TRIBUS URBANAS

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TRIBUS URBANAS
Tribu urbana
Una tribu urbana es una subcultura que se origina y se desarrolla en el ambiente de una urbe o
ciudad.
Aunque el neologismo de tribu urbana no implica nada acerca de la edad, el autor
norteamericano Ethan Watters define tribus urbanas como grupo de personas solteras con
intereses comunes que disfrutan de un mismo estilo de vida urbano.
Así, las tribus urbanas son grupos de personas (mayormente jóvenes) cuyas asociaciones están
basadas en un mismo estilo de vida o actividades.
También son el resultado de las personas que se dividen de la sociedad y forman grupos
urbanos.
Las subculturas como tribus urbanas son más comunes en las grandes urbes o metrópolis,
donde la complejidad y el inmenso tamaño de la ciudad y la sociedad crean una sensación de
alienación o aislamiento del nivel individual.
Esto, en efecto, puede conducir a la formación (oficial o no oficial) de tribus urbanas cuyos
miembros están unidos bajo un conjunto de características, pensamientos, modas e intereses
comunes para formar una pequeña comunidad relativamente pequeña, pero con una identidad
propia.
El neologismo de tribu urbana fue utilizado por primera vez en el 1990 por Michel Maffesoli en un
libro llamado “El Tiempo de Las Tribus”
Identidad
Algunos críticos y analistas aseguran que el fenómeno de las tribus urbanas no es nada más
que la búsqueda de los jóvenes por aquella identidad tan añorada. Cuando un joven se integra a
una sociedad que posee las mismas tendencias modas y pensamientos que él, éste se sentirá
identificado tanto con el grupo como sus símbolos y modas, y probablemente sentirá repulsión
hacia un grupo de tendencias opuestas, lo cual podría llevar a la violencia.
La identidad de cada una de estas tribus variará según su ideología y según la persona misma,
por ejemplo, mientras que los skinheads son de tendencias violentas, los hippies no rivalizan
contra ningún grupo, pues son pacifistas y no hay grupo alguno que les sea totalmente opuesto.
Poseur
Las tribus urbanas se caracterizan por mantener una estética canónica entre varios individuos
de la misma tendencia. Suele ser acompañado de fuertes convicciones sociopolíticas, creencias
religiosas o de carácter místico, dependiendo del movimiento o tribu urbana perteneciente. Sin
embargo, dentro de las tribus urbanas también se pueden encontrar personas denominadas
Poseur (poseer), que usan la estética y/o comportamiento de la tribu urbana, pero olvidando
por completo la filosofía e ideologías propias del movimiento. Dichos Poseurs son comúnmente
marginados y despreciados por las tribus a las que se intentan asemejar.
La contracultura en México
Desde hace algunos años, sobre todo en las ciudades de la República Mexicana, podemos
encontrar jóvenes (y no tanto) vestidos de forma diferente y estrafalaria, que se conducen de
manera no convencional en casi todos los aspectos de su vida. Son grupos que no están de
acuerdo con la manera tradicional de comportarse, pensar y ser: son las tribus urbanas.
Para comprender estos grupos, primero, debemos entender los conceptos en los que se basan
para organizarse, así como la historia que acarrean. El término contracultura fue acuñado en la
época de la posguerra en Estados Unidos y surgió como una rebeldía contra los llamados
“hombres estables: patriotas ultraconservadores mayores de 35 años, cuya mentalidad de los
“Hombres Estables” (patriotas ultraconservadores) contrastaba -muchas veces de forma
violenta con los movimientos contraculturales, tales como el movimiento hippie.
Muchos intelectuales de la generación de la Onda (los que vivieron su juventud en los años 60)
plantean que las tribus urbanas forman más que culturas, contraculturas. El escritor José
Agustín manifiesta su concepto de contracultura:
“…es toda una serie de movimientos y expresiones culturales, regularmente juveniles,
colectivos, que rebasan, rechazan, se marginan, se enfrentan o trascienden la cultura
institucional. Y por cultura institucional se da a entender a la cultura dominante, dirigida,
heredada y con cambios para que nada cambie, muchas veces irracional, generalmente
enajenante, deshumanizante, que consolida al status quo y obstruye, si no es que destruye, las
posibilidades de una expresión auténtica entre jóvenes, además de que aceita la opresión, la
represión y la explotación por parte de los que ejercen el poder, naciones, centros financieros o
individuos…”
Lo cierto es que cada vez toman más auge y llenan las ciudades con sus nuevas
interpretaciones de la realidad.
Las tribus urbanas son un fenómeno social surgido ante la disconformidad con un mundo
fuertemente individualizado. Se trata de grupos que intentan vivir al margen de la sociedad con
su propia cultura y se diferencian del resto especialmente por su vestimenta particular. Sin
embargo, en la época actual parecen evolucionar hacia una mera estética dictada por los
cánones de la moda. ¿Acaso se están posicionando del lado del enemigo?
La juventud es la etapa de la vida más conflictiva a nivel social, ya que supone el paso de la
infancia a la madurez. Se trata de un proceso cuya culminación responde a la completa
definición de una personalidad forjada. Sin embargo, los adolescentes -y otros no tan
adolescentes- inconscientes ante sus propios cambios y renegados a madurar, optan, muy a
menudo, por inventarse identidades de papel, disfraz mediante el cual creen adquirir una
personalidad más auténtica y diferenciadora. Ello responde, probablemente, a una verdadera
carencia social que se pone de manifiesto en la llamada “crisis de identidad” que vivimos
actualmente.
La pertenencia a una determinada tribu urbana es un modo de navegar a contracorriente en
una sociedad fuertemente individualizada y sometida a una ardua competitividad. El grupo de
amigos es el referente principal del adolescente, que trata de buscar una salida ante la
insatisfactoria realidad que se le presenta como futuro, ya sea para evadirla o para enfrentarla.
La máxima pretensión es la diferenciación del resto del mundo, sin embargo, en el intento por
ser
distinto,
paradójicamente
se
recae
en
la
igualdad
grupal
En el fondo se trata de aunar fuerzas, de hallar un modelo a imitar y utilizar el grupo como
agujero donde, cual avestruz, poder agachar la cabeza ante posibles disconformidades. Al fin y
al cabo, la despersonalización reinante en nuestra era obliga a la búsqueda del reconocimiento
de los demás, a la necesidad, más que excesiva, del apoyo de la gente que nos rodea.
Las tribus urbanas son un fenómeno propio del siglo XX, aunque la necesidad humana de
establecerse en grupos o manadas ha existido desde siempre. La pertenencia a una tribu
supone acatar un determinado estilo de vida, una ideología y una vestimenta propia. Todas se
caracterizan por una clara postura de auto marginación que intenta expresar su
disconformidad con la sociedad. Lo grupal se valora por encima de lo individual, de modo que la
personalidad se adquiere como conjunto. Ya en los años 50, rockers y mods crean una imagen
propia, lon unos con sus motos, sus chupas de cuero y el rock and roll; los otros con su vespa y
su
estilo
elegante,
impecable.
Los hippies, surgidos en los 60, difunden una verdadera cultura con su estilo de vida bohemia,
su propia filosofía y el acontecimiento en torno al cual aunaron sus fuerzas: Vietnam.
Los punks se extienden, en torno al fenómeno “Sex Pistols”, desde mediados de los 70 por la
periferia de las principales ciudades de Europa. Su vestimenta sucia, fea y provocativa, repleta
de utensilios destinados a otros fines (pinzas, imperdibles) es su forma particular de
sorprender e, incluso, incomodar a la sociedad. La crítica se hace latente en su propio cuerpo.
Los heavys, con su cultura musical; los breakers, unidos por el baile, el hip-hop y el patinaje; los
góticos, con su oscuro pesimismo y su estética particular, llena de símbolos medio religiosos
medio
satánicos;
los
rockabillies,
los
okupas…
En realidad se trata de diferentes desviaciones de un mismo fenómeno tribal. Pero en la
actualidad, con excepción de unas cuantas minorías que mantienen el ritual, las tribus
existentes se distinguen tan sólo por una determinada estética, llámese vestimenta “fashion” o
moda. Los indies, con su estilo pop británico; los cool, aquéllos que portan lo más estrafalario y
original que puedan encontrar; los pijos, eso que todos conocemos pero con los que ninguno nos
identificamos;
los
neohippies,
los
neopunks…
Las casas de diseño más prestogiosas han optado por incluir en sus creaciones elementos
inventados por las tribus, en la mayoría de los casos como protesta ante la moda. Así, si en los
80 sorprendían los cinturones de tachuelas de los punks y las crestas puntiagudas, a comienzos
del siglo XXI es fácil encontrarnos con los mismos como últimas tendencias. Y lo mismo con
multitud de estéticas que nacieron como personificación de un grupo. Pero, lo más detestable,
es que las luzcamos sin conocer ni su origen ni su significado.
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