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El día que Costa Rica recibió a su selección; una crónica
de Pedro Plaza Salvati #Brasil2014
Pedro Plaza Salvati · Saturday, July 12th, 2014
Costa Rica regresó del Mundial Brasil 2014 invicta, con solo dos goles en contra.
Abatió a tres campeones mundiales, doblegó al dios olímpico y empató a cero con La
Naranja Mecánica en tiempo reglamentario. La hazaña no es de poca monta para un
país que, si bien lleva el fútbol en la sangre, tiene una liga profesional cuyos partidos
no se equiparan con la altura de lo desplegado en Brasil. Por primera vez en la
historia un país centroamericano llega a cuartos de final. Ni siquiera México, el
poderoso vecino del norte con el que persiste una rivalidad histórica por las
eliminaciones en la CONCACAF, lo ha logrado.
El escritor español Javier Marías, en su artículo del 8 de julio en El País, nos dice que
“En el fútbol hay poco objetivo, por más que los goles, los puntos, los triunfos, las
derrotas, las eliminaciones y los títulos den a entender lo contrario. Se equivocan
quienes afirman que nadie se acuerda de los finalistas ni de los segundos”. Si algo
recordará el mundo de Brasil 2014 será la caída de la Monarquía Española, el
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mordisco del uruguayo Luis Suárez, la masacre del 7 a 1 alemán sobre Brasil y, last
but not least, la gran sorpresa del mundial: Costa Rica.
Las redes sociales confirman esta apreciación. El partido entre Holanda y Costa Rica
generó 7 millones de tuits: el segundo más comentado después de Colombia-Brasil
*
Una cámara de Teletica a bordo del avión
de Taca, vuelo LR7644, que traía a la Sele
junto a unos setenta hinchas ticos desde
Sao Paolo hasta San José, con escala en
Lima, mostraba algunos momentos del
viaje.
Los jugadores tomaban sus asientos y el capitán daba la bienvenida “a la mejor
selección de fútbol en la historia de Costa Rica”. En el Aeropuerto Juan Santamaría,
nombrado así en honor al humilde soldado que sacrificó su vida al incendiar el
llamado Mesón de Guerra donde se encontraban los filibusteros en la batalla de Rivas
de 1857, las pantallas anunciaban el arribo demorado del vuelo por la puerta 4A a las
2:15 pm.
A través del Flightradar24, televisoras y personas con sus celulares hacían
seguimiento al vuelo. Ya se sabía que venía con poco más de dos horas de retraso,
pero eso no impidió que la gente se acercara al aeropuerto y sus inmediaciones desde
horas de la mañana.
En el Mundial de Italia ’90, cuando la Sele pasó a octavos de final, el avión que los
traía sobrevoló a baja altura el territorio nacional. Los costarricenses sacaron miles
de espejos para que, con el reflejo del sol, le dieran un saludo de bienvenida. En ese
entonces, como ahora, se trataba de una fiesta nacional. Tal vez por las complejidades
de la aviación moderna, el sobrevuelo sobre la Gran Área Metropolitana en esta
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ocasión fue breve: Alajuela, el Paseo Colón en San José y la provincia de Heredia, para
dirigirse luego a la pista del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría.
Los jugadores podían divisar desde el aire cómo el país empezaba a teñirse de rojo y,
aunque en menor escala que en 1990, el reflejo de algunos espejos daba el saludo
desde tierra. La guinda del pastel fue una aplicación donde los extremadamente
fanáticos y tecnológicos escuchaban a la torre de control mientras guiaba al avión
hasta tierra. Semejante hecho sería una brecha de seguridad si no se tratara de un
país sin ejército, un país que pregona con hechos y rasgos culturales los valores de
paz de su himno, un himno cuya letra pareciera, en este contexto, referirse a los
jugadores de la selección:
En la lucha tenaz de fecunda labor
que enrojece del hombre la faz,
conquistaron tus hijos -labriegos sencilloseterno prestigio, estima y honor
*
La cámara de Teletica mostraba el momento del aterrizaje dentro del avión. Los
pasajeros coreaban el “Oeeeee, oé, oé, oé, ticooooo, ticooooo”, mientras la aeromoza
hablaba por los parlantes.
— Damas y caballeros, bienvenidos a Costa Rica: el país más feliz del mundo.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando, una vez disminuida la velocidad del
aterrizaje, dos camiones de bomberos apostados, uno a cada lado de la
pista y apuntando al cielo, formaron un arco de agua de bienvenida con sus potentes
chorros. El avión estaba todavía en movimiento y se podía ver a Keylor Navas, el
arquero tico, con medio cuerpo afuera de la ventanilla derecha de la cabina del piloto
ondeando una bandera de Costa Rica. Del otro extremo, en la ventanilla izquierda,
Bryan Ruiz, capitán del equipo, también con medio cuerpo afuera, sujetaba contra el
viento la camiseta roja de la selección, mientras el piloto tomaba fotografías a la vez
que continuaba con la maniobra. Era, sin duda, un momento histórico.
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La Sele no saldría por la puerta 4A como fue anunciado en las pantallas. Iba a ser
recibida con alfombra roja y a las puertas del avión por una delegación encabezada
por el Presi, junto a un grupo de niños y altos funcionarios. Jorge Luis Pinto, el
director técnico, se abrazó con el Presidente y se estremeció hasta las lágrimas. En
repetidas ocasiones el DT colombiano le puso un nudo en la garganta a todo este país.
La mayor interrogante en el ambiente era si continuaría en su cargo: “La primera
posibilidad, sin duda, la tendrá Costa Rica”, afirmó. El día anterior había declarado:
“Voy a Costa Rica a estar en el recibimiento con los jugadores y en la noche me
regreso a Brasil”. Tal vez embriagado por las fiestas, al día siguiente, el 9 de julio,
Pinto asistió al concierto de su compatriota y amigo Carlos Vives y Jorge Celedón en el
Hotel Real Intercontinental, en Escazú: “¿Quién era? ¿Vives? No, pues, hombre, para
nada… era nada más y nada menos que Jorge Luis Pinto, entrenador de la selección
tica. ¡Pinto, Pinto!, se gritaba con fuerza en el salón. El público se puso de pie y
Celedón tuvo que detener su show casi de inmediato”, reportaba un medio local.
*
En los actos protocolares ni los jugadores ni Pinto dejaban de beber agua Quizás era
por el agotamiento acumulado, la deshidratación en el avión o, más bien, por lo que
les esperaba. La Sele abordó la carroza que los llevaría al Parque Metropolitano La
Sabana, donde estaba apostada la tarima. Es como el Central Park de San José,
aunque de proporciones mucho más pequeñas: apenas 72 hectáreas. Casualmente es
el lugar donde estuvo ubicado el aeropuerto internacional hasta 1955. Fue inaugurado
en 1940 por el entonces presidente León Cortés, cuya estatua servía de referencia al
lugar donde estaba apostada la tarima, frente a la gran avenida Paseo Colón, lugar
habitual de grandes movilizaciones del país.
La gente estaba en el parque en medio de fuertes corrientes de aire que, a pesar de la
multitud y la emoción, requería algún tipo de abrigo. Muchos habían llegado desde las
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siete de la mañana para ver de cerca a sus ídolos.
La carroza que trasportaba a la Sele estaba marcada por la leyenda ¡HICIMOS
HISTORIA! y se movilizaba con mucha dificultad. Desde el aeropuerto hasta La
Sabana, un recorrido que podría tomar entre 15 y 20 minutos, les llevó poco más de
cuatro horas. La gente estaba apostada en la autopista, sobre los puentes, subidos a
postes de luz y árboles, sobre los carros. Cualquier lugar que sirviera para ver pasar a
sus ídolos fue utilizado. Se sentía una euforia casi religiosa. La fiesta del fútbol
tomaba por momentos características bíblicas, de consagración espiritual. Y los
periódicos estampaban frases de orgullo nacional: “¡Qué lindo es ser TICO!”.
*
La actividad comercial generada en torno a la Sele es uno de los aspectos más
notables del recibimiento y de la gesta mundialista. Hubo una importante inversión en
medios publicitarios que llamaba la atención. Por ejemplo: Del grupo de la muerte a la
inmortalidad. de la campaña Keep Walking. Johnny Walker; o Sácate el clavo: un viaje
a Europa para cenar con Keylor Navas, de Bancrédito; o ¡Sigue gritando Costa Rica!
Dale a tu boca todo el poder de Listerine. El comercio informal también gozó de la
abundancia del momento, según se podía confirmar en las entrevistas a los
vendedores informales de camisetas, pulseras, bocinas, banderas, tatuajes, pañuelos,
pósters de la Sele y gorros. Las ventas se habían, al menos, quintuplicado. Una
camiseta de la Sele de relativa calidad antes del mundial se conseguía en 7.000
colones (unos $14). A medida que Costa Rica avanzaba con los partidos, subió hasta
unos 15.000 colones (unos $30), para luego, al día del recibimiento y como se trataba
de la última celebración que presagiaba mercancías frías, volvieran a bajar a niveles
pre-euforia.
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Luego de la apoteósica llegada de la Sele a La Sabana, unos animadores que
representaban a las dos televisoras más importantes del país, Teletica y Repretel,
trataban de ganar tiempo. Habían sido precedidos por conciertos de varias
agrupaciones, entre ellos Percance y Gandhi, autor de la epidémica pieza Otro gol.
Varias canciones se convirtieron en himnos celebratorios de la fiesta mundialista, pero
quizás el más emblemático, con el que se daba inicio a la tanda de canciones
futboleras, era una versión de Agárrense de las manos, la vieja canción del venezolano
José Luis Rodriguez, El Puma:
Agárrense de las manos
apoyemos nuestro equipo
la selección nacional
es el honor de los ticos.
La sensación sin igual
¡Nos vemos en el Mundial!
*
Una vez que los jugadores salieron a la tarima, ocurrió uno de los hechos más notables
de la noche: Celso Borges, a quien llamaron “el maratonista tico” por la distancia que
recorrió (y quien anotó penales contra Grecia y Holanda) dejó de ser el volante
costarricense y se convirtió en el mejor anfitrión posible del evento. ¿Y qué más
simbólico que el hecho de que fuese el encargado de animar? En Celso Borges se
enlazaba el pasado con el presente: es el hijo de Alexandre Gimarães, el
centrocampista de la selección costarricense de Italia ’90. Con una destreza que
sorprendió a muchos y que desató comentarios desaforados de chicas en Twitter y
Facebook, donde ya hablaban de él como el soltero más codiciado de Costa Rica, fue
presentando a los jugadores de la Sele. Hacía un comentario sobre cada uno,
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regalando chistes, con un buen humor sin desbordes y una soltura propia de los
grandes animadores. Las redes sociales ya vaticinaban a qué se dedicaría Borges
cuando dejara de jugar fútbol. Y es que esta celebración daba para todo.
Cuando anunciaron el nombre de Pinto, la tarima estalló en una lluvia multicolor de
confeti. La gente coreaba: “¡Pinto no se va! ¡Pinto no se va!” El DT casi no pudo hablar
por las masas desatadas y emocionado, una vez más, se le quebraba la voz y hacía que
a los costarricenses les apareciera una lágrima en el rostro. Al terminar, con la
presentación la Banda Municipal de San José, la Sele, y miles personas entonaron las
notas del himno nacional y la noche prosiguió.
Los jugadores se separaron, por primera vez en muchas semanas, para dirigirse cada
uno a sus cantones, a sus ciudades, a sus pueblos. Allá les esperaba una celebración
prolongada como hijos prediclctos de cada localidad, para luego, al fin, llegar sus
casas. Descansar. Caer rendidos… pero invictos.
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on Saturday, July 12th, 2014 at 7:00 am and is filed under
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