LOS PROGRAMAS DE ORDENADOR, EL MC OCDE Y LA POSICIÓN ESPAÑOLA: ALGUNAS NOTAS CRÍTICAS1 Adolfo J. Martín Jiménez Profesor Titular de Derecho Financiero y Tributario Universidad de Cádiz Crónica Tributaria nº 103 (2002), pp. 77-101. SUMARIO 1. INTRODUCCIÓN.- 2. LOS PROGRAMAS DE ORDENADOR EN EL MC OCDE.3. LA PECULIAR POSICIÓN ESPAÑOLA: ALGUNAS OBSERVACIONES CRÍTICAS. 3.1. La posición de la Administración española. 3.2. La doctrina de los tribunales. 3.3. Un apunte final sobre la posición de la DGT y la doctrina de los tribunales.- 4. LOS PROGRAMAS DE ORDENADOR. ¿OBRAS CIENTÍFICAS O LITERARIAS?.- 5. UNA NOTA FINAL.­ BIBLIOGRAFÍA. 1. INTRODUCCIÓN En el contexto de la imposición sobre la renta de los no residentes, el tratamiento de los programas de ordenador (software) no ha sido una cuestión pacífica ni en la escena internacional (MC OCDE) ni desde el punto de vista interno. En el plano internacional, a las modificaciones introducidas en los Comentarios del MC OCDE 1992 como consecuencia del Informe acerca del tratamiento tributario de los Programas de Ordenador2 han sucedido nuevas especificaciones en la materia en la redacción de los Comentarios del MC OCDE 2000 (probablemente, versiones posteriores del Comentario al MC OCDE volverán a modificar los párrafos relativos a los programas de ordenador, aunque la proyectada revisión de 2002 sólo se encarga de precisar el tratamiento de las operaciones realizadas a través de internet). Entre la versión del MC OCDE de 1992 y la actualización del año 2000 el tratamiento tributario de los programas de ordenador no ha estado exento de controversias3, especialmente, en España, donde la calificación de las cesiones de programas de ordenador a la luz del artículo del MC OCDE dedicado a beneficios empresariales o del artículo sobre cánones ha sido una cuestión 1 El autor agradece los comentarios que puedan realizar los lectores sobre el presente trabajo. Tales comentarios pueden ser enviados a la siguiente dirección: [email protected]. Igualmente, el autor desea mostrar su gratitud al profesor CALDERÓN CARRERO por sus valiosas sugerencias en la lectura de una versión preliminar de estas notas. 2 OCDE, The Tax Treatment of Software, en OCDE, Model Tax Convention: Four Related Studies, OCDE, París, 1992, p. 65 y ss. Vid. AULT (1993) acerca de las modificaciones introducidas en el MC OCDE 1992 y, con carácter previo al MC OCDE 1992, VAN DER LAAN (1991). 3 LAINOFF y VANISH (1997), p. 33-35, se refieren a los problemas que el tratamiento de los programas de ordenador plantea después del MC OCDE 1992. 1 polémica. En el presente trabajo nos ocuparemos del tratamiento de los programas de ordenador tanto en el ámbito del MC OCDE como en el marco de la legislación española, comentando los principales pronunciamientos de la Dirección General de Tributos y de los tribunales españoles al respecto. Igualmente, haremos referencia a otra cuestión polémica en la doctrina de los tribunales españoles que está estrechamente relacionada con los programas de ordenador: su calificación como “obras literarias” o como “obras científicas”, especialmente en el marco del CDI España-EE.UU. Para concluir, añadimos alguna reflexión acerca de las razones por las que, a nuestro juicio, se producen problemas en el campo de las transferencias de tecnología y concretamente en relación con los PROR, que son, muchas veces, consecuencia de una deficiente metodología en la interpretación y aplicación de los CDIs. A este respecto, es preciso aclarar ya desde el principio que el concepto de programa de ordenador (en adelante “PROR”) del que partimos es el que ofrecen los propios comentarios al MC OCDE 2000, art. 12, párra. 12.1 (párra. 12 de los Comentarios art. 12 MC OCDE 1992), a saber: “Un programa informático puede describirse como un programa, o una serie de programas, que contiene las instrucciones destinadas a un ordenador, a los efectos del funcionamiento operativo del mismo ordenador (sistemas operativos) o de la ejecución de otras tareas (sistemas de aplicación)”.4 2. LOS PROGRAMAS DE ORDENADOR EN EL MC OCDE Los Comentarios al MC OCDE 1977 (o al Proyecto de MC OCDE de 1963) no consideraron el tratamiento de los PROR, lógicamente, debido a la importancia limitada que en esta época tenía el problema en relación con los CDIs. Hasta 1992 los Comentarios al MC OCDE no hicieron referencia de forma detallada a los problemas que los PROR podían plantear. Básicamente, los Comentarios incorporaron las conclusiones alcanzadas en el estudio de la OCDE sobre esta 4 La definición es similar a al que contiene el artículo 96 del Real Decreto-Legislativo 1/96, de 12 de abril, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, regulando, aclarando y armonizando las disposiciones vigentes en la materia, aunque la definición de PROR de esta última es más amplia, al comprender no sólo el programa en sentido estricto sino también otros elementos accesorios: “A los efectos de la presente Ley se entenderá por programa de ordenador toda secuencia de instrucciones o indicaciones destinadas a ser utilizadas, directa o indirectamente, en un sistema informático para realizar una función o una tarea o para obtener un resultado determinado, cualquiera que fuere su forma de expresión y fijación. A los mismos efectos, la expresión programas de ordenador comprenderá también su documentación preparatoria”. La definición de PROR que utilizan las “Regulation” de los EE.UU. sobre el tratamiento a efectos fiscales de determinadas transacciones sobre programas de ordenador (“Classification of Certain Transactions Involving Computer Programs”, cuyo texto puede encontrarse en la dirección www.irs.ustreas.gov) es más parecida, en realidad es casi idéntica, a la empleada en la legislación española que al concepto utilizado por la OCDE; la definición de la Sección 1.868-18 (a) 3 , no obstante, especifica que se considerará programa de ordenador cualquier medio publicitario, manual, documentación, base de datos o similar que sea accesorio al funcionamiento del programa de ordenador. Para un estudio detallado del concepto de PROR y una explicación de los distintos tipos de PROR, nos remitimos a VAN DER LAAN (1991) y GÓMEZ PERALS (1999), p. 137 y ss., o DELGADO ECHEVARRÍA (1997), p. 1386 y ss. 2 materia5 y, de esta forma, en 1992, se dio nueva redacción a los párrafos 12 a 17 de los Comentarios al art. 12 MC OCDE, que se dedicaron a la problemática de los PROR. En los Comentarios al artículo 12 del MC OCDE 2000 se han realizado algunas modificaciones a los párrafos 12 a 17 y se ha añadido algún párrafo nuevo con el fin de aclarar el tratamiento de los PROR, pero sin modificar sustancialmente las adiciones que se habían realizado en 1992. En líneas generales, el tratamiento de los PROR, según el MC OCDE 2000, sería el siguiente: - La caracterización de los pagos recibidos en contratos que implican la cesión de PROR depende de la naturaleza de los derechos que adquiere el cesionario del PROR en el contrato concreto: 1. La transferencia parcial de derechos sobre el PROR (sin que exista enajenación del derecho, sino, más bien, adquisición de un derecho de uso) será un canon cuando el pago que realiza el cesionario se encuentra referido a derechos que, sin la licencia, constituyen una infracción de los derechos de propiedad intelectual (v.gr. licencias de reproducción o de distribución y comunicación pública del PROR o transformación del mismo) (Comentarios al MC OCDE 2000, art. 12.2., párra. 13.1). Es decir, según la OCDE, nos encontramos ante un canon cuando se conceda al cesionario el derecho a la explotación comercial del PROR (v.gr. distribución del PROR, o su desarrollo o modificación por el cesionario para su explotación)6. Nótese que la OCDE no distingue a estos efectos entre la transferencia realizada por el autor (persona física) o primer propietario (v.gr. empresa que desarrolla el software) o por el propietario no autor7. 2. La transferencia al cesionario del derecho a usar el PROR con derechos limitados de reproducción del mismo mediante el pago de una contraprestación no dará lugar a un canon sino a un beneficio empresarial (del tipo de los recogidos en el artículo 7 MC OCDE)8. Se entiende en estos casos que estamos ante una compra de un PROR que no debe dar lugar a un tratamiento diferenciado con respecto a, por ejemplo, la compra de un libro (quien adquiere el libro también tiene derechos limitados con respecto a su difusión y reproducción). Incluso ciertos supuestos en los que se permite al usuario/adquirente del PROR la realización de múltiples 5 OCDE, The Tax Treatment of Software, en OCDE, Model Tax Convention: Four Related Studies, OCDE, París, 1992, p. 65 y ss. 6 AULT (1993), p. 331. 7 La distinción es relevante en el IRPF para calificar el rendimiento como rendimiento del capital, como rendimiento empresarial o profesional o del trabajo personal. 8 V.gr. son los supuestos de compra de “software estándar” que permite la copia en el disco duro del ordenador o para archivo, aunque situaciones similares pueden darse en la compra de “software específico”. 3 copias del programa podrían dar lugar a beneficios empresariales, serían los casos de licencias de empresas o de red (Comentarios al MC OCDE 2000, art. 12, párra. 14 a 14.2). Es decir, la OCDE distingue entre la cesión del soporte del PROR (no genera un canon) y la cesión de derechos específicos (explotación, difusión, transformación) sobre el programa contenido en el soporte (que generará un canon). - - Una transacción singular sería aquélla en la que una empresa de software o programador acuerda suministrar información acerca de los principios e ideas sobre los que se basa un programa informático (v.gr. lógica, algoritmos, técnica, lenguaje empleado etc.). En estos supuestos nos encontraríamos ante un canon pues la remuneración se paga por el uso, o el derecho al uso, de fórmulas secretas o información relativa a experiencia industrial, comercial o científica (Comentario al MC OCDE, art. 12, párra. 14.3). En realidad, la afirmación del MC OCDE es superflua pues en estos supuestos nos encontramos no ante la transferencia de un “PROR” sino de know-how en sentido amplio. De hecho, la proyectada revisión en 2002 del MC OCDE modificará el párrafo de los Comentarios al art. 12 MC OCDE (párra. 11) dedicado a las cesiones de know-how, añadiendo un nuevo párrafo 11.5, para afirmar que, en los casos de contratos que implican la provisión de información relativa a la programación de ordenadores, existirá cesión de know-how (y, por tanto, un canon) cuando el pago se realice con el fin de adquirir información acerca de un “PROR” (ideas o principios a los que el mismo responda), en concreto, lógica, algoritmos o lenguajes o técnicas de programación, si esta información se presta bajo la condición de que el cliente no revele la misma sin autorización y, además, está protegida por el secreto comercial. La transferencia de la plena propiedad del PROR no dará lugar a un canon, aunque pueden existir dificultades en los supuestos donde la transferencia de la propiedad no es plena pero existe una amplia cesión de derechos sobre el PROR. En cualquier caso, la transferencia plena de derechos dará lugar a un beneficio empresarial del artículo 7 ó a una ganancia patrimonial del art. 13 MC OCDE. Los Comentarios al MC OCDE parten de la idea de que cuando existe una transmisión total del PROR o de derechos inherentes al PROR, el pago que realiza el adquirente no es obviamente por el uso del derechos (Comentarios al art. 12 MC OCDE 2000, párra. 15-16). En las llamadas “situaciones frontera” (las que tienen elementos económicos de una venta y de una licencia, que, según el Comentario, son los casos de cesión exclusiva de un derecho de explotación del programa durante un período determinado o para un área geográfica concreta, pagos adicionales referidos al uso, pago único por el PROR), el MC OCDE 2000 comparte los mismos defectos de su antecesor (es decir, la falta de guía al intérprete), aunque parece partir de la 4 - - presunción de existencia de beneficios comerciales o ganancias patrimoniales cuando pueda identificarse un elemento de enajenación de un derecho9: cuando la propiedad de un derecho pueda enajenarse en todo o en parte, la contraprestación no debe calificarse como pago relativo al uso de un derecho (párra. 16 Comentario art. 12 MC OCDE). En los supuestos de contratos mixtos (v.gr. venta de ordenadores con sistemas operativos o aplicaciones específicas y licencias de un PROR acompañadas de prestaciones de servicios) se prorrateará el precio pagado entre la parte correspondiente a la venta y la parte correspondiente a la cesión de uso (Comentario al art. 12 MC OCDE, párra. 17). Se debe entender que aquí resulta también aplicable la regla relativa al know-how en el sentido de que si una de las prestaciones es accesoria a la otra, el precio pagado se calificará en atención a la prestación principal10. La OCDE sienta el principio de irrelevancia de la forma de la transmisión de derechos sobre los PROR. A los efectos de realizar una correcta caracterización del pago, da igual que el PROR se transfiera en un disco de ordenador, instalado en el disco duro, por internet, en un CD o en cualquier otro medio (párra. 12.1, 13, 14). Igualmente, para la OCDE es irrelevante el hecho de que los derechos sobre un PROR se adquieran ope legis o por vía contractual (párra. 14). Por lo que respecta a las transmisiones de ficheros o PROR a través de internet, un reciente informe de un Grupo Técnico, presentado al Grupo de Trabajo nº 1 de la OCDE, sienta las bases acerca de cuál debe ser el correcto tratamiento de estos ficheros descargados desde “internet”11. Las precisiones del citado Informe serán añadidas a los Comentarios al art. 12 MC OCDE 2002 en los párrafos 17.1 a 412. En ambos documentos se establece lo siguiente: - - Los mismos principios recogidos en los Comentarios MC OCDE para el software deben ser de aplicación a las transacciones relativas a otros productos digitales como imágenes, sonidos o textos: debe identificarse la causa que da lugar al pago realizado. Si existe transferencia de derechos de autor porque se permita la explotación comercial del programa, fichero etc. que se descarga desde “internet”, nos encontraremos ante un canon. Si, por el contrario, se permite a quien efectúa la descarga la realización de copias del programa o fichero sólo para su uso personal (archivo en el disco duro del ordenador o en un disquete), entonces, el 9 AULT (1993), p. 331-332. AULT (1993), p. 332. 11 Tax Treaty Characterization Issues Arising From E-Commerce, Informe de 1 de febrero de 2001 del Grupo de Trabajo nº 1 del Comité de la OCDE de Asuntos Fiscales (disponible en la dirección: http: // www.oecd.org). 12 El borrador de las revisiones que se realizarán al MC OCDE en el año 2002 puede encontrarse en http://www.oecd.org. 10 5 pago realizado será calificado como un beneficio empresarial o una ganancia patrimonial para el perceptor13. A pesar del intento del MC OCDE (y de las adiciones que haga el MC OCDE 2002) por aclarar la calificación de las rentas contraprestación de la transmisión/uso de PROR todavía queda mucho trabajo por hacer en este campo. En este sentido, las normas de los EE.UU. relativas a la calificación de los programas de ordenador son mucho más claras que las que propone la OCDE, los principios básicos de la “Regulation on the Classification of Certain Transactions Involving Computer Programs” de 1998 (26 CFR parts 1 and 602) son los siguientes: 1. Existirá canon cuando se produzca la cesión de algún derecho de autor. Estos derechos son los siguientes: (1) el derecho a hacer copias del PROR para su distribución al público a través de una venta o cualquier otra forma de transmisión de la propiedad, un alquiler o cualquier otro derecho de uso; (2) el derecho a preparar programas de ordenador derivados o basados en un programa protegido por un copyright; (3) el derecho a exhibir o ejecutar en público el PROR. Por el contrario, se producirá una venta del PROR cuando se transfieran los derechos sustanciales del derecho de autor adquiriendo el comprador los beneficios y cargas inherentes a la propiedad. 2. No existirá un canon cuando no se produzca cesión de los derechos anteriores sino que sólo se transmita un artículo protegido por derechos de autor (copyrighted article), esto es, cuando se adquiera una copia de un PROR, con independencia del medio a través del que se adquiera. A estos efectos, no se distingue entre “software de aplicación” y “software estándar”, pero parece claro que el mismo principio se aplica a ambas categorías. 3. Ambas transacciones deben distinguirse de las prestaciones de servicios y del suministro de know-how relativos a programas de ordenador. La determinación de si existe una prestación de servicios o la cesión de algún derecho de autor sobre el PROR dependerá de la intención de las partes sobre cuál de ellas será propietaria de los derechos de autor sobre el PROR y acerca de cómo la distribución del riesgo de pérdidas queda localizado entre ellas. Por lo que respecta al know-how, el suministro de información relativa a un PROR será tratado como tal cuando la información (1) se refiere a técnicas de programación, (2) se suministra bajo condiciones que impiden la revelación no autorizada y (3) se considera propiedad sujeta a la protección propia de los secretos industriales y comerciales. 4. Las transacciones que tengan elementos de las tres anteriores o de dos de ellas se tratarán a estos efectos como transacciones separadas para 13 Con atención al ordenamiento de los EE.UU., TILLINGHAST (1999), p. 23, ha defendido que no tiene sentido la distinción entre la venta y la licencia de una propiedad “intangible”, con independencia de que la contraprestación sea fija o variable, porque esta distinción no tiene sentido en el mundo de las transacciones electrónicas realizadas mediante descarga desde la red: “es improbable que en el mundo real de las prestaciones de servicios de información electrónica caracterizados como ‘ventas’ se grave estos servicios en la fuente, y, en consecuencia, el intento de imponer un impuesto en las ‘transferencias temporales” [de software] debería ser abandonado”. 6 cada uno de los elementos, salvo que se considere que se trata de una “transacción de minimis”, esto es, accesoria a otra de una naturaleza diversa, en cuyo caso será tratada como tal transacción principal. Como vemos, las reglas de los EE.UU. son muy similares a las que propone la OCDE para el tratamiento de los PROR, pero su redacción es mucho más clara (piénsese que la Regulation de EE.UU. ofrece hasta dieciocho ejemplos con soluciones propuestas por la Administración de operaciones relativas a programas de ordenador y su tratamiento). La claridad de la situación en los EE.UU. contrasta, como tendremos ocasión de exponer, con la problemática que el tratamiento tributario del “software” genera en el ordenamiento español. 3. LA PECULIAR POSICIÓN ESPAÑOLA: ALGUNAS OBSERVACIONES CRÍTICAS 3.1. La posición de la Administración española España, sin embargo, debido a su tradicional condición de país importador de tecnología, ha mantenido una posición singular con respecto al tratamiento de los PROR en las operaciones internacionales. Desde 1992, el párrafo 28 de los Comentarios al art. 12 (cuya redacción se mantiene en los Comentarios al art. 12 en el MC OCDE 2000), bajo el subtítulo de “observaciones”, expone que España no se adhiere a la interpretación que ofrecen los párrafos 14 y 15 de los Comentarios al art. 12 MC OCDE con respecto a los PROR. Para España, los pagos en relación con los PROR están comprendidos en el ámbito de aplicación del artículo 12 MC OCDE cuando no se transfiera la plena propiedad del PROR, ya se trate de pagos por el uso de PROR para su explotación comercial o pagos relacionados con PROR adquiridos para uso particular o empresarial del comprador. Por consiguiente, como agudamente observa CARMONA FERNÁNDEZ, el Estado español se alinea con la posición interpretativa de la OCDE en los casos de contratos mixtos (expresada en el párrafo 17 de los Comentarios al art. 12 MC OCDE), en tanto que se desmarca de ella cuando existe una enajenación parcial de software o de derechos sobre el mismo, así como cuando se adquiere un PROR para uso personal o comercial del comprador (transacción que no implica, normalmente, la cesión de derecho de autor alguno) 14. Como es lógico, la posición española expresada en el MC OCDE 1992 no surge de la nada, sino que tenía una cierta tradición en el ordenamiento, al menos, desde la Ley 61/1978 del IS. Bajo su vigencia, y específicamente, en relación con el artículo 7.b) de la misma15 y en las normas internas que imponían una interpretación amplia del concepto de asistencia técnica, la propia Administración española, e incluso los tribunales, desarrollaron una 14 CARMONA FERNÁNDEZ (1998), p. 81. Según este artículo, estarían gravadas en España las contraprestaciones por toda clase de servicios, asistencia técnica, préstamos o cualquier otra prestación de trabajo o capital realizada o utilizada en territorio español. 15 7 interpretación expansiva de las cesiones de tecnología sujetas a gravamen en España de la que la observación al art. 12 MC OCDE es la última expresión16. La peculiar posición española ha sido concretada en pocos CDIs: hasta donde nosotros conocemos, tan solo el CDI España-Argentina 1992, el CDI EspañaNoruega 1999 y el CDI España-Bélgica 1995 (aún no en vigor este último). El primero de los CDIs citados, en el párrafo 4.d) de su Protocolo anexo, aclara que se entenderá que las cantidades pagadas por el uso o la concesión del uso de programas de ordenador están incluidas entre los conceptos del art. 12 (cánones) del CDI a los que se aplica el tipo reducido del 10 por 100. El CDI España-Noruega 1999, por su parte, especifica en el art. 12.3 que se considerará el término canon significa las cantidades pagadas o acreditadas que constituyan contraprestación por software, aunque el Protocolo de este CDI matiza que no existirá un canon cuando el pago por software se realice como consecuencia de la transmisión de la plena propiedad. Por su parte, el párrafo 4 del Protocolo Anexo al CDI España-Bélgica 1995, aclara que se deben considerar como cánones los pagos realizados por el uso de, o el derecho a usar, un PROR. La postura española en relación con los Comentarios al MC OCDE ha sido recogida fielmente por la Dirección General de Tributos. Según la doctrina de este órgano directivo, cuando no se transfiere la propiedad sobre un PROR, incluso cuando sólo se ceda el uso del mismo, nos encontramos ante un canon. La DGT parte de la base de que si no existiera transmisión de la propiedad, sino tan solo adquisición de derechos parciales sobre el software, el usuario del PROR tendría la disponibilidad (“el uso”) de una técnica y su aplicación desarrollada por la entidad que concede la licencia por lo que la renta pagada en contraprestación debe calificarse como canon17. No obstante 16 Vid. al respecto las críticas que, estando en vigor la Ley 61/1978 dirige GONZÁLEZ POVEDA (1993), especialmente pp. 336-339 a la postura de la Administración española relativa al tratamiento de las cesiones de software. En realidad, la amplia definición de la asistencia técnica por el Decreto de 21 de diciembre de 1973, que abarcaba cualquier transmisión de tecnología, junto con los puntos de conexión ya citados generaron una inercia que todavía puede percibirse en las resoluciones administrativas o la jurisprudencia y doctrina de los tribunales, con la consecuencia de que se presta escasa atención al significado convencional (internacional) de términos como asistencia técnica, cesión de know-how etc. 17 Vid., por ejemplo, la Resolución de la DGT de 14 de marzo de 1994 (reproducida en CARMONA FERNÁNDEZ et al. (1995), p. 208 (relativa al CDI España-Bélgica actualmente vigente). La misma opinión ha sido mantenida en Resoluciones anteriores (sobre estas Resoluciones, vid. CARMONA FERNÁNDEZ (1998), p. 81) y más recientes [Resoluciones de la DGT de 11 de julio de 1997 (los pagos a un no residente relativos a la importación de paquetes de software son cánones porque no se transmite la plena propiedad del software, sino algunas de sus facultades de disposición y uso por los adquirentes); de 31 de julio de 1998 (relativa al CDI España-Alemania 1966, los pagos realizados por una sociedad española a una alemana en concepto de adquisición de software son cánones al no transmitirse la plena propiedad y ser sólo una cesión de uso; los pagos que realiza la sociedad española en concepto de prestación de servicios de instalación, pues es la sociedad alemana la que instala el software a los clientes de la española, son meras prestaciones accesorias a la cesión del software que no alteran la calificación como cánones), de 16 de noviembre de 1999 (la importación de programas informáticos por una sociedad española y venta de los mismos en España da lugar a un canon al no transmitirse la plena propiedad del software), 18 de abril de 2000 (CDI España-Australia 1992), todas ellas publicadas en la página web de la Agencia Tributaria; vid. igualmente las Resoluciones transcritas por CARMONA FERNÁNDEZ (1998), pp. 82-83]. 8 lo anterior, alguna Resolución la Dirección General de Tributos ha matizado la doctrina general para acercarse a la posición de la OCDE: la Resolución de 9 de junio de 1997, probablemente, inspirándose en alguna Resolución del TEAC o sentencia de la Audiencia Nacional (comentadas más abajo), ha resuelto que en la importación de programas de ordenador: “ . . . hay que distinguir la plena transmisión de la propiedad de los programas, o su adquisición para uso personal; de la cesión de programas o, más bien, de la cesión del uso de programas o concesión de algunas facultades de disposición por parte de los adquirentes. En el primero de los supuestos, esto es, cuando se transmite plenamente la propiedad o cuando se adquiere para uso personal, las cantidades satisfechas por la adquisición de programas se encuadran dentro del concepto de los rendimientos empresariales y como tales sujetos a imposición en el país que los importa por obligación real”18. Por su parte, la Resolución de la DGT de 29 de agosto de 2001 (página web de la AEAT), en relación con el art. 12 CDI España-Países Bajos, matiza el pronunciamiento de la Resolución transcrita y concluye que, en las adquisiciones de PROR, para el uso personal o profesional de los mismos por parte del adquirente (para “su consumo, como opuesto a su explotación comercial”) es necesario hacer una distinción entre la naturaleza estándar o específica del producto. Si se trata de un programa estándar (“un programa de aplicación incorporado a un soporte físico y que se vende en forma homogénea y masiva a cualquier usuario”), estaremos ante una renta empresarial; si, sin embargo, nos encontramos ante un “software específico” (“adaptado específicamente a las necesidades del usuario que lo adquiere”) habría que calificar el pago como un canon por cuanto se produce la cesión de uso de un producto protegido por la legislación en materia de propiedad intelectual. Ambas resoluciones matizan la “observación” de España al MC OCDE, pero permanecen ancladas todavía en la tradicional posición española al respecto. Incluso podría decirse, como seguidamente veremos, que la evolución que experimenta la DGT responde más a una necesidad práctica que a una auténtica aproximación a la posición de la OCDE. En nuestra opinión, la posición de la Administración española plantea los siguientes problemas: 1. A pesar de que la OCDE es la primera defensora de la interpretación dinámica de los CDIs, pretender que las observaciones introducidas en los Comentarios al MC OCDE 1992, art. 12, pueden producir efectos también en el seno de los CDIs celebrados con anterioridad nos parece un exceso y genera el riesgo de conflictos de calificación entre los Estados contratantes en los que el principal perjudicado será siempre el contribuyente. Piénsese que también la otra parte contratante podría pretender que la posición de la OCDE sobre el software tuviera efectos en el seno del CDI celebrado con España y que, por tanto, los pagos 18 Únicamente hemos encontrado la mencionada resolución transcrita en CUATRECASAS (ed.) (2000), p. 2063. 9 relacionados con la adquisición/cesión de software fueran beneficios empresariales: si así razonara, el otro Estado contratante podría denegar al contribuyente residente en su territorio la deducción del impuesto pagado en España relativo a las contraprestaciones por programas de ordenador que, para la OCDE son beneficios empresariales y, por tanto, debieran estar gravadas únicamente en el Estado de residencia. Al margen de cómo deben solucionarse estos conflictos de calificación (cuestión, como es sabido, polémica en los últimos años), nos parece que la posición de la Administración española, que, en la práctica, traslada a estos CDIs las observaciones de España al MC OCDE 1992, genera resultados arbitrarios y contrarios al Derecho de los Tratados (estamos ante una autointerpretación de auténticos tratados internacionales) y al propio Derecho interno (principios constitucionales de jerarquía normativa, seguridad jurídica e interdicción de la arbitrariedad). La forma correcta de solventar los problemas interpretativos que se producen en relación con los PROR en el marco de CDIs anteriores a 1992 hubiera sido el procedimiento amistoso -­ concretamente, los acuerdos interpretativos-- de cada uno de los CDIs o la revisión (por ejemplo, por la vía de la adición de un Protocolo) de tales CDIs, sin embargo, no parece que la Administración tributaria española haya hecho uso de ninguno de estos mecanismos. En realidad, podría argumentarse que la posición española, cuando resulta aplicada a CDIs anteriores a 1992 traspasa los límites de la interpretación y esconde la pretensión de extender la soberanía tributaria española más allá de los términos permitidos en el CDI19. Tampoco puede servir de excusa que, con anterioridad a 1992, existía una posición clara de la Administración española orientada a gravar como cánones cualquier cesión de uso de software, pues tal posición, más que estar basada en una interpretación de los CDIs de conformidad con las reglas y normas internacionales se funda en normas internas (en concreto, se asimila la cesión de software a la asistencia técnica20). 2. La Resolución de la DGT de 9 de junio de 1997, que, recordemos, aproxima la postura de la DGT a la defendida por la OCDE en los Comentarios al art. 12 MC OCDE, art. 12, párrafo 14 para los supuestos de adquisición de un programa de ordenador para uso personal (supuesto que no da lugar al pago de un canon, sino a un beneficio empresarial), probablemente, responde más a la necesidad de solucionar un problema de orden práctico que a una auténtica aproximación a las posturas de la OCDE. A nadie se le escapa que, cuando una persona física que no realiza actividades empresariales o profesionales adquiere para su uso personal, por cualquier medio (v.gr. CD, descarga desde internet), un programa de ordenador a un no residente, difícilmente esta renta va a tributar en España, pues, el 19 Se muestra crítico con las interpretaciones dinámicas de este tipo AULT (1993b), p. 67-68. Vid., sobre la interpretación dinámica, que en los últimos tiempos aplica el TEAC en el campo de la tributación de artistas, CALDERÓN CARRERO (2001). 20 Este es el criterio que, tempranamente, expresó la Dirección General de Tributos en la resolución a una consulta vinculante de 22 de mayo de 1984 (la consulta puede encontrarse transcrita en GONZALEZ POVEDA (1993), p. 338). 10 particular que no realiza actividades empresariales o profesionales no tiene, de conformidad con el art. 30.1 LIRNR, obligación de retener en el IRNR21, aunque, como sabemos, será responsable solidario de los rentas obtenidas por el no residente que pague el particular no obligado a retener (art. 8 LIRNR). La postura de la Administración española en la Resolución de 1997 conduce a resultados arbitrarios: no tiene mucho sentido distinguir a estos efectos entre PROR estándar para necesidades personales y aquellos con utilidad empresarial o profesional (en realidad, debe pensarse que con esta doctrina la tributación en España, por ejemplo, de la adquisición de un procesador de textos dependerá de que quien realice tal adquisición sea una persona física que no desempeñe actividades empresariales o profesionales o de que se trate de una persona física que sí que desarrolla tales actividades o una sociedad). Por ello, la Resolución de 29 de agosto de 2001 corrige esta arbitrariedad para aclarar que también a las adquisiciones profesionales de PROR estándar resulta de aplicación la misma doctrina que para el supuesto de adquisición por una persona física para uso particular. Parece que, especialmente con la Resolución de 29 de agosto de 2001, la Administración española se ha dado cuenta (tan sólo parcialmente, como veremos) de que, como indica el art. 56 de la Ley de Propiedad Intelectual (Texto Refundido aprobado por el Real DecretoLegislativo 1/1996, de 12 de abril), la adquisición de la propiedad del soporte de la obra objeto de derechos de autor no otorga ningún derecho a la explotación de la misma22. 3. Las Resoluciones de 1997 y 2001 citadas en el párrafo anterior dejan abierto el problema de los PROR “de aplicación o específicos” (no destinados a la venta general, sino hechos por encargo del adquirente). De conformidad con la posición española y la doctrina de la DGT, los pagos en contraprestación de la cesión de un PROR “de aplicación o específicos” son cánones. Sin embargo, ¿qué ocurre si el PROR de aplicación lo encarga un particular? Parece que de acuerdo con la doctrina derivada de la Resolución de 9 de junio de 1997 este caso estaríamos ante rendimiento empresarial del no residente. Sin embargo, de acuerdo con la doctrina derivada de la Resolución de 29 de agosto de 2001, en este caso cabría calificar las rentas como un canon, por lo que podríamos reproducir las críticas realizadas en el punto 2 anterior. Quizás, la adquisición de software específico para usos particulares no sea un supuesto que se dé con frecuencia, con la referencia a este ejemplo sólo pretendemos poner de manifiesto la inconsistencia de la doctrina de la DGT, pues, en nuestra opinión, no es razonable atribuir importancia a la distinción “PROR estándar/PROR específico”. Lo fundamental es si el pago se realiza por la adquisición de derechos (de 21 Pretender que una empresa que no tiene presencia física alguna en España venga a realizar sus declaraciones por el IRNR en ingresos no sometidos a retención en la fuente en España nos parece un ejercicio de fe digno de mejor causa y, probablemente, esta es la razón por la que la Resolución de 9 de junio de 1997 llega a las conclusiones mencionadas. 22 Ya GONZALEZ POVEDA (1993), pp. 338-339, expresó la opinión en el sentido de que en la cesión de PROR estándar no existía cesión de derecho de propiedad intelectual alguno, comparando la adquisición del PROR de este tipo con la compra de un libro. 11 explotación, modificación etc.) sobre el PROR o por el simple uso del PROR23. Es decir, como precisan las normas de EE.UU., será necesario realizar un análisis sobre si existe o no transferencia/cesión de derechos de autor, sin que sea relevante a estos efectos la mera cesión de un artículo protegido por derechos de autor24. Por otra parte, en el llamado “software de aplicación” se plantea el problema de cómo distinguir cuándo nos encontramos ante un auténtico servicio (renta empresarial, salvo en aquellos CDIs que asimilan el tratamiento de los cánones y las prestaciones de servicios) o ante una auténtica cesión de derechos sobre el programa25. Evidentemente, habrá que estar a la realidad de cada contrato, aunque tres situaciones serán probablemente las más corrientes: (a) Desarrollo de un PROR para una empresa que será la titular de los derechos de propiedad intelectual sobre el mismo y que asume todos los riesgos sobre la creación del nuevo producto. Nos encontraríamos, probablemente, ante un pago por servicios prestados, no un canon (salvo que existiera una cesión de know­ how). (b) Desarrollo de un PROR para una empresa que no tendrá más que un derecho de uso del mismo, sin que exista cesión por quien elaboró el PROR de derecho de propiedad intelectual alguno. En principio, tampoco parece que estemos ante un canon en estos supuestos, pues tal situación no presenta diferencias jurídicas o económicas con la adquisición de “software estándar”. No es ésta, como hemos visto, la opinión de la DGT. (c) Desarrollo de un PROR para una empresa por parte de un particular o persona jurídica con cesión a la primera de los derechos de explotación, transformación o difusión del programa. Probablemente, en este supuesto los pagos debieran ser calificados como cánones26, salvo que existiera una relación laboral entre la persona física y la empresa (en cuyo caso los pagos serían rentas del trabajo). No obstante, la doctrina de la DGT no parece que preste atención a estas distinciones y la observación española al MC OCDE 1992 haría 23 En realidad, podríamos comparar estos casos con la adquisición de un libro estándar o un libro especializado (técnico): la mera compra de un ejemplar de uno u otro tipo no otorga al comprador derecho de autor alguno. Lo mismo ocurre con los PROR, la mera adquisición de la posibilidad de usar el PROR (estándar o especializado) no otorga al adquirente derecho de autor alguno sobre el PROR, por lo que la distinción es irrelevante desde el punto de vista del régimen jurídico del PROR. 24 Si el PROR en el ordenamiento concreto se encontrara protegido como propiedad industrial, lo fundamental será entonces verificar si existe una cesión de derechos de este tipo. 25 Acerca de los programas creados por encargo desde la óptica mercantil, vid. DELGADO ECHEVARRÍA (1997), p. 1448. En el ordenamiento tributario, GONZÁLEZ POVEDA (1993), p. 339 ya planteó la problemática de la prestación de servicios relativos a la elaboración de PROR. 26 Claramente, habrá que distinguir los supuestos de mera prestación de servicios de aquellos que entrañen la cesión de know-how, los pagos por cesión de know-how deberán ser gravados como cánones. 12 que estas rentas, en su mayor parte, dieran lugar a la existencia de un canon gravable en España. Para la DGT, como hemos visto, excepto en el caso de software estándar, el simple uso del “intangible”, con independencia de la concesión o no de derechos de propiedad intelectual sobre el mismo, dará lugar a la existencia de un canon27. Ante esta situación cabría preguntarse cuál ha sido la reacción de la doctrina y jurisprudencia de los Tribunales españoles. 3.2. La doctrina de los tribunales La resolución del TEAC de 25 de septiembre de 1991 (Normacef), en relación con el CDI España-Alemania 1966, concluye que “desde el punto de vista mercantil, el software tiene la consideración de un producto que se vende en forma “estándar” incorporado a un soporte físico; concretamente la CEE lo califica, cuando se adquiere y se introduce en otro país, como una importación de mercancías, en cuyo caso el precio que se pague no tendrá el carácter de canon o royalty, junto con los programas “estándar” existen programas concretos realizados especialmente para un determinado usuario, supuesto que se suele articular, la mayoría de las veces, mediante una “cesión de uso”, y, consiguientemente, los pagos que se efectúen tendrán la consideración de cánones” (considerando 5º) . . . “no se puede confundir la cesión de los derechos de propiedad intelectual sobre un programa de ordenador con la venta de los “productos” derivados de la explotación de los derechos cedidos, tales productos se conocen con la denominación de “software estándar” que puede ser adquirido en propiedad con cualquier persona. El TEAC llega a un resultado sobre la “cesión” de PROR estándar análogo a la Resolución de la DGT de 29 de agosto de 2001, pero que tiene importantes diferencias con el razonamiento de la DGT en la Resolución de 9 de junio de 1997. Efectivamente, para el TEAC, la calificación de la adquisición de “software estándar” no depende de si se adquiere para un uso particular o para un uso empresarial, en ninguno de los dos casos nos encontraremos ante un canon. Curiosamente, este razonamiento del TEAC se aplica a un CDI (el CDI EspañaAlemania) firmado bastante antes de que España hiciera explícita su postura en el MC OCDE 1992 (también la propia resolución del TEAC es anterior a la publicación del MC OCDE 1992). La sentencia de la Audiencia Nacional de 28 de febrero de 1995 (JT 1995\155, fj. 5 y 6) concluye que en los supuestos de pagos por “software específico” nos encontramos ante un canon necesariamente, pues, excepto en los casos de “software estándar”, que son más asimilables a las mercancías, la Ley de Propiedad Intelectual sólo permite la cesión de uso del software. En realidad, la sentencia, que sigue la opinión de quienes desde la óptica mercantil admiten la imposibilidad de transmisión de la propiedad del software28, nos parece 27 Habrá que tener en cuenta que la anterior problemática no se plantea en los supuestos en los que los CDIs españoles califiquen como cánones u otorguen a las prestaciones de servicios el mismo tratamiento que a aquellos (vid., por ejemplo, el CDI España-India). 28 GONZÁLEZ LINAJE (2001) defiende la imposibilidad de que exista una compra-venta sobre el “software”, todo lo más se podría instrumentar una cesión de todos y cada uno de los derechos de explotación del software, establecidos en el artículo 99 de la Ley de Propiedad 13 criticable por varias razones: como ya hemos comentado, desde un punto de vista económico, no existen muchas diferencias entre la obtención de ingresos por comercialización de software específico o de software estándar, pero es que tampoco desde un punto de vista jurídico puede existir esa diferencia: la “compra” de un PROR “estándar” no se diferencia de la adquisición de un PROR específico, en ambos casos, salvo pacto en contrario, lo usual será que los derechos de autor (específicamente, el derecho a la explotación) permanezcan controlados por quien cede el PROR29 sin que pueda hablarse en puridad de una venta del PROR (en el sentido de cesión de derechos de autor sobre el PROR), sino tan solo de su soporte. En definitiva, no se puede confundir la adquisición del derecho de uso o la compra del soporte al que va incorporado el programa (y la posibilidad de “copiar” el mismo en el ordenador simplemente para proceder a su uso) con la adquisición de derechos sobre el mismo programa, afirmación que es válida tanto para los PROR estándar como para los PROR específicos (el propio artículo 56 de la Ley de Propiedad Intelectual reconoce esta realidad), de donde la distinción que hacen la Audiencia Nacional y, como hemos visto, la Dirección General de Tributos carece de fundamento (más allá del puramente recaudatorio). Junto a las anteriores, existe un buen número de Resoluciones y Sentencias que contienen una concepción expansiva del concepto de canon cuando, de alguna forma, el contribuyente residente en España paga una contraprestación en el marco de un contrato en el que se emplea algún tipo de software, todo ello con independencia de que el uso del “software” sea accidental al contrato principal: - La Sentencia de la Audiencia Territorial de Madrid de 11 de noviembre de 198530 concluyó que son cánones a los efectos del CDI España-Bélgica 1970 los pagos realizados por un banco español a una entidad belga dedicada a poner en contacto a través de líneas telefónicas internacionales y ordenadores a los bancos socios para el intercambio de informaciones, mensajes y pagos. En definitiva, según la descripción derivada de la propia sentencia, los pagos controvertidos representaban la contraprestación por el acceso a un banco de datos, circunstancia que, para la Audiencia, debía llevar a la calificación de los mismos como cánones pues existe una cesión de uso del ordenador para Intelectual, por tiempo indefinido y con carácter exclusivo. Acerca de la interpretación del término “cesión” que emplea el art. 43 del Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual (Real Decreto-Legislativo 1/1996, de 12 de abril), vid. GETE-ALONSO Y CALERA (1997), p. 746-751, quien, tras haber mantenido en la primera edición de su trabajo, la posibilidad de “venta” de derechos de autor (evidentemente estamos hablando de los derechos económicos y no de los morales), se retracta para alinearse con la doctrina mayoritaria, la cual entiende que la “venta” de los derechos de autor no está admitida en nuestro ordenamiento. 29 GÓMEZ PERALS (1999), p. 126 hace una crítica similar a esta sentencia:”No coincidimos con esta distinción [la realizada en la sentencia de la Audiencia Nacional]; consideramos que en ambos tipos de software es apreciable la doble faceta, corporal e incorporal. El hecho de que prevalezca uno u otro aspecto tiene más una explicación comercial que un rigor técnicojurídico”. 30 El texto íntegro de la sentencia puede encontrarse en AEAF (1998), p. 331. 14 - - acceder a informaciones relativas a experiencias industriales o comerciales. La Resolución del TEAC de 25 de septiembre de 1991, antes citada, calificó como cánones del art. 12 del CDI EspañaAlemania los “servicios de mantenimiento de sistemas y proceso de datos”; la Resolución del TEAC de 22 de febrero de 1995 (JT 1995/459) interpretó que son asimismo cánones, también en relación con el CDI España-Alemania, los pagos realizados por una sociedad española a su vinculada residente en Alemania en concepto de “servicios de mantenimiento de sistemas y proceso de datos” (la Resolución de la DGT de 12 de junio de 1995 había mantenido una doctrina similar). Tal Resolución ha sido confirmada por la SAN de 23 de noviembre de 2000 (Normacef) que califica como cánones las prestaciones de servicios de mantenimiento y proceso de datos en relación con el CDI EspañaAlemania de 1966. Según la Resolución del TEAC de 11 de junio de 1997 (JT 1997\946) no constituye un canon en el contexto del CDI EspañaAlemania, sino beneficio empresarial, la remuneración correspondiente a una sociedad alemana que presta un servicio a otra sociedad española consistente en permitir a esta última la utilización del hardware y la red de comunicaciones de su propiedad a fin de que la sociedad española tenga acceso a la base de datos gestionada la propia sociedad alemana o por un tercero en virtud de un contrato específico. No obstante, la Resolución del TEAC de 23 de julio de 1997 (JT 1997\1187) mantuvo que el propio acceso a la base de datos mantenida por una sociedad francesa por parte de una sociedad española daba lugar a un canon según el art. 12 del CDI España-Francia de 1973. La entidad francesa comercializaba en España el acceso a la base de datos situada en Francia, por lo que, con toda probabilidad, difícilmente podemos decir que la entidad española está haciendo un pago por la utilización de un software, sino, más bien, por la prestación de unos servicios esenciales en el desarrollo e su actividad31. En ninguna de las sentencias y resoluciones citadas aparece una clara exposición de los hechos que dan lugar a las mismas, por lo que es aventurado expresar un juicio de valor sobre el razonamiento del tribunal ad hoc. Sin embargo, sí que se trasluce de ellas una cierta tendencia a expandir el concepto de canon cuando exista acceso a/uso de un programa de ordenador. Conviene llamar la atención aquí acerca de la doctrina de la DGT sobre los servicios de proceso de datos, que consideramos más adecuada que la mantenida en las resoluciones y sentencias citadas: si la sociedad no residente realiza funciones de proceso de datos utilizando las empresas españolas los terminales del sistema únicamente para alimentar el mismo y obtener la información procesada, estaremos ante servicios no sujetos en España si no existe establecimiento permanente; si, por el contrario, la empresa española 31 En el mismo sentido se manifiesta AEAF (2000), p. 190-191. 15 realiza por sí misma aplicaciones específicas utilizando al efecto los equipos, programas o conocimientos reservados cedidos por la sociedad no residente, la parte de los pagos que racionalmente pueda imputarse a dichas prestaciones se tratarán como cánones (Resoluciones de 3 de febrero y 25 de octubre de 1988 y de 16 de abril de 199632). Por otra parte, alguna jurisprudencia reciente del TS puede suponer un adecuado contrapunto a las Resoluciones y Sentencias anteriormente citadas que tienen una concepción expansiva de los cánones. En la STS de 24 de octubre de 1998 (JT 1998\9497) considera el Tribunal que los pagos realizados por una entidad española a otra belga en concepto de prestación de servicios de ordenador sólo pueden calificarse como “servicios” y no “cánones” a la luz del CDI España-Bélgica de 1973, aunque hay que reconocer que los hechos de la sentencia no se describen con claridad suficiente como para alcanzar conclusiones más rotundas33. Igualmente, en una línea de jurisprudencia referida al CDI España-Alemania 1966 y a la Ley 61/1978 del IS cuyo último exponente es la STS de 3 de junio de 2000 (Normacef)34, el TS limita el concepto de cánones en relación con el CDI España-Alemania de 1966. En las sentencias citadas, una sociedad alemana había aportado a una sociedad española ciertos programas de ordenador recibiendo a cambio acciones de la propia sociedad española, expresamente se había previsto que la sociedad alemana no conservaría ningún derecho de propiedad sobre el programa de ordenador cedido. La Inspección había considerado, al igual que las instancias que habían decidido los recursos, que, en realidad, el contrato suscrito entre la sociedad alemana y la española encubrían una cesión de uso de determinados programas de ordenador (sistemas) y esta cesión se encontraba gravada en España en concepto de canon. Por el contrario, el TS, tras una lectura atenta del contrato, entendió que de conformidad con el mismo existía una auténtica transmisión de la propiedad del software a la sociedad española, esta transmisión genera incrementos de patrimonio que, a la luz de la normativa vigente en el momento de producción de los hechos (Ley 61/1978 del IS), no están sujetos a tributación en España. A igual conclusión cabe llegar, según el TS, si se examina el art. 13 CDI España-Alemania. CARMONA FERNÁNDEZ35 ha criticado la STS de 3 de junio de 2000 con el argumento de que la decisión del Alto Tribunal desconoce la postura española plasmada en el párrafo 28 de los Comentarios art. 12 MC OCDE sobre PROR; 32 Todas ellas citadas y parcialmente transcritas por CARMONA FERNÁNDEZ (2001), p. 23-24. La STS de 28 de abril de 2001 (Normacef) considera, por el contrario, que nos encontramos ante cánones también en el caso de transferencias puras de servicios. 34 La propia sentencia cita otra decisión anterior del TS del mismo tenor, la STS de 29 de marzo de 2000, puede consultarse igualmente la STS de 8 de abril de 2000, Ar. RJ 2000\3773. También las SsTS de 2 de octubre de 1999 (Ar. RJ 1999\7890) y de 19 de febrero de 2000 (Ar. RJ 2000\1643), de 25 de febrero de 2000 (Normacef) y de 7 de abril de 2.000 (Normacef, esta última relativa al CDI España-EE.UU.) recogen esta doctrina, aunque están referidas a las cesiones de know-how y estas sentencias desestimaron las pretensiones del recurrente por entender que sí que existían cánones al verificarse una cesión de uso de know-how sin que existiera plena transmisión de la propiedad. La STS de 28 de abril de 2001 (Normacef) en relación con la misma problemática consideró como cánones las “transferencias puras de servicios” (aunque los hechos de la sentencia parecen referirse a supuestos de cesión know­ how más que a auténticos servicios). 35 CARMONA FERNÁNDEZ (2001), p. 19-20. 33 16 pone de manifiesto este autor igualmente que el TS acude al MC OCDE 1977, sin mencionar el MC OCDE 1992. En nuestra opinión, el resultado de la decisión es, sin embargo, intachable (en este aspecto). Como ya hemos puesto de manifiesto, es difícil mantener que la “observación” española a los Comentarios MC OCDE 1992 pueda tener efectos sobre CDIs, como es el caso del CDI España-Alemania, en vigor con anterioridad a dicha observación. Si esto es así, los únicos comentarios al MC OCDE que el TS podía considerar eran los Comentarios al Proyecto de MC OCDE de 1963. En este punto, el TS comete un error al citar expresamente el MC OCDE 1977 en la STS de 3 de junio de 2000, que, obviamente, ratione temporis, no pudo inspirar al CDI España-Alemania, aunque hay que reconocer que sobre la cuestión concreta comentada el MC OCDE 1977 no añade un cambio significativo con respecto a su antecesor y, perfectamente, podía, entonces, acudir el TS a este último sin desmerecer en nada el resultado final de la sentencia. En relación con esta jurisprudencia, hay que destacar que el Tribunal Supremo hace una importante distinción: la aportación no dineraria del derecho de propiedad de un PROR debe ser calificada (para el transmitente) como un incremento de patrimonio, mientras que la aportación no dineraria de un derecho de uso del PROR generará un canon. En la STS de 8 de abril de 2000 (RJ 2000\3773), el magistrado GOTA LOSADA emitió un razonado Voto Particular en el que pone de manifiesto que, en su opinión, “resulta indiferente, en absoluto, que la cesión de los derechos de explotación [del programa de ordenador] se haya hecho de la titularidad de dicho derecho, es decir, el equivalente de la transmisión de la propiedad del mismo (tesis del recurrente), o sólo respecto del uso de los programas de ordenador (tesis de la sentencia recurrida)” (fj.2), pues en ambos casos se genera desde la óptica interna un incremento patrimonial no sujeto a tributación en España. En palabras del propio GOTA LOSADA, “toda aportación social in natura, cualquiera que sea su naturaleza, genera incrementos o disminuciones de patrimonio, y nunca rendimientos, y así, a estos efectos, es indiferente que la aportación social consista en la transmisión de la titularidad del derecho de explotación de los programas de ordenador (software), es decir, la propiedad de los mismos, exceptuando por supuesto los derechos personales del autor, que son inalienables, o se aporte la cesión de uso de dicho derecho de explotación” (fj.3). En nuestra opinión, el razonamiento del Magistrado discrepante es impecable, por lo que no podemos sino manifestar nuestro alineamiento con la postura defendida por el citado Magistrado, técnicamente correcta no sólo en relación con la definición de canon y ganancias patrimoniales de muchos CDIs españoles y el MC OCDE sino también en el contexto de la LIRNR36. 3.3. Un apunte final sobre la posición de la DGT y la doctrina de los tribunales En los epígrafes anteriores hemos puesto de manifiesto que existe en nuestro ordenamiento una cierta concepción expansiva de la definición de canon, especialmente, cuando se trata de calificar como cánones las “cesiones” de PROR de ordenador, aunque no lleven aparejada transmisión alguna de 36 En relación con la cesión de know-how, el magistrado GOTA LOSADA reitera su voto particular en la STS de 29 de julio de 2.000 (Normacef). 17 derechos sobre el PROR (con la excepción ya vista del ‘software estándar’). La causa de tal concepción expansiva, aparte de en la citada Observación al MC OCDE, cabe situarla en la ya referida tradición de nuestro ordenamiento interno de gravar en el IS (obligación real) las contraprestaciones por “asistencia técnica”, entendiendo como tal el concepto de asistencia técnica históricamente vigente en España. Ni la doctrina de la DGT ni los tribunales despliegan grandes esfuerzos por realizar una auténtica interpretación del concepto de canon de conformidad con criterios internacionales (empleando las reglas del Derecho de los Tratados o, en el caso de la Administración, celebrando procedimientos amistosos de conformidad con lo previsto en los CDIs37). A nuestro juicio, esta particular metodología es la causa de la problemática y el gran número de litigios que se originan entre el contribuyente y la Administración en el campo de las transferencias de tecnología. Mas antes de explicar con más detalle estas cuestiones, pasemos a estudiar otro problema importante relativo a la calificación de las cesiones de programas de ordenador que ha generado no pocas decisiones de los tribunales: su consideración como obras literarias o científicas. 4. LOS PROGRAMAS DE ORDENADOR: ¿OBRAS CIENTÍFICAS O LITERARIAS? La calificación de las contraprestaciones pagadas por residentes en España en concepto de cánones por la cesión de PROR como obras literarias o científicas ha sido una de las cuestiones más polémicas de los últimos años38. Según hemos comentado, algunos CDIs españoles aplican distintos tipos de imposición en la fuente en función de la clase de cánones ante la que nos encontremos39; frecuentemente, los CDIs distinguen, a la hora de delimitar la tributación en el Estado de la fuente, entre una serie de rentas que podríamos agrupar en torno a la denominación genérica “obras literarias”, por un lado, y “obras científicas”, por otro. Los efectos de la diferenciación entre ambas categorías son que se aplican distintos tipos impositivos en el Estado de la fuente a uno y otro tipo de rentas (incluso, en algunos casos, las rentas derivadas de obras literarias están exentas de tributación en el Estado de la fuente). Lógicamente, en relación con los programas de ordenador surge la duda de si las contraprestaciones relativas a los mismos se deben calificar 37 La ausencia de publicidad de los procedimientos amistosos en España, una práctica absolutamente criticable desde el punto de vista de la seguridad jurídica, impide conocer si, en algún caso, han existido acuerdos con otros Estados en las cuestiones que estamos tratando. 38 Obviamente, en este caso la discusión se produce al margen del MC OCDE, que, como es sabido, no atribuye consecuencias en el artículo sobre cánones (artículo 12) a la distinción entre obras científicas y literarias, por cuanto el MC OCDE no recoge regla alguna de tributación en el Estado de la fuente para los cánones. 39 CDI España-Argentina 1992, art. 12.2; CDI España-Bolivia 1997, art. 12.1 y 2; CDI EspañaBrasil 1974, art. 12.2; España-Canadá 1976, art. 12.2 y 3, CDI España-Checoslovaquia 1971, art. 12.2 y 12.3; CDI España-China, art. 12.2 y párra. 2 del Protocolo Anexo; España-Cuba, art. 12, párra. 2 y 3, y Párra. 4 del Protocolo Anexo; España-Ecuador 1991, art. 12. 2 y 3; EspañaEE.UU. 1990, art. 12.2 y párra. 9 del Protocolo Anexo; España-Francia 1995, art. 12.2 y párra. 10 del Protocolo Anexo; España-India 1993, art. 12.2; España-Irlanda 1994, art. 12.2 y párra. 5 del Protocolo adicional; España-Israel, art. 12.2; España-Italia 1977, art. 12.2; España-México 1992, art. 12.2 y 3; España-Noruega 1999, art. 12.2.; España-Polonia 1979, art. 12.2 y 3 y Protocolo Anexo; España-Tailandia, art. 12.2. 18 dentro de la categoría “obras literarias” u “obras científicas” en los CDIs donde la distinción es relevante. Algún CDI, en el correspondiente artículo dedicado a los cánones, deja claro que tales contraprestaciones deben tributar en el Estado de la fuente de conformidad con los tipos previstos para las “obras científicas” (este es el caso del CDI España-Argentina 1992, cuyo Protocolo, en su párra. 4.d) aclara que los pagos por el uso o concesión de uso de programas de ordenador deben ser calificados como “obras científicas”), pero la mayoría de los CDIs donde se establece la citada distinción no ofrece ninguna pauta para calificar las contraprestaciones por el uso de PROR dentro de una categoría u otra40. Esta circunstancia ha sido la causa de un rosario de decisiones administrativas y judiciales en torno a la calificación como “obras literarias” o como “obras científicas” de los pagos relativos a PROR especialmente en el contexto del CDI España-EE.UU 1990. Muy, sucintamente, el contenido de estas decisiones lo podríamos resumir como sigue: - La DGT, poco después de la entrada en vigor del CDI EspañaEE.UU., interpretó que los PROR no podían calificarse como “obras literarias” y tributar en España al tipo reducido del 5 por 100 previsto en el art. 12.2.a) CDI, sino que, más bien, los cánones debían tributar al tipo general del 10 por 100. La DGT argumentó que los cánones por PROR no podían ser calificados tampoco como “obras científicas” y no se beneficiaban en consecuencia del tipo del 8 por 100 previsto en el art. 12.2.b) CDI España-EE.UU. para las obras científicas por tratarse de los PROR de ingenios técnicos más que científicos (Resolución de 11 de noviembre de 199141). Sin embargo, con posterioridad, la DGT aceptó la calificación de los cánones por PROR como obras científicas a los efectos del CDI España-EE.UU. (Resolución de 10 de enero de 199542). - El TEAC concluyó que los pagos relativos a PROR debían ser calificados como “obras científicas” a los efectos del CDI EspañaEE.UU. El TEAC fundamentó su decisión acudiendo a los criterios de interpretación que establece el art. 3 CC y el art. 23 LGT: para el TEAC, desde un punto de vista técnico y usual, los PROR son “obras científicas”. Igualmente, el TEAC apoyó su decisión en que los Comentarios al art. 12 MC OCDE 1992, párra. 13, que señalan que la asimilación de los PROR a una obra científica parece la más realista43. 40 El Protocolo Anexo al CDI España-EE.UU., párra. 9.b., especifica que, a los efectos del art. 12.2, apartado 2, “la determinación de si un pago constituye retribución por derechos de autor sobre obras científicas se efectuará con arreglo a la legislación interna del Estado contratante del que los cánones proceden”. 41 GONZÁLEZ POVEDA (1993), p. 361 reproduce el tenor de la Resolución de la DGT. 42 Citada por CARMONA FERNÁNDEZ (1998 a), p. 7; VÁZQUEZ DEL REY (1998), p. 105 cita igualmente las Resoluciones de 1 de febrero y 7 de julio de 1995. 43 Resolución del TEAC de 29 de septiembre de 1993 (JT 1993\1398); Resolución de 30 de abril de 1996 (JT 1996\566) (con anterioridad a ellas, la Resolución del TEAR de Madrid de 1992, transcrita por CARMONA FERNÁNDEZ (1998 a), p. 3-4, ya se había pronunciado en el mismo sentido). Por lo que respecta a la cita al MC OCDE 1992 en las Resoluciones del TEAC, debemos poner de manifiesto que, si bien tal versión del MC OCDE, parecía inclinarse por la 19 - La Audiencia Nacional, por el contrario, se fijó en la Ley 16/1993 de incorporación al Derecho Español de la Directiva 91/250/CEE sobre protección jurídica de programas de ordenador, que reformó la Ley de Propiedad Intelectual de 1987, para alcanzar la conclusión de que, al protegerse en nuestro ordenamiento los PROR como obras literarias, el PROR debe asimilarse a las “obras literarias” y calificarse como tal también en el contexto del CDI España-EE.UU44. La STS de 28 de abril de 2.001 (Normacef) ha refrendado este criterio con idénticos argumentos a los empleados por la Audiencia Nacional. De forma unánime, la doctrina nacional45 se ha decantado contraria a la calificación de los PROR como “obras literarias”. Entre otros, se han utilizado los siguientes argumentos para defender tal postura: - - Una interpretación conforme a las reglas de interpretación del Convenio de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969 (ninguna de las resoluciones consultadas, con la salvedad de la primera resolución de la DGT, utiliza tales reglas, sino las reglas en materia de interpretación del Derecho interno) conduce necesariamente a excluir la calificación de los PROR como obras literarias, tales PROR deben calificarse como obras científicas. Igualmente, la asimilación entre los PROR y las obras científicas en los Comentarios del art. 12 MC OCDE 1992, párra. 13, como argumenta el TEAC, permite concluir que los PROR deben calificarse como “obras científicas”. Aunque el CDI España-EE.UU (Protocolo párra. 9.b) reenvía al Derecho interno del Estado que debe aplicar el CDI para calificar una obra como científica, la asimilación de los PROR a las “obras literarias”, que realiza la Ley de Propiedad Intelectual (actualmente, el Texto Refundido de 1996) no constituye un argumento relevante a estos efectos. La asimilación a efectos de calificación de los PROR como “obras científicas” (“Ninguna de estas categorías [se está refiriendo a obras literarias, artísticas o científicas] es enteramente satisfactoria, pero el tratamiento [de los PROR] como obras científicas parece el enfoque más realista”), la versión del año 2000 parece relativizar estas afirmaciones. El párrafo 13.1. de los Comentarios al art. 12 del MC OCDE 2000 señala ahora lo siguiente: “Ninguna de estas categorías es enteramente satisfactoria. La legislación sobre derechos de autor de muchos países trata el problema específicamente clasificando el “software” como obra literaria o científica. Para otros países, el tratamiento como obra científica puede ser el enfoque más realista”. 44 Sentencias de la Audiencia Nacional de 10 de octubre de 1995 (JT 1995\1205); de 12 de diciembre de 1995 (JT 1995\1529); de 22 de octubre de 1996 (JT 1996\1464); de 15 de abril de 1997 (JT 1997\418); de 6 de mayo de 1997 (JT 1997\492) 45 Vid. VÁZQUEZ DEL REY (1999) y (2000), CARMONA FERNÁNDEZ (1998 a) y DE JUAN y DE LA CUEVA (2000). La AEAF (1998), p. 248, parece ser el único apoyo a las decisiones de la Audiencia Nacional, aunque la propia AEAF (2000), p. 186-189, ha variado su opinión y se decanta ahora por entender más correcta la doctrina del TEAC, precisamente, por estar fundada esta última en los Comentarios al MC OCDE, art. 12. Desde una óptica internacional, VOGEL (1997), art. 12, párra. 7 y 53b, se decanta, sin embargo, por entender que los “cánones culturales” también abarcan a los pagados por PROR por el hecho de que el Derecho privado alemán los PROR se protegen bajo los derechos de autor. 20 protección de las “obras literarias” y los PROR no conlleva una identificación de los PROR con las obras literarias, pues, difícilmente, en un sentido técnico o usual, como pone de manifiesto el TEAR, el PROR se puede asimilar a una obra literaria. A nuestro juicio, sin embargo, estos argumentos no son decisivos por las siguientes razones: - Difícilmente podemos acudir a los Comentarios al MC OCDE como medio válido de interpretación con respecto a un artículo (el artículo 12 CDI EspañaEE.UU.) que se separa ostensiblemente en su redacción del art. 12 MC OCDE. Además, los cambios recientes operados en el Comentario parecen relajar la identificación de los PROR con las obras científicas, más clara en versiones anteriores al MC OCDE 2000. - También la utilización de las reglas de interpretación del Convenio de Viena sobre Derecho de los Tratados (art. 31 a 33) es matizable cuando expresamente la norma internacional (el párra. 9.b) del CDI España-EE.UU.) impone una remisión a la normativa interna del Estado contratante y el propio CDI contiene una regla clara de interpretación el art. 3.2. que impone que, antes de acudir a la legislación fiscal interna de los Estados contratantes para interpretar un término del CDI, deba determinarse cuál es el contexto del mismo. - Si bien es verdad que la Ley de Propiedad Intelectual (tanto en su versión vigente en el momento en que ocurrieron los hechos de las presentes sentencias como en la versión actualmente en vigor) incluye en su ámbito de aplicación a los PROR, esto no implica necesariamente una identificación entre PROR y “obra literaria”, de hecho, en nuestra opinión, ni siquiera puede decirse que el ámbito de aplicación de la Ley de Propiedad Intelectual se limite a las obras literarias. Como la propia Ley pone de manifiesto, también protege a las “obras científicas”. Así, por ejemplo, el art. 10 ó 46.d).3 de la Ley (cuya redacción era idéntica en la Ley 22/1987) utilizan esta expresión, por ello, parece lógico que el TEAC concluyera que la categoría de obras científicas se adapta mejor a los PROR. El hecho de que el art. 1 de la Ley 16/1993 asimilara los PROR a las “obras literarias” tampoco es significativo, puesto que la finalidad de la Directiva que pretendía transponer dicha norma no era otra que extender a los PROR la protección garantizada en el Convenio de Berna para la protección de obras literarias y artísticas, que en su definición en el art. 2 de “obras literarias y artísticas” comprende todas las producciones en el campo “literario, científico y artístico46”. Por otra parte, la utilización de la Ley 16/1993 como parámetro para interpretar un CDI celebrado con anterioridad resulta, cuando menos, discutible: si así fuera, fácilmente uno de los dos Estados contratantes podría alterar el equilibrio del CDI por la vía de las modificaciones posteriores en la ley interna. Lo razonable hubiera sido que tanto la Audiencia Nacional como el TS acudieran a la Ley en vigor a en el momento de celebración del CDI, y ésta no es otra que la Ley 22/1987 de Propiedad 46 DELGADO ECHEVARRÍA (1997), p. 1378-1379. Vid. también VÁZQUEZ DEL REY (1999). 21 Intelectual, que distingue los PROR de las obras literarias (vid., por ejemplo, art. 10.i) de la citada norma). Tanto la Audiencia como el TS olvidan que el CDI España-EE.UU. contiene sus propias reglas de interpretación expresadas en el Protocolo adicional y en el artículo 3.2.: el Protocolo impone que para interpretar que un pago se realiza por retribución de la cesión de obras científicas debe acudirse a la legislación (no menciona la legislación fiscal únicamente) del Estado del que proceda el pago y, en el caso del ordenamiento español, esa legislación no era otra que la Ley 22/1987. Tan sólo la Ley 22/1987, de conformidad con el art. 3.2. del propio CDI España-EE.UU. es el contexto válido para interpretar el término “obras científicas” (y, por exclusión, el término obras literarias), por lo que acudir a una Ley posterior para realizar tal interpretación es, en nuestra opinión, metodológicamente improcedente. En este sentido, es de sobra conocido que la OCDE adoptó la interpretación ambulatoria en estos casos (será aplicable la ley vigente en el momento de aplicar el CDI), pero no es menos cierto que la propia OCDE pone coto a la misma en los Comentarios al art. 3.2., párra. 12, donde dispone que la interpretación ambulatoria será admitida sólo si el contexto (dentro del cual se menciona expresamente la intención de los Estados contratantes) no hace al intérprete decantarse por la interpretación estática47. Hay, además, otros razonamientos que apoyan la conclusión alcanzada en el párrafo precedente y que pasamos a exponer. Probablemente, en un sentido técnico y usual, como ponen de manifiesto las resoluciones del TEAC, los PROR son más asimilables a las obras científicas que a las obras literarias, y, en consecuencia, debían ser calificados y gravados como las primeras48. Hay varios indicios de que ésta era la voluntad de España y EE.UU. al firmar el CDI. En su red de CDIs, frecuentemente, España otorga un distinto tratamiento (no sujeción a gravamen o aplicación de un tipo reducido) a los derechos de autor “culturales” (sobre obras literarias) con respecto a otros derechos, por lo que resultaría extraño que en el marco del CDI España-EE.UU. se hubiera apartado de esta política de promoción de los intercambios culturales. Por su parte, la Administración de los EE.UU., en la Memoria Técnica que acompaña al CDI España-EE.UU., entiende que el tipo reducido es aplicable a los “cánones culturales”, resultaría, entonces, chocante que tal calificación se otorgara a los pagados por PROR sin que la propia Administración norteamericana hiciera expresa mención a ello; además, la Memoria Técnica del CDI EE.UU.-Italia de 1984, cuyo art. 12 emplea un sistema de tipos similar al CDI España-EE.UU., y la redacción de los supuestos a los que se aplica el tipo más reducido es análoga a la que contiene el CDI España-EE.UU. especifica que no estarán incluidos los cánones por PROR en ese tipo reducido49. De forma adicional, el 47 Vid. AULT (1993b), p. 67-68. El propio artículo 10 del Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual de 1996 no incluye a los PROR entre la enumeración de las obras literarias del art. 10.1.a), sino que les dedica una letra separada (la letra i) (lo mismo ocurría en la Ley 22/1987, de Propiedad Intelectual). Vid. sobre esta cuestión los comentarios que hacen BERCOVITZ y DELGADO ECHEVARRÍA en BERCOVITZ (1997), p. 164 y ss. y 192-194, aunque para BERCOVITZ los PROR, en puridad, no son obras científicas sino técnicas. 49 Citada tal Memoria por JONES y MATTSON (1988), p. 39. Acerca del valor de las Memorias Técnicas como instrumentos de interpretación de los CDIs, hay que reconocer que a las mismas no se les debe otorgar validez mas que cuando la otra parte contratante haya aceptado su contenido (vid., sobre esta cuestión, ALI (1992), p. 35-36, 48-49). En el caso del CDI 48 22 CDI España-Argentina 1992, no excesivamente lejano en el tiempo al CDI España-EE.UU, también utiliza una sistemática similar a la hora de gravar los cánones, aclara en su Protocolo párra. 4.d) que los cánones por PROR no son asimilables a los pagados por el uso o la concesión de derechos de autor sobre obras literarias, teatrales, musicales o artísticas50. Cabe plantearse, por último, si la doctrina de los tribunales más arriba citada o la interpretación que proponemos resulta trasladable a los cánones por PROR encuadrados en el marco de otros CDIs españoles que traten de forma diversa a las “obras literarias” y a las “obras científicas”. En primer lugar, el CDI España-Argentina 1992 (párra. 4.d) Protocolo Anexo) deja claro, como hemos puesto de manifiesto, que las cantidades pagadas por el uso o la concesión de uso de PROR estarán gravadas al tipo del 10 por 100 (aplicable, entre otros, a la cesión de uso de equipos científicos) y no al tipo reducido del 5 por 100 del que se benefician los cánones pagados por el uso o concesión de uso de derechos de autor sobre obras literarias, teatrales, musicales o artísticas cuando, según especifica el Protocolo 4.b), se paguen a su autor o causahabientes. En segundo lugar, en aquellos CDIs en los que los derechos de autor sobre obras literarias, dramáticas, musicales o artísticas no estén gravados en el Estado de la fuente (o se graven a tipos reducidos) y el propio CDI regule un tratamiento diverso para los derechos de autor sobre obras científicas, los PROR debieran someterse al tratamiento reservado para estas últimos, aunque a la luz de la doctrina de los tribunales que hemos estudiado, esta conclusión no sería acertada51. Por el contrario, en los CDIs en los que los cánones por derechos de autor de obras literarias y científicas estén España-EE.UU. la conjunción de la Memoria Técnica con la posición española permite inducir que la voluntad de las partes contratantes era que los PROR no tributaran al tipo más reducido. 50 Acerca de “interpretación paralela” de los CDIs, vid. VOGEL (1997), Introduction, párra. 83 y ss. En ocasiones, los Tribunales Económico-Administrativos han empleado la práctica subsiguiente en otros CDIs para interpretar un determinado CDI, vid., al respecto, CALDERÓN y PIÑA (1999). 51 CDI España-Bolivia 1997, art. 12.2 y 3 (exención para cánones sobre obras literarias pero gravamen del 15 por 100 para los cánones sobre científicas); CDI España-Canadá, art. 12.2 y 3 (exención para cánones sobre obras literarias pero gravamen del 10 por 100 para cánones sobre derechos de autor en general); CDI España-Checoslovaquia 1971, art. 12. 2 y 3 (exención para cánones sobre obras literarias pero gravamen del 5 por 100 para los cánones sobre científicas); España-Cuba 1999, art. 12. 3 y 4 (exención para cánones sobre obras literarias pero gravamen del 5 por 100 para los cánones sobre científicas); España-Ecuador 1991, art. 12.3 y 5 (tipo reducido del 5 por 100 para cánones en virtud de derechos de autor y remuneraciones similares sobre producción y reproducción de obras literarias, dramáticas, musicales o artísticas, tipo general 10 por 100 para derechos de autor en general); EspañaFrancia 1995, art. 12.2 y 3 (exención para cánones por derechos de autor sobre obras literarias o artísticas (con ciertas excepciones), tipo general del 5 por 100); España-Irlanda 1994, art. 12.2 (tipo reducido del 5 por 100 para cánones pagados por el uso, o el derecho a uso, de derechos de autor sobre obras literarias, de teatro, musicales o artísticas y tipo reducido del 8 por 100 para los derechos de autor sobre obras científicas); España-Israel 1999, art. 12.2 (tipo reducido del 5 por 100, entre otros, para derechos de autor sobre obras literarias, dramáticas, musicales o artísticas, tipo general del 7 por 100); España-Italia 1977, art. 12.2 (tipo reducido del 4 por 100 para cánones por derechos de autor sobre obras literarias, dramáticas, musicales o artísticas, con ciertas excepciones, tipo general del 8 por 100); España-México 1992, art. 12.2 y 3 (exención para cánones por obras literarias, dramáticas, musicales o artísticas con ciertas excepciones, tipo general 10 por 100); España-Polonia 1979, art. 12.3 y 4 y Protocolo párra. 3 (exención para cánones por obras literarias, dramáticas, musicales o artísticas con ciertas excepciones, tipo general 10 por 100) 23 equiparados en tratamiento, los PROR deberán ser tratados como las obras literarias a todos los efectos52. 5. UNA NOTA FINAL A la vista de los problemas que plantea la transferencia de software a empresas españolas, no podemos evitar hacer un comentario final. Es, cuando menos, curioso que el legislador y la Administración traten de fomentar el desarrollo tecnológico de las empresas y promover la inversión extranjera fundamentalmente en el sector tecnológico (éste es, por ejemplo, uno de los objetivos del Plan de Internacionalización del Ministerio de Economía o de los incentivos incluidos en la Ley 6/2000), y al mismo tiempo, se produzca una inseguridad notable en el tratamiento de las transferencias de tecnología, y, en concreto, de los programas de ordenador53. Tal inseguridad tiene su causa en la particular metodología y procedimientos empleados por la propia Administración y Tribunales españoles en el análisis de los CDIs celebrados por España. Cabe apuntar varios problemas básicos que este trabajo pone de manifiesto54: - La aplicación de los Comentarios a los MC posteriores a los CDIs celebrados con anterioridad: Es sobradamente conocida la posición de la OCDE en defensa de la aplicación de los nuevos comentarios al MC OCDE a los CDIs anteriores que sigan el MC OCDE55 y, en este sentido, de alguna forma, la Administración española e incluso los tribunales podrían estar siguiendo una inercia peligrosa, plasmada en el MC OCDE en 1992, pero heredera de una tradición interpretativa que atiende a una metodología estrictamente interna. Si bien es lógico que, la OCDE pretenda dar una cierta fuerza a los Comentarios posteriores al MC OCDE con el fin de no “congelar” los CDIs anteriores, sin embargo, en el caso de las observaciones españolas al MC OCDE 1992, la aplicación de la posición española a CDIs anteriores sobrepasaría la estricta aplicación de los Comentarios posteriores a los CDIs anteriores planteando serias dudas desde el propio Derecho de los Tratados (sería una autointerpretación de normas internacionales sin contar con la contraparte) y desde el punto de vista interno (¿hasta qué punto tiene la Administración el poder de dotar de significado al artículo sobre cánones o beneficios empresariales al margen de los procedimientos al efecto –y específicamente 52 CDI España-Brasil 1974, art. 12.2.a) (tipo reducido del 10 por 100 para derechos de autor sobre obras literarias, artísticas o científicas; tipo general del 15 por 100); CDI EspañaMarruecos 1978, art. 12.2 (tipo reducido del 5 por 100 para cánones por el uso o cesión de uso de derechos de autor sobre obras literarias, artísticas o científicas); España-Tailandia, art. 12.2 (tipo reducido del 5 por 100 para los cánones por el uso o concesión de uso de obras literarias, teatrales, musicales, artísticas o científicas, con ciertas exclusiones que no afectan a los PROR). 53 No nos hemos ocupado del tratamiento de las cesiones de know-how y su diferenciación con la asistencia técnica, pero éste es otro campo donde la inseguridad es notable debido a la confusión del concepto de asistencia técnica tradicional en el ordenamiento español con el significado que a tales términos se debe dar en el contexto del MC OCDE. 54 Repárese que, en ocasiones, la metodología incorrecta que apuntamos juega a favor de la Administración, pero también puede jugar a favor del contribuyente, como ocurre en el caso de la calificación de los programas de ordenador como obras literarias. 55 Vid. los comentarios en los párrafos 33 a 36 en la Introducción al MC OCDE 2000. 24 del procedimiento amistoso de naturaleza interpretativa-- que el propio CDI reconoce?; ¿se vulneran las disposiciones constitucionales relativas a los tratados internacionales cuando una mera observación al MC OCDE es capaz de modificar o precisar un tratado internacional anterior56?; ¿se vulneran con ello principios constitucionales como la jerarquía normativa, la interdicción de la arbitrariedad o la seguridad jurídica?). Por lo que respecta a los tribunales internos, parece que siguen la misma inercia que la propia Administración, sin plantearse problemas del tipo de los que comentamos (¿podría vulnerarse, entonces, el derecho a la tutela judicial efectiva que en ocasiones el TC ha admitido cuando existe un error en la aplicación de la norma57?. - La interpretación de los CDIs por referencia a la normativa interna: También en el presente artículo hemos estudiado otro bloque de cuestiones (la propia inercia derivada de la normativa interna que lleva a la Administración a la formulación de la observación al MC OCDE relativa a los programas de ordenador, la calificación como “obras literarias o científicas” de las cesiones de “software”) cuya solución es insatisfactoria, precisamente, en nuestra opinión, porque los llamados a resolverlas adoptaron un enfoque metodológico inapropiado. Así, por ejemplo, ¿tiene algún sentido interpretar el concepto de asistencia técnica (y las rentas gravadas en España) todavía por referencia a 56 El TC ha sido, hasta el momento, bastante reacio a declarar la inconstitucionalidad una norma interna que pudiera vulnerar un tratado internacional. Así, por ejemplo, las STC 64/1991, 187/1991 ó 37/1994 recogen la idea de que “la eventual colisión entre una Ley interna y un tratado internacional . . . no es problema que pueda ser suscitado ante la jurisdicción constitucional salvo que esté en juego el respeto de las normas constitucionales” (fj. 4 STC 37/1994). En la STC 142/93, fj. 3, el TC señaló que “la mera contradicción de una ley y un tratado no implica que aquélla sea contraria al art. 96.1. CE . . . No corresponde a este Tribunal determinar la compatibilidad o no de un precepto legal con un Tratado internacional, ni éstos pueden erigirse en normas fundamentales y criterios de constitucionalidad”. La reciente STC 176/2001 califica, a los efectos del art. 24.2 CE, como “mera cuestión de legalidad” la divergencia entre la interpretación del demandante de amparo y el tribunal ad hoc cuya sentencia se recurre en amparo por considerar que realiza una interpretación incorrecta del Convenio de Viena de 1963 sobre relaciones consulares. El Auto del TC 114/1991 es menos rígido que estas sentencias al apuntar el TC que el art. 94 CE tiene como fin garantizar “el señorío del Legislativo sobre las materias confiadas a su competencia, y [proteger] los derechos y libertades de los ciudadanos frente a la potestad normativa del Ejecutivo ejercida con ocasión de las relaciones internacionales del Estado” por lo que cabría plantearse hasta qué punto las observaciones del Ejecutivo en el contexto del MC OCDE, cuando tratan de ser aplicadas a actos autorizados por el legislativo por el procedimiento del art. 94 CE (es el caso de los CDIs) no invaden competencias del propio legislativo, especialmente cuando el Ejecutivo se aparta del procedimiento a estos efectos que el propio CDI arbitra (el procedimiento amistoso de naturaleza interpretativa). 57 En el ámbito tributario, por ejemplo, la STC 99/2000 declaró la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva porque el tribunal sentenciador cometió un error en la aplicación de la norma. Por su parte, la STC 176/2001, relativa al Convenio de Viena de 1963 sobre relaciones consulares, afirma que las cuestiones de legalidad (como la aplicación de tratados internacionales) sólo son controlables en sede constitucional “por una eventual falta de motivación o por arbitrariedad manifiesta, irrazonabilidad o error patente” (con cita a las STC 111/2000 y 161/2000). Con anterioridad, la STC 140/1995 realizó una interpretación del art. 31 Convenio de Viena sobre relaciones diplomáticas de 18 de abril de 1961 para confirmar que la interpretación del juez ad hoc era correcta y desestimar que se produce una vulneración al derecho a la tutela judicial efectiva. Se abre una puerta, entonces, a que interpretaciones manifiestamente irrazonables o con errores patentes de los CDIs por parte de los tribunales ordinarios puedan llegar a conocimiento del TC por la vía de la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva. 25 las normas vigentes en el ordenamiento español –no en los CDIs— a partir de los años setenta? ¿puede interpretarse, como hace la Audiencia Nacional o el TS, el CDI España-EE.UU. atendiendo a una norma interna posterior al CDI basada en una directiva comunitaria y desatendiendo otros materiales (documentos empleados por las partes, finalidad del precepto, práctica común española en otros CDIs, Ley interna española en el momento de celebración del CDI o las propias reglas de interpretación del CDI expresadas en su protocolo y el art. 3.2.)? Como ya hemos puesto de manifiesto, la propia OCDE pone coto a la interpretación ambulatoria de los CDIs en los Comentarios al art. 3.2., párra. 12, donde dispone que esta interpretación será admitida sólo si el contexto (dentro del cual se menciona expresamente la intención de los Estados contratantes) no hace al intérprete decantarse por la interpretación estática. El propósito de las presentes notas ha sido modesto: simplemente tratamos de poner de manifiesto los problemas sustantivos que genera la adopción de metodologías y procedimientos inadecuados en el contexto de la fiscalidad internacional, por referencia al supuesto específico de la cesión de programas de ordenador. Resalta en este sentido el apego que existe en la Administración y los Tribunales a la interpretación de los CDIs por referencia a categorías internas, sin intentar “interpretar” el significado de los términos de los CDIs empleando una metodología y un procedimiento auténticamente internacional, con los problemas de certeza en la aplicación del Derecho que se generan para el contribuyente58. Quizás una mejora “metodológica y procedimental” sea el auténtico paso que falte a nuestro ordenamiento para que las medidas legislativas de los últimos tiempos relativas a la internacionalización de la empresa y la economía no queden vacías de contenido59. Al mismo tiempo, hemos pretendido resaltar en este punto el engarce constitucional que el problema de la interpretación y aplicación de los CDIs por la Administración, los jueces y tribunales tiene, una vía hasta el momento inexplorada por el contribuyente, pero que abre las puertas a una revisión por parte del TC de las metodologías de interpretación y procedimientos “internos”. 6. BIBLIOGRAFÍA AEAF (2000): Fiscalidad internacional. Convenios de doble imposición: doctrina y jurisprudencia de los tribunales españoles (años 1996-1997), Aranzadi, Pamplona. 58 A la hora de corregir las pruebas del presente artículo tenemos noticia de que la reforma en curso de la LIRNR añadirá, en el art. 12.1.f), un concepto de canon que incluye la cesión de derechos sobre los PROR. NI que decir tiene que, al tratarse el concepto de canon de un concepto autónomo en los CDIs, la definición interna no tendrá efectos sobre estos últimos. En cualquier caso, habrá que esperar a ver cómo interpretan la Administración y los Tribunales el concepto de “cesión de derecho” sobre un PROR, pero, a nuestro juicio, sólo tiene derechos quien de alguna forma puede explotar el PROR, no quien adquiere el mismo para su uso. 59 Aparte de la mejora en los métodos interpretativos, la inexistencia de regulación interna del procedimiento amistoso de los CDIs y la oscuridad con que el procedimiento se desarrolla (v.gr. no se publican los acuerdos alcanzados, especialmente, los de carácter interpretativo) es un aspecto altamente negativo de nuestro ordenamiento. 26 AEAF (1998): Fiscalidad internacional. Convenios de doble imposición: doctrina y jurisprudencia de los tribunales españoles, Aranzadi, Pamplona. ALI (1992): Federal Income Tax Project: Internacional Aspects of US Income Taxation II, Proposals of the American Law Institute on US Income Tax Treaties (por H. Ault y D. Tillinghast), American Law Institute, Philadelphia. AULT (1993): “Treatment of Computer Software” European Taxation October 1993, p. 330. AULT (1993b): “The Role of the OECD Commentaries in the Interpretation of Tax Treaties”, en ALPERT y VAN RAAD (ed.), Essays in International Taxation, Kluwer, Deventer y Boston. BERCOVITZ (coor.) (1997): Comentarios a la Ley de Propiedad Intelectual, Tecnos, Madrid. CALDERÓN CARRERO (2001): “La tributación de los artistas (y deportistas) no residentes en el marco de los CDIs”, Carta Tributaria Monografías nº 14/2001. CALDERÓN y PIÑA (1999): “Spain: Interpretation of Tax Treaties”, European Taxation vol. 39, p. 376. CARMONA FERNÁNDEZ (2001): “Fiscalidad de las transferencias de tecnología y jurisprudencia”, Documentos del Instituto de Estudios Fiscales nº 11/01. CARMONA FERNÁNDEZ (1999): Todo sobre el Impuesto sobre la Renta de No Residentes, Praxis, Barcelona. CARMONA FERNÁNDEZ (1998): “De la fiscalidad del software”, Tribuna Fiscal, nº 91 mayo 1998, p. 77. CARMONA FERNÁNDEZ (1998a): “El software y la poesía como bienes especialmente necesitados de estímulo y protección jurídica: el Convenio Fiscal con USA”, Carta Tributaria nº 286. CARMONA FERNÁNDEZ et al. (1995): Fiscalidad de no residentes según la doctrina administrativa (1992-1994), CISS, Valencia. CUATRECASAS (ed.) (2000): Comentarios al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y al Impuesto sobre la Renta de No Residentes, Aranzadi. DE JUAN y DE LA CUEVA (2000): “Spain: Tax Treatment of Software”, European Taxation vol. 40, p. 276. DELGADO ECHEVARRÍA (1997): “Comentario al art. 96” en BERCOVITZ (Coordinador), Comentarios a la Ley de Propiedad Intelectual, Tecnos, Madrid, 1997. GETE-ALONSO Y CALERA (1997): “Comentario al art. 43” en BERCOVITZ (Coordinador), Comentarios a la Ley de Propiedad Intelectual, Tecnos, Madrid, 1997. GÓMEZ PERALS (1999): La cesión de uso de los programas de ordenador, Colex, Madrid. GONZÁLEZ CAMPOS y GUZMÁN ZAPATER (1997): “Comentario a los art. 155-158”, en BERCOVITZ (Coordinador), Comentarios a la Ley de Propiedad Intelectual, Tecnos, Madrid, 1997. GONZÁLEZ LINAJE (2001): “La cesión de derechos de explotación sobre el ‘software’”, página web de la Asociación Española de Derecho de la Propiedad Intelectual, http.: \\www.aedpi.com. GONZÁLEZ POVEDA (1993): Tributación de no residentes, La Ley, Madrid. JONES y MATTSON (1988): “General Report” en IFA, Tax Treatment of Computer Software, Cahiers de Droit Fiscal International nº LXXIIIb, Kluwer, Deventer, 1988. 27 LAINHOFF y VAISH (1997): “General Report (The Taxation of the Transfer of Technology)”, Cahiers de Droit Fiscal International vol. LXXXIIa, Kluwer, Deventer, 1997. MARTÍN JIMÉNEZ (1995): "Algunas reflexiones sobre el concepto de cánones en el ordenamiento tributario español y su compatibilidad con el Derecho comunitario," Tribuna Fiscal, febrero 1995. OCDE: “The Tax Treatment of Software”, en OCDE, Model Tax Convention: Four Related Studies, París, 1992. SONNTAG (1997): “The Tax Treatment of Engineering in International Large- Project Contracting”, Intertax vol. 25, p. 9. TILLINGHAST (1999): “Taxation of Electronic Commerce: Federal Income Tax Issues in the Establishment of a Software Operation in a Tax Haven”, 1999 WTD 172-14 (26 de agosto de 1999), puede encontrarse este artículo en “http://www.tax.org”. VAN DER LAAN: “Computer Software in International Tax Law”, Intertax 1991/5, p. 266. VÁZQUEZ DEL REY (2000): “Convenios de doble imposición y rentas derivadas de programas de ordenador”, en AA.VV. Derecho Tributario e Informática, Tirant lo Blanch, Valencia. VÁZQUEZ DEL REY (1999): “La calificación de los cánones de los programas de ordenador en el Convenio Impositivo entre España y Estados Unidos”, Revista de Contabilidad y Tributación nº 192/1999, p. 97. VOGEL (1997) : On Double Tax Conventions, Kluwer, Londres, La Haya, Boston. 28