Declaración Pública Frente de Académicos por el Derecho a la

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Declaración Pública Frente de Académicos por el Derecho a la Educación Superior. Para adherir a esta declaración mandar correo a [email protected] indicando nombre, facultad/escuela/departamento y Universidad. Los abajo firmantes, académicos de distintas casas de estudio, hemos decidido reunirnos y organizarnos en un “Frente de académicos por el derecho a la educación superior” mediante el cual nos permitimos dar a conocer nuestra opinión y participar activamente de la actual reforma a la educación superior. Nos reúnen los siguientes principios: 1.-­‐ La educación superior debe ser gratuita para todos los estudiantes a través de la transformación total del sistema universitario, incluyendo en ello mecanismos que resguarden la calidad y la misión pública de las instituciones. No es bueno seguir utilizando un lenguaje mercantil de subsidio a la demanda o de apoyo a la oferta: la educación es un derecho que se consagra en la responsabilidad del Estado en cuanto a la solvencia y regulación del sistema. La gratuidad universal es un principio que debe sustentar esta reforma. 2.-­‐Respecto a la definición de calidad los criterios usados se han construido hasta ahora bajo estándares ajenos a nuestras realidades, con escasa o nula participación del sector académico del cual formamos parte. Creemos que la calidad debe ser medida bajo parámetros que resguarden, al menos: 1) la misión pública de las universidades, 2) La amplitud de contextos y lenguajes para la producción y difusión del conocimiento y 3) las condiciones laborales justas en las que la labor académica debe desarrollarse. Es importante considerar que los académicos somos una parte crucial en la calidad de la educación superior y es por ello demandamos una participación activa en la construcción de estos estándares. 3.-­‐ El sistema de ingreso a la educación superior debe ser reformulado y reemplazado por un sistema que no excluya a priori según origen social. La PSU está diseñada a la medida de los conocimientos que entregan los colegios privados de este país y los proyectos de acceso inclusivo han demostrado que esta prueba no mide capacidades y tampoco sirve para proyectar el desempeño de los estudiantes tras el ingreso. Entonces, ¿por qué mantenerla? 4.-­‐La educación superior debe tener una misión pública y ello no significa a priori destruir la diversidad de proyectos que hoy componen el desregulado sistema universitario. Al interior de nuestras universidades, de todas las universidades, hay distintos proyectos disciplinarios cuya riqueza es indispensable rescatar. La autonomía de dichos proyectos académicos debe ser respetada; generar estándares sobre lo público no implica la generación de currículos únicos para cada disciplina. La base de la universidad está en la diversidad de miradas que componen el tenso campo del conocimiento. Ello debe ir acompañado, sin duda, de la acreditación de exigentes estándares de calidad bajo los cuales se podrá ingresar a un sistema único universitario financiado por el Estado. 5.-­‐ Sobre la progresiva instalación del sistema: Si bien sabemos que cualquier reforma requiere de un tiempo para su instalación y creemos que es posible diseñar una reforma que avance por etapas, ello sólo es posible si se detiene -­‐como primer término-­‐ toda clase de endeudamiento de los estudiantes y sus familias. Hoy, esto es ya un tema de derechos humanos insoslayable y los estudiantes no pueden seguir sosteniendo las incoherencias de un sistema que el propio Estado creó. Ni un solo estudiante más con deudas por educación. Los académicos firmantes declaramos estar a favor de una reforma que restituya a todos los ciudadanos su derecho justo a la educación superior. Invitamos a todos quienes quieran integrarse a trabajar activamente en pos de estos objetivos a sumarse a este referente unitario que convoca a todos los académicos del país. Sobre la necesidad de organizarnos y participar. Somos académicos que trabajan y cumplen roles académicos en diferentes Universidades y servicios públicos del país. Estamos reunidos en este “Frente de Académicos por el Derecho a la Educación Superior” por que estamos convencidos de que la educación superior es un derecho para todos y todas y que la gratuidad universal es un principio intransable para fundar cualquier reforma de educación superior honesta. La gratuidad universal no puede comenzar por un grupo. Eso no es un avance. Respetemos al lenguaje cuando se habla de “universal” en cuanto a derechos ciudadanos. Esto no es más que legitimar la discriminación, validar que hay estudiantes merecedores y estudiantes sin méritos. Esto es decirle a académicos y estudiantes que no son iguales y que en estos tiempos, no existe la posibilidad de lo universal o que lo universal es la injusticia. Bajo la convicción de que es posible el acceso universal y la igualdad en la educación, es que nos hemos agrupado. No es momento para separaciones arbitrarias según instituciones. Nuestros rectores defenderán los intereses de nuestras instituciones y plantearán argumentos que esperamos coincidan en la construcción de un gran referente por la educación. Nosotros, como académicos y profesionales, hemos sido testigos por años de un sistema educacional perverso, que usa y abusa de los estudiantes, y también, en algunos sentidos, de los propios académicos. No estamos dispuestos a que el silencio nos vuelva cómplices y perpetuadores del abuso. La educación superior se encuentra en crisis, pero en este caso la crisis parece ser un estado permanente. El sistema universitario chileno pasó de la gratuidad a un sistema financiado a partir de la matrícula y el crédito fiscal asignado a los estudiantes. En democracia las cosas no fueron muy distintas con la eterna crisis del Fondo Solidario y posterior Crédito con Garantía del Estado (ambos creados en democracia), lo que terminó por naturalizar el modelo crediticio, estableciéndolo como el único vehículo para financiar a los estudiantes y a través de ellos, a todas las universidades. Durante este modelo se entregó a los bancos el manejo del sistema de préstamos. Con ello la matrícula creció en un 100%, concentrando a muchos de los nuevos estudiantes en las universidades creadas después de 1981, las denominadas solo “privadas” sin apellido de “tradicional”. Como los bancos son instituciones que hacen negocio con los créditos, los estudiantes terminaron financiando no solo a las universidades [estatales, tradicionales y privadas sin apellido] sino también a los bancos. Un negocio redondo para todos, menos para los futuros profesionales. El problema del financiamiento, de la selección y de lo público ha sido motor del movimiento estudiantil en distintos contextos antes, durante y después de la dictadura. Históricas manifestaciones han surgido cíclicamente con estos tres puntos y con la demanda de que el Estado finalmente, se responsabilice. Se han levantado tantos petitorios, tomas y paros que ya perdimos la cuenta (1995, 1997, 2001, 2006, 2011, 2013, etc.). Ha habido tantos enfrentamientos en la calle y tanta represión que en un momento se nos extinguió la rabia y las lágrimas. Cuando muchos de nosotros ya creíamos la batalla perdida, resurgieron nuevamente los estudiantes secundarios y los universitarios para conmovernos a todos y demostrarnos que era necesario denunciar la injusticia que se había instalado como lo normal, que no podíamos ser indiferentes, que al fin y al cabo aún nos dolía. Muchos de nuestros estudiantes salieron de la Universidad, se insertaron en el mundo laboral y han debido empezar a pagar las infinitas y crueles deudas en las que el propio Estado convirtió los derechos de todos. Muchos de ellos hoy no pueden salir a marchar, no pueden ir a un paro, no se pueden sindicalizar, pagan y pagan y siguen. Fueron despojados de su agencia política. Los conocemos. Conocemos a sus familias. Junto con nuestros estudiantes vimos renacer demandas que pensamos que nunca volverían: EDUCACIÓN GRATIS, PÚBLICA Y DE CALIDAD. Entusiasmados nos sumamos a las movilizaciones, participamos en las marchas, aplazamos las evaluaciones y denunciamos una y otra vez cómo la represión golpeaba a nuestros estudiantes al luchar por un derecho que el Estado les debe, que nos debe a todos. El movimiento estudiantil logró posicionar el tema en los programas de gobierno de la última elección y no hubo nadie que no tuviese que pronunciarse respecto a este punto. La ciudadanía hizo sentir su opinión en las urnas. Sin embargo, los anuncios del último 21 de mayo desmoronaron nuestras ilusiones, una vez más. No conformes con no cubrir el arancel de todos los estudiantes de las llamadas universidades pertenecientes al Consejo de Rectores (CRUCH), esta reforma mediocre e insuficiente evidencia la impotencia de un Estado que no logra determinar ni aquello que será “lo público”, ni aquello que será reconocido como “calidad”. Mucho menos lo referido a la gratuidad. Muy por el contrario: genera equivalencias artificiales. Calidad y derecho asegurado para los estudiantes de universidades que fueron creadas antes del año 1981. Nada para los estudiantes de las universidades creadas a posteriori. Porque sepan todos que esta no es una diferencia entre privadas y estatales. Hay 9 universidades privadas en el Consejo de Rectores. ¿Por qué sus estudiantes sí son merecedores de este derecho? Esta reforma instala un nuevo sentido común y tenemos que ser claros en oponernos radicalmente a ello: No hay estudiantes de primera o segunda categoría. Los estudiantes son todos iguales en derechos. Todo estudiante es merecedor de una educación de alta calidad. Todos tienen derecho a la gratuidad universal sin discriminación. No importa de qué educación secundaria provenga el estudiante. No importa dónde viva. No importa cuál sea su capacidad socioeconómica o sistema de creencias. Todo estudiante tiene derecho a la educación superior y ese derecho es de responsabilidad del Estado y debe estar asegurado. La confusión que instala esta reforma vulnera derechos esenciales. Habría universidades “legítimas” y con estudiantes merecedores de gratuidad (aquellas que pertenecen al Consejo de Rectores, recordemos privadas y estatales, que suman una matricula de 294.342 estudiantes) versus universidades ilegítimas cuyos estudiantes no merecen nada (privadas sin apellido: y que suman una matrícula de 344.640 estudiantes). (CNED, 2014) Dice el Estado de Chile: La educación superior no es para todos. No todos pueden alcanzar este estatus superior del desarrollo humano. Que lo alcancen pues los merecedores, los que llenan las vacantes de estas 25 universidades del Consejo de Rectores. Los que pueden saltar el escollo de la Prueba de Selección Universitaria, los que tuvieron un buen ranking en su educación secundaria, los que se pagaron un preuniversitario. Que el resto pague si quiere estudiar. Incluso que pague aquel que habiendo superado estas trabas quiso y optó por proyectos educativos alternativos al CRUCH. Este hecho pone de manifiesto lo que se identifica como una de las grandes contracciones de nuestro modelo cultural. Por una parte, la afirmación de la igualdad fundamental entre seres humanos consagrada como un valor universal, y por otra, las desigualdades sociales reales que separan a los individuos en función de sus niveles de ingreso, condiciones de vida y seguridad. Nosotros quienes nos hemos agrupado en el “Frente de académicos por el derecho a la educación superior” le exigimos al Estado que plantee una reforma que considere como fundamentales los puntos anteriormente planteados. Una reforma educacional universitaria que represente una verdadera transformación del sistema y de la cual todos sus actores formemos parte. “Frente de académicos por el Derecho a la Educación Superior” 1. Adriana Kaulino, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 2. Albana Paganini, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 3. Alejandra Gonzalez, Facultad de Ciencias Sociales Universidad Alberto Hurtado, Facultad de Psicología Universidad Diego Portales. 4. Alfonso Raposo, Escuela de Arquitectura, Universidad Central de Chile. 5. América Opazo, Trabajo Social, Universidad Católica del Maule. 6. Américo Arroyuelo Araya, Académico Universidad Central y Cardenal Raúl Silva Henríquez 7. Ana María Álvarez Rojas, Facultad de Ciencias Sociales Jurídicas y Económicas, Departamento de Trabajo Social, Universidad Católica Silva Henríquez. 8. Ana María Contreras Duarte. Académica Escuela de Trabajo Social, Universidad Católica Silva Henríquez. 9. Ana Vergara, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 10. Andrea B. Bonifacio, Instituto Superior Santo Tomas de Aquino, Azul. Pcia. de Bs. As. Argentina 11. Andrés Durán, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 12. Bárbara Olivares Espinoza, Escuela de Psicología, Universidad Santo Tomás 13. Bernardita Labarca, Académica Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Universidad Diego Portales 14. Carmen Gloria Godoy, Escuela de Antropología, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 15. Carmen Gloria Ruiz Bustamante, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile. 16. Catalina Forttes Zalaquett, Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. 17. Catalina Ramírez Pino, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano 18. Cecilia Aguayo, académica. 19. Cecilia Leblanc, Decana Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 20. Cecilia Salinas Hernández , Trabajo Social de la Universidad Humanismo Cristiano. 21. Christián Matamoros F., Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile 22. Claudia Arellano, Antropología, Universidad Academia de Humanismo. 23. Claudio Guerrero, Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. 24. Claudio Gutiérrez Quintino, Instituto de Humanidades, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 25. Cristian González Arias, Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. 26. Cristian Larrotonda Dinardi, Unidad de desarrollo de la docencia, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 27. Cristina Quezada Rodríguez, Coordinadora Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad Alberto Hurtado 28. Daniela Escalona Thomas, Escuela de Geografía, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 29. Domingo Asún Salazar, Departamento de Psicología, Universidad de Valparaíso. 30. Domingo Izquierdo, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 31. Edda Hurtado, Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso 32. Eduardo Fermandois, Instituto de Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Chile 33. Estela Ayala, Universidad de Chile, Universidad de Santiago, Universidad Academia de humanismo Cristiano. 34. Federico Galende, Facultad de Artes de la Universidad de Chile. 35. Francisca Fernández Droguett, Escuela de Antropología, Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Investigadora Equipo Psicología Social de la Memoria, Universidad de Chile. 36. Francisca Márquez, Universidad Alberto Hurtado. 37. Francisco Báez Urbina, Universidad de Santiago de Chile y Universidad de Playa Ancha. 38. Francisco Carreras V. Sociólogo, Universidad Alberto Hurtado. 39. Francisco Estrada, Abogado, profesor universitario. 40. Francisco Reiter Barros, Facultad de Psicología Universidad Alberto Hurtado 41. Gabriel Urzúa Vera, Facultad de Ciencias Sociales, Escuela de Psicología, Universidad Central de Chile. 42. Gabriela González Vivanco, Facultad de Ciencias Sociales, Escuela de Psicología, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 43. Gabriela Raposo Quintana, Carrera de Geografía, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 44. Gianinna Muñoz Arce, Departamento de Trabajo Social, Universidad Alberto Hurtado. 45. Gisela Untoiglich, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires 46. Guillermo Cumsille, Departamento de Sociología, Universidad de Chile. 47. Hugo Vega Zamora, Facultad de Ciencias Jurídicas Universidad Católica del Norte. 48. Iria Retuerto, Escuela de teatro, Facultad de Artes, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 49. Isabel Araos, Vinculación con el medio, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 50. Ismael Puga, Escuela de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Diego Portales. 51. Iván Cisternas VIllacura, Académico UCSH -­‐ UAHC -­‐ UAH – UTEM 52. Iván Grudechut, Escuela de Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile. 53. Iván Pinto Veas, Académico, Becario Conicyt, Universidad de Chile 54. Javiera Sierralta Departamento de formación pedagógica, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 55. Juan Ormeño Karzulovic, Instituto de Humanidades, Universidad Diego Portales. 56. Lelya Troncoso Pérez, Psicología, Universidad de Chile y Universidad Diego Portales 57. Liliana Salazar Arredondo, Escuela de Trabajo Social y Sociología, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 58. Lorena Pérez, Departamento de Trabajo Social, Universidad Alberto Hurtado. 59. Lucía Sepúlveda, Trabajo Social, Universidad Academia de Humanismo Cristiano 60. Luis Emilio Rojas A., Facultad de Derecho, Universidad Alberto Hurtado. 61. M. Angélica Rodríguez Llona, Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y Económicas, Departamento de Trabajo Social, Universidad Católica Silva Henríquez. 62. M. Pilar Palacios Álamos, Universidad de Santiago, Facultad de Ciencias Médicas. 63. Macarena Barahona, Carrera de Geografía, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 64. Macarena Silva Solari, Facultad de Psicología Universidad Diego Portales. 65. Manuel Fernández Cárcamo, Facultad de Filosofía y Educación, Departamento de Filosofía, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. 66. Manuel Ugalde Duarte, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 67. Marcelo Garrido, Carrera de Geografía, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 68. Marcelo Urra, Escuela de Psicología, Universidad de Artes y Ciencias Sociales 69. Marcos Aguirre, Instituto de Humanidades, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 70. Maria Sol Anigstein, Antropóloga, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile 71. Mariana Valenzuela Somogyi. Antropología, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 72. Maribel Ramos, Departamento de Sociología, Universidad de Playa Ancha y Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. 73. Mauricio Sepúlveda, Investigador postdoctoral y académico, Facultad de Psicología, Universidad De Chile 74. Mike D. van Treek Nilsson, Facultad de Teología, Pontificia Universidad Católica de Chile. 75. Mónica Peña, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 76. Nelson Espinoza, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 77. Nelson Valenzuela, Facultad de Educación, Universidad Alberto Hurtado 78. Nicolas Schongut Grollmus, Universidad Gabriela Mistral. 79. Pablo Cottet Soto, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Instituto de Humanidades, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 80. Pablo Herraz Mardones, Escuela de Psicología, Universidad Católica Silva Henríquez. 81. Pablo Miranda Cortés, Director Escuela de Trabajo Social, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 82. Pablo Salvat, Departamento Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Alberto Hurtado; 83. Pablo Venegas Cancino, Facultad de Ciencias Sociales, Escuela de Psicología, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 84. Pamela Soto, Facultad de Psicología Universidad Diego Portales. 85. Pamela Suazo, Departamento de formación pedagógica, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. 86. Patricia Castillo, Facultad de Psicología Universidad Diego Portales. 87. Patricia Lamig Lopez Escuela de Educación Parvularia Facultad de Educación Universidad Cardenal Silva Henríquez. 88. Patricia Varela Cortés, Escuela de Derecho , Universidad Academia de Humanismo Cristiano 89. Patricio Miranda, Universidad de Santiago de Chile. 90. Paula Sáez, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 91. Paula Vera Vivanco, Doctora © en arquitectura y estudios urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile. 92. Paulina Chávez, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 93. Ramón Rojas Rossmorrey Escuela de Educación Física, Facultad de Educación, Universidad Católica Silva Henríquez. 94. Raúl González Meyer, Economista, Instituto de Humanidades, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 95. Raúl Rodríguez Freire, Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje Pontificia Universidad Católica de Valparaíso 96. Rocío Gallegos, Carrera de geografía, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 97. Rodrigo de la Fabián, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 98. Rodrigo Gangas Contreras, Escuela de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 99. Rodrigo Karmy Bolton, Centro de Estudios Árabes, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile. 100.
Rodrigo Mundaca Gómez, Escuela de Historia y Geografía, Facultad de Educación, Universidad Católica Silva Henríquez 101. Ruth del Canto Fernández, Facultad de Ciencias, Sociales de la Universidad Católica Silva Henríquez. 102.
Ruth Lizana, directora Escuela de Trabajo Social, Universidad Católica Silva Henríquez 103.
Sandra Fernández, Departamento de Geografía, Universidad de Concepción. 104.
Sebastián Guzmán, Profesor Investigador, Facultad de Educación, Universidad Andrés Bello 105.
Silvana Vetö Honorato, Escuela de Psicología, Universidad Andrés Bello. 106.
Sindicato Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez 107.
Soledad Cid Rodríguez, Antropóloga, Dirección de Investigación y Postgrado Universidad Central. 108.
Ulises Sepúlveda, Departamento de Historia Universidad Alberto Hurtado. 109. Valentina Paz Osses Cárcamo, facultad de Ciencias Sociales/Instituto de Sociología/Pontificia Universidad Católica de Chile. 110.
Valeria Fliman, Programa de Magister en Psicología Clínica, Universidad Diego Portales 111.
Verónica Verdugo Bonvallet, Departamento Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y Económicas, Universidad Católica Silva Henríquez. 112.
Victoria Rivera, Departamento de Trabajo Social, Universidad Alberto Hurtado. 113.
Ximena Tocornal, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales. 114.
Ximena Zabala Corradi, Facultad de Psicología, Universidad Alberto Hurtado. 
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