ANO XIV NÚM. PAMPLONA 7 de Septiembre de 1908 324 (g) Con censura eclesiástica DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN iSíiofeca {^afófico-^ropagartdisfa T E J E R Í A , 4 0 , 2.°, Ia¡q.a -HE- IT FÁBRICA DE BANDERAS L Hospicio de Vitoria ha acordado distribuir, entre los asilados que más se han distinguido por su aplicación y buena conducta, unas suscripciones del semanario titulado Gente menuda. Y el periódico A B C, padre de la criatura in iüo tempore, y actualmente uno dé sus hermanos mayores, anuncia el acontecimiento como un triunfo de Gente menuda, y como prueba de que "el referido semanario no sólo es notable y ameno por sus preciosos fotograbados, sino que se le considera interesante, instructivo y moralizador por su texto,,. Y ello es verdad, salvo error ú omisión, como se dice al poner una cuenta; ello es verdad que, salvo alguna de esas escapatorias involuntarias, Gente menuda es un semanario ameno, interesante é instructivo que puede ponerse en todas las manos sin mancharlas, para entretener los ocios y saciar la terrible curiosidad de los niños, siempre sedientos de novedades. Es verdad que Gente menuda no es periódico malo, ni siquiera tonto, sino lleno de encanto y hasta con sus cuentos morales y sus historietas piadosas, ilustradas con el recuerdo del Santo ó de sus fundaciones y portentos. Pero esto es lo terrible y lo que sería capaz de descorazonar á los que hemos consumido la vida en esta empresa del periodismo católico, si sólo pusiésemos los ojos en lo que pasa á nuestro alrededor, y no los levantásemos al cielo en busca de luz y fuerzas. Lo terrible es que Gente menuda no es semanario de ninguna empresa católica, sino de una empresa liberal por sus cuatro costados, que para mejor salir airosa con su empeño ha -distribuido al público español en clases, y á cada clase le sirve lo que le gusta, desde el agua azucarada de Gente menuda, hasta el aguardiente con pólvora de Gedeón. Cinco periódicos tiene esta nueva fábrica de banderas, que es uno de los granos que le han salido al trust (formado por El Imparcial, Heraldo y El Liberal, con sus retoños de provincias) y le han salido á Hspaña; porque bueno es que se tiren los trastos á la cabeza unos y otros liberales, pero no hay que olvidar un momento que el terreno que ocupan está arrebatado á la Patria y á la Religión. Estos cinco periódicos son un diario, A B C, y cuatro semanarios que se llaman Blanco y Negro, Gedeón, Actualidades y Gente menuda. De todos ellos, el primero, el segundo y el cuarto tienen el mismo carácter, ó el mismo color, olor y sabor; es decir, que son de los periódicos que entran por todo como la romana del Infierno, y lo mismo publican la noticia del último suicidio que de la última misión; con la misma Fruición estampan el retrato del criminal ó crimínala de moda, que de un obispo ó un misionero piadosamente fallecidos; y en el mismo número, por ejemplo, cantan endechas y décimas á Jesús crucificado, y le vuelven á crucificar en prosa y verso, á pluma y á lápiz, de negro ó con colores. Y es tal la confusión reinante (y el estrago que, como decía una abuela de sus nietos, causó la muerte de San Agustín en el mundo, pues se llevó todo el entendimiento que había), que ya son muchas las gentes de todas castas y condiciones, y hasta de todas ropas, que están suscriptas y leen estos periódicos, con la excusa de que los hay peores: que es como si yo me pusiese á robar disculpándome con decir lo de la honrada compañía de Monipodio, que peor cosa es ser sodomita y excomulgado. Pero como en el mundo hay gentes de paladar más estragado y que no se contentan con querer servir á dos señores, sino que sólo quieren servir á uno, y ése con rabo, la empresa tiene para tales sujetos un periódico del calibre de Gedeón, con chistes que revuelven el estómago, rabioso liberal y anticlerical, y libre y horro de toda hipocresía. * Por el contrario, como en el mundo hay muchedumbre de niños y niñas inocentes, hijos de padres cristianos que saben que nada pueden consentirles contra las leyes de Dios y de su Santa Madre la Iglesia, y de padres que, aunque verdes y con asa, quieren que sus hijos 198 LA AVALANCHA no les imiten á ellos y se críen con el mayor recato y la mejor opinión, de ahí que la empresa les sirva á unos y á otros las inocentes páginas de Gente menuda: ¡y todo es ganancia! ¡Y ían perra gorda es la que se gana con el • semanario ameno y moralizador, como la que se adquiere á costa del semanario perverso y obsceno! Y sin embargo, llovía. Y mientras tanto los católicos duermen, y cuando despiertan sólo es por un momento, para volver á caer en la más tranquila de las siestas sanchopancescas. Mientras nuestros enemigos invaden nuestro campo y nuestras casas, discurriendo, trabajando y descrismándose pensando de qué manera conquistarán las familias y las almas, los católicos poderosos no oponen al periódico el periódico, al semanario el semanario, á la empresa la empresa; y ni siquiera á la hora de la muerte se acuerdan de que en el mundo está planteada una guerra sin cuartel entre la ciudad tie Dios y la ciudad de Satanás, pues siendo tan pródigos para otras obras de piedad, sólo para la prensa católica son míseros y cerrados. No diré yo, como un Famoso escritor francés, que una de las cosas que han contribuido á la actual perdición de Francia es la manía de la edificación que les entró al clero y á las Órdenes religiosas; no diré yo que sean míseros y tacaños los católicos poderosos cuando se trate de emplear su dinero en levantar y abrillantar edificios donde se rinda culto espléndido al Dios verdadero y se cobijen las almas privilegiadas que, como la María del Evangelio, eligieron la mejor parte y no les será quitada; pero sí que digo que estamos en tiempos de guerra y de guerra crudísima, y en tales tiempos no es tan raro ver convertidas las iglesias eii cuarteles y los conventos en fábricas de armas ó lugares de escándalos; sí que digo que todo lo que edifiquen en un siglo los católicos lo destruye en un día una votación de Cortes; sí que digo que, cuando hay guerra, lo primero, lo más necesario, lo mejor es acudir á ella hasta que se logre su fin, que es la paz, al amparo de la cual ya pueden venir todas las manías de la edificación que dijo el escritor francés. Fuera de esto, ¿de qué servirán los mármoles y jaspes, los bronces y la plata y el oro, si cada día están las almas . más apartadas del sagrario? Recuerdo yo, y su recuerdo está grabado en mi corazón con caracteres indelebles, desde los días de mi niñez, una pobre parroquia de mi querida ciudad natal, limpia y alegre como un convento observantísimo; pero modesta, pobre y víctima del mal gusto de la época en que se fundó y ornamentó. Recuerdo su oscura capilla de la comunión, henchida de gentes de todas las castas y condiciones, los sábados y domingos por la mañana y las vísperas de fiestas. Recuerdo que cuando se acercaba la Pascua florida no se podía penetrar por ella: ¡tanta era la multitud de enfermos que esperaban ser limpios en la piscina de los confesionarios! Recuerdo que gentes celosas y amantes de Cristo comenzaron la reforma de la iglesia ' y sus dependencias, y en unos cuantos años de trabajo perseverante, la pobre parroquia de mi niñez quedó convertida en espléndido templo, donde no se sabe qué admirar más, porque todo es hermoso, rico y admirable. Pero cuando, peregrino en mi patria, vqlví á besar su tierra bendita y entré de nuevo en sus iglesias y visité aquella capilla de la comunión, testigo de tantas lágrimas y misericordias, ya no vi las muchedumbres apretadas esperando turno en los confesionarios, ya pude discurrir ampliamente por sus espaciosas naves y preciosas capillas Y no dije yo: ¡lástima de dinero, que parece alejas la gente de donde lo hay! porque bien empleado está en adornar la casa de Dios, de quien son todas las riquezas de la tierra; pero sí que me dije: si vamos como vamos, ¿qué será de estas maravillas dentro de un siglo? Sí que medije: ¡cuánto más grato es á Dios el perfume de un alma arrepentida, el tributo de unas lágrimas derramadas en el confesionario pobre y mugriento, que esta espléndida soledad! Sí que me dije: si en tiempos de la Reconquista . hubieran los cristianos edificado templos en tierra de moros, antes de reconquistadas y aseguradas, es probable que hubieran perdido el tiempo y el dinero, porque la guerra no es la paz y hay tiempos de correr y tiempos de pararse ESTANISLAO. EL CURA DE EPILA los anales religiosos, tan fecundos en emocionantes escenas, tropezamos entre otros con dos héroes por demás simpáticos, puesto que entregaron su vida en defensa del más augusto de los sacramentos. El uno es el niño Tarsicio, el cual, comisionado en los turbulentos tiempos del Emperador Valeriano para llevar en secreto á los cristianos el Pan do los fuertes, y no pudiendo disimular en el carmín de su rostro y en la compostura de su cuerpo el altísimo encargo que realizaba, fue reconocido por los gentiles; y antes de exponor tan valiosa prenda á la profanación de aquéllos, se abrazó con su dulce Dueño, le apretó contra su infantil corazón, y expiró asi de la manera más plácida y risueña que soñarse puede. El otro se llamaba el Padre Salesio, quien, defendiendo con tesón y valentía incontrastables la verdad del dogma de la Eucaristía, en presencia de audaces y empedernidos herejes, selló gloriosamente con su sangre el tema de su predicación. Pues bion, esta misma feliz suerte cupo al ignorado cura de Epila, en la azarosa época de la guerra de la Independencia. Cuenta Sotomayor, en su Diario de los Sitios de Zaragoza, que al penetrar los franceses eu la citada villa, temeroso sin duda el párroco de que aquellos salvajes estarían dispuestos á los más abominables actos, y acordándose de que el miis digno huésped del pueblo era el divino Prisionero del sagrario, corrió al altar mayor con el objeto de sacar y colocar en sitio más seguro el Sacramento: tomó el copón en su diestra, quiso atravesar las filas del enemigo, pero éste se opuso tenazmente: el sacerdote sostenía fervoroso y no quería soltar al Dios de sus amores. En esta coyuntura los franceses le atravesaron á bayonetazos, y allí, en la misma iglesia murió el cura de Epila con el copón en la mano. ¡CJué muerte más envidiable! Ignoro si alguna pluma galana ha tejido corona de alabanzas á tau digno ministro del Señor; pero por de contado, sea este artículo testimonio de nuestra admiración para con él, ahora que celebramos el centenario de tan magnas hazañas. ¿No cauto San Dámaso, en elegantes y pulidos versos, el tierno y poético ñn del niño Tarsicio? ¿No ensalzó San Ligorio, como él sabe hacerlo, el éxodo brillante de esto destierro del insigue Padre Salesio? Pues ¿cómo relegar al olvido la memoria del párroco de Epila, ai feneció como esos dos perínclitos atletas de Cristo? ¡Qué dicha tan incomparable! A la verdad, caso do que en el martirio existan diversos grados de brillantez, como los hay de luz en las estrellas, ciertamente que la palma déla belleza se la llevaría el martirio sufrido por la sublime Eucaristía. ¿No es ahí donde el Señor hace especial gala de ser el Amo absoluto de la naturaleza, derogando á diestro y siniestro sus leyes, realizando una obra tan extraordinaria que bieu puede definirse síntesis de inauditos prodigios y agotamiento de perfecciones diviuas? Con ser Dios omnipotente, dice el Doctor de Hipona, no puede hacer cosa mayor; con ser infinitamente sabio, no' sabe inventar cosa más preciosa; con ser infinitamente bueno, no alcanza á darnos cosa mejor que la que nos da on ese sacrosanto misterio. ]Loor, pues, y loor eterno al humilde párroco que defendió á Dios Hostia entre las bayonetas de los impíosl ¡Alabanza perpetua á quien prefirió ver destrozado su cuerpo y derramada su sangre, por no ver profanados el Cuerpo y Sangre de JesÚBl Recuerdo que, pocos afíos há, una revista incolora, inoECORRIENDO LA AVALANCHA dora é insípida enviaba una serie de preguntas á ciertos personajes distinguidos, para que las devolvieran contestadas según el parecer do cada cual, y una de ellas era ésta: —¿Cómo quisiera usted morir? Si á mí se me hiciera dicha pregunta, yo, incontinenti, sin vacilaciones, respondería de la siguiente manera; —Como el cura de Epila... ¡con el copón en la manol F. GOICOECIIEA, Pbro. UNO DÉ TANTOS —No le den ustedes yueltas al asunto. Eso de los milagros de Lourdes, es una superchería en muchos casos; en otros, se trata de curaciones debidas á causas naturales. Los curas y los frailes se valen de los supuestos milagros para mantener vivo el fanatismo religioso, que sin ese puntal hubiera desaparecido ya del mundo, arrollado por el progreso y la libertad. Después de haber pronunciado enfáticamente este pequeño discurso racionalista, miró fijamente Silvestre Cabezón á sus contertulios de café, para delectarse en el soberbio efecto que, según él se imaginaba, habría causado su elocuencia en el reducido auditorio que le escuchaba. Pero las palabras de Cabezón fueron acogidas con la mayor frialdad por los tertulianos <le la mesa del café. La vanidad oratoria de aquel • pobre hombre se sintió mortificada y le hizo exclamar con cierta acritud: —Temo que ustedes se hayan pasado á la reacción con armas y bagajes, á juzgar por el silencio con que han oído mis razones. —No se ofenda usted por ello, señor Cabezón. Lo que acaba de decir lo sabemos todos de memoria; y si acaso lo hubiéramos olvidado, se encargan de repetirlo á cada moRetablo de la Iglesia de mento los periódicos que á diario leemos en esta reunión de amigos políticos y del corazón. —Las verdades deben repetirse y aplaudirse á todas horas. La autosugestión es el único resorte de esas curaciones que los neos «tribuyen á la intervención divina. —Que nos dé su opinión sobre la materia D. Luis, que si bien no pertenece á nuestra tertulia se halla, accidentalmente, tomando café con nosotros, de ese famoso Lourdes, tan discutido en el mundo. El aludido es un señor entrado en años, forastero, de distinguido porte y corteses maneras. Al oir la invitación que se le dirigía, dijo con suma modestia: —Mi opinión individual pesa muy poco en un asunto tan grave y delicado como es el de las curaciones extraordinarias de Lourdes, que yo, hombre de fe, atribuyo á milagro, mientras que ustedes, de creencias negativas, califican de supercherías á lo sumo, concediendo mucho de su parte á efectos de la autosugestión. ¿Alguno de ustedes ha estado en Lourdes y ha presenciado esos hechos extraordinarios? Los interpelados se miran los unos á los otros y no responden á la pregunta formulada por D. Luis. 199 Éste reanuda la conversación en estos términos: —Ese silencio prueba que ustedes no han pisado, siquiera fuera por curiosidad, ese privilegiado rincón de Francia donde se registran sucesos tan maravillosos. Porque de haber estado ustedes en Lourdes no supondrían.como ligeramente lo hacen ustedes, que son fábulas y supercherías las curaciones milagrosas, sí señor, esta es la palabra, milagrosas. Porque los milagros de la gruta de Lourdes están sancionados por el sufragio universal de muchos miles de personas cosmopolitas, de todas las partes del mundo, de todas las clases sociales, ante quienes se desarrollan, y estos hechos maravillosos también son sellados de milagro con el cuño de la ciencia, pues los enfermos, antes de ser llevados á la piscina y de recibir la bendición del Santísimo, están en observación, bajo la vigilancia de los médicos y en un hospital especial en el que pueden ser visitados y lo son, en efecto, por católicos y disidentes, quienes se cercioran de que allí no hay engaño ni existen enfermedades simuladas. Y cuando se registra una curación extraordinaria, el enfermo curado es'* objeto de un minucioso reconocimiento, en la oficina de comprobación, por parte de los médicos. Y aun en el caso de que los doctores certifiquen la curación, no se califica como milagro si no concurren circunstancias muy extraordinarias. ¿Dónde está, pues, la superchería? Al observar Cabezón que D. Luis le cogía los dedos con la puerta, en lo de superchería, no quiso apearse de su asno y le interrumpió diciendo: —Bien,bien, admitamos como ciertos los hechos de Lourdes; no tengo en ello inconveniente; pero en este caso viene la teoría de la autosugestión á destruir el mito de las curaciones milagrosas. —Veo que anda usted muy1 atrasado en noticias. La que ha resultado un verdadero mito, es la hipótesis de la autosugestión, sostenida por el especialista en enfermedades nerviosas doctor Charcot, y á la que se agarró, como el náufrago á un clavo ardiendo, el novelista antimoral y naturalista Zola, para explicar los sucesos maravillosos que presenNuestra Señora de Iciar ció en Lourdes. Pero esta teoría de la autosugestión ha sufrido un golpe de muerte. Y quiénes creerán ustedes que han puesto en tela de juicio la doctrina de Charcot? Pues sus propios discípulos, los médicos materialistas y sugestionistas. En una reunión que han celebrado hace dos meses, se acordó revisar detenidamente todos los antecedentes relativos á los hechos calificados por Charcot de autosugestiones, porque el estado actual de la ciencia médica no permite que se admita con carácter general, y menos aun como absoluta, la hipótesis de la curación de las enfermedades por la autosugestión. De manera que esa teoría está mandada recoger por anticuada y absurda. La autosugestión no puede llegar á consolidar un miembro fracturado, ni restaurar un órgano deshecho, ni reconstituir un organismo degenerado por la miseria fisiológica. Para obtener estos prodigios es preciso el don de crear, negado al hombre y que sólo posee Dios, mal que pese á los que, cerrando los ojos ante la luz de los hechos, niegan la existencia de la eternidad. —No me doy, D. Luis, pues por algo llevo el apellido Cabezón. No creo en nada, y nadie me hará creer en los milagros. •o •-*• • t LA AVALANCHA 200 —Es inútil que sigamos hablando de este asunto, puesto que frente á mis razones y afirmaciones, usted se encierra en una negación sin base, sistemática y absurdamente fanática y sectaria. En cuanto á que usted no cree en nada, permítame le diga que dudo de su sinceridad. Probablemente usted será, como otros incrédulos, supersticioso. A Pocos días después de esta conversación, en que tan mal parado había quedado el orador de café Silvestre Cabezón, se hallaba reunida en pleno la pequeña tertulia racionalista. Cabezón, el sempiterno hablador, estaba aquel día afectado de melancolía; y el caso no era para menos, pues acababa de ver morir á su hijo, hermoso niño de cinco años. —Yo se lo había pronosticado á mi mujer—decía Cabezón.—Yo se lo he dicho muchas veces: nuestro hijo ha nacido con mal sino; vino al mundo en martes y era el día 13 del mes, dos circunstancias bien fatales por cierto. Además, durante la enfermedad del niño se le ha caído á la criada el salero al suelo, lo cual constituía otro presagio de desgracias. —Respeto, Sr. Cabezón, sus ideas sobre este particular. ¿Quién está exento, en absoluto, de preocupaciones? Yo mismo, lo confieso sin rebozo, creo en la fatalidad del número 13, hasta el punto de que si en esta mesa de café á que asisto asiduamente, llegan á reunirse trece personas, aunque alguna de ellas se pare aquí accidentalmente para hacer una breve pregunta, me escabullo bonitamente y me voy con la música á otra parte. —Lo propio hago—replica otro de los contertulios.— Tengo un miedo horrible á ese número. Hace pocos días nos sentamos á la mesa, en una venta, trece amigos, y para que desapareciera el maleficio del número hicimos que comiera en nuestra compañía un mendigo. —Ya que estamos en el terreno de las confidencias, he de manifestarles—dijo un cuarto en discordia—que yo me río del número 13; pero si al abrir la tienda ó al salir de casa, la primera persona que veo es un tuerto, creo firmemente que me ha de ocurrir en aquel día algún disgusto ó cosa peor; si mis ojos tropiezan con un jorobado, es segura una buena venta ó un suceso próspero. —Si D. Luis, el de los milagros, oyera nuestras respectivas confesiones, es seguro que se burlaría de nosotros en grande. —Ya me guardaré bien de hablar de estas cosas delante de fanáticos. En esta texitura continuó toda la tarde la conversación de aquellos hombres, que se jactaban de ser despreocupados en sentido religioso sin percatarse de que, por huir de la fe católica, se hundían en el abismo de las supersticiones más irracionales y estupendas. La falta de lógica es la norma de conducta de muchos individuos que á sí propios se consideran como superhombres. No creen en Dios, y tienen fe ciega en ciertos políticos de profesión; no admiten el Evangelio, y admiten como verdades inconcusas los infundios de la prensa sectaria; no quieren dogmas religiosos, y califican de indiscutibles y sagrados los principios racionalistas de la revolución universal; abominan de la infalibilidad del Papa, y declaran inviolable, irresponsable y santo al jefe del Estado, ora se trate de un monarca ó ya de un presidente de república; pregonan la independencia de la razón humana, y están sometidos de continuo á la tiranía de la secta, de la logia ó del comité político. El caso de Silvestre Cabezón y sus amigos de café, ignorantes discutidores de lo divino y humano, no es una ficción literaria, sino un cuadro copiado de la realidad. SATURNINO. CANTO AL TRABAJO (F*renliado qon la í^lor natural y el primer premio del CENTRO CATALÁN, en low Juegos florales* de Buenos-Aires) A ti, de Dios venida, dura ley del trabajo merecida, mi lira ruda su canción convierte. ¡A ti, fuente de vida! ¡A ti, dominadora de la suerte! Escucha, cómo canta la obscurísima voz de mi garganta, lo que tienes ¡oh ley! de creadora, lo que tienes de santa, lo que tienes de sabia y redentora. Porque eres fuente pura que manas ora de tu henchida hondura, fecunda y rica en mi cantar te llamo, porque eres levadura del humano vivir y porque te amo. Redimes y ennobleces, fecundas, regeneras, enriquecos, alegras, perfeccionas, multiplicas, el barro fortaleces y el alma en tus crisoles purificas. ¡Señor! si abandonado dejas al hombro a au primer pecado y la sabia sentencia no fulminas, hubiéranse asentado tumbas y cunas sobre muertas ruinas Mas tu voz iracunda fulminó la sentencia tremebunda, y por tocar en tus divinos labios, tornóse ley fecunda el rayo vengador do tus agravioa. Si de acres amarguras extraen laB abejas mieles puraB, ¿cómo Tú no Bacar de tu justicia paternales dulzuras para la humana original malicia? Fecundo hiciste el mundo, feliz nos le entregó tu amor profundo, y cuando el crimen tu rigor atrajo, nuevamente fecundo, si no feliz, nos lo tornó el Trabajo. Mirad, ojos atentos, toda la luz que radian sus portentos, todo el vigor que en sus empresas late, [no hay épicos acentos para cantar el colosal combate! ¡Mirad cómo la tierra provoca con el hierro á santa guerra, desgarrando sus senos productores, donde juntos soterra semillas, esperanzas y sudores! El boscaje descuaja, las peñas de su asiento desencaja, estimula veneros, ciega fosaB y el cerro escueto cuaja de arbóreas plantaciones vigorosas. Abajo, en la ancha vega, trenza el rio sereno y lo despliega, en innúmeros hilos de agua pura, red de cristal que riega opulentas alfombras de verdura. A veces, remansada, la detiene en la presa, y luego airada, la despeña en cascadas cristalinas con fuerza regulada que hace girar rodeznos y turbinas. ¡Mirad cómo los mares abruma con el peso de millares de buques que cargó con sus laborea y á remotos lugares los manda de sus obras portadores! ¡Mirad cómo devora distancias en la audaz locomotora que creó gallardísima y ligera!... {Mirad cómo perfora la montaña que estorba su carrera! ¡Cómo escarba en la hondura y persigue el filón dentro la obscura mina profunda, que el tesoro guarda! (Cómo la inmensa altura va conquistando entre la nube parda! ¡Cómo el taller agita, cómo en el templo del saber medita y trepida en las fábricas brioso, y en las calles palpita, y brega en los hogares codicioso! Labra, funde, modela, torna edén el erial, pinta, cineela, incrusta, sierra, pule y abrillanta, edifica, nivela, inventa, escribe, piensa, rima y canta. El rayo reluciente, fuego del cielo, espanto de la gente, ha convertido en dócil mensajero que de Oriente & Poniente lleva latidos de vivir ligero. Al padre y al esposo les da para los suyos pan sabroso, olvido al triste en su dolor profundo, salud al poderoso, honra a la patria y bienestar al mundo. Tiempos aun no venidos del imperio triunfal de los caldos: ¡Derramad pan honrado y paz bendita sobre hogares queridos que templos son donde el Trabajo habita! Tiempos tan esperados de la justicia, que avanzáis armados: ¡Sitiad por hambre, desquiciad las puertas, de alcázares dorados dó no las tengan al Trabajo abiertas! Vida que vive asida, savia sorbiendo de la ajena vida, iduenua en el polvo en criminal sosiego! rama soca ó podrida ¡perezca por el hacha y por el fuego! ¡Y gloria á ti, oh fecundo sol del Trabajo, bienhechor del mundo: Bin ofensa de Dios, que fue el primero, tú el creador segundo bien te puedes llamar del mundo entero! JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN» t ' • ..-*. . . - ' ; • < 201 LA AVALANCHA LA ORACIÓN DE LOS PESCADORES Descripción del paisaje UY cerca de la costa. Por un lado está la cordillera de montañas; por el otro, el horizonte difuso, interminable; atrás, otra serie de montañas, y á su izquierda, el puerto de donde han salido loa navegantes. El cielo y el mar tienen un colorido de azul claro, y la calma y el buen tiempo completan el cuadro. Entre la cordillera de montañas se divisa la Virgen de Iciar, á la que los pescadores dirigen la plegaria que va más abajo. de los navegantes! Dirige la última mirada á estos pobres marineros que te despiden con el último ¡agur! No les pierdas de tu vista; no desoigas BUS súplicas; el eco de sus cánticos será de libertad; el rechinar de sus estrobos, Befial de sufrimiento, y el hundirse de sus remos, recuerdo de tristeza. Quieren ser honrados siempre como sus padres, bascos como sus abuelos y libres como sus mayores. Ayúdanos, pues, Estrella de Basconia; tu recuerdo será eterno entre nosotros, y tu bendición, síntoma de felicidad. # ** Los marineros se cubren, empuñan los remos, y todos al unísono, con fuerza atlótica, rompen la marcha á alta mar. ADRIÁN DE LOTARTE. Situación de la trainera Todos los pescadores están de pie; las cabezas tienen descubiertas; con una de las manos sostienen el remo, con la otra, la boina, y mientras se escucha el ruido del flujo y reflujo del mar, con el balanceo ligero de la trainera los pescadores rezan. La oración ¡Estrella de la mañana! ¡Guía de los navegantes! Dirige una mirada hacia estos pobres que vienen á pedirte la bendición con una ferviente súplica. Ven, Estrella de Basconia; dirígenos una mirada de amor; en Ti confiamos, en Ti esperamos. Miral Alegría de los Angeles, cómo vamos á luchar con el mar; nosotros somos los humildes pescadores euskaros que abandonamos el hognr, que andamos siempre entre peligros y que, lo mismo en verano que en invierno, nuestras vidas están expuestas, y con nuestras vidas, las de nuestras íamilias. * ** Euskaros somos, Virgen Inmaculada, no noe importa luchar contra el oleaje continuo, Ger amenazados por el temporal, pasar noches y días en constante lucha con los elementos; luchadores somos de toda la vida, pero como luchadores, también hombres de fe, y por eso Te invocamos en nuestro auxilio. Contigo no importa luchar ni tampoco morir. + ** Pobres, muy pobres somos nosotros, pescadores euskaros; el trabajo penoso de noche y día nos consume y agota á veces nuestras fuerzas; nuestra vida es dura, sufrida, y al mismo tiempo resignada. Queremos que no noB falte el pan nuestro de cada día, porque nos contentamos con ól; nuestros sacrificios no serán recompensados en este mundo, no; esperamos que en el otro, en ese Cielo donde cada uno será recompensado según sus méritos, no os olvidéis. Madre nuestra, de estos pobres pescadores euskaros. Euskaros siempre, libres siempre, como han sido nuestras montañas y como lo fue Euskaria; no nos olvidamos jamás de nuestras tradicionales costumbres; ya lo ves, Estrella de Basconia; á Ti nos dirigimos antes de echar nuestras redes, en Ti esperamos siempre. No permitas, no, jamás que reneguemos de nuestra raza, ni que apostatemos de nuestro linaje, humilde, pero siempre honrado. Consérvanos siempre euskaros, siempre Ubres, hasta morir. * ** Aquí estamos en tu presencia, Estrella de Basconia; como buenos hijos que rodean á su madre, así te rodeamos nosotros siempre que podemos; dígnate enviarnos ta bendición; ven con nosotros, sigúenos hasta que no divisemos más que cielos y tierra; escucha nuestros clamores, presta atención á nuestras desdichas y ten piedad por nuestras familias y nuestro país Basconia. Por Basconia te pedimos; por Basconia te rogamos, porque al pedirte por ella te pedimos, te rogamos por nosotros. ¡Virgen Madre de Iciar! ¡Estrella de Basconia! ¡Guía {Continuación) María, que no se había alejado, vio salir á la marquesa, y se apresuró á volver al cuarto de Elia. Sus gritos atrajeron á todos los de la casa, cuando al entrar halló á la niña que había criado, que habiendo caído sin sentido, yacía en el suelo como un cadáver. Con pasos acelerados, y sostenida por D. Benigno, llegó la Asistenta. —¿Quó es esto?—exclamó, atravesando el cerco de criados que rodeaban á la inanimada Elia.—¿Qué ha sucedido? —¡Que se muere!... ¡que se muere!— gritaba María, que había perdido la cabeza. —jElia! |Elia! ¡Hija de mi corazón!—exclamó la Asistenta.—¡Un médico! ¡un médico! ¡Corred, volad todos! Don Benigno corrió á abrir la ventana; Pedro á traer vinagre. —jPero, María, eBtáa sin tinol—decía la Asistenta.— ¡Habla! Di: ¿quó ha motivado esto? —No lo sé,—respondió María;—yo no estaba aquí. —¿Pues dónde estabas, mujer descuidada? ¡Yo que confiaba en ti para cuidarla en su indisposición que creí level —Señora,—respondió María,—la señora marquesa me mandó salir. —¿Mi hermana ha estado aquí?—dijo sorprendida la Asistenta. En este momento Elia, que se había acostado sobre el sofá, abrió los ojos, los que apenas hubo fijado en el angustiado rostro de la Asistenta, cuando levantándose con un repentino impulso, se echó á sus pies, y abrazando sus rodillas, exclamó: —¡Señora, señora, yo no soy hija de una amiga vuestra! jSoy la despreciable hija de un bandolero de un padre que me abandonó! ¡Yo no soy digna de que me deis el dulce nombre de hijal ¡Llamadme esclava, señoral ¡Yo serviré á vuestros criados si no desdeñan mis servicios! ¡Yo me pondré en mi lugar, y poco me costará si de todos vuestros beneficios me dejáis el que más vale, el que más aprecio: vuestro cariño! Sus sollozos no la dejaron proseguir. La señora de Calatrava se había echado en un sillón, pálida, trémula; y á la más dolorosa sorpresa que se habla pintado en su franco y expresivo rostro, iba siguiendo la más violenta cólera. —¡Esto es una iniquidad!—murmuraba.—¡Esto es una vil traición! ¿Y á qué? ¡Y sin prevenirme!... ¡Eso es tener corazón de tigre! Levanta, hija mía,—dijo estrechando á 202 LA AVALANCHA Elia sobre su corazón;—este es tu lugar, y lo será siemme lleva á declararte que tanto tú como tus hijos podéis pre. Eres mi hija; y quien no te quiera considerar como renunciar para siempre, á mi amistad tú, á mis bietal, que se aleje de mi para siemprel ¡Yo te vengaré, hija nes ellos.» mía! ¡Quieren rebajarte! Hasta la palabra amisYo te subiré, ó he de potad inclusive escribió PAMPLONA der poco. ¡Hija raía, hija bien que mal D. BenigE— mía! 3DIE. no; pero cuando llegó á Pero Elia no responla de bienes se le cayó la dió: había caído en un pluma de las manos, y nuevo síncope, acompasuplicó á su señora, con ñado de delirio. un valor nunca visto en él, qué retractase aquella —jSefiora, señora! — inmeditada sentencia, ó gritó María, loca de doque le eximiese del cargo lor.—| La han matado! de estamparla; cargo que ¡Esto es una puñalada! le era imposible cumplir. ¡Señora, señora, la niña La Asistenta le arranestaba mala ya, y esto le có el papel de las manos, abre la sepultura! ¡Clama echó dos borrones, puso al cielo! ¿Qué le había con letras grandes y deshecho esta inocente, esta iguales la cuestionada rosa sin espinas? palabra bienes, firmó la Y María se deshacía carta, la dobló como Dios en lágrimas. quiBO, le puso una gran—María, no aflija usde y cuadrada oblea ented más á la señora,— carnada, luego el sobre, dijoD. Benigno, ainapary la envió en seguida á tar la vista del alterado casa de su cuñada. y lloroso semblante de la Asistenta. Media hora después —¡Consuélela usted si recibió una esquela pripuede!—contestó María. morosamente doblada. Entró en este momenEra este su contenido: to Pedro con el médico, «Las casas de Orrea y que hizo sangrar y recoCórdova han vivido siger en cama á Elia, proglos en opulencia y con metiendo volver algunas decoro, sin que para eso horas después. hubiesen menester tu Cuando éste se hubo caudal. Por lo tanto, lo ido, hizo seña la señora miramos todos con indiá D. Benigno de que la ferencia, dejando la sed siguiese, y se fue á au de oro á las clases y alcuarto. mas bajas. No me sucede —Traiga usted el tinotro tanto con tu amistero,—le dijo cuando se tad, que siento haber hubo sentado, con la voz perdido. He dado un paclara y las palabras breso acaso duro, pero nece* ves que le eran natura=51 Bario. A grandes males, les cuando estaba sobrexgrandes remedios. Pero EL TOBOGGAN EN EL ENSANCHE citada. no trato ni trataría de (fitografía de I). JíquMno garcía pean) disculparme, en razón de D. Benigno se aturru* lió de tal modo al oir esque no reconozco otro tas palabras y al presagiar lo que iba á suceder, que en juez á quien satisfacer que mi conciencia. lugar del tintero trajo el candelero. »Tu B. s. q. t. m. b.=lNÉs DE CÓKDOVA.» —¿En qué está usted pensando, hombre de Dios?—di—¡Y llama,—exclamó indignada la Asistenta después jo la Asistenta con rabia, levantándose y trayendo ella de leída la carta, llama esa cuñada mía grandes males al misma el tintero con la agilidad de una joven. que yo mime á ese ángel, y que la llame mi hija! ¿Podrá Cuando todo estuvo preparado, dijo la Asistenta: creerse? ¡Pues mi hija ha de ser, pésele á quien le pesare! —Escriba usted. De lo que es fácil deducir que la Asistenta estaba á Y dictó: . . . , mil leguas de sospechar la peripecia de aquel drama, cu«Me haB matado á mi Elia... yos efectos tocaba sin adivinar las causas. D, Benigno se detuvo, mientras temblaba la pluma enCABALLERO. tre sus dedos, como si la hubiese movido el airo. (jit-sfrecicnes « Ramiro —¿Por qué no escribe usted?—preguntó la Beñora. —Pero... ¿á quién va dirigida la carta?—preguntó á su vez D. Benigno, incapaz de empezar una carta sin encabezarla con el nombre de la persona á quien iba dirigida, —Ya lo dirá el sobre,—contestó deshaciéndose de impaciencia la Asistenta. —Elia,—repitió D. Benigno, después de haber estamEN EL PAÍS VASCO pado la frase. »Me has hecho traición,—siguió diciendo la Asistenta; —me has herido en la parte más sensible de mi corazón; (Continuación.) ¡me has ofendido irreconciliablemente! La crueldad de tu proceder con mi hija (subraye usted la palabra hija, don De esta manera se iban haciendo lugar entre loa crisBenigno): con mi hija... ¿Está? tianos, aprovechándose de sus necesidades, no meóos que —Sí señora,—respondió con doliente voz el secretario. de la benignidad de los Reyes, que les abrían la puerta para que entrasen á poblar distintas localidades, si ya no La señora prosiguió: fomentaban su engrandecimiento concediéndoles fueros. »Y tu ofensiva é inexplicable conducta para conmigo, INFLUENCIA DE LOS JUDÍOS 203 LA AVALANCHA -especiales, como veremos al estudiar su influencia política, igualando sus condiciones personales con las de los cristianos y permitiéndoles alternar con éstos, n o obstante las prohibiciones de IOB concilios toledanos, y especialm e n t e la del cuarto de Letrán, celebrado en 1215, cuyo •capítulo L X V I I prohibía severamente á los cristianos and a r en comercio con los judíos, q u e les agobiaban con usuras inmoderadas, y excitaba el celo de loa príncipes i -cristianos para q u e protegiesen á sus subditos contra la , -avaricia de los israelitas- Y como tal disposición no tuviese efecto e n el país vasco, el P a p a Gregorio I X , por su bula dada en Letrán á 7 de Junio de 1233 y séptimo de su pontiücado, llamó la atención del R e y D . Sancho V I I I •de Navarra, significándole el gran escándalo q u e resultaba de q u e anduviesen confundidos cristianos y judíos, y el peligro q u e con ello tenían d e mezclarse aquéllos con mujeres judías y éstos con cristianas. Y concluía amonest a n d o á dicho Monarca para q u e obligase á los israelitas é. llevar vestido distinto del de los cristianos, á fin de q u e pudieran ser siempre conocidos. Esta disposición envolvía gran trascendencia, puesto -que tendía á establecer u n valladar entre las dos razas, y á mantener vivo y perenne el antagonismo q u e originaba . la diferencia de religión y de categoría social, m u y en armonía con la idea q u e los cristianos tenían de los hijos »' -de J u d á h . Consistía la distinción de vestidos, según dis". posición expresa del Pontífice, en un ruedo de fieltro ó de paño de color de azafrán, de cuatro dedos de ancho e n BU •circunferencia, cosido sobre el vestido en el pecho y en la espalda. Igual solicitud mostró Gregorio I X respecto á los . reinos de Castilla y Portugal; pero si en dichas regiones • fue obedecida la disposición pontificia, no sucedió otro tanto en Navarra; como q u e al siguiente año volvió el mismo P a p a á dirigir otra bula al primero de los Teobal-dos, apretándole sobre las mencionadas divisas de los judíos. . . . . . . conducta su sucesor Teobaldo I I , á quien vemos e n 1256, no sólo no mortificando á los hijos de J u d á h e n modo alguno, sino a n d a n d o en tratos con ellos, como lo prueba una escritura otorgada por Lope Ortiz, baile de Tudela, cambiando u n a viña del R e y , y en nombre de éste, sita en el término de Albates, por otra q u e Bueno Eveminir, judío tudelano, tenía en la fuente de J u a n Díaz, con todas las seguridades y fianzas q u e eran de rigor, como si se tratase de un particular cualquiera, porque los judíos n o guardaban mayores consideraciones á los reyes q u e á los demás mortales, en tratando de dineros ó de bienes. Con este modo de ser de unos y otros, no es de admirar q u e la grey israelita alcanzara gran preponderancia en medio de u n pueblo q u e se veía precisado á acudir á los judíos para salir de sus apuros pecuniarios, y Dioa sabe cómo se aprovechaban los hebreos de las circunstancias, para saciar las dos ambiciones q u e siempre les h a n dominado: la de esquilmar por medio de la usura al pobre q u e caía en sus manos y la de humillar en cuanto pudieran al pueblo cristiano, á quien odiaban con odio de raza, de religión y de aspiraciones. A tal extremo llegó la cosa y tal arte se dieron los judíos para conseguir sus anhelos, que dieron lugar á uno de esos incidentes q u e con harta frecuencia se registran en la historia de la humanidad y que suelen traer provechosas enseñanzas. E l R e y D. Teobaldo II, q u e antes apenas había hecho caso do las amonestaciones pontificias, fue ahora precisamente quien acudió á la Sede Apostólica en demanda de auxilio, y el P a p a Alejandro I V , por su bula dada en Viterbo á 5 de Octubre de 1257 y tercero de su pontificado, le autorizó para quitar á los judíos todos los bienes q u e constase legítimamente habían hecho por medio de la usura, y devolverlos á sus legítimos dueños si pudieran ser hallados éstos, y, en caso contrario, para invertirlos e n usos piadosos. Este fue un golpe terrible para los israelitas vascos Fr. Escolástico de Otano P. F. Jenaro de Arlavia F. Remidió de Pamplona ?. JOSÉ de Legarda Fr. JOSÉ Miguel de Madrid P, Dionisio de Ecbalar P. Joaquín de Sumbilia (fotografía de 3, Jfquílmo Qarcla J)eór¡) No consta que este Monarca cumpliera el mandato de , y hay motivo para creer que siguiera la misma puesto que patentizaba el fin que les movía al relacionarsecón los cristianos, y estimulaba á éstos ano fiarse de tan 204 LA AVALANCHA interesados vecinoa. Ea cierto que no había otros medios de comunicación social entre los individuos de ambas razas; porque, encerrados los judíos en sus aljamas cercadas .de altos muros, no hacían pública su manera de vivir en cuanto á las interioridades domésticas, practicando sus ritos mosaicos y ejerciendo la poligamia, no obstante la prohibición señalada en el libro sagrado del Levítico, de contraer matrimonio dentro de los grados de parentesco prescritos en el mismo; pero podían tener cuantas mujeres pudiesen gobernar, no pudiendo desamparar á ninguna, sin desamparar á todas; conservaba el padre dentro deí hogar doméstico su extremada autoridad, á tenor de la memoria que guardaban de las costumbres patriarcales; autoridad que obtenía el hijo cuando contraía matrimonio, ai bien no quedaba del todo emancipado de la paterna, respetada hasta la tumba. Al cumplir los veinte años cobraba el varón respecto de la aljama los privilegios de la mayoridad, y en tal concepto figuraba ya en la capitación, considerado desde aquel momento como vasallo, ora del Rey, ora de loa maestres, prelados y magnates, para todo linaje de servicios. Tales condiciones 'hacían que la raza hebrea se acrecentase extraordinariamente, y creciesen por lo tanto los tributos que había de pagar á sus señores; pero no mejoraba por este concepto su situación Bocial en medio de un pueblo que veía con malos ojos la multiplicación de la raza deicida. Él pueblo cristiano odiaba al israelita, considerándolo abyecto y miserable, atento únicamente á BU propio negocio, sin creerle nunca bajo su palabra, sin concederle un sentimiento digno y noble, antes al contrario, viendo siempre en el judío al falsario, al pérfido y al hipócrita. Sin perjuicio de lo que diremos, al tratar de la influencia política de los hijos de Judáh en el pueblo vasco, séanos lícito traer aquí á colación un documento curiosísimo, que indica del modo más expresivo el concepto que el israelita merecía á sus cohabitantes, en materia de honradez y fidelidad. Tal es el famoso Juramento del Judío, que aparece en el Fuero general de Navarra (Lib. II, tit. VTI, cap. III), publicado en la segunda mitad del siglo XIII, y que, cualquiera que sea su compilador, no puede negarse que demostró cumplidamente el concepto que merecían á los cristianos los hijos de Israel y el grado de estimación social que éstos se habían granjeado con su grosera conducta. Al verificarse un juicio entre dos individuos de ambas razas, al cristiano le bastaba jurar sencillamente según la fórmula establecida en los casos respectivos, pero al judío se le obligaba á jurar según la ignominiosa y degradante fórmula que copiamos á continuación: »Di tu, ludio, ¿cómo has nompne?—H, »—Iuras tu a este Xpiano que dizes verdat, o dreito por aqueilla demanda que eill te fizo, & tu disist de non? —Iuro. »—Iuras por el Domino Dios Padre podorosso, que fizo Cielo, & tierras, Mar, & abismos, Angeles, Arcángeles, Tronos, & Dominaciones, Priucipatus, & Potestates, Cherubín, & Seraphin, & todas las Virtudes qui hi son? —Iuro. »—Iuras por aqueill Dios que se aparescio a Moyssen en el Mont de Sinay, en flama, & dixoli: Yo so qui so, & no hay otro Dios; & por el Sábado que tienen filloa de Isrraé'l, pues fueron librados de la captividat de Egipto, & por el mana que Dios lis imbiaua de Cielo a tierra n'el desierto, & por el Sancto Tabernáculo que fizo Moisses a Domino, & por Faltar de la tierra, que fizo Iacob, & por la GleBia & maraveíllas que vido Iacob?—Iuro. »— Iuras por el Sancto Sacrificio que Aaron et sus fixos sacrificaron en el Tabernáculo, & por el Arca que estaba en el Tabernáculo, & la verga de Moissen, & por las Tablas de Marmor, en que Dios escrivio la Ley, & por los cinco libros de Moisse'n, que es dito atora, & por los viervoa, & diez mandamientos que Dios vos mando custodír, & guardar, aquesto es: Non faras idola ninguna; nin nuilia imagen; amaras a Dios de todo tu corazón, & voluntad, & a tu próximo, aai como a ti mismo: curiaras el sábado: honraras padre & madre: non mataras: non dirás falso testimonio: non te periuraras: non furtaras: non fornicaras: non cubdiciaras muiller, nin nuylla ren de tu próximo. ¿Iuras?*—Iuro. »— ¿Iuras por el templo, que el Rey Salomón edifico a Domino en Ierusalern, & por el Sacrificio que bi sacrificaron Reyes & Sacerdotes, & por la Santa ley que Ieremias vos restauro, & por el Santo fuego que del cielo vino, & por el Cántico que fizieron los fíxos de Isrracl, & por el mandamiento que vos fizo Moissen quando subió al mont de Sinay por la Santa ley, & por la Espelunca dobla que dizen Stegrarissimor, do Moissen & los Patriarcas fueron enterrados en la piedra de Oreb?—Iuro. »—Iuras por el dito Adonay, Sabaoth, que fizo dia & nuit, Sol & Luna & Estrellas, & fizo siete dias, & en el seteno folgo; & crio a Adán, & formo a Eua, & los pusso en Paraisso, & salvo a Noe del diluvio, & sus fixos, & fundo la Mar, & li dio términos, diciendo: Ata aqui venran tus ondas inflantes, & aqui te quebrantaras?—Iuro. >—¿Iuras por los tres Patriarcas Habraham, Isaac, Jacob & por loa doze Profetas qui anunciaron el avenimiento de Domino Dios: Samuel, Isaías, leremias, Eszequias, Daniel, Ioe"l, Amos, Abdias, lonas, Micheas, Naun, Abacuc, Sofonias, Ageus, Zacarías, Moyses, Iossue, Aron, David, & por todos los Profetas, que anunciaron el avenimiento de Messias, qui est Domino Dios Salvador, & por la Santa Ciudad de Ierusalem, & por la Santa Sinagoga, en que tu adoras, & por la cabeza de tu Rabbi?—Di: Iuro. «Agora te coniuro, ludio, por todas las palabras que tu has iurado, que digas verdat, & non iures en falso por el Sancto Nombre de Dios, Eloin, Adonay, Sabaoth; & si mientes, venga sobre ti la su yra, & fágate fambre, & set, angustia, rencura & dolor.—Di: Amen. cEt si mientes o niegas verdat, cayante los cabellos de la tu cabeza, de la barba & de las ceias, & pierdas la lumbre de los OÍOS, & echet' Domino Dios en tierra, en que ninguno non habita, entre gente que non te cognoscan, & fiergate Dios de piaga mala, & sarna, & podredura; pudrates el tu aliento de tu boca, & tornes gánente, & sias contreito, & sordo, & siego.—Di: Amen. tPlantes vina, & non comas deilla si mientes; lo que tu ganes et ganaras, coman los homes estrainos; & ansi fillos & nietos que de tus lomos iscan, o de tu serán, vayan siempre a zaga; & el Dios que nunca mentio, ni mentira,, destruya a ti, & a tu caBa, & siempre lo ayas irado, si mientes.—Di: Amen. MARIANO ARIGITA. (Continuará.) RETRATOS AL CARBÓN D.* ROSALÍA, hermana de D.» MERCEDES, madre de MERCEDITAS, que no habla., PERSONAJES: (La escena en una casa de campo, antiguo palacio de los Marqueses del Sol creciente, que hubieron de cederlo á sus acreedores, por virtud de la fortuna menguante =Habita la magnifica quinta una familia de comerciantes acaudalados.=En la Bala del billar juegan, fuman y beben cerveza los hombres, aguardando la hora del almuerzo.=MercodÍtas, hija única de los dueños, permanece al lado del estanque sentada en una soberbia mecedora, rodeada de revistas ilustradas, periódicos y novelas de todos los colores.—Su madre D.* Mercedes reza los Maitines y Laudes del Oficio parvo, en una Balita contigua a la capilla de la casa, repanchigada en uua butaca; pero mirando de vez en cuando, por la media puerta abierta, el retablo del altar, presidido por una imagen de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.) I Rosalía, dando con los nudillos en la puerta donde reza D.a Mercedes. —¿Se puede entrar?....(Silendo) —¿Es permitido á un simple mortal, ó á una señora simple, penetrar en el templo de la piedad en latín? D.a Mercedes hace seña que si, con la mano, y continúa rezando y alzando un poquito la voz: Juvenes et virginis ••••» • • . . * ,;S* •:.:-¿:---y" LA AVALANCHA senes cum junioribus laudent nomen Domini, * quia exaltatum est nomen ejus sólius. (Al llegar aquí interrumpe las alabanzas y dice á BU hermana: ¿me permites que acabe?) —jDigo! Y que vuelvas á comenzar otra vez el oficio, ai tienes gusto en ello. Pausa de dos minutos. Al cabo de ellos, D.a Mercedes ^cierra el librito del oficio, dice Amen, se quita los anteojos y pregunta con aparente tranquilidad. —¿Qué hay de nuevo, hermana? —Grandes cosas. —Serán cosas tuyas. —No, sino de tu hija. —¿De Merceditas? —De Merceditas. —¿Pero le pasa algo? —Tranquilízate. —¿Se ha puesto enferma?—dice la madre, y va á llamar al timbre. —Deja el timbre y óyeme antes; no se trata de ninguna enfermedad ó indisposición física; se trata de algo más extraordinario. —Me asustas, Rosalía, —Se trata del alma de esa pobre niña. —¿De su alma? —De la libertad que la dejas para tener toda clase de -amistades. —¡Pero si eso no es verdadl —¡Cómo que no es verdad? ¿Me negarás lo que yo misma he visto? —¿Pero que" has visto tú, leugua de maldades? Rosalía se acerca y dice al oído de su hermana con «íierto aire misterioso: —Merceditas trata con varios amigos de distinta condición, que la enseñan lo que no debe saber una señorita. —1 Falso! —Merceditas aprende de esos malos amigos lo que tu no te has atrevido á decirle, ni aun con rodeos y perífrasis. —¡Mentira, más que mentiral —Merceditas conoce los secretos de muchos vicios é iniquidades, que ni siquiera se los pintan como iniquidades y vicios para odiarlos y abominar de ellos, sino que se los pintau con colores do seducción y como cosa corriente en el mundo. —¿Pero tú quieres matarme, Rosalía? ¿Pero tú te gozas sn martirizar á una madre? ¿Pero dónde ocurre eso? —Aquí; en esta casa. —¿Y cuándo, Dios mío, cuándo? —Ahora mismo. —¿Ahora mismo? —Sí, hermana raía; y por doloroso que sea para1 ti, te invito á que lo presencies. —¡Varaos allá!... Yo me vuelvo loca! (Jesús, JeBÚs, dice para sí D.ft Mercedes, ¿será cosa de su padre que es un despreocupado? ¿tendrá relaciones la niña sin yo saberlo? ¿le habrá ocurrido alguna desgracia?) n Tras de un buen rodeo Rosalía y D.a Mercedes se sitúan cerca del estanque donde Merceditas continúa ilustráudose y recreándose, sin alzar la vista á mirar á nadie; tan embebida se halla en su labor. Rosalía aprieta el brazo de su hermana y le dice:—Ahí tienes á tu hija rcdeada de perversos amigos. —¡Bah! dice la madre como si se le quitara un gran peso de eocima; periódicos, revistas, novelas —Sí, pero periódicos malos; revistas que entran por todo como la romana del Infierno; novelas que secan las •fuentes del bien y de la belleza; periódicos, revistas y novólas inspiradas por el mismo demonio. —jBahl bobadas y aprensiones: yo creía que era otra cosa Y D.a Mercedes procurando no hacer ruido para no interrumpir la labor de su niña, vuelve á su casa, y á su •«uarto, y á su butaca, y á su observatorio, continuando el jrezo de las horas con la calma de un alma bienaventurada. Memento, rerum Conditor nostri quod olim corporis, etc. , 205 Rosalía, vencida en su última batalla, á pesar del aparato teatral desplegado para despertar á su hermana y curar á su sobrina, se retira también á su cuarto, y al pasar por el de su hermana, no vuelve á tocar con los nudillos, contentándose con recitar á media voz aquellos versos de Zorilla: Mientras VOB rogáia á Dios, viene el diablo y os la quita jY no será porque el poder de la oración se haya abreviado en nuestros díasl PEDRO CRESPO. NUESTROS GRABADOS Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de Iciar.—En término jurisdiccional de Deva, pueblo de la provincia de Guipúzcoa, se levanta el famoso santuario de Nuestra Señora de Iciar, cuya sagrada imagen es muy venerada en toda aquella región. La iglesia en que recibe culto la milagrosa Virgen es una de las primeras obras de la Edad media, construida por el célebre arquitecto Araoz. A ia amabilidad de nuestro querido paisano el celoso sacerdote navarro y párroco del santuario de Iciar, don Francisco Tellechea, debemos la publicación de esta fotografía. El "Toboggan" en el Ensanche de Pamplona. ~ La idea de esta diversión es originaria de Bélgica y fue importada á nuestra ciudad por un pamplonés, con motivo de un viaje que hizo á aquella populosa nación. Aquí, en Pamplona, se perfeccionó la idea y se constituyó una sociedad jjara la realización y explotación del proyecto, compuesta de los Sres. D. Eugenio Lizarraga, D. Martín Loydi, D. Joaquín Solórzano y D. Martín Aldaz; la cual lo llevó á feliz término obteniendo del Estado, en 26 de Junio de 1907, patente de invención por cinco años. El aparato, como se ve en el grabado, está sostenido por un caballete central que mide 18 metros de altura, compuesto de tres pisos: sobre él descansan las dos espirales de subida y bajada. La de subida, que es una escalera, se distingue por tres fajas.de madera pintadas con los colores cuyo conjunto forma la bandera española; y la de bajada se compone de horquillas de madera en las cuales van clavados los listones que forman el canal, cuyo recorrido mide 70 metros. El primer Toboggan se levantó en nuestra capital en terrenos del Ensanche, siendo construido en los talleres de carpintería de la señora Viuda de Loydi é Hijo. Se inauguró en las fiestas de San Fermín del referido año 1907, cuya diversión causó gratísima sorpresa al público pamplonés, el cual quiso honrar el invento de sus convecinos tomando parte grandes muchedumbres, sin interrupción, en aquel higiénico y emocionante juego. Más tarde ee instaló en San Sebastián, Zaragoza, Valencia, Madrid, Barcelona y Santander. En estas tres últimas poblaciones está actualmente funcionando, y en los próximos días se levantará otro en la Exposición de Zaragoza. Nuestra fotografía reproduce el Toboggan instalado en nuestras fiestas de San Fermín del presente año 1908. Misioneros navarros.—El día 25 de Julio de 1908, festividad de Santiago, se celebró en el convento de Capuchinos de Pamplona una solemne función de despedida, dedicada á los Padres y Hermanos de aquella Orden que habían sido destinados á las misiones de Chile y la Argentina. Dijo la misa el Rdo. Padre Provincial de Navarra-Ara* gón, Fr. Ildefonso de Ciaurriz, y oficiaron de diáconos los Padres Fr. Luis de Muru-astráin y Fr. Eduardo de Ca- LA AVALANCHA 206 Barroso. El Padre Fr. Joaquín de Pamplona predicó un fervoroso sermón de circunstancias. Al final del acto los religiosos fueron acercándose individualmente al Rdo. Padre Provincial, ante el que hicieron la consagración de SUB vidas á las misiones de América, imponiéndoles aquél el crucifijo de misioneros, y dándoles las letras de obediencia. Los nuevos misioneros eran los Padres Jenaro de Artavia, Remigio de Pamplona, Dionisio de Echalar, Joaquín do Sumbilla y Fidel de Sangüesa, y los Hermanos Fr. Escolástico de Otano y Fr. José Miguel de Madrid, que, junto con el Rdo. Padre José de Legarda, Custodio General de Chile y la Argentina, y del que nos ocupamos en nuestro número del 7 de Septiembre de 1906, forman el grupo fotográfico que honra nuestras páginas, el cual fue obtenido momentos después de la sagrada ceremonia. EL P. GENARO DE ARTAVIA, en el mundo D. Genaro Rubio y Echalar, nació en Artavia el 14 de Julio de 1882. Tomó el hábito capuchino el 7 de Enero de 1900 y profesó el 20 de Enero de 1901. Se ordenó de presbítero el 21 de Octubre de 1906. EL P. REMIGIO DE PAMPLONA, en el siglo D. Remigio Echegaray y Asco, nació en Pamplona el 1.° de Octubre de 1867. Tomó el hábito en 1.° de Septiembre de 1888 y profesó el 8 de Septiembre de 1889, habiéndose ordenado de presbítero el 11 de Octubre de 1891. Ei, P. DIONISIO DE ECHALAR, en el mundo D. Dionisio Aríztegui é Iparaguirre, nació en Echalar el 14 de Mayo de 1877, habiendo tomado el hábito el 1.° de Noviembre de 1896; profesó el 1.° de Noviembre de 1897 y se ordenó de presbítero el 17 de Marzo de 1901. EL P. JOAQUÍN DE SUMBILLA, en el siglo D. Justo Agesta y Almándoz, nació.en Sumbilla el 6 de Agosto de 1875. Tomó el hábito el 16 de Diciembre de 1895 y profesó el 20 de Diciembre de 1896. Se ordenó de presbítero el 9 de Junio de 1906. EL P. FIDEL DE SANGÜESA, en el mundo D. Gregorio Villanueva y Abaurrea, nació en Sangüesa el 28 de Noviembre de 1880, habiendo tomado el hábito el 8 de Octubre de 1900. Profesó el 9 de Octubre de 1901 y recibió el Orden del presbiterado el 18 de Abril de 1908. FR. ESCOLÁSTICO DE OTANO, en el mundo D. Escolástico Munetay Urdánoz, nació en Otano el 10 de Febrero do 1869. Tomó el hábito el 1.° de Mayo de 1888 y profesó el 25 de Marzo de 1890. FR. JUSÉ MIGUEL DE MADRID, en el siglo D. José Giacomazzi y Toledano, nació en Madrid el 12 de Julio de 1857. Tomó el hábito el 7 de Enero de 1900 y profesó el 20 de Enero de 1901. Los misioneros capuchinos embarcaron en Barcelona el 3 de Agosto de 1908, en el vapor León XIII, con rumbo á Chile y la Argentina. ' f AESA REVUELTA Asambleístas navarros de la Buena Prensa.—Desde nuestro último número se han inscripto en esta diócesis, como socios de la Asamblea de la Buena Prensa que ha de celebrarse en Zaragoza del 21 al 24 del actual, los siguientes señoree: DH PAMPLONA.—Iltre. 8r. D. Pablo Romeo, chantre de la catedral; Iltre. Sr. D. Juan Serra, canónigo; D. Francisco González, párroco de San Saturnino; D. Antonio García de Galdeano, párroco de San Juan Bautista; don Alejandro Odériz, rector del Colegio de San Juan Bautista; D. Luis San Miguel, coadjutor de San Agustín; don Luis Picatosto y D. .Rafael Osácar. DE FUERA DE PAMPLONA.—Iltre. Sr. D. Juan Ángel Echarri, canónigo de Roncesvalles; D. Pablo Zabalza, párroco de Puente la Reina; D. Eusebio Armendáriz, párroco de Munárriz; D. Justo Macaya, párroco de Zabalza; D. Domingo Alfonso, párroco de San Miguel de Estella; D. Felipe Echalecu, párroco de Erroz; D. Modesto Uriz, párroco de Lerruz; D. Benito San Miguel, coadjutor de Estella; D. A. José A Id a va, de Olite; D.a Micaela Egüés, de Uroz; D. Gracián Olaverri, párroco de Saragüeta; D. José María Sagüés, párroco de Gofii; D. José Zuriáin, párroco de Unanua; D. Justo Albizu, párroco de Alcoz;. D. Fermín Goicoechea, capellán del Asilo de Alcoz; don Juan Miguel Guerendiáin, párroco de Guerendiáin; don Corpus Gario, capellán de las Clarisas de Estella; D. Antolín Oscoz, párroco de Esáin; D. Carlos Andueza, coadjutor de Milagro; D. Ángel Sarasa, párroco de Erice; don Pedro Beramendi, párroco de Ochovi; D. Mariano Orrio, párroco de Lizaso; D. Tomás Goicoa, párroco de Elzaburu; D. Gabriel Ciganda, de Arraiz; D. Faustino Guerendiáin, presbítero, de Iráizoz; D. Javier I barra, párroco de Arrieta, y D.* Rita Guerendiáin, de Iráizoz. Los que deseen inscribirse como socios de la Asamblea de la Buena Prensa, pueden hacerlo en la imprenta y librería de D. Jesús García, Estafeta, 31, Pamplona. Cesan los opúsculos de Madrid.—Hemos recibido una circular del Apostolado de la Prensa, de Madrid, suscrita por el director, el Rdo. Padre Francisco de Paula Garzón, de la Compañía de Jesús, notificándonos que cesa la publicación de los opúsculos mensuales que aquel Apostolado venía editando desde hace diez y seis años. He aquí los párrafos más importantes de la expresada circular: «Terminada con el opúsculo de AgoBto la serie de los que-deBde el principio del año 1892 viene publicando sensualmente el Apostolado de la Prensa, tiene ya el público católico, en los 200 editados hasta el mee actual, una verdadera biblioteca de índole popular, en la que se tratan en forma siempre sencilla, pero siempre interesante y sólida, cuantas materias de orden moral y religioso son objeto de debate en nuestros días. »Podríamos continuar la edición mensual de nuestros opúsculos, que no cesa, ni por falta de suscriptores, ni menos aún de escritores excelentes, dispuestos á defender siempre los derechos de Dios y de la Iglesia; pero confesamos paladinamente que no conocemos materia alguna propia para esta propaganda de difusión popular que, directa ó indirectamente, no haya sido tratada y aun agotada por nuestros folletos. >Por eso desde el mes de Agosto de eBte año cesa la publicación de nuestros opúsculos, concretándose en adelante el Apostolado de la Prensa á reproducir sin cesar aquellos que se vayan agotando, y á esperar de esta manera el poder cooperar eficazmente á la difusión de la verdad cristiana entre nuestras clases populares. >Esto no quita que, siempre que las circunstancias exijan de nosotros que un libro ó un opúsculo salga á la defensa de una verdad religiosa combatida, ó de un sagrado derecho conculcado, publique el Apostolado de la Prensa lo que la necesidad exija de nosotros; pero sin esa periodicidad mensual que hacia del Apostolado de la Prensa objeto de suscripción para nuestros favorecedores.» Dos acontecimientos católicos en Zaragoza N la última decena de este mes tendrán lugar, en la histórica y religiosa ciudad de Zaragoza, dos acontecimientos católicos de verdadera importancia y trascendencia. Nos referimos á la Segunda Asamblea nacional de la Buena Prensa y al Cuarto Congreso Mariano Internacional. Estos dos actos no Bon BÍmpIemeute solemnidades católicas áfi devoción, no son hechos aislados en la historia de la 2DT LA AVALANCHA Iglesia; son algo más que esto y mucho más: lo mismo la Asamblea que el Congrego serán manifestaciones públicas de fe; entusiastas, grandiosas é imponentes manifestaciones de la actividad católica en nuestra patria y fuera de ella; serán centros de activísima propaganda, de los cuales saldrán apóstoles insignes que se dedicarán luego á difundir la verdad por doquier, á exterminar el error y el vicio, y á ligar á todos los corazones con el amor á la Virgen Santísima, Madre de todos los hombres. La Asamblea de la Buena Preusa se inaugurará el día 21, siendo su fin fomentar la fe y combatir la impiedad por medio de la prensa católica. Son incalculables los trastornos ocasionados por la mala prenBa. Los Sumos Pontífices Pío IX y León XIII, y hoy día Pío X, han insistido sucesivamente en encarecer la necesidad de fomentar por todos los medios posibles la lectura de periódicos y libros ortodoxos, que sirvan de freno á las demasías de los heterodoxos ó inmorales. Los obispos de todas las naciones, fieles á las instrucciones de la Santa Sede, en sus pastorales han exhortado repetidas veces también al clero y al pueblo para que destierren de sus parroquias y hogares la cizaña de la prensa mala y siembren á manos llenas la puramente católica. Para que la labor en pro de la buena prensa fuese general y obedezca á un mismo plan, se han celebrado y se celebran Asambleas de la Buena Prensa en diferentes países. Aquí en España tuvo lugar en Sevilla, el año 1904, una memorable asamblea cuyos frutos han sido muchos y de suma importancia. Merced á los beneméritos trabajos y acuerdos de aquellos ilustres asambleístas, se ha difundido en grande escala en toda nuestra patria el apostolado de la prensa. Los seminaristas de Sevilla tienen la gloria de haber sido los primeros en su clase que se han lanzado con empeño y vigor á la difusión de buenos escritos, y como órgano de propaganda fundaron el año pasado el periódico Ora et labora, que es un verdadero monumento docente. Los aspirantes al sacerdocio de la diócesis de Sevilla se dedican con santo entusiasmo, en los meses de verano, á la evangelización en sus respectivos pueblos, siendo auxiliares eficacísimos de sua párrocos. Su nobilísima iniciativa ha sido secundada por la .mayoría de los seminarios españoles, y este año funcionan ya centros de propaganda de la buena prensa en casi todos los de España. Sin embargo, la prensa impía no se da por vencida y continúa con osadía su nefanda obra de esparcir por doquier malas semillas, que engendran la duda y que desencadenan todas las pasiones y vicios humanos, para que lá sociedad se convierta en verdadero océano de maldad, De ahí la razón de ser de la próxima Asamblea de Zaragoza. El objeto de la misma no es otro que continuar la obra de la de Sevilla, afian* zar lo que allí se acordó, seguir con entusiasmo en la difuBión de la buena prensa. Los periódicos sectarios, comprendiendo que la asamblea va á ser para ellos una verdadera fuerza aplastante, dirigen á la misma todos los dicterios imaginables. Los católicos españoles debemos trabajar con tanto más ahínco cuanto más nos combata la mala prensa, y por esto conviene que todos tomemos parte en la Asamblea de Zaragoza, con escritos, recursos y oraciones. Cada cual ofrezca lo que buenamente pueda. La Asamblea será grandiosa, pues tiene la bendición de S. S. Pío X, y se han adherido á la misma loa Prelados españoles, muchos periódicos y corporaciones, millares de particulares de todas las clases sociales, y los infatigables seminaristas de Sevilla y los de la mayoría de las demás diócesis. ¡Acudan los que puedan á la Asamblea de Zaragoza, para oír á los insignes propagandistas de la buena preuBa, y en especial al apóstol eminente de la prensa católica, el sapientísimo obispo de Jaca, reverendísimo doctor D. Antolíu López Peláez, preclarísimo autor de las celebérrimas obras La censura eclesiástica, Los daños del libro, La importancia de la prensa y La cruzada de la buena prensa, y de otras muchas; libros que son verdaderas cascadas de soberana erudición y elocuencia, arsenal inmenso para formar propagandistas católicos y armas infrangibies para aterrar no sólo á la prensa sectaria, si que también á toda la impiedad! ¡De los labios de tan ilustre Prelado, ornamento esplendente de la Iglesia, brotarán en la ciudad del Pilar nuevas cascadas de argumentos contundentes, palabras vigorosas, párrafos gigantescos, períodos y discursos portentosos que, con la gracia divina, servirán para emprender con acierto la cruzada de la buena prensa y obtener el más brillante de los éxitos! F. NAHOT. t t D. DIONISIO MARTÍN Y ROS, D. JUAN HEHDIZABAL Y JAUREGUI. PRESBÍTERO y surto de la Biblioteca Católico-Propagandista, falleció en Uztárroz el 23 de Agosto de1908. —D. E. P.— socio lie la Biblioteca Catolica-Propagandlsta, falleció en Pamplona el 28 de Agosto de 1908, ' . —D. E. P.— -- £ a referida. Sociedad u su óroano en a prensa L a A v a l a n c h a , ruegan á los socios, lectores y personas piadosas, hagan la caridad de encomendarle á ©iios en sus oraciones. £ a referida Sociedad y su órgano en la prensa La A v a l a n c h a , ruegan a los socios, lectores y personas piadosas, hagan la caridad de encomendarle á ©ios en sus oraciones. Su Santidad el Papa León XIII, en Breve de 19 de Diciembre de 1890, concedió sesenta días de indnlgonoia por recar oinoo Padrenuestros y Avemarias «n sufragio de 1*8 almas da los aooius difuntos. Su Santidad el Papa León XIII, en Breve de 19 de Diciembre de 1890, conoedio sesenta días de indulgencia por rejsar oinoo Padrenuestros y Avemarias en sufragio de las almas de los socios difuntos. PAMPLONA.—Imprenta, Librería y Centro de suscripciones de J. García, calle de la Estafeta, número 31. :* \ "*• v LA AVALANCHA 208 NOVEDAD INGLESA IMPRENTA, LIBRERÍA, CENTRO DE SUSCRIPCIONES jLA ZURCIDORA MECÁNICA! ESTAFETA, 31, PAMPLONA Con eate aparato hasta un niño puedo rápidamente y sin igual perfección z u r c i r y r e m e n d a r medias, calcetines y tejidos de todas clases, sean de lana, algodón, hilo ó seda. No debe faltar en ninguna familia. Su manejo es sencillo, agradable y de efecto sorprendente. Se remite libre de gastos previo envío de DIEZ PESETAS. DEPÓSITO: Patent Magic "Weaver Paseo de Gracia, 97, Barcelona No hay competencia posible con LA INDUSTRIAL " GRAN SURTIDO on camas de hierro y madera. Camas de campaña, sommíers, etajjeres, barómetros, etc. etc. Surtido completo on espejos y muebles. b Precios fijos marcados. Veota al contado y á plazos. M e r c a d e r e s , 2 3 . (Junto á la Lotería del Sr. Rodríguez.) Misa y oficio novísimos de la Virgen de Lourdes, dos tamaSos. 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