El significado éstico y estético del caballo

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El simbolismo ético y estético del caballo en la fiesta
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Paulina García Eusebi, MVZ.
Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación
[email protected]
Para que ésta redacción sea eficaz es necesario que aprovechemos el tiempo. Yo escribiendo
lo menos posible, ustedes, sacando de cada palabra y de cada idea la mayor cantidad de
deducciones posible. Mi labor es sembrar la semilla que se multiplique en el cerebro del lector,
puesto que en la tauromaquia cada concepto produce un gran campo de consecuencias.
Vamos a hablar de ética. La ética (del Ethos= hábito, costumbre) es el análisis ilimitado que el
hombre realiza sobre sus actos, buscando emitir un juicio sobre los mismos. La tauromaquia
por otra parte es la ciencia del toreo. Pues bien, existe una profunda analogía entre la ética
humana y el simbolismo que afecta el toreo. Es así que cuándo nos referimos a los buenos
hábitos como actitudes y procedentes que son inherentes del ser humano, mismo que participa
y gusta de la mas bella de las fiestas: la Tauromaquia. Es en la fiesta de los toros como
derivación directa del mito griego del Minotauro, donde se busca emitir un juicio sobre los
mismos, tratando de explicarnos el “porque de las cosas Tauricas”. Es ahí, en esa misma ética
del toreo en donde el semblante estético del toro y sus componentes van a quedar plasmados
como un espejo de ética del campo y la naturaleza, donde el hombre de la ciudad se admira y
es invitado a recuperar su autenticidad, fidelidad y nobleza personal.
Pero antes de seguir adelante con este tema analicemos detenidamente la diferencia que
existe entre la plástica y la estética. La plástica son los colores y las formas, todo aquello que
con nuestros sentidos percibimos. La estética radica en buscar el sentido trascendente de lo
humano en el arte. En la estética se invita al hombre a recuperar su ser originario e inocente.
Por lo tanto, mientras La plástica se limita a contemplar “cosas bellas”, la estética se detiene a
contemplar “la belleza de las cosas”.
Una vez que tenemos clara la idea que éstos conceptos transmiten, analicemos detenidamente
el simbolismo ético y estético que de ellos queda plasmado en las artes plásticas donde
encontramos a la tauromaquia.
En los principales géneros artísticos se atestigua la importancia de la plástica taurina, he de
ocuparme de mencionar solamente de la pintura y la escritura, aunque es importante que
tengan en mente el legado artístico y simbólico que la tauromaquia imprime también en la
música, escultura y teatro, por mencionar algo más. El significado estético (invisible a la simple
mirada) que consuma y da sentido de profundidad a los elementos del toreo es sumamente
rico, el elemento crucial que forma el caballo en la suerte de varas imprime una dimensión ética
en el hombre que se identifica con el profundo sentimiento del padecimiento, la nobleza y una
capacidad de obediencia a su suerte o destino a la probable muerte tras la mano de su jinete.
Es por éstos sentimientos que genera el caballo en la ética humana que lo encontramos
interpretado por gran cantidad de artistas de diversas corrientes.
Ignacio Sánchez Mejías, una de las figuras mas apasionantes del mundo del toreo,
perteneciente a la llamada “generación del 27”, nos muestra en uno de sus escritos un diálogo
en el que el caballo pacta con el hombre. Mismo que le da profundidad y significado al primer
tercio y que voy a referir palabra por palabra.
Hombre: necesito tu ligereza para herir a la muerte en el morrillo
Caballo: cuenta conmigo, yo corro mucho mas que ella, pero es preciso que me guíes
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Hombre: yo te llevaré de la boca y de los ijares, respondo con mi vida de tu vida
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Ignacio Sánchez Mejías. Conferencia sobre Tauromaquia. Universidad de Columbia, New York. 20 de
Febrero de 1930
Luego los caballos y los hombres fueron informales en su trato y se engañaron unos a los
otros, y unas veces moría en caballo y otras veces moría el hombre. Porque la muerte, como
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Maquiavelo, divide para triunfar.
En el arte literario no puedo encontrar mejor forma de ilustrar la ética que representa el caballo
que en la mencionada con anterioridad, en la poética es fundamental mencionar la aportación
fundamental que Federico García Lorca hace con su “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez
Mejías”, pero en ésta no encontramos vinculado al caballo, por lo que dejamos su participación
solo en una mención al significado que deja al arte taurino en general y procedamos a analizar
otra área. Uno de los grandes géneros artístico que ha tratado con amplitud el tema de los
toros es la pintura. Más que exponer exhaustivamente un gran acervo de pinturas taurinas me
quiero referir solamente a una selección temática importante de éstas obras, para intentar
esbozar el profundo sentido estético que implica a la tauromaquia.
La pintura de toros no pretende mostrar el hecho frío, real y
descriptivo. La auténtica pintura de toros juega con un conjunto de
símbolos capaces de aclarar el sentido mítico y antropológico de la
fiesta. Prácticamente la suerte de varas resulta ser el momento más
bello y estético para los pintores. Fernando Botero (Colombia 1932)
comenta que es “el momento más bello de la corrida, donde
plásticamente se da todo el juego; caballo, toro, picador,
matadores… está la corrida completa, Además está la fragilidad del
caballo frente al toro….” (Fig.1)
El caballo interpreta la víctima inocente de la fiesta, el símbolo de la iniciación sangrienta de la
fiesta. Esto se debe a que antes de la aparición
del peto la bravura de los toros era medida
básicamente ésta suerte por el número de
caballos que el toro mataba o hería de
gravedad. Así por ejemplo en “Suerte de Varas”
(Fig.2) de Eugenio Lucas Velázquez (España
1817-1870) en el museo del Prado, el toro eleva
por los aires a un caballo que monta un picador.
El espectáculo resulta visualmente tremendo,
donde caballos y picadores son empitonados y
nos muestran el rostro y expresión del dolor
más humano, como lo podemos observar en “Le
triomphe de l´espada” del francés Gustave Doré
(Francia 1832- 1883)(Fig. 3).
Francisco de Goya (España 1746-1828) inaugura el género mítico y
antropológico de la fiesta, y se convierte en todo un maestro de todos
aquellos que trataron la temática taurina en sus obras. De entre todas
sus obras me gustaría abordar el sacrificio del caballo como víctima
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Ignacio Sánchez Mejías “Fakires contra teólogos” crónica de SM heraldo Madrid, 6 junio 1929
inocente de la lidia que podemos encontrar en “la muerte del picador” (Fig. 4), donde Goya nos
presenta a través de ésta tragedia sangrienta la tremenda la soledad y la agonía de los
caballos en el momento de la muerte o del dolor donde inevitablemente siempre mueren en
una posición impotente, sin la defensa del quiebro como los caballos de rejoneo. Es el caballo
de picar, fiel y noble que no se inmuta ni se espanta ante un toro. Ante esta actitud
encontramos el grandísimo símbolo del estoicismo animal que hace más trágico y sangriento el
sentido iniciático de la tauromaquia. Pero no el estoicismo de la filosofía clásica de la cuál el
Senador por Córdoba Seneca hablaba, hablamos aquí de un estoicismo originario y creador.
En ésta misma línea quiero referir al artista catalán
Ricardo Canals (España 1876-1931), en “La plaza
de toros” (Fig.5) se puede observar en la parte
soleada a las mulillas, encargadas de arrastrar a un
caballo muerto y blanco (tordillo), sin manchas de
sangre. Blanco como símbolo de inocencia y de
pureza. Mientras tanto el espada saludando recoge
la ovación de su público. El símbolo es una mágica
conversión estética de un héroe que, apostando su
vida transforma las sombras de la muerte inocente
de personajes como el caballo, en luz y la muerte en
victoria.
Sin embargo la sangre que se derrama en el ruedo
es la de los nobles caballos que ahora son solo un
triste recuerdo de aquella nobleza elegante y briosa,
de un ayer que solo existe en el olvido. Se siente
como si la vida de estos caballos no valiera nada,
como si estuvieran en el ruedo precisamente para
morir, bien lo ha sabido plasmar también el pintor
José Gutiérrez Solana (España 1886-1945) en “La
corrida de toros”” (fig.6). Pero es quizá en los
caballos que radique el papel que representan los
héroes dramáticos de la fiesta, destinados en su
vejez a ser víctima impotente. A diferencia que en
éste caso la debilidad e impotencia del caballo la debemos transformar en caballos soñados de
leyenda, que derraman su vida y su sangre por que la humanidad se inicie en la tragedia de la
fiesta.
Quiero ahondar por ultimo en la tauromaquia representada por Pablo Ruiz Picasso (España
1881-1973) (Fig.7), donde como pintor y amante de los toros logra obtener una rica simbología
que trata en profundidad los grandes sentimientos míticos de la humanidad, como el amor
trágico e imposible que consuma su gloria más
allá de la muerte y el dolor, para ello, es obvio que
deben existir tres elementos fundamentales como
son el Significado/Significante/Referente.
En la tauromaquia Picassiana encontramos que,
a diferencia del común en los caballos de picar
que les cubren los ojos en el ruedo para
arrebatarles el miedo, los caballos de Picasso
siempre van a tener los ojos bien abiertos a la
muerte, quizá sea porque quieran saborear sus
últimos instantes con toda su verdad heroica. Es
por esto básicamente es que nadie ha logrado
mejorar la muerte del caballo en la arena como lo ha hecho Picasso. Nadie lo ha podido
convertir en símbolo místico y profundo de la humanidad que entrega su vida desde la
obediencia y docilidad a la mano del destino.
En “Corrida” (Fig.8) es en los comienzos donde Picasso nos empieza a mostrar el triángulo
dramático de la tauromaquia “Toro-caballo-torero”. Un toro negro empitonando a un caballo
tordillo que agoniza con cabeza erguida, un gesto de inmenso dolor, con el cuello torcido y la
boca abierta ante la muerte. Después el torero herido o muerto está tendido sobre el toro. Aquí
están fundidos en pálidos colores el dolor, la muerte y la victoria. Muy similar a “Corrida: la
muerte del torero” (Fig.9) donde las formas las podemos percibir difuminadas, como si se
fundieran caballo-toro y torero en un fondo de luz que los integra a todos en el fondo de la
escena plasmada.
El grabado “Minotauromaquia” (fig.10) está considerado un antecedente del Guernica, donde
viene una asociación nueva que es “mujer-caballo blanco” donde se encuentra significado que
subraya la pureza y la inocencia de lo femenino en su lado mas virginal. Para seguir hablando
de lo humano y del misterio Picasso acude a un personaje mítico como lo es el Minotauro. En
“Minotauro y yegua muerta al lado de una gruta” (Fig. 11), encontramos plasmada la nobleza
del minotauro, donde su rostro cornudo humaniza y refleja su afectada expresión cuándo lleva
en sus brazos el cuerpo sin vida de la yegua blanca, yegua que se identifica con la mujer
amada. El monstruo taurino sale de la caverna, de su laberinto obscuro, pero se está
convirtiendo en hombre al sentir como se esfuma el peso de la muerte inocente y blanca.
El caballo de Picasso muere por todos lados, como víctima inocente y propiciatoria, como
Cristo, en cuya pasión está incluido todo el dolor y la angustia de la humanidad. Por otro lado el
toro simboliza un emblema de gloria, un héroe que espera desde la quietud.
Y con estas ligeras noticias podemos ir concretando. El caballo desde la quietud estoica
detiene el tiempo en el toreo, que es la lidia universal del peligro, del peligro a la muerte, a la
nada. Es el único arte que se detiene a recobrar ese instante originario en “los ruedos de la
vida”, desde donde el caballo aprende a vivir la vida traspasando las sombras de la tragedia.
El mundo entero se convierte en una enorme plaza de toros donde el que no torea, embiste.
Esto es todo, a ética de la corrida en sí emplea una metáfora de todos sus elementos para dar
sentido a profundas cuestiones que atañen al hombre: la libertad, la muerte, la soledad o el
destino.
Así es como brevemente les puedo definir el significado que tiene el milagro del toreo, y como
en todo milagro cuando no muere el toro, muere el hombre, cuando no muere el toro ni el
hombre, muere el caballo. Algunas veces es tal la tragedia griega que muere el toro, el hombre
y el caballo, y sin embargo el contenido artístico perdurará por siempre.
FIGURAS
Figura 1. Fernando Botero. “La muerte de Luis Chamleta” Galería Marlborough (NY, USA)
Figura 2 Eugenio Lucas Velázquez“Suerte de varas” Museo Nacional del Prado (Madrid, Esp)
Figura 3 Gustave Doré “Le Triomphe de l´espada” Biblioteca Nacional (Paris, Fra)
Figura 4 Francisco de Goya “La muerte del Picador” Colección privada (Londres, UK)
Figura 5 Ricardo Canals, “Plaza de Toros” Banca Mas Sardá (Barcelona, Esp)
Figura 6. José Gutiérrez Solana “La corrida de Toros” Colección Privada (Madrid, Esp)
Figura 7 Pablo Ruiz Picasso “Escena Taurina y seis estudios de palomas”. Museo Picasso
(Barcelona, Esp)
Figura 8. Pablo Ruíz Picasso “Corrida” Museo Picasso (Paris. Fra)
Figura 9. Pablo Ruíz Picasso “Corrida: la muerte del torero” Museo Picasso (París, Fra)
Figura 10. Pablo Ruíz Picasso “Minotauromaquia” Museo Picasso (Barcelona Esp)
Figura 11. Pablo Ruiz Pocasso “Minotauro y yegua muerta al lado de una gruta” Museo Picasso
(Paris, Fra)
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