La Avalancha : revista ilustrada. Año 14, n. 324 (7 septiembre 1908)

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ANO XIV
NÚM.
PAMPLONA 7 de Septiembre de 1908
324
(g) Con censura eclesiástica
DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
iSíiofeca {^afófico-^ropagartdisfa
T E J E R Í A , 4 0 , 2.°, Ia¡q.a -HE-
IT
FÁBRICA DE BANDERAS
L Hospicio de Vitoria ha acordado
distribuir, entre los asilados que
más se han distinguido por su aplicación y buena conducta, unas suscripciones del semanario titulado
Gente menuda. Y el periódico A
B C, padre de la criatura in iüo
tempore, y actualmente uno dé sus
hermanos mayores, anuncia el
acontecimiento como un triunfo de
Gente menuda, y como prueba de que "el referido semanario no sólo es notable y ameno por sus preciosos
fotograbados, sino que se le considera interesante, instructivo y moralizador por su texto,,.
Y ello es verdad, salvo error ú omisión, como se dice
al poner una cuenta; ello es verdad que, salvo alguna de
esas escapatorias involuntarias, Gente menuda es un semanario ameno, interesante é instructivo que puede ponerse en todas las manos sin mancharlas, para entretener los ocios y saciar la terrible curiosidad de los niños,
siempre sedientos de novedades.
Es verdad que Gente menuda no es periódico malo,
ni siquiera tonto, sino lleno de encanto y hasta con sus
cuentos morales y sus historietas piadosas, ilustradas con
el recuerdo del Santo ó de sus fundaciones y portentos.
Pero esto es lo terrible y lo que sería capaz de descorazonar á los que hemos consumido la vida en esta empresa del periodismo católico, si sólo pusiésemos los ojos
en lo que pasa á nuestro alrededor, y no los levantásemos al cielo en busca de luz y fuerzas. Lo terrible es que
Gente menuda no es semanario de ninguna empresa católica, sino de una empresa liberal por sus cuatro costados, que para mejor salir airosa con su empeño ha -distribuido al público español en clases, y á cada clase le
sirve lo que le gusta, desde el agua azucarada de Gente
menuda, hasta el aguardiente con pólvora de Gedeón.
Cinco periódicos tiene esta nueva fábrica de banderas,
que es uno de los granos que le han salido al trust (formado por El Imparcial, Heraldo y El Liberal, con sus
retoños de provincias) y le han salido á Hspaña; porque
bueno es que se tiren los trastos á la cabeza unos y otros
liberales, pero no hay que olvidar un momento que el
terreno que ocupan está arrebatado á la Patria y á la
Religión. Estos cinco periódicos son un diario, A B C, y
cuatro semanarios que se llaman Blanco y Negro, Gedeón, Actualidades y Gente menuda. De todos ellos, el
primero, el segundo y el cuarto tienen el mismo carácter, ó el mismo color, olor y sabor; es decir, que son de
los periódicos que entran por todo como la romana del
Infierno, y lo mismo publican la noticia del último suicidio que de la última misión; con la misma Fruición estampan el retrato del criminal ó crimínala de moda, que
de un obispo ó un misionero piadosamente fallecidos; y en
el mismo número, por ejemplo, cantan endechas y décimas á Jesús crucificado, y le vuelven á crucificar en prosa y verso, á pluma y á lápiz, de negro ó con colores. Y
es tal la confusión reinante (y el estrago que, como decía
una abuela de sus nietos, causó la muerte de San Agustín en el mundo, pues se llevó todo el entendimiento que
había), que ya son muchas las gentes de todas castas y
condiciones, y hasta de todas ropas, que están suscriptas
y leen estos periódicos, con la excusa de que los hay
peores: que es como si yo me pusiese á robar disculpándome con decir lo de la honrada compañía de Monipodio, que peor cosa es ser sodomita y excomulgado.
Pero como en el mundo hay gentes de paladar más
estragado y que no se contentan con querer servir á dos
señores, sino que sólo quieren servir á uno, y ése con
rabo, la empresa tiene para tales sujetos un periódico
del calibre de Gedeón, con chistes que revuelven el estómago, rabioso liberal y anticlerical, y libre y horro de toda hipocresía.
*
Por el contrario, como en el mundo hay muchedumbre de niños y niñas inocentes, hijos de padres cristianos que saben que nada pueden consentirles contra las
leyes de Dios y de su Santa Madre la Iglesia, y de padres que, aunque verdes y con asa, quieren que sus hijos
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LA AVALANCHA
no les imiten á ellos y se críen con el mayor recato y la
mejor opinión, de ahí que la empresa les sirva á unos y
á otros las inocentes páginas de Gente menuda: ¡y todo
es ganancia! ¡Y ían perra gorda es la que se gana con el
• semanario ameno y moralizador, como la que se adquiere á costa del semanario perverso y obsceno!
Y sin embargo, llovía.
Y mientras tanto los católicos duermen, y cuando despiertan sólo es por un momento, para volver á caer en
la más tranquila de las siestas sanchopancescas.
Mientras nuestros enemigos invaden nuestro campo y
nuestras casas, discurriendo, trabajando y descrismándose pensando de qué manera conquistarán las familias y
las almas, los católicos poderosos no oponen al periódico
el periódico, al semanario el semanario, á la empresa la
empresa; y ni siquiera á la hora de la muerte se acuerdan
de que en el mundo está planteada una guerra sin cuartel
entre la ciudad tie Dios y la ciudad de Satanás, pues siendo tan pródigos para otras obras de piedad, sólo para la
prensa católica son míseros y cerrados.
No diré yo, como un Famoso escritor francés, que una
de las cosas que han contribuido á la actual perdición de
Francia es la manía de la edificación que les entró al
clero y á las Órdenes religiosas; no diré yo que sean míseros y tacaños los católicos poderosos cuando se trate
de emplear su dinero en levantar y abrillantar edificios
donde se rinda culto espléndido al Dios verdadero y se
cobijen las almas privilegiadas que, como la María del
Evangelio, eligieron la mejor parte y no les será quitada;
pero sí que digo que estamos en tiempos de guerra y de
guerra crudísima, y en tales tiempos no es tan raro ver
convertidas las iglesias eii cuarteles y los conventos en
fábricas de armas ó lugares de escándalos; sí que digo
que todo lo que edifiquen en un siglo los católicos lo destruye en un día una votación de Cortes; sí que digo que,
cuando hay guerra, lo primero, lo más necesario, lo mejor es acudir á ella hasta que se logre su fin, que es la
paz, al amparo de la cual ya pueden venir todas las manías de la edificación que dijo el escritor francés.
Fuera de esto, ¿de qué servirán los mármoles y jaspes,
los bronces y la plata y el oro, si cada día están las almas
. más apartadas del sagrario?
Recuerdo yo, y su recuerdo está grabado en mi corazón con caracteres indelebles, desde los días de mi niñez,
una pobre parroquia de mi querida ciudad natal, limpia
y alegre como un convento observantísimo; pero modesta, pobre y víctima del mal gusto de la época en que se
fundó y ornamentó. Recuerdo su oscura capilla de la comunión, henchida de gentes de todas las castas y condiciones, los sábados y domingos por la mañana y las
vísperas de fiestas. Recuerdo que cuando se acercaba la
Pascua florida no se podía penetrar por ella: ¡tanta era la
multitud de enfermos que esperaban ser limpios en la
piscina de los confesionarios! Recuerdo que gentes celosas
y amantes de Cristo comenzaron la reforma de la iglesia
' y sus dependencias, y en unos cuantos años de trabajo
perseverante, la pobre parroquia de mi niñez quedó convertida en espléndido templo, donde no se sabe qué admirar más, porque todo es hermoso, rico y admirable.
Pero cuando, peregrino en mi patria, vqlví á besar su tierra bendita y entré de nuevo en sus iglesias y visité aquella capilla de la comunión, testigo de tantas lágrimas y
misericordias, ya no vi las muchedumbres apretadas esperando turno en los confesionarios, ya pude discurrir ampliamente por sus espaciosas naves y preciosas capillas
Y no dije yo: ¡lástima de dinero, que parece alejas la
gente de donde lo hay! porque bien empleado está en
adornar la casa de Dios, de quien son todas las riquezas
de la tierra; pero sí que me dije: si vamos como vamos,
¿qué será de estas maravillas dentro de un siglo? Sí que
medije: ¡cuánto más grato es á Dios el perfume de un alma
arrepentida, el tributo de unas lágrimas derramadas en el
confesionario pobre y mugriento, que esta espléndida soledad! Sí que me dije: si en tiempos de la Reconquista
. hubieran los cristianos edificado templos en tierra de
moros, antes de reconquistadas y aseguradas, es probable que hubieran perdido el tiempo y el dinero, porque
la guerra no es la paz y hay tiempos de correr y tiempos
de pararse
ESTANISLAO.
EL CURA DE EPILA
los anales religiosos, tan fecundos en
emocionantes escenas, tropezamos entre otros
con dos héroes por demás simpáticos, puesto que
entregaron su vida en defensa del más augusto
de los sacramentos. El uno es el niño Tarsicio, el
cual, comisionado en los turbulentos tiempos del
Emperador Valeriano para llevar en secreto á los cristianos el Pan do los fuertes, y no pudiendo disimular en el
carmín de su rostro y en la compostura de su cuerpo el
altísimo encargo que realizaba, fue reconocido por los gentiles; y antes de exponor tan valiosa prenda á la profanación de aquéllos, se abrazó con su dulce Dueño, le apretó
contra su infantil corazón, y expiró asi de la manera más
plácida y risueña que soñarse puede. El otro se llamaba
el Padre Salesio, quien, defendiendo con tesón y valentía
incontrastables la verdad del dogma de la Eucaristía, en
presencia de audaces y empedernidos herejes, selló gloriosamente con su sangre el tema de su predicación.
Pues bion, esta misma feliz suerte cupo al ignorado
cura de Epila, en la azarosa época de la guerra de la Independencia. Cuenta Sotomayor, en su Diario de los Sitios
de Zaragoza, que al penetrar los franceses eu la citada villa, temeroso sin duda el párroco de que aquellos salvajes
estarían dispuestos á los más abominables actos, y acordándose de que el miis digno huésped del pueblo era el
divino Prisionero del sagrario, corrió al altar mayor con
el objeto de sacar y colocar en sitio más seguro el Sacramento: tomó el copón en su diestra, quiso atravesar las
filas del enemigo, pero éste se opuso tenazmente: el sacerdote sostenía fervoroso y no quería soltar al Dios de sus
amores. En esta coyuntura los franceses le atravesaron á
bayonetazos, y allí, en la misma iglesia murió el cura de
Epila con el copón en la mano. ¡CJué muerte más envidiable! Ignoro si alguna pluma galana ha tejido corona de
alabanzas á tau digno ministro del Señor; pero por de
contado, sea este artículo testimonio de nuestra admiración para con él, ahora que celebramos el centenario de
tan magnas hazañas. ¿No cauto San Dámaso, en elegantes
y pulidos versos, el tierno y poético ñn del niño Tarsicio?
¿No ensalzó San Ligorio, como él sabe hacerlo, el éxodo
brillante de esto destierro del insigue Padre Salesio?
Pues ¿cómo relegar al olvido la memoria del párroco
de Epila, ai feneció como esos dos perínclitos atletas de
Cristo?
¡Qué dicha tan incomparable! A la verdad, caso do que
en el martirio existan diversos grados de brillantez, como
los hay de luz en las estrellas, ciertamente que la palma
déla belleza se la llevaría el martirio sufrido por la sublime Eucaristía. ¿No es ahí donde el Señor hace especial
gala de ser el Amo absoluto de la naturaleza, derogando
á diestro y siniestro sus leyes, realizando una obra tan
extraordinaria que bieu puede definirse síntesis de inauditos prodigios y agotamiento de perfecciones diviuas?
Con ser Dios omnipotente, dice el Doctor de Hipona, no
puede hacer cosa mayor; con ser infinitamente sabio, no'
sabe inventar cosa más preciosa; con ser infinitamente
bueno, no alcanza á darnos cosa mejor que la que nos da
on ese sacrosanto misterio.
]Loor, pues, y loor eterno al humilde párroco que defendió á Dios Hostia entre las bayonetas de los impíosl
¡Alabanza perpetua á quien prefirió ver destrozado su
cuerpo y derramada su sangre, por no ver profanados el
Cuerpo y Sangre de JesÚBl
Recuerdo que, pocos afíos há, una revista incolora, inoECORRIENDO
LA AVALANCHA
dora é insípida enviaba una serie de preguntas á ciertos
personajes distinguidos, para que las devolvieran contestadas según el parecer do cada cual, y una de ellas era ésta:
—¿Cómo quisiera usted morir?
Si á mí se me hiciera dicha pregunta, yo, incontinenti,
sin vacilaciones, respondería de la siguiente manera;
—Como el cura de Epila... ¡con el copón en la manol
F. GOICOECIIEA, Pbro.
UNO DÉ TANTOS
—No le den ustedes yueltas al asunto. Eso de los milagros de Lourdes, es una superchería en muchos casos;
en otros, se trata de curaciones debidas á causas naturales. Los curas y los frailes se
valen de los supuestos milagros para mantener vivo el fanatismo religioso, que sin ese
puntal hubiera desaparecido
ya del mundo, arrollado por
el progreso y la libertad.
Después de haber pronunciado enfáticamente este pequeño discurso racionalista,
miró fijamente Silvestre Cabezón á sus contertulios de
café, para delectarse en el soberbio efecto que, según él se
imaginaba, habría causado su
elocuencia en el reducido auditorio que le escuchaba.
Pero las palabras de Cabezón fueron acogidas con la mayor frialdad por los tertulianos <le la mesa del café.
La vanidad oratoria de aquel
• pobre hombre se sintió mortificada y le hizo exclamar con
cierta acritud:
—Temo que ustedes se hayan pasado á la reacción con
armas y bagajes, á juzgar por
el silencio con que han oído
mis razones.
—No se ofenda usted por
ello, señor Cabezón. Lo que
acaba de decir lo sabemos todos de memoria; y si acaso lo
hubiéramos olvidado, se encargan de repetirlo á cada moRetablo de la Iglesia de
mento los periódicos que á
diario leemos en esta reunión
de amigos políticos y del corazón.
—Las verdades deben repetirse y aplaudirse á todas
horas. La autosugestión es el único resorte de esas curaciones que los neos «tribuyen á la intervención divina.
—Que nos dé su opinión sobre la materia D. Luis,
que si bien no pertenece á nuestra tertulia se halla, accidentalmente, tomando café con nosotros, de ese famoso
Lourdes, tan discutido en el mundo.
El aludido es un señor entrado en años, forastero, de
distinguido porte y corteses maneras. Al oir la invitación
que se le dirigía, dijo con suma modestia:
—Mi opinión individual pesa muy poco en un asunto
tan grave y delicado como es el de las curaciones extraordinarias de Lourdes, que yo, hombre de fe, atribuyo á
milagro, mientras que ustedes, de creencias negativas, califican de supercherías á lo sumo, concediendo mucho de
su parte á efectos de la autosugestión. ¿Alguno de ustedes ha estado en Lourdes y ha presenciado esos hechos
extraordinarios?
Los interpelados se miran los unos á los otros y no
responden á la pregunta formulada por D. Luis.
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Éste reanuda la conversación en estos términos:
—Ese silencio prueba que ustedes no han pisado, siquiera fuera por curiosidad, ese privilegiado rincón de
Francia donde se registran sucesos tan maravillosos. Porque de haber estado ustedes en Lourdes no supondrían.como ligeramente lo hacen ustedes, que son fábulas y supercherías las curaciones milagrosas, sí señor, esta es la palabra, milagrosas. Porque los milagros de la gruta de Lourdes están sancionados por el sufragio universal de muchos miles de personas cosmopolitas, de todas las partes
del mundo, de todas las clases sociales, ante quienes se
desarrollan, y estos hechos maravillosos también son
sellados de milagro con el cuño de la ciencia, pues los
enfermos, antes de ser llevados á la piscina y de recibir
la bendición del Santísimo, están en observación, bajo la
vigilancia de los médicos y en un hospital especial en el
que pueden ser visitados y lo son, en efecto, por católicos y disidentes, quienes se cercioran de que allí no hay
engaño ni existen enfermedades simuladas. Y cuando se
registra una curación extraordinaria, el enfermo curado es'*
objeto de un minucioso reconocimiento, en la oficina de
comprobación, por parte de
los médicos. Y aun en el caso
de que los doctores certifiquen
la curación, no se califica como
milagro si no concurren circunstancias muy extraordinarias. ¿Dónde está, pues, la superchería?
Al observar Cabezón que
D. Luis le cogía los dedos con
la puerta, en lo de superchería, no quiso apearse de su asno y le interrumpió diciendo:
—Bien,bien, admitamos como ciertos los hechos de Lourdes; no tengo en ello inconveniente; pero en este caso viene la teoría de la autosugestión
á destruir el mito de las curaciones milagrosas.
—Veo que anda usted muy1
atrasado en noticias. La que
ha resultado un verdadero mito, es la hipótesis de la autosugestión, sostenida por el especialista en enfermedades nerviosas doctor Charcot, y á la
que se agarró, como el náufrago á un clavo ardiendo, el novelista antimoral y naturalista
Zola, para explicar los sucesos maravillosos que presenNuestra Señora de Iciar
ció en Lourdes. Pero esta teoría de la autosugestión ha sufrido un golpe de muerte. Y quiénes creerán ustedes que
han puesto en tela de juicio la doctrina de Charcot? Pues
sus propios discípulos, los médicos materialistas y sugestionistas. En una reunión que han celebrado hace dos meses, se acordó revisar detenidamente todos los antecedentes relativos á los hechos calificados por Charcot de autosugestiones, porque el estado actual de la ciencia médica
no permite que se admita con carácter general, y menos
aun como absoluta, la hipótesis de la curación de las enfermedades por la autosugestión. De manera que esa teoría está mandada recoger por anticuada y absurda. La
autosugestión no puede llegar á consolidar un miembro
fracturado, ni restaurar un órgano deshecho, ni reconstituir un organismo degenerado por la miseria fisiológica.
Para obtener estos prodigios es preciso el don de crear,
negado al hombre y que sólo posee Dios, mal que pese
á los que, cerrando los ojos ante la luz de los hechos,
niegan la existencia de la eternidad.
—No me doy, D. Luis, pues por algo llevo el apellido Cabezón. No creo en nada, y nadie me hará creer
en los milagros.
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•-*• • t
LA AVALANCHA
200
—Es inútil que sigamos hablando de este asunto, puesto que frente á mis razones y afirmaciones, usted se encierra en una negación sin base, sistemática y absurdamente fanática y sectaria. En cuanto á que usted no cree
en nada, permítame le diga que dudo de su sinceridad. Probablemente usted será, como otros incrédulos,
supersticioso.
A Pocos días después de esta conversación, en que tan
mal parado había quedado el orador de café Silvestre Cabezón, se hallaba reunida en pleno la pequeña tertulia
racionalista. Cabezón, el sempiterno hablador, estaba
aquel día afectado de melancolía; y el caso no era para
menos, pues acababa de ver morir á su hijo, hermoso
niño de cinco años.
—Yo se lo había pronosticado á mi mujer—decía Cabezón.—Yo se lo he dicho muchas veces: nuestro hijo ha
nacido con mal sino; vino al mundo en martes y era el
día 13 del mes, dos circunstancias bien fatales por cierto.
Además, durante la enfermedad del niño se le ha caído
á la criada el salero al suelo, lo cual constituía otro presagio de desgracias.
—Respeto, Sr. Cabezón, sus ideas sobre este particular.
¿Quién está exento, en absoluto, de preocupaciones? Yo
mismo, lo confieso sin rebozo, creo en la fatalidad del
número 13, hasta el punto de que si en esta mesa de café
á que asisto asiduamente, llegan á reunirse trece personas,
aunque alguna de ellas se pare aquí accidentalmente para
hacer una breve pregunta, me escabullo bonitamente y
me voy con la música á otra parte.
—Lo propio hago—replica otro de los contertulios.—
Tengo un miedo horrible á ese número. Hace pocos días
nos sentamos á la mesa, en una venta, trece amigos, y para que desapareciera el maleficio del número hicimos
que comiera en nuestra compañía un mendigo.
—Ya que estamos en el terreno de las confidencias, he
de manifestarles—dijo un cuarto en discordia—que yo
me río del número 13; pero si al abrir la tienda ó al salir
de casa, la primera persona que veo es un tuerto, creo
firmemente que me ha de ocurrir en aquel día algún disgusto ó cosa peor; si mis ojos tropiezan con un jorobado,
es segura una buena venta ó un suceso próspero.
—Si D. Luis, el de los milagros, oyera nuestras respectivas confesiones, es seguro que se burlaría de nosotros
en grande.
—Ya me guardaré bien de hablar de estas cosas delante de fanáticos.
En esta texitura continuó toda la tarde la conversación
de aquellos hombres, que se jactaban de ser despreocupados en sentido religioso sin percatarse de que, por huir
de la fe católica, se hundían en el abismo de las supersticiones más irracionales y estupendas.
La falta de lógica es la norma de conducta de muchos
individuos que á sí propios se consideran como superhombres. No creen en Dios, y tienen fe ciega en ciertos
políticos de profesión; no admiten el Evangelio, y admiten como verdades inconcusas los infundios de la prensa
sectaria; no quieren dogmas religiosos, y califican de indiscutibles y sagrados los principios racionalistas de la revolución universal; abominan de la infalibilidad del Papa,
y declaran inviolable, irresponsable y santo al jefe del
Estado, ora se trate de un monarca ó ya de un presidente
de república; pregonan la independencia de la razón humana, y están sometidos de continuo á la tiranía de la secta, de la logia ó del comité político.
El caso de Silvestre Cabezón y sus amigos de café,
ignorantes discutidores de lo divino y humano, no es una
ficción literaria, sino un cuadro copiado de la realidad.
SATURNINO.
CANTO AL TRABAJO
(F*renliado qon la í^lor natural y el primer premio del CENTRO CATALÁN,
en low Juegos florales* de Buenos-Aires)
A ti, de Dios venida,
dura ley del trabajo merecida,
mi lira ruda su canción convierte.
¡A ti, fuente de vida!
¡A ti, dominadora de la suerte!
Escucha, cómo canta
la obscurísima voz de mi garganta,
lo que tienes ¡oh ley! de creadora,
lo que tienes de santa,
lo que tienes de sabia y redentora.
Porque eres fuente pura
que manas ora de tu henchida hondura,
fecunda y rica en mi cantar te llamo,
porque eres levadura
del humano vivir y porque te amo.
Redimes y ennobleces,
fecundas, regeneras, enriquecos,
alegras, perfeccionas, multiplicas,
el barro fortaleces
y el alma en tus crisoles purificas.
¡Señor! si abandonado
dejas al hombro a au primer pecado
y la sabia sentencia no fulminas,
hubiéranse asentado
tumbas y cunas sobre muertas ruinas
Mas tu voz iracunda
fulminó la sentencia tremebunda,
y por tocar en tus divinos labios,
tornóse ley fecunda
el rayo vengador do tus agravioa.
Si de acres amarguras
extraen laB abejas mieles puraB,
¿cómo Tú no Bacar de tu justicia
paternales dulzuras
para la humana original malicia?
Fecundo hiciste el mundo,
feliz nos le entregó tu amor profundo,
y cuando el crimen tu rigor atrajo,
nuevamente fecundo,
si no feliz, nos lo tornó el Trabajo.
Mirad, ojos atentos,
toda la luz que radian sus portentos,
todo el vigor que en sus empresas late,
[no hay épicos acentos
para cantar el colosal combate!
¡Mirad cómo la tierra
provoca con el hierro á santa guerra,
desgarrando sus senos productores,
donde juntos soterra
semillas, esperanzas y sudores!
El boscaje descuaja,
las peñas de su asiento desencaja,
estimula veneros, ciega fosaB
y el cerro escueto cuaja
de arbóreas plantaciones vigorosas.
Abajo, en la ancha vega,
trenza el rio sereno y lo despliega,
en innúmeros hilos de agua pura,
red de cristal que riega
opulentas alfombras de verdura.
A veces, remansada,
la detiene en la presa, y luego airada,
la despeña en cascadas cristalinas
con fuerza regulada
que hace girar rodeznos y turbinas.
¡Mirad cómo los mares
abruma con el peso de millares
de buques que cargó con sus laborea
y á remotos lugares
los manda de sus obras portadores!
¡Mirad cómo devora
distancias en la audaz locomotora
que creó gallardísima y ligera!...
{Mirad cómo perfora
la montaña que estorba su carrera!
¡Cómo escarba en la hondura
y persigue el filón dentro la obscura
mina profunda, que el tesoro guarda!
(Cómo la inmensa altura
va conquistando entre la nube parda!
¡Cómo el taller agita,
cómo en el templo del saber medita
y trepida en las fábricas brioso,
y en las calles palpita,
y brega en los hogares codicioso!
Labra, funde, modela,
torna edén el erial, pinta, cineela,
incrusta, sierra, pule y abrillanta,
edifica, nivela,
inventa, escribe, piensa, rima y canta.
El rayo reluciente,
fuego del cielo, espanto de la gente,
ha convertido en dócil mensajero
que de Oriente & Poniente
lleva latidos de vivir ligero.
Al padre y al esposo
les da para los suyos pan sabroso,
olvido al triste en su dolor profundo,
salud al poderoso,
honra a la patria y bienestar al mundo.
Tiempos aun no venidos
del imperio triunfal de los caldos:
¡Derramad pan honrado y paz bendita
sobre hogares queridos
que templos son donde el Trabajo habita!
Tiempos tan esperados
de la justicia, que avanzáis armados:
¡Sitiad por hambre, desquiciad las puertas,
de alcázares dorados
dó no las tengan al Trabajo abiertas!
Vida que vive asida,
savia sorbiendo de la ajena vida,
iduenua en el polvo en criminal sosiego!
rama soca ó podrida
¡perezca por el hacha y por el fuego!
¡Y gloria á ti, oh fecundo
sol del Trabajo, bienhechor del mundo:
Bin ofensa de Dios, que fue el primero,
tú el creador segundo
bien te puedes llamar del mundo entero!
JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN»
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201
LA AVALANCHA
LA ORACIÓN DE LOS PESCADORES
Descripción del paisaje
UY cerca de la costa. Por un lado está la cordillera de montañas; por el otro, el horizonte
difuso, interminable; atrás, otra serie de montañas, y á su izquierda, el puerto de donde
han salido loa navegantes. El cielo y el mar
tienen un colorido de azul claro, y la calma
y el buen tiempo completan el cuadro. Entre la cordillera de montañas se divisa la Virgen de Iciar, á la que los
pescadores dirigen la plegaria que va más abajo.
de los navegantes! Dirige la última mirada á estos pobres
marineros que te despiden con el último ¡agur! No les
pierdas de tu vista; no desoigas BUS súplicas; el eco de
sus cánticos será de libertad; el rechinar de sus estrobos,
Befial de sufrimiento, y el hundirse de sus remos, recuerdo de tristeza. Quieren ser honrados siempre como sus
padres, bascos como sus abuelos y libres como sus mayores. Ayúdanos, pues, Estrella de Basconia; tu recuerdo
será eterno entre nosotros, y tu bendición, síntoma de
felicidad.
# **
Los marineros se cubren, empuñan los remos, y todos
al unísono, con fuerza atlótica, rompen la marcha á alta mar.
ADRIÁN DE LOTARTE.
Situación de la trainera
Todos los pescadores están de pie; las cabezas tienen
descubiertas; con una de las manos sostienen el remo,
con la otra, la boina, y mientras se escucha el ruido del
flujo y reflujo del mar, con el balanceo ligero de la trainera los pescadores rezan.
La oración
¡Estrella de la mañana! ¡Guía de los navegantes! Dirige
una mirada hacia estos pobres que vienen á pedirte la
bendición con una ferviente súplica.
Ven, Estrella de Basconia; dirígenos una mirada de
amor; en Ti confiamos, en Ti esperamos.
Miral Alegría de los Angeles, cómo vamos á luchar con
el mar; nosotros somos los humildes pescadores euskaros
que abandonamos el hognr, que andamos siempre entre
peligros y que, lo mismo en verano que en invierno,
nuestras vidas están expuestas, y con nuestras vidas, las
de nuestras íamilias.
* **
Euskaros somos, Virgen Inmaculada, no noe importa
luchar contra el oleaje continuo, Ger amenazados por el
temporal, pasar noches y días en constante lucha con los
elementos; luchadores somos de toda la vida, pero como
luchadores, también hombres de fe, y por eso Te invocamos en nuestro auxilio. Contigo no importa luchar ni
tampoco morir.
+ **
Pobres, muy pobres somos nosotros, pescadores euskaros; el trabajo penoso de noche y día nos consume y agota á veces nuestras fuerzas; nuestra vida es dura, sufrida,
y al mismo tiempo resignada. Queremos que no noB falte
el pan nuestro de cada día, porque nos contentamos con
ól; nuestros sacrificios no serán recompensados en este
mundo, no; esperamos que en el otro, en ese Cielo donde
cada uno será recompensado según sus méritos, no os
olvidéis. Madre nuestra, de estos pobres pescadores euskaros.
Euskaros siempre, libres siempre, como han sido nuestras montañas y como lo fue Euskaria; no nos olvidamos
jamás de nuestras tradicionales costumbres; ya lo ves,
Estrella de Basconia; á Ti nos dirigimos antes de echar
nuestras redes, en Ti esperamos siempre. No permitas, no,
jamás que reneguemos de nuestra raza, ni que apostatemos de nuestro linaje, humilde, pero siempre honrado.
Consérvanos siempre euskaros, siempre Ubres, hasta
morir.
* **
Aquí estamos en tu presencia, Estrella de Basconia;
como buenos hijos que rodean á su madre, así te rodeamos nosotros siempre que podemos; dígnate enviarnos
ta bendición; ven con nosotros, sigúenos hasta que no
divisemos más que cielos y tierra; escucha nuestros clamores, presta atención á nuestras desdichas y ten piedad
por nuestras familias y nuestro país Basconia.
Por Basconia te pedimos; por Basconia te rogamos,
porque al pedirte por ella te pedimos, te rogamos por
nosotros.
¡Virgen Madre de Iciar! ¡Estrella de Basconia! ¡Guía
{Continuación)
María, que no se había alejado, vio salir á la marquesa, y se apresuró á volver al cuarto de Elia. Sus gritos
atrajeron á todos los de la casa, cuando al entrar halló á
la niña que había criado, que habiendo caído sin sentido,
yacía en el suelo como un cadáver.
Con pasos acelerados, y sostenida por D. Benigno, llegó la Asistenta.
—¿Quó es esto?—exclamó, atravesando el cerco de
criados que rodeaban á la inanimada Elia.—¿Qué ha
sucedido?
—¡Que se muere!... ¡que se muere!— gritaba María, que
había perdido la cabeza.
—jElia! |Elia! ¡Hija de mi corazón!—exclamó la Asistenta.—¡Un médico! ¡un médico! ¡Corred, volad todos!
Don Benigno corrió á abrir la ventana; Pedro á traer
vinagre.
—jPero, María, eBtáa sin tinol—decía la Asistenta.—
¡Habla! Di: ¿quó ha motivado esto?
—No lo sé,—respondió María;—yo no estaba aquí.
—¿Pues dónde estabas, mujer descuidada? ¡Yo que
confiaba en ti para cuidarla en su indisposición que
creí level
—Señora,—respondió María,—la señora marquesa me
mandó salir.
—¿Mi hermana ha estado aquí?—dijo sorprendida la
Asistenta.
En este momento Elia, que se había acostado sobre el
sofá, abrió los ojos, los que apenas hubo fijado en el angustiado rostro de la Asistenta, cuando levantándose con
un repentino impulso, se echó á sus pies, y abrazando
sus rodillas, exclamó:
—¡Señora, señora, yo no soy hija de una amiga vuestra! jSoy la despreciable hija de un bandolero
de un
padre que me abandonó! ¡Yo no soy digna de que me
deis el dulce nombre de hijal ¡Llamadme esclava, señoral
¡Yo serviré á vuestros criados si no desdeñan mis servicios! ¡Yo me pondré en mi lugar, y poco me costará si de
todos vuestros beneficios me dejáis el que más vale, el
que más aprecio: vuestro cariño!
Sus sollozos no la dejaron proseguir.
La señora de Calatrava se había echado en un sillón,
pálida, trémula; y á la más dolorosa sorpresa que se habla pintado en su franco y expresivo rostro, iba siguiendo
la más violenta cólera.
—¡Esto es una iniquidad!—murmuraba.—¡Esto es una
vil traición! ¿Y á qué? ¡Y sin prevenirme!... ¡Eso es tener
corazón de tigre! Levanta, hija mía,—dijo estrechando á
202
LA AVALANCHA
Elia sobre su corazón;—este es tu lugar, y lo será siemme lleva á declararte que tanto tú como tus hijos podéis
pre. Eres mi hija; y quien no te quiera considerar como
renunciar para siempre, á mi amistad tú, á mis bietal, que se aleje de mi para siemprel ¡Yo te vengaré, hija
nes ellos.»
mía! ¡Quieren rebajarte!
Hasta la palabra amisYo te subiré, ó he de potad inclusive escribió
PAMPLONA
der poco. ¡Hija raía, hija
bien que mal D. BenigE—
mía!
3DIE.
no; pero cuando llegó á
Pero Elia no responla de bienes se le cayó la
dió: había caído en un
pluma de las manos, y
nuevo síncope, acompasuplicó á su señora, con
ñado de delirio.
un valor nunca visto en
él, qué retractase aquella
—jSefiora, señora! —
inmeditada sentencia, ó
gritó María, loca de doque le eximiese del cargo
lor.—| La han matado!
de estamparla; cargo que
¡Esto es una puñalada!
le era imposible cumplir.
¡Señora, señora, la niña
La Asistenta le arranestaba mala ya, y esto le
có el papel de las manos,
abre la sepultura! ¡Clama
echó dos borrones, puso
al cielo! ¿Qué le había
con letras grandes y deshecho esta inocente, esta
iguales la cuestionada
rosa sin espinas?
palabra bienes, firmó la
Y María se deshacía
carta, la dobló como Dios
en lágrimas.
quiBO, le puso una gran—María, no aflija usde y cuadrada oblea ented más á la señora,—
carnada, luego el sobre,
dijoD. Benigno, ainapary la envió en seguida á
tar la vista del alterado
casa de su cuñada.
y lloroso semblante de la
Asistenta.
Media hora después
—¡Consuélela usted si
recibió una esquela pripuede!—contestó María.
morosamente doblada.
Entró en este momenEra este su contenido:
to Pedro con el médico,
«Las casas de Orrea y
que hizo sangrar y recoCórdova han vivido siger en cama á Elia, proglos en opulencia y con
metiendo volver algunas
decoro, sin que para eso
horas después.
hubiesen menester tu
Cuando éste se hubo
caudal. Por lo tanto, lo
ido, hizo seña la señora
miramos todos con indiá D. Benigno de que la
ferencia, dejando la sed
siguiese, y se fue á au
de oro á las clases y alcuarto.
mas bajas. No me sucede
—Traiga usted el tinotro tanto con tu amistero,—le dijo cuando se
tad, que siento haber
hubo sentado, con la voz
perdido. He dado un paclara y las palabras breso acaso duro, pero nece*
ves que le eran natura=51 Bario. A grandes males,
les cuando estaba sobrexgrandes remedios. Pero
EL TOBOGGAN EN EL ENSANCHE
citada.
no trato ni trataría de
(fitografía de I). JíquMno garcía pean)
disculparme, en razón de
D. Benigno se aturru*
lió de tal modo al oir esque no reconozco otro
tas palabras y al presagiar lo que iba á suceder, que en
juez á quien satisfacer que mi conciencia.
lugar del tintero trajo el candelero.
»Tu B. s. q. t. m. b.=lNÉs DE CÓKDOVA.»
—¿En qué está usted pensando, hombre de Dios?—di—¡Y llama,—exclamó indignada la Asistenta después
jo la Asistenta con rabia, levantándose y trayendo ella
de leída la carta, llama esa cuñada mía grandes males al
misma el tintero con la agilidad de una joven.
que yo mime á ese ángel, y que la llame mi hija! ¿Podrá
Cuando todo estuvo preparado, dijo la Asistenta:
creerse? ¡Pues mi hija ha de ser, pésele á quien le pesare!
—Escriba usted.
De lo que es fácil deducir que la Asistenta estaba á
Y dictó:
. . .
,
mil leguas de sospechar la peripecia de aquel drama, cu«Me haB matado á mi Elia...
yos efectos tocaba sin adivinar las causas.
D, Benigno se detuvo, mientras temblaba la pluma enCABALLERO.
tre sus dedos, como si la hubiese movido el airo.
(jit-sfrecicnes « Ramiro
—¿Por qué no escribe usted?—preguntó la Beñora.
—Pero... ¿á quién va dirigida la carta?—preguntó á su
vez D. Benigno, incapaz de empezar una carta sin encabezarla con el nombre de la persona á quien iba dirigida,
—Ya lo dirá el sobre,—contestó deshaciéndose de impaciencia la Asistenta.
—Elia,—repitió D. Benigno, después de haber estamEN EL PAÍS VASCO
pado la frase.
»Me has hecho traición,—siguió diciendo la Asistenta;
—me has herido en la parte más sensible de mi corazón;
(Continuación.)
¡me has ofendido irreconciliablemente! La crueldad de tu
proceder con mi hija (subraye usted la palabra hija, don
De esta manera se iban haciendo lugar entre loa crisBenigno): con mi hija... ¿Está?
tianos, aprovechándose de sus necesidades, no meóos que
—Sí señora,—respondió con doliente voz el secretario.
de la benignidad de los Reyes, que les abrían la puerta
para que entrasen á poblar distintas localidades, si ya no
La señora prosiguió:
fomentaban su engrandecimiento concediéndoles fueros.
»Y tu ofensiva é inexplicable conducta para conmigo,
INFLUENCIA DE LOS JUDÍOS
203
LA AVALANCHA
-especiales, como veremos al estudiar su influencia política,
igualando sus condiciones personales con las de los cristianos y permitiéndoles alternar con éstos, n o obstante
las prohibiciones de IOB concilios toledanos, y especialm e n t e la del cuarto de Letrán, celebrado en 1215, cuyo
•capítulo L X V I I prohibía severamente á los cristianos and a r en comercio con los judíos, q u e les agobiaban con
usuras inmoderadas, y excitaba el celo de loa príncipes
i -cristianos para q u e protegiesen á sus subditos contra la
, -avaricia de los israelitas- Y como tal disposición no tuviese efecto e n el país vasco, el P a p a Gregorio I X , por su
bula dada en Letrán á 7 de Junio de 1233 y séptimo de
su pontiücado, llamó la atención del R e y D . Sancho V I I I
•de Navarra, significándole el gran escándalo q u e resultaba de q u e anduviesen confundidos cristianos y judíos, y
el peligro q u e con ello tenían d e mezclarse aquéllos con
mujeres judías y éstos con cristianas. Y concluía amonest a n d o á dicho Monarca para q u e obligase á los israelitas
é. llevar vestido distinto del de los cristianos, á fin de q u e
pudieran ser siempre conocidos.
Esta disposición envolvía gran trascendencia, puesto
-que tendía á establecer u n valladar entre las dos razas, y
á mantener vivo y perenne el antagonismo q u e originaba
. la diferencia de religión y de categoría social, m u y en
armonía con la idea q u e los cristianos tenían de los hijos
»' -de J u d á h . Consistía la distinción de vestidos, según dis". posición expresa del Pontífice, en un ruedo de fieltro ó de
paño de color de azafrán, de cuatro dedos de ancho e n BU
•circunferencia, cosido sobre el vestido en el pecho y en la
espalda. Igual solicitud mostró Gregorio I X respecto á los
. reinos de Castilla y Portugal; pero si en dichas regiones
• fue obedecida la disposición pontificia, no sucedió otro
tanto en Navarra; como q u e al siguiente año volvió el
mismo P a p a á dirigir otra bula al primero de los Teobal-dos, apretándole sobre las mencionadas divisas de los
judíos.
.
.
. . . .
conducta su sucesor Teobaldo I I , á quien vemos e n 1256,
no sólo no mortificando á los hijos de J u d á h e n modo alguno, sino a n d a n d o en tratos con ellos, como lo prueba
una escritura otorgada por Lope Ortiz, baile de Tudela,
cambiando u n a viña del R e y , y en nombre de éste, sita
en el término de Albates, por otra q u e Bueno
Eveminir,
judío tudelano, tenía en la fuente de J u a n Díaz, con todas
las seguridades y fianzas q u e eran de rigor, como si se
tratase de un particular cualquiera, porque los judíos n o
guardaban mayores consideraciones á los reyes q u e á los
demás mortales, en tratando de dineros ó de bienes.
Con este modo de ser de unos y otros, no es de admirar q u e la grey israelita alcanzara gran preponderancia
en medio de u n pueblo q u e se veía precisado á acudir á
los judíos para salir de sus apuros pecuniarios, y Dioa
sabe cómo se aprovechaban los hebreos de las circunstancias, para saciar las dos ambiciones q u e siempre les h a n
dominado: la de esquilmar por medio de la usura al pobre
q u e caía en sus manos y la de humillar en cuanto pudieran al pueblo cristiano, á quien odiaban con odio de raza,
de religión y de aspiraciones. A tal extremo llegó la cosa
y tal arte se dieron los judíos para conseguir sus anhelos,
que dieron lugar á uno de esos incidentes q u e con harta
frecuencia se registran en la historia de la humanidad y
que suelen traer provechosas enseñanzas. E l R e y D. Teobaldo II, q u e antes apenas había hecho caso do las amonestaciones pontificias, fue ahora precisamente quien acudió á la Sede Apostólica en demanda de auxilio, y el
P a p a Alejandro I V , por su bula dada en Viterbo á 5 de
Octubre de 1257 y tercero de su pontificado, le autorizó
para quitar á los judíos todos los bienes q u e constase legítimamente habían hecho por medio de la usura, y devolverlos á sus legítimos dueños si pudieran ser hallados
éstos, y, en caso contrario, para invertirlos e n usos piadosos.
Este fue un golpe terrible para los israelitas vascos
Fr. Escolástico de Otano
P.
F. Jenaro de Arlavia
F. Remidió de Pamplona
?. JOSÉ de Legarda
Fr. JOSÉ Miguel de Madrid
P, Dionisio de Ecbalar P. Joaquín de Sumbilia
(fotografía de 3, Jfquílmo Qarcla J)eór¡)
No consta que este Monarca cumpliera el mandato de
, y hay motivo para creer que siguiera la misma
puesto que patentizaba el fin que les movía al relacionarsecón los cristianos, y estimulaba á éstos ano fiarse de tan
204
LA AVALANCHA
interesados vecinoa. Ea cierto que no había otros medios
de comunicación social entre los individuos de ambas razas; porque, encerrados los judíos en sus aljamas cercadas
.de altos muros, no hacían pública su manera de vivir en
cuanto á las interioridades domésticas, practicando sus ritos mosaicos y ejerciendo la poligamia, no obstante la prohibición señalada en el libro sagrado del Levítico, de contraer matrimonio dentro de los grados de parentesco prescritos en el mismo; pero podían tener cuantas mujeres
pudiesen gobernar, no pudiendo desamparar á ninguna,
sin desamparar á todas; conservaba el padre dentro deí
hogar doméstico su extremada autoridad, á tenor de la
memoria que guardaban de las costumbres patriarcales;
autoridad que obtenía el hijo cuando contraía matrimonio, ai bien no quedaba del todo emancipado de la paterna, respetada hasta la tumba. Al cumplir los veinte años
cobraba el varón respecto de la aljama los privilegios de
la mayoridad, y en tal concepto figuraba ya en la capitación, considerado desde aquel momento como vasallo, ora
del Rey, ora de loa maestres, prelados y magnates, para
todo linaje de servicios.
Tales condiciones 'hacían que la raza hebrea se acrecentase extraordinariamente, y creciesen por lo tanto los
tributos que había de pagar á sus señores; pero no mejoraba por este concepto su situación Bocial en medio de un
pueblo que veía con malos ojos la multiplicación de la
raza deicida. Él pueblo cristiano odiaba al israelita, considerándolo abyecto y miserable, atento únicamente á BU
propio negocio, sin creerle nunca bajo su palabra, sin
concederle un sentimiento digno y noble, antes al contrario, viendo siempre en el judío al falsario, al pérfido y al
hipócrita. Sin perjuicio de lo que diremos, al tratar de la
influencia política de los hijos de Judáh en el pueblo vasco, séanos lícito traer aquí á colación un documento curiosísimo, que indica del modo más expresivo el concepto
que el israelita merecía á sus cohabitantes, en materia de
honradez y fidelidad. Tal es el famoso Juramento del Judío, que aparece en el Fuero general de Navarra (Lib. II,
tit. VTI, cap. III), publicado en la segunda mitad del siglo
XIII, y que, cualquiera que sea su compilador, no puede
negarse que demostró cumplidamente el concepto que
merecían á los cristianos los hijos de Israel y el grado de
estimación social que éstos se habían granjeado con su
grosera conducta. Al verificarse un juicio entre dos individuos de ambas razas, al cristiano le bastaba jurar sencillamente según la fórmula establecida en los casos respectivos, pero al judío se le obligaba á jurar según la ignominiosa y degradante fórmula que copiamos á continuación:
»Di tu, ludio, ¿cómo has nompne?—H,
»—Iuras tu a este Xpiano que dizes verdat, o dreito
por aqueilla demanda que eill te fizo, & tu disist de non?
—Iuro.
»—Iuras por el Domino Dios Padre podorosso, que fizo
Cielo, & tierras, Mar, & abismos, Angeles, Arcángeles,
Tronos, & Dominaciones, Priucipatus, & Potestates, Cherubín, & Seraphin, & todas las Virtudes qui hi son? —Iuro.
»—Iuras por aqueill Dios que se aparescio a Moyssen
en el Mont de Sinay, en flama, & dixoli: Yo so qui so, &
no hay otro Dios; & por el Sábado que tienen filloa de Isrraé'l, pues fueron librados de la captividat de Egipto, &
por el mana que Dios lis imbiaua de Cielo a tierra n'el
desierto, & por el Sancto Tabernáculo que fizo Moisses a
Domino, & por Faltar de la tierra, que fizo Iacob, & por
la GleBia & maraveíllas que vido Iacob?—Iuro.
»— Iuras por el Sancto Sacrificio que Aaron et sus fixos sacrificaron en el Tabernáculo, & por el Arca que estaba en el Tabernáculo, & la verga de Moissen, & por las
Tablas de Marmor, en que Dios escrivio la Ley, & por los
cinco libros de Moisse'n, que es dito atora, & por los viervoa, & diez mandamientos que Dios vos mando custodír,
& guardar, aquesto es: Non faras idola ninguna; nin nuilia imagen; amaras a Dios de todo tu corazón, & voluntad,
& a tu próximo, aai como a ti mismo: curiaras el sábado:
honraras padre & madre: non mataras: non dirás falso
testimonio: non te periuraras: non furtaras: non fornicaras: non cubdiciaras muiller, nin nuylla ren de tu próximo. ¿Iuras?*—Iuro.
»— ¿Iuras por el templo, que el Rey Salomón edifico a
Domino en Ierusalern, & por el Sacrificio que bi sacrificaron Reyes & Sacerdotes, & por la Santa ley que Ieremias vos restauro, & por el Santo fuego que del cielo vino,
& por el Cántico que fizieron los fíxos de Isrracl, & por el
mandamiento que vos fizo Moissen quando subió al mont
de Sinay por la Santa ley, & por la Espelunca dobla que
dizen Stegrarissimor, do Moissen & los Patriarcas fueron
enterrados en la piedra de Oreb?—Iuro.
»—Iuras por el dito Adonay, Sabaoth, que fizo dia &
nuit, Sol & Luna & Estrellas, & fizo siete dias, & en el
seteno folgo; & crio a Adán, & formo a Eua, & los pusso
en Paraisso, & salvo a Noe del diluvio, & sus fixos, & fundo la Mar, & li dio términos, diciendo: Ata aqui venran
tus ondas inflantes, & aqui te quebrantaras?—Iuro.
>—¿Iuras por los tres Patriarcas Habraham, Isaac, Jacob & por loa doze Profetas qui anunciaron el avenimiento de Domino Dios: Samuel, Isaías, leremias, Eszequias,
Daniel, Ioe"l, Amos, Abdias, lonas, Micheas, Naun, Abacuc, Sofonias, Ageus, Zacarías, Moyses, Iossue, Aron, David, & por todos los Profetas, que anunciaron el avenimiento de Messias, qui est Domino Dios Salvador, & por
la Santa Ciudad de Ierusalem, & por la Santa Sinagoga,
en que tu adoras, & por la cabeza de tu Rabbi?—Di: Iuro.
«Agora te coniuro, ludio, por todas las palabras que tu
has iurado, que digas verdat, & non iures en falso por el
Sancto Nombre de Dios, Eloin, Adonay, Sabaoth; & si
mientes, venga sobre ti la su yra, & fágate fambre, & set,
angustia, rencura & dolor.—Di: Amen.
cEt si mientes o niegas verdat, cayante los cabellos de
la tu cabeza, de la barba & de las ceias, & pierdas la lumbre de los OÍOS, & echet' Domino Dios en tierra, en que
ninguno non habita, entre gente que non te cognoscan,
& fiergate Dios de piaga mala, & sarna, & podredura; pudrates el tu aliento de tu boca, & tornes gánente, & sias
contreito, & sordo, & siego.—Di: Amen.
tPlantes vina, & non comas deilla si mientes; lo que tu
ganes et ganaras, coman los homes estrainos; & ansi fillos
& nietos que de tus lomos iscan, o de tu serán, vayan
siempre a zaga; & el Dios que nunca mentio, ni mentira,,
destruya a ti, & a tu caBa, & siempre lo ayas irado, si
mientes.—Di: Amen.
MARIANO ARIGITA.
(Continuará.)
RETRATOS AL CARBÓN
D.* ROSALÍA, hermana de D.» MERCEDES,
madre de MERCEDITAS, que no habla.,
PERSONAJES:
(La escena en una casa de campo, antiguo palacio de los Marqueses del Sol creciente, que hubieron de cederlo á sus acreedores, por virtud de la fortuna menguante =Habita la magnifica quinta una familia de comerciantes acaudalados.=En la
Bala del billar juegan, fuman y beben cerveza los hombres,
aguardando la hora del almuerzo.=MercodÍtas, hija única de
los dueños, permanece al lado del estanque sentada en una soberbia mecedora, rodeada de revistas ilustradas, periódicos y
novelas de todos los colores.—Su madre D.* Mercedes reza los
Maitines y Laudes del Oficio parvo, en una Balita contigua a la
capilla de la casa, repanchigada en uua butaca; pero mirando
de vez en cuando, por la media puerta abierta, el retablo del
altar, presidido por una imagen de la Inmaculada Concepción
de la Virgen María.)
I
Rosalía, dando con los nudillos en la puerta donde
reza D.a Mercedes.
—¿Se puede entrar?....(Silendo)
—¿Es permitido á
un simple mortal, ó á una señora simple, penetrar en el
templo de la piedad en latín?
D.a Mercedes hace seña que si, con la mano, y continúa
rezando y alzando un poquito la voz: Juvenes et virginis
••••»
• • . . * ,;S*
•:.:-¿:---y"
LA AVALANCHA
senes cum junioribus laudent nomen Domini, * quia exaltatum est nomen ejus sólius. (Al llegar aquí interrumpe las
alabanzas y dice á BU hermana: ¿me permites que acabe?)
—jDigo! Y que vuelvas á comenzar otra vez el oficio,
ai tienes gusto en ello.
Pausa de dos minutos. Al cabo de ellos, D.a Mercedes
^cierra el librito del oficio, dice Amen, se quita los anteojos y pregunta con aparente tranquilidad.
—¿Qué hay de nuevo, hermana?
—Grandes cosas.
—Serán cosas tuyas.
—No, sino de tu hija.
—¿De Merceditas?
—De Merceditas.
—¿Pero le pasa algo?
—Tranquilízate.
—¿Se ha puesto enferma?—dice la madre, y va á llamar al timbre.
—Deja el timbre y óyeme antes; no se trata de ninguna
enfermedad ó indisposición física; se trata de algo más
extraordinario.
—Me asustas, Rosalía,
—Se trata del alma de esa pobre niña.
—¿De su alma?
—De la libertad que la dejas para tener toda clase de
-amistades.
—¡Pero si eso no es verdadl
—¡Cómo que no es verdad? ¿Me negarás lo que yo
misma he visto?
—¿Pero que" has visto tú, leugua de maldades?
Rosalía se acerca y dice al oído de su hermana con
«íierto aire misterioso:
—Merceditas trata con varios amigos de distinta condición, que la enseñan lo que no debe saber una señorita.
—1 Falso!
—Merceditas aprende de esos malos amigos lo que tu
no te has atrevido á decirle, ni aun con rodeos y perífrasis.
—¡Mentira, más que mentiral
—Merceditas conoce los secretos de muchos vicios é
iniquidades, que ni siquiera se los pintan como iniquidades y vicios para odiarlos y abominar de ellos, sino que
se los pintau con colores do seducción y como cosa corriente en el mundo.
—¿Pero tú quieres matarme, Rosalía? ¿Pero tú te gozas
sn martirizar á una madre? ¿Pero dónde ocurre eso?
—Aquí; en esta casa.
—¿Y cuándo, Dios mío, cuándo?
—Ahora mismo.
—¿Ahora mismo?
—Sí, hermana raía; y por doloroso que sea para1 ti, te
invito á que lo presencies.
—¡Varaos allá!... Yo me vuelvo loca! (Jesús, JeBÚs, dice
para sí D.ft Mercedes, ¿será cosa de su padre que es un
despreocupado? ¿tendrá relaciones la niña sin yo saberlo?
¿le habrá ocurrido alguna desgracia?)
n
Tras de un buen rodeo Rosalía y D.a Mercedes se sitúan cerca del estanque donde Merceditas continúa ilustráudose y recreándose, sin alzar la vista á mirar á nadie;
tan embebida se halla en su labor. Rosalía aprieta el brazo de su hermana y le dice:—Ahí tienes á tu hija rcdeada
de perversos amigos.
—¡Bah! dice la madre como si se le quitara un gran
peso de eocima; periódicos, revistas, novelas
—Sí, pero periódicos malos; revistas que entran por
todo como la romana del Infierno; novelas que secan las
•fuentes del bien y de la belleza; periódicos, revistas y novólas inspiradas por el mismo demonio.
—jBahl bobadas y aprensiones: yo creía que era otra
cosa
Y D.a Mercedes procurando no hacer ruido para no
interrumpir la labor de su niña, vuelve á su casa, y á su
•«uarto, y á su butaca, y á su observatorio, continuando el
jrezo de las horas con la calma de un alma bienaventurada.
Memento, rerum Conditor
nostri quod olim corporis, etc.
,
205
Rosalía, vencida en su última batalla, á pesar del aparato teatral desplegado para despertar á su hermana y
curar á su sobrina, se retira también á su cuarto, y al pasar por el de su hermana, no vuelve á tocar con los nudillos, contentándose con recitar á media voz aquellos versos de Zorilla:
Mientras VOB rogáia á Dios,
viene el diablo y os la quita
jY no será porque el poder de la oración se haya abreviado en nuestros díasl
PEDRO CRESPO.
NUESTROS GRABADOS
Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de
Iciar.—En término jurisdiccional de Deva, pueblo de la
provincia de Guipúzcoa, se levanta el famoso santuario
de Nuestra Señora de Iciar, cuya sagrada imagen es muy
venerada en toda aquella región.
La iglesia en que recibe culto la milagrosa Virgen es
una de las primeras obras de la Edad media, construida
por el célebre arquitecto Araoz.
A ia amabilidad de nuestro querido paisano el celoso
sacerdote navarro y párroco del santuario de Iciar, don
Francisco Tellechea, debemos la publicación de esta fotografía.
El "Toboggan" en el Ensanche de Pamplona.
~ La idea de esta diversión es originaria de Bélgica y fue
importada á nuestra ciudad por un pamplonés, con motivo de un viaje que hizo á aquella populosa nación.
Aquí, en Pamplona, se perfeccionó la idea y se constituyó una sociedad jjara la realización y explotación del
proyecto, compuesta de los Sres. D. Eugenio Lizarraga,
D. Martín Loydi, D. Joaquín Solórzano y D. Martín Aldaz; la cual lo llevó á feliz término obteniendo del Estado, en 26 de Junio de 1907, patente de invención por
cinco años.
El aparato, como se ve en el grabado, está sostenido
por un caballete central que mide 18 metros de altura,
compuesto de tres pisos: sobre él descansan las dos espirales de subida y bajada. La de subida, que es una escalera, se distingue por tres fajas.de madera pintadas con
los colores cuyo conjunto forma la bandera española; y
la de bajada se compone de horquillas de madera en las
cuales van clavados los listones que forman el canal, cuyo recorrido mide 70 metros.
El primer Toboggan se levantó en nuestra capital en
terrenos del Ensanche, siendo construido en los talleres de
carpintería de la señora Viuda de Loydi é Hijo. Se inauguró en las fiestas de San Fermín del referido año 1907,
cuya diversión causó gratísima sorpresa al público pamplonés, el cual quiso honrar el invento de sus convecinos
tomando parte grandes muchedumbres, sin interrupción,
en aquel higiénico y emocionante juego.
Más tarde ee instaló en San Sebastián, Zaragoza, Valencia, Madrid, Barcelona y Santander. En estas tres últimas poblaciones está actualmente funcionando, y en los
próximos días se levantará otro en la Exposición de Zaragoza.
Nuestra fotografía reproduce el Toboggan instalado en
nuestras fiestas de San Fermín del presente año 1908.
Misioneros navarros.—El día 25 de Julio de 1908,
festividad de Santiago, se celebró en el convento de Capuchinos de Pamplona una solemne función de despedida, dedicada á los Padres y Hermanos de aquella Orden
que habían sido destinados á las misiones de Chile y la
Argentina.
Dijo la misa el Rdo. Padre Provincial de Navarra-Ara*
gón, Fr. Ildefonso de Ciaurriz, y oficiaron de diáconos los
Padres Fr. Luis de Muru-astráin y Fr. Eduardo de Ca-
LA AVALANCHA
206
Barroso. El Padre Fr. Joaquín de Pamplona predicó un
fervoroso sermón de circunstancias.
Al final del acto los religiosos fueron acercándose individualmente al Rdo. Padre Provincial, ante el que hicieron la consagración de SUB vidas á las misiones de América, imponiéndoles aquél el crucifijo de misioneros, y
dándoles las letras de obediencia.
Los nuevos misioneros eran los Padres Jenaro de Artavia, Remigio de Pamplona, Dionisio de Echalar, Joaquín do Sumbilla y Fidel de Sangüesa, y los Hermanos
Fr. Escolástico de Otano y Fr. José Miguel de Madrid,
que, junto con el Rdo. Padre José de Legarda, Custodio
General de Chile y la Argentina, y del que nos ocupamos
en nuestro número del 7 de Septiembre de 1906, forman
el grupo fotográfico que honra nuestras páginas, el cual
fue obtenido momentos después de la sagrada ceremonia.
EL P. GENARO DE ARTAVIA, en el mundo D. Genaro
Rubio y Echalar, nació en Artavia el 14 de Julio de 1882.
Tomó el hábito capuchino el 7 de Enero de 1900 y profesó el 20 de Enero de 1901. Se ordenó de presbítero el
21 de Octubre de 1906.
EL P. REMIGIO DE PAMPLONA, en el siglo D. Remigio
Echegaray y Asco, nació en Pamplona el 1.° de Octubre
de 1867. Tomó el hábito en 1.° de Septiembre de 1888 y
profesó el 8 de Septiembre de 1889, habiéndose ordenado
de presbítero el 11 de Octubre de 1891.
Ei, P. DIONISIO DE ECHALAR, en el mundo D. Dionisio
Aríztegui é Iparaguirre, nació en Echalar el 14 de Mayo
de 1877, habiendo tomado el hábito el 1.° de Noviembre
de 1896; profesó el 1.° de Noviembre de 1897 y se ordenó de presbítero el 17 de Marzo de 1901.
EL P. JOAQUÍN DE SUMBILLA, en el siglo D. Justo Agesta
y Almándoz, nació.en Sumbilla el 6 de Agosto de 1875.
Tomó el hábito el 16 de Diciembre de 1895 y profesó el
20 de Diciembre de 1896. Se ordenó de presbítero el 9
de Junio de 1906.
EL P. FIDEL DE SANGÜESA, en el mundo D. Gregorio
Villanueva y Abaurrea, nació en Sangüesa el 28 de Noviembre de 1880, habiendo tomado el hábito el 8 de Octubre de 1900. Profesó el 9 de Octubre de 1901 y recibió
el Orden del presbiterado el 18 de Abril de 1908.
FR. ESCOLÁSTICO DE OTANO, en el mundo D. Escolástico
Munetay Urdánoz, nació en Otano el 10 de Febrero do
1869. Tomó el hábito el 1.° de Mayo de 1888 y profesó
el 25 de Marzo de 1890.
FR. JUSÉ MIGUEL DE MADRID, en el siglo D. José Giacomazzi y Toledano, nació en Madrid el 12 de Julio de
1857. Tomó el hábito el 7 de Enero de 1900 y profesó el
20 de Enero de 1901.
Los misioneros capuchinos embarcaron en Barcelona
el 3 de Agosto de 1908, en el vapor León XIII, con rumbo á Chile y la Argentina.
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AESA REVUELTA
Asambleístas navarros de la Buena Prensa.—Desde nuestro último número se han inscripto en
esta diócesis, como socios de la Asamblea de la Buena
Prensa que ha de celebrarse en Zaragoza del 21 al 24
del actual, los siguientes señoree:
DH PAMPLONA.—Iltre. 8r. D. Pablo Romeo, chantre de
la catedral; Iltre. Sr. D. Juan Serra, canónigo; D. Francisco González, párroco de San Saturnino; D. Antonio
García de Galdeano, párroco de San Juan Bautista; don
Alejandro Odériz, rector del Colegio de San Juan Bautista; D. Luis San Miguel, coadjutor de San Agustín; don
Luis Picatosto y D. .Rafael Osácar.
DE FUERA DE PAMPLONA.—Iltre. Sr. D. Juan Ángel
Echarri, canónigo de Roncesvalles; D. Pablo Zabalza, párroco de Puente la Reina; D. Eusebio Armendáriz, párroco de Munárriz; D. Justo Macaya, párroco de Zabalza;
D. Domingo Alfonso, párroco de San Miguel de Estella;
D. Felipe Echalecu, párroco de Erroz; D. Modesto Uriz,
párroco de Lerruz; D. Benito San Miguel, coadjutor de
Estella; D. A. José A Id a va, de Olite; D.a Micaela Egüés,
de Uroz; D. Gracián Olaverri, párroco de Saragüeta;
D. José María Sagüés, párroco de Gofii; D. José Zuriáin,
párroco de Unanua; D. Justo Albizu, párroco de Alcoz;.
D. Fermín Goicoechea, capellán del Asilo de Alcoz; don
Juan Miguel Guerendiáin, párroco de Guerendiáin; don
Corpus Gario, capellán de las Clarisas de Estella; D. Antolín Oscoz, párroco de Esáin; D. Carlos Andueza, coadjutor de Milagro; D. Ángel Sarasa, párroco de Erice; don
Pedro Beramendi, párroco de Ochovi; D. Mariano Orrio,
párroco de Lizaso; D. Tomás Goicoa, párroco de Elzaburu; D. Gabriel Ciganda, de Arraiz; D. Faustino Guerendiáin, presbítero, de Iráizoz; D. Javier I barra, párroco de
Arrieta, y D.* Rita Guerendiáin, de Iráizoz.
Los que deseen inscribirse como socios de la Asamblea
de la Buena Prensa, pueden hacerlo en la imprenta y librería de D. Jesús García, Estafeta, 31, Pamplona.
Cesan los opúsculos de Madrid.—Hemos recibido una circular del Apostolado de la Prensa, de Madrid, suscrita por el director, el Rdo. Padre Francisco de
Paula Garzón, de la Compañía de Jesús, notificándonos
que cesa la publicación de los opúsculos mensuales que
aquel Apostolado venía editando desde hace diez y seis
años. He aquí los párrafos más importantes de la expresada circular:
«Terminada con el opúsculo de AgoBto la serie de los
que-deBde el principio del año 1892 viene publicando
sensualmente el Apostolado de la Prensa, tiene ya el público católico, en los 200 editados hasta el mee actual,
una verdadera biblioteca de índole popular, en la que se
tratan en forma siempre sencilla, pero siempre interesante y sólida, cuantas materias de orden moral y religioso
son objeto de debate en nuestros días.
»Podríamos continuar la edición mensual de nuestros
opúsculos, que no cesa, ni por falta de suscriptores, ni
menos aún de escritores excelentes, dispuestos á defender siempre los derechos de Dios y de la Iglesia; pero
confesamos paladinamente que no conocemos materia alguna propia para esta propaganda de difusión popular
que, directa ó indirectamente, no haya sido tratada y aun
agotada por nuestros folletos.
>Por eso desde el mes de Agosto de eBte año cesa
la publicación de nuestros opúsculos, concretándose en
adelante el Apostolado de la Prensa á reproducir sin cesar aquellos que se vayan agotando, y á esperar de esta
manera el poder cooperar eficazmente á la difusión de la
verdad cristiana entre nuestras clases populares.
>Esto no quita que, siempre que las circunstancias exijan de nosotros que un libro ó un opúsculo salga á la defensa de una verdad religiosa combatida, ó de un sagrado derecho conculcado, publique el Apostolado de la Prensa lo que la necesidad exija de nosotros; pero sin esa periodicidad mensual que hacia del Apostolado de la Prensa
objeto de suscripción para nuestros favorecedores.»
Dos acontecimientos católicos en Zaragoza
N la última decena de este mes tendrán lugar, en
la histórica y religiosa ciudad de Zaragoza, dos
acontecimientos católicos de verdadera importancia y trascendencia. Nos referimos á la Segunda Asamblea nacional de la Buena Prensa y
al Cuarto Congreso Mariano Internacional. Estos dos actos no Bon BÍmpIemeute solemnidades católicas
áfi devoción, no son hechos aislados en la historia de la
2DT
LA AVALANCHA
Iglesia; son algo más que esto y mucho más: lo mismo la
Asamblea que el Congrego serán manifestaciones públicas
de fe; entusiastas, grandiosas é imponentes manifestaciones de la actividad católica en nuestra patria y fuera de
ella; serán centros de activísima propaganda, de los cuales saldrán apóstoles insignes que se dedicarán luego á
difundir la verdad por doquier, á exterminar el error y
el vicio, y á ligar á todos los corazones con el amor á la
Virgen Santísima, Madre de todos los hombres.
La Asamblea de la Buena Preusa se inaugurará el día
21, siendo su fin fomentar la fe y combatir la impiedad
por medio de la prensa católica. Son incalculables los
trastornos ocasionados por la mala prenBa. Los Sumos
Pontífices Pío IX y León XIII, y hoy día Pío X, han insistido sucesivamente en encarecer la necesidad de fomentar por todos los medios posibles la lectura de periódicos y libros ortodoxos, que sirvan de freno á las demasías de los heterodoxos ó inmorales. Los obispos de todas las naciones, fieles á las instrucciones de la Santa
Sede, en sus pastorales han exhortado repetidas veces
también al clero y al pueblo para que destierren de sus
parroquias y hogares la cizaña de la prensa mala y siembren á manos llenas la puramente católica.
Para que la labor en pro de la buena prensa fuese
general y obedezca á un mismo plan, se han celebrado y
se celebran Asambleas de la Buena Prensa en diferentes
países. Aquí en España tuvo lugar en Sevilla, el año 1904,
una memorable asamblea cuyos frutos han sido muchos
y de suma importancia. Merced á los beneméritos trabajos y acuerdos de aquellos ilustres asambleístas, se ha difundido en grande escala en toda nuestra patria el apostolado de la prensa. Los seminaristas de Sevilla tienen la
gloria de haber sido los primeros en su clase que se han
lanzado con empeño y vigor á la difusión de buenos escritos, y como órgano de propaganda fundaron el año
pasado el periódico Ora et labora, que es un verdadero
monumento docente. Los aspirantes al sacerdocio de la
diócesis de Sevilla se dedican con santo entusiasmo, en
los meses de verano, á la evangelización en sus respectivos pueblos, siendo auxiliares eficacísimos de sua párrocos. Su nobilísima iniciativa ha sido secundada por la
.mayoría de los seminarios españoles, y este año funcionan ya centros de propaganda de la buena prensa en
casi todos los de España. Sin embargo, la prensa impía
no se da por vencida y continúa con osadía su nefanda
obra de esparcir por doquier malas semillas, que engendran la duda y que desencadenan todas las pasiones y
vicios humanos, para que lá sociedad se convierta en verdadero océano de maldad, De ahí la razón de ser de la
próxima Asamblea de Zaragoza. El objeto de la misma
no es otro que continuar la obra de la de Sevilla, afian*
zar lo que allí se acordó, seguir con entusiasmo en la difuBión de la buena prensa. Los periódicos sectarios, comprendiendo que la asamblea va á ser para ellos una verdadera fuerza aplastante, dirigen á la misma todos los
dicterios imaginables. Los católicos españoles debemos
trabajar con tanto más ahínco cuanto más nos combata
la mala prensa, y por esto conviene que todos tomemos
parte en la Asamblea de Zaragoza, con escritos, recursos
y oraciones. Cada cual ofrezca lo que buenamente pueda.
La Asamblea será grandiosa, pues tiene la bendición de
S. S. Pío X, y se han adherido á la misma loa Prelados
españoles, muchos periódicos y corporaciones, millares
de particulares de todas las clases sociales, y los infatigables seminaristas de Sevilla y los de la mayoría de las
demás diócesis.
¡Acudan los que puedan á la Asamblea de Zaragoza,
para oír á los insignes propagandistas de la buena preuBa, y en especial al apóstol eminente de la prensa católica, el sapientísimo obispo de Jaca, reverendísimo doctor
D. Antolíu López Peláez, preclarísimo autor de las celebérrimas obras La censura eclesiástica, Los daños del
libro, La importancia de la prensa y La cruzada de la
buena prensa, y de otras muchas; libros que son verdaderas cascadas de soberana erudición y elocuencia, arsenal
inmenso para formar propagandistas católicos y armas
infrangibies para aterrar no sólo á la prensa sectaria, si
que también á toda la impiedad! ¡De los labios de tan
ilustre Prelado, ornamento esplendente de la Iglesia, brotarán en la ciudad del Pilar nuevas cascadas de argumentos contundentes, palabras vigorosas, párrafos gigantescos, períodos y discursos portentosos que, con la gracia divina, servirán para emprender con acierto la cruzada de la buena prensa y obtener el más brillante de los
éxitos!
F. NAHOT.
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t
D. DIONISIO MARTÍN Y ROS,
D. JUAN HEHDIZABAL Y JAUREGUI.
PRESBÍTERO
y surto de la Biblioteca Católico-Propagandista,
falleció en Uztárroz el 23 de Agosto de1908.
—D. E. P.—
socio lie la Biblioteca Catolica-Propagandlsta,
falleció en Pamplona el 28 de Agosto de 1908,
' .
—D. E. P.—
--
£ a referida. Sociedad u su óroano en
a prensa L a A v a l a n c h a , ruegan á
los socios, lectores y personas piadosas,
hagan la caridad de encomendarle á
©iios en sus oraciones.
£ a referida Sociedad y su órgano en
la prensa La A v a l a n c h a , ruegan a
los socios, lectores y personas piadosas,
hagan la caridad de encomendarle á
©ios en sus oraciones.
Su Santidad el Papa León XIII, en Breve de 19 de Diciembre de 1890, concedió sesenta días de indnlgonoia por
recar oinoo Padrenuestros y Avemarias «n sufragio de 1*8
almas da los aooius difuntos.
Su Santidad el Papa León XIII, en Breve de 19 de Diciembre de 1890, conoedio sesenta días de indulgencia por
rejsar oinoo Padrenuestros y Avemarias en sufragio de las
almas de los socios difuntos.
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