HISTORIA DE LA ROPA INTERIOR FEMENINA La ropa de cada

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HISTORIA DE LA ROPA INTERIOR FEMENINA
La ropa de cada época y de cada sociedad es el reflejo de la política, de la moral y
de la religión. Es el reflejo del poder de la mujer en un mundo dominado por los
hombres.
En la antigüedad las mujeres no llevaban nada de bajo de las túnicas,
favoreciendo la libre sexualidad. La seducción en la antigua Grecia o en Egipto, se
daba por el uso de joyas, maquillajes y perfumes.
La camisa de la edad media se convirtió en la única ropa interior. En la época
medieval la iglesia manda a las mujeres a comprimirse los pechos debajo de la
camisa para borrar cualquier signo de feminidad.
Las camisas eran de color blanco, por cuestiones de higiene, así podían hervirse.
Las camisas tenían adornos, escotes y se dejaban ver por debajo de los vestidos,
despertando deseos en los hombres.
En el renacimiento, se utiliza la seda para la confección de las camisas.
A partir de la edad media aparece la silueta de las mujeres que utilizaban corset,
estos se utilizaban para oprimir el pecho.
En el siglo X, las mujeres se sujetaban el pecho con una banda ancha. Había
mujeres que utilizaban almohadillas para aparentar pechos más grandes.
En el siglo XVII el corset se llama “pelandusca” y era utilizado por las mujeres de
mala vida.
En la aristocracia el corset se vuelve más rígido y aplasta el pecho de las mujeres.
En el siglo XVIII las mujeres comienzan a desempeñar otro papel en la vida
cultural debido a la creación de los salones literarios.
Utilizan un corset más apretado y adornados con moños. La vida de la corte las
obliga a utilizar estos corsets que son perjudiciales para su salud, ya que
deforman la columna y ocasionaban abortos en algunas mujeres.
Ponen sus senos bien a la vista apretando su vientre. La iglesia no pudo
detenerlas.
En el siglo XVIII, ya no se comprimen los pechos y se atan por la espalda. Lo que
hacía la necesidad de una sirvienta. Los corset eran confeccionados por los
sastres, quienes tenían acceso a la privacidad de las mujeres.
La revolución de 1789 cambio la estructura social y política de la época. La
monarquía desaparece y con ella el corset. Se utilizaba un look más campesino un
pequeño corset debajo del cual se veía la camisa.
Al volver la monarquía con Luís XVIII, vuelve el corset. Se espera de la mujer sea
buena madre y buena esposa. Y el corset pasa a ser ropa interior. La mujer puede
vestirse sola sin ayuda.
Durante mucho tiempo llevar corset significaba vestirse bien. Le daba a la mujer
una línea sinuosa.
En 1886 se patentó el sujetador. Pero no se impuso de inmediato, porque se creía
que partía a la mujer en pedazos.
En 1910 las mujeres respetables utilizan ropa interior que protegía su virtud. Los
burgueses tenían amantes reconocidas que usaban lencería lujosa. Eran sus
gallinitas. La lencería esta reservada para las mujeres que cumplían el papel de
amantes.
La revolución de 1914, fue una revolución que cambio mentalidades. Los hombres
partieron al frente y las mujeres realizaron los trabajos de los hombres.
Necesitaban libertad de movimiento por lo que se abandona el corset.
También porque no servía preocuparse por la lencería, si muchas mujeres habían
quedado viudas.
Las mujeres comenzaron a luchar por el voto. Querían los mismos derechos que
los hombres. Luego de la guerra, las mujeres afirman su autonomía cortándose el
pelo como los hombres. (Los años 20)
CocotChanel, impone un nuevo tipo de mujer. Crea ropa para una mujer mas
activa. La faja. Idealiza la silueta sin deformar el cuerpo, permite libertad de
movimientos.
En los 50, la faja es un artículo principal de la lencería femenina.
Luego de la guerra en 1946 las mujeres pueden votar. La emancipada mujer
obtiene una nueva versión del corset. El avispero que daba impresión de cintura
de avispa.
Para realzar la cintura las faldas se hacen más estrechas gracias a las enaguas.
En la antigüedad, existían tres tipos de enaguas: la modesta la picara y la secreta.
También existían unos armazones de metal o hueso que ensanchaban las
caderas pero hacían difícil el acceso para los hombres. Se llamaba “la crinolina”.
Luego aparece el “polizón” que se enganchaba a la enagua. Toda la atención se
dirigía hacia atrás.
Luego de mucho tiempo, aparecen las bombachas y corpiños. El precursor
aparece en la época romana, reservada para los juegos acuáticos y se usaba solo
en los gimnasios.
Los movimientos feministas hicieron que las tiendas de lencería cerraran.
Las mujeres no llevaban bombachas hasta hace poco tiempo. En la edad media
se utilizaban cinturones de castidad para preservar la virtud de las mujeres.
En la edad media se ponían calzones los hombres y llegaban al muslo. Las
mujeres debieron luchar para poder usar calzones. Llevar calzones significaba ser
igual al hombre.
En el siglo XVI se introduce el calzón pero para las prostitutas. Se autoriza en el
siglo XIX para las mujeres ciclistas.
George Sand, la escritora, fue la primera mujer en llevar pantalones.
El liguero pierde su función útil pero sirve como elemento erótico. En los años 70
las medias se tiñen de colores.
En la antigüedad, la novia ofrecía su liga luego de la ceremonia. Era el trofeo para
el hombre, era el fetiche, el trofeo. Significaba el final de la espera y del misterio.
La ropa interior sugiere. Se cubre para enseñar. Ahora todo se expone y quizás se
obtenga un efecto no deseado, porque se pierde el tabú. No significa que ahora la
ropa interior debe cubrir todo, pero si debe existir un juego con lo oculto porque si
se muestra demasiado se pierde el encanto.
Hoy, casi todas los usan. Más grandes, más chicos, diminutos, para realzar la cola
o aplastar el estómago. Generan fantasías y sirven como elemento de seducción.
Hay calzones de todos los tipos y colores. Pero no siempre fue así. No siempre
fue tan variada la oferta de ese pequeño fragmento de seda o algodón que media
entre nosotros y el placer. Con el paso de los años, cambiaron las modas y las
costumbres; variaron los materiales, las formas y decoraciones; sin embargo, en la
historia de esta prenda interior se mantuvo la máxima de Montaigne que a
mediados del siglo XVI espetó solemne que hay cosas que sólo se ocultan para
mostrarlas.
Hubo un tiempo en que el calzón era un lujo. En el antiguo Egipto, las esclavas, de
origen árabe o nubio, iban desnudas. Sin nada de nada. Sólo aquellas que por su
belleza se destacaban del resto podían usar pequeños slips. La ropa interior era
un símbolo de distinción reservado exclusivamente a las grandes damas: debajo
de sus túnicas.
Cientos de años más tarde, las griegas se ponían túnicas abiertas que recogían el
cuerpo como un triángulo.
En la Roma Imperial había grandes túnicas que cubrían el strophium, versión
previa del corpiño, y la zona alrededor de las caderas. "Esta prenda va a originar
un curioso vocablo: zonamsolvere, que significaba casarse.
Según el mito, en la Edad Media, al irse a la batalla, los cruzados aplicaban sobre
sus mujeres calzones de metal, cerrados con llave. Famosos cinturones de
castidad que si bien no evitarían la infidelidad anularían la penetración a
mansalva. Pero lo cierto es que la historia nunca se ocupó en detalle de la ropa
interior femenina.
A principios del siglo XIX apareció en Francia lo que después se conocerá como
pantalón de lencería. "Esta prenda no se impondrá hasta 1850. Estaba mal vista
ya que se asociaba a las prostitutas -dice la socióloga argentina especializada en
moda Susana Saulquin-. Ellas fueron las primeras en usarlo: en los burdeles
recibían a los clientes sin más que este ropaje". En 1840, la norteamericana
Amelia JenksBloomer contrató a la diseñadora Elizabeth Miller para confeccionar
unas faldas que usaría en Londres donde daría una conferencia sobre "el arte del
vestir". En esa época los calzones, que empezaban a formar parte del guardarropa
femenino, eran largos, amplios, puritanos, con puntillas. Calzones que hoy, lejos
de erotizar, parecerían pijamas de invierno.
La costumbre se transformó en tendencia a principios de los años noventa. Luego
de esa recordada escena de la película Bajos instintos en la que Sharon Stone,
siendo interrogada en una comisaría, descruza y vuelve a cruzar sus largas
piernas revelando la ausencia del calzón. El filme provocó una -¿pasajera?- moda
entre famosas que descartaron su ropa íntima. Las actrices Rachel Welch y
Patricia Millardet, la representante de la nobleza italiana baronesa Von Thyssen y
las modelos Cindy Crawford y Claudia Schiffer reconocieron preferir la vuelta a los
orígenes.
En los últimos años, la moda de los pantalones de tiro bajo obligó a las marcas de
lencería a modificar el diseño de los calzones: pequeños, transparentes, sin
costuras, similares a un cordón; casi invisibles. El diseño evolucionó, los
materiales cambiaron. El calzón dejó de ser ropa para convertirse en un detalle
más del juego erótico. El extremo quizás sea el que se vende en sex shops,
fabricado de chocolate. Dicen que sólo después de degustarlo, lentamente,
empezará el verdadero banquete.
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