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Fray Mocho
En los bañados *
Para hacer la cacería del carpincho y de la nutria, es preciso tener perros adiestrados
a la lucha, pues ambos son agresivos cuando se ven en peligro y el primero es tan bravo
que atropella las canoas, las vuelca con su empuje y muerde con sus largos y fuertes
colmillos, haciendo heridas no sólo graves por su extensión, si no por su profundidad.
La nutria no ataca a las canoas, pero si encuentra a su alcance un hombre, lo
atropella y lo hiere como el carpincho.
-132Los perros destinados a esta caza, tienen siempre los hocicos cruzados de cicatrices
y por lo general las narices y las orejas las ostentan reducidas a su más mínima
expresión. Son más apreciados, por ser más veteranos, aquellos que muestran mayor
número de heridas: ellas son el mejor certificado de su valer.
Al carpincho, es necesario matarlo a bala la mayor parte de las veces, pues los
perros, a no ser que sean varios y de gran alzada, no pueden con él, siendo, como es,
animal de gran fuerza; además, difícilmente lo vencen sin causarle muchas heridas, y
esto hace desmerecer el cuero.
Los cazadores se sirven de los perros, en esta caza, más para acorralar la pieza y
poder hacer su tiro con precisión, que para librarla a sus esfuerzos. El tiro lo hacen
siempre a la cabeza, a fin de que el plomo quede dentro del hueso y poder extraerlo y
volverlo a usar después de fundido y tratan de que el proyectil penetre por el ojo, a fin
de obtener la piel sin un sólo desperfeto.
-133Con las nutrias, el procedimiento es distinto. Un perro pequeño -un cupé como le
llaman en la región- penetra a lo más enmarañado del pajonal y con sus ladridos las
asusta -obligándolas a abandonar los albardones donde, con sus crías, van a tomar el sol
bajo la salvaguardia de los machos que, en son de guerra, merodean alrededor de la
tribu-, y a buscar el agua donde su salvación de todo peligro es indiscutible.
El cazador, con sus perros de presa y su rifle, las espera en el punto más estratéjico y
ahí comienza la batalla y la matanza.
La caza durante la noche es más fácil, aún cuando menos productiva. El cazador se
sienta cerca de la costa, en la proa de su embarcación y con un farol con reflector o un
manojo de pajas secas, proyecta un rayo de luz sobre el agua. Como el carpincho y la
nutria son animales sumamente curiosos -como lo son los cisnes, los patos y demás aves
de los bañados- se agrupan atraídos por la claridad y poco a poco se -134- van
acercando al foco para reconocerlo: el cazador, entonces, elije su pieza y hace fuego.
Cuantas veces repite la operación obtiene resultado y esto hace decir a los cazadores que
esos animales y esas aves «se encandilan» y no pueden disparar aún cuando lo deseen.
La nutria es animal que pueden cazar los perros sin hacer desmerecer la piel, pues
las heridas se las producen generalmente en el lomo o en la parte superior del cuello siendo más apreciada la parte de la barriga, que queda intacta. Por esta razón los
cazadores prefieren siempre matar la nutria de día y las expediciones nocturnas se las
dedican a los carpinchos que, sobre ser más raros y no andar en grupos, no pueden
cazarlos con auxiliares.
La época de la caza de la nutria, así como la de la garza, es precisamente, el
invierno, cuando viste su traje de gala, echando el pelo o plumón más espeso y flexible,
pero coincidiendo desgraciadamente con el período del procreo: esta razón ha traído 135- casi el agotamiento de la raza, no solamente en las islas y esteros de la costa
porteña, sino también de la entrerriana y santafecina.
En cuanto al carpincho, se le caza todo el año y por esta razón ya no se le halla
como en otros tiempos.
La explotación de ramo de riqueza tan importante y tan productivo como la caza, no
está reglamentada y se agotará por completo si no se adoptan medidas que impidan la
destrucción absoluta de lo poco que queda.
-¿Y el carpincho y la nutria no son animales vigilantes? ¿Cómo los sorprenden con
tanta facilidad?
-¿Qué van a ser vigilantes?... ¡Son unos sonsos! Cuenta la tradición, aquí en los
bañados, que, cuando el tigre declaró la guerra a todos los animales del pajonal -antes
de ser su rey por supuesto- aquellos se reunieron y formaron un ejército, esperando al
enemigo en un gran albardón. Como es de regia, destacaron centinelas en el bañado y
confiaron esta comisión al chajá, al carpincho y a la nutria.
-136Una noche, éstos sintieron derrepente, un ruido sospechoso.
El chajá alzó el vuelo, gritando «ahí está»; el carpincho gruñó «¿dónde?» con su voz
cavernosa y se zambulló; la nutria se limitó a decir entre dientes «¡qué flojos!» y se
quedó dormitando.
¡Claro!... ¡Cayó prisionera y desde entonces es esclava y por lo tanto el ser más
inofensivo del bañado, pues entre los animales como entre los hombres, al que es
confiado y no se precave, lo carnean!
Y emprendimos el viaje de regreso bordeando un médano, cuya cumbre caprichosa
se recortaba sobre el fondo azulado del cielo, reverberando con los rayos del sol de
mediodía.
*Perteneciente al libro Tierra de Matreros
2010- Reservados todos los derechos
Permitido el uso sin fines comerciales
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