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MADIUD 15 DE NOVIEMBRE DE 1906.
ExoMO. É ILMO. SK, D . S A N T I A G O RAMÓN Y CAJAL.
AGRACIADO CON EL PREMIO NOBEL.
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NúM. XLII.
LA
2B2 — N.*^ XLii
SUMARIO.
TEXTO — Crónica general, p o r D . José Fernández BremSn.—La aucesi5n de D. Juan Nicasio Gallego en la Real Academia Española,
jjor D. Juan Pérez de GuzmSn.—Cliarla de aldea, por D. Jos6 Nogales.—La psicología de nuestros actores: Enrique Borras, por don
Eduardo Zamaeoia.—líonanzfin, capital de España , por D. A. Slai-.
—La novela de sangre, por D. Ángel Guerra.—El mendigo, pocaSa,
por D. M. R. Blanco-Belmente.—Bueltoa.—Informaciones, por ***.
—Anuncios.
GRABAnos.—Retrato del Excmo. 4 Ilnao. Br. D, Sontiauo Ram6u y
Cttjal.—Viaje y permanencia de los Reyes en MSlaga,—Retratos de
la princesa Marta Inmaculada de Borbdn, hija del Conde de Casería: del principe Jorge do Sajonia , y del coronel Chas. E. Huglies,
—Robo en San Petersburgo: Carruaje de la Tesorería atacado por
loa revolucionarios.—Barcelona: Funicul^ir de Sarrifl & Valvidrora,
Malidn: Naufragio del vapor francés haac
Pereire.
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
mundo: ¡est.aban tan bien enjaulados en sus islas!
Pero volaron los pájaros, que quieren
anidar en California para inquirir el medio más
seguro de poseer las Filipinas.
—Y el caso es que cuando un pueblo entero se
empeña en aprender y tiene firme voluntad,
ánimo é inteligencia, concluye por imponerse á
todas las naciones.
- « ^
— El reparto de la herencia militar, suntuaria
y académica del capitán general Conde de Cheste, está dando ocasión á cálculos, combinaciones
y polémicas, y acaso, esto lo suponemos, á intrigas y competencias disimuladas.
^ A h í es nada lo que deja vacante para los
CRÓXIOA GENERAL.
aficionados á brillar; una capitanía general, que
es lo más substancioso por el sueldo, amén de
la categoría en el ejército y la perpetuidad en
— La política ha dominado en estos días.
— Harto lo siento, pero no lo puedo remediar. activo; así, es lo primero que se ha empezado á
Nunca he sido aficionado al debate político con discutir en el Congreso por el Sr. Mataix, y
que se inician las sesiones cuando las Cortes en el Senado, sosteniendo la obligación de que
existan cuatro capitanías generales en el cuadro
reanudan la legislatura.
—Esta vez han tenido importancia los de- del Estado mayor, jerarquía que trata de suprimir ó unificar en sus reformas el Ministro
bates
—Eso dicen; y si se traducen en actos la ten- do la Guerra, Un toisón de oro y la encomienda
drán: que los Sres. Maura, Azeárate, Moret y de Aragón en Ja Orden de Calatrava, condecoVázquez Mella han hablado como ángeles, según ración regia la primera que reciben los princila frase vulgar, eso lo afirmo; pero que los dis- pes con gusto y los proceres del reino con decursos tengan eficacia para alterar la marcha or- leite; distinción muy deseada la segunda, pero
dinaria de las cosas, eso lo declararé cuando lo contenida dentro del capítulo y reglamento de
vea; y si hay un desprendimiento en el psirtido la Orden, aunque no exenta de aspiraciones enconservador que forme un centro en las Cáma- contradas. Y por último, la Dirección de la Acaras, confesaré que el partido de Cánovas y Sil- demia Española de la Lengua, que por ser cargo
vela ha dejado de aer el mismo para convertirse electivo y brillante, y haberse perdido casi el
en el partido exclusivamente religioso que dan recuerdo de otra vacante análoga, se presta á Jas
sus adversarios por constituido bajo la jefatura combinaciones, según las condiciones que exija
del Sr. Maura; que habría renunciado á ser con- Ja Academia á su futuro director. ^Elegirá un
servador, por algunas frases improvisadas que erudito de primera fila y renombre universal,
evapora, al salir del Congreso, el aire de la ca- aunque de apariencia y posición modestas? ¿Prelle. Si ante la voz del Sr. Azeárate, que ha sepa- ferirá un gran orador y ex ministro de aspecto
rado, según dicen, el agua de la tierra en el Con- más decorativo y corpóreo, que haya ocupado
greso, es decir, á los liberales y retrógrados, puestos de los más elevados en el régimen? ¿Asvolvieran á sus cauces respectivos los republi- pirará á tener á su frente un jefe de partidoV
canos y carlistas de Barcelona, que unió el se- ^.Querrá darse una representación más popular?
ñor Salmerón en un abrazo público, confesaría Lo ignoramos: acaso sepan más nuestros lectoque, en efecto, ambas tendencias están definiti- res cuando so lea nuestra Crónica: Jos académivamente divorciadas, porque no es lógico creer cos callan ante los profanos y cabildean entre
que los republicanos pacten con los retrógrados sí: algunos se hallan en verdadero conflicto de
allá y con los liberales aquí, y se hallen á gusto amistad y pasean melancólicos; otros sonríen, y
en todas partes. Si el Sr. Moret logra desde el otros se dan tono como cardenales sin comprobanco azul los mismos aplausos de la mayoría y misos en el Cónclave.
minoría liberal que escuchó en su soberbia peroración de estos días, y que todas las manos que
— Gran herencia social la suya.
le aplauden cuando habla le secunden al gober— Mucho vivió y sirvió á su Patria; como que
nar, entonces confesaré la eficacia de los discur- ha sobrevivido sesenta y cinco años á la sentensos en la práctica; antes creo que estorbe su r e - cia que le condenó en 7 de Octubre de 1841 á
cuerdo, pues toda nuestra política consiste en ser pasado por las armas, á los treinta y un años
buscar tíontradicciones al adversario con los tex- de edad, Ó menos, según algunos, siendo brigatos de otros días, armas de dos filos que un día dier; y enterró á sus jueces, á Espartero, á doña
salvan y otro hieren.
María Cristina, á sus hijas, á Prlm, á Serrano, á
D. Amadeo, á D. Alfonso XIÍ y al siglo xix, como
antes había enterrado á Napoleón el Grande, á
— Prosiga usted con los demás oradores
—Debe estar hablando el Sr. Vázquez Mella Carlos IV, María Luisa y Fernando VIL
cuando cierro
- Y esperan vez otros oradores.
^ P a r a nosotros, llegan tarde.
é
*
—¿Un folleto con mapasV
— Que es imposible condensar, porque su au—El Sr. Ministro de Gracia y Justicia, discu- tor, el benemérito publicista catalán D. José
rriendo acerca del bandolerismo, ha dicho que Puigdollers, ha reducido á 32 páginas de meen Estepa hay siete bandidos y siete mil encu- nudo tipo la materia de un grueso volumen, ó
sea un plan completo de lo que necesita España
bridores.
— Y el diputado andaluz ha hecho presente legislar en punto á transportes para ponerse en
que en Madrid hay también bandolerismo, y va- relación mercantil é industrial con todo el mundo; y empezando por ciertas facilidades á los
yase lo uno por lo otro.
— No es un consuelo para los que nos creemos pasajeros, simplificando obstáculos sanitarios y
honrados, saber que hemos de ser víctimas, que- administrativos, hasta la declaración de algunos
puertos francos, el estudio de las tarifas ferrodémonos en Madrid ó vayamos á provincias.
— Y el caso es que en el extranjero se quejan viarias y los fletes para que nuestros productos
de lo mismo: digalo cómo trata Mr. Hearst, en sus compitan en el extranjero con los rivales, y tentreinta periódicos norteamericanos, á Mr. Hu- gan, según su naturaleza, efímera ó durable salida fija y útil, formula el Sr. Puigdollers un sisghes, que le ha derrotado en las elecciones.
tema notable de líneas de vapores en todas h.s
-Lo peor del caso es que la aeronáutica no direcciones comerciales que recomienda el intenos saca del planeta todavía.
rés de la Nación, no olvidando ni los tipos de los
— Aunque saliéramos nos seguirían los japo- buques. Como se ve por tan vaga idea, no puede
neses, que están averiguando lo que pasa en to- la Crónica iuternarse en tales estudios, aunque
das las naciones, y dentro de las fábricas, y en la actualidad los recomienda; pero tampoco puelos estantes de cada Ministerio
, y acabarán de menos de llamar la atención del Gobierno y
por descubrir todo el universo, y bombardea- del comercio hacia el folleto que titula su autor
rán al que les niegue el derecho á Ja ensefianzíi. Comunicaciones inteimactonales de ^spn^a, por de— Y lo harán sin avisar, que por estar muy al cir en breve espacio lo que podría enriquecer á
Oriente son madrugadores.
España en poco tiempo.
— Buena la hicieron los norteamericanos al
abrir los puertos del Japón al comercio del
— ¿Así's*
16 NOVIEMBRE 1906
— Claro es que si ese plan se empieza para no
acabarlo, como tantos otros, no habrá nada de
lo dicho.
—Oportuna me parece_ la votación razonada
que ha promovido en el lleraldo la genial escritora D.°' Carmen Burgos, Colomhine, acerca de
si Ja mujer debe ser electora y elegible.
— Y b u e n a o l J a d e grillos están formándolas
discordes opiniones de los que votamos: con decir que los Sres. Garrido, Larrubiera y el que
firma no estamos conformes dentro de una misma Redacción, y que no me atrevo á consultar á
los que callan todavía, porque el silencio puede
ser otra opinión, queda demostrada la dificultad de entenderse respecto del problema que
quieren resolver á gritos las sufragistas londinenses: y como no tendría autoridad en el periódico mi opinión particular con tan manifiesta
discrepancia, y mucbo menos estando en minoría en lo de conceder, por creerlo un derecho,
el voto á la mujer, voy á fijarme en aquello que
nos une, aunque sea per accidens, lo de negarla,
por ahora ó por siempre, la cualidad do elegib l e , y manifestar una duda: todos estamos de
acuerdo en no poner la vara de alcalde en manos femeninas, por amor á nuestras espaldas:
transigiríamos con que hablase en el Congreso,
porque, al fin, es una tertulia política y adornaría, además, el salón de Conferencias; pero ¿qué
haríamos si resultase elegida diputado por el
Cuerpo electoral?
— El Congreso anularía la elección, por no ser
la mujer español, sino española; pero hay un
cargo q u e , por carecer de limitaciones, puede
ejercer legalmente: no se ha dado el caso, pero
puede ser Presidente del Consejo de Ministro?.
— Cállese usted , no sea que nos oigan
(Y,
biijando la voz, terminamos el párrafo en secreto.)
La Yh'íjen de Aiñla, ó sea Santa Teresa de
Jesús, es un drama de CatuUe Mendos, que ha
estrenado en París, con buen éxito.la famosa actriz Sarah Bernhardt. ¿Creo usted que la Santa
carmelita es una figura teatral?
— [Quién lo duda!
—Pero los santos en el teatro
— Son innumerables las vidas de santos dramatizadas por nuestros antiguos poetas, y aun
modernos, como el Hermenegildo, de D. Francisco Sánchez de Castro, y El mal Apóstol y el buen
Ladrón, de D. Juan Eugenio Hartzenbusch; Zorrilla hizo más; sacar á escena, puesta en verso.
La Creación y el Bihivio, para aprovechar unas
decoraciones; Santa Mónica y San Aguslín salieron á escena en Dos veces madre de iiu hijo,
por un ingenio; San Pascual Bailón, por Antonio Pablo Fernández, en Et ávífel Ie(fo y pastor;
Santa Isabel, reina de Hungría, en la comedia
de Matos Fragoso El Joh de las mujeres; Santa
Catalina, en La Hosa de Alejandría, de Pedro
Rósete Niño
— Sufíicit ¿Va usted á repetir el santoral?
—Pues si entramos en los Autos
Y sólo he
citado comedias que tengo en un armario; permítame proseguir.
— Imposible; he cerrado la puerta.
— Bueno; pues Santa Teresa, extática, escritora, fundadora, acusada ante la Inquisición, es
aparte de la santidad, gran figura poética, pero
tan española, que la temo en la pluma de un
poeta francés y en la escena de París.
— Dice el autor que ha estudiado la época de
la Santa.
—Peor que peor; trata de dar valor histórico
á sus fantasías parisienses.
—Los versos de La Virgen de Avila....> aseguran
que son rotundos, magníficos
— ¡Espanto! El estilo d é l a carmelita descalza
era de encantadora sencillez.
—Pero ¿qué sabe usted, hombre, si no ha
leído el drama?
— Para hacer críticas, ¿se necesita acaso leer
las obras? No sea usted antediluviano.
— Lo cierto es que para presentar una Santa
Teresa en las tablas con la dignidad que requiere
aquella gran figura, no bastan buenos versos
— Hay que estudiar su época, leer sus obras,
tener mística el alma, ser un gran poeta y haber nacido en España. Su santidad puede tener
carácter universal, pero su tipo osesencialmentL'
castellano.
JOSÉ FERNXNDEZ BREMÓN.
LA
15 NOVIEMBRE 1906
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
N.° XLll — 283
Kovieinbre de 1844, y que ocupó hasta su
muerte, ocurrida el 7 de Febrero de 1862.
La vacante de Gallego fué discernida por
una gran parte de los que á la sazón formaban ia alta Asamblea literaria, para uno do
loa hombres que maj'ores servicios habían
prestado á las letras patrias, no sólo profesándolas en la fundación del hicm Ariistico ij Literario y en las largas luchas del
periodismo militante, sino tratando de enaltecerlas al grado sumo del honor y del
respeto nacional, emprendiendo la ardua
tarea de echar los cimientos del Teatro Español, y procurando establecerle con la
mayor suma de beneficios posibles para la
Literatura nacional y el arte. Esto hombre
era el Conde de San Luis, D. Luis José Sartorius, Ministro de la Gobernación que había sido por dos veces, en el gran Ministerio del Duque de Valencia, D. Ramón
María Narváez, de 1847 á 1849, y en el segundo del mismo General de 1849 á 1851,
que fué como prolongación dol primero,
y á quien la opinión ya señalaba para posiciones aun más elevadas, como las alcan-
. .-.-'-.¿-Jísií-^
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EL TREN REAL RECORRIENDO UN PASO PELIGROSO
A N T E S DE E N T R A R EN EL T Ú N E L DE EL C H O R R O .
LQ sucesión de D. Junn Hicasío Gallego
EN LA REAL ACADEMIA
ESPAÑOLA.
AKAS costaron las fiestas del nacimiento de S. A. R. la in\f} fanta D;' María Isabel Francisca, tantas veces Princesa
de Asturias, al ilustre presbítero D. Juan Nicasio Gallego, diputado de las Cortes de Cádiz y poeta insigne que
consagró pindáricas canciones A la defensa de Bttenos
Aires y A las victimas del dos de Mayo de J^'O-S', y sublimes
elegías A la muerte de la- Duquesa de Fcias. Una caída
en la plaza de Oriente en la noche del 22 de Diciembre
que
de 1851, al retiorrer curioso, con sus setenta y cuatro años á cuesta?,
las e s p l é n d i d a s
iluminaciones
con que en Palacio y en todo Madrid se celebraba
aquel fausto suceso, le produjo
la m u e r t e . Los
grandes talentos
nuncason bastante viejos para que
desaparezcan de
la animaoión de
la vida, y el vacío
que dejó en las
l e t r a s , en parte
a l g u n a se h i z o
notar masque en
la Real Academia
Española, ala que
pertenecía desde
que el 3 de Enero
de 1832 fué elegido miembro do
la docta corporación en la vacante de D. Antonio
P o r c o l , y en la
que, desde el 21
de N o v i e m b r e
de 1837, fué designado p a r a su
secretaría perpetua, por la elevación de D. Francisco Martínez de
la R o s a , que la
desempeñaba, á
la dirección de la
m i s m a , en qu'e
también fué perPAISAJE DE LA LÍNEA FÉRREA
petuado el 20 de
SS, MM. EN LA ESTACIÓN DE EL CHORRO H A B L A N D O
CON EL ALCALDE.
DE CÓRDOBA A MÁLAGA.
V1IAJE_DE L O S R E Y E S Á MÁLAGA.
De fotonrrafías de MuBoz de Rasnu.
zó, en e f e c t o , en
1853, tras los efímeros G a b i n e t e s quo
presidieron sucesivamente el C o n d e
de Alcoy, D. Federico Roncali y el general D. Francisco
Lersundi.
Componían, á la
sazón, la Academia,
bajo la ya mencionada dirección perpetua de M a r t í n e z
de la Rosa, varones
t a n i l u s t r e s , y de
opiniones políticas
tan varias, como
Quintana, Tapia,
C a s t i l l o y Ayensa,
el Barón de la Joyo-
284 — N.*" XLII
B. A. R. EL PRÍNCIPE
L U I S DE EATTENBERG, TÍO DE LA
REINA V I C T O R I A ,
ESPERANDO
EL
D E S E M B A R C O DE
LOS REYES.
LA
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
15 NOVIEMBRE 1906
la Junta ordinaria de la docta Corporación
el oflcío que, como testamentarios de Gallego, habían pasado Bretón de los Herreros y D. Lorenzo Sancho participando el
fallecimiento, que había ocurrido el día 9
del mismo mes. En la Junta siguiente, el 20
de Enero, se dio cuenta y lectura de la instancia suscrita por el Conde de San Luis en
solicitud de la vacante, la cual, aunque
oída con simpatía, se acordó quedara guardada en Secretaría para volver á hacer mérito de ella en el momento oportuno. El 27,
D. José de la Revilla presentó otro memorial concebido en los mismos términos,
de D. Antonio Ferrer del Río, que á la sazón desempeñaba la plaza de bibliotecario
del Ministerio de Fomento, y ya se había
distinguido, no sólo por sus trabajos periodísticos en unión de D. Antonio Flores, secretario particular de S. M. la reina D.* Isabel I I , en la colaboración de Bi Laberinto
y en la Galería de la Literatura Española do
la Casa de Mellado, sino en la Introducción
á los Anales del Reinado de B." Isabel II, de
D. Javier de Burgos, y en las Odas al rey
D. Francisco de Asís por el nacimiento de
la Princesa, ú Ui muerte del general Castaños
Duque de Bailen, y á la de D. Alberto Lista,
su maestro, siendo además amicisimo famil'ar de D. Manuel José Quintana. Por último, el 3 de Febrero
se leyó otra instancia
para ocupar la vacante de Gallego, firmada por la eximia poetisa d r a m á t i c a doña
Gertrudis Gómez de
Avellaneda, cuya simple l e c t u r a produjo
una tempestad.
Antes de la presentación del memorial
de la Avellaneda á la
Academia, entre ella
y el C o n d e de S a n
L u i s había mediado
la s i g u i e n t e correspondencia:
sa D, Marcial Antonio López, el econom i s t a D. E n s e b i o
María del Valle, el
célebre crítico don
José de la Revilla,
Bretón de losHerrer o s , el Barón d e B i güezal D- J o a q u í n
de Meneos y Alonso
de Zúñiga, después
Conde de Guendulain; González CaboReluz,el insigne pedagogo de la reina
D.'* Isabel II, á quien
destituyó Arguelles
de su cargo durante
la Regencia de Espartero; Seoane, (Jil
y Zarate, el Marqués
de Molins, D. J e r ó nimo de la Escosura,
Ventura de la Vega,
D. Manuel López Ce- F A L Ú A R E A L CONDUCIENDO Á TIERRA Á
pero, D. Patricio de
s u s MAJESTADES.
la Escosura, el recién fallecido Conde
de Clieste, Pacheco, el Duque de Rívas don
Ángel de Saavedra, D. Agustín Duran, Mesonero Romanos, D. Antonio Alcalá Galian o , el primer Marqués de Pidal D. Podro
José, Ochoa, Segovía, Olivan, Pastor Díaz»
D. Juan Eugenio Hartzenbusch, el Marqués
de Valdegama D. Juan Donoso Cortés, don
José Joaquín de Mora y D. Javier de Quinto. Fueron Bretón, Hartzenbusch, Vega,
Ochoa, Gil y Zarate, Roca de Togores, los
dos Escosura, Cabo-Reluz, Segovia, Quinto
y Mora, es decir, casi todos los representantes de la alta literatura, los verdaderos promovedores de la candidatura de Sartorius,
y sin los aplazamientos reglamentarios y
los preceptos reglamentarios también, entonces más escrupulosamente observados
que ahora, que obligaban indispensablemente á los que habían de ser elegidos, á
pasar por el acto violento ó inmodesto de
solicitarlo en forma debida, el triunfo de
Sartorius hubiera sido inmediato, liso y
llano, pues hasta sus adversarios políticos
que tenían asiento en la Academia, no la
hubieran impugnado. Los aplazamientos
reglamentarios fueron las primeras causas
de los obstáculos que después se levantaron contra ella.
«(Sin fetha, mes de
Enero de 1852.)—'ExCELENTÍSIMO S R . CONDE DE S A N L U I S . — M u y
señor mío y estimado
a m i g o : P o r consejo
de a l g u n o s amigos
dirijo á V. estas líneas
con el objeto de hablarle de un asuntito
que me interesa. Es
el siguiente: La grande amistad y el cariño casi paternal que
EL ALMIRANTE FRANOÉB.
Las cosas pasaron de la manera siguiente: El día 13 de Enero de 1853 se leyó en
Fotogr&^faft (le MaüQZ de Baeoa..
L O S R E Y E S EN M Á L A G A .
\>^"<Trjs*p>
A
LOS REYES
EN M Á L A G A . —ss.
MM. EN LA FALÚA REAL, DIRIGIÉNDOSE AL «PELAYO>.
Dibujo de Nautilus.
286 — N.<* xi,n
LA ILITSTRACIÓy
ESPAÑOLA
LLEGADA
SALIDA
Y AMERICANA
Á
MALAGA,
DK
MALAGA,
V I A J E DE L O S R E Y E S A
MALAGA.
15 NOVIEMBRE 1906
De rotogf;ií[::H ilc MiiEloi; do Uaciia.
15 NOVIEMBltE 1906
LA
mo profesaba D. Juan Nicasio Gallego (q. e. p. d.),
y la circunstancia de ser dicho señor Secretario
y miembro muy influyente de la Academia Española, me retrajeron, durante su vida, de acceder á los deseos de algunos de los señores académicos, empeñados en que yo alcanzara la honrosa distinción de ser admitida en su respetable
Corporación; pero les dijo más de una vez, principalmente á Pastor Díaz y á Pacheco, q u e , si
teníamos la desgracia de perder á Gallego, me
sería muy lisonjero ocupar su plaza, y contaba
con el apoyo de ellos para si aquel caso llegaba.
Teniendo presente esta indicación mía, mis dos
amigos nombrados, y otros, vinieron á verme inmediatamente después del entierro de mi pobre
amigo, con objeto de convenir en la manera de
llevar á cabo el antiguo proyecto con las posibles seguridades de éxito; pero estaba yo demasiado afectada en aquellos días para poder tratar de semejante asunto» y su buen deseo se
quedó por entonces sin efecto. Después, cuando
pude ocuparme de aquello, supe que se creía
como cosa segura que V. se presentaba por candidato, y hoy mismo me lo han repetido más de
cuatro individuos de la Academia, que contaban
con muchos votos en mí favor, y que suponen
menos fácil el alcanzármelos, medíante sea V. el
antagonista que so dice debe encontrar mi candidatura. Algunos de ellos, sin embargo, me han
aconsejado dirigirme á V., diciéndole francamente mis deseos y esperanzas de sustituir á mi
digno y respetable maestro, asegurándome que
usted, con su amabilidad natural y comprendiendo los motivos que me hacen la plaza actualmente vacante más preciosa que otra alguna que
pueda vacar en lo sucesivo, se prestaría gustoso
á esperar otra oportunidad, que por desgracia
uo puede tardar mucho, siendo varias las personas de avanzada edad que ocupan puesto en la
Academia, y dejaría marchar libremente á los
amigos que me apoyan, embarazados ahora por
falta de voluntad y de medios, á presencia de un
contrincante tan poderoso y tan respetable como
es el que se anuncia. Yo, en mi gran confianza
en su galantería de V. y en su buen afecto á mí
persona, aun he osado prometerme más: sí, Conde, llego á esperar que, no sólo no lo tendré á
usted por antagonista, al decirle que doy un
gran valor á la circunstancia de ocupar en la
Academia el sitio vacante por muerte de Gallego
con preferencia muy grande á cualquier otro,
sino que me persuado, además, de que, comprendiendo V. todos los motivos que justifican dicha
preferencia, y deseoso, como el que más, de que
alcance al cabo una distinción honrosa esta pobre mujer-poeta tan desatendida de todos los
(íobiernos, apoyará mi pretensión con el voto
de todos sus amigos, y será el primero en interesarse por el feliz éxito del negocio. lie aquí lo
que tenía que decir á V. y lo que me apresuro á
hacerle saber por medio de esta desaliñada carta. Creo inútil añadir q u e , si sus compromisos
no le permiten hacer en mi obsequio el pequeño
sacritioio que oso pedirle; si su candidatura de
usted se presenta, mis amigos se abstendrán de
mencionar mi nombre y desistirán completamente de la esperanza que les animaba y que me
habían comunicado. Deseo saber, por lo tanto,
su resolución de V., y soy antes y después y
siempre, su más atenta servidora y amiga afectísima, q. s. m. b. —GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA.»
La contestación del Condeno se hizo esperar;
fué la de un cumplido caballero, y dice asi:
«ExcMA. SHA. D."" GERTRUDIS GÓMEZ DE A V E LLANEDA.—Mi muy estimada amiga y señora: No
había V. dudado un instante de cuál sería mi
respuesta á la carta de ayer. Si V. consigue
resolver en su favor, como deseo, la cuestión do
posibilidad, cedo á V. la vez, llenando así un
deber de amistad, de justa correspondencia y
de aprecio á sus indisputables títulos y merecimientos. En ningún concepto puedo ni debo
yo competir coa V. en el terreno en que nos
hemos encontrado. Pero no siga V. creyendo
que me cuesta poco el retirarme. Hago en ello
un sacrificio; aunque, siendo por V., lo hago
gustoso, y le ayudaré además en su empeño
cuanto me sea posible. Vea, pues, en qué otra
cosa puede complacerla su afectísimo amigo
y s. s., q. s. p. h.—EL
CONDE DE SAN LUIS. — 2 H
de Enero.» El sobrescrito decía: «Exenta. Señora 1)." Gert-niíUs Gomes de Avellaneda, calle
de Pavía, núm. 2j entresuelo izquierda.»
El mismo día el Conde pidió á la Academia
retirara su solicitud; mas la Sra. Avellaneda, aun
con ser tan galante y categórica la contestación
de San Luis, todavía lo escribió, sin fecha, otra
segunda carta concebida en estos términos:
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
«ExcMO. SR. CONDE DE SAN LUIS.—Muy señor
mío y distinguido amigo: Doy á V. un millón do
gracias; y tanto le agradezco los términos generosos y finos en que me expresa se encuentra V. pronto á sacrificar sus fundadas esperanzas por consideración á mis méritos, que su
bondad exagera, y por galantería con mi sexo,
que no extraño merezca tales deferencias á su
caballeroso carácter, que aseguro á V. con todo
mi corazón, que no aceptaría lo mismo que he
pedido, si sólo se tratase de una satisfacción de
orgullo. No, Conde; no privaría á la Academia
de contar inmediatamente con V. en el número
de sus individuos, si no fuera para mí casi u n
deber cumplir los deseos de mi difunto amigo,
que más de una vez me había dicho que lo reemplazaría á su muerte en la Academia Española;
porque no quería que lo pretendiese durante su
vida, ni siquiera mencionar la posibilidad de
ello, para que sus enemigos y los míos no dijesen que era abuso de su influencia y favor dispensado por su amistad; pero que estaba seguro
de que, faltando él, la Academia se honraría con
llamarme á su seno y nadie desaprobaría aquel
acto de justicia. Estas palabras, y la invitación
espontánea que me ha sido dirigida por los señores de la Academia, es lo que más que nada
me hace desear ardientemente la honra de reemplazar á mi ilustre maestro, y no porque no existan otras razones que contribuyan ó puedan
contribuir á que tenga para mí gran valor la
oportunidad de alcanzar la distinción mencionada. Usted sabe el olvido en que me tuvo el último Ministerio al tratar del absurdo arreglo de
los teatros; que el actual se dice acaba de dispensar nuevas pensiones á poetas, en vez de que
fuese aquella circunstancia una especie de anatema que la hiciese indigna de todo galardón.
Usted sabe que tales injusticias, sí bien no deshonran sino al que las hace, amargan mucho al
que las recibe, y que una señal pública y solemne de aprecio y distinción, por parte de la
Academia Española, me sería ahora doblemente
lisonjera, porque sería una especie de reparación del desaire que he recibido. Pues bien : á
pesar de todo, he vacilado, al leer la carta de usted, sobre sí me retiraría ó no de mi proyecto
de solicitud; y hoy, que dirijo á V. estas lineas,
todavía, Conde, no dudaré un momento de eximirle á V. do cumplirme su generosa oferta, si
usted presta gran importancia á ocupar la vacante de Gallego, y no espera otra. Ningún acto
noble deja frío mi corazón, y lo mismo que pido
á la amistad, lo devolvería con placer mi gratitud, primero que dar lugar á que se me creyese
egoísta. Así, pues, si V. quiere, yo seré l a q u e
desista de mi pretensión, cualquiera que sea el
valor de oportunidad que tenga su éxito, sí es
como lo espero. Lo que yo deseo más que nada,
os no abusar de la bondad de mis amigos, y
ciertamente, no hubiera pedido á V. lo que le
pedí, á no creer que para V. era cosa casi igual
entrar ahora ó un poco más tarde, y que para mí
ora una ocasión única. Respecto á posibilidad,
creo que, no siendo un hecho nuevo ó inaudito
que la Academia cuente una mujer entre sus individuos, pues dos han merecido tal distinción
en tiempos de más preocupaciones que las que
pueden conservarse en los nuestros, no tiene
aquella Corporación fundamento ninguno racional que oponer á mi deseo, aun cuando no me
juzgue acreedora á ser honrada con distinciones
extraordinarias, por ser especialísimo el caso y
harto raro en nuestro país, donde las damas no
codician honores literarios, con muchísima razón, por cierto, pues se compran mucho más
caro de lo que pueden valer. No se me oculta, sin
embargo, que no faltarán cabezas q u e , encantadas por la novedad de concebir una idea, se
aferren con la que han emitido de que, cualquiera que sea el merecimiento, y existan ó no existan ejemplares anteriores, la inflexible severidad de los estatutos exige que una mujer no
tome asiento en la Academia, como si se tratara
de decidir en dicho asiento los destinos de Europa, ó de prescribir un plan de campaña. Sé que
nada hay más terco que la puerilidad. Preveo
que es posible que la ridicula objeción del sexo
se sostenga en Madrid, en una época en que los
monarcas son mujeres, y mujeres, en otros países, los rectores de colegios científicos, y cuando en la misma España se conserva la memoria
de mujeres doctoras. Acaso sea rechazado mi
nombre, pero eso no me aflige tanto como algunos pueden presumir. Un desaire de la Academia, después de un desaire del Gobierno, completaría la obra, y yo quiero que todo sea completo; que los hechos gloriosos que prueben la
protección que alcanza el talento en nuestro
suelo, y el'destino que debe aguardar con él
N." XLII
287
toda mujer que tiene la desgracia do alcanzar
algún título de gloria, sea tal, que no deje vacío.
¡Vive Dios, que yo me comprometo con gusto á
consignarla en páginas que no mueran nunca!
Haré, pues, mi solicitud, y esperaré con calma la
resolución de la Academia, si no recibo de V. ningÚQ aviso en contra en término de tres ó cuatro
días. Si, por el contrarío, V. me dice que le es de
gran interés ser académico ahora y no más tarde, desistiré completamente de mi pretensión;
y aun cuando creyese segurísimo el éxito, haría
lo mismo sin vacilar un momento. Lo que sí
quiero es que, si V. se aparta de su solicitud, me
apoye sinceramente, y que si persiste en ella,
sinceramente me lo diga; y, por mi parte, si algo
podía en su obsequio, lo haría liona de gozo y
con la lealtad que me caracteriza. Lo que me
sería más desagradable, es que abierta ó disimuladamente pudiéramos contrariarnos, porque
es con mucha verdad, Conde, que le digo á usted que le aprecio en alto grado, y que no quiero jamás, ni en ningún terreno, tenerle por adversario. Después de esta larga carta, en que le
digo todo lo que siento, no volveré á molestarlo
y á interrumpirle en sus ocupaciones do elecciones, etc., con mis cartas tan feas. Una línea do
su mano bastará para que me retire, si esto le
conviene mucho, y el silencio me autorizará á
presentarme atrevidamente en candidatura. Su
afectísima amiga y apasionada,—GERTRUDIS.>
En efecto, el Conde do San Luis calló, y ante
su silencio, la Avellaneda presentó la solicitud,
de que se dio cuenta en la sesión del día 3 de
Febrero, levantando descomunal polvareda,
JUAN PÉREZ DE GUZMÍN.
C H A R L A DE A L D E A .
MARIMATBO peina 5 SU hija MIÍTQA, aprovecliando ol ñlo da sombrn
del campanario, que da en la plajia. Van y vienen algunas comadres. Doa viejos, sontados en el Buelo, ponen al sol ana piernas
tujlidaa y ana báculos m:)n<los y lustroBoa. Algunos [IOITOB aduladores remedan, á na modo, la derreng^ada actitud de los ancianos,
Una gallina muy liuoüa pasü-a su larga maternidad dolante do la
iplesia,
MARIHATEO.—Por las ánimas de mis agüelos quo
estoy por dejarte, así la miseria te coma; y
en cuanti te arrasques, con la garrota do p a dre abrirte los cascos. ¡Cochambrosa!
MIGUELA. —;,Qué os eso, vecina? ¿Ha rompido la
Minga otro cántaro?
MiNUA.—No, señora Miguela; es que ésta mi madre me quiere escardar con un escarmenador que parece un bieldo.
MARIMATEÜ.— Es quo un día, señora Miguela, la
voy á clavar ol peine con una piedra, como
hicieron los judíos con aquella santa doncella. No quiero que esta mozona, de quinao
y más, ande con miseria.
MIGUELA,—De casta muy limpia vienes, hija
Minga, que tu agüela de la parte abajo murió de un remojo que se diÓ en ol invierno.
¡Ay, Jesú!
Tío LORENZO. (Utio de los uíc/os.) — No hay cosa
tan malina que el agua. Dos años estuve en
el molino de San Cosme y San Damián, á la
parte arriba de la ermita, y quédeme tullido
de por vida, y á pedir por Dios.
MARIMATEO.— Gracias, tío Lorenzo, que las ferias
hacen el verano á los pobres.
Tío QUEJUMBRES. ("Kn tono reposado y sonable.) Las ferias están perdidas. No hay caridá.
Carga mucha pobrea de lejos, que sabe clamar y poner los membrioB llagosos delante
de los hocicos. ¡No hay caridá!
Tío LORENZO.—Y el poqueo de la limosna se va
en vino; que están gordos y colorados como
tomates cuasi todos los que vienen de lejos
á plaguear. No como y o , que me veo y mo
deseo.
MKÍUELA.—¡Ay, Jesú!
Tío QUEJUMBRES. (Salmodiando.)—Ora
ha de ve-
nir un gran castigo á esta tierra. El diabro
se meterá hasta en el nidal de las gallinas, y
habrá muertes de animales y de personas.
MARIMATEO.—Su boca se quiebre y el ensalmo
se vaya en el humo. Mire no llamo al señor
Cura para que le desconjure.
TÍO LORENZO.—El señor Cura está cazando en la
vega, y no puede desconjurar.
LA SEÑORA CEFERINA. (Viene haldeando ij haciendo
aspavientos.)—\kj, Jesú! ¡ Ay, madre, qué día
de Juicio! AÍío sabéis? Tollo, el tabernero,
ha puesto negra á Casilda, su mujer. Con
una estaca del carro la bataneó, el muy
bruto. Estando en esto, con tanta gente que
no cabía en la calle, ha llegado Salvadorillo
CRUCERO ACORAZADO «DRAKE*, BUQUE INSIGNIA DE LA DIVISIÓN INGLESA
CRUCERO ACORAZADO FRANCÉS ¿JEANNE D ' A R C » ,
LOS REYES EN MÁLAGA. —V STA GENERAL DEL PUERTO.
(fotografías de MuDoz de 1 aena y dibujo de Nautilus.)
LA
290 — N."* XLII
diciendo que al tío Justo el Negro se lo murió de golpe un buey, y el otro quedaba
resoplando,picados de mosca malina, en el
sombral del soto.
MINGA.—¿Ve usté, madre, con tanto escarmenar?
MABIMATEO.—Razón tienes, hija: un día que pasan las cosas, nos las perdemos.
MuífELA, —[Bendito quien manda la vejez! En
mis tiempos, ¿estaría yo aquí tan flemática?
CEFERINA.—¡Si es empezar y no acabar! La Trifona y la Marimíngaez han reñido en la
fuente, por no sá qué polios y ropas que
anochecieron y no amanecieron, Y de palabra en palabra, cayeron en las manos, y
es un dolor cómo se han puesto: la una,
arada la cara como barbechera; la otra, repelada de moño y atenazada de mil partes.
MARIMATEO.—¡Áy, santos patronos, quién hubiese
estado allí para meter paz y arrecaudar los
cántaros del remolino!
CEFERINA—No lo piensos, hija, que los primoros testarazos fueron á los cántaros.
MIGUELA.—Eso pasa siempre. Así, en este lugar
no se gana para cántaros.
CEFERIN'A—Damián, el alcalde, dice que otro día
no se ha visto como éste, apartando aquel
día que se quemaron las eras y ardió vivo
el asno de Tomé.
MIGUELA.—Ahora se casa la hija. Lo sé por quien
trujo los papeles.
MINGA.—¿Con Lucas, elpodador?
MIGUELA.—Con Lucas, el podador,
MARIMATEO.—¡Jesú, Jesú! Digo que si á Tomó se
le quemó un asno, ya tiene otro.
CEFERINA.—Hija, no hables: cuando se casó Bibiana, la del estanquero ....
MIGUELA.—y Baltasara, la del rincón
MARIMATEO.— ¡Cómo está el mundo de perdido!
[Sí yo dijera tanto así de lo que vi noches
atrás!
MINGA.—Yo lo diré, madre, que lo vi primero.
Tfo QuEjUMiiRES.—Ora ha de venir un gran castigo á esta tierra. Los perros son más fines
de viento que Jas personas, y los veo ya ventear y esconder el rabo. Él sol se escureco
y los árboles se menean,.,,.
CEFERINA.—¡Ay, santos patronos, qué trueno tan
gordo!
MINGA.—[Y qué raya de fuego tan larga!
MARIMATEO. —¡Que vayan donde el sacristán,
que toquen á nublo!
MIGUELA. (Gritando también.)—\Qaé busquen al
señor Cura para desconjurar!
CEFERINA.—Y vengan dos muchachos para tener
los picos del estola.
Tfo LORENZO. —Pedrisco mucho trae la manga, y
agua en proporción. En la iglesia me meto.
MARIMATEO. (Clamando desesperada.) ~- \Á.ái6s
eras! ¡Adiós pan! [Adiós la mi viña!
MIGUELA.—¡San Cosme, San Damián, Santa María
de la Cueva!....
•'
CEFERINA,—Ya tocan la campana del nublo y
viene el señor Cura á todo correr.
TODOS. (Al son de la campana.)
Tente, trueno,
Tente en ti.
Dios lo quiere
y manda así.
. ':
MINGA.—La manga cautiva se va para el lugar
de abajo.
MARIMATEO.— Allá que descargue. En tres días
no me sale el susto.
CEFERINA.—Algo tardó el señor Cura.
MIGUELA.—Como es nuevo, se aburre en el lugar y está siempre cazando. El pobre sacristán le sirve de podenco. Yo os diré una cosa,
con tal que no la sepa ánima viviente.
MINGA.—Dígala, dígala ahora que se oye, porque
no hay truenoí.
MIGUELA.—Es que no me gustan los chismes.
MARIMATEO.—¿Y en este lugar había de haber
chismes, vecina? Luego os contaré una cosa
de Ana la Galana, que más ha de dos días
tengo en secreto, sin quererla decir porque
no haya enredos.
Tío QUEJUMBRES.—¡Ora ha de venir un grandísimo castigo á esta tierra, porque no hay carídá, y porque las lenguas son cuchillos y
las palabras víboras!
JOSÉ NOGALES.
^5
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
La psiEoiogía de nuestros adores.
ENRIQUE BOERXS.
R
ESPETANDO aquella discreta clasificación que
divide á los cultivadores todos de la belleza, en
<:artistas de estudio» y «artistas de genio», y las
razones sobre que tal división se funda y justifica, no pecaríamos de indulgentes si colocásemos á Enrique Borras entre los actores del último grupo.
Cualquier hombre dotado de inteligencia robusta, imaginación poderosa y exquisita sensibilidad, puede llegar á ser un artista notable;
para esto le bastará el decidido propósito do
serlo, el examen de los buenos modelos, la perspicacia y adiestramiento de su atención, tercamente aplicada á la sorpresa y captura de cuanto, por algún concepto, coadyuve á mejorar su
técnica.
Los artistas geniales no proceden así: hay en
ellos un resorte impaciente, rebelde, refractario
al estudio, que les prohibe seguir los caminos
trillados; acaso su cultura no sea grande, ni muy
alambicados sus gustos, ni muy depurada su labor de vulgaridadesy abandonos; pero inopinadamente y disculpando estos errores, desmayos
y caídas de un espíritu que, á cada instante, parece fatigarse de volar demasiado alto, surgen
fulguróos grandiosos, lampos deslumbrantes, iiiflexiones de voz y ademanes no aprendidos,
arrancados por el genio al instinto, que alborotan las almas y desatan en ollas el torrente de
las pasiones terribles.
Tienen, pues, los actores geniales (y esto es,
quizás, lo que mejor caracteriza su complexión),
algo inseguro, espontáneo, hijo del momento
iugitivo, que por habernos conmovido muy
hondo, recordamos siempre, pero que no podemos imitar.
Hablando de Kean, el más eminente quizás de
los trágicos ingleses, escribe su contemporánea
la celebradísima actriz Fanny Kemble: «Goza
del primero y más indispensable elemento do
toda grandeza: el poder.» Y explicando aquellos
triunfos, que ella atribuye á las fogosidades do
su ademán y al timbre cálido y apasionado de
su voz, añade que <^la potencia impone porque
es comprendida y sentida por todos, mientras la
delicadeza la entienden muy pocos».
Lo mismo, sin quitar ni añadir palabra, podría
decirse de Enrique Borras, Todo en él, efectivamente, está apercibido y como ordenado para
los conñictos del drama: su estatura más que
mediana, la gallardía de su cabeza grande y r e cia, que so rebela con ademán dominador y resuelto ante la probabilidad del menor obstáculo;
la expresión de sus cejas largas, fuertes y bien
arqueadas; la coloración metálica, un poco dura,
de los ojos; sus mandíbulas cuadradas; la boca,
fiera y blanca, y el cuello musculoso, y el busto
ágil y macizo.
Como la mayor parte de los buenos actores,
Enrique Borras compone sus personajes despacio, evocando lecturas, recordando figuras y
costumbres y trajes, vistos por él en la realidad.
Más tarde, ya metido dentro del «tipo», un fenómeno de invasora autosugestión, va robándole
su legítima personalidad, hasta permitirle enrojecer ó palidecer, según exigen las diversas situaciones por que el personaje va hallándose.
Borras «siente lo que diceí>, mas dentro de este
sentimiento auténtico, importa sentar la división
siguiente: que con los «tipos dramáticos» de pasiones muy definidas y que se mueven al través
de escenas terribles y estremadas, el actor se
rinde á la ficción artística de tal modo, que su
risa, como su llanto, como todas las manifestaciones de su ambición, de su indiferencia ó de
su odio, son fenómenos verdaderos que remueven su ánimo y agitan sinceramente y hasta lo
más hondo, su sensibilidad; mientras los tipos
que él llama «frivolos s. por ser de mesurados
afectos y propósitos, como hechos para moverse
on el campo tranquilo de la comedia moderna,
los representa sin identificarse con ellos, sin sufrimientos ni graves pérdidas de energías nerviosas, y más cual crítico de su propia labor, que
como «sujeto»; de suerte que, no bien termina
una escena, y por muy violenta y difícil que
ésta haya sido, la superchería artística desfallece
en él y queda tan sereno, tan dueño de sí, que
su voz, poco antes turbada, recobra su timbre
normal, y de sus mejillas desapareen «hasta el
frío, á ras de epidermis, de la palidez».
Conviene, pues, estudiar á Borras en los raptos de más alta exaltación trágica. Aunque capaz
15 NOVIEMBRE 1906
de expresar los ligeros matices sentimentales,
su rostro, moreno y ancho, tiene siempre la austeridad imperativa de la pasión, su gesto ofrece
aquella sobriedad elegante, á la vez fría y ardiente, que Napoleón pedía á Taima, y su voz,
ducha en el arte de traducir el sollozar fragoroso de los celos, de la pona y del dolor, sabe hallar las notas rotundas de la cólera, el hipar entrecortado y sibilante de la angustia y esas inflexiones del ruego ó del supremo abatimiento,
que ciñen alrededor de su garganta un nudo de
lágrimas.
Recordando á Enrique Borras al través de las
ocho ó nueve obras que le han proporcionado
triunfos mayores, cabe afirmar que toda su «técnica» debe referirse á esos cuatro gestos capitales que traducen las cuatro situaciones extremas
del espíritu. A saber: la cólera, el odio y los celos, los expresa abriendo los ojos desmesuradamente, apretando los dientes, dando á los finos
labios un rictus atávico y feroz; para decirnos
su alegría mira de frente, abre la boca, y un
ñujo de sangre extiende por su semblante el carmín gozoso de la ilusión; el misticismo y la fü
arrugan su frente, empalidecen intensamente
sus mejillas, y dan á su voz ese timbre apagado
de los reflexivos que hablan consigo mismos; la
duda, la desconfianza, el sobresalto, le hacen
recoger la barbilla, mirar de reojo, cerrar los
labios fuertemente, como para no decir nada
que le comprometa, y oprimirse el cuerpo con
ambos brazos, como para robustecer su personalidad con este ademán que le permite sentirse
mejor.
«Cuando la pasión llega á la enajenación del
espíritu, rebasa los confines del arte dramático»,
dice Taima. Y añade que estos accesos de locura, caso de producirse, deben ser breves como
relámpagos.
Estas crisis son en Borras muy rápidas, pero
tan violentas y sinceras, que derrotan la ecuanimidad del espectador más indiferente. Borras,
como Zacconi, no apela para la expresión do
esas grandes tempestades del alma á los movimientos exagerados con que los actores vulgares conquistan en seguida la admiración crepitante de «la galería*, sino á esos sutiles fenómenos de autosugestión que ordenan la erección
de los cabellos y la lividez ó arrebolamiento do
las mejillas, cual si una educación especial do
la voluntad hubiese extendido el dominio do
ésta hasta los últimos nervios y vasos capilares
más someros de la periferia. La muerte, verbigracia, de Borras en El místico, recuerda la del
prodigioso trágico italiano en La mueríe civil.
Aquel sacerdote ejemplar fallece del corazón:
está sentado, hablando con los indiferentes quo
le rodean y , rebato, las fuerzas le abandonan;
su cuerpo se desploma en el fondo del sillón,
un hipo de agonía agita su vientre, sus manos,
exangües, se crispan sobre los brazos do la butaca, sus ojos se dilatan un instante y luego so
hunden en las cuencas, apagándose; la boca so
tuerce, la cabeza rueda inerte, lívida, fría
Este es el mérito de Bon-ás: la capacidad do
expresar lo máximo, lo definitivo, sin gritos ni
aspavientos, con sólo el dominio que ejerce
sobre las facciones de los buenos artistas el pensamiento.
Enrique Borras, fuerte, sanguíneo, optimista
con esa alegría que inspira la fe en el propio
valer, y capaz de sentir todas las pasiones, lleva
al teatro una vitalidad poderosa. Esta savia juvenil, espontánea, un poco salvaje, resplandece
especialmente en los «dramas plebeyos ó de blusa», donde la incultura de los tipos da á sus palabras y á la exteriorización de sus sentimientos simplicidad bravia. Recordaré los últimos
incidentes de Tierra baja. El pastor Manelích,
huraño, terrible, acostumbrado á reñir cuerpo
a c u e r p o con los lobos do la montaña, ágil y
sanguinario como una fiera, no obstante ser sencillo y candoroso como un niño, adquiere, representado por Borras, la grandeza cósmica do
los héroes shakespeanos.
En la lucha del tercer acto, Borras tiene gritos y ademanes geniales que hacen resbalar por
la carne del espectador el calofrío trágico, Manelich y Sebastián, «el lobo del valle», van á
disputarse la posesión de Marta. Sebastián, quo
no lleva armas, quiere huir, pero su enemigo
le ataja el paso, colocándose de un salto delante
de la puerta; y aquel brinco de dos metros lo
da sin ruido, con un movimiento ondulante, silencioso y blando, de tigre. Después se revuelvo,
apoyando el dorso contra la puerta cerrada,
fijando en su víctima una mirada cortante. Su
odio ofrece dos fases interesantísimas: primero
baja la cabeza y aprieta los labios y mira por
encima de las cejas: luego, según su furor crece.
15 NOVIEMBRE
1903
LA
adelanta la barbilla y desnuda los dientes j sus
ojos brillantes resplandecen como los del sediento, á quien repentinamente presentasen un
vaso de agua cristalina. En seguida avanza el
busto, que oscila sobre las piernas recogidas
para el salto y vibrantes; sus pies escarban el
suelo; sus manos, en lugar de cerrarse, se crispan con movimientos de garra; la idea de vengarse le acaricia; no habla; su respiración ardiente llena el escenario; en su rostro cobrizo
los dientes blanque;in hambrientos
Probablemente Enrique Borras, por falta de
estudios Ó por excoso de facultades, no sabe amoldarse todavía á
esa placidez de afectos, grata á los
reflnadosactores extranjeros; pero
su arte tiene una intensidad y una
robustez tosca y sana, que se impone á la crítica. Todo en él es
vida, impulso, y al salir del teatro, después de aplaudirle en cualquiera de s u s dramas favoritos,
una dulce frescura invade nuestra
alma: es una frescura de juventud,
la convicción soliviadora, llena de
perspectivas de redención, de que
las grandes pasiones humanas no
mueren.
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
— Ahora
hablemos
seriamente. Seal, tú,
acostado y caíladito en ese rincón , así , muy
bien
Tú, Esperanza, en esa butaca, al amor
de la lumbre, y yo, enfrente de ti, en esta otra,
huyendo del fuego,
— ¡Claro, con ese carácter, que te tiene siempre en agitación, nunca sientes frío!
— Hija, yo admiro tu serenidad soñadora
—Y yo tus impulaiones, llenas de gracia y do
atracción
—¡Adiós!
Si empezamos á echarnos flores,
¿qué vamos á dejar para nuestros pretendientes?...
K." XLII — 2 9 1
— Me parece que el tal mediquito titular de
Bonancillo te tiene preocupada.
— ¡Tal vez!
-¡Ahí
— Ya sabes que el médico y el oso, mientras
menos distinguido es más chistoso.
^ Y mientras menos gomoso
Menos pegajoso
Sí, á mí me gustan los
hombres,,,., asi , serios, sin afectación, sencillos, aifMf/we inteligentes: nada do sedosos bigotes ni de cabelleras con pomadas, ni de posturas
cautivadoras, ni de vestimentas sobrenaturales:
el hombre
hombre, ha de ser
hombre
— [Y no mujer!
Convenido
¡Te d i g o , m i querida Amparo,
que el matasanos te tiene preocupada!
— Y yo te repito que
Pero
vamos á ver, ¿qué te parece á ti
eso doctorV
— Simpático, en efecto
— ¿Nada más que simpático?
¿No te agradaría que
vamos,
que se enamorara de ti?
¡Sémo
franca!
— ¡Qué cosas tienes!
—Mira,híjita, retírate del fuego:
tus
mejillas se encienden
A meEDUARDO ZAMACOIS.
dida que se habla del titular de Bonancillo, tú debes ir separándote
de la chimenea
¿Es el amor que
pasa?
BOH^NZflti, GgPITflL DE ESP|IÍI|I.
— ¡Qué tontería! Hablemos de
otra cosa.
— [Imposible!
Me haescrito
ON las tres de una plomiza tar— [Qué! jAh!
¿Dices que te
de de Diciembre. Esperanzo, adoha escrito? ¿Quién?
rablemente b l o n d a j delicadamen— El mismísimo Salvador Fuerte linda, joven cuanto esbelta en
te..... Mira el sobre de la carta: lee
sumo grado, descifra con aplicael matasellos del Correo: «Bo
ción en el piano una revesada pábo
bo
Bonan
cilio » [Pegina musical.
ro, mujer, retírate del fuego!
Cerca de sus pies dormita un pe— Í.Y qué te dict?
rro, cuya hermosa cabeza está es— ¡Calma, calma! ¿Qué te papléndidamente adornada por unas
rece?
orejas mayúsculas.
— Me parece , que no te conLa habitación está alumbrada,
viene ese
moiiicole de villorrio.
más que por la luz del exterior,
— Razona tu opinión.
por los vivos reflojos de los tron— En primer lugar
cos que llamean en el hogar.
— [Bueno!..... ¿Y en segundo luDe pronto el perro levanta la
gar?
cabeza, escucha, se incorpora y va
— Eso de que haya ganado por
hacia la puerta de la estancia.
oposición la titular de Bonancillo,
—¿Qué es eso, fíert/.^—interroga
no quiere decir nada
¡Ya ves tú,
E s p e r a n z a , suspendiendo el esBonancillo!
¿Dónde está Bonantudio.
cillo?
Alguna aldea miserable,
Real contesta dando un ladrido,
en cuyos campos desiertos pasta el
meneando alegremente el rabo y
ganado, en tan malas condiciones,
rastreando una pata por el tablero
que el pastor, alcalde primero, ha
de la puerta.
'hecho nombrar un veterinario por
Suenan unos golpecitos de llaoposicum, para que cure cabras,
mada, que excitan las manifestaovejas, carneros.....
ciones expansivas de Real, quien
— ¡Basta, basta!
¡Especialista
mira á Esperanza, como diciénen coruúpetos!
Matasanos, mordole: «Es gente amiga. ¡Abre!»
ticole, veterinario de un puebleci— [Adelante!
llo, albéitar de tercera clase, ni
' ¡Qué aplicación!
guapo, ni gomoso, ni distingui—¡Ahí
¡Amparo!..... ¡Quieto,
do
¡Ah!
¡Y pobre do naciReal, quieto!
miento!
— ¡Sí, sí...., mi queridoiíeíí/, te
El 30 del pnaado Octubre se llev<^ Acftho on (.'MIUH'B el malrimorio delprínrlpe Jorge de Sajonia con la
— ¡Miren el hombre modesto y
princesa Haría Ijiniaculada da Boi-bñn. El novio ea liurimno del Rey do Sajonia y de La firchidiiqiiosa
quiero mucho!
¡Pero no ladres
serio y de talento, dirigiéndose á
María Jospfa dv Aiislria, viiula rlol arcliLdmino Othon, reijiontemente falleeiiio. La novia OH hija ilel jirínmás, que nos aturdes!..... ¡No rae
cipe Alfonso, conde de Caserta, jcfo de la Caei do liorbfin. de las Dos Sioilina, y Iiermana del Infante
ti, la morena más graciosa y más
_ ^ que
„ ^ vas
, . , - á derribarme!
„...„„....,
^- Carlos, príncipe viudo de Aaturias. El niatrimonio civil fte veriñsó el 29 ante el alcalde de Cannes,
saltes más,
bonita del mundo!
~~ ifañí " ^ " ^ p l ^ . í " " " ' ^ T i 7 c . í í i V " '
'^''' Capron, y la ceremonia relijfioaattii-o Liiear el sEgiiieate dta en la iglesia de Niiostra Señora, donde
— Pues sí, me ha escrito.
i ifcftí
, Iteat
qUieiO
Monseñor Maximiliano de Sajonia,h(rmaQO del a u ^ a t o contrayente, les otor?(5 la bendición nupcial,
— Pero ¿cómo ha hecho eso?
¡í^Ué a g r a d a b l e s o r p r e s a ! . . . , .
Asistieron ai ccto, entre otroH iluHtres peraonajea, IOB Srea. 01 ¡Bpos de Niza y de Monaco, el Rey de Sa.M^
.^^ ^
u ^ . , —^ I JO
Jonia, con sus dos hijos, T el prefecto de loa Alpoa Marítimos Mr. JoU', en repreaentaciín del tresidente
—Hija, probablemente con una
— ¿No m e esperabas, verdad?
do la República francesa.
pluma que ha mojado en tinta y
Pues vengo á pasar la tarde conti,
,
que ha puesto en el papel para que
go, á charlar como dos cotorras
PRINCESA MARÍA IKMACÜLADA DE BORBON, HIJA DEL CONDE DK CASERTA,
fuera intérprete de los impulsos
y á'
^'
Y E L P R Í N C I P E J O R G E DE S A J O N I A .
de su corazón.
—¡Qué alegría!....
^"^ íoto^raRa.
— ¡Vamos, léeme la espístola de
— Hace rato quo llegué
He
— ¡"Me haces reír!
Bo bo! ¡Nos reiremos un rato! [Bo bo.,..
hablado con tu mamá, he reído con tu padre, y
— [Vamos, que en el baile de la otra noche al- Bonancillo!
les he suplicado que me dejen venir hasta aquí gunos tuviste!
¡Y yo también, hija, yo tam— Sí, nos reiremos
Escucha:
sola, para sorprenderte
Mira, híjita, empieza bién)... .
«Señorita Amparo: Pido á usted mil perdones
por cerrar el piano, echarle la llave y tirarla
— [Qué serie de gomosos!
por la incorrección que constituye el acto quo
por la ventana.
— Ko lo dirás por aquel joven doctor que nos realizo al escribirle esta carta para solicitar quo
— ¡Qué ocurrencias!
presentaron con tanto elogio,
sea usted el amparo de mis amores......
— Sí; tu padre, desde que vio á Loubet, tiene
— jAh!
Sí
Salvador Fuerte..., En efecto,
— [Oh!
¡Lo que es como macarrónico, te
una bandada de volantones con gorro frigio ni gomoso, ni guapo, ni distinguido
aseguro que es
de primera clase!
metida en la cabeza, y me ha dicho que vendrá
—
¡Un
matasanos
al
natural!
Pues,
chica,
pa—Espera
,
calla
Escucha:
luego para que tú toques y que yo cante la MarHa ganado
«Me han puesto al corriente de la estrecha
sellesa , que tal vez él querrá bailar.... ¡Nada, rece ser que es un gran módico
lo bastante para que nos lleven en cuerda á la por oposición la titular del pueblo de Bonanci- amistad que tiene usted con la señorita Espe11o, y allá fué á instalarse al siguiente día del ranza »
Prevención!
Y con ademán resuelto, la encantadora Ampa- baile
baile donde
donde nos
nos fué
fué presentado
presentador.... Creo
Creo que
que es
es
— ¡Eh!.
—Escucha
calla y
sepárate bien del fuero, morena exuberante de belleza, de carácter un buen partido.
— ¿Bonancillo?
go
Continuo:
vivo y de juventud en la plenitud de sus esplen—No,
Salvador Fuerte, doctor en Medicina y
*3é que tiene usted un carácter franco, noble,
dores, cerró el piano con llave y guardóla en
Cirugía
.su bolsillo.
decidido; yo he presenciado el trato íntimo en-
8.
202 — sP xi,n
15 NOVIEMBRE 1906
tre ustede.s dos, yo he apreciado una
sensitiva de delicadeza extrema en su
adorada amiga, y una naturaleza enérgica, valiente, en usted; no he creído
prudente arries£?arme escribiendo directamente á «Esperanza», que es la
Esperanza de mis amores >•>
— ¡C5mo!
« y me he decidido, adorable Amparo, á pedir á usted el suyo, su influencia cerca de ella, eu protección, su apoyo, para que su encantadora amiga me
autorice á pedir su mano, á poner á sus
pies un nombre honrado, un título ganado en buena lid, una situación modesta, pero segura, un amor franco, sin
rodeos, sin las vivacidades de la irreflexión, con las garantías de una pasión nacida en las contemplaciones silenciosas de una velada inolvidable, y
arraigada en la meditación profunda
de unas noches do insomnio, dedicadas
por completo á rememorar la blondji
cabellera que corona el rostro idealmente bello de su gentil amiga Esperanza
¡Ampiireaos usted, encantadora Amparo! »
—ji.Es ó no es macarrónico este especialista en cornúpetos, albéítar do
tercera clase, del villorrio líijnancillo?
—¡Pero...,. No
Yo creo
Lo cierto es
—Mira, hijita, ven al balcón..... Estás
como una amapola
Tú n e c e s i t a s
aire
¿Te sient-js mal?
¿Habrá que
llamar á toda prisa al doctorV
— ¡No!.... jQuó tontería!
—¿Qué te parece esta carta?
—¿Está bien escrita, verdadV
— ¡Sí , para un albéitar de villorrio
^ [ A l fin y al cabo, es un doctor!
¿Dónde está Bonancillo?
—Hija, eso habrá que preguntárselo
al profesor de Geografía del Institu-
Mr. ileai-sty Mr, Huchea BO diainiliiban el carga de Gobernador de Nueva York, y la lucha
clfictoraJ que se riñó el rifa 6 LIOI corriente en atiuel Estado, Ita sido una de las mas importantes fie euantas BC lian celobrailo en Atnárica deade liac • mm-hog añoa. Parece que del resnltado de Ja elección 8i> liace depender la política de loa Eatadoa Unídoa, por conaídürar su
Preaidente como una victoria puramonte personal el triunfo de su candidato Ilngliea, cuyo
retrato publicamos al Trente de eatos renírlones.
F-" de Underwood & Underwood.'
CORONEL C H A S . E.
HUGHES,
ciandidato vencedor en la oleccióii de Gobernador del Eatado áe Nueva York,
to
¡Bonancillo!
¡Bonancillo!
Barrunto que, sin línea férrea, ni car r e t e r a , ni camino, ni vereda, habrá
que ir alli en globo. El Dr. Salvador
Fuerte es, cuando menos, un hombre
sin miedo
¡Pobrecillo[
¡Tan feo y
tan desgraciado!
—¡Mujer!
¡Como feo , feo, no ee
puede decir que sea feo!
Es
un
hombre
como hay muchos
— Eso es...... un vulgar sin distinción
—No es un gomoso , no es un presumido
, ciertamente que no ;
pero
seamos justas: en su sencillez
hay un algo que sale de lo ordinario
— ¿ P a r a e n t r a r en lo distinguido,
verdad?
¿Y qué me dices ahora de
sus méritos profesionales?.....
—Tú me aseguraste que era un gran
médico, que había ganado por oposición la titular
¡Una titular!
— ¡La titular de Bonancillo!
Paréceme, mi cara Esperanza, que tú eres
una veletilla.
— ¡Mujer!
— Cuando creíste que el Dr. Salvador Fuerte se había enamorado de mí,
el pobre muchacho no era sino el veterinario ramplón de una aldea miserable, que escribía macarrónicamente;
pero cuando el matasanos declara haher perdido el sueño por (-rememorar
la blonda cabellera que corona el rostro idealmente bello de mi gentil amiga Esperanza:*, entonces
— Antes hablábamos en broma, por
reir un rato ....
— ¡Ah!
¡Y ahora v a d e veras! ¡Yo
creo que tu pretendiente no tiene necesidad del amparo que de mi solicita!
—Sí, porque yo seguiré tu consejo.
— ¡Bienhecho! Vamos áenviar de
pnseo al mediquillo.
No liaco muchos dina BO lia perpetrado en San Petersburgo uno tío loe rotioa mfig ntreviítos que regis- lograron aFOtfcrarpp de SHfl.OCO rublos. Tino de los tEntToleros lu4 -vlaUma de la primera bombo arrojatran loa anaies del crimen. Una docena de revolucionario a, conocedores de que un laudan de la 'fcaore- rla, oti'OH irea eriniinaleíi murieron í\ manos de ton Rcndarpies, niro se HuicidiH y loe realaiitea conaipiierfft Provincia] debía condncir grueaa aunia de dinero procedente do la Aduana, oepcreron i¿\ carmoje; ron fiiKurse.
Stacaron fi tiroa, y lanzando bombas exploaívaa 3 loa cnndnctorea del dinero y íi los aoldadrade In escolta.
Dfi íotoíTaffa de Oril>aye<iofí,
ROIÍO EN SAN PETERSnCTGO. — CABRUAJE DE LA TEgOBERÍA ATACADO POR I.OB REVOLUCIONARIOB,
>•
V
1. Puente del tranvía eléctrico que conduce á la estación del funicular. — 2. Estación inferior del funicular en Sarria. — 3, Salida de un coche de la estación superior. — 4. Cruce en la línea.
.'). Sala de máquinas. —6. Estación superior en Vallvidrera.
De fotografías
BARCELONA. — FUNICULAR DE SARRIA Á VALLVIDRERA, INAUGURADO EL 21 DE OCTUBRE ÚLTIMO.
de J. Fournells.
LA
2 9 4 — N." XLll
— [Pobrecillo!
¡Mira, no es por nada, pero
me da mucha pena desairarlo!
¿Qué te parece'^... .
—¡Al diablo el mediquillo:
¡Tú merecos
más, mucho más!....
—¡No
por eso no! Ya ves, un médico, un
gran médico , un doctor ilustre
¡Vamos, no
mo martirices!
?,Quó me aconaejasV
—¡Lo dicho! Pero si tú quieres...., si tú crees
que has de ser feliz
^ ¡ O h , si!
¡Seré dichosa!
Tú serás nuestro Amparo, y yo su Esperanza. Su talento, su
gran saber, sus desvelos por los enfermos á
quienes asista, y á quienes salvará—al ñn Salvador Fuerte,—serán mi orgullo y mi alegría. ¡Que
el pueblo es chico!
¿Qué importa?
El doctor, con su gran saber, curará á todos, salvará á
todos, y no muriendo nadie y siendo el pueblo
entero saludable, robusto, feliz, inatacable, aumentará el vecindario, la aglomeración de vecinos acarreará la expansión de la ciudad, y
gracias á las grandes modernistas ideas de mi
padre, y á sus influencias políticas, pronto conseguiremos que el nombre de Bonancillo se
cambie por el de Bonanzón, y ya en esta via de
expansión creciente, á interés compuesto, llegaremos, sin duda, á hacer de Bonanzón la capital de España
— ¡Y la Historia registrará un día en sus índices dinásticos, el nombre augusto de Salvador 1
el Fuerte!
—¡Qué buena eres!
¡Escríbele en seguida díciéndole que venga á pedir mi mano!
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
dio de un espectáculo de carnicería humana, es
el único nervio dramático que entraña.
Pasión de matar, fuerza de hombres impulsivos 6 de hembras histéricas, inquietud activa,
torturadora, de seres predestinados al crimen, á
ese crimen de un vulgarismo plebeyo que cae
en la categoría de los comunes delitos de sangre, sin que acusen una alta, compleja y formidable psicología, como en el caso de Ótelo, constituyen el fondo de este nuevo género de novela.
No sotí ni uuo ni dos los escritores españoles
que cultivan y se inclinan, por virtud de sus talentos artísticos, á legitimar esta especie de n o vela novelesca, sin atisbos de psicología honda
15 NOVIEMBRE
1906
Kunca quiso ser dramática. Propensa á la burla
y gorja, fué eminentemente cómica, y si á ratos
la musa se mostró seria, con cierta jovialidad
triste, entonces surgió la nota irónica, el humorismo, entre melancólico y risueño, á la española usanza.
Trazó grandes figuras, tipos de cuerpo entero.
Fué novela de creación, atenta á sacar de la realidad seres con alma al temple, carácter recio,
fisonomía singular y perdurable vida.
No gustó nunca de las matanzas á mano airada, ni de los espectáculos de sangre.
Fueron sus héroes locos, buscones, picaros,
pero á ninguno de ellos se le puede tachar de
pasional y de impulsivo. No mataron ni por ce-
SPM»^
POSICIÓN Q U E TOMO E L VAl'ÜK A LOS DOS D Í A S .
POSICIÓN DEL
VAPOR AL ENCALLAR,
D^' fi^tci^rafías de D. Luis liuÍBen.
A calían ds ]a fuerte cerraión de niebla y 3 la falta de orientación, naufraga en el punto llamado Cala Menquita el vs
i'apor franciís
lfiaa<- l'ercirr, corren de Marsella fi A r i e l , que conducía setenta y dos pasajeros. Los náufraifoa fiHTon reiiopidos por el VL^ __
Bro'janza. Los iiigenieroa opinan que eorán iiifructnoaos cuantos trahajos ae lleven á cabo para el salvamento del buque. Este einieatro
ha motivado una exposiinfin de la Cámara de Comercio de MaJión al Ministro de Fomento aoliüitando ijue, cerca de la Cala Mozquitaj bien
en el Cabo de l'unta Sespero ó eu el da Favoritx, m establezca un faro cuya luz oriente á los navegantes y evite nuevos naufragios.
MAHÓN. - NAUFRAGIO DEL VAPOR FRANCÉS «ISAAC PEREIRE..
— [Su majestad D.^ Esperanza será servida!
¡Ah!.... ¡Voy á hacer que venga el rey padre!
Amparo abre vivamente el piano y empieza á
tocar y á cantar la MarseUcsa.
Lejour de gloire est ar-ri-vé
La futura reina Esperanza coge por las patas
delanteras al perro Éeal- muy en carácter, —y
amboB bailan alegremente.
Au^-ar mes, citO'yensf
La puerta de la estancia se abre bruscamente,
y el futuro rey padre se presenta radiante;
— ¡Bravo, bravo, bravoooo!
A.
MAR.
LA NOVELA DE SANGRE.
H
NDA ahora muy en moda, en España, lo que
yo me atrevo á llamar la novela de la sangre.
Es un arte de pasión, con un sedimento de romanticismo que llega al más extremado límite
de exacerbación.
El molde lleva trazas do consolidarse, á juzgar por la fortuna que va haciendo, en nuestro
arte de hacer novelas. La sed de sangre, en me-
que analice con sagaz sondaje el curso de una
pasión, y sin detalles de patología humana, que
den la clave de esas perturbaciones morbosas
que, especie de locura, lleva los seres fatalmente
al crimen.
Es esta novela de sangre, hoy en boga, novela
de acción exterior, que mira á la superficie de
los hechos sin ahondarlos; que estudia á flor de
alma, buscando en un interés de situaciones
efectistas, violentas, y en el falseamiento de la
realidad, lo que en la emoción intensamente dramática, sentida dentro sin sacudidas de los nervios y sin escalofríos de la piel, no pueden encontrar, porque no saben asomarse á los espíritus para ver y oir lo que pasa en un alma en
medio del silencio de fuera y la regularidad corriente de la vida.
No entronca verdaderamente esta novela de
sangre en las tradiciones de la novela española.
Siempre distinguióse ésta por su carácter apacible y por el aire zumbón, que suena á risa, hospedado en las páginas que regocijara el vivir de
los picaros.
Nuestra novela clásica es esencialmente de tipos. No despuntó nunca por su trascendencia
social. No hizo más que copiar las costumbres
populares, recogiendo su colorismo pintoresco
y el donaire que derramaba el siempre fértil ingenio de nuestro pueblo.
, ,.
los ni por bravuconería, no obstante el valor
del brazo y el temple del espíritu.
Es cosa nueva, pues, en nuestra historia literaria, la novela de sangre. Su advenimiento á
as letras es bastante reciente.
No he de negar que en ella se advierte un reflejo del carácter nacional.
Es indudable que en el fondo del alma de
nuestro pueblo, raspando la costra de esta alegría superficial que, observando á la violeta, sin
escrutar bien, profundamente, nuestra psicología, parece ser nota característica nuestra, se encuentra también muy arraigada esa sed de la sangre, esa pasión de la muerte, la locura homicida.
ahora exaltada en las narraciones novelescas
levadura de un alma sádica y cruel que encuentra un placer enorme en saborear el dolor.
Lo trágico no se comprende en España sino
chorreando sangre. La infinita agonía de un espíritu todo pena, que pasa por la vida con su
dolor á solas, que ni gesticula, ni grita, ni mata,
ni muere, no se comprende ni se siente en toda
su grandeza. Nuestros fervores siguen la blanca
hoja con que degüella Ótelo, pero negamos devociones al doliente suspirar y al triste desfallecer espiritual que llevan á Ofel'm silenciosamente á la muerte.
Y es quizás que nuestro pueblo, capacitado
para comprender las brutalidades de loa instintos en desorden, es rehacio, sin duda por falta
de penetración intelectual y de adecuación emotiva, á comprender y sentir las luchas trágicas
en el fondo, en soledad y silencio de las almas
No tiene más que nervios.
Quizás esta pasión de la sangre sea en nosotros
un sedimento atávico, resabio de la raza templado en el curso de los siglos con el aprendizaje histórico, el vivir constante en medio de las
matanzas y asolamientos tras los estandartes do
los conquistadores en lueñes tierras, y robustecido en las contiendas interiores, guerras de invasión, luchas religiosas, dentro del solar nacional. Aun persiste en el carácter de nuestro pueblo ese sadismo recalcitrante que lo lleva en la
medula de loe huesos.
Arranca de ahí la iniciación de esta novela de
pasión y de sangre, y en tan adecuado ambiente,
que moldea la psicología y el modo de ser na-
15 No^aEMBRE 1906
LA
clónales, con facilidad ha hallado estímulo para
su desarrollo, lesivo y contrario ciertamente á
la espiritualidad j hasta al carácter social, «de
simpatía humana», á que aspírala novela contemporánea.
Por la exaltación ingénita en el carácter del
pueblo español, devoto de lo extraordinario,
amador de las pasiones en delirio, que son el
mayor estímulo, que lo empujan á lo trágico y á
lo heroico, esta nota sanguinaria, de carnicería
y muerte, ha prendido fácilmente, no sólo en el
arte literario, sino á la vez en los gustos y fervores del público, mal que pese á las nuevas corrientes artísticas y á despecho de la tradición
de nuestra novela clásica, que destierran las violencias pasionales, los casos patológicos, por su
propia índole repulsivos, y sólo amparan la belleza de la vida que se vive.
Viene á arrancar la novela de sangre del ciclo
romántico. Pero es una lamentable desviación
de aquel espíritu pendenciero y de aquellas pasiones exaltadas, á veces monstruosas, pero que
se movían á compás de un ideal caballeresco, tocadas de un puntilloso sentido de hidalguía, sin
caer en la brutalidad de las bajas miserias morales y de los instintos en rebeldía, acosadores
do la bestia humana.
Estéticamente, debe ser condenada. No es en
8Í bello el delito. Tampoco pueden arrastrar
nuestras simpatías los homicidas, ya sean por
pasión, ya por impulsión irresistible.
Contrasta, en verdad, con esta otra novela de
costumbres contemporáneas, apacible, emocionante» intensu, sin violentar las sensaciones artísticas, que refleja mucho mejor la vida española, así del campo como de la ciudad, dando de
ella una visión íntegra, en conjunto y fragmentariamente En sus páginas quedan mejor reflejadas la idiosincrasia de la raza y la fisonomía
moral y social de nuestro pueblo.
A más, continúa el abolengo. Atenida á lo tradicional, renueva la pintura de tipos. Ha creado
también grandes figuras.
Acusa la novela de sangre la ineducación ambiente, un estado bárbaro en que toda violencia
es consagrada y hasta enaltecida.
Todo el interés se entrega al estallido de una
pasión colérica, y la emoción estética suprema,
á un golpe de navaja. Cuando la sangre brota de
la herida, los lectores devotos de estos libros
sienten igual complacencia que los viejos tártaros bebedores de sangre.
¿Qué disciplina moral pueden llevar á los ánimosV ¿Qué emociones serenas alcanzan á despertar?
Por este lado no legitiman el éxito. Bien se
comprende que endurecen los sentimientos y
desequilibran la razón, incitando á la crueldad y
á la violencia.
Carece, pues, de sentido social, y por añadidura, de carácter estético.
Ya sé que interesa á los instintivos que gustan
de las impresiones rudas que puedan excitar
temperamentos rudimentarios, á quienes les está
negada toda sentimentalidad delicada y todo esplritualismo de matices.
Pero el arte necesita un fondo ideal; tiende á
poetizar la vida, huyendo siempre de allegar
elementos de composición que sean repulsivos,
contrarios á nuestros escrúpulos morales, á los
fines sociales de perfeccionamiento en las costumbres, y hasta á las doctrinas estéticas que nos
señalan un superior concepto de la belleza al
encarnar en las páginas literarias.
No creo que arraigue. Cierto que aun, como
he dicho antes, por la índole de nuestra psicología nacional, alcanza predilecciones en el público. A medida que una crítica severa logre dar
mejor cauce á los gustos de las muchedumbres,
sustrayéndolas á la presión de una literatura bárbara, en que se preconiza, no la energía, sino la
violencia, es seguro que pasará esta actual privanza de la novela de sangre, que, por las trazas,
anuncia enseñorearse de las letras españolas modernas. Y es seguro también que cuando la cultura popular mejore, ya no gusten estas narraciones de sangre y muerte, sino los bellos relatos de amor y de vida.
ÁNGEL GUERRA.
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
295
N.** XLIT
Y AMERICANA
EL, M L E N I J i a O .
ÜNICA SIDRA ESPAÑOIíA
• ( D E VÍCTOR
HUGO,)
tXPOSlGlÓN DE
CÍHIEAGO
Azotado por lluvia y vendavales,
Con lento paso lo miré llegar;
Toqué deraiventana en los cristales,
Se paró de la puerta en los umbrales
Y, movido á piedad, viendo aus males,
Le abrí la puerta y lo invité á pasar.
ttn**^
s,
j>^.
VILLAVICIOSA
(ASTURIAS)
Qnic* cuya» vlilodea M
deban a lu Nituraicia- Sia
rival parala tei. ITevlem
fl ^^BilO- Su|jfiuje el atiuio de los'pbivoí, iiraduciendo un ..l'áUno
niBrevilloBo y una suavidad y freicura eniuiaitu Sobcrjii» contra
loa tidares dc-l «ul y los Irritaciones, conuivando el rutis [oven y
natural. [So tisua grasa. Psiluma nutvO. Ua UQ rostülaJu tmmtdlalo,
CREMA ICILMA
— ¡Gracias, gracias, señor; yo le bendigo!
Dijo aceptando un sitio ante el hogar.
— Pon á secar tu capotón de abrigo
Y di como te llamas, pobre amigo.
— Señor , todos me llaman < el mendigo > —
Contestó el abuelito con pesar.
Mientras el infeliz se socorría,
Su abrigo apelillado, que fué azul.
Delante de la lumbre yo extendía,
Y la llama.brillaba y refulgía
Por los mil agujeros, y fingía
Nocturno cielo , tachonado tul.
Iba el fuego secando los jirones
Que empapó con su llanto el vendaval,
Y, sintiendo piadosas emociones.
Mirando del mendigo las facciones ,
Vi un alma constelada de oraciones
Cual de estrellas el cielo del sayal.
BILBAO—HARO
•^í^ií^^"^ W^q/a
Clarete
Rieja
RIoJa
Blanco
Espumoso
íChainpagns)
Los que ejecutan traba]o& intelectuales y físicos sostenidos
deben tomar el Wiuu l * t . \ I Í U O , tónico nutritiro sin rival.
QUE
TENGAN
por fuerte y crdnina que sea, lomen las
PASTILLAS DEL DOCTOR A N D R E U .
Uemedio prodigioso y rápido. 3 0 años de 4XÍLO.
For la traáticciiíii,
M. R. BLANCO BELMONTE.
Concurso de belleza.
En GBta época del año ae mullipliean las fiestas ariatocráticas, y enire las daitias elegantes celébranse verdadei'os
ooncursoa de belleza. Quiero que nna lectoraa salgan trhinfanies en todos elloa. Si prestan atención, nada les será milis
fácil. í;N'o nxistiin para el color del cutis loa tesoros de Xinon, la heriuoBa entrn las lierinoaas'í Con un poco de I r r l lAkli^ l . a i t de ^ I H O U , extendida sobre la epidermis, prestaréis al cuello, los liombros y loa brazos, una tninsparunle btani;itra i'osada. La l ' c r l t a b l e l . a i t iln l i i n v n sallóse
Nittun, .'íí, rite dti Qunlre-Septembrt',
i/lOÍ^
, J ! 0 Í
4^'^'
Con las miradas fijas en el suelo,
Entró en la estancia de mi paso en pos:
Era el caduco y solitario abuelo
Que, aguardando limosnas y consuelo,
Tiende al hombre la mano, y, en su duelo,
Alza las manos juntas hacia Dios.
v e n d e e n l a l'arfumerie
LQ%
que obtuvo prerpio en la
l'«-
i-ix, al precio de 3,ñO y 5 frannos, fraseo. Para recibirla franco
de porte, -1 y 5,85 trancos.
Hay otro producto precioso para la belleza femenina: los
polvos de arroz adoptados por todas las elegantes, L,» FU'iir
d e ••cciic, preparada con esencias de flores tropicales, que
da al cutis una frescura y un aterciopelado incomparables.
Se vende en cuatro matices distintos, a l precio de 3,50 y (I
francos caja; franco de porte, 0,riO más. Pídase á la l'arfinni'fifi h'¡i-o!iifUf, i¡-~>.rueiiu (^iiatre-Sfípti'tubre,
Paris.
DUQUESA DIANA.
Vll>'OII)IH>M,¿li:KTIVO»l':«;iIAi>(A».4l!V«-.30anoBdQ
éxito contra las anfermedadea del aparato digeslivoídispeptln». InapeteDcla, pérdida de Tuerzas), Paris, 6, Av. Virtaria.
Wk
i.
11 1
A
SUPERIORIDAD RECONOOIDA.
Pasta danlifrica da BOtOt ^^.^'^
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4 TODAS "°^°^['ARTILS.
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Esj.ieoiiiliilailiis: ' l ' c l a ^ t\v seAa p n r n vt'MtldUM «le
I x i i l i i . tlt» I t n j l i ' , <te N u l r ^ r y ilt> v l v l i a n . n^E como
[inra l i l n s a t * . f o r r o H , u t c , mífcras, lilaiienn; tie onlore»,
ileaOe 1,2(1 fr- :'i l-^.M i.-l metro.
ACucHtraii A v a c l t a i l e c i t r r e o .
S c h w e i z e r & Co., L u c e r n a Z18 (Suiza).
Exportaaiáii
de Hfdfi-i'ías.-— Proveedoi-es df ¡a lieci I Ca.ia.
LAIIODÍTILEGANTIE
Sumarlo del núm. 42, correspondiente al 14 de Noviembre.
TEXTO.— Explicación de los f^rabados. — Revista parisiense,
por V. de Castelfldo. — La prima Lucía, continuación, novela traducida por Sylvia. — Correspondencia particular,
,por D." Adela P.—Explicación del figurín iluminado.—
Sueltos.—Anuncios.
GRABADOS. — 1 . Traje de novedad,—2. Twlettf. para visitas.—
a. Toilette de tard«.—4. Blusa daencaje. — 5. Blusa elegante.—6. Toiletie de hechura Princesa, propia para baile.—
7. Tuilpltp de tul negro, para baile.— H á u . Sombreros para
niñas.—12. Toilette de novedad.— 13. Traje de paño piel de
guante color rojo violáceo Í/«eftaio).—14. ÍVJÍÍPÍÍP para visitas.— ir». Toilette de tarde.— 16. TuiMtp de terciopelo fantasía color gris platino.— 17. Traje de paño mezclilla color
cascara de nuez.—Ifl. Traje de lana, hechura Imperio.—19.
Elegante paletí de invierno. — 20. Toilette de terciopelo á
rayas, píxipia para visitas.— 21. Traje de otoño.— 22. Traje
con paleto largo, para señora joven.—23. Traje de calle <'on
falda recta.—24. Traje de paño guarnecido con bordado.—
35. Toilette de tarde, propia para señora joven.—26. ToiMte
de visitas.—27. Toilette de visitas, propia p a r a señora
joven.
SrPLEMENTOS.—Pliego 86 del Diccionario
de "La Moda
TESORO DEL SPORTSMAN
[ V E R D A D E R A E M B R O C A C I Ó N M E R E D I CH A N T l Lt-Y
PARA ROBuSTECEFl, LAS E XTR EM i OADLÍ, DE LOS CAE.4LL0S
DESCONFIAR DE LAS I M I T A C I O N E S
BLACK MIXTURE MERE
ENORLEANS iFrá-,c¡el
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NneTO p a r f a m i .
Msdallft de Oro 1000.
Al^JVI^L, l e , A T . d e r o p e r a , P A H I S .
SUEIIK
F R i n d E B OBrDEN
íóiLuaciÓQ tr-¿iíjquila a l ccijtpo cli¿ l a c i u d a d . ^í^uy a g r a d a b l e pai-a c s t a q c i a s pFOloniéadas. GalcFaccíór? A v a p o p e p t o d a s
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ROYAL HOUBIGANT""""
^=''"ll«iifalyaat,
per'
íniiiista, 10, Faubourg S' Honoré, Paris,
üleyuyi-
te'.— Pliego 9 de Violeta, novela e n e u a d e m a b l e . - Figurín
iluminado do un cuerpo de seda ainarílla, de una blusa de
tafetán blanco, de un cuerpo de piel de seda, de una camiseta de atrrali y de una blusa de tiii bordada.— Suplemento
de labores, que consta de cuatro grandes páginas, conteniendo enlaces y adornos para bordado á punto de cruz, y
texto, consistente en ta continuación de la Correspondencia particular, un artículo sobre las setas y una poesía de
D. M. R. Blanco-Belmonte.
. , , CA&ft
MÉRÉOECHANTILLY
NJce ÍH0TI:L i
ZUREA
Le parfüm dujojif*
"PiVGR
-PARÍS
CREMA DE I.A MEGA
[DtKirUnte nceta pan Blmnqnmt^r
si Catim, s a » 7 Mnéflca. — Bafta « u
•tqaetltiii&BuaUdad paraadarird eslíasU^ebicuaj darla la bltacua ssirs y
Dacirada del míifll. J . ^ U a S E I t C . I. Rut J.<J. Routietu. PAHll.
M A Q U I N A S HIELO
I-ARA. CASAS rAIíTJCULARES É IKDUSTRIALE3
nilO ff r . A l i l k . «-ii lU i i i l i i i i H t s em[>leaTido una sal inofensiva.
(PraspaatDi franooo ~ J - .SCll A l . l . K l t , 332, r. Salnt-Honoré, PARÍS
BANCÓnwTisPAÑAr^
(^njAii d e a l q u i l e r .
El servicio de Calaa d© alquiler (depóaitoa cerrados) queda i-ntalilockio todos Ion días, no íealÍToa, de nticve de la mafluna á.sL'ia.; •
\¡x tarde, basta nuevo BTÍBO.—Miidrid r j de (•rlulire de iww.- fij aecretarÍD genenil, Gabriel
Miranda.
296 — N.** XLII
LA
Infoí^inacioftes*
Aeromotocicleta <Archdeacon°. — La aplicación de la
hélice á la locomoción terrestre ofrece un nuevo y
vasto campo, donde los inventores podrán desenvolver BUS energías.
Monsieur Ernest Archdeaeon, ferviente devoto del
nuevo deporte, acaba de verificar curiosas experiencias, con objeto de estudiar el rendimiento de las diversas formas de hélices destinadas á la aviación.
Para estos ensayos, Mr. Archdeaeon se ha mandado
construir una máquina de dos ruedas, que afecta la
forma de una motocicleta, con la particularidad de
que el motor, en lugar de
accionar una de las ruedas,
mueve una hélice colocada
en un a r m a z ó n adecuado
(víase el adjunto grabado).
La hélice es de aluminio
perforado, de 1,50 m. de diám e t r o , y gira con una velocitiad (le 1.100 vueltas por
minuto.
La máquina pesa 70 itiloB*,
su piloto, el corredor Anzani, pesa 82 kilos ¡esto e s , con
un total de 152 kilos de carga , se ha conseguido una velocidad de 79 k ilómetros por
h o r a , y en BU último ensayo
ha recorrido la pista á razón
de 45 s e g u n d o s por kilómetro.
El capitán Ferberlia constrtif Jo un automóvil con liólicOfCon objeto de disputar
ol recori.l del kilómetro á la
aeromotocicleta A r c h d e a eon, de cuyo match daremos
cuenta á nuestros lectores.
por fin, nos comunican de
Btiffalo, que la S o c i e d a d
Curtis Mfg. C está construyendo un triciclo, provisto
de una hélice de 1,85 m. de
diámetro, y un m o t o r de
gran potencia, para conseguir sorprendentes v e l o c i dades.
Estos ensayos contribuirán, sin duda, á resolver algunas pequeñas dificultades que presentan todavía los
modernos aparatos aviadores.
Incandescencia combinada por el gas y la electricidad. ~
La Hevue Genérale des Scietices comenta favorablemente la noticia publicada por Die Elektrizilát, de Berlín, sobre la resolución de un interesante problema
por Mr. Adolphe Herz.
Sabido es que la economía de un manantial térmico, para la producción de luz por incandescencia, es
tanto mayor, cuanto más elevada es su temperatura;
de manera que la intensidad luminosa total de una
lámpara, aumenta en proporciones mucho más rápidas
que las que corresponden á una progresión aritmética.
Cuando, por ejemplo, la temperatura de un hilo de
platino pasa de 800** á 820** centígrados, la potencia
ILÜSTRACIÓK
ESPAKOLA
Y
luminosa aumenta en más de un doble, pudiendo añrmarse, de un modo general, que si la temperatura de
un cuerpo que se halle en estado de incandescencia
blanca, aumenta en la proporción de 1 á 2, su intensidad luminosa pasa de 1 á '¿^^, es decir, de 1 á 4.000.
Siendo imposible conseguir con las llamas del bunsen ordinario de gas, temperaturas que excedan de
1.800** á 2.000", se comprende que con los manguitos
de incandescencia se ha de obtener una economía relativamente débil, en la producción de luz.
Por otra parte, las corrientes eléctricas proporcionan el medio de acrecentar considerablemente la temperatura de los cuerpos. El manguito incandescente
formado de óxidos térreos infusibles (torio, cerio,
lantano, didimio, circonio, etc.), es un aislador casi
AEKOMOTOClCLliTA «AUCaDi:ACOX».
perfecto, á baja temperatura; en cambio, se convierte
en buen conductor de la electricidad cuando se lleva
á la temperatura del rojo; el filamento de la lámpara
Nerust, es una prueba de lo dicho,
Monsieur A. Herz ha construido una lámpara formada por un filamento de óxidos térreos infusibles,
calentado con un mechero Bunsen. Una coiTiente eléctrica, de intensidad y tensión convenientes, atraviesa
el filamento de manera que éste, además del calor
del mechero de gas, recibe un aumento considerable
de temperatura, p o r el paso de la corriente eléctrica.
Su rendimiento luminoso se encuentra aumentado,
por esta causa, en considerables proporciones.
La nueva luz es, por tanto, una simple combinación
de los procedimientos Nerust y Aüer.
Vivamente deseamos que el brillante consorcio del
OHRISTIAM
Eduardo Schilling (S. en C.)
B A R C E L O N A
Fabricantes de las r e n o m b r a d a s
gas y la electricidad sea un feliz presagio de un nuevo alumbrado práctico y económico.
Nuevo explosivo. La íVigorita*,—El Dr. G. Schultz, de
Munich, y Mr. Fritz Gehre, ingeniero de la fábrica de
PuUach (Baviera), acaban de inventar un nuevo explosivo, cuya composición y modo de fabricarlo se reservan mientras se resuelven los trámites de las patentes de invención.
Se sabe del nuevo explosivo que no se trata de una
mezcla, sino de una combinación química definida, y
que sus propiedades, comprobadas por varios técnicos y peritos, son idénticas á las que sus inventores
anunciaran.
La vigorita no explota, ni por c h o q u e / n i por frotamiento, y sí tan'sólo por medio de un estopín eléctrico
especial.
El agua y la humedad no
ejercen acción ninguna sobre
la vigorita, pudiendo, de consiguiente, transportarse por
mar y por tierra sin precaución de ningún género.
Como muchos de los explosivos modernos, arde al
contacto del fuego, consumiéndose t r a n q u i l a m e n t e
sin peligro de explosión.
Los p r o d u c t o s gaseosos
procedentes de su descomposición violenta no son deletéreos ni peligrosos, pudiendo, por lo mismo, emplearse el nuevo producto en
las minas y en los trabajos
subterráneos de difícil venTodos los productos explosivos nitradosjempleados
actualmente dnn, como productos gaseosos de su desc o m p o s i c i ó n , el á z o e , ei
óxido de carbono ó el ácido
carbónico.
Los ácidos pfcrico y cresílico que forman la base de
lus explosivos de guerra donominados melinita, lifdtHta,
rohvrita, etc., producen una
gran cantidad de óxido de
carbono, gas eminentemente
tóxico y peligroso; la dinamita ofrece menos peligros por los gases que desprende, y en cuanto á la antigua pólvora negra, produce desprendimientos molestos y sofocantes, por
causa del producto sólido, ligeramente cáustico, el
sulfuro de potasio, que se encuentra en sus humos
de descomposición.
La vÍ3f)riía puede, de consiguiente, reemplazar á
todos los explosivos conocidos hasta aquí, siendo su
precio de coste de 135 á 140 francos los lÜÜ kilos, ó
sea una tercera parte del coste de los modernos explosivos.
Los inventores confían poderla poner en el mercado
á 85 francos los 100 kilos.
El transporte del nuevo explosivo resulta sumamente económico por su escasa densidad.
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