CONTENIDO 3 DEL DIRECTOR 4 La escritura emigrante de Julia Álvarez o cómo descubrir en su inglés la huella de sus raíces dominicanas Catherine Pelage 15 El Teatro De Derek Walcott o un poeta dialoga con un hombre de teatro (y viceversa) Adriano Corrales Arias 20 La República Dominicana y la prensa extranjera. 1961-1963 de Sully Saneaux y Ramona Hernández Franklin Franco 26 Consideraciones sobre el poemario Ínsula mía Selvido Candelaria 30 TÉRMINOS LINGÜÍSTICOS EN EL PROCESO DE LA CREACIÓN LITERARIA Bruno Rosario Candelier 45 Homenaje al Maestro CARLOS FUENTES y presentación del documental “El Alma de México” Pedro Delgado Malagón 50 Minificciones de Marivell Contreras 54 Mirabilia de las Hermanas Mirabal Javier Alvarado 60 ¿EL TAMAÑO O LA TÉCNICA? NOTAS ACERCA DEL MICROCUENTO Alexis Peña 66 ANDRÉ COMTE-SPONVILLE Juan Cruz 74 El futuro del libro, la lectura y las librerías. Diálogo con Gonzalo Castellanos 79 LA POESÍA SENSUALISTA DE MARTHA RIVERA Plinio Chahín 84 RAYUELA, 50 años Jochy Herrera 86 DOMINGO LIZ un artista humanista Patrick Laudry 92 En torno al libro MASA CRÍTICA José Mármol 98 DOMINGO LIZ ¡Premio Nacional de Artes Plásticas 2012! Amable López Meléndez 104 Sobre el origen y el futuro de la poesía: notas para una investigación Carlos Aguasaco 113 RESEÑAS 1 CP PC 2 Domingo Liz, taller. DELDIRECT R E n medio de los avatares de la vida cultural dominicana, la revista País Cultural se afianza en el gusto de sus lectores y se inserta en el debate de las ideas. De modo que está cumpliendo su propósito inicial, que siempre ha sido el de servir de vehículo transmisor de los puntos de vista de sus colaboradores y la expresión del diálogo plural, tan necesario en una sociedad abierta y democrática. El arribo al número 15 y al año IX de su fundación nos llena de júbilo y satisfacción, en razón de las dificultades que siempre tiene que enfrentar todo proyecto editorial, y más aún, el de una revista cultural en el país, cuya historia ha estado caracterizada por lo efímero. Gracias al sostenimiento económico del Ministerio de Cultura, esta revista ha podido mantenerse casi una década, a pesar de la irregularidad en su circulación. En sus páginas hemos visto desfilar tanto las más importantes y vivas voces de la tradición literaria e intelectual del país como de las letras iberoamericanas en general. De igual modo, autores de provincias y de la diáspora, consagrados y jóvenes. En este número, los lectores podrán encontrarse con artículos, cuentos, poemas, ensayos, entrevistas y reseñas de gran valor literario, que van de la historia a la filosofía, de las artes plásticas a la lingüística y de la teoría literaria a la crítica. Especial mención amerita el texto de Franklin Franco –recientemente fallecido– acerca de La República Dominicana y la prensa extranjera 1961-63, que sirvió de presentación al libro de Sully Saneaux y Ramona Hernández, en la Biblioteca Nacional el año pasado, y que Franco nos envió en exclusiva para la revista. De igual manera, conmueve el poema del panameño Javier Alvarado sobre las hermanas Mirabal, una especie de elegía de gran valor estético. Particular atención amerita, además, el enjundioso y documentado ensayo sobre el origen y el futuro de la poesía del académico colombiano Carlos Aguasaco, profesor de City College de New York. No menos interesantes son los ensayos de Pedro Delgado Malagón acerca del documental El alma de México, de Carlos Fuentes; el ensayo crítico de la académica francesa Catherine Pelage sobre Julia Álvarez; el del costarricense Adriano Corrales acerca del teatro del premio Nobel, Derek Walcott; la – al afamado filósofo francés André Comte Sponville; las apropiadas espléndida entrevista palabras de presentación del libro Masa crítica realizada por el poeta y ensayista José Mármol, así como los textos de Bruno Rosario Candelier, Alexis Peña, Jochy Herrera, Plinio Chahín, Amable López Meléndez, Patrick Landry, y la entrevista a Gonzalo Castellanos acerca de la realidad actual y futura del libro, la lectura y las librerías, abogado colombiano que elaboró para nuestro país las leyes del libro, patrimonio y cine del Ministerio de Cultura. Esta edición de la revista está dedicada al maestro de la plástica dominicana Domingo Liz, por haber obtenido el Premio Nacional de Artes Plásticas, y cuyas imágenes sirven de ilustración a este número, gracias al trabajo de curaduría y selección del crítico de artes Amable López Meléndez, quien realizó la semblanza del artista invitado. Como se observará, los últimos números de País Cultural se han dedicado a un maestro de las artes plásticas, de indiscutible trayectoria en nuestra tradición cultural, como han sido Cándido Bidó y Fernando Pena Defilló, como una forma de rendirle homenaje a su obra y personalidad creadora. Basilio Belliard 3 CP ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ PC Julia Álvarez La escritura emigrante de 4 o cómo descubrir en su inglés la huella de sus raíces dominicanas Catherine Pelage Traducción: Juan Carlos Mieses ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Durante un coloquio de la Asociación de Estudios Caribeños celebrado en Santo Domingo, los organizadores decidieron homenajear a dos escritoras: Aída Cartagena Portalatín, que tenía en su haber una larga carrera literaria en la República Dominicana y Julia Álvarez, que reside desde la edad de doce años en los Estados Unidos y escribe exclusivamente en inglés. El programa contemplaba que las escritoras se turnaran para hablar y que después se reunieran en el escenario como un símbolo de la unión y la diversidad de la literatura dominicana escrita en el país y en el exterior. Pero, luego del abrazo convenido, Aída Cartagena Portalatín tomó el micrófono e interpeló a su colega en los siguientes términos: “Resulta absolutamente increíble que una dominicana se ponga a escribir en inglés; vuelve a tu país, vuelve a tu lengua. Tú eres dominicana”. Julia Álvarez, sorprendida, y obstaculizada por una lengua natal que no dominaba y que ella misma consideraba en extremo rudimentaria, se abstuvo de responder, pero una vez de vuelta en los Estados Unidos publicó un artículo titulado “Doña Aída, si usted me permite…”1 Una especie de carta abierta dirigida a Aída Cartagena 1 El título en inglés es: « Doña Aída, with Your Permission ». Portalatín. La novelista utilizó el inglés para comentar el incidente acaecido en Santo Domingo. Yo no soy una novelista dominicana, ni siquiera una dominicana en el sentido tradicional del término (...) Yo narraría historias diferentes, escribiría poemas que tendrían un ritmo diferente si yo viviera allá, si enjugara allá mis lágrimas, y si estallara allá mi risa (...) tiene usted razón, Doña Aída, tampoco soy norteamericana. No escucho los mismos ritmos en el inglés que aquellos que lo tienen como lengua materna. A veces, en el inglés lo que oigo es el español y viceversa. Es por eso que me defino a mí misma como una escritora a la vez dominicana y estadounidense. 2 La polémica que había desatado Aída Cartagena Portalatín suscitó muchos ecos en la República Dominicana y dio lugar a numerosas reflexiones en torno a la dominicanidad de Julia Álvarez. Unos apoyaban enteramente la opinión de Aída Cartagena Portalatín, mientras otros la rechazaban, pues consideraban que el hecho de ser un escritor dominicano no implicaba obligación alguna con respecto al lugar de residencia o a su lengua. 3 Otros aun, insistían en el carácter heterogéneo de una obra que la colocaba en el marco de la literatura de la diáspora dominicana. 2 3 J. Álvarez, Something to declare, Plume, Penguin Group, New York, 1999, p.172. “ I am not a Dominican writer or really a Dominican in the traditional sense (…). In fact, I would tell a different story and write poems with a different rythm if I lived and worked there (…), ate there, made love there, voted there, dried my tears there, laughed my laughter there (…). But you’re right, Doña Aída, I’m also not una norteamericana. I don’t hear the same rythms in English as a native speaker of English. Sometimes I hear Spanish in English (and of course, vice versa). That’s why I describe myself as a Dominican American writer.” Consultar el libro de Giovanni Di Pietro, La dominicanidad de Julia Álvarez, Editora Imago Mundi, Librería La Trinitaria San Juan/Santo Domingo, 2002. 5 CP Resulta evidente que la polémica tenía, como telón de fondo, las diferencias muy frecuentes en América latina, entre los autores cuya producción local enfrenta problemas de difusión y los autores que escriben en los Estados Unidos o en Europa y que pueden tener acceso a un mercado editorial más amplio. Además, lo que Aída Cartagena Portalatín exponía como una certidumbre –la lengua materna, el país natal– era percibido de manera diferente por Julia Álvarez que, apoyándose en su propia trayectoria afirma: “Vivimos en un mundo cambiante; los linderos se confunden, las nacionalidades se desplazan, a veces por razones devastadoras...”. PC 6 No es nuestra intención tomar partido en esta polémica o tratar de definir el grado de dominicanidad de la obra de Julia Álvarez. Lo que verdaderamente nos ha llamado la atención ha sido la idea del desplazamiento en la autora y en su obra. Efectivamente, desde el inicio de nuestra investigación en torno a esta escritora nos conmovió la dualidad cultural y lingüística en la que reposa su producción. Hasta los títulos de sus obras son elocuentes: su primera novela, publicada en 1991, en inglés, y que tuvo gran éxito editorial se llamó: “Cómo las niñas García perdieron su acento”. Su colección de artículos publicada en 1998 se tituló “Algo que declarar”, lo que evoca el paso de una frontera. Las partes que componían la obra se subtitulaban “Aduanas” y “Declaraciones”. Ambos subtítulos evocan el espacio impreciso de un aeropuerto. Y es en ese espacio dual en el que se inscribe el paratexto, sin la más mínima referencia a un país de salida o a uno de llegada, a un punto de origen o a uno de destino. La autora publicó además en 1995 el poemario “the Other side/El otro lado”. El título parece sugerir un poemario bilingüe. No es así, sin embargo. Todos los poemas están en inglés, pero muestran entre sus líneas, las huellas del español. Lo que nos proponemos es leer los escritos de Julia Álvarez en su aspecto de obras emigrantes, en el sentido que le dan al término Úrsula Mathis-Moser y Brigit Mertz-Baumgartner, coordinadoras del diccionario de escritoras emigrantes en Francia4, dos estudiosas de la migración como fuente de creatividad. La expresión “escritura emigrante” tiene connotaciones menos fuertes que la de “inmigración” y permite considerar la contribución de voces extranjeras desde el punto de vista de su movimiento, de su desplazamiento y de su emigración, en lugar de hacerlo a partir de sus orígenes nacionales o en base a consideraciones de tipo social o político. El concepto de literatura emigrante enfoca su atención, tanto sobre el proceso de emigrar/inmigrar, como sobre los sentimientos de los autores que producen sus obras a partir de cierta dualidad cultural. Los textos de Julia Álvarez pueden ser leídos como obras emigrantes que representan simultáneamente una búsqueda lingüística, literaria y de identidad. PLURALIDAD LINGÜÍSTICA Y TRAYECTORIA PERSONAL DE LA ESCRITORA En su libro “Algo que declarar”, Julia Álvarez dedica un capítulo a “su inglés”. Aunque sus primeras reflexiones giran en torno a ese idioma, pronto su interés se centra en el español. Su reflexión sobre las lenguas nos lleva directamente a sus orígenes. Julia Álvarez nació en 1950, en la República dominicana. Introduce en sus frases palabras castellanas y habla de los distintos matices del español de su niñez. Distingue el castellano del padre Joaquín 4 U.Mathis-Moser et B. Mertz-Baumgartner (coord), Passages et ancrages en France. Dictionnaire des écrivains migrants de langue française (1981-2011), Paris, Honoré Champion Éditeur, 2012. del refinado español hablado en su familia, caracterizado por una corrección a toda prueba, pues sus padres no querían que el castellano de sus hijos sufriera la influencia del hablado por el personal de servicio. Sin embargo, retrospectivamente, es precisamente ese español (el del personal de servicio), el que ella reivindica como su lengua materna. Esa fue, según ella, la lengua de su niñez, la lengua de la libertad, la lengua que expresaba lo que a ella le fascinaba: las historias que contaban las sirvientas, sus bromas y sus canciones. Por eso, confiesa: “Ese campuno constituyó mi verdadera lengua materna. No el español de Calderón de la Barca ni el de Cervantes, ni siquiera el de Pablo Neruda, sino el de Chucha, Iluminada, Gladys y Ursulina, que eran nativas de Juncalito, de Licey, de Boca de Yuma y de San Juan de la Maguana”. 5 Se observa en esa evocación, el placer que siente la escritora de permitir que resuenen palabras y toponimias poco conocidas y poco usuales en el discurso inglés. Durante su infancia en la República Dominicana, sus padres, que hablaban la lengua inglesa con soltura, solían cambiar de idioma y hablar en inglés cuando deseaban que los niños no se enteraran de lo que hablaban. Pero Julia Álvarez cuenta que aun sin comprender aquella lengua se había acostumbrado a traducir su significado general con sólo mirar las expresiones en el rostro de su madre. Encontramos en ese hecho la primera manifestación de un hábito consistente en oír inglés y escuchar español. Sus padres, siguiendo una tradición familiar a la que también se plegaban las clases acomodadas de América Latina, la inscribieron en un colegio extranjero: un establecimiento estadounidense en Santo Domingo en el que pudo frecuentar muchos niños procedentes de los Estados Unidos y en el que la mayoría de las clases se impartían en inglés. Le fue difícil aprender inglés, sin contar que no lograba encontrarle sentido al hecho de tener que estudiar, en su propio país, en un idioma extranjero. No tardaron en aparecer confusiones lingüísticas, por lo que ella nos cuenta: “Todas las frases estaban colonizadas por el inglés” 6 y también: “Siempre me sentí insegura frente al español”. 7 Ella no lograba definir la posición del español, pues cada vez que pasaba el umbral de la escuela debía borrar toda huella de su lengua y darle prioridad absoluta al inglés. Su caótica relación con el español no comienza en el exilio, sino en su tierra natal a partir de una experiencia que ella sentía como la imposición de una lengua que destruyó el monolingüismo de su niñez y deja entrever cierta nostalgia por una época en la que vivía en medio de una unidad lingüística: “El mundo, en español, era acabado y sencillo”8 repite en ocasiones. Por supuesto, esa nostalgia va más allá de la frontera lingüística y evoca la despreocupación de una niñez recordada como un paraíso perdido. En 1960, a los diez años de edad, a consecuencia de las actividades del padre, opositor del régimen de Trujillo, su familia tuvo que huir de la República Dominicana y refugiarse en los Estados Unidos. Paradójicamente, aquel exilio significó una tregua en las tensiones entre sus dos idiomas; ella nos cuenta: “Esta segunda lengua me sirvió de descanso”. 9 En Nueva 5 6 J.Álvarez, Something to declare, Plume, Penguin Group, New York, 1999, p.21 : “ This campuno was my true mother tongue, not the Spanish of Calderón de la Barca or Cervantes or even Neruda, but of Chucha and Iluminada and Gladys and Ursulina from Juncalito and Licey and Boca de Yuma and San Juan de la Maguana.” 7 8 9 Ibid, p.24 : “There wasn’t a sentence that wasn’t colonized by an English word.” Ibid,p.24 : “I grew insecure about Spanish”. J.Álvarez, The other side/El otro lado, Plume, Penguin Group, New York, 1995, p.4. J.Álvarez, Something to declare, Plume, Penguin Group, New York, 1999, p. 27: “ I relaxed in this second language.” 7 CP PC 8 York, el inglés adquirió, para ella, un nuevo sentido ya que encontraba una relación entre la lengua de sus estudios y la lengua de la cotidianidad. En medio de los cambios que la rodeaban, la lengua inglesa se convirtió, según sus propias palabras, en su patria adoptiva, mientras su español se convertía en tema de críticas en el seno de la rama de la familia que se había quedado en la República Dominicana, la que constataba –y Julia Álvarez pensaba de igual manera– que desde que trataba de expresar alguna idea compleja, inevitablemente necesitaba recurrir al inglés. Julia Álvarez llegó a ser profesora de inglés en los Estados Unidos y escribe sistemáticamente en esa lengua; sin embargo, el conflicto lingüístico que la atormentaba no ha desaparecido del todo. El hecho de haber adoptado el inglés no ha hecho desaparecer una lengua española que se ha mantenido latente en un segundo plano de su escritura. En lugar de un español que formaba parte y que era expresión de la posición social de su familia en la República Dominicana, Julia Álvarez prefería el español que hablaba la servidumbre, y en vez del inglés académico, ella prefiere usar un inglés en el que se pueda oír el acento español. La dualidad en la que vive la empuja sin cesar a mantener cierta distancia: en sus viajes a la República Dominicana deja pasar, como afirma uno de sus personajes, la ola de la tradición, mientras que en los Estados Unidos se aferra a sus raíces latinoamericanas. Si duda, está viviendo lo que Jean-Marc Moura define como “una situación de búsqueda incesante de un lugar (y de un idioma) que escapa de los aspectos rígidos y conflictivos de las culturas”. 10 Estudiaremos las distintas facetas de la escritura emigrante de Julia Álvarez, a partir de una de sus novelas, la titulada “En 10 Jean-Marc Moura, Littératures francophones et théorie postcoloniale, Paris, PUF, 1999, p. el tiempo de las Mariposas”, publicada en inglés en 1994. 11 “En el tiempo de las mariposas” es una novela de inspiración histórica que hace alusión a un episodio importante de la historia dominicana contemporánea: el asesinato, durante la dictadura de Trujillo, de las hermanas Mirabal, cuatro hermanas que de una forma u otra estuvieron implicadas en la lucha contra la dictadura de Trujillo. En 1960, tres de ellas perdieron la vida mientras se dirigían a visitar a sus maridos, encarcelados por motivos políticos. Oficialmente, el automóvil en que viajaban sufrió un accidente. Sin embargo, pocos creyeron la versión oficial. Las hermanas Mirabal habían recibido numerosas amenazas y dos de ellas habían sido arrestadas en los días que precedieron al hecho. Además, por una extraña coincidencia, muchos opositores al régimen morían en accidentes automovilísticos. Ese asesinato conmovió profundamente la opinión pública dominicana. Patria, Minerva y María Teresa eran jóvenes, hermosas y madres de familia bien integradas en la vida social. Una de ellas, Minerva, había llamado la atención en varias ocasiones por haber rechazado los intentos del dictador de convertirla en una de sus muchas amantes. Después del ajusticiamiento de Trujillo las hermanas Mirabal fueron declaradas heroínas nacionales y fueron objeto de numerosos homenajes póstumos. El aniversario de su muerte, el 25 de noviembre, fue elegido por las Naciones Unidas como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Esta jornada continúa celebrándose aunque 11 Todas las citas provienen de la versión francesa de la novela : J. Alvarez, Au temps des papillons, Editions Métailié, Paris, 1997, traducida del inglés por Daniel Lemoine. Este libro fue objeto de una adaptación cinematográfica dirigida por Rodrigo García et David Klass en 2001 y contó entre otros, con los actores Salma Hayek y Marc Anthony. pocos conocen la razón que primó para la elección de esa fecha. En la República Dominicana, sin embargo, la relación entre la fecha de esa celebración internacional y las hermanas Mirabal no ha sido olvidada. La cuarta hermana Mirabal, Bélgica, a la que los dominicanos llaman Dedé, no se encontraba en el automóvil en el momento del “accidente”, y ha dedicado su vida a honrar la memoria de sus hermanas. Fueron esas figuras, casi míticas, cuyo recuerdo por mucho tiempo se transmitió oralmente, que Julia Álvarez tomó como eje para escribir una obra de ficción basada en hechos históricos. Nos parece que esta obra ilustra claramente algunas características de la escritura emigrante de la autora, tanto en el aspecto de la enunciación, como en el de la lengua usada y en el de la trasmisión cultural que realiza. Los diferentes personajes y narradores que aparecen en “En el tiempo de las mariposas” se expresan en español aunque el texto esté redactado en inglés. Lo que leemos en inglés se pronuncia en español y el lector queda invitado para que, al igual que Julia Álvarez durante su infancia, descubra el discurso español en medio del texto inglés. Las frases en inglés están sembradas de palabras castellanas. , Por ejemplo: las palabras en español acentúan la emoción de los personajes cuya lengua materna es su forma natural de expresión. Además, la grafía y las cursivas subrayan el cambio de idioma sin dejar de ser comprensibles para un lector no hispanohablante. Encontramos así personajes que platican en la galería de la casa, mientras toman batidas de guanábana. Los nombres, los apellidos, los antenombres y los topónimos son dejados en español, lo que enmarca el relato dentro de un contexto dominicano. Además, la autora se entretiene presentando diferentes niveles de la lengua española. El lector tropieza constantemente con palabras y expresiones castellanas que aparecen y se imponen en innumerables frases cuyo conjunto conforma una pluralidad lingüística, uno de los rasgos más característicos de la escritora. Por otro lado, la crítica estadounidense le reprochó a la escritora su uso excesivo de diminutivos. Pero lo que es visto como una repetición o una torpeza estilística no es más que un eco, en la lengua inglesa, de una característica del español latinoamericano, que emplea normalmente esa clase de sufijos. Así, la lengua inglesa se presenta como un territorio abierto que se convierte en reflejo de una dualidad cultural y lingüística. Esta dualidad se pone también de relieve por la forma en que la autora se incluye en el relato, lo que le presta al texto tintes autobiográficos. ESCRITURA EMIGRANTE Y AUTOFICCIÓN La autora es uno de los personajes de “En el tiempo de las mariposas”. La novela inicia con una mirada interna al personaje de Dedé. Dedé recuerda la llamada telefónica que recibió de parte de una “gringa dominicana” ¿Podría [la gringa] ir a hablar con Dedé acerca de las hermanas Mirabal? Ella es de aquí originalmente, pero ha vivido muchos años en los Estados Unidos, por lo que, lamentablemente, no habla muy bien el español. Allí nadie conoce a las hermanas Mirabal, cosa que también lamenta, porque nadie debería olvidarlas. Heroínas anónimas de la oposición clandestina, etc.12 Cada intervención de la joven “gringa dominicana” es vista, por Dedé, desde el ángulo de sus dificultades de expresión y de su torpeza al comunicarse con la gente en español. 12 Ibid, p.13. 9 CP PC 10 Hay un verdadero alboroto de gratitud en el otro extremo de la línea, y Dedé se ve obligada a sonreír ante algunas llamativas expresiones del español de la mujer. “Me siento deudora suya –le dice– por la franqueza de su cálido tratamiento”. 13 La mujer (de esa manera se refiere a ella a lo largo toda la novela) no tiene nombre, ni rostro; se presenta por medio de una focalización externa que hace resaltar su no-pertenencia al universo en el que se encuentra. El relato subraya la mirada de Dedé en torno a la mujer, no lo contrario. Esta inclusión de la autora en la ficción constituye un recurso recurrente en las obras de Julia Álvarez; estas comienzan a menudo con la llegada a la República Dominicana de una mujer que ha vivido por largo tiempo en los Estados Unidos y que vuelve al país en busca de inspiración. ¿No descubrimos acaso la presencia de Julia Álvarez desde las primeras líneas como parte de un pacto de lectura? A partir de ese momento sólo se tratará de hacer resaltar la dualidad lingüística y cultural que ha de caracterizar su obra. La dificultad de expresión en español por parte de la autora puede también ser interpretada como una forma de justificación, en el relato, de la elección del idioma de su literatura y de sus características. Sus lectores estadounidenses se sienten invitados a hacer suya la expresión de Jean Marc Moura y “lanzarse con entusiasmo hacia horizontes lejanos en los cuales se habla español”. 14 Además, Julia “Álvarez toma, en la ficción, el apodo “gringa” que le pusieron desde que regresó por primera vez a la República Dominicana a pasar sus vacaciones. La autora asume de manera positiva el hecho de estar “tan afuera de la cosa” 15 como confiesa la “gringa dominicana” en 13 14 15 Ibid, p.14. J -M Moura, Littératures francophones et théorie postcoloniale, Paris, PUF, 1999, p.115. J. Alvarez, Au temps des papillons, Editions Métailié, Paris, 1997, p.14. la narración. Efectivamente, notamos como se forma un mecanismo de transformación: la narradora se convierte en novelista. El comienzo de la novela “En el tiempo de las mariposas” luce ambiguo; podríamos pensar que es una especie de relato en torno a la entrevista ficticia entre Dedé y la visitante. Sin embargo, cuando la visitante plantea una pregunta, no sabemos si Dedé realmente le responde o si se concentra en sus pensamientos. Por ejemplo, la visitante le pide a Dedé que le cuente alguno de los buenos recuerdos que conserva de sus hermanas. El diálogo se interrumpe. Después de un salto de línea, el estilo deja de ser directo y Dedé se sumerge en sus recuerdos: “Habla de la clara noche de verano que precedió el inicio del porvenir.” 16 Vuelve a vivir aquellos momentos y evoca los diálogos, pero nada en el relato indica que lo hace en voz alta para su interlocutora o mentalmente para sí misma. Sumida en sus recuerdos, Dedé refiere las creencias populares que se han formado en torno a las hermanas Mirabal; la gente cree que una de las antiguas domésticas de la familia fue poseída por el alma de las muchachas. ¡Poseída por el espíritu de las chicas, se imaginan! La gente viajaba desde lugares tan distantes como Barahona para hablar con las hermanas Mirabal a través de la sibila de ébano denegrecido. Empezó a atribuirse curas a Patria, María Teresa era muy buena para las penas de amor; con respecto a Minerva, ésta competía con la virgencita como patrona de las causas desesperadas. 17 Ahora bien, el relato se desarrolla como si las creencias surgidas se formaran en torno a la visitante y se apoderaran de la narración. Vemos así cómo la hija de Minerva cree firmemente estar en contacto, por 16 17 11 CP Ibid, p.18. Ibid, p.79. Domingo Liz PC 12 medio de la empleada doméstica, con su madre muerta. Las preguntas de la visitante no tienen, a primera vista, mucho que ver con las preocupaciones de Dedé. Sin embargo, ante una pregunta particular Dedé reacciona de otra manera: “La voz de la mujer de la entrevista trae a Dedé de vuelta al presente. Una vez más parece estar leyéndole los pensamientos”. 18 La actitud de Dedé nos hace pensar en la de la doméstica “poseída por el espíritu de las chicas que expresaban sus deseos a través de ella”. Dedé se sume de nuevo en sus pensamientos, pero por un extraño fenómeno parecería que “la mujer” forma parte de sus recuerdos. 19 El escepticismo de Dedé frente a las prácticas para entrar en contacto con las hermanas fallecidas se tambalea frente al fenómeno de transmisión que acaba de experimentar. Los prejuicios iniciales, al ver a una gringa que viene a hacer preguntas sobre las hermanas Mirabal, se atenúan: las hermanas vuelven a la vida de una forma diferente: el relato oral y el proyecto de escritura. La visitante desaparece durante la narración; pero al final se establece un lazo directo, autobiográfico, entre las acciones del personaje ficticio y las de la autora. La novelista comienza la posdata con estas palabras: “En agosto de 1960, mi familia llegó a la ciudad de Nueva York. Éramos exilados de la tiranía de Trujillo. Mi padre había participado en un complot que fue descubierto por el SIM, la famosa policía secreta de Trujillo”. 20 Se crea una relación evidente entre Julia Álvarez y las hermanas Mirabal. Estas últimas, que fueron asesinadas unos pocos meses después de la partida de la familia Álvarez, formaban parte de la misma organización clandestina a la que pertenecía el padre de Julia Álvarez, quien gracias al exilio pudo salvar su vida. Hay, pues, independientemente de las fronteras geográficas y las barreras lingüísticas, un dolor común y una forma de culpabilidad del sobreviviente que unen a la escritora y a Dedé. En la posdata, la autora cuenta que al comenzar sus investigaciones sobre las hermanas Mirabal lo único que encontró en la República Dominicana fue una historieta. Estaba consciente de que llenaba, gracias a su novela, los silencios de la escritura. Vemos como fue apenas en el 2008, es decir, 14 años después de la publicación de “En el tiempo de las mariposas” que Dedé publica sus memorias “Vivas en el jardín”. 21 Julia Álvarez escribe el prólogo de aquel libro que, confiesa, constituye un documento que le hubiera gustado tener entre sus manos cuando escribía su novela. Así pues, lo que nos queda, no es una imagen ligeramente ridícula de una “gringa” sino de una novelista cuyo trabajo en inglés se entremezcla con la familia Mirabal. Julia Álvarez escribió el prólogo del libro de Dedé, y fue la hija de Minerva la que lo tradujo al español; ambas asistieron, juntas, a la celebración del primer Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En conclusión, Julia Álvarez aún no ha reencontrado la lengua que le permitiría sentirse en su casa en su país de origen. Los comentarios, no exentos de malicia que se escuchan en la Republica Dominicana, lo muestran. Philippe Lazare, director de la revista: Diasporiques / cultures en mouvement constata: “Cada vez somos más los que vivimos en las tierras, míticas o reales, de nuestros ancestros”. 22 Así, las obras de Julia Álvarez pueden ser leídas como un intento, tanto en un plano real como simbólico, de una reconciliación consigo misma y con la tierra de sus padres. 18 22 19 20 Ibid, p.81. Ibid, p. 83. Ibid, p.367. 21 D. Mirabal, Vivas en su jardín, Santo Domingo, República Dominicana, Aguilar, 2009. P.Lazare, « Éloge de Babel », Revue Hommes et migrations n°1288, nov-dec 2010: «Langues et migrations» ○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○ Bibliografía Álvarez Julia, Au temps des papillons, Paris, Éditions Métailié, 2003. Álvarez Julia, In the Time of the Butterflies, New York, Plume, Penguin Group, 1994. Álvarez Julia, How the García Girls Lost Their Accents, London, Algonquin Books, 1991. Álvarez Julia, Something to declare, New York, Plume, Penguin Group, 1999. Álvarez Julia, The other side / El otro lado, New York, Plume, Penguin Group, 1995. Mirabal Dedé, Vivas en su jardín, Santo Domingo, República Dominicana, Aguilar, 2009. Cocco de Filippis Daisy, Desde la diáspora / A Diaspora Position. Selección bilingüe de ensayos, New York, Ediciones Alcance, 2003. Di Pietro Giovanni, La dominicanidad de Julia Álvarez, Editora Imago Mundi, Librería la Trinitaria San Juan/Santo Domingo, 2002. Gutiérrez Franklin, Diasporando, Santo Domingo, Ministerio de Cultura, Editora Nacional, 2011. Mathis-Moser Ursula et Mertz-Baumgartner Birgit, « Écrire en français quand on vient d’ailleurs- Le dictionnaire des écrivains migrants », Revue Hommes et migrations n°1288, nov-dec 2010 : « Langues et migrations ». Moura Jean-Marc, Littératures francophones et théorie postcoloniale, Paris, PUF, 1999. “And María Teresa, ay, Dios,” Dedé sighs, emotion in her voice in spite of herself. “Still a girl when she died, pobrecita, just turned twenty-five.” Alvarez, Julia. In the Time of the Butterflies (Kindle Locations 119-120). Algonquin Books. Kindle Edition. Catherine Pélage. Nació en Francia. Estudió en la Universidad de la Sorbona en la que obtuvo en 1999 el título de Doctora en literatura latinoamericana con una tesis titulada « Marginalisation et transgression chez les romancières chiliennes du XX° siècle » (Marginación y transgresión en las obras de las escritoras chilenas del siglo XX). En la Universidad Complutense de Madrid obtuvo un diploma de « Experta en traducción ». Ingresó en 2006 en la Universidad de Orléans (Francia) como profesora titular encargada de clases de literatura y civilización latinoamericana. Fue Directora del departamento de español de esta Universidad de 2010 a 2013. Pertenece al grupo de investigación Rémélice (Recepción y Mediación de las literaturas y culturas extranjeras y comparadas) de la Universidad de Orléans y al SAL (Seminario sobre América Latina) de la Sorbona. Preside la Asociación de Hispanistas ALMOREAL (Angers Le Mans Orléans, Relaciones España-América Latina). Publicó diversos estudios sobre la evolución de las creaciones femeninas en Chile y sobre las producciones de autores chilenos exiliados en Francia. Actualmente, sus investigaciones se centran en la literatura dominicana producida dentro del país y desde los Estados Unidos. Escribió un libro titulado Diamela Eltit, les déplacements du féminin ou la poétique en mouvement au Chili (2011). En colaboración con la profesora Françoise Morcillo publicó la obra Littératures en mutation, écrire dans une autre langue (2013) en la que presentó un ensayo sobre Julia Álvarez. Está preparando en colaboración con sus colegas Françoise Morcillo y Yasmin Hoffmann la edición del libro La traduction, médiation et médiatisation des cultures en la que presenta una reflexión sobre la antología poética Paroles d’une île/Palabras de una isla de Basilio Belliard y Gahston Saint-Fleur : « Paroles d’une île, première anthologie poétique de République Dominicaine et d’Haïti, traduction et configuration d’un nouvel horizon utopique». 13 CP PC 14 El Teatro De Derek Walcott, o un poeta dialoga con un hombre de teatro (y viceversa) Adriano Corrales Arias RESUMEN El artículo pretende mostrar la importancia del Premio Nobel de Literatura Dereck Walcott como teatrista. El autor es reconocido como poeta y en mucho se ha invisibilizado su faceta teatral a pesar de contar con más de 50 años en las tablas ya como dramaturgo, ya como director, actor, educador y hasta administrador. Walcott es el fundador de uno de los proyectos teatrales más ambiciosos del Caribe: el Taller de Teatro de Trinidad (TTW por sus siglas en inglés). Para ejemplificar dicha labor nos detendremos en el espectáculo Una odisea antillana, adaptación libre de la Odisea de Homero al mundo cultural de las Antillas y hermano del notable texto poético del mismo Walcott, Omeros. ABSTRACT The article shows the importance of the Nobel Prize for Literature Derek Walcott as a dramatist. The author is recognized as a poet and much has been made invisible theater his role despite having more than 50 years in the tables and as a playwright, and as director, actor, educator, and even administrator. Walcott is the founder of one of the most ambitious theater projects of the Caribbean: Theatre of Trinidad Workshop (TTW). To illustrate this work we will stop at the show An odyssey Antillean free adaptation of Homer’s Odyssey to the cultural world of the Antilles and brother of the poetic text itself remarkable Omeros Walcott. PALABRAS CLAVE Dereck Walcott, puesta en escena, teatro caribeño-decolonial, interculturalidad. KEYWORDS Derek Walcott, staging, theater Caribbean-decolonial, intercultural. Para el alcance y perspectiva de esta comunicación debo decir, de entrada, que las artes escénicas no son literatura. Mejor dicho: lo que conocemos como artes escénicas, o teatro, es una actividad que va más allá del texto dramático puesto que el hecho teatral surge en la misma representación donde se articula un complejo entramado de agentes y actuantes. El modelo Emisor-Mensaje-Receptor, ha convencido a la academia de la utilidad de su aplicación a los productos estéticos sin tener en cuenta los aspectos nocivos inherentes al 15 CP Domingo Liz PC 16 Domingo Liz campo específico de su origen y a las dificultades de esa extrapolación. En el caso del teatro sería altamente difícil delimitar quién o qué es el Emisor, si tenemos en cuenta los siguientes participantes: dramaturgo, director, actor, escenógrafo, músico, coreógrafo, empresario, entre otros. Hecha la aclaración indico que trataré, sin ser exhaustivo, de hablar sobre el teatro de Derek Walcott y no, específicamente, sobre su dramaturgia. Lo que interesa acá es el hecho de que Walcott, aunque casi siempre se le presente y reconozca como poeta, que también lo es, y de los grandes, es, básicamente, un hombre de teatro. Tradicionalmente se ha considerado al dramaturgo, o al “escritor de obras para teatro”, como alguien que compone piezas dramáticas para ser representadas y, por tanto, se le distingue como el principal “productor de teatro”, en tanto es quien determina el tipo de montaje por realizar, así como su valor simbólico y estético. Por eso la concepción que ha primado en cuanto al teatro y su historia es una visión letrada, es decir, literaria, dramatúrgica, donde el texto es lo central. En realidad Derek Walcott se inició en las tablas en su natal Santa Lucía pues su madre, siendo maestra, era gran aficionada al teatro. Mejor dicho, la poesía lo llevó al teatro. En una entrevista concedida al periódico El Mundo de España, en agosto del 2005, expresaba que el amor por la poesía lo llevó a Shakespeare y de ahí al teatro. Desde ese entonces quería formar una compañía teatral, aunque le fue muy difícil por la escasa tradición que había en su país. En 1959 funda el Taller de Teatro de Trinidad (TTW por sus siglas en inglés) junto con su hermano Roderick y otros artistas trinitarios, conocido desde entonces como “el buque insignia del movimiento teatral en el Caribe”. El objetivo central del Taller (del cual ha sido director, productor, contable y relacionista público) es fomentar la expresión de las realidades propias del Caribe, a través de la práctica teatral. El formato de taller de la compañía incluye programas de extensión y divulgación como la Escuela de las Artes, Adolescentes en el Teatro y Teatro en la Educación (TIE). La Escuela de las Artes ha proporcionado entrenamiento actoral a jóvenes trabajadores y profesionales a través de campamentos dirigidos por reconocidos teatristas internacionales. Además, ha facilitado becas para artistas caribeños en instituciones norteamericanas como la Universidad de Boston y el Arena Stage. El TTW ha producido cantidad de obras de teatro de diversos autores como Jean Genet, Wole Soyinka, Darío Fo, Tenesse Williams, Anton Chejov, Neil Simon, entre otros. Pero lo fundamental es que ha sido el verdadero taller para la dramaturgia de Walcott. Sabido es que para un creador teatral lo apropiado es contar con una compañía actoral a su disposición para poder desplegar su dramaturgia. William Shakespeare sería el ejemplo más acabado. Pues bien, Derek Walcott ha escrito más de treinta obras teatrales gracias a su trabajo constante con y en la compañía, muchas de ellas han sido dirigidas por él mismo. Entre las más importantes están Harry Dernier (1952), Dream of Monkey Mountain and other plays (1979), Remembrance and Pantomime: two pays (1980), Three plays (1986) y una versión de El burlador de Sevilla (1978). En el 2005 estrenó en España, en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, Una odisea antillana, suerte de visión caribeña sobre la obra de Homero, un espectáculo donde la música en vivo, la danza y el texto se funden en una sola expresión ante la presencia del Mediterráneo, pero con actores caribeños dentro de un reparto hispanoitaloamericano encabezado por Antonio Valero y Giovanna Bozzolo, así como por la cantante española Lucía Bosé, quien debutó en las tablas. Me detendré en este espectáculo dado que es uno de los ejemplos más concretos sobre la práctica teatral de Walcott, ya no 17 CP PC 18 solo como escritor, sino como director de escena y formador de actores. En la entrevista concedida al diario El Mundo de España, ante una pregunta sobre su estética o metodología teatral, señalaba que no tenía una teoría sobre la dirección, que la verdad es que le gusta escribir las obras “para mis actores, así que yo diría que mi estética surge de ese sentimiento de compenetración con mi grupo formado por actores que yo he elegido y a los que conozco desde hace tiempo” (Ibid). Esa sinergia entre director/dramaturgo y actores, además de los otros participantes en la “dramaturgia escénica” (músicos, coreógrafos, vestuaristas…), es la que posibilita un espectáculo de este género donde no hay una dramaturgia propiamente dicha, sino un texto poético que se “traduce” a imágenes teatrales en la medida en que se va montando el espectáculo. Dicho de otro modo, la dramaturgia, proveniente de la poesía clásica, se va editando a partir de la misma puesta en escena. En esa fusión de la cultura mediterránea y caribeña, 14 actores interpretan y cantan el poema homérico, salpicados por los comentarios mordaces, en inglés, de Billy Blue, un cantante ciego que se acompaña de una banda de percusión metálica, e introducidos por la voz de Lucía Bosé en un el singular papel del azul narrador Mediterráneo. Un escenario circular, con elementos móviles y numerosas pantallas de televisión que se integran como una parte más de la escenografía, sirve de soporte a la representación, en la que destaca la interpretación de Antonio Valero quien consigue transmitir el lado más humano de un Ulises contestatario frente a los dioses, crítico, como debe ser un personaje creado por Walcott. “Te burlaste de los inmortales..., fuiste el primero en rechazar los agüeros y cuestionar su brillo”, le dice Atena, hija del gran dios Zeus, a Ulises, quien no comprende “por qué los hombres tienen que pasar hambre cuando los dioses tienen para comer de todo”. Descontento con los dioses, pero también con el hombre, “un monstruo más extraño que los que habitan los mares”, Ulises logra acabar con los “perros” que atenazan y tientan a su amada Penélope, sitiada por 100 pretendientes. El montaje pone de relieve, como en el resto de la obra poética del autor, la profunda imbricación entre la cultura europea y la tradición afrocaribeña, así como su intensa preocupación y defensa por el mundo de la inmigración a través de un Ulises caribeño, cálido, divertido y claramente del siglo XXI. Allí se expresan las constantes de la poesía walcotiana: la hibridación cultural, la nostalgia por el paraíso perdido, el viaje y el retorno y sobre todo la dinámica sociocultural caribeña matizada por la música y por la danza, por la palabra del colonizador y la respuesta sarcástica del colonizado. La herida colonial atraviesa el cuerpo del colonizado, por eso está siempre presente. El teatro entonces es un medio de expresión para mostrar esa herida que se disloca en escena y que sirve como terapia decolonial tanto para el actuante como para el espectador. Esa terapia decolonial se asienta en el diálogo intercultural, un diálogo entre culturas diversas pero contenidas en una misma formación discursiva. Ello implica el reconocimiento y el respeto al “derecho de cada cultura a disponer de la materialidad necesaria para su libre desarrollo” (Fornet-Betancourt, Raúl. Interculturalidad y globalización. Ejercicios de crítica filosófica intercultural en el contexto de la globalización neoliberal. San José, Costa Rica: DEI. 2000: 13). En otras palabras, la “cuestión previa” al diálogo entre dos o varias culturas estriba en el espacio material de esas culturas “para la práctica del derecho que tiene cada cultura a que se le tome realmente en serio” (Ibid, 2000: 13). “Tomar una cultura en serio implica necesariamente reconocerle y respetarle su derecho a tener mundo propio; y también, por consiguiente, su derecho a no ser impedida por coerción en sus posibilidades de desarrollo real” (Fornet-Betancourt, 2000: 13). Así, la interculturalidad se comprende como un modelo alternativo al modelo vigente de la globalización colonial, de tal manera que el monoculturalismo, o el “pensamiento único”, contextual y homogenizador de la misma, tiene un planteamiento filosófico alternativo: las relaciones interculturales basadas en la observación práctica del derecho de cada cultura a ser ella misma (Ibid: 2000: 13-14). Por esa razón, y en una perspectiva alterna, siempre será importante subrayar que interculturalidad (propuesta alternativa) no es lo mismo que interculturalismo (propuesta de la matriz europea, el teatro eurasiano de Eugenio Barba, por ejemplo), pues éste desea una “cultura común” mediante la yuxtaposición de elementos provenientes de diversos universos culturales, mientras que la interculturalidad busca la transformación de las culturas a través de procesos de diálogo e interacción, es decir, convirtiendo “las fronteras culturales en puentes sin casetas de aduana” (Fornet-Betancourt, 2000: 20). Se trata entonces de una nueva dramaturgia y de un planteamiento estético desde las propias condiciones de producción de los países periféricos y poscoloniales en un diálogo constante con sus raíces indígenas y africanas y la tradición clásica europea. Es una suerte de teatro fronterizo, o de frontera, que no menosprecia lo europeo, ni mucho menos, pero lo asume y potencia desde la historia, la visión y la palabra del recién colonizado. En ese sentido se trata de cambiar los términos de la conversación y, a partir de los relatos clásicos occidentales y sus metodologías de representación, proponer un discurso y una mirada distintos, un teatro caribeño otro. He allí la importancia decisiva de la propuesta teatral de Derek Walcott, un poeta teatrista o un teatrista poeta, que no es lo mismo pero, dado el caso, es igual, como diría un reconocido cantautor cubano. *Escritor e investigador costarricense. BIBLIOGRAFÍA De Francisco, I. (2005, 5 de agosto). Entrevista a Derek Walcott. El Mundo. Tomado de http://teatrogranada.es/Notas/ Entrevista%20a%20Derek%20Walcott.htm el 10 de agosto de 2012. Fornet-Betancourt, R. (2000). Interculturalidad y globalización. Ejercicios de crítica filosófica intercultural en el contexto de la globalización neoliberal. San José: DEI. Walcott, D. (1950). Harry Dernier: a play for radio production. Bridgetown, Barbados: Advocate Co. Walcott, D. (1970). Dream of Monkey Mountain and other plays. New York: Farrar, Straus & Giroux Inc. Walcott, D. (1980). Remembrance and Pantomime: two plays. New York: Farrar Straus & Giroux Inc. Walcott, D. (1986). Three plays. New York: Farrar Straus & Giroux Inc. Adriano Corrales Arias nació en Venecia de San Carlos, Alajuela, Costa Rica en 1958. Es graduado en Artes Escénicas con énfasis en Dirección Teatral, por la Universidad de San Petersburgo, Rusia. Su inclinación es la literatura y la investigación en la cultura popular. Trabaja en el Instituto Tecnológico de Costa Rica como profesor de Artes Escénicas. Dirige el colectivo Tamagá y edita la revista Fronteras. Es poeta, ensayista, dramaturgo y narrador. Es autor de los libros Los ojos del antifaz, 1999, Balalaika en clave de son, 2005, Jabalí de la media luna, 2006, Tranvía Negro, 1995, La suerte del andariego, 1999, Hacha encendida, 2000. Profesión u oficio, 2002, El pez solubre, 2002, Profesión u oficio, 2002, Caza del poeta, 2004, Kabanga, 2008. 19 CP La República Dominicana y la prensa extranjera. 1961-1963 PC 20 de Sully Saneaux y Ramona Hernández. Franklin Franco Domingo Liz No exagero si expreso como primer comentario que: “La República Dominicana y la prensa extranjera” es un libro pionero de notable importancia. Se trata de la primera indagación exhaustiva que se edita en nuestro país, teniendo como material de estudio las noticias, editoriales y opiniones publicadas por un nutrido grupo de los más importantes órganos informativos de Estados Unidos, América Latina y de Europa, cubriendo el tormentoso periodo de la historia nacional que cubre a mayo de 1961 y septiembre de 1963. Es decir, del ajusticiamiento de Trujillo, al derrocamiento del gobierno democrático de Bosch. Acentuamos que una buena parte, no todas, de esas noticias, editoriales y opiniones, eran elaboradas por peritos en asuntos de tergiversaciones y manipulaciones al servicio de los grandes centros del poder de Estados Unidos, a fin de condicionar la opinión pública de todo el mundo, en función de sus intereses particulares. Conviene destacar que cada uno de los tres grandes capítulos en que está dividido este texto, fue elaborado por sus autores con una oportuna introducción panorámica sobre la situación internacional del momento, detalle que sitúa al lector en una cómoda posición para su mejor entendimiento, y al mismo tiempo lo nutre de elementos sustanciales que permiten una interpretación más allá de las atinadas conclusiones del texto. Subrayamos que este libro recoge el análisis de 1,810 artículos, noticias, editoriales y reportajes publicados entre 1961 y 1963, en 31 medios informativos de doce naciones, cifras que manifiestan, primero, la profundidad de la investigación, y segundo, la importancia que adquirió nuestro país en la política mundial en aquellos días; relevancia que estuvo matizada por el comportamiento anticomunista y groseramente intervencionista que exhibió Estados Unidos en todo nuestro continente, a partir de los inicios de la revolución cubana en 1959; comportamiento acentuado aun más luego de su derrota en Bahía de Cochinos, en abril de 1961, cuando Fidel respondió a la agresión norteamericana de su patria, con la proclamación del carácter socialista de su revolución. Esa política anticomunista e intervencionista diseñada por Estados Unidos en aquellos días de la llamada “guerra fría”, aplicada según el Pentágono, para “evitar otra Cuba”, por los extraordinarios esfuerzos políticos, militares y la manipulación informativa desplegados, se convirtió en un poderoso obstáculo que torció el curso natural del desarrollo histórico de los pueblos de América Latina, y muy particularmente, de las naciones del Caribe, región que por su cercanía con la patria de Martí, a juzgar por las apreciaciones de los estrategas del imperio, podía fácilmente sufrir el contagio del virus de la revolución cubana Como se conoce, Estados Unidos después del triunfo de esa revolución en 1959, temiendo que el mantenimiento de la dictadura de Trujillo originara en Santo Domingo un proceso semejante al cubano, 21 CP PC 22 decidió la liquidación de su protegido, y en consecuencia, en principio contribuyó con su ayuda material a los conjurados dominicanos que planificaron su muerte. Sin embargo, después de la derrota que sufrieron en la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, en abril de 1961, los gobernantes norteamericanos dieron marcha atrás y suspendieron su cooperación. Al parecer varios de los comprometidos en el ajusticiamiento de Trujillo, no eran de su absoluta confianza, ni tampoco estaban seguros del resultado final de aquel desenlace. Afortunadamente esta conducta de los norteamericanos no afectó los planes de los valientes comprometidos en aquella acción justiciera, y el 30 de mayo de aquel año, el sátrapa fue ajusticiado. Que los ajusticiadores del tirano no disfrutaban de la absoluta confianza de Estados Unidos lo manifiesta sin querer, el titular de la primera plana del 1ro de junio de 1961 del New York Times, el diario más importante de ese país, citado por Saneaux y la profesora Hernández, cuando al ofrecer la noticia del ajusticiamiento de Trujillo al pueblo norteamericano y al mundo, expresa: “Trujillo abatido por asesinos”. Ese desafortunado titular noticioso no fue obra de la casualidad. La información señalada, además agrega, que el Secretario de Estado, Dean Rusk, quien tenía programado un viaje a París, Francia, para reunirse con el Presidente Kennedy, detenía su viaje “para seguir los acontecimientos”. Pero mucho más esclarecedora respecto a la falta de confianza de Estados Unidos sobre los resultados de aquel notable acontecimiento, es la crónica que nos trae este libro de la primera página de ese mismo New York Times, dos días después, informando que la “Marina de Guerra (de Estados Unidos) envía más barcos al Caribe frente a la crisis Trujillo”. Ese mismo día, el The London Times, en Inglaterra, en consonancia con la información anterior, señala en su editorial que: “Existe un fuerte temor de que Castro pueda patrocinar un golpe ahora que Trujillo no está”. La desenfrenada política esquizofrénica anticomunista e intervencionista aplicada por Estados Unidos en toda América Latina después del triunfo de Fidel, y muy particularmente en nuestro país, se percibe también en los esfuerzos realizados por esa poderosa nación por mantener a Joaquín Balaguer en el poder. El 24 de agosto de 1961, pese a la evidente situación generalizada de repulsa contra la permanencia de Balaguer en la Presidencia, en una reunión del más alto nivel efectuada en la Casa Blanca, el Presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy expresó lo siguiente: “Balaguer es nuestra única garantía. Los liberales anticomunistas no son lo suficientemente fuertes. Debemos llevar a Balaguer por el camino de la democracia”1. Como debemos de recordar esa situación de agitación permanente creada por las masas populares en las calles, y que duró varios meses, obligó a todo un proceso de negociaciones entre la oligarquía dominicana, organizada en la Unión Cívica Nacional, la representación diplomática de Estados Unidos y los residuos del trujillismo representados por Balaguer; conciliábulo que originó en enero 2 de 1962, la conformación de un Consejo de Estado de seis miembros, encabezado por el propio Joaquín Balaguer; artificio político que ese personaje se vio obligado a abandonar poco después, el 17 del mismo mes, debido a la continuación de las protestas del pueblo en repudio a su presencia en la Presidencia de la República, propiciando entonces como despedida envenenada, un golpe de Estado y la formación de una Junta Cívico Militar presidida por Huberto Bogaert; efímero gobierno que fracasó a las 48 horas expulsado por una huelga nacional; fracaso que 1 Vega, Bernardo. “Kennedy y los Trujillo”. Pág. 151). condujo a Balaguer a buscar asilo político en la representación diplomática del Vaticano, el 20 de enero de ese mismo año. Restituido prontamente el Consejo de Estado, pero ahora presidido por el licenciado Rafael Bonnelly, ese gobierno siguió fielmente las orientaciones políticas anticomunistas dictadas por quienes le habían engendrado, deportando y prohibiendo el ingreso a su patria de decenas de dirigentes y simpatizantes de los grupos de la izquierda dominicana. Sin embargo, debemos reconocer que en esos momentos, tras la búsqueda de la creación de un clima de tranquilidad y estabilidad política, el pueblo dominicano puso sus esperanzas en las elecciones que ese mismo Consejo de Estado prometió para llevarse a efecto en diciembre de 1962. Para participar en ese evento, el primero de su naturaleza efectuado en nuestro país durante el siglo XX, se prepararon todos los partidos políticos recién organizados, que sumaban casi una decena, salvo la Agrupación Patriótica 14 de Junio, el Movimiento Popular Dominicano y el Partido Socialista Popular. Los dos últimos, porque en su condición de organizaciones marxistas leninistas, una legislación anticomunista les prohibió la participación electoral, y el 14 de Junio, porque su máxima dirección, deslumbrada por los fulgures incandescentes del proceso revolucionario cubano, entendiendo como posible aquí la reiteración de la toma del poder mediante la vía armada, se negó a participar en esas elecciones. En esos comicios, a pesar de todos los esfuerzos realizados y los recursos aportados por el Consejo de Estado para favorecer a su socio y favorito, el Dr. Viriato Fiallo, candidato de la Unión Cívica Nacional; a pesar también de la sucia campaña que identificaba como comunista al profesor Bosch, candidato del Partido Revolucionario Dominicano; campaña encabezada por la cúpula de la Iglesia Católica y financiada por la oligarquía de nuestro país, con el apoyo de la Asociación de Industria y el gran comercio, al final se impuso la voluntad popular, pero también la maestría en el arte de la comunicación, la experiencia política acumulada durante sus años de exilio y la certera estrategia trazadas por el genial autor de “La Mañosa”. A partir de este momento, enmarcado en los días que transcurren inmediatamente después del triunfo del profesor Bosch, la investigación de Seneaux y la profesora Hernández, recoge magistralmente una selección de noticias, editoriales y artículos extraídos de la prensa extranjera, donde de manera clara y exhaustiva, se pone en evidencia, que la conspiración que derrocó el primer ensayo democrático que conocieron los dominicanos en el siglo XX, en septiembre de 1963, fue el fruto de una poderosa conspiración de fuerzas extremistas derechistas nacionales y extranjeras. Y lo que es más importante: Este texto demuestra de qué forma las tensiones que surgieron entre Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética, inmediatamente después del triunfo de Fidel Castro en Cuba, originaron en la patria de Lincoln, como hemos expresado, una histeria anticomunista irracional y una conducta de dominación posesiva sobre El Caribe, región que el imperio norteamericano entendía (y aún entiende) como de su absoluta esfera de dominación. Quisiera decir por último, que teniendo en cuenta el extraordinario caudal de esperanza que levantó en aquellos días en todo nuestro pueblo el triunfo de Bosch, avalada esa esperanza por las conquistas democráticas, sociales, económicas y políticas contenidas en la constitución de 1963, la Carta Magna más avanzada de nuestro continente en esos momentos; pero además, por la elevada significación de la ejemplar conducta ética exhibida por aquel hombre (y su gobierno), pensando 23 CP en todo lo que hubiésemos podido alcanzar en paz y en feliz armonía bajo aquel régimen, y valorando los dolorosos resultados de su funesto derrocamiento, todo aquello se conjuga en mi pensamiento para fortalecer mi convicción de que la política anticomunista e intervencionista de Estados Unidos, torció y fracturó dolorosamente, el curso natural del desarrollo histórico de nuestra nación y este texto estupendo de Sully Saneaux y la profesora Ramona Hernández que hoy ponemos en circulación, así lo demuestra. Palabras pronunciadas por el profesor Franklin Franco, en la puesta en circulación del libro: “La República Dominicana y la prensa extranjera” de Sully Saneaux y Ramona Hernández. Biblioteca Nacional, 5 de junio del año 2013. Franklin Franco Pichardo nació en Santiago de los Caballeros en 1936. Historiador, político y PC 24 educador. Entre 1957 y 1961 residió en Puerto Rico, Venezuela, Cuba, Estados Unidos y México. Tras el asesinato de Trujillo regresó al país en 1962, integrándose al cuerpo docente del Instituto de Ciencias Sociales y Planificación y a las actividades políticas partidistas. Ha sido candidato a la presidencia de la República por el partido Unión Patriótica Antiimperialista, militante izquierdista y dirigente del Partido Revolucionario Dominicano. Es profesor de Historia y Director de Investigaciones Científicas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y editor de la Enciclopedia dominicana. En 1966 obtuvo el Premio de Ensayo Casa Las Américas con la obra República Dominicana: clases, crisis y comandos. Es además autor de las obras: Negros, mulatos y la nación dominicana (1969), Trujillismo: génesis y rehabilitación (1971), Vida, pasión y muerte del PSP (1972), Aportación de los negros(1976), Duarte y la independencia nacional (1976), La Izquierda y el futuro dominicano (1978), Santo Domingo: cultura, política e ideología (1979), Reagan y el futuro dominicano (1980), Historia de las ideas políticas en República Dominicana (1981), Fernández Domínguez, Caamaño Deñó: El pensamiento de los militares dominicanos constitucionalistas (1985), Haití, de Dessalines a nuestros días (1988), Israel y Palestina: presente, pasado y futuro (1988), Era de Trujillo (1992), Historia del pueblo dominicano (1993), Historia económica y financiera de la República Dominicana, 1884-1962: introducción a su estudio (1996), Para aprender a Investigar (1999), Sobre racismo y antihaitianismo y otros ensayos (1997), El pensamiento Dominicano 1780 -1940 (2001), Ensayos profanos (2001). Murió en 2013. 25 CP Domingo Liz Selvido Candelaria Consideraciones sobre el poemario Ínsula mía. fueron convocados al unísono para que transitaran los puentes esotéricos que indudablemente conectan sus producciones, y se atropellaron de pronto en este libro, ante nuestra asombrada capacidad de discernimiento. Y qué grata sorpresa nos ha causado esta inesperada compulsión estética. Porque, producto de la poca difusión de su obra, se podría pensar que el autor es uno más del grupo que ante el menor signo de inspiración se dispara a escribir versos sin tener una concepción muy clara de la poesía. Sin embargo, debemos reconocer que estamos frente a un texto singular, producto de la incuestionable madurez de este escritor, cuyo esqueleto ha sido construido con el marfil del clasicismo y sus músculos elaborados con los más delicados tejidos de la sensibilidad artística, templados balanceadamente en las diferentes fraguas donde se han forjado los movimientos constructores de la historia literaria. No de otra forma se puede estructurar un discurso poético que, a pesar de lo sobrio, sea capaz de calar tan hondo en nuestra sensibilidad: PC 26 A l enfrentarnos al texto Ínsula Mía, de Oscar Holguín-Veras Tabar, llegan intempestivamente ante nosotros, sin haber tenido la intención de pedir permiso siquiera, las voces de un granado grupo de poetas caribeños. He distinguido con toda claridad las de Domingo Moreno Jimenes, Manuel del Cabral, Luis Palés Matos, Franklin Mieses Burgos y Juan Sánchez Lamouth. Pareciera como si todos ellos Esta tarde me dibuja en la soledad de la palabra. Mis manos se abren y guarecen el silencio que silba en el verso. Laberinto trocado en eco, voces cansadas que abren huecos en los maduros arrozales, atesoran albricias. No es muy común que en estos días de estridencias y desgaires se nos trate de seducir con un lenguaje poético tan minimalista. Parecen tan simples estas construcciones que, antes de digerirlas, nos extraña el estremecimiento instantáneo que sentimos al enfrentar la poesía en un lugar tan inesperado. Y cuando digo aquí, poesía, me baso en la llana definición legada a nosotros por García Lorca: “Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio”. Lo mismo que hace el poeta a todo lo largo de esta elegía que algunas veces abandona los límites del clamor desesperado que debe caracterizarla para coquetear momentáneamente con el aliento pindárico de la oda. ¡Ay de mí! prisionero de sueños, inocente de la verdad que me pretérita de Olimpo sin dioses en esta Isla que me refleja. ¡Amada Ínsula!, ¿por qué se angustia mi corazón?, ¿quién escucha sus latidos?, ¿dónde se quiebra el canto húmedo que la arena guarece? Yo, en mi laberinto, mis ansias desparramo como un regurgitar de mariposas encendiendo senderos. Así nos encauza el trovador por el misterio, por las inusuales combinaciones de palabras para sumergirnos en el océano de sensaciones encontradas que sentiremos al navegar por este piélago de versos. En él nos iremos encontrando con las barcazas que otros capitanes del trópico agreste y seductor conducen por nuestras memorias estéticas. Como esta donde podemos reconocer, en el “mezzanine” de la popa, difuminada por los toques de originalidad que aportan las frescas imágenes, la figura patriarcal del postumismo: Y yo, bajando en yagua sobre el frescor del rocío, tiernamente depositado en tus promontorios de lunas y sinsabores. Mueres en ti, pulida jícara, como ala blanca atrapada en la noche. Y renaces en mí, en mi pateada piel, sustancia de pan y rosa. O esta, donde, en los contornos de una densa niebla que acompaña la embarcación, se dibuja abstractamente el semblante del precursor de la poesía negroide caribeña, Palés Matos: Déjame hurgar en tu península, en la cercanía de esta costa de sal, en el oropel de picos que se deshacen en archipiélagos de deseos. El lirismo es un elemento que resalta en este poemario. Cuando las condiciones lo permiten, el poeta deja saber al mundo su criterio sobre el fondo de su canto. ¡Y en qué forma! No es el meloso sentimiento lo que se externa, mucho menos la artificiosa especulación. Es la pureza de un razonamiento a-cerebral, íntimo, tan profundo como el misterio que lo produce. Tú, como yo, núbil gacela de aurora y rocío, anclada en el vértice de la caricia retardada, merecemos el silencio de un beso… Espero, desterrado en la sombra, calmar la sed de este instante que retengo en la melodía de la imagen, primavera por donde vuelves a penetrar… 27 CP Mis pupilas arden, en tu vientre cansado se aposentan como luciérnagas en un techo combado de ilusiones… Otro logro a resaltar en esta creación literaria es la poderosa sustentación de la voz poética donde el autor hace malabares entre la primera, la segunda y la tercera persona (pasando inclusive por el desdoblamiento) para comunicar, sin rugosidades ni destiemples, un mensaje estético diáfano y preciso, gracias a la primorosa elaboración que de éste logra su afinada intuición. Con muy poco esfuerzo de parte del lector, se le puede notar al manejador de esta voz que, aunque formado en el contacto con la obra de los grandes (quién no), ha conseguido imponer sus propios parámetros de expresión y expresividad, estableciendo un estilo que lo identifica por encima de cualquier sombra que le siga. PC 28 ¡Y tú que llegas!, extranjero en tu propia tierra, dibujado entre sombras y luces, pintando en tu ajada piel el infinito azul, rastro antojadizo de negritud. Este encuentro me descubre ave exánime en su vuelo, canto apagado en levedad de alas en elevación de luz. “La intuición es clave para captar el sentido de la obra de un poeta”, declara con autoridad el Dr. Bruno Rosario Candelier. Por ello, al hurgar en esta obra de Oscar, podremos captar sin mayores tropiezos el profundo sentimiento patriótico que subyace en su alma, el acendrado concepto del amor que manifiesta su espíritu y el gran sentido empático que se desprende de su ser. Con unas construcciones versales que mantienen un ritmo estable y una bien calibrada musicalidad, el cantor no solo embriaga con la transmisión de la belleza física, sino que inunda el alma de su interlocutor con ese sentimiento que solo puede percibirse por medio de nuestros sentidos extrasensoriales, dándole una connotación metafísica al más concreto de los objetos o al más común de los conceptos. Ínsula mía, me descubro en el hondón de la existencia empapado de tu perfume… En la mansedumbre de la flor anida la espesura de la memoria, ahí, donde se recogen la sabia paciencia y tu sangrante imagen. Yo vago entre sus sombras y escollos, con el alma en deshaceres, arrastrado en insondables pastizales que afanan reverdecer. Según Antonio Gamoneda, “cuando hablamos del ritmo, estamos hablando de la esencialidad poética. El componente desencadenante del lenguaje poético es el ritmo”. Esta sentencia de un maestro de la poesía y, más aún, de un maestro que se ha dedicado a estudiar la poesía de otros maestros, le da el aldabonazo final a este poemario. Y es que, en esta producción, el movimiento cadencioso de las palabras, esa ondulación sistemática que arranca en la primera estrofa y termina, acompasada, en el último verso, se mantiene in crescendo: ora para la organización física de las palabras, ora para la exposición coherente de los conceptos. Pero callo y regreso al aroma donde el recuerdo anida… (poema III) Me basta un soplo suave en tus ojos de aguamar un lento suspiro, una palabra, si acaso… (poema XII) Deja que muera en ti, en el hervor de tus apagados ríos, en las olas glamorosas de tu núbil historia, en tu arena de azúcar clara… (poema XIX) Por todas estas consideraciones, nos regocijamos de haber tenido acceso privilegiado a esta inusual obra poética y alabamos la decisión del doctor Oscar Holguín-Veras Tabar de publicar este volumen para el solaz de los espíritus que ansían permanentemente ser sacudidos por la emoción sin tener que hacer sicodélicos recorridos lingüísticos o correr el riesgo de perder la razón, tratando de descifrar los intrincados caminos de la abstracción neo surrealista. ¡Enhorabuena! Sélvido Candelaria, nació en Miches, en 1955. Es autor de dos novelas, un libro de anécdotas pueblerinas, un libro de ensayos, dos libros de narraciones cortas, una narración infanto-juvenil, un libro de nanoficciones, otro de perogrulladas filosóficas y otro de poesía. También dos folletos de décimas. Profesor por vocación, gestor cultural por convencimiento y escritor por necesidad de expresarse. Miembro activo del Movimiento Interiorista y dirigente del Ateneo Insular. Alberto Bass 29 CP T ÉRMINOS LINGÜÍSTICOS EN EL PROCESO DE LA CREACIÓN LITERARIA Bruno Rosario Candelier Academia Dominicana de la Lengua PC 30 A Arelis Rodríguez, animadora del arte y la creatividad. “Apágame los ojos, puedo verte; ciérrame los oídos, puedo oírte; y aun sin pies puedo andar en busca tuya; sin boca puedo conjurarte. Ampútame los brazos y te agarro como con una mano, con el corazón mío”. (Rainer María Rilke, “Plegarias”) RESUMEN DEL CONTENIDO O ABSTRACT En su modalidad como expresión estética del lenguaje, la obra literaria es un producto de la creatividad verbal que da cuenta, no solo del talento creador y de la sensibilidad del sujeto que la concibe y ejecuta, sino del desarrollo de una tradición escritural concebida para propiciar la vivencia de la emoción estética y el disfrute de la fruición espiritual a través de la palabra dicha con emoción, belleza y sentido. En el proceso creador de la obra literaria hay que manejar términos lingüísticos vinculados al fenómeno mismo de la creación cuyo fundamento conceptual encauza el modo de ficción y el tipo de creación, así como el estilo y la formalización del producto del lenguaje y la intuición que el arte de la palabra, en su dimensión estética, asume y recrea con su vertiente espiritual. El acto de la creación literaria, habitualmente centrada en intuiciones y vivencias, obedece a una apelación verbal, un impulso creativo, una concepción del mundo y una motivación conceptual que el logos de la conciencia formaliza a la luz de ideales y principios concebidos para edificar deleitando, según la pauta del dulce et utile de la retórica clásica. En efecto, el autor de una obra literaria, en el ejercicio creador, formaliza conceptos implicados en términos como creación, ficción, inspiración, intuición, revelación, imaginación, concepto, imagen, símbolos, formalización, belleza y sentido, entre otros signos de la lengua cuyos significados encauzan la obra de creación, al tiempo que materializan la sustancia de la creación. Por tal razón, en el lenguaje poético opera el Protoidioma de la poesía con su caudal de figuraciones arquetípicas. Hay, por tanto, términos que el creador de la obra literaria maneja cuando le da forma y sustancia a la inspiración creadora. En la tradición creativa, espiritual y estética del lenguaje, que los escritores conocen al insertarse en la cultura de una lengua, fluye una línea de creación en sus diversos modos de ficción (realista, imaginaria y trascendente) que dan cuenta del concurso de la inteligencia y la sensibilidad, lo mismo en las expresiones cultas que en las manifestaciones populares que el arte de la palabra plasma para el usufructo de los lectores. Como expresión formal y espiritual del aliento sonoro y conceptual de la palabra, la literatura canaliza la energía interior de la conciencia a la luz de una cosmovisión y de una orientación estética. CONCEPTOS Y VALORACIÓN ESTÉTICA Todo lo existente obedece a un código inherente a su peculiar modo de ser, como el ordenamiento del Cosmos, la pauta genética en los seres vivos o la norma lingüística y estética que el arte de la palabra asume y formaliza. Ya los antiguos griegos, que establecieron la base del pensamiento y la expresión, enseñaron que la poiesis [poiesis o ´creación´], comprendía el concepto esencial mediante el cual alumbramos una obra literaria. El arte de la creación no entraña una mera representación o reproducción de las cosas, al modo como lo hace el periodismo, la sociología, la historia y las demás disciplinas que dan cuenta de las manifestaciones de la realidad, sino el producto del pensamiento y la sensibilidad que, desde intuiciones y vivencias, crea una nueva realidad estética, metafísica y simbólica. El contenido de una obra literaria no se conmuta con la realidad, como la palabra “árbol” que alude a un tallo con hojas y frutos, un “cuadro” que refiere una pintura de una figura real o imaginada, o bien la descripción de una ciudad o un hecho social, histórico o cultural, sino el de una instancia que contiene o proyecta una creación con estatuto propio, con existencia autónoma respecto 31 CP PC 32 de la realidad objetiva, parecida o diferente de la realidad que la inspira, pero realidad con existencia propia. Es lo que en sede literaria se llama realidad estética. No se trata, desde luego, de una creación de la nada, como dice el Génesis del texto bíblico que Dios creó los cielos y la tierra, puesto que el creador literario cuenta con un lenguaje con su tradición lexicológica, fonética y semántica; con la memoria individual o genética, como huella del inconsciente colectivo, que acumula el caudal de conocimientos y sabiduría milenaria; con la historia personal y social, que arrastra viejas y acumuladas experiencias individuales y colectivas; con las emociones, obsesiones y pasiones, incluidos traumas y daños interiores, que suelen fecundar la sustancia de la creación; con el impulso de creación, que atiza la disposición para crear; la energía creadora, aliento indispensable para emprender el arte de la creación. Y desde luego con el arsenal de obras literarias, tanto de la literatura de la propia lengua, como la de lenguas culturales en idiomas extranjeros, así como las obras del pasado y el presente de las culturas que están a disposición del autor como lector que se nutre de la experiencia milenaria acumulada en la historia de las letras universales. Las intuiciones profundas, que suelen ser artísticas o científicas, nacen de vivencias, observaciones y revelaciones fraguadas a la luz de experiencias interiores en su doble dimensión física y metafísica, generando un conocimiento profundo y una certeza de la conciencia con el esclarecimiento o la iluminación inherente a su onda, filosófica, espiritual o estética. Ese conocimiento y esa certeza, que propician la sensibilidad trascendente, forman parte del desarrollo de la sensibilidad y la conciencia. Heráclito de Éfeso llamó Logos al poder interior de la conciencia, instancia que hace posible la vida del espíritu, la gestación del lenguaje y el poder de reflexión y de creación. Al tiempo que reflexionamos sobre el pensamiento, sabemos que hay una reali- dad empírica que lo nutre, unas vivencias interiores que fraguan el pensar y el sentir, una dimensión trascendente que concita la curiosidad metafísica cuyo sentido procura la intuición de su contenido profundo con la carga de la sabiduría universal que atesora la memoria cósmica en el ámbito del Numen, instancia que supera la esfera de la intuición y el pensamiento. Desde luego, la intuición, la reflexión y la conciencia son conceptos diferentes, aunque atañen a fenómenos concurrentes de la sensibilidad trascendente. La poesía, como la música, la pintura y el arte en general, constituyen una expresión estética que despierta la energía interior de la conciencia. Al intuir la dimensión profunda y trascendente de las cosas, el poeta asume la faceta entrañable de las cosas o la vertiente interior de lo viviente. Hay creaciones que enfocan el estado interior de la sensibilidad profunda, cuando el sujeto creador se instala en el interior de la cosa o se sumerge en el interior de su vivencia. Hay vivencias intelectuales, morales, estéticas y espirituales a las cuales no llega la conciencia ordinaria puesto que acontecen en un nivel de la sensibilidad donde la razón no penetra. Se trata de los casos, singulares y escasos, de la experiencia religiosa y la vivencia mística que plasma la creación teopoética inspirada en el éxtasis o en la vivencia de lo divino mismo. Esa operación comprende un viaje al centro de la conciencia o al centro de una experiencia teopática, desde la palabra creadora, que la poesía revela en sus imágenes y símbolos. Asociado a la fe, está el concepto de revelación, como lo he planteado en El Logos en la conciencia, que constituye un fenómeno de la interioridad y la trascendencia en los linderos de la espiritualidad donde no tenemos cabal acceso para entender la naturaleza peculiar de ese mundo enigmático, arcano y sutil. Al experimentar ese estado de conciencia, los poetas se turban, los iluminados se anonadan y los científicos se marginan ante el rasgo peculiar del fenómeno de la revelación. Es una suerte singular de la gracia y la fe. Aunque los poetas son amanuenses de verdades profundas, unos pocos logran expresar, con acierto poético, el contenido de los mensajes revelados mediante el lenguaje simbólico de la creación poética. Lo que hacen los literatos es acudir a la creación literaria para encauzar sus apelaciones interiores y recrear el anhelo profundo de su sensibilidad y su conciencia, canalizar el impulso de creación y activar la potencia creadora de la inteligencia que la palabra formaliza. Homero, Safo y Eurípides, entre los antiguos creadores griegos, evidenciaron en su creación épica, poética y dramática el poder que el Logos entraña como cauce del pensamiento y la sensibilidad. La creación implica la elección de términos y conceptos que el creador de la obra traduce en imágenes y símbolos, como lo hicieran san Juan de la Cruz y fray Luis de León en su lírica mística, con palabras de su propia cosecha o reveladas de lo Alto. Para entender el fenómeno singular de la creación mística es pertinente citar el comentario de Víctor García de la Concha al respecto: “Una monja que, por los mismos años, oía embelesada a Juan de la Cruz recitar sus versos, le preguntó, ingenua, si aquellas palabras se las daba Dios. El frailecico le contestó que unas veces se las daba Dios y otras las buscaba él: en la poesía tradicional, en los ecos de los clásicos antiguos y en las voces de los nuevos, en la Biblia. Pero lo más importante es que él buscaba de un modo formalmente diverso del de su compañera aunque sustancialmente idéntico: trastornando la retórica. Era una necesidad. En un dibujo del monte de perfección -el del Carmelo al que hay que subir- Juan de la Cruz había trazado en la base varias sendas que, a medida que ascienden, se van reduciendo. Hay un punto en el que se avisa: “Ya por aquí no hay camino, porque para el justo no hay ley”. Pues así, en la escritu- ra: valen en la base, símiles, alegorías. Pero llega un momento en que no hay camino; a partir de ahí, negado a todo, trastornando la retórica, Juan de la Cruz explora el camino del símbolo, algo nuevo en la lírica española y europea. Es una escritura rigurosamente fundacional”1. Ya lingüistas de la talla de Guillermo de Humboldt, Ferdinand de Saussure y Roman Jacobson han dicho que la lengua, con limitados recursos como son los vocablos del idioma, genera un caudal ilimitado de textos que confirman la condición creativa del lenguaje ya que, con medios finitos, genera medios infinitos. Las funciones del lenguaje obedece a los factores EMOTIVO, REFERENCIAL, POÉTICO, FÁCTICO, METALINGÜÍSTICO Y CONATIVO, según Roman Jakobson: “Antes de abordar la función poética, debemos determinar qué lugar ocupa entre las funciones del lenguaje. Para dar una idea de esas funciones es necesario hacer un breve resumen sobre los factores constitutivos de todo proceso lingüístico, de todo acto de comunicación verbal. El destinador envía un mensaje al destinatario. Para ser operatorio, el mensaje requiere, en primer lugar, un contexto al cual remite (es lo que, en una terminología algo ambigua, también se denomina el “referente”), cuyo contexto resulta comprensible por parte del destinatario, y que, si es verbal, es susceptible de ser verbalizado; en segundo lugar, el mensaje requiere un código, común, en su totalidad o al menos en una parte, al destinador y al destinatario (o, en otros términos, al codificador y al decodificador del mensaje); por último, el mensaje requiere un contacto, un canal físico y una conexión psicológica entre el destinador y el destinatario, contacto que le permite establecer y mantener la comunicación”2. 1 2 Víctor García de la Concha, Al aire de su vuelo, Barcelona, Círculo lectores, 2004, p. 14. Cfr. Roman Jacobson, “Las funciones del lenguaje”, en El lenguaje y los problemas del conocimiento, Buenos Aires, Rodolfo Alonso Editor, 1971, p. 13. 33 CP PC 34 Después de los hechos de lengua, la mejor demostración del potencial creativo del lenguaje es la literatura, que comprende el caudal de creaciones verbales realizadas en las diversas manifestaciones poéticas, dramáticas y narrativas. Recordemos que la poesía es centro y sustancia del lenguaje como saben los filólogos: “Desde la época más antigua, los más aptos investigadores de los signos verbales vieron la esencia de su estructura en la relación entre el signans y el signatum, para utilizar la traducción de san Agustín en los términos griegos introducidos por los estoicos (signifiant y signifié en la adaptación francesa de Ferdinand de Saussure). Signans significa lo perceptible y signatum lo inteligible, el aspecto traducible del signum (signo). La ciencia del lenguaje, en todas sus facetas, necesita inevitablemente de la semántica. En otras palabras, si la lingüística se olvidara del significado, no tendría sentido, ella misma lo perdería. La poesía se basa en el signo verbal como tal. Esta característica de la poesía está centrada en el sonido, el significado y su interrelación. La semántica es un constituyente vital de la poesía y, por lo tanto, de su análisis científico, que se denomina Poética”3. Ciertamente el hecho de crear, que es la esencia de la poesía, así como realizar los ejercicios de hablar, leer, escuchar y comprender, que encierran los hechos creativos del lenguaje que ejecutan los hablantes de una lengua, también constituyen la evidencia del poder generativo de la palabra y de la potencia creadora del hablante, que la obra literaria ilustra de una manera eminente. Nada más obvio que los textos escritos en los diversos géneros literarios como la prueba fehaciente del poder creativo del lenguaje, que los autores de poesía y ficción formalizan cuando dan rienda suelta a su manera de captar y expresar su percepción y su valoración del mundo. 3 Cfr. José Manuel Blecua, Lingüística y significación, Barcelona, Salvat, 1973, p. 11. Mediante la ficción los creadores dan forma estética a lo que concibe su imaginación, aunque se inspiren en la realidad cotidiana o en vivencias del acontecer social y cultural. Ficción es invención: inventiva de una forma con sentido. Las creaciones de los primeros creadores eran también una creación de la forma con sus respectivas técnicas. De manera que podemos hablar de la invención de una nueva técnica y la aplicación de técnicas inventadas por otros, que es lo que normalmente se hace cuando la cultura tiene una rica tradición de usos y modelos en el quehacer lingüístico y literario. Cuando uno de los personajes de William Shakespeare, en Hamlet, dice que prefiere encerrarse en una cáscara de nuez para no soñar horrores, está diciendo que la creación literaria, en su ámbito imaginario, propicia el “mundo ideal” de inspiración platónica. Desde luego, la creación literaria obedece siempre a una inspiración. Inspiración es el ´soplo del espíritu´ que concita la inteligencia y la sensibilidad para formalizar una creación. “Canta, Musa, la cólera de Aquiles”, leemos en el verso inicial de La Ilíada, una manera de decir que el autor escribía lo que otro le dictaba, como mero amanuense del Espíritu, en este caso, de las Musas, deidades inspiradoras de las artes y las letras, según la mitología griega. El autor suele inspirarse en sus propias vivencias y suele comunicar sus particulares intuiciones, que se nutren de su formación intelectual, de las percepciones de su inteligencia profunda, del impacto que experimenta su sensibilidad estremecida y, también, de las revelaciones de la cantera del infinito. La creación de una obra literaria proyecta la dimensión de la belleza y el sentido que concitan el intelecto y la sensibilidad, vertiente que se manifiesta en las palabras con el singular encanto de las cosas. Ya decía Lope de Vega que “El encanto de las rosas/ es que siendo tan hermosas, / no conocen lo que son”. La contemplación de la belleza y la búsqueda del sentido, constituyen grados de la vida estética y espiritual, que tanto atraen a los espíritus superiores. Al igual que a los antiguos iluminados, como Platón, san Agustín o Alaludin Rumi, la apelación de la belleza y el sentido concitan el disfrute sensorial y la fruición de lo sagrado. Naturalmente hay que tener formación intelectual y sensibilidad trascendente para captar la verdad profunda y sentir la belleza sublime, aunque no hay mortal sensible que no se sienta cautivado por la belleza suprema cuando contempla el esplendor de lo viviente. Quien sabe apreciar un reflejo de lo divino en lo natural o, como dijera William Blake, “el cielo en una flor silvestre”, también puede entender que hay un sentido subyacente, incluso en la propia vida. Por eso el sentido profundo, como la belleza sutil, inspiran la sensación del esplendor jocundo y el entusiasmo místico, al tiempo que concita el encanto de lo Eterno, que hace partícipe de lo divino mismo. He hablado de la intuición que, como indica su etimología, es la capacidad para adentrarse en el interior de una realidad y capturar su sentido. Intuire, en latín, de donde viene intuición, significa ´ir dentro´, penetrar en la intimidad de la cosa para captar su esencia y su sentido. La obra artística y la científica responden a una intuición originaria que iluminó la conciencia del autor para tener una mejor comprensión de lo real o de la realidad que inspira una nueva creación o una nueva valoración de fenómenos, criaturas y cosas. Nada como la intuición para hallar nuevos horizontes en el arte y en la ciencia. Y nada como la intuición para apreciar la belleza sutil y la verdad profunda, única manera de provocar la conciencia de las cosas, la vivencia de la emoción estética y el disfrute de la fruición espiritual, que es la meta de la obra literaria. Aunque la intuición es diferente de la contemplación y de la mística, asocio la intuición a la contemplación mística porque ambas nos encaminan hacia la vertiente espiritual de lo viviente. La intuición es la llave que abre la compuerta de la creación, tanto científica como artística. Para lograrla, la contemplación es una gran vía. Por esa razón, todo creador hace uso de la intuición, en cuya virtud está llamado a vivir la experiencia de la contemplación y la inspiración. Más aún, la contemplación establece la mejor comunión con lo viviente, vivencia que hace posible el proceso de la interiorización, indispensable para la creación. Estoy convencido del alcance visionario de la intuición, que aporta la más alta comprensión de lo viviente, razón por la cual, quien escribe desde la perspectiva intuitiva puede lograr una obra cónsona con la más honda y elevada dimensión humanizada. De ahí que la intuición sea para el Interiorismo una fuente indispensable para estimular la obra altamente significativa. Uno de los efectos más auspiciosos de la contemplación es la posibilidad de entrar en conexión con la propia interioridad, con el interior de las cosas y los efluvios del Creación. Esa conexión supone el despliegue de la sensibilidad trascendente, una clara simpatía por la sabiduría espiritual y el desarrollo de la vida interior de la conciencia, que logran las personas con obvia disposición para el ascenso del espíritu, una de las altas metas de la vida humana. Hay que desarrollar la conciencia de la realidad, la conciencia literaria y, desde luego, conciencia mística, que es el más alto estadio del crecimiento espiritual. Pero hay que saber que nada acontece sin razón o sin sentido, como decía Leucipo de Abdera, 35 CP y, en tal virtud, todo es aprovechable, incluso lo que estimamos como dañino o negativo. Válida es la advertencia de Jorge Luis Borges: “Un escritor, o todo hombre, debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; todas las cosas le han sido dadas para un fin y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista. Todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo eso le ha sido dado como arcilla, como material para su arte; tiene que aprovecharlo. Por eso yo hablé en un poema del antiguo alimento de los héroes: la humillación, la desdicha, la discordia. Esas cosas nos fueron dadas para que las transmutemos, para que hagamos de la miserable circunstancia de nuestra vida, cosas eternas o que aspiren a serlo”, escribió Jorge Luis Borges4. El sentimiento del desamor, que provoca dolor, derrota y desconcierto, concita en la persona lírica la certidumbre de que, antes de abrirse la compuerta del amor, su desprecio tiene más impacto que la luz en la sombra, como lo plasma la poeta dominicana Mikenia Vargas en “Urgencias”5, donde proyecta a su modo lírico, estético y simbólico un claro concepto de la creación poética: Tengo prisa La soledad agolpa mi corazón cansado El viento lleva y trae mis raíces Errantes van mis pasos por la lluvia Ámame desde ahora con la urgencia de encontrarme al otro lado de tu cuerpo y el dolor de no saber si soy del otro lado Déjame ser quien soy antes del último beso atada al vacío al espacio a la angustia Antes de mendigar cariño desfilaban ya los duendes por mi alma. PC 36 4 5 En Jorge Luis Borges, Siete noches, México, Fondo de Cultura Económica, 1980, p. 159. Poema inédito de Mikenias Vargas, recibido por vía electrónica el 8 de marzo de 2013. Se sabe que los autores y los pueblos han canalizado a través de la poesía o la ficción, sus obsesiones, dramas y tormentos, y lo mismo en la antigua Grecia que en las sociedades actuales, la literatura ha ejercido un poder de iluminación o distensión, a veces mediante el concurso de otras artes como hacían trovadores, mesteres y juglares medievales que, valiéndose del arte de la palabra, creaban una obra para aligerar la carga de la faena cotidiana o mitigar el duro combate de la vida. La poeta dominicana Carmen Comprés, del Movimiento Interiorista, cultiva la creación poética con la conciencia de hacer, mediante la asunción de vivencias entrañables, la obra que concita la fragua viva de las pasiones, como se aprecia en su Poema y variaciones6: Porque es mi voz ola del grito inalcanzado Espera desde el fondo el clamor de los fuegos Atisba desolada espesura de ocultas aguas en la sed del mañana poseído Ante mí clama que no sombra rostro esplendente sea. De entre llamas bendecida he robado las redes el grito de tus pájaros tus demonios a través del viento que me empuja Mi voz que lanzo y que se estira como un arco en angustia de alas orna cumbres dormidas. Entre los poderes de la inteligencia y la sensibilidad que participan en el acto creador figura la imaginación, mediante el acto de articular, con los términos de la lengua, lo que concibe la mente desde la perspectiva de las cosas que ocurren o desde la invención de una nueva realidad, que el lenguaje convierte en factura literaria para usufructo del lector. La imaginación 6 Carmen Comprés, Poema y variaciones, Santo Domingo, Amigo del Hogar, 2007, p. 44. es la acción de crear imago, es decir, la imagen, el icono o la representación sensible de lo que concibe la mente cuando piensa. Desde luego, es importante subrayar que el hablante ordinario, cuando piensa, piensa en conceptos, mediante las ideas que representan o refieren la realidad; en cambio, el poeta, cuando piensa como poeta, piensa en imágenes, que es la representación icónica de las cosas para sugerir la forma como se manifiesta lo sensible. El poeta crea con el lenguaje las imágenes y los conceptos que dan forma a la expresión de sus intuiciones y vivencias en las cuales figura una manifestación de lo que motivó su talento creador. El poeta cubano Orlando Rossard me presta su voz para ilustrar, con un texto de su autoría, el alcance de la palabra como medio de creación, en la que se manifiesta el vínculo inexorable entre la lengua, la creación, la imaginación y la realidad que la nutre, vértice del Logos que el lenguaje actualiza. En el poema “La lengua”7, del poemario Canto en la Florida, Orlando Rossardi presenta como epígrafe un enfoque sobre la lengua castellana mediante el cual aborda el tema de la creatividad, al alcance de todos los hablantes ya que propicia el motivo que la palabra formaliza: En este paso, añade Juan Coles, que no acertando Juan Ortiz a hablar Castellano, hizo con la mano, y el Arco, la señal de la Cruz, para que el español viese, que era Cristiano. Porque con el poco o ningún uso, que entre los Indios había tenido de la lengua Castellana, se le avía olvidado… Libro Segundo / Capítulo VI Lengua nuestra entera con sus días contados con los dedos, en fila y en eterna algarabía, la lengua como prenda echada entre los hombres a brillar con su armonía, 7 En Orlando Rossardi, Canto en la Florida, Valencia, España, Aduana Vieja, 2010, p. 13. a cantar las letras de una raza nueva. La raza amotinada en la escotilla, fiera, acorralada buscando al frente las palabras, detrás de ella los encuentros de otra raza: una con la otra hurgando las edades, las nimias en que Dios nos habla en sueños. Darse cuenta de lo que las cosas significan, de lo que hace el pensamiento y del proceso que realiza quien piensa y crea, es el rol de la conciencia cuyo ejercicio conlleva el concurso de la intuición, la memoria, la imaginación, la tradición y el lenguaje. El concepto “conciencia” entraña ´conocimiento´, ´saber´, ´reflexión´. También implica el poder del intelecto para pensar, generar conceptos e imágenes, crear, pensar el pensamiento y al pensador que piensa. Al pensar, elaboramos conceptos e imágenes de las cosas, que la mente formaliza en palabras. En la comunicación ordinaria, al pensar, el hablante piensa en conceptos, que damos a conocer mediante el lenguaje discursivo. En cambio, en la creación poética, los poetas piensan en imágenes, que expresan mediante figuraciones como metáforas, comparaciones, símbolos y otras figuras propias del lenguaje literario. Tanto la lengua discursiva, como la lengua literaria y la lengua activa, entrañan pensamientos, sentimientos y voliciones, mediante el concurso de conceptos, imágenes y recursos conceptuales, afectivos y sensoriales. Los conceptos y las imágenes están presentes en cuanto hace, crea y expresa el hablante a través de la palabra. Desde la época de los antiguos pensadores presocráticos, Heráclito de Éfeso concibió el Logos, vocablo que integra concepto e imagen, los dos aspectos inherentes a la palabra. El sentido del concepto entraña idea, pensamiento y reflexión ya que alude al dato representativo de las cosas en términos referenciales, objetivos, precisos. Y el sentido de la imagen entraña expresión o forma ya que alude a la dimensión sensible 37 CP PC 38 o aparente de las cosas. Conceptualizamos las cosas con el poder de nuestra inteligencia para capturar no solo su dimensión formal o sensorial, sino su dimensión esencial y trascendente, en procura de una comprensión de lo que las cosas son. En virtud de la dimensión imaginativa y conceptual de nuestras percepciones y creaciones podemos comunicar y entendernos con los hablantes que han desarrollado su inteligencia y su sensibilidad para captar, expresar e interpretar la realidad. Mediante el Logos ejercemos el poder de la mente para expresar lo que pensamos, sentimos y queremos, razón por la cual el concepto y la imagen están íntimamente asociados a la dimensión creativa del lenguaje. Esos dos aspectos, concepto e imagen, figuran en todo lo que escribimos, hablamos, leemos o interpretamos. Es decir, en la esencia de la creación subyacen conceptos e imágenes, las dos caras del acto creador. Imagen y concepto o, lo que es lo mismo, forma y sentido, aspectos que se acoplan en virtud de la belleza en armonía con el pensamiento. Por tal razón, en el ejercicio creativo de la palabra, la imagen y el concepto son indispensables porque, de hecho, constituyen la vía para canalizar lo que articula el pensamiento y la sensibilidad. Si la inteligencia genera los conceptos que tenemos de las cosas, la sensibilidad fragua las imágenes de la realidad que las palabras encarnan en el lenguaje creativo. Las palabras suelen representar la realidad, pero en literatura no siempre son una representación del fundamento conceptual denotativo, sino que abordan la vertiente connotativa del lenguaje. Al respecto veamos este planteamiento de Leo Spitzer al comentar la lírica del poeta español Pedro Salinas: “La técnica moderna introduce una cierta precisión, porque una ‘gacela’ tiene que ser menos conocida que un ‘tren’. Notaremos, en general, que el trascendentalismo de Salinas se mueve a partir de lo preciso. Hay en él un abandonar la poesía de lo vago, de lo indefinido, de lo fluido que caracterizaban al romanticismo y al simbolismo. La poesía de Salinas tiene los contornos firmes, las líneas bien dibujadas; podría ser parnasiana si no aplicase su precisión a las experiencias interiores. No es simbolista tampoco: no sugiere solamente, sino que explica también; prefiere a las asociaciones y metáforas, las comparaciones de dos miembros en un paralelismo cuidadoso, meticuloso. Los fenómenos mentales que el poeta evoca están netamente circunscritos y, ante todo, firmemente localizados; el trascendentalismo insiste sobre este trans. Que se abre por detrás de la realidad empírica, por ejemplo, en la poesía que hemos analizado al principio”: “Sí, por detrás de las gentes/ te busco…/ Detrás, detrás, más allá. / Por detrás de ti te busco…/ También detrás, más atrás/de mí te busco. / Vivir yo detrás de todo,/al otro lado de todo”8. El creador literario da forma a la creación que concita la energía del lenguaje. El primer atributo de la imaginación creadora es la invención de una imagen original mediante el poder de la intuición; y el segundo es la formalización de la intuición en forma bella y con sentido. La poesía es una creación humana y ya los antiguos griegos la concibieron como la esencia de la producción estética. La creación implica la invención de una realidad verbal fundada en la expresión de una emoción estética con sentido. Los antiguos griegos creían que los poetas hablaban por inspiración y su tarea como creadores era darle forma y esplendor a la inspiración o, como se decía entre nosotros, darle brillo a la inspiración. La belleza de la forma genera la elegancia del concepto y, de igual modo, la belleza del concepto auspicia la hermosura de la forma, puesto que hay una simbiosis de esas dos vertientes o caras de la realidad. En la obra literaria el autor ha de procurar la belleza de la forma o la belleza del sentido, que es el acoplamiento de una imagen y un concepto consustanciado en la materia que la nutre. La obra de Safo de 8 Cfr. Leo Spitzer, Lingüística e historia literaria, Madrid, Editorial Gredos, 1968, p. 207. 39 CP Domingo Liz Metilene fue darle forma a la expresión de los sentimientos de una mujer enamorada. La vivencia de un sentimiento erótico concitó en la poeta griega su inteligencia y su sensibilidad, y esa motivación le llegaba a través de la contemplación de la belleza, que activaba su talento creador ante la presencia de un cuerpo sensual en cuya virtud podía transmutar la fuente de sus vivencias en sustancia estética, que es lo propio de la creación poética. Safo desarrolló un lirismo especial, inspirado en su visión poética de lo viviente. Como auténtica griega, la poeta griega invocaba a Afrodita para que la auxilie al sentirse subyugada por la fuerza del amor y experimentó la llama de la dolencia divina, pues supo sentir el “fuego bajo la piel” o “la fuerza que desmaya”, sin sentir rubor en divulgarlo con la pasión de su sensibilidad ardiente y la fuerza de su energía caudalosa. Su lírica, intensa y estremecedora, dio cuenta del estado emotivo y dramático de la mujer amante y del poder de Eros en la gestación y la vivencia del amor, la más honda apelación de los sentidos. Para los antiguos griegos, el concepto de Eros no solo aludía al amor, sino a la potencia de la condición humana que da aliento para vivir, entusiasmo para crear y motivo para sentir. En “La pasión”9, la poeta griega escribió: PC 40 Igual a los dioses me parece el hombre aquel que frente a ti se sienta y cuando dulcemente hablas, te escucha, y cuando ríes, seduce. Esto -no hay duda- hace mi corazón volcar dentro del pecho. Con solo verlo, ninguna palabra acude a mis labios, se quiebra mi lengua, un sutil fuego corre bajo mi piel, todo se ennegrece ante mis ojos, zumban mis oídos, fluye el sudor en mí, me acomete el temblor, y estoy más pálida que la hierba. Aparezco casi como una muerta. La dimensión de la belleza ha sido siempre la vertiente predominante en la creación literaria. Junto a la expresión de intuiciones y vivencias, la presencia de la belleza es inherente al concepto artístico de la literatura, de tal manera que si el creador no plasma la belleza en sí o la belleza por contraste, ha de procurar la belleza del concepto para que esa dimensión de la expresividad resalte en la obra literaria. Desde luego, es importante subrayar que no basta la presencia de la belleza para dar categoría a la obra literaria, aunque sin belleza la literatura carece de encanto. Hay que combinar belleza y sentido, los dos polos correlativos del arte de la creación literaria. Y, por supuesto, hay muchos tipos de belleza, como la belleza sensorial, la belleza conceptual, la belleza emocional, la belleza imaginativa y la belleza espiritual. Para la literatura trascendente, como es la obra de inspiración metafísica o mística, la belleza sutil es afín a la verdad poética o a la verdad metafísica de las grandes obras literarias. Memorables son los ejemplos de la belleza descriptiva de la naturaleza paradisíaca de María, de Jorge Isaacs o de El pobre de Asís, de Nikos Kazantzakis, cuando despliega los encantos descriptivos de las callejuelas de ese vetusto pueblo de la Umbría italiana. Bellas y profundas son las imágenes comparativas del texto bíblico de El cantar de los cantares, o la connotación trascendente en los símbolos místicos del Cántico espiritual de san Juan de la Cruz. Pero no hay que experimentar la sensación de estrellas derretidas en el alma o la emoción de nardos consentidos en el pecho para vivir la belleza arrobadora de un texto literario, sino simplemente disfrutar la belleza que encauza el lenguaje de la lírica, como lo hace el poeta puertorriqueño José Luis Vega, al canalizar la pasión que encabrita los sentidos cuando 9 Carlos García Gual, Antología de la poesía lírica griega, Madrid, Alianza, 1989, pp.12ss. expresa, desde la perspectiva del delirio, la convicción de que lo mismo puede tratarse de una pasión de amor o de la pasión poética por la que también delira y canta el bardo boricua con emoción profunda. En “Invocación”10 se confirma la obsesión que atiza su creación poética y la alta valoración que tiene de ese singular don, que le permite evocar el mundo griego y, por contraste, los símbolos bíblicos que asocia a su arte poética, la razón de ser de su vocación de amor y su visión creativa: Oh, dulce, razonada, razonable locura que me asaltas al viento, en cualquier parte, mientras beso o escribo, mientras sueño o contemplo la flacidez del lápiz, la taza de café, los pecíolos: desata tus camisas de fuerza, tus poderes, tus piernas y como a antiguo bardo, como a viejo borracho, poséeme, tírame del cabello como a mustio romántico, delírame al oído como antes; no cese tu delicia, tu lumbre de cegarme, tus números de entrar a la seca medula de mis huesos y cante el esqueleto hasta que el polvo lo envuelva junto a ti, donde se arde. categoría trascendente cuando el sentido alude a la dimensión profunda de las cosas o cuando revela verdades intuidas o verdades reveladas por el numen de la cantera infinita. Entonces, el sentido trascendente es el nivel del lenguaje que conforma una dimensión simbólica, filosófica, psicológica, metafísica o mística de lo viviente. Porque en esos niveles de la espiritualidad están las grandes verdades de la existencia y las hondas verdades del Cosmos. En Cartas del vivir, Rainer María Rilke entendía que el genuino sentido de la vida hay que buscarlo en su imbricación divina y, en tal virtud, se revela la oración de Rilke a la que se entregaba durante intensos momentos de infinito, en forma de “contemplación interior”. En su Libro de las horas11 aparecen hermosas plegarias, como el siguiente poema traducido por Bermúdez Cañete: Al hablar del sentido, dimensión inexorable y esencial del signo y de la obra literaria, es enfocar la faceta que funda la esencia del texto. Hablamos y escribimos para decir algo, expresar un concepto, comunicar vivencias o verdades experimentadas, interpretar una realidad o ponderar un hecho, un espacio o un fenómeno. Es decir, la creación tiene sentido y porta un sentido. Desde luego, en literatura ese sentido, que ausculta la dimensión interna y esencial de lo existente, alcanza la Vivo mi vida en círculos crecientes, que encima de las cosas se dibujan. El último quizá no lo complete, pero quiero intentarlo. Giro en torno a Dios, de la torre antiquísima, durante miles de años voy girando. Todavía no sé: ¿soy halcón, soy tormenta, o bien soy un gran cántico? (…) Al inclinarme también hacia mí mismo me es oscuro mi Dios, tal una urdimbre de cien raíces que calladas beben. Solo sé que me elevo desde un calor que es suyo (…) Si a veces te molesto, Dios cercano, con duros golpes en la larga noche, es porque rara vez tu respirar escucho y sé qué solo estás en la gran sala. (…) Con voz fuerte “vivir”, en voz baja “morir” dijiste; y repetías siempre “ser”. (…) Lo que ninguno a querer se atrevió se me hará natural en un día futuro. 10 11 En José Luis Vega, Letra viva, Madrid, Colección Visor de Poesía, 2002, p. 82. Rainer María Rilke, Cartas del vivir, Barcelona, Ediciones Obelisco, 1997, pp. 57-58. 41 CP PC 42 Si esto es desmesurado, perdóname, Señor. Pero yo solamente te quiero transmitir; como instinto ha de ser mi mejor fuerza, tan sin ira y sin miedo; así es como te quieren los chiquillos. Si eres Tú el soñador, yo soy tu sueño (…). Soy el silencio que hay entre dos notas (…) Tú eres el inconsciente oscuro de eternidad en eternidad (…) apágame los ojos, puedo verte; ciérrame los oídos, puedo oírte; y aun sin pies puedo andar en busca tuya; sin boca puedo conjurarte. Ampútame los brazos y te agarro como con una mano, con el corazón mío. Detén mi corazón y latirá el cerebro; y si arrojas el fuego en mi cerebro, te llevaré sobre mi sangre (…). Aunque todos se esfuercen por salir de sí mismos como de la prisión que les odia y encierra, existe un gran milagro en este mundo; yo lo siento; se vive toda vida. ¿Quién entonces la vive? ¿Son las cosas que, como melodía no tocada, en la tarde se quedan como en arpas? (…) ¿Quién la vive? ¿Tú, Dios, vives la vida? Te excavo en hondas noches, oh tesoro, Porque toda abundancia que yo vi es pobreza y mezquino sucedáneo para esa tu hermosura, que nunca aconteció. Pero el camino a Ti es terrible, larguísimo, y, al no usarlo hace mucho tiempo nadie, se borra. Qué solo estás. Tú eres la soledad que se va a lejanos valles. Y mis manos, que están sangrando de cavar, las elevo al viento abiertas, para que como un árbol echen ramas. Con ellas, yo te absorbo del espacio, como si allí te hubieras estrellado con gesto de impaciencia alguna vez, y ahora cayeras, mundo atomizado, desde lejanos astros, a la tierra de nuevo, como lluvia que cae, suave, en primavera. Finalmente, hay que ponderar la teoría del Protoidioma en el lenguaje de los poetas, que el crítico mexicano Fredo Arias de la Canal ha subrayado con la conciencia del rol de los arquetipos en la creación poética. La intuición implicada en el concepto de Protoidioma la habían advertido los poetas y pensadores, antiguos y modernos, pero el mérito de Fredo Arias de la Canal es concientizar sobre la esa singular denominación de Protoidioma de los poetas cuando captan la voz del arcano y canalizan las señales de la cantera infinita. El Protoidioma comprende el lenguaje secreto de los poetas que, con las palabras del lenguaje arquetípico, crean otro lenguaje dentro del mismo idioma. Protoidioma es el lenguaje del inconsciente y del numen que los poetas formalizan en sus imágenes y símbolos. Ese lenguaje incomprensible para el común de los mortales conlleva el sentido profundo, misterioso y complejo de la gran poesía de todos los tiempos, ese “significado oculto” en los versos de Dante Alighieri al que alude el Protoidioma de la poesía: “Oh tú que tienes sólido conocimiento, / contempla el significado oculto / bajo el velo de los raros versos…” (Infierno IX, 61-63). Efectivamente, son raros los versos de los poetas que portan el ‘significado oculto’ de las imágenes poéticas, razón por la cual el fragmento citado habla de “velo” cuya función es ocultar los sentidos que portan ya que aluden a la dimensión interna y mística de lo viviente bajo la sombra del misterio y la magia de la belleza sutil que encandila y entusiasma. Los poetas saben que cantan con una voz que no les pertenece, una “extraña voz” que les dicta imágenes cuyos sentidos, a menudo, desconocen. En el prólogo de su obra Filosofía de la estética anterior al descubrimiento de las leyes de la creatividad, Fredo Arias de la Canal presenta “Oigo la voz”, poema de Gloria Vega de Alba y que dice así: “Soy yo y estoy conmigo / y una voz que no es mía / abre un cauce de miel / en mi garganta / por el que voy a reencontrarme / con esa que fui yo / y está callada”12. Según Fredo Arias de la Canal, son tres las leyes de la creación poética: 1. Los arquetipos que concibe el poeta durante sus sueños o estados de posesión (o inspiración) provienen de su propio inconsciente o paleocórtex cerebral y se hacen conscientes al percibir, escribir o recordarlos. 2. Todo poeta es un ser que simboliza sus traumas orales con arquetipos pertenecientes al inconsciente colectivo, del cual su propio inconsciente es parte integrante. 3. Todo poeta concibe, en mayor o menor grado, arquetipos cósmicos: cuerpos celestes asociados principalmente a los símbolos: ojo, fuego y piedra y secundariamente a otros arquetipos de origen oral-traumático13. El poema de la nicaragüense Conny Palacios, “Desde tiempos inmemorables”14 ilustra el lenguaje del Protoidioma con el que la poeta intuye que todo tiene belleza y sentido: Desde tiempos inmemoriales el Hombre carga su fatiga, -olivo abierto a las cuatro ventanas del espacioy no contento… impulsa además su manojo de sueños, -ojos huecos que amenazan con deglutirlo-roca enorme que debe de empujar hasta la cima de la montañaDesde tiempos antiquísimos el Hombre descansa bajo el cielo, para volver cada nuevo amanecer, y así de continuo… a cargar e impulsar sus pequeñas servidumbres cada vez más pesadas… porque el Hombre para abrazar su soledad, también recoge cada día los guijarros del camino. 12 13 14 De su poemario Caballo en la Arboleda, citado por Fredo Arias de la Canal, en Filosofía de la estética anterior al descubrimiento de las leyes de la creatividad, México, Frente de Afirmación Hispanista, 2003, p. XV. Fredo Arias de la Canal, Filosofía de la estética…, citado, p. XXV. Conny Palacios, Radiografía del silencio, Madrid, Torremozas, 2003, pp. 15-16. Entre los diversos factores que propician el crecimiento de la conciencia y el desarrollo de la creatividad, figuran la poesía, el arte, la filosofía, la mística y la espiritualidad. El sentido de la obra literaria, que el lenguaje canaliza con aliento iluminado y esplendoroso, conforma parte importante de nuestra creatividad, que nuestra cultura privilegia en atención a la belleza y el sentido que entrañan los datos sensoriales de las cosas, los fluidos intangibles de lo viviente con la fruición de sentir y disfrutar el encanto del mundo en su plenitud rotunda. Desde siempre la creación literaria cumple una misión: despertar la ilusión de la vida y encender el entusiasmo con emoción estética y fruición espiritual. II Jornadas de Lingüística Hispánica, Universidad de Lisboa, 15 de abril de 2013. Bruno Rosario Candelier nació en Moca, República Dominicana, el 6 de octubre de 1941. Doctor en Lingüística por la universidad de Madrid, y Licenciado en Educación por la Universidad Católica Madre y Maestra, ha desarrollado una amplia actividad cultural, desde la propia UCMM, donde es profesor, y a través del Ateneo de Moca, del cual fue su presidente. Es además Diplomado en Filología Hispánica, por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y posee el profesorado en Lengua y Literatura Españolas y el Diploma de Investigador Lingüístico, obtenidos en el Instituto de Cultura Hispánica, de Madrid. Ha publicado numerosos ensayos y estudios de lingüística y literatura en la prensa nacional, y se le reconoce como el iniciador de una nueva metodología critica en nuestro país y ampara sus análisis en datos aportados por la ciencia lingüística y afines. Ha publicado Lo popular y lo culto en la poesía dominicana (1977), Juan Bosch: un texto, un análisis y una entrevista (1979), Ensayos Críticos (1982), La imaginación Insular (1984). El doctor Rosario Candelier, además de la docencia, escribe y publica sus estudios y ensayos; asesora revistas culturales; orienta grupos literarios en formación; proyecta coloquios y encuentros literarios, dicta y organiza charlas y conferencias; asiste a seminarios y forma parte de jurados en certámenes literarios. Es miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española. Forma parte del “Grupo de Escritores del Cibao” y del “Comité de Intelectuales Dominicanos”. En 2008 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura. 43 CP PC 44 Homenaje al Maestro CARLOS FUENTES y presentación del documental “El Alma de México” Pedro Delgado Malagón Cuando Hernán Cortés atraviesa el paso entre los dos volcanes, para luego descender a la ciudad lacustre de Tenochtitlan en el otoño de 1519, en el año de Ce Acatl, el año de la caña, ya el emperador azteca Moctezuma está convencido: los dioses han regresado. Se cumplió la profecía y está de vuelta la Serpiente Emplumada, Quetzalcóatl, el dios barbado y claro, protector bondadoso de la agricultura; aquel que una vez partiera hacia el oriente con la promesa del retorno para ver si hombres y mujeres acataban sus enseñanzas morales. Ahora son dos atisbos que se aproximan y se escrutan a la distancia, mientras caminan con lentitud sobre una calzada de piedra que divide en pedazos los límites posibles del agua y del horizonte. Sus pasos van cerrando el trayecto que separa los cuerpos y los vértigos y los asombros recíprocos, hasta que, frente a frente, están el Tlatoani azteca, Hijo del Sol, y un incierto capitán español natural de Medellín de Extremadura. Frente al relámpago pregnante de magia de las miradas que se atraviesan Moctezuma y Hernán Cortés, 45 CP PC 46 precisamente en ese instante y en ese lugar inexplicable, Europa acaba de descubrir el Nuevo Mundo. Allí, en aquel encuentro, en esa epifanía alucinada y desmedida, el Renacimiento ha cobrado también su primer indicio; quizás la primera huella en el inmenso proceso de la creación de un Mundo Nuevo. Porque, mírese como se quiera, el descubrimiento de la nueva tierra –de esa tierra nuevamente hallada, como decían los viejos cronistas– significó el indetenible inicio de la modernidad. Sin América resultan indescifrables el Racionalismo y la revolución burguesa, tanto como la revolución tecnológica y el Romanticismo. Del mundo recién nacido brota la noción del “buen salvaje” y su “paraíso perdido” y, con ella, el soberbio cuestionamiento ético y las magnas utopías que enlazan a Tomás Moro con Juan Jacobo Rousseau y Carlos Marx. En suma: lo que pensamos, lo que creemos, lo que ahora somos –no importa cuán luminoso o insultante nos parezca el momento que vivimos–, todo, enteramente todo nuestro bagaje de criaturas globalizadas y cibernéticas está ligado, de manera ineludible, a la circunstancia americana. Y fue México el espacio primigenio donde hubo de gestarse, de nacer y de fructificar, con su máximo esplendor, el vasto y forzoso sincretismo de ese mundo nuevo. Luego de los años de la conquista, México se constituye en el centro de la civilización novohispana. Mas, como ha señalado Carlos Fuentes: “A la conquista siguió la contraconquista, a la utopía siguió la contrautopía. Las zonas de esas transiciones mexicanas fueron dos: una, la iglesia; la otra, la tierra.” Ante un pueblo desheredado por los dioses tutelares del panteón indígena y, a la vez, desamparado de toda justicia material, el padre nuevo, el padre necesario ha de ser Jesucristo: un Dios que no exige el sacrificio de los hombres y que se inmola él mismo por la humanidad. La madre de todos, entonces, será Santa María de Guadalupe, quien a través del más humilde indígena, Juan Diego, promete a todos su defensa y su abrigo. En aquellos días desorientados, los piadosos sacerdotes erasmistas enseñarán a leer y escribir castellano a los indios, les impartirán lecciones de latín y de música, y los adiestrarán además en oficios productivos. Así, el Obispo Zumárraga funda el Colegio de Tlatelolco, y millares de indios se hacen “músicos, cantores, pintores, calígrafos, gramáticos, filósofos y lingüistas” en los diez o quince años que vive la escuela. Los indios ilustrados colaboran en la creación del Herbario, “el primer libro compuesto en América sobre remedios médicos indígenas [...] y también el primer libro que demuestra el arte pictórico y la ciencia botánica de los indios”, como relata Fernando Benítez. En el transcurso de los dos siglos posteriores a la conquista nace la más auténtica expresión del arte colonial americano: el Barroco de Indias. Iglesias, retablos, esculturas y pinturas crecen bajo la mirada del indio y del mestizo en todos los centros urbanos de América –Quito, Cuzco, Lima, Bogotá, México. Durante el siglo XVI cristaliza en México el estilo Tequitqui, palabra náhuatl que significa “subsidiario”. Técnicas precolombinas y mitologías antiguas se incorporan a las decoraciones, las esculturas y las pinturas. Pumas en lugar de leones, mazorcas de maíz que sustituyen los racimos de uvas de las columnas salomónicas, caballeros-águilas aztecas, ideologías antiguas entre los anagramas del Renacimiento. El barroco fructifica también en las letras de la Nueva España. El ejemplo señero es Sor Juana Inés de la Cruz, la más alta voz de los tiempos coloniales y quizás la más grande poeta de toda la literatura mexicana. Cuando se apaga el siglo XVII, la ciudad de México y las principales ciudades del país son centros donde bulle la vida cultural, con universidades, imprentas y periódicos que auguran grandes sacudidas en el orden político del mundo colonial. La muerte en el 1700 del último de los Austrias, Carlos II, El Hechizado, desata una guerra de sucesión que durante doce años sacude a toda Europa y que lleva al trono español a Felipe de Anjou, de la Casa de Borbón. Pero las colonias americanas se resienten con el cambio. Frente al lejano y, en cierto modo, indulgente estilo de gobierno de los Austrias, resulta provocadora la inédita política de injerencia, modernización y severidad tributaria que implanta con rigor la nueva monarquía española. Las élites criollas se agrian al sentirse dominadas, desplazadas y empobrecidas por las disposiciones reales. En el mismo período, Europa es estremecida por las ideas de la Ilustración, por la guerra de independencia de las colonias inglesas de Norteamérica y por la Revolución Francesa. El golpe de estado del 18 de Brumario convierte a Napoleón Bonaparte en Primer Cónsul de la República el 11 de noviembre de 1799. Nueve años más tarde, en el 1808, José Bonaparte, hermano mayor de Napoleón, desplaza a Fernando VII de Borbón y ocupa el trono español. Tan sólo dos años después, en el 1810, y sin un rey español en España, las colonias americanas encienden la llamarada independentista en todo el espinazo continental: de Caracas a Buenos Aires y de México a Santiago de Chile. La independencia de los pueblos de Sudamérica está encabezada por la criolla aristocracia: los mantuanos. La insurrección mexicana, en contraste, la dirigen dos humildes curas de pueblo, Hidalgo y Morelos. Al cabo de una guerra bestial de once años y un millón de muertos, los líderes de la revuelta de independencia mexicana son excluidos. Y la rebelión se transa, así, mediante un acuerdo entre las élites criollas de la Nueva España, quienes llevan al poder a un soldado realista proclamado como Emperador Agustín I. Los años siguientes son de turbulentos vaivenes políticos, con un saldo nefasto en el que México pierde, primero, la provincia de Texas y, luego, en el 1848, el norte de la República; territorio que hoy ocupan los estados norteamericanos de California, Utah, Nevada, Colorado, Nuevo México y Arizona. Con excepción del breve, accidentado y luminoso tránsi- to de Benito Juárez por el poder, el siglo XIX mexicano fue de anarquías y avatares sucesivos hasta culminar, en el 1876, con la llegada fraudulenta al gobierno del general Porfirio Díaz. Los treinta años del “Porfiriato” estuvieron regidos por una frase epigramática: “Progreso sin libertad”. Mas, al innegable desarrollo material y a la expansión económica de ese período se contraponía la situación de millones de campesinos pobres, quienes soportaban el boato enajenante de un régimen tan ilustrado como despótico. A tal punto que la consigna porfirista podía recomponerse de esta forma: “Progreso sin libertad ni equidad social”. Dos meses después de celebrar el régimen de Porfirio Díaz los cien años de la Independencia, el 20 de noviembre de 1910, estalló la gran Revolución mexicana. La encabezaba Francisco Madero, un joven educado en Francia en economía y comercio, hijo de un hacendado y nieto de un antiguo gobernador de Cohahuila. Al entrar las fuerzas revolucionarias a Ciudad Juárez, en Chihuahua, Porfirio Díaz presenta su renuncia y se refugia en Francia. Desde su destierro, el viejo general susurra: “Madero ha soltado un tigre, a ver si sabe domarlo.” “Cuando soñamos que soñamos está próximo el despertar”, dijo el poeta Novalis. Quizás como noticia de un sueño dentro del sueño, el Maestro Antonio Caso expresó: “México necesita poseer tres virtudes cardinales para llegar a ser un pueblo fuerte: riqueza, justicia e ilustración. Volved los ojos al suelo de México, a los recursos de México, a los hombres de México, a nuestras costumbres y nuestras tradiciones, a nuestras esperanzas y nuestros anhelos, a lo que somos en verdad.” Tan limpias y penetrantes ideas, pronunciadas en los días finales del porfirismo por una de las más egregias conciencias mexicanas, aseguraban ya que la Revolución era dueña anticipada de un ennoblecido evangelio y de un programa de acción de alcances y resonancias inimaginables. 47 CP PC 48 Domingo Liz Y, en aquel momento, la tarea fue nada más que hacer tangible la duermevela del gran pensador: edificar una sociedad robusta, cimentada en la producción de riquezas y en la justa distribución de sus frutos y, algo no menos importante, construir el alma colectiva al amparo de un ethos capaz de modelar, inteligible y provechosamente, el carácter y la identidad del pueblo a partir de sus herencias y de sus anhelos primordiales. Después de un siglo, parecerían cumplidos los objetivos de aquella Revolución de jóvenes que encabezara Madero junto a Obregón, Zapata, Villa, Serdán, Calles y Cárdenas. La Revolución, como se ha dicho, fue también una Revelación. México es ahora un país fuerte y digno, con un inconfundible carácter nacional y una expresión cultural basada en la inserción de todos los factores que el tiempo y las circunstancias han sedimentado en su crisol de razas. Y acaso con más fidelidad que en ningún otro lugar del continente se ha cumplido en México el veredicto del Libertador Simón Bolívar: “No somos europeos, no somos indios, no somos negros. Constituimos una especie de pequeño género humano aparte.” De ese espacioso trayecto desde la mitología hasta la modernidad y el progreso, justamente de ese México y de su asombrosa epopeya histórica es que trata el documento audiovisual bautizado como “El Alma de México”. Algunas de las más lúcidas cabezas de aquel entrañable país colocaron su esencia en la realización de este proyecto: Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Héctor Tajonar, Beatriz de la Fuente, Eduardo Matos Moctezuma, Mercedes de la Garza, Justo Fernández, José Antonio Nava, Guadalupe Jiménez Codinach, Alberto Sarmiento, Efraín Castro. Por la voz y la presencia del Maestro Carlos Fuentes seremos guiados desde el albor de Mesoamérica hasta el México vitalísimo que es hoy. De la salida del Primero de los Soles en las costas del Golfo ascenderemos a la utopía erasmista de Vasco de Quiroga y a los sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz. Tomados de la mano del Maestro Fuentes, asimismo, trillaremos la ruta de los frescos de Bonampak hasta tocar la vastedad mural de Diego Rivera y Orozco y Siqueiros. Y hasta entender, tal vez, la furia del inconsciente colectivo y el incesante fluir de la razón cotidiana en la Región más transparente del aire. De ese México íntegro y plural, a la vez visible e invisible, de ese México multiforme y sorprendente es que tratan las magníficas narraciones que, con gran satisfacción, he tenido el placer de introducir ante este grupo de amigos; aquí reunido esta noche con el único propósito de celebrar el amor a un pueblo hermano, que es como decir: el amor hacia América y hacia nuestro propio destino. Pedro Delgado Malagón (1944). Nació en La Vega, República Dominicana. Ensayista. Ingeniero civil de profesión, fue profesor universitario y ministro de Obras Públicas. Durante varios años mantuvo una columna en las páginas de la revista Rumbo sobre literatura, cultura y política, entre otros temas. Actualmente escribe la página sabatina Apuntes de infraestructura en el diario El Caribe. Sus ensayos han sido publicados en varias antologías, entre las que puede citarse Antología mayor de la literatura dominicana. Es autor de los libros Menesteres y otras urgencias (1998) y El bolero, visiones y perfiles de una pasión dominicana (2005), en colaboración con José del Castillo y Marcio Veloz Maggiolo. Sobre su prosa ensayística el crítico José Alcántara Almánzar ha señalado: “mediante su prosa, en la que está de cuerpo entero el pensador de fuste, incursiona, con resultados notables, en la vida cotidiana de nuestro pueblo”. 49 CP Minificciones de Marivell Contreras De su libro La flotadora Sin cuento Todas las mañanas se levantaba con el propósito de escribir un cuento. Todas las noches se acostaba segura y plenamente convencida, que lo escribiría mañana. PC 50 Fe en lo que no se ve Tenía la certeza, pero prefería confirmarlo. De rodillas, cada noche, de la existencia de Dios. Y cada amanecer abría la mirada, con una nueva luz para hallarle. Credo al desnudo Cuando leyó por quinientas veces el Credo intentó, decirlo de memoria. Lo intentó por quinientas mil y una vez más, y no pasaba de… creo en Dios padre… Al reconocer que no podía recordar en que más creía, entendió que no creía en nada. Egolatría Se miraron, quedaron deslumbrados el uno del otro. Eran dos estrellas fulgurantes, los aplausos se volvieron más estruendosos para ellos cuando se declararon enamorados. Una historia de amor única al estilo fashionista de una pasarela. Todos estábamos enamorados de ese sueño. Hasta que una noche no encendieron más los reflectores. Se había muerto la luz del amor por un disparo de egos. Tócame otra vez, Sam Esa noche no había nadie en casa. Se acostó y se durmió. Ahora que una mano la sujetaba contra un cuerpo y otra mano se deslizaba por el suyo, no estaba segura si había alcanzado el sueño. 51 CP Domingo Liz Viaje de ida y vuelta PC 52 Esa noche tuvo una ilusión, soñó que podía andar sobre las aguas y caminaba con serenidad. El horizonte se extendía a cada costado suyo, con la voluptuosidad arrebatadora del paraíso prometido. Miraba hacia adelante, hacia arriba y seguía con paso lento. Su pisada era blanda como la piel que envuelve los recovecos de una seda china. Expandía el aire un subyugante aroma, ella cerraba los ojos y abría cada hueco de su cuerpo que lo engullía. Ella seguía segura de que soñaba el futuro que le pertenecía. Alguien la miraba expectante mientras su destino la elegía. Prefirió despertar. Murmuró el vigilante cuando ella abría sus ojos. Clavó la mirada en sus pies y pudo verlos mientras se hundía. Los pájaros de Pascual Cada noche se sentaba al lado de los leños que ardían. Mientras su cuerpo se calentaba, sentía que hervía por dentro. Se golpeaba, se rascaba y se apretaba sin remedio. Entonces decidió poner fin a las picaduras, se bañó con herbicida y se acostó. El pacifista Después de veinte años de practicar yoga, una mañana compró un galón de gasolina. Trazó un perfecto círculo con el combustible y decidió ser la diana. Encendió un fósforo. En posición de Budha lo encontraron impecablemente sentado ¡Y muerto! 53 CP MARIVELL CONTRERAS. Nació en Monte Plata. Como periodista ha publicado sus artículos, reportajes y entrevistas en los periódicos Última Hora, El Nacional y Hoy. Hace radio y TV. Ha publicado los libros de poesía “Mujer ante el Espejo” e “Hija de la Tormenta”, de entrevistas a escritores “Feria de Palabras”, de relatos urbanos “La Chica de la Sarasota” y de microrrelatos “La Flotadora”. Javier Alvarado Mirabilia de las Hermanas Mirabal Las Mirabal cayeron de cara a las estrellas Las Mirabas revolotearon de cara a la historia y a la literatura latinoamericana Deberíamos decir que queremos entrar en la isla, Que preguntamos por algunos nombres Y estos no aparecen. (Un pulpo de tentáculos mordidos, Un racimo primigenio) (muy adentro) (destazado), Un archipiélago metafórico (una bahía sedienta en la conjetura taína del delfín) Conmutados a los listados negros, a los subterfugios de la piedra, PC 54 A la sentencia gualda de todas las inscripciones, (de toda agonía Sobre los pájaros inversos) Como el himeneo de los erizos y de las atarrayas respiradas en el mar, Que hay un coro de ciguas palmeras y un aviso de armería; Que hay una casa destellando en su interlunaria forma. Más que una casa Es un malecón por donde camino atesorando las preguntas. Cada palabra que dejo es un infante acomodado en una telaraña. Copio y escribo con una punzada de remo. Un balbuceo retórico contra las calles empolvadas. Hay cierta inmisericordia En las acciones de la siembra; una piel que entra en el horno de las panaderías. Hay detrás de mí un licor de burbujas y una placenta de madre, Un manatí antillano que nada en mi corazón marcando las líneas de la noche. Este es un país con sus familias zurcidas por las costureras del hibisco y el vapor de las vendimias Atestados contra las crestas del monte Y un puñado de lágrimas; Con sus mujeres y sus niños que versifican en la piel de los cañaverales Y con hombres que se arrodillaron y contemplaron todo un universo de canoas Con sus ofrendas y espíritus ardiendo Con melanomas de cánticos y con toda una legión de corales y de sangre sumergida. Decidme entonces dónde están las Mirabal Dónde están con todas sus bocas Con todas sus manos. Decidme dónde está ese país en el mundo, donde está esa ala de murciélago, Dónde están esos ojos de agua pura, esos ojos en Salcedo Dónde están esas mujeres Que van dejando un banderín en cada puerto Que van espolvoreando la flor de la banana por los campos Muchos han dicho aquí están ellas Con su apellido Mirabal Y con sus caras ladeando la bandera Yo las veo revolotear y las descubro A Panamá han venido a planificar el viaje y la abundancia Rielan en la penumbra se desviven por ladear las costas Por indagar el Caribe y volver a Las Antillas República Dominicana las ve venir, las ve alejarse Ellas también se orientan con las migraciones de las mariposas Con las conflagraciones del color y sus monarcas República Dominicana se parte con Haití en el mismo trayecto del sol Son tres mujeres haciendo barricadas en este territorio Son tres mujeres con sus danzas de Anaísa con sus oraciones dominicas María Teresa en lo blanco, Minerva en lo rojo, Patria en lo Azul Y a lo largo de toda la isla las Mirabal son mariposas saladas Que devienen de las alegorías y los rituales en el mar Ellas se quedaron allí en la amplia noche, en el día para siempre Levitando como sargazos o gaviotas o como ensenadas de sangre, 55 CP Quebraron las espadillas en la espuma y en la nave hay un dolor batiendo Sus espuelas, Como un golpe sobre otro golpe Como una muerte sobre una muerte enroscando la soga Con una estrategia del rencor para derribar la palma de catey, Para abrir una trocha de llanto entre los páramos que preguntan por la máscara sin ojos Por estas hermanas mías que siguen multiplicándose en la yerba Allí donde siguen orientando al faro y a los barcos con sus fragatas de media tarde, Allí donde los pájaros toman sus voces y acuden a encender la rebelión en los macizos montañosos Allí donde mi amor las encuentra y las convoca con todo el hervor de los macizos montañosos En el Alto de la Bandera drapeando multicolormente, En el Cerro Frío drapeando multicolormente, En Diego de Ocampo drapeando multicolormente, En Pico Duarte drapeando multicolormente, Y en la Nalga de Maco drapeando multicolormente Cuando vi muchachos y muchachas dominicanos agrietarse los ojos, Los vi perder las branquias y llamarme así de garrotazo fundando la libertad en las calles, Aquí me levanté y aquí nos dieron con leños y nos torturaron, No clavaron espinas en la lengua, nos quemaron los dedos y cantamos hasta encontrar el himno de la nómina, Nos arrancaron las uñas con pinzas y así seguimos deletreando las partituras de la patria, Todos seguíamos como esa alza de los vivos, de las jaulas muertas, PC 56 de los sacrificios humanos por la brutalidad (Anacaona, Bohechío, los caciques, los nitaínos, los behiques, los naborías, De los sacrificios humanos por las contradicciones del poder) Arde mi casa por el poder de un solo hombre, Arden las doncellas por el poder de un solo hombre Arden los peces colmados de ciguateras por el poder un solo hombre Llora esta vez por el contagio. Te quedarás allí mirándome Para siempre como la niña en el velador, como la juventud Intrínseca en la rosa quemada del espejo. El amor perdurará Como una casa en la sangre, como si fuese necesaria la noche Para que arda el cañaveral y no estén muertas, para que sea necesario el día Para que caigan algunos planetas y haya la certeza de que el mar Sigue en pie, en este archipiélago de alcohol, en esta continuidad que espolvorea La rotación de las islas. Y llegue al fin donde estaban los hombres, donde estaban las mujeres golpeadas en las cárceles, Donde estaba el yunque y el martillo sobre las cabezas, Donde estuvo la navaja enfilada a las yugulares de los niños Donde está el pueblo ensangrentado redimiendo la espiritualidad en el mercado -había guardias y soldados colocando embudos en las bocas de las gentes y llenándonos de agua -había un hombre enmascarado colocando el tortor en los testículos y los gritos se apilaban como montículos de agua -el tortor en el cuello dejaba escapar una palabra seguida por un golpe de mar y de huracán, preguntando por la madre de los truenos, En la 40 y en la 9 nos colocaban en la electricidad de la palabra culo en una silla de llamas, Las astillas de cuaba, las astillas de cuaba, las astillas de cuaba en los ojos, en las manos y en los huesos, El canta claro con sus páramos de piel, la piel humana en las manos de los esbirros asesinos Porque yo me quedé con ellas junto a ese mar Donde se desbarrancaron las heroínas de la patria, rodaron y se hicieron criaturas saladas De la libertad, Porque esas criaturas saladas apilaron lingotes de libertad Y fueron mujeres de mar, mariposas de mar Que colmaron los cielos y hogares de provincia, Árboles cascabeleantes en un amanecer de Puerto Plata, Llaves ultramarinas de tormenta en Estero Hondo, en Maimón Un estribillo de furia en las jarcias del salitre. Las fueron acorralando a las mariposas en su regreso hacia las fulguraciones de la ciénaga, Intentaron doblar sus alas con imantaciones de puños Siguieron visitando las cárceles, siguieron pegando propagandas de protesta en las paredes y en las ventanas, Siguieron esparciendo sus ideales como esplendorosas cabelleras 57 CP con rituales de hojas Si reventamos como siempre, como las frutas contra los canastos, Si gritamos como las aves salpicando con sangre las residencias en el mar, las avenidas de Santo Domingo Vinieron como huracanes las mariposas a Dominicana Se multiplicaron por las ensenadas, por las costas Aprenden a durarse por las diatribas de la isla, el sincretismo, el color de las almas Y la religión, Aprenden a aletear sobre las hogueras de agua de los ríos, Por las caídas de agua que se van de bruces al mar, a las estrellas repetitivas de las olas, llegando a ese espolvorear de las frutas y las repeticiones de los dioses Como un canasto de calamares, como un canasto de peces en las manos de una mujer blanca, Como un canasto de cangrejos en las manos de una mujer negra Aporreando la luz en la bruma del cuero, en la boca del tambor y su tambora Su repercusión de oro, sus trepidaciones de plata En el gineceo de la perlas Quedan Patria, Minerva, María Teresa Desbordando con sus alas de agua las venas de agua que van a dar al Caribe La rebelión del fuego, el papel de la letra en la bala sagrada en el pecho de la cordillera dentro de nosotros & Aquí por este barranco, por este despeñadero Me llamaron las heroínas de la patria Y aquí está el pueblo dominicano PC 58 Los blancos, los negros, los mestizos, los mulatos (que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas ay, Pedro Mir) La muerta de ciertas mariposas está en la tierra, la muerte de ciertas mariposas está en el agua La muerta de ciertas mariposas está en los caracoles y en las palmas de catey La muerte de ciertas mariposas está en los bailes de salón y en las bachatas La muerte de ciertas mariposas está en los merengues y en los pericos ripiaos que no pueden soportar la muerte de ciertas mariposas La muerte de ciertas mariposas está en mi cabeza y no lo puedo soportar La muerte de ciertas mariposas está en mi mano y no lo puedo soportar & entonces Las Mariposas confiesan que son mariposas, Las mariposas confiesan que tienen órganos y sentimientos de mujer Las Mariposas tienen antenas y ojos de abogadas Las mariposas tienen senos y placentas de mujer Las mariposas aducen que son partidarias de las flores Las mariposas incuban hijos en sus vientres Las mariposas afirman que son solidarias al color Las mariposas niegan el totalitarismo del poder Y explotan en orugas de libertad y reafirman que son partidarias de las flores Las mariposas seguirán drapeando tricolormente en la bandera Las mariposas seguirán drapeando en República Dominicana Las mariposas seguirán revoloteando de cara a las estrellas De cara a la historia y de cara a la literatura latinoamericana. * Intertextos de Pedro Mir y Carmen Natalia Martínez 59 CP Javier Alvarado. (Panamá, 1982). Poeta. Cuenta con doce poemarios. Premio Nacional de Poesía Joven de Panamá 2000, 2004 y 2007. Premio de Poesía Pablo Neruda 2004. Mención de Honor del Premio Casa de las Américas de Cuba 2010. Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Siñan 2011. Premio Internacional de Poesía Rubén Darío de Nicaragua 2011. Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2012. Finalista del Festival de la Lira, Ecuador 2013 por su libro Carta Natal al País de los Locos. Ha dado lectura de sus poemas en doce países. Decapitado, de Auguste Comte PC 60 ¿EL TAMAÑO O LA TÉCNICA? NOTAS ACERCA DEL MICROCUENTO Alexis Peña E s cierto, la extensión es el factor que en principio nos permite distinguir el microcuento de otras modalidades del cuento, por ejemplo, del largo, del breve y del corto. Sin embargo, no es la escala la principal característica de la microficción, sino su naturaleza. Es a su complejidad y no a su tamaño a lo que nos referimos cuando juzgamos que tal historia es un microrrelato. La microficción no responde a una valoración espacial, sino sustancial. Cuando Virgilio Díaz Grullón escribe «La broma póstuma» no se propone escribir un texto de 282 palabras, sino la tragicomedia de un hombre víctima de sus propias circunstancias, mediante el recurso narrativo de «el cazador cazado», y cuyo misterio es aguzado por la ironía. Un microcuento es mucho más que una historia corta: es una narración con los elementos propios de un cuento extenso (trama, tiempo, diálogos, personajes…), pero extremadamente condensados. Un cuentista para quien el vencimiento de la escala sea la mayor fuente de provocación de su oficio, tiene más vocación de contador público que de escritor. La escala es un efecto secundario del ejercicio creativo de un autor que ha hecho de la elipsis (no del contador de palabras) su principal aliada. Para la escritora Ada Yadira Lora Comprés «El microcuento es como una bofetada inesperada de alguien en la calle», y es esta premisa bajo la cual ella crea sus historias, por un lado desenfrenadas, como en «Primer trance de muerte»: «[…] Acarició los momentos de delicia pos-coital que la elevaron a una tranquilidad sublime, casi de muerte. Entonces, entre el calor y las llamas, Lilith pensó: “estoy ahora en el paraíso”», o en «La venganza»: «[…] Ya hartos un día, la esperaron silenciosos en la casa. La apuñalaron, la desmembraron, la dejaron hecha añicos: no aguantaban más la agonía de ser solo sombras»; por otro, con gran tensión, como en «Pasión prohibida»: su versión erótica de «Caperucita roja», en la que la chica del bosque y la bestia se entregan al deleite de la carne: «[…] se entregaron al placer intoxicante que ambos anhelaron siempre, pero no habían poseído jamás. Los detuvo el chirrido de la puerta principal. El leñador volvía a casa, mientras el lobo escapaba furtivo por la ventana». La trama Estas historias suelen elaborarse como un juego del ingenio de mentes que encuentran en una dimensión experimental de la lengua una cantera de posibilidades lúdico-expresivas. A veces con un tono más intenso, sin miramientos, y con plena conciencia del valor del cuento como producto de la tradición oral, o con una cierta preocupación por los temas religiosos o relacionados con las creencias y los mitos populares. «[…] Así que cuando apareció la culebra enredada en uno de los palos que sostenían la cobija del bar, no vaciló, le cortó la cabeza con los dientes y se la comió cruda» (Maggiolo Cornielle: «El bacá»). La dimensión lúdica del microcuento la podemos apreciar en varios aspectos: primero, la adaptación libre como un punto de partida temático; segundo, el experimento lingüístico, mediante el juego de palabras (combinaciones atendiendo al sonido, expresiones ambiguas…; tercero, la dotación de un cuerpo narrativo de un repertorio multitemático de textos propios de la tradición oral (refranes, historias, cuentos de camino, leyendas urbanas, anécdotas…); y cuarto, la cultura del espectáculo y el imaginario colectivo como temática. Los temas Con mucha frecuencia los microcuentos cuentos exploran el tema religioso desde una perspectiva crítica, o bien con un sentido del humor melancólico y que mezcla los tiempos a modo de actualización del pasado, sin que esto vaya en desmedro del tono emocional del relato. La historia, la sociedad, la fantasía, la muerte y la indefensión son también temas fundamentales para los microcuentistas, en cuyas historias, muchas veces complejas, se destaca un cierto aire erótico, humorístico, revisionista y denunciativo, o bien la tragedia humana va dejando una estela de tristeza que 61 CP se magnifica con un final que llega al desasosiego: «[…] Me contó que el agua arrastró por el mismo camino cuerpos vivos y huesos de todos los difuntos jimanenses y que en pocas horas sólo quedó la tierra pedregosa y desnuda aguardando en silencio, y el fango aferrado a las paredes de unas pocas casas como testigo. / —Cuando abrí los ojos, un haitiano sacaba mi cuerpo del agua, de no ser por él no lo estaría contando. / El autobús se detuvo en la capital, y al despedirse me dijo: / —Vengo en busca de un hogar, el mío se lo llevó el río» (Graciela de la Cruz: «En busca de un hogar»). Los procedimientos PC 62 La historia puede transcurrir de diversas maneras. A continuación 36 formas posibles: El punto de partida y el conflicto / Lo onírico y lo real / La crónica 1) Entre el sueño y la realidad, estableciéndose en el primero el conflicto, cuyo desenlace experimentará luego un ligero cambio en la segunda; y el final será es el mismo, pero el procedimiento será diferente. (Wu Ch’eng-en: «La sentencia»). 2) el secreto develado es el detonante de la historia, la explicación de una teoría, con personajes extremadamente contrastados (Lal Behari Day: «La aniquilación de los ogros»). 3) Crónica a modo de cuento mitológico (acerca del origen de una cultura o de los dioses, una exégesis más bien secular (Eduardo Galeano: «El tiempo»). 4) El punto de partida es «siempre será igual». El conflicto se va desenvolviendo en una especie de crónica donde aflora al mismo tiempo la perspectiva del protagonista (Augusto Monterroso: «La rana que quería ser una rana auténtica»). El concepto creativo y la elipsis extrema /El final abierto / La analogía lingüística 5) Deliberadamente ideológica, creada a partir del concepto creativo «el verdadero sentido de las cosas», el tiempo, elipsado en extremo, tiene una función importante. (Augusto Monterroso: «La oveja negra»). 6) Con un final abierto logrado mediante una pregunta (Ana María Shua: «Sueño # 1: Ovejas»). 7) Como un juego de palabras con un inesperado final, pues en el desarrollo solo encontramos una palabra que lo articula (Ana María Shua: «Sueño # 21: Lobo»). 8) Mediante la analogía lingüística entre un concepto y una realidad social (Luisa Valenzuela: «Confesión esdrújula», «Este tipo es una mina»). 9) Con una estructura epistolar y una gran carga humorística. Sin ser un cuento fantástico, se presentan varias situaciones y por cada una se propone otra con una ligera variación, pero con una mayor carga dramática (Felipe Garrido: «Actores»). Naturaleza del desenlace / Los elementos de distracción 10) El desenlace es producto de una desproporcionada confirmación de la percepción del protagonista, determinada a su vez por un análisis cargado de ambigüedades (Patricia Iriarte: «Curiosidad»). 11) La información científica sirve como un elemento de distracción acerca de la verdadera naturaleza de los personajes y para afianzarlos en su posición de impostores, elementos que hacen creíble un desenlace fantástico (Alexis Peña: «Vangelsin»). 12) El desenlace consiste en una pregunta sin respuesta, pues no tenemos más información que algunos datos que nos permiten reconocer nuestras dudas, pero no así establecer una relación que nos conduzca a la solución (Carlos Cabrera: «Años perdidos»). 13) La reacción poco convencional del personaje principal subvierte el orden establecido y da lugar a un desenlace fantástico (Luis Martín Gómez: «Pirata aéreo»). La estructura ensayística / El enigma y los mitos 14) La historia se formula como una adivinanza donde el conflicto no es interesante, sino el enigma. Y con un grado de la lengua cargado de imágenes poéticas (Manuel Mejía Valera: «La poesía»). 15) Con una estructura ensayística y con un cierto matiz sicológico Luisa Valenzuela: «Escribir»; Luis Brito García: «Complejo de vitro»). Se trata de otra versión de un asunto científico, en la que el conflicto no es el propio de una historia, sino del tema de un ensayo. Se desmitifica una tradición. Los mitos y entidades relacionadas con el ámbito de lo sagrado son reducidos al plano de la cotidianidad (Víctor Nolasco: «El último funeral»). 16) La evolución del punto de vista del personaje acontece simultáneamente con su propia aniquilación (Gabriel García Márquez: «El drama del desencantado»). 17) El personaje principal se debilita poco a poco en una suerte de degradación que genera un alto grado de intensidad emocional (Adrián Javier: «La novia de David» Referencias culturales / La estructura de mosaico / Ausencia del conflicto 18) La adjetivación profundiza aún más la caracterización de los personajes, a veces grotescos y ordinarios. Otras veces mediante el recurso de la metaforización o de los efectos de una frase aforística o casi poética. Un giro de la historia puede producirse no por el cambio de situación, sino por el surgimiento de una nueva perspectiva del personaje principal. Con un lenguaje cargado de imágenes poéticas y referencias culturales, logrando con ello que los personajes y las situaciones ordinarias adquieran en la narración un tono casi sagrado (Alfonso Reyes: «La basura»). 19) Con la estructura de mosaico: una fórmula se repite con variaciones una y otra vez (Luis Humberto Crosthwaite: «Cada mujer: un museo)». 20) Prevalece la descripción con un final que no supone un desenlace, pues no hay conflicto que resolver, solo una gran constatación. (Francis Herrera: «Oráculo»). El reportaje / El suspenso / Las sensaciones 21) Oscilando entre lo poético y lo humorístico, y se infiere –a juzgar por el grado de la lengua– cierta tendencia por la narración compleja y oscura. (Reynaldo Brioso: «Atacama Sahariano»). 22) Enfatizando la relación y las sensaciones entre los personajes. (Maggiolo Cornielle García: «Júbilo»). 23) Reparando en los detalles ordinarios de la vida cotidiana (Miosotis Peña Nolasco: «La morgue»). 24) Con un tono directo, diálogos vigorosos y una historia esencialmente situacional (Ángela Méndez: «Agresión fatal»). 25) Se destaca el reportaje como centro narrativo. (Quenia Severino: «Decadencias coloniales»). 20) Con cierto suspenso, la tragedia es detonada por un mal entendido. (Rafael Rivas: «Llamada inoportuna»). 26) Una aspiración es el punto de partida de la historia (Dorina López: La niña de mis ojos). 27) Con un aire místico que se nutre de las voces cotidianas y la cultura popular. (María Hortensia de la Cruz: Indulgencia). Las voces cotidianas / El perfil sicológico/ El experimento lúdico-expresivo 28) El poder de las fuerzas sobrenaturales constituye la solución del conflicto (Rosaura Bretón: «Las arras»). 24) Con un agudo sentido del humor situacional, y con personajes de marcados perfiles sicológicos, a veces melancólicos (Phillips Joan Díaz Vicioso: «A la muerte de papá»; Ada Yadira Lora Comprés: «Entrevista de trabajo»); 29) Hibridez poético-narrativa, cargada de imágenes de gran fuerza. La muerte 63 CP como una metáfora terrible de la aspiración amorosa o del amor no correspondido (Odalis Rosario: «Esperanza»; «Asesina en serie»). 30) Experimento lúdico-expresivo de la lengua. (Roxanna Delgado: «Cuestión de polisémica»). 31) Apretadísima síntesis narrativa (Virginia Herrera: «Ícaro»). 32) Con expresiones potentes. Un enunciado, una sentencia tajante que pretende lograr una ampliación más sonora que temática en la memoria del lector (Maggiolo Cornielle: «El bacá»). PC 64 Historias complejas / Lo fantástico / El tema religioso 33) Versión libre de otra historia (João Anzanello Carrascoza: «Señal de los tiempos»; José Leandro Urbina: «Padre Nuestro que estás en los cielos»; Waldis Pérez: «El señor»; Eric Simó: «Paradoja»; Rafael Peralta Romero: «Eva y Newton»). 34) Historias complejas con matices eróticos, humorísticos y críticos (Luz María Abreu: «La suerte», «Negrita», «Mañana de piedras», «Exhumación»; Phillips Joan Díaz Vicioso: «Los conformistas», «L’opposition révolutionnaire», «El viaje», «El día más feliz de la armada española»). 35) Con predominio de lo humorístico y lo fantástico (Bernardo Rijo: «La silla», «El descubrimiento», «Isacc»). 36) Crítica humorística de un tema religioso o una creencia popular en la que el humor tiene una intención más reflexiva que festiva (Massiel Montaño Rodríguez: «Consecuencias», «Aspiración»; Rosaura Bretón: «Caprichos de la suerte», «Las arras»; Elvin Ramírez: «Yo pagué por ellos»; Phillips Joan Díaz Vicioso: «La cicatriz», «La tentativa»; Alfonso Caraballo: «El primer día de Adán», «Reencarnación», «Génesis»; Georgina Marshall: «A la espera del regreso». El contraste situacional / la vertiginosidad / La analogía / El sentido contrario Con respecto al interés de la historia, a veces puede estar en el contraste situacional sustentado en una estructura esencialmente verbal (Mario Benedetti: «Lingüistas»), en la vertiginosidad (Ethel Krazu: «Ella parpadea»), en la analogía (Guillermo Samperio: «Pasear al perro»), o en la idea del sentido contrario (Sergio Golwarz: «Diálogo amoroso»). Atomización de la historia Una historia es buena, no importa la escala, si aquello que cuenta –el universo que se levanta a partir de un concepto– logra ser interesante, es decir, si merece la atención del lector. Y será microficción si, además de lo anterior, se cuenta en una suerte de historia atomizada. No obstante, no se trata de eliminar palabras y sustituir conjunciones por comas, sino de una síntesis: seleccionar las palabras adecuadas para contar la historia, prescindiendo de los excesos: un personaje decorativo, un diálogo insustancial, una referencia innecesaria; una idea demasiado extendida, una frase multiplicada. Y de los pasajes propios de historias más extensas: la descripción de lugares, la exégesis del personaje, los detalles de sus rasgos sicológicos. Pero —me adelanto a la pregunta— ¿no se supone que la precisión ha de ser una característica de todo cuento? Claro que sí, mas, es en la microficción donde la «administración» de cada palabra, además de una particularidad de una buena ejecución (de la «tekne»), constituye un recurso estético. La elipsis, el microcuento y los microcuentistas Una aproximación al microcuento tendrá que considerar el estudio profundo de la elipsis como recurso lingüístico aplicado a la narrativa. Si bien es cierto que la microficción encuentra en la vertiginosidad de la sociedad actual un escenario propicio para su aceptación, no menos cierto es que esta no deja de ser una situación extraliteraria ajena a la esencia del cuento. Es en su brevedad y en su función donde podemos encontrar los cimientos de su empatía con los lectores. Un microcuento no es una historia para lectores que no tienen tiempo: es una creación narrativa para co-autores que desean sentir al máximo, y de manera consciente, la experiencia y el goce espiritual que supone leer y participar al mismo tiempo de un texto. Y, en este sentido, un microcuento tiene solo una oportunidad: la primera línea. En efecto, es la elipsis extrema la que permite que cada elemento de la historia pueda ser comprendido sin que sea necesario un antecedente escrito, o que al mismo tiempo su resonancia pueda expandirse en una serie de conjeturas extraliterarias posibles, ampliando con ello los límites del cuento más allá de lo establecido por el autor. Y mucho menos el microcuento no es una parte de un cuento extenso. Existen pasajes dentro de un cuento largo que constituyen por sí mismos microhistorias, pero estas no fueron concebidos como «piezas», independientes, sino como subhistorias creadas para comprender, reforzar o entrelazar otros elementos de la historia: el origen del protagonista; sus razones; el contexto histórico de la historia; distraer al lector acerca del detonante real del desenlace; aumentar la tensión dramática mediante una desaceleración de la historia, situar a los personajes, establecer conexión entre estos. El microcuentista no es un aprendiz de cuentos largos. El microcuento no es una «zona de entrenamiento» literaria para «mejores textos»: el cuento tradicional o la novela. El microcuento es una creación válida por sí misma, y si bien es cierto que no es un género, sino una modalidad del cuento, también es verdad que tiene sus propias exigencias y posibilidades: la diversidad, la chispa ingeniosa, la intertextualidad, la hibridación y la participación deliberada del lector como elementos que hacen posible llevar la elipsis al límite de lo imaginable. FUENTES 1) Antología del Taller de Creación Literaria Experimental Coiné (TCLEC), Ediciones Coiné, Santo Domingo, República Dominicana [obra inédita]. 2) García Márquez, Gabriel: El drama del desencantado. Ciudad Ceva: http://www.ciudadseva.com/ textos/cuentos/esp/ggm/drama.htm 3) Cuentos breves latinoamericanos, Aique Grupo Editor, S.A., Argentina, 1998, p. 44. 2000. 4) Gómez, Luis Martín: La destrucción de la muralla china, Editora Colé, 2003, p. 19. 5) Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares: Cuentos breves y extraordinarios, Editorial Losada, Buenos Aires, Argentina, 1997. 6) Lauro Zavala: Relatos vertiginosos. Antología de cuentos mínimos, Alfaguara, México, D.F., 2001. 7) Nanocuentos. Ministerio de Cultura, Santo Domingo, República Dominicana, 2012, p. 14. 8) Revista Vetas, Santo Domingo, República Dominicana, 1998, núm. 29, p. 20. Alexis Peña (Santo Domingo, República Dominicana, 30-1-1967). Su nombre de pila es Manuel Alexander. Escritor, ensayista, guionista, corrector de estilo, editor y gestor cultural. Primer Lugar del Concurso Nacional de Minificción Ciudad del Ozama 2011. Licenciado en Conservación del Medioambiente y los Recursos Naturales por la Universidad Experimental Félix Adam (UNEFA, 2003), con una especialidad en Administración de los Servicios Culturales de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD, 2004), donde también realizó estudios de Publicidad y Cinematografía. Ha sido coordinador editorial de varias publicaciones del Ministerio de Cultura, subdirector de la Editora Nacional, corrector de estilo de la Oficina de Cooperación Internacional (OCI) del Ministerio de Educación, redactor de la desaparecida revista de humor político DDT y guionista del programa de televisión comunitaria TV-Machepa, del Centro Pastoral de Producción Audiovisual del Centro Bonó (CEPA). Durante más de diez años escribió para la revista Vetas las columnas Dos Dedos de Frente (aforismos y epigramas) y Cuentos para Leer en el Metro (microficción). Es coautor del poemario Paréntesis (1994) y compilador de la antología de microcuentos Gente de pocas palabras (2013). En la actualidad es director del Centro Cultural Coiné, Inc. y coordinador del Taller de Creación Literaria Experimental Coiné (TCLEC), donde imparte cursos de escritura creativa con el propósito de potenciar la capacidad de expresión y la difusión del pensamiento crítico. 65 CP PC 66 ANDRÉ COMTE-SPONVILLE “Uno estudia filosofía porque no es feliz”. Entrevista al filósofo francés Juan Cruz Domingo Liz André Comte-Sponville tiene alguna peculiaridad en su expresión, incluso en su cara, que invita a pensar a su interlocutor que tiene algo de imperturbable, como aquel actor de París Texas, y también algo del Gary Cooper de Solo ante el peligro. Tiene 60 años, que es una edad que ya agrupa todas las experiencias y, por tanto, todas las expresiones, y es filósofo (“probablemente el filósofo francés vivo más importante de la actualidad”, dice la editorial Paidós, que lo publica en España, en su reseña de prensa); como tal, como intelectual, se ocupa, sobre todo, de la vida cotidiana, y por tanto, de las relaciones íntimas, de cómo las personas se relacionan entre sí. De hecho, este último libro suyo que Paidós acaba de presentar entre nosotros, Ni el sexo ni la muerte. Tres ensayos sobre el amor y la sexualidad, contiene muchas conversaciones pertinentes con amigos suyos, con ejemplos muy explícitos, sobre cómo los otros llevan adelante las relaciones más privadas. Pero él mismo, como individuo detrás del libro, es extremadamente íntimo; así que cuando, en el prolegómeno de la conversación, evocamos la posibilidad de que en este tiempo de diálogo quizá íbamos a plantear alguna pregunta personal, el autor de La felicidad, desesperadamente o El amor, la soledad dio un respingo. Pero luego respondió, educadamente, sonriendo a veces, y a veces guardando la sonrisa detrás del escaparate de un rostro que mientras escucha resulta inexpresivo y gravemente silencioso, pero que cuando responde recurre a todos los elementos de su cara angulosa y agradable, como de confesor estoico. Al final de la conversación (ayudada por la intérprete Elisabet Perelló), el interlocutor se queda pensando que quizá su primitiva prevención ante las preguntas íntimas era nada más que un desafío para que profundizáramos en ello. Pero era tarde, se iba con sus editores a seguir la promoción en Barcelona, donde tiene su sede Paidós. ¿Cómo se siente con los periodistas, con la gente que hace preguntas? Bien… no siento reticencia hacia las entrevistas. No me molestan. Desconfío de las preguntas íntimas. Siempre que se trate de hablar de filosofía, no hay 67 CP PC 68 ningún problema; en cuanto a hablar de mí mismo, ya veremos… ¿Qué considera preguntas íntimas? Mi infancia, mi madre; esto ya son temas íntimos. Cuando uno escribe libros, y sobre todo libros de filosofía, es sobre todo para intentar decir lo que uno ha entendido o cree haber entendido, más que para contar la vida propia. “Soy sombrío y angustiado, porque nací en la angustia y la infelicidad” Usted escribe sobre la vida cotidiana… Y la vida cotidiana está llena de memoria íntima. En su libro, a usted, sin embargo, sí le gusta escuchar lo que le dicen otros sobre su intimidad. Sí, a mí me gustan las confidencias, e incluso diría que con mis amigos me gusta más intercambiar confidencias que hablar de filosofía. Pero es entre amigos; no publico las experiencias de mis amigos en los periódicos; ni las mías. Y en mi libro, cuando ocurre que me apoye en tal o cual confidencia de algún amigo, o en mi propia experiencia, me las arreglo para que no se sepa de dónde viene; que no se sepa quién me lo dijo, si se trata de mi experiencia o la de un amigo. Vamos, que me gusta la intimidad, pero la intimidad no está para exponerla en público. En un momento determinado de este libro, usted habla de las madres como un eslabón muy virtuoso de la vida. Y habla del padre, según decía Sartre… Me gustaría saber cómo fue su niñez. Primero, una palabra sobre las madres antes de volver sobre mi infancia. Muy a menudo, la persona que más nos ha querido es nuestra madre; nos guste o no, incluso cuando se trata de una madre frágil, débil, enferma. La mía era patológica. Hizo tres intentos de suicidio, y con el último logró su propósito… No era ninguna santa. Solo que, sencillamente, nadie jamás me ha querido tanto como esta mujer que hubiera dado la vida con mucho gusto por mí. Es cierto que yo daría muy gustoso la vida por mis hijos, pero que un padre pueda ser cariñoso lo sabemos, pero hay excepciones, mientras que una madre que no sea cariñosa puede existir, pero es muy poco usual. De ahí que cuando alguien no ha tenido una madre, todos lo perciban como una desgracia. Sin embargo, que alguien no haya tenido padre puede haber sido una suerte. Efectivamente, Jean-Paul Sartre dice que el hecho de no haber tenido padre para él fue una suerte. Creo que no existe mayor desgracia que la de no tener madre, y, sin embargo, el no haber tenido padre… ¡depende de los casos! Padre y madre son capaces de querer, pero lo que sucede más a menudo es que el amor más profundo es el de las madres, y, de hecho, ya es cierto en las demás especies animales. ¿Y cómo fue su infancia? La viví como una infancia infeliz. Bueno, no era nada trágico, no me pegaban, pero la viví como una infancia infeliz porque mi madre era infeliz. Mi madre era una mujer depresiva, además infeliz en su pareja, con un marido, mi padre, que era un hombre muy duro, no era violento, pero era realmente muy duro. Por tanto, toda mi infancia la viví con la infelicidad de mi madre. Yo era de temperamento algo serio, no soy espontáneamente alegre y sereno. Soy más bien sombrío y angustiado, porque nací en la angustia y la infelicidad. De ahí que cuando descubrí la filosofía, esta me hiciera tanto bien. Tenía la sensación de que otra vida era posible. Además, mi madre era infeliz, pero también era… ¿cómo decir? La palabra técnica sería histérica, pero es demasiado severo decirlo así, pero es que vivía por la apariencia, por el parecer, sobre todo cuando se encontraba bien. Y cuando se encontraba muy mal era cuando se volvía verdadera. Por tanto, porque mi madre era así, yo tenía la sensación de que la felicidad era ficticia, que hacíamos como si fuéramos felices, y que la infelicidad era la verdad. Y cuando leí a los filósofos griegos, descubrí la inversa, que la ilusión era lo que hacía que uno fuera infeliz, y la verdad, lo que hacía que uno fuera feliz. Por eso suelo decir que la filosofía griega fue mi “buena madre”, en el sentido de madre amistosa, es decir, otra imagen de la relación entre la felicidad y la verdad. Para mi madre, la felicidad era ficticia, la infelicidad era verdadera; Epicuro y los demás filósofos griegos me enseñaron que podía ser a la inversa, que la ilusión hace infeliz y en la verdad se puede encontrar algo más de felicidad. Y por eso estudié filosofía; en el fondo pienso que uno estudia filosofía porque no es feliz. Justamente porque el objetivo de la filosofía es la felicidad, pues cuanto menos feliz, más necesitamos filosofar. Alguien que sea plenamente feliz, ¿por qué va a querer estudiar filosofía? Por tanto, tenía la sensación de que no se me daba bien “la vida”, y sigo pensándolo, y cuando empecé a estudiar filosofía en el colegio, yo, que era un alumno regular, de repente tuve notas excepcionales, y me di cuenta de que se me daba mejor pensar que vivir. Como el amor, o la pasión, que según dice en su libro, rápidamente se convierten en una desilusión. Yo viví el descubrimiento de la filosofía como una feliz desilusión. Porque lo que es cierto en lo que dice es que la pasión amorosa también es ilusoria. Cuando decía que para mi madre la felicidad era ficticia y la desgracia verdadera, auténtica, pues ahí está: la felicidad de la pasión amorosa es una felicidad ficticia, porque en el fondo amamos las ilusiones que nos hacemos acerca del otro, amamos, nos alegramos por los proyectos de futuro… Cuando salimos de la ilusión de la pasión amorosa, no significa necesariamente que no nos queramos más, sino que hemos aprendido a amar la verdad del otro. Y en la pareja hay un poco de cada cosa: hay una parte de desilusión, es decir, que la mujer que vive conmigo perderá las ilusiones acerca de mí, como yo pierdo las ilusiones acerca de ella. Pero lejos de dejar de querernos, aprendemos a querernos tal como somos. Y, en el fondo, una pareja feliz es una pareja que pasa del amor ilusorio, de la pasión, al amor verdadero. Pues la filosofía está del lado de este amor verdadero. Si la vida no se corresponde con mis ilusiones, tal vez no se equivoque la vida, sino mis ilusiones, que son vanas. Si es al revés, me libero de mis ilusiones; si la acepto tal como es, entonces la puedo amar tal como es, y es lo que llamo una feliz desilusión, es decir, el encuentro con la sabiduría. Usted estudia la muerte, el sexo, el amor, la amistad, porque son elementos sobre los que usted se interroga para saber cómo se debe comportar ante ellos. Sí, por supuesto, la filosofía es la búsqueda de la verdad, el amor a la verdad, el placer de entender, pero no solo para los filósofos. Nos gusta más entender que no entender. Lo que es tal vez específico en la filosofía es en el fondo el hecho de buscar algo: el hecho de buscar la mayor verdad posible, y la mayor felicidad posible, intentando articular ambas cosas. Alguien que estudia matemáticas busca una verdad matemática, pero no cuenta con las matemáticas para ser feliz. Y alguien que busca la felicidad en la ilusión es otra cosa. La singularidad del filósofo en el fondo es que tiene dos amores: la verdad, la razón, entender, y la felicidad. E intenta vivir ambos amores juntos, pero privilegiando la verdad. El hecho de que una idea me haga feliz no quiere decir que tenga que pensarla, porque muchas ilusiones me hacen feliz más fácilmente que muchas verdades desagradables que conozco. Por tanto: la felicidad es el objetivo, pero la verdad es el camino. Todo eso dividido por el tiempo porque lo que convierte la felicidad, el amor, el placer, incluso la amistad, es la evidencia de que el tiempo viene y acaba con todo. La muerte. La muerte. El tiempo… ¿Cuánto tiempo querré a mis hijos? El tiempo que viva: es una evidencia. Por tanto, la 69 CP PC 70 muerte se lo lleva todo, pero el tiempo no. ¿Cuánto tiempo querré a mi mejor amigo? Sinceramente, nos conocemos desde hace 40 años, nos queremos desde hace 40 años, no hay ninguna razón para que pare. Lo más probable es que lo quiera hasta mi muerte. ¿Cuánto tiempo querré a mi pareja? Pues llevamos 24 años viviendo juntos, seguimos queriéndonos, y lo más verosímil, me parece, es que sigamos queriéndonos. Por tanto, no es cierto que todo desaparezca con el tiempo. Y, de hecho, pienso que si casi todos escogemos vivir en pareja, vivir una historia que dure, es porque llevamos dentro lo que el poeta Paul Éluard llama “el duro deseo de durar”. No es cierto que el tiempo lo borre todo. Hay amores que duran hasta la muerte, por nuestros hijos, es una evidencia, pero también es cierto de la mayor parte de las amistades verdaderas, es cierto de muchas parejas. De ahí lo trágico: quisiéramos que el amor durara siempre; puede durar toda una vida, pero para mí, que soy ateo, no más tiempo que una vida. “En el colegio me di cuenta de que se me daba mejor pensar que vivir” Quizá los hombres inventamos a Dios para creer que algo duraba toda la vida; es más, que nos íbamos a prolongar después de la muerte. Sí, desde luego. Los hombres inventaron a Dios para convencerse de que las cosas podían durar más que la vida. Es cierto: me parece que en Occidente inventamos a Dios para tranquilizarnos con poco. Sin embargo, creo que la verdadera sabiduría estriba en aceptar la impermanencia. Puedo amar a alguien toda la vida, pero, a pesar de todo, este amor desaparecerá conmigo, ya que todo desaparece. Según mi punto de vista, es mayor la sabiduría del que acepta su finitud, su propia mortalidad, que del que intenta tranquilizarse a buen precio, imaginando que después de la muerte existe otra vida que no acabará nunca. ¿Le parecería una cuestión íntima si le preguntara cómo se lleva con la muerte? Me llevo muy bien con la muerte. No la temo. Cuando era muy joven, tenía miedo a morir antes de haber escrito mis libros. Y cada vez que publico un libro pienso: “Bueno, por lo menos, ¡ahí va otro que ya está hecho!”. Y como he escrito más o menos los libros que quería, pues… ya no temo a la muerte. Esto es el primer punto. Segundo punto: en cuanto uno tiene hijos (bueno, yo perdí al primero…), nuestra muerte se convierte en algo indiferente, comparado con la muerte de nuestros hijos; y por tanto, la paternidad y la maternidad nos liberan algo del pequeño ego tembloroso que teme morir. Es normal morir. Y tercer punto: al envejecer, cuanto más se avecina la muerte, porque se avecina inevitablemente, más me es indiferente. Incluso, si me apura, hay momentos de fatiga en los que casi pudiera ser una tentación. Bueno, ¡ya veremos cuando esté frente a ella! Si mañana por la mañana me anunciara un médico que tengo cáncer y que me quedan seis meses, pienso que lo viviría bastante mal. No tengo ningunas ganas de morir, no tengo pulsiones suicidas, pero en este momento, verdaderamente, desde hace años, estoy muy tranquilo con la muerte; y está este comentario de Montaigne que siempre me afectó mucho. En los Ensayos escribe: “Si no sabes morir, ¡no te preocupes! ¡La naturaleza te informará de ello en seguida!”. Es decir, como lo decía otro escritor: “La muerte es el único examen que no suspende nadie”; todo el mundo es capaz de morir, ¿por qué quiere que yo no lo consiga? Pues todo esto porque usted me preguntaba qué tal me llevo con la muerte. Me llevo muy bien. A veces, la vida me cuesta más. En sus biografías se pone mucho énfasis en el momento en que usted perdió la fe en Dios, a los 18 años, que es una edad importante para que el hombre empiece a revolverse, a preguntarse por sí mismo. No me desperté de la noche a la mañana ateo de repente; se trata de un proceso. Fue en el 68, había una gran pasión política, yo tenía 16 años y de repente la pasión política se lo llevó todo, y como solo se puede tener una pasión a la vez, la política ocupó todo el terreno y, por tanto, ya no quedaba sitio para Dios. Yo había escrito que, primero, Dios cesó de interesarme porque solo me interesaba la revolución, y luego cesé de creer en él; pero ocurrió, en el fondo, de una forma muy tranquila. Lo viví más bien como una forma de liberación, como una conquista de la sencillez. Sabe, cuando está uno en un coloquio y luego por la noche llega a su habitación de hotel, se queda solo, cierra la puerta y siente un gran alivio, y piensa: “¡Por fin solo!”, ¡sin “s” al final!, como decía Jules Renard en su diario íntimo. Pues cuando perdí la fe, mi primera reacción fue la de decir: “¡Por fin solo!” ¡Y sin “s” al final! Porque esta mirada de Dios siempre encima –pues yo era realmente un ferviente cristiano– en el fondo es cansado, es complicado, ¡qué peso! Luego te dicen: “Sí, pero es una mirada de amor”. Pues ¡justamente!, si por lo menos fuera una mirada indiferente, nos podría dar igual, pero ¡una mirada de amor!, ¿quién de nosotros quisiera vivir siempre bajo la mirada de su madre? Pero nadie, ¡por supuesto! Por tanto, cuando perdí la fe, en substancia, me di cuenta después, pero era algo que sentía: ¡por fin solo! Sin “s” al final; es decir, que me parece que perdí la fe por gusto a la soledad y a la sencillez; de repente, todo se convertía en algo mucho más sencillo. Luego tuve que asumir lo que significa aquello que llamo la parte de desesperación en la condición humana. Si Dios no existe, si no hay vida después de la muerte, hay algo desesperante en la condición humana. Intento pensar que se puede convertir esta desesperación en una felicidad, esto era el sentido de mis primeros libros, pero no fue ninguna crisis, no lo viví como algo angustioso, sino como una liberación. ¿Qué pasó luego con la pasión de la revolución, y con el abrazo a la política? Como cualquier pasión, también desapareció. Ninguna pasión dura, y especialmente la pasión política. Luego viví lo que vivió mucha gente de mi generación, es decir, que el joven revolucionario que era a los 18 años se convirtió en un socialdemócrata como muchos. Siempre voté a la izquierda, y sigo votando a la izquierda, pero obviamente la revolución ha dejado de hacerme soñar. Sin embargo, la política me sigue interesando. Ya no es el centro de mi vida. Forma parte de las cosas importantes de las que hay que ocuparse, pero quisiera decir que más vale ser lo menos apasionado posible. En el fondo, el sistema socialdemócrata, que es aquel en el que me reconozco, de la izquierda europea de hoy día, a menudo se dice que es un modelo poco exaltante; y yo contesto que esa es su principal cualidad. Desconfío de la exaltación en política. Y todos aquellos exaltados de extrema izquierda revolucionaria, o de extrema derecha, lo cual es incluso peor, me asustan. A mí me gusta, en el modelo reformista socialdemócrata, el hecho, justamente, de que no sea exaltante, porque la política no está allí para exaltarnos, sino para ayudarnos a tomar nuestro destino colectivo en nuestras manos. Europa, hoy día, lo necesita sobremanera. ¿Qué le exalta hoy? Nada, en el fondo, no soy un exaltado. Soy, y cada vez más, un moderado; lo cual no significa que no exista el placer, sino que mis placeres no son alocados. Lo que vivo con más intensidad ¿qué es? Pues a la vez la vida afectiva y sexual, es decir, con mi mujer existe una verdadera… no diría exaltación, sino una verdadera excitación sexual. El arte a veces, sobre todo la música, me exalta. Habla en sus libros de relaciones afectivas. En España, el Tribunal Constitucional ha aprobado el matrimonio homosexual. El amor, la familia, las relaciones 71 CP PC 72 Domingo Liz han cambiado por completo, y la ley lo reconoce. Es cierto que el mundo ha cambiado. Cuando pienso justamente que la España católica, pudibunda que conocí fue el primer país en legalizar el matrimonio homosexual, pienso ¡vaya cambio! Y afortunadamente. Lo que creo es que somos más libres que nunca en nuestra vida afectiva y sexual. Y al mismo tiempo nos permite reflexionar sobre el fondo de los problemas. Porque antes muchas personas no se planteaban cómo ser felices en pareja, ya que nos casaban los padres, a menudo sin poder opinar, pues el matrimonio por amor es bastante reciente desde el punto de vista histórico, y la religión, la moral, prohibían el divorcio. Por tanto, lo teníamos que aceptar como fuera. No teníamos que escoger un marido, lo hacía la familia; no teníamos derecho a divorciarnos; quedaba excluido el hecho de ser homosexual, y, por tanto, el camino estaba todo indicado, y era estrecho. No teníamos mucho donde elegir. Hoy día ya no hay camino. Existe una especie de vasta planicie en la que cada uno puede ir a la derecha, a la izquierda, y hacer su propio camino. Por tanto, somos mucho más libres que nunca, y pienso que menos mal, obviamente, pero al mismo tiempo hace falta reflexionar, y ¿reflexionar sobre qué? Pues sobre el amor, la sexualidad, la diferencia entre ambos. En el fondo, si los homosexuales quieren poder casarse, será porque tienen la sensación de que se quieren, y no hay ninguna razón para prohibirles construir una pareja, incluso institucionalizada, sobre la base de dicho amor. El matrimonio de homosexuales es muy nuevo, el amor es muy antiguo, incluido el amor homosexual, porque el texto del que más hablo en este libro es, a pesar de todo, El banquete, de Platón, en el que el único amor evocado es un amor homosexual. Porque a Platón solo le gustaron siempre los chicos. Por tanto, están ambos lados. Sí, las cosas han cambiado, y, efectivamente, este libro corresponde a una época, a nuestra modernidad, pero al mismo tiempo estos cambios nos hacen más libres para vivir algo que existe desde hace mucho tiempo; bueno, en realidad dos cosas: el sexo y el amor… bueno, tres cosas… Usted me ha dicho que se ha enamorado cuatro o cinco veces en su vida. Disculpe esta pregunta íntima: ¿ahora está enamorado? No, pero amo a mi mujer, y sabe más rico. Le diré una cosa, no me gusta especialmente el estado de enamoramiento. Me ocurrió varias veces, sé el encanto que puede tener, pero no me siento muy normal, no me siento muy inteligente, muy lúcido, me siento un poco exaltado, y no me gusta mucho la exaltación. Sin embargo, me gusta el amor, y me gusta una pareja que se ama, que ya no está en la pasión, sino en la cotidianeidad feliz, en el deseo, en la intimidad carnal, más que los jóvenes enamorados “que se besuquean en los bancos públicos”, como cantaba Brassens, pero que ignoran casi todo el uno del otro, y que aún no han empezado a amarse realmente. André Comte-Sponville (París, 1952) es un filósofo materialista, racionalista y humanista, uno de los filósofos franceses más brillantes y apreciados tanto dentro como fuera de su país. Se inició en la escritura en 1988 al tiempo en que colaboraba en diversos periódicos. Antiguo alumno de la Escuela Normal Superior de París (donde fue alumno y amigo de Louis Althusser), André ComteSponville fue durante mucho tiempo conferenciante de la Universidad de la Sorbona, de la cual dimitió en 1998 para dedicarse exclusivamente a la escritura y a otras conferencias ajenas a la universidad. Sus filósofos de influencia son Epicuro, los estoicos, Montaigne y Spinoza. Entre los contemporáneos, está próximo sobre todo a Claude LéviStrauss, Marcel Conche y Clément Rosset. Es miembro del Comité Consultivo Nacional de Ética y Doctor Honoris Causa por la Universidad de MonsHainaut. Es autor de más de una decena de libros: La felicidad, desesperadamente; El amor, la soledad; Invitación a la filosofía; Diccionario filosófico; El capitalismo, ¿es moral?; Pequeño tratado de las grandes virtudes, Impromptus, El alma del ateísmo todos ellos publicados por Ediciones Paidós. 73 CP El futuro del libro, la lectura y las librerías. Diálogo con Gonzalo Castellanos PC 74 Pregunta. Gonzalo, el mundo editorial está cambiando vertiginosamente, y las transformaciones de la tecnología de la información y la comunicación, así como el paso del mundo análogo al mundo digital, están impactando en nuestras mentalidades, estilos de vida, hábitos y costumbres cotidianas. Usted que trabajó en la elaboración de la Ley del Libro y Bibliotecas del Ministerio de Cultura de nuestro país, además de otras leyes, como las de cine y patrimonio, ¿qué piensa de lo que está sucediendo en el presente? Como la misma Ley del Libro y Bibliotecas contempla su revisión cada cinco años, y su elaboración se inició en 2007, previo a un proceso de consultas y estudios, ¿qué aspectos y elementos piensa deben ser revisados a la luz del presente? Respuesta. Creo que hay que darle más tiempo al instrumento. En República Dominicana, a diferencia de otros países latinoamericanos y España, incluso, se hizo una ley que contempla su propia retroalimentación con el entorno digital. Quiero decir que todos los instrumentos de fomento, circulación y acceso que allí se contemplaron cobijan por igual al libro impreso que al libro en nuevos formatos y, en consecuencia, a la circulación de textos en diversidad de medios. No creo que por ahora sea necesaria una revisión de la ley que tome otros años de trabajo, de concertaciones, de decisiones políticas, sino más bien una política que enfatice en la aplicación del instrumento actual y su reglamentación o interpretación para que todos los nuevos medios y formatos reciban igualdad de trato. P. ¿Usted piensa que el libro físico será desplazado por el libro digital? ¿Cuál sería pues el futuro del libro de papel? R. No lo creo, en particular en el caso latinoamericano. La brecha digital por factores de exclusión social en nuestro continente es incluso más grande que la brecha que hoy existe de acceso a la lectura. Mientras nuestros países no superen la estructura de exclusión (menos del 50% de la población tiene acceso a Internet, y menos de ese porcentaje tiene con qué comprar una tableta o un computador), no habrá un reemplazo del texto escrito por el texto digital. Adicionalmente, hay intereses de empresas editoriales, no nacionales, que hacen que el montaje de esa industria del libro impreso no sea fácilmente reemplazable. Allí hay intereses en empresas impresoras, gráficas, de extracción de madera, de transporte, en fin, un negocio de cadena que las grandes editoriales no van a dejar que se acabe pronto hasta haberle sacado el último centavo. Y aclaro que me refiero al caso latinoamericano, a la lectura hispanoparlante; no a la situación de Europa o Estados Unidos, que ya va en un nivel de avance y de transformación digital muy superior. Si el poder adquisitivo en América Latina no da para que la lectura sea parte de la canasta familiar, es decir, para que cada ciudadano compre un libro impreso, mucho menos da para que cada ciudadano tenga acceso a internet, y a la compra del aparato para leer el libro, ni para la compra misma del libro. Se unen entonces la exclusión y la gran brecha digital con el interés económico de la industria editorial hispanoparlante impresa. P. Hasta hace poco yo pensaba que coexistirían el libro físico y el digital, pero ahora tengo mis dudas. Otros piensan que se implementará un nuevo sistema de impresión, es decir, por pedidos, en máquinas que estarían colocadas en las librerías y en el mismo lugar de la presentación del libro. ¿Piensa que ese sistema es viable y que permitirá que las librerías sobrevivan y se transformen? ¿Podrían convivir con la práctica de la venta de libros por internet? ¿O se abriría una oportunidad para la implementación del negocio de las librerías de viejo, de libros usados? Las librerías tendrán que modernizarse, desde luego, y adaptarse a las nuevas tecnologías de un mundo competitivo, global y en constante transformación, en una sociedad del desecho, donde los aparatos y dispositivos tecnológicos cambian repentinamente y son desplazados y reemplazados por otros más sofisticados, como ha sucedido con los celulares, las computadoras, los televisores, los discos compactos, etc. ¿Qué opina de mi reflexión? R. Sí, creo que tendrá que depurarse la forma de producción y distribución para hacerlo más cercano al pedido personal. Será difícil que la industria, la distribución y las librerías sobrevivan bajo la forma actual en América Latina, con tan escasa demanda y acceso ciudadano a los libros. Solo una decidida e integral política de fomento de la lectura que, a decir verdad, no existe en el Continente y la Región, salvo en el caso argentino, chileno, brasileño o mexicano, puede hacer que sobreviva la cadena de valor del libro. De lo contrario, independientemente de que el libro esté en soporte digital o impreso, desaparecerán progresivamente más distribuidores y libreros. P. El novelista Fernando Vallejo, se preguntó, cuando recibió el Premio de la Feria de Guadalajara, que si la industria cinematográfica y discográfica se fue a pique, ¿qué quita que también le suceda lo mismo a la industria editorial? ¿Qué ten- dría que decirle a Vallejo, usted que es un experto en la elaboración de legislaciones de estas industrias culturales de libros, música y películas? R. Creo que la industria cinematográfica no está en crisis; por el contrario, cada día abre más espacios y formas de acceso. Es una industria creciente. En el caso de la música ya se acabó la forma de distribución y venta de hace años; no hay ventas de CDs, ni de acetatos; pero hay toda una forma de acceso ciudadano a contenidos. Hay más músicas, suenan más grupos, se renuevan las formas de la distribución. El ser humano no prescindirá por ahora del cine, ni de la lectura, ni de la música. No prescindirá de nada que lo haga olvidar este mundo despiadado que habita. Para eso es el cine y la lectura y la música. P. Y creo que en si los Gobiernos y los empresarios cumplieran con la Ley del Libro y Bibliotecas en nuestros países –usted que trabajó en la redacción de esta ley en otros países de la región–, ¿piensa que se prolongaría la vida del libro tradicional de papel, con la creación de bibliotecas municipales, la compra de libros y equipos para fortalecer y mantener actualizado el catálogo del sistema de bibliotecas, así como que las empresas privadas doten de bibliotecas de mil libros para sus empleados, como lo dice nuestra ley? ¿Piensa que sería una solución o, por el contrario, la crisis persistiría y terminaría desapareciendo la Era de Gutenberg? R. Creo que los instrumentos de fomento (como la ley de RD) pueden hacer que sobreviva la política de lectura, con independencia del formato o soporte material del libro. Pero hay que movilizar los instrumentos con valentía, con honestidad, con decisión. Ninguna ley en el mundo, por buena que sea, y vaya que son escasas, sirve en un contexto de desinterés gubernamental o de apatía ciudadana. 75 CP P. ¿Usted que se mueve en el mundo editorial e intelectual, cómo ha percibido la realidad del libro, las bibliotecas y las librerías en otros países de América Latina? En España y otros países de Latinoamérica están quebrando muchas librerías porque cada vez se lee más en formatos digitales, amén que de que persiste la piratería, la violación a los derechos de autor y a la propiedad intelectual, los jóvenes cada vez leen menos porque la cultura visual y sonora seduce mucho más, es más entretenida y lúdica que la cultura verbal. Es decir, son muchos factores los que están incidiendo en la crisis del libro. ¿Cuál cree usted que el factor principal? ¿De qué vivirán los autores cuando la democratización del libro llegue a niveles incontrolables cuando se suban a la red, sin controles, ni censura, cuando se puedan adquirir con un click para leerlos o imprimirlos? R. De lo mismo que ahora. De los casos más exitosos. Los autores viven o vivimos del relato, de la palabra. Y algunos viven realmente bien en el campo económico, cuando cambian, cuando sorprenden. Los editores seguirán viviendo de los mejores autores. El problema del ingreso para los autores es un asunto de siempre, no del futuro. P. Por otro lado, ¿cuál sería el futuro de las ferias del libro, cuando el libro es el objeto y el protagonista? ¿Sobrevivirán o se transformarán? ¿ Y las bibliotecas, desaparecerán, se transformarán o se volverán museos bibliográficos? R. Sobrevivirán y quizá hasta haya más ferias en nuevos formatos, de nuevas maneras, más lúdicas, menos intelectuales, más democráticas. Cuando llegó el tren mucha gente se sorprendió y anunció cataclismos. De pronto caemos en la trampa de ver el mundo digital de la lectura y el libro con esa noción apocalíptica. P. ¿Usted piensa que con una política de promoción de lectura sostenida y dinámica de carácter oficial se podría enfrentar el déficit de lectura en los países que tienen tradicionalmente un bajo índice? ¿Cómo está esta situación en Colombia, país que tiene un alto índice de lectoría? R. Sin duda eso es lo que falta. Ese es el déficit, esa es la trampa gubernamental. El caso colombiano no es distinto: hay una fuerte industria editorial y de impresión ( no exenta de altibajos); pero hay déficit de lectura. Y lo hay porque hay exclusión social en todos los sectores de la vida nacional. Por supuesto, la lectura no es ajena a esa estructura oprobiosa. Las políticas de lectura tienen que ser políticas de reequilibro social. Domingo Liz PC 76 Gonzalo Castellanos V. Abogado e investigador colombiano. Asesor de políticas culturales en países de América Latina. Promotor de legislaciones y programas de integración regional en sectores del cine, industria editorial, lectura, sistemas de bibliotecas, patrimonio cultural y gestión comunitaria en cultura. Catedrático y escritor de varios libros sobre asuntos culturales, el más reciente “Patrimonio Cultural, integración y desarrollo en América Latina” del Fondo de Cultura Económica, ganó el premio Julio González Gómez 2011 al mejor libro publicado en países latinoamericanos. Columnista del diario El Tiempo, y de otros medios nacionales e internacionales. 77 CP PC 78 Plinio Chahín LA POESÍA SENSUALISTA DE MARTHA RIVERA Voy a ponerme sentimental. Se unen dos razones: la primera es el muy viejo afecto que le guardo a mi querida amiga Martha Rivera y a su familia, y la segunda –menos relevante– no ser más el joven a quien la lectura de “Geometría del vértigo”, desconcertó hace más de 15 años. De haber tenido entonces una mayor experiencia de la poesía actual en castellano habría, quizás, apreciado aún más la originalidad, el tan distintivo talante de sus versos breves, la lenta combustión emocional que los anima y el sabio desgarrón que los impregna. Desde entonces vengo leyendo la poesía de Martha Rivera (compañera y amiga de las altas horas, e imposibles noches caribeñas), y aún siento que nada en su poesía es convencional ni fácil, sino exigente y osado, pero no para distinguirse de nadie, sino para precisarse ella misma. Paul Valéry alguna vez descalificó el valor de la originalidad recordando que un león no es, acaso, sino cordero digerido. Si la originalidad es la habilidad para transformarse uno mismo contra el rasero de los otros, aquilatarla sólo es posible a partir de los códigos de lo convencional y lo fácil. Estas ideas recogen el sentir generacional ochentista, de la cual espero Martha Rivera sea consciente y compromisaria del riesgoso destino que se juega y asume con ello. La poesía de Martha Rivera se ha ido creando desde hace décadas, (aunque hasta la fecha sólo haya publicado tres breves poemarios: “Twenty Century (aún sin título en español) y otros poemas”,1985; “Transparencia de mi espejo”, 1985; “Geometría del vértigo”, 1995); y “He olvido su nombre”, Premio Internacional de Novela de Casa de Teatro, en 1997. En tal sentido, decía, pues, que la poesía de Martha Rivera se ha ido creando sobre las mismas constantes y el mismo emblema, a pesar de que, cada uno de sus libros se sostienen en su originalidad, curiosamente, no por lo novedoso, sino por la 79 CP PC 80 fidelidad que guardan a esa vida paralela que habita en su poesía. Con la publicación de este nuevo libro, “Enma, la noche, el mar y su maithuna” (Editora El Nuevo Diario, 2013), la originalidad se afirma en el cúmulo de contradicciones que poseen los mismos terrenos tópicos y líricos de antes, pero con un poderío fabulosamente renovado. Martha Rivera es una poeta original hasta con relación a sí misma, un logro que no es menor. Como su admirada Alejandra Pizarnik, Martha Rivera vive vicariamente en un personaje que puede vivir, relatar y cuestionar simultáneamente su historia. Pruebas al canto: estos alucinados versos que prefiguran algunas reflexiones en torno al desamor y la vida, la soledad y la muerte, la infancia y el sueño, la locura y el miedo, el azar y el suicidio, a través de una imaginaria Enma, que nocturnamente se derrama en la página en blanco, con lacerados placeres y angustias. En este libro, Enma parece escapar de la poesía para vivir como personaje narrativo. Un personaje cuya complejidad espiritual, cuyo feroz anti-romanticismo, desciende de Sylvia Plath, con algo de Antonin Artaud y mucho de Alejandra Pizarnik, la fascinante poeta argentina, que hace más de cuarenta años se suicidó una hermosa mañana del año 1972, de rabia e incomprensión, apoyada en el oído cómplice de su amiga y compatriota, la gran poeta, Olga Orozco. Si Martha Rivera en la poesía suele estar de regreso, con un enriquecido inventario de emociones consumadas, con este libro linda casi en la maestría. “Enma, la noche, el mar y su maithuna” no sólo es una voz y una conciencia poéticas, sino el itinerario de una mujer que recapitula sobre los hechos de su existencia con una sensualidad expresiva equivalente a un dual sentido de derrota: “Anoche estuve peleando conmigo mismo y perdí. Soy más fuerte que yo”. Invariablemente ubicada en situaciones extremas, Martha Rivera descubre, por ejemplo, una foto de su madre en cualquier lugar, o se descubre ella misma siendo otra, “tránsfuga, delirante…y herida”. Una punzante, urgente necesidad interior la empuja a imbricarse en la forma de sus poemas breves como su vida, sus frases netas y negras, sus palabras cinceladas. El poeta es fantástico como “clown” que no se hubiese maquillado sino la cara y que gesticulase afuera, en una noche tropical, completamente desnudo al borde del abismo. Sin embargo, cosa rara, esta fantasía barroca deliberadamente patética, se manifiesta con un despojamiento extremado, como si el peligro la obligara. Se vuelve perpetuamente el combate encarnizado con las palabras y su significado, que la palabra inhallable, y perpetuamente a esa soledad absoluta a partir de la cual Martha Rivera se habla sin lograr decirse. A veces, en dos líneas, ella circunda, comprueba la imposibilidad de expresarse, de encontrar. Se diría que el secreto se esconde en las palabras, el secreto de la vida, y que es allí, y en ninguna otra parte, donde habría una oportunidad de descubrir el misterio, de conocer la paz, de ver surgir un dios. Pero el peligro está siempre ahí, al acecho, presto a saltar. Sin cesar participamos en la guerra exacerbada que se libra con las palabras para alcanzar la palabra, y escuchamos el silencio que otorga a cada palabra un rostro preciso. “Enma nombra las cosas para saber que existen. Cuando dice milagro, dice olvido. Y escapa”. Estos relatos, poemas en prosa, “textos”, están llenos de personajes prodigiosos, eventos delicadamente anodinos o rotundos como un sueño, con “vocablos de llanto”, de viaje al final de la noche, donde todo es real, y a la vez, irreal. Estos poemas se cargan con un sentido de amor desengañado, lo mismo que con tragedias gravosas, todos impregnados de pensamientos quebradizos, una imaginación suntuosa y alegre, con un fondo exacerbado. Y todo apunta hacia una actitud de vida marcada por un lúcido escepticismo, un curioso sentido de la grandeza en el infortunio, un heroico patetismo, una resignación tristona y a la vez entusiasta ante la perenne voluntad, o la inercia fatídica, de tener que actuar, de tener que afanarse en la imperativa necesidad de transformarlo todo para nada. “Y todo lo que fue se convierte en espejismo. Y todo es mentira menos mi errancia…”, dice, desesperadamente, Martha Rivera, en uno de sus mejores textos. La retahíla de visiones, deseos y sueños, así como el sufrimiento sumergen a nuestra poeta en el delirio, en cuyo centro atisba algunos momentos en los que sintió que vivir, paradójicamente, tenía sentido. Oigamos lo que ella misma dice: “Mi sangre es el poema”, porque yo “soy feliz en todo lo que sufre”… Yo soy “tu voz, el mantra de agua que canta la plenitud…allí donde rezo por la vida, los sueños, la muerte y el misterio”. Este libro no oculta el acto sexual o la “consumación de la carne” y por eso, aunque de adioses, es también un libro de enamoramientos, rupturas y desencuentros. Perderse en la melaza psicológica de los “alter egos” o en la teórica de la poeta y su “personae”, sería perder el tiempo: Martha Rivera vive en Enma y se vive en ella convertida en hecho literario, en un acto donde fluye el otro como errancia del deseo: “Navegante sempiterna…voy narrando lo que escapa… lo que se pierde en las narraciones absolutas”. Más allá de la felicidad o la infelicidad, aunque sea las dos cosas, como ha dicho Octavio Paz, “el amor es intensidad; no nos regala la eternidad sino la vivacidad, ese minuto en el que se entreabren las puertas del tiempo y el espacio: aquí es allá y ahora es siempre”. En el amor, o mejor dicho, en el erotismo, el cuerpo del otro se fragmenta y transfigura. Mil pedazos vuelan hacia el reino de la imaginación y la tragedia. El nudo entre la libertad y destino –el gran misterio de la tragedia griega y de los autos sacramentales hispánicos– es el eje en torno al cual giran todos los enamorados de la historia, cono afirma Octavio Paz. Trátese del amor a Dios o del amor a Isolda, “el amor es un misterio en el que libertad y predestinación se enlazan”. Pero la paradoja de la libertad se despliega también en el subsuelo psíquico: las vegetaciones venenosas de las infidelidades, las traiciones, los abandonos, los olvidos, los celos. El misterio de la libertad amorosa y su flora alternativamente radiante y fúnebre asume en Martha Rivera un importante papel. El amor en ella no es deseo de hermosura: es ansia de “completud” e infinito. “Este es el instante del desarraigo de la carne”, donde las “metáforas orbitales como lágrimas”, alcanzan el “élan vitae” de nuestro ser melancólico y triste. El cuerpo y el instante constituyen aquí una experiencia más compleja, que vive sobre todo de la tensión: no quiere borrar la contradicción sin antes hacerla más intensa. No se trata, pues, de una moral de la compensación, sino una pasión; tampoco de un mero instinto, sino de una conciencia. Escoger el instante no es escoger el placer, en el partido de lo placentero, sino la lucidez. Cada instante, para Martha Rivera, encarna una plenitud que está al borde del abismo; vivir intensamente no es negar la muerte sino incorporarla también a esa intensidad: vivir muriendo, pero también morir viviendo. No se trata, por tanto, ni del pesimismo de quienes se lamentan de la fugacidad, ni de la fe de quienes creen que los espera la eternidad o la consagración (otorgada por Dios o por la Historia). Ni resignación estoica, ni optimismo cristiano o historicista. El cuerpo y el instante, en esta obra, no buscan ni resignación ni recompensa: se saben en la intemperie. Suponen, decíamos, la pasión 81 CP Domingo Liz PC 82 y la conciencia. Por lo primero, estamos ante una erótica: no el erotismo en bruto, tampoco el meramente psicológico o el sublimado, sino el erotismo del cuerpo como un absoluto que encarna o puede encarnar el sistema de relaciones (aun las más opuestas entre sí) del universo mismo. Por lo segundo, estamos ante una suerte de iluminación: la intuición, nunca la mera seguridad intelectual, de que “somos” el tiempo o mejor, de que podemos cambiar su opacidad o monotonía a través de la intensidad del instante. Creo que muchos somos los que nos hemos bebido esa vida desgarrada y ese conocimiento medio sufí en su misterio, medio oriental en su hondura y caribeño en sus flujos, ese erotismo funesto y tántrico que asume Martha Rivera a lo largo de su geografía íntima. Los más altos pasadizos del deseo y los más bajos instintos de los cuerpos, aquellos que se entregan gozosos o se desarraigan en su propia carne, como un mantra agonizante, por una razón de fondo: el que concibió vida y la gestó en palabras no se la bebía con menos deleite, desesperación y urgencia, que el mismo lector que la asume como suya. Plinio Chahín. Poeta y ensayista nacido en Santo Domingo, República Dominicana, en 1959. Su interés por la producción literaria se manifestó en la década de los ochenta, cuando se integró durante cuatro años al taller literario “César Vallejo” de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Con una licenciatura en Letras, estudios y diplomas de postgrado en Lengua y Literatura, enseña en la Facultad de Artes y la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ha publicado los siguientes libros: ¿Literatura sin Lenguaje? Escritos sobre el silencio y otros textos. Santo Domingo: Editora Búho, 2004, con el cual obtuvo el Premio Nacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña del año 2005; Hechizos de la Hybris, Santo Domingo: Editora Taller, 1999, con el cual obtuvo el Premio Casa de Teatro del año 1998; Oficios de un celebrante, Santo Domingo: Colección Fin de Siglo, Consejo Presidencial de Cultura, 1999; Solemnidades de la muerte, Santo Domingo: Editora Alfa & Omega, 1991; y, Consumación de la Carne, Santo Domingo: Colección Orfeo, Biblioteca Nacional, 1986, Pasión en el oficio de la crítica, 2008, Cabaret místico, 2008. En 2002 publicó, en colaboración con René Rodríguez Soriano, el texto experimental Salvo el insomnio, Santo Domingo: Editora Búho, Ediciones La Trinitaria. Numerosos ensayos, literarios y filosóficos, han aparecido en varios medios especializados del país y el extranjero. Su poesía completa fue editada por el Ministerio de Cultura con el título Narración de un cuerpo, en 2012. 83 CP Jochy Herrera Rayuela, 50 años PC 84 En los años 60, los libros debían atrapar la realidad a fin de construir, si no modificar, una nueva; cosa que colocaría autor y lector en el paralelo de leer lo inventado e inventar lo leído, la magia que Julio Cortázar plasmó en esta novela-hito –propuesta metafísica– que partió de un mundo agonizante y del gestado por los soñadores de aquél Club de la Serpiente. Reviso aquí “mi” Rayuela sin investigarla apenas abordando algunos ejes temáticos: la reinvención del lenguaje, su relación con la literatura y la deconstrucción del tiempo. Aquella “tentativa para ir hasta el fondo de un largo camino de negación de la realidad cotidiana y de admisión de otras posibles”, afronta que tal como el autor estableció, es el desafío ante tal concepción del existir: “El problema (de Horacio, su alter ego) es que él tiene una visión maravillosa de la realidad. En el sentido de que cree que enmascara una segunda que no es ni misteriosa, ni trascendente, ni teológica, sino profundamente humana”. Pero que al parecer ha quedado atrapada por una prefabricada en la que hay maravillas, profundas aberraciones y tergiversaciones. Para el Lobo, el lenguaje es una herencia sobre la cual el escritor no ha tenido ninguna intervención, y rebelde, lucha contra él ‘armado de lenguaje’: “Ya no podía aceptar el diccionario ni la gramática. Empecé a descubrir que la palabra corresponde al pasado, es una cosa ya hecha que nosotros tenemos que utilizar para contar y vivir cosas que todavía no están hechas”. Así, Rayuela atrapa el valor heterotélico de la palabra, similar a la poesía –donde ella cobra sentido por sí misma allende la intención del autor– lanzando al terreno de los sueños metáforas paridas desde la realidad misma. Cortázar resalta amores absurdos, fecundos de soledad y de nostalgia: “Soy increíblemente cursi (pero) creo que sé potenciar mis cursilerías y romanticismos a veces muy baratos y de alguna manera convertirlos en otra cosa, una especie de fuerza incontenible de los sentimientos”. No sorprende entonces el amor de Horacio por la Maga a pesar de sentirse ‘antagónicamente cerca de ella’, queriéndola “en una dialéctica de imán y limadura, de ataque y defensa, de pelota y pared”. El erotismo, por su parte, expresión del amor por los cuerpos y con suerte, del amor con los cuerpos, es develado en Rayuela como penetración a un otro que coincide en los ojos, la saliva, una mano y el aliento hasta la carne trémula, como una luna en el agua. Andrés Amorós advierte que tras tal estratagema yace la insatisfacción de Oliveira quien decidido a vivir eligiendo con libertad auténtica, inventa incluso al besar: Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar… No abunda prosa hispánica similar. Rasgos corporales son imagen donde sexualidad escapa fisicalidad penetrando territorios ajenos a sus límites, mas contenidos en él. Un arribar a rincones donde amor y pasión, como las acciones de los cíclopes, son cosa única. Jazzuela, género que sobrepasa geografía y música, icono infinito desde donde emanan ráfagas del más particular existencialismo, es definido por Cortázar como “una música que permite todas las imaginaciones” facilitadora de la relación entre los takes y el surrealismo de la “literatura automática”: “La escritura es una operación musical con ritmo y eufonía propios. En la medida en que se ajusta a un ritmo que a su vez surge de un dibujo sintáctico (el idioma), al haber eliminado todo lo innecesario, todo lo superfluo, aparece la pura melodía. La escritura que no tenga un ritmo basado en la construcción sintáctica, en la puntuación y el desarrollo del período (...) carece de esa especie de swing que busco en los cuentos”. En Rayuela Julio dice: Y alguien ha puesto The blues with a feeling y casi no se baila, solamente se está de pie, balanceándose, y todo es turbio y sucio y canalla y cada hombre quisiera arrancar esos corpiños tibios mientras las manos acarician una espalda y las muchachas tienen la boca entreabierta y se van dando al miedo delicioso y a la noche, entonces sube una trompeta poseyéndolas por todos los hombres, tomándolas con una sola frase caliente que las deja caer como una planta cortada entre los brazos de los compañeros, y hay una inmóvil carrera, un salto al aire de la noche, sobre la ciudad, hasta que un piano minucioso las devuelve a sí mismas, exhaustas y reconciliadas y todavía vírgenes hasta el sábado siguiente... Al parecer, la tradición del ejercicio literario cultivó un lector “llevado” sin rol activo, sujeto que Cortázar llamó lector hembra y que posteriormente renombró lector pasivo. En la edición Letras Hispánicas de Rayuela Amorós afirma que toda la renovación de la novela contemporánea ha ido unida a la búsqueda de ese sujeto que irá creando el laberinto significativo, al recorrerlo. Autor y lector, se salvarán o se perderán, como anota Oliveira: “¿Para qué sirve un escritor sino para destruir la literatura? Y nosotros, que no queremos ser lectores-hembra, ¿para qué servimos sino para ayudar en lo posible a esa destrucción?”. Tal vez por ello Rayuela ofrece una lectura de principio a fin o en un orden sugerido por el autor; tal propuesta, anota Cristina Feijóo, no sólo plantea hacer del lector un cómplice sino que le obliga a elegir, cosa que “lo eleva a un ilusorio plano de igualdad con el escritor al serle otorgado un protagonismo que le estaba vedado”. Cumple cinco décadas esta aventura de la palabra, la sobreviviente en un mundo de huellas dejadas por las teclas de una Olivetti sobre la hoja cuasi-virgen de una página; la que como pólvora de la imaginación, permanece aún tan aleccionadora como el día en que encendió mis ojos de muchacho convirtiéndola en todos los libros leídos y por leer. Asirla de nuevo en este joven siglo no podría lograr otra cosa más que convencernos de que la vida merece ser poblada de hombres como Cortázar, de valientes infelices insatisfechos tras la satisfacción de la felicidad. Rayuela, tal como indica Olga Osorio, es justamente “una búsqueda y muchos hallazgos, una puesta en duda de todo porque hay que seguir buscando. Sólo entonces podremos estar seguros de que estamos vivos”. O de continuar preguntándonos, diría yo, si alguna vez encontraremos a la Maga. 85 CP Jochy Herrera, escritor dominicano radicado en Chicago, USA. Es médico cardiólogo. Miembro del Consejo Editorial de la revista Contratiempo, autor de Cuerpo [Accidente y Geografía] SANTUARIO 2013, Seducir los Sentidos. MediaIsla Editores 2011, Extrasístoles (Y otros accidentes), Ediciones Vocesueltas 2010. Patrick Laudry DOMINGO LIZ un artista humanista PC 86 No tengo costumbre de hablar del artista en sí mismo. Pero, tuve la inmensa oportunidad y el privilegio de conversar con el maestro Domingo Liz. Fue un momento único, un momento durante el cual el tiempo se paró y todo se volvió algo mágico, todo entró en una dimensión donde cada idea o cada comentario adquieren un valor especial. Domingo Liz es ante todo un humanista que puede hablar de una sinfonía de Beethoven y ligarla con una casa de Wright, como él solo tiene la capacidad de hacerlo. Nos quedamos encantados de ver el vínculo que pueden tener las dos piezas de arte. Solo los sabios tienen esta capacidad de unir ideas para que el mundo tenga una visión más humana y sea más comprensible por los demás. Al igual, su obra tiene esta visión y al mismo tiempo tiene una dimensión metafísica. Lo interesante es ver como él liga dos polos del universo que son la representación de la observación y su interpretación, más que su interpretación su inteligibilidad. El ser humano y la casa Desde el punto iconológico, un elemento central de su obra es la relación muy estrecha entre el ser humano y la casa. Es una unidad de vida, más que eso, está relacionado con la sociedad cuando se multiplican las casas para formar un conjunto llamado ciudad. Él aplica el módulo de la casa para formar una comunidad y el módulo del ser humano para formar una sociedad. En la obra “la ciénaga” la repetición casi al infinito del módulo de la casa da una impresión de inmensidad. Debajo del lienzo, la casa es bien definida con un trazo bastante fuerte y elevando los ojos hacia la parte superior, nos damos cuenta que se alivia el trazo para perderse en el fondo atmosférico del horizonte de una ciudad. Es literalmente una imbricación de casas. Es la visión que tenía el maestro de su propia casa. En la obra”los unos y los otros” aparece de manera plástica la silueta humana por el hecho que el artista recurre a la transparencia de las paredes de las casas para dejarnos ver las personas que hay adentro. Hay una asociación íntima entre las personas y las casas por el hecho que ninguna figura humana está fuera de su lugar. Es posible compartir la vida de cada una de estas personas. Pero, es interesante resaltar que Liz, dibujando las personas de perfil, tiene la intención de preservar la vida privada y al mismo tiempo mostrar que todos vivimos de manera automatizada. Los movimientos de los cuerpos en su obra tienen algo que ver con los muñecos. Así, él nos propone una visión crítica de una Domingo Liz 87 CP sociedad automatizada donde el ser humano perdió una parte de su humanidad. El cuestionamiento sobre el espacio del ser humano en el universo es un elemento recurrente en su producción artística. Liz y Vieira da Silva PC 88 La repetición de las formas y de los elementos llena la casi totalidad del cuadro como si éste fuera un patchwork o mejor dicho una alfombra. Es una solución plástica que Liz comparte con la artista María Elena Vieira da Silva de origen portugués. Constituye una de las numerosas cosas que los dos pintores tienen en común. El fondo, frecuentemente un plano neutral, es un receptáculo para los elementos que componen las obras. Podemos decir que existe un contexto abstracto aunque algunas formas tengan una parte figurativa. Los dos juegan con la abstracción y una especie de figuración. Vieira da Silva desarrolló lo que se llama el paisajismo abstracto, término que se podría aplicar a la obra de Liz. En efecto, los cuadros que son visiones de ciudad tienen una doble dimensión, la de la plástica con su atracción por el abstracto y la filosófica por su mensaje, denunciando el carácter automatizado de la sociedad. En fin, la gama cromática de cada quien es reducida con tonos entre el gris, el azul claro y el ocre. Son colores dulces con un aspecto pastel. Por ejemplo, en la obra “Paris” de Vieira da Silva y “La ciénaga y el otro” de Liz es posible observar todo lo que acabamos de explicar, es decir la división del espacio, el fondo casi transparente y la multitud de líneas que construyen de manera geométrica la imagen de la ciudad. Son visiones mentales no realistas, lo que Sartre llamó en su libro “L’imaginaire” la fenomenología de la imagen, es decir, tratar de ver cómo funciona cuando la consciencia se pone en marcha frente a las imágenes. El trazo: el eje central de su obra El trazo ocupa el primer lugar en su obra. Es la expresión de su lenguaje; es más que una herramienta, porque tiene una presencia tan fuerte que compite con los colores en la construcción de la obra. Este trazo se ve, construye no solamente el dibujo a nivel arquitectónico sino también a nivel visual. Este nivel visual hace que el trazo pueda adquirir un rol preponderante para que el artista tenga la posibilidad de llevarlo a una dimensión que se escapa de la materialidad. Él logra poner en un mismo plano el trazo físico y la proyección de este mismo trazo en el mundo metafísico. La reunión de los dos es una proeza increíble. Hay ruptura y continuidad en la formación de la línea. Es una solución plástica para plasmar el tiempo. Su línea tiene la vitalidad de la efervescencia humana y de la sociedad. Liz pasa de una forma a otra con una agilidad impresionante construyendo su mundo. Hablando con él, a nivel técnico, hay que intervenir siempre, cambiar la forma, porque la obra, como la sociedad, está siempre en evolución. Su impresión gráfica está pegada con el movimiento: “El artista plástico saca su calidad de la sensibilidad y del mo- vimiento grafico” según sus propias palabras. Su sensibilidad viene de su percepción del mundo. El artista percibe algo que el ser humano común no puede. Percepción y sensibilidad son los motores de su creación. Cuando él pinta, sus preocupaciones se van, siente una elevación de nivel para vivir en el mundo de la espiritualidad, un mundo de libertad total como es el de la creación. Nos queda su obra, una visión del cosmos lleno de casas, siluetas de apariencia humana y una multitud de detalles abstractos o figurativos que lo componen. Es una reflexión, una interrogación sobre el Domingo Liz 89 CP PC 90 espacio que ocupa el ser humano en la tierra. Falta mucho todavía para entender de manera profunda lo que dejó Domingo Liz. Esperamos que los coleccionistas, las galerías, los museos tengan siempre la voluntad no solamente de preservar su obra sino, sobre todo, de difundirla para que las generaciones futuras puedan disfrutar de ella y que sea una fuente de inspiración para los artistas. Domingo Liz ocupa un lugar muy especial en el mundo de la espiritualidad y constituye, con su obra, uno de los pilares de las artes plásticas dominicanas. Domingo Liz Patrick Landry (Francia, 1972) Graduado de D.E.A. “Diplôme d’Etudes Approfondies” en Historia del Arte en la Universidad París I - Panteón Sorbona, que equivale al grado de maestría pero con concentración en investigación. Su tesis se basó sobre “La Construcción del espacio en la obra de Marc Chagall” y la misma fue dirigida por Philippe Dagen, quien además de ser catedrático de historia de arte es uno de los principales críticos de arte del periódico francés, “Le Monde”.Su experiencia profesional es muy diversificada en el mundo del arte; ha trabajado en varias casas de subasta de arte en la región de París, formando parte del equipo de expertos de arte encargado de la valoración de obras de arte y del proceso de venta durante las subastas. En el Museo de Orsay participó en el montaje de la exposición de obras italianas ”« Italies » : l’art italien à l’épreuve de la modernité, 1880-1910 ”. Posteriormente trabajó para una fundación de arte suiza, Fundación Vallotton, en la cual fue el responsable de investigación para el catálogo razonado del artista Félix Vallotton (2 tomos). Localmente, ha publicado en el periódico Hoy, en la sección Areito críticas sobre artistas plásticos y temas relacionados al arte. Ha colaborado también con sus artículos en la revista Artes. Además participa en el montaje de exposiciones. 91 CP José Mármol En torno al libro Masa crítica (Presentación de las memorias del Primer Seminario Internacional de la Crítica Literaria en República Dominicana) PC 92 A cudo a un nuevo llamado de la amistad; la franca amistad, porque eso es en esencia la literatura. Mi dilecto amigo Basilio Belliard me ha solicitado presentar al público la obra de la que ha sido artífice. Se trata de Masa crítica. Memorias del Primer Seminario Internacional de la Crítica Literaria en República Dominicana (Editora Nacional, Santo Domingo, D.N., 2013), un volumen que, en casi 300 páginas, recoge las ponencias de alrededor de una veintena de creadores, críticos, académicos, intelectuales, en fin, tanto nacionales como internacionales, quienes reunidos los días 24 y 25 de febrero del año 2012, en el entonces Hotel V Centenario, expusieron sus ideas, y, varios de ellos, sobre todo, presentaron nuevamente las ya viejas ideas y desgastados métodos de sus maestros, o bien, de los últimos hallazgos librescos, acerca de lo que es, debería ser o sueña con llegar a ser la crítica literaria, en cuanto que acontecimiento cultural, en nuestro país. Basilio Belliard, hombre de carne y letra, académico de oficio, organizó este evento al amparo del Ministerio de Cultura, donde labora, donde ha laborado por años aportando iniciativas en favor del libro, de la lectura y de la cultura en general en nuestro país. Si diluyéramos las precisiones semánticas que habrían de separar términos como seminario, encuentro, simposio, entre otros, tal vez no haya sido este el primero de los eventos que reuniera a intelectuales de aquí y acullá en torno a la intención de reflexionar sobre el concepto, estadio, tendencias y valoración de la crítica literaria y sus hacedores, los críticos. Recuerdo, aunque no atino el año, uno que organizáramos los escritores Pedro Vergés, Soledad Álvarez, Diógenes Céspedes y un servidor, entre otros, con los auspicios del otrora Instituto Dominicano de Cultura Hispánica, que Vergés dirigía, en el desaparecido Hotel Cervantes del barrio capitalino de Gazcue. Fue, como suele ocurrir en estos casos, un verdadero aquelarre. La lectura de las 286 páginas de este valioso libro ha significado para mí una suerte de viaje, a veces hacia el pasado, otras tantas en el presente, y las menos, desafortunadamente, hacia el porvenir de una labor como el pensamiento y la creación críticos, de inestimable valía en la expresión viva de una cultura y de una lengua. La filosofía es, solía decir Ortega y Gasset, el cuento de nunca acabar. Y de la filosofía, como de otras disciplinas del pensamiento, hay tantas definiciones o acepciones como pensadores ha conocido la historia; unos con sobresaliente rasgo de individualidad y creatividad; otros con escasa imaginación y vuelo, más bien, apegados al sistema categorial o a los preceptos sentados por otros pensadores o por escuelas, movimientos o tendencias. Lo mismo ocurre con la crítica literaria; o bien, en una concepción de esta con mayor alcance humanístico, antropológico, lingüístico y social, con la crítica cultural. Una sencilla y acertada afirmación del poeta y ensayista Miguel Aníbal Perdomo refleja, a mi ver, el valor social de la crítica como disciplina de pensamiento y creación. Sostiene que: “La crítica es un subgénero expositivo entre el ensayo y la poesía; y el libro adquiere perfil definitivo cuando el crítico fija su mirada” (página 229). Asumo que la noción de “subgénero” podría llegar a ofender o lastimar a algunos especialistas demasiado condensados en la materia, que han atribuido al discurso crítico una autosuficiencia y autonomía tan exacerbadas, que han presumido prescindir de la obra creativa misma, para erigir un discurso crítico prácticamente autista. Sin embargo, en esta breve idea de Perdomo, el hecho de sustentar que la obra literaria adquiera perfil definitivo, cuando el crítico fije en ella su mirada, dice, revela la dimensión preeminente que en la relación creador-obra-lector-cultura-historia ocupa la crítica, en tanto que disciplina humanística; más allá, es bueno subrayar, de las pretensiones cientificistas, objetualistas, subjetivistas, introspectivas, metafísicas, esquemáticas o tendencias conceptual, textual, estilística, estética o lingüísticamente reduccionistas de toda laya. Interesante, y por qué no decirlo, también penoso ha resultado para mí y para mis modestos conocimientos en este campo notar cómo todavía muchos, tal vez demasiados de nuestros críticos e investigadores de la literatura, o bien, estudiosos de los fenómenos y epifenómenos culturales, no son capaces de arriesgar siquiera una idea propia; dar, al menos, una ligera señal de zambullimiento creativo y autónomo en el objeto simbólico analizado, sino que, muy por el contrario, a cada párrafo u oración siguen el sacrosanto criterio de autoridad, mediante la cita o referencia de un determinado autor; mejor aún, si es foráneo. ¿Hasta cuándo este suplicio durará? Hay que distanciar, por supuesto, de esta enferma dependencia del pensar áulico, o como decía Ortega y Gasset, del pensar a crédito, a aquellos autores que, desde que empiezan a abordar la cuestión, sientan sus reales de independencia, ya sea en la forma personal en que siguen una metodología o una escuela de pensamiento crítico; o ya sea por su radical autonomía, su eclecticismo inteligente y su individual y bien fundado criterio para analizar una obra literaria o una expresión estética de cualquier género o naturaleza simbólica. Remontar una tradición, asimilarla y sobre ella producir rupturas cognoscitivas, para sobre esa base construir un edificio conceptual y una visión propios acerca de una determinada cultura o en torno a la obra literaria en general es una empresa que exige, no solo de formación humanística y de vasta cultura, sino, sobre todo, de auténtico aprendizaje, vocación creativa y erudita, y muy especialmente, de autoestima y 93 CP PC 94 coraje para asumir el riesgo, para dar el primer paso. Seguir a cal y canto, ceñirse a pies juntillas a un método, una escuela, un ismo, sin dejar un mínimo acento personal sobre su magma teórico es asunto fácil, unidimensional y, por desgracia, muy en boga. Pero, es también asunto estéril, burbujeante y definitivamente efímero. La unidimensionalidad racional, la teoría única, el método panteístico no son suficientes en la sociedad y la cultura actuales. No viajan más allá del aula universitaria, si acaso llegaran a alzar vuelo raso. Valoro, a este tenor, el aserto del poeta y ensayista Plinio Chahín, cuando aduce que: “La crítica dominicana, en general, no se ha nutrido de un pensamiento propio ni ha sabido fundar su propio imaginario. Ha sido, más bien, una crítica externa, impresionista o vagamente sociológica, mimética y repetitiva. Rara vez se ha estructurado sobre una verdadera visión del mundo o en torno a una noción de literatura como estética del lenguaje” (página 27). Chahín llega a plantear, con argumentos viscerales, el imperio de una “indigencia epistemológica” (página 32) en nuestra actualidad crítica, debido a la persistencia de “un panorama de miserias radicales entre el límite del objeto y su percepción’ (Ibid.). Y es que lo auténtico, lo profundo y duradero en un pensamiento y una cultura, en una lengua tienen sus cimientos en lo que ha sido radicalmente fundante, en lo que se sostiene por raíces originarias y propias, en lo que surge, como novedoso, imaginativo, enriquecedor y multívoco, de los pilares, nunca dogmáticos, de una tradición. El pensamiento crítico es hoy día un fenómeno multicultural, abierto, interdisciplinario, plural. Concuerdo plenamente con el compilador de este volumen, Basilio Belliard, cuando afirma, en este sentido, que: “Las posibilidades interpretativas de un texto son, salta a la vista, infinitas. También lo son los métodos y los instrumentos hermenéuticos desde la arqueología, el psicoanálisis, la antropología, la exégesis textual, la deconstrucción, el análisis lógico-sintáctico, la crítica socio-histórica, marxista, neomarxista, etc. Nada garantiza una interpretación final, definitiva y acabada” (páginas 18-19). Esa es la verdad monda y lironda. El pensamiento sistémico, tan útil entre los siglos del XVIII al XX en la cultura occidental, ha cedido hoy, en estos tiempos de posmodernidad líquida, consumista, precaria e incierta como sugiere Zygmunt Bauman, al pensamiento fragmentario, intuitivo, incisivo, imaginativo y libre de los corsés del aparato categorial adusto, seco y rígido. La fruición y lo lúdico del espíritu humano son parte, no solo de la racionalidad, sino, de la ciencia misma, última que ha estado cada vez más cerca de la esencia del arte y la imaginación. Por ello, sostiene con acierto el prolífico ensayista Bruno Rosario Candelier, que “Si la teoría explica el fenómeno de la creación, la crítica da cuenta del sentido de la creación, para cuya comprensión se necesita formación intelectual y sensibilidad estética” (página 60). Dar cuenta, pues, del sentido de la obra artística es, según este autor, la “principal tarea de la crítica literaria” (páginas 64-65). Entre el ir y venir de distintas corrientes, escuelas, teorías, métodos, interpretaciones, posturas solipsistas, entre otras vertientes y enfoques, me resultó sumamente revelador cómo, desde una formación académica similar y desde una concepción de la literatura, la lengua, la sociedad y la cultura desarrollada por el método de la poética, la teoría del ritmo como organización del sentido de la escritura y la teoría del discurso como relación de poder, hay una valoración diametralmente opuesta de la obra crítica de Pedro Henríquez Ureña en dos importantes escritores, pensadores e investigadores nuestros como Manuel Matos Moquete y Diógenes Céspedes. Mientras este último nos presenta un Pedro Henríquez Ureña prisionero de lo que llama “teoría metafísica del signo” (página 149), el escritor que representa el paradigma de los estudios “filológicos-esteticistas-estilísticos” (página 154) en el marco de la crítica tradicional, el novelista y ensayista Matos Moquete ve en Henríquez Ureña al “gran humanista” (página 115), capaz de fundar una visión y una praxis de la crítica literaria como escritura “de estirpe humanista, ideológica, orientadora (…) motivada por la necesidad de erigir conceptos, valores y verdades, en torno a un tema o la obra de un autor y sobre cuestiones en discusión que aun estaban por establecerse” (página 119). Subraya este notable autor e investigador que la de Pedro Henríquez Ureña es “una crítica que enjuiciaba, definía y tomaba partido sobre asuntos trascendentales, derribando ideas falsas y sin fundamento, y estableciendo nuevos criterios que reorientaran el conocimiento y al recepción de las letras de habla hispánica en los temas centrales” (Ibid.). ¿Cuál de ambas concepciones de la obra crítica de nuestro insigne humanista resultaría más fértil, más orientadora, más forjadora de nuevos talentos críticos en las presentes y futuras generaciones de lectores? La respuesta la dejo en manos del lector de este volumen. No obstante, es alentador notar cómo en un intelectual del calibre de Andrés L. Mateo parecen resonar los argumentos de Henríquez Ureña al afirmar: “Entre nosotros la crítica es el pretérito indefinido, lo que no existe, porque no hay crítica más que cuando hay esa capa discursiva que descompone el sentido, lo reorganiza y reorienta empinándose en un cuerpo teórico, o no; pero siempre tratando de encontrar las reglas de funcionamiento que sostienen a un texto” (página 170). La crítica ha de ser, pues, obra fundante, en términos gnoseológicos, y orientadora, desde el plano de la exploración del lector; vale decir, ejercicio de creación y de reflexión. Aunque lo quisiera, y fuera justo con ello, no podría mencionar aquí a todos los autores que, en su calidad de expositores en el seminario, figuran en estas memorias. Sin embargo, quisiera referirme brevemente al brillante trabajo, de carácter genealógico y arqueológico, en términos de saber, desarrollado por el ensayista y pensador Manuel Núñez, dotado, al igual que Diógenes Céspedes y Manuel Matos Moquete, de los aperos conceptuales y metodológicos propios de la Poética de Henri Meschonnic. Desentraña en su texto los instrumentos de la crítica dominicana, desde inicios del siglo XX, hasta el tiempo presente, pasando por tradiciones, movimientos y escuelas teóricas de Hispanoamérica y Europa como fuentes y partes integrantes de nuestro saber crítico. Define la crítica como “una meditación que ha de mostrar la densidad de pensamiento del autor, las grandes ideas y el papel innovador de la obra en el concierto de la historia de las formas literarias” (página 270). Entiende que la ausencia de la labor crítica se traduce en “desorientación en los lectores y en los escritores en agraz. Genera un desvanecimiento de la interpretación de los textos; no se valoran los hallazgos; se volatilizan las jerarquías de las producciones literarias; los cánones y tablas de valores quedan eclipsados”. Y remata esta definitoria idea sobre la crítica y su función cultural sustentando que: “La literatura supone el adiestramiento del criterio, el goce del placer estético. Pero estas posibilidades nacen del conocimiento, de un ejercicio de la inteligencia, fundada en la crítica. Sin esa formación, la obra se queda sin lectores, Sin ágora visible, sin estímulo creativo, sin terreno en la que pueda florecer y prolongarse” (página 273). Vuelve aquí, sobre sus ruedos, y por más que se le haya regateado, la labor orientadora y canónica de la crítica literaria como ejercicio del criterio inteligente, sensible. 95 CP Finalmente, invito a los amantes de la literatura y del pensamiento crítico a compenetrarse con este concierto de voces y corrientes de pensamiento, a veces paradigmáticas, a veces contrapuestas; pero, siempre enriquecedores. Enhorabuena a mis amigos Basilio Belliard y León Félix Batista, director de la Editora Nacional, y al Ministerio de Cultura, en la persona de mi otro querido amigo José Antonio Rodríguez, por la publicación de este volumen de memorias del referido seminario, que ojalá pueda ser seguido de otros tantos de su naturaleza, para una más amplia, diversa, controversial y evolutiva visión de la crítica literaria y cultural en nuestro país. PC 96 José Mármol. Nació en Santo Domingo, República Dominicana, en 1960. Estudió filosofía y lingüística aplicada. Profesor y coordinador de la cátedra de filosofía en prestigiosas universidades dominicanas. Fundador y director de la Colección Egro de Poesía Dominicana Contemporánea. Ha publicado los siguientes poemarios: El ojo del arúspice (1984), Encuentro con las mismas otredades I (1985), La invención del día (Premio Nacional de Poesía 1987), Encuentro con las mismas otredades II (1989), Poema 24 al Ozama: acuarela (plaquette con grabados de Rufino de Mingo, Madrid, 1990), Lengua de paraíso (Premio Pedro Henríquez Ureña 1992), Deus ex machina (Premio de Poesía Casa de Teatro 1994 y Accésit al Premio Internacional de Poesía “Eliseo Diego”, Excelsior, México, en ese mismo año), Lengua de paraíso y otros poemas (1997) y Criatura del aire (1999). En prosa ha publicado Monografía sobre Rufino de Mingo (en colaboración con José David Miranda, Madrid, 1991), Ética del poeta, escritos sobre literatura y arte (1997) y Premisas para morir, Aforismos y fragmentos (1999), Las pestes del lenguaje y otros ensayos (2004), El placer de lo nimio (2004), La poética del pensar y la generación de los ochenta (2007), Maravilla y furor, Aforismos y fragmentos, 2007). Es Premio Nacional de Literatura 2013 y Premio Casa de América por su libro Lenguaje de mar (Editorial Visor, España, 2013). 97 CP PC 98 DOMINGO LIZ ¡Premio Nacional de Artes Plásticas 2012! Amable López Meléndez E l Premio Nacional de Artes Plásticas fue entregado en vida y por primera vez al maestro Darío Suro, quien lo recibiría, encantado, jubiloso, rebosante de emoción y expectativas, de la mano del entonces presidente de la República, Dr. Joaquín Balaguer, durante un acto solemne efectuado en el Palacio Nacional hacia mediados de diciembre de 1993. En 1995, el reconocimiento se le concede por unanimidad al gran maestro de la escultura Antonio Prats Ventós (1925-2009). Entonces, desde sus dos primeras entregas, el galardón se establece como el máximo reconocimiento oficial a las artes plásticas y visuales en la República Dominicana. Precisamente, asegurar la trascendencia cultural y social de dicho reconocimiento, mediante la elección de candidatos con cualidades, trayectorias, aportes y méritos incontrastables, fue uno de los primeros objetivos de Porfirio Herrera Franco (1954-2004) y Frank Marino Hernández (1936-2007), director y presidente del Patronato Rector del Museo de Arte Moderno, respetivamente. La materialización de ese objetivo fue también resultado de la dedicación y los esfuerzos extraordinarios de algunos colaboradores y miembros del equipo del MAM, tales como los críticos de arte Marianne de Tolentino, Abil Peralta Agüero y Carlos Francisco Elías; la arquitecta y museógrafa Ingrid González; los artistas Nelson Ceballos, Eduardo Fiallo (1951-2007) y Fernando Ureña Rib, entonces presidente del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos. En el 2010, luego de un inexplicable “extravío” de más de 15 años, el Poder Ejecutivo, encabezado por el Dr. Leonel Fernández Reyna, correspondiendo a las gestiones de su ministro de Cultura, el escritor José Rafael Lantigua, y de María Elena Ditrén, directora del Museo de Arte Moderno, mediante el decreto 597-10, reasume la entrega del galardón con una dotación de RD$500.000.00. En esta ocasión, el Comité Seleccionador escoge a Fernando Peña Defilló (1928), creador de obras magistrales, consideradas verdaderos iconos identitarios en la producción visual de nuestro país y uno de los primeros pintores informalistas latinoamericanos conocidos en Europa, principalmente en España y Francia, países en los que se formó, vivió y expuso su obra entre 1951 y 1963. Asimismo, el Ministerio de Cultura decidió otorgar el lauro “post mortem” a los 99 CP PC 100 maestros Gaspar Mario Cruz (19282006), Luichy Martínez Richiez (19282005), Clara Ledesma (1924-1999) y Silvano Lora(1931-2003). En el 2011, el Premio lo recibe Ada Balcácer (1930) y en el 2012, lo obtiene Domingo Liz (1931-2013). El decreto 597-10, establece que la entrega anual del Premio Nacional de Artes Plásticas tiene como objetivo “el reconocimiento a la dedicación y aportes de la figura galardonada al arte, la cultura y la sociedad dominicana, a fin de que se rinda tributo a personalidades paradigmáticas de nuestras artes plásticas, cuyo ejemplo sirva de modelo a las actuales y futuras generaciones, reafirmando de esta manera el compromiso del Estado dominicano con la creatividad plástica nacional”. Como se puede apreciar, en estas últimas tres entregas consecutivas, revalorando igualmente la obra y trayectoria de tres personalidades fundamentales de la Generación de 1950, el Ministerio de Cultura y el Comité Seleccionador del Premio Nacional de Artes Plásticas, han apostado de forma coherente y exitosamente a la recuperación del estatus original del máximo galardón oficial conquistado hasta ahora por los artistas plásticos y visuales dominicanos. La resolución del comité selector del Premio Nacional de Artes Plásticas 2012, integrado por el ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez; María Elena Ditrén, directora del Museo de Arte Moderno; Marianne de Tolentino, directora de la Galería Nacional de Bellas Artes; Myrna Guerrero, directora del Museo Bellapart y Rafael Emilio Yunén, director del Centro Cultural Eduardo León Jimenes, enfatiza en el hecho de que Domingo Liz es el único artista plástico dominicano de la modernidad reconocido como maestro en dibujo, escultura y pintura; creador de imágenes paradigmáticas en las que resalta la identidad cultural dominicana, así como en su condición de “maestro de maestros” y autentico forjador de los cimientos del arte dominicano contemporáneo. En vista de que la entrega del Premio Nacional de Artes Plásticas 2012 fue anunciada por el comité selector en la primera semana del mes de enero del 2013 y de que, repentinamente, el maestro Domingo Liz falleciera la madrigada del 14 de febrero, a principios del mes de abril, el Ministerio de Cultura, la dirección del Museo de Arte Moderno y el Comité Organizador de la XXVII Bienal Nacional de Artes Visuales, tomaron la decisión de dedicar el magno evento de nuestras artes visuales al insigne maestro de generaciones que fue y será siempre Domingo Liz. Así, durante el acto inaugural de la Bienal, efectuado en el Museo de Arte Moderno la noche del 16 de agosto del 2013, el galardón fue recibido por Mercedes Morales Viuda Liz y sus hijos Tania y Pablo Liz. De un total de 571 obras enviadas a la XXVII Bienal Nacional de Artes Visuales, el Jurado Único del certamen seleccionó 56 pinturas; 18 acciones performativas; 22 dibujos; 7 esculturas; 14 vídeos; 32 fotografías; 7 obras gráficas; una obra en cerámica y 39 instalaciones. En el caso específico de la pintura, la cifra de obras seleccionadas reafirma su arraigo, su primacía histórica y hasta el mismo proceso expansivo que experimenta el “médium pictórico” en el momento actual a través de prácticas y hallazgos creativos ciertamente significativos y excepcionales. La presencia de la pintura en la XXVII Bienal Nacional de Artes Visuales, se fortalece con la muestra titulada “Domingo Liz: Mirada de Fuego/Esculturas de Silencio/Retrospectiva in memoriam”, inaugurada oficialmente la noche del jueves 12 de septiembre en la Galería Nacional de Bellas Artes. La propuesta curatorial de dicha muestra, conformada por 120 obras -entre pinturas, esculturas y dibujos-, apostaba a la contextualización de más de seis décadas de trayectoria creadora (1950-2012), articulándose en base a tres secciones o etapas productivas diferenciadas. Una primera sección: 19501970, incluyó dibujos, pinturas y esculturas, consideradas obras seminales y profetizadoras de la unicidad que signa a grandes rasgos el universo estético personal de Domingo Liz. La segunda sección, estaba compuesta por un riguroso extracto de su producción realizada entre 1970-1980, incluyendo obras de notable “aire” vanguardista, así como aportes paradigmáticos, relacionados con sus experiencias en el “Grupo Proyecta” (1968) y en “Expo Nueva Imagen” (1972). La tercera sesión, incluyó obras ejecutadas entre 1980-2012, etapa creativa en la que Domingo Liz accede a unos niveles máximos de síntesis y libertad expresiva a través de una serie de hallazgos estéticos que también nos revelan su profunda reflexión sobre el contexto sociocultural y ecológico, así como la distintiva disposición lúdica, la sutileza de las transparencias y la deliciosa ironía que operan desde sus emblemáticas series “Obispos”, “Infantiles” y “Ribera del Ozama”. El despliegue museográfico “in tempo” o en orden cronológico, iniciaba en la primera planta del Museo de Arte Moderno, adelantando trece obras de su última etapa creativa (2000-2012) y expandiéndose en los dos niveles de la Galería Nacional de Bellas Artes. Las obras procedían de los fondos del MAM; de las colecciones de la familia de Domingo Liz; el Museo Bellapart; el Centro Cultural León Jiménes y de la Colección Permanente de Arte Dominicano de la Cámara de Diputados. Aportes fundamentales, resultaron los préstamos procedentes de las colecciones particulares de Alberto Y. Cruz, Juan Manuel Portela Bisonó, Mario Martínez, Edwin Espinal Matos, Marianne de Tolentino, José Muñoz, Purísima de León, Pedro Hache, Rosalía Caro, Evelyn Batlle, Elba Bermúdez, Pedro Piña y Claudia García, así como una serie de obras facilitadas por más de veinte importantes coleccionistas del país. La museografía, resuelta con esmero y claridad enriquecedora por María Elena Ditrén y Josefina Pichardo, integró elementos de soporte como objetos personales, fotografías, testimonios, documentos y videos. El equipo curatorial, encabezado por Amable López Meléndez y Dionis Figueroa, procedió a una indagación profunda sobre la respuesta y receptividad hacia la obra de Domingo Liz por parte de los historiadores, críticos, coleccionistas y promotores del arte dominicano de la modernidad. En esa dirección, analizamos documentos y publicaciones sobre sus obras y etapas creativas esenciales, siguiendo especialmente las reflexiones del propio artista, así como las de escritores y creadores claves de las últimas seis décadas, tales como Horia Tanasescu, María Ugarte, Pedro René Contín Aybar, Manuel Valldeperes, Jaime Colson, Darío Suro, Aída Cartagena Portalatín, Fernando Peña Defilló, Manuel Rueda, Jeannette Miller, Danilo De los Santos, Marianne de Tolentino, Cándido Gerón, Dionisio Blanco, Fernando Ureña Rib, Abil Peralta Agüero, Laura Gil, Virginia Goris y José Enrique García. De esta manera, la retrospectiva “Domingo Liz: Mirada de Fuego/Esculturas de Silencio”, se constituyo en una rigurosa visión cronológica de la producción global de Domingo Liz; de su trayectoria profesional y de sus búsquedas estético-filosóficas. Uno de los objetivos principales de esta gran retrospectiva fue propiciar un estudio profundo y una visión amplia de su personalidad y obras ejemplares, así como el reconocimiento de su esplendoroso, significativo y trascendental legado cultural. 101 CP PC 102 Domingo Liz, fue uno de los máximos exponentes del arte dominicano de la modernidad, además de pionero y gran maestro, junto a Antonio Toribio (19231996), de la escultura abstracta en nuestro país. Durante más de medio siglo, fue admirado por colegas de distintas generaciones; por los amantes y estudiosos de su obra; por la mayoría de sus discípulos y por los sectores más sensibles de la sociedad dominicana. “Silencioso, auténtico y paradigmático”, le define, con lucidez y precisión, la periodista y crítico de arte, Virginia Goris. Mientras que Dionis Figueroa, reconocido artista visual e investigador, nos advierte que “En su obra creativa, especialmente en sus tallas en madera y en sus esculturas en metal, Domingo Liz supo apropiarse del espacio, de la forma y del vacío mismo como materias tangibles de la creación. En su producción simbólica se conjugan la focalizada mirada que nos suscita la visión del espacio como lugar donde habita lo multidimensional. En su universo creativo, la forma contiene la materia, el tiempo y el vacío. Y en este vacío es donde habita la nada, impregnada de energía como estado inminente de lo futuro” (DF. 2013)… Amable López Meléndez. Nace en Puerto Plata, Republica Dominicana, en1960. Realizó estudios de Postgrado en Historia y Geografía del Caribe en la Universidad Católica Santo Domingo-UCSD-1986. La Biblioteca Nacional publica su libro Estos días iguales (poesía). 1992: forma parte del equipo organizador de la Primera Bienal de Pintura del Caribe y Centroamérica, Museo de Arte Moderno. 1993: participa en el Seminario sobre el Mercado de Arte Latinoamericano, impartido por Lisa Palmer y Mary Anne Martín, Centro de Convenciones Jiménez de Quezada, Bogota, Colombia. 1996: participa en el XXX Congreso de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, Universidad de Rennes ll, Bretaña, Francia. 1998: coautor y coordinador editorial del libro “Paseo de las ArtesLa Nueva Imagen Urbanística de Santo Domingo”, editado por la Secretaría de Estado de Obras Públicas y Telecomunicaciones. 1999: forma parte del Comité Curatorial de la XXl Bienal Nacional de Artes Visuales. En el Centro Cultural de España, presenta su conferencia Pintura y Polisíntesis en Santo Domingo y durante todo el año conduce una serie de diálogos bajo el título: “A la hora de la Critica”, sobre “La Bienal Nacional de Artes Visuales, “Los Museos de Artes Visuales en la República Dominicana” y “Mercado de Arte y Ética de la Crítica”. 2000: participa en el XXXlV Congreso Mundial de AICA, Tate Modern, Londres, Inglaterra. 2001: la sección dominicana de AICA le otorga el Premio a la mayor Labor Crítica en Medios de Comunicación por sus trabajos en el diario HOY. 2003: miembro del Jurado de Premiación de la XXll Bienal Nacional de Artes Visuales. 2006: Participa en el XL Congreso Mundial de AICA, Instituto Cervantes, Paris, Francia. 2007: la Asociación Dominicana de Críticos de Arte le otorga el Premio a la mayor Labor Critica en Medios de Comunicación y el Premio a la mayor Labor Curatorial durante el 2006. 2007: miembro del Comité Curatorial de los Premios/Subasta MOLAA 07. 2006-2009: Presidente de AICA-República Dominicana. Ha sido curador de numerosas exposiciones colectivas e individuales de artistas consagrados y emergentes en importantes galerías, museos, centros culturales y espacios alternativos del Caribe y América Latina. Actualmente es Curador Jefe del Museo de Arte Moderno, Santo Domingo. Durante más de una década mantiene la página de Arte Contemporáneo en Areito, suplemento cultural del diario HOY, Santo Domingo. 103 CP ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ SOBRE EL ORIGEN Y EL FUTURO DE LA POESÍA: notas para una investigación Carlos Aguasaco ¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LA POESÍA? PC 104 Es posible que la poesía precediera al lenguaje pero el poema es un artefacto que, como todo en la civilización, tiene una historia. Las primeras formas de comunicación acústica pudieron haber emergido hace 500 mil años. Las primeras lenguas pudieron aparecer hace unos 50 mil años. El primer poema de la historia debió haber sido compuesto en ese rango de tiempo. En un principio las palabras, como las herramientas, fueron pocas y rudimentarias. El desplazamiento de la población, los nuevos contextos y las nuevas necesidades determinaron su proceso de sofisticación. Vivir o sobrevivir no era una tarea fácil para los homínidos lampiños que ○ ○ ○ ○ fuimos, que somos. No obstante, tenemos evidencia de la elaboración de productos culturales complejos (talladuras, pinturas y herramientas) que datan de hace unos 20 mil años. La lengua Proto-indoeuropea existió hace unos 6 mil años. La literatura sumeria, la más antigua de la que tenemos evidencia material, emergió hace unos 4 mil setecientos años. Reflexionemos un momento sobre las condiciones de composición del primer poema de la historia. ¿Se puede conciliar la teoría de Charles Darwin con la escritura de poemas? Antes de responder a esta pregunta vale la pena estudiar los orígenes neurológicos del lenguaje que de manera sucinta expone Rodolfo R. Llinás (2001). La comunicación no es exclusiva de los seres humanos. Los animales logran comunicar por medio de gestos, gruñidos y olores (entre otras cosas) información de valor vital para su supervivencia. Un gruñido puede ser una señal de alerta, un gesto puede representar la sumisión al macho dominante en una manada y las feromonas señalan disposición reproductiva (22532). Todo intento de un organismo por comunicarse con otro requiere el establecimiento de una cierta comunidad de sentido que se expresa en el ‘consenso’. La habilidad de imitarse unos a otros permite que muchos animales desarrollen un sentido de familiaridad y pertenencia a un grupo. En algún momento esa capacidad se transforma en necesidad y deseo de hacerlo. Llinás afirma que la imitación acústica es privilegiada sobre la gestual pues el animal emisor puede escucharse a sí mismo mientras emite el mensaje. Los sistemas de comunicación visual requieren condiciones materiales más estrictas que el medio acústico. En la teoría de la evolución la adaptación es el resultado de procesos constantes de ensayo y error. Al percibir el peligro o sentir dolor, un animal víctima de un depredador puede, de forma natural, emitir un quejido que con cierta intensidad y volumen haga que el atacante se detenga y se marche (238). Cuando el alarido, o muestra de dolor, se ‘entiende’ como una señal de peligro por parte del depredador, nace (quizá por accidente) la primera metáfora. La primera metáfora fue una creación colectiva y accidental, sería más lógico llamarla proto-metáfora pues aunque ya posee una base lógica, todavía carece de voluntad expresiva propia. La supervivencia de la presa y de sus semejantes dependerá, entre otras cosas, de su capacidad para convertir esta circunstancia en una herramienta simbólica efectiva. En la práctica el animal ya no esperará a sentir dolor para emitir el sonido que puede garantizar su supervivencia. El grito de dolor es lo que en neurología se llama un patrón fijo de acción (Fixed Action Patern), es decir, un acto reflejo. Para poder construir un sistema comunicativo basado en expresiones corporales como gestos y sonidos se hace necesario que el cerebro desarrolle la capacidad de instrumentalizar de forma voluntaria los sistemas de reacción mecánica. Ese espacio entre la emisión y la interpretación que genera esa ruptura momentánea del vínculo entre acción y reacción es el ‘Big Bang’ de los sistemas lingüísticos y, por ende, de la poesía. En el principio del lenguaje el tropo, el símil y la metáfora son indistinguibles pues la poesía, como un cigoto, está en un estado embrionario. Greg Urban identifica las primeras señales no instintivas como metaseñales construidas sobre las señales instintivas previas como alaridos y lloriqueos (“Metasignaling and Language Origyns,” 2002). No obstante, a medida que el sistema crece y se afianza, el instinto deja de suplir los insumos necesarios para la transmisión de las herramientas entre la comunidad y las generaciones que la suceden. Mientras esto ocurre, la selección natural permite que los homínidos desarrollen el control isocortal (Neocortal) de los músculos laríngeos 105 CP Domingo Liz PC 106 (235) y de esta manera logran producir y manipular sonidos. Este avance desborda cualquier capacidad previa de transmisión de herramientas lingüísticas y de información adquirida. La comunidad de sentido necesita desarrollar maneras de conservar y transmitir los adelantos lingüísticos que representen una ventaja selectiva sobre las demás especies. El canal es el aire y el soporte de la información es la memoria. Desde este momento el ritmo y la repetición compartirán espacio con los patrones fijos de acción (Fixed Action Paterns). Memoria, música y poesía son una sola entidad y se sostienen de forma recíproca. En un principio los discursos, como las herramientas, no se habían especializado. Entonces, las producciones discursivas tenían que ‘servir’ para resolver diversas necesidades. Por ejemplo, textos como los que componen la Biblia fungían como manuales religiosos, tratados de historia, ciencia, política, leyes, pedagogía, arte, etc. De hecho, en la actualidad algunas naciones todavía toman sus libros religiosos como la base de su sistema político y legal1. 1 Tal es el caso de los países que basan sus leyes en el Corán. El ejemplo más visible es la ley Sharia que tiene como una de sus fuentes el Corán, que fue escrito en verso y sigue fungiendo como guía espiritual y base de una doctrina legal. La escritura de poemas, entonces, no emergió como un arte independiente o un discurso especializado. La poesía, en su sentido más abstracto, precede al poema como la lengua hablada precede a la escritura. También es posible afirmar que la poesía fue hermana siamesa de la historia, la filosofía, la ley, la religión, la ciencia y las matemáticas. En la práctica, la poesía mantuvo por muchos siglos una función social de tipo comunicativo. La emergencia de nuevas tecnologías como la escritura comenzó lo que yo llamaría el proceso de emancipación y especialización de la representación poética. El artefacto por excelencia de la poesía es el poema que al liberarse paulatinamente de su funcionalidad en el plano legal o científico comenzó a concentrarse en su propio deber ser. Todo poema es en sí una poética. La poesía fue en principio una forma de ‘aprehender’ conocimiento relevante para la supervivencia. El poema fue instrumento de enseñanza y aprendizaje. ¿Cómo funcionaba el mecanismo poético primitivo? Probablemente, después del que aquí llamamos ‘Big Bang’ de los sistemas lingüísticos, se generó un auge de experimentación con la interpretación de señales acústicas. Las señales más ‘eficaces’ se hacían populares mientras que las demás se desechaban. La poesía ha sido desde el principio la travesía en busca de nuevos y más ricos sentidos sin abandonar las conquistas precedentes. La comparación más apropiada sería el método quirúrgico de elongación ósea en que de manera artificial se provoca el crecimiento de un hueso utilizando el mecanismo natural de osteogénesis. El cirujano crea, en una cirugía llamada corticotomía, una fractura artificial en el hueso y separa las partes con un sistema de tornillos fijadores que controlan la distancia entre ellas. La cesura debe ser lo suficientemente amplia para permitir la elongación y a su vez bastante corta para no impedirla. En su momento la fractura es un hecho novedoso para el hueso pero una vez ‘reparada’ se convierte en soporte para nuevas elongaciones. El lenguaje crece y se extiende con base en fracturas del sentido que, en principio, son los instrumentos fundamentales de la poesía. En 1844, Ralph Waldo Emerson señaló de manera correcta que “Toda palabra, alguna vez, fue un poema2” (197). Los poetas fueron los hacedores del lenguaje o de la misma manera todos los hacedores del lenguaje han sido poetas. De la misma forma afirmó que “los poetas hicieron todas las palabras y, por lo tanto, el lenguaje es el archivo de la historia, o, si debemos decirlo de otra forma es como una tumba para las musas3” (199). Las lenguas están constituidas por lo que, a renglón seguido, Emerson llamaría ‘poesía fosilizada4’ (199). 2 3 4 En el original “Every word was once a poem”. En el original “The poets made all the words, and therefore language is the archives of history, and, if we must say it, a sort of tomb of the muses.” En el original “Language is fossil poetry.” La escritura, como tecnología, irrumpe en la historia de la poesía con múltiples efectos. El modelo onomástico, informa Houston (2004), explica el desarrollo de la escritura como una extensión de sistemas precedentes de notación numérica (236). Desde este punto de vista, la escritura sería hermana de la contabilidad y de los primeros sistemas de administración. La escritura es una de las formas materiales del poder. Aunque el desarrollo de los diferentes sistemas de escritura requiere un estudio independiente, aquí debemos concentrarnos en su influencia sobre la poesía. El texto ‘poético’ más antiguo del que tenemos referencias es el ‘Himno a la muerte de Tammuz’ que data de entre 2500 y 3000 años antes de Cristo5. En el mismo orden de antigüedad se ubica el ‘poema de Gilgamesh’ del que tenemos tablillas que datan de alrededor de 1200 años antes de Cristo. La escritura fue una tecnología emergente que tardó por lo menos dos milenios en imponerse. Cuando los textos como el ‘poema de Gilgamesh’ comienzan a ‘escribirse’ en medios estables como la arcilla y la piedra, la poesía entra en la interminable era del litigio, del debate, sobre el sentido. El texto escrito eventualmente impondrá su autoridad sobre la oralidad. Paul Zumthor ha hecho un estudio cuidadoso de las relaciones entre oralidad y escritura en la literatura de la Edad Media. Más allá del proceso, ¿cómo afecta la escritura a la poesía? Una de las consecuencias es la materialización del objeto, el ‘poema’, que en adelante podrá enajenarse, acumularse y poseerse sin que sea necesario un esfuerzo mental por parte del ‘propietario’. La propiedad puede extenderse y transferirse más allá de la vida del dueño. El texto podrá ser ‘consumido’ 5 Recientemente se ha afirmado que el poema “Dünyanýn en eski aþk þiiri” también conocido como Istanbul #2461 (Número de la tablilla en el museo de Istanbul) sería el poema de amor más antiguo del que tenemos noticia. 107 CP PC 108 de manera simultánea en más de un lugar. La reproducción del escrito es una alternativa a la memoria que lo precedía. El poema, como objeto, penetra cada vez más en los espacios privados. En la actualidad, la oralidad parece casi exclusiva del pasado. No obstante, hay que recordar que la lírica deriva su nombre de las interpretaciones que se acompañaban con una lira o una flauta en la Grecia antigua. La pareja formada por Mimnermo y Nanno (siglo VII antes de Cristo) ha pasado a la historia como un ejemplo de la prevalencia de la oralidad sobre la escritura. Con la llegada de la imprenta (1450) y la difusión de la lectura, la poesía comenzó cada vez más a servir al usuario y menos al grupo social en general. Para ello, el tema del poema deja de ser colectivo y se convierte en la revelación de una particularidad. La lírica se vuelve la poesía del interior mientras que la épica se consolida como hermana de la historia y regente del exterior. Lo personal se hace lírico y lo social épico. La épica desemboca, dice Georg Lukács, en la novela moderna. Por otra parte como bien señalan Asa Briggs y Peter Burke debemos recordar que a medida que se han desarrollado nuevos canales y medios sus predecesores no desaparecieron por completo sino que coexisten con ellos. La escritura no acabó con la oralidad sino que la liberó de su función nemotécnica. La imprenta no acabó con los manuscritos sino que los desplazó hacia el ámbito personal mientras ella abarcaba lo público. La fotografía no acabó con la pintura sino que la liberó de su función mimética y le permitió explorar universos abstractos. La radio no acabó con los periódicos sino que se alimentó de ellos. El cine no acabó con el teatro sino que por el contrario juntos establecieron una relación simbiótica. La televisión no acabó con la radio sino que le permitió especializarse en el análisis y el debate. De la misma manera, el internet no acabará con ninguno de sus predecesores sino que coexistirá con ellos dentro de una causalidad recíproca que los transformará a todos. Entonces, al transferir la misma lógica a la poesía y sus formas representativas a través de la historia, vemos que la épica sobrevive en cierta poesía comprometida. También notamos que con la llegada de la época moderna (Siglo XVI), la lírica encontró en el soneto la forma ideal para representar la voz más íntima del sujeto. Por lo anterior podemos decir que mientras existan los pronombres ‘YO’ y ‘TÚ’ habrá formas de la lírica; y que mientras existan el ‘Nosotros’ y el ‘ellos’, la épica seguirá vigente en diferentes medios y formas. ¿HA HABIDO CRISIS ONTOLÓGICAS EN LA POESÍA? A pesar de su permanencia, debemos reconocer que a través de la historia la poesía ha tenido que afrontar varias crisis ontológicas que provocaron divisiones, subespecializaciones y cambios. La primera de ellas sería aceptar que dejó de ser el discurso universal y todo poderoso del ‘creador’. Algunas religiones ortodoxas mantienen esta idea en sus oraciones, ritos y eucaristías. No obstante, la gran mayoría de nosotros vemos textos como la Biblia no en sentido literal o científico sino como bellas alegorías con cierta, pero limitada, veracidad histórica. Cuando Huidobro dice que “El poeta es un pequeño Dios” (Espejo de Agua, 1916) en realidad reconoce que en la actualidad la poesía ya no representa la voz de un gigante infinito y todo poderoso sino el alarido de un montón de enanos. El verso de Huidobro reconforta al poeta moderno pero sin duda declara la desaparición del poeta evangelista. Martin Heidegger dedicó un par de trabajos sobre Hölderlin y Rilke al estudio de la poesía: “¿Para qué los poetas?” y “¿Por qué poetas?” (1946). Para el filósofo alemán el poeta es el creador que emerge en un mundo sin ‘dioses’ ni ‘deidades’. Según él, el poeta está dispuesto a ocupar el espacio abandonado por los ‘dioses’. No obstante, leído a contrapelo, alguien podría pensar que Heidegger busca mimetizar y trasladar el concepto de ‘ser ahí’ (Dasein) del frente de batalla al espacio del lenguaje y del fusil del soldado a la pluma del poeta. Quizá sin saberlo, Heidegger propone una nueva teología donde la inmortalidad se hace posible en el universo lingüístico. Su lectura de la poesía es una alegoría de un mundo que ha dejado de existir. -¿Dónde radica su error?- Cuando presenta a Hölderlin y a Rilke como ‘precursores insuperables’ por ningún poeta de nuestra ‘era’, Heidegger deforma la figura real del poeta que bien entiende Huidobro (Poetry, Language…142). En este caso parece que el filósofo alemán necesitara superhombres o seres supernaturales para mantener su sistema de ideas en pie. ¿Por qué no reflexiona sobre el poder creador de la mujer que puede dar la vida a otro ser dentro de su cuerpo y darlo al mundo para dejarlo ser en sí? ¿Por qué no menciona a las madres de Hölderlin y Rilke como sus ‘precursoras’? La primera crisis ontológica de la poesía estaba inscrita en el discurso de Descartes. La emergencia de la lógica moderna y de sus correlatos científicos la hicieron inevitable. De esta primera crisis ontológica la poesía sale renovada y liberada de varias funciones que ahora asumen la arqueología, el derecho, la historiografía, la biología y la medicina (entre otras áreas del conocimiento). Al igual que la pintura, en la modernidad, la poesía puede entregarse a la exploración de un universo interior en que toda su materialidad es el lenguaje. De una voz heterotélica, es decir para todos, se pasa a un canto autotélico en que el poema es una nueva y pequeña totalidad. Los Ismos del siglo XIX y las vanguardias de XX son el testimonio de ese proceso. La segunda crisis ontológica (esto lo digo para ordenar el discurso pero no debe tomarse en sentido lineal) es la llegada de la escritura como nueva tecnología. La escritura libera a la poesía de la función nemotécnica pero a su vez le quita la flexibilidad del medio oral. La poesía en su etapa única de transmisión oral era un organismo vivo con el poder de acomodarse a nuevos contextos y contenidos cada vez que se transmitía de una persona a otra. El poema escrito es inflexible en el contenido y la forma. Como resultado de la nueva estabilidad del canal, la flexibilidad representativa se traslada a la hermenéutica. Por ello hoy en día tenemos a cientos, quizá miles, de académicos que tratan de “comprender” lo que César Vallejo quería decir en su libro Trilce (1922). La tercera crisis ontológica de la poesía es el resultado de la consolidación de la economía de mercado y el capitalismo. La idea de la propiedad privada se extiende a todos los ámbitos y esferas. El poema adquiere valor de cambio bien sea en dinero o reconocimiento social. Los llamados “derechos de autor” atan el poema a un sujeto histórico con un grillete legal. Esto lo he discutido en otro texto sobre la relación entre poema y propiedad privada. En muchos casos el autor histórico y su biografía desplazan al contenido del poema. De hecho, hace unos meses se dio una polémica internacional por el otorgamiento del Premio FIL Guadalajara 2012 al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique. Este ejemplo, que viene de la narrativa, revela aspectos dramáticos del papel de la literatura como producto cultural con valor de cambio. Los concursos de poesía, las becas de creación y en general los eventos sociales hacen que los poemas se usen como capital cultural. En la época moderna, 109 CP PC 110 cada vez más, la poesía se convirtió en un terreno de disputas y confrontaciones. El resultado ha sido una ética basada en una forma económica que privilegia la desigualdad. Esta realidad pone a la lírica en una tensión entre la representación de la ‘interioridad’ del sujeto y su subsistencia social. La hermenéutica moderna al confrontar el poema se concentra en preguntar en estricto orden ¿Quién?, ¿Por qué?, ¿A cambio de qué? y ¿Para qué? La cuarta crisis ontológica de la poesía es el cuestionamiento de su autenticidad. Los progresos tecnológicos, y el avance significativo de la alfabetización, han facilitado la emergencia de autores provenientes de todos los ámbitos posibles. Sin duda, se trata de un logro significativo de la civilización. Todos, absolutamente todos podemos ser poetas. Ahora, también muchos han llegado a pensar que ‘cualquier’ discurso puede leerse y presentarse como un poema. Esta reflexión que viene de las artes plásticas fue iniciada por Marcel Duchamp cuando propuso el llamado ‘ready-made’. Cualquier objeto podría re-contextualizares y re-significarse como obra de arte. Hoy en día cualquier persona puede auto proclamarse poeta y al hacerlo se endilga el derecho inalienable de presentar cualquier discurso como un poema. Así, hay quienes presentan una lista de mercado como un poema. Otros pueden presentar una fórmula química o una ecuación con la misma intención. Pido que no se confunda esta discusión con el poema objeto propuesto por André Bretón ni con el concretismo desarrollado en Brasil. La crisis ontológica actual de la poesía está en la saturación de todos los canales con discursos ‘declarados’ como poemas que reclaman valor de cambio en la economía cultural. Pensemos, por un momento, en qué pasaría si cualquier sujeto pudiera presentarse frente a un auditorio para interpretar un instrumento musical que nunca ha estudiado ni practicado. ¿Qué pasaría si todos los espacios para la música se vieran invadidos por personajes que reclaman su derecho a interpretar un instrumento que desconocen pero que pueden hacer sonar a golpes o rasguños? En este punto la serpiente se muerde la cola pues, como dije antes, en la poesía la flexibilidad representativa se ha trasladado a la hermenéutica. ¿Cómo saldrá la poesía de esta crisis ontológica? Habría varias posibilidades, una de ellas es que el nuevo poeta sea el lector y no el escritor. De hecho, digo siguiendo a Borges, que todo gran poeta es primero un gran lector6. Otra opción sería la emergencia de un movimiento de poesía anónima que busque una valoración basada en el texto en sí y no en los aspectos extraliterarios de su producción. ¿CUÁL ES EL FUTURO DE LA POESÍA? Quisiera terminar este texto con una corta reflexión sobre el futuro de la poesía como resultado su interacción con las nuevas tecnologías como teléfonos inteligentes, redes sociales, internet, video juegos, etc. Para nadie es un secreto que la ciencia y la tecnología han alcanzado un progreso y un estado de cambio vertiginoso y constante. La inercia tecnológica hace que cada seis meses una máquina se vuelva obsoleta y se reemplace por una versión “mejorada”. ¿Cuántas personas cambian su teléfono celular una o dos veces por año? ¿Cuántas personas han comenzado a leer por lo menos algunos documentos en pantallas de computadora? El tiempo se hace cada vez más corto no en su realidad material sino en la percepción. Entonces, la estabilidad de la metáfora está en riesgo. La llegada y popularización del automóvil hizo que muchas metáforas relacionadas con el viaje a caballo se hicieran obsoletas 6 Entiéndase lector como decodificador. o pasaran a un segundo plano. Lo mismo hizo el avión con las aves. El teléfono celular trasformó una metáfora de espacialidad estable en una de movilidad constante. El internet le quitó el perfume a muchas cartas que ya no se escriben con pluma y papel, cuidando la caligrafía y la composición, sino que por el contrario se vuelven telegramas que los jóvenes codifican con los pulgares en una carrera frenética por responder de forma inmediata y sin reflexionar sobre lo leído o lo escrito. Para sobrevivir la poesía tendrá que acudir a las metáforas fundamentales de las que hablan George Lakoff y Mark Jhonson en su libro Metáforas de la vida cotidiana (1980). Otra opción es que la tecnología supla innumerables notas e hipertextos explicativos como ya presentía Severo Sarduy. En conclusión, para sobrevivir, la poesía hará que la lectura preceda a la escritura y además la acompañe en el proceso comunicativo. El futuro de la poesía radica en el fortalecimiento del lector y el debilitamiento de la relación entre poema y propiedad privada. De hecho, la poesía del futuro ya existe pero hemos sido incapaces de leerla. Se trata de una poesía que asume la inestabilidad de la metáfora y reacciona ante la preeminencia de la ciencia como discurso hegemónico de conocimiento. La obra de César Vallejo es el mejor ejemplo de esta poesía del futuro que demanda un fortalecimiento del lector. Finalmente, invito a la lectura de esta antología a la luz de los conceptos que aquí he presentado. Le pido al lector que se integre al debate sobre la definición ontológica de la poesía. Hoy, más que nunca, la poesía define y constituye lo humano. Bibiografía Aristotle. On the Heavens. Book II. Disponible en http://classics.mit.edu/Aristotle/heavens.2.ii.html Aguasaco, Carlos. “Escribir en Nueva York: una po-ética del sujeto en la crisis de la modernidad”. 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La letra y la voz de la literatura medieval. Madrid: Cátedra, 1989. Carlos Aguasaco. Profesor asistente de estudios culturales latinoamericanos y español en el Departamento de Estudios Interdisciplinarios en The City College of New York CUNY. Doctor en lenguas hispanas y literatura (Stony Brook University), Master en literatura (The City College of New York CUNY), Profesional en PC 112 estudios literarios (Universidad Nacional de Colombia). En marzo de 2010 recibió el premio India Catalina en la modalidad de video arte dentro del Festival Internacional de cine de Cartagena de Indias. Es coeditor de tres antologías: Ensayos sin frontera (Estudios sobre narrativa hispanoamericana) (2005); Narraciones sin frontera 27 cuentistas hispanoamericanos (2004) y 10 poetas latinoamericanos en USA. (2003). [email protected] ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ La utopía de Duarte, desde su génesis, ha tenido grandes enemigos, lo que ha motivado que la misma, a pesar de mantenerse viva en el corazón de los dominicanos nobles y patriotas, haya sufrido eclipses que dan la impresión de una mortandad definitiva. Este libro demuestra, en la profundidad de su investigación, que los eclipses sufridos por la utopía duartiana en su desarrollo, han sido el producto de la lucha a muerte en que se han enfrascado dos corrientes políticas bien definidas: una patriótica, que busca la independencia nacional plena; y otra entreguista y antipatriótica. Pese a estas contradicciones permanentes, el sentimiento nacionalista de los dominicanos tiene tal vitalidad que lo asemeja a los ríos subterráneos, que se hunden en la tierra y dan la sensación de haberse agotado, pero reaparecen a cierta distancia con un caudal arrollador. Nunca me gustó la correspondencia Pedro Mir, Editora Nacional, 2013 Este libro contiene el epistolario de Pedro Mir con su hermano Luis Emilio, residente en Cuba desde 1940. El material, rico en contenido, sólo incluye veinte cartas. Es que, en palabras del gran poeta, como corresponsal no tengo grandes méritos, y agregaba: nunca me gustó la correspondencia... Es por ello que, al tiempo de constituir un entramado autobiográfico, este volumen reviste una importancia capital, dado que Mir en realidad escribió muy pocas cartas en su larga y fructífera existencia. Los temas que desarrolla son mayormente familiares, pero constantemente se asoman otros asuntos: arte y deporte, cine y actores, libros y autores, política y revolución, etc. Vale afirmar que, sobre todo, estos párrafos destilan invariablemente un amor infinito a su patria y a su pueblo. Sin lugar a dudas, estas cartas constituyen el convincente testimonio humano de una vida singular y de una época de gran relevancia histórica. ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ RESEÑAS Génesis y eclipse: la utopía de Duarte Juan de la Cruz Ediciones Ferilibro, 2013 113 CP Pensar alto, Julio Jaime Julia Ediciones Ferilibro, 2013 PC 114 “Honesto intelectual de sobria vida y pensar alto”. Así calificó don Mariano Lebrón Saviñón la vida y obra del notable intelectual mocano Julio Jaime Julia. Pensar alto define a este hombre. Pensar alto es el ethos cultural de este laborioso e incansable trabajador de la cultura. Su pensamiento es coherente con su práctica de vida. Pensó y vivió bien. Las nuevas generaciones podrán descubrir en él a un ser humano sobrio y austero, sencillo pero acucioso, investigador y maestro. Muchas generaciones de jóvenes supimos encontrar en él a un verdadero padre cultural, un padrino del saber y del pensamiento. Nos despertó los sueños. Julio Jaime Julia se ocupó de pensar. Vivió la existencia como un desafío para pensar. Fue un verdadero cultor del pensamiento. Su grandeza consiste no solamente en pensar lo que él pensaba sino en pensar lo que pensaban otros. Recoger la herencia cultural que nos legaron muchos hombres y mujeres. Supo pensar la vida de otros y encontrar en ellas el plus que los engrandece. Su tarea de compilador fue su modus vivendi. Y esto mismo delata su nobleza espiritual. Prefirió pulir con su pluma el diamante de otros, en vez de resaltar la perla preciosa que gravitaba en su propio quehacer literario. De él y su obra se puede decir aquello que decía Juan el Bautista de Jesús: “es preciso que él crezca y que yo disminuya”. En él confluyen el “pensamiento pensante” (su producción personal) y el “pensamiento pensado” (su rica producción compiladora). Don Julio vivió para pensar. El famoso “pienso, luego existo”, se hizo ser humano en su persona. Durante años he tratado de hurgar en aquel hombre, en su herencia axiológica, literaria y cultural, en tantos recuerdos que compartí con aquel que siempre estuvo abierto a las nuevas generaciones, no por un populismo literario ni una condescendencia generacional, sino porque sabía olfatear dónde iban emergiendo nuevos valores que era necesario descubrir, pulir y motivar. El fue un “escucha” literario, un verdadero mecenas de los jóvenes que buscaban “pensar alto y sentir hondo”, como expresara el filósofo y poeta español Miguel de Unamuno. Creo que su pasión consistió en la difusión de la cultura en todas sus modalidades, a través del vehículo privilegiado de la literatura, en todas sus manifestaciones. Su pasión fue compilar lo que hicieron otros, para darlos a conocer y evitar que el tiempo y el olvido sepultaran tanta riqueza literaria que pocos conocían. Tanto amó la compilación, que nos hace olvidar que detrás de ese estoico compilador había un fino y profundo pensador. Julio Jaime Julia fue un hombre que siempre pensó alto. Tenía su vista clavada en el horizonte, buscando aquello que nos eleva más allá de las circunstancias y las trivialidades. La sobriedad existencial contrastó con su derroche intelectual. Era un centinela de la cultura, un vigía atento a todos los movimientos socioculturales que iban emergiendo en el país y en el continente. Parecía con los jóvenes un verdadero Sócrates, que nos hacía “parir las ideas”, aguijoneando siempre más alto el pensamiento de los que le tratamos y aprendimos de él a ser servidores de la cultura. El nunca se consideró señor de la cultura, aunque tenía un bagaje amplísimo y meritísimo que le validaba a ser reconocido como tal. Fue simplemente, un servidor de ella, de aquel rastro que dejamos los seres humanos como patrimonio de nuestro conocimiento. ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ Pensar alto define tantos manuscritos inéditos, escritos en su vieja maquinilla y acicateado su verbo literario por ocasiones coyunturales que van desde cartas, ensayos, presentaciones, comentarios, anecdotario y puntualizaciones, que modelan el perfil de esta obra que ponemos en las manos de tantos lectores. Pensar alto es un homenaje a Julio Jaime Julia, orgullo de Moca, de la Provincia Espaillat, de la región del Cibao, del país y de toda Hispanoamérica. Don Julio representa el pensar más alto de la mocanidad. Amó intensamente a Moca, y se dedicó a recoger la gran herencia que los pueblos van sembrando con el paso del tiempo. Moca exhibe un gran acervo histórico, patriótico, literario, cultural, artístico. Porque amó a Moca, le dedicó sus más vibrantes ensayos, salidos de su alma celosa por preservar un rico patrimonio que con el tiempo se nos va escurriendo entre los dedos. Pero en sus aportes a la mocanidad, siempre fue mesurado. Su modestia le llevó a llamar a una de las obras más completas de nuestra patria chica, “Notas para una historia de Moca”. En el 2013, año del Bicentenario de Duarte, se cumplen veinte años de la partida de aquel meritísimo hijo de la patria duartiana, que amó profundamente el pensamiento del patricio y que supo defenderlo y darlo a conocer a través de su reflexión, pero sobre todo, por medio de su vida frugal, sobria, estoica, hasta cierto punto espartana. Julio Jaime Julia supo verse en el ejemplo de Duarte y consciente o inconscientemente imitar muchas de sus virtudes. Nos supo transmitir con especial ahínco la herencia duartiana, savia de la cual deben nutrirse todas las generaciones dominicanas, para que sigamos teniendo identidad como patria. Difundir la cultura fue su pasión, a través de dar a conocer lo que dijeron otros, esbozando verdaderos efluvios racionales de su pluma certera, siempre aguijoneada por auscultar los grandes valores, en búsqueda constante de nuevos paradigmas. Los que le tratamos reconocimos a un hombre que se consagró en cuerpo y alma al pensamiento, al quehacer intelectual. Un hombre que se casó afectiva y efectivamente con la cultura. Don Julio siempre anduvo “ligero de equipaje”, para saber volar alto y poder subir con agilidad las escarpadas cumbres del pensamiento. Pensar es la mayor adquisición evolutiva que ha alcanzado el Universo. Es la “noogénesis”, la esfera del pensamiento, como la llamó Teilhard de Chardin. Por eso, la raza humana, en tanto que homo sapiens, es la “flecha de la evolución”, al decir del sabio científico jesuita anteriormente citado. Don Julio es un digno representante de esa “flecha de la evolución” que es el pensamiento. La filosofía consiste, a decir de los maestros, en pensar lo ordinario como extraordinario. Si esto es así, con Julio Jaime Julia estamos delante de un filósofo existencial. El supo pensar lo ordinario como extraordinario; lo trivial supo expresarlo con exquisiteces literarias. Se convirtió en un verdadero cronista estético de la vida cotidiana de su pueblo. Vivió libre. No se apegó ni al dinero, ni al poder, ni al placer. Su único apego fue al saber, a los libros, a la búsqueda incesante de la verdad que encierran las personas y los pueblos. En tiempos de pensamiento “light”, hace falta carearse con gente que pensó alto. Es bueno zambullirse en hombres como Julio Jaime Julia, que nos dejaron un legado de pensamiento sólido, resistente, consistente. Se puede pensar trivialmente, superficialmente; se puede pensar con baja intensidad; o pensar alto, escalando cumbres, desafiando horizontes, galopando detrás de los sueños. Precisamente, eso hizo don Julio: apuntar hacia arriba, con el pensamiento en alto. Si fuera a cifrar su herencia en pocas palabras, lo expresaría así: pensar alto, sentir hondo, hablar claro, vivir libres y despertar sueños. Este libro es fiel indicador de su pensamiento alto, como tributo de recordación y admiración a ese monumento literario que es Julio Jaime Julia, Patrimonio Cultural de la República. Senador José Rafael Vargas ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ 115 CP Masa Crítica Varios Autores, Editora Nacional, 2013 Masa crítica consiste en la compilación de las Memorias del Primer Seminario Internacional de la Crítica Literaria en República Dominicana, celebrado por el Ministerio de Cultura a través de su Dirección de Gestión Literaria en 2012. El evento desarrolló cinco grandes objetivos, expuestos magistralmente en estas páginas: estudiar y analizar el desarrollo y conformación de la crítica literaria dominicana y su proceso de renovación y transformación; desarrollar hipótesis de lectura sobre los autores y sus obras, estableciendo las relaciones entre sus textos y los contextos de creación; enfocar las cuestiones fundamentales de la teoría y la crítica para aportar instrumentos y métodos de formación en los estudiantes y lectores en general, procurando la discusión de los valores, usos y pertinencias de sus creaciones literarias; propiciar la generación de producciones críticas, que arrojen luz sobre los temas esenciales de la experiencia crítica y creativa y trazar un recorrido por la narrativa, la poesía, el ensayo y el teatro dominicano, mediante la selección de un corpus textual de nuestros autores fundamentales y canónicos. Todo esto hace de Masa crítica una publicación de contenido fundamental para entender el fenómeno de la crítica literaria de la hora. ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ Pedro el Cruel Rafael Peralta Romero, Rumbo Este, 2013 PC 116 Innovación sin estruendo; renovación apacible de la narración insular. Así podríamos catalogar el nuevo producto literario del consagrado escritor dominicano Rafael Peralta Romero quien, sin los estrépitos de cadenas retóricas medio desgastadas ya por el uso indiscriminado, se manifiesta limpiamente en esta fresca forma de contar una historia. La novela de las versiones, debería ser llamada. Y con ello le daríamos el toque de distinción que merece esta obra donde, si bien no se descubre una nueva forma de narrar, se percibe la fuerza de un ingenio capaz de otorgarle nuevos bríos expresivos al oficio de escritor en el área caribeña con lo que cumple una de las funciones primordiales de todo artista: renovar constantemente el material de sus creaciones para mantener viva la capacidad de provocar asombro con ellas. Sélvido Candelaria