Liberalismo y nacionalismo - 4 ESO

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Ciencias Sociales, Geografía e Historia 4º ESO
LA EUROPA DE LA RESTAURACIÓN
La derrota de Napoleón tras Waterloo (1815) lleva a las potencias absolutistas
europeas (a las que se une Francia) a establecer un nuevo sistema político. En el
Congreso de Viena (presidido por Metternich, antiliberal y antinacionalista, y
arquitecto del nuevo orden), emanaron unos principios políticos que fueron:
-
Restauración (de las monarquías absolutistas)
Legitimidad (el poder absoluto de los reyes deviene de Dios y es natural)
Solidaridad (principio de intervención)
El último punto queda materializado con la creación de la Santa Alianza (Austria,
Prusia, Rusia y, más adelante, Francia), que acuerdan intervenir militarmente allí
donde el sistema de Viena sea cuestionado. Gran Bretaña inicia su splendid isolation y
se convierte en patria de los liberales exiliados.
El mecanismo político y policial montado por la Restauración hacía imposible todo
tipo de oposición política organizada. De ahí que ésta se viera obligada a actuar desde
la clandestinidad. Por eso surgen muchas sociedades secretas, entre las que destacó la
de los carbonarios (en Italia, en Francia). Esta oposición estaba integrada por gentes
diversas, unidas por los deseos de cambio y la búsqueda de libertades. Sus
reivindicaciones son hechas invocando dos principios: el liberalismo y el nacionalismo,
dos conceptos que se irán desarrollando a lo largo del siglo, y que tendrán gran
importancia en los movimientos revolucionarios que siguen.
Daniel Quijano Ramos
Ciencias Sociales, Geografía e Historia 4º ESO
LIBERALISMO Y NACIONALISMO
El liberalismo y el nacionalismo son dos conceptos fundamentales para
comprender el acaecer histórico desde la Revolución Francesa hasta nuestros días.
Ambos conceptos nacen próximos en el tiempo, se desarrollan y evolucionan
paralelamente, configurando el orden político, social, económico y cultural de la
Historia Contemporánea Universal, junto con el otro gran motor ideológico de los
siglos XIX y XX: el socialismo.
EL LIBERALISMO
El liberalismo es un movimiento de amplia proyección económica, política y
filosófica que defendía (hoy lo sigue haciendo) como idea esencial el desarrollo de
la libertad personal individual como forma de conseguir el progreso de la sociedad.
Una parte de sus ideólogos propugnaron la aplicación de esos principios de forma
gradual, en tanto que otros más radicales utilizaron la vía revolucionaria para
impulsarlos. En cualquier caso el grupo social que dio aliento al liberalismo fue
la burguesía. El liberalismo se desarrolló paralelamente a otro gran fenómeno del siglo
XIX: la Revolución Industrial.
Sus rasgos estrictamente políticos son:
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La defensa de las libertades y los derechos individuales de
pensamiento, conciencia y asociación.
La igualdad jurídica de todos los ciudadanos ante la ley.
La soberanía nacional por la cual el poder reside en el pueblo y no en el
monarca, tal y como el legitimismo de la Restauración sostenía.
La división de poderes teorizada por Montesquieu.
El control de la gestión pública a través de la publicidad y la libertad de prensa
y opinión.
La
ordenación
del
régimen
político mediante
una
Ley
Fundamental o Constitución que estuviese por encima del rey y encarnase la
soberanía nacional.
El liberalismo significó un profundo cambio social que garantizó el poder de la
burguesía y la instauración de un orden clasista basado en la riqueza y no en los
privilegios. Ese dominio se sustentó inicialmente en el ejercicio del sufragio censitario,
pero éste quedó superado a raíz de las revoluciones de 1848 y fue sustituido por otro
más amplio, de carácter universal.
La plasmación práctica de esta ideología se consiguió tras las sucesivas oleadas
revolucionarias que jalonaron la primera mitad del siglo XIX: 1820, 1830 y 1848. La
gran vencedora política de estos acontecimientos revolucionarios fue la burguesía.
Daniel Quijano Ramos
Ciencias Sociales, Geografía e Historia 4º ESO
EL NACIONALISMO
Consecuencia de la Revolución Francesa y la invasión napoleónica (los soldados de
Napoleón llevan las ideas revolucionarias pero al mismo tiempo generan rechazo al
invasor), es una de las fuerzas políticas más poderosas de los siglos XIX y XX. Podemos
definirlo así: “el nacionalismo sostiene que la humanidad se encuentra dividida
naturalmente en naciones, que las naciones se distinguen por ciertas características
que se pueden determinar y que el único gobierno legítimo es el autogobierno
nacional”. Por lo tanto, cada nación tiene un destino colectivo, y el individuo no es
nada si no pertenece a la nación.
Las características del nacionalismo son:
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La nación comparte lengua, cultura y tradiciones.
Existe un “espíritu nacional” inmanente en todas las naciones, lo que Herder
llamó el Volkgeist.
De rasgos aparentemente democráticos, el nacionalismo se transforma en una de
las bases de la ideología reaccionaria. Las tradiciones pasan a ser consideradas como
manifestación “permanente” de la “personalidad nacional”. Ello proporcionará
argumentos de carácter “nacional” a los conservadores, que justifican así la
continuación del status político, social y económico. Los poetas exaltan la nacionalidad
y los historiadores rencuentran glorias pasadas, surgiendo con fuerza sentimientos de
nación, que enfrenta unas nacionalidades con otras. La opresión a las minorías y la
política expansionista son consecuencias directas del nacionalismo exacerbado. Los
Estados más fuertes se lanzan a una política de conquista (nuevas colonias, nuevas
áreas de influencia, nuevos mercados) que culminará con el imperialismo de finales del
siglo XIX. Por otro lado, el nacionalismo erosiona, irremediablemente, las estructuras
supranacionales (como los imperios austriaco, ruso y otomano).
Daniel Quijano Ramos
Ciencias Sociales, Geografía e Historia 4º ESO
LAS REVOLUCIONES LIBERALES
LAS REVOLUCIONES DE 1820
La oleada revolucionaria que recorrió Europa en 1820 afectó fundamentalmente
al área mediterránea, más concretamente a España, Nápoles y Grecia. En los dos
primeros estados fracasó la implantación de sendas monarquías constitucionales
debido a la intervención de la Santa Alianza.
En Grecia la revolución, que perseguía la independencia respecto al Imperio
Otomano, fue apoyada por Gran Bretaña, Rusia y Francia. Tras una larga guerra que
duró casi una década y que concluyó en 1829, Turquía reconoció la independencia del
nuevo Estado.
En América se independizaron las colonias de España y Portugal, resultando de
ello el nacimiento de diversas repúblicas.
LAS REVOLUCIONES DE 1830
Tuvieron mayor relevancia y trascendencia que las de 1820. En ellas se
entremezclaron reivindicaciones de carácter nacionalista (Bélgica, Polonia, Italia y
Alemania) con intereses de grupos minoritarios burgueses y obreros. El epicentro de
estos movimientos, al igual que en 1789, fue Francia.
Francia: Carlos X de Borbón (sucesor de Luis XVIII) había restablecido el
absolutismo monárquico. Tras las revueltas de 1830 se vio obligado a abdicar en la
figura de Luis Felipe de Orleans (1830-1848), quien instauró un régimen político
liberal de signo doctrinario (moderado) con sufragio censitario.
Bélgica: Logró independizarse de los Países Bajos (Holanda) a la que había sido
unida en 1815 como "estado-tapón". Formó un nuevo estado basado en una
monarquía constitucional representada por Leopoldo I.
España: Pasó de un régimen político absolutista a un régimen liberal, iniciándose
un período de guerras civiles entre liberales y absolutistas (Guerras Carlistas).
Polonia, Alemania e Italia: En estos países las revoluciones no tuvieron éxito,
fueron aplastadas por los regímenes absolutistas de Rusia, Prusia y Austria. La mayoría
de los liberales y nacionalistas polacos, italianos y alemanes hubieron de exiliarse a
otros países, fundamentalmente a Gran Bretaña y Francia.
Daniel Quijano Ramos
Ciencias Sociales, Geografía e Historia 4º ESO
LAS REVOLUCIONES DE 1848
Las revoluciones de 1848 son consecuencia de múltiples factores: políticos,
ideológicos, económicos y sociales:
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Se combina una crisis agrícola, característica del modo de producción del
Antiguo Régimen, con una crisis industrial y financiera, inédita hasta entonces.
El descontento estaba sembrado: entre la burguesía, ruinas y quiebras; entre el
proletariado, paro y hambre.
Las convulsiones sociales (paro, hambre, explotación, falta de higiene)
provocaron reflexiones entre los intelectuales. En torno a 1848 surgen las obras
de los pensadores socialistas (Blanc, Blanqui, Marx y Engels).
A la crisis económica y la situación social hay que añadir el descontento político
nacido de la falta de libertad. Las fuerzas reaccionarias seguían dominando en
casi toda Europa. Las ideas liberales y nacionalistas toman cuerpo, formulando
las primeras concepciones democráticas: reivindicación de libertad de
asociación y de prensa, sufragio universal, igualdad jurídica y republicanismo
como forma de gobierno ideal. Uno de los aspectos destacados es el creciente
papel de la mujer en 1848, que reivindica la igualdad, sobre todo en Francia,
donde formaron parte de la lucha callejera.
En comparación con los procesos de 1830, las revoluciones de 1848 tienen en
común las aspiraciones liberales y nacionales, y los problemas económico-sociales, y se
diferencian en que hacen aparición las ideas democráticas.
Evolución geográfica de la revolución
Como en otras ocasiones, la revolución se inició en Francia. La Revolución de
Febrero de 1848 fuerza la abdicación del rey Luis Felipe. Se proclama la República y
Luis Napoleón, nieto de Bonaparte, es elegido presidente. Para perpetuarse en el
poder, Luis Napoleón se decide en diciembre de 1851 a dar un golpe de estado y
convertir la II República en el II Imperio, adoptando el título de emperador como
Napoleón III.
La revolución de febrero en Francia originó una especie de onda expansiva que se
hizo sentir en todo el centro de Europa y en el área mediterránea, conocida como la
“primavera de los pueblos”. En todos los países se opusieron las fuerzas de la reacción
a las de la revolución, haciendo fracasar los alzamientos.
En Austrial, el gran logro a corto plazo será la abolición de la servidumbre.
En Hungría, Bohemia, norte de Italia y la Confederación Germánica hubo brotes
revolucionarios, sin éxito.
Daniel Quijano Ramos
Ciencias Sociales, Geografía e Historia 4º ESO
Las consecuencias del 48 fueron: el sufragio universal en Francia; tanto Prusia
como el Piamonte se destacan como futuros núcleos capaces de aglutinar los
movimientos nacionalistas en busca de la unidad; y quedaría lo que se denominó como
“espíritu del 48”. Este espíritu se configuró con los siguientes elementos: los nuevos
valores introducidos por el Romanticismo, los recuerdos de la Revolución Francesa, la
mística del progreso y el culto de la ciencia, el culto del pueblo y el sentido de
fraternidad, y una concepción idealista de la política. Además, las revoluciones
burguesas dieron lugar al nacimiento de un nuevo tipo de estado, el liberal, dirigido
por la burguesía y sustentado por la ideología liberal y nacional.
LAS UNIFICACIONES DE ITALIA Y ALEMANIA
Hemos visto que las dos ideas-fuerza que marcan el siglo XIX son el liberalismo y el
nacionalismo. Pero el nacionalismo no triunfará plenamente hasta que se dé la
maduración de una serie de procesos.
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La aparición del movimiento romántico generará un sentimiento, que será
definido como nacional en el sentido de unidad cultural e histórica. Encontrará
eco en el pensamiento ilustrado de Rousseau, Siéyes, Goethe y Kant.
Surge un nuevo interés por la revalorización del pasado histórico y el impulso
de los estudios filológicos que refuerzan el sentimiento nacionalista de los
grupos con lenguas y culturas comunes. Además, el nacionalismo irá
tornándose más conservador a medida que representaban el mantenimiento
de las tradiciones y un orden social establecido.
La religión también desempeñó un papel muy importante como aglutinadora
del sentimiento nacional: la Iglesia católica en Irlanda y Polonia; la ortodoxa,
con los pueblos bajo dominación turca.
Otra manifestación del nacionalismo se dio en la economía, ya que las teorías
del librecambismo necesitaban un mercado articulado y libre de trabas
aduaneras. En el caso alemán es muy evidente con la Unión Aduanera
(Zollverein) de 1834.
De 1815 a 1851 el orden emanado del Congreso de Viena mantiene prácticamente
inamovible el mapa de Europa. El periodo de 1851-1871 significa, por el contrario, el
triunfo del principio de las nacionalidades. Los dos grandes triunfos de la idea
nacional fueron el nacimiento de Italia y Alemania como potencias de primer orden en
Europa.
Tanto en el caso italiano como en el alemán, se dieron tres elementos comunes
en el proceso de unidad política: un núcleo unificador (Piamonte y Prusia), un político
fuera de serie capaz de llevar adelante el proceso (Cavour y Bismarck) y un monarca
inteligente que sirvió de catalizador (Víctor Manuel II y Guillermo I).
Daniel Quijano Ramos
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Daniel Quijano Ramos
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