Doña Bárbara

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EL LLANO ES UN OJO EN LA MEMORIA
Desde 1969, año en que Franz Ortiz Castañeda llega a Barquisimeto, los
amigos y alumnos conocen a un hombre que persiste en ser llanero. Lejano al
estereotipo que lo identifica con toros coleados, machista y bebedor, Franz se
esfuerza por dar a conocer unas formas de expresión, unas manifestaciones
culturales y un concepto de la vida que irá dando sentido y forma a su poesía.
Ortiz Castañeda es un defensor de la rica tradición oral de esa región de
Venezuela que han cantado -con otros acentos- hombres como Arvelo Torrealba
pero que arranca de un mundo en que los elementos poéticos existen como el sol,
como el infinito, como las lluvias.
En el presente trabajo, UMBRAL ha recogido otro aspecto de la actividad
literaria de este maestro. El ensayo de la obra de Gallegos es otro pretexto
intelectual para desarrollar ideas que ya han sido planteadas en su poesía. La
persistencia está allí: la tradición oral del pueblo llanero puede trascender -y
ascender- a formas de expresión más ricas, más dinámicas, más rigurosas.
Arrancó de un punto el poeta: las conversas. Aquellas que oyó desde la infancia
en La Libertad, esa porción de mundo donde la tarde se encendía de luceros y de
ojos alrededor de la bodega. La bodega de su padre fue la primera fuente de sus
versos. Las conversas con él y con los peones de los latifundios hicieron el camino
hacia la magia de la poesía. Su padre mismo fue peón de llano, arriero, baquiano,
dueño de bodega y, por sobre todo, quien puso a Fram en busca de respuestas a
misterios que no la tienen. Y como no hay respuestas para la vida, la muerte, la
soledad, la lluvia, el silencio*, el poeta, el ensayista y el maestro siguen buscando.
El llano es un mundo que enciende la imaginación. La tierra extensa es el
infinito mundo de la magia. Las horas que los llaneros pasan conversando en la
bodega serán la fuente para comprender la honda y clara musicalidad de la
tradición oral llanera. Serán también el núcleo de las primeras interrogantes.
Dedico
a tos jueces que tuve
en el tribunal de Maracaibo
y a tos jueces que tuve en el
Instituto Pedagógico de Barquisimeto,
aunque de los dos grupos prefiero el
del Zulia.
Dedico especialmente
a Naudy Enrique Lucena
quien cambió a la Poesía y su Autenticidad
por la "verdad" del juez.
"Fue presintiendo que ningún entendimiento sería
posible entre aquel universo y yo, con toda mi naturaleza
irracional en la defensa, que forcé violentamente la memoria".
Adonias Filho
El mundo como la palma de una mano. Una sola extensión y tantos
caminos en salto. Los sueños van y vienen como agitando la derrota. No se
sobrevive en la seguridad. Todo el cuerpo y la geografía en el canto maravilloso
de los dados. ¿Cómo pensar el llano en la concreción de una imagen?. Nunca nos
pertenece, pero siempre es el mismo acecho en nosotros.
Es imposible hablar de él sin que nos pase nada. Oír la voz que dice llano
y entonces somos una gran apertura, una pregunta sacudiéndonos el interior y los
alrededores. Así y solamente así queremos acercamos a una visión de la llanura.
Vamos con la palabra heredada, con la compañía de tantas voces, sin que la
escritura niegue su voz. Una escritura, esta escritura, nuestra escritura debe ser
la continuidad de la conversación, letra y voz en juntura, que la palabra en dibujo
muestre los rostros de los hombres y de todos los elementos que lo acompañan,
que la cosmogonía aliente la exactitud de una vivencia, de una geografía, de un
gusto, de un creer, de una manera de vivir en la particularidad de su forma.
Doña Bárbara, la de Rómulo Gallegos, es una manera de ver y de contar el
llano, es un metro positivista para medirlo, una novela que no negaría otras
novelas, una crónica al lado y al frente de otras crónicas. Ella mismo dentro de sí,
enfrente unas bifurcaciones, unos choques, unas "oscuridades". En algún sitio,
en algún pasaje, cuando el corazón se rebela y se adueña de todo, entonces la
razón con su medida exacta se pierde. Luzardo, esa dimensión de lo que Gallegos
desea, también revienta la alambrada, la cerca galleguiana, la idea cerrada de que
los personajes pueden ser poseídos en el relato. Luzardo se enllana y esgrime la
violencia, defiende su individualidad frente al novelista y dispara contra. El
Brujeador. Lo mata en el convencimiento de que se juega su libertad. Gallegos no
permitió rebelión alguna, a partir de ese lance dedica su novela a limpiar a
Luzardo de "pecado". Y esta forma de conducir el relato nos permite atrapar y
definir su novelística, ubicar a Doña Bárbara frente a otros relatos sobre el llano.
Así las cosas, tienen cabida aquí todos los peones del llano con sus relatos
y sus cantos, las voces que pueblan el mundo del bajío, cantado y contado por
José León Tapia en LA MÚSICA DE LAS CHARNELAS, las crónicas de
Carpentier, Ovalles, Acosta Saignes, Inocente Palacios y las trescientas cantas
llaneras recogidas por González Bona.
La idea de partida es DONA BARBARA O UN MUNDO DESDE LA
COLOQUIALIDAD DEL PEÓN DE LLANO; pero ese peón de llano que nos
pueden representar Antonio Sandoval, Venancio (el amansador), María Nieves (el
cabrestero), Juan Palacios (Pajarote), Melquíades (el brujeador), Carmelito,
Balbino Paiva, Remigio y Juan Primito es el símbolo y la concreción de un mundo
y
de una expresión cultural que ellos no agotan. Necesitamos pensar en la
totalidad de una historia y de una geografía cultural, que Gallegos por su
parcialidad positivista no pudo "conocer" totalmente. Por eso es que pensamos en
el peón que Gallegos no entrevistó, no vio, no oyó, en el llanero " cimarrón " que
se jugó la piel en las montoneras, en la Guerra de Independencia y en la Guerra
Federal, ese que vive su nostalgia por el galope al horizonte y por el desmonte de
la cerca cultural.
Quizá, por lo ambicioso de la búsqueda, no alcancemos los límites
propuestos. Lo que más nos importa por ahora es iniciarnos y ubicar nuestra
dirección.
ORALIDAD Y COSMOVISION
"Tus singulares visitantes, cada uno con
una historia transparente en la leyenda"
José León Tapia
Nombran el llano como nombrar una parcela o una isla del país. Así
también, hablan de los Andes, de Oriente, de Guayana, de Barlovento y de
Caracas. Nombren estas regiones culturales y se les aísla para petrificarlas en
imágenes turísticas, en ideas detenidas sobre sus costumbres, sus paisajes, su
arte culinario, su música, sus hombres y sus formas de ser. Luego, "la patria" se
convierte en un "mosaico geográfico cultural" -como lo llamara Efraín Hurtado
totalmente incomunicado. Se niega así, la más antigua de nuestras caras, nuestra
verdadera razón de ser: ese mosaico disímil, complejo, mestizo en el pasado y en
el presente, pluricultural, definitivamente integrador y revelador de nuestra
personalidad colectiva.
El llano es el llano en su especificidad geográfica y cultural; pero es el llano
de Venezuela. Una tierra con ese rostro que tantos han descrito, incluso podemos
aceptar, con una fuerza extraña que mata o que cobija; pero es el llano que se
entregó a perseguir la libertad en el país. Es el llano que cría y siembra, para que
coma y guste todo hombre de aquí. Es el llano de dos largas estaciones
antagónicas y en esa inmensa lucha lo definen. El llano que se acuna en los
barrios al margen de las grandes ciudades del país. Ese mismo llano que muy
bien define Alberto Arvelo Torrealba en una CANTA :
"Como enseda el verso humilde
sus hilos de pueblo y alma,
cómo va de pena en pena
y de guitarra en guitarra". (1)
El pueblo llanero se reconoce y se da a conocer en la sencillez de su voz.
Su palabra puede ser un remanso o una tolvanera. Siempre cuentan y cantan todo
su movimiento vital, si el tiempo lo permite; porque también hay tiempo de
ensimismamiento, de inmensa soledad sobre sí. Un hombre del bajío le contó en
una conversa a José León Tapia :
"Toda esta sabana, los chaparrales, las lagunas, los caños, el cielo, su sol y
su luna, han sido mi vida. Aquí nací y aquí mismo me hice hombre entre tanta
soledad. La soledad es buena compañera si se le pone cariño. La vaina es
acostumbrarse a ella conversando con el pensamiento. Con el tiempo es bonito
eso de quedarse en el silencio, recordando en esta tierra desolada pero llena de
misterios. Entonces se vienen en tropel hasta los propios muertos y el sentimiento
se le aprieta a uno en el corazón para sumirlo en la quietud. Por eso aquí terminan
los hombres hermanándose con la sabana". (2)
Aquí está la carta magna de la sensibilidad del pueblo llanero, su llaneridad,
el ciclo limpio de su pensamiento, el revuelo de su querer, la creencia en que su
cuerpo debe hermanarse con la tierra en el corazón de esa geografía distinta
encargada de definir su mundo. Son estas las razones que aporta el llano a la
construcción de "una patria" en espera. Su soledad, su bravura y su secreto
siguen sien do una presencia extraña en el proyecto político y vivencia! del país.
Es imposible, en un Estado extremadamente centralista como el Venezolano,
lograr que sus Regiones Culturales jueguen el papel que les corresponde en el
proceso de desarrollo. Un país pluralista, necesariamente debería comprender su
proceso económico en la dinámica de esa Variabilidad Regional. Y esta región tan
vasta y desolada que es el llano espera su incorporación, su reconocimiento. Pero
para que se incorpore debe llamarse y recibirse tal cual es, con su estricta
personalidad, con ese cuerpo fluvial, celestial, arbóreo, barrialoso, reseco, solo,
musical, poético, lúdico, conversador: definitivamente integrado por su naturaleza,
sus hombres y sus sueños.
La larga historia de "este llano" es una historia de resistencia. Alejado de
los centros industriales, de los centros universitarios, de los centros asistenciales,
de las instituciones centralizadoras del poder, viviendo sus propias contradicciones
sociales. Y en esa resistencia, el pueblo se ha mantenido con su antigua Tradición
Oral. Tradición que ha sido fundamental en el desarrollo de su mermada
economía, de su historia, de su música, de su poesía, de su educación, de su
medicina natural-popular, de su rica literatura oral.
"Y es ese universo cerrado y confundido, donde el hombre y la naturaleza,
donde la vida y el mito, donde lo sagrado y lo profano se encuentran
indisolublemente ligados, el que la oralidad tendrá por privilegio divulgar.
La
tradición oral es el museo vibrante y sonoro (y sin duda "imaginario") de la
permanencia del ser. Su forma y su contenido son la poesía misma. Sin duda, al
principio utilitariamente, porque el canto es cándido es una disciplina memotécnica
que garantiza la fiel transmisión del mensaje. Pero más fundamentalmente, porque
la poesía se identifica con la esencia misma de la fuerza vital". (3)
Estas ideas de Guy de Bosschere para referirse al caso de la tradición oral
en el África, son perfectamente aplicables al mundo tradicional llanero. Pues es
innegable, aún hoy en 1985, que "ese mundo vibrante, sonoro e imaginario" se
mantiene. Ha sido él, fuente bondadosa en el desarrollo de la música y la literatura
nacionales: así como la tradición oral latinoamericana ha sido fuente para el
desarrollo de su narrativa, de su poesía, de su música y particularmente para el
levantamiento topográfico de sus raíces históricas. Son innumerables los casos de
autores latinoamericanos que reconocen y difunden las fuentes tradicionales de
sus obras. Demostrando con esto, que en nuestro continente, en "Nuestra América
Mestiza", la oralidad no es extraña a "una escritura", o mejor dicho, aquí la
tradición oral se prolonga y se fortalece, axiológicamente hablando, en un proceso
literario concreto.
La oralidad no sólo ha sido frente de nuestro proceso literario, sino que ha
sido también fuente, de nuestra más auténtica expresión musical.
Cómo no recordar ahora el reconocimiento que en "Los Pasos Perdidos"
hace Alejo Carpentier a la música de nuestros llanos y a la sólida Escuela de
Tradición Oral donde se forman nuestros músicos populares :
"De pronto, como salido de la noche, un arpista se acercó al mostrador.
Descalzo, con su instrumento terciado en la espalda, el sombrero en la mano,
pidió permiso para hacer un poco de música. Venía de muy lejos, de un pueblo
del Distrito de las Tembladeras, donde fuera a cumplir, como otros años, la
promesa de tocar frente a la iglesia el día de la Invención de la Cruz. Ahora sólo
pretendía entonarse, a cambio de arte, con un buen alcohol de maguey. Hubo un
silencio, y con la gravedad de quien oficia un rito, el arpista colocó las manos
sobre la cuerda, entregándose a la inspiración de un preludiar, para
desentumecerse los dedos, que me llenó de admiración. Había en sus escalas, en
sus recitativos de grave diseño, interrumpidos por acordes majestuosos y amplios,
algo que evocaba la festiva grandeza de los PREÁMBULOS de órgano de la Edad
Media. A la vez, por la afinación arbitraria del instrumento aldeano, que obligaba al
ejecutante a mantenerse dentro de una gama exenta de ciertas notas, se tenía la
impresión de que todo obedecía a un magistral manejo de los modos antiguos y
los tonos eclesiásticos, alcanzándose, por los caminos de un primitivismo
verdadero, las búsquedas más válidas de ciertos compositores de la época
presente". (4)
Se reconoce aquí, una fuente de tradición oral generadora de la expresión
musical de un pueblo, destacándose especialmente su parentesco con la tradición
musical universal y la complejidad de su técnica, lograda en un proceso de
desarrollo muy particular.
El maestro Carpentier destruye aquí, la discriminatoria tesis del Ingenuisrno
Artístico y determina con sabio estudio, cuál es la "metodología" de una escuela
popular de música, en qué historia de la música se basa esa escuela, cómo se
alcanza el dominio técnico, cómo se es un músico de raigambre tradicional sin
dejar de cultivar un reconocible virtuosismo, cómo se comunican las expresiones
artísticas del universo a través de la palabra de la boca.
Nos interesa destacar, comentando la cita de Carpentier, la idea -tan válida
y tan lograda por él en toda la extensión de su obra- de la unión: Literatura y
Música, Música y Novela, Música y Poesía; porque en el llano, al igual que en las
otras Regiones Culturales del país, la música, el relato y la poesía son una unión
que determina el quehacer y la manera de ser de sus hombres.
Así le llegamos a Doña Bárbara. Después de estos deslindes, vamos hacia
la encrucijada principal de nuestro camino,
DOÑA BARBARA O UN MUNDO
DESDE LA COLOQUIALIDAD DEL PEÓN DE LLANO
Cuando Gallegos llegó al Apure con el proyecto de La Coronela, los
personajes estaban hechos, sus historias y sus voces tenía ya, existencia en la
escritura. El viaje al llano sería un viaje relámpago que Gallegos describe así, en
su prólogo para la Edición Aniversaria de Doña Bárbara en 1954 :
"Estaba yo escribiendo una novela cuyo protagonista debía pasarse unos
días en un hato llanero y para recoger las impresiones de paisaje y ambiente, fui
yo quien tuvo que ir a los llanos de Apure, por primera vez, en el dicho abril de
1927." (5)
Ese corto viaje cambió totalmente el proyecto, después de que Gallegos fue
sacudido por la fuerza telúrica y cultural del llano.
En "Cómo conocí a Doña Bárbara" nuestro novelista cuenta:
"Llegué, adquirí amigos y al atardecer
estaba junto con ellos en las afueras
de San Femando. Gente cordial, entre
ella un señor Rodríguez, de blanco
pulcramente vestido, de quien no me
olvidaré nunca, por lo que ya se verá que le debo". (6)
Luego confiesa que ese señor Rodríguez le fue entregando, por la vía del
relato, con el movimiento signico de la vieja tradición oral llanera, a muchos de los
personajes y las historias que constituirán el mundo fundamental de Doña
Bárbara.
Gallegos está diciendo en este prólogo, cuáles son
las fuentes de su
novela y cómo la tradición oral en Latinoamérica y en Venezuela, constituye un
soporte fundamental en el desarrollo de la Literatura del Continente.
En el contacto directo -aunque ligero- con el llano, el novelista encuentra en
la fuerza coloquial de la conversación de los peones de hato, la materia prima de
su relato, la poesía extraña y misteriosa que hará temblar su seguridad positivista,
las tantas interrogantes que no podrá resolver en Doña Bárbara y que lo llevarán,
en un innegable avance novelístico hasta los caminos de Florentino, el
"CANTACLARO" de su novela posterior.
El respeto por "los peones de llano" es grande. Ellos son los mejores
representantes de su mundo. Ellos lo conocen, lo viven, lo cuentan, lo padecen, lo
cantan. En ellos encontramos la vivencia del juglar, el poeta popular que crea su
CANTO y su CONSEJA en los linderos inseparables del mito, la realidad y la
invención cotidiana. El canto, la música, el relato y la sabia contemplación del
mundo se mueven siempre, al sólido ritmo del trabajo, en una integración de la
producción material y los vuelos sedientos del espíritu.
A esos juglares-peones -Pajarote, Carmelito, Antonio Sandoval, María
Nieves, Melquíades- Gallegos los recuerda en un reconocimiento meritorio por lo
que le entregaron y por lo que cada uno pasa a representar en su obra:
"A todos ellos... les tengo en las predilecciones de mi afecto a mis
personajes buenos". (7)
Pero frente a la experiencia literaria y a la experiencia vital nos
preguntamos ¿qué es un peón de llano, cómo vive, cuál es su mundo y qué
pensamiento lo alimenta.
En Doña Bárbara: Pajarote, Carmelito, María Nieves, Venancio, Melquíades
y Antonio Sandoval, representan muy bien al peón de llano; aún medidos en el
Patrón Positivista Galleguiano que les impone mostrarse abiertos, comunes,
fabuladores, mestizos, representantes de una clase, totales como son. Sus voces,
son esas voces colectivas que se expresan para delinear una filosofía, un mundo y
la manera de ser particular del llano. En ese coloquio que los caracteriza, se dibuja
la personalidad del individuo y la personalidad del pueblo llanero.
Pajarote o Juan Palacios habla para que conozcamos de solidaridad, para
que sepamos que en la sencillez de su ser, vive la hondura de una entrega. Es él,
la muestra más concreta de que la lealtad existe y de que cuando el hombre
empeña su palabra, defiende el compromiso con su vida :
"Conmigo puede contar -dice a Luzardo- para todo lo que se le ofrezca,
porque yo no soy sino lo oye se me ve por encima". (8).
El mismo Pajarote que es el limpio poeta, que es el sabio, que es el
recipiente humano donde vive la tradición, que es el geógrafo, que es el sólido
peón bragado, que es el que tiene conciencia de su condición se encarga de
definir, frente al patrón Santos Luzardo, la ubicación del peón de llano en el
contexto histórico y económico del llano semifeudal, aún, en los comienzos del
siglo XX :
"Peón es peón y le toca obedecer cuando el amo manda; pero, permítame
que se lo recuerde: el llanero no es peón sino en el trabajo. Aquí en la hora y
punto en que estamos, no habemos un amo y un peón, sino un hombre que es
usted y otro hombre que quiere demostrarle que está dispuesto a dar la vida por la
suya". (9)
Esta es la situación del llano en 1927 y Pajarote, describe cómo son las
relaciones de trabajo y cómo se ubica al peón, en una organización semifeudal
como la del Hato llanero. La coloquialidad del personaje, a través de su gran
intuición, avanza hasta esta idea de carácter económico y coincide con
observaciones del mismo narrador y con los resultados de algunos historiadores y
cronistas que se han ocupado de estudiar la formación económica y social del
llano en las épocas de la colonia, la independencia y el propio siglo XX.
Miguel Acosta Saignes "coincide" con Juan Palacios, salvando las
distancias de las vías y la abundancia de datos en el historiador, cuando en su
obra ACCIÓN Y UTOPIA DEL HOMBRE DE LAS DIFICULTADES, al referirse al
llano como "Escenario" de la Guerra de Independencia, dice :
. "Hasta mediados del presente siglo existió todavía en los llanos una
ganadería pastoral, muy diferente de la moderna industria para obtener carne,
leche y sus derivados. Esa ganadería pastoral consistió en el cuido estacional de
los rebaños; en hatos sin cercas, donde el ganado en gran parte del siglo XX fue
cimarrón... y esa ganadería pastoral podía realizarse por la ausencia de cercas en
los hatos. Un hato era una delimitación a veces teórica y muchas veces con una
frontera bien precisa : sólo cuando algún río marcaba el fin de la medida de los
rumbos. Todavía en 1929 cuando se publicó Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos,
existían los hatos sin cerca y se practicaban los rodeos que servían para apartar,
entre todos los ganaderos colindantes de una región lo que pertenecía a cada
cual... Los hatos sin cerca se constituían... más sobre la cantidad de ganado que
se llegaba a controlar que sobre las extensiones de tierra que se poseían o se
decían poseer". (10)
Esta cita, al igual que la opinión de Pajarote frente a Luzardo, nos permite
ubicar históricamente el problema de la cerca en el llano. Santos Luzardo piensa
que la cerca de be echarse ya, porque ella significaría la imposición definitiva de
"La Civilización" sobre "La Barbarie". Nosotros"" pensamos, junto a Juan Palacios
que el "proyecto civilizador positivista" estaba dejando de lado las condiciones
históricas y culturales concretas del llano de entonces. Se estaba concibiendo un
proyecto por encima de la realidad y de sus hombres. Pero dejemos que sea el
caporal de "Altamira”, Antonio Sandoval, quien defienda la particularidad de su
mundo y los sueños del peón de llano, frente a su patrón que propone introducir
en las leyes del llano la obligación de la cerca:
"Puede que usted tenga razón, pero para eso sería menester cambiar
primeramente el modo de ser del llanero. El llanero no acepta la cerca. Quiere su
sabana abierta como se la ha dado Dios, la quiere, precisamente, para eso, para
cachilapear cuanto bicho le caiga en el lazo. Si se le quita ese gusto se muere de
tristeza" (11).
La opinión de Sandoval es la opinión humilde de un hombre que habla
desde la voz de su tierra, un hombre consustanciado con la cultura y con la "única"
libertad de su pueblo. Sandoval como Pajarote, como María Nieves, como
Venancio, como Remigio o como cualquier otro "peón de llano" no poseen, ni
aspiran poseer la tierra; la aman en la medida en que puedan seguir siendo como
son a pesar de la miseria material en que viven. Cualquiera de ellos pudiera cantar
esta copla para afirmar, una vez mas, lo dicho :
"A mi mismo me da miedo cuando levanto el tañío, porque me jallo faculto y
dueño de mi albedrío". (12)
Luzardo, como abogado y dueño de hato introduce en las "leves de llano";
cosa que no existía hasta ese momento, como lo demuestra Acosta Salgues, la
idea de la cerca como una figura jurídica que termina con el sistema del
"cimarroneo" e impone la delimitación y la posesión de la tierra por parte de los
terratenientes, y esto es, lo que Sandoval trata de enfrentar.
Los "peones de llano" tienen un concepto de verdad que nace del exacto
conocimiento de su tierra y su historia. Sus valoraciones son colectivas, en la
medida en que son verdades probadas en el quehacer de todos. Ellos van a la
doma con el conocimiento que les da la experiencia propia y la de los otros, miden
el mito y la leyenda en la palabra que se mueve en toda la extensión de sus
dominios, sus verdades son comprobables en la realidad o en la imaginación, pero
en ellos no hay palabra que se pierda en un aislamiento significante, no hay
imagen para perder. Dice Venancio :
"La verdad sea dicha, no he visto nada, pero sí he venteado". (13)
Es una manera de darle mucha validez a la intuición y a la creación :
"Además las cosas son verdad de dos maneras; cuando de veras lo son y
cuándo a uno le conviene creerlas o aparentar que las cree". (14)
Es éste el juego, la magia, la maravilla lúdica que se levanta contra la lógica
del positivismo. Fabular es levantar la posibilidad de llegarle temprano al
horizonte. Los hombres, las bestias, los árboles y las cosas hermanados en el
vientre de la sabana, aparecen y desaparecen, viven y mueren, crecen en
proporción vital para que el habitante pueda soportar la ingratitud de la llanura :
"Porque, qué tremendo desamparo el del hombre, acompañado sólo por el
fuego, por la tierra y sus raíces, por el horizonte que gira en redondo y siempre en
redondo y continuará girando así sea cual sea el rumbo del hombre, pues la
sabana se le abrirá a su frente siempre idéntica y continuará así mientras la tierra
da vueltas, mientras aparecen y desaparecen la luna y las estrellas, mientras el
sol vuelve, el hombre perdido en medio de la sabana solitaria, ¡Qué tremendo y
fiero desamparo el del animal errante en la sabana en llamas, persiguiendo el espejismo del agua, buscando presas de hueso muerto, para enterrar luego los
suyos en la tierra calcinada! ¡Qué silencioso desamparo el de las plantas que allí
crecido habían, sedientas ahora, estiradas, retorcidas, desnudas, reventando bajo
el fuego inclemente! ¡Qué desamparo total el de la propia sabana, hirviente y
pelada ahora, hirviente y pelada mañana. Hasta que otra mañana quede barrida
por las aguas, inundada, enfangada, podrida en la costra, cuando las nubes
cubran de oscuro el ciélo, retumbe el trueno y comience el agua a caer, a caer, a
caer sin detenerse nunca". (15).
Después de este grito nunca final, ni pesimista que manifiesta tan sólo un
gran llamado de Inocente Palacios, queremos cerrar este primario intento para
rendir un homenaje a los hombres de la sabana con un relato que oímos en
Libertad de Barinas :
Colándose por el techo de palma, el sol inunda el mostrador de la bodega
Santa Rosa. La luz se extiende en los ojos de los que están allí reunidos y el
viejo David con sus brazos levantados hacia la puerta del recuerdo se apoderó del
movimiento de todos. Se afinca con su voz y el cuerpo extraño del relato se
alarga. Yo lo supe cuando el viento se detuvo, se me vaciaron los oídos y la
barranca quiso desprenderse de la tierra. Me levanté con el calambre de las
piernas diciéndome que no me acercara a la orilla del río, que no fuera por el
animal porque ésta era una tarde de esas en que nadie entiende de presagios.
Pero yo, no podía esperar más. Es difícil que vuelva a presentarse un tiempo
como este, me dije. Con tanta quietud y silencio se le puede llegar al fondo del
pozo, las aguas están claras y el sol de marzo alumbra los secretos. Me puse la
soga en la cintura y desnudo del ombligo pa' arriba, aprovechando aquella extraña
quietud, comencé a arrastrarme, culebrando sobre el polvo y las arenas hasta que
mis manos fueron entrando en las aguas. Nunca antes había visto yo tanta
serenidad en aquel pozo. Cuando sentí que se me humedecía el pecho, me
encomendé a los santos y seguí penetrando como piedra dormida. Qué
hermosura la de este animal. Siete metros de largo y la cola como una penca de
palma de las más largas de la sabana. La pata trasera derecha totalmente estirada
en señal de que echaba un sueño. En esa misma pata le hice el nudo y nadando
como una pecha di la vuelta para amarrarle la otra pata trasera. Quedó como si le
hubiera puesto una cincha. Después nadé sobre él y me detuve a contemplarlo.
Allí estaba completo en toda la extensión de su belleza, el cuerpo limpio como
médano sumergido; siempre despertando temblor. Dejé de contemplarlo porque
ya estaba bueno, un bicho así debe tratarse con respeto. Salí del río y sobre la
barranca me sentí más tranquilo. Volvió a correr el viento para que bajara la
angustia. Cuando llegaron los muchachos, decidimos apalear el pozo. Cada quien
fue golpeando con un palo sobre la flor del agua. Un golpe y otro golpe, siempre
espaciados para que el animal nos escuchara y saliera sin sobresalto. Seguíamos
golpeando despacito, hasta que comenzó a subir el remolino. Primero apareció la
trompa y luego toda la humanidad de aquel caimán abuelo del Masparro. El guate
Alfonso levantó la morocha para volarle la cabeza y lo detuve. No dispare,
hombre, ese caimán es nuestro, además, yo lo tengo amarrado para que viva
tranquilo con nosotros.
Notas bibliográficas
1) ARVELO TORREALBA, Alberto. Obra poética. Caracas. Ediciones de
la U.C.V. 1967. p. 92
2)
LEÓN TAPIA, José. La música de la Charnelas. Caracas Ediciones
Centauro. 1980. p. 33
3)
DE BOSSCHERE. Guy. De la tradición oral a la literatura. Buenos
Aires. Rodolfo Alonso Editor. 1973. p.23
4)
CARPENTIER, Alejo.
Los pasos perdidos. Barcelona. Editorial
Bruguera. 1980. p. 76.
5) GALLEGOS, Rómulo. Doña Bárbara. Caracas. Ediciones del Ministerio
de Educación. 1964 (Prólogo).
6) Ibidem.
7) Ibidem.
8) Ibidem, p. 90
9) Ibidem. p. 397
10)
ACOSTA SAIGNES, Miguel. Acción y utopía del hombre de las
dificultades. La Habana. Ediciones Casa de las Américas. 1977. p. 68.
11) GALLEGOS, Rómulo. Op. cit. p. 165
12)
GONZÁLEZ BONA. Carlos.
Trescientas cantas llaneras. Barinas.
Ediciones de la Asamblea Legislativa. 1974. p. 27.
13) GALLEGOS. Rómulo. Op. cit. p. 165
14) Ibidem, p. 106
15)
PALACIOS, Inocente.
Armitano. Editor. 1977. p. 43-44
Regiones del olvido. Caracas. Ernesto
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