Fallo Páez con Baraona: Libertad de Expresión e Interés Público

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Anuario de
Derechos Humanos
2005
Fallo Páez con Baraona: Libertad de
Expresión e Interés Público
María José Eva Parada*
I. Antecedentes
El derecho a la libertad de expresión, y su tradicional colisión con
el derecho a la honra, una vez más pone a prueba el trabajo de los
tribunales chilenos con un caso que involucra a una autoridad pública:
un Senador de la República.
* Abogada, Investigadora,
Centro de Derechos
Humanos, Facultad de
Derecho, Universidad de
Chile.
1
Sentencia de 22 de junio
de 2004, Rol Único
Nº0410008047-3, del
Juzgado de Garantía de
Puerto Montt dictada por
el magistrado Patricio
Rondini FernándezDávila. La pena asignada
al delito fue de 300 días
de reclusión menor en su
grado mínimo y multa de
20 unidades tributarias
mensuales, más la
accesoria de suspensión
de cargos u oficios
públicos por el periodo
de la condena. Se otorgó
remisión condicional de
la pena, debiendo el
condenado sujetarse a
control administrativo y
asistencia a la sección
correspondiente de
Gendarmería de Chile por
el término de un año.
2
Sentencia de 9 de
septiembre de 2004,
Segunda Sala de la Corte
Suprema. Este caso fue
presentado a la Comisión
Interamericana de
Derechos Humanos en
marzo de 2005; a la fecha
aún no se resuelve su
admisibilidad.
3
Sobre establecimiento de
los hechos, ver el
Considerando Quinto,
sentencia de 22 de junio
de 2004.
El 22 de junio de 2004 el Juzgado de Garantía de Puerto Montt
condenó como autor del delito de injurias graves cometido a través
de medios de comunicación social al abogado Carlos Baraona Bray,
en contra del Senador de la República Sergio Páez Verdugo 1,
absolviéndolo del delito de calumnias. La Corte Suprema, rechazando
el recurso de nulidad interpuesto por el querellado, confirmó esta
sentencia2.
En el momento en que ocurren los hechos que dan lugar a esta querella
por injurias y calumnias, el Juzgado de los Muermos (Décima Región)
estaba realizando una investigación sobre los delitos de tráfico de
influencias, cohecho y asociación ilícita que vinculaba a una serie
de funcionarios públicos y que había significado la orden de detención
de Carlos Weber, Director Ejecutivo de la Corporación Nacional
Forestal de Chile (en adelante “CONAF”). Esta detención dio lugar a
una serie de comentarios y artículos noticiosos donde se hablaba de
tráfico de influencias, tala ilegal de alerce, asociación ilícita, redes de
protección, cohecho y presiones políticas sobre la CONAF. Esta
situación originó, incluso, el intento de crear una comisión
investigadora por parte de la Cámara de Diputados, ya que habría
estado vinculado al caso un senador de la región.
En este contexto, Carlos Baraona, quien tenía conocimiento del juicio
seguido en Los Muermos, da una serie de entrevistas en las que indicó
que el Senador Páez sería el político que figuraba en ese expediente
y que habría ejercido presiones sobre autoridades de la Décima Región
a fin de permitir la ocupación ilegal de propiedades y la tala ilícita de
alerce, señalando que algunas autoridades de la Región eran fieles
sirvientes del Senador Páez en el proceso del saneamiento irregular
de títulos de dominio y la obtención ilegal de planes de manejo de
alerces, todo lo cual obedecía a promesas electorales3.
El propósito de este comentario es analizar este fallo a la luz de las
resoluciones internacionales que podemos encontrar en esta materia,
en particular, lo referente al estándar que se ha establecido para las
Este comentario, junto con
el documento principal a
que se refiere, están disponibles en formato digital en
www.anuariocdh.uchile.cl
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Anuario de Derechos Humanos 2005
4
Considerando Noveno
letra b.- de la sentencia
en comento.
5 Artículo 412 y siguientes
del Código Penal.
Conforme al artículo 412
es calumnia “la
imputación de un delito
determinado pero falso y
que pueda actualmente
perseguirse de oficio”.
6
Artículo 416 y siguientes
del Código Penal.
Conforme al artículo 416
“es injuria toda acción
proferida o acción
ejecutada en deshonra,
descrédito o menosprecio
de otra persona”.
7
Considerando Noveno,
letra c.-, sentencia en
comento, énfasis
agregado.
8
Considerando Noveno
letra d.- de la sentencia
en comento.
9
Ver Considerando
Décimo del fallo en
comento.
10
Este delito está previsto
en el artículo 417 N°3 del
Código Penal y está
sancionado por el artículo
418 del mismo cuerpo
legal.
limitaciones a la libertad de expresión cuando se trata de opiniones o
comentarios con respecto a autoridades públicas.
II. Consideraciones del Tribunal
El fallo estableció que “si bien [el querellado] habló de presiones
ejercidas por el querellante no las circunscribió en un ilícito penal
específico”4, razón por la cual el delito de calumnias5 no se había
configurado correspondiendo, por tanto, absolverlo de esta imputación.
Con respecto al delito de injurias6, el tribunal comenzó el análisis
haciendo referencia a un fallo de la Corte Suprema de Chile que
señala:
“lo que suele designarse como animus injuriandi no es sino el dolo del
delito” de injuria, mismo que “consiste simplemente en saber que la
expresión que se proferirá o la acción que se ejecutará es deshonrosa,
desacreditadora o menospreciadora de aquel a quien se refiere, y en querer
proferirla o ejecutarla”. “Cuando se habla de que otros ánimos, como el
de corregir o informar, sí suprimen el contenido de injusto de este delito,
lo que realmente quiere decirse es que el sentido de las expresiones
proferidas o las acciones ejecutadas, en el contexto de que objetivamente
forman parte, carecen de capacidad, para deshonrar, desacreditar o
menospreciar al ofendido o bien que, teniéndola, están puestas al servicio
de un interés superior a la defensa del honor de la víctima, en cuyo caso
nos encontramos más bien frente a una situación de justificación del
comportamiento ofensivo y no de atipicidad del mismo”7.
En base a lo anterior, estableció que había habido dolo en las
expresiones de Baraona dado que “ha manifestado que realizó una
crítica política y, por ende, a su parecer prima la libertad de expresión
por sobre el honor de una persona, de lo cual se colige meridianamente
claro que conocía el carácter deshonroso de sus expresiones, sin
perjuicio de justificarlas en el legítimo derecho a informar”8.
Al respecto, al analizar la causal de justificación del artículo 10 Nº10
del Código Penal –obrar en ejercicio legítimo de un derecho– alegada
por la defensa, en virtud de la cual señalaba que Baraona habría
estado realizando una crítica política y que, por lo tanto, el presente
problema era un asunto de colisión de derechos entre el derecho al
honor y el derecho a informar, el tribunal, pese a tomar en cuenta lo
señalado por la Corte Suprema acerca de la posibilidad de supresión
del contenido injusto del delito de injurias o de situación de
justificación del comportamiento ofensivo, estimó que en este caso
“los dichos del querellado no pueden considerarse como revestidos
de la seriedad y razonabilidad requerida para que su derecho a
informar deba prevalecer por sobre el honor del querellante, por
cuando no existe proporcionalidad entre el sacrificio del honor y los
beneficios que se pudieran obtener de la crítica”9. De esta manera,
estableció que el querellado debía ser condenado por el delito de
injuria grave cometida a través de medios de comunicación social10.
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Fallo Páez con Baraona: Libertad de Expresión e Interés Público, María José Eva P. / pp 149–154
Para concluir lo anterior, el tribunal atendió a que el querellado no había
podido probar sus dichos ya que, entre otras, las presiones que él había
denunciado fueron desdichas por los supuestos presionados11 resultando
aventuradas sus expresiones; las supuestas promesas electorales no
pudieron ser corroboradas, siendo vistas por el tribunal como una mera
conjetura12 por parte del querellado; y los antecedentes que decía tener
nunca fueron acompañados a la causa. Asimismo, el tribunal consideró
que el querellado en sus declaraciones no planteó una hipótesis, sino
que realizó afirmaciones, debiéndose atribuirle un mayor grado de
responsabilidad13. En definitiva concluyó que el querellado imputó al
querellante “una falta de moralidad consistente en presiones a autoridades
públicas para el saneamiento de títulos de dominio y tala ilegal debido a
promesas electorales, sin que contara con antecedentes que dieran cuenta
de ellos ...”14, presentándose para el juzgador desproporcionado sacrificar
el derecho al honor por sobre la libertad de expresión cuando no hay
respaldo para ello. Por lo tanto, además de considerar los dichos injuriosos
por sí mismos, estableció que no habían podido probarse.
11
Considerando Décimo
letras a. y b.
12
Considerando Décimo,
letra c.
13
Considerando Décimo,
letra f.
14
Considerando Décimo,
letra h.
15
La Convención Americana
sobre Derechos Humanos
fue adoptada en San José
de Costa Rica en 1969,
vigente en Chile. En
similares términos este
derecho se encuentra
consagrado en el artículo
19 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y
Políticos de 1966, vigente
en Chile.
Un elemento ausente entre las consideraciones del tribunal, es el
interés público, cuestión que no es ponderada en el fallo,
desconociendo que este caso involucraba una cuestión de tal entidad.
A nuestro modo de ver, ésta es precisamente una de las mayores
debilidades de la sentencia en análisis.
III. Libertad de Expresión y Honor: Estándares Internacionales
El derecho a la libertad de expresión e información, en el cual se
ampara el querellado para defender sus dichos, ha sido consagrado
tanto a nivel nacional como internacional. Nuestro ordenamiento
jurídico en el artículo 19 Nº12 de la Constitución Política de la
República (en adelante “Constitución”), asegura a todas las personas:
“La libertad de emitir opinión y la de informar, sin censura previa, en
cualquier forma y por cualquier medio, sin perjuicio de responder de los
delitos y abusos que se cometan en el ejercicio de estas libertades, en
conformidad a la ley, la que deberá ser de quórum calificado”.
Por su parte, el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos15 (en adelante “CADH”), que rige en Chile en virtud de lo
dispuesto en el artículo 5º, inciso segundo de la Constitución, establece
en lo que a este caso interesa:
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.
Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir
informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya
sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier
otro procedimiento de su elección.
2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar
sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben
estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar:
151
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16
17
18
19
Caso Ricardo Canese,
párr.77; Caso Herrera
Ulloa, párr. 109; Caso
Última Tentación de
Cristo, párr. 65.
Ver Caso Ricardo Canese
párr. 79; Caso Herrera
Ulloa, párr. 111; Caso La
Última Tentación de
Cristo, párr. 66; Caso
Ivcher Bronstein, párr. 148.
Al respecto ver de la
Corte Europea de
Derechos Humanos, por
ejemplo, Handyside v.
United Kingdom,
sentencia de 7 de
diciembre de 1976, párr.
49; Caso Lingens v.
Austria, sentencia de 8 de
julio de 1986, párr.41. En
la Corte I.D.H. La
Colegiación Obligatoria
de Periodistas, Opinión
Consultiva OC-5/85 del
13 de noviembre de
1985, serie A Nº5, párr.
70; Caso La Última
Tentación de Cristo,
sentencia de 5 de febrero
de 2001, serie C Nº73,
párr. 69; Caso Herrera
Ulloa, sentencia de 2 de
julio de 2004, serie C
Nº106, párr. 113; Caso
Ivcher Bronstein,
sentencia de 6 de febrero
de 2001, serie C Nº74,
párr. 152.
Corte I.D.H., Caso
Ricardo Canese,
sentencia de 31 de agosto
de 2004, serie C Nº111,
párr. 86; Caso Herrera
Ulloa, párr. 116.
a) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o
b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la
moral públicas.
El derecho a la honra, por su parte, encuentra amparo en el artículo
19 Nº4 de la Constitución que consagra “el respeto y la protección
de la vida privada y pública y a la honra de la persona y de su familia”.
Asimismo, la CADH consagra este derecho en el artículo 11 señalando:
1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento
de su dignidad.
2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida
privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de
ataques ilegales a su honra o reputación.
3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas
injerencias o esos ataques.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la Corte”
o “Corte I.D.H.”), explicando el contenido del derecho a la libertad
de expresión, ha señalado que comprende tanto el derecho a expresar
las propias ideas y pensamientos, como el derecho y libertad de buscar,
recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole. De esta manera,
al restringirse ilegalmente la libertad de expresión no sólo se viola el
derecho de un individuo en particular, sino el de la sociedad toda de
recibir ideas e informaciones. En este sentido, se ha reconocido una
dimensión individual y una social de este derecho, donde la dimensión
individual está dada por el derecho de cada uno a expresarse por
cualquier medio y hacerlo llegar al mayor número de destinatarios
posibles16; mientras que la social implica el derecho de tratar de
comunicar a los otros las propias ideas y opiniones, conllevando también
el derecho de todos a conocer opiniones, relatos y noticias. Al respecto,
la Corte ha dicho que tiene tanta importancia el conocimiento de la
opinión ajena como el derecho a difundir la propia17.
Este mismo órgano, siguiendo los estándares de otras instancias
internacionales, ha recalcado la importancia de la libertad de
expresión para la democracia, señalando que debe ser considerada
como la piedra angular de una sociedad democrática18. Asimismo,
ha declarado que “[s]in una efectiva libertad de expresión,
materializada en todos sus términos, la democracia se desvanece, el
pluralismo y la tolerancia empiezan a quebrantarse, los mecanismos
de control y denuncia ciudadana se comienzan a tornar inoperantes
y, en definitiva, se crea el campo fértil para que sistemas autoritarios
se arraiguen en la sociedad”19.
Ahora bien, tanto la Corte como otros organismos internacionales
han reconocido que la libertad de expresión no es un derecho
absoluto, siendo el respeto a los derechos o la reputación de los demás
una restricción legítima.
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Fallo Páez con Baraona: Libertad de Expresión e Interés Público, María José Eva P. / pp 149–154
En este contexto es donde debe ser analizado el caso que nos ocupa
ya que, como hemos señalado, se habría generado una colisión entre
la libertad de expresión y la honra de un senador. En este sentido la
Corte I.D.H. señala como tema relevante el “distinguir entre las
restricciones que son aplicables cuando el objeto de la expresión se
refiera a un particular y, por otro lado, cuando haga referencia a una
persona pública como, por ejemplo, un político”20.
Al respecto, la Corte señala que “tratándose de funcionarios públicos,
de personas que ejercen funciones de una naturaleza pública y de
políticos, se debe aplicar un umbral diferente de protección, el cual
no se asienta en la calidad del sujeto, sino en el carácter de interés
público que conllevan las actividades o actuaciones de una persona
determinada. Aquellas personas que influyen en cuestiones de interés
público se han expuesto voluntariamente a un escrutinio público más
exigente y, consecuentemente, en ese ámbito se ven sometidos a un
mayor riesgo de sufrir críticas, ya que sus actividades salen del dominio
de la esfera privada para insertarse en la esfera del debate público. En
este sentido, en el marco del debate público, el margen de aceptación
y tolerancia a las críticas por parte del propio Estado, de los
funcionarios públicos, de los políticos e inclusive de los particulares
que desarrollan actividades sometidas al escrutinio público, debe ser
mucho mayor que el de los particulares”21. Esto cobra especial
relevancia al entender, como señala la Corte, que el control
democrático por parte de la sociedad a través de la opinión pública,
fomenta la transparencia de las actividades estatales, “razón por la
cual debe existir un margen reducido a cualquier restricción del debate
político o del debate sobre cuestiones de interés público”22. En este
sentido, este mismo criterio debe utilizarse “respecto de asuntos de
interés público en los cuales la sociedad tiene un legítimo interés de
mantenerse informada, de conocer lo que incide sobre el
funcionamiento del Estado, afecta intereses o derechos generales, o
le acarrea consecuencias importantes”23.
20
Corte I.D.H., Caso
Herrera Ulloa, párr. 125.
Corte Europea de
Derechos Humanos: Case
of Dichand and others v.
Austria, para. 39; Case of
Lingens vs. Austria, para.
42.
21
Corte I.D.H., Caso Ricardo
Canese, párr. 103.
22
Corte I.D.H., Caso Ivcher
Bronstein, párr. 155; Caso
Herrera Ulloa, párr. 127.
En el sistema europeo:
Feldek v. Slovakia,
sentencia de 12 de julio
de 2001, párr. 83; y Sürek
and Özdemir v. Turkey,
sentencia de 8 de julio de
1999, párr. 60.
23
Corte I.D.H., Caso
Ricardo Canese, párr. 98.
24
Corte I.D.H., Caso
Ricardo Canese, párr.
100; Caso Herrera Ulloa,
párr. 128.
Entonces, si bien la libertad de expresión admite restricciones –entre
ellas el respeto y reputación de los demás–, ellas deben ser
cuidadosamente aplicadas cuando se trata de expresiones
concernientes a funcionarios públicos o personas que ejercen
funciones de naturaleza pública, ya que esto resulta esencial para un
sistema verdaderamente democrático.
Sin perjuicio de lo anterior, la Corte se hace cargo particularmente del
problema de la colisión con el derecho a la honra de las personas
(artículo 11 de la CADH), que es de por sí un límite a la expresión o
injerencia de particulares o del Estado. En este sentido, la Corte ha
señalado, como expusimos previamente, que si bien los funcionarios
públicos deben estar expuestos a un mayor escrutinio de sus acciones,
ello no significa que su honor no deba ser jurídicamente protegido
conforme a los principios del pluralismo, lo que también es aplicable
al caso de los particulares que ejercen actividades de carácter público24 .
153
Anuario de Derechos Humanos 2005
Conclusiones
No cabe duda que el caso chileno comentado versa sobre un asunto
de interés público, en la medida en que se ve afectado el correcto
desarrollo del ecosistema al ocurrir y ser denunciadas una serie de
irregularidades en la fiscalización y protección de una especie arbórea.
Asimismo, una de las partes de este caso, quien resultara afectado
por las expresiones, es una autoridad pública: un Senador de la
República. De ahí, entonces, que sea perfectamente lógico concluir
que este caso es muy similar a los tratados por la Corte I.D.H. (y por
otras instancias internacionales), donde se ha consagrado que el
juzgador debe utilizar un criterio más flexible a la hora de analizar
los dichos que se refieren a una autoridad.
Nos parece indispensable, acorde con los principios del pluralismo
democrático, que al momento de fallar estos casos, los tribunales deben
ponderar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás con el
valor que tiene en una sociedad democrática el debate abierto sobre
temas de interés o preocupación pública. En este sentido, parece
conveniente dejar planteado para futuros debates acaso nuestros
tribunales, de haber tenido a la vista el desarrollo jurisprudencial
internacional en materia de libertad de expresión e información y
autoridades públicas, no hubieran analizado el caso desde una perspectiva
diferente, llegando, en consecuencia, a una resolución distinta del mismo.
154
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