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Sumario
Añatuya
Herrera
Santiago del Estero
Suncho Corral
Monte Quemado
Taco Pozo
Colonia Dora
Sumampa
Página 90
Página 130
Página 104
Página 114
Página 122
Página 136
Página 144
Página 152
Haciendo Camino | Anuario 2015
Diseño: Misca Design | Fotografía: Santiago Calderón
Edición & Redacción: Sebastián Herrera & Mercedes Rizzardi | Ilustraciones: Julio Molina Muscara
Corrección: Catalina Hornos, Mariana Isenberg de Hornos | Colaboración: Macomunicación
Haciendo Camino Anuario 2015, Año 6, N°6. Publicación anual propiedad de la Asociación Civil Haciendo Camino.
*Las imágenes publicadas en este anuario cuentan con su el consentimiento expreso de las personas que aparecen en ellas. Asimismo,
las fotografías de menores de edad que se presentan están autorizadas legalmente por sus respectivos padres o tutores legales.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-50-
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Bienvenidos
Querida Familia de Haciendo Camino:
¡Qué alegría encontrarnos celebrando un año más de Haciendo Camino! Este fue un año de muchos cambios.
Crecimos en programas y en beneficiarios, y abrimos dos Centros nuevos, uno en Chaco y otro en Santiago del
Estero. Fue el año de la articulación. Desarrollamos emprendimientos con otras ONG, potenciando lo que ellos
hacían con lo que nosotros hacemos; encaramos proyectos con el financiamiento y el asesoramiento del sector
privado; logramos establecer alianzas de trabajo con algunos municipios, hospitales y postas sanitarias y
llevamos adelante un proyecto de investigación con cátedras de la UCA y de la UMSA. Aumentamos nuestra
presencia en los medios de comunicación, y nos convocaron para contar nuestro trabajo en numerosos eventos,
ofreciendo nuestro testimonio a públicos diversos: desde adolescentes, hasta ejecutivos de finanzas.
Despedimos con tristeza a Vicky Barbagelata y a Pato Caruso, quienes fueron gerente ejecutiva y gerente de
programas, respectivamente, y, durante los últimos cuatro años, fueron protagonistas del crecimiento de
Haciendo Camino. Si bien ya no ocupan esos cargos, siguen involucrados en Haciendo Camino desde otros
lugares y dejaron su huella en nuestros equipos. Este año también agradecimos la instalación de la temática
de la desnutrición en los medios masivos de comunicación, pero aún pareciera que en nuestro país se muestran
casos puntuales, como si fueran excepciones, cuando la desnutrición y la malnutrición son, en muchos lugares,
más frecuentes de lo que creemos. En 2015 se amplió el equipo central de Haciendo Camino, sumamos una
coordinadora técnica de nutrición para el seguimiento de los casos críticos y creamos un área de investigación
para realizar investigación social y medir el impacto de nuestros programas. De esta manera, se podrán replicar
aquellos modelos que mejor funcionen. El aporte único de cada uno de nuestros profesionales permitió el
fortalecimiento del trabajo en equipo y la convicción de que no hay personas imprescindibles en la organización.
Todos aportamos algo necesario, pero la misión es más grande que la suma de personas. Seguimos festejando
con esperanza la migración de muchos profesionales de distintas provincias a Santiago del Estero, con el fin de
poner sus conocimientos y su trabajo al servicio de los más necesitados. ¡Y seguimos teniendo casos de éxito
que nos permiten celebrar la vida de cada uno de los chicos! Sin embargo, todavía encontramos mamás que no
saben cómo cuidar y alimentar a sus hijos; seguimos encontrando niñas y adolescentes embarazadas, chicos
con bajo peso y familias que juntan comida en basurales. Seguimos recibiendo en nuestros hogares chicos
golpeados y abusados, a los que sus propias familias les quitaron lo más preciado: su niñez. Nuestro país sigue
viendo crecer a muchos chicos en condiciones indignas, sin baño, sin agua, sin ropa de abrigo y sin un beso o
un abrazo. Y en un año de elecciones, seguimos siendo testigos de la miseria humana, viendo como se compran
votos con un par de zapatillas o un bolsón de mercadería, prometiendo cambios estructurales que nunca llegan.
Como dice la famosa frase “No alcanza con acostarnos todos los días soñando con un país mejor. Tenemos que
levantarnos todos los días dispuestos a construirlo”. Y en Haciendo Camino, todos nos levantamos con esa motivación.
¡Gracias A Todos Por Ser Parte De Esto!
Catalina Hornos
Presidente
Haciendo Camino
Anuario 2015
-52-
¿Quiénes Somos?
Somos una asociación civil sin fines de lucro que desde 2006 trabaja para mejorar la
calidad de vida de niños y familias en situación de vulnerabilidad en el Norte argentino.
Nuestros ejes de trabajo son la prevención de la desnutrición infantil, la promoción humana
y la educación integral, para que las familias beneficiarias puedan enfrentar el presente y el
futuro con mejores oportunidades.
Misión
Visión
Valores
Mejorar la calidad de
vida de niños y familias
en situación de
vulnerabilidad.
Un país en el que todas las
familias tengan
herramientas suficientes
para mejorar su calidad
de vida a través de su
propio esfuerzo.
Conocimiento de la
realidad y compromiso
social.
Haciendo Camino
Trabajo en equipo.
Gestión transparente.
Profesionalismo y
mejora continua.
Anuario 2015
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¿Dónde trabajamos?
Taco Pozo
Chaco
Santiago
del Estero
Monte Quemado
Santiago
del Estero
Suncho Corral
Buenos
Aires
Herrera
Añatuya
Colonia Dora
Sumampa
Oficina Soport e
Añatuya
Santiago del Estero
Monte Quemado
A 919 Km De Buenos Aires
A 1071 Km De Buenos Aires
A 1382 Km De Buenos Aires
Funciona Desde
Marzo 2009
Colonia Dora
Funciona Desde
Agosto 2010
Funciona Desde
Marzo 2012
Funciona Desde
Diciembre 2012
Herrera
Suncho Corral
Funciona Desde
Junio 2014
Funciona Desde
Abril 2015
Funciona Desde
Abril 2015
A 904 Km De Buenos Aires
A 907 Km De Buenos Aires
A 1017 Km De Buenos Aires
A 1300 Km De Buenos Aires
A 949 Km De Buenos Aires
Haciendo Camino
Tazo Pozo
Funciona Desde
Octubre 2010
Sumampa
Anuario 2015
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Programas
Programa Niños
(Comenzó en 2006)
Contamos con El Refugio, un hogar de tránsito que aloja a niños judicializados
de entre 0 y 13 años que se encuentran en diversas situaciones de riesgo social,
y respaldamos económicamente al Hogar Santa Catalina, que alberga y
garantiza el acceso a la educación a chicos de 4 a 13 años provenientes de
núcleos familiares que no pueden responder a sus necesidades básicas. En
ambos hogares se cubren las necesidades de alimentación, vestimenta,
vivienda, educación, salud, juego y recreación de los chicos. Brindamos clases
de apoyo escolar, organizamos talleres de recreación, viajes y propuestas
pedagógicas para que los niños puedan desplegar sus talentos naturales.
Realizamos un seguimiento personalizado de cada chico y de su familia, con el fin de lograr la reinserción en su
núcleo de origen. Además, inauguramos Hogares de Día en los Centros de Monte Quemado, Herrera y Suncho
Corral. Estos hogares reciben a las familias más críticas de los Centros para quienes no es suficiente el Programa
Nutrición. Los niños reciben apoyo escolar, se bañan y almuerzan junto a sus madres, en los Hogares de Día.
Lo que más me gusta es sentir que aporto un pequeño granito de arena al
mundo. Creo que una persona puede marcar una diferencia muy grande para
muchos con muy poco. Ver cómo en El Refugio se pueden enfrentar realidades muy
duras y cambiar la vida de muchos chicos y mamás. Ver un cambio en esas personas,
a uno lo hace muy feliz; y cuando ayudás al otro, te das cuenta
que te estás ayudando mucho más a vos mismo.
Joaquín Altgelt, Coordinador del Refugio
Estamos convencidas de que todos debemos tener las mismas
oportunidades, y en Haciendo Camino soñamos con que eso puede
ser posible. Como coordinadoras, nos gusta el contacto permanente
con tantas personas con ganas de ayudar y comprometerse con una
realidad que nos compete a todos.
Lorena Tarifa y Pilar Rodríguez Cáceres
Coordinadoras del Hogar Santa Catalina
83 NIÑOS pasaron por el
Hogar Santa Catalina desde 2006
145 NIÑOS y 35 MADRES
pasaron por el Refugio. 78 NIÑOS y 19
MADRES asistieron a nuestros Hogares
de Día.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-55-
Programas
Programa Oficios
(Comenzó en 2007)
Se brinda capacitación en oficios: manualidades, costura, telar, tejido, gastronomía
y peluquería, a madres de familias vulnerables de la comunidad. Además de los
talleres, las madres reciben charlas de promoción humana y de formación técnica,
a fin de empoderarlas, asesorarlas con respecto a la comercialización de los productos
y fortalecer su capacidad de autosustento. Asimismo, ofrecemos apoyo escolar para
sus sus hijos y se realizan controles nutricionales periódicos de los menores de 5 años.
El Programa permite generar un espacio para que las madres no
sólo consigan desarrollarse en un oficio, lo cual es el fin
inmediato, sino para que logren pensar y actuar en comunidad y
tengan la contención que necesitan. Contribuye a reforzar la
confianza y autoestima de la mamás al ver que el avance, tanto
propio como de sus familias, es fruto de su esfuerzo y capacidades.
Paula Saporiti y Florencia Gay
Coordinadoras del Programa Oficios
533 MADRES aprendieron un oficio
Programa Nutrición
(Comenzó en 2009)
Tomando como base la metodología CONIN -que propone un abordaje integral
de la problemática social que da origen a la desnutrición-, trabajamos en la
prevención y la recuperación nutricional de niños de 0 a 5 años. El programa
cuenta con equipos interdisciplinarios formados por pediatra, nutricionista,
estimuladora temprana y trabajadora social, que brindan asistencia a madres y
niños. Asimismo, las madres participan de charlas semanales de educación para
la salud y de talleres de capacitación en oficios, mientras que los niños participan
de un jardín de infantes. Asimismo, desde los Centros se ofrecen charlas de
prevención y realizan relevamientos de control nutricional de niños, en jardines de
infantes y parajes rurales de los alrededores.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-56-
Programas
Yo entiendo al Programa Nutrición como una pieza fundamental en la
sociedad, ya que con las herramientas que brindamos posibilitamos que
los niños desarrollen al máximo su potencial y puedan ser en un futuro
protagonistas de su propia historia.
Andrés Straijer, Coordinador del Programa Nutrición
10430 NIÑOS
se diagnosticaron nutricionalmente
2789 NIÑOS
recibieron tratamiento
2179 MADRES
y sus
recibieron
educación para la salud y capacitación en oficios
Programa Embarazadas
(Comenzó en 2010)
Está dirigido a mujeres embarazadas en situación de riesgo social, y busca
promover los cuidados durante el embarazo y el desarrollo del vínculo madre-hijo
desde el período de gestación. Las futuras mamás son controladas por los
profesionales y participan de charlas que las preparan para la maternidad. Se
organizan talleres prácticos en los que las madres confeccionan ropa o juguetes
para sus bebés.
Me gusta del Programa Embarazadas, que tiene un objetivo a largo plazo.
Las mamás aprenden a cuidarse a ellas mismas durante el embarazo y a
cuidar a sus hijos. Y así, logramos soluciones a los problemas desde la raíz.
Tomás Rizzo, Coordinador del Programa Embarazadas
670 EMBARAZADAS asistieron al Programa
Haciendo Camino
Anuario 2015
-57-
Programas
Programa Salud
(Comenzó en 2011)
Con el objetivo de proteger y recuperar la salud a través de la detección
precoz de enfermedades, el tratamiento oportuno y la promoción de
hábitos saludables, un grupo de médicos realiza viajes periódicos a
nuestros Centros. Distintos especialistas en medicina clínica, pediatría,
ginecología, otorrinolaringología, traumatología, medicina familiar y
oftalmología ofrecen asistencia médica y docencia.
Este programa acerca la salud a las personas que más lo necesitan.
La humanización de la medicina es, de esta manera, una satisfacción
infinita. De esto se trata, de dar herramientas a las personas para un
desarrollo adecuado y permanente. La salud importa, y es un derecho.
Ramiro Rivelli, Coordinador del Programa Salud
Los médicos atendieron
7580 CONSULTAS
Programa Nutrición
Proyecto Atención Rural
(Comenzó en 2013)
Acompañamos a comunidades rurales y trabajamos en la
formación de las madres como agentes de salud de sus hijos,
controlamos nutricionalmente a los niños, tratamos a
aquéllos que están desnutridos. Además, formamos a los
agentes sanitarios locales en el cuidado de la primera
infancia, a fin de dejar capacidad instalada en cada paraje.
1328 NIÑOS se controlaron y
1810 se diagnosticaron, desde 2013
Haciendo Camino
1110 MADRES participaron
y
de charlas educativas
Anuario 2015
-58-
Nuestros números
Cantidad de Beneficiarios
Crecimiento de beneficiarios por año*
7000
6500
6000
5500
5000
4500
4000
3500
3000
2500
2000
1500
1000
500
0
2009
Total beneficiarios
tratados
Total beneficiarios
diagnosticados
2010
2011
2012
2013
2014
2015
Crecimiento de beneficiarios directos por centro*
9500
9000
8500
8000
7500
7000
6500
6000
5500
5000
4500
4000
3500
3000
2500
2000
1500
1000
500
0
457
953
862
337
196
384
461
679
24
2006
42
2007
78
2008
242
286
556
2009
365
261
276
362
466
1771
1530
2962
918
1212
141
417
357
448
259
2004
Añatuya
Santiago del Estero
Monte Quemado
Colonia Dora
Herrera
Suncho Corral
Taco Pozo
Sumampa
Charata
791
1123
1945
1804
2348
2548
1454
2010
2011
2012
2013
2014
2015
*Las cantidades de beneficiarios del 2015 son parciales, corresponden al período enero - agosto.
108 PERSONAS
RENTADAS
trabajan en Haciendo Camino
25% + que en 2014
1636 PADRINOS
*
donan mensualmente
19,3% + que en 2014
*A agosto 2015.
Haciendo Camino
7%
6%
9%
29%
10%
12%
12%
15%
8%
18,83%
7,76%
47,68%
22,31%
3,42%
Añatuya
Santiago del Estero
Monte Quemado
Colonia Dora
Herrera
Suncho Corral
Taco Pozo
Sumampa
Buenos Aires
Programa Nutrición
Programa Embarazadas
Programa Niños
Programa Oficios
Padrinos Generales
12851
BENEFICIAROS
INDIRECTOS
en el último año.
31713
BENEFICIAROS
INDIRECTOS
desde el comienzo.
Anuario 2015
-59-
Reporte económico 2014-2015
Los datos corresponden al ejercicio 2014 - 2015, cerrado al 30-06-2015, que se encuentra en proceso de auditoría.
Ingresos por fuente de financiamiento
¿Cómo
Obtenemos
Nuestros
Recursos?
Padrinos Particulares
Padrinos Institucionales
Eventos y Campañas a beneficio
Padrinos Estratégicos
Donaciones en especie
$ 5.483.425
$ 3.158.982
$ 1.618.817
$ 633.416
$ 126.377
Total Ingresos
$ 11.021.017
50%
29%
15%
6%
1%
Egresos por concepto
¿Cómo
Aplicamos
Nuestros
Recursos?
Sueldos y Honorarios de profesionales $ 4.453.819
$ 972.942
Insumos
$ 935.514
Construcción y Equipamiento
$ 601.622
Viáticos
$ 567.944
Manutención y Alojamiento
$ 481.015
Eventos y Campañas a beneficio
$ 462.410
Otros Servicios
Total Egresos
53%
11%
11%
7%
7%
6%
5%
$ 8.475.265
Egresos por Programa
¿A Quién
Aplicamos
Nuestros
Recursos?
Programa Nutrición
Programa Niños
Programa Oficios
Proyecto Atención Rural
Programa Embarazadas
Programa Salud
$ 5.649.399
$ 1.821.759
$ 665.171
$ 172.703
$ 116.173
$ 50.061
Total Egresos
$ 8.475.265
67%
21%
8%
2%
1%
1%
Egresos por Centro de Prevención de Desnutrición Infantil y Promoción Humana
¿A Dónde
Destinamos
Nuestros
Recursos?
Haciendo Camino
Centro Añatuya
Centro Monte Quemado
Centro Santiago del Estero capital
Centro Herrera
Centro Suncho Corral
Centro Colonia Dora
Centro Taco Pozo
Centro Sumampa
$ 3.887.733
$ 2.322.490
$ 1.126.913
$ 498.561
$ 317.685
$ 196.398
$ 80.985
$ 44.500
Total Egresos
$ 8.475.265
46%
27%
13%
6%
4%
2%
1%
1%
Anuario 2015
-60-
Nuestra realidad
De las Viviendas Relevadas
11%
6,8
es el promedio
de habitantes
por hogar
62%
de los hogares
se encuentra
en condiciones de
HACINAMIENTO
18%
38%
8,08%
15,15%
24,24%
16,16%
35,35%
Haciendo Camino
Analfabetas
Primario Incompleto
Primario Completo
Secundario Incompleto
Secundario Completo
Terciario Completo
cuentan con techo de material
PRECARIO (Ej: nailon, caña)
tienen piso de TIERRA
41%
NO cuentan con suministro de
AGUA dentro de la vivienda
66%
NO cuentan con BAÑO
dentro de la vivienda y otro
no dispone de ningún sistema de
eliminación de excretas apropiado
41%
1,01%
tienen como material
principal el ADOBE
22%
36%
3%
7%
NO cuentan con suministro de
ELECTRICIDAD
de los hogares tienen niños en edad escolar
que NO asisten al COLEGIO
de las madres son JEFAS DE HOGAR
de los hogares tienen integrantes sin DNI
Anuario 2015
-61-
82%
(530) HOGARES PRESENTA NBI
12%
DE LOS HOGARES PRESENTAN MÁS DE 3 NBI
Los hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas son aquéllos que
presentan al menos uno de los siguientes indicadores de privación:
HACINAMIENTO: hogares que tienen más de 3 personas por cuarto habitable (sin baño ni cocina).
VIVIENDA INCONVENIENTE: piezas de inquilinato, vivienda precaria u otro tipo de
vivienda inconveniente.
FALTA DE CONDICIONES SANITARIAS: hogares sin ningún tipo de retrete.
INASISTENCIA ESCOLAR: hogares donde hay algún niño en edad escolar que no asiste a la escuela.
INCAPACIDAD DE SUBSISTENCIA: hogares donde viven 4 o más personas por miembro ocupado y cuyo
jefe tiene baja educación.
SE RELEVARON
650 HOGARES
DE FAMILIAS QUE ASISTEN A LOS PROGRAMAS
NUTRICIÓN U OFICIOS EN ALGUNO DE NUESTROS OCHO CENTROS.
El relevamiento de las condiciones socioambientales en las que
se encuentra cada una de las familias que acuden a nuestros
Centros, nos permite identificar las principales dificultades
a las que se enfrentan y realizar un análisis integral de su
situación. Todo esto, con el objetivo de seguir trabajando en
el diseño y la mejora continua de nuestros Programas, y así
brindarles las herramientas más efectivas para que puedan
mejorar su calidad de vida.
153
Mariana Parola, Coordinadora de Proyectos
88
155
36
18
115
30
Haciendo Camino
59
Añatuya
Santiago del Estero
Monte Quemado
Colonia Dora
Herrera
Suncho Corral
Taco Pozo
Sumampa
Anuario 2015
-62-
¿Cómo ingresan las mamás y
los niños a haciendo camino?
En articulación con el CESNI, se realizó una encuesta para conocer las conductas, conocimientos y aptitudes de
mujeres embarazadas y madres de niños de 0 a 24 meses que asisten a nuestros Centros.
El Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (CESNI), dedicado a identificar e investigar los problemas que
afectan la salud nutricional infantil, nos ayudó a desarrollar una investigación sobre las madres que concurrían
por primera vez a los Centros de Haciendo Camino, durante 2013 y 2014, con el objetivo de indagar acerca de los
conocimientos y prácticas de las madres relacionados con la alimentación durante los primeros 1000 días del
niño, con los hábitos dietéticos y las recomendaciones nutricionales para la población infantil.
Se entrevistó a 82 madres con niños de 0 a 24 meses y a 47 embarazadas, antes de recibir tratamiento
nutricional y formación en Haciendo Camino, en los Centros de Santiago del Estero, Monte Quemado, Añatuya,
Herrera y Colonia Dora.
Las principales conclusiones del informe dieron cuenta de que es muy alto el porcentaje de niños que se
encuentran por debajo de las recomendaciones de energía, su distribución calórica no es armónica, y el
consumo de proteínas se encuentra por debajo de la recomendación. Cuando se comparó la ingesta de los
niños de 0 a 24 meses con las recomendaciones nutricionales, se descubrió que los niños tenían una ingesta
inadecuada de la mayoría de los micronutrientes, exceptuando la vitamina B12 y B6. Una cantidad importante
no consumían el fósforo y el calcio que necesitaban, algo sustancial para sus huesos. También alarmó la falta
de hierro y zinc en los niños, dos micronutrientes claves para el crecimiento y para el desarrollo.
El informe concluyó que, a la hora de pensar en una intervención nutricional, es importante tener en cuenta
el período que va desde la concepción hasta los 2 años de vida del niño, ya que allí se da la “ventana de
oportunidad”. Si durante esta etapa ocurre la subnutrición, se afecta el capital humano del niño y aumenta la
mortalidad infantil. Si un niño crece normalmente, puede desarrollar al máximo su potencial de inteligencia, de
escolaridad, de talla y de fuerza muscular, la capacidad de tener hijos sanos en las próximas generaciones, y la
de prevenir futuras enfermedades crónicas, como la obesidad, hipertensión arterial y diabetes.
Con relación a las embarazadas, las 47 mujeres que respondieron el cuestionario tenían un promedio de edad
de 24 años. La mayoría de las madres manifestaron que al momento de la entrevista habían aumentado
excesivamente de peso, y un bajo porcentaje consideró que ésta debe ser una conducta a evitar porque es un
factor de riesgo para la mamá y el bebé.
Otro resultado llamativo, fue que un gran porcentaje de madres desconocía que se aconsejaba amamantar
al bebé en forma exclusiva hasta los seis meses de vida, y que a esa edad debía incorporar otros alimentos. Es
algo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) debido a que la leche materna es el alimento
idóneo para el crecimiento y el desarrollo sano del bebé, además de que la lactancia materna forma parte del
proceso reproductivo y tiene importantes repercusiones para la salud de las madres.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Realidad de las Mamás antes de ingresar
Realidad de las Niños antes de ingresar
36% tuvo bajo peso al nacer
24,4% tiene
un retraso
en la estatura
43,8% noy calorias
comía los nutrientes
necesarios
10% que
no ingeria los nutrientes
necesita
8,5% tenía bajo peso
15% tenía sobrepeso
4% tenía obesidad
30% deteníafósforo
un consumo inadecuado
y calcio
+50% deno hierro
cubría sus necesidades
y zinc
El informe nos sirvió para confirmar con números
lo que ya veíamos. Los datos dan cuenta de cómo se
alimentan las mamás y los chicos que atendemos, y
servirán para desarrollar acciones que nos permitan
modificar esa realidad.
Natalia Fernández
Coordinadora de Nutrición de Haciendo Camino
Se hace necesaria una intervención temprana y efectiva
para reducir el retardo en la talla, las deficiencias de
micronutrientes y, a futuro, la obesidad infantil.
María Elisa Zapata, Paula Gómez & Gabriela Estévez
Equipo del CESNI responsable del informe
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Haciendo Camino
Anuario 2015
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Haciendo Camino
Anuario 2015
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Fundación Alimentaris
Un socio estratégico en
Monte Quemado
Una fundación de origen suizo se unió a los proyectos de Haciendo Camino para potenciar la atención en el Centro
de Monte Quemado. Con su ayuda logramos cambiar la realidad de casi 900 familias.
Una nutricionista, un economista, un contador y un abogado se juntaron para brindar mejoras en la calidad de
vida de las poblaciones más pobres de Argentina con un modelo de intervención a largo plazo.
Así lo hicieron y crearon Alimentaris, una fundación de origen suizo que colabora en la Argentina. La
nutricionista Karina Bentivoglio, argentina y casada con un suizo, tuvo reuniones con distintos profesionales
y fundaciones, y en una de ellas Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil
(CESNI), le habló de Catalina Hornos. Karina cuenta que le impactó “que todos los que trabajan en Haciendo
Camino lo hacen desde el corazón. Se meten directamente adentro, en el terreno, conocen la realidad con la que
trabajan, y no están resolviendo las cosas desde un escritorio”.
En el equipo de Alimentaris quedó sorprendido por el funcionamiento del Centro de Monte Quemado,
uno de los que presentaba más dificultades por la locación geográfica. Entonces comenzaron
a preguntarse si lo que debían hacer era replicar un Centro o trabajar juntos para unificar esfuerzos.
Decidieron apoyarnos para potenciar recursos y aprender juntos. Hicieron un trabajo de investigación con
expertos que llevaron especialmente a la zona y descubrieron que la situación era compleja. Además del
problema de la desnutrición, la situación en la que vivían muchas familias era muy precaria. Alimentaris se
organizó en dos áreas. Una de desarrollo infantil, desde la que apoyó el trabajo de Haciendo Camino y de otras
ONG, y un área de desarrollo rural cuyo fin es facilitar el acceso de poblaciones rurales dispersas a servicios de
energía básica, agua segura y telecomunicaciones. Inició un plan de mejoras en el Centro de Monte Quemado.
Querían aumentar el radio de incidencia del Centro y la cantidad de beneficiarios de los Programas. Para eso,
relevaron parajes y comenzaron a trasladar a los niños y a las madres que estaban lejos de nuestros lugares de
atención. Ayudaron a optimizar las condiciones laborales de los profesionales, pagando viáticos y adquiriendo
una casa para su alojamiento. Mejoraron el funcionamiento operativo del Centro comprando equipamiento,
incorporando una pediatra y financiando la apertura de un Hogar de Día para ofrecer contención, educación y
alimentación a las madres mas criticas y a sus hijos.
Alimentaris encontró otras necesidades en Monte Quemado y comenzó, también, a trabajar paralelamente
para encontrar soluciones para la comunidad. Reconocieron que muchas veces los mayores problemas, cuando
se trabaja con poblaciones alejadas, son logísticos. Por eso, comenzaron a solucionar problemas cotidianos, y así
el impacto de las acciones creció exponencialmente.
Desde Alimentaris sueñan con que Monte Quemado “no sea una isla” y tenga las mismas posibilidades que
otras regiones de nuestro país. Están convencidos de que tiene que haber una red de fundaciones que trabajen
articuladamente.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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¿Qué más hace Alimentaris?
Tiene un programa de Desarrollo Rural que tiene un enfoque
integral (búsqueda de sinergias y reducción de costos) y
colaborativo por el cual apoyan a decisores de políticas públicas
y a otras ONG y actores locales. Trabaja en iniciativas para
asegurar el acceso básico a la energía, y para eso desarrolla junto
con el Banco Mundial un proyecto piloto de equipos; participa en
un proyecto de testeo de nanomateriales para el filtrado del
arsénico en el agua y apoya la difusión y réplica de un exitoso
e innovador modelo de agricultura familiar.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Proyecto de psicología
en el Programa Niños
Florencia Seijo es licenciada en psicología y, durante su paso por un colegio católico donde se hacían actividades
de voluntariado, descubrió sus ganas de ayudar. Un día, unas fotos de un viaje a Añatuya que su amiga colgó en
Facebook le llamaron la atención y pensó, “¡yo quiero estar ahí!”.
Dos viajes a Santiago del Estero le bastaron a Florencia para pensar en
qué podía colaborar, desde su profesión, para resolver alguna de las
muchísimas necesidades de la gente. En el Hogar de Niños Santa Catalina, que Haciendo Camino respalda económicamente, Florencia conoció
a un montón de chicos alegres y capaces de reírse, jugar, divertirse y
estudiar. Sin embargo, era difícil imaginar que detrás de esas sonrisas
había historias de abuso, violencia, maltrato y abandono.
Llegamos a la conclusión de
que el Hogar actúa como un
factor de protección para el
crecimiento y el desarrollo de
los chicos. Es un ambiente
facilitador del desarrollo
emocional, físico, educativo y
social para su vida.
Florencia Seijo
Lic. en Psicología
egresada de la UCA
Así comenzó a gestarse el “Proyecto de Psicología” del que participó
mucha gente para diagnosticar desde el punto de vista psicológico a los chicos del Hogar. Florencia le presentó
el proyecto a su colega Mariana Politano, licenciada en psicopedagogía y psicología, quien desde un primer
momento colaboró en la elaboración y supervisión de actividades.
Haciendo Camino abrió camino al proyecto, entendiendo que el cuidado de la salud
mental del niño es tan importante como el cuidado de su salud física.
Mariana Politano
Lic. en Psicología y Psicopedagogía de la USAL
Aún con más entusiasmo, tocó las puertas de la Universidad Católica Argentina (UCA) para proponerle al Decano,
Marcelo Noel, la idea de armar un equipo de trabajo con alumnos avanzados de la carrera de psicología
que realizaran diferentes viajes a Añatuya para llevar adelante el proyecto. Florencia siguió moviéndose
hasta contactar con profesionales especializados en el tema, como las doctoras Analía Losada
y Rosa Inés Colombo, especialistas en investigación y en abuso sexual infantil, respectivamente.
El estudio permitió observar que a mayor cantidad de
tiempo de residencia en el Hogar, mejor es la evolución
y pronóstico. La labor que llevan adelante favorece al
desarrollo psicosocial del niño.
Mientras tanto, se abrió una convocatoria
Dra. Analía Verónica Losada
Psicopedagoga. Lic. y Dra. Psicología. Especialista y
Magíster en Metodología de la Investigación.
y se hicieron evaluaciones psicológicas a
de alumnos en la UCA y en la Universidad
del Museo Social Argentino (UMSA). Se
realizaron cuatro viajes a lo largo del año,
los 31 chicos del Hogar. Respecto de los 14
casos más críticos, se realizaron entrevistas a las docentes y a las cuidadoras de los chicos para conocer su
comportamiento diario en el Hogar y en el aula, y luego se supervisaron los resultados con docentes especializados
Haciendo Camino
Anuario 2015
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en temas de abuso sexual, maltrato, vulnerabilidad y
psicopatología infantil. El proyecto permitió crear legajos e
informes con recomendaciones ajustadas a las necesidades
de cada chico.
Florencia y el equipo descubrieron que detrás de ese grupo
de chicos activos, inquietos, dinámicos y alegres hay una
historia que necesita ser contada y escuchada.
Lo más significativo fue el
descubrir el papel predominante
que cumple el vínculo con un
otro en la transformación de la
calidad de vida de los niños en
situación de vulnerabilidad.
Ramiro Fernández Blanco
Estudiante de 4to año de Psicología
en la UMSA
Y que muchas situaciones traumáticas que han vivido
demandan ser elaboradas e integradas de manera positiva
como parte de la historia de cada uno.
A partir de ahora, el desafío será consolidar un equipo de
psicología en Añatuya que permita dar respuesta a las
necesidades psicológicas de los chicos de manera
permanente y continua.
Haciendo Camino
Esta experiencia me ayudó a
crecer y me llevo mucho cariño,
sonrisas, abrazos y momentos
compartidos con los chicos del
Hogar. Ellos se merecen esto y
mucho más.
Ángeles Cevasco
Estudiante de 4to año
de Psicología en la UCA
Anuario 2015
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Tolloche
Levantar un pueblo
La Negra nos buscó para realizar relevamientos en un pequeño pueblo de Salta donde trabajaban. Más tarde, se
implementaron proyectos que permitieron modificar la realidad de la comunidad.
El tiempo en Tolloche se detiene, las agujas del reloj no giran en ese paraje salteño de unas 50 casas, con una
capilla, una escuela plurigrado, un colegio secundario y una salita de primeros auxilios. No hay muchos lugares
con Internet, y la antena de telefonía que hay da señal sólo a los celulares de su compañía.
Cuando La Negra, un establecimiento agropecuario, adquirió un campo muy cerca del pueblo, comenzaron a
estar presentes en la comunidad a través de donaciones a las instituciones. Con el tiempo, se dieron cuenta de
que el éxito de una empresa y de una comunidad van de la mano. Con la humildad de querer aprender a
ayudar, contactaron a Haciendo Camino para hacer un relevamiento y detectar problemas de desnutrición.
Sin embargo, los resultados fueron diferentes. Sebastián Quintana se instaló por tres semanas y golpeó
las manos casa por casa para realizar informes socio-ambientales. Sin bien no se detectaron problemas de
desnutrición, había muchas cosas con las que se podía colaborar para que el pueblo estuviese mejor, como
contribuir con aparatología e insumos para el puesto
sanitario, ayudar a la escuela y crear un espacio de
encuentro para la comunidad. No hubo nada que dudar,
con el financiamiento de La Negra, en enero comenzó
un taller de tejido para que las quince mujeres que
hoy asisten pudieran aprender un oficio y compartir
un momento entre ellas. Se creó un taller de arte para
los chicos, uno de apoyo escolar y uno de cine, donde
No se concibe una empresa exitosa en una
comunidad donde sus habitantes pasan
necesidades básicas y no tienen
contención. Apoyar a una comunidad
significa lograr un desarrollo
sustentable y un crecimiento económico
que genere prosperidad.
Ángel Rossi
Presidente de Establecimientos
La Negra
los viernes se proyectan películas infantiles que les
permiten mirar el mundo con otros ojos. Hubo obras de remodelación en el puesto sanitario, se preparó una
sala como consultorio odontológico y se aportó más equipamiento e insumos. También, La Negra contrató un
coordinador para supervisar los proyectos en el lugar y comenzó a ayudar en la organización de los festejos
más importantes como el Día del Niño o la Navidad. Al lado de la vía, por la que hace años no pasa el tren, había
una cancha que copaban los animales. Se gestionaron los materiales para cercarla y construir al lado una plaza
saludable para que grandes y chicos pudieran hacer ejercicio. También se hicieron remodelaciones en el colegio,
se donaron materiales de estudio y, ahora, se colabora con el desayuno de los chicos. Pronto comenzará a
funcionar un taller de talabartería y habrá una casa propia para disponer de un lugar, y así, dejar de usar la
capilla del pueblo, en donde hasta ahora se realizan los talleres.
Ahora Tolloche está mejor, los hombres ayudaron con la mano de obra en muchos proyectos, mostrando el
compromiso que tenían con su comunidad, y las mujeres y los niños encontraron un lugar donde reunirse. Hace
poco comenzaron a cambiar las vías del ferrocarril, y el rumor ya se instaló en todas las casas: está por volver
el tren.
Haciendo Camino
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Haciendo Camino
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Un caso de éxito para el Programa Oficios
Las textiles de Añatuya & Herrera
Un empresario textil conoció Haciendo Camino por una nota en televisión y se propuso brindar oportunidades de
trabajo genuino a más de 40 madres de Añatuya y Herrera.
Ese martes de diciembre llovía, y mucho. Nelson, y casi todos, dudaban de que las madres asistieran a su primer
día de trabajo, pero ellas dieron la primera lección: la asistencia fue total y alguien dijo “¡Manos a la obra!”.
Hacía tiempo que Nelson quería ayudar de alguna manera, y encontró la manera cuando conoció la labor de
Haciendo Camino en una nota de televisión.
Manejó hasta Añatuya mientras en su cabeza daba vueltas ese “proyecto loco” que se le había ocurrido.
Kilómetro a kilómetro iba tomando forma la idea de brindar salida laboral para las madres formadas en el
taller de costura de Haciendo Camino.
El objetivo de Nelson y su familia, quienes se comprometieron desde el primer momento con Haciendo Camino,
era poder darles trabajo a las madres de Haciendo Camino que no encuentran posibilidades de desarrollarse en
el mercado laboral y permitirles generar un ingreso digno acorde a su esfuerzo y a su formación. Ese ingreso les
permitiría progresar y lograr una mejor calidad de vida para su familia.
El primer paso fue buscar un lugar adecuado en el centro
de la ciudad para montar un taller con máquinas
profesionales de costura industrial. Más tarde, se les
enseñó a las madres a usarlas; para esto Nelson envió a
Añatuya a uno de sus mejores maestros, Ronald, quien se
Con este proyecto logramos darle una
oportunidad a aquellos que no la tenían.
El trabajo y la dignidad sirvieron para la
esperanza e inclusión.
Nelson
Empresario textil
instaló con su familia para preparar a las mamás.
Al principio, aprender el oficio y modificar su ritmo de vida requirió el doble de esfuerzo para las mamás. La
mayoría siempre se había ocupado de la casa, de los hijos y del marido…,y, ahora, trabajar significaba otra forma
de ver la realidad. Gran parte de sus familiares: maridos, madres, hermanos e hijos estaban en contra de que
trabajaran tantas horas. Pero una vez que superaron la primera etapa, y comenzaron a llevar un sueldo a sus
casas, las cosas cambiaron. Ya para febrero, comenzaban a trabajar más rápido y con más prolijidad, y ya tenían
listos dos pedidos de 400 camisas y 1500 remeras.
Generar hábitos de trabajo y responsabilidad en las
mamás, en una sociedad donde no hay cultura de
trabajo y predomina el machismo, fue y es un
camino difícil. Pero estamos convencidos de que
es el camino correcto para hacer un cambio de
raíz en las comunidades.
Catalina Hornos
Directora General
Desde el Programa Oficios de Haciendo
Camino apoyamos el proyecto con
charlas de economía doméstica, para
ayudar a las madres a administrar mejor
el dinero que ingresaba mensualmente
a sus hogares y poder asegurar el
progreso
de
sus
familias; además,
hicimos un seguimiento desde el área
Haciendo Camino
Anuario 2015
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social del Centro, porque las madres seguían perteneciendo al Programa Oficios.
Con este nuevo paso, la preocupación de las mamás ya no era conseguir el dinero para la comida, sino cambiar
techos, revocar paredes, hacer nuevas habitaciones, tener luz propia, festejar los cumpleaños de sus hijos,
comprar heladeras, sillas, bicicletas, casarse, pagar deudas de su casa para tener todos los papeles en regla y
hasta comprar terrenos para construir sus propias viviendas. Dejaron de pedir créditos y comenzaron a ahorrar.
Desde que las mamás están trabajando en la textil,
mejoraron su autoestima y comenzaron a ser más
respectadas por sus maridos y toda su familia. Ya no
piensan en el día a día sino que aprendieron a
planificar y soñar en grande.
Carolina Stanckuk
Coordinadora del Programa
Oficios de Añatuya
Tres meses más tarde, Nelson duplicó la apuesta e instaló otro taller en la localidad vecina de Herrera. Ya son
40 las madres que tienen un trabajo estable y digno en estas localidades; y Nelson demostró que, desde la
especialidad de cada uno, es posible lograr cosas para ayudar a una ONG a cambiar el futuro de muchas familias.
Las mamás de Añatuya y Herrera, ahora, tienen algo en común: aprendieron que es posible esforzarse y tener
sueños aún más grandes.
Haciendo Camino
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Un proyecto para capacitar agentes
sanitarios en Brea Pozo
En articulación con la Fundación Tejiendo Salud, capacitamos a todos los agentes sanitarios del departamento de
San Martín, en Santiago del Estero.
La Fundación Tejiendo Salud nos contactó para que capacitáramos a los agentes sanitarios del departamento
de San Martín, en Santiago del Estero. Ellos ya venían trabajando en Brea Pozo a través de distintos proyectos
y habían colaborado con la pintura y equipamiento de las postas sanitarias del departamento, pero notaban
que los agentes sanitarios que las atendían no estaban lo suficientemente capacitados. Desde abril, una vez al
mes, Natalia Fernández, nuestra coordinadora de Nutrición, e Ivana Carbonari, coordinadora de Atención Rural,
viajaron hasta el hospital de Brea Pozo para capacitar a todos los agentes de la zona. La directora del hospital
avaló y alentó estos espacios de capacitación, porque es consciente de las necesidades de formación de su
equipo. Por una encuesta inicial, nos dimos cuenta de que la capacitación de los agentes sanitarios distaba
mucho de la ideal. Muchos de ellos hicieron sólo un curso de seis meses, otros tuvieron capacitaciones de dos
o tres clases para convertirse en agentes sanitarios. La escasez de enfermeros los puso a cargo de las postas
sanitarias, transformándose en únicos referentes de salud en sus comunidades.
Desde Haciendo Camino encontramos mucho desconocimiento en cuanto a temas de antropometría, como
pesar, medir y percentilar con las tablas de crecimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por este
motivo, la dirección del hospital nos incentivó a tomarnos el tiempo que necesitáramos para que los agentes
terminaran el curso bien preparados. Por otro lado, se les ofrecieron capacitaciones para monitorear el
desarrollo psicofísico de los chicos y detectar a tiempo retrasos en las pautas básicas de desarrollo. La
formación de los agentes permitirá que al recorrer las casas de sus parajes sepan detectar si un niño tiene bajo
peso o si presenta un desfasaje en el desarrollo y estén en condiciones de aconsejar a las mamás con pautas
básicas de alimentación para sus hijos.
La asistencia promedio es de 15 agentes en cada encuentro, registrándose la ausencia de otro tanto debido a
que las distancias largas y los caminos polvorientos dificultan su llegada en épocas de mucho frío o de lluvia.
Partido de San Martín,
Santiago del Estero
Cantidad de Habitantes
Hay
31 Agentes Sanitarios
Solo 14 de ellos tienen
Posta Sanitaria
Haciendo Camino
3000
Hay
30 Parajes Rurales
Cada uno tiene una Población estimada de
100 Personas
¿Con qué cuentan las postas?
Camilla, tensiómetro, caja de curación,
balanza pediátrica y de adultos.
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Equipo Directivo
Catalina Hornos
Es la directora general de Haciendo Camino y la que mejor conoce las historias de los beneficiarios. Hace nueve
años comenzó con un trabajo que hoy se convirtió en una institución que creció a pasos agigantados y con un
gran equipo de profesionales.
Catalina es la directora general de Haciendo Camino y, sin dudas, la que mejor conoce las historias de todos
los beneficiarios. La gente le tiene un cariño especial, para nuestras mamás ella es “La Caty” y un referente de
fortaleza. No es para menos, es la que puso la piedra fundamental para que naciera esta ONG cuando renunció
a su vida en Buenos Aires para instalarse en Añatuya y cambió de vida para ayudar. Es la que supervisa el trabajo
de todos los Centros y sus Programas, además del que se desarrolla en la oficina de Buenos Aires. Sus tareas
son las de acompañar a todos los integrantes del equipo, orientar, marcar el camino hacia donde queremos ir
y ayudar a conseguir los recursos para hacer todo lo que nos proponemos. En su lista de responsabilidades no
figura el contacto con el beneficiario, pero Catalina siempre trata de hacerse huequitos para seguir visitando
familias, seguir charlando con las mamás de cada Centro, dirigir el hogar y seguir personalmente la situación
legal de cada uno de los chicos. Lo hace porque cree que “es necesario estar muy cerca de los beneficiarios para
poder definir los Programas y las estrategias de intervención”, y no se equivoca.
¿Cuál es el desafío de tu trabajo?
Conseguir los recursos para que todo funcione. Cuando uno está en contacto con el beneficiario, y después va a
Buenos Aires, tiene la responsabilidad de transmitir su mensaje y su necesidad. Te volvés un mensajero de los que
no tienen voz y tenés que lograr acercarlos a los que no los ven y contagiar las ganas de ayudar.
Mucho se habló de tu historia y de lo que te motivó a dejar todo para trabajar por los que menos tienen,
¿Ahora, te sigue moviendo lo mismo?
Al principio me impulsaba conocer historias, con un rostro, con un nombre, de personas que necesitaban
oportunidades para desarrollarse y, al mismo tiempo, sentir que yo tenía recursos para responder a algunas de
ellas. A medida que pasó el tiempo, fueron más las historias que conocí y también crecieron la capacitación y los
recursos... Pero, en esencia, lo que me mueve es lo mismo: la convicción de que no merecemos las oportunidades
que tenemos si no trabajamos para que otros también las tengan.
A la distancia, ¿qué encontrás de diferente desde que comenzaste a trabajar en Santiago del Estero hasta ahora?
Hoy, somos un gran equipo de profesionales que trabajan de manera organizada. Cuando empezamos éramos
un grupo de gente con muchísima voluntad pero con poca experiencia y formación especifica, y la organización
dependía mucho de unos pocos. Ahora no hay personas indispensables, todos aportamos algo único, pero si
alguno no está todo sigue funcionando.
Desde joven cargaste con una gran responsabilidad, ¿sentís que maduraste de otra forma?
No sé si es una cuestión de madurez. Quizás no maduré tanto, porque sigo siendo muy idealista y creyendo en
Haciendo Camino
Anuario 2015
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sueños imposibles. Sí creo que elegí un camino diferente a la mayoría de mis amigas, con responsabilidades y
desafíos diferentes. Pero estoy convencida de que cada uno elige el camino que lo hace feliz.
¿Cómo explicás el crecimiento que Haciendo Camino experimentó en los últimos años?
Hubo dos factores que ayudaron mucho: el primero, el trabajo constante, sostenido en el tiempo de manera muy
profesional y comprometida, y el segundo es la difusión. Esto nos permite llegar mucho más lejos de lo que solos
hubiéramos llegado.
¿Se cometieron errores?
Muchos, como todos... pero de esos errores aprendemos. Muchos de nuestros Programas y nuestras formas de
encarar los problemas se fueron modificando en el tiempo a partir de errores y experiencias que nos ayudaron a
mejorar.
¿Los errores pesan más en una ONG que en una empresa?
Yo creo que los errores en cualquier ámbito, cuando uno trabaja con voluntad y compromiso, no son más que una
fuente de aprendizaje. Y en una ONG que creció tanto, como Haciendo Camino, los errores también son buenos
para contener al “ego” y evitar creérnosla. Ser conscientes de que todavía tenemos mucho por aprender.
¿Qué importancia está teniendo el tercer sector en la Argentina?
Creo que las ONG tenemos la responsabilidad no sólo de resolver muchas de las problemáticas que el Estado
no está logrando resolver y que hoy necesitan solución, sino también el compromiso de exigir que el Estado dé
respuestas integrales, y que las instituciones responsables se hagan cargo de estos problemas.
¿Cuáles creés que son los desafíos para Haciendo Camino, de ahora en más?
A corto plazo, estamos poniendo fuerza en el área de investigación social y medición de impacto de las intervenciones.
De esta manera, podremos encontrar modelos exitosos que otros van a poder replicar en otros lugares, y mucha
más gente podrá recibir atención de calidad. Por otro lado, uno de nuestros mayores desafíos es que los chicos que
crecen con nosotros se sientan queridos y puedan ser felices. Que podamos ser familia para los que no la tienen y
cuidar su futuro.
No merecemos las oportunidades
que tenemos si no trabajamos
para que otros también
las tengan.
Haciendo Camino
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Juan Pablo Zorza
Es el director ejecutivo de Haciendo Camino y quien se encarga de coordinar el equipo de soporte en Buenos
Aires para que la ayuda llegue a todos nuestros Centros. Su visión, los desafíos de la articulación y la importancia
de la transparencia a la hora de trabajar.
A Juan Pablo Zorza le llegó una búsqueda laboral para trabajar en el área de administración de una ONG. No
lo dudó, se había recibido de contador, y aplicar lo que sabía para una causa social era mucho más productivo
que hacerlo en una empresa. Durante el primer mes de trabajo, Juan se unió al viaje de voluntarios que
organizábamos a Añatuya. Conoció a una familia que vivía con sus seis hijos en un rancho sin baño; desde
Haciendo Camino la estábamos ayudando a que lo construyera. Ver la realidad tan de cerca ayudó a que su
compromiso fuera tal y que lo llevara, al día de hoy, al puesto de director ejecutivo. Su función es dirigir el
equipo que trabaja en la oficina que Haciendo Camino tiene en Buenos Aires y sirve de soporte para todos los
Programas que se desarrollan en el Norte argentino.
¿Cuáles son los desafíos de tu puesto?
Lo más importante es asegurar la solvencia de la organización y mantener al equipo alineado con nuestra misión.
Con un equipo sólido y comprometido es posible lograr grandes objetivos. Los que trabajamos en Haciendo
Camino nos capacitamos todo el tiempo, y capitalizar el crecimiento personal de cada uno es lo que contribuye
al crecimiento de la organización. Si no conocemos por quién trabajamos o los valores que nos caracterizan,
difícilmente podremos lograr un cambio en la vida del otro.
¿Cuál es el desafío de ser un soporte de Centros tan distantes geográficamente?
Hoy en día la distancia geográfica no es un gran problema, siempre y cuando la tecnología pueda solucionarlo.
Hay zonas donde trabajamos en las que no hay buena conexión a Internet y tampoco buena señal telefónica; esto
es un gran desafío para el equipo, que siempre se resuelve con la buena predisposición de todos. A la vez, estar tan
lejos nos dificulta la logística de donaciones; recibimos muchas donaciones de pañales y leche en polvo, insumos
fundamentales para el funcionamiento de nuestros Programas, y el envío tiene que ser coordinado a tiempo para
poder abastecer los ocho Centros que tenemos.
¿Cómo se integran áreas tan diversas en Buenos Aires para un fin común?
Tenemos semanas de muchas reuniones, otras con eventos, otras organizando la logística de camiones. Esta
diversidad hace que mi trabajo y el del equipo sean muy dinámicos, nunca existe un día igual a otro. Hay
campañas y proyectos diversos en los que intervienen distintas áreas. Un evento de recaudación de fondos
depende de la organización y ejecución del equipo de Desarrollo Institucional, de una buena estrategia de
difusión que saldrá del equipo de Comunicación y de una correcta administración. Intentamos involucrarnos en
los trabajos de todos y aportar, desde nuestra área, lo que haga falta para que la acción sea exitosa. Nosotros
tenemos muy en claro que no trabajamos para generar dividendos, sino que detrás de toda acción el fin es
mejorar la calidad de vida de miles de familias en el interior del país.
¿Cómo te imaginás a Haciendo Camino en un futuro?
Me imagino a un Haciendo Camino creciendo, abriendo cada vez más Centros de Prevención de Desnutrición
Infantil y Promoción Humana, a un equipo cada vez más profesional, sólido y sumando más personas a la causa.
Haciendo Camino
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¿Cómo ves al Tercer Sector en nuestro país?
Sin duda las ONG cada vez funcionan mejor, pero todavía falta recorrer un largo camino. Existen grandes
organizaciones que con su profesionalismo y planificación funcionan muy bien; y también hay muchas otras a
las que les cuesta crecer por falta de recursos y que podrían alinearse con otras que tengan objetivos similares y
ya estén en funcionamiento.
¿Cómo se sostiene Haciendo Camino?
La principal fuente de recursos son los padrinos particulares, ya sumamos más de 1600 personas que confían
en nuestro trabajo y nos acompañan comprometidamente año a año con un aporte mensual. Además, las
donaciones de muchas empresas son el motor para empezar nuevos proyectos o darles crecimiento a los que ya
están funcionando. También organizamos eventos y campañas a beneficio y recibimos donaciones en especie que
nos permiten evitar la compra de muchos insumos.
Muchos de los recursos de Haciendo Camino provienen de empresas, ¿por qué crees que ayudan?
Para muchas empresas, la Responsabilidad Social Empresaria es un concepto instalado y en crecimiento. Buscan
organizaciones con compromiso social, profesionales y transparentes. Estos valores son los que compartimos con
las empresas que nos acompañan y es por eso que nos eligen. A la vez, la difusión es muy importante porque sin
ella es difícil llegar.
¿Cómo llegan a los padrinos?
Contar con tanta gente comprometida y que se sensibiliza ante la cruda realidad que tenemos en nuestro país,
además de permitirnos seguir trabajando, nos motiva. Mantenemos informadas a más de mil personas sobre lo
que se está haciendo con su dinero. Haciendo Camino debe ser transparente para rendirles cuenta a sus donantes,
y debe ser el portavoz de una realidad silenciada que muchos no conocen e informar a la sociedad qué está
haciendo para cambiarla.
Trabajamos para
mejorar la
calidad de vida de
miles de familias
Haciendo Camino
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Sebastián Quintana
Viajó a Santiago del Estero como voluntario, y se involucró hasta el punto de convertirse en el nuevo director de
programas. Su trabajo consiste en supervisar la tarea de los Centros y los Programas.
Sebastián Quintana se había recibido de licenciado en marketing, y comenzó a trabajar en una agencia de
publicidad, con una carrera que prometía mucho. Al poco tiempo de ingresar, ya había recibido un ascenso. Un
día, algo le hizo un clic y se dio cuenta de que “estaba para un cambio”. Estaba contento con su vida en Buenos
Aires, pero no dejaba de pensar lo ilógico que era que su principal actividad de la semana no lo hiciera feliz.
Comenzó buscando trabajo en distintas ONG relacionadas con la infancia, pero los resultados no llegaban. Más
tarde, e incluso después de haber pensado en ir a colaborar a Filipinas por el desastre que había ocasionado el
terremoto en 2013, escuchó del trabajo de Haciendo Camino en el Norte argentino. Si estaba dispuesto a hacer
un voluntariado a miles de kilómetros, ¿por qué no hacerlo en su país? Se reunió con Catalina Hornos, una de las
fundadoras, el 29 de enero en Buenos Aires. Sebastián recuerda patente la fecha, como si fuera un día que vale
la pena atesorar en el calendario de la vida. Lo que siguió después lo llevó a instalarse como voluntario en Añatuya.
¿Qué fue lo primero que te llamó la atención del lugar?
La primera semana que estuve, ya me invitaron a participar de una reunión de equipo. Escuché historias de
abusos, violencia y desnutrición y me fui de la reunión con un bajón importantísimo. Al segundo día y al tercero
ocurrió lo mismo. Hasta que me di cuenta de que con toda esa información uno tenía la oportunidad de accionar
y hacer que todas esas cosas cambiaran.
¿Cuál fue la diferencia que notaste entre trabajar en una ONG y en una empresa?
La gente feliz y apasionada por lo que hace. Convivían con tanta desgracia ajena y no se quedaban de brazos
cruzados, actuaban inmediatamente para modificar esas situaciones. Se escuchaba “mañana visito a tal familia”,
“mañana acompaño a tal chico”; tenían la capacidad de moverse por lo que los conmovía. Una vez en Buenos
Aires me preguntaron si todos los días eran tristes, y respondí que todos los días hay algo nuevo que celebrar,
aunque sea un gesto, un nuevo vínculo, siempre habrá algún avance que valga la pena.
Lo que comenzó como una experiencia de voluntariado, poco a poco se transformó en un modo de vida.
Sebastián comenzó a ocupar un puesto rentado en Haciendo Camino, trabajando en la postulación de proyectos
de la ONG, y, más tarde, se convirtió en el nuevo director de programas. Su trabajo consiste en supervisar el
funcionamiento de los Centros y de cada uno de los Programas. Requiere analizar los informes para implementar
mejoras, viajar recurrentemente a los ocho Centros para monitorearlos y reunirse con sus directores. Además,
es el que recibe a las visitas o a los donantes en Añatuya para mostrarles el trabajo de Haciendo Camino.
¿Qué impresión se lleva la gente que nos visita?
Es emocionante cruzarse con mucha gente que quiere hacer el bien y ayudar. La mayoría entiende que desde
cualquier lugar se puede ayudar, no hace falta estar en Santiago del Estero para hacerlo, basta con sólo ocuparse
de algo. A muchos les llama la atención la realidad de los chicos y conocer las caras de muchas historias de abuso,
maltratos y abandonos. Cuando observan la tarea que lleva a cabo Haciendo Camino, por medio de gente
preparada y dentro de una estructura organizada, se sorprenden.
Haciendo Camino
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¿Hay un prejuicio de que las ONG son improvisadas?
Quizás, por el afán de ayudar, muchos grupos hacen las cosas a pulmón. Aunque así haya empezado Haciendo
Camino, no buscó resolver las cosas a corto plazo; capitalizó toda la experiencia para poder planificar un futuro mejor.
¿Y qué es lo que no encontrarías en otro lado?
A nuestra gente que trabaja por amor y generosidad, a diferencia de muchos que trabajan por dinero. En Haciendo
Camino no existen los horarios ni los días hábiles. Creer en la causa que nos motiva hace que pasemos el día
entero trabajando por la comunidad y para generar vínculos. Se genera un compromiso muy importante porque
los beneficiarios comienzan a formar parte de nuestras
vidas.
¿Y qué sucede con los fracasos cuando hay
vínculos de por medio?
“Fracaso” es una palabra muy fuerte, hay resultados
inesperados. Y aunque conocemos las posibilidades
de no tener éxito, sabemos que, si fuese fácil, ya se
hubiesen solucionado los problemas. A los dos días
de haber abierto el Hogar de Día en Monte Quemado,
teníamos todo listo y no apareció nadie. Aun así,
no bajamos los brazos, y hoy es un proyecto que
funciona muy bien.
¿Cuáles son los desafíos que tenés?
El principal es mantener a los directores de los Centros
motivados para que puedan lograr que sus equipos
trabajen comprometidos y que se mantengan unidos.
Si ellos, que son las cabezas del equipo, tienen en
claro a dónde vamos, también lo sabrá el resto.
Sebastián sabe que aún queda mucho por resolver;
sin embargo, cree que todos somos eslabones de una
cadena gigantesca capaz de cambiar para siempre
la vida de las personas que ayudan y de las que son
ayudadas.
EQUIPO CENTRAL DE PROGRAMAS
Directora
General
Catalina Hornos
Haciendo Camino
Director
de Programas
Sebastián Quintana
Asistente
de Programas
Rodrigo Reche
Coordinadora
de Proyectos
Mariana Parola
Coordinadora
de Nutrición
Natalia Fernández
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Haciendo Camino
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Haciendo Camino
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BUENOS AIRES
Contamos con una oficina en la Capital Federal que brinda soporte a los ocho Centros que funcionan en las
provincias de Santiago del Estero y Chaco.
El equipo ejecutivo tiene el fin de asegurar la solvencia económica de la organización. Desde Buenos Aires
se organizan las reuniones con diferentes empresas, se realizan eventos de recaudación de fondos, se
administran las donaciones, se comunica lo que estamos haciendo y se planifican distintas campañas.
Me motiva saber que el trabajo que estoy haciendo
es por el bien de los demás y que desde mi lugar
trabajo por el otro, en vez de quejarme y quedarme
de brazos cruzados.
Trabajamos en un equipo que tiene los
mismos objetivos y en donde lo más
importante es ayudar al otro y no
perder el foco de nuestra misión,
por sobre la competencia y los egos.
Soy parte porque quiero hacer algo para que las cosas cambien. Quiero que realmente
construyamos un país con igualdad de oportunidades, donde cada uno pueda alcanzar
su máximo potencial, independientemente del contexto en el que haya nacido. Y porque
creo que si uno no es parte de la solución, también es parte del problema.
A pesar de estar frente a una computadora,
nuestro desafío es no perder de vista que
trabajamos para ayudar a la gente, que ellos
siempre serán el fin último.
Todos los días tengo presente que mi trabajo
y resultados son para que miles de familias
mejoren su calidad de vida. Eso, además de
ser una gran responsabilidad,
hace que nos esforcemos al máximo
y siempre demos un poco más.
Haciendo Camino
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Director Ejecutivo
Juan Zorza
Asistente
de Administración
Salvador Larrosa
Coordinadora
de Administración
Magdalena Bustillo
Haciendo Camino
Asistente
de Donaciones
Tomás Mántaras
Coordinador
de Comunicación
Sebastián Herrera
Asistente de Comunicación
Mercedes Rizzardi
Coordinadora Desarrollo
Institucional
Natalia Posse Molina
Asistente de Desarrollo
Institucional
Maria Kronhaus
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La página siguiente
Después de nueve años de haber dejado su vida para ir a vivir a Añatuya, Catalina se animó a asumir un nuevo
compromiso con los que la necesitaban. Reparte sus días entre Buenos Aires y el interior del país. Trajo siete chicos
a Buenos Aires y les permitió volver a confiar en una familia.
La historia de Catalina ya muchos la conocen: cuando tenía 22 años tomó su bolso y se instaló en Añatuya, a
casi mil kilómetros de casa, y cambió toda su vida (toda) para ayudar a los demás. Ahora, la vida la encuentra
entre Buenos Aires y Añatuya, con escalas también en los otros siete Centros que Haciendo Camino tiene en
Santiago del Estero y Chaco. Si los kilómetros que recorre sumaran millas aéreas, seguramente tendría para
dar la vuelta al mundo unas cuantas veces. Su ritmo de vida es cansador, pero le permite poder atender sus
responsabilidades en el interior y en Buenos Aires.
Tiene 31 años, pero ya es “mamá de corazón” de siete chicos desde hace tres, porque sus familias no podían
hacerse cargo. Muchos de los chicos vivían en El Refugio de Añatuya, pero ella se los trajo a Buenos Aires porque
su permanencia en el hogar ya no era de tránsito, sino fija, y quería darles una casa con mayor estabilidad.
Quería sacarlos de la “vida en un lugar de paso” y que pudieran adueñarse de un lugar, tener sus cuartos, sus
cosas y su rutina.
“Los siento mi familia y quería que estuvieran cerca y pudieran disfrutar de mis padres, hermanos, abuelos, tíos
y amigos. Que vivieran la experiencia de tener una familia ampliada, con personas que buscan su bien”, cuenta
Catalina de los chicos, y dice que intenta que no se queden con la idea, con la que crecieron, de que las familias
son peligrosas. Buscó que los chicos estuvieran cuidados y acompañados por gente que los quiere, y cree que
de este modo volverán a confiar en la familia y el día de mañana podrán quizás ir a una universidad y tener
mayores oportunidades laborales. El despertador suena 6:30 en la calle Azcuénaga, de la Capital Federal. Hay
que organizarse, porque a pesar de que hay espacio suficiente, siete chicos son muchos. Tienen que lavarse los
dientes, desayunar, ponerse los guardapolvos, peinarse y salir. A partir de las 7.15, empieza la distribución en
los diferentes colegios y a las 16.30 empiezan a llegar nuevamente a su casa. Para cuando vuelvan, la mayoría
de los días Caty ya los estará esperando, mientras tanto, habrá pasado por la oficina de Haciendo Camino en
microcentro para trabajar. A la tarde, la casa será un desfile de voluntarios que se ofrecen como profesores particulares, psicólogos o psicopedagogos, porque cada chico va a grados diferentes y tiene cosas diferentes que
repasar o estudiar. La fechas que no se recuerdan de historia, los números que no suman en matemática, las
oraciones que no se analizan en lengua, la fórmula de física que no sale…. Todos esos problemas se resolverán
hasta que comience la batalla por bañarse –¡a todos los gusta bañarse, pero ninguno quiere ser el primero!-,
jueguen a disfrazarse, armen coreografías, vean videos en la computadora, escuchen música. A las 20.30 los
esperará la comida que Cecilia, su cuidadora, preparó por la mañana. Los más chiquitos se pelean por sentarse
al lado de su “mamá”. Mientras comen, comparten las experiencias del día y las novedades de cada uno,
todos tienen su espacio para hablar. Después, Caty organiza algún juego de mesa, siempre con algún contenido
pedagógico (porque conserva su espíritu de psicopedagoga) y con el fin de unir a la familia en una actividad
compartida y disfrutada por todos. A las 22, llegará la hora de lavarse los dientes, las más chiquitas elegirán con
qué muñeco quieren dormir y ¡a la cama!!
Haciendo Camino
Anuario 2015
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¡Ufff!, empieza el respiro y desde las 22 Catalina puede juntarse con su novio o amigas, ver alguna película, leer
un libro o estudiar.
Catalina nunca está cansada o al menos así es como se muestra, sabe que es una responsabilidad tener
tantos chicos a cargo, incluso a veces piensa que no está preparada. ¿Quién se prepara a los 31 para ser mamá
de tantos?, pero por suerte hay mucha gente que la ayuda, y se formó un lindísimo grupo de apoyo que hace
las cosas más fáciles.
Quiere que sean felices, que tengan todos los abrazos, consejos y límites que necesitan para crecer, y que
cuando sean grandes puedan cumplir sus sueños. “Que el día de mañana, cuando formen una familia,
establezcan vínculos sanos y sin violencia”, piensa, y sabe que “eso reflejaría que pudimos cambiar la historia”.
El tallercito de los jueves
Después de ser voluntaria en el Área de Comunicación
en Buenos Aires, Mana Le Calvet decidió que era
tiempo de moverse. Aceptó la propuesta de Caty
para intentar algo creativo con los chicos que
recién llegaban a vivir a Buenos Aires.
Así comenzó “El tallercito de los jueves”, con la
idea de crear un espacio donde los chicos puedan
sentirse libres y jugar sin muchas reglas. Ellos
estaban felices viendo que podían pintar
un cuadro de verdad o dibujar la cara de sus
compañeros sin ayuda.
Al principio, lo más difícil fue que no les ganara la
ansiedad, pero se solucionó con la incorporación
de Anita Van der Heyden, una artista plástica
que, además de pintar increíblemente bien, ama trabajar con chicos, y con su forma tranquila y cariñosa logra
transmitirles mucha paz y seguridad en lo que hacen. El taller va evolucionando, Mana y Anita van aprendiendo
junto a los chicos y entendiendo qué les gusta y en qué se sienten cómodos. El desafío es encontrar el fuerte de
cada uno, para que puedan divertirse y sorprenderse de ellos mismos. “Lo más lindo es ver sus caras de alegría
cuando terminan sus obras y las muestran con orgullo y entusiasmo”, cuenta Mana, que ya planea junto con
Anita y con los chicos hacer un mural dentro de la casa. Ella sabe que es lindo “ver a los chicos crecer haciendo
cosas de chicos”.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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La mirada detrás de los chicos
Después de haber hecho diez viajes seguidos de voluntarios
a Añatuya, Cecilia Lecolant estaba decidida a dejar
su trabajo de oficina e irse por más tiempo. El trabajo lo dejó,
pero se quedó en Buenos Aires y se involucró de lleno en el
proyecto de Catalina para hacerse cargo del cuidado de los
chicos que vivirían en Buenos Aires.
Dejó el departamento que alquilaba y se instaló con sus cosas
en la calle Azcuénaga. “¡Por supuesto que estaba asustada
al comienzo!, todo era nuevo y diferente, y a todos nos costó
la adaptación en un principio porque eran muchos cambios”,
recuerda. Ahora Ceci ya se acostumbró a la rutina agotadora
que sobrelleva día tras día. “Los cambios en los chicos son
asombrosos, desde la participación en las charlas a la hora de las comidas hasta la evolución en la escuela”,
cuenta Ceci, y recuerda que lo que más le impactó fue “estar presente cuando las dos más chiquitas aprendieron
a leer.”
Hace poco hubo un terremoto en Chile que tuvo réplicas hasta Buenos Aires, la gente le preguntó a Ceci si había
sentido el temblor, y ella respondió que “con el lío y el barullo que hay siempre en casa, se nos podía haber
derrumbado el techo ¡¡y yo ni me enteraba!!”
Haciendo Camino
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Cumpleaños, Casamientos & Herencias Compartidas
Una semana antes de su cumpleaños, Isabella Mills empezó a interrogar a su mamá
Verónica sobre la desnutrición infantil, y se quedó muy triste. Inmediatamente quiso
saber si alguien estaba haciendo algo al respecto, y Verónica le contó de nosotros.
Así, esta chiquita de 10 años, en California, decidió donar el dinero que le
regalaron por su cumpleaños. Como ella, ya hicieron lo mismo muchas personas
que renunciaron a sus regalos en beneficio de Haciendo Camino. Entre ellos les
contamos algunos casos: Inés Sainz, una voluntaria, ¡donó los regalos de su
fiesta! María Ester Abraham de Amorrortu, Amaya de Amorrortu de Isenberg, María
Inés de Amorrortu de Abdala y adrián merlo también lo hicieron con los propios.
Los hermanos Amorrortu no se quedaron con eso, también Ignacio y sus hermanas
Clara, Amaya, Elsa y María Inés donaron parte de una herencia que recibieron.
Emilce Iglesias y Aldana Hosni se casaron y su lista de regalos fue para el Centro que
Haciendo Camino tiene en Herrera. ¡Gracias a cada uno por su generosidad!
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Añatuya
Añatuya es la tercera ciudad más grande de Santiago del Estero, y la
capital de la diócesis más pobre del país; cuenta con 20.261 habitantes
(INDEC, 2001). Este Centro fue el primero de Haciendo Camino en la
provincia, inaugurado en 2009, y es uno de los más grandes por la
cantidad de Programas y profesionales que tiene. En esta ciudad,
además, se encuentran los hogares Santa Catalina y El Refugio, y uno
de los talleres textiles que brinda trabajo a muchas de las madres de
nuestros Programas.
Añatuya
Por su cercanía con Buenos Aires y accesibilidad en ruta, es el destino
de nuestros viajes de voluntarios y la puerta de entrada para conocer
el trabajo de Haciendo Camino. Si bien la localidad creció muchísimo
en estos últimos años, la desigualdad social es muy notoria.
Programas que funcionan*
Programa
Niños
Programa
Oficios
(Comenzó en 2006)
131 NIÑOS y MADRES
vivieron en
107 MUJERES
nuestros hogares en el último año.
(Comenzó en 2007)
se capacitaron en el
último año.
Programa
Embarazadas
Programa
Nutrición
(Comenzó en 2010)
(Comenzó en 2009)
66 EMBARAZADAS
219 NIÑOS se trataron y 719 se diagnosticaron,
185 MADRES recibieron educación para la salud y
se controlaron y
prepararon para la maternidad en el último año.
se capacitaron en oficios, en el último año.
Atención
Programa
Salud
se atendieron
(Comenzó en 2011)
812 CONSULTAS
en
el último año.
Rural
Se controlaron
(Comenzó en 2013)
334 NIÑOS y se formó a sus 256 MADRES
en educación para la salud en el último año.
* Los números corresponden al período Septiembre 2014 - Agosto 2015.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Directora
Zulma Aranda
Taller de Salud
Mario Contreras
Maestra Jardinera
Yamila Villalba
Taller de Tejido
Taller de Manualidades Taller de Manualidades
(nutrición & oficios) &
(nutrición)
(nutrición)
Costura (nutrición)
Adriana Pereyra
Adriana Farías
Mirta Hernandez
Ordenanza
Lucía Quiroga
Enfermera
Daniela Lagos
Limpieza
Celia Mojica
Taller de Costura
Norma Barreto
Taller de Tejido
& de Telar
Carmen Belizán
Taller de Peluquería
Nilda Torres
Maestra Jardinera
del Prog. Oficios
Melisa Gancedo
Profesora de
Cocina
Beatriz Martinez
Coordinadora de
Embarazadas
Ivana Carbonari
Obstetra del Programa
Embarazadas
Teresita Perez
Nutricionista
(nutrición &
embarazadas)
Johana Bracamonte
Voluntaria
Anabel Sandes
Asist. de
Nutrición
Maria Luisa Levinson
Haciendo Camino
Estimuladora
Temprana
Gabriela Rao
Trabajadoras
Sociales
Carolina Stanchuk
Anuario 2015
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Haciendo Camino
Anuario 2015
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Todo tiempo es tiempo de
aprender
Karina es una mamá del Programa Nutrición, tiene 21 años y, a pesar de que se fue de su casa y está a cargo de una
chiquita de un año, sorprende con su simpatía, fortaleza y perseverancia todos los días.
Karina acaricia el cuaderno rayado, tiene un “excelente” en el ejercicio en que había que pegar palabras del
diario que empezaran con “p”. En la hoja siguiente hay resueltas oraciones que había que completar y una
actividad de unir con flechas. Dice que quiere terminar la escuela primaria. Mientras, se pone al día con todo lo que
le falta aprender en el taller de alfabetización que dan en el Centro. Karina y su hija María Mercedes llegaron
en ómnbus a Añatuya, donde se instalaron en lo de Doña Braulia, una anciana a la que cuida, con cama adentro.
Cuando se acuerda de su mamá, Karina llora porque la extraña y porque, además, está enferma, es diabética.
Para ayudarla, una vez al mes le hace una comprita en el supermercado, y cuando puede va a visitarla. Desde hace
un año, Karina asiste al Programa Nutrición del Centro. Todos los lunes, a las tres de la tarde, lleva a su hija, que
ahora tiene un año; participa de charlas de educación para la salud y después termina su tarde en el
taller de alfabetización. Escucha las clases atentamente,
se interesa por la alimentación y por el cuidado de su hija
y, semana a semana, cuenta en el Centro cómo aplica todo
lo que aprende. También le cuenta todo lo nuevo a Doña
Braulia, a quien incluso llevó un día al Centro para que
conociera a los profesionales.
Karina es una mamá muy agradecida. Aunque el dinero
le falte, cada vez que logra juntar algo de plata la dona al
Centro, o lleva pan y cosas dulces que ella misma hace para
compartir con sus compañeras. Es un ejemplo para el resto
de las mamás, y suele contarles cómo con pocos recursos,
pero mucha voluntad, puede criar bien a su hija. En un
momento de la charla, Doña Braulia se acerca con un
montón de cuadernos envueltos en una bolsa de nailon. Los
cuadernos tienen 34 años, pero las tapas no parecen
tener mucho polvo, “ella me los presta todos los días para
ayudarme y que pueda practicar”, cuenta Karina con
voz suave y pausada. Doña Braulia terminó el colegio
a los 50 años. “Ves Karina, si Braulia lo hizo a los 50, vos
tranquilamente lo podés terminar a tu edad”, le decimos.
Seguimos pasando las hojas y descubrimos una nota que
data de 1982: “El saber no ocupa lugar, y todo tiempo es
tiempo de aprender”, leemos.
Y seguimos pasando las hojas, de la misma manera que lo
hará Karina con su historia.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Querer un cambio
Adriana ingresó al Centro para aprender un oficio, y hoy es profesora del taller de manualidades. Logró terminar
su casa, y entendió que para conseguir lo que se quiere hay que moverse. Una historia inspiradora.
Adriana dejó a las mamás del Programa Nutrición trabajando en el taller de manualidades y se puso a contar
su historia. Siempre les dice a “las chicas” que no hace falta que le digan profe, porque ella “es una más” y que
no se siente “encima de ellas”.
Hace más de seis años que conocemos a Tuki, como estamos acostumbrados a llamarla en el Centro. Llegó con
ganas de anotarse en el taller de manualidades del Programa Oficios. Para ese entonces vivía en la casa de su
madre con su marido y sus hijos, y estaba construyendo “una piecita” en un terreno que tenía cerca. Empezó a
venir al Centro un primero de diciembre. Lo recuerda como si fuera ayer, y cuenta que conoció Haciendo Camino
en una de las tantas visitas que hacían al barrio donde ella vivía. Quería “aprender algo y hacer mi casita”,
recuerda.
Un día, Zulma, la Directora del Centro, le preguntó si se animaba a dar clases a las madres del taller, y Adriana se
lanzó al desafío. “Profesora no soy, pero aprendí cosas estando aquí y después traté de aprender en algún curso”,
explica Tuki. Desde que comenzó a ir al Centro, Adriana experimentó un cambio, e incentivó al resto de las
mamás a modificar sus vidas como ella. Al principio, colaboraba como voluntaria con la limpieza del Centro, y
se la ayudaba con mercadería para su familia. Utilizó el dinero que ahorraba para construir su casa; pudo hacer
así dos cuartos. Más tarde, comenzó a trabajar en El Refugio, y cuenta, “yo tenía la cocina comedor sin techo y
me ayudaron a comprar las chapas, adelantándome el sueldo de mi trabajo”. Con lo que aprendió en los talleres,
empezó a hacer cosas que vendió en el barrio, incluso su hija María Belén había participado de un taller de
cocina para chicos en el Centro y la ayudaba a hacer cosas dulces para tener un ingreso extra. Después, con
su casa terminada, se hizo un quiosco para poder tener un nuevo ingreso; “vendemos golosinas, galletitas y
bebidas. Cuando yo no estoy, lo atiende mi marido o la chiquita de 13”, cuenta.
Adriana da clases los martes, jueves y viernes en el Centro. Ella siempre les pregunta a las madres que van al
taller qué les hace falta, para que puedan crear objetos que les sirvan en la vida cotidiana. Para esto toma ideas
de la televisión o de internet, o de su propia imaginación. “Hace poco hicimos un roperito para que puedan
guardar la ropa”. Ella nos acompaña hace años, y es testigo de los cambios que experimentó el Centro: “primero
eran poquitas las personas que venían, ahora vienen más chicos y hay más talleres. Hemos crecido mucho”.
Adriana piensa que llegó a donde está hoy “por esfuerzo, y porque cuando venimos acá nos hablan, nos dicen que
no tenemos que quedarnos en el mismo lugar en donde estamos, sino rebuscarnos para tener algo”. Ella creció en
la pobreza, eran nueve en su familia, y la plata no alcanzaba para comer todos los días; cuando ella se acuerda
de su infancia reflexiona, “yo juré que mis hijos no tenían que pasar eso”.
Quizás ese sea el secreto, querer movernos de donde estamos para generar un cambio.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Profesora no soy,
pero aprendí cosas
estando aquí y después
traté de aprender
en algún curso.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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La lente de Haciendo Camino
Santiago Calderón tiene 28 años y se convirtió en nuestro fotógrafo oficial. Es uno de los que más viaja al lugar
donde trabajamos, y quien mejor conoce las historias detrás de las fotos que relatan el trabajo que hacemos
todos los días. Las fotos de Haciendo Camino hablan, son historias que quieren salir del papel y rugir la realidad.
Hay dos formas de sacar una foto, la primera se logra en dos segundos pero produce imágenes mudas, la segunda
requiere involucrase, observar a la gente y al entorno, entender lo que les pasa… y es así como lo hace Santi
Calderón, un voluntario que llegó en un viaje que se fue multiplicando… y se quedó para ayudarnos a mostrar
la realidad a través de las imágenes.
¿Qué esperabas encontrar en Añatuya?
No sabía qué esperar porque no conocía, ni había visto fotos. Pero estuvo bueno, fui como parte de un grupo
grande. Quedé impactado con lo que vi. Estar ahí y escuchar las historias de las madres me dejó pensando. Los
chicos me preguntaron cuándo iba a volver, y eso te crea un compromiso.
El primer viaje fue una prueba piloto, después vinieron más. Santi comenzó a viajar a Añatuya y a involucrarse
en los proyectos de Haciendo Camino en el área de Comunicación. La producción del material institucional o los
anuarios eran una buena excusa para que él viajara a recopilar nuevas imágenes. “Entre los viajes, ya se empezaban
a ver los cambios de los chicos. Tengo fotos de Anto cuando recién entraba al hogar, con cicatrices en la cara; no
hablaba con nadie y lloraba todo el día. Viaje a viaje cambió, como el resto de los chicos”, recuerda Santi.
¿Qué te motiva para moverte por Haciendo Camino?
Primero, que puedo hacerlo con comodidad. No es lo mismo tener que sacar fotos en fiestas todos los fines de
semana que venir cada tanto acá. Vengo contento, un montón de los chicos de Haciendo Camino ya son mis amigos.
Además, se armó un buen grupo de voluntarios, y comencé a involucrarme con las historias de todos.
¿Es distinto porque sabés qué historia hay detrás de cada foto?
Hoy se consiguen acá nomás las mismas fotos que tomarías en África o en la India. Muchas veces, las familias
que visitamos son las más críticas, y te dejan pensando. Una vez, en chiste, le pregunté a Mili, que tenía todas las
manos sucias, si no le gustaba bañarse. “Con agua caliente, sí”, me respondió, y me di cuenta de que uno da por
sentadas un montón de cosas.
¿Vos te involucrás con estas historias, además?, ¿Lo hiciste con una familia de Añatuya?
Me acerqué mucho a la familia de Vanesa, que vive en Campo Rosso. Viven en una casa que les construyó el Estado,
pero es un monoambiente con una galería sin paredes. Se me ocurrió ofrecerle a Vanesa que me hiciera cien
chanchitos tejidos y me los vendiera. Le pagué una parte por adelantado. Con el total de las ganancias, ella podría
comprar materiales para cerrar la galería y así hacer otra habitación. La idea es que se pueda replicar esto con
otras mamás. Está bueno que ellos puedan ganar lo que necesitan a través de su trabajo.
Santi encontró la manera de ayudar desde su profesión. Está repleto de ideas, como generar un libro con todas
las fotos que se tomaron hasta el momento, o hacer una muestra. Mientras, permanece al pie del cañón para
colaborar como sólo él lo sabe hacer en cada campaña o producción de fotos que se requiera. La lente de Santi
es los ojos de Haciendo Camino…
Haciendo Camino
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Haciendo Camino
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El deporte enseña valores
Juan Escudero es profesor de educación física, y armó un proyecto de educación física para chicos de barrios críticos
de Añatuya y de los hogares Santa Catalina y El Refugio. El cambio que trae aparejado trabajar desde el juego.
Juan llega a la canchita con su bicicleta y su bolso repleto de materiales que compró especialmente para este
proyecto. Toca tres silbatazos, y a los pocos minutos empiezan a aparecer chicos corriendo de todas las
direcciones. La imagen parece de película, pero se repite todas las semanas en los barrios El Triángulo, Campo
Roso y La Merced.
Juan Escudero nació en San Luis, y estudió Educación Física en Córdoba. Allá, ayudaba en la Cruz Roja; pero
un día se levantó con ganas de hacer algo más, irse y empaparse de otra cultura. Participó de un viaje de
voluntarios de Haciendo Camino, y volvió con un nudo en la garganta. “Nunca pensé que iba a encontrar
situaciones tan críticas a tan pocos kilómetros de Córdoba”, recuerda. Volvió una vez más con una camioneta
repleta de juguetes, leche, ropa y zapatillas. Volvió otra vez en diciembre por más días; acompañó en el verano a
los chicos de vacaciones al mar; y la idea de quedarse, y hacer un voluntariado más largo, se instaló en su cabeza.
¿Qué querías hacer en Añatuya?
Tenía ganas de venir a vivir acá con la idea de llevar a cabo un proyecto, trabajando con el desarrollo y la
estimulación de los chicos. Dejé dos laburos y me instalé en Añatuya.
¿Cómo se empieza?
Los primeros tres días me dediqué a recorrer los barrios y a tocar puertas, contándoles a las madres que podían
venir sus chicos en los días y horarios estipulados para hacer educación física. Les avisé también a los chicos que
veía jugando, y les pedí que les contaran a sus amigos del colegio. Así se empezaron enterar todos.
¿Cómo te recibieron los chicos?
Al principio se reengancharon. Hay lugares donde llegan media hora antes que yo. Y sinó, toco tres silbatazos y
aparecen todos los chicos corriendo.
Ya llevas varios meses trabajando con ellos, ¿notaste cambios desde el primer día?
Sí, muchos. Los mayores fueron en el barrio El Triángulo, el más crítico. Al principio, no se podía jugar ni diez
minutos con los chicos porque volaban piñas, patadas, buscaban pegarse pelotazos todo el tiempo, o lloraban.
Había mucha violencia e insultos. Pero, de a poco, empecé a trabajar con juegos cooperativos para fortalecer el
respeto, y que se sintieran parte de un grupo.
¿Desde la educación física se pueden trabajar los valores?
El niño siempre tiene su derecho inevitable al juego; la vida, cuando se es niño, es el juego. En este barrio, la vida
de los chicos era la violencia. Cuando agredían, sonreían; cuando el otro lloraba, ya habían ganado. Cuando un
chico juega, expresa todo lo que siente. Yo intento hablarles cuando los veo mal, y ellos se sueltan muchísimo y
empiezan a contar todo tipo de cosas.
Juan recuerda que un día cuando estaba entrenando con los chicos una patota comenzó a correrlos y a
arrojarles piedras. Él se detuvo para cubrir a los chicos. Más tarde, fueron a tomar algo y reflexionaron sobre lo
Haciendo Camino
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ocurrido. “De todo hacemos un análisis. Les pregunto qué piensan, y dan su opinión, y ahí es donde noto el cambio
cultural. Son chicos que no aspiran a nada, no tienen proyectos”, relata, y dice que la única forma de ayudarlos es
“abrirles la cabeza para que aspiren a algo diferente y para que estudien, porque la mayoría no van a la escuela”.
Cuando Juan no puede ir algún día, los chicos le pasan factura, porque ya se hizo rutina en Añatuya esperar a
ese profesor de gimnasia que llegó de Córdoba para darles clases, llevarlos a pescar o a dedicarles el tiempo que
hasta ahora nadie les había dedicado.
Haciendo Camino
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Hogar
Santa Catalina
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El Refugio
Los hermanos sean unidos
Ocho hermanos que estaban en estado de abandono ingresaron a nuestro hogar de tránsito en Añatuya.
La integración, después de haber atravesado una realidad crítica de hambre y desolación.
Ariel, Juancito, Juanita, Maxi, Mario, Pato y William llegaron al Refugio en octubre del año pasado. Estaban
desconcertados, inhibidos, y no hablaban. De a poco se fueron acostumbrando a dormir cada uno en una cama,
a bañarse todos los días, a ir a la escuela, cepillarse los dientes y comer cuatro veces al día. Habíamos conocido
a su mamá en el Centro de Monte Quemado a principios del año pasado. Ana asistía al Centro con Ariel, pero
después nos enteramos de que había más hermanos. Vivían a cinco kilómetros, en la zona rural de Monte
Quemado, en condiciones precarias y con muchísimas carencias. Había dos camas para todos los hermanos y
sus papás; dormían todos juntos, debajo de un techo de nailon, entre paredes de alfombras y frazadas. El papá
de los chicos no se ocupaba de ellos porque, además de trabajar como jornalero, tomaba mucho alcohol, y
cuando aparecía muchas veces los agredía verbalmente. Los niños pasaban mucho tiempo solos en la casa, y la
situación se complicó cuando Ana los abandonó para irse a vivir a otra ciudad, con otro hombre. Sin embargo, los
chicos ya estaban acostumbrados, no era la primera vez que quedaban solos. El mayor, William, de 13, era el que
se ocupaba de cocinar para todos los hermanos cuando se podía, porque había días enteros que se pasaban sin
comer. Pato, el de 12, se ocupaba de cuidar a los más chiquitos. Estaban solos, con una abuela no vidente a pocos
metros, pero con la que poco podían contar. Ni siquiera iban con mucha frecuencia a la escuela, ¿para qué ir, si
mamá y papá no estaban? Después de una noche de invierno en la que los vecinos llamaron a la policía porque
consideraron injusto que los niños estuvieran solos y con frío mientras su padre se entretenía tomando alcohol,
el juez decidió derivarlos al Refugio. Fue un proceso complicado, porque todo lo que podía ser cotidiano para otros
niños, para los Gerez era un desafío y un gran aprendizaje. Fue como empezar de cero, de la ausencia de figuras
de referencia y la necesidad de cuidarse entre ellos, pasaron a integrarse en un grupo humano que les prestaba
atención, les organizaba la rutina y sobre todo les brindaba amor y contención. En mayo, recibimos a Alejandra,
su hermana mayor de 16 años, con su bebé, Rodrigo, de 3 meses. Después de un tiempo de sufrir violencia
conviviendo con su novio que se drogaba, decidió que quería estar en un lugar mejor para criar a su hijo, y el juez
entendió que era bueno que estuviera con sus hermanos. Fue así que decidimos acompañarla en el aprendizaje
de la maternidad y vimos crecer el vínculo de amor y responsabilidad con el que está criando a Rodrigo.
Tan solo pasó un año y ya están más grandes, educados, se adaptaron, y son niños agradecidos que miran
la vida con esperanza y tienen proyectos juntos. Cambiaron sus rostros serios, llenos de desconfianza, y sus
vínculos distantes, por sonrisas, abrazos, muestras permanentes de afecto y deseos de comunicación. Varias
veces los organismos públicos consideraron su revinculación con su familia y quisieron llevarlos nuevamente
a Monte Quemado, pero la decisión de los chicos fue unánime y sus comentarios reflejaron sus sentimientos:
“Para qué vamos a volver, si nunca estuvimos tan bien?” “Ahora que estamos bien se acuerdan de nosotros...
antes nadie venía a vernos... ¿justo ahora que estamos bien nos quieren llevar?” “¿A qué vamos a ir a Monte
Quemado, a que nos vuelvan a abandonar?”. Ahora van al colegio, se festejan sus cumpleaños y sus logros;
están alegres, reciben afecto, y no faltan los límites. Y a pesar de que no sepan dónde está su mamá, ellos saben
que se tienen unos a los otros y que ahora, como familia, están en un lugar mejor.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Haciendo Camino
Anuario 2015
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Santiago
del Estero
Es la capital de la provincia de Santiago del Estero y la ciudad
argentina más antigua que aún se mantiene en pie, aunque tiene
muchas carencias que los años no supieron resolver. Cuenta con
230.614 habitantes (INDEC, 2010), y nuestro Centro funciona en el
lugar desde 2010.
Santiago
del Estero
Desde el Centro Santa Rosa de Lima trabajamos en los barrios
periféricos: 8 de Abril, La Católica, Mosconi y Santa Rosa.
En estos barrios se instalaron muchas familias que llegaron del
campo en busca de mejores condiciones de vida, objetivo que
distintas necesidades básicas insatisfechas impidieron.
Programas que funcionan*
Programa
Programa
Nutrición
(Comenzó en 2010)
244 NIÑOS se trataron y 347 se diagnosticaron,
214 MADRES recibieron educación para la salud y
se capacitaron en oficios, en el último año.
Embarazadas
(Comenzó en 2010)
70 EMBARAZADAS se controlaron
y prepararon para la maternidad en el
último año.
Programa
Atención
Rural
(Comenzó en 2013)
156 NIÑOS y se formó
a sus 94 MADRES en educación para la
Se controlaron
Oficios
(Comenzó en 2012)
32 MUJERES se capacitaron en el
último año.
salud en el último año.
* Los números corresponden al período Septiembre 2014 - Agosto 2015.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Director
Matías Nediani
Investigación
Julio Sabagh
Trabajadora
Social
Natalia Ramírez
Trabajadora
Social
Lucrecia Contreras
Nutricionista
Gisella Sala
Atención Rural
Gabriela Estévez
Maestra Jardinera
Belén Rivero
Maestra Jardinera
María Sara Tulli
Estimuladora
Temprana
Sonia Carrizo
Estimuladora
Temprana
Milagros Medina
Psicóloga
Gladys Lesca
Profesora
de Cocina
Sandra Castillo
Profesora
de Corte
Florencia Espeche
Ayudante
de Corte
Susana Araujo
Encargada de
Depósito & Limpieza
Susana Simón
Educadora
Sanitaria
Ana Castillo
Haciendo Camino
Anuario 2015
-106-
Correr la voz
Barrio La Católica
Una mamá adolescente perdió a su hija por muerte súbita, y quedó sola a cargo de las otras dos. Invitó a muchísimas
mamás a sumarse al Centro como lo habían hecho con ella. Una historia de compromiso y esfuerzo.
Micaela tiene 19 años y tuvo tres hijas, Guadalupe, Denise y Ludmila. Ludmila falleció al mes de haber nacido,
por muerte súbita. Conoció Haciendo Camino cuando estaba embarazada de su primera hija; una vecina del
barrio le había contado que en el Centro había talleres de costura y de tejido y “para que vean a los chicos, para
que le pesen, una nutricionista”, recuerda.
Se animó a ir, y no se arrepiente. Cuenta que al principio lo que le gustó fue hacer amigas que veía todas las
semanas. Nunca se había sentado frente a una máquina de coser; al principio pensó que no iba a poder…
Ahora, cuando recuerda lo primero que hizo con sus manos, lo hace con un cariño especial. En el Centro también
aprendió a cocinar. Gracias a eso ahora es la que se ocupa de hacer la comida para toda la familia. En el mismo
terreno viven su papá y sus cuatro hermanos, y siempre cocinan en común para todos.
Cuando Micaela entró al Centro, estaba embarazada de Guadalupe, que ahora tiene tres años. Aprendió a hacer
sábanas para la beba y le armó el ajuar. Participó del Programa Embarazadas y, más tarde, se incorporó al de
Nutrición. Cuenta que las charlas con las nutricionistas “están buenas, aprendo mucho. Me encuentro con otras
chicas. Algunas son del barrio, otras no, así que conocí a otras”.
Cuando habla de Ludmila se le llenan los ojos de lágrimas, y no es para menos… No había llegado a hacer el
duelo cuando, al mes siguiente, su marido la dejó por una amiga. Hace ocho meses que se separaron, y todavía
“no hemos arreglado y ahora nos ha tocado una jueza mala”, explica.
Aprendió a arreglarse sola, con la ayuda de su papá y de su hermano. Y, aunque no le alcance, de alguna forma
llega a fin de mes con la asignación que le paga el Estado.
Después de perder a su hija, Micaela se comprometió mucho más, y comenzó a ir más seguido al Centro. Invitó
a muchas mamás a hacer lo mismo, contenta porque ahora sus hijas están bien de peso. “Al principio estaba un
poco nerviosa cuando fui, pero ellos me ayudaron, me enseñaron mucho. Por ahí acá estoy sola y aburrida, y ya los
jueves me voy para allá y la paso bien. Tengo un lugar para estar con los chicos tranquila”, cuenta, mientras se le
hace una mueca de sonrisa en la cara, la misma que nos demuestra que es posible salir adelante si se lo intenta.
Llovía torrencialmente en Santiago del Estero.
Después de la charla, Micaela iría a comprar carbón para poder cocinar, porque la leña mojada no servía.
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Barrio Santa Rosa De Lima
Seguir sin bajar los brazos
Nilda nació en el campo y se mudó a un rancho de nailon y chapas en la ciudad para buscar trabajo. Lleva a sus hijos
al Programa Nutrición y, a pesar del viento en contra, jamás se rinde.
En el barrio Santa Rosa de Lima todavía hay ranchos de nailon y chapa que se mezclan con casas de material.
En uno de esos, debajo de cuatro palos y sin luz ni agua corriente, vive Nilda, una mamá adolescente de 20
años. A pesar de que su casa es muy humilde, Nilda no baja los brazos y trata de decorarla. Cada vez que llueve,
las goteras del techo riegan las plantas que ella puso para alegrar el lugar. No hace mucho que Nilda vive allí;
nació en el campo, a 50 kilómetros de Santiago del Estero capital. Se mudó a la ciudad para trabajar, como hizo
el resto de su familia. “Después nacieron los chicos y me he quedado”, cuenta.
Empezó a ir al Centro de Haciendo Camino con una conocida del barrio que la ayudó. Lleva al Programa
Nutrición a sus dos hijos: Thiago, de tres meses, y Tomás, de dos años. Al principio, había entrado en el Programa
Embarazadas para que la guiaran mientras esperaba a Thiago. “Fue lindo, fui con mi conocida. Queríamos ver
cómo era… ella no ha querido seguir yendo y yo sí”, recuerda Nilda. En el Centro “tengo un rato para estar con
los chicos, tienen juegos y un jardincito”, cuenta entusiasmada y agrega que “en las charlas con la nutricionista
aprendés un montón”.
Hasta hace poco, estaba separada del papá de los chicos, pero ahora volvieron a estar juntos; lo visita todos
los miércoles en el penal para buscar 250 pesos, que es la mitad de lo que gana él por trabajar; el resto se lo
retienen para cuando deje de estar preso. Con eso y con la Asignación Universal por Hijo hace malabares para
mantener a su familia.
En el Centro de Santiago definen a Nilda como una supermamá que se preocupa porque sus chicos estén bien
y persevera para salir adelante sin cansarse jamás. Los chicos de Nilda ahora están mejor. El más grande, Tomás,
está en tratamiento por la tiroides. El más chico, Thiago, estuvo internado en neonatología nueve días al nacer,
“la doctora que lo vio me dijo que él iba a ser un nene enfermo y eso, pero ahora está bien. Yo cambié de médico
y él me dijo que nada que ver, que estaba dormido porque estaba tomando muchos medicamentos. Le hizo una
ecografía de la cabecita y no, no tiene nada como ella me decía, así que ahí me puse re contenta”, recuerda el
susto que se llevó.
Nilda tiene proyectos, quiere una casa para que ella y sus hijos puedan vivir dignamente. Se presentó ante la
Municipalidad para que le asignaran un módulo habitacional pero aún continúa esperando una respuesta…
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Barrio Bosco 2
Proteger a los hijos
Dominga es una mamá del Programa Nutrición. Vive encerrada con su familia, por miedo, en un barrio tapizado de
droga y violencia. En el Centro se siente bien porque aprende cosas nuevas y tratan bien a sus hijos.
La casa de Dominga es muy chica y tiene un portón con traba; vive con su marido y sus cuatro hijos,
encerrados. Ya les robaron dos veces, y se llevaron la garrafa y hasta los pañales de los chicos justo en un
momento en que la plata no alcanzaba para comprar más. Cerró un quiosco que tenía en la casa porque
también le robaban y le daba miedo atenderlo sola. Su marido es electricista, y encuentra cosas en el basural
para arreglar y que después ella las venda en una feria de otro barrio. Con eso y con la asignación que cobra
llegan a fin de mes.
Todos los problemas de su barrio tienen que ver con la droga: “Venden acá, allá, allá, ahí”, hace una pantomima
con los dedos señalando lo que todos saben pero nadie se anima a denunciar. Sus chicos “no andan en la
calle”, quizás porque suceden cosas como las que recuerda: “el otro día había una fiesta, y se armó un quilombo
entre los que venden de acá con los que venden de allá; lo han querido ir a liquidar, así que era un solo tiroteo.
Después la otra vez apuñalaron a uno”.
Hace dos años, la invitó su cuñada a inscribirse en el Centro. “Nos decía que había una nutricionista, que daban
leche y pañales. Y nos decían que vaya, que vaya, y un día fui”, se acuerda y explica que se anotó en el Programa
Nutrición con sus dos hijos más chicos, Wendy y Tiziano.
La primera vez que fue, le gustó, y más tarde invitó a su hermana para que fuera con ella. Lo que más le gusta
es “el trato que ellas tienen con los chicos. Cuando conversan, nos hacen hablar, nos enseñan, nos hacen un juego
para hablar. Y yo voy todos los viernes.”
Lo último que hizo fueron unos banderines en el taller de manualidades. Le encanta aprender. Antes nunca
tuvo a alguien que le enseñara.
Dominga quiere irse del barrio, porque dice que “a los chicos les mata el encierro” y todo el tiempo le piden salir.
Ella resiste, guarda la angustia, pero sabe que tienen que vivir así hasta que encuentren un lugar mejor.
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Con la camiseta puesta
Ludmila trabaja en una farmacia en el centro de la ciudad. Ofreció su trabajo como punto de venta del Programa
Oficios y, desde que nos conoció, se puso la camiseta de Haciendo Camino y hasta hizo contactos en la televisión local.
El entusiasmo de Ludmila contagia, hace más de cuatro años que llegó a Santiago del Estero desde su Saliqueló
natal, un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Vino porque su pareja había conseguido trabajo en la ciudad.
Comenzó a trabajar como empleada administrativa en la Farmacia Álvarez y, desde que nos conoció, no deja
de pensar cómo puede ayudarnos y contactarnos con cada persona nueva con la que se encuentra. Gracias a su
iniciativa y al sí de Belén Alberto Álvarez, el dueño de la farmacia, se pusieron manos a la obra.
¿Con qué te encontraste cuando llegaste?
Me impactó muchísimo la realidad. No veía clase media, la gente tenía mucho o la nada misma. Me costó
mucho conseguir trabajo por el hecho de que no hay actividad privada, la mayor parte de los empleos son
públicos y se maneja todo por recomendación política. Otra cosa que me llamó la atención es que tener la
secundaria completa es algo raro, cuando un título terciario, o una licenciatura, es común en otros lados. Vi que
los profesionales se conformaban con ocupar un cargo público, y trabajar por muy poca plata, por eso pensé
¿cómo va a despegar así la provincia?
¿Cómo nos conocieron?
Primero los vi en el programa de Lanata, y más tarde en el de Mariana Fabbiani mostraron el chanchito. Entonces
dije, “pucha, hace años que estoy acá y nunca moví un dedo”. Ofrecimos la farmacia como punto de venta de los
chanchos que hacen las mamás del Programa Oficios. Después hicimos un concurso de dibujos para hacer bolsas
de papel reciclado, y los invitamos a participar. Lo llevé a mi jefe para que conociera el Centro de Santiago. Le
pareció muy lindo, es el dar por el dar, algo que uno no está muy acostumbrado a ver.
¿Qué dice la gente cuando ve los productos en la farmacia?
Eso es otra cosa que llama la atención, no conocen la ONG acá en Santiago. Es una cosa muy rara, que no sepan
todo lo que se está haciendo; están acostumbrados a la realidad. No les llama la atención y lo naturalizan.
Cuando compran un chancho lo hacen porque les gusta, y después preguntan. Los estamos haciendo llegar a
todos lados, mandamos una tanda a Mendoza, otra a Comodoro Rivadavia, otros a Tucumán; son los chanchos
viajeros. Es una forma de darlos a conocer. En Saliqueló ya los conocen, ya tengo varios pedidos.
¿Ya habías colaborado con alguna otra ONG?
No, es la primera vez. Cuando ves tanta necesidad, decís “¡no puede ser que pasen cosas así!” Cada uno desde
su lugar puede ayudar, aunque sea a difundir, y sobre todo con el tema del trabajo, creo. Aprendiendo a hacer
los chanchos, las mamás aprenden un oficio; y así pueden ganar algo con su trabajo. Lo mismo que cuando les
pedimos que nos hagan unas bolsas de tela. También nos están haciendo baberos, babitas y toallas, son cosas que
se venden un montón.
Ludmila es una tormenta de ideas y entusiasmo, la visitamos en su oficina de la farmacia y nos fuimos con una
lista enorme de gente para contactar que, según ella, nos podía ayudar a seguir haciendo camino.
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Monte
Quemado
Es la ciudad cabecera del departamento Copo y una de las localidades
más inaccesibles de la provincia, por la distancia geográfica y la falta
de Internet. Cuenta con 12.543 habitantes (INDEC, 2010) y muchos
sufren serios problemas estructurales como falta de agua potable o
malos servicios básicos de salud.
Monte Quemado
El Centro, también uno de los más grandes, tiene todos los Programas
operativos e inauguró, este año, un Hogar de Día para recibir a las
familias más críticas de Monte Quemado.
Programas que funcionan*
Programa
Embarazadas
Programa
Nutrición
(Comenzó en 2010)
(Comenzó en 2011)
320 NIÑOS se trataron y 1544 se diagnosticaron,
294 MADRES recibieron educación para la salud y
88 EMBARAZADAS se controlaron
se capacitaron en oficios, en el último año.
último año.
Programa
Salud
Se atendieron
(Comenzó en 2013)
497 CONSULTAS en
el último año.
Atención
Rural
Se controlaron
(Comenzó en 2013)
194 NIÑOS y se formó a sus
211 MADRES en educación para la salud en el último año.
Programa
Programa
Oficios
y prepararon para la maternidad en el
(Comenzó en 2013)
106 MUJERES se capacitaron en el
último año.
Niños
(Comenzó en 2015)
38 NIÑOS y 7 MADRES
asistieron
al Hogar de Día en el último año.
* Los números corresponden al período Septiembre 2014 - Agosto 2015.
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Director
Juan Chalbaud
Estimuladora
Elvia Palmas
Nutricionista
Flavia Molina
Haciendo Camino
Profesora Manualidades Profesora Salud
(nutrición)
Rebecca Silva
Nancy Córdoba
Trabajadora
Social
Cecilia Verón
Trabajadora Social
María Florencia
Treglia Macías
Maestra Jardinera
Noelia Caro
Cuidadora de Bebés
Soledad Santillán
Maestra Jardinera
Débora Ruiz
Maestra Jardinera
Carla Ruiz
Profesora
de Tejido
Dalinda Albarado
Maestro Hogar
de Día
Gustavo Luna
Psicóloga
María Luz
Nuñez Eleias
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El dolor del hambre
La historia de Julia es muy dolorosa, sin embargo, poco a poco y con el acompañamiento de Haciendo Camino mejora
su realidad. Viven a una hora del Centro, caminando; a veces no comen porque no alcanza. ¿Por qué sueña con otra
hija más?...
A Julia le hace ruido el estómago porque ayer no comió nada, “había poco y prefiero que coman ellos, después
si sobra como yo”, cuenta. Ellos son Carmen, de 14; Joaquín, de 11; Lucía, de 4, y Ezequiel, de un año. Almuerzan,
pero casi nunca comen a la noche porque la comida no alcanza; y si no fuera por las panzas vacías de todos,
nadie se daría cuenta, porque la familia se sienta a la mesa con una sonrisa y son muy unidos y cariñosos entre
todos. La familia de Julia vive en un rancho de un solo ambiente, en el medio del monte. No tienen luz, ni agua;
tampoco hay baño. En la casa no hay reloj, aprendieron a despertarse con la luz del sol.
Su caso es uno de los más críticos que atiende el Centro. Los conocimos de la mano de la Dirección de Niñez,
Adolescencia y Familia (Dinaf). Los más grandes no iban a la escuela hasta que nosotros comenzamos a trabajar
con la familia. Hasta hoy, Carmen y Joaquín apenas saben leer; su mamá, Julia, tampoco lee, escribe pero no lee.
A pesar de lo que tuvo que vivir Julia, poco a poco y con el acompañamiento del Centro su vida va mejorando.
Julia dice que tiene 23 años; pero en realidad tiene 27, o al menos eso surge de su fecha de nacimiento. Ella y su
marido, Nelson, se conocieron en Chaco, pero llegaron a Monte Quemado por trabajo. Él hace poco entró en un
aserradero, y vive preocupado para que no les falte nada a los chicos. Julia tiene a sus hermanos en Chaco, pero
no va a verlos porque está lejos; además, dice que le hicieron algo muy feo y por eso no los quiere visitar. Su
mamá le sacó a su hija cuando tenía un mes y ocho días. Al tiempo, Julia dijo “basta”, y se la llevó. Pero a Carmen
ya le habían quedado las marcas del maltrato de su abuela. “Cuando vinimos para acá, me pidieron a Joaquín,
y yo les dije que no, que no los iba a dar. Yo tengo un corazón para mis hijos. No los voy a abandonar, a donde
ellos van yo voy. Si el papá no está, yo me vengo con todos. No los dejo en ningún lado, y cuando los tengo que
dejar lo único que pienso es en ellos”, explica Julia. Los chicos van a la escuela tres veces por semana, los mismos
días que Julia va al Centro, “el padre no quiere que ellos caminen, porque les hace doler las piernitas y después
lloran toda la noche”, cuenta Julia. Cuando puede, los lleva a upa, pero ella también se cansa. El primer día que
fue al Centro, Julia estaba nerviosa, “no sabía si me iba a gustar. Después me gustó y entonces he empezado a
venir siempre. Falto cuando llueve, porque ahí no los quiero traer, tengo miedo que se me enfermen”, recuerda.
Cuando se enferman los chicos, ella la pasa mal, “no me comen y antes de que le duela a ellos quiero que me
duela a mí”, explica y hace pensar en el dolor que siente toda madre cuando sus chicos están enfermos. Sólo
que éste es más fuerte, porque la pobreza duele más. Va al taller de costura, pero dice que no aprendió mucho
todavía, que no se anima. “Mi marido me dice que tengo que aprender a coser a máquina y eso, a mí no me sale
todavía”, después cuenta que no le gusta tener amigas, porque se acostumbró a estar sola, “me la paso en mi
casa yo, sólo salgo para venir acá”.
Julia tiene muchos sueños, pero entre ellos el más significativo es que quiere ser mamá otra vez, aunque
su marido no quiera. “Quiero tener una nena, porque los varones me hacen renegar continuamente. Además,
quiero ponerle el mismo nombre de mi hija, la que falleció a los cuatro meses. Todos me dicen que yo estoy
haciendo mal, pero para mí es una forma de recordarla”, cuenta Julia, y nos hace recordar una sola cosa, la que
importa: que, más allá de la pobreza, ella tiene en claro que sus hijos son lo más importante.
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Haciendo Camino
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El aroma de lo propio
En el taller de cocina del Centro, Mabel aprendió a cocinar, y organizó un emprendimiento en su casa. Puede estar
cerca de sus hijos y generar un ingreso para vivir y salir adelante.
Mabel siempre sonríe mucho, habla despacio y se le iluminan los ojos cuando cuenta todo lo que aprendió
a cocinar. Llegó al Centro para participar del taller de cocina del Programa Oficios, “para uno poder sobrevivir,
porque no sabemos nosotros”, explica.
Mabel recuerda que al principio estaba nerviosa, no sabía cómo manejar el horno. El de ella ahora no funciona,
pero señala el lugar donde quiere hacer uno de barro, porque la garrafa se consume rápido. Sólo le falta
comprar los ladrillos. “Siempre, cuando hay algo, como el Día del Estudiante, he vendido pre-pizzas”, cuenta,
y dicen quienes las probaron que son de las más ricas. Se pone firme, y pide que le encarguen las cosas con
tiempo, “todos los días vendo alguito, haciendo las cosas que voy aprendiendo allá”.
La casa de Mabel empezó a oler a pan y pastafrola. Uno que otro día salió de ahí olor a facturas, pero no
siempre, porque Mabel dice que no le salen muy bien. Esas cosas ricas le permitieron dejar de trabajar en casas
de familia donde le pagaban poco por un montón de horas, y quedarse en su casa, con sus hijos, mientras
genera un ingreso. “Ahora estando en la casa yo me hago las cosas mientras los cuido a ellos, y después cuando
se van a la escuela yo lo salgo a vender”, reflexiona.
Mabel vive con su marido, pero ella es la que más se ocupa de sus tres hijos porque él trabaja en un aserradero
casi todo el día. Lo que más le gusta del Centro es “vivir aprendiendo”. Ella siempre quiso cocinar, pero hasta
ahora nunca nadie le había enseñado. “Yo estoy orgullosa de conocer esa familia hermosa que hay ahí en el
Centro. No sólo gente de afuera, sino también otra gente de Monte Quemado que he conocido así; profesores, y
eso”, se entusiasma. A pesar de tener hoy su propio emprendimiento, al principio no fue fácil, “me buscaban
para trabajar en los negocios, y yo siempre decía que no puedo, porque se me complica para dar bien el vuelto,
me preocupaba mucho. Y yo le pedía a Dios que me ayude a entender eso”, cuenta. Y parece mentira, porque
después de haber pasado por los talleres y de lo que le enseñaron en Haciendo Camino acerca de los costos,
ahora intenta calcularlos ella sola, y está entusiasmada porque entiende más del tema. “Ahora yo vendo una
pre-pizza a ocho pesos; voy y compro una bolsa grande de 25 kilos y con eso hago un montón. Todos los días
tengo que cocinar sí o sí”, dice, y le llega un mensaje de una vecina al celular: quiere saber qué hizo hoy para
vender. Gracias a su esfuerzo, Mabel encontró una manera de ganarse la vida. Le enseñó a su hija a cocinar y
ella la ayuda. Todavía recuerda lo que le pesaba el trabajo del campo, donde estuvo hasta que su papá la trajo a
estudiar a Monte Quemado hace 20 años. Se pregunta qué más puede pedir… Vive en una casa de material, no
tiene muchas cosas; pero está feliz, porque hace poco con su marido la agrandaron.
La casa de Mabel queda lejos del Centro, “a veces nos vamos en moto, y a veces caminando. Está retirado, pero
bueno, no nos hace mal caminar”, dice. Pero, en realidad, se nota en su cara que aprender a cocinar tantas cosas
ricas es lo que la motiva a venir a Haciendo Camino.
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“Y un día he ido al director
y le he pedido trabajo”
Cuando Romina recibió el alta, no quiso despegarse del Centro, y se ofreció para trabajar. Hoy, se ocupa de la limpieza
del Centro y de atender El Roperito. Una historia de superación.
“Y un día he ido al director y le he pedido trabajo”, se ríe Romina, y se lleva las manos a la cara como si pedir
trabajo diera vergüenza. “Porque yo ya estaba de alta, pero quería seguir yendo. Y ya cuando arranqué, Juano
estaba contento, porque le he pedido trabajo y no plata, decía”, recuerda la manera en que comenzó a ocuparse
de la limpieza del Centro y a atender El Roperito, la feria de ropa donde se venden prendas a bajo costo a las
mamás.
Romina llegó al Centro de Haciendo Camino cuando estaba embarazada, por recomendación de su mamá.
Cuando nació su hijo Pablo, pasó del Programa Embarazadas al Programa Nutrición, y así pasaron cuatro años.
Recuerda que en esa época estaba en la casa todo el día, e ir
al Centro era “como ir a ver algo distinto”. Empezó a aprender
costura cuando ya estaba embarazada. Y después pudo comprar
una máquina de coser para hacer los arreglos que le piden
los vecinos del barrio, y así juntar unos pesos. Lo que más le
gusta del Centro es “la distracción, la gente que es muy buena.
Distraerte un rato, hablar con otras mamás. Es como que estás en
¿Qué es El Roperito?
Es una feria de ropa que funciona en
algunos Centros de Haciendo Camino
donde la ropa que se recolecta por
donaciones se vende a las mamás -a
un precio muy bajo-, con el objetivo de
que ellas valoren lo que obtienen.
otro lado, pensás en otras cosas. Y que todos nos tienen muy en
cuenta, nos permiten muchas cosas”, cuenta, y dice que se hizo amiga de muchas compañeras.
Ahora, además de trabajar en el Centro, Romina sigue acudiendo a los talleres, ¿y cómo no hacerlo si, desde
que conoció el Centro, esperaba que pasaran los días ansiosa para ir al Programa Nutrición, y después para ir a
costura? También soñaba con tener un trabajo propio, “para sentirme útil”, explica. “A veces estando acá, sola,
uno no tiene nada para hacer; entonces voy allá y me siento útil”. Con el trabajo de su marido, de las mañanas,
y lo que ella gana se arreglan bien. Los chicos están bien de peso, y cuenta Romina que hace poco le festejó
el cumpleaños a su hijo, “le hice toda la decoración de cars. Ya me doy una idea para hacer las cosas con lo que
nos enseña la profe en manualidades”, dice orgullosa, y mira a sus hijos con cariño. Ahora empezó a festejar los
cumpleaños de los chicos, porque antes no les hacía nada especial.
Romina creció en una familia de nueve hermanos, y ella decidió tener sólo dos hijos para poder darles todo lo
que a ella le faltó. “Ya no quiero tener más, porque quiero darles todo lo que yo no he tenido”, explica.
Romina va los lunes, martes y miércoles a Haciendo Camino, y todavía conserva la misma sonrisa del día que
recibió su primer sueldo.
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Colonia
Dora
Fue la primera colonia agrícola de la provincia, en 1900, y el
ferrocarril le permitió ser polo de desarrollo cuando se instalaron
inmigrantes europeos italianos y judíos, además de la población
criolla. Sin embargo, en la localidad todavía hay serias necesidades,
que se incrementan en las zonas más alejadas del pueblo.
Como en otros lugares, la escasez de fuentes de trabajo y de
empleo formal contribuye a que muchas personas se sostengan
con planes asistenciales.
Colonia Dora
Programas que funcionan*
Programa
Nutrición
(Comenzó en 2012)
75 NIÑOS se trataron y 121 se diagnosticaron,
64 MADRES recibieron educación para la salud
y se capacitaron en oficios, en el último año.
Programa
Salud
Se atendieron
(Comenzó en 2012)
139 CONSULTAS
en el último año.
* Los números corresponden al período Septiembre 2014 - Agosto 2015.
Haciendo Camino
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Directora
Adriana Sneidenit
Nutricionista
Araceli Llebeli
Trabajadora
Social
Natalia Ramírez
Tallerista
Mariela Acosta
Educadora Sanitaria
Mayra Luna
Haciendo Camino
Maestra Jardinera
Belén Coria
Pediatra
Fabiana Kelly
Estimuladora
Belén Beck
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“Vos tenés que ser constante”
Fany es una mamá comprometida, e incentiva a otras para ir al Centro. De chica lloraba de hambre, y hoy, con lo poco
que tiene, está mejor y quiere seguir progresando. Su hija tuvo problemas con las drogas, y en el Centro la ayudaron
a seguir adelante.
A Fany no le puede faltar su risa y el mate, que la identifican. Hace tres años que viene al Centro. Participa
del Programa Nutrición con Alma, su chiquita de bajo peso, y con Patricio, que necesita ayuda en el área de
estimulación.
Había participado de un relevamiento en Colonia Dora, y a la semana siguiente la convocaron desde Haciendo
Camino por la radio (así citan a los chicos que se detectaron con bajo peso). No lo dudó y decidió hacer el
tratamiento. Nunca falta, su asistencia es perfecta a menos que esté enferma o tenga que hacer algún trámite.
“Aunque llueva o truene, yo vengo. Para mí los jueves son sagrados”, cuenta. Aunque el dinero no alcance, porque
tiene muchos hijos y gasta mucho en la secundaria de sus hijas, tiene que hacerlo estirar hasta que se terminen
los días del calendario. Todos los meses compra un paquete de harina para hacer tortillas y vender en el barrio;
con lo que gana puede comprar carne para sus chicos. Una vez, su hija necesitó clases particulares de inglés; y,
amasando fuerte para hacer tortillas, empanadas y pastafrola, Fany las pudo pagar. Cuando Fany enciende el
horno, los vecinos se acercan para encargarle alguna tortilla. “Acá no hay un trabajo seguro. Mi marido cobra por
quincena; trabaja hace un montón de años y todavía no está efectivo”.
Vive en una casa de “tres por seis”. Es una sola habitación. Y cuenta que tienen un televisor, que es motivo de
peleas porque los chicos no se ponen de acuerdo en qué dibujo animado ver. Ella sólo lo pide los viernes y sábados
a la noche para ver boxeo. Tiene ganas de hacer “dos piecitas más”; ya tiene la chapa y la arena, pero le faltan
unos 600 pesos para comprar los tirantes. En su casa no hay agua corriente; la Municipalidad le llena un tanque
una vez por semana. Tampoco tienen agua caliente; tiene que hacer fuego y calentar agua en un tarro para que
los chicos no tengan frio cuando se bañan. Fany nació en el campo. Le preguntamos si estaba mejor ahora que
cuando era chica, y ella respondió que entonces lloraban de hambre hasta que se podían dormir. “Éramos muy
pobres. Mi papá iba al monte a cazar algo para que pudiéramos comer; si no, mi abuela compraba unos huesos,
y los hervía para que nosotros tomáramos el jugo. Comíamos zapallitos verdes del campo. Cuando la abuela
venía al pueblo, una vez al mes, compraba harina para hacernos unas masitas”, recuerda Fany. A los ocho años,
tuvo que salir a trabajar “cuidando viejitas en las casas”, para ayudar a su familia con el dinero que ganaba. No
terminó el colegio, quizás es por eso que les insiste tanto a sus hijos y sueña con que todos lo puedan terminar.
Tuvo su primer hijo a los 17. No lo esperaba, pero lo quiso con todo el amor que una madre es capaz de dar.
“Antes no te decían qué iba a pasar. Yo tuve a mis tres hijos soltera, y no sabía ni siquiera qué era la
menstruación. Me he asustado tan feo… porque mi mamá no me había explicado”, confiesa. Esto le sirvió de
experiencia para ahora explicarles todo a sus hijas.
Quisimos saber entonces si la situación de Fany había mejorado. “Yo no me compro ropa, no me compro
zapatillas… ¡Pero que a ellos (a sus hijos) no les falte nada!”. La mayoría de sus hijos siguen viviendo en el
campo, donde ella los tuvo y donde también ella creció. Una de las hijas más grandes se fue a Santiago del
Estero, capital, con otra hermana. Hubo un tiempo en el que dejó de responder los mensajes y Fany se tomó
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el primer ómnibus con algo de plata que cobró. La buscó por todo Santiago, recorrió casa por casa buscando
algún indicio hasta que la encontró: “Estaba hecha una leona, tenía los ojos rojos por las drogas; y yo le dije
¡vamos!, y ella no quería… Una, como madre, sabe. Cuando me la traje de vuelta, pasaron cinco días y contó, en
Haciendo Camino, lo que estaba pasando. Ellos me ayudaron”. Su hija le dijo un montón de cosas, hasta que
era mala madre…, pero Fany resistió y pudo salir adelante. Ahora, Fany es abuela; dice que ese bebe calmó a su
hija porque ahora se ocupa de él. “Yo, si tengo un problema, no soy de cerrarme; vengo aquí y estas horas me
descargo. El día que me den de alta voy a seguir viniendo, porque las chicas son buenas compañeras”, explica
Fany con la sonrisa que la caracteriza. “Hasta he aprendido a defenderme, porque antes mi marido me gritaba
o se enojaba, y por tres o cuatro días no me hablaba. Ahora ya no me grita”, cuenta cuando se le pregunta qué
fue lo bueno que le dio Haciendo Camino. También se acuerda de un 24 de diciembre que estaba sentada
pensando que ese año ellos no iban a poder festejar las fiestas. “Apareció la camioneta de Haciendo Camino,
y me trajeron plata de la venta de los productos que habíamos hecho en el taller. Ahí nomás fui a comprar para
comer un asadito a la noche”.
Fany sonríe y, en esa sonrisa, se esconde una leona que lucha todos los días por salir adelante, “vos tenés que ser
constante a veces”, explica, es su secreto para vivir…
Haciendo Camino
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“Aunque no tengan torta,
cántenle el feliz cumpleaños igual”
El caso de Rafaela y Celia es uno de los más críticos. Ambas tienen un retraso mental y entre las dos se ingenian para
criar a Vilma, la hija de la primera. Viven en el medio del monte, pero de a poco intentan progresar. La chiquita está
por cumplir un año, y la estimulación es clave en su desarrollo.
Para llegar a la casa de la Familia Coria, hay que entrar en el monte por un camino de tierra y atravesar un
puente que no es de fiar. La casa está en un caserío bien adentro en el campo, y es un cuadrado de ladrillos.
Entre el barrial, hay mucha basura y un tanque de plástico que contiene agua de lluvia, verde y repleta de
bichos, que ellos usan para consumir.
Rafaela tiene una discapacidad mental, por eso su hermana Celia la ayuda con su beba Vilma. Aunque Celia
también tiene retraso, se las arregla para ser la segunda mamá de la chiquita. Ambas viven con su papá, que las
trae al Centro en sulky todos los jueves.
“Es lindo porque me enseñaron muchas cosas, y me dieron los pañales”, cuenta Celia, y recuerda que también
aprendieron a cocinar. Las dos hermanas no saben leer ni escribir, pero tienen ganas de aprender. Celia no sabe
su edad –tiene 40 años-; hace poco dejó a su marido, “no me dijo nada, sólo que no me lleve la yegua”. Hay veces
en las que Celia se pelea con su hermana Rafi porque no la quiere ayudar con la beba. En el Centro le explican a
Rafi que tiene que ayudarla y colaborar en todo lo que pueda porque Vilma es su hija.
El caso de la familia Coria es crítico. Desde el comienzo los visitamos todas las semanas para acompañarlos
en el proceso de crianza de la beba. El monte donde viven está repleto de basura; les recomendamos
hacer un pozo para empezar a acumularla porque tanta basura alrededor podría traerles problemas de salud.
Están contentos, hace poco compraron un grupo electrógeno a nafta para poder tener luz. También tienen
una bañera en donde bañan a Vilma y están ampliando la casa con ayuda de un albañil.
Al día siguiente de nuestra charla, Vilma cumpliría un año. Celia contó que no tenía nada para regalarle, ni
siquiera para hacer una torta. “No importa”, les dijo nuestra trabajadora social, “aunque no tengan torta
cántenle el feliz cumpleaños igual”.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-127-
Con una carretilla vieja y
unas frazadas, Don Corio
le armó un cochecito
a su nieta Vilma para que
tuvieran como pasearla...
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Dos historias de ayuda
inspiradoras
Jesús Lladhon tiene 33 años y tiene una hija de cinco. En 2012 se enteró de que íbamos a abrir un Centro en su
ciudad, y se acercó a una reunión informativa. No dudó en comenzar a ayudarnos con las tareas administrativas
como hacer planillas o estadísticas, y ayudar en los relevamientos. “Me gustaba que hicieran algo por los chicos
que hasta el momento nadie estaba haciendo”, reflexiona. Durante 2013 Jesús iba todos los jueves al Centro de
Haciendo Camino para colaborar con la administración y realizar algunas entrevistas a las mamás. Le gustaba
hacerlo porque así podía entender la realidad de la gente y generaba una empatía.
Con el tiempo, los compromisos le impidieron seguir acudiendo al Centro, pero ahora ayuda desde su lugar. Él y
su familia son dueños de una estación de servicio que apoya al Centro con distintas iniciativas. Dos o tres veces
al año, en la YPF ponen una cajita para que la gente done su vuelto. Con las últimas campañas, se compraron
una balanza, un pediómetro y un tallímetro. En otras oportunidades, se usó ese dinero para comprar leche en
polvo y pañales, e incluso dos máquinas de coser para que las mamás aprendieran un oficio. Jesús tiene un
sueño: “siendo un poco iluso, sueño con que Haciendo Camino no haga más falta. Me gustaría ver bien a los
nenes que serán futuras generaciones, y que las familias tengan herramientas para tener una vida mejor”.
Fabiana Kelly tiene 51 años, es pediatra y actualmente vive en Colonia Dora, la ciudad natal de su marido.
Nació en Buenos Aires, estudió medicina en la UBA, trabajó en hospitales de la ciudad y luego se especializó
en pediatría. Cuando llegó a Santiago del Estero, atendía en un consultorio de Añatuya, pero dejó de trabajar
para ocuparse de sus hijos, el mayor, de seis años, y mellizos de tres. Un día de abril nos acercamos a buscarla
para que trabajara en el Centro. “¿Cómo no me iba a involucrar?, si yo había tenido la suerte de recibir tanta
formación, ¿cómo no iba a dar eso que yo tenía”?, recuerda.
Trabajar en Haciendo Camino colmó sus expectativas. De chica había misionado en Chaco y sabía que faltaba
mucho por hacer en el país. Cuando comenzó a trabajar en el Centro, cuenta que se encontró con “gente de
calidad, con ganas de trabajar interdisciplinariamente en equipo. Además, es gente de la que aprendo
mucho”. Desde que Fabiana ingresó al Centro notamos un gran cambio, y es uno de los pocos médicos en la
provincia que se anima a escribir la palabra desnutrición en un diagnóstico. “Yo desearía una realidad muy
distinta. Primero, que la pobreza se haga visible para poder cambiarla. Si no, uno no puede trabajar para
trasformar lo que no existe”, reflexiona y nos deja una última lección: para cambiar la realidad uno debe
trabajar desde su lugar.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-129-
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Herrera
Después de un relevamiento que realizamos en 2012, encontramos
muchos chicos con bajo peso y estado de desnutrición en esta
localidad, cabecera del departamento Avellaneda. Inauguramos
entonces un Centro que comenzó a funcionar inicialmente en un
salón comunitario prestado, y luego, en un edificio alquilado.
Cerca del Centro, además, comenzó a funcionar un taller textil que
brinda trabajo estable y formal a muchas mamás de nuestros
Programas, para que puedan mejorar su calidad de vida.
Herrera
Programas que funcionan*
Programa
Embarazadas
Programa
Nutrición
(Comenzó en 2010)
(Comenzó en 2011)
125 NIÑOS se trataron y 127 se diagnosticaron,
103 MADRES recibieron educación para la
25 EMBARAZADAS se controlaron
y prepararon para la maternidad en el
salud y se capacitaron en oficios, en el último
último año.
año.
Programa
Salud
Se atendieron
(Comenzó en 2013)
434 CONSULTAS en el
último año.
Programa
Programa
Oficios
(Comenzó en 2013)
7 MUJERES se capacitaron en el último
año.
Niños
(Comenzó en 2015)
20 NIÑOS y 6 MADRES
asistieron al
Hogar de Día en el último año.
* Los números corresponden al período Septiembre 2014 - Agosto 2015.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-131-
Director
Dario González
Trabajadora
Social
Rud Carrizo
Taller Nutrición
Elma Rodriguez
Trabajadora
Social
Natalia Ramírez
Estimuladora
Temprana
Natalia Llebeli
Alfabetización & Clases de Apoyo
Maestra Jardinera
Melina Lobo
Psicóloga
Bárbara Stampella
Haciendo Camino
Nutricionista
Araceli Llebeli
Alfabetización &
Clases de Apoyo
Romina Sosa
Obstetra
Fabiana Tejeda
Maestra Jardinera
Elizabeth Carrizo
Educación
para la Salud
Milena Santillán
Anuario 2015
-132-
Creer que se puede
La hija de Yesi nació prematura y con muchas dificultades. Con su esfuerzo y el apoyo desde el Centro, esta mamá
logró que su hija aprendiera a caminar y a hablar.
Hace cuatro años que Yesi viene al Centro, ingresó al Programa Nutrición con su hija Milagros que había nacido
prematura y con 800 gramos de peso. Ahora, concurre al Programa Embarazadas porque está esperando su
cuarto hijo; todavía no sabe el sexo, pero prefiere un varón porque ya tiene tres mujeres.
No fue una buena noticia este embarazo, porque sufre de presión alta y dice que todos sus partos fueron
prematuros. Su primera hija nació a los siete meses de embarazo, la segunda a los ocho y la más chiquita, Mili,
a los seis. Recuerda que su hija pasó mal sus primeros meses de vida, tuvo neumonía y estuvo mucho tiempo
internada. Además, tiene un retraso madurativo y empezó a caminar recién a los tres años. Tardó en sostener
la cabeza cuando se sentaba. “Yo le contaba al director que ella no se comportaba como los otros nenes, y a mí
me preocupaba muchísimo”, explica Yesi sobre su hija, pero sonríe porque sabe que ya pasó lo peor: “Ahora ha
mejorado un montón desde que viene; va al jardín y las maestras se sorprenden porque dicen que es re-inteligente
ella”.
Cuando Yesi quiso anotarla en el jardín no la quisieron aceptar, la maestra le había dicho que Mili no estaba
preparada para ir porque no hablaba bien; con su mamá se manejaba con señas. La trajo al Centro, y con mucho
esfuerzo y dedicación logró sacarla adelante. Con la ayuda de la estimuladora del Centro, Mili logró mejorar
y aprender las primeras palabras. Hasta en el mismo jardín donde al principio no la aceptaron se sorprenden
de los cambios. Hoy, le gusta pintar en vez de mirar televisión, usa anteojos –aunque costó porque le daba
vergüenza y se animó cuando todos le dijeron que le quedaban lindos-, habla y camina sin problemas.
Yesi vive con su marido, sus tres hijas y una sobrina que no tiene quien la cuide. Ahora consiguió un trabajo,
es empleada del taller textil que se inauguró en Herrera. Está contenta porque dice que “es difícil conseguir un
trabajo para mujer, los trabajos son sólo para hombres y a vos no te aceptan”. Su marido trabaja en un horno de
carbón y, entre los dos, sacan la casa adelante.
Su anterior marido, el papá de las chicas, la dejó cuando estuvo internada en el hospital después de que naciera
Milagros. En vez de cuidarlas, se fue con otra mujer que conoció en el hospital. Discutieron porque él no quería
dejarle la casa y, según cuenta Yesi, no quiere trabajar en blanco para que la justicia no lo obligue a pagar la
manutención de las hijas.
Haciendo Camino le cambió la vida a esta mamá, además de que su chiquita está mejor, el trabajo le permitió
generar otro ingreso para levantar la cabeza orgullosa y decirles a todos que logró progresar gracias a su propio
esfuerzo.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-133-
Haciendo Camino
Anuario 2015
-134-
Dar los primeros pasos
Ángel aprendió a caminar recién a los
cuatro años, con ayuda de la
estimuladora del Centro de Herrera.
Su familia es uno de los casos más críticos
de la localidad. Con mucho trabajo, amor
y esfuerzo, este chiquito comenzó a dar los
primeros pasos, los mismos que empujarán a
su familia a salir adelante.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-135-
Bárbara: la psicóloga
santafecina que se quedó
a trabajar en el Centro.
Bárbara es de Bombal, un pueblo santafecino de 4 mil habitantes. Siempre le gustó viajar por Argentina, y
estuvo un tiempo colaborando con la comunidad QOM en el Impenetrable chaqueño. Al regreso sintió que
había dado poco, que su paso había sido una visita.
Estudió psicología porque quería tener herramientas para ayudar a otros, “no quería instalarme en un consultorio
privado a hacer plata, quería trabajar en lo social”, recuerda.
Casi un año después de recibirse, se fue a vivir a Herrera para ser la psicóloga del Centro. “Tenía mucho miedo
e incertidumbre”, cuenta que era un desafío acostumbrarse a un lugar nuevo, a un espacio de trabajo
desconocido. Sus papás la llevaron hasta ahí y se fueron preocupados. Pero ella enseguida se acostumbró,
porque el equipo la integró mucho. Tiene muchos amigos en Herrera, sale, se divierte, y por supuesto, trabaja
mucho.
“Sueño con que nunca nos quedemos quietos, que sumemos nuevos Programas, y sigamos pensando en las
necesidades del pueblo”, anhela y dice que hoy, a 700 km de su pueblo, encontró su lugar.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Suncho
Corral
Este Centro se inauguró en 2014 y, en poco tiempo, creció mucho
gracias al compromiso de los profesionales y de las mamás que
asisten. Funciona en un salón de la Iglesia local, y se convirtió en un
espacio de encuentro de toda la comunidad.
Suncho Corral
Suncho Corral tiene poco más de 10 mil habitantes, distribuidos
entre barrios donde los servicios públicos son escasos.
Programas que funcionan*
Programa
Nutrición
Programa
Salud
(Comenzó en 2014)
115 NIÑOS se trataron y 189 se diagnosticaron,
85 MADRES recibieron educación para la salud y se
capacitaron en oficios, en el último año.
Programa
(Comenzó en 2014)
Se atendieron 86
CONSULTAS
en el último año.
Programa
Embarazadas
Oficios
(Comenzó en 2015)
11 MUJERES se capacitaron en el
(Comenzó en 2014)
17 EMBARAZADAS se controlaron y prepararon
último año.
para la maternidad en el último año.
Programa
Niños
(Comenzó en 2015)
20 NIÑOS y 6 MADRES
asistieron al Hogar de Día en el último año.
* Los números corresponden al período Septiembre 2014 - Agosto 2015.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Directora
Flavia Diaz
Nutricionista
Cecilia Nediani
Estimuladora
Bettiana Ledesma
Educ. Salud
Martín Petti
Haciendo Camino
Estimuladora
Adela Seva
Maestra Jardinera
Sabrina Diaz
Maestra Jardinera
Mariana Ledesma
Profesora Oficios
Silvina Coria
Anuario 2015
-138-
Cocinar el futuro
Yisel ingresó al Programa Nutrición y se convirtió en empleada del Hogar de Día. Su responsabilidad, puntualidad y
perseverancia la llevaron a donde está hoy.
Yisel está contenta, en Haciendo Camino consiguió su primer trabajo. Ahora, es la cocinera del Hogar de Día
que funciona en el Centro. Al principio, tenía miedo porque no sabía cocinar: “Se me hacía que no iba a poder
largarme a cocinar así, y después le ha ido tomando la mano”. Había ingresado al Centro para asistir al Programa
Nutrición, después de escuchar la invitación por la radio. Es una de las mamás que vive más lejos; pero aunque
fuera caminando venía, porque como ella dice, “es lindo venir aquí, aprendés”. Su hija Esmilda sigue con
controles nutricionales, y le están por dar el alta; cuando su mamá lo cuenta se le iluminan los ojos. Esmi
y su hermano Milton también asisten al Hogar de Día, y siempre están bajo la mirada atenta de su mamá,
predispuesta a compartir y aprender con ellos. Yisel, además, se anotó en el Programa Oficios.
Trabaja hasta el mediodía en el Centro y, algunos días, regresa para participar del taller de costura. “Cuando
llegué no sabía, estaba y decía que yo no lo podía hacer. A agarrar la máquina no me animaba, todas usaban las
máquinas y yo estaba sentada y les pasaba las cosas. La primera vez que cosí a máquina me quedó torcido, pero
seguí y ahí fui aprendiendo”, recuerda, y hoy muestra orgullosa todos sus trabajos. Lo último que armó fueron
toallitas y baberos para vender en una farmacia de Santiago del Estero. “Quedaron hermosos al final, pero
nosotras pensábamos, mirá si por ahí quedan mal, si son un desastre”.
Con su nuevo trabajo, Yisel logró organizarse para comprar lo que necesiten sus hijos, “con esta plata hago que
siempre tengan comida”, explica y se la nota comprometida.
Desde Haciendo Camino quisimos reconocer su constancia y su responsabilidad, y darle la oportunidad de
conseguir lo que más dignifica a las personas: un trabajo. Quisimos que Yisel les mostrara al resto de las mamás
lo que logró con su esfuerzo y les contagiara su entusiasmo.
Y cuando Yisel dice “a mí me gusta participar, hay chicas que no se prometen, que se anotan pero no se prometen
a venir y abandonan. Yo si un día no vengo me muero. Yo estoy feliz de estar aquí”, a nosotros nos llena de orgullo
y entendemos que si se quiere, se puede.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-139-
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Un mejor vínculo con mamá
Julia actúa como una niña y está a cargo de dos hijos. Con el trabajo del Centro, logramos fortalecer el vínculo y
notar avances en la relación con sus hijos.
Julia viene al Centro con las uñas pintadas; usa collares y pulseras. Y, aunque no hable casi nada y responda
con monosílabos, es muy prolija y coqueta. A pesar de no haber visto un diagnóstico médico, porque Julia no
se atiende, sospechamos que tiene un retraso. Sus hijos, Fer y Gabi, hicieron el tratamiento en el Programa
Nutrición y ahora asisten al Hogar de Día los lunes, martes y miércoles.
Julia vive con su marido y sus hijos en un cuarto de cemento. A medida que la fuimos conociendo, nos
enteramos de que sufría violencia física. Su marido le pegaba y mucho. Desde el Centro, hicimos la denuncia a
la policía y hablamos con el marido; él sabe que Julia está acompañada y, ahora, antes de levantarle la mano lo
piensa dos veces.
Julia atravesó momentos muy difíciles, tuvo más hijos pero los fue dando a otras personas porque no se podía
hacer cargo de ellos. Y aun así, siempre los recuerda. El año pasado falleció uno, estaba con una familia en
Buenos Aires y se suicidó. Como no lo habían adoptado legalmente, aún conservaba el apellido de Julia, y fue
ella quien viajó para reconocer el cuerpo.
A pesar de su condición, logramos que Julia venga siempre al Centro, hasta los domingos. Por eso los
profesionales sienten que es su lugar de referencia y contención. Ahora sabe cómo llegar y viene sola. ¡Es que
acá encuentra gente que se preocupa por ella y por sus hijos!
La relación con sus hijos cambió gracias al trabajo que se hizo en el Hogar de Dia. Está presente, se sienta al
lado de ellos y los acompaña a hacer la tarea. En el Centro logró afianzar el vínculo con ellos desde otro lugar.
Antes vivía deambulando en la calle y por el basural, donde tiempo atrás conoció a su marido. Ahora Julia está
atenta a lo que hacen los chicos, si hacen la tarea, si pintan… los controla desde el juego y come con ellos.
Jamás deja a los chicos y así sean las nueve o las once de la mañana, porque tampoco tiene mucha noción del
tiempo, los trae siempre. Ahora, con mucho esfuerzo, Julia está aprendiendo a escribir su nombre.
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Haciendo Camino
Anuario 2015
-142-
Una hermana canchera
Desde Estados Unidos a Suncho Corral.
La hermana Cristina llegó a Suncho Corral desde Peekskill, en Estados Unidos. Llegó al pueblo en el Rápido Tatá
con su celular, porque aunque la hermana no hablaba una palabra de español sí sabía pedir “Internet” para su
teléfono. Es que es muy moderna, siempre tiene instalados el Facebook y el Facetime y está conectada en todo
momento. Le llamaban mucho la atención los cerdos. Cuando se iba a caminar y a visitar a las familias -sólo
Dios sabe cómo se hacía entender- volvía con el Iphone repleto de fotos de las familias y de los chanchitos que
se cruzaba en la calle.
Llegó pensando que iba a atender como 20 mil chicos, pero se dio cuenta de que en Suncho Corral no cabían
tantos, que había otra forma de ayudar. Ayudaba a la nutricionista en las consultas, pesaba a los chicos,
caminaba el barrio, sacaba punta a los lápices de los chicos y se sentaba con ellos a hacer la tarea…
Antes de regresar, había aprendido bastante español. Un día nos dijo “no escupas, no pelees a tu hermano, no
escupas, buen día”, entendía más de lo que hablaba. Otro día en el Centro, escuchó el ringtone de un celular
en el que sonaba una cumbia, de esas que no se podían reproducir. Quedó encantada y pedía el nombre de la
canción; le aconsejamos que no la hiciera sonar en el convento, por las dudas.
Cuando llegó el momento de partir, la hermana Cristina no quería irse. Ahora escribe por Facebook o nos llama
por Facetime, y dice que extraña a toda la familia de Haciendo Camino, que se enamoró de la gente así, tan
buena…
En uno de los últimos mensajes por Facebook nos dijo, “el tiempo que pasé en Suncho Corral fue de profunda
gracia. Mi corazón siempre permanecerá con un profundo agradecimiento a todos, y rezo para que haya otra
oportunidad de regresar y servir”. Y sí, la hermana Cristina, supermoderna y canchera, desde lo que sabía hacer
encontró la manera de ayudar.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-143-
Haciendo Camino
Anuario 2015
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Taco Pozo
Esta localidad está ubicada en el departamento Almirante Brown,
provincia del Chaco. Comenzamos a trabajar en el lugar con el
Proyecto de Atención Rural, con profesionales que se acercaban,
desde el Centro de Monte Quemado para brindar charlas a las
mamás y controlar a sus hijos.
Taco Pozo
Además, muchas de las mamás eran llevadas hasta el Centro para un
mayor control. El compromiso de las madres, sumado al entusiasmo
de muchos referentes locales, este año abrimos un Centro propio
para estar presentes en la comunidad.
Programas que funcionan*
Programa
Nutrición
(Comenzó en 2014)
39 NIÑOS se trataron y 251 se diagnosticaron, 35
MADRES recibieron educación para la salud y se
capacitaron en oficios, en el último año.
Programa
Salud
(Comenzó en 2014)
Se atendieron 131
CONSULTAS
en el último año.
* Los números corresponden al período Septiembre 2014 - Agosto 2015.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-145-
Directora
María Florencia Treglia Macías
Nutricionista
Sabrina López
Haciendo Camino
Estimuladora
Marlene Herrero
Educador para
la Salud
Ramón Perez
Profesora de
Manualidades
(oficios)
Hermelinda Verón
Maestra Jardinera
Irma Ibañez
Asistente Social
Marlene Borba
Anuario 2015
-146-
Traer al resto
Marcela llevaba a su hijo al Centro, y nos ayudó a convocar a las mamás del barrio. Ahora, ya con Benito dado de
alta, es voluntaria del Centro y se preocupa porque todas las mamás asistan.
Cuando aún no habíamos abierto el Centro en Taco Pozo y llegaba la combi para llevar a las mamás a Monte
Quemado, Marcela iba casa por casa a buscarlas. Ya había ido antes para avisarles la hora y el lugar de reunión,
pero a algunas costaba llevarlas. Ella también subía a la combi para ir al Centro, su hijo Benito tenía bajo peso
y Haciendo Camino la ayudó a recuperarlo.
Después, Marcela empezó a trabajar como voluntaria. Conocía a la mayoría de las mamás del barrio, y cuando
ya habíamos abierto el Centro de Taco Pozo siguió insistiéndoles para que fueran. “Después han empezado a
venir de otros barrios, y ya empezábamos a hacernos amigas. Conversamos… por ahí no van, les pregunto porqué
no van, les explico que tienen que ir”, cuenta.
A pesar de que Benito ya está bien de peso y va al jardín, Marcela espera ansiosa los jueves para ir a ayudar a las
mamás, hacerles la merienda a los chicos y ayudar con la limpieza.
Sus días se reparten entre sus cinco hijos y el Centro. El mayor tiene 21 y estudia para ser maestro; la de 19 ya
terminó quinto año pero empezó a estudiar Geografía y después se inscribió en el Profesorado de jardín de
infantes, y dejó… “y dice que quiere estudiar para policía, pero bueno, yo mucho no insistí porque me cuesta reunir
la plata”, explica Marcela, que a sus 40 años hace lo posible para que no les falte nada.
Lo que más le gusta del Centro es aprender algún oficio. “Cuando tuve la comunión de mis chicos le pude hacer
con lo que nos habían enseñado. Estaba recontenta yo”, se acuerda y así valora todas las charlas y el taller de
manualidades al que asistió.
Esa mañana Marcela se había encontrado con una mamá que había dejado de ir al Centro. Le preguntó qué
había pasado y la incentivó a volver. “Y hay muchas mamás que no van porque dicen que es una pérdida de
tiempo, y yo le digo que no es así. Les digo que yo al principio decía así, pero después me di cuenta de todo lo que
aprendía. Les hablo yo a las mamás, les digo que no es como ellas creen. Yo espero que sigan. Por ahí un jueves
van pocas, y al otro van muchas”, dice Marcela, y nos llena de orgullo tener una aliada como ella que incentive
a las otras mamás para que vengan al Centro.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-147-
Haciendo Camino
Anuario 2015
-148-
Cuando las manos no
alcanzan
Rosa es una mamá del Programa Nutrición. Su historia es triste pero es un ejemplo de cómo la constancia y el
esfuerzo son claves para cambiar la realidad de una persona.
Rosa apenas te mira a los ojos, y nunca levanta la cabeza cuando habla; es que Rosa tiene retraso mental y
responde con monosílabos. Sabemos poco de ella. Que vivió en el campo con su abuela hasta que ésta falleció, y
entonces Rosa se instaló en la casa de una tía. Su mamá vive a 20 metros, pero no se hablan, porque ella nunca
quiso ocuparse de Rosa, según cuentan, por haber sido fruto de un abuso. La hija de Rosa tampoco fue buscada
y al principio también parecía que ella quería desentenderse de su hija, pero con el tiempo fuimos testigos del
progreso en su deseo de cuidarla.
Rosa asiste al Centro con su beba, pero siempre está pendiente de terminar a tiempo para que su tía, que la
trata como si fuera su empleada, no se enoje. A veces ni siquiera puede llevar a su hija al médico, porque tiene
que limpiar, lavar la ropa y cuidar a sus primos. Los chicos son muchos y ella no puede sola con todos. Hay
veces en que Rosa está parada en la puerta de su casa y espera a Marcela, la referente del barrio, para que la
lleve al Centro. Otras, hay que insistirle aunque ella en el fondo sepa que le hace bien. El cambio de Rosa es
notorio, al principio ella y su hija llegaban sucias al Centro; ella entendía poco y nada de lo que se le decía, y no
respondía a nuestros consejos y sugerencias. Ahora, ambas llegan limpias, y se esmera por cumplir el horario y
las indicaciones.
La historia de Rosa es triste, pero es un ejemplo de cómo el trabajo en equipo del Centro logró mejorar su vida
y aún lo seguirá haciendo…
Haciendo Camino
Anuario 2015
-149-
Dar desde tu lugar
Alicia es mamá de tres chicos y es la dueña de un autoservicio en Taco Pozo, y, cuando se enteró de que Haciendo
Camino se instalaba en su localidad, no dudó en colaborar en todo lo que pudo.
Nunca antes había colaborado con otra institución, porque dice que “antes acá no había otra, sabía de cómo
trabajaban en Monte y me gustaba mucho. Está bueno colaborar, aunque yo hago una colaboración mínima, la
merienda, lo que ellos necesitan…”.
Y aunque Alicia se muestre modesta, desde su comercio da una ayuda invaluable para sostener el Centro.
Fue a conocer el trabajo de Haciendo Camino y, desde entonces, siempre está con el teléfono encendido,
disponible para ayudar en lo que necesitemos. “Siempre rescato el compromiso que tienen… porque hay que
llegar, que vienen todos los jueves y todo es lejos, y la ruta está más o menos”, cuenta, y confiesa que lo que más
le gusta del Centro es la forma de trabajo, “hay casos que nadie ha podido atender, situaciones especiales que
necesitan seguimiento, y los chicos de Haciendo Camino se están haciendo cargo; creo que era necesario algo así”,
y nos da una palmada en la espalda alentándonos a seguir haciendo camino.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-150-
Marcelo & Tope
Marcelo y Tope cuentan que se hicieron amigos por medio de Haciendo Camino. “Anduvimos por todos lados para
conseguir las cosas, lo lindo es cuando trabajamos en grupo”, recuerdan los primeros voluntarios de Taco Pozo que
comenzaron a ayudarnos.
Marcelo tiene 34 años y es operador de radio, un oficio que fue aprendiendo al ver a sus hermanos. Desde el
primer momento en que viajábamos a Taco Pozo para realizar relevamientos, pasaba los avisos por la radio para
convocar a las mamás y a los niños. “No es mucho que digamos, pero yo los ayudaba desde donde podía”, cuenta,
como si fuera poca cosa colaborar para convocar a todo un pueblo.
Además, hace 10 años que es parte de la comisión de la capilla del lugar y conoce los barrios como nadie.
“Acá hace mucha falta el trabajo que ustedes hacen”, nos incentivó en su momento, para que pusiéramos un
pie en Taco Pozo. Víctor, para nosotros Tope, trabaja en la biblioteca y es parte de la Comisión de chicos con
capacidades diferentes en el colegio. Lo invitamos a participar, y fue el que nos ayudó a seguir golpeando
puertas para convocar a más gente. “Hay mucha gente que no sabe que si no te ocupás en los primeros años,
después ya no sirve”, reflexiona Tope.
Marcelo cree que las madres están tomando conciencia de lo importante que es una buena nutrición para
sus chicos; pesarlos, hacerles un control, aprovechar la oportunidad cuando vienen los médicos que enviamos
desde Buenos Aires. “Porque Taco Pozo no cuenta con esos profesionales”, explica.
Los dos se sienten orgullosos de haber comenzado a trabajar por este sueño; saben que cuesta generar
conciencia y responsabilidad en las mamás, pero están convencidos de que “tenemos que dar el ejemplo en
lugar de echarle la culpa al otro. La gente acá quiere personas como ustedes, que les den una mano, y en los que
puedan confiar sabiendo que no les están metiendo la mano en los bolsillos”.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-151-
Haciendo Camino
Anuario 2015
-152-
Sumampa
Sumampa cuenta con 5.559 habitantes (INDEC, 2010), es la cabecera
del departamento Quebrachos, ubicado al sur de la provincia de
Santiago del Estero. El Centro se inauguró en abril de este año
con la ayuda de la Municipalidad, desde donde nos contactaron
para replicar el trabajo que ya veníamos haciendo en otros
departamentos de la provincia.
Funciona en el Centro Integrador Comunitario (CIC) con el Programa
Nutrición. Se trata de un lugar con muchísimo potencial donde, con
la colaboración de la política local, será posible lograr grandes
cambios para mejorar la calidad de vida de la gente.
Sumampa
Programas que funcionan*
Programa
Nutrición
(Comenzó en 2014)
44 NIÑOS se trataron y 102 se diagnosticaron,
39 MADRES recibieron educación para la salud y se capacitaron en oficios, en el último año.
* Los números corresponden al período Septiembre 2014 - Agosto 2015.
Haciendo Camino
Anuario 2015
-153-
Directora
Vanina Manzano
Educadora Sanitaria
Cecilia Maguna
Maestra Jardinera
Daniela Rojas
Nutricionista
Araceli Llebeli
Profesora de Tejido
Mabel Acuña
Haciendo Camino
Estimuladora
Natalia Llebeli
Trabajadora Social
Yenifer Montes
Voluntaria
Paola Argañaraz
(Maestra Jardinera)
Anuario 2015
-154-
Abrir el corazón
El chiquito de Juana tiene una discapacidad, sin embargo madre e hija trabajan día a día para superarse, y
los avances son notables.
El marido de Juana no trabaja porque tiene hernia de disco y ya lo operaron cinco veces, por eso ella, además
de ocuparse de sus ocho hijos, se gana la vida vendiendo pollo en su casa. Se lo traen todos los martes desde
Córdoba y ella lo guarda en la heladera para que le compre la gente del barrio.
Su hija del corazón tiene dos años y una discapacidad que no le permite caminar ni hablar. En la casa de Juana
no les sobraba nada, pero aun así ella le abrió las puertas a esa chiquita, hija de una vecina que ya tenía dos
hijos y no podía ocuparse de ella. Juana la recibió cuando tenía 22 días, “A mí me dolió cuando llegó porque era
piel y hueso, bien flaquita y me ofrecía criarlo. La mamá me dijo que no me lo va a sacar porque ella sabe que
está bien”.
Cuenta que se enteró de la enfermedad de su hija cuando la médica le preguntó si ella conocía en el pueblo
algún chico con síndrome de Down. “Bueno, tu chiquita tiene eso”, le dijo.
Ahora Juana está preocupada porque la tiene que llevar a Tucumán para hacerle un estudio e identificar en
qué grado padece la enfermedad. El estudio sale 1800 pesos y ya no lo hacen en Santiago del Estero. Está
preocupada porque no tiene la plata para afrontar ese gasto.
Juana se arregla con lo que vende y con el plan estatal que cobra. “Para comer mal que mal alcanza”, explica,
pero cuenta que no es suficiente para comprar ropa o zapallitas a los chicos.
En su casa tiene unas chapas rotas y está gestionando ayuda para cambiarlas. En Haciendo Camino le dan los
pañales. Eso junto con la leche que recibe en el hospital es una gran ayuda para ella.
Aunque haya cosas que le falten, Juana sabe que ha mejorado. Creció en el campo con su abuela, y cuando eran
chicos “a gatas nos alcanzaba para comer”, dice y cuenta que sólo hizo la primaria.
Tiene ganas de tener una heladera nueva para poder conservar los cajones de pollo que le llegan para vender;
la actual tiene muchos años y no sabe cuánto más podrá durar.
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Una abuela presente
A pesar de que su mamá tenga que trabajar, Milagros asiste al Centro con su abuela para poder recuperarse.
Trabajar para salir adelante.
A Milagros Mansilla la lleva su abuela Ángela al Centro, porque su mamá tiene que trabajar. Ángela también
trabaja… de martes a domingo, por la noche, como ayudante de cocina en un bar de la ruta. Cuenta que ahí
trabaja tanto que cuando es su día libre sólo a veces cocina en su casa, en general deja que lo hagan otros por
ella. Conoció el Centro porque la invitamos a ir alguna de las veces que recorrimos el barrio. Ángela lleva a Mili
porque no aumenta de peso, y cuando aumenta después vuelve a bajar. Ayuda a cuidar a Mili todo el día, porque
su mamá, Ana, trabaja armando cinturones para una talabartería. Hace unos cuatro o cinco por día, y con eso
cobra unos 800 pesos al mes. Ana no terminó el secundario porque no quiso. Ahora Ángela les insiste al resto
de sus hijos para que lo hagan. “Los otros van porque les insisto yo. Lo único que le cuesta es matemática. Pero
bueno, yo le digo que siga, porque yo quiero que tenga lo que yo no tuve”, cuenta. La familia ahora está mejor.
Cuando Ángela llegó del campo, a los 14 años, alquiló “piecitas”. Vive en pareja hace 19 años, pero cuenta que
el padre de Ana es otro, que vive a la vuelta de su casa. Cuando consiguió un terreno, construyó un ranchito
de barro, hasta que la Municipalidad le hizo una casita de un ambiente, y después le dieron más ladrillos para
ampliarla. En el Centro aprendió a tejer y a coser. Antes tejía para ella, pero ahora hace cosas para vender.
Desteje los tejidos viejos, lava la lana, hace la madeja y después la usa de nuevo. También aprendió a hacer
individuales en el Centro. Todavía le cuesta coser a máquina, pero quiere comprar una para hacer los arreglos
del barrio y así juntar más dinero. Además de su trabajo en el bar, cobra cien pesos cada vez que va a limpiar a
una casa de familia. La señora la ayuda con la mercadería porque con los dos mil pesos que gana en el bar no
le alcanza.
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Seguir a pesar de todo
Elena lleva a su hija Nataly, de un año, para participar del Programa Nutrición. Tiene nueve hijos a su cargo, y los
lunes va con algunos para no dejarlos solos y poder traer a Nataly.
“El más grande tiene 20, y trabaja en la Municipalidad. La de 18 está juntada, y el de 16 no estudia, a veces hace
changuitas; pero después, los otros chicos van a la escuela”, habla sobre su familia. Entre los chicos, está Ismael,
su nieto, que a ella le dice mamá, y la mamá biológica se enoja porque a ella le dice Belén. “Está acostumbrado
a estar conmigo, prácticamente lo he criado yo”, explica Elena.
Se arregla con lo que gana limpiando casas de familia y vendiendo bijouterie. “Yo hago orfebrería, en realidad
los hace mi marido y yo los vendo. Él lo hace con monedas viejas, que siempre nos trae la gente del campo. Ahora
él está detenido, acusado de abusar de nuestra hija mayor”, explica Elena, “Yo no sé si es culpable o no, no sé a
quien creerle. La gente comenta que el es el padre de mi nieto, pero yo no creo que sea así”.
Si bien su hija Belén le recrimina que vaya a visitar a su padre a la cárcel, los hijos mayores le dicen que no lo
puede abandonar ahí “como un perro”, y cuenta que lunes, miércoles y viernes se dedica a vender en la plaza las
cosas que él le prepara. Además, cobra una pensión por ser madre de siete o más hijos, y con eso le alcanza justo
para vivir.
“Hay veces que hemos salido a buscar cualquier changuita, como limpieza, pero no tengo días fijos porque la
gente me llama cuando me necesita”, explica.
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La posibilidad de articular
con la política
Con la ayuda del Municipio de Sumampa inauguramos nuestro octavo Centro en el Norte argentino. Un caso de
éxito de articulación con una política joven y fresca que quiere cambiar las cosas y mejorar la vida de su gente.
En 1630, un barco llegó al puerto de Buenos Aires con dos imágenes de la Virgen María. Ambas partieron rumbo
al norte sobre dos carros tirados por bueyes; una eligió quedarse en Luján -esa es la parte de la historia que
todos conocemos-, la otra, llegó a su destino original, una finca en Santiago del Estero, y se quedó en un valle,
conocido como Sumampa Viejo, a 4 kilómetros de Sumampa.
Marcelo Bernasconi era juez penal en Santiago del Estero, lo máximo a lo que podría aspirar un abogado joven
que no llega a los 40 años. Sin embargo, él se había criado en un paraje perteneciente al Municipio de Sumampa,
y después de mucho pensarlo decidió dejar su posición acomodada y dedicarse a la política, con el fin de ver
crecer a la gente de su pueblo. Cuando asumió como intendente de Sumampa, comenzó a observar el trabajo
de otros municipios y, durante una reunión con el intendente de Colonia Dora, escuchó sobre el trabajo de
Haciendo Camino.
Marcelo no lo dudó, se puso en contacto con Catalina Hornos y organizaron un encuentro. Al poco
tiempo, se hicieron relevamientos en dos barrios de Sumampa y, para noviembre de 2014, se comenzó a
armar la lista de familias a las que se invitaría al nuevo Centro que Haciendo Camino inauguraría con el apoyo
del Municipio.
El equipo político de Sumampa es joven, todos están convencidos de que para cambiar las cosas
hay que trabajar mucho, y es lo que demuestran con acciones concretas. Tienen planes para desarrollar los
servicios y el turismo de su localidad y, cuando cada uno habla, se les nota la convicción de querer ver a su gente
bien y no cruzarse de brazos frente a la realidad.
Para el funcionamiento del Centro, la Municipalidad puso a disposición las instalaciones del Centro
Integrador Comunitario (CIC). Se entrevistó a distintos profesionales para definir el equipo de trabajo: una
maestra jardinera, una profesora de oficios, una trabajadora social y una educadora sanitaria
son oriundas de Sumampa. La pediatra llega desde Córdoba; la nutricionista y la estimuladora, desde
Santiago capital, con los viáticos cubiertos por la Municipalidad.
Vanina Manzano, odontóloga y Directora del área de acción social y DDHH de la Municipalidad, estuvo
presente desde el principio y se convirtió en la directora del nuevo Centro que comenzó a funcionar en abril de
2015.
Cuando le propusimos asumir el cargo se sorprendió; y ahora cuenta que sabe separar su trabajo en “la
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Muni” del de Haciendo Camino, pero que a su vez hay familias que conoce en un lugar y las deriva al otro para
ayudarlos desde otro programa.
Al principio, la asistencia de las madres al Centro fue baja. Pero a medida que se recorrieron los barrios y se iban
promocionando las actividades por la radio, las mamás se animaban a asistir.
Vanina quiere que haya muchas más madres participando y “que podamos seguir trabajando todos juntos por
los chiquitos”.
Su frase nos hace pensar en qué fácil sería si el gobierno y las ONG pudiéramos trabajar siempre en articulación
con objetivos comunes. El caso de Sumampa nos alentó y nos demostró que es posible.
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Nuestro equipo
Comisión Directiva
Presidente: Catalina Hornos | Vicepresidente: Mario Rodríguez Traverso | Secretaria: Mariana Panasci
Tesorero: Nicolás Copello | Vocales Titulares: Josefina Hornos & Florencia Blousson
Vocales Suplentes: Agustín Viola, Andrés Straijer & Victoria Barbagelata
Comisión Revisora de Cuentas: Ignacio Lartirigoyen y Federico Baiocchi
Dirección General
Directora General: Catalina Hornos | Director Ejecutivo: Juan Pablo Zorza / Victoria Barbagelata
Director de Programas: Sebastián Quintana / Patricio Caruso
Áreas Ejecutivas
Administración
Coordinadora: Magdalena Bustillo | Asistente: Salvador Larrosa | Voluntarios: Horacio Wuille-Bille,
Teresa Baiocchi, Mariana Tedín, Lucas Galignana | Servicios Externos: Estudio Contable: Guillermo
Guevara | Estudio Jurídico: Bruchou, Fernádez, Madero & Lombardi | Escribanía: Di Lello
Desarrollo Institucional
Coordinadora: Natalia Posse Molina | Asistente: María Kronhaus | Relaciones Públicas y Desarrollo de
Recursos: María Pozo Gowland, Mariana Hornos | Programa Oficios: Piedad Sainz
Coordinadora de Voluntariado: Luciana González | Coordinadora de Viajes: Paula Florentin
Traductoras: Sandra Calderón, Sofia Costa, Mariela Adjad García, María del Socorro Cinconegui
Comunicación
Coordinador: Sebastián Herrera | Asistente: Mercedes Rizzardi | Diseño Institucional: Hernán Pons y
Soledad Bone | Comunicación Digital: Agustina Pedrosa, Marcos Bustos Fernández, Matías Coudeu de
Achával, Carolina Randle | Fotógrafos: Santiago Calderón, Soledad Bone, Inés Tabocchini
Corrección: Mariana Hornos | Servicios Externos: Baraldo Comunicaciones / macomunicación
Donaciones
Asistente de donaciones: Tomás Mántaras | Voluntarios: Juan Marcelo Quintana, Marcelo Stiutti
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Nuestro equipo
Programas
Coordinadora de Proyectos: Mariana Parola | Coordinadora de Nutrición: Natalia Fernández | Asistente de
Programas: Rodrigo Reche | Coordinador del Programa Nutrición: Andrés Straijer | Coordinador del
Programa Embarazadas: Tomás Rizzo | Coordinadoras del Hogar Santa Catalina: Pilar Rodríguez Cáceres &
Lorena Tarifa | Coordinador del Refugio: Joaquín Altgelt | Coordinadoras del Programa Oficios: Florencia
Gay & Paula Saporiti | Coordinador del Programa Salud: Ramiro Rivelli
Añatuya
Directora: Zulma Aranda | Asistente de Nutrición: María Luisa Levinson | Estimuladora Temprana: Gabriela Rao | Trabajadora Social: Carolina Stanchuk | Educador Sanitario: Mario Contreras | Maestra Jardinera:
Yamila Villalba | Profesoras de Manualidades (Nutrición): Adriana Pereyra & Adriana Farías | Profesora de
Tejido (Programas Nutrición y Oficios) y Costura (Nutrición): Mirta Hernández | Ordenanza: Lucía Quiroga
Enfermera: Daniela Lagos | Limpieza: Celia Mojica | Profesora de Costura: Norma Barreto | Profesora de
Tejido y Telar: Carmen Belizán | Profesora de Peluquería: Nilda Torres | Maestra Jardinera del Programa
Oficios: Melisa Gancedo | Profesora de Cocina: Beatriz Martínez | Coordinadora del Programa Embarazadas:
Ivana Carbonari | Obstetra del Programa Embarazadas: Teresita Pérez | Nutricionista (Programas Nutrición y
Embarazadas): Johana Bracamonte | Voluntaria: Anabel Sandes
Santiago del Estero
Director: Matías Nediani / Julio Sabagh | Asistente de Investigación: Julio Sabagh | Trabajadoras
Sociales: Natalia Ramírez & Lucrecia Contreras | Nutricionista: Gisella Sala | Atención Rural: Gabriela
Estévez | Maestra Jardinera: Belén Rivero & María Sara Tulli | Estimuladoras Tempranas: Sonia Carrizo
& Milagros Medina | Psicóloga: Gladys Lesca | Profesora de Cocina: Sandra Castillo | Profesoras de Corte:
Florencia Espeche & Susana Araujo | Encargada de Depósito y Limpieza: Susana Simón | Educadora
Sanitaria: Ana Castillo
Monte Quemado
Director: Juan Chalbaud | Estimuladora Temprana: Elvia Palmas | Profesora de Manualidades (Nutrición):
Nancy Córdoba | Educadora Sanitaria: Rebecca Silva | Trabajadoras Sociales: Cecilia Verón & María
Florencia Treglia Macías | Nutricionista: Flavia Molina | Cuidadora de Bebés: Soledad Santillán | Maestra
Jardinera: Débora Ruiz, Carla Ruiz & Noelia Caro | Profesora de Tejido: Dalinda Albarado | Maestro del
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Nuestro equipo
Hogar de Día: Gustavo Luna | Psicóloga: María Luz Núñez Eleias
Colonia Dora
Directora: Adriana Sneidenit | Nutricionista: Araceli Llebeli | Trabajadora Social: Natalia Ramírez | Profesora
de Manualidades: Mariela Acosta | Maestra Jardinera: Belén Coria | Pediatra: Fabiana Kelly | Educadora
Sanitaria: Mayra Luna | Estimuladora Temprana: Belén Deck | Voluntario: Jesús Llandhon
Herrera
Director: Darío González | Trabajadoras Sociales: Natalia Ramírez & Rud Carrizo | Estimuladora
Temprana: Natalia Llebeli | Nutricionista: Araceli Llebeli | Obstetra: Fabiana Tejeda | Profesora de
Oficios: Elma Rodríguez | Educadora Sanitaria: Milena Santillán | Alfabetización y Clases de Apoyo: Melina
Lobo & Romina Sosa | Maestras Jardineras: Elizabeth Carrizo & Melina Lobo | Psicóloga: Bárbara Stampella
Suncho Corral
Directora: Flavia Díaz | Nutricionista: Cecilia Nediani | Estimuladora Temprana: Bettiana Ledesma & Adela
Seva | Maestras Jardineras: Sabrina Díaz & Mariana Ledesma | Educador Sanitario: Martín Petti | Profesora
de Oficios: Silvina Coria
Taco Pozo
Directora: María Florencia Treglia Macías | Nutricionista: Sabrina López | Estimuladora Temprana: Marlene
Herrero | Educador Sanitario: Ramón Pérez | Asistente Social: Marlene Borba | Profesora de Manualidades
(Oficios): Hermenelinda Berón | Maestra Jardinera: Irma Ibáñez
Sumampa
Directora: Vanina Manzano | Educadora Sanitaria: Cecilia Maguna | Maestra Jardinera: Daniela Rojas
Nutricionista: Araceli LLebeli | Estimuladora Temprana: Natalia LLebeli | Trabajadora Social: Yenifer Montes
Profesora de Tejido: Mabel Acuña | Voluntaria: Paola Argañaraz
Voluntarios
Adriana Chalbaud | Adriana Sarsfield | Aida Bonavitta | Alan Mackern | Alejandra Catani | Alejandro
Folco | Alejandro Mascó | Alejandro San Juan | Amada Rios Garay | Ana Clara Guarino | Ana Inés
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Nuestro equipo
Scandizzo | Anahí Victoria Falco | Analia Tiscornia | Angeles Padilla | Anita van der Heyden | Antonella
Vescovo | Artur Beck | Ati Hoffman | Barbara Pesca | Bianca Saporiti | Candelaria Rojas | Carlos Patané
Carmen Motrel | Carola Díaz Aguirre | Cecilia Casas Nally | Cecilia Lecolant | Cecilia Nally | Celeste
Porta | Clara de Amorrortu | Clara Poggi | Claudia Quintana | Claudia Ramallo | Claudia Roman
Constanza Sanviti | Cristian Arias | Cristian Ducloux | Cristina Echayde | Damian Ianni | Daniela
Berdeal | Daniela Sofia Berdeal | Débora Marini | Delfina Teran | Dolores Casas Nally | Dolores
Loffreda | Dora Elena Bravo | Edith Torres | Esteban Rivero | Estella Santana | Fetschi Waldstein-Wartenberg
Florencia Ivanissevich | Florencia Mascialino | Francisca Brescia | Francisco Rizzo | Gabriel Boschetti
Gena Fiorella Galasso | Genaro Guarino | German Federico Gatti | Gladys Del Valle Diaz | Gonzalo
Serantes | Gonzalo Alvarez de Toledo | Guillermina Cifone | Guillermo Valdéz | Hermana Cristina
Marie Cables | Hernán Azzigotti | Horacio Wuille-Bille | Inés Beruti | Inés Cullen | Ines Sainz | Isabel
Esteves | Isabel Pisani | Jorge De All | Josefina Beruti | Josefina Rodríguez Egaña | Juan Arambarri
Juan Ignacio Escudero | Juan Manuel Paz | Juliana Radavero | Julieta Bastero
Julieta Irene Suárez | Karen Mendicini | Kitty Langben | Las tías de Pato | Leslie Malen Monaldi | Lucía
Lopez Rossi | Lucrecia del Castillo | Lucrecia Llebeili | Magdalena de Oro | Malena Urien | Mariana Le
Calvet | Manuela Hornos | Marcela Raffaelli | Marcelo Enrique Andrada | María Belén Garcia Gattino
María Carla Coste | María Celeste Lujan | María del Socorro Cinconegui | Maria Elvira Del Campo
María Eugenia Lacoste | Maria Florencia Andrada | María Isabel Alvarado | Maria Nuñez | María Teresa
Burone | Mariana Isenberg | Mariana Panasci | Mariana Testa | Maricielo Ansa | Mariela Adjad García
Marilen Mujica | Marina Loffreda | Marina Silvina Raffaelli | Marisa Beatriz Abran | Marisa Di
Pasquale | Martina Uranga | Mayi Isenberg | Mercedes Bustamante | Monica Tirone | Natalia Aloisio
Nicolás Frers | Nicolás Posse Molina | Nicolás Repetto | Nina Bustillo | María Ester Lupp | Norma de
la Rosa | Oxana Klokovskaya | Pablo Hag | Pablo Torrilla | Patricia Gerez | Patricia Langbehn | Patricia
Murray | Patricia Santamarina | Paz Romero | Pedro Barceló | Puppy Amorortu | Raúl López Rossi
Reina Aschieri | Ricardo Ferreyra | Roberto Hornos | Romina Ferreyra | Romina Touron | Rosa Armour
Rosario Rodriguez Traverso | Roxana Valdéz | Sandra Calderón | Sandra Perez Parra | Santiago
Calderón | Santiago Poli | Sebastián Anchorena | Silvana Dos Santos | Silvia Rey | Sofia Costa | Sofia
Grandolini | Sofia Satragno | Susana Astelarra | Teresa Guerrero | Teté Castells | Tomás García Berro
Valentina Llane | Valeria Dunayevich | Vanesa Martin | Vicky Pozo Gowland | Victoria Barbagelata
Victoria Obregon | Virginia Blazquez | Virginia Morante | Viviana Brest | Viviana Menighini | Walter
Cardozo
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Haciendo Camino Juntos
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Agradecimientos
Gracias por caminar
junto a nosotros
6ta Comida Anual a Beneficio
Subterráneos de Buenos Aires
Transener/Transba
Transportadora de Gas del Sur S.A.
Yacht Club Puerto Madero
Willy Navone
A los que participaron:
Aeropuertos Argentina 2000
Afianzadora Latinoamericana
Assist Card
Agropecuaria Cantomi
Artear
Aurelia S.A.C.I.F
Banco CMF
Banco Galicia
Banco Hipotecario
Banco Industrial
Biblos
Boldt
Consejo Profesional de Ciencias
Económicas
Edenor
Establecimientos La Negra
Hewlett Packard
HSBC
ICBC
Juan Antonio Saráchaga
Kolektor
Laboratorio Beta
Lartirigoyen & Cía.
Liliana y Constancio C. Vigil
MSU
Neuss S.A.
Oller y Asociados
Pistrelli, Henry Martin y Asociados S.R.L.
Pozo Gowland Abogados
Revista Sophia
Roberto Hornos
Roca Transport System SilverSea Cruises
Laboratorio Roemmers
Sociedad Militar “Seguro de Vida”
Haciendo Camino
A los que colaboraron con
donaciones y premios:
AADI CAPIF
Avantrip.com / Biblos Travel
Bacigaluppi Hnos S.A.
Bellamar Estancias
Carlos Herminio Blaquier
Casa de Uco
Cocho S.A.
Copa Airlines
Edenor
Elena Cristina Claret de Sisselar
Full Production
Labadie
Ledesma
Los Larguia Catering
MaComunicación
Malena Amorrortu
Nespresso
Pablo y Magda Fijalkauskas
Palladium Hotel & Resorts
Roberto Porcel
Sadaic
Serial de La Torre
The Candle Shop
A La Rural, Predio Ferial de Buenos Aires
A Soberbio Catering
Fundación Angélica Zapata
A Mariana Parola y equipo de Coca Cola
A Grupo Sarapura
A Gloria Cesar Ambientaciones
A Bacigaluppi Hnos S.A.
Al Comité Organizador: Mariana Hornos,
Belén Garcia Gattino, María Pozo
Gowland, Natalia Posse Molina,
Mercedes Tevere, y Juan Pablo Zorza,
A las voluntarias Rosario R. Traverso, Kitty
Langbehn, y Piedad Sainz
A Sebastián Herrera y Mercedes Rizzardi
Al diseñador Hernán Pons
A todos los voluntarios que colaboran
esta noche.
A quienes trabajan junto a nosotros y
nos siguen acompañando día a día.
¡¡A ustedes!!!
En especial a:
Los conductores:
Flavia Palmiero
Horacio Cabak
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Haciendo Camino
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