La conflictividad rural en la España medieval

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NOTICIARIO DE /lISTOIVA AGRARIA.
11."
12 • 199(, • pp. 13-20. © SEHA
Debates del SERA:
LA CONFLICTIVIDAD RURAL VINCULADA A TRANSFORMACIONES
POLÍTICAS, SOCIALES Y ECON6MICAS
La conflictividad rural
en la España medieval
Reyna Pastor
De las comunicaciones enviadas a esta tercera ses Ion del VII Congreso de
Historia Agraria dos han merecido ser comentadas por la relatora de la parte medieval
de la sesión. Nos referimos a los trabajos de María Isabel Alfonso Antón y Cristina
Jular Pérez-Alfaro. Ambas, encuadradas en la Plena Edad Media, aportan enfoques
de interés, que señalamos, a los que agregamos reflexiones, comentarios y algunas
críticas.
La comunicación e C. Jular se titula "Conflictos ante tenentes y merinos en los
siglos XII-XIII, ¿constestación al poder señorial o al poder regio?", y tiene como objetivo principal mostrar la conflictividad social desde la perspectiva de la acción
gubernativa sobre el territorio.
Apunta que las modificaciones en el ejercicio del poder político sobre el territorio son el resultado de la evolución específica del proceso de formación, consolidación y desarrollo de las estructuras señoriales-feudales. Vale decir que es necesario
integrar la evolución de la estructura política con la trasnformación de las estructuras
sociales (incluídas las tensiones y conflictos) de manera que aparezcan como un todo
complejo y no como algo yuxtapuesto. Esta afirmación quiere poner en cuestionamiento
estudios anteriores sobre conflictos, luchas y resistencias y, si bien es atendible lógicamente porque indica la necesidad de poner énfasis en ese aspecto políticoterritorial, olvida que estudios anteriores sobre los conflictos campesinos señalan claraTrabajo recibido en redacción: 10/9/1996.
Este trabajo es una versión de la ponencia comentada en la III Sesión del VII Congreso de Historia
Agraria celebrado en Baeza (jaén).
Reyna PASTOR es Doctora vinculada ad honorem al Centro de Estudios Históricos del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas. Dirección para correspondencia: Departamento de Historia
Medieval, Centro de Estudios Históricos, CSIC, e/. Duque de Medinaceli, 6. 28014 Madrid.
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mente, la base estructural que genera los conflictos y el porqué de los cambios y de
la dinámica de la etapa de crecimiento y de consolidación de la formación feudal en
Castilla y León durante los siglos X-XIII- que coinciden parcialmente con los elegidos
por la autora.
Para explicar la dinámica del desarrollo del poder feudal se basa -corno lo hace
en toda su obra- "en las categorías interpretativas de la propiedad y derechos en la
sociedad feudal, propiedad dominical, dominio señorial y señorío jurisdiccionalredefinidas por C. Estepa -corno fases (ni rigidas ni estrictamente en sucesión) para
explicar la dinámica del desarrollo del poder feudal, en lo que afecta a la creación del
poder de los señores y del poder superior (del rey), y, en aplicación directa a las
manifestaciones del ejercicio de ese poder- poderes sobre el territorio."
Estos enunciados y propósitos merecen algunas reflexiones. En primer término,
los conflictos ante tenentes y merinos, aunque hayan sido variados, representan por
una parte conflictos específicos de "los dependientes" frente a los oficiales territoriales, y por otra, se dirigen a lo que éstos representan, el poder de la clase señorial,
incluído el rey. Y aunque el título del trabajo parece enunciarlo así, no queda claro,
que se tengan presentes las dos manifestaciones posibles, la inmediata, en la que
villanos y campesinos visualizan a los funcionarios como sus enemigos directos y se
quejan por ello al rey, y la indirecta,en la que no hay posibilidad de hacerlo así pues
los funcionarios representan, en presencia y legítimamente, al poder 1.
Jular dice que intentará plantear el problema enunciado, priorizando las respuestas de los dependientes en general frente a la acción de los oficiales territoriales,
tenentes y merinos, de los siglos XII Y XIII, desde las bases que proporciona el marco
comparativo en dos planos: el de lo local, comarcal/ central y el que surge de focal izar
éste en territorios de Castilla/León antes y después de la unión en un solo reino.
Observa que no se estudian los conflictos en si, en su significado como parte de las
relaciones sociales feudales entre las clases, sino como expresión del desarrollo del
poder de la monarquia y la nobleza que los oficiales representan. Por tanto estamos
frente a un desplazamiento del objetivo con relación a los estudios que parten de la
dialéctica social, a un enfoque que parte desde arriba, desde una de las formas de
la organización de ese poder, sus expresiones y problemas. De allí la desconformidad
que la autora demuestra con relación a enfoques de historiadores como Pastor y
Mareta que han basado sus análisis sobre los conceptos básicos del materialismo
histórico como el de lucha de clases.
Otra reflexión que me parece importante es que si la autora, como dice, considera que el proceso de diversificación-complejización de las formas de propiedad
Pensamos que esas quejas contra merinos y otros oficiales de los campesinos, relativamente
frecuentes en la documentación, se explican,en gran medida por la percepción directa del
"enemigo inmediato" y concreto que realiza "los abusos". Abusos que pueden impulsar a la
acción colectiva violenta de la comunidad como es el caso astorgano de la villu/am de la
Matanza en el que los "rústicos" dieron muerte al sayón real en el año 1046.(Florez, P España
Sagrada,t,XVI,pag 17, "Ecrituras de Astorga", doc XVII) Esta no es una explicación psicologista,
se etiene a realidades, la del desconocimiento de las disposiciones y de la lejanía de los
poderes más altos que sólo se hacen concretos por la presencia de los funcionarios.
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feudal y de territorialización constituyen la base del desarrollo del poder, en el que
queda inserto el de los oficiales que estudia, parte de una consecuencia y no, como
a mi juicio es necesario hacer, de la naturaleza misma del poder, es decir de las
relaciones sociales que va generando dialécticamente, de las que son una consecuencia, entre otras, las formas de territorialización en todos sus formas y cambios.
Resultado de lo anterior es que, al estudiar sólo los cambios políticos y sociales que
los oficiales representan con relación al desarrollo de la monarquía y de la nobleza,
atiende a los cambios organizativos y complejizadores del poder político y no a la
naturaleza de los conflictos.
Para Jular, las normas sostenidas por agentes del poder superior representan
lo estático, mientras la propuesta, la tensión, constituye el elemento dinámico, el
progreso. Por ello las soluciones explicativas al conflicto deben discurrir por más de
una vía que se sitúen entre las manifestaciones concretas y el estado latente, lo
resuelto con violencia y lo solucionado con acuerdo.
Estamos aquí ante las dos formas ya estudiadas por varios historiadores con
relación a los conflictos sociales: las luchas y las resistencias. El empleo por la autora
de los términos estado latente -suponemos que de disconformidad permanente o
prolongada- parece a mi juicio muy impreciso si la intención es tomarlo como un
concepto. Cuando aumenta su grado se presenta como tensión, la que lleva a la
resolución del conflicto por acuerdos (via jurídica). La luchas concretas quedan fuera
de esta análisis.
Jular propone unas ideas, a tener en cuenta, que afirman su base conceptual
como que, las soluciones pactadas que provienen de la utilización de la via negociadora son un medio del poder del rey y del señorial para sostenerse (consolidarse y
transformarse) y representan a la vez un mecanismo de ajuste y de control social.
Las estrategias de los señores tendentes a la consolidación de su poder fueron
diversas y deben ser estudiadas en sus aspectos particulares. Porque en la resolución
de un conflicto pueden aparecer varios intereses señoriales o reales diferentes pero
conjuntados en la solución. Solución que afecta, al par pero de manera diferente, al
desarrollo del poder real y al del dominio señorial y marca una evolución en el control
del territorio por ambos poderes, cada uno a su medida. Este tipo de convenios es
propio de una de las fases de la evolución de las estructuras feudales. El ejemplo de
las revueltas burguesas de Sahagún del siglo XII es ilustrativo. Restituído el poder el
rey devuelve los bienes al monasterio, pero en los fueros dados a la villa concede la
existencia de dos merinos, uno para los francos y otro para los castellanos (recordamos que ya los había dado Alfonso VI) lo que representa el triunfo de ciertas
reinvindicaciones del concejo referidas al aumento de sus competencias pero respaldadas por su señor, el rey, en la figura de sus merinos. El rey ejerce de esta manera
un poder más controlado sobre la villa.
Progresivamente -siguiendo este razonamiento- cada señor tiene y cambia su
"discurso político" según avanza la construcción del reino de Castilla y sus procesos
de territorialización. Observamos nosotros que estos análisis llevan a conocer más
el entramado cambiante y adaptitivo que utilizan los agentes del poder feudal con
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capacidad efectiva sobre el territorio que el sentido, reivindicaciones, formas de
organización estable y de resistencia de los protagonistas: comunidades, campesinos, dependientes, concejos,etc. Ya lo dijimos, es como variar el objetivo y ver el
conflicto desde el poder y sus agentes. Ver el sentido de las soluciones y no el porqué
y la razón de los conflictos, que son, a mi juicio, la parte más explicativa del conflicto
feudal. Pese a esta observación, las reflexiones de Jular sobre las adaptaciones,
transformaciones y variaciones relacionadas con la territorialización y a los agentes
del poder son innovadoras y deben tenerse en cuenta y diríamos que sumarse al
entramado explicativo.
Siguiendo esta linea propuesta por Jular es necesario prestar atención a la red
de agentes territoriales que actúan en cada territorio. Resulta obvio destacar el peso
que tienen en la resolución de los conflictos. Existe, en primer término, una red vertical
de agentes con distintas competencias sobre el territorio: de aldea, de villa y su
término o de jurisdiccion de distritos más complejos; en segundo término, hubo una
red que podría calificarse de horizontal, de oficiales de rango similar, los merinos,
administradores con los que cada poder contaba en sus dominios.
Las redes verticales se hicieron más complejas y la diversidad y especificidad
de los oficiales más diferenciadas y jerárquicas a medida que el poder político feudal
se fue complejizando. De allí las diferencias de funciones y de categorías de los
oficiales intervinientes en los juicios según su importancia y calidad.
Ello implicaba diferencias en el conocimiento y la aplicación de las normativas
de acuerdo con las jerarquías de los funcionarios de los pleitos y sus protagonistas.
Lo que dio lugar a distintos tratamientos sobre un -aparentemente- mismo conflicto,
según la calidad social y política de sus protagonistas.
Esta diversidad de normas vigentes, su imprecisión, su ambigüedad, ocasionaba que fueran interpretadas de diversas maneras. En esas interpretaciones no intervenían factores estrictamente legales sino políticos, de poder, y los oficiales reales y
señoriales, como delegados directos (y también indirectos cuando aumentaron las
complejidades) procedían de acuerdo con las presiones y cambios del poder que
representaban y, a veces, según sus propios intereses.
Todo este apartado de los "mediadores", sus procedencias, carreras, cargos,
otras actividades, patrimonios, riquezas, merece, como la indica C. Jular, ser investigado, en sí, pero también en el cuadro de los conflictos.
Esta propuesta es muy atendible, pero no debe dejarse de lado el conflicto en
sí, su significado y el alcance (en todos sus aspectos) de la resolución de los mismos
expresados por vía legal. Porque el estudiar sólo los cambios políticos y sociales que
los oficiales representan en el desarrollo de la monarquía y de la nobleza, atiende a
los cambios organizativos y complejizadores del poder político y no a la naturaleza
de los conflictos.
Queremos destacar que Jular ejemplifica sus tesis con dos conjuntos de tres
documentos cada uno. El primero se refiere a conflictos francamente interseñoriales,
en el segundo se propone buscar "también la componente antiseñorial y desplazarse
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a un nivel más local más aproximado a la vivencia de los dependientes. En el segundo
grupo aparecen claramente afectados campesinos y pecheros, en el primer documento se mencionan los daños sufridos por veinte personas nombradas a manos de un
"malhechor feudal" y su banda. Éste devuelve gran parte de los bienes al obispo de
León de quien eran dependientes los afectados y recibe de dicho obispo un prestimonio.
Pese a la presencia de campesinos afectados, consignados en los tres ejemplos, las soluciones se acuerdan entre los poderosos, según sus conveniencias, por
lo que, a mi juicio, son también conflictos interseñoriales. Ouedan por estudiar los
antiseñoriales y más aun los antioficiales.
María Isabel Alfonso, sostiene en su comunicación que "la definición normativa
de la relación señores/campesinos se da en los procesos de negociación y conflictos
continuados, que el derecho, por tanto no es un mero atributo del poder, sino que
contiene límites para su ejercicio legítimo. Discute lo que señala como la "interpretación generalizada, que ve al campesinado medieval sometido a sistemas normativos
que le son ajenos, por impuestos desde arriba" y, al examinar especialmente diferentes fueros locales, que son resultado de procesos judiciales entre concejos y sus
señores, argumenta que la lucha judicial del campesinado estaba directamente relacionada con esa conflictividad más cotidiana "que calificamos de resistencia, pues la
resistencia también se expresa en el campo legal, en la lucha por la definición de
reconocimiento de sus derechos. Es en la interacción entre ambas donde se ha de
buscar los rasgos más específicos de su acción política". Estamos de acuerdo con
estas ideas pero observamos que no son novedosas ya que están desarrolladas,
puede ser que sin recalcarlas especialmente,en otros estudios.
La autora critica que autores como R. Hilton, Reyna Pastor y Martín Cea, a
quienes cita expresamente, asuman como un hecho la sumisión 2 del campesinado
a sistemas normativos que le son ajenos por impuestos desde arriba. Concretamente
cita a R Hilton cuando dice "que el sistema jurídico da todo el poder a la clase
dominante" y a R Pastor cuando afirma "que el derecho por tanto, fue, en la mayor
parte de los casos, una ficción jugada en favor del poder feudal. ..ya que estaba
construído por y para esa clase".
En lo que respecta a mi afirmación sigo sosteniéndola, dado que se trata de
una reflexión general que se refiere a todos los tipos de conflictos y luchas campesinas sostenidos en la época del crecimiento y consolidación de la formación feudal
en Castilla y León en los siglos X-XIII. Vistos desde una larga duración (que puede
prolongarse a la historia posterior) sigue pareciendo aceptable la afirmación. Lo mismo opino que es válida la afirmación de R. Hilton citada en este artículo sobre que
"los límites del poder no vienen de series reconocidos al campesinado sino de la
fuerza de sus resistencias". ¿Cómo negar que sobre ese campesinado se ejerció la
coacción extraeconómica y cómo negar que los límites emanaban fundamentalmente
Este término parece forzado pues se trata de sujeción y no de sumisión. Las obras de Hilton
y de Pastor al menos lo demuestran. (El subrayado es mío).
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del interés de los señores por mantener a su campesinado productivo y aceptando su
impuesta condición?
Alfonso, restringe su campo de observación a los fueros dados por señores a
campesinos y a algunos pleitos, resultado de una "conflictividad más cotidiana" que
califica, como lo he hecho hace años de resistencias campesinas. Que éstas se
expresan en el campo legal no es una novedad. Tampoco lo es decir que la
formalización judicial de las demandas campesinas contra el señor hemos de entenderlas como un momento del proceso conflictivo más amplio y extenso en el tiempo,
como un medio para resolver las tensiones y como una estrategia para conseguir unos
objetivos que no siempre aparecen formulados claramente es perfectamente deducible. Añado por mi parte que la acción de las comunidades campesinas al presentarse
a los "tribunales" o al conseguir, por caminos, judicialmente no siempre aclarados
para el investigador, acuerdos, pactos y ventajas de los señores, es conocido 3. Nadie
ha negado que la sociedad feudal y su período absolutista fue una sociedad contractual, por lo que todos los sectores sociales, hasta los más desprotegidos, tenían
derechos explícitos, parcialmente desde los primeros siglos feudales y formalmente
desde el siglo XIII. Otra cosa es su aplicación y el mantenimiento de los derechos por
poderes avasalladores y coactivos a los que se suman, como demuestra Jular, el de
oficiales diversos sostenidos por los poderes, los que, a su vez, se estaban labrando
su espacio social y político.
En mi libro sobre las resistencia y las luchas campesinas (perdón por citarme
pero en este caso parece imprescindible) dedico la parte final a: Los logros, de los
campesinos, por supuesto, que se ven claramente: 1) con relación al cumplimiento de
las sernas y otros trabajos y 2) en la obtención de los "fueros buenos". Ambos demuestran cómo quedaron plasmados en documentos de carácter jurídico las negociaciones y los beneficios que, en cada caso, los campesinos lograron obtener de los
señores. A veces a partir de sus peticiones, otras, como acto de buena voluntad y
de amor por parte del concedente 4.
Pese a que Alfonso hace hincapié en el hecho jurídico en sí, en su uso en el
logro del pacto y no en su contenido, pienso que éste es muy importante y no debe
dejarse nunca de lado para comprender el verdadero significado del mismo y de allí
la relevancia del hecho jurídico en sí. Y al hilo me pregunto: ¿Cúal fue el grado de
equilibrio entre lo demandado y lo otorgado? ¿Existió siempre un equilibrio, un pacto
en que las dos partes cedían, y conseguían lo que para cada uno era justo? ¿La via
legal logró consolidar más el poder y la coacción o se lograron a través de ella pactos
justos para los campesinos? ¿Cómo se puede afirmar que hubo justicia en los
pactos si sólo se conocen documentos finales resolutivos labrados por los agentes del
poder en todas sus especies? ¿Hubo distintos períodos en los que variaron las posi-
Sin embargo es peligroso basarse siempre en "los ejemplos seleccionados" puesto que a un
número de documentos resueltos aparentemente a favor de los campesinos puede oponerse
otro en los que resultan perdedores.
Reyna PASTOR. Resistencias y luchas campesinas en la época del crecimiento y consolidación
de la formación feudal Castilla y León, siglos X-XIII. Madrid, Siglo XXI, 1980, pg. 235.
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La conflictividad rural en la Espu ñ« medieval
bilidades de los grupos sometidos a distintas dependencias de manera que sus demandas, emergidas de sus necesidades vitales, cotidianas, fueron parcialmente atendidas y se mejoraron las condiciones de los pactos? No cabe duda sobre esto último.
Recordemos el ejemplo que desde fines del siglo XII y primeros del XIII nos dan las
comunidades campesinas que obtienen los "fueros buenos". Pero los entendemos no
sólo como expresión de las posibilidades campesinas de acceder a la jurisdicidad y
de lograr ser atendidos en sus demandas sino también como el logro real de "ser
escuchados". Sin embargo lo fueron por motivos muy complejos, que pueden explicarse porque tuvieron lugar en una fase general de desarrollo (lo que significaba apertura en todos los campos), hasta por factores más particulares correspondientes a las
unidades políticas amplias y aún a las locales y microlocales.
Parece necesario hacer un estudio integral de los condicionamientos económicos, sociales y políticos que hicieron posible esas concesiones, con especial ciudado
de éstos últimos, menos explicados hasta ahora.
Algunos de estos documentos, pactos u otras denominaciones, las explica
Alfonso, como partes del sistema de don y contradon. Pienso que es posible aplicarlo pero con mucho cuidado, puesto que si bien estamos en una sociedad contractual
como fue la feudal, estamos también en una sociedad de clases organizadas fundamentalmente por la capacidad de coacción señorial, por lo que estimo que se puede
hablar de pactos desiguales y de dones-contradones también desiguales, bien
distintos de los que han sido estudiados por los antropólogos para las culturas "primitivas" o más simples "Muy distinto es también, a mi juicio, por ejemplo,el juego del don-contradón
que se establece intraclases y en el seno de las comunidades al acordar contratos
matrimoniales o cambios diversos entre campesinos que los que se establecen por
prestaciones económicas con los señores resultado, a veces, de largas negociaciones. Aunque parezcan éstas favorables a los campesinos no debe olvidarse que
tienen como origen la coacción feudal y no representan un contradón equilibrado.
Habría que poder probar teórica y empíricamente que existieron esos pactos aceptados corno justos por ambas partes (aunque no lo parezcan a nuestros ojos actuales).
Ello no quiere decir que no existiera consenso ante las circunstancias ya impuestas (así corno su otra cara, la violencia). El transcurrir cotidiano acababa por
crear el consenso 6.
Por otra parte resulta ilustrativo observar para abonar en lo que decimos, que la mayor parte
de los litigios forales, contiendas,etc, elegidos por I Alfonso para su texto, parten de la
desconformidad, desavenencias o demandas campesinas ocasionadas por el avasallamiento,
la violación de acuerdos anteriores,etc, que el Monasterio de Sahagún, o un milite
encomendero, ejercían sobre comunidades campesinas dependientes.
Reyna Pastor. "Consenso y violencia en el campesinado feudal", En la España Medieval,
Madrid, Universidad Complutense, TV, 1986, pp. 731-742. Quien toma los puntos teóricos de
Maurice Godelier, "La part idéelle du réel. Essai sur I'ideologie", L'Homme, XVIII (3-4), 1978,
pp 155-188.
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Reyna Paster
En las últimas páginas de su trabajo l. Alfonso hace referencia al "contenido
conceptual -que asume- de repertorio o contexto normativo desarrollado por
antropólogos como Comaroff y Roberts y Scott. Razonar en términos de contexto
normativo, supone hacerlo teniendo en cuenta un conjunto amplio de reglas y principios, de valores de distinto carácter, en parte producto de las condiciones materiales de producción y arraigado en las prácticas materiales corrientes, no externo a los
actores sociales sino fruto en sí mismo de un conjunto de interpretaciones divergentes
acerca del orden social. Es en ese contexto que se puede hablar de "uso social" del
derecho en la medida que constituye el material para la construcción de un "discurso
normativo" bajo el que se presentan demandas e intereses contrapuestos".
Por nuestra parte consideramos que estas teorías de "economía moral" tienen
interés aplicadas al análisis histórico -lamentablemente casi sólo enunciadas en este
trabajo-o La teoría de J. Scott (1985), apuntamos, tiende a un análisis de la "adversión
al riesgo" como fenómeno cultural y sostiene que hay una "ética de la subsistencia"
en la base de los arreglos económicos y sociales dentro de las comunidades
precapitalistas. Además la interpretación de la "economía moral" se dedica sobre todo
al análisis de los "principios culturales" capaces de unir y trasferir las elecciones
individuales de subsistencia y seguridad a las organizaciones colectivas, etc.
Parece una posición teórica a desarrollar históricamente -cosa que en este
trabajo está sólo apuntada brevemente-, sobre la que luego podrán hacerse reflexiones y comentarios.
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