Carta al cielo. Padre Marcelino Cabeza

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CARTA AL CIELO
PADRE MARCELINO CABEZA
Carta al cielo
Sevilla, 14-7-2010
Mi querido Marcelino:
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Tal día como hoy, 14 de julio, venías celebrando en la Tierra tu día, no
propiamente el onomástico, sino la fecha más grande de la vida de uno, que
es la de su nacimiento. No te faltaba en tal día mi felicitación. Y hoy
tampoco te va a faltar, y más entrañable, más alfonsiana, más fraternal que
nunca, y además sé que va a llegarte más rápida que todas aquellas de los
tiempos de la máquina de escribir, porque además, los caminos del corazón
hasta el cielo son tan rápidos como lo que tarde uno en pinchar en Enviar
esta carta.
Enhorabuena, mi querido cohermano, por tu día ya eterno en el cielo.
Ahí, con San Alfonso y el coro de todos los redentoristas que han triunfado
en la perseverancia en la Congregación, ya tienes el gozo que con tu vida
mereciste. Y la Virgen del Perpetuo Socorro, la de tus misiones, la de tu
Revista de México, te está sonriendo por lo muchísimo que por Ella hiciste
para ser conocida y amada.
Y yo, recordándote desde aquel día en que empezaste a ser mi amigo,
cuando de chaveíllas los dos, me llevaste hasta la escuela de los pequeños
al salón de la casa de Mocín con el maestro don Joaquín Vaca en Sueros, y
después, los dos siempre juntos en el jovenado, en el noviciado, en el
estudiantado, viviendo juntos efemérides de la Madre Congregación. Por
todas esas vivencias, por tantos recuerdos, y sobre todo por tu triunfo
definitivo, en este día de tu primer año en el cielo, que vivas eternamente
feliz. Y desde ahí, reza por mí como sabéis hacerlo los del cielo.
Un abrazo fraterno muy fuerte.
Generoso
Nota:
Así de escueta fue la Carta al cielo que yo, convaleciente de una
operación de quiste del tirogloso, le envié a Marcelino. Ahora, para
continuarla añadiré toda una serie de Posdatas testimoniales, que “en orden
desordenado”, como diría Fray Luis de León de los árboles de su quinta
salmantina LA FLECHA, en donde “una fontana pura / hasta llegar
corriendo se apresura”; así esta fontana de aguas claras testimoniales
correrá a lo largo del jardín de mi Carta. Y la primera va a ser el soneto que
en alejandrinos, al día siguiente de mi Carta al cielo le rimé.
MARCELINO
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España te dio el rumbo, y México la estrella,
seguirla por su estela fue tu santa pasión.
En su luz se incendiaban, con fuegos de centella,
los latidos que ardían en tu gran corazón.
El Perpetuo Socorro, nuestra Virgen, fue Ella
a la que dedicaste toda aquella ambición
de que la conocieran. Bien marcada tu huella
en Revista y misiones queda por colofón.
Escritor, misionero, que al pueblo mexicano
supiste recordarle que de España le vino
el tesoro más grande de su sentir cristiano.
Conjugaste en tus verbos lo humano y lo divino,
aprendido en la ciencia del saber alfonsiano.
Esta es la cornucopia, que te orla, Marcelino
Generoso, convaleciente de la operación. Sevilla, 15-6-2010
La primera gran Posdadata informativa y testimonial pergeñada por su
superior provincial de México, Padre Arturo, como corona ofrendada por
todos su cohermanos mexicanos sobre su féretro.
R. P. MARCELINO
CABEZA MARTÍNEZ CSsR
Provincia de México
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El P. Marcelino Cabeza Mártínez CSsR murió esta madrugada del 11
de junio del 2010, en su habitación, en nuestra comunidad redentorista del
Coyol, Nuestra Señora de Junquito, en Veracruz, Veracruz. Su cuerpo será
velado el día de hoy y mañana. El sábado 12 de junio celebraremos con
presencia del Obispo Luis Felipe Gallardo SDB su solemne funeral a las
12:00 del medio día, en la iglesia de la Pastora, primera residencia de los
redentoristas en México y comunidad especialmente entrañable para el P.
Marcelino.
Murió de un paro cardíaco mientras dormía, aproximadamente a las
5:00 a. m. Los cohermanos de la comunidad con la presencia de su médico
personal de muchos años y entrañable amigo, el Dr. Isidoro Hoyos, así lo
constataron apenas dos horas después.. Además del peso de los años,
marcados por as correrías misioneras y el ministerio ordinario en las
comunidades donde sirvió, el P. Marcelino padeció los últimos meses de su
vida complicaciones de diabetes, hipertensión y arritmia. Este cuadro le
ocasionaba molestias particularmente en su pierna y su pie izquierdo.
El P Marcelino nació el 14
de julio en Quintana del
Castillo, León, España. Este
fue también el pueblo de su
madre. Fue el segundo de siete
hermanos: Ángel, Marcelino,
Manuel, Vicente, Avelino
(misionero redentorista en
España, actualmente vicesuperior en el Santísimo
Redentor de Madrid) Julio y
Ana María. Fueron sus padres
la Sra. Antolina Martínez Blanco y el Sr. Julián Cabeza Redondo. Como
muchas familias de la Provincia de León, España, la familia del P.
Marcelino fue terreno fértil de espiritualidad, de piedad religiosa y de rica
semilla para la Vida consagrada, y, en especial para nuestra Congregación.
Además de su hermano Avelino, también sacerdote redentorista, nuestra
familia misionera en España fue bendecida con dos de sus tíos por línea
paterna, el P. Constantino Cabeza y el Hno. Andrés Avelino Cabeza, y un
primo también de su padre, el Hno. Leandro Cabeza. No fallaron las
religiosas en el seno familiar, pues por la misma línea paterna Dios eligió a
tres mujeres a la Vida consagrada.
Teniendo uno o dos años de edad, los papás del P. Marcelino se
trasladaron , a Sueros de Cepeda, a unos tres kilómetros de su pueblo natal.
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Fue aquí en donde pasó propiamente su infancia. A los once años, y
siguiendo la costumbre normal de su época para quienes sentían el llamado
de Dios a ser misioneros, ingresó en el seminario menor de Nuestra Señora
del Espino el 24 de octubre de 1938. En el seminario, como era muy
pequeño de estatura, sus compañeros le pusieron como apodo “zaqueo”, en
alusión al personaje del evangelio que para ver a Jesús tuvo que subirse a
un árbol. Hizo su primera profesión religiosa el 24 de agosto de 1945, en
Nava del Rey. Fue ordenado sacerdote en Astorga, el 11 de febrero de
1951. Ese mismo año vino a México
Fue profesor del Seminario Menor en San Luis de Potosí, de 1951
1959. En esta comunidad trabajó también como promotor de grupos de
adolescentes, que se reunían bajo el patrocinio de San Clemente Mª
Hofbauer. De 1968 a 1969 estudió en Madrid un curso en el Instituto de
Pastoral de la Universidad de Salamanca. Muchos años de su vida los
dedicó a predicar misiones, por todos los Estados de le República. De
hecho fue director de las misiones de le Provincia. Promovió e impulsó en
nuestra Provincia la “misión renovada” con las directrices del Concilio
Vaticano II. Formó parte del equipo coordinador de las misiones
intercongregacionales promovidas por la CIRM (Conferencia
Intercongregacional de Religiosos de México). En 1999, en una carta
oficial dirigida al P. Reynaldo Servin, entonces Provincial, pidió ser
dispensado de la participación en las misiones. Escribió entonces en su
carta: “siento que ya no puedo ir a misiones y hacerme cargo yo solo de un
centro misional. Hay momentos que me siento cansado y con dificultad
hasta para hablar”.
Fue Director de la Revista Perpetuo Socorro durante los años 19591952 y 1970-1993. Además de San Luis Potosí, residió en las comunidades
de México-Santísimo Redentor, Puebla, la Santísima de México, y
Veracruz. Durante varios trienios desempeñó el servicio de Superior Local.
Publicó algunos libros: “La inmaculada en la poesía española y mexicana”
(1954), “La Familia, Iglesia doméstica” (1992), “Encuentro con Cristo”
(1992) y “Treinta años de misiones en México” (1992).
Los últimos años del P. Marcelino en Veracruz transcurrieron como un
proceso declinante de limitación física y pastoral, causado sin duda por el
paso de los años. Vivió este tiempo fuertemente vinculado a la comunidad
de la Pastora, donde celebraba y confesaba cada día, y degustaba el café.
Volvía al Coyol con su periódico El País, veía la televisión, se comunicaba
con familiares y amigos a través del correo electrónico, buscaba noticias de
interés eclesial, estaba siempre listo para la oración comunitaria y para las
comidas. Esta fue su rutina diaria. El martes 8 de junio, por la mañana, se
dirigió a la Pastora como de costumbre pero ya no pudo celebrar la
Eucaristía a causa de las molestias en su pierna y pie izquierdo. Este día y
el miércoles, con la ayuda de un medicamento que alivió su dolor, pudo
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realizar en casa todas sus demás actividades. El jueves 1º de junio no tuvo
ánimo para realizar sus actividades de costumbre. Se sentía cansado.
Pasando el tiempo entre la sala y la habitación le llegó la noche y se retiró a
dormir. Fue así que mientras dormía para amanecer el viernes 11, Dios lo
llamó junto a Él para descansar por siempre. Quiso descansar y quedarse en
Veracruz y Dios se lo concedió. Le gustó mucho este lugar y lo amó de
verdad.
Su
hermano
Avelino,
misionero
redentorista que vive en Madrid, escribió
un mail luego de ser enterado de la muerte
de su hermano Marcelino.. En él dice: “sé
que le vais a despedir como uno más de la
familia, mexicano de corazón. Cuando una
abuela le dijo en el pueblo de Sueros, hace
6 años, ¿por qué no se queda en España?,
él, en esa tarde que era la misa del Corpus,
le contestó: “ni modo”. Yo moriré en mi
México lindo y querido. Yo para eso fui y
allí espero morir”.
El P. Marcelino fue un inquiet9 y
delicado misionero, de corazón entusiasta,
intrépido, optimista y alegre. Hombre de
gran fe y de espíritu religioso. Identificado plenamente con la
Congregación, en la que gastó prácticamente toda su vida. De diálogo
ameno y vivaz, gozó de una memoria extraordinaria para recordar
personas, acontecimientos, lugares y caminos. Gran promotor de la Virgen
del Perpetuo Socorro por todo el país. Su interés circuló siempre en
cuestiones relativas a la misión y a la evangelización. Fue un gran
misionero de la palabra hablada y escrita. Con sentido de le Iglesia, supo
tratar con un sinnúmero de sacerdotes, religiosos, párrocos y obispos,
precisamente para hacer posible la realización de las misiones de nuestra
Congregación en México. Con su estilo práctico pastoral y con la teología
espiritual y misionera propia de su tiempo y de su personalidad, el P.
Marcelino fue ciertamente un apasionado de la misión. En este sentido fue
un auténtico y valioso redentorista, continuador de San Alfonso.
Dios lo llamó a descansar en la gran solemnidad del Sagrado Corazón
de Jesús, en la clausura del año sacerdotal. Él constituye, junto con la vida
y el trabajo misionero de todos los redentoristas de México y del mundo,
una ofrenda especial de nuestra Congregación a Cristo Redentor, cuyo
corazón amoroso inspiró a nuestro Padre San Alfonso y al Cura de Ars
María, nuestro Perpetuo Socorro, ahora lo ama de un modo nuevo y más
pleno. La sonrisa y el ánimo del P. Marcelino son una bendición para
nuestra Provincia y para todos los que le trataron. Él, misionero vencedor
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junto a San Alfonso y todos los Santos Redentoristas, goza ya de la
promesa hecha a nuestros congregados fieles. Él intercede ahora por
nosotros, religiosos y laicos continuadores del anuncio redentor en este
país.
Nuestro hermano Marcelino descanse en paz
Vivat in aeternum.
Arturo Martínez Soto, CSs.R
Superior Provincial
¡Bellísima y lírica la semblanza que el Padre Provincial de México ha
elaborado sobre el P. Marcelino!
NAVA DEL REY
Nava del Rey, en la provincia de Valladolid (España) fue para muchas
generaciones de misioneros redentoristas alcándara para vuelos a los cielos
de le vida religiosa por tener los Padres Redentoristas en esta ciudad la casa
de noviciado. Y ahí, en aquel año de decisiones transcendentales, en
fervores juveniles de ansias de sacerdocio y de entregas a Dios, bajo la
dirección de competentes Maestros de noviciado, se preparaban para la
profesión de los votos religiosos temporales los jóvenes aspirantes.
Requisito era acompañar la petición de los votos escribir y entregar al
Padre Maestro el Currículo Vital, en el que vertían, a modo de florecillas de
aromas franciscanas, efluvios candorosos sí, pero al mismo tiempo
demostradores de personalidad que les avalará la suplica de admisión.
Marcelino, con aquella caligrafía rotunda y clara, símbolo de su
carácter bien definido, escribió, como hicimos todos los demás del curso,
su Currículum. Lo encabeza con las siglas tradicionales de
J. M. J. A. T.
CURRICULUM VITAE
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I
Nací el 14 de Julio de 1927 en Quintana del Castillo, pequeño pueblo a
5 kms al Norte de Sueros , en la Diócesis de Astorga, Provincia de León,
poniéndome por nombre Marcelino por ser el santo del día en que nací,
como suelen hacerlo mis padres.
Permanecí allí dos meses, pues después la familia fue a vivir a Sueros.
Fueron mis padres D. Julián Cabeza y Dª Antolina Martínez; buenos
cristianos, distinguiéndose por su piedad y asistencia a todos los ejercicios
de la Iglesia, y por la buena educación de sus hijos, corrigiéndolos y, a las
veces, castigándolos, si dejaban de asistir a la catequesis o Rosario.
Jamás oí en ellos la más mínima palabra fea, ni menos blasfemia, nunca
podré ni sospecharlo. En casa se conservaba la piadosa costumbre de rezar
todos los días el Santo Rosario a la Santísima Virgen.
Grande era, como se
ve, el esmero que
ponían mis padres en
educar cristianamente a
sus hijos, dándoles
primeramente
buen
ejemplo y mandándolos
a la catequesis, y aún
preparándolos en casa
para
recibir
los
Sacramentos
de
Confesión y Comunión.
Estos padres me dió el Señor, jamás podré agradecerle bastante esta
gracia.
II
Las causas o motivos por que me sentí llamado a la Vocación Religiosa
en la Congregación del Santísimo Redentor, fueron las siguientes:
Primeramente debo advertir, que como salí de pocos años, no pude
darme cuenta de a dónde iba; pues esto se iba aclarando cada vez más a
medida que me acercaba al Noviciado.
1º Como quiera que tenía 3
tías monjas en Astorga, y
hablaba muchas veces con ellas,
creo que fueron las primeras
que trataron en mostrarme las
ventajas de la vida religiosa, y
además,
aunque
pequeño,
considerando cómo podían estar
tan
contentas,
estando
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encerradas, deduje que había algo extraordinario en la Religión.
Así trataron de animarme varios jovenistas que del pueblo había en “El
Espino”; quienes, sobre todo, el año 36, al estallar la guerra, teniendo que
venir a sus casas, me animaron aún más, pasando mucho tiempo con ellos.
2º Si la gracia de la Vocación es una gracia que nos consigue la
Santísima Virgen, a Ella se lo atribuyo; pues, aunque alguna vez lo rezase
mal, todos los días rezaba el Rosario, lo cual, junto con otras oraciones,
debieron contribuir. Además, como tenía cierto como impulso o gusto en
las cosas de la Iglesia, tanto que me puse de acólito, esto fue un paso más
para ser sacerdote.
3º Pero si lo dicho anteriormente fueron los medios, la ocasión, en que
se manifestó la Voluntad de Dios, que me quería Redentorista, fue la
misión predicada en el pueblo por los RR. PP. Graciano G. Ronda y Jesús
Sánchez (1) No dejé de asistir a ningún ejercicio, aunque pequeño, pues
tenía 10 años (en el 37), sentí animarse en mí las ansias, no tan ardientes
como ahora, de ser apóstol, de salvar almas a J. C. ¿Cuándo podría ir como
ellos con el Cristo al pecho?
Un día me presenté al R. P. Ronda. Hablamos un rato, y me animó más
aún en poner por obra la inspiración de Dios y de la Santísima Virgen. A
principios del año 38 ya me presenté en Astorga al R. P. Marín, que me
dijo que podía entrara principios de curso, por septiembre. Aquel año se me
hizo muy largo; en él rezaba más, y dejaba de ir con los chicos algunas
veces. Y como mi buena madre creía que en convento se ayunaba mucho,
me decía que tenía que acostumbrarme, así que bastantes días a pan y agua.
Después de tanto esperar llegó el 23 de octubre de 1938. Desde las pri_________
(1) Misión que fue llevada y pagada por Doña Ángela González Domínguez, esposa
del maestro de Brimeda D. Valentín Castrillo, y su hija Doña Ludivina Castrillo
Gonzáles, maestra en aquella sazón de Sueros de Cepeda.
meras horas de la mañana me emocioné al despedir a mi abuelo, que estaba
en la cama. Los ojos en lágrimas me despedí de los demás.
Solo con mi padre, me dirigí a Astorga. Después de oír misa en la
catedral, postrado de rodillas le pedí su última bendición. Despedí a las 3
tías monjas de Sancti Spiritus, y fuimos a San Francisco, donde me despedí
de mi amado padre. Entonces ya podía decir: “Haced de mí lo que queráis;
Vos me queréis Redentorista, gracias porque lo queréis; hacedme fiel hasta
la muerte”.
EL ESPINO
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III
Era el 24 de octubre de 1938; a las 5 de la tarde entrábamos en “El
Espino”, en el soñado tantas veces. Al recordar esta fecha no puedo menos
de recordar otro número. Aquel día entramos 15 y ahora somos 4, los otros
han sido infieles a Dios. ¡Gracias, Dios mío, que sin merecerlo me habéis
conservado!
La Virgen me protegió desde los primeros momentos, pues lejos de
causarme fastidio o cualquier otra cosa, la nueva vida parecía que la había
vivido siempre.
A medida que iba adelantando me iba dando cuenta de los sacrificios,
que requería, pero animado cada vez más a vencer todas las dificultades
con la ayuda de Dios y de la Santísima Virgen. Me animaba mucho el
recordar aquellas palabras de San Agustín: “Lo que éstos y éstas, ¿por qué
no yo?” Y el amor a la Vocación también crecía; ¡cómo temblaba y me
examinaba cuando alguno salía!
Las ansias de ser apóstol iban
también creciendo en mí a medida que
crecía en edad. Me consoló mucho al
saber que ya de jovenista podía ser
apóstol, salvando almas para Jesucristo,
por medio de oraciones y sacrificios.
Nunca dejaba de rezar algo a la
Santísima Virgen para alcanzar la gracia
de la Perseverancia.
Así pasaron bajo la sombra de la
Virgen amada y nunca olvidada, de la
Virgen de “El Espino”. Cada vez tenía
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mayores ansias de ser Redentorista de cuerpo entero.
Por fin llegó el último año de Jovenado. Todo el año fue una
preparación para el Santo Noviciado. En la Consagración a la Virgen
Inmaculada le consagré “el nuevo año de Noviciado que se acercaba”. El
confesor, el M. R. P. Marín, el mismo a que me presenté en Astorga, me
iba preparando para un año trascendental.
El R. P. Director y los RR. PP. Profesores, todos me iban preparando
con consejos y ánimos que me daban. Yo procuraba portarme mejor en
todo para atraer las bendiciones de Dios Nuestro Señor y de la Santísima
Virgen.
IV
Ya estaba en el Santo Noviciado, era el 17 de Julio de 1944. Después
de un mes de Postulantado, empezamos el retiro para la toma de hábito.
En ellos me decidí a hacer un Santo Noviciado, ya que veía que era la
Voluntad de Dios. Ardía en deseos de vestirme ya con la librea del
Redentorista. Purificado con una confesión general, ya podía empezar el
Santo Noviciado.
Llegó el 23 de Agosto; de manos del M. R. P. Provincial, recibí el
Santo Hábito. En aquellos momentos me dije muchas veces: “Jesús y
María, no permitáis que me lo quite más, haced que con él muera”.
Siendo el Noviciado para probar si el Novicio tiene vocación divina, si
es llamado a la Religión, con este deseo de afirmarme más y más, empecé
el Santo Noviciado.
En lo que llevo de Noviciado me he afirmado más y más de que Dios
me quiere Redentorista. En él veo que estamos en la vida nada más que
para amarle y servirle; sabiendo que se ama a Dios haciendo su voluntad,
esto es lo único que deseo.
Veo que habrá dificultades, pero que con la ayuda de Dios y de la
Santísima Virgen las venceré todas.
En él me afirmo más de que Dios quiere que me santifique como
Redentorista, imitando su vida. En él ruego y hago propósitos a Nuestro
Señor para que me ayude a perseverar dignamente en la Congregación del
Santísimo Redentor.
¡Dios quiera que sea fiel a la voluntad de Dios, que me quiere
Redentorista, y que pueda profesar y vivir santamente en ello hasta la
muerte!
¡Gracias, Jesús mío, porque Os habéis dignando sacarme de en medio
de ese lodazal que es el mundo!
¡Haced que Os ame mucho cada vez más!
¡Santísima Virgen María, gracias, y alcanzadme la gracia de la
Perseverancia digna en esta Congregación, para que pueda ir a veros en el
cielo!
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H. Marcelino Cabeza
Y traza una rúbrica rotunda, que a cualquier grafólogo indicaría ya una
recia personalidad en este joven, que a sus 18 años demostraba ante sus
superiores esperanzas, las cuales a lo largo de toda su vida religiosa iban a
hacer ver que apuntaba ahí una figura prócer para todo lo que conllevara la
vida religiosa, que iba a abrazar el día de su Profesión religiosa en Nava del
Rey.
El Padre Maestro del Noviciado apostillaría los informes que envió a
los Superiores al finalizar el Noviciado el Hº Marcelino Cabeza:
“- Está dotado de buen ingenio
- Defectos: … algo precipitado.
- Cualidades: Decidido, sociable, dócil, servicial, pacífico, bastante
piadoso, con muy buena voluntad.
- Conducta: Buena. Ha trabajado mucho para conseguir la vida
sobrenatural.
- Esperanzas para el porvenir: Hay esperanzas de que pueda ser un
buen misionero, un religioso dócil y abnegado”.
Y a fe, que no se equivocó el santo padre Rafael Cavero en su
diagnóstico de supervisiones sobre Marcelino.
Más tarde, y desde Veracruz, y ya con la cruz a cuestas de los ajes de
sus dolencias, con motivo de una efemérides, la de las Bodas de oro de la
Profesión de Avelino, unos años más de los de nuestro curso en Nava del
Rey también, Marcelino nos enviará un mail conjunto a Avelino y a mí.
Nos decía: Generoso, Avelino. Cuando faltan sólo unas horas para el día de
las Bodas de Oro de Profesión, tuyas, Avelino, me apresuro a mandarte
unas letras, como contestación a dos cartas hermosas y oportunas de
Generoso. Cartas sentidas, que mucho agradezco. Encargo a Generoso que
hable en mi nombre; con ello sé que no se notará mucho mi ausencia
corporal, que no espiritual, porque ahí estoy desde temprano. A todos los
jubilares y a los familiares y amigos, mis felicitaciones. Y vosotros,
Avelino y Generoso, recibid un cariñoso abrazo y mi gratitud por todo el
afecto que me habéis demostrado siempre. Marcelino.
ASTORGA
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Decir Astorga ante generaciones de redentoristas españoles,
hispanoamericanos y portugueses, es evocar albas mañaneras de sacerdocio
misionero redentorista. Desde finales del siglo XIX y todo el siglo XX, la
mayor parte de los años de la carrera sacerdotal en el Estudiantado, y los
finales en el jovenado de le Inmaculada, ahí se forjaron en el estudio y en la
oración redentoristas para la vida apostólica misionera. En los cursos de
Filosofía y Teología, y en la última etapa los menores en los cursos de
Bachillerato, todos recordamos vivencias de aquellas en que nuestros
sueños, con ámbitos tan amplios como los del cielo sobre la vega
astorgana, daban a nuestras alas ansias de vuelos por el mundo entero. Y
claro que han volado; volado y sembrado; sembrado y cosechado. Y todo
ello avalado con el carisma que Nuestro Padre San Alfonso le imprimió a la
Congregación desde sus principios.
Ponerse a querer escribir la vida de esos seis años, sería posdata a esta
CARTA AL CIELO que se nos haría interminable. Por eso, la de
Marcelino, como la de otro cualquiera, quede aquí en sucintas anotaciones
de fechas con alguna indicación sobre algunas. Nos las descubre, a ruego
del que escribe, ese zahorí caritativo de le Provincia, padre Tirso Cepedal,
en uno de tantos servicios de atención fraterna cuando semejantes servicios
se le ruegan. Es así:
Llega el hº Marcelino a Astorga recién profeso desde Nava del Rey,
con sus compañeros el 25 de agost0 de 1945, a las 3 de la tarde.
La crónica del estudiantado consigna algunas de sus intervenciones:
- 21 octubre 1945. Velada del Domund. Su intervención se titula:
Mensaje Azul.
- 26 diciembre 1945, Velada sobre Navidad litúrgica. Su intervención,
junto con el Hº Alegría, lleva por título: Navidad: Historia. La
crónica apostilla: “Una nota interesante la pusieron los HH. Alegría
y Cabeza en su composición dialogada”.
- 7 junio 1946: Tesis pública de 1º de Filosofía: Tres sunt species
supremae animae. El hace de tesista. (Sobre esta tesis añadiré
después una nota por lo que a éste que escribe le tocó…)
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- 12 octubre 1947. Velada con ocasión del V Centenario del
nacimiento de Cervantes. Su intervención lleva por título: FaustoHamlet – D. Quijote.
- 15 septiembre 1948: Profesión perpetua.
- 17 diciembre 1948: Tonsura.
- 18 diciembre 1948: Dos primeras órdenes menores: ostiario y lector.
- Septiembre 1949 a septiembre 1950: Actúa como Cronista del
Estudiantado.
- 21 diciembre 1949: segundas órdenes menores: exorcista y acólito.
- 3 abril 1950: Luz eléctrica en el Estudiantado. En ese día se estrena
la luz eléctrica en el Estudiantado. La instalación ha sido realizada a
lo largo de muchos meses por un grupo de electricistas, bajo las
órdenes de Marcelino Cabeza, electricista mayor.
- 21 diciembre 1950: Subdiaconado
- 23 diciembre 1950: Diaconado
- 11 febrero 1951: Sacerdocio.
- Durante la Cuaresma de este año se autoriza a ayunar a algunos más
fuertes; él está entre ellos.
- Pertenece a las Academias de Misiones y de Liturgia.
- A finales de julio de 1951 se celebra una gran Semana Misional. Él
interviene el 25 de julio de 1951, en la segunda Asamblea, con una
ponencia de estudio. No se precisa el título.
- En la Academia de Liturgia pertenece a la sección de Historia.
- El 3 al 9 de agosto de 1951 va a despedirse de su familia ya que ha
sido destinado a México
- Sale para México en el mes de septiembre.
Hasta aquí el P. Tirso Cepedal.
Y sobre la antedicha tesis “Tres sunt species supremae animae.
Uno de los acontecimientos que en el Escolasticado solían marcar
regocijos de curiosidades, era la tesis pública de los estudiantes de primero
de Filosofía (se les llamaban “los novicios”). El profesor de Filosofía
escogía entre todos los de ese curso primero (éramos veintitantos) a los más
“listejos” del curso: uno para hacer de tesista, y otros dos para hacer de
objetantes. Marcelino fue el escogido para hacer de tesista y defender su
tesis. Objetantes fuimos el hº Alves Oliveira, portugués, y el que esto
escribe. Y allí era de ver y oír en aquella palestra aristotélica tomista a los
tres debatiéndonos dialécticamente: el tesista con sus silogismos, en latín,
por supuesto, y repitiendo silogismos que los objetantes argüíamos, con los
nego subsuptum, distinguo maiorem, nego consequens et consequemtiam…
Pero ahora voy a confesar un pecadillo cuasivenial: La dificultad del
tesista era que tenía que repetir entero el silogismo con que le argüía el
objetante, con las premisas mayor y menor y la conclusión. Yo “pecador
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me confieso” que a Marcelino le enseñé antes los silogismos que yo había
preparado para que él no tuviera dificultad en repetirlos. Salió la cosa
magistral. Al finalizar la sesión, los aplausos del profesorado y de todo el
estudiantado de más de cien estudiantes rubricaron aquella sesión de… “los
novicios”.
Sacerdocio: Como consta en lo antedicho, el 11 de febrero del año
1951, después de seis días de ejercicios espirituales, recibíamos en nuestra
iglesia de San Francisco de Astorga el Sacramento del Orden Sacerdotal.
Nos la confería el Obispo de Astorga Mons. D. Jesús Mérida Pérez. Éramos
dieciséis los ordenados del curso último de Teología Moral. Astorga había
amanecido completamente nevada. Hasta la naturaleza se vistió aquella
mañana de blanco emulando la albura de nuestras albas sacerdotales y de
nuestras almas jóvenes. ¡Éramos sacerdotes!
Como Marcelino y yo, él con su familia en Sueros, y la mía en Astorga,
pudimos tener a nuestro lado en la larga liturgia de la Misa de Ordenación a
más familiares de los nuestros, ellos, nuestros padres y hermanos, la mayor
parte de éstos pequeñines todavía, nos acompañaron en la ceremonia. Al
finalizar ésta se cumplía siempre con un rito, el inmediato a la Ordenación:
los recién ordenados sacerdotes nos distribuíamos por junto a los diversos
altares y capillas del templo. Venían los nuestros, y antes de los besos y de
los abrazos y con las lágrimas de emoción, se ponían uno por uno de
rodillas delante del neosacerdote, éste imponía sus manos consagradas
sobre la cabeza del arrodillado y le daba la bendición.. ¡La primera
bendición de sacerdote a nuestra mamá, a nuestro papá, a ellos que de niños
nosotros, nos habían despedido con lágrimas y su bendición paternal
cuando el 23 de octubre del año 1938 habíamos marchado desde el pueblo
al Jovenado del Espino! Marcelino, por supuesto, le dio esta bendición
primera a sus papás y a algunos de sus hermanos; los míos recibieron de
mí, y en el presbiterio del altar mayor, mi bendición. Y al acabar de darles
yo mi bendición a mis hermanitos, veo que sube al presbiterio Don Julián,
el papá de Marcelino, se postra arrodillado y emocionado delante de mí, y
me pide la bendición sacerdotal. Aquella bendición fue como el sello que
refrendó esta más que amistad que ambas familias hemos tenido siempre,
desde Sueros, sintiéndonos el uno y el otro algo así como miembros de
ambas familias. Y esto nos ha resultado a los dos muy bonito (“lindo” diría
más mexicanamente Marcelino).
Despedida:
Fue en los primeros días del mes de septiembre del 1951, al finalizar
nuestra carrera sacerdotal. Acabábamos de recibir de nuestros superiores
todos los del curso los destinos. Unos iban para profesores de nuestros
jovenados. Yo y los padres Ricardo Colmenares y Pedro García de Albizu
16
teníamos que irnos a Zaragoza junto a la Pilarica para hacer el segundo
noviciado en unos meses de Pastoral, porque nos destinaban en lo que más
habíamos soñado, a ser misioneros de vanguardia. Y tú eras destinado para
irte a México.
Aquella tarde de tu despedida nos fuimos al pueblo de Hospital de
Órbigo en donde se le rendía un homenaje festivo al hijo del pueblo, el
arzobispo Don Balbino Santos Olivera, Discursos, bailes regionales… Al
despedirnos para irte tú a Veguellina de Órbigo a coger el tren para Madrid,
nos dimos un apretado abrazo fraterno. ¡Marchabas destinado para México!
¡Tu México lindo y florido! ¡Y México será ya desde entonces el que te va
a retener, como la piel retiene al músculo, toda tu vida sacerdotal
misionera!
Y MÉXICO
En una de las primeras posdatas testimoniales de esta CARTA AL
CIELO, la del Padre Provincial Padre Arturo Martínez Soto, ha quedado
resumida y bien explicada toda la vida de Marcelino en México. No
obstante, añadiremos algunas apostillas, testimoniales también, resaltando
facetas de ésas que reseña el citado texto del Padre Provincial.
El Padre Manuel García Blanco, en un bastante largo reporte, consigna
muy bien facetas de Marcelino como Escritor y Director de la Editorial, de
Misionero y de Superior.
I – EDITORIAL LIBRERÍA GERARDO MAYELA Y REVISTA
PERPETUO SOCORRO.
El Padre Manuel García Blanco lo consigna así:
17
Terminada su etapa de profesor en San Luis Potosí, Marcelino (José
Marcelino Henríquez, oficialmente aquí), vino a esta residencia de la
Santísima, México, D.F. el año 1959 para hacerse cargo de la EditorialLibrería Gerardo Mayela y de la revista Perpetuo Socorro, sucediendo al P.
Isaac Madrid (José Rodríguez). Entregado en cuerpo y alma a este nuevo
trabajo empezó a entrar en contacto a través de la revista y publicaciones
con lo que había de ser después su mayor dedicación, las misiones. Por
diversas dificultades que surgieron, y a las que él hizo frente con
generosidad, de nuevo el 1 de febrero de 1970 asume la dirección de la
Revista de la cual será administrador el P. Manuel García Blanco, quien ya
la atendía.
Y cuando hubo que adoptar decisiones de cambio para superaciones del
modo de editar la Revista Perpetuo Socorro, Marcelino mostrará valentía y
empuje. Vamos a verlo en sus propias palabras:
Ahora sí
¡Llegó el cambio
La revista quiere renovarse. Lo viene
intentando sobre todo desde 1998, en
que llegó a sus Bodas de Oro de
existencia.. Desde entonces se han hecho
estudios, se han presentado proyectos, se
han dado pasos. Hoy llega el anuncio: la
Revista sigue, pero va a cambiar ya.
Tiene dos defectos principales que hay
que corregir, resulta demasiado cara y no
ha logrado aumentar el número de sus
lectores.
Este mes de Junio es el último número de la Revista con las
características que conocemos. A partir del próximo mes de Julio, la
Revista seguirá, pero tendrá un nuevo estilo, un nuevo contenido, un nuevo
equipo directivo. Se trata, pues, de un cambio anunciado, que lleva consigo
también el relevo de personas que dirigen la Revista.
Hoy es el momento, no de mirar atrás, sino de imaginar y construir un
futuro mejor para la Revista y, en definitiva, para la propagación de la
devoción a Nuestra Madre del Perpetuo Socorro. Esos son los deseos de
quien tuvo el honor de dirigir la Revista “demasiados años”.
Era urgente el cambio. Los Padres jóvenes de le Provincia Redentorista
de México tienen ganas de dirigir la Revista. Esto es algo nuevo. Pues ya
hace como 20 años que pronuncié estas palabras en un Capítulo nuestro:
“La Revista no debe morir; estoy dispuesto a seguir como director si no hay
18
nadie que la dirija”. Ahora, que hay quien la dirija, no puedo menos de
alegrarme; se puede dar el relevo, aunque sea tarde. Ojalá que la nueva
directiva triunfe; pido a Dios por medio de la Virgen del Perpetuo Socorro,
que “Perpetuo Socorro” llegue a ser lo que muchos siempre hemos querido:
la Revista que lleva la devoción a la Virgen del Perpetuo Socorro por
México y por toda América.
Me aplico estas palabras de alguien que pasó por unos momentos
parecidos a los míos ahora:
“Señor, quítame el orgullo de mi experiencia pasada y el sentimiento de
sentirme indispensable. Pero ayúdame, Señor, a seguir siendo útil a los
demás contribuyendo con mi alegría al entusiasmo de los que ahora tienen
responsabilidades y aceptando mi salida de los campos de la actividad,
como acepto con naturalidad la puesta del sol”.
Una palabra a los que me ayudaron con la colaboración de sus artículos
y con alabanzas inmerecidas… Para todos ellos, gracias; gracias en nombre
de Ella. Y algo más: un mensaje: ¡Todo por Ella, por la Virgen del
Perpetuo Socorro!.
Así era de intrépido y contundente Marcelino escribiendo.
Y cuando pasando por avatares diversos y sintiendo que dejaba tanto la
Editorial como la Revista en buenas manos y con horizontes despejados
para triunfos definitivos, escribiría el mismo Marcelino, con su nombre
mexicano de J. Marcelino Henríquez A LOS CORRESPOSALES Y
PROPAGANDISTAS DE LA REVISTA:
Han transcurrido tres años desde que estoy al frente de la Revista, y
sonó la hora del relevo. Siento dejarla porque había llegado a ser - ahora
me convenzo de ello- una agradable afición, un sincero cariño y una
constante preocupación.
La Revista que recibí de manos de su fundador, el R. P. José Rodríguez,
la entrego ahora al R. P. Laurentino Míguélez, casi condiscípulo, y profesor
también largos años en nuestro Seminario de San Luis Potosí. Es una
satisfacción para todos el saber que queda en buenas manos.
En estos tres años la Revista ha dado un paso hacia delante. Su
presentación mejoró. Los colaboradores trataron de hacerla más atrayente.
Los abnegados corresponsales y propagandistas redoblaron sus esfuerzos y
consiguieron que el número de lectores se duplicara; ante este éxito no
puedo menos de agradecer esta labor callada y llena de sacrificios de los
propagandistas de la Revista. La Revista triunfó, y se propagó más y más la
devoción a nuestra Madre del Perpetuo Socorro, gracias al entusiasmo de
las antiguas corresponsales y al dinamismo de otras nuevas.
Pero mi última palabra no se refiere al pasado, que ciertamente
recordaré siempre con cariño y agradecimiento. La Revista PERPETUO
SOCORRO debe seguir mejorando y debe aumentar el número de
19
suscritores cada año. Para ello no podemos dormirnos. El cambio de
Director no es ningún motivo para dejar el campo de tan hermoso
apostolado; trabajamos no por los hombres, sino por Ella, por que la Virgen
del Perpetuo Socorro sea más conocida y más amada. Estamos apenas, creo
yo, empezando a lograrlo.
Si esta hermosa obra es el ideal de nuestra vida, sentiremos
constantemente a nuestro lado la presencia de Ella, de la Virgen que
socorre siempre. ¿Puede haber dicha mayor?
Corresponsales y propagandistas de le Revista, debéis seguir trabajando
con más entusiasmo si cabe. Sabed que en mí conserváis todos a un amigo,
siempre agradecido. Vuestro antiguo Director tendrá en adelante vuestro
mismo ideal: propagar la Revista por todas partes… TODO POR ELLA,
POR LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO.
Y en la Revista le despiden nostálgicamente: El Padre Marcelino
Henríquez se va de le dirección de PERPETUO SOCORRO. Por mucho
tiempo lo echarán de menos quienes lo visitaron y quienes recibieron sus
cartas; los lectores de la revista pueden atestiguar el empeño que siempre
puso en hacer obra agradable a todos. En nombre de todos, le diré: “Padre
Marcelino no se ausente, vuélvase cada mes a las páginas de la revista que
sigue siendo suya”.
II – MISIONERO.
El P. Marcelino, ante todo y
principalmente fue Misionero Redentorista. Misionero, no por analogía de atribución, sino Misionero de vanguardia.
El Padre Marcelino ya había hecho
sus primeras escaramuzas en el campo de
las misiones durante su estancia de
profesor en el Seminario Menor San Luis
Potosí, y en cuanto su trabajo se lo
permitía. Liberado de la docencia
primero, 1959, y de la Editorial-Revista
después, 1962, se incorpora plenamente al
equipo de misiones. Y cuando de vuelta a
la casa de le Santísima, D. F. en 1981
como Superior, asume además de la Revista que ya llevaba, la dirección de
las misiones a nivel provincial y de la CIRM (Conferencia de Institutos
Religiosos de México), su entrega a las misiones, con la complicidad de los
que integraban la comunidad, fue total.
Sin descuidar su papel de Superior, vemos su enorme capacidad de
trabajo cuando continuamente sale a preparar las diversas misiones como a
20
participar directamente en ellas. Las crónicas de las casas están todas ellas
punteadas por misiones dadas por el Padre Marcelino como misionero.
A modo también de posdata testimonial, vaya esta muestra del Padre
Juan Manuel del Río Lerga:
En cuanto a lo que me pides (le había yo pedido algún testimonio de
Marcelino como misionero): haría falta tiempo y memoria para aportar
datos. A bote pronto, puedo decir (hasta ahí sí me alcanza la memoria) que
fue mi superior en la Santísima de México, DF. Pues antes, estando yo en
Guatemala, se dio la misión en Iztapalapa, un barrio de México, de unos 3
millones de habitantes. Pidieron refuerzos a Centroamérica, Colombia,
Venezuela, Puerto Rico, etc. Tuve la suerte y honor de ser uno de los
participantes en esa Misión. La coordinó Marcelino, aunque la dirigió un
diocesano. Marcelino fue el alma mater de la misión. Y aunque no fue igual
en todos los centros, del mío que era la parroquia - San Lucas - puedo decir
que fue una gran misión. Del grupo de catequistas que dejé formado,
cuando a los años y estando ya en México, pude visitar ese centro, fui a la
familia que me acogió. Pues bien, mientras yo hablaba con el esposo, su
esposa, sin que yo me diera cuenta, llamó por teléfono a las catequistas, y
era un buen grupo, al rato se presentaron en la casa. Fue algo inenarrable.
Qué contentas estaban. Algunas ya se habían casado, pero seguían de
catequistas. Fue un fruto de la misión. Coordinador: Marcelino. Por cierto,
al terminar esa etapa de misión de la ciudad de México (20 millones de
habitantes, pero se fue dando por etapas) tuvimos un Congreso misionero,
de solos redentoristas de todas las naciones que habíamos sido convocados.
Fue uno de los encuentros misioneros cssr más preciosos e imborrables de
mi vida.
También estuvimos en la gran misión de Veracruz, porque Marcelino
era el director de misiones. Un buen director. Efectivamente, fue otra gran
misión. Como en general en México (qué hermoso país) lo eran todas.
Tanto en ciudades como en ranchos. Y recuerdo como anécdota, los cafés
que él y yo nos tomábamos en el “Café de la Parroquia”, muy famoso en
Veracruz.
Y así muchas más misiones, que ya no recuerdo, en ocho años que yo
estuve en México. (Hace ya 20 años que falto de allí y todavía hay gentes
que me siguen llamando por teléfono o mandando correos). Pero sí
recuerdo muy bien que Marcelino era siempre muy cercano, campechano y
amigable, muy buen amigo y compañero, y hasta tenía su prestancia
personal cuando con elegancia fumaba en pipa. En lo personal le guardé
siempre mucho cariño. Marcelino fue siempre un hombre de gran corazón
y sensibilidad. Era un hombre querido, sin duda.
Así el Padre Juan Manuel del Río. Y el Padre Antonio Lizarraga,
nuestro condiscípulo, y gran misionero por España y por Hispanoamérica,
corona ese elocuente panegírico del Padre Juan Manuel apostillando:
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Admiré siempre su trabajo al frente de le editorial de México, pero sobre
todo en su faceta de misionero y director de misiones.´
III – SUPERIOR
De un largo y detallado reporte
del P. Manuel García Blanco,
entresacamos este botón que
muestra esa faceta del P. Marcelino
como Superior de Comunidad, y
más
concretamente
de
la
Comunidad de La Santísima.,
completando lo que fue su
actividad como Escritor, como
Misionero y como Superior.
El P. Marcelino desarrolló su
actividad como Superior en cinco
de nuestras residencias en México:
San Luis Potosí (Seminario Menor)
- México,D.F. La Santísima –
México,D.F. El Santísimo Redentor
– Veracruz y Puebla. Fue Superior
en la Santísima, D.F. en dos distintas etapas; en San Luis Potosí y en
Puebla.
Y como botón se muestra de cómo era el P. Marcelino de Superior,
prosigue el P. Manuel:
Su actuación en la Santísima de México. D.F. lo tengo registrado en la
Crónica de la comunidad. Habría que recabar de las otras casas datos sobre
su vida en ellas. Yo me limito a esta casa.
A él le tocó en esta casa de la Stma., D.F. acompañar la restauración del
templo llevada a cabo por el gobierno, ya que es uno de los principales
monumentos coloniales del centro de la ciudad. Trabajó para que fuera un
lugar de culto acogedor, cosa que al gobierno nada le importaba. Así bajó
los altares laterales al nivel del piso, ya que por la excavación habían
quedado a más de dos metros de altura; mandó colocar el comulgatorio de
bronce y el nuevo altar; mandó instalar los confesonarios empotrados en la
pared, así como el nuevo equipo de sonido. Todo ello el año 1992. Le
gustaba que luciera el templo en las diversas solemnidades, y aprovechaba
las diversas relaciones con el Sr. Cardenal y Arzobispo Primado de México
Ernesto Corripio Ahumada y el Sr. Arzobispo Luis Mena Arroyo, vicario
episcopal de esta IV Vicaría. Los invitaba para que oficiaran en las fiestas
de la Santísima Trinidad y de la Virgen del Perpetuo Socorro. Su
predicación, como era de esperar, al estilo misionero.
22
Se notó su presencia también en la restauración de la casa. Así instaló
baños en los diversos cuartos y abrió la nueva cochera por la calle Margil.
Fue siempre buen compañero y cordial, a pesar de su aparente
hosquedad. Sabía animar, como nadie, las diversas convivencias con
anécdotas y ocurrencias. Sus prontos, fruto de un carácter recio, eran
pasajeros. Siempre se le recordará por su dinamismo, su capacidad de
trabajo, su entrega y amor a la Congregación y su espíritu de oración. Su
memoria fuera de serie al recordar fechas y lugares de sus andanzas
misioneras. Tuvo gran amistad con Don José Represas, empresario de
origen asturiano, gerente comercial de Nestlé en México y diversas
naciones de Latinoamérica y gran devoto y propagandista de la Virgen del
Perpetuo Socorro, y amigo y bienhechor de le Congregación.
Ahí queda pues ese retrato de Marcelino como Superior de comunidad
HORAS DE LA TARDE
Horas de la tarde que es como
decir, la “Hora de Vísperas”.
Vísperas, y que en en el caso de
Marcelino
es
como
decir
VÍSPERAS DE CIELO. Y esa
Hora la rezó Marcelino durante los
últimos años de su vida en la
comunidad de Veracruz, viviendo
como
ejemplar
religioso
y
participando activamente en los
trabajos y ocupaciones pastorales
que en la iglesia desempeña esa
comunidad. Pero llevando a
cuestas la cruz de dolores con los
que fue poco a poco ascendiendo a
la cumbre de su Calvario hasta
emprender su vuelo al cielo.
Para esta etapa tenemos una
posdata testimonial del Hº Tito Cartagena abarcando los años 2002-2009.
Nos lo narra muy mexicana y encantadoramente de este modo.
El 14 de agosto de 2002 llegué al mediodía al Puerto, Veracruz. Fui
recibido por el P. Marcelino con toda la sonrisa en sus labios, como
siempre le caracterizaba, y de buen anfitrión, inmediatamente me puso al
comedor para brindar con un delicioso vino tinto chileno. Después de un
descanso de mi llegada, inmediatamente me delegó la economía, que en
23
conjunto llevamos a cabo por tres años. En ese lapso Marcelino, con
entusiasmo y esmero, se preocupó en buscar bienhechores para la
construcción de la Iglesia de Nuestra Señora de Juquila, ubicada en la
Unidad Habitacional el Coyol (que actualmente es la cabecera parroquial).
En el trienio 2002-2005 siempre visitando la Curia del Obispado, donde
charlaba con gusto con la Reverenda Madre Teresa Muro, responsable de la
Catequesis de la Diócesis de Veracruz, y de la que él había sido su
promotor vocacional en San Luis Potosí en 1953. Y que al mismo tiempo
hacía amistad con el Padre Miguel Castillo, párroco de la catedral, y con el
Padre Víctor Díaz, secretario canciller y párroco de San Pedro y San Pablo.
Con este último llevó una estrecha amistad, y además durante toda su
estancia en Veracruz llevaron a cabo la publicación “VOZ DE LA
IGLESIA”, que se distribuía en el Decanato del centro de la Diócesis. Se
notaba el amor y la pasión que le ponía Marcelino a esta publicación, cada
mes revisaba con el Padre Víctor Díaz en la Curia, eso le motivaba el
caminar 8 calles de ida y otras iguales de regreso. Y cada vez que sacaban
10.000 hojas acompañaba a Marcelino a distribuirlas a 8 parroquias,
platicándome el contenido de tal, viendo en sus ojos toda su pasión.
Siempre en las reuniones de decanato, a él le tocaba hablar sobre las
actualidades que encontraba en la red de INTERNET, que hablan sobre la
Iglesia. Él siempre muy actual y moderno en todos esos menesteres.
Al finalizar el trienio 2002-2005 en julio de 2005, para ser más exacto,
salió para España de vacaciones, pero al regresar en Octubre se le vio más
cansado. Empezó a disminuir sus visitas a la Curia Diocesana a visitar a su
amiga la Rev. Hna. Teresa Muro, y tratando el P. Carlos Espinosa y su
servidor Hno Tito López el animarlo a seguir yendo, pues eso le servía de
ejercicio para sus piernas, pues padecía de diabetes. Se le notaba ya su
cansancio, y a encerrarse en casa leyendo el periódico EL PAÍS, y
resolviendo siempre el CRUCIGRAMA PERFECTAMENTE. Sufría
cuando no llegaba el PAIS al puerto.
En el 2006 se cayó en 5 ocasiones al querer levantarse de la cama para
ir al baño, y esperaba el primero de visiteo de las colonias para que lo
ayudáramos a levantarse del piso. Pues tenía un nervio de la columna que
le obstruía la fuerza de sus piernas. Casualmente su doctor de cabecera le
dijo tajantemente antes de ver una segunda “que necesitaba una operación
de columna”, el pobre Marcelino cayó en depresión imaginándose que si le
hacían eso moriría. Gracias a Dios no hubo necesidad de operación.
Necesitamos el Padre Carlos Espinosa y yo de 2 meses de animarlo y
estarlo llevando a rehabilitación física para fortalecerle sus piernas y salió
delante de su depresión. Nunca quiso usar de bastón para apoyarse..
Dejó Marcelino de realizar la VOZ DE LA IGLESIA, después de su
recuperación, pero siguió con esmero su crucigrama, nunca lo perdonó. Le
insistía siempre a caminar, pues eso le ayudaba a disminuir el dolor en su
24
pierna izquierda, aunque siempre prefería los medicamentos para el dolor y
estar sentado viendo su canal preferido TVE de su país amado.
Siempre contándome sus aventuras de su niñez y de su trayecto en el
seminario. Recuerdo con cariño cuando me contó que una vez fue a una
fiesta a un pueblo vecino sin permiso de sus padres, y que al regresar su
padre le pegó, no mucho, pues no tenía mucha fuerza en su mano por algún
problema físico que tenía en ello, y su madre le decía “no le pegues en la
cabeza que después le duele”. Cuando me lo contaba una y otra vez le
brillaban sus ojos con cariño recordando a sus padres y esa travesura.
Otra anécdota que tengo de él es un canto que me decía cantaban las
jóvenes de su pueblo cuando los jóvenes se iban de servicio militar por tres
meses al África: “Manolo mío, esos tres meses serán tres años, Manolo
mío, vuélvete ya”. Esa la cantábamos muy seguido siempre alegre y
recordando a su España querida.
Lo recuerdo cuando se despidió de mí al irme de Veracruz con unos
ojitos muy tristes, yo partía a mi nueva comunidad de Obregón, Sonora, en
la que actualmente vivo.
Padre Marcelino, acá te envío un abrazo y pide a Nuestro Dios que
interceda por mí para que pueda encontrarme contigo cuando me toque que
me llame el Señor.
Muchísimas gracias, Hº Tito Cartagena, por tu preciosísimo testimonio.
Lo bonito, lo lindo sería escuchártelo de viva voz con la musicalidad del
habla mexicana.
Pero tenemos que seguir con:
ANÉCDOTAS DE ANITA SOBRE MARCELINO
Anita, aquella niña pequeñina, hermana de Marcelino, menudita,
redondita, que correteaba por las calles de Sueros, y que cuando yo la veía
así, parecía una amapola del campo que se movía llevando en el color de su
carita la alegría infantil. Que, como hermana única y la menor, siempre fue
la mimada de sus seis hermanos varones. Hoy, esposa de Manolo, en
Barcelona, y ya abuelita.
Hace ya más de 10 días nos
dejó Marcelino, no me encuentro
con ánimos para contar alguna de
las muchas vivencias que tuve
con él, pero quiero poner mi
granito.
El año que hice mi primera
comunión, el cantó la misa.
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Llevaba yo, recuerdo perfecta-mente, un traje que me habían bordado
nuestras tías las monjas; para mí fue un día especial que no olvidaré jamás.
El mismo año se marchó para México, su destino para siempre, mis padres
se llevaron un gran disgusto, pero como buenos cristianos aceptaron los
designios que Dios les había preparado.
Tuvieron que pasar 10 años para que volviéramos a estar juntos, yo, ya
era una mujer, había pasado de 8 a 18 años. Fue una fiesta diaria mientras
estuvo con nosotros, la casa parecía una fonda de pueblo: familias, vecinos,
amigos, todo un festival. Las rancheras, los chistes, y su fácil verborrea nos
hacían las tantas de la noche sin apenas darnos cuenta.
Recuerdo su generosidad, sólo superada por Avelino, el buque insignia
de la familia. Me llenó de regalos, estaba agobiada con tantas cosas, pero
mi alegría fue inmensa cuando me anunció que me llevaría a Sevilla, no me
lo podía creer, ¿estaba soñando?, pues no, era real como la vida misma.
Estuvimos en Carmona para ver a mi tío Andrés (el Hº Andrés Avelino,
coadjutor redentorista) y luego en Osuna, donde nos esperaba Ángel,
Aurora y mis sobrinas.
Entre aquellos regalos, uno fue mi ilusión: nada menos que unos
pantalones tejanos que en aquella época no llevaba nadie.. Don Eliseo (el
cura de Sueros), fue testigo de ello, y buenas broncas que me costó, pues D.
Julián era de su misma hornada, pues chica de familiares curas y monjas no
podía ir así vestida.
Otro recuerdo muy especial fue estando ya en Barcelona, tenía yo
entonces 22 años, vino en un crucero como capellán de familias pudientes,
estuve con ellos en uno de los mejores hoteles de Barcelona, me presentaba
a todos y me quería llevar con ellos a todas partes. Le querían mucho, era
como un “Dios” para aquella gente creyente y bondadosa.
En otras varias venidas a España, recuerdo las charlas interminables con
mi suegro en la balconada de Castelldefels, en el apartamento de verano.
Casi nunca quería quedarse a dormir, prefería el convento, decía que allí se
relajaba y hacía sus oraciones con más recogimiento.
Mucha ilusión para Marcelino y para mí,
y con esto termino, “un recuerdo especial”
el día de mi boda en Sueros, digo en
Astorga. Teníamos más curas que
invitados, pues la ceremonia fue en el
convento de los Redentoristas. Nos
juntamos todos excepto mi hermano Ángel
y familia, que no pudieron asistir por
enfermedad grave de D. Felipe, padre de mi cuñada Aurora..
Desde Barcelona, Marcelino, te recordaremos siempre Ana y Manolo.
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Pero Manolo añadirá en este mismo testimonio de Anita: Espero,
Generoso, que tu prosa fácil y perfecta sintaxis pueda mejorar el testimonio
que enviamos desde Barcelona. Naturalmente que sería mucho más amplio,
pero consideramos que es un resumen de muchas de esas anécdotas. Una
cosa: a Marcelino, a las cartas no le gustaba perder, bueno, a ningún juego.
Recuerdo un año en La Bañeza, donde habíamos ido a los toros, y no
pudimos entrar, nos quedamos fuera, y en un jardín que había por allí,
estuvimos jugando con Aurora y con Ángel, nos dimos una de reír que ni te
cuento, no quería perder, Aurora tampoco.
AHORA, DE AURORITA:
Y continuando con testimonios de la familia de Marcelino, éste que
sigue, de su sobrina Aurorita, una de las hijas de la anterior Aurora y
Ángel, hermano éste el mayor de Marcelino, los que no querían perder a las
cartas aquella tarde del fracaso de la corrida de los toros en La Bañeza.
Tiene Aurorita toda la gracia y frescura de los que la conocemos desde que
era una niña.
La primera vez que ví a Marcelino me
sorprendió su acento mejicano, ese acento
que tanto gracia nos hacía y tanto nos
gustaba a los niños. Yo no lo conocía
aunque me habían hablado mucho de un tío
que teníamos en Méjico.
Habían pasado muchos años cuando
apareció en España por primera vez, después
de su partida en los albores de los años 50. Su humanidad y su simpatía nos
cautivó a todos. Mis padres prepararon una habitación para recibir a tío
Marcelino que resultó venir acompañado de tía Anita, una joven,´en ese
momento y aún hoy, que llenó la casa de alegría, acostumbrados como
estábamos a vivir lejos de la familia_ de Sevilla a León había un buen
trecho- su presencia fue un soplo de alegría; su llegada nos resulto muy
gratificante, no sólo a nosotros, enseguida se hizo con todo el pueblo, su
capacidad de comunicación era admirable.
Marcelino venía cargado de pequeños presentes que repartió entre
todos. Decía que que se acordaba de su familia en España y de sus
compañeros, pero que estaba muy contento de su trabajo en Méjico. Nos
contó las misiones que realizaba allí, con todo lujo de detalles y, como era
tan ameno ,tanto los niños como los mayores no perdamos puntada.
La casa de los abuelos cuando venía Marcelino era una gran fiesta, nos
juntábamos toda la famila, a veces venía tío Constantino. Constantino era
un hombre muy afectuoso y que nosotras. mi hermana y yo,
frecuentábamos cuando estaba él en Granada y con el que nos llegó a unir
un profundo cariño.
27
Nos juntábamos por la tarde con él y algunos mayores más( los que no
iban a la partida) después de comer y jugábamos a las cartas. Muchas
veladas pasamos jugando a las cartas y escuchando como los mayores,
especialmente Marcelino y Constantino, nos contaban sus vivencias.
Y los abuelos disfrutando de todo ese momento tan entrañable; claro
que para tía Anita toda esta presencia de familia supusiese un ir y venir de
ropa, comida, huerto... que no le dejaba apenas tiempo ni para respirar.
Durante los años sucesivos Marcelino siguió viniendo con una
periodicidad cada vez mayor. Poco a poco fuí empezando a conocerle y a
darme cuenta que no sólo era un hombre alegre y simpático sino que era un
hombre de una gran profundidad humana e intelectual, que se sentía
satisfecho de su misión en tierras mejicanas , de que mantenía una fé
inquebrantable, de que había publicado varios libros y de que dirigía un
revista de una gran tirada. Muchas veces departimos sobre temas religiosos
y no religiosos en esas tardes calidas del verano durante la sobremesa o
después de una ligera siesta.
Los últimos años, aunque le seguía gustando venir a España y ver a su
familia, se le veía menos entusiasta y hasta un poco cansado, quizá la
enfermedad? quizá la muerte de sus padre le había desarraigado de la
tierra? quizá a causa del cansancio producido por la edad le costaba más
trabajo visitar a sus hermanos cada uno en una ciudad? No lo sé. Lo que sí
se puede confirmar es que él era feliz en Méjico y que allí había
encontrado otra familia a la que le unía una gran amistad, 50 años de
permanencia en el país habian dejado en él una profunda huella y gran
amor hacía Méjico que tan bien lo había acogido y al que tantos años
esfuerzo y salud le había dedicado. Así que, cuando le preguntaban cuándo
se vendría para España, siempre contestaba -"ni modo"Descanse en paz Marcelino y aunque a su familia nos produzca un
cierto resquemor el que no haya sido enterrado entre los nuestro, donde
pudiéramos dedicarle el último adiós, donde tener un referente para
visitarlo, comprendemos que está donde quería estar, con los suyos, con los
que ha compartido su vida.
Aurora no piensa olvidarte.
Y el de SINDO:
SINDO es ahora un señor de Sueros, muy amigo de Marcelino y mío,
de la quinta de Marcelino. Juntos fuimos los tres a la escuela en Sueros y
juntos correteamos por el Mación, y juntos nos bañábamos en el río Tuerto.
Y juntos, por supuesto, íbamos a Misa y a la catequesis. SINDO, al
enterarse de le muerte de Marcelino, nos escribió:
ADIOS… MARCELINO.
Acabo de enterarme de que nos has dejado, después de larga
enfermedad, para pasar de este mundo, que siempre defendiste en tu largo
28
apostolado en tierras Mejicanas, y me he producido enorme emoción. Tú
sabes que tengo motivos para ello: ¡Más de 80 años unidos por la amistad!
Hemos crecido juntos, corriendo por nuestro amado pueblo de Sueros,
hasta que un día, tu fe te llevó a ocupar tan alta dignidad de apóstol y
evangelizador en el nuevo mundo, que has sabido ejercer con decoro.
Porque Misionero, entiendo, es sentir que alguien te llama, salir a su
encuentro con dignidad. ¿Qué más se puede pedir? Tú, lo has sido. Me
consta y, sólo tú sabes por qué; aunque de esto han pasado cincuenta años:
Aquellos consejos de amigo y padre espiritual, tanto a ella como a mí, a
falta de relaciones diplomáticas en nuestros países respectivos… No lo
olvido: “El matrimonio es algo muy serio… os conozco a los dos y me
alegra vuestra decisión, de emprender una nueva vida, pero ya le he dicho a
ella que no se precipite. Yo os bendigo y espero pronto uniros para
siempre… Mis deseos, como los tuyos, es que conozcas esta familia
cristiana y el país…” Esto me decías y, yo te reitero mis gracias; todo se
“derrumbó” como sabes, con la muerte inesperada de mi querida MADRE,
y mi necesidad de regresar a España inminente. Graciela también te lo
agradecerá al encontraros ahora, los dos en la inmortalidad.
Hoy se encendió la luz en tu camino, y un canto familiar se oyó de
pronto vibrando en tu interior, porque MISIONERO es también cantar en
plena libertad…
¡Adiós, una vez más! Te has ido deprisa sin que te viera el sol brillante
de nuestra querida tierra tuya y mía; ese sol radiante que asoma por la cima
de La Escrita, y sin ver nuestra hermosa y nueva ribera sobre este río
Tuerto, donde aprendimos a nadar tú y yo…
Es este también un recuerdo más ante tu imagen respetable en la
existencia mía. Y como el poeta que en la morada de los muertos su dolor
cantó, yo sabré poner sobre tu frente fría el laurel que tu vida conquistó
fielmente y con amor.
Si la muerte es sólo nacimiento, os deseo descanso a los dos en esa
nueva vida.
Gumersindo García.
COMPLETAS
Hora de la Coronación
El Padre David García López, CSsR, de la
comunidad de los Redentoristas de Veracruz,
México, corona así el túmulo de cuerpo
insepulto del Marcelino:
MUERTE Y FUNERAL DEL
P. MARCELINO CABEZA.
29
VIERNES 11 DE JUNIO
Y
SÁBADO 12 DE JUNIO DEL 2010
En nuestra comunidad Redentorista de aquí de Veracruz, después de
haber estado como 9 meses bien de salud y sin dolor en el pie, el P.
Marcelino se empezó a quejar de un dolor muy fuerte de su pie derecho; y
el jueves, después de haber platicado con él, y tomado bien sus
medicamentos, el viernes 11 de junio Dios lo llamó a su seno durante la
madrugada, muriendo de un “infarto”. El Dr. Hoyos (amigo del Padre) vino
a reconocer el hecho.
Me había pedido a mí, ese día jueves, si les enviábamos un correo a
Avelino y demás hermanos y familiares - pues siempre estaba actualizado
en las noticias del Observatore Romano y en toda la participación con el
clero o miembros de le Congregación. Y en sus pláticas pasadas con los
padres del Decanato, siempre les llevaba noticias frescas y de interés.
Siempre a tiempo y destiempo él predicaba y fue un gran Misionero
Redentorista. También fue muy apreciado por el clero de Veracruz y por
muchas personas y familias aún de fuera de Veracruz.
Se le celebraron tres misas de cuerpo presente en la iglesia de la
Pastora: la primera, el viernes 11 de junio a las 6 pm la presidí yo, P. David
García CSsR, miembro de la comunidad de Veracruz. Hubo mucha
concurrencia de fieles. Asistieron el P. José del Cristo del Buen Viaje y el
P. Fidel Unanua (español), escolapio de la Universidad Colón y muy amigo
del P. Marcelino, el cual habló muy bien del padre Marcelino y del
desempeño importante en los diferentes puestos que ocupó como director
de la revista Perpetuo Socorro (30 años), director de Misiones, sus libros e
ideal misionero, y como fundador de la CIRM en México, e iniciador de la
CIRM en Veracruz. La segunda misa se la presidió el neosacerdote P.
Alejandro Arciniega CSsR, el sábado 12 de junio, a las 8 am. También
hubo mucha concurrencia. La tercera misa, la principal, se celebró a las 12
del medio día, el mismo sábado 12 de junio. La presidió el Sr. Obispo Don
Luis Felipe Gallardo, S.D.B, con la presencia del P. Provincial Arturo
Martínez Soto y otros diez sacerdotes, algunos redentoristas y otros
diocesanos. Fue una celebración muy emotiva y sentida por todos los
asistentes.
Después del rito de despedida en la Pastora, su cuerpo fue llevado a la
funeraria del Ángel” para ser incinerado. El P. Arturo Martínez, los
cohermanos de la comunidad PP. César Cerón (Superior local), David
García y Alejandro Arciniega, y un grupo representativo de fieles hicimos
un momento de oración junto al P. Marcelino antes de ingresar a la cámara
de incineración. Pedimos por nuestra Provincia, por la familia del P.
30
Marcelino, por la Congregación, por nuestra Iglesia, por los sacerdotes.
Recibimos las cenizas del P. Marcelino a las 6 de la tarde. Luego nos
regresamos a la Iglesia de la Pastora, donde fueron colocadas sus cenizas,
después de la Eucaristía de las 6’30 pm. Durante los siguientes días se
realizó el “novenario” de misas, según la costumbre que tenemos en
México. El Domingo 20 de junio se terminó la novena con una solemne
misa a las 6’30 pm.
Que Dios le dé la eterna Gloria por sus fecundos casi 60 años de
Sacerdote y servicio a Dios y a la Congregación. ¡Descanse en Paz!
Marcelino, hermano del alma, hermano: los que te hemos escrito esta
CARTA AL CIELO, con la seguridad de que te haya llegado bien,
mientras ya gozas de santa gloria en el coro de nuestro Padre San Alfonso y
demás redentoristas, te decimos, hasta pronto. En nombre de todos ellos,
con un abrazo fraterno muy fuerte, yo
Generoso García Castrillo, CSsR.
Datada en Sevilla, junto al Sagrario e Icono de Ntra. Madre del Perpetuo
Socorro de la capilla de la Comunidad. 9 de Noviembre de 2010.
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