Poder Judicial de la Nación

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2010 - Año del Bicentenario
Causa N° 44.641, “Montero de la Cruz,
Méndez s/ procesamiento con prisión
preventiva”.
Juzgado N° 12 – Secretaría N° 24
Expte. N° 10.518/08
Reg. N°: 808
////////////nos Aires, 26 de agosto de 2010.
Y VISTOS Y CONSIDERANDO:
I. Llegan las presentes actuaciones a conocimiento de este
USO OFICIAL
Tribunal en virtud del recurso de apelación deducido por la defensa del Sr.
Méndez Montero de la Cruz –fs. 33/38-, contra los puntos II y IV del auto
obrante en copias a fs. 1/30, por los cuales se dictó el procesamiento con prisión
preventiva del nombrado al considerarlo coautor del delito de contrabando
agravado, por tratarse de estupefacientes elaborados y destinados a ser
comercializados fuera del territorio nacional, en grado de tentativa (arts. 864,
866, segundo párrafo, y 871 del Código Aduanero).
Mediante la evocada resolución se le atribuyó al Sr. Montero
de la Cruz el haber participado, junto con el Sr. Santos Eujenio Franco Segura,
en aquella maniobra que habría tenido como destino trasladar a la ciudad de
Barcelona, España, una cantidad aún no determinada de clorhidrato de cocaína,
escondida en una maleta, una mochila y en diversas prendas en esta contenidas,
que el Sr. Emanuel Gómez transportara el día 2 de julio del año en curso en la
zona de preembarque del aeropuerto internacional de Ezeiza, y que se viera
frustrada por la intervención de la División Drogas de la Dirección General de
Aduanas.
II. La crítica deducida por la defensa del imputado se centra,
fundamentalmente, en que los elementos probatorios reunidos en el sumario son
incapaces de habilitar, y mucho menos sustentar, el dictado de un temperamento
como el que ha venido recurrido.
En esta tesitura, aseveró que la vinculación que el a quo ha
establecido entre su asistido y el citado hecho ilícito, cimentada en su relación
con el Sr. Franco Segura, en modo alguno puede sostenerse. Por el contrario, la
mera afinidad que une a dos personas oriundas del mismo país –República
Dominicana- y la asistencia que éste brindaba a su asistido, impedido de trabajar
en orden a las lesiones que sufriera tiempo antes, lejos están de sugerir el
acuerdo espurio al que el juez alude en su resolución. De hecho, era justamente
en agradecimiento de esa asistencia que Montero de la Cruz desarrollaba algunas
diligencias que Franco Segura le encomendaba –de las que dan cuenta las
escuchas telefónicas, así como la mención que de él hizo Emanuel Gómez-, mas
siempre desconociendo el contexto que le brindaba marco y que el magistrado ha
confundido con una colaboración delictual que en mucho dista de ello.
Asimismo, enfatizó que ningún elemento en pugna con la ley
penal fue encontrado en la habitación ocupada por Montero de la Cruz pues
todos aquellos referidos en el decisorio, destinados a demostrar la participación
de los imputados en el suceso investigado, se hallaron en el ámbito de exclusivo
uso de su consorte de causa.
Finalmente, el letrado cuestionó el dictado de la prisión
preventiva que acompañó a la decisión de mérito impugnada. A tal efecto, adujo
que ningún peligro para los fines del proceso se refleja en el caso pues, a
diferencia de lo afirmado en el decisorio, su defendido reside en el país de forma
legal, ha tramitado su ciudadanía, posee documentación nacional, así como lazos
familiares en el país.
III. Al momento de ingresar en el estudio de la materia
sometida a revisión en esta instancia, cabe recordar que no es esta la primera
ocasión en la que el Tribunal ha sido convocado para decidir en las actuaciones
en cuyo seno se inscribe la presente incidencia.
En efecto, en el mes de diciembre de 2008 esta Sala tuvo
oportunidad de examinar las diversas aristas fácticas y jurídicas que dieron
nacimiento y desarrollo a la causa N° 10.518/08 (causa N° 42.561, “Fernández
Peña, Cristina Josefina s/ procesamiento con prisión preventiva”, reg. Nro. 1539,
rta. el 17/12/08).
El motivo de aquel sumario se fundó en la investigación de
una organización, integrada por los Sres. Boniface Uche Egbue, Joel Ramírez
Javier, Romanus Onyebuchi Obiaraeri, Joseph Onyebuchi Odunukwe y
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Francisco José
Soto Fernández, destinada
a la comercialización de
estupefacientes que superaría las fronteras del territorio argentino. Tal
comunidad habría actuado al menos entre los meses de julio y septiembre de
2008, desplegando una compleja mecánica que involucraba la disposición de
significativos medios económicos y una importante cantidad de sustancias
estupefacientes, así como de los elementos necesarios para su tráfico.
Si bien ya en aquella ocasión las constancias examinadas
aludían al Sr. Santo Eujenio Franco Segura como un integrante más de la
agrupación investigada, su situación se mantuvo alejada del imperio de aquel
pronunciamiento por cuanto, a esa fecha, no había sido aún encontrado. Y fue
justamente en aras de tal misión que se inscribe la sustanciación del sumario que
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dio origen a esta incidencia, y de las actuaciones que en seno se dispusieron.
La primera, y fundamental, fue la intervención de la línea
telefónica asignada a Franco Segura. Ella permitió conocer sus rutinas, su
residencia, sus asiduos contactos (fs. 296/7 del principal). He aquí, entre estos
últimos, la aparición en escena de quien hasta entonces sólo fuera indicado como
Méndez. Y fue este nombre, el de Emanuel Gómez y las cercanías de un viaje a
España los que sentaron en su estimación los indicios encargados de sugerir que
Franco Segura todavía estaba involucrado con maniobras propias del tráfico de
estupefacientes y, más aún, con una inminente transacción.
Es así como, seguimiento mediante, Emanuel Gómez fue
detenido en el aeropuerto de Ezeiza, el día 2 de julio pasado, al intentar trasladar
con rumbo a Barcelona los elementos a los que antes se hiciera referencia y a las
sustancias que en ellos procuraban velarse. Simultáneamente, recibos y reservas
de viaje a nombre Gómez, diversa documentación personal, papel film y guantes
de látex eran encontrados en poder de Franco Segura y en la vivienda que éste
compartía con Montero de la Cruz, sita en Ituzaingó 2156, del partido de San
Martín, Provincia de Buenos Aires (cfr. fs. 395/8, 408/35 y 447/73 de los autos
principales).
El tenor del evento advertido, los elementos incautados, el
contenido de las conversaciones telefónicas auscultadas, la misma declaración
prestada por Gómez, sin olvidar los antecedentes que el inicial sumario n°
10.518/08 aportara, convencieron al magistrado a apreciar, en lo ocurrido, ese
evento alcanzado por las disposiciones penales que brinda el Código Aduanero
y, en su desarrollo, la intervención reprochable de los tres imputados. Montero
de la Cruz, Gómez y Franco Segura fueron responsabilizados, con los limitados
alcances de esta instancia, por el delito de intento de contrabando de sustancias
estupefacientes, a la par de que al último se lo involucró también con los
episodios investigados en el primer estadio de la investigación.
Sin embargo, sólo Montero de la Cruz estimuló la
intervención de este Tribunal. De ahí que analizar la entidad de las pruebas que
lo vinculan con lo acontecido el día 2 de julio de este año se imponga en la tarea
a emprender.
IV. En esta senda, es verdad que ninguna probanza se advierte
capaz de rebatir la postura de la defensa. La innegable identidad de la ciudadanía
nativa de Franco Segura y de Montero de la Cruz, la afinidad que en ella habría
de basarse, la ayuda económica que éste recibiría del primero, los motivos por
cuales requería dicha asistencia son factores que, por un lado razonables, por el
otro comprobados, no son pasibles de ser refutados. No obstante, lo cierto es que
tampoco pueden ser rebatidos aquellos aspectos ponderados por el juez en su
pronunciamiento.
El primero de ellos nos remite a rememorar el momento de la
detención de Emanuel Gómez. El lugar donde ello aconteció –el aeropuerto de
Ezeiza-, los motivos de su presencia en ese lugar –su programado viaje a
Barcelona- y, fundamentalmente, la naturaleza y disposición de las sustancias
que transportaba consigo, diseñan un panorama en donde el carácter ilícito de la
conducta y sus particularidades no pueden rehusarse (cfr. constancias de fs.
409/11, 416/7, 418/28, 429, 434, 435, 478/9 y 483/4 de los autos principales).
Sin embargo, todo ello, si bien hace a las características del hecho, todavía nada
dice acerca de la vinculación de Montero de la Cruz en él.
Es por ello que corresponde entonces remitirse a los
elementos encontrados en el registro domiciliario que, al mismo tiempo, se
estaba desarrollando. El hallazgo, en poder de Franco Segura, de documentos de
una empresa de turismo a nombre de Emanuel Gómez y de un certificado
médico, también a él asignado, comienzan a relacionar a ambos imputados y, de
allí, a actores con sucesos (cfr. fs. 448/51, 454/7, 460/6, 471/3 y 532/3 de los
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autos principales). No obstante, Montero de la Cruz continúa permaneciendo
ajeno a los eventos. Pero ello hasta tanto nos adentremos un paso más en las
probanzas colectadas, precisamente cuando uno de los principales protagonistas
de los episodios investigados introduce la concreta referencia a Montero de la
Cruz.
En ocasión de prestar declaración indagatoria, Gómez recordó
todas las tratativas previas a su viaje, los motivos de él, los trámites atravesados,
sus últimas instancias y, sobre todo, las personas con las que, en todo ese
trayecto histórico, mantuvo contacto. Y aquí se reitera, una vez más, el nombre
de Franco Segura pero, a su par, también el de Montero de la Cruz.
Así, narró que en una de las reuniones iniciales mantenidas
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sobre el tema, Franco Segura “…estaba acompañado de Méndez a quien me
presentó como su hermano…”, agregando que “[c]ada vez que nos
encontrábamos [l]e ofrecía lo mismo, ir a buscar plata a España a cambio de un
pago de seis mil quinientos dólares. Ellos [l]e decían que el pedido era porque no
podían salir porque ya se les había vencido el cupo para poder hacerlo, por eso
necesitaban que vayan otras personas”. Asimismo, recordó que días más tarde, y
prosiguiendo con los preparativos del viaje, debió encontrarse con otra persona
en un bar, aclarando que “…al bar me llevaron en un taxi Méndez y una chica…
que me dijeron que era la señora de Méndez” (cfr. fs. 511/vta. de los autos
principales).
Ahora bien, si esta declaración puede comprenderse
importante, pero no suficiente para relacionar al imputado con los demás sujetos
mencionados y con los hechos investigados, cabe reparar en ese lazo que, ya
perfilado en los dichos de Gómez, termina acreditándose tras el allanamiento
practicado. Ese que dio cuenta de que Franco Segura y Montero de la Cruz
vivían en el mismo domicilio y que la defensa también reconoce, mas afincando
ello en otros motivos, lejanos a una vinculación ilícita. Es por ello que, para
terminar de definir la verdadera naturaleza de ese vínculo, haya que detenerse en
una última probanza.
Aquí se presentan las transcripciones de las escuchas llevadas
a cabo sobre el abonado telefónico 3931-4940 utilizado por Franco Segura de las
que no sólo pueden apreciarse varias conversaciones con Montero de la Cruz,
sino también su motivo. Allí se habla de fotocopias y de trámites, de que
Montero de la Cruz, aunque resulte extraño dados los argumentos de la defensa,
le daría a su amigo dinero –“500 verdes” según fs. 2vta.-, y, sobre todo, de la
compra de los pasajes para Emanuel Gómez, “…uno para el domingo para
BARCELO, directo, Méndez, para Barceló el domingo” -fs. 10vta. y 11- (cfr.,
asimismo, fs. 2, 4, 8, 9, 10 y 16 del legajo de transcripciones de escuchas de la
línea n° 3931-4940).
Y así, tras este recorrido, arribamos a las primeras instancias
de un viaje, a la colaboración que para su realización prestó Montero de la Cruz,
y a recordar, una vez más, cuál fue su genuino motivo y las razones de su
frustración. Emanuel Gómez, el receptor de esos boletos con destino a
Barcelona, fue detenido al intentar salir del país llevando estupefacientes
escondidos en su valija y en los efectos que en ella se transportaban.
Las condiciones en las que se desarrolló el suceso y la forma
de acondicionamiento de la droga secuestrada torna elocuente la finalidad de los
alcaloides hallados y, en directa derivación, la calificación que el magistrado
acordó a este hecho, como constitutivo del delito de contrabando agravado por la
materia transportada. Mas, se trató de una pretensión que, cabe destacar, ha
permanecido en grado de tentativa en tanto Gómez no logró superar los controles
previos y necesarios para embarcarse con destino a España, como era lo
planeado. Sin embargo, el frustrado estadio del desarrollo de su acción en nada
perturba su perfecta comprensión como un obrar ilícito, toda vez que también la
tentativa de este delito resulta alcanzada por el derecho penal y, más aún, con
igual fuerza coactiva que su perfecta consumación al equiparar, por fuera de las
reglas genéricas de los art. 42 y ss. del Código Penal, la pena aplicable a la del
hecho agotado –art. 872 del Código Aduanero- (Cfr. CNCP, Sala I, causa “Gil,
Angélica”, rta. el 5/3/08).
En consecuencia, y al enmarcarse este proceder en ese
contexto protagonizado no sólo por el nombrado, sino también por Franco
Segura y Montero de la Cruz, cuya organización quedó revelada de los
elementos examinados, es que se asiste a un horizonte probatorio que conduce a
homologar el temperamento recurrido en cuanto considera, al último de los
mencionados, coautor del ilícito en cuestión.
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V. También el encierro preventivo que escoltó el dictado del
procesamiento de Montero de la Cruz fue objeto de crítica por parte de la
defensa, quien aludió a la ausencia de factores que alertaran sobre un peligro de
fuga o de entorpecimiento de la investigación por parte del nombrado.
Si bien el recurrente procuró desafiar los extremos
ponderados por el a quo al adoptar la decisión que aquí se impugna, alegando el
trámite de la ciudadanía argentina de su asistido y la existencia de familiares en
el país, lo cierto es que la ausencia de elementos capaces de acreditar
objetivamente tales factores impide admitir lo que sólo se sustenta en simples
alegatos.
El absoluto desconocimiento de su situación de arraigo en el
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territorio nacional, tanto en lo que respecta a su condición jurídica como a los
lazos familiares que aquí lo unirían, conducen a advertir conveniente, al menos
hasta el momento, el mantener la cautelar decretada. Máxime cuando, además, la
persona que fue informada de la detención de Montero de la Cruz no sólo dista
de ser aquella referida como su hermana o su esposa sino que, pese a haber
reconocido al nombrado, eludió brindar todo dato que de una u otra manera
pudiera comprometerla en el sumario (fs. 482 del principal).
Por otra parte, cabe recordar que existen diversas medidas
probatorias aún pendientes de producción cuyos resultados podrían ampliar las
perspectivas de este proceso, y que corren el riesgo de verse sometidos a su
fracaso si el imputado recuperara hoy la libertad.
En tal sentido, y cual pauta demostrativa de esos peligros, ha
de señalarse que además de sus vinculaciones en el exterior –de las que los
mismos hechos investigados dan cuenta- y de habérselo encontrado en la
tenencia de un documento de identidad ajeno, resta todavía aunar al expediente
el informe requerido a fs. 538, así como aquel ordenado a raíz de la información
acercada a fs. 568 –fs. 566/7-.
De ahí, entonces, que el decisorio recurrido habrá de ser
homologado.
VI. Finalmente, y pese a las notificaciones efectuadas a los
imputados en autos, obrantes a fs. 2vta. de los respectivos legajos de
personalidad, se ha omitido informar a las autoridades consulares acerca de la
detención de dos de sus nacionales, tal como expresamente estipula la
Convención de Viena sobre Relaciones Consulares (ver Corte IDH, Opinión
Consultiva N° 16/99, “El derecho a la información sobre asistencia consular en
el marco de las garantías del debido proceso legal”, del 1° de octubre de 1999).
En consecuencia, y ante la falta de cumplimiento en el caso
de las evocadas indicaciones corresponde recomendar al magistrado de la
anterior instancia su pertinente observancia en el presente, así como en futuras
intervenciones en las cuales se vea involucrada una persona de nacionalidad
extranjera.
Por lo expuesto, este TRIBUNAL RESUELVE:
I. CONFIRMAR los puntos II y IV del resolutorio obrante
en copias a fs. 1/30 del presente incidente en todo cuanto decide y ha sido
materia de apelación.
II. ENCOMENDAR al magistrado instructor la observancia
de lo indicado en el considerando VI de la presente.
Regístrese, hágase saber al Ministerio Público Fiscal con
carácter de urgente y devuélvase para que se practiquen las notificaciones de
rigor.
Sirva lo proveído de muy atenta nota de envío.
JORGE L. BALLESTERO
EDUARDO G. FARAH
EDUARDO R. FREILER
Ante mí: SEBASTIAN CASANELLO
Secretario de Cámara
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