Sortija á la prometida.

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AÑO X X I .
MADKID
30 DE
n»n. , . i.ill
SEPTIEMBRE DE
lÜOS
Sortija á la prometida.
422
EL ÁLBUM IBERO-AMERICANO
S XT IS/T -A^ T?» I
o
T e x t o : Crónica europea y americana, por Francisco de P. Flaq u e r . - Cosas d« la Ytlla, por El Abate San Komkn.—Krudictón
ai uso, por C. Moreno GArciB..—Arqueología mexicayia, por León
Lí'ieal.— Cómo Miguel Ángel adornó la Capilla Sixtina^ por Alej a n d r o Pamas.—Cuentos breves: Lo imprevisto, por P a b ' o y
\ íctor Margúeritte.— Los dos en un abanico, por el Cantor de
Guadarrama.—F/onV/m/, por Horacio F. Ko^Tignez. — Xiiñez
dé Arce, por Félix Martínez Dolz. — Variedades. ~ Teatro Eapa'
Hol. — .VttíKÍros grfíiiado9, pt^r l a Redacción. — jlnuncios.
CírabailoN: Sorttja á la prometida. — Regreso de una cacrria en
Suiza.—Antes de la vendimia. — México: Ciztdad de Jalapa, capital del
Kstado de Veracriiz. — Aquí está el ladrón.
Cr^OHICAEüeOPüAYAMEECANA
£1 otoño.—En Madrid.— Política española.—En
kanes.— Austria-Hungría.—
Convenio con
Torneo femenino.— Vanarías.—Desfile
de la
los BalMéxico.—
Granja.
EMOS llegado á la estación del año que
sirve de agradable transición entre los
fuertes calores estivales y los hielos
del invierno, á esta época en que la naturaleza va perdiendo su vigor, como si fuera llegando á su ocaso para envolverse pronto en
sudario de nieve.
El otoño, sin embargo, con sus frutos y su
clima templado, con el sol menos ardiente,
con sus noches tranquilas y soñadoras, tiene
particular encanto, por esa dulce melancolía
que se siente á nuestro alrededor. Es bella la
aurora que nace, pero no es menos bello el
crepúsculo que se tiende en el espacio.
La estación del otoño no era conocida de
los antiguos, que sólo contaban tres estaciones. Su existencia es relativamente moderna,
ya que sólo la vemos entre los griegos y romanos. Los germanos, posteriores á éstos, no
tenían idea de ella, y muchos pueblos meridionales dividían el año en dos estaciones,
pues únicamente consiideraban á la primavera como un verano menos caluroso.
*
* *
En Madrid la estación otoñal es la más
agradable del año. A ella vuelven las familias de su forzado veraneo, la política toma
más bríos, los teatros empiezan sus tareas, se
abren los salones, y los paseos se ven más
concurridos por damas elegantes y apuestos
caballeros.
Los teatros de la Princesa, Español y Comedia nos han dado á conocer los nombres
de los reputados artistas que trabajarán en
esta temporada, y pronto se dará al público
la lista de los notables artistas que han de
cantar en el Real; siendo dichos teatros el
centro de la buena sociedad madrileña, ávida
de escuchar buena música y de encantarse
con el drama y la comedia. También tienen
excelentes compañías de zarzuela los teatros
Lírico, Jovellanos y Moderno.
En el Lírico vuelve á cantarse con gran
éxito la hermosa ópera La Dolores, letra y
música del inspirado maestro Bretón y que
canta magistralmente el tenor Simonetti.
Después de la tempestad viene la calma,
aunque ésta sea siempre precursora de nuevas
tormentas. Así sucede con nuestra política,
que ha vegetado tranquila durante los meses
de verano, pero que ya empieza á agitarse
con la vuelta de los personajes políticos y con
la próxima reapertura de las Cortes.
Siguen las mtervieus á la moda con los
grandes prohombres de la política española,
de los cuales resulta lo de siempre: que los
que gobiernan lo hacen mal, y que los de
oposición lo h a r í a n mejor. No queremos
ahondar la materia para saber quién tiene
razón, pero sí puede observarse que todos
pecan de poca modestia.
De todos modos, debemos apreciar que la
situación económica ha ido mejorando hace
algún tiempo, y que debe esperarse mayor
bienestar si el Gobierno realiza la nivelación
de presupuestos sin gravar la industria, agricultura y comercio, que son las grandes
fuentes de riqueza de las naciones.
*
* *
No ha cambiado en los Balkanes la situación creada por turcos y macedonios, pues
siguen cometiéndose por ambas partes toda
clase de atrocidades. El Sultán quiere que se
suspenda la persecución á los cristianos;
pero éstos reclaman la suspensión de hostilidades y el planteamiento de las reformas ofrecidas.
Se dice que Rusia y Austria intervendrán;
pero no se nota iniciativa alguna y sólo se ve
que los países balkánicos son completamente
hostiles á Turquía. Ya se aguarda que en
Servia triunfen los demócratas en el Parlamento de Belgrado, los cuales son partidarios
de la alianza con Bulgaria contra Turquía, lo
cual les ha dado gran popularidad.
Son muy alarmantes las noticias de AustriaHungría que manifiestan la actitud de los
húngaros de querer separarse de los austríacos. Por las calles grandes grupos cantan el
himno de la independencia, y los estudiantes
realizan á diario manifestaciones contra los
personajes que militan en el partido austríaco.
Todos los periódicos piden que Hungría se
emancipe de la tutela de Austria, ya que, según ellos, los húngaros sólo participan de
los deberes, monopolizando los austríacos todos los derechos.
Ya se ha ratificado el Convenio de propiedad científica, literaria y artística celebrado
entre España y México y que durará por espacio de cinco años.
México tiene grandes escritores, inspirados
poetas y notables artistas.
En el concurso parisiense, presidido por
la Reina de Rumania, que firma sus producciones literarias con el seudónimo de Ca.rmen
Syha, han concurrido ocho mil literatas, adjudicándose setecientas recompensas.
Ante el éxito obtenido per Fémina en este
torneo, la mencionada ilustración ha dispuesto perpetuar este género de certámenes,
que, como en este año, se verificarán en los
sucesivos, procediéndose en ellos de manera
algo semejante á la establecida para los Juegos Florales. Es decir: cada año se designará
una reina de la fiesta, que ejercerá la suprema
jerarquía literaria hasta el siguiente, en que,
por sus propias manos, coronará á la vence-
dora del próximo concurso que h i de sucederle en el espiritual reinado.
Interesante es la descripción de un viaje a
Canarias que hace el ilustrado joven Ricardo
Ruiz Benítez de Lugo, y que da preciosos
datos históiicos poco conocidos de la generalidad de las personas, que sólo se ocupan de lo
que les rodea, achaque que no es sólo español,
sino muy parisiense, pues esos ciudadanos no
se preocupan de lo que no sea París.
Las islas Canarias son conocidas en la antigüedad con el nombre de Afortunadas, y por
su excelente clima y por la belleza del suelo
han tenido los títulos de Campos Elíseos,
Hespérides, Bienaventuradas, Paraíso terrenal y Purpurinas.
Toca á su fin la temporada veraniega de la
Granja, que inaugura todos los años la Infanta Isabel y que termina al ausentarse la
augusta dama.
Aristocráticos aficionados han representado las graciosas comedias. El Regimiento
de Liqñón y La calle de la Montera., habiendo
lucido su talento en el cauto la precoz artista
Lulú Gastelain.
S. A. la Infanta Isabel obsequió con su
esplendidez acostumbrada á t o d o s cuantos
tomaron pirte en la función teatral que se la
dedicó.
FRANCISCO DE P .
FLAQÜER.
COSAS DE I A VILLA
0 | "sTE año hemos estado en Biarritz en la
" ' gloria enteramente.
¡Qué temperatura!
—Completamente francés, ¿eh?
— ün paraíso.
— ¿Y en Carabanchel? ¡ah! Si hubieran
podido venirse á pasar un par de días en el
Alto, de seguro que muchas personas no
vuelven al extranjero, ni á los balnearios de
cartel que hay en varias provincias de España. Nada más que dos diítas en el Alto
—¿En globo?
—En Carabanchel Alto, quiero decir, ó en
Bajo.
—Vamos, sí; ó en San Isidro del Campo.
¿De qué han de hablar las personas importantes, y las que fingen serlo, más que del
veraneo?
¡Seres felices, tostados por el sol de Suiza!
que dirá algún poeta de secano.
Regresan á cuarteles de invierno á codearse
con las clases sedentarias que no han abandonado á Madrid sino en sueño, como el protagonista del viaje cómioo-lírico De la noche á
la mañana.
En Madrid no encontrarán novedad.
Todo está donde estaba.
Empiezan á exhibirse en las calles y paseos
las primeras caras morenas.
Morenas artificiales, por decirlo así, también salen algunas.
Es decir, no tostadas por el sol y el viento,
ni bañadas por la brisa, sino por los aires matritenses y las a,gna.s jaboneras del Lozoya.
Las señoritas Redondo andan por ahí con
E L ÁLBUM IBERO-AMERICANO
423
Regreso de una cacería en Suiza.
los sombreros de campo, como testimonio
pvíblico de que han veraneado.
Su papá se ha dejado crecer el bigote y el
cabello.
Parece un salvaje propiamente.
—Mira—decía, viéndole, una joven y transeúnte oficiala del modisto Mr. Antoiue á otra
del mismo obrador—; parece un húngaro de
esos que traen los calderos.
Y un amigo que tropezó con el del bigote
y las melenas en la calle de Peligros, le preguntó:
—Pedro, ¿de dónde sales? ¿Has estado preso
ó emigrado?
—Vengo del veraneo.
— Habrás veraneado en la Tartaria ó en el
Sudán.
—No lo creas: en un pueblecito de Portugal, que es una antesala del cielo, ¡Qué país,
chico!
—¿Pero está habitado ese pueblecito?
— ¡Ya lo creo! Familias opulentas d e l
reino dos Algarbes y de España. Pero ¡qué
delicia! Todos allí casi en cueros, puede decirse, en familia, sin ceremonias, sin etiquetas
—Sin vergüenza, vamos.
—El mar lame los bajos de las casas,
— ¡Qué asquerosidad!
—La pleamar se deja la casa llena de pes-
cados y de mariscos, tan frescos, que están
vivos.
—Y el sol ¿se encargará de freirlos ó de
cocerlos?
— Frutas de todos los climas, desde el
naranjo hasta la patata; carnes
—Muy frescas; si andabais todos en carnes...
—¿Y vino y agua? Y no quiero hablarte
de la baratura.
—¿Por qué, hombre? Habla todo lo que
quieras.
—Nosotros somos siete de familia: mi esposa, mi cuñada, mis dos niñas grandes y mis
dos menores, y yo. '
— Cuenta justa: siete cabezas
de familia:
— Es decir, cabezas de familia, más la
tuya, pero vale por siete.
Pues ya sabes cómo se come en casa.
—No tengo el gusto
—Bien, pues es lo mismo; en casa se come
bien, á Dios gracias; no digamos hasta el
derroche, pero con esplendidez; su cuarto de
kilo de carne no hay quien nos le quite en
cada comida.
— 1 \ ^ desgraciado del que lo intentara,
entre siete
bocas!
—Y' nuestro cuartillo de vino al día.
—Estaréis siempre con la pajxiUna puesta;
¡Qué exceso!
—No se economiza de lo necesario,
—Ya lo veo.
—Pues ¿á que no aciertas lo que venimos
á gastar diariamente, incluyendo el alquiler
de un hotelito con ruedas?
— ¡Qué sé yo!
—Echa un cálculo.
—¿Para qué?
—Tres pesetas, perro más, perro menos.
— ¡Así habréis venido todos!
—Salvo las niñas, que no pueden engordar, porque están amando.
—¿Mamando? ¡Angelitos! ¡á los veintidós
y veinticinco años!
—-Que están enamoradas, hombre: es la
edad.
—¡Ya!
—Los pequeños vienen más ágiles
—Lo creo.
Hay otra variedad muy cómica entre los
que regresan.
La de los que no han encontrado casa
buena, bonita y barata.
Está claro: en ninguna parte se puede vivir
bien sin gastar dinero.
—¿Cómo lo ha pasado usted?—se les pre •
gunta—.
—Mal, muy mal— responden.— ¡Ojalá no
me hubiera movido de Madrid!
—¿Y Biarritz?
424
E L ÁLBUM IBEEO-AMERICANO
—Malo.
— ¡Pero hombre, en Francia!
—No me hable usted de Francia, ni de
Biarritz. He pagado un franco sin ropa y he
vivido como nna, paria.
— ¡Qué atrocidad! ¡Y un franco!
—Y otro por comer.
—¿Y qué?
—Que he perdido el estómago. E n uno de
aquellos restaurants comí, involuntariamente, carne de caballo.
— ¡Hola!
—Sí, señor; caballo padre de familia. Pasé
una noche horrible: á la mañana siguiente
me levanté y arranqué al trote, y estuve
trotando durante doce horas. Grracias á un
facultativo, volví á ser persona decente.
Son preferibles los viajeros benévolos.
Er^ ABATE S A N R O M Á N .
ERUDICIÓN AL USO
JOCAS cosas más fáciles de aparentar que
I ™ la erudición que hoy se estila. Un
—V^ poco de paciencia, si se trata de redactar un trabajo periodistico, y otro poco de
memoria, si de hablar en público se trata,
basta y sobra para salir airoso del empeño.
Nada de largas vigilias consumidas en r e volver impresos, pergaminos y manuscritcs;
' n a d a de gastar petróleo, vela*, aceite, gas ó
fluido eléctrico, hojeando obras antiguas y
modernas, exponiéndose á que con tanta lectura el meollo se seque; con veinticinco m i nutos de trabajo se puede dejar al lector ú
oyente deslumhrado con un aluvión de citas,
reveladoras de una profunda sabiduría.
Supongamos que acerca del «eterno femenino» se discute ó escribe. Materia vasta, tan
vasta por lo menos como la extensión del
planeta donde la3 mujeres habitan, y sobre
la cual pocos serán los hombres que no hayan
emitido su parecer, opiuióa ó juicio. Materia
interesantísima, -además, porque aparte la
curiosidad que despierta la observación de
que sobre ella no coQcuerdanlos pireceres de
los hombres, nada debe haber para éste que
más interés le produzca que ocuparse en examinar esa mitad del género humano por la
que solemos andar de cabeza casi toda nuestra
vida.
Prescindiremos de lo que acerca del tema
piensen ó hayan pensado los autores castellanos, ó mejor españoles. Presta más autoridad
á lo que se dice y escribe, y viste más, porque
acusa conocimientos menos vulgares, la cita
de un autor latino ó que escrib era en latín,
traducida iumediatamente á nuastra habla á
fia de demostrar que somos humani-tas completos, que la da veinte esciitorf s nacidos en
la patria, asi se:in todo lo clásicos que se
desee.
Por Plutarco comenzaremos. Sabrán ustedes quién fué este señor, que escribió unas
Vidas no sé si perpendiculares ó paralelas. Si
lo ignoran es lo mismo; lo esenci-il es la cita.
NuUiim omnino ve-rbum de alienis mvlierihus
faciendum est, dicen que dijo. De mujeres
ajenas no se debe platicar, aunque sea en
honra suya. Podremos seguir por Tito Livio,
otro romano que compuso una historia de su
tierra. Despue's de llamarla animil indomitiim, escribe: femenina cutn par esse ceperit superior efficitur. Lo cual acaso signifique: si á
la mujer la haces tu igual, may^p la haces.
E n seguida Quintiliano. Sin duda e^te maeítro, engolfado en redactar obras didácticas
pira sas discípulos, no aludió eu ellas á las
damas más que por esta verdad, que bien pudiera pasar por de Perogrullo: admirialilior
in femina, qtiam in viro rirtus, que equivale
á: más admirable es la virtud en las mujeres
que en los hombres. Después Séneca, un filósofo que debía poseer gran sabiduría, cuando
aún se emplea la frase vulgar para encomiar
á un hombre que parece un pozo de ciencia,
diciendo: es un Séneca. De él son estos galantes pensamientos: aperte r.um mala es vudier,
tune demum est bona (buena es la mu'er
cuando claramente es mala); mulier ant
amant^ aut odit, non liabet inedinm (la mujer
ó ama ó aborrece, no tiene término medio),
nnllns iratae femeninae dolus sat est (no hay
mal que no haga una mujer cou ira); mulieres
natura desiderant (es propio de mujeres re crearse con adornos); y amor castae conjugis
perennis manes (el amor de una mujer honrada es perpetuo.)
arranques de sabiduría económica y prestada:
Consilium midieris est invalidum, opinaba.
El consejo de la mujer no tiene fuerza. Mulieris sunt media pars hominuiii liberarum,
creía; la mujer es la m i t i d d e u n hombre libre.
Tampoco la cita de Juvenal, el rey de la
sátira, ha de dejar de anotarse: vindicta memo
mai/is gaudet, quam femina; propio es de la
mujer alegrarse con la venganza; é intolerabilius, nihil est quam femina dives; nada hay
más insufrible que una mujer que se precia
de rica.
Digno remate á erudición tan vasta (perdónese el endecasílabo) serán los testimonios
de lo? PadrcS Santos Jerónimo, Agustín, Ambrosio y Juan Crisóstomo, por no hacer más
insoportable este articulillo con tanta cita.
.Del primero pueden copiarse estas palabras:
teñera res in femines, faniapudicitiae; cosa delicada es en mujeres la fama de su honra. Del
segundo estas otras: adulterum viru¡n facit
mulier, ab eo discedens: la mujer que abandona á su marido es la causa del adulterio de
éste. Del tercero las que siguen: puellae parentnm judicia expectent in sponsúlibus; las
hijas virtuosas atiendan al casarse el consejo
de sus padres. Y del último éstas: uxoris celans crimen patronus est turpitudinis: el que
encubre delito da su mujer es reo de su falta.
Y así sucesivamente. Como de las mujeres,
se puede ostentar brillante eriidición, comparable á las Ixioes que despiden los diamantes/tiísos, con poquísimo esfuerzo, tratándose
del amor, de la educación de los príncipes, de
la gobernación del Estado, de la moral privada y pública, etc , etc.
Todo ello por lo que cuesta un juguete de
ferii; por poco más de «real y medio la pieza», que es lo que vale un diccionario de sentencias en un puesto de libros viejos.
Tras del filósofo español no estaría mal
una cita de Plinio el Maj'or; pero como este
naturalista no debió preocuparse mucho r^e
las mujeres, apuradillos nos veríamos para
hallarla. Quizi esta opinión suya acerca del
amor nos sacase del compromiso: snis cuique
amor, atrccissimus videtur: á cada uno le parece su amor el más grande. Y tras de Plinio
el Mayor, lógico es mentar á Plinio el Menor,
ó el Mozo, como le apellidan muchos, probablemente porque su vida la pasase en estado
«de merecer». Non est taní validus mulier,
quem copiae principales non ad luxum detorqueint: no hay mujer tan virtuosa á la que
C . MoHENo G A R C Í A .
no traiga algún vicio la abundancia. Salustio, un historiador de no sé qué clases de
guerras ó contiendas, nos facilitará esta verdadera sentencia: virtas mnlieris ipsa se satis
ARQUEOLOGÍA MEXICANA
ostendit:\a. virtud en la mujer se deícubre por
si sola. Y Lucio Floro, un poeta de aquellos
tiempos, esta otra no menos cierta: si mulier
N el México moderno, ciertos trabajos
fermosam diiserif, habehis curam; si deformem,
de utilidad pública y varias excapoenam; si tomas mujer hermosa, tendrás
'i vaciónos hechas á propósito de ellos
cuidado; si fea, castigo.
por un arqueólogo distinguido, van dando á
De Cicerón, que forzosamente habráu u s - luz, de cuando en cuando, algunos descubritedes oído nombrar y nombrado en multitud mientos parciales, principalmente en los alrede ocasiones, es este pensamiento: facilius dedores do la Catedral y del Sagrario, que
mulieris incomiptam antiqíiitatem conservant fueron ocupando poco á poco el sitio de la faeiiqne tenent semper quae prima dedicere. De mosa pirámide. En 1790 se descubrieron las
un tal Publio Mimo, este otro: malo in con- Dos Piedras, ó sea dos grandes monolitos essilio, femine vincunt viros. De Platón el si - culpidos, cuya interpretación por León y Gaguíente: midiere dictum est neininem vitare ma 1 señaló el punto de partida de la arqueoposse fortunam . Y de Ovidio, finalmente, el logíafiguradaen México. Muy recientemente,
adjunto: lis est cum forma magna pudiciiite. en 1900, tuvieron lugar las excavaciones de
Taducidas más o menos libremente las opi- la calle délas Escalerillas, exploradas por el
niones expuestas, quizá resultasen de este servicio nacional de autigüedades. Pero, en
modo: «frcilmente guardan las mujeres las definitiva, nos faltan elementos para juzgar á
costumbres antiguas, y con más consistencia los Aztecas como artistas, como arquitectos
retienen lo que primero aprenden», la de y como escultores.
Marco Tullo; «en el consejo malo, siempre
Sin embargo, otras razas más antiguas aún
el de la mujer vence», la del segundo; «entre han dejado la huella de su genio en el terrimtijeres es máxima común la de que nadie torio de Nueva España, y en particular los
puede escapar á su destino», la del tercero; y Toltecas y los Mayas. Los Toltecas, de raza
la del último: «la hermosura y la castidad náhuatl, como los Aztecas, precedieron á éstos
siempre estuvieron en guerra».
Aristóteles, el llamado maestro de la anti1 Detcripción histórica y cronológica de laa Do» Piegüedad, no ha de quedar sin mención en estos dras. (.México, Zúñiga y Ontiveros, 1793, en 4.°)
E L ÁLBUM I B E R O - A M E R I C A N O
e ñ el Anahuao y les legaron—lo mismo qiie
los Griegos á los Romanos — muchas t r a d i ciones y enseñanzas. Los Mayas, habitantes
ilel Yucatán, de Tabasco, de Chiapas y de
varias Repúblicas de las que se hallan actualmente en el istmo, son considerados también,
por muchos mexicanistas de hoy día, como
los discípulos de los Toltecas^ á pesar de la
diferencia de raza y de lenguaje. Todos estos
hombres fueron pueblos constructores por excelencia. Según la leyenda de los Nahuas, los
Toltecas pasaban por haber inventado la
arquitectura, y, á mayor abundamiento, su
nombre era sinónimo de edificadores y artistas. Gracias á ellos y á algunos otros, toda la
América del Centro ofrece á la arqueología
un vasto campo de estudio que se ensancha
sin cesar, puesto que, sólo en Yucatán, surgen cada día del bosque tropical nuevos monumentos, y el número de sitios importantes, evaluados por Brinton, hace diez ó doce
años, en sesenta, puede hoy estimarse en
ciento. E n el Anahuac ó en sus vertientes
marítimas, San J u a n Teoiihuacan, Tula,
Oholula, Xoohicalco y Mitla; en las regiones
yucateóas, Chichen-Itza, Uxmal, LorillardCity, cuyo descubrimiento corres-ponde á un
francés. Copan, Comalcalco, y sobre todo Palenque, esa «Tebas americana», para no citar
sino las más bellas «ciudades muertas del
Nuevo Mundo», son las que me propongo
dar á conocer.
Ellas nos revelan una arquitectura original
y verdaderamente grande, sea que emplease
la piedra, sea que revistiese el ladrillo y los
guijarros unidos con cemento, con un revestimiento de piedra de talla, de estuco de colores ó de mosaicos, como en Mitla. El antiguo arquitecto tolteca ó maya labró, como
el arquitecto egipcio, para la religión y para
los reyes templos y palacios, necrópolis reales ó sacerdotales; éstas son, pues las principales manifestaciones de su talento. El templo,' generalmente fortificado, se alzaba de
costumbre en un cerro natural ó artificial.
L a parte esencial de la obra era una pirámide
de dimensiones casi colosales.
La pirámide de Comalcalco, en Tabasco,
alcanza, á pesar de las injurias del tiempo
que la desmoronan cada día, y de toda clase
de degradaciones, de 30 á 35 metros de altura
por 285 de lado en su base; el templo de
Cholula, más imponente aún, se desarrolla
en una superficie total de 18 hectáreas, con
una altura de más de 50 metros. Como la
pirámide faraónica, éstas contenían numerosas habitaciones interiores, probablemente
cámaras funerarias; p e r o eran truncadas,
como los zigurats
de Caldea, y sostenían
una plataforma, á la que se sub'a por medio de una escalera monumental que tenía
cuatro mesetas sucesivas. En la citada plataforma se alzaba la capilla propiamente dicha,
galería rectangular, que daba abrigo á las
imágenes divinas y contenía un patio provisto de fuentes para las abluciones litúrgicas. Por último, y tal es el caso de San
J u a n Teotihuacan, á ocho leguas al NE. de
México había calles de pirámides más pequeñas que precedían y servían de cortejo al
monumento principal. Por lo que hace al palacio de los reyes, hay que buscar su tipo en
Chiapas, en el palacio cuadrado de Palenque.
Con proporciones relativamente restringi-
das (la superficie es apenas la del patio
del Louvre) revela, por su orientación, por el
puesto que ocupa sobre una colina en el
centro de la Metrópoli, por sus numerosas
salidas, por la torre que lo domina, por sus
galerías llenas de sombra 3' de frescura, un
perfecto estudio de las condiciones del clima
y un ingenioso esfuerzo para procurar toda
seguridad á sus moradores, ya fuesen un
rey ó un gran sacerdote.
Mitla, llamada también Lyoban, ofrecería
el ejemplo más característico de Ja necrópolis
precolombina en México, sobre todo en las
misteriosas criptas cruciformes recientemente
estudiadas por M. H. M. Saville, del Amcrican Musaim, y en ese famoso Palacio de las
columnas, que posee igualmente su sala hipostila sostenida por seis admirables monolitos.
Tumbas, palacios, santuarios de los dioses,
todas esas obras revelan la perfecta maestría
de sus autores. Estos supieron—y esta es la
verdadera señal de las grandes arquitecturas—utilizar para la decoración ciertas disposiciones de construcción, las bóvedas voladas,
la forma de construcciones que se dibujan
ya en forma de cruz, ya de tau, ya, merced
á una curiosa coincidencia con el estilo árabe,
en forma de herradura, de trébol, etc. T a m bién se observan algunas combinaciones geométricas, como el losange, los lazos, las grecas, ó, por último, ese signo enigmático, que
la arqueología del Antiguo Mundo llama
swstika, y la reproducción de idiogramas
complicados y confusos de las escrituras i n dígenas, de todo lo cual han sacado afortunados efectos de ornamentación los arquitectos. Desde este punto de vista no han
desdeñado ni los recursos que les ofrecía la
policromía (Mitla, con su decoración de mosaico blanco, rojo y negro y sus pinturas murales jeroglíficas, es buena prueba de ello),
ni los que podía suministrar la escultura.
Esta, bastante mediana, preciso es confesarlo,
en estatuaria propiamente dicha y en la reproducción del cuerpo humano, manifiesta gran
desembarazo cuando se ha tratado de embellecer los edificios. Para esta empresa, la
imaginación de los artistas, sostenida por
mitos y leyendas, ha hallado combinaciones
de formas animales á veces monstruosas, pero
de maravilloso aspecto; y cuando han tenido
al hombre por modelo sus bajorrelieves, en
esos grandes conjuntos en que la harmonía
general atenúa los errores de detalle, llegan
hasta causar asombro por la vigorosa energía
de expresión y por el modelado exacto y bastante delicado. Véase si no el bajorrelieve
azteca de la colección Uhde, el de las Criadas
de la Reina de Palenque, reproducidos ambos
por Waldeck, ó, por último, esas bellas figuras de las escaleras y de las rampas de Copan
que los misioneros del Peahody Museum han
hecho conocer en los relatos de sus expediciones.
425
CÚilimKLmBiUCiLUSilIi
EA en 1508; Miguel Ángel, llegado de
Bolonia, se apeó en el Vaticano, aun
fatigado de la carrera, polvoriento y
cubierto por el sudor. El Papa le recibió en
sus brazos y le colmó de bondades y de caricias.
—¿Y mi estatua?—le preguntó —.
—Terminada. El bronce llegó oportunamente. El retrato de Vuestra Santidad, tres
veces mayor del natural, respira majestad y
terror. Una espada desnuda brilla en vuestra
mano izquierda, tal como lo deseabais.
— Ahora hablemos de nuestros grandes
proyectos. Todo tu tiempo me pertenece.
¿Verdad?
—Estoy á las órdenes de Vuestra Santidad,
Nuevos testimonios de benevolencia y de
amistad.
El Papa se levantó en seguida y, a p o y á n dose en el brazo de su artista favorito, se
apresuró á enseñarle todo lo que se había hecho durante su ausencia: las constrncciojies
de San Galo, los cuadros de Bramante, los
frescos de Rafael. Miguel Ángel, equitativo
aun para sus enemigos, no escaseó los elogios.
Atravesaron la plazi de San Pedro. Los
enormes bloques de Carrara estaban aiin allí
esperando, solicitando a ú n el c i n c e l del
maestro.
En fin, después de haber recorrido en todos
sentidos la iglesia, los jardines y el palacio,
Julio I I y Miguel Ángel entraron en la
Capilla Sixtina.
El día comenzaba á declinar.
E l Papa se detuvo en medio de aquella
extensa Capilla y, alargando la mano hacia
la bóveda, le dijo:
—Desde la muerte de mi tío, el adorno de
este hermoso monumento ha permanecido sin
terminar en su mayor parte. Quiero que se
diga: «Julio II ha terminado lo que Sixto IV
había comenzado.» He ahí la obra que te
reservo. Tú serás á la vez el arquitecto, el
pintor y el decorador. Para ti es esa inmensa
bóveda, llénala de frescos y de adornos, puéblala de innumerables figuras. Hasta ahora
sólo ha sido conocida una parte de tu genio,
y yo quiero que el mundo sepa, al admirar
el techo de la Capilla Sixtina, que Miguel
Ángel es tan gran pintor, como inimitable
escultor.
Miguel Ángel miró al Papa fijamente para
ver si hablaba formalmente.
—¿Y bien, no me contestas? — dijo el
Papa—.
—Creo no haber comprendido bien—contestó el artista, asombrado—.
- ^ T e he elegido para pintar al fresco el
techo de la Capilla Sixtina. ¿Has comprendido bien ahora?
LEÓN LEJEAL ' .
—Vuestra Santidad se burla de su humilde
servidor.
1 El Sr. león Lrjeal desempaña con la mayor au—¿Cómo es eso, maesa Buonarotti?
toridad y competencia en el Colegio de Francia una
—
Mi profesión es manejar el cincel y el
cátedra de Autiíjücdadcs americanas. Esta cátedra,
martillo;
no he pintado nunca en mi vida, y
así como otra análoga en Beilín, son debidas á li
muniflcenc'a del notable americanista Sr. Duque de
Loubat, que consagra á la investigación de las anti- dito d scurso, del que hemos tomado el texto de la
güedades americanas, no sólo BU inteligencia y su presente lectura. El Sr. Lejeal da dos cursos semalabor personal, sino también una gran parte de su nales: uno el jueves sobre Las Fuentes españólasele
fortuna. El Sr. León Lejeal inauguró sus lecciones la Historia precolombina, y otro el sábado sobre Aren Enero del año actual con un brillante y muy eru- qwologia mexicana.
.A-ntes d e l a veao-d-inaia.
/<^tI:'í!lli'Slil!l»PSTSiP!l?T:!B^
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428
E L ÁLBUM IBERO-AMERICANO
hasta desconozco los procedimientos materiales del fresco. Verdad que dibujé un boceto
para la sala del Consejo, en Florencia; pero
aquello era no más que un dibujo. ¿Cómo
queréis que á mi edad cambie repentinamente
de profesión? Repito otra vez que esto debe
ser una broma, y Vuestra Santidad quiere
probarme.
—He dicho «quiero» y á ti te toca obedecer.
—Y yo digo, Padre Santo, que esta idea
no ha nacido, no podia nacer de Vuestra
Santidad. Es un lazo infame que me han tendido mis enemigos. Si rehuso, he de permanecer en un obscuro rincón, sin trabajo, é
incurro en vuestra desgracia; si acepto, fracasaré sin remedio y perderé la escasa reputación que he adquirido en mi profesión. Pues
bien, prefiero arrostrar la cólera de Vuestra
Santidad que exponerme á una segura deshonra. Mi partido está tomado. Parto ahora
mismo para Florencia.
— ¡Esta vez lo veremos!—exclamo Julio II.
Y se retiró bruscamente, dejando al artista
presa de muda desesperación.
Lo que pasó entonces en el interior de Miguel Ángel sólo Dios y él pueden saberlo.
La historia no nos ofrece ejemplo de semejantes torturas. Si no sucumbió á aquel golpe,
es porque estaba dotado de una fe sobrehumana.
¡Figúrense un hombre que tiene ya ideadas
cuarenta estatuas, que no tiene más que dar
golpes en el mármol para ver surgir y animarse sus creaciones gigantescas, que llega
dichoso y confiado para poner manos á la
obra; figúrense este mismo hombre, por medio
de un esfuerzo sublime, inaudito, desesperado, cambiando súbitamente de plan, de objeto, de medios, olvidando su pétreo pueblo y
evocando todo un reino de sombras y de
colores, pasando de un arte á otro en el
espacio de una noche! ¡Lucha inmensa! ¡Este
es el más brillante triunfo de la voluntad
humana! .
*
* *
Al día siguiente, Julio II encontró al artista en el mismo sitio en que lo había dejado
la víspera. Tenia la cabeza baja, la mirada
fija, los brazos cruzados sobre el pecho y parecía absorto en profunda meditación. Los
sufrimientos de aquella prolongada noche
habían dejado señales manifiestas en sus pálidas mejillas y en sus enrojecidos y secos
ojos; pero en su frente brillaba el fuego del
genio.
—¿Y bien?—preguntó el Papa—.
—Acepto—dijo Miguel Ángel—.
—Estaba seguro. Créeme, Miguel Ángel;
tus enemigos creian humillarte y te proporcionan un nuevo triunfo.
—¡Que hagan venir inmediatamente á Bramante P&T& construir los andamies!
Preso en sus propias redes, el envidioso
arquitecto trató al menos de hacer repartir
los trabajos de la bóveda entre Miguel Ángel
y Rafael, su propio sobrino; pero Julio II
permaneció inquebrantable. Bramante recibió secamente \a, orden de preparar los tablones y las cuerdas necesarias para montar
los andamios de Miguel Ángel.
E n cuanto á éste, se había encerrado, con
rabia en el corazón y fiebre en la cabeza,
rehusando ver á nadie.
Cuando todo estuvo listo, el fogoso artista
enseñó sus dibujos y quiso asesorarse, para
la valoración de sus trabajos, con Julián de
San Galo, uno de sus principales enemigos.
Mas esta vez la envidia y el odio no carecieron de pudor. Han Galo propuso la suma de
mil ducados y el negocio quedó planteado
inmediatamente.
Después Miguel Ángel se dirigió á la Capilla Sixtina y, dirigiendo por primera vez
la palabra á Bramante, le dijo, en presencia
del Papa y con tono altivo y de insultante
ironía:
—¿Cómo se las compondrá usted, maestro,
para construir el andamio?
—Como lo exige el arte, — contestó Bramante, con no menos orgullo—.
—¿Es decir?
—Es decir, señor, puesto que usted parece
ignorar las reglas elementales del oficio que
emprende por primera vez, que haré abrir
agujeros en la bóveda y por estos agujeros
haré bajar los cuadernales que sostendrán el
andamio móvil en que trabajará usted.
—¡Perfectamente, maese Bramante! pero
¿me permite usted una sencilla pregunta?
—Diga
—¿Cómo cerrará usted los agujeros, una
vez haya yo piutado la bóveda?
—Ya lo veremos—contestó Bramante con
mal humor—.
Miguel Ángel se encogió de hombros, y
llamando en voz alta al maestro carpintero,
le dijo:
—Maestro, tome todas estas cuerdas, yo se
las regalo.
Después explicó al Papa, asombrado, por
medio de qué mecanismo ingenioso y sencillo quería construir el andamio, valiéndose
de estacas clavadas en la pared y según el
modelo que ha servido durante muchos años
para estas grandes obras.
Durante los días siguientes hizo venir de
Florencia á Jacobo de Sandro, Ángel de Domnino, Bajiardini, Granni y, en fin, á los
más conocidos prácticos de la pintura al
fresco. Los hizo subir al andamio y les destinó un paño de pared para que trabajaran á
su lado. Dos'ó tres horas le bastaron para
ponerse al corriente del mecanismo que desconocía. Les retribuyó generosamente, borró
todo lo que habían hecho, se encerró en la
Capilla y ya no quiso ver á nadie.
ALEJANDRO DUMAS.
(Concluirá )
CUENTOS BREVES
LO
IMPREVISTO
'h! cuan monótona es la vida!—declaró
Gervoise estirando los brazos. — No
^<¡>^ acaban de llegar nunca el deseado
premio gordo de la lotería, ni la herencia de
América, ni la buena fortuna en amor, ni la
noticia que asombra como el rayo.
Con lo irritado de su mirada, no parecía
sino que maldijese al cielo inexorablemente
azul, al sol que abrasaba y á los inmóviles
follajes del jardín, mientras Acol, muy apacible, lleno de elegante soltura, con las
manos blancas y finas, preparaba el ponche
con champaña en una ensaladera rústica de
porcelana con flores.
—¡Pero si lo imprevisto existe! ¡Si en la
vida no hay otra cosa! Mira, Fromont, cuan
sencillo es. Azúcar, limón, canela. Las fresas
y las frambuesas no son de lo más ortodoxo
que digamos; tanto peor, puesto que, á serlo,
aromatizan. Gaseosas, dos botellas de champaña (uno tras otro saltaron entonces los tapones), hielo, y — a y ú d e n m e ustedes asentir.
Los tres contemplaban fijamente la mezcla
de color de oro pálido, la deliciosa alquimia,
la maravillosa bebida helada, en la cual burbujas á millares se precipitaban á través de
la espuma. Estaban impacientes. La lengua
se les pegaba al paladar, el calor les rendía:
no tenían más que una idea: beber fresco, y
echaban miradas de niño goloso al líquido
compuesto de hielo y frutas. Hasta el mismo
Gervoise llegó á olvidar sus quejas.
—¿Por qué no llega algo nuevo?—suspiró
Gervoise. — Mi vida está regulada por una
especie de pentagrama como el papel de música. Jamás he tenido aventuras ni me he encontrado en circunstancias fortuitas. Esta
monotonía de lo diario me desconsuela, me
desespera.
—¿Lo imprevisto quieres?—contestó Fromont—. Búscalo desde ahora. Pero tú huyes
de él. ¿Cómo es posible que éutre en tu vida
mecánica? Te has impuesto una disciplina de
autómata. Es preciso que sepas vivir.
—Sí—añadía Acol—¡nosotros tememos lo
desconocido. Nuestra casta, nuestro estado de
fortuna, nuestras cosas de familia, las conveniencias, los hábitos, los prejuicios, todo nos
mantiene de la mañana hasta la noche en un
círculo estrecho de ideas y de actos, de sentimientos y de seasaciones, del cual no nos sabemos evadir. ¿Por ventura saldríamos á la
calle sin sombrero? ¿Comeríamos tres horas
antes ó después de lo acostumbrado? ¿Iríamos
por curiosidad ó con intención caritativa á
ÍQstalarnos en un za^juizamí de un barrio de
trabajadores? Por temor de caer en el ridículo ó de que se nos tachase de incorrección,
no sabríamos arriesgarnos á romper con nada
de lo que no3 es habitual.
Fromont volvió á tomar la palabra en estos
términos:
—Hay personas á las cuales un instinto
particular pone sobre la pista de la aventura,
y éstos son la presa desesperada ó arrebatada
de los dramas más agitados, de las desventuras más extravagantes. Estos hacen fortuna y se arruinan súbitamenta; hoy sabemos que se casan y mañana tenemos noticia de que han huido al fin del mundo; pasan
por todas las metamorfosis, caen en todas las
zanjas, saltan en todos los trampolines. Son
las víctimas y los triunfadores de lo impensado.
Gervoise zampóse un bocado de fresas y
frambuesas y sólo se detuvo ante un pedazo
de limón que fué á atravesársele. Tras de lo
cual respiró.
—¡Bah!—murmuraba entonces—. Si hay
que darse tanta pena para procurarse a l g u nas emociones
E n verdad, Gervoise estaba resuelto á no
darse ninguna. Hallándose bien colocado en
una grande administración, se encarnaba
en él la regularidad llevada hasta la manía.
Calzar zapatos nuevos le hacía desgraciado.
EL ÁLBUM IBEEO-AMERICANO
Era preciso que el pantalón formase determinados pliegues. Iba por tal acera y no por
otra. Exigía platos guisados en cierto n ú mero de minutos contados reloj en mano.
¡Y él, él era quien pretendía que la existencia está falta de variedad!
— No —dijo Acol—, no es necesario ir
muy lejos para encontrarse cara á cara con
el suceso que trabuca para siempre el destino
de un hombre. ¿No has resbalado nunca en
una corteza de naranja? Por más que entonces ibas tieso y con aire vencedor, ¡crac!
te ves patas arriba. Te levantas hecho una
lástima, y los circunstantes se ríen á tu costa.
Ya traiga dicha ó desdicha, lo imprevisto no
puede ser cosa larga. En cuanto á mí, en vez
de llamarle, le consagraría cierta desconfianza supersticiosa. ¿Has pensado en lo que
una mirada, un amor súbito, pueden hacer
que se pierda del presente y del porvenir?
Lo imprevisto es el telegrama mortal, la enfermedad y sus terrores; rara vez trae buena
cara ni sonrisa de buen augurio. Lo dicho,
yo le temo.
Acol había sido desgraciado casándose joven y sin reflexióü. Aquella boda concluyó
trágicamente, en un duelo, en la muerte de
un hombre y en la reclusión de la mujer, la
cual se volvió loca. Por más que hubiese transcurrido mucho tiempo desde entonces y todo
se hubiera olvidado ya, quedaba de ello una
sombra de melancolía en el flaco y altivo
rostro de Acol.
Fromont continuaba así:
—Lo mismo que el premio gordo de la lotería, lo imprevisto se ofrece á ciertas personas sólo una vez, y entonces es como un
genio bienhechor que cuanto toca lo transforma y embellece. ¿Conocéis á Ménal y á su
linda esposa? Seres dichosos, si los hay,
aquéllos.
Sacudió la ceniza del cigarrillo y evocó en
su mente el recuerdo de la joven pareja.
Ménal, médico de una población agrícola,
era colega suyo; los dos habían sido camaradas de coiegio, y Ménal, pobre en aquellos
tiempos, era ya rico; Ménal, con no ser gallai'do ni hermoso, era amado de una mujer
encantadora, en tanto que él, el pobre F r o mont, luchaba trabajosamente en París para
hacerse una clientela. Este no sentía envidia
alguna: sin embargo, consideraba que el azar
había hecho bien las cosas
para otro.
—¿Y qué?—preguntó Gervoise—.
—¿Sabes cómo, de la noche á la mañana,
encontró mujer, posición y fortuna? — continuó Fromont—.
—No—respondía Acol —. Lo que sí sé es
que los esposas llevan un buen tren, aun
cuando vivan sencillamenta. Tienen caballos
y automóviles y su propiedad es muy hermosa.
—Pues, nada—siguió diciendo Fromont—:
que Mena], una vez, viajando, equivocó el
tren. Al notarlo, encontróse en una ciudad
de poca importancia, y allí se detuvo. No
había medio práctico para volverse hasta
caatro horas más t jrde. Ya está, pues, divagando por el clásico paseo, y luego por las
calles medio desiertas; procura ver cómo matará el tiempo. Ve la iglesia con su portada.
El café del Comercio, donde hay muchas
moscas en la cerveza
Periódicos ilustrados
de un mes atrás
Se pasea por el espacio
/
429
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7\quí está el ladrón.
desierto del juego del mallo, pasa frente al
cuartel de la gendarmería
se dirige otra
vez á la estación. Aún faltan tres horas.
E n t r a en una peluquería para que le corten
el pelo; ha ganado media hora. Busca cambalacheros, pero allí no los hay. Y el fastidio
y el deseo del tren, que no llega, y la consideración de un día perdido, le hacen aquella
población odiosa
Silencio abrumador
aceras sucias
perros llenos de lodo t o mando el sol
escasos viandantes, labradoras feas, ciudadanos engreídos todos ellos
con aire torpe
¡vaya, una atmosfera de
estupidez y esplin!.... Aquello era insoportable.
¡Y" faltaban aún dos horas! Ménal volvía
por tercera vez á la estación, cuando, atraído
por la verdura de un hermoso y fresco j a r din, entró maquinalmente en una callejuda.
Vio una verja, tras de la cual había césped y grupos de plantas: las calles enarenadas aparecían limpias; á través de los árboles levantábase una casa de ladrillo rojo,
con galería exterior y escalinata, y adornaban las ventanas cortinillas de seda obscura;
todo aquello respiraba una calma dichosa.
E n u n a luciente plancha de cobre leyó
Ménal un nombre que, aun cuando le era
desconocido, causóle un pequeño sufrimiento,
pues á aquel nombre precedía la palabra
«Doctor». No podía menos de confesarse
que el colega no estaba mal instalado. Ménal
leyó después: «Consulta de una á cuatro.» E l
doctor, pues, recibía en su casa. De pronto
se oyó un piano á intervalos, cesó luego la
música, y surgiendo de entre las flores, una
aparición radiante, una luz dorada, una joven, subió á la galería.
Cogido en flagrante delito de espionaje,
Ménal ruborizóse. ¿Le tomaría acaso por un
mendigo ó un soplón? La joven había m i rado algo sorprendida á aquel forastero
Este no vaciló ya, y con ademán espontáneo
é irresistible tiró del cordón de la campanilla, sin darse cuenta de la extravagancia
de aquel acto hasta que la aparición hubo
salido de la galería y llegó una criada.
—¿El doctor?....
Si éste no se hallaba en casa, aún podía
Ménal escaparse del lance.
—Allí está el doctor — contestó la sirvienta—.
¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Pretextaría una
consulta? Pero he ahí que se le presenta sonriendo un caballero de rostro franco é inteligente mirada. Un hombre excelente con seguridad. Ménal no tuvo valor para mentir:
explicóle su visita, lo del tren equivocado
Le habló como de colega á colega, concluyendo por revelarle lo que poco antes no
430
osara, esto es, el súbito é imperioso a t r a c civo de la joven.
E l buen doctor, q u e sería u n h o m b r e original, e n c o n t r ó n a t u r a l í s i m a la cosa. H u b o
p r e g u n t a s , conversación y refrescos.
—¡Teresa! ¡ T e r e s a ! — g r i t ó el médico.
Y presentó al forastero su única b i j a . E l
d o c t o r era viudo. A l p r o n t o , Ménal no sabía
q u é h a c e r s e . . . . después fué t o m a n d o alientos.
C o n v e r s a r o n á m á s y mejor
y los tres
g u s t á r o n s e u n o á otro. Ménal fué i n v i t a d o
á volver á la casa. N o dejó de hacerlo. P o r
fin, casóse.
F r o m o n t vació su vaso.
— S í —dijo pensativo Acol—, eso es lo imprevisto.
— Y de lo mejor e n su clase — c o n v i n o G e r v o i s e — ; pero sólo u n a vez e n t r e cien m i l
llega en semejante forma.
EL ÁLBUM
IBERO-AMEEICA.NO
Con péñola de hierro y voz de trueno
levantó una nación agonizante:
¡de todo un siglo fué Quevedo y Dante,
y al Viciofustigó, de enojo lleno!
Fué un corazón excelso y luminoso,
un espíritu sol, un vigoroso
poeta-rey, de estrofas de granito;
un luchador del Bien, de arpa broncínea,
que alzó el alma sin mácula, apolínea,
á la región de luz del infinito
FÉLIX MARTÍNEZ DOLZ.
ria, de D. Manuel Linares Rivas; Mariucha, y El
abuelo, de D. Benito Pérez Galdós; La Mantálvcz,
de D. José María Quintanilla (inspirada en la novela del mismo título de D. José Maria de Pereda); La
guitarra, de D, Salvador Rueda; Amémonos, de don
Federico Urales; una obra que aún no tiene título,
de D. Manuel Ecliegaray, y la obra premiada en el
Concurso de Comedias abierto en El Liberal.
NUESTROS GRABADOS
Míxico.
Sortija n la promclldn. — Hoy la pulsera de pedida ha sustituido á la sortija que antiguamente
se le regalaba á la novia en prenda de pronto despoVARIEDADES
sorio.
Re;;re80 de una eaeeri'a en ítuiza.—Los trajes
Preguntaron á un empresario de teatros:
de los suizos en todos les casos recuerdan siempre
— ¿Es usted supersticioso?
—Mucho. Cuando veo que en la sala no hay más á los de los tiempos antiguos. Los cazadores de
nuestro grabado no dejan de usar algo de la época
que trece personas, me aterro.
PABLO Y VÍCTOB MABGUEBITTE.
del libertador de ese gran pueblo, del inmortal Guillermo Tell.
Una receta milagrosa;
— ¿El doctor ha hecho algo extraordinario para
Anteíi de la vendimia. — La piadosa muchacha
LOS DOS EN DN ABANICO
precipitar tu curación?
de nuestro grabado, uniendo inconscientemente á
— Sí, me ha dicJio que cobraba cinco duros por
prácticas paganas sus creencias católicas, ofrece ala
visita.
EL.
Virgen de su devoción racimos de uvas, pidiéndole
Cuando perfumado el viento,
Elisa, profundamente disgus-tada porque su no- que la vendimia sea favorable, colmándolos deseos
vio, que paseaba siempre por delante de sus balco- de la familia.
Carmen, tu abanico mueva,
nes, no se deja ver desde hace quince días, exclama:
no olvides que el pensamiento
México: Ciudad de J a l a p a , capital del E Ü — ¡Qué infeliz soy!
de tu fiel amante lleva
tado de Veracrui.—Es una de las mejor situadas
Una amiga, para tranquilizarla, le dice:
con su corazón y aliento.
—No te aflijas, mujer; todo pasa en este mundo. en la República Mexicana y de las más antiguas,
— Sí —contesta Elisa suspirando—, todo
me- pues Hernán Cortés la encontró fundada, teniendo
ELLA.
nos él.
ya alguna importancia. Hállase situada al pie de la
Como una alegre canción
montaña. Macuiltepec, que significa cinco cerros. Su
tu aliento y tu corazón,
población es de unos 20.000 habitantes, siendo las
Áureo, en mi abanico siento.
T e a t r o Español.—TEMPORADA DB 1903 Á 1904
clases pebres industriosas y honradas. Posee un
¿Cómo olvidarte un momento,
Compañía Dramática. — M a r í a O i i r r r c r o .
clima primaveral.
si ellos mi esperanza son?
' F e r n a n d o llinz de .flendoia.
Jalapa, desde la administración del actual GoberKL CANTOR DE GUADABKAMA.
nador, D. Teodoro A. Dehesa, es ciudad que ofrece
Madrid.
todos los adelantos modernos, poseyendo suntuosos
LISTA DE LA CO.\lPAiÑIA
edificios, tanto oficiales como particulares. Es patria
Director Artístico: D. FEDERICO BALART.
de los notables mexicanos Antonio López de SanFlor ideal.
tana, Manuel Fernández Leal y Sebastián Lerdo de
Tejada.
Agudín, Luis.
Alvarez, Amparo.
Yo conozco una flor de cuya esencia
Aquí esto el ladrón. —Con gran alegría presenta
Carsi,
Felipe.
Aranáz, Concepción.
Cayuela. Francisco.
Blanco, Josefina.
mi corazón se embriaga á la distancia:
el chicuelo de nuestro cuadro al Micifuz, á quien se
Cirera, Alfredo.
Bofill, Encarnación.
es una flor que tiene tu inocencia,
Díaz, Manuel.
atribuye el haberse comido una golosina. ¿Quién
Bueno, Matilde.
Díaz de Mendoza,FerBando. habrá sido el goloso? ¿Cargara el felino con culpas
Cancio, María.
tu virginal pureza y tu fragancia.
Colorado, Margarita. Díaz de Mendoza, Mariano.
Fernández, Hilario.
Coy, Cecilia.
ajenas?
Cuando mi ser de pena se consume,
Gil, Manrique.
Galván, Matilde.
LA REDACCIÓN.
ella, que todas mis tristezas sabe,
Guerrero, Ramón.
Guerrero, María.
Jufcte,
Ricardo.
Menéndez,
Emilia.
en mi espíritu exhala su perfume,
Medrano, Luis.
Sánchez, Amalia.
Miquel, Alberto.
eu perfume de amor, místico y suave.
Segura, Josefa.
EMPRÉSTITO DE MARRUECOS
Palanca, Francisco.
Socías, Laura.
Soriano Viosca, José.
Torres, Eugenia.
Como el encaje de la espuma leve,
Urquijo, Francisco.
"Villar, Concepción.
del sol el rayo ni el calor recibe:
Hallándose en poder del Banco de España las
Vilallonga, Fernando.
Villar, Dolores,
es un jazmín de pétalos de nieve
Obligaciones del Empréstito de Marruecos, por diez
REPEHTOBIC —OBRAS NUEVAS.—REFUNDICIONES
que eu el santuario de mi alma vive.
millones de pesetas, los señores partícipes en dicho
DEL TEATRO CLÍSICO.
Empréstito pueden acudir á la Caja de Efectos en
Anoche, en sueño de ideal ventura,
Calixto, y Melibea, de Rojas, por D. Francisco F. custodia, desde el dia 28 del corriente, á las horas
8u secreto me dijo conmovida,
Villegas; Fuente-Ovejuna, de Lope de Vega, por don ordinarias de oficina, á verificar el canje de sus cary hoy sé que eres la ñor candida y pura
Manuel Bueno y D. Ramón del Valle-Inclán; }M
petas provisionales por los títulos definitivos.
que embalsama el ambiente de mi vida!
confusión de un jardín, de Morete, por D. Carlos Díaz
Madrid 25 de Septiembre de 1903. — El Secretario
HORA ero F. RODBÍGUKZ.
Valero; El socorro de los mantos, de Leyva, por don general, GABRIEL MIRANDA.
Santa Fe (República ÁTgentina).
Narciso Díaz de Escobar; El conde de Sex, de « Un ingenio de la Corte», por D. Cristóbal de Castro.
Nuestros apreciables lectores leerán en la presente edición un anuncio de la bien r e p u t a d a firma
ESTRENOS.
de los Sres. Valentín & Cía., Banqueros y ExpenNÚÑEZ DE ARCE
La zagala, de D. Joaquín y D. Serafín Alvarez
deduría general de lotería en l l a n i k u r g o , tocante á
Quintero; El dragón de fuego, de D. Jacinto Benala lotería de Hamburgo, y no dudamos que les inteA mi querido amigo el insigne
vente; Ganelón, de D. Manuel Cano y Cueto; El emir,
poeta español Salvador Uuedaresará mucho, ya que se ofrece por pocos gastos alde D. Juan Antonio Cavestany; La desequilibrada, y
canzar en un caso feliz una fortuna bien importante.
Los dos sindicatos, de D. José Echegaray; El avión
Fué un genio potentísimo y sereno
E s t a f'atia envía tauíliién ^ r a t h y franco el
de D. Francisco Grandmontagne; Agua que corre, y
que robó el rayo á Júpiter tonante,
proí^peeto oficial á quien lo pida.
Andrcnica, de D. Ángel Guimerá, traducida al casy á Víctor Hugo su estro de diamante,
tellano por D. Luis López-Ballesteros; Maria Victopara poner al Mal terrible freno.
Imp. del Asilo de Hudrfanos, Juan Bravo, 5 Telíf. 2198.
EL ÁLBUM IBEKO-AMERTCANO
BANCO DE ESPAÑA
El Banco tiene á dispos-ición del público cajas cerradas para alquilar, instaladas en un departamento
blindado que ofrece toda clase de seguridades.
Está abierto al servicio diariamente de nueve de
la mañana á seis de la tarde.
Madrid 1." de Julio de 1903. —El Secretario general, GABRIEL MIRANDA.
P.AGOS DE LA EOl ITATIVA
Según cablegrama del 5 corriente, esta Sociedad
ha pagado desde su fundación (año de 1859) á sus
tenedores de pólizas, por varios conceptos, la suma
de 406.062.601 dollars.
La Sucursal Española, desde la fecha de su autorización (R. O. de 10 de Octubre de 1882) hasta 31
de Diciembre de 1902, ha pagado:
Pesetas.
Por fallecimientos
21,960.410,35
» pólizas dótales y de acumulacióa
5.508.727,61
» pólizas compradas
1.666.980,79
» dividendos anuales, rentas vitalicias, etc., etc
1.662.601,70
rN H J I A O i n i I
|J^ M A o l L L L
':S'..±-k.-k±X±±'k±.±1^X'ki^'k.-k-k.±^'k±-k^
16, Rué Scribe, 15.
I FELIO
Precio: 3 , 4 y 6 pesetas libra.
Hay cajas para regalo, de 12 paquetes, á 16,24 y 26 pesetas.
+!
>^
—ooo—
yultramarinosyconfiterías de España.
Fabrieasiempre las mismas excelentes clases de Ohocolates, quede
tanla predilección gozan entre las
persona? de buen gusto.
Pídanse siempre estos Chocolates,
que se encuentran en todoslos comercios de Ultramarinos de España,
^
^
Lunas con bisel, grabadas, y ^
•K decoradas.
>+
«<
Lunas en blanco, azogadas, y >}.
^ plateadas.
^
Despacho: C u a t r o Calles
DIRECTOR
t
CASA
Jlítilrl)!.— Escorial.
PERANTÓN!
5, Plaza de Bilbao, 5.
•K
VENANCIO VÁZQUEZ
A.nnl»rust.er
LA
MATÍAS LÓPEZ
premiado en Filadelfia en 1897.
Este grandioso hotel, dotado
de los más excelentes adelantos
modernos, hállase situado cerca
de la Grande Ópera y de los Bulevares del centro de París.
—•!)
DEPOSITO D[ CfilSTSLES fUAICESES
ÚNICO CHOCOLATE
- PARÍS -
DENTISTA.
\Q\9~
f
LO MAS SANO
para coDvalecientes
GMiHitslflel'itlÉfi
i^ssai
ENERO 1903
Por faliecimientos
201.266,44
» - pólizas dótales y de acumulación
78.735,00
» dividendos anuales, rentas vitalicias, etc., etc
11.860,16
Tolal hasta 31 de Enero de 1903....
31.090.591,08
Madrid, 10 Febrero 190.S.—El Gerente, M. Rosillo.—El Secretario, Fernando Mellado.
30.7íí8.729,51
í-::r3!>^j!.
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431
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los mismos designen las muestras y notas de precios que con este objeto se
le entreguen. Esta C(/mpañia admito carga y expide pasajes para todos los
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de correo, remitiéndono¡>los i»or Valores
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Cródit Lyoiiuais de Madrid como en todas
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