EL CRITERIO MÉDICO. MADRID, 1 0 DE OCTUBRE DE 1 8 7 i . LA HOMEOPATÍA Y EL MATERIALISMO MÉDICO. V. Visto lo que dicta la razón y enseña la experiencia, no se comprende una medicina racional sin admitir en el organismo vivo, objeto de nuestro estadio, un principio capaz de sentir y de mostrarse afectado por 'asvcausas que de afuera tienden á destruirnos, y con la propiedad de rehacerse saludablemente por solicitaciones bien dirigidas y prudentemente calculadas; como no se conjprende una sociedad sin vida propia y sin el sentimiento de su conservación y su defensa á la vez, contra todo lo que pueda mermar sus derechos ó coartar sus facultades. La naturaleza parece obedecer en todo á estas eternas leyes de la vida. La colectividad, como el individuo, siente que tiene ese principio vital que le permite vivir y funcionar, y no lo hace impunemente quien lo olvida ó lo desatiende, ya en el trato Intimo, ya en el oficial. Los médicos, así en patología médica como en patología social, curarían mejor á sus enfermos si no olvidaran que hay en ellos una fuerza vital sensible, reactriz, cuyas desarmonias se pueden adormecer, y aún sofocar con los paliativos de que dispone el materialismo, pero luego las reacciones, en esto como en todo lo que así se combate, son temibles. Los vitalistas que comprendan las facultades de esa fuerza universal tratarán de curar y aun mejor prevenir sus extravíos, no con el hierro y la sangre, sino por medio de reaciones vitales solicitadas dinámicamente, porque dinámica es 21 386 EL CEITJEBIO MEDICO. también, en el orden social, la magia de la palabra, de la persuasión , del ejemplo, de la educación moral. Ni tampoco se comprende una terapéutica verdadera, sin una ley que permita al médico ir con pié firme en busca de un éxito seguro ó probable al menos , y no á la ventura en alas de la casualidad ó de la suerte. La homeopatía posee estos dos grandes principios, de los cuales se derivan otros que forman el complemento del arte. Y es ííierza quefeederiven de estos dos principios el dinamismo medicinal, la pequenez de las dosis y la experimentación pura. Si sois vitalistas y profesáis el dinamismo, inmediatamente se os viene á ja mente, cuando consideráis la enfermedad, la naturaleza dinámica que la es propia. Os apercibís de su carácter, estudiáis su conjunto, analizáis sus manifestaciones, observáis su reflejo en una ó más regiones del cuerpo, de donde deducís la idiosincrasia y predisposiciones del sujeto, y si no hay causa que separar, ni el mal es tan ejecutivo que permita un tratamiento homeopáti- . co, os preparáis á elegir, con arreglo al criterio de la similitud, un modificador, un remedio que esté en perfecta consonancia con la naturaleza de la afección, un medicamento, en fin, que hateéis preparado de antemano, por un procedimiento tan ingenioso y tan sabio, que á la vez que os permite separar de él su parte grosera, desarrolláis su virtualidad propia, obtenéis su potencia dinámica, le dejais, por fin, en aptitud de ponerse en relación con la fuerza vital primitivamente enferma, por cuya paridad y semejanza á un tiempo, según las leyes de la vitalidad, obtenéis las reacciones posibles , las que os han de dar, si habéis elegido bien, lo contrario al sufrimiento, el alivio ó la salud. Si profesáis, pues, el dinamistao, repetimos, no es lógico ni razonable ningún otro procedimiento. El vitalismo y el dinamismo excluyen de todo punto el materialismo, y en ciertas enfermedades, sin necesidad de hacer profesión de vitalismo, lo excluye el sentido común. ¿No se os resiste pensar que los efectos ó desarmonías que produce un enfriamiento, un snsto, un rapto de cólera, una humillación, unos celos, una pasión deprimente, por la pérdida de personas queridas, e t a , etc., EL OBITEBIO MEDICO. 387 se hayan de combatir con una sangría, una purga, un vomitivo, un sinapismo, un cáustico y hasta una ventosa? ¿No os parece esto concordar en absurdo? Sangrar, purgar, aplicar sanguijuelas, cataplasmas, ¿para qué? ¡Para borrar las huellas que una impresión desagradable y conmovedora ha dejado en la vitalidad, en lo que tenemos de sensible, en lo que nos permite vivir y nos da actividad y fuerza para resistir estas y tantas otras influencias dañosas á que venimos expuestos ! Las razones de nuestra existencia rechazan estos métodos por inhumanos, por atentatorios á ella; la dignidad de nuestra misión, el objeto final de nuestra venida, de nuestra elevación á ministros-intérpretes de la naturaleza , los condenan. Por algo decia Boerahave que podia tenerse por feliz el médico que no perjudica, y que el género humano hubiera sido incontestablemente más afortunado si no hubiera habido médicos. Pedro Franck , cuya alta reputación en la medicina pública era bien conocida, miraba á los médicos como gente peligrosa, é invitaba á, los gobiernos á que les hicieran responsables de los millares de homicidios que cometían en el silencio del cuarto de los enfermos, ó mejor todavía, á que se les prohibiese el ejercicio de su profesión. Stahl y su comentador, encanecidos en la ciencia y en el arte, evaluaban en un 7 por 10 el número de enfermos que sucumbían á los medicamentos que se daban en tie:npo inoportuno 6 en excesiva cantidad. (1), Estas citas y otras ciento, que no hacemos por respeto á la dignidad profesional, representan otras tantas protestas hechas por médicos encanecidos y experimentados contra los abusos de la terapéutica que se funda en el materialismo. Tan grandes son y tan estupendos los abusos que se han comptido y se cometen por doquiera. Pero los que tenéis el hábito de las dosis grandes, del uso de los medicamentos llamados heroicos por su acción irritante, narcótica, caustica etc., aunque condenéis estas prácticas á laluz d d buen sentido, diréis, imitando á algunos de vuestros profesores (1) Doctor Quyard. 388 BL OBITBBIO XÉDIOO. más tolerantes: el principio simüia ñmilibus paxece, en efecto, contener más verdad que el contraria; el dinamismo vital es sin disputa un principio que no se puede negar; mas esas dinamizaciones hahnemannianas no pueden satisfacer las necesidades de los enfermos, porque no contienen nada que impresione esa misma fuerza vital, porque, como dijo ya otro profesor, que gozó de gran reputación aquf, ex nihüo nihil, de nada, nada debe esperarse.— Es una verdad: donde nada hay, nada puede obtenerse; mas permitidnos acerca de esto algunas reflexiones. Damos por sentado que sois vitalistas y que, como tales, admitís el dinamismo vital y reconocéis, con Hahnemann y su lógica severa , que la enfermedad comienza por la desarmonia de ese principio que siente, y que en consecuencia la enfermedad es c e n d a l y primitivamente dinámica. Os proponéis á la cabecera d d enfermo restablecer la armonía perdida, y deshacer de esta manera las alteraciones que, como consecuencia de aquélla, se han producido. Necesitáis, pues, buscar un medicamento cuyas condiciones sean tales, que pueda ponerse en relación con el principio ó fuerza enferma, y dicho se está que este medicamento ha de ser de naturaleza dinámica, pues ya comprendéis que ni la purga, ni el opio, ni el llamado astringente, ni ninguno de los que obran en virtud de su propiedad física ó química puede tener aplicación aquí como curativo; ha de ser de los que, üevsAoa al estado fluido por su especial preparación, hayan adquirido un poder dinámico en relación con la naturaleza dinámica de la enfermedad. Pero no conocéis estos medicamentos, no habéis estudiado bien estas preparaciones, y creéis, por lo que habéis oido á otros, ignorantes también, que en ellas no hay nada, y que de nada, nada; que son sólo agua clara sus disoluciones, y por lo tanto, son los homeópatas unos embaucadores y unos charlatanes. Mas tomaos vosotros el trabajo de hacer las preparaciones, y si reflexionáis tranquilament« y sin prevención alguna, os convenceréis, primero, de que en las preparaciones hahnemannianas hay sustancia medicamentosa como base, y una potencia incalculable como esencia, que vosotros desarrolláis por medio del frote ó la sucusion. Y es tan poderoi^o este procedimiento, que de sustancias inertes, como son E l CBITÍBIO irfDICO. 389 el licopodium, la sílice, y la sepia, por ejemplo, hace los remedios más heroicos. Pero los médicos vulgares y los químicos rutinarios no creen que, independientemente de las propiedades físico-químicas, hay otras virtuales en los medicamentos; virtudes latentes en el-estado grosero, pero susceptibles de un prodigioso desarrollo cuando se lleva la sustancia al estado fluido por los medios que aconseja el fundador de la homeopatía. Mas estos llemados peritos no lo creen, y como no se han tomado el trabajo de estudiarlo, dicen lo que diría el hombre más vulgar : «Aquí no hay nada, y de nada, nada». , Pero nos hemos propuesto esparcir alguna luz al rededor de los que ahora comienzan el ejercicio de la medicina, y les encarecemos, por lo mismo, la duda en materias tan difíciles cual es ésta, como el mejor medio de que se haga 1^ luz; y para que puedan resolver tanto problema como se les ha de presentar en su carrera, les aconsejamos que se ilustren en todo y por todo, en la inteligencia de que todo es siempre poco en medicina. Haciéndolo así, suponemos que saldrán de la esfera vulgar que circunda á la multiud; que no se harán rutinarios, y que someterán las arduas cuestiones de la ciencia al examen maduro primero, á la observación y á la experiencia después. Así preparados, podrán resolver la cuestión de dinamismo medicinal del modo siguiente : ' Un médico, al preparar su medicamento, comienza por coger una cantidad ponderable de sustancia medicamentosa; no le queda, pues, duda alguna de que va á operar sobre una sustancia que posee una facultad modificadora. Empieza la disolución de esta sustancia en agua ó en alcohol, ó en una mezcla de ambos líquidos, si con ello consigue mejor su objeto. Bien disuelta esta sustancia , comienza su dinamizacion, y si tiene conocimiento de lo que hace, le importa poco que vaya perdiendo sucesivamente sus atributos físicos y aun químicos. Prosigue dinamizando, seguro de que desarrolla así su virtualidad, y la desarrolla hasta un grado convencional con la experiencia; es decir , tritura, ó mezcla y sacude en frascos largos y estrechos tantas veces el medicamento, cuantas por experiencia conoce que es menester para los usos á que le destina. Hecho esto, i»pa perfectamente sus frascos, cuya sus- 390 SL OBrcxBio H^DICO. tancia sabido es que no conserva vestigio físico ni cnaiidad química apreciables. Si en este momento le asalta la duda de si allí, en aquella preparación, hay algo capaz de impresionarnos, dinámicamente hablando, le quedan dos medios de tranquilizarse y saber la verdad, que son la comparación y la experiencia. La duda comienza en el momento que el medicamento pierde, en el curso del procedimiento, su color y su sabor, y se aumenta naturalmente cuando, al terminar, asegura el químico que ninguno de sus reactivos comprueba la existencia de sustancia medicinal, lo cual no obsta para que se tenga la seguridad de que allí hay una porción, aunque pequeña, de la cantidad que sirvió de base al comenzar el procedimiento.—El médico homeópata, que se ha encargado de preparar esta sustancia, está seguro qne queda parte de lo que él puso, pero sus sentidos no lo encuentran ni la química tampoco; ¿tenemos derecho, por esto, para negar su existencia, ó será que nuestros sentidos no tienen el desarrollo que para descubrir ^ ese fluido se necesita, ni la química ha adelantado lo que sería necesario para el mismo objeto? decir en estas circunstancias: Quod non video aut non intelligo, negó, no es de hombres instruidos. La comparación y la experiencia lo han de resolver. Esto es lo lógico. Que nuestros sentidos no tienen el desarrollo necesario para impresionarse de cuanto existe en nuestro rededor, es evidwite. Ved si hay algún ser humano que haga lo <|ue el peiTo, mediahte la exquisita facultad que le distingue. El perro encuentra entro mil la naranja que su amo ha tenido en la mano; sigue la huella de éste por doquiera, como busca y levanta la caza, sólo por los efluvios que uno y otra dejan en su camino. ¿Habrá alguien tan perspicaz ó químico tan adelantado, que reconozca el fluido que hiere los sentidos del animal ? Cuando nos hallamos cercados por una enfermedad epidémica, como el cólera, la fiebre amarilla, etc., ¿habrá alguien que conozca á priori por señales físicas ó experimentos químicos el momento en que nos encontramos bajo su influencia? Y á propósito de lo que realmente existe, y nosotros no veiiK» ni encontramos, porque nuestros sentidos, normal y generataenne hablanrlo, no tienen un desarrollo tan perfecto como sería nwnester, vamos á referir una de lae ewperi«ncias de que fuimos tes- BL OBITDBIO HÍPICO. 391 tigos en una sesión de verdadero magnetismo, al que , dicho sea de paso, creemos no haber tributado jamas sinq un culto racional. Se trata de una joven del pueblo, sin instrucción alguna, sin saber leer ni escribir, en la cual un empírico en el arte de magnetizar habia descubierto condiciones de lucidez , que en realidad, la experiencia confirmó. La joven, bajo la dirección de un prudente y entendido magnetizador, se elevó, en efecto, á un grado de prodigiosa lucidez, dándonos, entre otras, la prueba siguiente. Sabido es, para quien tenga alguna noción de este gran adelanto científico, que una persona en estado magnético no ve con los ojos, ni lo ha menester para llevar s^u vista intelectual á inmensus distancias; mas, así y todo, á nuestra somnánbula se la vendaron los ojos para satisfacer la exigencia de algún espectador lego. Sentada nuestra heroína cerca de una mesa y en condiciones convenientes, se la puso delante una caja con cincuenta frascos de tinturas madres de otroS tantos medicamentos, perfectamente tapados con tapón de corcho. Se la mandó que cogiera uno de éstos, que resultó ser el que contenia la tintura de Ipecacuana. Se la dijo que procurara apoderarse de las cualidades de lo que allí habia, y para hacerlo, sin destapar el frasco, lo cogió de los extremos y se lo llevó á la frente, en el sitio donde dicen los frenólogos reside el órgano de la penetración. Lo tuvo allí algunos segundos, y dijo entonces : ((Ya está.»—Se le presentó después otra caja con doscientos tubos pequeños llenos de glóbulos, y tapados también con tapón de corcho. Los medicamentos que éstos contenían, estaban preparados á la 18.', 30.* y 200.* dinamizacion. Se la dijo, pues, que viera si entre aquellos tubos habia alguno que tuviera las mismas condiciones que el anterior.—Comenzó recorriendo con las yemas de los dedos todos los tubos por encima de sus tapones, y después de recorrerlos, volvió á comenzar, parando una de sus dedos en el tubo Ipecacuana 18.', el cual sacó de la caja, haciendo lo mismo con el-de las 30.* y 200." de la misma sustancia. Preguntada si eran todos de la misma naturaleza, contestó que de los tres salia un mismo fluido, aunque de fuerza diferente. La operación se repitió varias veces con otros de estos medicamentos, y siempre con igual, asombroso resultado. Todos los que allí habia. 392 EL OBITEBIO K^DICÓ. incrédulos y creyentes, quedaron convencidos, primero, de que el magnetismo encierra grandes verdades por más que se preste á la superchería y al charlatanismo; y segundo, que hay realmente en los medicamentos dinamizados un Adido perceptible por quien se halla en condiciones para ello, deduciéndose, en consecuencia, de todo esto, qne es absurdo negar la existencia de una cosa porque no la veamos ó no la percibamos con nuestros sentidos. Y no quiero, para corroborar más este aserto, dejar pasar la ocasión de referir otro caso, no debido al magnetismo, sino á la exquisita sensibilidad de uno de nuestros enfermos. Hace algún tiempo que fuimos consultados por un amigo nuestro acerca de,una tos catarral, algún tanto crónica, que padecía su cocinera. Por los síntomas qne presentaba y las condiciones que pudimos apreciar, le prescribimos Hepar sulfuris, ocho glóbulos, dinamizacion 200.", para disolver en ocho cucharadas de agua y tomar dos veces al dia. Cuando sólo había tomado dos dosis, se presentó nuestro amigo y nos dijo : «Mi hábil cocinera cree saber el medicamento que está tomando; dice que tiene azufre.»—Nosotros , y sea dicho también de paso, que nunca decimos á los enfermos el medicamento que damos, por creerlo perjudicial para ellos y para el progreso de la doctrina, comprendimos desde luego, por qué esta sirvienta gozaba de tanta reputación en el arte culinario. T. P. (iSe continuará.) FIEBRE TIFOIDEA. Una niña de seis años y medio, que vive en el núm. 28 de la calle del Cardenal Cisneros, que habia tenido una erupción cutánea que habia desaparecido, fué acometida, después de muchos dias de tristeza y poco apetito, de escalosfrios, seguidos de calor quemante, sed y dolor de cabeza, que la obligaron á guardar cama. Siguió en este estado siete ú ocho dias, y habiendo visto sus BL CBITERIO MEDICO. 3d3 padres que, á pesar de los medios puestos en planta, iba el mal agravándose cada vez más, determinaron avisarme. Era precisamente el dia 14 del último Agosto, por la tarde, cuando vi por primera vez á la enfermita, la que encontré con los siguientes síntomas : decúbito dorsal, violento dolor de cabeza, la fisonomía expresa el abatimiento, responde con lentitud á las preguntas que se la dirigen, pulso pequeño j frecuente (late 130 veces por minuto), calor acre y quemante, sed viva, lengua blanca y pegajosa, rubicunda en su punta y bordes, labios secos, encías rojas é hincbadas, vientre algún tanto tenso, deposiciones frecuentes y escasas, gorgoteo y dolor en la fosa iliaca derecha, fiebre que se exacerbaba por la tarde y remitía por la mañana, delirio nocturno, insomnio, ojos brillantes y fijos, pupilas dilatadas, conjuntivas inyectadas, fotofobia, orinas raras y rojizas, la piel del pecho y lados del cuello, al tacto, parecía la de una lija, sin presentar erupción alguna visible. Bajo la acción de Belladona, á la 12.', pasó el dia 15, en un estado, al parecer, más satisfactorio, habiendo desaparecido la diarrea y remitido muchos de los demás síntomas, en el que siguió hasta el 16 por la tarde, que tomaron de nuevo incremento muchos de eUos, notándose, ademas, en la enfermita más postración, tendencia constante á destaparse y á escurrirse á los pies de la cama, agitación y gemidos, el pulso pequeño, frecuente é intermitente, algún lentor eó los dientes y lengua, que estaba más seca, embarazo en la palabra, y orinas más abundantes, pero sin color. Sin embargo de que algunos síntomas se calmaron con Acidum •muriaticum, á la 4.*, bajo cuya influencia estuvo hasta el 18 por la mañana, como la agitación, la tendencia á deslizarse á los pies de la cama y la intermitencia del pulso, no pudo, con todo, impedir siguiera la enfermita agravándose cada vez más, siendo eu dicho dia su estado el siguiente: postración mayor, movimiento febril más intenso, aumentado por la noche, á nada contesta, saca con dificultad la lengua, que está más seca, y cubierta, lo mismo que los dientes, de una capa negruzca, labios secos y agrietados, aliento fétido, narices secas y como pulverulentas, delirio, aluci211 394 EL CRITERIO VCÍTUOO. naciones, algunos saltos de tendones, ojos inyectados y lagrimosos, evacuación involuntaria de orinas, tos corta, opresión de pecho, enflaquecimiento más sensible; la piel que cubre el sacro, grandes trocánteres, codos, hombros y orejas, se ve roja é inflamada. Prescribí Ehus toxicodendron, 12.", y ademas se lavaran con agua de árnica las partes inflamadas varias veces al dia, expolvorearlas con fécula, extender bien debajo de la enfermita una tela de seda, y variarla frecuentemente de posición. Así continúo hasta el 20 por la mañana, en cuyo dia podían apreciarse los síntimas siguientes: enflaquecimiento considerable, cara descompuesta, de un color amarillo terroso, está inmóvil y sin conocimiento, deglute con mucha dificultad y en muy corta cantidad los líquidos que á viva fuerza se la introducen en la boca, la que se ve negra y llena de una saliva fétida y sanguinolenta, labios secos, negros y agrietados, vientre meteorizado, náuseas, deposiciones frecuentes, oscuras y fétidas; la piel que cubre el sacro, grandes trocánteres, codos, hombros y orejas, se ve cubierta de escaras negras gangregonas; han aparecido varias ampollas ó vejigas del tamaño de pequeñas cerezas llenas de una sangre negra (penfigo sanguinolento); tiene una tosecilla casi continua, y el pulso pequeño, frecuente, desigual y débil. Arsenicum, á la 30.', modificó con una rapidez, puede decirse mágica, tan alarmante estado, y á beneficio de este heroico medicamento, se vio disminuir, y aun extinguirse del todo, el movimiento febril, lo mismo que el calor y la frecuencia del pulso, desaparecer el meteorismo, despojarse la lengua, los dientes y los labios de la capa oscura que los cubría; la nariz, aunque llena de costras, humedecerse, tomar las orinas un aspecto normal, moderarse las deposiciones, pasando primero á ser amarillas y píenos fétidas, y concluyendo luego por desaparecer del todo, ponerse madorosa la pie!, cambiar de color las partes gangrenadas, lo mismo que las ampollas del penfigo, que se cubrieron de costras oscuras ; tragar bien cuando quería, y bebei" con avidez lo que se la daba, conciliar á ratos el sueño, pero sin poder hablar, estaba muda; y si bien su fisonomía era más natural, se notaba, sin em- KL CRiTEBXO U:£DICO. 395 bargo en ella cierta fijeza en la mirada, que unido á la agitación que todavía tenía, volviéndose tan pronto de un hado como de otro, y á que por todo se enfadaba y enfurecía, resistiéndose á veces á tomar lo que se la daba, podian, no sin fundamento, hacer sospechar una terminación nada favorable de la enfermedad; y con más motivo si se atiende á que el dia 24 fué preciso dejarla salir de la cama, por no haber fuerza que pudiera retenerla en ella, de la que se tiraba continuamente al suelo, y parecía constituida en una verdadera exaltación maniaca, pues que furiosa y con los ojos fijos, se veia (cosa increíble, atendida la gravedad en que habia^ estado) á aquel esqueleto agarrado de la mano de sú madre, correr por la habitación, dando vueltas sin cesar y sin parar en parte alguna, chillando, arañando, mordiendo y pegando á todo el que se la aproximaba. Feliziji^Qí^^ Belladona, á la 30.*, no sólo disipó completamente en dos días este estado, sino que ademas hizo desaparecer el mutismo. Sobrevino una fiebre intermitente cotidiana, que precedida de bostezos y frío, se presentaba d la caída de la tarde, terminando con sudor por la madrugada, que cedió en seguida á China; concluyendo la escena con la formación de un grande absceso en el sacro y multitud de forúnculos diseminados por el cuerpo. Hepar sulfuris, y después Calcárea, pusieron fin á una dolencia tan grave, y que tantas alternativas había presentado, recobrando la enfermita gradualmente la salud, que hasta hoy dia de la fecha no ha vuelto á alterarse, y á la que ha sucedido una robustez mayor que la que antes de ella tenia. Madrid, 6 de Octubre de 1871. FRANCISCO FIRMAT. 396 EL CRITERIO MEDICO. LECCIÓN SOBRE LA PALATOPLASTIA. for Mr. R I C H E T . {L'Art Dentairé). Señores: el enfermo que va á ser objeto de nuestro estudio hoy, es un hombre de 44 años, fuerte, vigoroso, procedente de las provincias hace algunos dias, y que ha venido á consultarnos. Este sujeto no ofrece antecedentes remotos que puedan enlazarse con la enfermedad que le trae á París; tuvo una fiebre tifoidea á los 4 años, que le dejó como consecuencias una sordera completa derecha, y desde entonces ha tenido siempre una otorrea purulenta del mismo lado. Ha servido como guardia de orden público, y ha tenido una blenorragia; en fin, á los 37 años, adquirió un ciíancro consecuente, según su expresión; chancro seguido de roseóla, de impétigo ep el cuero cabelludo, de placas mucosas, y por fin, de un goma en la*bóveda del paladar, que produjo una perforación. El Dr. Reverdi le hizo llevar puesto un obturador de algodón; pero este obturador, extremadamente molesto, se impregna ademas de mucosidades, se cae, y no permite al enfermo hablar, á no ser con gran dificultad; ademas, es un medio esencialmente paliativo, que tiende á aumentar la.perforación, y ulcera sus bordes. El enfermo, sin embargo, no creyendo deber esperar una curación radical, habia venido con el objeto de hac rse construir un obturador metálico, que tendría por lo menos la ventaja de estar fijo, y de no estar cayendo constantemente en la bocia. Habéis podido comprobar que esta perforación, situada un poco á la derecha de la línea media, es elíptica en el gran diámetro antero-posterior; tiene de longitud tres centímetros; sus bordes son redondeados, y en ninguna de sus partes está el hueso al descubierto; por el contrario, las superficies óseas están por todas sus partes cubiertas por la reunión de la mucosa bucal con la mucosa pituitaria. No me detendré, señores, en examinar si esta EL CRITERIO MEDICO. 397 perforación es de naturaleza escrofulosa ó resultado de un traumatismo cualquiera; el diagnóstico es fácil. Sobrevenida en el último periodo de una afección sifilítica de las más claras, esta perforación ha^ sucedido á un goma; es por lo tanto de naturaleza evidentemente sifilítica. Pero se dirá: ¿ el enfermo está curado de la sífilis? No tendría inconveniente en responder, como Mr. Ricord: «Nunca se está seguro de haber sido curado de la sífilis, si es que alguna vez se cura.» El venéreo es una esfermedad cuyas manifestaciones pueden sobrevenir con intervalos más ó menos largos; constituye en aquel que la padece una diátesis adquirida, que puede permanecer indefinidamente en estado latente, no producir alteración alguna en la existencia y aquí, en el caso que nos ocupa más especialmente, no puede oponer obstáculo alguno á la operación; el enfermo puede considerarse como curado; su salud es excelente. Muchos médicos creen que un obturador basta para remediar los inconvenientes de una perforación; pero los obturadores se desgastan, ó por lo menos son susceptibles de descomponerse, y para un enfermo de provincia, representan la necesidad de hacer de tiempo en tiempo un viaje á Paris para componerlo, todo lo cuál debe tomarse en consideración; ademas cualquier obturador metálico ó no metálico puede desprenderse, y si el accidente tiene lugar por la noche durmiendo, puede caer en la faringe, ser deglutido , ó penetrar en la laringe, y dar lugar á sofocaciones que obligasen á practicar la traqueotomía. Sin duda, que estos casos son excepcionales, pero ¿no debe tenerse en cuenta su posibilidad? En fin , los obturadores se ensucian, ulceran la mucosa, y hacen necesarios constantemente trabajos de limpieza. Todas estas consideraciones demuestran hasta la evidencia las ventajas que el enfermo debe reportar de una operación susceptible de producir una curación completa. ¿Es decir que esta operación esté exenta de peligros? No, sin duda alguna; pero esos peligros, que voy á enumerar rápidamente, están lejos de ser tan temibles. Mr. Legouest, sólo ha referido un caso en que la hemorragia procedente de las arterias palatinas, ha tomado proporciones inquietantes; fiero debemos exponer que una hemorragia será siempre y fácilmente 398 EL OBITEBIO M^ICQ. cohibida por el hielo y la compresión, tan fáciles de practicar esta última sobre el plano resistente que ofrece la bóveda del paladar. , ¿ La gangrena de los colgajos debe temerse ? ¿ sí, ó no ? No, con el procedimiento de Mr. Baizeau, de que voy á hablaros, y que pienso emplear. En fin, ¿puede temerse el flemón difuso de la faringe, observado alguna que otra vez después de la estafilorrafia? No lo temo, porque no puede haber comparación entre el tejido del velo del paladar, compuesto de músculos y de un tejido celular flojo, y esa membrana fibro-mucosa resistente que forma los bordes de la perforación de Ja bóveda palatina, que debe oponer á la infiltración del pus una resistencia, una dificultad, que no puede encontrar en las paredes del velo del paladar ó en sus pilares, especialmente en los de la faiinge. No insisto sobre el dolor, que no es muy fuerte, pero que se puede evitar con el cloroformo. El enfermo debe ayudarse; es preciso que incline la cabeza hacia adelante, para que la sangre fluya, porque si no, como sucede en todas las operaciones practicadas en la cavidad bucal, la sangre caería en las vias respiratorias. Es menester que el enfermo sea obediente, dócil y sufrido; no dejaré de manifestar que esta operación es, si no imposible, por lo menos muy difícil en los niños. Langenbeck y Baizeau la han practicado sin embargo, y yo la he hecho con éxito en una niña, pero á costa de grandes trabajos causados por su indocilidad. La palatoplastia p uranoplastia fué intentada al principio, luego abandonada, y las fases sucesivas por que ha pasado esta operación , que da los más felices resultados, pueden atribuirse á la falta de un procedimiento bien conocido. Por lo que toca á mí, señores , durante mi permanencia en Lourcine, ideé un método que pudiera llamarse en alas, método que me guardo mucho de recomendaros, y que voy á explicároslo, para evitar el que lo inventéis algún dia. Hé aquí en dos palabras en qué consistía: formaba dos colgajos adherentes de cada lado del orificio, adherentes á las superficies elípticas que limitan la perforación; después de haberlos vuelto, les unía por sus superficies sangrientas y les suturaba; los hilos que conducía al exterior por las fosas nasales, sostenían EL ORITEBIO MÍDIOO. 399 una especie de bóveda, en la que los colgajos se gangrenaban casi siempre, sino en totalidad, lo bastante, al menos, para que saliera mal la operación. Muchos procedimientos, igualmente infructuosos , fueron inventados; no hablaré de ellos para insistir sobre el de Mr. Baizeau, el único que consigue éxitos casi ciertos. Mr. Baizeau,-cirujano militar, tuvo ocasión de practicar su procedimiento frecuentemente en un hospital de venéreos, de que estaba encargado ; y su Memoria, presentada á la Sociedad de Cirugía, fué objeto de un informe de Mr. Gosselin, que hizo de él un grande elogio. Mr. Baizeau, para evitar la gangrena de los colgajos, se funda sobre el hecho anatómico de que los vasos que nutren la mucosa de la bóveda palatina se dirigen formando un eje anteroposterior, y trata, ante todo, de no tocarlos; para eso hace una doble incisión semi-elíptica, á dos ó tres centímetros de los bordes de la perforación, incisión profunda que llega hasta el hueso; pero estas incisiones no se unen ni adelante ni atrás de la abertura, y dejan libre el paso á la sangre que debe llevar la vida á la mucosa. Hecho esto, con la ayuda de una espátula separa el periosto el cirujano, quitando con él todas las superposiciones óseas, las eminencias mamilares que cubren el hueso que no se puede rozar sin desprenderlas. Tenemos así dos colgajos flotantes en forma de doble puente, colgajos que se avivan y se aproximan por medio de suturas metálicas. La operación se practica, pues, en cuatro tiempos : 1.° Incisiones; 2.' Desprendimiento del periostio, y rozadura ó raspamiento del hueso para quitarle las eminencias mamilares óseas; 3 . ' Avivamiento de los colgajos; i.° Sutura; Langenbeck, que imaginó á la vez este procedimiento, trató de probar á Mr. Baizeau la prioridad de su descubrimiento; pero aquella pertenece al cirujano francés, y puede decirse que la operación practicada, como acabamos de indicar, es una operación esencialmente francesa. Lo más que se puede conceder i Langenbeck es el no haber rehuido el desprender las eminencias óseas; y es me- 400 ' EL OBITBBIO U&DICO. nester añadir que la idea de utilizar las laminillas óseas para la regeneración de la bóveda del paladar, pertenece, sin duda algun a , á Mr. OUier. Debemos decir que esta regeneración, que se puede obtener total ó parcial en los animales, en el perro,'por ejemplo, no se completa en el hombre. La perforación se encuentra tapada ulteriormente por una membrana espesa, resistente, que es suficiente para resistir á todos los inconvenientes. Al dia siguiente de la operación, los colgajos se hinchan, los hilos de-aparecen bajo esta inflamación, y esto bastaría por sí solo para conseguir una aproximación que haria supérfluo, hasta cierto punto, el empleo de las suturas; aquí sucede otra cosa muy distinta de lo que acontece en la estafílorrafía, en donde los músculos del paladar pueden, al contraerse, separar íos colgajos é impedir la reunión. MATERIA MÉDICA. PATOGENESIA DE ^SCULUS HIPPOCASTANÜM. PUBLICADA por el Dr. EOWIN M. H A L E , de Michigan. (Traducida para EL CRITERIO MBDICO por el Dr. J. C. Eort, de Uontevideo.) ( Omtinwicion). Observaciones clínicas.—Probablemente no existirá otro agente medicinal en la materia médica que desarrolle tantos síntomas sobre el recto como el ase. hippoc. Señalaremos algunas observaciones relativas á su esfera de acción. Un estudio detenido de su patogenesia nos conducirá á una de las siguientes conclusiones: Que bajo la acción de este medicamento se altera de una manera especial la membrana mucosa intestinal, desarrollando congestiones (venosas) é irritación de la misma. Qiie el punto de partida de su acción se manifestó en el sistema de la vena porta-, cuya circulación se verificó de una manera especial, ocasionando ó desarrollando síntomas muy atendibles en el aparato gástrico intestinal y sobre el hígado. El estudio de esta sustancia nos enseña cuanto acabamos de exponer en las dos conclusiones que dejamos consignadas. Los síntomas del aso. son tan gráficos y tan constantes, que no vacilaremos al asegurar que se realizará la curación EL OBITBRIO HáoiOO. 401 siempre, si conocemos y tenemos en cuenta al propio tiempo la cansa que produjo el estado morboso que nos prometemos combatir. Los síntomas que desarrolla en el recto y la clase de evacuaciones que produ• ce son enteramente semejantes á los que determina el áloes. Parece que no produce deposiciones abundantes, acuosas ni biliosas, siendo por lo ' general de color natural ó blancas; siendo necesarias grandes dosis para desarrollar estos síntomas. Es muy semejante al aloes, porque, como este medicamento, n« produce tampoco deposiciones biliosas, siendo de notar que aun cuando no desarrolle ninguna clase de deposiciones , el menor esfuerzo que se haga para defecar determina constantemente la sensación especial y desagradable de constricción en el recto seguida de su, descenso, plenitud, dolor, seqxitdad, comezón,picazón,' tenesmo, dolores, etc., que se extienden al ano y á las espaldas. No hay sustancia alguna que desarrolle en tan grande escala esta sintomatolog i a , y creemos que administrada bajo la ley del similia, está llamada á ser uno de los medicamentos más importantes para combatir muchas enfermedades de los intestinos gruesos inferiores. Desde que empezaron á publicarse las primeras experimentaciones de esta sustancia en la primera edición, titulada Nuevos remedios, hasta el dia, se han consignado en casi todos los periódicos médicos una multitud de testimonios que justifican su extensa esfera de acción en las afecciones hemorroidales. El Dr. Ricardo Hughes consigna la grande utilidad de este medicamento en dicha clase de afecciones, siempre que se presentan con poca tendencia á la hemorragia, pero con intensa plenitud y tirantez hacia abajo acompañadas de constipación; siendo un precioso medicamento en todos aquellos casos en que estando indicados nux vom. y sulph., no se consigue, sin embargo, con ellos la curación. Cita el Dr. Hughes un caso carioso, en que la segunda dilución decimal de este agente produjo un alivio muy notable y permanente. Los síntomas fueron referidos por el paciente del modo siguiente {Diario británico homeopático, núm. 92, pág. 249): « Tengo cuarenta y ocho años de edad y empecé á padecer á cosa de Ips trece de una grande sequedad en el recto haciendo una sola deposición cada semana. Por espacio de algunos años traté de combatir este estado con diversos remedios sin el menor resultado, y durante este tiempo el dolor no era muy intenso n i tampoco me sentí muy debilitado. Pero al llegar á la edad de los veinte y cinco hasta los treinta y cuatro, las cosas cambiaron completamente, y empecé á sentir dolores horribles; no podia estar sentado, quieto ni acostado, y la única postura que toleraba era hincado de rodillas. Este estado se prolongó por algunas semanas en el invierno, mejorándome siempre que llegaba el verano, y así seguí con muy pocos intervalos de alivio por espacio de dos años; entonces usé las sanguijuelas, que moderaron algo los dolores, sin embargo de que continuaron con bastante intensidad. Al año siguiente (1862), se me presentó un ataque bastan- 402 '' Sh OBITIBIO MÍDIOO. te fuerte, que daró algunas semanas, j me TOITÍÓ en el año sigaien' te (1863). El dolor que se me presentó me martirizaba espantosamente, y se asemejaba al que se podría sentir si á uno le serrasen con un cuchillo de atrás á adelante. Bell., puls., acón, y mere, fueron empteados sin ningún beneficio, aliviándome algo una mixtura que me aconsejaron. En 1864 aparecieron los dolores con tal intensidad que me pusieron á punto de sucumbir.» En tal estado, dice el Dr. Hughes, fui consultado por este enfermo y le administré cese, hippoc., tres gotas, de la segunda dilución centesimal en una copita de agua para tomar una cucharada por la mañana y otra por la noche. « Tomé el oesc., dice el enfermo, y en el trascurso de una semana mejoré notablemente, cuya mejoría continuó después progresando.» El medicamento parece que aliria mucho la postración del enfermo. Pasado un mes suspendí por un corto tiempo el uso de esta sustancia^, volviendo á su uso por haber vuelto los dolores, los cuales se aliviaron otra vez notablemente. He tomado dos dracmas próximamente del remedio, y hace algún tiempo ya que no lo empleo, sino cuando me siento muy mal y los dolores no me permiten dormir. El descenso del recto continúa siempre.» Termina este enfermo su relación dando gracias al Dr. Hughes por el grande alivio que le ha proporcionado en su dolencia con el cese. El Dr. Hughes, por su parte, aconseja al paciente que continúe usando con regularidad el medicamento, abrigando la esperanza de conseguir por su beneficio una completa curación. El mismo doctor refiere también lo siguiente: <r En el último número de este diario consigné los efectos del cese, en la curaciop de un caso de almorranas dolorosas y que contaban algunos años de antigüedad. Desde aquella época he vuelto á saber de mi cliente, el cual me ha escrito lo siguiente: «cHe tomado ahora, como anteriormente, eil aac., tres gotas de la segunda dilución en agua, dos veces al dia y por espacio de un mes, y no vacilo en asegurarle que he recobrado mi salud; no tengo dolor, y el prolapsus queda reducido á un pedazo de piel suelta. Si los síntomas volvieran á presentarse acudiré inmediatamente al remedio, pero creo y espero que no he de necesitar de él.» Los dos casos siguientes demuestran que también es un medicamento de grande valor en la forma aguda de la enfermedad. 1.° Bicardo S., de veinte años de edad, vino á consultarme acerca de unas almorranas que venia padeciendo' hacia una semana. El vientre estaba algo seco y extreñido, siendo bueno el estado general. Le administré nueve gotas del OÍSC. para tres onzas de agua, con encargo de que tomara tres cucharadas al dia. Apenas había tomado la mitad de la dosis, á cosa de las treinta y seis horas, todos los síntomas de almorranas habían desaparecido, suspendiendo el medicamento que no tuvo necesidad de volver á usar más. (Se continuará.) EL CBITEBIO MÍDICO. 403 INSTITUTO HOMEOPÁTICO AMERICANO. REUNIÓN DE 1871, EN FILADELFIA. (^Cmitiuuaewn.') Junio 8 . — T E R G E B DÍA. Abierta la sesión á la hora ordinaria, leyó el Dr. Ludlam, secretario del Instituto, nn telegrama de San Francisco (California), firmado por los médicos homeópatas de aquella ciudad, y en el que se invitaba al Instituto á celebrar allí sus sesiones en el año de 1872. Fué acogida con grandes aplausos la invitación, pero no se tomó acuerdo sobre ella. Como el Dr. George F. Foote, de New-York, deseaba volverse á esta ciudad ái)tes de concluir las sesiones, se le permitió hablar. Sn principal objeto al dirigirse al Instituto era ocuparse de los resultados obtenidos por los esfuerzos hechos para la fundación de nn manicomio homeopático en Middletown, perteneciente al Estado de New-York. Después de exponer las dificultades que se originan siempre para qbtener los fondos necesarios, dijo: « Apelé después á los habitantes de Middletown. Todas las suscriciones se nos dieron en pagarés que vencían al año, con los que se hizo el pago del terreno comprado, y las acciones fueron entregadas al Estado, en virtud del convenio celebrado. El Estado nos ha concedido la.cantidad de 76.000 dollars, que recibiremos probablemente la semana próxima. Se han empezado los trabajos sobre el terreno, y tenemos cincuenta hombres ocupados en la edificación de la parte central del manicomio, capaz de contener cuarenta dementes, más las habitaciones necesarias para los empleados. En el invierno próximo se abrirá ya esta parte del edificio y se admitirán enfermos. Existe un deseo en los administradores y aun en mi, de pedir al pueblo otra cantidad de 20.000 dollars que se necesitan. Con esta cantidad conseguiríamos 40.000 dollars más del Estado, de los que podemos disponer ^tan pronto como empecemos la edificación de una de las partes laterales del manicomio. Algunos médicos están ya trabajando para conseguir de los snscritores la suma presupuestada nuevamente. Algunos creen que la nueva institución médica es local, pero se equivocan, porque es nacional, y la ley de fundación así lo consigna, y por eso ayuda el Estado á su construcción. Si todos nos ayudan , podremos dentro de un año tener edificio bastante construido para colocar ciento cincuenta dementes, aun sin la conclusión de aquél. Si conseguimos los 20.000 dollars más, habremos obtenido con ellos en 404 EL CBITEBIO MILICO. junto la suma de 225.000, á que ascienden las cantidades suscritas por los particulares, corporaciones, Estado j la villa de Middletown, para la construcción del gran manicomio. El Dr. J . H. Woodbury, de Boston, hizo un resumen de su Memoria sobre las Aplicaciones tópicas en las enfermedades del útero, cuya lectura se interrumpió en la sesión anterior. El Dr. O. B. Gause, de Filadelfia, leyó un trabajó titulado Crítica de las reglas ordinarias para la aplicación del fórceps, que fué oido con profunda atención. El Dr. E. F . Beckwith, de Zanesrille, leyó la historia de un caso de unos dolores violentísimos después del parto, con hemorragia, causados por las contracciones irregulares del útero. El Dr. S. S. Lungnen, de Toledo, Ohio, hizo relación de un notable caso de obstetricia acaecido en su práctica. El Dr. E. W. Townsed, de Greensburg, Ohio, presentó una Memoria detallada, relativa á un caso de hipertrofia congénita de los riñónos en un niño, cuyos ríñones fueron extraídos después de muerto el niño, y los presentó á la vez al Instituto. El comité de recepción dio cuenta de estar presentes en la sesión trescientos miembros y delegados; representando estos últimos á quince sociedades de Estado, á cuarenta y dos locales y de condado, á veinte hospitales y asilos, á veinte y dos dispensarios, á nueve colegios médicos y á ocho periódicos homeopáticos. Se puso después á discusión el trabajo del Dr. Gausé. El Dr. G. W . ^wazey dijo que al oir lo manifestado en su trabajo por el Dr. Gause, podía inferirse que el uso del fórceps era de necesidad general. En treinta años que llevaba de práctica sólo lo habia raras veces empleado, cuando era de absoluta é imprescindible necesidad. Creia que en la inmensa mayoría de los casos se verificaba el parto por los solos esfuerzos de la naturaleza, sin ayuda de instrumento alguno; y que la observación cuidadosa de los casos y la confianza en la naturaleza debían siempre llamar más la atención que la confianza en los instrumentos. Por último, consideró la cuestión que se trataba del mayor ínteres práctico. El Dr. T. S. Verdi expuso al Instituto que en los primeros años de su práctica había hecho uso con frecuencia del fórceps, pero desde hacia mucho tiempo lo juzgaba innecesario. Era opuesto á su uso frecuente, y creia que de cíen casos era innecesario en los noventa y nueve. El Dr. Lyman Clary, de Syracuse, creía que en algunos casos en que habia grandísimos dolores, se podían evitar con el uso oportuno^ del fórceps, porque la naturaleza no siempre es bastante para terminar el trabajo del parto. Que el modo de usarlo, según antiguas reglas, por los médicos jóvenes, era con frecuencia peligroso, como se lo enseñó su propia experiencia; y. que el profesor- debía permanecer sereno EL CBITEBIO KÍDICO. 405 ante cualquiera situación, distinguiendo con facilidad el caso en que debia emplearse el fórceps. ' El Dr. Charles H. Haeseler dijo que no comprendía por qué se tenia miedo al fórceps; que aquellos que no supieran su uso que no lo emplearan. Añadió que prestaba grandes auxilios en muchos casos, y que los hay en que su uso es indispensable é indiscutible. El Dr. Swazey replicó que los éxitos obtenidos en su larga práctica hablan sido constantes sin el uso del fórceps. Que algunos parece que creian que el empleo del fórceps tiene por objeto librar á la paciente de sus dolores; pero su opinión era que mucho dependía del tacólego, que es capaz de inspirar á la paciente Talor y esperanzas para hacer más llevaderos los dolores y que se termine felizmente el parto, si las fuerzas se emplean como es necesario y conveniente. El Dr. A. 8. Wall, de New-York, convino en lo dicho por el doctor Bwazey, relativamente á la importancia de animar á las parturientas y de asegurarlas un éxito pronto y feliz. El Dr. H. N. Guemsey manifestó que consideraba á veces necesario el uso del fórceps, pero á la vez estaba conforme con mucho de lo expuesto por el Dr. Swazey; que la materia médica homeopática debia emplearse en todos los casos, en obstetricia lo mismo que en la práctica médica. 8i el caso se presenta grave, los síntomas guiarán para la elección del medicamento que producirá el alivio y la curación. Si las fuerzas de la naturaleza trabajan armoniosamente y en una misma dirección , todo irá bien; pero si no hay esa armonía y van en dirección opuesta, el medicamento propio escogido corregirá la desarmonía de las faerzas y su oposición mejor que ninguna otra cosa. Se cerró la discusión sobre los trabajos concernientes á obstetricia. , El Dr. T. S. Verdi presentó las siguientes resoluciones, cuya discusión se dejó para la sesión del dia siguiente. Se acuerda, que el Instituto Homeopático Americano juzga impropio el que un miembro pronuncie todos los años en su reunión el discurso inaugural. Se acuerda, que el Presidente pronunciará un discurso en la apertura de cada reunión del Instituto, en cuyo discurso pasará una revista general á los progresos de la medicina y de la homeopatía durante el último año, y los asuntos de que juzgue debe ocuparse el Instituto durante sus sesiones, como más necesarios. El Dr.,I. T. Talbot, presidente de 1» Comisión de cirugía, leyó un informe y presentó los trabajos que esta Comisión habla recibido, y eraa los siguientes: ' -Di la ovariotomta, por el Dr. I. T. Talbot, de Boston; de las hermas, por el Dr. G. D. Beebe, de Chicago; Resección de las articulaciones, por el Dr. E. C. Franklin, de 8t. Louis; Recientes adelantos quirúrgicos, por el Dr. B. W. James, de Filadelfia; FóUpo de la conjuntiva y 406 KL CBITERIO HáoiCO. líemeralopia, por el Dr. T. J . Alien, de New-York; De las fracturas, por el Dr. N. Schneider, de Cleveland; Medios é instrutuentoe para contener las hemorragias, por el Dr. W. Tod Helmnth, de New-York; Enfermedades de los conductos lagrimales, por el Dr. C. T. Liebold, de New-York; Clínica quirúrgica, por el Dr. Malcolm Macfarlan, de F i ladelfia; del estrabismo, por el Dr. James B. Bell, de Angnstaj Obstrucciones mecánicas de los intestinos, con casos, por A. R. Thomas, de Piladelfia; Cálculos intestinales, por Charles H. Von Tagen, de Harrisburg; Clínica quirúrgica auricular, por el Dr. H. C. Honghton, de New-Yoí'k; Amputación de las articulaciones y del uso de las suturas metálicas, por el Dr. S. R. Beckwith, de Cincinnati. El Dr. Talbot lejó el informe de estos trabajos y lo hecho por la Comisión. Hizo notar los adelantos hechos en la cirngia por los médicos homeópatas. Manifestó que esto dependía, no sólo del aumento siempre creciente de los médicos homeópatas, sino también de la intolerancia de los cirujanos alópatas de no operar á los enfermos asistidos por los homeópatas, lo cual obligaba á éstos á dedicarse en más número á la;práctica de la cirugía, y como consecuencia de esto, la escuela homeopática contaba hoy en los Estados Unidos con cirujanos afamados y de inmensa reputación. * El trabajo presentado por el Dr. Alien sobre un pólipo en la conjuntiva, iba acompañado de una lámina representando el estado del ojo al empezar el tratamiento.: el Dr. Alien añadió que habia sido curado con zincum, lycopodium y calcárea. El Dr. Liebold leyó un extracto de BU trabajo Enfermedades délos conductos lagrimales y de las glándulas. El Dr. W . T. Helmuth leyó una lista de los medios é instrumentos de qne se ocupaba en su trabajo, que tenia noventa páginas, con indusion de una disertación extensa sobre la Diátesis kemorrágica, y de los medios mecánicos y^ medios de tratamiento. Leyó por completo la parte que se referia á la posición de las partes para contener la hemorragia. Para una herida del arco palmar aconsejó la colocación de una almohadilla sobre la parte interior de la articulación de la muñeca, y el brazo fuertemente en flexión/sobre esta dirección y vendado. El Dit B. W. James presentó y explicó el uso de un gran número de nuevos instrumentos quirúrgicos, y después leyó un extracto el doctor A. R. Thomas de su trabajo Obstrucciones mecánicas de los intestinos. El número é importancia de las Memorias ó trabajos que presentó la Comisión de Cirugía, demuestran los rápidos prog^reeos hechos por los homeópatas en la ciencia quirúrgica. El Dr. F. R. Me. Manus leyó después la propuesta de la Comisión de Examen de calidades, para la admisión como miembros de varios médicos homeópatas que lo habian solicitado, y entre los cuales se encontraban tres doctoras. ÍL CBITEBIO HÍOICO. 407 Acto seguido se presentó tins proposición para que no se admitiera á las tres doctoras; esto produjo una fuerte y acalorada discusión, que hizo prolongarse la sesión dos horas más; pero al fin fué desechada la proposición por bien poca mayoría, y puesta á votación la propuesta de la Comisión fueron admitidos los médicos por unanimidad, y también las doctoras, en la rotación especial que hubo para ellas, pero sólo por siete votos de mayoría. Acto seguido se levantó la sesión. {Se continuará.') VARIEDADES. Como habíamos anunciado á nuestros lectores, el 27 de Setiembre último se celebró en Oxford (Inglaterra) el Congreso anual de los médicos homeópatas ingleses. Como el Dr. Madden, presidente del mismo, se encontraba gravemente enfermo á causa de una apoplegia cerebral, ocupó la silla presidencial el Dr. Drysdale, y fel Dr. Hughes leyó el discurso qi^ habia de pronunciar el Dr. Madden. El Congreso acordó por unanimidad un voto de gracias al Dr. Madden por su magnifico discurso, manifestando á la vez vivísimos deseos de verle pronto recobrado de su grave enfermedad. El Dr. Blach leyó una memoria titulada Posología, que dio lugar á una viva y animada discusión. -Se suspendió luego la sesión por una hora, y después se leyó el informe de la Sociedad Hahnemanniana de publicación. Concluida su lectura se acordó que el Congreso se reuniría el año próximo en York; y se eligió Presidente del mismo al Dr. Black, de Clifton; vicepresidente al Dr. Dünn, de Doncaster, secretarios á los doctores G. Blake y Nankivell, y tesorero á Mr. Fraser. El Dr. Moore, de Liverpool, leyó después una Memoria sobre las enfermedades del útero y del ovario, y concluida su discusión, el doctor Dnnn leyó otra titulada Ventajas de la homeopatía en la práctica de la cirujia; y el Dr. Wynne Thomas, de Birmingham, leyó un trabajo denominado Historia de algunos casos-quirúrgicos. El banquete se celebró á las cinco y media de la tarde, asistiendo al mismo todos los individuos del Congreso, y otras personas de distinción afectos á la medicina homeopática. Cuando recibamos las actas, procuraremos comunicar á nuestros lectores, con la extensión que permite la índole de nuestro periódico, todo lo más notable de que se haya ocupado el congreso. 408 KL OBITBBIO H^DIOO. Se trata de fandar por medio de suscricion pública nn gran hospital homeopático en Chicago, para lo cual se ha invitado á los médicos homeópatas y personas afectas á la homeopatía del estado del Illinois, cuya capital es Chicago, á que se suscriban, no admitiéndose más de un doUar por persona. La suscricion ha empezado ya con los mejores auspicios en la tesorería del Colegio médico de Hahnemann de Chicago, y promete realizar pronto las esperanzas de sas fundadores. Nuestro compañero de doctrina el Dr. Peuillet ha demostrado al, presentar varias observaciones sobre la tisis pulmonar, que esta dolencia tan terrible ocasiona el 40 por 100 del total de defunciones en Malta y en otras ciudades, y el 8 por 100 en los países más privilegiados, como en Niza. En Argel solamente morian de tisis pulmonar el 5 por 100 de los enfermos; es más, muchos de aquéllos, casi completamente desahuciados, se han establecido en dicho país, y han vivido largo tiempo con una buena salud relativa, y por la sola acción de su benéfico clima. En El Eco de Italia del 2 de Agosto, diario que se publica en Nueva-York, hemos leido un caso de longevidad muy notable. Acaba de morir, después de cumplir los 135 años, Giacomo Tomáis, del Canadá, el cual jamas, hasta su fallecimiento, habia estado enfermo, y conservó hasta sus últimos momentos las más cabal inteligencia, y la memoria de toda su vida pasada. Puede servir de aviso i los fumadores lo que cuenta un periódico extranjero sobre inoculación del virus sifilítico por medio de los cigarrillos de papel. Una cigarrera de Nueva-York que padecía de escoriaciones sifilíticas en los labios y la nariz, se dedicaba á sn ocupación de liar cigarrillos humedeciendo con saliva el papel de aquéllos. Al poco tiempo se observó en Nueva-York que muchos fumadores habían sido atacados de llagas y grietas en los labios, que resistían al tratamiento ordinario y presentaban los caracteres de un vicio venéreo. Después de minuciosas investigaciones, se llegó á conocer el origen de la enfermedad , que nadie podía suponer. La fiebre amarilla hace terribles estragos en Charleston, donde se han cerrado las oficinas y los almacenes de la Aduana. MADRID, 1871.—IMPBBNTA Y líSTBBEOTIPIA DE M. BIVADBNEYKA eille del Daqae de Otnn*, ndm. 3.