guerra fría: a partir de los discursos de sus

Anuncio
Unidad 1:Antecedentes históricos para la comprensión del orden mundial actual
Contenido: Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial
Fuente: www.historiasiglo20.org
DISCURSOS
1.- Discurso de Stalin en Moscú. 9 de febrero de 1946.
Stalin habló el 9 de febrero en el teatro Bolshói, uno de los monumentos más
famosos de Rusia desde su reconstrucción en 1854 (...) las 4.000 localidades estaban
ocupadas por un público de miembros del Partido, oficiales del ejército o funcionarios: la
clase superior, en una palabra, de la primera nación sin clases (...)
«Camaradas», empezó Stalin con su tono «blando y monótono» y su fuerte acento
georgiano de erres demasiado arrastradas (...)
(...) cuando los presentes oyeron que Stalin decía que «nuestra victoria significa, en
primer lugar, que nuestro sistema soviético ha vencido»; no «Rusia», ni «los aliados» (...)
Stalin no dedicaba ninguna expresión de gratitud a los demás aliados, ni a la Gran Bretaña
ni a los Estados Unidos (...) no sólo no fueron mencionados los aliados sino que Stalin evitó
cuidadosamente cualquier comentario susceptible de sugerir que existieran (...) Al comienzo
del discurso Stalin explicó que la última guerra estalló «como resultado ineluctable del
desarrollo de las fuerzas económicas y políticas mundiales sobre la base del moderno
capitalismo monopolista», puesto que, al fin y al cabo, «el desarrollo del capitalismo
mundial no se produce como un avance continuo y tranquilo, sino a través de las crisis y de
la guerra» (...)
La primera consecuencia del reciente conflicto era que (como se apuntó antes)
demostraba que el sistema social soviético podía prevalecer (...) La guerra no sólo había
demostrado que el sistema soviético era «una forma de organización perfecta mente viable y
estable», sino también que era «una forma de organización superior a todas las demás» (...)
En segundo lugar, continuó Stalin, «nuestra victoria demuestra que nuestro Estado
soviético ha vencido, que nuestro Estado multinacional soviético ha resistido todas las
pruebas de la guerra y ha demostrado su viabilidad» (...)
1
Lo tercero que demostraba la victoria, prosiguió Stalin, era que el Ejército Rojo,
cuya capacidad había sido puesta por muchos en tela de juicio cinco años atrás, había
superado las adversidades de la guerra. La guerra había barrido todas aquellas dudas
«injustificadas» y «ridículas»: ahora sería «imposible dejar de admitir que el Ejército Rojo»
era un ejército de primera clase, de cuyos éxitos se podía aprender mucho. (...)
En lo tocante al desarrollo económico, Stalin prosiguió diciendo que «nuestro
Partido se propone la organización de un nuevo salto adelante de la economía nacional que
nos permitirá, por ejemplo, triplicar nuestra capacidad industrial en comparación con el
nivel de antes de la guerra»; y ahí llegó la frase clave de todo el discurso, en opinión de
muchos observadores extranjeros: «Sólo en estas condiciones podemos considerar
asegurado nuestro país contra cualquier eventualidad, aunque ello exigirá quizá tres nuevos
Planes Quiquenales, o quizá más».
Stalin concluyó con una pequeña comedia irónica de las que, viniendo de él, uno
nunca sabía cómo tomarse, incluyendo algunos aspavientos de falsa modestia: «ante las
elecciones, el Partido Comunista desde luego se manifestaba dispuesto a aceptar el
veredicto del pueblo» (...)
El oyente o el lector precavido habría observado otros tres detalles más apuntados
en ese discurso, aunque implícitamente.
En primer lugar, el programa anunciado significaba que se iba a reforzar el Partido
y su ideología. (...)
En segundo lugar era evidente que se iba a hablar menos de patriotismo y de
Rusia(...)
Tercero, que no se iba a hablar nada de los grandes mariscales y generales que
habían ganado la guerra. De las armas, los productos de una fructífera industrialización, sí.
Del mariscal Zhúkov, no.
Comentario periodístico sobre el discurso de Stalin
Moscú
9 de Febrero de 1946
2
2.- La Doctrina Truman. 1947
Uno de los objetivos fundamentales de la política exterior de Estados Unidos es la
creación de condiciones en las cuales nosotros y otras naciones podamos forjar una manera
de vivir libre de coacción. Esta fue una de las causas fundamentales de la guerra con
Alemania y el Japón. Nuestra victoria se logró sobre países que pretendían imponer su
voluntad y su modo de vivir a otras naciones. Para asegurar el desenvolvimiento pacífico de
las naciones libres de toda coacción, Estados Unidos ha tomado parte preponderante en las
Naciones Unidas. Estas están destinadas a posibilitar el mantenimiento de la libertad y la
soberanía de todos sus miembros. Sin embargo, no alcanzaremos nuestros objetivos a
menos que estemos dispuestos a ayudar a los pueblos libres a preservar sus instituciones
libres y su integridad nacional frente a los movimientos agresivos que tratan de imponerles
regímenes totalitarios. Esto es simplemente reconocer con franqueza que los regímenes
totalitarios impuestos a los pueblos libres, por agresiones directas o indirectas, socavan los
fundamentos de la paz internacional y, por tanto, la seguridad de los Estados Unidos. En la
presente etapa de la historia mundial casi todas las naciones deben elegir entre modos
alternativos de vida. Con mucha frecuencia, la decisión no suele ser libre. En varios países
del mundo, recientemente, se han implantado por la fuerza regímenes totalitarios, contra la
voluntad popular. El gobierno de los Estados Unidos ha levantado frecuentes pro testas
contra las coacciones y las intimidaciones realizadas en Polonia, Rumania y Bulgaria,
violando el acuerdo de Yalta. Debo afirmar también que en otros países han ocurrido
hechos semejantes.
Uno de dichos modos de vida se basa en la voluntad de la mayoría y se distingue
por la existencia de instituciones libres, un gobierno representativo, elecciones limpias,
garantías a la libertad individual, libertad de palabra y religión y el derecho a vivir sin
opresión política.
El otro se basa en la voluntad de una minoría impuesta mediante la fuerza a la
mayoría. Descansa en el terror y la opresión, en una prensa y radio controladas, en
elecciones fraudulentas y en la supresión de las libertades individuales. Creo que la política
de los Estados Unidos debe ayudar a los pueblos que luchan contra las minorías armadas o
contra las presiones exteriores que intentan sojuzgarlos. Creo que debemos ayudar a los
pueblos libres a cumplir sus propios destinos de la forma que ellos mismos decidan. Creo
que nuestra ayuda debe ser principalmente económica y financiera, que es esencial para la
estabilidad económica y política. El mundo no es estático y el statu quo no es sagrado. Pero
no podemos permitir cambios en el statu quo que violen la Carta de las Naciones Unidas
por métodos como la coacción o subterfugios como la infiltración política. Ayudando a las
naciones libres e independientes a conservar su independencia, Estados Unidos habrá de
poner en práctica los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
3
Basta mirar un mapa para comprender que la supervivencia e integridad de la
nación griega tiene gran importancia dentro del marco más amplio de la política mundial. Si
Grecia fuera a caer bajo el poder de una minoría armada, el efecto sobre su vecino Turquía,
sería inmediato y grave. La confusión y el desorden podrían fácil mente extenderse por todo
el Medio Oriente (...).
Si dejáramos de ayudar a Grecia y Turquía en esta hora decisiva, las
consecuencias, tanto para Occidente como Orienta, serían de profundo alcance. Debemos
pro ceder resuelta e inmediatamente (...). Por lo tanto, pido al Congreso autorización para
ayudar a estos dos países con la cantidad de cuatrocientos millones de dólares durante el
período que termina el 30 de junio de 1948. Además de dichos fondos, pido al Congreso
que apruebe el envío de personal norteamericano civil y militar, a Grecia y Turquía, a
petición de aquellos países, para cooperar en la tarea de la re construcción y con el fin de
que supervise la utilización de la ayuda financiera y material que lleguen a ser otorgadas
(...).
Si vacilamos en nuestra misión de conducción podemos hacer peligrar la paz del
mundo y, sin lugar a dudas arriesgaremos el bienestar de nuestra propia nación.
Discurso del presidente Truman ante el Congreso de EE.UU.
Washington, 12 de marzo de 1947
3.- Discurso de Churchill en Fulton 5 de marzo de 1946
Negarse a admitirla, o dejarla marchitarse, nos haría incurrir durante mucho tiempo
en los reproches de la posteridad (...) la edad de piedra puede presentarse bajo las alas
deslumbrantes de la ciencia (...) Tened cuidado, os digo, es posible que apenas quede
tiempo (...)
Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente
un telón de acero. Tras él se encuentran todas las capitales de los antiguos Estados de
Europa central y Oriental (...), todas estas famosas ciudades y sus poblaciones y los países
en torno a ellas se encuentran en lo que debo llamar la esfera soviética, y todos están
sometidos, de una manera u otra, no sólo a la influencia soviética, sino a una altísima y, en
muchos casos, creciente medida de control por parte de Moscú (...) Por ‘cuanto he visto de
nuestros amigos los rusos durante la guerra, estoy convencido de que nada admiran más que
la fuerza y nada respetan menos que la debilidad (...) Es preciso que los pueblos de lengua
inglesa se unan con urgencia para impedir a los rusos toda tentativa de codicia o aventura.
Westminster College, Fulton, Missouri
5 de marzo de 1946
4
4.- Stalin responde al discurso de Fulton de Churchill
13 de marzo de 1946
(...) Churchill está tomando ahora el camino de los belicistas, y en este Churchill
no está solo. Él tiene amigos no sólo en Gran Bretaña, sino también en Estados Unidos
Una puntualización debe ser hecha con respecto a Churchill y sus amigos, pues
tiene un impresionante parecido a Hitler y sus amigos (...) Churchill parece haber
desencadenado una guerra con su teoría sobre la raza, afirmando que sólo las naciones de
habla inglesa son naciones superiores, y que ellas están llamadas a decidir los destinos del
mundo entero (...)
Las siguientes circunstancias no pueden ser olvidadas. Los alemanes hicieron la
invasión de la URSS a través de Finlandia, Polonia, Rumania, Bulgaria y Hungría. Los
alemanes pudieron hacer la invasión a través de estos países, porque al mismo tiempo tenían
gobiernos hostiles a la Unión Soviética. Como resultado de la invasión alemana, en la lucha
y a través de la importación de ciudadanos soviéticos como servidumbre alemana, la Unión
Soviética perdió un total de siete millones de personas.
En otras palabras, la Unión Soviética perdió vidas que juntas representan más que
las de Gran Bretaña y Estados Unidos. Posiblemente en algunos lugares existe una
inclinación en el sentido de olvidar estos colosales sacrificios del pueblo soviético, con el
fin de asegurar la liberación de Europa del yugo hitleriano. Pero la Unión Soviética no
puede olvidarlo. Y así es sorprendente que se critique el hecho de que la Unión Soviética,
ansiosa por un futuro seguro, esté intentando que existan en estos países gobiernos leales a
las actitudes de la Unión Soviética. ¿Cómo puede cualquiera, que no ha tenido en cuenta
estos sentimientos, describir estas aspiraciones pacíficas de la Unión Soviética como
tendencias expansionistas en esta parte de nuestro Estado?
No sé de calumnia, descortesía y falta de tacto, si él y sus amigos van a lograr
organizar una nueva campaña armada contra la Europa oriental tras la Segunda Guerra
Mundial; pero silo logran —cosa poco agradable, porque millones de personas velan por la
paz— podemos afirmar con entera confianza que serán aplastados como lo fue ron hace
veintisiete años.
Discurso de Stalin
13 de Marzo de 1946
5
5.- Discurso de Churchill en Zurich
19 de septiembre de 1946
Deseo hablarles hoy sobre la tragedia de Europa. Este noble continente, que abarca
las regiones más privilegiadas y cultivadas de la tierra, que disfruta de un clima templado y
uniforme, es la cuna de todas las razas originarias del mundo. Es la cuna de la fe y la ética
cristiana. Es el origen de casi todas las culturas, artes, filosofía y ciencias, tanto de los
tiempos modernos como de los antiguos. Si Europa se uniera, compartiendo su herencia
común, la felicidad, prosperidad y la gloria que disfruta rían sus tres o cuatrocientos
millones de habitantes no tendría límites. Y sin embargo, es desde Europa de donde han
surgido y se han desarrollado esta serie de horribles guerras nacionales, originadas por las
naciones teutonas, que hemos conocido durante este siglo XX, e incluso durante nuestra
existencia, que ha arruinado la paz y destruido las perspectivas de toda la humanidad.
¿Y cuál es la situación a la que ha sido reducida Europa? Es cierto que algunos
pequeños Estados se han recuperado rápidamente, pero en grandes áreas, una masa trémula
de atormentados, hambrientos, desposeídos y aturdidos seres humanos se encuentran ante
las ruinas de sus ciudades y de sus casas y escudriñan los oscuros horizontes, temiendo un
nuevo peligro, tiranía y terror. Entre los vencedores hay una gran confusión de voces
agitadas; entre los vencidos, el sombrío silencio de la desesperación. Eso es lo que han
conseguido los europeos, agrupados en tantos antiguos Estados y naciones, eso es todo lo
que ha obtenido el poder germano, destrozándose unos a otros en pedazos, y propagando
estragos por todas partes. A no ser porque la gran República del otro lado del océano
Atlántico se ha dado cuenta finalmente de que el caos o la esclavitud de Europa, acabarían
comprometiendo su propio destino, y nos ha tendido las manos para socorro y guía, los
malos tiempos hubieran vuelto con toda su crueldad. Y todavía puede volver.
A pesar de todo, aún hay un remedio que si se adoptara de una manera general y
espontánea, podría cambiar todo el panorama como por ensalmo, y en pocos años podría
convertir a Europa, o a la mayor parte de ella, en algo tan libre y feliz como es Suiza hoy en
día. ¿Cuál es ese eficaz remedio? Es volver a crear la familia europea, o al menos todo lo
que se pueda de ella, y dotarla de una estructura bajo la cual pueda vivir en paz, seguridad y
libertad. Tenemos que construir una especia de Estados Unidos de Europa, y sólo de esta
manera cientos de millones de trabajadores serán capaces de recuperar las sencillas alegrías
y esperanzas que hacen que la vida merezca la pena. El proceso es sencillo. Todo lo que se
necesita es el propósito de cientos de millones de hombres y mujeres, de hacer el bien en
lugar de hacer el mal y obtener como recompensa bendiciones en lugar de maldiciones.
6
Mucho se ha trabajado en este sentido a través de las gestiones de la Unión
Paneuropea, que tanto debe al conde Coudenhove-Kalergi y que recurrió a los servicios del
famoso patriota y hombre de Estado francés Aristide Briand. Existe también ese inmenso
cuerpo de doctrina y procedimiento, construido para servir a las grandes esperanzas después
de la Primera Guerra Mundial, que es la Sociedad de Naciones. La Sociedad de Naciones no
fracasó debido a sus principios o concepciones, sino que los habían creado. Falló porque
estos principios no fueron acatados por los mismos Estados que los habían creado. Fracasó
porque los Gobiernos de aquellos días temieron enfrentarse a los hechos y no se atrevieron a
actuar cuando aún era tiempo. Este desastre no debe repetirse. Hay, pues, muchos
conocimientos y material con que construir, y también la amarga y cara experiencia de las
vidas que ha costado.
Me agradó mucho leer en los periódicos hace dos días que mi amigo el presidente
Truman ha expresado su interés y simpatía por este gran proyecto. No hay razón para que
una organización regional europea deba enfrentarse de ninguna forma con la organización
mundial de las Naciones Unidas. Todo lo contrario, creo que las mayores síntesis sólo
sobrevivirán si se fundamentan sobre agrupaciones coherentes y naturales. Ya hay una
agrupación natural en el Hemisferio Occidental. Los británicos tenemos nuestra propia
Comunidad de Naciones, Estas organizaciones no debilitan, sino que por el contrario
fortalecen a la organización mundial. De hecho, por su principal apoyo. ¿Y por qué no
podría haber un grupo europeo que diera un sentido de amplio patriotismo y común
ciudadanía a las perturbadas gentes de este turbulento y poderoso continente, y por qué no
podía ocupar su adecuada posición con otras agrupaciones, para perfilar los destinos de los
hombres? Para que esto se realice, debe darse un acto de fe en el que participen
conscientemente millones de familias que hablan muchas lenguas.
Todos sabemos que las dos guerras mundiales que hemos pasado, surgieron por la
vana pasión de una Alemania recién unida, que quería actuar como parte dominante del
mundo. En esta última contienda se han cometido crímenes y masacres sin igual desde la
invasión de los mongoles en el siglo XV. Los culpables deben ser castigados. Alemania
debe ser privada del poder de volver a armarse y hacer otra guerra agresiva. Pero cuando se
haya realizado todo esto, y se realizará, y se está haciendo, debe. Haber un final para la
retribución. Tienen que haber lo que Mr. Gladstone llamó hace muchos años «un bendito
acto de olvido». Tenemos que volver la espalda a los horrores del pasado. Debemos mirar
hacia el futuro. No podemos permitirnos el arrastrar a través de los años aquello que puede
traer de nuevo los odios y las venganzas que se desprenden de las injurias del pasado. Si hay
que salvar a Europa de la in finita miseria, y por supuesto de la condena final, tiene que
darse un acto de fe en la familia europea y un acto de olvido hacia los crímenes y locuras
del pasado.
¿Pueden los pueblos de Europa elevarse a la altura de estas resoluciones del alma e
instintos del espíritu humano? Si pueden hacerlo, los errores y las injurias que se han
infringido se lavarán en todas partes por las miserias que se han tenido que soportar. ¿Hay
7
alguna necesidad de que haya más abundancia de agonías? ¿Acaso la única lección de la
historia es que la humanidad es imposible de educar? Que haya justicia y libertad. Los
pueblos sólo tienen que quererlo, y todos alcanzarán el deseo de su corazón.
Ahora voy a decir algo que les sorprenderá. El primer paso en la recreación de la
familia europea de no ser una asociación entre Francia y Alemana. Sólo de este modo puede
Francia recuperar la primacía moral de Europa. No puede haber un renacimiento de Europa
sin una Francia grande espiritualmente y una Alemania grande espiritualmente. La
estructura de los Estados Unidos de Europa, si se construyen bien y de verdad, será de tal
manera que haga menos importante la fuerza material de un Estado. Las pequeñas naciones
contarán tanto como las grandes y ganarán su honor por su contribución a la causa común.
Los estados y principados de Alemania, unidos libremente por conveniencia mutua en un
sistema federal, ocuparán cada uno su lugar entre los Estados Unidos de Europa. No trataré
de hacer un programa detalla do para cientos de millones de personas que quieren ser felices
y libres, prósperos y seguras, que desean disfrutar de las cuatro libertades de las que habló
el Presidente Roosevelt, y vivir de acuerdo con los principios incorporados en la Carta del
Atlántico. Si este es su deseo, no tiene más que decirlo, con la seguridad de que se
encontrarán los medios y se establecerán los instrumentos necesarios para llevar este deseo
a su plena realización.
Pero tengo que hacerles una advertencia: el tiempo se nos puede echar encima.
Actualmente contamos sólo con un espacio de respiro. Los cañones han dejado de disparar,
la lucha ha cesado, pero no se han detenido los peligros. Si queremos construir los Estados
Unidos de Europa, cualquiera que sean el nombre y la forma que tomen, debemos empezar
ahora.
En nuestros días vivimos extraña y precariamente bajo el escudo y protección de la
bomba atómica. La bomba atómica está aún en manos de un Estado y nación que sabemos
que nunca la usará, excepto a favor del derecho y la libertad. Pero puede ser que dentro de
unos años este terrible agente de destrucción se extienda ampliamente y la catástrofe que
provocaría su uso por varias naciones guerreras no sólo acabaría con todo lo que llamamos
civilización, sino que posiblemente desintegraría el mismo globo.
Debo ahora resumir las propuestas que tienen ante ustedes. Nuestro constante
propósito debe ser fortificar la fuerza de la Organización de Naciones Unidas. Bajo, y en el
seno de este concepto del mundo, debemos volver a crear la familia europea con una
estructura regional llamada, quizás, los Estados Unidos de Europa. El primer paso en crear
un Consejo de Europa. Si al principio todos los Estados de Europa no están dispuestos o
capacitados para integrase en la Unión, debemos proceder, no obstante, a unir y combinar a
aquellos que quieren y pueden. La salvación de la gente normal de cada raza y de cada país,
del peligro de la guerra o esclavitud, tiene que establecerse sobre sólidos fundamentos
deben estar protegidos por la voluntad de todos los hombres y mujeres de morir, antes de
8
someterse a la tiranía. En todo este urgente trabajo, Francia y Alemania deben tomar juntas
la cabeza. Gran Bretaña, la Commonwealth británica de naciones, la poderosa América y
confío que la Rusia soviética —y entonces todo sería perfecto— deben ser los amigos y
padrinos de la nueva Europa y deben defender su derecho a vivir y brillar. Por eso os digo
¡Levantemos Europa!
Zurich, Suiza
19 de septiembre de 1946
7.- George Kennan: Los orígenes del comportamiento soviético.
Julio de 1947
La personalidad política de la potencia soviética, tal y como hoy la conocemos, es
el producto de las circunstancias y de la ideología: una ideología heredada por los líderes
soviéticos actuales del movimiento que constituyó su origen político y unas circunstancias
del poder que ya llevan ejerciendo en Rusia casi tres décadas (...)
Actualmente, la circunstancia sobresaliente en el régimen soviético es que hasta el
día de hoy este proceso de consolidación política nunca ha sido completado y que los
hombres del Kremlin han seguido estando predominantemente absortos en una lucha por
asegurar y hacer absoluto el poder que usurparon en noviembre de 1917. Han seguido
asegurándolo fundamentalmente contra fuerzas dentro del país, dentro de la sociedad
soviética misma. Pero también se han esforzado en asegurarlo contra el mundo exterior.
Porque, como hemos visto, la ideología les enseñó que el mundo exterior era hostil y que
eventualmente su deber era el de derrocar las fuerzas políticas más allá de sus fronteras. (...)
De la misma manera se ha puesto mucho énfasis en la tesis original comunista de
un básico antagonismo entre el mundo capitalista y socialista. Está claro, como nos lo
señalan muchos indicios, que este énfasis no está fundado en la realidad. Los hechos reales
relativos a ellos han sido confundidos con la existencia en el extranjero de un auténtico
resentimiento provocado por la filosofía y tácticas soviéticas, y ocasional mente con la
existencia de grandes centros de poder militar, como fueron el régimen nazi en Alemania y
el gobierno japonés de finales de los treinta, quienes albergaban intenciones agresivas
contra la Unión Soviética. Pero hay evidencias abundantes de que la importancia que Moscú
da a la amenaza a la que la sociedad soviética está so metida por el mundo exterior está
fundada no sobre las realidades de un antagonismo internacional, sino en la necesidad de
explicar el mantenimiento de una autoridad dictatorial en el país.
Ahora bien, la perpetuación de este esquema de poder soviético, a saber: la
búsqueda de una autoridad sin límites en el ámbito interno, acompañado por el cultivo de un
9
cuasimito de una implacable hostilidad extranjera, ha influido mucho a la hora de modelar
la actual maquinaria del poder soviético tal y como hoy la conocemos.
(...)
Esto es todo lo que podemos decir, en lo que a antecedentes históricos se refiere.
Pero ¿qué papel juega en la personalidad política del poder soviético que hoy conocemos?
De la ideología originaria nada ha sido oficialmente abandonado (...)
El primero de estos conceptos es el del innato antagonismo entre capitalismo y
socialismo (...) Invariablemente debe asumirse en Moscú que los objetivos del mundo
capitalista son antagónicos con los del régimen soviético y, por lo tanto, a los intereses de
los pueblos que controla (...)
Básicamente, el antagonismo subsiste, es necesario y de él derivan muchos de los
fenómenos que vemos como desestabilizadores en la conducta del Kremlin en política
exterior. El secretismo, la falta de franqueza, la duplicidad, la cautelosa desconfianza y la
básica enemistad de propósito. Estos fenómenos están llamados a permanecer en el futuro
previsible (...)
Esto quiere decir que vamos a seguir encontrando que es difícil negociar con los
soviéticos (...)
Esto nos lleva al segundo de los conceptos importantes en la perspectiva soviética
contemporánea, esto es, la infalibidad del Kremlin. El concepto soviético de poder, que no
permite ningún centro de posible organización fuera del partido, requiere que los dirigentes
del partido sean, en teoría, los únicos depositarios de la verdad (...)
Sobre el principio de infalibilidad descansa la disciplina férrea del Partido
Comunista. De hecho, los dos conceptos se apoyan mutuamente. La disciplina perfecta
requiere el reconocimiento de la infalibilidad, ésta requiere la observancia de la disciplina
(...) pero su efecto no puede ser comprendido sin tener en cuenta un tercer factor; es decir,
el hecho de que la clase dirigente tiene libertad para plantear, por motivos tácticos,
cualquier tesis concreta que considere útil a la causa en un momento dado y para pedir a los
miembros del movimiento, considerados como un todo, que acepten sin discusiones y
fielmente la nueva tesis. Esto significa que la verdad no es una constante, sino que es creada
para todas las intenciones y propósitos por los líderes soviéticos mismos. (...)
Estas consideraciones convierten a la diplomacia soviética en más fácil y a la vez
más difícil para negociar que la diplomacia de líderes agresivos, como fueron Napoleón y
Hitler. Por un lado, es más sensible a las fuerzas contrarias, está más dispuesta a ceder en
10
sectores concretos del frente diplomático cuando esas fuerzas son sentidas con demasiada
intensidad y, por tanto, es más racional en la lógica y retórica del poder. Por el otro lado, no
se le puede derrotar o disuadir fácilmente con una sola victoria de sus oponentes. Y la
persistente paciencia que le anima se traduce en que no puede ser efectivamente
contrarrestada con factores esporádicos que representan momentáneos caprichos de la
opinión democrática, sino sólo por políticas inteligentes, a largo plazo, llevadas a cabo por
los adversarios de Rusia; políticas no menos firmes en sus propósitos y no menos variadas y
llenas de recursos a la hora de su aplicación que las de la Unión Soviética.
En estas circunstancias, está claro que el elemento principal de cualquier política
de los Estados Unidos respecto a la Unión Soviética debe ser a largo plazo, paciente, firme,
pero vigilante en la contención de las tendencias rusas a la expansión. (...) Por esta razón, es
una condición sine qua non para llevar a cabo una negociación fructífera y con éxito con
Rusia que el Gobierno extranjero en cuestión permanezca en todo momento sosegado y
unido y que sus demandas a la parte rusa sean presentadas de manera que su puesta en
práctica no perjudique demasiado el prestigio soviético.
A la luz de lo arriba afirmado, se verá claramente que la presión soviética sobre las
instituciones libres del mundo occidental es algo que sólo puede pararse mediante la hábil y
vigilante aplicación de una fuerza que la contrarreste en una serie de puntos geográficos y
políticos que constantemente se encuentren a la deriva y que corresponden a las maniobras
y virajes de la política soviética, pero que no pueden esfumarse o borrarse del mapa. (...)
En definitiva, el futuro del poder soviético puede resultar menos seguro de lo que
la capacidad rusa para el autoengaño puede hace creer a los hombres del Kremlin. Que son
capaces de conservar el poder, lo han demostrado. Mientras tanto, los malos momentos de
su Gobierno y las vicisitudes de la vida internacional han restado mucho de la fuerza y a la
esperanza del gran pueblo sobre el que se sostiene el poder. (...)
Es claro que los Estados Unidos no pueden albergar, en un futuro previsible, de
disfrutar de una intimidad política con el régimen soviético, Deben seguir considerando a la
Unión Soviética como un rival en la arena política y no como un socio. Deben seguir
esperando que la política soviética continúe sin reflejar ningún amor abstracto hacia la paz,
ninguna fe sincera en la posibilidad de una permanente y feliz coexistencia entre los
mundos socialista y capitalista, sino que, más bien, es probable que siga existiendo una
cauta y persistente presión para quebrar y debilitar toda influencia y poder rival.
Frente a esto, tenemos la realidad de una Rusia que, opuesta al mundo occidental
en general, continúa siendo, con diferencia, la parte más débil; que la política soviética es
altamente flexible y que la sociedad soviética probablemente tiene defectos que
eventualmente mermarán su propio potencial global. Esto, de por sí, daría garantías
suficientes a los Estados Unidos para iniciar con razonable confianza una política firme de
11
contención, diseñada para hacer frente a los rusos con una inalterable fuerza de reacción en
todos aquellos puntos donde se detectan signos de que están intentando introducirse en
contra del interés de un mundo pacífico y más estable.
Pero en la actualidad las posibilidades de la política americana no deben reducirse
a mantener a raya a los rusos y esperar que ocurra lo mejor. Está totalmente al alcance de
los Estados Unidos el influenciar con sus acciones los acontecimientos internacionales en
Rusia y en todo el movimiento comunista internacional, quien determina, en gran medida, la
política rusa (...) Es más bien una cuestión de hasta qué punto pueden los Estados Unidos
crear en la mente de los pueblos del mundo la impresión general de que es un país que sabe
lo que quiere, que hace frente con éxito a sus problemas internos y a sus responsabilidades
de potencia mundial y que tiene una vitalidad espiritual capaz de mantener su ideología
entre las corrientes de pensamiento de mayor importancia de su tiempo. En la medida en
que se consiga crear y mantener esta impresión, los objetivos de la Rusia comunista deben
aparecer como estériles y quijotescos, deben hacer el entusiasmo y las esperanzas de los
partidarios de Moscú, y mayor presión deberá imponerse sobre la política exterior del
Kremlin (...)
Sería exagerado decir que el comportamiento americano, por sí solo y sin ayuda,
puede ejercer un poder decisivo sobre el movimiento comunista y que puede acelerar la
caída del poder soviético en Rusia. Pero lo que sí tienen los Estados Unidos en su mano es
el poder para someter a una gran presión a la Unión Soviética, lo que la obligaría a una
determinada política, forzando al Kremlin a aplicar un grado de moderación y
circunspección mucho mayor que el observado en los últimos años y de esta manera
promocionar las tendencias que deberán algún día buscar su expresión bien con la ruptura o
bien durante la progresiva maduración del poder soviético (...)
Por tanto, la decisión recaerá realmente, y en gran medida, sobre este país. La
cuestión de las relaciones soviético-americanas es esencialmente una prueba del poder
global de los Estados Unidos como nación entre naciones (...)
Seguramente nunca existió una prueba más acertada para calibrar la calidad de una
nación que ésta (...) (la cual) experimentará cierta gratitud hacia la Providencia, quien, al
asignar al pueblo americano este reto implacable, ha hecho depender su seguridad como
nación de su habilidad para mantenerse unido y para aceptar las responsabilidades del
liderazgo moral y político que la historia le ha encomendado.
George Kennan
Foreign Affairs,1947
12
8.- El Plan Marshall
6 de junio de 1947
No necesito decirles, señores, que la situación mundial es muy seria (...). Al
considerar lo que se precisa para la rehabilitación de Europa, la pérdida física de vida, la
destrucción visible de ciudades, factorías, minas y ferrocarriles, fueron correctamente
estimadas, pero se ha hecho obvio en los últimos meses que esta destrucción visible era
probablemente menos seria que la dislocación de toda la fábrica de la economía europea
(...).
La verdad de la cuestión es que las necesidades de Europa para los próximos tres o
cuatro años en alimentos y otros productos esenciales procedentes del exterior,
principalmente de América, son tan superiores a su presente capacidad de pago, que tienen
que recibir una ayuda adicional sustancial o enfrentarse con un deterioro económico, social
y político de un carácter muy grave.
El remedio consiste en romper el círculo vicioso y restaurar la confianza de la
gente europea en el futuro económico de sus propios países y de Europa como un todo. El
fabricante y el granjero a lo largo y ancho de amplias áreas tienen que tener capacidad y
voluntad de cambiar sus productos por monedas cuyo valor continuo no esté
constantemente en cuestión.
Dejando a un lado el efecto desmoralizador sobre el ancho mundo y las
posibilidades de desórdenes resultantes de la desesperación de la gente afectada, las
consecuencias para la economía de los Estados Unidos parecen evidentes a todos. Es lógico
que los Estados Unidos hagan cuanto esté en su poder para ayudar a volver a una salud
económica normal en el mundo, sin la cual no cabe estabilidad política ni paz segura.
Nuestra política no va dirigida contra ningún país, ni ninguna doctrina, sino contra el
hambre, la pobreza, la desesperación y el caos. Su objetivo debe ser la vuelta a la vida de
una economía operante en el mundo, de forma que permita la aparición de condiciones
políticas y sociales en las que puedan existir instituciones libres. Tal ayuda, a mi modo de
ver, no debe llevarse a cabo en pedazos a medida que se desarrollen las crisis. Cualquier
ayuda que este Gobierno pueda prestar en el futuro debe procurar una cura antes que un
simple paliativo.
Cualquier gobierno que esté dispuesto a ayudar en la tarea de la recuperación,
encontrará, estoy seguro de ello, plena cooperación por parte del Gobierno de los Estados
Unidos. Cualquier gobierno que maniobre para bloquear la recuperación de otros países no
13
puede esperar apoyo de nosotros. Más aún, los gobiernos, partidos políticos o grupos que
traten de perpetuar la miseria humana al objeto de aprovecharse de ella políticamente o de
otra manera, encontrarán la oposición de los Estados Unidos.
Es ya evidente que, antes de que el Gobierno de los Estados Unidos pueda ir
mucho más lejos en sus esfuerzos para aliviar la situación y ayudar a situar al mundo entero
en su camino hacia la reconstrucción, tiene que haber algún acuerdo entre los países de
Europa en cuanto a lo que requiere la situación y a la parte que estos países mismos tomarán
en orden a dar el adecuado efecto a cualquier acción que pueda ser emprendida por este
Gobierno. No resultaría ni conveniente ni eficaz para este Gobierno intentar montar
unilateralmente un programa encaminado a poner a Europa de pie económicamente. Este es
el asunto de los europeos. La iniciativa, pienso yo, tiene que venir de Europa. El papel de
este país debe consistir en una ayuda amistosa en la elaboración de un programa europeo y
un ulterior apoyo a dicho programa en la medida en que pueda ser práctico para nosotros
hacerlo. El programa debería ser un programa combinado, aceptado por un buen número de
naciones europeas, si no por todas.
Parte esencial de cualquier acción afortunada por parte de los Estados Unidos es
que el pueblo de América comprenda, por su parte. el carácter del problema y los re medios
a aplicar. La pasión política y los prejuicios no deben intervenir. Con previsión, y con la
voluntad de nuestro pueblo de enfrentarse con la ingente responsabilidad que la historia ha
puesto claramente sobre nuestro país, las dificultades que he subrayado pueden ser
superadas, y lo serán.
Discurso de George Marshall
Universidad de Harvard
6 de Junio de 1947
9.- Informe Jdanov
22 de septiembre de 1947
La terminación de la segunda guerra mundial ha producido cambios esenciales en
el conjunto de la situación mundial (...)
El resultado principal de la segunda guerra mundial fue la derrota militar de
Alemania y del Japón, los dos países más militaristas y agresivos del capitalismo. Los
elementos reaccionarios e imperialistas del mundo entero, y particularmente de Inglaterra,
de los Estados Unidos y de Francia, habían depositado ciertas esperanzas en Alemania y en
el Japón (...)
En consecuencia, el sistema capitalista mundial, en su conjunto, ha sufrido
nuevamente un duro revés (...) el resultado de la última contienda, con el aplastamiento del
14
fascismo, con la pérdida de las posiciones mundiales del capitalismo y con el
robustecimiento del movimiento antifascista, ha sido la separación del sistema capita lista
de toda una serie de países de la Europa central y sudoriental (...)
La importancia y la autoridad de la URSS han aumentado considerablemente
después de la guerra. La URSS ha sido la cabeza rectora y el alma del aplastamiento militar
de Alemania y Japón. Las fuerzas democráticas progresistas del mundo entero están
agrupadas en torno a la Unión Soviética. (...)
La finalidad que se plantea la nueva corriente expansionista de los Estados Unidos
es el establecimiento de la dominación universal del expansionismo americano. Esta nueva
corriente apunta a la consolidación de la situación de monopolio de los Estados Unidos
sobre los mercados internacionales, monopolio que se ha establecido como consecuencia de
la desaparición de sus dos mayores competidores —Alemania y Japón— y por la debilidad
de los socios capitalistas de los Estados Unidos: Inglaterra y Francia.
Esta nueva corriente cuenta con un amplio programa de medidas de orden militar,
económico y político, cuya aplicación establecería sobre todos los países a los que apunta el
expansionismo de los Estados Unidos, la dominación política y económica de estos últimos
reduciría a estos países al estado de satélites de los Estados Unidos e instauraría unos
regímenes interiores que eliminarían todo obstáculo por parte del movimiento obrero y
democrático para la explotación de estos países por el capital americano. Los Estados
Unidos de América persiguen actualmente la aplicación de esta nueva corriente política no
sólo a los enemigos de guerra de ayer o a los Estados neutrales, sino también y de manera
cada vez mayor, a los aliados de guerra de los Estados Unidos de América.
Se concede una atención especial a la utilización de las dificultades económicas de
Inglaterra, aliada y al mismo tiempo rival capitalista y competidora de los Estados Unidos
desde hace mucho tiempo. La corriente expansionista americana tiene como punto de
partida la consideración de que no sólo será necesario no aflojar la tenaza de la dependencia
económica respecto a los Estados Unidos, dependencia en la que Inglaterra ha caído durante
la guerra, sino, al contrario, hacer más intensa la presión sobre Inglaterra a fin de arrebatarle
sucesivamente su control sobre las colonias, eliminarla de sus esferas de influencia y
reducirla progresivamente a una situación de vasallaje. (...)
Pero en el camino de sus aspiraciones a la dominación mundial, los Estados Unidos
se han encontrado con la URSS, con su creciente influencia internacional, que constituye un
bastión de la política antifascista y antiimperialista de los países de nueva democracia que
han escapado al control del imperialismo anglo norteamericano; con los obreros de todos
los países, comprendidos los de la misma América, que no desean una nueva guerra
imperialista en provecho de sus propios opreso res. (...)
15
Los profundos cambios operados en la situación internacional y en la de los
distintos países al terminar la guerra, han modificado enteramente el tablero político del
mundo. Se ha originado una nueva distribución de las fuerzas políticas. A medida que nos
vamos alejando del final de la contienda, más netamente aparecen señaladas las dos
principales direcciones de la política internacional de la posguerra, correspondientes a la
distribución de las fuerzas políticas en dos campos opuestos: el campo imperialista y
antidemocrático, de una parte, y el campo antiimperialista y democrático, de otra. Los
Estados Unidos representan el primero, ayudados por Inglaterra y Francia (...)
Las fuerzas antiimperialistas y antifascistas forman el otro campo. La URSS y los
pueblos de la nueva democracia son su fundamento. Los países que han roto con el
imperialismo y que resueltamente se han incorporado a la democracia, como Rumania,
Hungría, Finlandia, forman parte de este campo, al que se han añadido, además, Indochina,
el Vietnam y la India. Egipto y Siria son simpatizantes.
Andrei Jdanov: Discurso en la sesión inaugural de la Kominform
Szklarska Poreba (Polonia)
22 de septiembre de 1947
10.- La Doctrina Truman y el Plan Marshall desde el punto de
vista soviético 1947
Sirvió de pretexto para intensificar la expansión del imperialismo norteamericano
en Europa y proclamara abiertamente una política antisoviética la decisión del Gobierno
inglés, tomada en febrero de 1947, de retirar sus tropas de Grecia y cesar el apoyo
financiero a los círculos gobernantes reaccionarios de Turquía (...)
El 12 de marzo de 1947, Truman solicitó al Congreso norteamericano (...) prestar
urgentemente "ayuda" a Grecia y Turquía (...) No trató siquiera de ocultar el carácter militar
de la proyectada "ayuda" ni la aspiración de EE.UU. a instalarse en los países beneficiarios
de la misma (...)
El mensaje del presidente norteamericano lleno de calumnias groseras contra los
países socialistas, llamaba prácticamente a los EE.UU. a asumir el papel de gendarme
mundial, o sea, a intervenir en los asuntos de todas las naciones al lado de la re acción y de
la contrarrevolución, contribuyendo a la represión del movimiento liberador de todos los
pueblos y oponiéndose abiertamente a la revolución y al desarrollo socialista de los Estados
(...)
El carácter antisoviético y antisocialista de la política exterior formulada en la
"Doctrina Truman" era evidente desde el principio (...)
16
El Gobierno y la prensa soviética denunciaron enérgicamente la naturaleza
imperialista de la "Doctrina Truman". El periódico Pravda señaló en aquellos días que esa
"doctrina" significaba una nueva intervención en la vida de otros Estados y que las
pretensiones de EE.UU. al papel dirigente de los asuntos internacionales aumentaban al
tiempo que crecían las apetencias de los círculos norteamericanos interesados (...)
El 5 de junio de 1947, el Secretario de Estado norteamericano George Marshall
señaló, al hacer uso de la palabra en la Universidad de Harvard, que la economía de muchos
países de Europa se encontraba en una situación penosa y que los EE.UU. deseaban ayudar
a su restablecimiento (...)
Aquel discurso no contenía datos concretos sobre las proporciones de la ayuda a
los países europeos, ni sobre las condiciones en que se concedería. Dejaba oculta, claro está,
la verdadera razón de ser del nuevo plan norteamericano (...)
Una gran parte de la burguesía de los países europeos, asustada por el crecimiento
de las fuerzas del socialismo y de la democracia, aplaudió el discurso. Análoga fue la
reacción de los líderes socialistas de derecha (...), pero la Unión Soviética se daba
perfectamente cuenta de lo que aquélla significaba en realidad, de cuánto valían las
aseveraciones del Gobierno de los EE.UU. respecto a su deseo de ayudar al
restablecimiento de los países perjudicados por la guerra. (...)
El Gobierno de los EE.UU. se proponía utilizar sus recursos económicos en la
postguerra con fines ajenos a una colaboración internacional equitativa (...)
En 1947, Washington (...) quiso asegurar, por medio de la ayuda prometida, la
influencia económica, política y militar dominante de los EE.UU. en los países de Europa
Occidental, arruinados por la guerra, detener, valiéndose de la intervención, el ascenso del
movimiento revolucionario, que se observaba en muchos de esos países, así como aislar a la
URSS y hacer retomar a los cauces del desarrollo capitalista a todos los Estados
democrático-populares o, por lo menos, algunos de ellos (...)
Los autores del "Plan Marshall" le asignaban desde el primer momento un papel
esencial en el restablecimiento del militarismo alemán, como importante elemento del
bloque militar que se creaba, bajo la égida de los EE.UU. dirigido contra la URSS y otros
países socialistas. (...)
El Gobierno soviético hacía ver con insistencia que los objetivos del "Plan
Marshall" estaban en pugna con la paz y la independencia de los pueblos (...)
17
Los Gobiernos de los países de democracia popular condenaron a su vez los
peligrosos objetivos del imperialismo norteamericano, encubiertos con la apariencia
"filantrópica" del "Plan Marshall".
Historia de la Política Exterior de la URSS
1974
18
Descargar