el carácter fuertemente especulativo del mercado inmobiliario. Una diferencia de la renta
puede surgir, por ejemplo, de que el Estado permita un uso hasta
entonces no permitido o realice una inversión en infraestructura
antes inexistente.
El suelo urbano posee así otra característica que lo hace atractivo
para la inversión capitalista que es lo que se denomina una renta
potencial: aquella ganancia que podría generarse por una revalorización del entorno o por una modificación del uso del suelo (Smith,
2013).
Los casos más emblemáticos de crecimiento exponencial de la renta del suelo en nuestra ciudad fueron los de Puerto Madero, Abasto,
San Telmo y algunas zonas de Palermo. Este fenómeno se empieza
a observar más recientemente sobre algunos barrios del sur como
La Boca, Boedo o San Cristóbal. El mecanismo es el siguiente: se
busca invertir en una zona urbana deteriorada y desvalorizada, pero
con una importante diferencia potencial de renta y luego empujar al
Estado para que realice modificaciones que eleven el precio.
En el caso de Puerto Madero, la valorización se dio en los años
’90, cuando el Estado definió mudar esa parte del puerto –ya en
28
Melina Ons
desuso- y modificar las normas vigentes para permitir que se pueda construir allí un barrio residencial, con la intervención de una
empresa mixta (la Corporación Buenos Aires Sur) que facilitara la
venta de terrenos públicos. El valor inicial de compra de esos nuevos metros cuadrados disponibles para el negocio, antes utilizados
por el puerto, era tan bajo que les permitía a las empresas constructoras obtener una diferencia de renta capaz de asumir todos los
costos y aún así obtener una enorme ganancia. El metro cuadrado
en esta zona cotiza hoy cerca de U$S 4.000.
En la actualidad, el ejemplo que ofrece el barrio de La Boca es similar: la reciente creación del Distrito de las Artes busca transformarlo
y revalorizar la zona. Este es el motivo por el que un puñado de
desarrolladores inmobiliarios –o sus testaferros- están comprando
barato y desalojando masivamente conventillos o casas ocupadas.
Por otra parte, proyectos futuros como Solares de Santa María,
lindero a la Costanera Sur, van en camino a reproducir el destino
de Puerto Madero. La empresa IRSA busca el cambio de zonificación del terreno que posee en la ex Ciudad deportiva de Boca Jrs.,
donde planea montar un barrio exclusivo para el sector más rico
de la población. Lo llaman “La Dubai Argentina” y pretende ser una
construcción de lujo, a orillas del río y a minutos del centro porteño,
con residencias suntuosas y hasta un amarradero de embarcaciones para el cual sería necesario inundar la villa Rodrigo Bueno. El
proyecto había sido frenado por vecinos y organizaciones y ahora
el Gobierno quiere reactivarlo.
Este comportamiento especulativo tiene serias consecuencias para
la justicia espacial urbana. Por un lado, porque la enorme plusvalía que se genera no es retribuida de ninguna forma. El Estado
desarrolla infraestructura, autoriza nuevos usos o densidades de
construcción y con ello puede generar mayores niveles de renta del
suelo para el propietario. Sin embargo, no se apropia de un sólo
peso de esa diferencia y tampoco existe una contraprestación proporcionada para los habitantes de la Ciudad. Algunos países tienen
mecanismos de captación de plusvalía urbana que recuperan, al
momento de la venta de los inmuebles, parte de las ganancias generadas por la intervención del Estado. Como señala Raúl Fernández Wagner, “sean estas modificaciones otorgadas por los gobiernos o solicitadas por los propietarios, deberían implicar el pago, en
29
Derecho a Buenos Aires
concepto de ‘plusvalías urbanísticas’, de una proporción importante
de la valorización que permite el permiso otorgado” 9.
Gentrificar no es la tarea
Una de las contradicciones fundamentales del capitalismo es que
produce pobreza a medida que produce riqueza. En este sentido, la
expulsión de los sectores populares de la ciudad y la desigualdad
territorial avanzan en paralelo al crecimiento del mercado inmobiliario. Un negocio que fomenta la especulación, aumenta los precios
de las viviendas en barrios enteros y da origen a la expulsión de
los sectores que no pueden pagarlos. Estos se encuentran así en
una situación de vulnerabilidad en relación a su espacio de vida, sin
herramientas administrativas o jurídicas que los protejan de la expulsión. Este proceso en el que la población original es desplazada
por otra de mayor poder adquisitivo, producto de transformaciones
de todo tipo que realiza el mercado y que valorizan el suelo objetiva
y subjetivamente, se ha conocido con el nombre de gentrificación.
Como consecuencia, hay casi tantas casas vacías como familias en
emergencia habitacional y zonas exclusivas para población de altos
recursos. Así también, el aumento de población en asentamientos
informales y la toma de tierras y viviendas avanzan en paralelo
al boom inmobiliario.
El Estado aborda el problema de la vivienda y de otros derechos
a los que se accede en el espacio urbano con lógicas similares a
las del mercado, concibiendo su goce como algo propio del ámbito
privado, restringido e individual. Predomina una concepción de la
vivienda como una simple mercancía considerada por su valor de
cambio y no por su función social, sin contemplar las situaciones
de vulnerabilidad que esto genera. En ese marco, el derecho a un
techo digno pierde frente al derecho a la propiedad privada.
Contrario a este paradigma, proponemos pensar la planificación urbana
desde la perspectiva del derecho a la ciudad como derecho humano,
porque permite abordar el problema de forma colectiva. El derecho a la
ciudad hace referencia no sólo a la posibilidad de acceder a los bienes
y servicios que otorga la vida urbana, sino también a la posibilidad de
ejercer un “poder colectivo sobre el proceso de urbanización”10. Esta es
9 http://www.revistaturba.com.ar/la-ciudad- justa/
10 Idem 9.
30
Melina Ons
una forma de pensar la planificación no atada a los intereses individuales sino a los intereses colectivos del conjunto de la sociedad.
“Revolución urbana”
Es posible y deseable pensar un esquema donde el Estado no sea
agente inmobiliario sino regulador, con una importante participación
democrática de aquellos que habitan su territorio y son atravesados
por sus políticas, de cara a superar la fragmentación y avanzar hacia la ciudad como un espacio de integración social. Pero esto implica revertir la lógica de valorización del capital en el suelo urbano
y enfrentar a los empresarios que lucran con la ciudad.
La tierra urbana es un recurso no renovable y cualquier intervención sobre la misma debe tener como objetivo prioritario garantizar
la sustentabilidad y mejorar las condiciones de vida de su población. Para pensar en una planificación eficiente y más equitativa, es
necesario incorporar la función social de la propiedad y la participación comunitaria –vinculante y no testimonial-, local y barrial en la
elaboración de los programas de espacios públicos y equipamientos urbanos. Estableciendo estructuras democráticas de gestión y
control sobre las políticas en cada porción de territorio.
Con el pueblo como protagonista, es posible generar las condiciones para que el Estado regule el desarrollo inmobiliario y los usos
del suelo y la vivienda, de cara a revertir la dinámica actual que
vulnera y expulsa. Para que los derechos a la vivienda y a la ciudad
estén garantizados, para construir una planificación integral en la
que la prioridad esté puesta en las personas, en la defensa de lo
público y en la justicia espacial y habitacional y no en los beneficios
de propietarios individuales.
31
Gabriela Massuh
El robo de Buenos Aires
Extractos del libro “El Robo de Buenos Aires”, de Gabriela Massuh.
La guerra contra el patrimonio
La nómina de recursos aplicados por el Ejecutivo porteño para
autorizar la demolición del patrimonio urbano es imaginativa. Entre
ellos, figura uno en el que el Gobierno de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires fue perfeccionándose: presentar un caso de derribo
como un hecho consumado, oculto detrás de carteles gigantes para
no llamar la atención; o bien, comenzando la destrucción de un
inmueble desde adentro, también para evitar que se vea desde la
calle. En ambos casos, adquiere visibilidad recién cuando ya no se
puede hacer nada.
Otro mecanismo frecuente es autorizar una demolición que está
bajo protección legal dando por sentado que nadie va a hacer un
33
Derecho a Buenos Aires
reclamo judicial. También, está la vía de hecho, que es no autorizar
por escrito pero dejar hacer. Todo esto genera situaciones desopilantes en una justicia desbordada por la avalancha de pedidos de
amparo, obligada en muchos casos a dar sentencia con una celeridad que siempre es menor a la de las topadoras.
De tanto afán demoledor hay cuadras enteras que se parecen a
Beirut después de la guerra civil o a Berlín luego de la reunificación
bajo las grúas: zonas de nadie se abren como cráteres en medio
de la Ciudad, disimuladas por grandes carteles publicitarios detrás
de los que no hay más que basura, colchones o restos de los habitantes que precariamente los mantenían por haberlos ocupado
mientras aguardaban la llegada de tiempos mejores. Estas zonas,
Rivadavia a la altura mil o Pueyrredón a la altura del seiscientos y
setecientos, eran hasta hace poco cuadras emblemáticas de Buenos Aires, construcción opípara de tiempos cercanos que tenían un
futuro de opulencia e integraban esas fachadas por las que alguna
vez se sintió orgullo, curiosidad o asombro con sólo levantar la
vista.
La situación del patrimonio histórico de la Ciudad de Buenos Aires
es devastadora. Esto no se debe exclusivamente a la gestión de
Mauricio Macri, sino también a largos años de desinterés público
por el tema. Muchas veces, se tiene la sensación de que funcionarios y gestores están persuadidos de que las cuestiones de patrimonio son una especie de berretín de la clase alta y, por ende,
“cosa de ricos”. De hecho, a nadie se le movió un pelo cuando, en
el año 2010, la World Monuments Fund incluyera el área céntrica
de Buenos Aires en el listado de los diez “sitios en riesgo″ en todo
el mundo dentro de una nómina de 100 lugares que se encuentran
en peligro ya sea por políticas ineficientes de preservación o por
catástrofes naturales.
El daño es profundo y es irreversible. Buenos Aires no es la que era
hace 50 años. Lo grave es que ya no sea la ciudad que fue hace
diez. No obstante, podría pensarse en políticas que destinen una
mínima parte de lo que recaudado a colaborar con los propietarios
en la conservación del recurso patrimonial, dado que este acervo
constituye uno de los principales motivos de atracción de los turistas extranjeros que visitan la ciudad. O bien, realizar un debate
34
Gabriela Massuh
profundo y democrático sobre el modelo de ciudad que queremos
legarle a nuestras futuras generaciones. La demanda del mercado
de suelos arrasó con la arquitectura de valor patrimonial y, de paso,
con una identidad ciudadana construida a lo largo de por lo menos
dos centurias. Tomarlo como un hecho natural o como una manifestación del progreso (como habitualmente suele hacerse) es, en
el mejor de los casos, un acto de pereza mental. La destrucción de
una ciudad para beneficio de unos pocos es un escándalo muy fácilmente controlable. No hay que inventar nada nuevo. Simplemente,
hacer lo que hacen otros para controlar la hipertrofia edilicia: poner
un impuesto a los inmuebles vacíos.
En el contexto de esta gestión ávida por los escombros, las grúas y
las topadoras, es necesario entender que toda esta destrucción es
absolutamente gratuita y no tiene otra ventaja que la de mantener
el valor del dinero acumulado, lo cual no tendría nada de malo si
estuviera articulado dentro de un mecanismo equitativo y democrático que previera la necesidad de vivienda de la población en su
conjunto.
En la actualidad, la construcción obedece exclusivamente a la
especulación de los desarrolladores, en la mayoría de los casos
amigos del gobierno. Programas de radio o de televisión bien intencionados, que invitan a vecinos comprometidos en salvar algún
inmueble, suelen lamentar la pérdida del bien intangible, pero en
seguida justifican la acción gubernamental con “la necesidad de vivienda”, como aceptando las pérdidas como un hecho sin remedio.
Es también la tesitura de muchos legisladores de la oposición, entre quienes hasta el momento no se destacó uno que defendiera el
patrimonio de manera efectiva. Ninguno de los edificios destruidos,
a veces son manzanas enteras, dio pie a una sola casa destinada a
aquellos que la necesitan.
Lo contrario es el caso: la euforia inmobiliaria lleva indefectiblemente a encarecer aun más el acceso a la vivienda. A esta altura de
los acontecimientos, es muy poco probable que se habite siquiera
el 50% de las suntuosas propiedades que sustituyeron la fachada
ancestral de barrios como Flores, Floresta, Caballito, Palermo o
Villa Urquiza.
35
Derecho a Buenos Aires
City Marketing
Como consecuencia de estas transformaciones, las ciudades se
convirtieron en grandes escaparates para la mirada de afuera, y
esa mirada exige un estándar de hoteles, centros de convenciones,
seguridad, restaurantes y oportunidades de esparcimiento a la altura de un viajero VIP. Se intenta convertir a la ciudad en una “marca”
de competencia internacional para atraer a turistas y, sobre todo, a
inversores.
En su afán por distinguirse, los centros urbanos se fueron pareciendo. Dejaron de construir para el uso urbano de su población y se
abocaron a una necesidad ajena, abstracta. Como todas aplicaron
las mismas estrategias, en todos lados aparecían los mismos paseos de compras con las mismas marcas, las mismas cadenas de
hoteles boutique, los mismos cafés en el mismo vaso… Si la intención era elaborar una “marca” específica, lo que se logró es todo lo
contrario: que no valga la pena salir de la propia ciudad descubrir
algo diferente.
No obstante, los argentinos siguieron viajando a Miami, por más
que Buenos Aires se le estaba pareciendo cada vez más. Decir, por
ejemplo, que Puerto Madero es un barrio más no le hace justicia a
la Ciudad. Quizá, falte encontrarle un nombre adecuado a esta isla
donde el lujo, el dinero de la corrupción y el de oscura proveniencia,
los tugurios encargados de lavarlo y sacarlo en bolsas de consorcio, los restaurantes exclusivos, los hoteles al estilo Gaith Pharaon
y los museos art centers conforman el conglomerado simbólico de
la ilícita apropiación de la Ciudad.
Concebido en los albores de los años ’90, Puerto Madero es parte
de la embestida neoliberal de las grandes renovaciones urbanas en
todo el mundo.
Bajo el pretexto de la eficiencia y la sustentabilidad presupuestaria,
las ciudades recortan prestaciones, servicios y seguros sociales; el
excedente se invierte en connivencia con el capital privado. Es la
década del public-private partnership 11 y de los arquitectos estrella
11 Una forma de asociación público-privada, en este caso para inversión en desarrollo urbano como fue la creación de la
Corporación Buenos Aires Sur.
36
Gabriela Massuh
que pasan a integrar la nómina de una consagración a la que toda
ciudad quiere pertenecer. La competencia por seducirlos es feroz.
Extractivismo urbano
Si hasta el momento el término “extractivismo” se aplicaba sobre
todo a los recursos naturales, tales como la creación de un supuesto bienestar a través de la sobreexplotación de la tierra, el agua y
el subsuelo, el abogado ambientalista Enrique Viale sostiene que
existe un “extractivismo urbano”, que sería el mismo método aplicado a la ciudad: la apropiación indiscriminada de espacios comunes,
su privatización y la consecuente generación de excedentes que no
“derraman”, como prevé la teoría neoliberal, sino que sustentan el
mecanismo de acumulación por desposesión. “En las ciudades, no
hay petróleo”, dice Viale, “no hay minerales, pero hay tierra pública.
Y las corporaciones inmobiliarias la codician.”.
Es innegable que esta serie de transformaciones urbanas trajo
cambos radicales en el pasado y los trae en el presente. A primera
vista, surten un efecto imaginario de acceso al confort, que, por
lo general, se asocia con el progreso y la seguridad. Lo que antes
se llamaba calidad de vida se convierte en life style, los nuevos
lugares dan la sensación pertenencia y de estar entre iguales. En
Buenos Aires, sería el estilo Nordelta, la vida boutique rodeada de
amenities que goza de la naturaleza frente a un lago artificial y usa
la cuatro por cuatro para comprar medias lunas en la panadería de
la esquina o en el shopping del country. Si hubiera que encontrar un
pendant local del yoga en Estambul, sería una mezcla del estilo Palermo con algunos toques de la vida en un barrio cerrado. El nuevo
estilo de vida es el mundo prolífico y ordenado en escaparates de
lujo. Es una nueva urbanidad con escasos ingredientes específicos
de la ciudad. Porque la ciudad real desaparece proporcionalmente
a la expansión del life style.
En la actualidad, la ciudad transformada en un sitio de fragmentos
fortificados atiende la seguridad de los bancos, las áreas pudientes, los centros de consumo y algunas otras por las que transcurre
el turismo. Al resto las deja libradas a su suerte, casi parecería de
manera intencional. La técnica del abandono suele propiciar la ma-
37
Derecho a Buenos Aires
nía del “saneamiento” urbano, que es declarar la zona como emergencia, desocupar inquilinatos por la fuerza y derruir la sustancia
edilicia en lugar de sanear. Este sutil mecanismo de ocupación-desocupación está provocando no pocos conflictos en todo el mundo.
La ciudad es un bien común: le pertenece a sus habitantes porque
ellos la hacen todos los días. La Ciudad es su historia presente y
pasada, su seria y su esplendor, su literatura y su música, el nervio que la recorre y el río ausente. En sus calles, han tenido lugar
las reivindicaciones por las que peleamos y también aquellas que
no fueron concedidas. Esa construcción común de ricos y pobres,
inmigrantes que vinieron en barco y migrantes que llegaron en tren
o en ómnibus del interior o de países hermanos, de criollos que la
creyeron propia y de provincianos que le hicieron parques… Todo
eso no puede transformarse en un commodity.
El Estado no puede renunciar a su deber de proteger la herencia
cultural porque es un bien común: es tierra pública y cultura heredada. La atmósfera y el atractivo de una ciudad es un producto
colectivo de quienes la habitan o la recorren a diario. Si es rentable,
comercializable, apta para el turismo o seduce a inversores es por
su valor agregado, ese “valor” es un bien colectivo que fue construido por el conjunto de sus pobladores. La ciudad como bien común
no ha desaparecido ni es cosa del pasado: hay que reconquistarla.
38
Romina Tuliano Conde
El rol del Poder Judicial en los procesos de desalojos:
el “tornillo” que ajusta la “máquina de expulsión”
Los desalojos en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) crecen año
tras año. El contexto político actual se vuelve cada vez más propicio para acelerar los procesos de expulsión de los sectores populares. En los últimos años, la intervención estatal ha establecido
marcos regulatorios que, en el campo sectorial específico del acceso al hábitat, han optado por privilegiar la función mercantil –no
social- de la vivienda.
En este artículo, abordaré únicamente la problemática de los procesos de desalojos que tramitan ante la justicia nacional en lo civil,
desde un enfoque crítico a ese Poder Judicial que forma parte de la
máquina de expulsión de los sectores vulnerables de la Ciudad. Un
sistema de piezas donde los jueces y las juezas se convierten en el
“tornillo” ultimo que ajusta el engranaje y legítima las operaciones
39
Derecho a Buenos Aires
previas, no siempre “muy legales”, que finalizan con el desalojo.
Asimismo, el enfoque está puesto en aquellos desalojos que afectan a un colectivo de familias que han accedido a la vivienda a
través del mercado informal, ya sea por ocupaciones de inmuebles
vacíos o alquileres informales en hoteles o casas particulares.
Por último, y desde una mirada más optimista, me explayaré sobre
las herramientas legales con la que cuentan los/las afectados/as
para resistir los desalojos, el bagaje normativo sobre soluciones
habitacionales que ofrece el Ejecutivo y las “armas” de negociación
y resistencia de las familias que hacen posible, en algunos casos,
frenar la maquinaria.
El mercado informal
Para entender el marco normativo de los desalojos es necesario
contextualizar sucintamente las variadas situaciones de informalidad a través de las cuales las familias acceden a la vivienda. Se
trata de un mercado no comprendido por las normas y regulaciones
urbanísticas, basado en una lógica de la necesidad impulsada por aquellos
sectores que no logran satisfacer sus condiciones de reproducción social
a través del mercado o a través de políticas de Estado efectivamente existentes12.
En algunos casos, el acceso se produce a través de la ocupación de hecho
de inmuebles o tierras, privadas o públicas, vacantes o en desuso. Y en
otras ocasiones, el mercado informal les ofrece vivir en seudo hoteles o
inquilinatos donde existe una relación contractual solapada, pagando cánones exorbitantes por alquileres “truchos”.
Según el Censo 2010, casi un 12% (133.940 de los hogares) reside en
hogares bajo tenencia irregular, concentrándose principalmente en las comunas 8 (18.7%), 7 (13.65%) y 15 (13.13%).
Del total, 103.963 personas viven en inquilinatos, conventillos, habitaciones de hotel, o pensiones – registrándose un aumento del 11.3% respecto
del Censo 2001- que se concentran en las Comunas 1, 3 y 413.
12 Informe Preliminar de la Comisión de Vivienda del Consejo Económico y Social, “Diagnóstico, Socio-habitacional de la
Ciudad de Buenos Aires”, 2013 en file:///C:/Users/fvg1/Downloads/CLAFIL20140507_0005.pdf
13 Resultados finales del Censo 2010 en http://www.sig.indec.gov.ar/censo2010/
40
Romina Tuliano Conde
La situación de vulnerabilidad de las personas que acceden a la
vivienda a través de ese mercado posee tres características que
se entrelazan y refuerzan mutuamente: i) la precariedad edilicia de
las construcciones; ii) la informalidad legal, dada la ausencia de
instrumentos legales que den seguridad jurídica a la tenencia de las
unidades y iii) la ausencia de control estatal. 14
En todas sus modalidades, los/las vecinos/as sufren una estafa en
el mercado informal de alquileres. Las familias pagan un canon locativo a un sujeto, que casi siempre cuenta con la anuencia del
propietario y que llegado el momento, por alguna razón casi siempre económica, se desentiende de la situación desconociendo a las
familias a las que les alquilaba e inicia el proceso de desalojo. En
igual sentido, en el caso de las familias que adquieren sus viviendas a través de la ocupación pacífica de inmuebles vacíos, siempre
existe la amenaza de un dueño “fantasma” que adquiere la propiedad con “sus vidas” dentro para luego desalojarlos.
La regulación del juicio de desalojo y la actuación de los jueces y
las juezas en el proceso. Parafraseando a un colega, “el juicio de
desalojo es un partido con la cancha inclinada”. Este proceso está
regulado en los artículos 679 a 688 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación (CPCCN) dentro del libro cuarto, título VII
correspondiente a los procesos especiales.
Fue pensado hace casi 48 años atrás como un procedimiento cuyo
objeto perseguía la “desocupación de inmuebles” tendiente a proteger la propiedad de quien tenga derechos de uso y goce sobre el
inmueble, contra “todo ocupante” (art. 608).
La última reforma del Código (2001) modificó en dos aspectos al juicio de desalojo. Por un lado, cambió el tipo de proceso aplicable y,
por el otro, introdujo la ampliación del reconocimiento judicial para
las causales de falta de pago y vencimiento de contrato (680 ter),
previendo además la desocupación inmediata de conformidad con
el art. 684 bis.A modo de empezar a entender por qué el juicio ya
está inclinado en favor de los propietarios, es importante remarcar
que la reforma fue receptada con clamor por las instituciones aglutinantes de dueños de inmuebles como la Cámara de Propietarios
de la República Argentina (CAPRA), las asociaciones de corredores
14 Informe del Ministerio Público Tutelar, “La situación en conventillos, pensiones e inquilinatos de la Ciudad” en
http://mptutelar.gob.ar/content/la-situaci- n-en- conventillos-pensiones- e-inquilinatos- de-la- ciudad.html)
41
Derecho a Buenos Aires
de bienes raíces, la Cámara Inmobiliaria Argentina (CIA) y entidades científicas, como el Centro Argentino de Derecho Inmobiliario y
Propiedad Horizontal (CADIPH), quienes venían reclamando desde
hace tiempo un cambio legislativo que permitiera simplificar y abreviar los procesos de desalojo inmobiliarios, en un contexto de crisis
como la que se vivía por entonces.
Hasta la reforma, los juicios de desalojo tramitaban como juicios
sumarios, es decir, tenían un régimen particular. La ley 25488 derogó esa clase de procesos, generando un “supuesto” interrogante
respecto del trámite que entonces se debía conferir al juicio de desalojo: sumarísimo, de tramitación breve, u ordinario.
Básicamente, la diferencia fundamental de estos procesos son los
plazos y las pruebas. Mientras que en el proceso sumarísimo, se
prevé plazos de cinco días para contestar demanda y tres días para
apelar las resoluciones judiciales, el proceso ordinario prevé quince
y cinco días respectivamente.
Sin embargo, a pesar de que la propia reforma estableció que todas
las contiendas judiciales que no tuvieran señalada una tramitación
especial, serían ventiladas en juicio ordinario, salvo que el Código
autorizase al juez a determinar la clase de proceso aplicable (art.
3), en la actualidad la mayoría de los jueces y las juezas le imprimen el carácter de “sumarísimo” por considerar que, tratándose del
recupero de inmuebles, ello debe lograrse en plazos reducidos.
Es decir: el primer escollo que nos encontramos es redefinir el tipo
de proceso que se le imprime, aunque muchas veces ello resulta
imposible porque el juicio ya está avanzado en la instancia de lanzamiento (desalojo) y todo aquello que no se cuestionó oportunamente resulta difícil considerarlo por un principio que tiene nuestro
ordenamiento civil de preclusión de los actos procesales.
Esta última reforma extendió además la restitución anticipada del
inmueble para la causal de vencimiento de contrato y falta de pago,
que antes sólo era aplicable a la causal “intrusos”.
Previo a dicha reforma, en el año 1995, a través del mismo lobby
que antes mencionase, se logró que en los casos que la acción de
42
Romina Tuliano Conde
desalojo se dirigiera contra intruso, en cualquier estado del juicio
después de trabada la litis y a pedido del actor, el juez podía ordenar la inmediata entrega del inmueble si el derecho invocado fuese
verosímil y previa caución por los eventuales daños y perjuicios
que se puedan irrogar (art. 680 bis). Esto significa que contestada
la demanda o habiendo transcurrido el plazo para hacerlo, el juez
puede ordenar la desocupación inmediata del inmueble, tomando
como precaución una caución real que, en la mayoría de los casos,
es el propio inmueble en cuestión.
En la práctica, significa trabajar a contra reloj para impedir que
previo al dictado de una sentencia definitiva, se ordene la restitución del inmueble al propietario, violándose todas las garantías de
derechos humanos que deben primar en los procesos de desalojos.
Además significa el fin del pleito, pues en definitiva eso es lo que
los propietarios buscan al iniciar los juicios por estas causales.
En la especie, nos encontramos frente a una sentencia anticipada
(por no decir condena) que hace lugar total y definitivamente a la
pretensión del actor, con fundamentos en que tanto la experiencia
como la estadística dicen que los procesos de desalojo fundados en
dichas causales prosperan en su totalidad. 15
La notificación del juicio
Otro problema se da en las notificaciones previstas para estos juicios, que desconocen la singularidad de estos conflictos sociales.
Las modalidades jurídicas pensadas para juicios bilaterales que involucran personas que tienen acceso a un abogado capaz de entender la complejidad de una cédula y el vocabulario jurídico, deja a
un gran número de personas fuera del acceso fehaciente a la justicia. En este sentido, el derecho y el sistema judicial son realidades
extrañas, complejas y difíciles de comprender para todos aquellos
que no tienen un contacto directo con el mundo jurídico. Éste es un
fenómeno que se da en general en toda la población aunque en los
sectores con menos recursos el nivel de rechazo se acrecienta. 16
Si bien el lenguaje jurídico resulta extraño para la gran mayoría
de las personas, este fenómeno se potencia por el hecho de que
15 Juan Pedro Coleiro, “El juicio de desalojo y las reformas de la ley 25.488”, Revista Abogados. Revista del Colegio
Público de Abogados de la Capital Federal, N° 56 pág. 28, 2002
16 ShunkoRoms, “Acceso a la Justicia y Pobreza”, Lecciones y Ensayos, pág. 522).
43
Derecho a Buenos Aires
los sectores populares se desenvuelven en una subcultura en la
que el lenguaje jurídico es absolutamente extraño, repercutiendo
negativamente en el conocimiento mismo de la existencia de los
derechos que los asisten 17. El derecho no es una entidad aislada de
la realidad circundante; responde a factores económicos, sociales y
culturales y produce efectos concretos en dicha realidad.
La ficción de una notificación bajo responsabilidad de la parte actora, es decir que el propietario demandante se responsabiliza de
que los demandados se enteren del juicio, implica lisa y llanamente
una violación del derecho a la defensa. Puesto que en la práctica
jurídica las personas recién se enteran de la existencia del juicio
cuando el brazo ejecutor de esa orden –oficial de justicia- les avisa
del “lanzamiento”, que procederá contra todos y todas, hayan o no
participado del proceso.
En estos casos, la igualdad jurídica formal de “todos iguales ante
la ley”, implica desconocer que dicha concepción de igualdad deja
de lado el aspecto económico, social y fáctico que impregna ese
concepto. Así, la igual aplicación de la ley a situaciones formalmente iguales, pero en condiciones realmente desiguales, en lugar de
acercarse a lo justo, acentúa la desigualdad y la injusticia 18.
La reforma constitucional del año 1994 marcó un hito. Desde entonces, la normativa aplicable a todo proceso judicial se encuentra
atravesada por el bloque de derechos humanos que fuera introducido a través del art. 75 inc. 22. Es por ello, que cuando la ejecución de una demanda de desalojo implique colocar a personas en
situación de calle (máxime cuando entre ellas se encuentran grupos
vulnerables como niños, niñas, adolescentes, mujeres, personas
con discapacidad) esa decisión se encontrará reñida con el plexo
constitucional. Y no existe razón alguna para que se haga anticipadamente a la sentencia, más que la voluntad de los/las operadores/
as jurídicos de hacer prevalecer el derecho de propiedad por encima del derecho a la vivienda.
17 Op. cit. 5
18 Op. cit. 5
44
Romina Tuliano Conde
El rol del negocio inmobiliario
Por otro lado, volviendo al litigio, la demanda de desalojo por la
causal de intrusión es utilizada como una herramienta fácil que no
requiere demasiada prueba para recuperar el inmueble en el que o
bien existía una relación contractual soslayada con los/las vecinos/
as o el inmueble ha sido adquirido recientemente con ellos y ellas
dentro.
En el primero de los casos, se vuelve casi imposible demostrar
en juicio la existencia de esa relación contractual, puesto que no
existen ni contratos, ni recibos, ni documentación alguna que deje
rastro del negocio ilegal del propietario.
Esta falta del propietario, unida a la grave crisis económica y a
la lógica de la necesidad, desbalancea el ideario de la igualdad
de “armas” de las partes en el proceso, por lo que el juez debería
constituirse en el último baluarte del control y de la defensa de la
legalidad, a la vez que en morigerador de situaciones en las que
aquellas desigualdades puedan llevar, a través de la solución legal,
a consagrar verdaderas injusticias 19.
En el segundo supuesto, un inmueble abandonado y recuperado
por las familias es adquirido por una o un particular o una sociedad
que lo ha comprado a un precio irrisorio y pretende el desalojo inmediato para comenzar allí la revalorización del mismo. Estos “inversionistas” no compran al azar sino que llegan a barrios en donde
el poder público facilita su actuación a través de normas urbanistas
que promueven la llegada de las inversiones en barrios que no eran
considerados rentables, comprando propiedades ocupadas a precios irrisorios (hasta el 50% menos de su valor real).
Así, el negocio de los especuladores cierra su círculo beneficiado
por el actuar del poder judicial, que ciñéndose al tipo de proceso,
ordena el desalojo y “olvidan” aplicar la normativa de derechos humanos como el art. 14bis CN, arts. 25 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos, art. 11 del Pacto de Derechos Económicos
19 Op. cit 4
45
Derecho a Buenos Aires
y Sociales, art. 5.e.iii de la Convención para la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación Racial, art. 14, inc, 2 h de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de discriminación
contra la Mujer y art. 27 inc. 3 de la Convención sobre los Derechos
del Niño.
Particularmente, la Observación General Nº 7 del Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales, define claramente a los
´desalojos forzosos´ como el hecho de hacer salir a personas, familias y/o comunidades de los hogares y/o las tierras que ocupan, en
forma permanente o provisional, sin ofrecerles medios apropiados
de protección legal o de otra índole ni permitirles su acceso a ellos
(párr. 3). Y el propio Estado deberá abstenerse de llevar a cabo
desalojos forzosos y garantizar que se aplique la ley a sus agentes
o a terceros que efectúen desalojos forzosos (párr. 8).
En cuanto a las consecuencias de las mandas de desalojo, la Observación es trminante al prescribir que los desalojos no deberían
dar lugar a que haya personas que se queden sin vivienda o expuestas a violaciones de otros derechos humanos. Cuando los
afectados por el desalojo no dispongan de recursos, el Estado parte
deberá adoptar todas las medidas necesarias, en la mayor medida
que permitan sus recursos, para que se proporcione otra vivienda, reasentamiento o acceso a tierras productivas, según proceda
(párr. 16). La práctica de los desalojos forzosos constituye una
violación grave a los derechos humanos, en particular al derecho a
una vivienda adecuada, de acuerdo con la Resoluciones 1993/77 y
2004/28 de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
A pesar de todo ello, la práctica cotidiana en la defensa de las familias nos demuestra que los jueces y las juezas continúan juzgando
desde una mirada conservadora, en la que aplicar la normativa de
derechos humanos equivale a “chicanas” dilatorias que no deben
ser planteados en estos procesos.
Es la propia acción del Poder Judicial que casi de manera gratuita
(salvo por el pago de la tasa de justicia y los honorarios de un profesional) revaloriza el inmueble concretando el lanzamiento. Para
que quede claro: un inmueble que fue comprado por un particular
o una sociedad, con las familias viviendo dentro a U$200.000 dó-
46
Romina Tuliano Conde
lares, cuando logra el desalojo pasa a valer un millón de dólares.
Esa plusvalía es producida ni más ni menos que por el propio Poder
Judicial y es apropiada privada y únicamente por el especulador.
Son contadas las excepciones de jueces y juezas que se animan
a dar cuenta de la existencia de dos derechos constitucionales en
juego: propiedad y vivienda. Y más contado aún, que en pos de
ello busquen soluciones armoniosas y respetuosas de los derechos
humanos en juego. En su mayoría, no asumen su responsabilidad
como parte de un poder del Estado que no puede desconocer el
contexto social y político de las familias a las que dejara en la calle.
Quienes sí se animan tímidamente a reconocer la coalición de derechos en juego, se limitan por cuestiones de competencia a librar
unos cuantos oficios a organismos que en algunos casos no son
idóneos para solucionar la problemática habitacional, y otras veces
a organismos como el Instituto de la Vivienda que sí lo son, pero
sólo a fin de que tomen conocimiento de la situación y “hagan algo”
con plazos perentorios de diez días, tornando imposible cualquier
solución.
Lamentablemente, esa actitud de los jueces es avalada por las instancias superiores de apelación que consideran que el problema
habitacional no es objeto de este juicio y que en todo caso, las
familias deberán acudir a la justicia contenciosa administrativa de
la CABA. Ello significa entrar en ese espiral que ya conocemos del
amparo habitacional que ni frena ni es expedito para que las familias no sean desalojadas sin un lugar a donde ir.
Claro está que existe además un componente ideológico, que lejos de quedarse fuera de la imparcialidad con las que los jueces y
las juezas nos hacen creer que fallan, se manifiesta verbalmente
en las audiencias o incluso solapadamente en sus sentencias. Los
“intrusos” son para los/as operadores/as judiciales aprovechadores
que quieren vivir “de arriba” exacerbando un tremendo prejuicio que
existe sobre la informalidad en la que viven los pobres.
Esta inclinación de la cancha se refuerza aún más con la impunidad en la que se manejan los oficiales de justicia, quienes parecen
ser envestidos de un poder especial que los habilita a la negociación de la fecha y que “juegan” a dar ese tiempo de gracia o no en
47
Derecho a Buenos Aires
la misma lógica de la necesidad.
Para finalizar y retomando la introducción, una maquinaria es un
conjunto de piezas que componen un mecanismo que tiene por fin
poner en funcionamiento un aparato. Esas piezas tienen su orden
y su “rol” y todas confluyen para que la maquina funcione. En ese
entramado de piezas que se aceitan para expulsar a los sectores
populares de la Ciudad, el Poder Judicial es el “tornillo” que ajusta,
la última pieza que legitima la “máquina” a través de sus burócratas: los jueces y las juezas. “Una maquinaria burocrática donde lo
abyecto se convierte en algo rutinario, desapasionado y banal” 20.
Las herramientas legales, de organización y resistencia de los
sectores populares
Para empezar, es necesario saber que a pesar del escenario judicial
negativo en el que se dan la lucha de las familias, la organización,
la exigibilidad, la visibilización del conflicto y la resistencia son las
“armas” que los sectores populares tienen y usan para frenar la
“maquina” dispuesta a dejarlos en la calle.
El Poder Ejecutivo de la Ciudad ofrece un menú de opciones para
la emergencia o para la construcción de soluciones a largo plazo,
menú que siempre ha sido insuficiente para paliar la grave crisis
habitacional y económica que enfrenta la CABA y que se encuentra
sujeto a la disponibilidad de recursos presupuestarios.
En este aparado, me referiré únicamente a dos programas: el Programa de Atención para Familias en Situación de Calle y la ley 341.
En el año 2006, el Ejecutivo creó a través del decreto 690 el Programa de Atención para Familias en Situación de Calle con la finalidad
de mitigar la emergencia habitacional de los residentes en el ámbito
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su objetivo primordial es
el fortalecimiento transitorio del ingreso familiar con fines exclusivamente habitacionales, debiendo los fondos otorgados estar destinados a cubrir gastos de alojamiento (art.4).
Este programa permite a las familias ser beneficiarias de un subsi20 Hannah Arendt,“Eichmann en Jerusalén. Un estudio acerca de la banalidad del mal”,Editorial Lumen, Barcelona,
trad. de Carlos Ribalta, 1963
48
Romina Tuliano Conde
dio de $1800 pesos en seis cuotas mensuales, iguales y consecutivas, pudiendo la autoridad de aplicación extenderlo y otorgar una
suma adicional pagadera en cuatro cuotas adicionales, a criterio de
aquélla y siempre que persista la situación de vulnerabilidad.
En la práctica, frente a esa situación de extrema vulnerabilidad que
supone el lanzamiento de los ocupantes, el organismo se hace presente el día en que está pactado el desalojo y ofrece una cantidad
de cuotas, que no suele superar la sumatoria de dos cuotas juntas
para que se retiren del inmueble, obligándolos a vagar por la Ciudad en busca de hoteles o casas de familia que les extiendan recibos para poder demostrar que el subsidio es utilizado con ese fin
habitacional. Es decir: estamos frente a una pieza más que acelera
y aceita la “maquina desalojadora”.
Por otro lado, en el año 2000 la Legislatura porteña aprobó la ley
341 mediante la cual se crearon políticas de acceso a vivienda para
personas en situación crítica habitacional a título individual o a través de procesos de organización colectiva como ser cooperativas,
mutuales o asociaciones civiles sin fines de lucro, etc. Los créditos
se otorgarían para compra o construcción de viviendas, ampliación
o refacción 21.
Entre las críticas que se hacen a este programa se encuentran dificultades en la ejecución de los proyectos e incumplimiento de los
tiempos estipulados, excesivas trabas burocráticas para el cumplimiento de los requisitos que se le exige, falta de transparencia en
las adjudicaciones, observaciones sobre la asignación de presupuesto destinado al cumplimiento de los derechos de los habitantes de las villas de la ciudad, presupuesto insuficiente, ineficiencia,
falta de información en general y en particular sobre el patrimonio
de la Ciudad y ausencia de un plan de vivienda social para el aprovechamiento de fábricas y predios abandonados 22. Todo ello conlleva a que diariamente cientos de personas queden fuera del único
“menú” de solución habitacional en el mercado formal.
Tal como ya lo dijera la Corte Suprema de Justicia, el menú de soluciones brindado por la demandada (Gobierno de la CABA) para
21 Royo, Laura, “Las Políticas Habitacional en la Ciudad de Buenos Aires desde una perspectiva de Derechos
humanos” en http://conti.derhuman.jus.gov.ar/2011/10/mesa_2/royo_mesa_2.pdf
22 Op. cit. 10
23 CSJN “Q. C., S. Y. c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/ amparo
49
Derecho a Buenos Aires
dar cumplimiento a la manda contemplada en los arts.14 bis de la
Constitución Nacional y 31 de la Constitución local aparece como
insuficiente 23.
Ahora bien: ante esas políticas, el ingenio popular ha dado sus frutos. Los sectores populares conocen que esta lucha no es personal,
no les toca a ellos por alguna extraña razón, sino que se enmarca
en una situación de grave conflictividad habitacional, social y política.
La organización de las familias es una pieza fundamental para frenar la “máquina”. Es radicalmente diferente trabajar con colectivos
organizados que funcionan de manera asamblearia y que se han
conformado en cooperativa, que con familias que buscan soluciones aisladas cada una por su lado. No en vano, ya lo dice el cantar
popular “la unión hace la fuerza”.
Esta organización de las familias es lo que ha permitido permear
ese sistema burocrático que ofrece el Ejecutivo y lograr acuerdos
que le permitan soluciones reales. En ese camino, he conocido experiencias satisfactorias que han logrado forzar acuerdos con el
IVC para la construcción de soluciones habitacionales, como es el
caso de las familias de “Pavón” nucleadas en la Cooperativa “El
Surco” 24.
En lo que concierne a las herramientas legales, la organización de
las familias y la unión en esa lucha se refuerza si logran acceder
a la justicia, ya sea a través de un abogado particular o la defensa
pública que tendrá la obligación de tomar las medidas que sean
pertinentes para defenderlos y evitar su desalojo hasta tanto no
exista una solución habitacional alternativa.
Es cierto que la “maquina desalojadora” es poderosa, pero me atrevo a decir que la lucha popular también y sólo por ese camino lograremos cambiar la correlación de fuerzas que permitan una reforma
legal que armonice los procesos de desalojos con los derechos humanos de los sectores populares.
24 La organización de las familias que viven en el inmueble de la calle Pavón logró que el día en que estaba programado
el desaojo el presidente del IVC se hiciera presente y firmara un acuerdo con los vecinos que les permitiera consagrar una
solución habitacional definitiva a través de la entrega de créditos individuales a la cooperativa “El Surco” para la adquisición
de otro inmueble.
50
Agustín Territoriale
Informalidad y acceso al suelo urbano
La actual gestión urbana del Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires comenzó con una novedad: una especie de “pulsión urbanizadora” 25 de las villas. Sus características e impactos deberán
ser analizadas con mucho cuidado. Nos ocuparemos aquí de uno
de los aspectos relevantes para tener en cuenta a la hora de pensar el conflicto del hábitat popular en la ciudad; la aparición de un
creciente mercado inmobiliario informal y con él, de una población
que vive a su ritmo. Concebir a la informalidad urbana sólo como
un problema legal, causado por la falta de un título formal de la
vivienda en que se habita, es desconocer los factores que influyen
en ella y la causan y las actuales configuraciones de los barrios
populares. Bien sabido es que errar el diagnóstico conduce a errar
las soluciones.
La problemática de la vivienda en la Ciudad, lejos de restringirse a
25 Una rápida consulta a la web del Instituto de vivienda de la CIUDAD de Buenos Aires pueden verse:)http://www.lapoliticaonline.com/nota/98118/ , http://www.construar.com.ar/2016/06/caba-urbanizar- todas-las- villas/ proyecto Villa 20 ( http://
www.buenosaires.gob.ar/noticias/lanzaron-la- mesa-de- gestion-participativa- de-transformacion- e-integracion-para-la
proyecto Fraga https://www.facebook.com/InstitutoDeViviendaDeLaCiudad/posts/1078764285511849 etc
51
Derecho a Buenos Aires
los sectores populares atraviesa a distintas clases sociales. Ello se
vuelve especialmente evidente en el caso de la problemática de los
alquileres, que se ha convertido en la única alternativa para cada
vez más sectores de la población. Así, la cantidad de inquilinos
formales en la Ciudad pasó del 22,1% en 2001 a más del 33% en
2015. Si bien la inquilinización es un fenómeno extendido en la Ciudad, es relativamente novedoso y tiene un impacto especialmente
grave al interior de los barrios populares. La estrategia del alquiler
se ha desarrollado e instalado al interior de las villas como una de
las principales formas de resolver el hábitat popular. Es decir que
la vieja idea de “un lote - una familia”, que guiaba el pensar de los
asentamientos informales, ha entrado en crisis.
Contrario al sentido común extendido, en la Ciudad de Buenos Aires, los problemas urbanos no obedecen exclusivamente al aumento de la cantidad de habitantes que no ha podido ser absorbida por
viviendas nuevas. El problema radica más bien en el cambio de
finalidad de esas viviendas, que dejaron de ser bienes de uso (casas para vivir) para ser bienes de cambio y reserva de valor (casas
para especular) 26.
El boom constructivo debe contrastarse con la realidad de los asentamientos informales, cuya población creció un 130% entre 2001
y 2013, pasando de 107 mil a 275 mil personas (el 10% de la población total de la Ciudad 27). Sin embargo, la extensión de estos
barrios -la cantidad de suelo que ocupan- prácticamente no ha variado desde 2001 de aproximadamente 270 hectáreas. Por lo tanto,
el aumento de la población trajo aparejada la densificación de las
villas, dando lugar a la aparición de un mercado inmobiliario informal. Ante la imposibilidad de ocupar nueva tierra y las necesidades de habitar la ciudad de los sectores populares, surgen nuevos
pobres urbanos como son los inquilinos informales en villas, que
actualmente representan aproximadamente el 30% 28 del total de la
población villera y son personas que se encuentran en extrema precariedad habitacional, expuestos a un sinfín de violencias públicas
y privadas.
26 Ver “Commocity” en este volumen
27 Este no es un fenómeno exclusivo de la Ciudad de Buenos Aires, se ha relevado la existencia de alrededor de 1000
villas en provincia de Buenos Aires. En Rosario, 155.000 habitantes (el 13% de la población) ocupaban parcelas que no
eran de su propiedad en 91 asentamientos informales que, representaban el 10% del área urbana. En Córdoba 360.205
hogares de la provincia (35% del total de hogares) enfrentan problemas de tenencia. Un aumento de la población habitante
de los asentamientos marginales en un 62% desde el 2001-2010.
52
Agustín Territoriale
Por lo tanto, es imposible no asociar el crecimiento de la inquilinización y la informalidad, al modelo de ciudad, que se fractura,
elitizándose y precarizándose a la vez.
Lo informal como sub-mercado
Como primer punto debemos trabajar sobre el mito de que existe un mercado formal y una informalidad ajena a dicho mercado,
que se mueve por reglas propias y de manera autónoma. Por un
lado porque ello implicaría desconocer los vasos comunicantes que
existen entre lo formal y lo informal, como parte de un todo que es
el mercado inmobiliario. Por otro porque desconoce las nuevas formas de mercantilización de las viviendas al interior de los barrios
populares.
Como consecuencia de este sub mercado formal, se ha ido consolidando, en los últimos 20 años, el fenómeno inmobiliario dentro de
los sectores populares que viven en la informalidad. Este se caracteriza por la compraventa de inmuebles precarios o, más extendidos
en el último tiempo, los alquileres de habitaciones o casillas en las
villas o asentamientos. En este último caso, es donde se observa
con mayor dramatismo no sólo el quiebre de solidaridades al interior de los barrios, sino la idea de la vivienda informal como un bien
de cambio, acoplándose así a las lógicas que rigen al sector formal.
Desigualdad en el acceso y disfrute de la Ciudad
El alquiler informal es la alternativa con que miles de familias resuelven su problemática habitacional. Si bien no hay datos certeros
(lo cual es un problema de raíz para construir una política pública)
esta forma de tenencia de la vivienda afecta aproximadamente a
un 30 por ciento de la población que habita actualmente en las villas. Su realidad habitacional se caracteriza por: 1-Altos precios. En
ocasiones los precios de estas habitaciones precarias, superan los
precios de pequeños departamentos en algunos barrios de la ciudad formal; Condiciones habitacionales extremadamente precarias;
2- Ausencia de legalidad formal ni garantías de permanencia mínima que posibilita la permanente expulsión de las habitaciones; 3Inexistencia de procesos legales para esos desalojos por lo que se
28 No existe números oficiales e integrales de la problemática, como referencia pueden utilizarse algunos censos como el
del 2012 de villa 21-24 que arroja un 25 por ciento, como un altísima tasa de subregistro. El censo fue llevado adelante por
el IVC
53
Derecho a Buenos Aires
utilizan vías de hecho; 4- Invisibilización de los registros (censos)
y como destinatarios de políticas públicas y 5- Esta población sufre
todas las otras formas de violencia y discriminación que padecen
los habitantes de la ciudad por el sólo hecho de vivir en una villa.
La respuesta institucional ante esta situación combina pasividad
y negación y soslaya su patrón estructural, reduciéndola a meros
hechos aislados entre particulares.
Como sostiene Smolka “Contrario a las creencias populares, la informalidad es costosa y por lo tanto no es lo mejor y ni siquiera
es una alternativa ventajosa para combatir la pobreza, pero por
lo general es la única salida para las familias urbanas pobres” 29.
Esta problemática profundiza y retroalimenta el circulo de las desigualdades sociales y urbanas. La mala distribución del suelo es la
principal causa de los problemas urbanos en la actualidad y en el
caso de los alquileres, no es la excepción.
Una visión holística. Todo vuelve al suelo
Los submercados formales e informales, tienen profundos vasos
comunicantes y una terminal común que es la desregulación de los
mercados del suelo. Como sostiene Abramo, “Desde la década del
cincuenta, las ocupaciones de tierras urbanas han sido un elemento
estructural clave para la reproducción de la vida urbana en las grandes ciudades latinoamericanas. Ante la falta de tierras el mercado
popular informal será quien cumpla ese rol y se transforme rápidamente en el mecanismo que garantice la paz social en las grandes
metrópolis latinoamericanas” 30.
La desregulación del mercado del suelo –o su regulación por la vía
del mercado-, retroalimenta el circulo de la desigualdad, donde los
sectores populares habitan las villas por que son: a) expulsados por
procesos de gentrificación que se agravan por desalojos judiciales
u otras formas violentas de expulsión (por ejemplo los incendios
en conventillos de la Boca) b) crecimiento natural de las familias c)
migraciones hacia la villa donde nacieron o donde viven sus familiares o sus comunidades de población que encuentra allí la única
alternativa habitacional cercana a redes de infraestructura social y
29 SMOLKA, Martin (2007). Informalidad, regularización y derecho de propiedad. En: Perspectivas Urbanas. Temas críticos
enpolíticas de suelos en América Latina. Martim O. Smolka y Laura Mullahy editories. Instituto Lincoln de políticas urbanas.
30 ABRAMO, Pedro 2013 en “Mercado Informal y producción del hábitat: la nueva puerta de acceso a los asentamiento
populares”disponible en http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20131115034921/Habitat.pdf Pp 35-36
54
Agustín Territoriale
oportunidades laborales.
Con el ingreso de nuevas familias, las villas están cada vez más
densificadas, con lo cual se vuelve inviable estrategia de tomar un
lote para edificar. De este modo, el suelo urbano de las villas se
vuelve una nueva mercancía
Ver y actuar. Posibles estrategias
Es imprescindible discutir sobre algunas acciones en particular que
podrían mitigar la problemática. Las mismas deberían incluir:
1) Miradas integrales: Debemos alejarnos de las interpretaciones
lineales que reducen la problemática habitacional a una exclusiva
falta de viviendas de modo que su solución se limite sólo a construirlas. O a entender el problema de la informalidad como una mera
falta de títulos y su solución la titulación masiva. O bien a interpretaciones fragmentarias 31 de la ciudad, donde los problemas de las
villas se resuelven sólo con políticas focalizadas a las villas. Es necesario entonces entender que el problema es un problema que no
se restringe a la vida en la villa, sino que es parte del conflicto de la
vida en la ciudad y por lo tanto las soluciones tendrán que avanzar
sobre la integralidad del problema urbano.
2) Visibilizar el fenómeno. La negación del fenómeno contribuye a
potenciar las injustitas. No son registrados en censos, y las particularidades de su situación es desconocida en las políticas públicas
quedando marginados de planes de relocalización y regularización.
3) Desarrollar una política urbana integral que por un lado regule y
morigere las dinámicas especulativas, que incluya políticas específicamente delineadas para ampliar el acceso formal a los alquileres,
mejorando los derechos de los inquilinos. Ello debe implementarse
en dos planos:
3.a) Fortalecer las posibilidades de acceso a una vivienda digna. La
política pública lejos de limitarse a un programa de subsidios a la
demanda, tiene que ampliarse a un abanico de intervenciones que
incluya: garantías públicas, para poder ingresar a viviendas, am31 El abordaje de los problemas legales es fragmentario y desigual, los conflictos de propiedad se escinden de los
conflictos habitacionales y todos estos de los ambientales, hoy mientras existen numerosas herramientas procesales para
instrumentar desalojos (incluso como medidas cautelares en procesos penales de "usurpación") existen pocos
instrumentos para proteger la posesión y asimismo el derecho a la vivienda.
55
Derecho a Buenos Aires
pliar la oferta inmobiliaria mediante la puesta en valor de inmuebles
deteriorados con fin locativo, penalizar la tenencia ociosa, etc.
3.b) Permanencia: La vivienda entendida como bien de cambio y
no de uso somete a los inquilinos al vaivén especulativo de la propiedad e impacta en las necesidades de quienes las habitan. Garantizar la permanencia implica trabajar sobre el precio de las locaciones y sobre garantías de acceso a la justicia, debido proceso y
alternativa habitacional en los desalojos.
A modo de conclusión
La forma en la que se aborda desde el Estado la informalidad urbana decide el lugar de los pobres en las ciudades. Es el resultado
de la conjunción de diversos factores entre los que se destacan
los mercados de suelo, los sistemas políticos y de planificación y
un sistema jurídico elitista y excluyente. Si no se contemplan las
raíces profundas del problema, las soluciones pueden agravarlos.
La informalidad es una problemática de la ciudad toda y su solución
requiere un abordaje integral.
56
Mónica Lacarrieu
El negocio de la ciudad como
territorio simbólico
Cuando pensamos en las ciudades, solemos hacerlo desde apreciaciones relacionadas a lo urbanístico y lo constructivo. Es decir:
desde los espacios, bienes y objetos materiales y observables. Sin
embargo, por ese camino negamos, silenciamos y omitimos que
las ciudades también se producen, reproducen y transforman en
relación a tramas de sentidos que fluyen y al mismo tiempo significan esos espacios y bienes. ¿Por qué negamos las dimensiones
simbólicas de lo urbano?
En primer término, porque solemos pensarlo en relación a la visión
urbanística y a la planificación regulada por actores como el Estado, o bien desregulada por el mercado. Desde la visión común acerca de la producción de la Ciudad, tanto el Estado como el mercado
57
Derecho a Buenos Aires
operan sobre las viviendas, los edificios, el transporte, los espacios
públicos y sus mobiliarios, todos ellos elementos materiales constitutivos de lo urbano. Desnaturalizar esa mirada supondría enfocar
en los sentidos que atraviesan y comportan esos elementos sobre
los cuales también el Estado y el mercado actúan. Así como en los
usos y apropiaciones que los habitantes hacen de los mismos en su
condición material e inmaterial, promoviendo consensos, negociaciones y/o disputas respecto de qué ciudad habitar.
¿Por qué hablar de la “cultura urbana”? ¿Sólo porque como señalaban los sociólogos de la Escuela de Chicago -principios del Siglo
XX-, la ciudad posee rasgos intrínsecos diferentes y/u opuestos al
ámbito rural? O bien, ¿porque las ciudades se constituyen entre lo
material y lo simbólico?
Las ciudades del pasado reciente y del presente ya no están atravesadas por la cuestión urbana en sus formas y funciones, y/o por la
cuestión social, sino centralmente por la cuestión cultural entendida
en su sentido integral: en términos de estética, pero también de
diversidad, de identidades.
Lo “pintoresco” como fachada
En los últimos años, los gobiernos locales (en ocasiones con aportes de los nacionales) y/o el mercado, frecuentemente en alianza,
promovieron los denominados procesos de recualificación cultural
en determinadas zonas de las ciudades. Dichos procesos tienden
a la restauración de espacios –antes devaluados-, bienes y objetos con fuertes implicancias sobre la desapropiación de los sujetos
preexistentes, más aún cuando se trata de barrios populares. Una
“cultura sin autor”, como la llamó Nicolás Bautes (2010) 32, con consecuencias sobre la extracción de historias, expresiones culturales,
memorias sociales, representaciones y símbolos, a fin de incorporar otros o de restaurar aquellos deteriorados por los usos sociales
de los habitantes, vistos como des-merecedores de aquellos bienes
culturales generalmente asociados a un pasado legítimo.
En una primera instancia y a contrapelo de la idea convencional que
observa las casas tradicionales o históricas como poco atractivas
32 Bautes, Nicolás, 2010. “Ativismo Urbano, Estetizacao resistente e economia cultural,no Rio de Janeiro, em: Cidade e
Sustentabilidade. Mecanismos de Controle eResistência, Terra Vermelha Editora, Brasil.
58
Mónica Lacarrieu
para el mercado, estos procesos generan espacios más de contemplación que de habitar. Donde prima una estética legitimada y
aquello que diversos autores han llamado un “deber y (en algunos
casos un derecho) a la belleza”.
En la Ciudad de Buenos Aires, como en otras ciudades latinoamericanas (el caso del Pelourinho en Bahía es el más conocido, pero
también hay otros como el centro histórico de La Habana, o el de
Quito), estos procesos han sido promovidos por el Estado y por el
mercado.
El emblemático Puerto Madero es un ejemplo clave en este sentido, si bien no hubo desapropiación de sujetos populares porque el
lugar estaba deshabitado. Probablemente, también lo sean los intentos de recualificación en San Telmo –mediante embellecimientos
y retornos a un pasado histórico como la preservación de algunos
edificios, los empedrados, los cambios en los usos comerciales mediante la implantación de librerías, galerías de arte, hoteles boutiques, etc.-; o de La Boca mediante una expansión de Caminito retomando adquisiciones culturales del pasado de Quinquela Martín
y des-adquiriendo a los sujetos populares que habitaban algunos
conventillos del pasaje mediante desalojos negociados, e incluso en el Abasto, donde mediante la puesta en valor del mercado
-transformado en shopping- se generó un espacio desde donde recuperar la cultura tanguera y otorgar identidad gardeliana, promovido desde el desalojo, también negociado, de ocupantes ilegales
de casas. Sin embargo, a pesar de algún grado de éxito comercial
y turístico, ninguno de estos ejemplos ha sido exitoso en el sentido
completo de la palabra.
Por ejemplo, en el Abasto los ocupantes se corrieron hacia otras
casas en el mismo barrio y el empresario Soros que había comenzado este movimiento y transformación del barrio en “lugar cultural”
dejó el negocio inmobiliario en la zona. De lo que sí dan cuenta es
de que el sentido patrimonial y cultural de barrios y espacios ya no
son denostados y quitados de nuestras ciudades, aunque no es el
edificio patrimonial aislado el requerido, sino el que forma parte de
un conjunto proclive a dicha recualificación.
Es evidente que estos procesos pueden suceder en barrios presti-
59
Derecho a Buenos Aires
giados, como los centros históricos, pero también en aquellos denominados populares, e incluso en asentamientos populares como
las favelas brasileras en las que, si bien no hay casas patrimoniales, sí se producen relatos de memorias realizados en conjunto con
artes diversas como los grafitis, las músicas, los murales, donde la
intención por modificar la estética es el objetivo fundamental. Por
otro lado, como ha sucedido en Buenos Aires en los últimos años, la
creación –más simbólica que material- de distritos diversos como
el distrito de las artes, el distrito del diseño, el distrito de las industrias culturales, sirven de soporte a los procesos mencionados.
Evidentemente, estos procesos son ejercicios asociados a la “cultura exhibida” que, una vez puestos en marcha, entran en tensión
con la “cultura vivida/habitada” (Peixoto 2005: 159) 33. “Cualquier
objeto al ser patrimonializado es encarado como elemento basado
en una lógica de una cultura de exhibición. Es en ese proceso que
tiende a ser desligado de las dinámicas cotidianas en las que se
integraba y vinculaba a una cultura vivida y compartida”, señala
el autor. Es decir que los recursos asociados a la recualificación
tienden a exaltarse por fuera de los usos cotidianos de quienes
los viven, experimentan, habitan y usan. Esta cuestión lleva a la
tensión mencionada para quienes deben “aprender a saber vivir”
nuevamente, pero también a potenciales recambios de actores y
grupos relacionados con estos procesos. No obstante, en algunos
casos los sujetos que habitan espacios populares, probablemente
degradados en su materialidad, son convocados a la recualificación desde sus expresiones culturales como fiestas, celebraciones,
danzas y músicas tradicionales, entre otros. En estos espacios, la
“cultura exhibida” hace parte de la “cultura vivida” o a la inversa, sin
embargo, en una reconversión del espacio mayormente realizada
por los gobiernos con objetivos vinculados a la administración de
las diferencias culturales en ciudades en que los pobres son observados como sujetos conflictivos.
Al parecer, estos procesos en los que la cultura y sus derivados
-como el patrimonio, las artes, la estética, las industrias creativas,
e incluso la diversidad cultural son parte crucial de su desarrollo-,
no producen los riesgos que sí observan quienes buscan preservar viejos cafés, antiguos edificios, clubes y cines de barrio, entre
33 Peixoto, Paulo 2005 “Porto Feliz”: patrimônio em segurança” en: Horizontes Antropológicos, Vol. 11, num. 23, Porto
Alegre, 145-161.
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Mónica Lacarrieu
otros. Probablemente, porque en muchos de esos casos el café
tradicional, o el viejo bodegón, como el club o el cine barrial, forman
parte del “embellecimiento” requerido para que la recualificación se
produzca.
Pero está claro que estos procesos, si bien toman en cuenta porciones importantes de la superficie urbana, no se repiten hasta ocupar
toda la ciudad. Por otro lado, estos procesos aparentemente inocuos, producen tensiones y disputas propias de las desapropiaciones, pero también de la impostación de una cultura “enriquecida”
que sólo algunos sujetos y grupos sociales son “capaces” de disfrutar.
Como algunos expertos señalan, para ser parte de estos espacios
es necesario contar con cierto capital cultural y simbólico, porque
finalmente la cultura también es instrumento de control social y, por
ende, de expulsión y segregación.
¿Es posible que los habitantes resistan y “contesten” estos procesos? Es probable que los espacios de resistencia social se observen con mayor contundencia cuando el patrimonio se derriba o se
presenta en tiempo de agonía, que cuando la cuestión cultural –en
el sentido mencionado- atraviesa casi silenciosamente los espacios, los bienes e incluso la vida simbólica cotidiana.
Por ejemplo, cuando en Floresta las casas comenzaron a venderse y
en las mismas –si bien no derribadas- comenzaron a colocarse talleres
textiles con trabajadores clandestinos e inmigrantes de nacionalidad
boliviana, los vecinos asumieron un papel participativo con el objetivo
explícito de relegar y segregar, no sólo los talleres, sino particularmente el rol tomado por los inmigrantes. No obstante, la participación
se construyó en torno de la patrimonialización de las casas, pues sólo
este recurso podría atenuar y regular las representaciones y prácticas
de un “otro” observado como conflictivo. Es decir que los estados de
resistencia son mayormente visibles cuando los procesos asociados
a cambios materiales son observables como ese pasado idílico que
estamos perdiendo. La “romantización del pasado” sirve para atenuar
los riesgos del presente. En ese sentido, la recualificación que toma
parte del pasado, pero mayormente asociado a asuntos de la cultura
del presente poco asible en su materialidad, no termina de cuajar en
procesos participativos y de disputa por el lugar.
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Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Julio, 2016
"En los últimos años recrudeció más que nunca la problemática
habitacional en la Ciudad de Buenos Aires. Quienes estamos comprometidos con un proyecto social y político destinado a la inmensa mayoría del
pueblo tenemos la obligación de pensar integralmente el problema de la
vivienda, trazar los ejes de una política pública que dé un giro de 180
grados a lo que se ha hecho en el último tiempo. Cambiar el paradigma de
la vivienda como negocio, por el de la vivienda como derecho.
Para ello, es necesario construir un cuadro preciso de la situación de la
Ciudad que nos permita pensar colectivamente cuáles son los ejes centrales para una política habitacional que haga foco en los habitantes y su
derecho a la ciudad. Esta publicación tiene como objetivo aportar a ese
diagnóstico. Contribuir para proyectar una Buenos Aires en la cual los
derechos no sean para quien puede comprarlos, en la que el Estado
garantice que vamos a vivir con dignidad, no el que legitime que en esta
ciudad tengamos que perder la dignidad para vivir”.
Jonathan Thea
“Tengo el enorme orgullo de presentar esta publicación que reúne un conjunto
de reflexiones, análisis y propuestas sobre los problemas de acceso a la
vivienda en el contexto de una ciudad excluyente como la de Buenos Aires”.
Sebastián Tedeschi
Jonathan Thea nació en 1984 en la Ciudad de
Buenos Aires. Es dirigente del movimiento
popular Seamos Libres. En los últimos años,
profundizó el estudio y la acción sobre la
problemática habitacional en la Ciudad de
Buenos Aires. Participó en la búsqueda de
soluciones a los conflictos habitacionales más
relevantes del distrito, formó parte de la elaboración de proyectos de ley e impulsa iniciativas que abordan la problemática desde una
perspectiva integral.
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