Documento Taller Recursos Hidricos

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El agua, ¿un recurso natural inagotable?
Aldo Montecinos1, Verónica Morán2,
Monserrat Quezada2 y James Morales1
Departamento de Geofísica, Universidad de Concepción
Centro Educativo ambiental y cultural Líderes sin Fronteras
Proyecto Explora ED16/041
Calentamiento Global: un fenómeno complejo
Octubre de 2012
Índice
1. ¿Qué es?
2. ¿Dónde está?
3. Usos del agua
4. Vínculo con el Calentamiento Global: proyecciones climáticas
5. ¿Qué podemos hacer?
1. ¿Qué es?
El agua es una molécula muy particular. Sus propiedades físicas y químicas la
sitúan como una molécula extraordinaria, diferente. Su sola presencia es sinónimo
de vida, tanto en nuestra pequeña nave planetaria como en cualquier otro planeta
del universo. Esta razón es más que suficiente para estar muy atentos sobre la
cantidad de agua que hay, el estado físico en que se encuentra y dónde.
El agua es un elemento vital que ha estado presente en el planeta desde que
comenzó a formarse. Es el único que se haya en los tres estados: sólido, líquido y
gaseoso, por lo que se le considera dinámico, es decir, que cambia de estado
físico y de un lugar a otro.
La Tierra se creó hace 4.500 millones de años, aproximadamente. Una vez
enfriada la superficie del planeta, hace 4.000 millones de años, aparece el agua en
la atmósfera en estado gaseoso y sobre la superficie en estado líquido. La idea
más aceptada sobre el origen del agua, es que grandes volcanes expulsaron este
elemento a la atmósfera, donde condensó (pasó a estado líquido) y formó los
primeros charcos y lagos en las depresiones de la superficie. De estos lagos
surgieron ríos que inundaron las llanuras cercanas, dando inicio a la formación de
mares y océanos. La otra hipótesis, y más reciente, indica que fueron los choques
de meteoritos y cometas conteniendo o formados por agua, trajeron este elemento
desde el espacio exterior. La consecuencia es que gracias al agua y otras
sustancias químicas crearon el ambiente propicio en el cual se inició la vida.
Desde entonces la misma cantidad de agua ha circulado una y otra vez en el
planeta, cambiando de estado (gas, líquido y sólido). Debido a que la cantidad
total de agua en la Tierra es única, la que vemos y usamos hoy en día es la misma
que ha estado reciclándose constantemente.
2. ¿Dónde está?
Además de encontrarse en la Tierra, el agua es un elemento bastante común en
nuestro sistema solar y en el universo. Se encuentra principalmente en forma
de hielo y, poco menos, de vapor. Constituye una gran parte del material que
compone los cometas y recientemente se han encontrado importantes yacimientos
de hielo en la luna y el planeta Marte.
En nuestro planeta, debido a las condiciones de temperatura y presión que
existen, el agua puede estar en sus tres estados físicos o fases: líquida, sólida
(hielo, nieve) o gaseosa (vapor de agua). Lo interesante del agua, es que está en
continuo cambio de fase, especialmente desde gas a líquido, de líquido a sólido y
viceversa. Aún más, está en continuo movimiento en la atmósfera, océanos, lagos,
ríos, acuíferos, incluso en los lugares que está en estado sólido (¡los glaciares son
ríos de hielo!).
Una molécula de agua permanece, en promedio, solo una semana en la
atmósfera, mientras que una molécula de agua que se encuentra en las
profundidades de los océanos, puede tardar 1000 años en salir hacia la atmósfera.
Aún más, una molécula de agua que se encuentra en una capa de hielo, lejos del
contacto con la atmósfera o el océano, puede tardar 10 mil años en salir de su
estado sólido.
Es importante destacar que cada vez que el agua pasa a estructuras menos
compactas, es decir, de sólido a líquido y de líquido a gas, requiere de energía
(calor). En el estado gaseoso, las moléculas de agua están separadas unas de
otras moviéndose libremente, mientras que en el estado sólido forman verdaderas
mallas donde el movimiento entre ellas es inexistente. Para separar las moléculas
de agua, se requiere de energía. Entonces, a medida que aumentamos la
temperatura de un medio ambiente que contiene agua, se favorece el cambio de
fase a los estados menos compactos. Lo contrario sucede cuando el medio
ambiente disminuye su temperatura (se enfría). En estos casos, las moléculas de
agua pierden movimiento, se unen y se pasa del estado gaseoso al líquido, y de
éste al sólido. Por lo tanto, cuando el aire con mucho vapor de agua se mueve
hacia arriba, se va encontrando con aire cada vez más frío y pasa a estado
líquido. Este estado es básico para que se formen las gotitas de agua de las
nubes, y luego, las gotitas que llegan al suelo en forma de lluvia.
No debería ser un misterio, que más del 70% de la superficie de la tierra está
cubierta por agua líquida. Considerando que las cuencas oceánicas tienen una
profundidad promedio de 4 km, existe una cantidad enorme de agua, que llega a
1350 millones de km cúbicos. El agua que se almacena en este gran reservorio
natural, contiene el 97% del agua que hay en el planeta. Sin embargo, esta agua
no está disponible para ser utilizada por los seres vivos, incluyéndonos, pues es
salada. Si toda el agua de la Tierra la pusiéramos en un balde, el agua dulce que
puede ser aprovechada por los seres vivos equivale a lo que cabe en una
cucharita de té. Luego, el agua está en estado sólido como grandes capas de hielo
o nieve, principalmente sobre la Antártida, Groenlandia y en las altas montañas del
planeta en forma de glaciares. En este segundo reservorio se encuentra el 2% del
agua existente en el planeta, es decir, 32 millones de km cúbicos. En tercer lugar,
el 0,57% del agua, que corresponde a 8 millones de km cúbicos, se encuentra en
estado líquido bajo la superficie, en acuíferos subterráneos. El resto del agua, una
fracción menor del total, se encuentra en estado líquido en lagos, ríos y nubes, y
como vapor de agua en la atmósfera.
Una de las características más impresionantes de nuestro país es su largo. Chile
se extiende, de norte a sur, desde una zona tropical hasta latitudes subpolares. En
estos 4000 km de largo, encontramos todo tipo de climas y, por consiguiente, las
fases y cantidades en que se encuentra el agua es muy diversa. El paisaje cambia
desde el desierto de Atacama, donde en promedio cae menos de 1 milímetro de
agua por año, hasta los fiordos en la zona austral, donde se acumulan más de 5
metros de precipitación líquida al año. Por otra parte, el ancho de nuestro país, en
comparación a su largo, es notablemente angosto. Y hay una muy buena razón.
La tectónica de placas, la misma que es responsable de los terremotos y los
volcanes que bien conocemos, formó la cordillera de Los Andes hace varias
decenas de millones de años atrás. Entre el océano Pacífico y los sectores más
altos de la cordillera, donde se encuentra el límite con Argentina, el ancho
promedio es de aproximadamente 100 km. Existe una cordillera mucho más
antigua, que con el transcurrir de cientos de millones de años, se ha erosionado y
presenta relieves mucho más suaves que la cordillera de Los Andes. Se trata de la
cordillera de la Costa que, en general, separa geográficamente a Chile central en
cuatro zonas: planicies litorales, cordillera de la costa, depresión intermedia y
cordillera de Los Andes.
La precipitación que cae en nuestro país es de cuatro tipos. En el norte de Chile,
las lluvias más intensas se observan en el altiplano, en alturas superiores a 3 km,
producto del aire húmedo que llega desde el Amazonas durante el verano. Debido
a que el aire húmedo requiere que haya calentamiento de la superficie durante el
día para elevarse y producir precipitaciones, esta lluvia se conoce como
convectiva. En la costa, especialmente del norte, las nubes bajas o estratocúmulos
que se forman sobre el océano, dejan agua en la superficie a través de la llovizna.
A este tipo de precipitación se le conoce como camanchaca. Hacia el sur de la
región árida, las lluvias se producen básicamente debido a la llegada de sistemas
frontales desde el océano Pacífico. En estos sistemas el aire gira en el sentido de
las manecillas del reloj, formando dos frentes o zonas donde el aire es forzado a
elevarse: frente frío y frente cálido. Los frentes fríos se caracterizan porque el aire
frío y seco de latitudes altas, que se mueve hacia el norte y este, se introduce
debajo de aire de origen tropical más cálido y húmedo. El aire húmedo asciende,
se enfría y se producen las gotas de lluvias. En Chile central, la precipitación se
asocia básicamente a los frentes fríos. En la zona austral, también la precipitación
se asocia a los frentes cálidos. Estos frentes se caracterizan porque el aire cálido
y húmedo de las zonas subtropicales se mueve hacia el sur, montándose sobre el
aire frío y seco. Al igual que en el frente frío, al ascender el aire húmedo, se enfría
y se forman gotitas de lluvia. La precipitación asociada a los sistemas frontales se
conoce como estratiforme. Mientras más sistemas frontales cruzan Chile central,
sur y austral, mayor es la cantidad de agua que cae. Por supuesto, el agua que
cae en la cordillera, cuando la temperatura es inferior a 0°C, es sólida. Un
elemento importante a considerar es que la precipitación es máxima en los meses
de invierno, cuando los sistemas frontales llegan más al norte de su ruta habitual
durante el resto del año. Por último, cuando el aire que viene desde el mar
asociado a los sistemas frontales se enfrenta a la cordillera de Los Andes, tiende a
subir por sobre esta barrera. Este ascenso incrementado del aire húmedo,
aumenta la cantidad de lluvia que cae a mayores alturas. A esta componente de la
precipitación se le conoce como orográfica.
Una vez que la precipitación líquida cae a la superficie, se puede quedar sobre ella
o penetrar el suelo. En el primer caso, el agua se mueve por sobre el terreno,
dirigiéndose a sectores más bajos. En las grandes cuencas o grandes valles, el
agua se mueve o escurre, alimentando los ríos que transportan el agua desde
sectores altos a sectores bajos, devolviendo esta agua al mar. También se puede
ir acumulando en lagos. Cuando la precipitación es sólida, especialmente en
invierno y en sectores altos de la cordillera, se va acumulando en forma de nieve y
hielo. En el segundo caso, el agua que cae a la superficie puede introducirse o
filtrarse dentro del suelo a través de poros y grietas, generalmente en tipos de
suelos que son permeables, hasta alcanzar profundidades donde la roca no
permite que el agua siga filtrándose. Esta acumulación de agua debajo de la
superficie se conoce como acuíferos. Los acuíferos pueden ser esencialmente
confinados o libres. Un acuífero confinado implica que el agua se encuentra
encerrada entre capas de rocas impermeables que no permiten la circulación libre
del agua desde o hacia la superficie. En un acuífero libre, el agua subterránea
circula libremente, siguiendo el ciclo anual observado en superficie, recargándose
tal como los hacen los caudales de los ríos.
El agua líquida se puede evaporar, es decir, volver al estado gaseoso. La
evaporación de las aguas que llegan a la superficie es mayor en las zonas donde
hay más calor, presentándose el caso que en las regiones donde menos precipita,
la evaporación es mayor, lo que contribuye a la aridez de esos lugares. Por su
parte, los hielos acumulados en la cordillera durante la estación de lluvia de
invierno comienzan a derretirse una vez que la temperatura aumenta en primavera
y verano. En la región que comprende el norte chico y la zona central, el
derretimiento de los hielos constituye el principal aporte de agua hacia los ríos, y
posiblemente hacia los acuíferos. Esta importancia decrece hacia el sur,
presentándose en la zona central regímenes hídricos mixtos, es decir, tanto la
precipitación directa de invierno como el derretimiento de primavera-verano,
aportan al caudal de los ríos. Al sur de Linares (~36°S), región del Maule, la
cordillera empieza a perder altura, pasando de valores por sobre 5000 m a zonas
donde la altura es inferior a 2000 m (región de la Araucanía al sur). Debido a este
efecto topográfico y al aumento progresivo de la precipitación invernal, los
caudales de los ríos comienzan a depender básicamente de la precipitación
directa.
En la zona central de Chile, entre La Serena y Puerto Montt, las cuencas de ríos
tienen una orientación de cordillera a mar, de este a oeste. Las principales
cuencas o ríos, de norte a sur, con sus respectivos caudales en metros cúbicos
por segundo son: Elqui (3 m3/s), Limarí (8 m3/s), Choapa (18 m3/s), Aconcagua (32
m3/s), Maipo (122 m3/s), Rapel (209 m3/s), Mataquito (161 m3/s), Maule (579 m3/s),
Itata (133 m3/s), Bío Bío (981 m3/s), Imperial (440 m3/s), Toltén (609 m3/s), Valdivia
(687 m3/s), Bueno (570 m3/s) y Maullín (77 m3/s). En estas regiones, la distribución
de lagos y lagunas refleja la distribución de la precipitación y de los caudales. En
el norte Chico, específicamente en la cuarta región, no existen lagos naturales.
Para asegurar la disponibilidad de agua, se han construído embalses (lagos
artificiales), siendo el Embalse la Paloma, al sur de Ovalle, el mayor de ellos. En la
quinta región, el mayor lago natural es el Lago Peñuelas cerca de Valparaíso, y en
la cordillera se encuentra la Laguna del Inca. En la región metropolitana, la Laguna
de Aculeo es el mayor cuerpo de agua en superficie. En la sexta región, solo se
encuentra el Embalse Rapel, mientras que en la séptima región se encuentran los
embalses Machicura y Bullileo, y en la cordillera el Lago del Maule. Cerca del
océano, se encuentra el pequeño Lago Vichuquén. En la octava región, cerca de
la costa se ubican el Lago Lanalhue y el Lago Lleulleu, mientras en la cordillera se
encuentra la Laguna del Laja. En la novena región comienza a notarse un
incremento del números de lagos y lagunas: los lagos Coligo, Caburga, Villarica, y
Budi cerca de la costa. En la región décimocuarta, o de los Ríos, se encuentran
los lagos Calafquén, Panguipulli, Riñihue, Pirihueico, Ranco, Maihue, entre otros
menores. Por último, en la décima región, o región de Los Lagos, se ubican los
lagos Puyehue, Rupanco, de Todos los Santos, y el gran Lago Llanquihue.
En general, los acuíferos en Chile se ubican en tres regiones: en el norte de Chile
(primera y segunda región) y el norte chico y parte del sector central (tercera a
quinta región) y zona central (región metropolitana a décima región). Los acuíferos
de la región norte no reciben aportes directos por la escasa precipitación o
caudales de ríos. Es agua que fue acumulada en el pasado, por lo que se conoce
como agua fósil. En el norte chico y quinta región, los acuíferos son libres y están
relacionados básicamente a las cuencas de los ríos. Desde la latitud de Santiago
hasta Puerto Montt, los acuíferos son libres, pero no están limitados a las cuencas
de los ríos. Estos acuíferos se encuentran a lo largo de toda la depresión
intermedia. Hacia las planicies litorales, existen también acuíferos libres, pero que
son alimentados por las aguas que bajan desde la cordillera de la Costa.
La VIII región del Biobío presenta aproximadamente 17 humedales de gran
tamaño, y 30 de menor superficie. Alrededor de una decena están ubicados en las
comunas de Concepción, Talcahuano y San Pedro, por ejemplo: laguna Redonda,
laguna grande y chica de San Pedro, lagunas Lo Galindo, Lo Méndez, lo Custodio
y lo Pineda, y humedales costeros como Roquant-Andalién. También podemos
nombrar la Bahía Arauco, embalse Coihueco, río Lebu, Ríos Itata y Biobío, laguna
Los Caulles y lago Las Truchas, Tubul Raqui, Los Batros, entre otros.
En Chile, la Dirección General de Aguas (DGA), del Ministerio de Obras Públicas,
es el organismo responsable de medir y vigilar el recurso agua, planificar y
entregar los derechos de su utilización. La DGA se encarga de medir los caudales
de los principales ríos del país, de estimar la cantidad de nieve que hay en la
cordillera y establecer el potencial caudal que se puede extraer mediante un pozo
desde los acuíferos. Lamentablemente, la estimación de la cantidad de nieve es
más bien indirecta, debido a la gran dificultad técnica de medir el volumen de
nieve. Algo similar sucede con las aguas subterráneas, de tal manera que no
existe una clara estimación de la cantidad o disponibilidad de agua que existe en
estado sólido (hielo, nieve) o líquido bajo tierra. Sin embargo, la DGA mantiene
una vigilancia permanente de las variaciones de estos recursos, lo que debería ser
suficiente para establecer si la disponibilidad del agua en nuestro país sufre
variaciones importantes, como las que se esperan debido al calentamiento global.
3. Usos del agua
Desde tiempos inmemoriales el agua se ha utilizado como un recurso para
satisfacer nuestras necesidades. El ser humano primero usó agua para su bebida,
para la de sus animales, para su aseo personal o el de sus útiles. El avance de la
cultura y los inicios de la ciencia determinaron una mayor valoración de las
cualidades del agua por parte de la humanidad, la cual descubrió las múltiples
posibilidades de usos que ella ofrecía. Así, la humanidad comenzó a utilizar el
agua para el riego de los campos, para el abastecimiento de industrias, la minería,
el transporte, la producción de fuerza motriz y de energía hidroeléctrica, la pesca y
viveros de peces, la navegación, la recreación y el aprovechamiento de las
cualidades medicinales de las aguas. El ser humano utiliza el agua para diversas
actividades: obtención de agua potable para uso doméstico, procesos industriales,
generación de energía eléctrica, actividad minera, agricultura y ganadería.
Respecto del uso del agua en la actualidad en Chile (Figura 1), se puede indicar
que el mayor consumo tiene relación con la actividad agrícola, básicamente riego,
llegando a un 84,5% del total de agua usada. La industria utiliza el 6,5%, mientras
que la minería un 4,5%. El 4,5 % de agua utilizada que queda, se usa para uso
domiciliario, tanto urbano como rural.
Figura 1. Porcentaje de agua dulce usada en Chile en diferentes sectores.
Es interesante notar que del total de agua potable que se usa en los domicilios
urbanos, el 39% proviene de aguas subsuperficiales (acuíferos), mientras que el
60% proviene de ríos y lagos (superficial) (Figura 2). Por lo tanto, el uso urbano,
donde se concentra la mayor población del país, consume el 99% del agua
potable. El 1% restante, se consume en el sector rural. El origen superficial es casi
4 veces mayor que el de origen superficial, representando el 0,7% y el 0,2% del
total, respectivamente (Figura 2).
Figura 2. Origen del agua potable en los sectores urbano y rural. Este origen
puede ser superficial o subsuperficial. Se muestran los porcentajes respecto del
total de agua potable consumida.
En el caso del agua potable en zonas urbanas, el agua subterránea es el principal
aporte desde la primera región hasta la séptima, salvo en la región metropolitana
(Figura 3). En la novena y décima, el agua superficial (blanco) está levemente por
encima de la subterránea. Hacia la zona austral, es casi agua superficial.
Específicamente para la región del Bío Bío, el 30% del agua que se consume en
las zonas urbanas es de origen subterráneo, mientras que en las zonas rurales
aumenta al 67%. En el caso rural (Figura 4), es curioso que en el norte de Chile el
aporte sea más bien de la poca agua superficial que hay. Salvo por la zona
austral, el agua subterránea es el mayor aporte.
Figura 3. Porcentaje del consumo de agua por región del país, en sectores
urbanos, considerando su origen superficial (barras grises) o subsuperficial (barras
blancas).
Figura 4. Porcentaje del consumo de agua por región del país, en sectores
rurales, considerando su origen superficial (barras grises) o subsuperficial (barras
blancas).
4. Vínculo con el Calentamiento Global: proyecciones climáticas
Los modelos climáticos, similares a los modelos que predicen el tiempo
atmosférico en la escala de días, son capaces de proyectar los cambios en la
precipitación y la temperatura que podrían ocurrir en los próximos años, decenas
de años incluso. Como se vio en el taller de modelos matemáticos, cuando se
anticipan las condiciones futuras, se deben hacer suposiciones. En el caso de los
modelos climáticos, se supone cuál será la cantidad de gases de efectos
invernaderos (GEIs) que llegan a la atmósfera cada año, debido a la actividad
económica en los países desarrollados y subdesarrollados. Existen varios
escenarios distintos: el A2 que es el peor escenario de todos, porque los países no
hacen nada para detener la emisión de GEIs; el B2 donde los países ya han
tomado acciones como aumentar el uso de energías renovables como la solar,
eólica o hídrica; también existe un escenario intermedio, el A1B, que va entre el
A2 y el B2, y que por ahora es lo que ha estado ocurriendo, es decir, de a poco los
países se han estado comprometiendo y cambiando el uso de combustibles
fósiles.
Los modelos climáticos también pueden proyectar los cambios en otras variables
de importancia como el viento o la humedad relativa del aire, pero no proyectan
los cambios de los caudales de ríos, del hielo depositado en las montañas, o del
agua que se filtra en los suelos y alimenta los acuíferos. Sin embargo, en principio,
el agua que se acumula en ríos, lagos, en forma de nieve o hielo, o en los
acuíferos de la región central de Chile, depende de la precipitación asociada a los
sistemas frontales.
Existen más de 20 modelos que hacen proyecciones climáticas, pues cada centro
de investigación en los países desarrollados tienen sus propios modelos. En las
siguientes figuras se muestra un ejemplo de lo que proyecta o espera que ocurra
un modelo en particular para los próximos 30 años, entre 2011 y 2040, usando el
escenario A1B. El modelo usado es el ECHAM5-MPIOM de Alemania.
La Figura 5 (panel izquierdo) muestra cómo cambiaría la precipitación acumulada
anual en los próximos años, en milímetros de agua caída en un año. De acuerdo
al modelo climático y al escenario escogido, disminuiría la precipitación en casi
todo Chile central. Específicamente, desde la quinta hasta la décima región la
precipitación que cae en un año normal, disminuiría. Las disminuciones mayores,
con déficit superiores a 300 milímetros, se observan en el sector cordillerano entre
la región metropolitana y la octava región, y en sectores de la décima región. En
las zonas costeras y la depresión intermedia, las disminuciones son del orden de
100 milímetros. En términos porcentuales, es decir, los cambios en la precipitación
acumulada por año respecto de lo que cae en un año normal (Figura 5, panel
derecho), los mayores cambios van entre las planicies litorales y la depresión
intermedia desde la quinta hasta la octava región, con variaciones del orden del
10%, aunque entre la quinta y la sexta región, estas disminuciones son del orden
del 20%. Entre la novena y décima región, la disminución sería del orden del 5%.
Estos datos nos indican que habría menos agua, del orden del 10% en la región
del Bío Bío durante los próximos 30 años. Eso implicaría menos agua en lagos y
ríos de la región, pero también menos agua en los acuíferos.
Figura 5. (panel izquierdo) Diferencia de la precipitación promedio que podría caer
en la década de 2011-2040 respecto del promedio en el periodo 1971-2000. Esta
diferencia está en milímetros. Los colores indican diferencias cada 50 milímetros.
(panel derecho) Diferencia de la precipitación anual entre los periodos 2011-2040
y 1971-2000, como en el panel izquierdo, pero relativo al valor medio anual
observado. Estos valores se muestran como porcentajes.
Por otro lado, sabemos que el derretimiento de los hielos que se acumulan en
invierno tienen importancia tanto para los ríos que aumentan su caudal en invierno
y verano, como para los acuíferos. Un cambio esperado, debido al calentamiento
global, es que la isoterma de 0°C se encuentre en alturas cada vez mayores. Por
ejemplo, si en invierno esta isoterma se ubica normalmente a 3000 metros en la
quinta región, debido al calentamiento global podría estar a una altura de 3500
metros. Esto quiere decir que la superficie sobre la cual cae nieve en invierno se
vería reducida, y por otra parte, que el hielo que se encuentra a alturas menores
se iría derritiendo. La reducción de la cantidad de hielo en la cordillera, debido al
calentamiento del aire en alturas por sobre 1000 metros, es un problema que pone
en jaque la disponibilidad de agua tanto para el uso en los sectores productivos
(agricultura, industria, minería) que consumen el 95,5% del agua dulce disponible,
como el domiciliario que utiliza el 4,5% (Figura 1).
En la Figura 6 se observan dos líneas. La de color azul corresponde a la posición
promedio de la isoterma de 0°C en el periodo 1971-2000, mientras que la lína roja
sería la posición de la isoterma proyectada por el modelo en el periodo 2011-2040.
En el panel izquierdo, que corresponde al invierno, no se observan cambios
significativos en el sector chileno de la cordillera de Los Andes, entre la quinta y
octava región. Más al sur, solo en la novena región se observa una disminución de
la superficie donde se acumularía nieve durante el invierno. Hacia el verano,
fpanel derecho de la Figura 6, la zona donde permanece la isoterma de 0°C en la
actualidad (línea azul), va desde la quinta hasta la sexta región. Este resultado
indica que toda la nieve acumulada en invierno, se ha derretido hacia el verano.
De acuerdo a las proyecciones, se espera que el hielo que queda en la cordillera
de Los Andes se vea reducido entre un 10 a un 20%.
Figura 6. (panel izquierdo) Altura de la isoterma de 0°C durante el invierno (juniojulio-agosto), en línea azul el promedio del periodo 1971-2000 y en línea roja el
promedio del periodo 2011-2040. (panel derecho) Igual que en el panel izquierdo
pero para el verano (diciembre-ferebro-enero).
5. ¿Qué podemos hacer?
A medida que el país crece y se desarrolla dependemos cada vez más
estrechamente del agua: necesitamos más agua para el consumo de las nuevas
poblaciones, para las minas e industrias, para generar energía hidroeléctrica y
para el regadío de nuestros campos. Esta mayor avidez por el agua nos obliga,
por una parte, a no desperdiciarla y, por otra, a ser prudentes en su
aprovechamiento, evitando que su uso signifique la contaminación de cauces
naturales, un riesgo para la salud de la población o de los peces, la pérdida del
valor recreativo de ríos, de lagos o de paisajes muy queridos. El aprovechamiento
del agua no es fácil, ya que requiere de estudios técnicos y de cuantiosas
inversiones. Además, debemos organizarnos y establecer reglas y leyes que
hagan posible utilizar armónicamente este bien tan valioso y a la vez tan complejo.
Sin embargo, las obras y las leyes serán insuficientes si no desarrollamos, todos
unidos en torno a nuestra nación y cada uno en su casa, en el barrio y en la
ciudad, una cultura hídrica, es decir, un conjunto de valores y conocimientos que
nos permitan asumir con plena conciencia la importancia del agua en el desarrollo
de la vida, en el futuro de nuestro país y en el de la humanidad.
Algunas veces en nuestros hogares o en la escuela observamos situaciones en
las cuales se desperdicia el agua: llaves goteando, baños muy largos, cuando
regamos demasiado, cuando lavamos un auto, etc. Todas estas acciones
conducen a que mucha agua se pierda o contamine día a día. ¿Qué podemos
hacer nosotros para ayudar en la solución de este problema?
A nivel mundial se han determinado cinco prioridades fundamentales que se
deben considerar en la gestión y manejo del agua.
Proteger y restaurar los recursos hídricos y los ecosistemas asociados: Es
necesario llevar a cabo operaciones de recuperación y limpieza de cauces,
entendiendo que el acceso al agua limpia no es un lujo, sino algo esencial para la
humanidad y la protección de los ecosistemas y de los recursos naturales.
Lograr seguridad del agua y los alimentos: La agricultura seguirá siendo un
gran usuario de agua, necesaria para la alimentación de un mundo en constante
crecimiento. Se requieren acciones que aseguren mayores cosechas a partir de la
misma agua, aumentando la eficiencia de su uso.
Enfrentar el desafío de la urbanización: Hoy en día, el 45% de la población
mundial vive en las ciudades y pueblos, porcentaje que aumentará a un 61% en el
año 2025. La urbanización genera grandes desafíos al manejo de las aguas lluvias
urbanas y al escurrimiento asociado a ellas, al control de inundaciones y la
remoción de residuos sólidos.
Extender la cobertura sanitaria y la educación: La cobertura de alcantarillado y
saneamiento es todavía muy baja en el mundo y, atendido que todos tienen
derecho al saneamiento del agua que ocupan, esta situación debe cambiar.
Mejorar el control de las inundaciones: Las inundaciones son el desastre
natural más frecuente y causante de un alto y creciente número de muertes y
daños. El desafío es dar un enfoque integral de gestión de cuencas, incorporando
la reforestación, el cambio en el uso del suelo. El manejo de cuencas puede servir
como una componente clave en el control de la escorrentía, la erosión y los ríos en
inundaciones. Para ello se requiere el manejo conjunto e integrado de los recursos
hídricos, logrando un adecuado equilibrio entre las demandas domésticas,
agrícolas, industriales, mineras y las demandas medioambientales del agua. Sin
este enfoque de gestión integrada no habrá desarrollo sostenible.
Todos podemos generar el cambio de actitud en todos los niveles respecto al
agua, adoptando prácticas amistosas para así obtener agua segura, evitando la
contaminación y sobreexplotación de los recursos hídricos. Algunas medidas que
podemos tomar en nuestro hogar:
-
Cambiar grifería tradicional por ahorrativa
Cambiar baño de tina por ducha
Ducharse el mínimo tiempo posible.
Reparar goteras
No dejar el agua corriendo cuando nos lavamos los dientes
Poner una botella con agua o piedras en el estanque del WC.
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