Maestros del violonchelo con la Sinfónica del Conservatorio de

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Maestros del violonchelo con
la
Sinfónica
del
Conservatorio de Música de
P.R.
Por Mario Alegre Barrios
(Parte de esta entrevista fue publicada en la edición impresa
de ayer de El Nuevo Día.)
Dice que mirando hacia atrás se dio cuenta de hacia dónde se
dirigía. Así, alrededor de 30 años han pasado desde que el
maestro Emilio Colón se fue de la Isla, sin mucho más que su
violonchelo y una dosis inmensa de talento y pasión, así como
un baúl cargado de sueños y proyectos que desde entonces se
han materializado sin prisa pero sin pausa.
En el proceso, con cada regreso a Puerto Rico, crecía la
certeza de que deseaba hacer algo trascendental en su tierra y
poco a poco -asegura- las ideas han comenzado a nacer y a
generar una serie de proyectos que -por lo pronto- esta semana
lo han tenido bastante atareado, con la grabación de una serie
de cortos musicales de los que pronto se revelarán más
detalles y también con la preparación del ambicioso concierto
que se presentará mañana (hoy) domingo -a partir de las 4
p.m.- en la Sala Sinfónica Pablo Casals del Centro de Bellas
Artes Luis A. Ferré.
Ahí, Emilio compartirá el escenario con su esposa Cara Elise
Colón y el maestro Luis Miguel Rojas como solistas en el
estreno en Puerto Rico de dos obras: el Concierto para dos
violonchelos y orquesta, Op. 45, de Klengel; y el Réquiem, Op.
45 (para tres violonchelos y orquesta), de Popper, junto a la
Orquesta Sinfónica del Conservatorio de Música de Puerto Rico,
con el maestro Roselín Pabón en el podio. El programa
comenzará con la Obertura de la ópera Los Maestros Cantores de
Nuremberg, de Wagner; y finalizará con el poema sinfónico Los
preludios, de Liszt.
“Como músico -dice Emilio a El Nuevo Día, poco antes del
ensayo del pasado miércoles- nací en el Conservatorio de
Música de Puerto Rico y era necesario que me fuera de la Isla
para seguir creciendo, pero no he dejado de pensar en la
manera de trabajar en algo que me permita beneficiar a la
mayor cantidad posible de personas aquí. Esa es la idea que
estoy tratando de articular”.
“En esos esfuerzos –agrega- el Conservatorio ha estado muy
presente y tengo que seguir viendo la manera de continuar,
porque mi corazón me dice que eso es lo que tengo que hacer”.
Dueño de una carrera extraordinaria en la que ha cosechado el
respeto, la admiración y el cariño de una vasta legión de
melómanos, Emilio asevera que la pasión que profesa por la
música es algo incandescente, enmarcado “por un amor inmenso a
la creación”. “Cuando interpreto una obra -bien sea en
privado, en un ensayo o ante el público- llega el momento en
el que yo desaparezco y solo queda la obra, la pasión y la
interpretación”, reflexiona. “En esos momentos, todo lo que
soy como persona se manifiesta a través de mi violonchelo”.
Respecto al programa que se interpretará mañana, Emilio
explica que él es “un fanático de buscar obras que sean
exageradamente bellas, pero que no se interpreten mucho”, como
es el caso del concierto de Klengel, “extraordinariamente
virtuoso y difícil, pero también muy hermoso, que no se toca
con frecuencia por eso, porque es muy difícil y, también añade-, porque si una orquesta sinfónica lo programa, tiene
que contratar y pagar a dos chelistas, pero ahora nosotros lo
estamos haciendo sin costo, junto a la Sinfónica del
Conservatorio y el maestro Pabón, a quien le propuse hacerlo
con el maestro Luis Miguel Rojas y le encantó la idea”.
Al hablar del Réquiem de Popper, Emilio destaca que también
“es una de las obras más hermosas para violonchelo”, pero con
la complicación que es para un trío de este instrumento. “Esto
dificulta la logística, pero se puede hacer en esta ocasión
porque mi esposa me acompaña en esta visita a Puerto Rico ya
que participa conmigo en el proyecto de los cortos musicales”,
acota.
El ensayo está a punto de comenzar y Emilio, con el
violonchelo entre los brazos, cierra el circulo de la charla.
“Ahora, cuando miro hacia el frente, en todo momento sigo
mirando hacia atrás, para entender del pasado -no del mío,
sino de grandes, como don Pablo Casals- qué más puedo hacer en
el presente e imaginar un poco mejor lo que podría ser el
futuro”, concluye.
Un encuentro fortuito
Con un amor inmenso por el violonchelo que tuvo como
antecedente un romance fallido con la trompeta, el maestro
Luis Miguel Rojas –principal de la sección de violonchelos en
la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico- dice que su vida ha sido
una suerte de “novela, con muchas luchas”, con la música
siempre presente y con un giro un tanto dramático, cuando a
los 19 años de edad tuvo que dejar la trompeta por una
afección pulmonar.
“Eso cambio mi vida por completo.. tuve que renunciar a la
trompeta luego de varios años dedicado a ella”, comenta.
“Consideré entonces estudiar otra cosa. Me gustaba la
historia, la psicología, pero al final decidí que quería ser
músico, pese a la condición que enfrentaba. No obstante,
empezar a esa edad con otro instrumento es muy complicado y no
se lo recomiendo a nadie, pero tenía la certeza de que mi
corazón estaba ahí, en la música”.
Mientras convalecía en el hospital -explica- alguien le regaló
un disco compacto con las Variaciones Rococó, de Tchaikovsky,
con Mstislav Rostropovich y la Orquesta Filarmónica de Berlín,
dirigida por Herbert von Karajan.
“Fue un encuentro tan fortuito como maravilloso porque esa
obra, aunque no es de las más profundas del repertorio, sí me
permitió descubrir todas las posibilidades del violonchelo.
Esa experiencia fue crucial para mí”, explica Luis Miguel.
“Creo que este incidente me ayudó a crecer y a cambiar mi
manera de ver la música, mi modo de estudiarla, de acercarme a
ella, de descubrirla de una forma más profunda, más
analítica”.
Respecto a esta colaboración con la Orquesta del CMPR y Emilio
y Cara Elise Colón, Luis Miguel asevera que se siente “muy
feliz con esta invitación”. “Para mí es un gran honor tocar
con Emilio por todo lo que él representa para la música y para
el país, tanto para nosotros mismos como internacionalmente”,
explica. “Cuando me invitó y y me habló de la obra de Klengel,
me di cuenta de que se trata de un monumento musical, muy
difícil pero muy hermosa, con momentos sublimes, pasajes
cantabiles, y otros muy virtuosos. Es como una ópera”.
“Al ver la partitura que me envió Emilio, descubrí que tocarla
es algo así como escalar el Everest”, agrega Luis Miguel. “Y
pensé: ‘¡en qué me he metido!’, pero en el proceso me he dado
cuenta de que Emilio tenía razón cuando me dijo ‘te va a
encantar, te vas a divertir muchísimo’. Estoy seguro de que
será un gran concierto”.
Hacia el final de la charla, Luis Miguel comenta que le gusta
mucho pensar en el futuro y que no se pone metas a largo
plazo.
“Prefiero establecerlas a corto plazo, viables , y así se va
forjando el futuro”, apunta. “Profesionalmente, en lo primero
que pienso es en mis estudiantes. Estoy seguro de que estamos
ante una gran generación de chelistas, ante un grupo de
jóvenes muy apasionados, trabajadores, talentosos y con una
calidad humana inmensa. Me siento muy afortunado de tenerlos
conmigo. Me encanta mi trabajo y la vida que mi trabajo me
provee. En el plano personal, me ilusiona mi familia, mi
esposa, mi hijo recién nacido. Todo esto es un sueño que estoy
viviendo de manera muy consciente”.
Los boletos para este concierto tienen un precio de $10 y
están a la venta en la taquilla del CBA Luis A. Ferré. Más
información en el (787) 751-0160, extensiones 260, 285, 274 y
235.
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