el papel de europa en la inversión extranjera directa hacia

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DOCUMENTOS ESPECIALES DE COYUNTURA ECONÓMICA
CAF
SPECIAL REPORTS ON CURRENT ECONOMIC AFFAIRS
EL PAPEL DE EUROPA EN LA INVERSIÓN EXTRANJERA
DIRECTA HACIA AMÉRICA LATINA
N° 2010/01
Diciembre, 2010
Ocampo, José Antonio
CAF - Ave. Luis Roche, Torre CAF, Altamira. Caracas, Venezuela 01060
© CAF, 2010 por Ocampo, José Antonio. Todos los derechos reservados. Pequeñas
secciones del texto, menores a dos párrafos, pueden ser citadas sin autorización
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CAF no garantiza la exactitud de los datos incluidos en esta publicación y no se hace
responsable en ningún aspecto de las consecuencias que resulten de su utilización.
EL PAPEL DE EUROPA EN LA INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA HACIA
AMÉRICA LATINA
Ocampo, José Antonio.
CAF Documento especial de coyuntura económica N° 2010/01
Diciembre, 2010
RESUMEN
En este documento se revisan las características de la inversión extranjera directa (IED)
en América Latina en las últimas décadas y el papel de las empresas europeas en dicho
proceso. En la segunda sección se analizan las características de los dos auges que
experimentó la inversión extranjera en la región desde mediados de la década de 1990.
En las dos siguientes secciones se miran con detenimiento las características de las
inversiones europeas. Finalmente, se presentan unas cortas conclusiones, que
destacan algunos retos estratégicos que enfrenta la relación América Latina-Europa en
este campo.
Palabras clave: América Latina, Europa, inversión extranjera directa.
THE ROLE OF EUROPE IN FOREIGN DIRECT INVESTMENT FLOWS TO LATIN
AMERICA
Ocampo, José Antonio
CAF Special report on current economic affairs N° 2010/01
December, 2010
ABSTRACT
This report examines the characteristics of foreign direct investment (FDI) flows to Latin
America in recent decades and the role of European firms in that process. The second
section analyzes the characteristics of two booms of FDI growth in the region since the
mid 1990s. The next two sections closely examine the nature of European investment in
Latin America. The concluding section underscores some strategic challenges faced by
Latin American-European relations in this area.
Keywords: Latin America, Europe, foreign direct investment.
2
EL PAPEL DE EUROPA EN LA INVERSIÓN
EXTRANJERA DIRECTA HACIA AMÉRICA LATINA
José Antonio Ocampo*
Introducción
América Latina ha mostrado una ambivalencia histórica en torno al papel de la
inversión extranjera directa (IED) en su desarrollo. Durante la fase de desarrollo
primario-exportador, la región tuvo una apertura amplia a dicha inversión, que contribuyó
al desarrollo tanto de sectores de exportación como de infraestructura. A su vez, durante
la etapa de industrialización dirigida por el Estado, la región acogió la participación de
empresas transnacionales en nuevas actividades de sustitución de importaciones. Antes
del auge del mercado financiero internacional de la década de 1970, la IED era
consideraba, además, como una fuente confiable de financiación externa privada en una
economía mundial que ofrecía poca financiación de este tipo. De hecho, hasta dicha
década, la región fue el principal destino de los flujos de IED hacia el mundo en
desarrollo. Ello fue un reflejo, por lo demás, de que, en contra de las visiones muy
difundidas, América Latina fue en general más abierta a la inversión extranjera que
muchas de las economías más dinámicas de Asia.
Sin embargo, muchos países de la región adoptaron simultáneamente una posición
contraria a las formas tradicionales de inversión extranjera en los sectores de recursos
naturales (hidrocarburos y minería), infraestructura y servicios públicos, sectores en
*
Profesor de la Universidad de Columbia. Previamente Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas
para Asuntos Económicos y Sociales, Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (CEPAL) y Ministro de Hacienda de Colombia. Documento preparado para la Corporación
Andina de Fomento, para presentar en el Foro de Biarritz, noviembre 4-5 de 2010.
3
donde las empresas públicas vieron a jugar un papel protagónico. Así pues, durante esta
etapa América Latina no rechazó la IED pero la dirigió de acuerdo con lo que percibían
como sus intereses nacionales. En varios países, estas restricciones al destino sectorial de
las inversiones estuvieron acompañadas, además, por límites a la remisión de utilidades al
exterior y al pago de regalías por concepto de tecnología.
El proceso de liberalización económica que se inició en algunos países en la
década de 1970 y en escala más amplia en los dos decenios posteriores, significó una
liberalización relativamente generalizada de las normas sobre inversión extranjera
directa, como parte de un proceso más amplio de integración en la economía mundial –y,
podría agregarse, como una característica del proceso de globalización en curso a nivel
mundial. El grueso de las restricciones sectoriales a la inversión desapareció, así como
los límites a la remisión de utilidades y pagos por servicios tecnológicos. La propia
liberalización comercial implicó que las empresas extranjeras pudieron utilizar en forma
más clara sus redes de proveedores a nivel mundial. Esto fue facilitado además por las
normas que facilitaban la importación de insumos para los sectores de exportación así
como por la prohibición por parte de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de
las llamadas normas sobre inversión relacionadas con el comercio (más conocidas como
TRIMs, por sus siglas en inglés), que se utilizaban activamente para promover la
producción de partes en las actividades de ensamble. La OMC facilitó igualmente una
mayor protección a la propiedad intelectual a nivel mundial (el acuerdo de TRIPs,
nuevamente por sus siglas en inglés), que algunas empresas transnacionales consideran
esenciales para llevar a cabo actividades de inversión.
4
Este proceso dio lugar a un auge de la inversión extranjera hacia América Latina.
La privatización de empresas públicas jugó también un papel decisivo en atraer
inversiones extranjeras, así como la oleada de fusiones y adquisiciones a nivel mundial
que desató la nueva fase de la globalización. Europa fue un actor decisivo en este
proceso, aunque con novedades importantes. La más notoria de ellas fue el papel central
que vino a jugar la inversión española en América Latina, al tiempo que otros países
europeos jugaron un papel menos protagónico de lo que había sido característico durante
la etapa de industrialización dirigida por el Estado. Otra característica novedosa fue el
papel del sector de servicios como destino de las inversiones, asociado tanto al
mencionado proceso de privatización como a la liberalización financiera en curso.
Algunos patrones adicionales tenían una historia más larga, en particular la mayor
importancia de la inversión europea en Sudamérica que en México y Centroamérica,
donde, por el contrario, tiene un mayor peso la inversión de los Estados Unidos.
Cabe agregar que a estos procesos se agregó la transformación de algunas grandes
empresas latinoamericanas en actores del mundo de las transnacionales –las así llamadas
translatinas. Las más grandes provienen de Brasil y México, y algunas de ellas participan
muy activamente en los mercados globales, pero existe también un mundo de translatinas
de menor tamaño y de un origen más diversificado, que son actores importantes en los
mercados intrarregionales. El análisis de este tema escapa, sin embargo, a los objetivos de
este ensayo.
Como reflejo de la vieja ambivalencia hacia la inversión extranjera, la primera
década del siglo XXI representó el retorno de algunas restricciones. Las más importantes
se han aplicado a la inversión en recursos naturales, una tendencia que se agudizó con el
5
auge de precios de productos básicos, especialmente de hidrocarburos y mineros que se
inició en 2004. Cabe anotar, sin embargo, que muchos países habían mantenido empresas
públicas activas en dichos sectores (Campodónico, 2011) e incluso, en el caso de México,
la nacionalización del petróleo como norma constitucional. El resultado ha sido el intento
de varios países, especialmente de orientación política izquierdista, de extraer una mayor
proporción de la renta asociada a los recursos y de participar más activamente en las
inversiones correspondientes. Venezuela ha avanzado hacia la compra de un grupo más
amplio de empresas, tanto nacionales como extranjeras, aunque reconociendo el derecho
de propiedad correspondiente. A ello se podría agregar que el manejo de los precios de
servicios públicos por parte del gobierno argentino ha sido percibido por los
inversionistas extranjeros como una restricción importante a sus actividades.
Este ensayo revisa las características de la inversión extranjera en América Latina
en las últimas décadas (a la cual me refiero muchas veces simplemente como la “región”)
y el papel de las empresas europeas en dicho proceso. Dado que la inversión europea se
inserta dentro de patrones más generales, la sección siguiente analiza primero las
características de los dos auges que experimentó la inversión extranjera en la región
desde mediados de la década de 1990. Las dos siguientes miran con detenimiento las
características de las inversiones europeas. El ensayo termina con unas cortas
conclusiones, que destacan algunos retos estratégicos que enfrenta la relación América
Latina-Europa en este campo.
Cabe anotar que el carácter fragmentario de la información disponible, así como
la inconsistencia entre las fuentes estadísticas utilizadas (CEPAL y Eurostat) son fuentes
de problemas en el análisis. Esto destaca de por sí la necesidad de un trabajo estadístico
6
entre estas dos instituciones y entre la CEPAL y los países latinoamericanos, para superar
estas deficiencias.
Gráfico 1
Inversión Extranjera Directa a América Latina
(millones de dólares)
120,000
100,000
80,000
60,000
40,000
20,000
19
90
19
91
19
92
19
93
19
94
19
95
19
96
19
97
19
98
19
99
20
00
20
01
20
02
20
03
20
04
20
05
20
06
20
07
20
08
20
09
0
Fusiones y adquisiciones
Total IED
El auge de la inversión extranjera hacia América Latina
La IED experimentó dos auges importantes desde mediados de los años 1990,
sucedidos en ambos casos por descensos marcados, cuyo origen estuvo asociado, en este
último caso, a crisis de alcance mundial (Gráfico 1). El primer auge se inició en 1994 y
alcanzó su mayor nivel en 1999 antes de descender fuertemente, como parte de la
contracción general de las inversiones hacia el mundo en desarrollo que se produjo a raíz
de la crisis asiática y cuyo impacto sobre los flujos de IED hacia América Latina se dio
en realidad con algún retraso. Esta fase de descenso mantuvo, sin embargo, un nivel de
inversiones extranjeras mucho más alto de lo que había sido característico hasta mediados
de los años 1990. El segundo auge se inició en 2005 y llevó a su punto más alto en 2008,
antes de que la crisis financiera mundial golpeara fuertemente dichas inversiones. Nótese
7
nuevamente, sin embargo, que el monto registrado en 2009 continuó siendo mayor que
durante el punto bajo del ciclo anterior (2009 vs. 2003 en el Gráfico 1).
Es interesante resaltar que los dos ciclos tienen características muy diferentes
cuando se miran a través de la óptica de la balanza de pagos. El Gráfico 2 muestra los
flujos brutos de inversión extranjera, pero también los de utilidades de dichas empresas y
las inversiones de empresas latinoamericanas en el exterior, para estimar el aporte neto de
los flujos de inversión extranjera a la balanza de pagos. El gráfico estima, así, lo que se
denomina corrientemente la transferencia neta de recursos, que resulta de extraer de la
inversión bruta estos dos últimos rubros. Todas estas cifras se expresan como
proporciones del PIB.
Gráfico 2
Inversion extranjera directa (% del PIB)
5.0%
4.0%
3.0%
2.0%
1.0%
0.0%
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
-1.0%
Bruta
Neta
Transferencia de recursos
Fuente: CEPAL
Como se puede apreciar, el primer auge representó una gran contribución a la
generación neta de divisas: de montos prácticamente insignificantes e incluso ligeramente
negativos en algunos años (es decir, de una situación en la cual las utilidades de las
8
empresas eran similares o incluso superiores a las inversión nueva), la inversión bruta y
la transferencia neta de recursos se elevaron rápidamente hasta alcanzar, en 1999, el 4.6 y
3.5% del PIB latinoamericano, respectivamente. Con el descenso posterior, la inversión
bruta se redujo aproximadamente a la mitad, como proporción del PIB, un monto en
cualquier caso muy superior a lo que era característico hasta mediados de los años 1990.
El segundo auge no tuvo, sin embargo, el mismo impacto en términos de
transferencia de recursos. En primer lugar, aunque la inversión bruta aumentó
fuertemente, lo hizo a un ritmo que fue apenas ligeramente superior al de la actividad
económica general, por lo cual alcanzó en su punto más alto poco menos del 3% del PIB
(vs. el ya mencionado 4.6% del PIB en 1999). Además, la transferencia neta de recursos
se vio debilitada por las crecientes remesas de utilidades de las multinacionales y las
crecientes inversiones de empresas latinoamericanas en el exterior: 1,7 y 0,9% del PIB en
promedio en 2004-2008, respectivamente, vs. 2.8% de inversión bruta.
El auge de la IED hacia la región hace parte, por supuesto, de un fenómeno de
alcance mundial, como lo indica el Cuadro 1. De hecho, la participación de América
Latina en este proceso muestra un rezago en relación con los patrones tanto mundiales
como de los países en desarrollo, especialmente en la primera década del siglo XXI. De
esta manera, la participación de América Latina en los flujos de inversión hacia el mundo
en desarrollo fue mayor en la década de 1970 (40.8%) que en la de 1990 (30.9%) y en
2000-2008 (22.2%). Así mismo, la participación de América Latina en los saldos de
inversión acumulados en el mundo en desarrollo alcanzó su nivel más elevado en 2000
(2001, si utilizáramos datos anuales), antes de reducirse en la primera década del siglo
XXI. Ello refleja en países individuales el retorno a restricciones a la inversión
9
extranjera, pero en forma más generalizada el menor atractivo de la región como destino
de la inversión, como reflejo más bien de las debilidades de su patrón de desarrollo
reciente, un tema sobre el cual no puedo ahondar aquí.1
Cuadro 1
Importancia relativa de América Latina en la inverión extranjera a nivel mundial
(miles de millones de dólares anuales y porcentajes, respectivamente)
1970‐9
1980‐9
1990‐9
Flujos de inversión
Mundo
24.0
92.7
401.0
Países en desarrollo
5.9
20.6
118.1
América Latina 1/
2.4
6.2
36.6
América Latina como %
Países en desarrollo
40.8%
30.0%
30.9%
Mundo
10.1%
6.7%
9.1%
Saldos de inversión
Mundo
Países en desarrollo
América Latina 1/
América Latina como %
Países en desarrollo
Mundo
Saldos de inversión como
% del PIB de AL
Fuente: UNCTAD
2000‐8
1138.0
337.3
75.0
22.2%
6.6%
1980
1990
2000
2008
705.2
303.5
36.5
1942.2
529.6
102.0
5757.4
1736.2
424.2
14909.3
4276.0
978.1
12.0%
5.2%
19.3%
5.3%
24.4%
7.4%
22.9%
6.6%
4.0%
8.6%
20.3%
23.2%
Los dos ciclos mencionados también se diferencias en otros sentidos. El primer
auge involucró un componente importante de fusiones y adquisiciones de empresas
existentes, tanto de empresas estatales que así se privatizaban como, y crecientemente, de
empresas privadas. Esto implica que su contribución a la acumulación de activos
productivos fue menos notable de lo que indican los flujos financieros correspondientes.
Durante el segundo ciclo, aunque las fusiones y adquisiciones se elevaron de nuevo,
nunca recuperaron los niveles del auge anterior, por lo cual la IED estuvo representado en
mayor proporción por inversión nueva (greenfield, como se le denomina en la literatura
1
Véase, en perspectiva histórica, la evaluación que proporciona Bértola y Ocampo (2010, capítulo 5).
10
correspondiente), que contribuyó a crear nuevos activos productivos (véase nuevamente
el Gráfico 1).
Otra diferencia notable se produjo en las motivaciones de los inversionistas y, por
ende, los sectores a los que se dirigieron las inversiones. El análisis de las motivaciones
estratégicas puede hacerse siguiendo la conocida tipología de Dunning (véase Dunning y
Lundan, 2008), que distingue cuatro tipos de motivaciones básicas. La primera es la
búsqueda de recursos naturales, que juega un papel muy importante en América Latina
dada su riqueza en dichos recursos. La segunda es la búsqueda de mercados, que es
particularmente importante en el sector de servicios, pero también en manufacturas en
mercados protegidos, como la industria automotriz en los dos procesos de integración
sudamericanos. La tercera motivación es la búsqueda de eficiencia, que caracteriza las
inversiones orientadas a la exportación, en particular en redes integradas de producción
que buscan plataformas de exportación para servir a los mercados mundiales. La cuarta es
la inversión en activos estratégicos, que busca la acumulación de activos humanos o
tecnológicos de las empresas.
Como lo resalta la aplicación de este esquema a América Latina, las tres primeras
motivaciones han sido importantes para las inversiones en la región, aunque han variado
en importancia relativa a lo largo de las dos últimas décadas y muestran también, como
veremos, patrones subregionales muy diferentes, en tanto que la última motivación ha
estado relativamente ausente (Ferrraz, Mortimore y Tavares, 2011). A nivel agregado, la
característica más notable del primer auge fue la importancia de las inversiones en
servicios, que indica que la búsqueda de mercados fue relativamente más importante
(Gráfico 3). Al final del primer ciclo, que es cuando existen los primeros datos
11
agregados, la mitad o más de la inversión se destinó, en efecto, a los servicios. Aunque
estas inversiones siguieron siendo muy importantes, la característica más destacada del
segundo auge fue la participación creciente de las inversiones en recursos naturales, que
indica que la primera motivación ha sido crecientemente importante, como reflejo en
particular del auge de precios minero-energéticos. Estas inversiones experimentaron, sin
embargo, una contracción importante en 2009 (CEPAL, 2010).
Gráfico 3
Destino sectorial de la inversión extranjera hacia América Latina, 1998‐2008
48%
52%
60%
61%
47%
64%
43%
45%
48%
46%
42%
38%
35%
36%
28%
24%
19%
34%
36%
13%
13%
10%
11%
16%
15%
17%
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
24%
21%
9%
2000
26%
13%
1998
1999
44%
Recursos Naturales
Manufacturas
Servicios
27%
2008
Otros
Fuente: CEPAL
Los patrones regionales obedecen en gran medida a patrones de inserción
internacional diferentes, y que se ajustan aproximadamente a una división regional
“norte-sur” (CEPAL, 2001; Ocampo y Martin, 2004). En materia comercial, el patrón del
“norte” se caracteriza por una importante diversificación hacia exportaciones de
productos manufacturados con elevados contenidos de insumos importados (en su forma
extrema, maquila), que se dirigen principalmente al mercado estadounidense. Este patrón
12
se combina, en las economías centroamericanas, con una exportación creciente de
servicios de turismo y, en varias de ellas, con un componente también importante de
bienes primarios y manufacturas basadas en recursos naturales. Por su parte, el patrón del
“sur” se caracteriza por la combinación de exportaciones extrarregionales de productos
básicos y manufacturas basadas en recursos naturales (muchas de ellas también intensivas
en capital) con un comercio intrarregional mucho más diversificado. Brasil es un caso
intermedio, ya que tenía un patrón mucho más diversificado que el de otros países
sudamericanos antes de la apertura externa, pero que muestra cambios más bien lentos
desde entonces. A estos dos patrones básicos de especialización hay que agregar un
tercero, que caracteriza a Panamá y a las economías caribeñas (República Dominicana y
Cuba), en donde predominan las exportaciones de servicios.
La especialización comercial y la naturaleza de las corrientes de IED han estado
estrechamente entrelazadas. De esta manera, el patrón de especialización del “norte” ha
atraído en mayor medida a empresas transnacionales que participan activamente en los
sistemas internacionales de producción integrada de manufacturas, mientras que en
Sudamérica la inversión se ha concentrado en recursos naturales. La inversión en
servicios es un patrón general, que cubre a ambas subregiones.
Esto es, en efecto, lo que indica que el Cuadro 2, que muestra el destino sectorial
de la inversión en 1998 y 2008 en los países para los cuales existe información
desagregada. En efecto, las mayores proporciones de inversión en recursos naturales se
han dado en las economías sudamericanas, especialmente en Bolivia, Chile, Ecuador,
Colombia y Perú, a lo cual se agrega recientemente Brasil y, si existiera información,
Venezuela. Esta participación aumentó en todos los países para los cuales existe
13
información, con excepción de Ecuador. El aumento fue particularmente notorio en
Colombia, que se ha transformado en un importante polo de atracción de este tipo de
inversiones. Cabe anotar, sin embargo, que la atracción en años recientes de la inversión
en recursos naturales ha sido extensiva a varios países del “norte”, entre ellos México y
Costa Rica.
Cuadro 2
Composicíon sectorial de la inversión extranjera
Sector
Manufacturas
primario
Sudamérica
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Colombia
Ecuador
Perú
México y Centroamérica
México
1998
1998
2008
1998
2008
1998
1998
2008
1998
2008
1998
18.2%
56.8%
62.1%
0.6%
28.8%
41.9%
3.0%
54.5%
88.3%
27.8%
22.7%
36.8%
1998
2008
1998
2008
1998
2008
1998
2008
1998
2008
1998
2008
1998
15.7%
1.6%
8.6%
11.9%
31.1%
8.8%
27.7%
13.0%
3.5%
17.5%
15.5%
14.1%
0.9%
59.9%
22.9%
33.1%
Costa Rica
6.9%
71.6%
21.2%
27.4%
R.Dominicana
0.0%
25.4%
10.4%
24.4%
El Salvador
2.0%
8.2%
0.9%
5.2%
Honduras
2.6%
23.7%
0.5%
20.4%
Nicaragua
15.8%
13.2%
6.4%
16.1%
Panama
0.0%
0.0%
7.0%
25.3%
Fuente:Ferraz, Mortimore y Tavares (2010). Se excluyen los datos de países en
donde se desconoce el destino de más del 50% de la inversión en un año dado.
Servicios
Sin detallar
50.0%
41.7%
29.2%
87.5%
38.7%
49.4%
69.2%
32.5%
8.2%
54.7%
61.8%
47.5%
16.1%
0.0%
0.0%
0.0%
1.3%
0.0%
0.0%
0.0%
0.0%
0.0%
0.0%
39.2%
44.0%
21.2%
49.6%
70.3%
62.9%
82.8%
89.1%
72.5%
68.4%
71.0%
77.5%
97.2%
65.0%
0.0%
0.0%
0.3%
1.8%
4.3%
2.3%
7.0%
4.8%
1.2%
10.7%
0.0%
0.0%
2.8%
2.7%
Estos dos países son, sin embargo, en conjunto con Honduras y República
Dominicana, los que más atraen en términos relativos inversiones en los sectores
manufactureros. Esto refleja el atractivo que tiene esta subregión para las inversiones en
14
búsqueda de eficiencia. Entre los países del “sur”, Brasil en épocas recientes se ha
convertido también en un polo de atracción de estas inversiones.
La alta inversión en los sectores de servicios es, por su parte, un patrón
relativamente general y supera las dos terceras partes de la inversión en varios casos,
tanto de economías grandes (Brasil en 1998), como medianas (Colombia en el mismo
año) y pequeñas (varias centroamericanas). Aunque las inversiones en búsqueda de
mercado se concentran en estos sectores, lo mismo podría decirse de algunas inversiones
en la industria en países sudamericanos, ya sea en función de su tamaño (Brasil) o de los
procesos de integración subregionales.
Por último, como ya se señaló, las inversiones estratégicas son muy reducidas y se
localizan particularmente en los conglomerados de productos electrónicos en Brasil y
México. Muchas de las inversiones correspondientes son más bien de adaptación de los
productos a los mercados globales que de innovación y desarrollo tecnológico como parte
de redes de investigación de alcance global (Ferraz, Mortimore y Tavares, 2011).
La presencia europea
Así como las políticas y los patrones de desarrollo latinoamericanos han sido
decisivos para determinar la magnitud y naturaleza de los flujos de inversión hacia la
región, también es cierto que muchos de los patrones de inversión europea en América
Latina tienen su origen en procesos que partieron del viejo continente. En tal sentido, las
reformas de la Unión Europea orientadas a conformar una unión económica profunda han
sido un determinante decisivo, tanto por la apertura del mercado regional a sectores cuyos
mercados eran previamente nacionales, como por la presión para aumentar el tamaño de
15
las empresas para competir en el mercado comunitario y mundial. Los mercados de
telecomunicaciones y energía son casos claros del primero de estos patrones, en tanto que
el segundo es válido para todos los sectores. De hecho, como respuesta a la necesidad de
las empresas a expandirse para competir, la Unión Europea se transformó en la principal
fuente de de fusiones y adquisiciones transfronterizas a nivel mundial. Esta tendencia se
acentuó desde fines de la década de 1980,
Gráfico 4
Participación de Europa en los flujos y saldos
de inversión a nivel mundial
80%
70%
60%
50%
40%
Flujos
20
08
20
06
20
04
20
02
20
00
19
98
19
96
19
94
19
92
19
90
19
88
19
86
19
84
19
82
19
80
30%
Saldos de inversión
Fuente: UNCTAD
Europa se transformó, así, en las últimas décadas del siglo XX en la fuente
principal de los flujos de inversión extranjera a nivel mundial, así como en uno de los
principales destinos de la inversión. Como fuente de inversión, superó a Estados Unidos,
que había jugado dicho papel en las primeras décadas de la posguerra y, en tal sentido,
recuperó el papel protagónico que tuvo hasta comienzos del siglo XX. Como lo indica el
Gráfico 4, Europa ha representado más de la mitad de los flujos de salida de inversión a
nivel mundial durante las tres últimas décadas y su participación en los saldos de
16
inversión se elevó gradualmente, desde poco menos de 40% a comienzos de los años
1980 a en torno al 55% desde mediados de la primera década del siglo XXI.
Las empresas europeas son, además, más transnacionalizadas que las
norteamericanas y japonesas en términos de ventas, activos y empleo en el exterior en
relación con dichos agregados en los países de origen, aún si nos concentramos en el caso
de Europa en las inversiones extrarregionales. Las empresas británicas, suizas y
holandesas son las más globalizadas, en tanto que italianas y francesas tienen una mayor
vocación regional (Dunning, 2002). Las españolas y portuguesas iniciaron su proceso de
transnacionalización mucho más tarde que las de los países mencionados y, como
veremos, utilizaron a América Latina como su principal plataforma de expansión.
Varias empresas europeas habían tenido a América Latina como destino de sus
inversiones durante la etapa de industrialización dirigida por el Estado, especialmente en
los sectores de manufacturas, al tiempo que se habían reducido o eliminado las
inversiones más tradicionales del pasado en recursos naturales e infraestructura. Los
países más importantes habían sido históricamente Gran Bretaña, Alemania, los Países
Bajos y Suiza, que aquí denominaremos inversionistas tradicionales. El interés por la
región se debilitó, como es obvio, durante la década perdida de los años 1980 pero
revivió durante la última década del siglo XX, cuando América Latina fue el principal
destino de las inversiones europeas en las economías emergentes y en desarrollo, y el
segundo destino extrarregional después de América del Norte. De hecho, en segunda
mitad de los 1990s América Latina absorbió más de la mitad de la inversión europea
fuera de EEUU (CEPAL, 2002, Cuadro III.7). A fines de los años 1990, en torno al 80 o
90% de la inversión española o portuguesa en los mercados emergentes y en desarrollo
17
(o, para ser más preciso, fuera de Europa, Estados Unidos y Japón) tenía como destino a
América Latina; en el caso de la inversión de la inversión alemana, de Países Bajos y
Suiza, dicha proporción oscilaba entre 40 y 50%; sólo para Gran Bretaña, Francia e Italia
era inferior, en torno al 20% (Dunning, 2002, Cuadro 3.7). El liderazgo latinoamericano
en las inversiones europeas se perdió, sin embargo en la primera década del siglo XXI,
cuando Asia comenzó a superar ligeramente a América Latina como destino de
inversiones europeas en economías emergentes (Eurostat, 2008, capítulo 3).2
El hecho más destacado de la oleada de inversiones europeas hacia América
Latina de los años 1990 fue el ascenso de España. Aunque los inversionistas europeos
tradicionales también aumentaron sus inversiones, perdieron la posición de liderazgo que
habían detentado en décadas previas. El proceso de expansión de las empresas españolas,
especialmente de servicios financieros, telecomunicaciones y energía fue, por lo tanto, el
capítulo más destacado del proceso de expansión de la inversión europea en América
Latina en los años 1990, como se hará evidente con multiplicidad de datos adicionales.
De hecho, se puede decir que las empresas españolas utilizaron a América Latina
en dicha década como su principal plataforma de expansión (Calderón 1999; Casilda,
2008). En menor medida, lo mismo aconteció con Portugal (CEPAL, 2007, capítulo IV).
Esta estrategia de las empresas españolas fue un resultado directo de la entrada del país
ibérico a la Unión Europea en 1986, que gradualmente transformó a sus empresas de
defensivas de mercados locales en actores multinacionales. La amenaza de adquisiciones
por parte de otras firmas europeas jugó en igual sentido. A ello se agregó las ventajas que
2
Los datos de esta fuente indican, en efecto que Asia Oriental y del Sur acumuló a fines de 2005 252.200
millones de euros en inversiones europeas vs. 219.900 en el caso de América Latina.
18
representó el creciente acceso a mercado de capitales europeo, así como algunas ventajas
tributarias (en especial el tratamiento del goodwill). También fue decisivo el propio
proceso español de privatización, que transformó a Telefónica, Endesa, Repsol y Gas
Natural, entre otras, en empresas privadas. Cabe agregar que la privatización también
jugó un papel importante en la inversión portuguesa, pero mucho menos en otros
inversionistas europeos que llegaron a América Latina (Amann y Vodusek, 2002).
En este proceso de expansión jugaron también un papel importante las fusiones y
adquisiciones en su mercado de origen, como lo reflejan, entre otros, la importancia de
las fusiones de los años 1990 en la rápida expansión de los dos principales bancos
españoles (Santander y BBVA) y la constitución de Gas Natural Fenosa como fruto de la
fusión de el viejo monopolio estatal con Fenosa en 2009. Después de haber alcanzado
una mayor escala gracias a estas fusiones y a sus inversiones latinoamericanas, algunas
de estas empresas se movieron para posicionarse como actores globales, comprando otras
empresas en países industrializados o en el lejano Oriente. Diez empresas españolas se
encuentran ahora entre las Fortune 500, mientras ninguna se colocaba en dicha posición
en un tiempo no muy lejano. Algunas de ellas ya se cuentan entre las empresas más
grandes en su clase en Europa: Telefónica, hoy la principal empresa europea de
telecomunicaciones; Santander, uno de los mayores diez bancos del mundo y el segundo
en la eurozona; Iberdrola, líder a nivel mundial en energía eólica; y Ferrovial, principal
constructor y operador a nivel mundial de autopistas y aeropuertos. En algunos casos, la
empresa no se cuenta entre las más grandes del mundo pero sí tiene una presencia
dominante en sectores específicos del mundo Iberoamericano, como acontece con el
Grupo Prisa (Casilda, 2008; Chislett, 2010).
19
Una característica del proceso de inversión española es el predominio de las
empresas del sector servicios y la escasa presencia de empresas del sector manufacturero,
que refleja el propio dominio de empresas extranjeras sobre la producción industrial en
dicho país. Sin embargo, algunas empresas manufactureras españolas lograron
posicionarse en nichos, a veces muy importantes, como en los sectores de alimentos,
vinos, confecciones, acero inoxidable, partes de automotores y turbinas eólicas. Un caso
destacado es el de Zara, donde se asocia también a la creación de una dinámica red de
distribución.
Como reflejo de los patrones señalados, en 2000-01, una encuesta del BID a 66
empresas europeas con presencia en América Latina indicó que las más dependientes de
las inversiones en la región eran las españolas y portuguesas, en tanto que las menos
dependientes eran las holandesas y francesas. 37 de ellas indicaron que las inversiones en
América Latina eran de alta o (en menor medida) máxima prioridad como destino
estratégico, especialmente las inversiones en Brasil, México, Argentina y Chile, en ese
orden de importancia. La región era vista, en general, como más importante para las
estrategias de inversión que Asia y Europa Central y Oriental. La propiedad absoluta
predominaba, especialmente en los países más grandes, pero también existían múltiples
casos de participación con socios latinoamericanos (Dunning, 2002, en particular el
Anexo 3.2).
Por su parte, la Unión Europea también se transformó, como conjunto, en el
principal inversionista en América Latina, superando a Estados Unidos. Esta posición de
liderazgo se consolidó durante el primer auge de la inversión extranjera hacia América
Latina, que como vimos se produjo a partir de 1994. En particular, aunque las inversiones
20
norteamericanas y japonesas también se expandieron, las europeas lo hicieron a un ritmo
superior y aumentaron su participación del 24.3% en 1990-4 al 58.1% en 1995-9; España
explica más de veinte puntos de este aumento, pero también se acrecentó la participación
de los inversionistas tradicionales (Gran Bretaña, Países Bajos, Alemania y Suiza) y
vinieron a tener mayor presencia otros que habían jugado un papel menos importante en
el pasado (Francia, Portugal) (Amann y Vodusek, 2002). La segunda oleada de
inversiones europea fue muy inferior en su magnitud a la primera, como lo indican los
datos de Eurostat, que se reproducen en el Gráfico 5. Durante el primer ciclo, la inversión
europea fue superior en Sudamérica que en México y Centroamérica, y Brasil absorbió
por si sólo dos quintas partes del total de la primera, pero durante el segundo ciclo ambas
subregiones recibieron flujos relativamente similares de inversión europea..
Gráfico 5
Flujos de IED de la Unión Europea a América Latina
(millones de dólares corrientes).
50,000
40,000
30,000
20,000
10,000
0
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
‐10,000
LATAM
Sur América
Brasil
Fuente: EUROSTAT
Los datos publicados por la CEPAL, que se reproducen en el Gráfico 6, son
menos precisos sobre el origen de las inversiones durante los dos auges, especialmente
21
durante el segundo (el gran peso del rubro de “otros” en el gráfico puede reflejar este
hecho). Estos datos resaltan la mayor diversificación en el origen de las inversiones
durante el segundo ciclo, que ha implicado una pérdida de importancia relativa tanto de
Estados Unidos como de Europa frente a nuevos inversionistas, incluidos las propias
translatinas. Otro hecho destacado es la fuerte reducción de la participación de la
inversión española, del 21 al 11% del total de flujos hacia la región. La información
proveniente de Eurostat también muestra a España como el principal inversionista
europeo en América Latina. Sin embargo, estas dos fuentes muestran diferencias en torno
a cuál es el segundo inversionista europeo en la región (Países Bajos en el caso de la
CEPAL vs. Gran Bretaña en Eurostat), que refleja inconsistencias en los criterios
empleados por estas dos instituciones para clasificar el origen de las inversiones
(Eurostat, 2008, capítulo 3).3
Gráfico 6
Origen de las inversiones a América Latina
0%
20%
40%
60%
80%
100%
Estados Unidos
Canada
América Latina
1999-2003
Centros financieros del Caribe
Japón
España
Países Bajos
Francia
2004-2008
Gran Bretaña
Otros
Fuente: CEPAL
3
Esto refleja muy probablemente el tratamiento de las inversiones de Royal Shell, una empresa con
propiedad conjunta holandesa y británica.
22
Lo que parece claro, en cualquier caso, es que la inversión europea fue menos
intensa durante el segundo ciclo de inversiones hacia América Latina, y que la mayor
parte de dicha reducción se debe a la menor inversión española. Hay que recordar, sin
embargo, que también el auge de inversiones europeas durante el primer ciclo se explica
por el auge de las inversiones españolas, que por lo tanto muestran un ciclo muy agudo,
de ascenso primero y de descenso posterior, aunque manteniendo una fuerte presencia en
la región.
Destinos regionales, motivaciones y principales empresas
La importancia relativa de las inversiones europeas en ambos ciclos y sus destinos
preferentes en América Latina se pueden observar con más detalle en las matrices de
origen y destino de las inversiones publicadas por ambas fuentes, y que se muestran en
los Cuadros 3 y 4, el primero de ellos referente a los flujos de inversión del conjunto de
Europa durante los dos ciclos y el segundo los saldos de las inversiones de los países de
la Unión Europea en la región a fines de 2005. Como se puede observar, los patrones
varían a lo largo del tiempo, tanto por subregiones en América Latina como en el
comportamiento de los viejos y nuevos inversionistas.
En términos de destino, el patrón de especialización regional norte-sur, pero
también
los
patrones históricos de
relacionamiento
de los distintos países
latinoamericanos con los industrializados, que se refleja en particular en el peso relativo
de las inversiones norteamericanas vs. europeas. Mientras las primeras han tenido una
presencia mayoritaria en el “norte” (México y Centroamérica), los inversionistas
europeos han privilegiado claramente a Sudamérica. La diferencia fue particularmente
23
notable durante el primer ciclo de inversión. Brasil dominó el panorama general pero
Argentina fue el principal destino de las inversiones españolas durante su fase de mayor
expansión y Chile ocupó también una posición importante. El sesgo de las inversiones
europeas hacia Sudamérica fue también evidente en varios de los inversionistas
tradicionales (Alemania, Gran Bretaña y Suiza), así como de Francia e Italia; la única
excepción notable fueron los Países Bajos.
Alemania
1999‐2003
2004‐2008
13,886
17,887
1,262
1,923
23,802
58
19,359
9,892
6,056
4,586
1,057
2,079
886
930
Total
6,695
8,545
% México
y C.América
33.1%
22.6%
/
% Sud‐
América
66.9%
77.4%
68,964
22.0%
37,558 52.7%
1999‐2003
‐957
346
1,904
8,445
780
224
798
530
12,070
‐5.1%
Francia
2004‐2008
987
10
389
6,820
187
236
‐135
269
8,763 11.4%
1999‐2003
8,709
853
499
858
40
10,959
87.3%
Paises Bajos
2004‐2008
13,774
532
225
‐628
43
13,945 102.6%
1999‐2003
138
165
1,816
2,041
1,104
24
‐3
942
6,225
4.9%
Italia
2004‐2008
277
264
‐13
1,726
151
37
29
97
2,568 21.1%
1999‐2003
2,549
359
‐1,465
2,807
2,596
293
7,138
40.7%
Gran Bretaña
2004‐2008
4,736
‐16
‐335
2,601
460
110
7,555 62.5%
1999‐2003
846
61
1,576
816
148
155
3,603
25.2%
Suiza
2004‐2008
2,921
441
4,073
25
163
748
8,371
40.2%
1999‐2003
27,247
3,182
26,789
37,267
12,007
2,483
1,950
4,728
115,653
26.3%
Europa (mill US$)
2004‐2008
42,286
3,382
435
31,049
5,873
1,960
725
1,594
87,305
52.3%
1999‐2003
63,939
5,773
2,879
22,949
4,909
1,946
2,854
4,091
109,341
63.8%
Estados Unidos (mill US$)
2004‐2008
52,487
8,838
618
26,264
1,234
6,942
‐112
161
96,431
63.6%
Fuente: CEPAL. La desagregación de orígenes del total de la inversión es más detallada en el primer período, por lo cual las cifras totales por origen son una proporción más baja
del total de las inversiones en el segundo.
España
1999‐2003
2004‐2008
Cuadro 3
IED en América Latina: Matriz origen/destino, 1999‐2003 y 2004‐2008
(millones de dólares corrientes)
México
C.América Argentina
Brasil
Chile
Colombia Venezuela
Otros
y R.Dom.
Suramérica
2,076
137
733
3,039
156
172
269
114
1,705
229
336
5,937
241
72
‐99
124
2,655
203
Durante el segundo ciclo, sin embargo, hubo una caída notable de la inversión
europea a Sudamérica, que se explica fundamentalmente por el colapso de las inversiones
españolas a Argentina, al tiempo que aumentaron aquéllas destinadas a los países del
“norte” de la región. Por este motivo, Sudamérica perdió su primacía en las inversiones
europeas en 2004-2008. Esto es en particular cierto del principal inversionista europeo en
la región, ya que la inversión española hacia Sudamérica cayó notablemente, aún si se
excluye Argentina, al tiempo que aumentó la destinada a México y Centroamérica. La
vocación sudamericana de la inversión europea también se debilitó en Gran Bretaña y
24
78.0%
47.3%
105.1%
88.6%
12.7%
‐2.6%
95.1%
78.9%
59.3%
37.5%
74.8%
59.8%
73.7%
47.7%
36.2%
36.4%
Suiza, pero se mantuvo en otros países europeos, especialmente Alemania, Italia y
Francia. Cabe anotar que con la caída de la inversión europea hacia Sudamérica, aquélla
destinada a Brasil fue la menos afectada, por lo cual el gigante sudamericano se afianzó
como el principal destino sudamericano, aunque pasó a ocupar el segundo lugar en las
inversiones europeas en la región. A diferencia de México y los países del Mercosur, la
Comunidad Andina (que hasta hace pocos años incluyó a Venezuela) ha sido un destino
menos atractivo. Dentro de la Comunidad Andina, Colombia es el principal centro de
atención y sobresale la fuerte caída de las inversiones hacia Venezuela durante el
segundo auge.
Brasil
México
Argentina
Chile
Venezuela
Colombia
Uruguay
Otros
Total
Cuadro 4
Saldos de inversión extranjera en América Latina a fines de 2005
(millones de euros)
España
Gran
Países
Alemania
Francia
Otros
Bretaña
Bajos
27,066
4,699
8,088
7,592
9,826
27,128
21,059
4,173
4,338
4,398
1,785
9,007
21,704
1,801
1,236
901
1,342
6,764
9,075
4,106
550
585
466
2,178
353
517
699
619
7,256
2,411
1,652
341
655
155
617
18
298
2,401
12,125
500
910
638
376
7,519
93,440
17,302
15,980
15,468
14,867
62,870
% del total
Brasil
México
Argentina
Chile
Venezuela
Colombia
Uruguay
Otros
% del total
europeo
Eurostat (2008).
Unión
Europea
84,419
44,760
33,748
16,960
9,444
5,831
2,717
22,048
219,927
29.0%
22.5%
23.2%
9.7%
0.0%
2.6%
0.0%
13.0%
27.2%
24.1%
10.4%
23.7%
2.0%
9.5%
0.1%
2.9%
50.6%
27.1%
7.7%
3.4%
3.2%
2.1%
0.0%
5.7%
49.1%
28.4%
5.8%
3.8%
4.5%
4.2%
0.0%
4.1%
66.1%
12.0%
9.0%
3.1%
4.2%
1.0%
2.0%
2.5%
43.1%
14.3%
10.8%
3.5%
11.5%
1.0%
3.8%
12.0%
38.4%
20.4%
15.3%
7.7%
4.3%
2.7%
1.2%
10.0%
42.5%
7.9%
7.3%
7.0%
6.8%
28.6%
100.0%
La matriz de inversiones de la Unión Europea a fines de 2005 reproduce estas
tendencias. Como origen de las inversiones sobresale la presencia española, con más de
dos quintas partes de las inversiones acumuladas. Le siguen en importancia los tres
inversionistas tradicionales en la región (Alemania, Gran Bretaña y Países Bajos) así
25
como Francia, con alrededor de 7% cada uno. Nótese que el sesgo hacia Brasil es notorio
en los casos de Alemania, Francia y Países Bajos, mientras que España muestra un mejor
balance de sus inversiones en las principales economías, con un peso relativamente alto
en Argentina. México absorbe entre el 20 y el 30% de las inversiones de los principales
inversionistas europeos, con excepción de Francia. Gran Bretaña muestra una atracción
relativamente más alta hacia dos países con vocación minero-energética, Chile y
Colombia, aunque no hacia Venezuela.
Esta información, al igual que la disponible sobre las principales empresas
europeas presentes en América Latina (Cuadro 5) nos permite hacer un análisis de la
diversidad de estrategias de los inversionistas europeos en la región, utilizando para tal
efecto la tipología de motivaciones de los inversionistas extranjeros presentada
previamente. A los datos que presenta el Cuadro 5, que se refiere a las 26 empresas no
financieras europeas que hacen parte del grupo de los principales 60 inversionistas en la
región según CEPAL (2009), habría que agregar los dos grandes bancos españoles,
Santander y BBVA, para constituir un total de 28 empresas que aquí denominaremos
como los grandes inversionistas europeos.
Lo que la información disponible indica es que la búsqueda de mercados ha sido
más importante que búsqueda de eficiencia o acceso a mano de obra calificada como
motivación para las inversiones europeas en América Latina. Esto se refleja en particular
en las importaciones de servicios, especialmente financieros, telecomunicaciones
electricidad, telecomunicaciones, comercio y construcción. A estos sectores pertenecen
ocho de los grandes inversionistas europeos y algunos de los más grandes. Las
inversiones españolas han sido particularmente importantes en este caso (Telefónica,
26
Endesa, Iberdrola, Banco Santander y BBVA) y concentra el grueso de sus inversiones en
la región. A ello se agregan inversiones de otros nuevos inversionistas: Francia
(Carrefour), Italia (Italia Telecom) y Portugal (Portugal Telecom).
Cuadro 5
Mayores empresas europeas no financieras presentes en América Latina según ventas, 2007
Empresa
Origen
Ventas
Sector
(millones US$)
Telefónica de España Españ a
29 915
Telecomunicaciones Volkswagen Alemania
22 724
Automotriz/Autopartes Repsol ‐YPF
Españ a
16 817
Petróleo/Gas
Anglo‐American Plc
Reino Unido
13 021
Minería
Royal Dutch‐Shell Group
Paí ses Bajos/Reino Unido
12 040
Petróleo/Gas
Arcelor Mittal Luxemburgo/Paí ses Bajos
11 397
Siderurgia/Metalurgia Nestlé Suiza
10 719
Alimentos Endesa Españ a
9 366 Energía
Carrefour Francia
8 405
Comercio BHP Billiton Australia/Reino Unido
8 182 Minería Fiat Italia
8 173 Automotriz/Autopartes Unilever Paí ses Bajos/Reino Unido 6 870
Agroindustria Iberdrola
Españ a
5 240
Electricidad
Italia Telecom Italia 5 223 Telecomunicaciones Peugeot‐Citrö en Francia 4 632 Automotriz/Autopartes Siemens Alemania
4 167
Electrónica
British American Tobacco Reino Unido
3 942
Tabaco
Portugal Telecom
Portugal
3 609
Telecomunicaciones
Renault Francia 3 429 Automotriz/Autopartes BASF Alemania 3 364
Química/Farmacia Nokia Finlandia 3 343 Electrónica Danone
Francia 2 983
Alimentos
Bayer Alemania 2 626 Petroquímica/Química Philips
Paí ses Bajos
2 535
Electrónica
Bosch Alemania 2 227 Automotriz/Autopartes Volvo
Suecia
2 137 Automotriz/Autopartes FUENTE: CEPAL (2009)
La búsqueda de recursos naturales ha atraído importantes inversionistas europeos.
El cuadro 5 incluye cuatro que se cuentan entre los grandes inversionistas: dos del sector
de hidrocarburos (Repsol-YPF, Dutch-Shell, español el primero y de propiedad
27
holandesa-británica el segundo) y dos mineros (Anglo-American y BHP Billiton, ambas
británicas pero con capital australiano en el segundo caso). Estas inversiones, al igual que
otras muestran, por lo demás, el predominio que tiene esta estrategia de inversión para las
empresas británicas y de los Países Bajos.
El sector manufacturero concentra, sin embargo, el grueso de los grandes
inversionistas europeos: 16 de las 28 empresas. Como una gran cantidad de las
actividades de estas empresas se realizan en Sudamérica, y especialmente en Brasil,
puede pensarse que el acceso a mercado es una motivación importante, en particular el
acceso a Mercosur. Sin embargo, la encuesta realizada por el BID en 2000-01 mostró que
los mercados ampliados subregionales no eran vistos como factor particularmente
positivo por las empresas europeas, con la excepción notable del sector automotriz en
Mercosur. Las inversiones en México si tenían como motivación importante el acceso al
mercado de Estados Unidos por la vía del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN), pero allí las empresas europeas han tenido un papel menos importante
que las norteamericanas (Amann y Vodusek, 2002).
En el sector de manufacturas se concentran empresas con larga presencia en la
región, especialmente en los sectores automotriz (Volkswagen, la segunda empresa no
financiera en la región, así como Fiat, Renault y Peugeot-Citröen), de consumo masivo
(Nestlé y Unilever, inversionistas de vieja data en la región, pero también Danone y
Parmalat, que se localizaron desde los años 1970) y químico y farmacéutico (BASF y
Bayer). A diferencia de las empresas españolas, América Latina tiene, en general, una
importancia menor en su estrategia global de estas firmas pero no es baja (tiende a
representar en torno a una décima parte de sus ventas a nivel mundial). En este sector se
28
concentran, además, algunos de los inversionistas tradicionales, en particular Alemania,
pero también Suiza, así como empresas cuyas inversiones son de más reciente data, entre
las que se destaca Arcelor-Mittal, cuyo control recae, sin embargo sobre un inversionista
de la India.
Este panorama muestra, por lo demás, la heterogeneidad de las estrategias de
inversión en la región. Los inversionistas más tradicionales se concentran en el sector
manufacturero (Alemana y Suiza) o en una mezcla de recursos naturales e industria (Gran
Bretaña y Países Bajos). El principal inversionista emergente de la década de 1990,
España, tiene una presencia determinada por el sector servicios, al igual que Portugal.
Francia e Italia mezclan industria y servicios y los inversionistas escandinavos se
concentran en empresas industriales.
Conclusiones
El análisis que se presenta en este ensayo muestra la coincidencia entre los
procesos de reestructuración europea generados por la formación de un mercado único
comunitario, y las reformas estructurales en América Latina, que dieron lugar a un auge
de las inversiones europeas hacia América Latina desde mediados de la década de 1990.
Europa se consolidó como el principal inversionista extranjero en la región. A los
tradicionales inversionistas europeos que se habían posicionado en la región durante la
fase de industrialización dirigida por el Estado, particularmente Alemania, Gran Bretaña,
Países Bajos y Suiza, se unió ahora España, que rápidamente se consolidó como el
principal inversionista europeo en América Latina, al igual que otros que no habían
tenido tanta presencia en el pasado (Francia, Italia y Portugal).
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En el caso español, América Latina se convirtió de hecho en la plataforma para la
transformación de varias empresas de dicho país, algunas de ellas fruto de los procesos de
privatización, en empresas de clase mundial. En menor medida, la región y,
especialmente Brasil, fueron una plataforma para la conversión de algunas empresas
portuguesas en actores multinacionales.
La inversión europea tuvo algunos sesgos particulares. Entre ellos se cuenta la
inclinación hacia el sector servicios, que indica que la búsqueda de mercados ha sido la
principal motivación de las inversiones europeas en la región. Dicha inversión ha tenido
también un sesgo hacia Sudamérica, especialmente hacia Brasil. Algunas empresas
manufactureras europeas han jugado un papel importante en la inversión en la región,
especialmente en los sectores automotriz, electrónica, química y alimentos. Dicho sesgo
es particularmente importante en las inversiones alemanas, pero también en las de
muchos otros países europeos. Los recursos naturales también han atraído importantes
inversiones europeas, que se han acentuado en general durante el segundo auge de la
inversión extranjera hacia América Latina, el de 2004-2008.
La pérdida de importancia de la inversión europea en América Latina, y de
América Latina en la inversión europea durante la primera década del siglo XXI, es la
característica más preocupante que identifica este ensayo. De hecho, a nivel de la región,
la menor transferencia neta de recursos a través de la IED es una característica dominante
de este segundo auge en comparación con el primero, que se experimentó entre 1994 y
comienzos del siglo XXI. Aquí parecen confluir dos factores. El primero es el retorno a
regulaciones a la inversión extranjera, que han desalentado dichos flujos hacia algunos
países, y que refleja lo que en la introducción a este ensayo denominamos la
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ambivalencia histórica de América Latina frente a la inversión extranjera. Argentina y
Venezuela son los casos más destacados de esta tendencia reciente, a los que se agrega
Bolivia, que tiene un peso relativamente bajo en la IED hacia la región. El segundo es el
menor atractivo que tiene la región vs. Asia Oriental como actor en los mercados
globales, fruto de sus propios patrones de desarrollo reciente, en los que se desestimó la
importancia de políticas productivas activas con un fuerte contenido tecnológico.
Lo que esto indica es que la reactivación de la inversión europea a la región
podría ser facilitada por un giro de la región hacia políticas activas en el frente
productivo, que representaría un cambio de políticas de mera liberalización de la
inversión extranjera hacia una visión más estratégica de la asociación con inversionistas
internacionales. Una estrategia de este tipo también representaría un cambio en la
naturaleza de las inversiones europeas e, igualmente, un giro hacia una asociación mucho
más estratégica de dichas empresas con los países latinoamericanos.
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