Como sabeis, ayer un pequeño grupo de Ultreias, armados con 2 GPS salimos de Lalin para hacer el recorrido de la marcha del Candán. Yo me imaginaba un recorrido por los montes donde nacen todos los rios de la provincia de Pontevedra ( Umia, Verdugo, Oitaven y Lérez). Salimos en dirección a las alturas, ya picando hacia arriba, por medio de "soutos" y "carballeiras". La cosa prometía. A partir del km 25 empezó la 1º subida seria. La hicimos regulando porque aquello no acbaba más que empezar. Las vistas no defraudaron. Subimos al primer parque eólico y por pistas de gravilla recorrimos los diversos "viraventos" viendo un gran panorama a ambos lados. Incluso llegamos a divisar un pueblo con circuito automovilístico que ninguno de nosotros supo identificar. La estrategia estaba clara: Nos enviarian de un parque eólico al siguiente. La incógnita era por donde. Empezamos el descenso por un camino pedregoso y Toribio pinchó una rueda. Una vez reparada entramos en caminos muy bonitos por medio de bosques autóctonos, pero pronto nos metieron a esas corredoiras que hace muchos años que no pasa nadie por ellas salvo el agua en invierno ayudando a deteriorarlas más. A pesar de la exibición que nos hizo Diego ( o quizas lección magistral) de como hay que acometer esas trialeras, todos los demás, con la bici al hombro , perecíamos patos mareados, pues los pies tampoco asentaban bien en las piedras. Llegamos a una pequeña aldea, repostamos en una fuente y algunos ya se quitaron la ropa. Yo ni de coña, ya llevaba las piernas arañadas, al menos salvar los brazos. Empezamos a subir por una pista asfaltada hacia los siguientes molinos, pero inmediatamente los GPS nos indican que hay que meterse por un camino (antiguo camino) sin desbozar. Muy valiente, casi temerario, Toribio se puso al frente y empezó a abrir paso entre la maleza con las ruedas por delante ( que luego se vengarían en forma de pinchazos). No sé cuantos kilómetros fuimos asi, pero a mi me parecieron muchos. Al final salimos a otro camino un poco mejor y llegados a otra aldea a la que había que regresar después del parque que teníamos enfrente. Allí César que ya empezaba a hacer la goma, decidió quedarse a esperar nuestro regreso. Seguimos subiendo por caminos bonitos hasta llegar al nuevo parque eólico. De nuevo la gravilla que además de incómoda, dificulta la tracción en las subidas y hace muy peligrosas las bajadas. Subimos un cuestón del 25% hasta el molino mas alto y luego continuamos hacia los siguientes. De pronto los 2 GPS nos dicen que hay que girar a la izquierda. ¿Por donde?. Los aparatos dicen que era en aquel punto exacto. Saltamos la cuneta, nos asomamos al precipicio y allí estaba: un cortafuegos vertical de más de 1 km. Había que bajar por allí. Por supuesto con la bici en la mano. Yo la utilizaba de bastón, porque las pizarras y esquistos sueltos eran muy deslizantes. Llegué abajo con dolor de rodillas. Supongo que los colegas tambien. A continuación rodamos unos kilómetros por una pista hasta que el GPS nos vuelve a decir que hay que girar bruscamente hacia arriba. Ante nosotros otro cortafuegos vertical. Pero no se podia subir. No habia hierba para agarrarse y nos parecía imposible hacerlo con la bici al hombro. Decidimos hacerlo por una pista que había un poco más adelante que subía en zig-zag. Por cierto, ninguno de nosotros consiguió coronarla sin bajarse. Volvimos a recoger a César y a repostar agua y continuamos la ruta , a veces entre soutos preciosos, otras por corredoiras abandonadas de la mano de Dios con piedras, surcos profundos, agujeros, de todo un poco. En el km 80 nos metiron por otro cortafuegos de pendiente más suave, pero recien desbrozado, por lo que los restos del desbroce tapaban los surcos y los agujeros. Yo me quedé rezagado tartando de bajar más (seguro?) y es que a estas alturas ya había perdido toda la confianza, en la certeza de que los diseñadores del camino son unos sádicos que nos pondrán una trampa tras otra. En el km 91 cruzamos una carretera y David y Yo que el víspera nos habíamos dado una paliza preparando la Quebrantahuesos decidimos continuar por carretera y en pocos minutos llegamos a Lalín con 100km justos sin echar de menos las trampas que sin duda acecharian a nuestros buenos amigos y excelentes compañeros de "aventura": Toribio, que además de estar muy fuerte, no perdió el sentido del humor a pesar de los contratiempos mecánicos. Angel, todo un hacha en las subidas y demasiado valiente en las bajadas. Cesar , al que debió de sentarle muy bien la siesta que echó mientras nos esperaba, que luego pedaleaba con furia. Simal que a pesar del dolor de cabeza tambien se esforzaba en mantener el buen humor. Diego , un superclase siempre pendiente de que nadie se quedase rezagado y David y Yo. Juntos hemos disfrutado de un día de aventura, aunque quizas demasiado peligrosa. No me extraña que la hayan suspendido. Los diseñadores del recorrido debieron hacerlo en una noche de porros y desde luego, jamas lo hicieron en bici. Saludos: Raúl.