Razón de Estado y Sáhara - Liga Española Pro Derechos Humanos

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Razón de Estado y Sáhara
Pedro Martínez
En sus orígenes, la filosofía de
lo que hoy llamamos Estado de
derecho pretendía ofrecer una
solución al problema de los
límites que el poder político no
podía transgredir y, estos, según
sus principales teóricos, no
podían ser más que éticos. Tras la
Revolución Industrial y burguesa
que culmina con la independencia
de las 13 colonias y el fin del
Absolutismo en Francia, con el
ajusticiamiento de Luis XVI, el
Estado de derecho liberal
identifica estos límites con el
respeto a los derechos del hombre
y del ciudadano, y establece una
serie de mecanismos que
imponen frenos al ejercicio del
poder estatal, tales como la
división de poderes, el imperio de
la ley o la independencia del
poder judicial
Estos límites, que en España nacieron
viciados tras la Constitución de 1978 con
una legislación especial como fue la ley
antiterrorista que introdujo la excepción en
la propia normalidad, fueron incapaces de
evitar el GAL y los 26 asesinatos cometidos
entre 1983 y 1987- Aun así, cuando los
hechos irremisiblemente fueron conocidos,
desde un decrépito Gobierno desbordado
por los problemas de corrupción y una
crisis económica galopante, se intentaron
justificar, como ahora sucede con la
masacre del Sáhara, en la razón de Estado.
Entonces la ciudadanía dejó constancia de
su madurez democrática y lo demostró
rechazando esta argumentación en las
elecciones de 1996.
Sin embargo, ahora, cuando todos
creíamos que el nuevo PSOE había
aprendido la lección y estos episodios
estaban asumidos, superados y por lo tanto
eran irrepetibles en una democracia -si no
avanzada, sí al menos madura-, las
declaraciones del presidente del Gobierno,
José Luis Rodríguez Zapatero, vertidas
desde Seúl referidas a la masacre del
Sáhara, producen perplejidad e inquietud.
"Los intereses de España son los que el
Gobierno tiene que poner por delante",
declaró el jefe del Ejecutivo.
Este sentimiento fue y sigue siendo tan
poderoso que a nadie extrañó la ausencia
del PSOE en la multitudinaria
manifestación del sábado pasado en
Madrid, que aglutinó a líderes políticos,
como el vicesecretario de Comunicación
del PP, Esteban González Pons; el coordinador general de IU, Cayo Lara; la presidenta de UPyD, Rosa Diez, o los secretarios generales de UGT, Cándido Méndez,
y CC OO, Ignacio Fernández Toxo.
Además de a representantes del mundo dé
la cultura, como Pilar y Javier Bardem, y
Rosa María Sarda, y de organizaciones
humanitarias, como la Liga Pro
Un informe de la ONU
señala que en el acuerdo
de Madrid, España no
transfirió la soberanía
Derechos Humanos, representada por su
presidente, Francisco José Alonso. Pero,
repito, lo que realmente resultó lacerante
para los demócratas, lo que es una vergüenza dolorosa para todos los españoles,
no-fue la esperada ausencia del PSOE, sino
el pronunciamiento del presidente Zapatero
evocando la siniestra "razón de Estado"
para amparar crímenes de lesa humanidad
contra la nación saharaui.
El Gobierno, a través del fiscal general
del Estado, debería reaccionar con el
imperio de la ley, impulsando con base en
el principio de justicia universal los
procedimientos
judiciales
oportunos, sin esperar a que
sean las indefensas víctimas o
asociaciones como la
mencionada Liga Pro Derechos
Humanos quienes lo hagan. Y
no sólo porque alguno de los
muertos tenga la nacionalidad
española, sino por los
especiales vínculos del Sáhara
occidental con España. Todos
los saharauis son o han sido
españoles
real
o
potencialmente. Por otra parte,
un informe de 2002 de
Naciones Unidas señala que en
el Acuerdo de Madrid (1975)
España no transfirió la soberanía sobre el
territorio ni confirió á ninguno de los signatarios la condición de potencia
administradora. "España por sí sola no podía
haber transferido unilateralmente", de
acuerdo a la Carta de Naciones Unidas, y al
hacerlo ha incurrido en dejación de
funciones.
La investigación que la querella exige es
complicada, ya que no se refiere sólo a
hechos pasados, sino a lo que ahora mismo
está sucediendo. Por otra parte, la
información es difusa, imprecisa y difícil de
verificar, ya que no han sido admitidos
observadores imparciales, lo que resta
veracidad a la versión de los querellados.
Sin embargo, no es imposible, ya que
estamos en la sociedad de la información y
mucho material de vídeo y audio está
disponible a través de Internet. Por otra
parte, existen testigos presenciales, pero
tienen miedo y se precisa una garantía de
indemnidad para ellos y sus familias.
Pero lo prioritario en estos momentos no
es la investigación de la masacre y el intento
de destruir la nación saharaui, sino que ésta
se detenga y que se respete el estatus
jurídico establecido por las Naciones
Unidas. Que esto sea posible algún día no es
una cuestión de argumentos, sino de
músculo. Es indispensable que una fuerza
internacional evite esa masacre y haga
aquello a lo que España renunció en su
momento: tutelar a la nación saharaui hasta
su emancipación.
*Pedro Martínez es fiscal en representación
de la Liga Pro Derechos Humanos.
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