issue - Hemeroteca Digital

Anuncio
LA EDAD DICHOSA.
\V«^VVV^4
amora
ABÉIS ílc síibcr que tanibii'ii lie sido yo
gobernador do Zamora, y por cierto
qno estuvo allí muy ricamente y,
como en Salamanca, nadie luvo ocasión do
quejarse de la dureza de mi ¡uitoridad; verdad
es que durante mi mando todo (d mundo, eso
sí, anduvo derecho, exceptuando los que tenían cojera ó lesión que les obligaba á andar
torcidos. Ks de notar la circunstancia de que
siendo yo de origen zamorano, había do mirar
con predilección á sus naturales, á los que
casi podía considerar como paisanos
y militares. Mi padre fué zamorano y yo lo hubiera
sido también si no hubiese nacido en la villa
y corto de Madrid por los años de
«Asombia l;i gnuidiza de Zamora en los
rudos tiempos en que se íormaba lentamente
la nacionalidad española. Centinela de la Cruz,
avanzada de Castilla, Jronterado León, valladar en que se estrellaban las acometidas de
los tenaces sectarios de Mahoma, corte ó residenciado los Kej'es, solar de la nobleza, escuela de la milicia, centro de los Concejos y
punto de partida de las expediciones, todo
esto era Zamora, ante cuyos muros multiplicados y nlu'cjios tantas veces, en mtls de una
s(! ¡iiiíiu'iin al az;ir de la batalla los destinos
de la i'cuín.^ula ibérica. lUiPca, su fortaleza
Sancho (el lí'uerte) para ser sciinr ilr Espaíni:
buscan su apoyo en ocasiones criticas Alfonso XI, l'cdn) I y .luán II; hallan allí la corona
Alonso VI é Isabel la Cnt('ilica, y de allí sacan
los otros soberanos la enseña de Viriato para
que la hueste zamorana la lleve victoriosa lo
3:5
514
LA EDAD DICHOSA.
mismo qne á Mérida y Montánchez, á las Algeciras y al Salado, á Granada, Portugal y
Mazalquivir, á Italia y Flandes, á las Terceras, á Méjico, al Brasil
á todas partes del
mundo, hasta que escribe en Dinamarca, sobre los honrosos lemas que ya la adornaban,
los de La patria es mi norte y la fidelidad mi divisa.-"
Así se expresa un ilustre zamorano, que
honra i'i la patria,y á la literatura, el señor
]). ('c,-¿ii(o l'ernández Duro, capitán de navio
de nuestra gloriosa armada, autor de hermosos libros que acreditan su mucho saber, su
privilegiado ingenio y su amor patrio.
Por donde podéis comprender, carísimos
lectores, que por su gloriosa historia, j^or las
cualidades de sus hijos y por muchísimas circunstancias honrosas y dignas de eterna memoria, la provincia de Zamora tiene mucha
más importancia histórica, literaria y artística
que otras que, como las personas vanidosas, se
dan mucho tono y obtienen más atención de
los gobiernos. Lo que sucedo es que Zamora,
como las personas de verdadero valer, posee
la estimable cualidad de la modestia, y en el
jjrcsente momento histórico la modestia es
una virtud que no se aprecia ni en los pueblos, ni en los hombres, ni en las mujeres.
Pero hablemos de nuestro viaje á Zamora.
Pensado teníamos Riudavcts, Alcázar y yo,
rriino sabéis, ir desde Salamanca á Zamora, y
e.-táis enterados también del motivo que nos
hizo variar el rumljo desde Medina, viniéndonos A Madrid. Mi amiga D.^ Aurora de la Luz
Solai-, do iliistic linaje de la Puebla de Sanaiiria, es una señora de antiguo relacionada
con toda mi familia, y tiene conmigo la mayor
confianza, como que á pesar de las canas que
peino malamente me llama Garlitos. Por cierto
qne algunas veces me regala unas truchas de
aquellos lagos parecidas á salmones por his
dimensiones y la calidad, que me saben muy
ricamente. Iv-^ta sfíñora tiene en la Puebla
sobrinos y Bobrinas, y hace un año que uno
de aquellos sobrinos le ITIVÍT. una do sus hijas,
niña de á'iv.
-Uiblooiera
de lina i-iif. ,,,.
,. i
n la eitada
población, 1^1 nu'dieí) ]I;I1M:I, iliclin :il jiüdrede
l:i enfeniiita que era preciso la hiciera variar
de aiies, y que en Madrid, aunque los aires no
son de los mejores, se restablecería por completo, y así ha sucedido, pudiendo volver al
eabo de algún tiempo á la Puebla sin peligro
de vacaída.
Mi señora D." Aurora, que ya no se mueve
de su botelito del barrio de Arguelles, sabiendo
que yo no desistía de mi propósito de hacer
un viaje á Zamora, me escribió preguntílndome
si tendría inconveniente en acompañar á la
señorita Elvira y entregarla á su padre que
vendriadesde la Puebla á recogerla en Zamora.
¿Cómo había de negarme á acompañar á una
niña tan bella y tan buena como la gentil Elvira?
Contesté afirmativamente, y á poco
fui á ponerme á los pies de D.' Aurora y de
acuerdo con ella para fijar el día de la partida,
bien que con el sentimiento de que en este
viaje no me acompañasen Riudavets y Alcázar, por hallarse ocupados en trabajos artísticos que no les era posible abandonar.
Pero el sentimiento de verme privado esta
vez de la gratísima compañía délos dos populares colaboradores de LA EDAD DICHOSA, me
ha sido compensado con la satisfacción de tener por compañero de viaje á un querido
amigo mío, que estaba muy ajeno, en su residencia de Lérida, de que en el mes de OctuIjre de este año de gracia, tendría que ir á
residir en Zamora, por mandato de nuestra
Reina y Señora. que le nombró CJobernador
de aquella provincia, sin haberlo solicitado
él, sino porque el Gobierno, conocedor de las
excelentes condiciones y relevantes méritos
que le adornan, le propuso á S. M. para el
cargo referido.
1). Enrique Vivanco y Menchaca es el intimo amigo mío á que me refiero, que hoy ocupa
dignamente el gobierno de Zamora, que yo
desempeñé con menos merecimientos hace
algunos años. Al felicitarle por su nombramiento, escribíle que lo acompañaría cuando
fuese á tomar posesión, explicándole el motivo, para que no creyera que tenía la protensión de presentarlo en Zamora como se
presenta á un nuevo alnnmo en el colegio.
Acogió con júbilo mi i)ro¡io;~i<¡.jn el nuevo
gobernador do Zamora, y {\ aquilla ciudad
nos encaminamos, llevando con nosotros .'i la
donosísim-i sobrina de doña .\nror.a, gozosa
por voh'
i laniilia,
pero sintienüü j;erder tanUia divcrriiuncscomo
hay en Madrid, y el paseo del ííetiro, adonde
LA EDAD DICHOSA.
la llevaba en coche aquella señora todas las
tardes. Vuelve, con esto, la gentil Elvira á la
Puebla de Sanabria, un poco más vanidbsilla
y aficionada á lucir de lo que conviene á una
niña que lo más proljable será que se case allá
con algún rico propietario del país, en que
jiasará, la mayor parte de su vida siendo HOñora de su casa v madre de familia.
CASA
un
Pero ella tiene bn. n Miilido, y al cabo de
poco tiempo, despui's de regrcsai' á su pueblo
y á su hogar, recordará como cosa de sueño
las grandezas y los lujos ili> csd- Madrid, y estimará otra vez los (ninqnÜM-. •, ,l. l:i \ iila,
allí donde ha naiiilo, y 1
\fraternal de las jovcncitas con quienes lia vivido desdo sus primeros años, prefiriendo esta
oír,
amistad cariñosa á los ut-jciuniiiosos cumplimientos y remilgos de algunas niñas que ha
conocido en Madrii!, qiu; por lo ;ilcetn<l;is y
melindrosas, más quo iiiúas parecan señoras
pequeñitas; como que no hacen otra cosa que
remedar alas damas que conocen.
I,os
MOMOS.
Llegamos á Zamora, cnyaEstacií'm de forrocnvril, por lo grandiosa, parece do nn.i aran
capiial, y allí lialiia buen golpo<li'üiaiic i s¡)('rándonos, es decir, á mí no me cs])(!ral.)a, nadie. Esperaban los unos al señor (iolxirnador,
y ol j)adre lie IClvii'.a, con mía- scnor.is y al
gunos amigos, esperaba ii la cníermita sana, á,
quien colmaron de besos y caricáas, mientras
516
LA EDAD DICHOSA.
á Vivanco le saludaban el Secretario del Gobierno, y otros empleados celosos. Y pn aquel
punto sepáreme discretamente de la autoridad, que con los suyos se fué camino del Gobierno. El padre de Elvira habiame preparado
alojamiento en la misma casa donde él se
hospedaba en la Plaza Mayor, cerca de la en
que nació el insigne poeta D. Juan Nicasio
Gallego.
Zamora no varia. Su aspecto de ciudad antigua no lo ))ierde, y esto, en verdad, consti-
RUINAS
DE
templos romano-bizantinos, que sólo el ignorante puede ver con indiferencia, son testimonio elocuente de la grandísima importancia
que'*i.uvo Zamora en los pasados siglos. Quien
quiera estudiar los más hermosos ejemplares
de la arquitectura cristiana de los siglos xi,
XII y xni, habrá de visitar los templos de Zamora para satisfacer su deseo. Para el artista
y el aficionado á investigaciones históricas,
ningún pueblo ofrece tan copioso caudal como
la ciudad centinela de la Cruz, avanzada de Cas-
I. A C A S A
luye el mayor encanto para el viajero curioso.
D. Tomas Alaría Garnaeho, un entusiasta zamorano, militar bizarro y persona de grande
ilustración, que c?cribió un bonito libro sobre
Zamora, dijo que los pueblos antiguos son
como los hombres ancianos; éstos viven de sus
recuerdos y aquéllos de sus tradiciones. Zamora es uno de estos pueijlos que hay que visitar con respeto y recogimiento; aquella monumental muralla, que recuerda tantos bcclios
de armas de nuestra vieja historia; aquellos
I) E I.
CID.
tula, como la llama su ilustrado historiador el
ya citado Fernández Duro, y que fué gala y
ornamento del glorioso reino de León.
Desde qui'l'ir ,'iialM< |,i ii,.|ii¡aron por su
ventajosa posiciíjii, IÍIIM i la iiicrra de nuestra
independencia, en el J.IÍ.<! uto .siglo, Zamora
fué teatro de memorables hechos de armas y
de acón'- '••••'•'•"'"•• '-'•'••-••• f]o In. mñ^ .-'-••-':•
resonai,
' • • "n^'
íi-a>i' jív'iviriiiai qtii
¡ indomable
airogaacia. el valor h. 1,1.., _, i.i ii.iiacidad ca-
LA EDAD DICHOSA.
balleresca de sus nobles hijos, de quienes dice
un autor anónimo, que «eran valientes entre
los esforzados, prudentes entre los discretos,
humildes con los rendidos, leones para los bravos, Césares en victorias, Octavianos en ventura, Scipiones en virtud, en el trabajo Aníbales,
en la bondad Trajanos, que Marco Aurelio los
iguala en sus verdades y promesas, que Antonino Pío en su clemencia, que Teodosio en la
humildad, que Constantino en la fe, que Tamiro en el amor de su patria, que Aurelio
Alejandro en la fidelidad y militar disciplina
de la guerra».
Siendo cierto lo que dice el historiador
acerca de las condiciones de los zamoranos.
517
compréndese la exactitud y propiedad de la
mencionada frase No se ganó Zamora en una
hora. Atribuyese nada menos que al rey don
Sancho II de Castilla, el Bravo, durante el
cerco que puso á Zamora en 1072, con la mala
intención de quitarle la ciudad á doña Urraca
su hermana. Y no consiguió, por cierto, el intento el valiente D. Sancho, porque, cuando
más empeñado se hallaba en la costosa empresa de someter á gente tan recia y altiva
como la de que disponía doña Urraca, fué
muerto á traición por ol célebre Bellido Dolíos, de ingrata memoria.
CAULOS FRONTAUBA.
iConcluií'il.)
EL PRÍNCIPE COLAS
COMEDIA INFANTIL, EN UN ACTO Y EN VERSO
POE
I^'EIDK/O
O". S O L - A . S .
PERSONAJES:
DON CARLOS; EL TlO COTANA; NICOLÁS; ROMÁN; LUIS; CÉSAR; JUAN, criadñ.
ÉPOCA CONTEMPORÁNEA.
•Sala lie, iistuclin do una iicmletuift parUcular.—En cl centro una mesa, y sobre ella libros.—Varias nillas.—I'ufilu
al ÍDIKIIJ.
Kiitiéndase jior derecha é izciuiorda las del espectador.
ESCENA PRIMERA.
UOMÁN, LTII.S y CKSAH, sentados.
Míin.iiia, ha dicho don Carlos,
('i)iiiirnz;in los ejercicios.
Lrm.
¡(¿ué miedo tengol
líiiMÁN.
¡No llallíes
P r r;.(i' \'i, til.millo lo núsino
(iue tía u/.ogadí)!
CKSAK.
CKSAK.
Y no obstante,
Tú estás fuerte.
RojiÁN.
¡Desconfío!
LUIS.
Si no ingreso ahora en el Cuerpo,
Renuncio A ingresar.
CKHAH.
,
I Amigo,
No scri'is solo! Mis padres
lIiuH'n un gran sacrificio
Para darme i; tos ( studios,
Y si salgo mal, preciso
Será que deje las cátedras,
LA EDAD DICHOSA.
518
LUIS.
RoMÁx.
CKSAU.
Luis.
¡ÍOMÁ.N".
Lui^.
CliSAJí.
Ahorcando también los libros.
¡Eso es lo que me sucede!
Pues yo (aunque no sean neos
Mis padres) puedo, en el caso
De salir mal, persuadirlos,
Y repetir los estudios.
Pero esto es mayor motivo
Para que estudie, no crean
Que abuso y que soy indigno
De sus afanes. Los pobres,
Como no tienen otro hijo,
Se desviven por mi causa.
¡Me profesan tal cariño!
También mis padres me quieren
A cegar; pero su oficio
Da tanta y tanta fatiga
Y tan pocos beneficios,
Que lo que conmigo gastan
Se lo quitan á si mismos
Reduciéndose á estrecheces
Atroces.
Yo tengo un tío
Que me paga la carrera—
¡Un señor que es un bendito!—
Pero que aunque quiera, el pobre
No puede hacer más conmigo;
Porque es anciano, está enfermo,
Y todo lo que lia podido
Economizar, cuando era
Maestro, de los antiguos,
Gaetóselo en protegernos
A tres ó cuatro sobrinos,
Todos á cual íiiás ingratos,
Y yo, el ii);i.~ jiAiMi, he sido,
Por haber llegado el último,
El que logró el miis exiguo
De los favores. Quisiera
Pagarle, como es debido,
llecogióndole á mi lado
Mientras viva. ¡Pobrecillo!
Mas, si me dan calabazas
¡Adiós planes! y ¡adiós libros!
¡Aquí (I jiríndj)e Colas
E,< ci más dichoso!
¡Chici
Xo es oro cuanto reluce!
Lleva rotos los bdliidw"í' 1 -i> ]jara un i
¡Eso he oído!
P2n fin, sea como quiera,
Vamos á lo positivo,
Que el tiempo pasa y no vuelve.
CÉSAK. ¡Y que don Carlos ha dicho
Que aprietan en los exámenes!
ROMÁN.
Luis.
ROMÁN. ¡ES lo que yo necesito!
Luis.
No te quejes tú, Román,
Porque te quejas de vicio.
(Toman loalibn» ypdncuc ácstodiarafanojamcntc.)
ESCENA IL
D1CH0.S.—NICOLÁS.
NICOLÁS. Salutem iñurimam! (Saiadunao.)
R O M Á N , (sin dejar de loer.)
Vale!
NICOLÁS.¡Qué aplicación! Se conoce
Que tenéis miedo.
ROMÁN, 'sigueestudiando.)
¡Y aciertas!
NICOLÁS. ¡Bah, tranquilízate, hombre!—
Mañana daré á mi tío,
El General, vuestros nombres.
Para que él os recomiende
A los examinadores.
Y si no fuera bastante,
Que creo que baste y sobre,
El hablaría á su hermano.
El Ministro.
Luis.
(Deja de leer.)
¡Caracoles!
¡Pues di que estamos en grande
Con tus recomendaciones!
NICOLÁS. ¡Eso lo hago por vosotros
Nada más!—Estuve anoche
]ín su casa, y tan á ticmj)0,
(I'
A i.....
I-, iiividónie
. ii.j qui.-ju.
— «¿T<
ios boquerones?,
Me preguntó.—No gran cosa.
Le respondí.—¡Vamos, hombre,
Siéntate aquí! » Y tanto tanto
Insistió, que acepté entonces.
Por cierto que ¡bebe un vino!
;nii'' vino' :
) doce
A-
'
-
J. .
l.uie )
E n Uii •
Hio'
Lris.
CK8AI!,
¡Lsu uicij tjí:
J)<' i,la;
Y en ];:
Vino de üui siglo».
•.•\r.^
l)ronce
y plata.
,,l Tl.'.S.
LA EDAD DICHOSA.
CiíSAií. (A Nicolás.)
¡Oye!
Cuando vayas, nos envías
Unas botellejas. Porque
Deben de ser esos vinos
Un bálsamo.
NICOLÁS.
¡Como arrope,
,ABÍ parecen!
ROMÁN.
¡Canastos!
jQué vinos bebéis!
NICOLÁS.
¡Los condes
Del Rasero van á casa
De tertulia por la noche,
Y lo primero que piden
Es vino de ese!
LUIS.
Cortando yo por lo sano,.
He dieho: «mi gusto sobre
Todos.» De aquí los disgustos
Y las mortiñcaciones.
¡Ni ellos me escriben, iii yo
Les escribo!—Cuando logre
Verme jefe de mi casa,
Haré que en mis posesiones
Instalen toda una línea
Telegráfica, y entonces
Será cuando yo practique;
Que hoy no disputo á los pobres
Una plaza. Sólo quiero
(Y sin recomendaciones),
Probar á todos que sé
Y que estudio cuando, donde
Y lo que mejor me agrada]
¿Conocen
Mucho á tu familia?
¡Como
Que somos primos!
Popote
(Que es como le llamo en Ijroma
A él) es hijo de Cosme,
El hermano de mi abuelo.
CKSAU. jCáspita, qué relaciones
Tienes, Nicolás! (BuriiVnaosc.)
NICOLÁS. (Condesiián.)
¡No creas
Que eso para mi supone
Grran cosa! Después de todo.
Son las que me corresponden.
NICOLÁS.
LUIS.
¿Y vas á recomendarnos?
ROMÁN. ¡Somos dichosos entonces!
NICOLÁS. OS aprecio como amigos.
C)';sAK. ¡Muchas gracias!
NICOLÁS. (MuyofBWc.)
Y que conste.
Que todo cuanto yo pueda
ROMÁN, ¡(iradas, Nicolás!
Li'is.
(nmiándow.)
¡Es iioblc,
Y como noble procede!
CiísAií. Pero dinos, ¿no te corres
Aspií'ando á una modesta
Plaza, que sólo supone
Mil pesetas, en Telégrafos,
Pudiendo estudiar
NICOLÁS, (inuirrumpic'iicioio.)
¡No oses
Hablar de lo que no sabes!
Voy á darte Ins rnzonoR.
Mi papá quicif (|iio estudie
Para ingeniero; y el Conde
Scobslinii <'n lii «liplonüíeia;
. Y el iMiiii-li''i.
(iiiíuriiic
Con ellos, quiero que sea'
Artillero; el tfo Roque
Pretcniii' ¡¡wr ;-i'.-i ninriiii)
Y cutre tantas opiniones.
519
U(l.M.\N.
¡ Y a , y a ! (Lovnntímdose.)
CicsAK.
¡Dichoso tú, hoínbre!
¡Hoy don Carlos tarda mucho!
NicoLÁs.Es que ha ido á cobrar. Imponen
En el Giro desde el pueblo,
Y, es claro
libros, lecciones,
Hospedaje, gastos, ropa
¡Todo!
ROMÁN.
¡Pues, algo supone!
NICOLÁS.El mes que mq^os, cien dinos
¡Y eso
viviendo A lo poluf!
LUIS.
ESCENA H l .
DICHOH y JUAN.
Al salir el señorito,
Me dijo que, si tardalia,
So retirasen ustedes,
Que no hay clase hasta mañana.
ROMÁN. ¡Muchas gracias, Juan!
•JUAN.
JUAN.
LO aviso
Por si alguno se extrañara
LUIS.
¡Perfectamente! (so levanm.)
CESA». (So icvunttt.)
¡Bienhecho!
JUAN.
Con su permiso (Vano.)
(JisSAii.
LUIS.
¡Adiós!
¡Gracias!
ESCI<:N.\ IV.
DH'IIOK, 111
s .lüAN.
R(JMÁN. L'rindpc (Jolas, ¿im estudias? fAfi.bu.'
NICOLÁS. ¡NO; lo dejo para hugol UH'¡.n» •• >
Ahora voy á ver si acaso
Han repartido el correo.
LA EDAD DICHOSA.
520
¡Con tanta correspondencia
Como de continuo tengo,
Parece que me falta algo
Hasta que llega el cartero!
CÉSAK. Y yo me voy á asomar
Al balcón.
NICOLÁS.
¡Pues, asomémonos!
COTANA.
ROMÁN.'
C O T X N A . (Adelanlándoce.)
¡ T o m e u s t e d a s i e n t o ! (Oírccléndole una 6¡:i.i.)
COTANA.
(Dar.doTueit«3A8nsombrero.) Puede
Que astedes estén al tanto,
Y ¡hasta puede que conozcan
También á mi chico!
Es guapo;
Y viste á lo señorito;
Y le tengo aquí estudiando;
Sólo que
¡cómo ha de ser!
El hombre propone y
¡Claro!
¡Pero, tome usted a.siento!
ESCENA V.
^
ROMÁN y I.UiS.
ROMÁN.
LUIS.
ROMÁN.
C O T A N A . ¡ M i l g r a c i a s ! (So sienta y pone lavara que t»ac,
entre ambas picmof.)
¡Ilusión!
¡ESO es no más:
ilusiones!
Hólo no teniendo seso
Su conducta se explicara, icon irui.iü)
¡Mucha es su fortuna para
Rebajarse á todo eso!
ROMÁN.
(Recogiendo sns Ubros.)
Y si con eso es dichoso
LriS.
( Arreghindo sns lihros.)
Es un vicio el de mentir
Que no puedo resistir.
ROMÁN. Rebaja al hombre.
Lris.
Es odioso.
R().MÁN. ¿Nos vamo.s?
LUIS.
Cuando tú- quieras.
Ri «\i vN. Y á César, ¿no le llamamos?
Liis.
Al tiempo de salir.
ROMÁN.
(Tomando ios libroj.)
Luis.
¡Pues si tú, amigo, tuvieras
Bodegas tan bien provistas
Y parientes de tal laya
Luis, entonces si que
¡Va}'a!
¡Eramos telegrafistas!
ROMÁN.
Luis.
¡VaiUOs!
(Dírigenüe hacia el fondo, A tíemí» qnc aparece el
tío Cotana,)
ESCENA VL
D I C H O S . — E l T Í O COTANA,
C O T A N A . (Salodando desde la pnertu.)
ROMÁN.
¿Dan ustedes eu permiso?
Pase usté.
¡VamOs!
Luis.
(Vanse Kicoláa y César.)
KoMÁN. Cada vez me afirmo más
En que habla muy de ligero
LUIS.
¿Quién? ¿Nicolás?
Embustero
Como él no le encontrarás.
Cuanto habla de posesiones,
De parientes, posición
Y títulos
¿El señor don Carlos?
Creemos que no está en casa.
Pero no tardará.
>
Pues, el muchacho
(Con perdón de los presentes)
Salió un poco despejado,
Y (.salva sea la parte)
Delte de llevarme un palmo
De alto, si sigue en los medros
Que en el pueblo. Y», ¡(\\w diablo!
Tenía algunos ahorrillos
Producto de mi trabajo,
Y un día me dije
dice
f-Colana (así no me llamo,
Que es el apodo), ¡corriente!
Bueno, pues
(y voy al grano):
Me dije
dice
tdotana:
Tienes un chico muy majo,
Y aquí va á ser un borrico
Si le tienes á tu lado.
VA\ la corte, si él estudia,
Podrá ser un hombre
algo
Más que albañil, lo que ti'i eres;
Con que VÍ., \(.y \"¿i¡ui'' liago?
M'- '••
''• al .señor cura,
<,;
1 pueblo el más sabio,
Y le dije
dice —^Quiero
Consultarle, don Serapio,
Lo que he de hacer con el chico »
Y él, que sabe hasta eu qué año
Vivimos, fué y contestóme:
«.Cotana, ¿tú no has pensado
Cosa algnn.i? —¡Nada, nada!
—Bueno; ¿tii-nes muclios cuartos?—
¡Regular ta! cnal!—,•^' <iiuin.-.s
Qiip r-!!;i!' •
''
'
'•'••
• • aniOS.w
Y ;.,;./- :;:,
Como Ci-üs que llaiiian '.diano.s»
Y en un sautiauiéii leyólo
521
LA EDAD DICHOSA.
Y me dijo
dice
—«Acabo
De ver algo que es posible
Le convenga á tu muchacho.
—¿Qué es ello?—Telegrafista.
—¿Y eso para qué es?...»—Ahorrando
Palabras: que aconsejóme
Que le escribiese á don Carlos,
Y
total: que al mes siguiente
Vino mi chico. No extraño
Qne en estudiar pase días,
Semanas y meses. Algo
Debe tener el estudio
Cuando yo, que soy muy largo,
No comprendo ni una jota.
Pero, señores, tres años
Lleva en la corte mi chico:
]JOS ahorros se acabaron;
Yo voy para Yillavieja;
En el pueblo no hay trabajo;
Y don Serapio me dice:—
«Tu chico te da mal pago,
Porque en el tiempo que lleva
En Madrid, si no es un bárbaro.
Ya puede haber concluido
Los estudios.»—Conque, ¿qué hago?
He cogido las alforjas,
Y un rato á pie y otro andando,
A la corte me he venido
LL'13.
D O N CAlíl.OH.
¡Muy señor mío y demás! (Mudando.)
He llegado esta mañana
Yo soy el lio Cotana,
¡El padre do Nicolás!
gusto
(LC aa la mano y le
obliga á qu,! so tiente.)
COTANA, (8entAnd08c.)
¡ Y a sél
(Apai-tc.) ¡Qué bribón, el embustero!
CABLOS. ¿ V i o u s t e d a l h i j o ? (Se ílonta.)
ÍÁ)TANA
CARLOS.
¡Vaya, aquí le tiene usted!
C O T A N A , (LovantAndoso y tirando la vaní y el sombrero.)
¡Mi Colas! ¡Hijo del alma!.... ccorrc iiacia
ííl y lo abmza y le acaricia loco de alegría. Nicolás se
muestra violento y como avergonzado. Los demás
CAULÜS. ¡ A h , c u á n t o
CARLOS.
D I C H O S , N I C O L Á S y C É S A K ; J U A N cu 1.a pucrt.-i.
contemplan la escena vlvamoutc afectidOK.)
DICHOS,
COTANA,
ESCENA FINAL.
Aquí está el señor don Carlos.
ESCENA VIL
ROMÁN.
lágrimas )
JiUis.
(Aparte.) ¡Pobrc houibrc!
Pi():\rÁN. (Ap,irte.)
¡Parccc uu sauto!
CAIU-OS. (Aparte.) ¡No sabc lo quc le espera!
COTANA. ¡Ah, si Nicolás supiera (Afectado.)
Cuánto le quiero yol ¡Cuánto!
CARLOS. (ALUIS.) Si quisiera usted llamarle
COTANA. ¡Cómo!
¿Pero él está aquí
Y aun no ha venido hacia mí?
LUIS.
Voy ahora mismo á l)uscarle. (Vaw!.)
(/OTANA. ¿ Y qué tal? ¿Es aplicado?
Ya don Serapio me dijo
Que valía mucho mi hijo.
¡Si sabrá más que un letrado!
(Aimrcce en la puerta don Carloa.)
(Co/nna, Romiln ; Lola w ponen en pie.)
COTANA,
Todo el consuelo!
¡No; no
Se quejará él de su padre!
Desde qne entré en esta casa,
Pensando en mi Colas río.
Lloro
y
¡Yo no sé. Dios mío,
Yo no sé lo que me pasa! (Se enjuga la»
¡Eso quiere!
Pues ahora le llamaré.
¡Tres años hace que vino
Los llevo día f)or día!
Y .siento lauta alegría
Por verle, que á hablar no atino.
¡Y,
Mmii) .su madre
o-l
^' (ui .Nii'uhis luo dejó
¡Ven, que te vea tu padre!—
¡Oh, qué majo!
¡Abraza, aliraza!,...
¡Tres años que no te veo!
¡Tres años que el i(o Cotana
No sabia de su hijo
De otro modo que por cartas!
¡Hijo!... ¡Colas!... ¡Qué buen mozo!...
¡La misma, la misma cara
De tu madre que esté en gloria!...
Pero
¿no me dices nada? (Con dolor.)
Me ves que lloro do gozo
Viéndote
y tú ¡ni una lágrima!
¿Te has vuelto mudo? ¿Qué tienes?
¿Por qué, por qué no me hablas?
NICOLÁS.¡Padre! (Tiiiiidai.i..i)in,)
CARLOS.
La emoción, .sin duda
COTANA. ¡Eso ha de ser! ¡No faltaba
Más, sino que I'IK'SP ¡n,iíi':it()
Conmigo!
¡N'^IHKIS, MMI, ainl:i,
Y dime ante ln m.ii n-d
Lo que sabes! ¿Ya acabada
Tendrás, hijo, la carrera?
LA EDAD DICHOSA.
522
CARLOS
COTANA .
CARLOS.
COTANA
CARLOI^.
i No, señorl Eso le falta.
¡Pues si dijo don Serapio
(¿utí con poco que estudiara
E n u n año acabaría!
¡Estudiando, sí!
¡Malhaya!
¿Pues qué h a hecho si no?
Eso mismo
Me p r e g u n t o . (Pansa.)
COTANA ,
(ANUoiáí.)
¡Vamos, habla!
¿En qué has invertido el tiempo?
¿No sabías que gastabas
Los ahorros que tu padre
Hizo trabajando, para
Tu provecho? ¿Que él comía
Cuando más pan y patatas,
Para que tú aquí vivieses
Como \\n principe?, , . ¿Y malguK'ui.s
E l fruto de m i trabajo
De toda la vida? , ¡Cuánta
Ingratitud! ¡Qué vergüenza!
CKSAH.
Pues ¿ y los Condes ,.,
¡Oh, calla!
|
JS'l COLAS . (Inícrrampiénflole.)
¿Y
sus
tíos
el
Ministro
Jl'AN.
Y el General?
¿(iuó bobadas
COTANA
>Son esas? .,,. ¿Qué signiñcan?....
(Pausa. Lwego cambia de tono como BÍ coiiiiut'julic; u }
¡Ah, vamos 1 ¿Te avergonzaba
El ser hijo de u n pobrete
Albañil, mientras gastabas
Malamente sus ahorros? , .
N l C t i L Á S . ¡Padre'
Cii'lANA
CAia.ii-.
COTANA.
¡ B r i b ó n ! (indignado.!
(Conciliador.)
jBasta, basta!
Ko se altere usted por eso.
Que fué broma,
¡Y bien pesada!
Pero á bien que su castigo (Enéi-gico.)
Va á, llevar, y pronto. ¡Anda,
Gandul, zángano, ingratazo!
¿No sabes lo que te aguarda?
Pues
la ali'otimii v la artesa,
Y' los cubos y la llana.
¿No has creído en buena madre?
|Creerás en mala madrastra!—
¡Vamos pronto al pueblo!... ¡Listo!..
¡Desdichado! ... ¿Y con qué cara
Vas á presentarte donde
Todos sin cesar trabajan?,.. .
;Í-- '
¡Oh, no, no! , Y a más al pueblo
No quiero volver. Mi casa
Será vendida
y su venta
Como postrera esperanza.
Servirá para que estudies
Mientras t u padre trabaja. (Lloro.)
NICOLÁS !, ¡Padre mío! (DC roauíM ante ¿i.)
¡No merezco
Tal sacrificio! Esas canas... .
COTANA . Dc estímulo h a n de servirte
Para que trabajes; para
Borrar el daño que has hecho;
Para demostrar que nada
H a y para ti cual tu padre:
Este pobre tío Cotana
Que tiene para su hijo
Llena de amor toda ol alma.
NICOLÁS . ¡Padre d e m i corazón! (LO abrazi y uora
en silencio.)
COTANA
iÍM.MÁX.
LUIS.
CKSAU.
CARLOS.
COTANA.
¡A.¥Í te quiero!
¡E.sas lágrimas
Abogan por ti!.
¡Sí, llora.
Que así las penas descansan!
H o m b r e que no llore
¡malo!
Tiene dura.? las entrañas.
¡Prttidpe Colas no olvides
De tu padre kvS palabras!
¡Y déjate de ministros,
Y de condes , ,
Y patrañas.
¿De modo que Nicolás?
Continuará en esta casa
Estudiando...
¿V u.sted iiiii'Utiab?
NICOLÁS
COTANA.
JUAN.
¡A mi oficio! ¡A nadie m a t a
El trabajo!
¡Muy bien dicho.
Señor
don .,, Uo Cotana/
NICOLÁS . (Al pnblico.)
A ti, público benévolo,
llesta expresar si te agrada
Del Príncipe Colas lo que
Se desprende de la fábula.
Si tu indulgencia es tan graiidr
Dinoslo con tus palmadas.
(Cambín BO energía en dolor y signe domin.-uln por
jiiiento.l
TELÓN.
LA EDAD DICHOSA.
523
ESPAÑOLES ILUSTRES
EL C A R D E N A L JIMÉNEZ DE CISNLLOS.
Í^JEÍIMÉNIÍZ (io Cisnoros! Cuando se pro-
\'iiy ;'i t r a z a r ;uiuí, con m u y aTnplios i'a.sffOS,
y si'ilo |ioi' i'(ii'r('--*p()ii(li'i' ;'i los di-ífos (l<d(li,i,'no
f^^
el fnv:i7.n[í ])alpita (ll> llohlo I)1'Ü:UIIO ' 11 i l-ri-hi!- i Ir \,\ K\>\\> Diciiii-iA, los prilir¡|)al(;H
yiatrio. ^d'oi'ciiii'V P o r í p i c Jinii'iio/; (le ('¡siii'i-os i licclios do In vida ilv nipiol vai'('in c x t r a o r d i -
»^íÁ
niiivi:! i'Ho nonihrc, qiiori'ios niños.
Ca u n a d i ' !:i- m-'i- 'O-and. • li'iiira- do niicsll'.'l
; liario; poi'o loiii'il o¡ i( oild ¡do, Id ¡os ni ios, (plo
historia, > o n - a o l a '
doiali- ' la pihuna l u n d i l a o n loi m a n o al |ios(]nc¡ai-|os,
í'ado \' v i a i o i a d o liiioiura- liiilia n < ii la liíaTa c o m o si la ol'u.'caso o! Iirillo cspli IHIOI-OMÍ ilul
€S])anola, solar di la lo, d r l \alo.r \- do la hinoinlu'c d o .Jiini'ncy, d e ( ' ¡ s u e r o s .
dalu'UÍa, u n cora// >i¡ " • ! : . !
a-
prc!
524
LA EDAD DICHOSA.
En uno de los primeros días de Enero del
año 14'J5, la excelsa reina Isabel la Católica
(ya había ganado este glorioso título) estaba
á la cabecera del lecho de muerte del Gran
Cardenal de España, D. Pedro González de
Mendoza, en Guadalajara; y como rogara al
moribundo que en aquella hora suprema la
indicase quién era la persona de más claras
virtudes y singulares merecimientos para sucederle en la silla primada de Toledo (entonces la primera dignidad de Castilla, después
de la Real), contestóla con firme acento el noble prelado:
—El fraile franciscano Jiménez de Cisneros.
Y asegura la tradición, que la reina Católica, aunque le produjo muclia extrañeza la
inesperada respuesta del Cardenal Gonziilez
de Mendoza, pron)etii>lo que le sucedería en
la Sede arzobispal el Immilde fraile franciscano; y fué tan decisiva esta resoluciíJn, que
la magnánima Isabel I no quiso ceder á las
súplicas de su mismo esposo D. Fernando,
quien la pidió con reiteradas instancias la mitra primada de Castilla para el joven y mundano Arzobispo de Zaragoza, D. Alfonso de
Aragón, y ella iiiisnia, casi en secreto, iinpcIró del Papa Alejandro \'í la bula correspondiente para elevar al fraile franciscano á la
alta dignidad de Arzobispo de Toledo.
(dientan los historiadores que la reina Isabel, cuando recibió dicha bula, hizo que se
presentase en la real cámara de Toledo el
fraile observante, y le entregó el pliego, sellado todavííi, con el siguiente sobrescrito; A
nacHlio
'risto, venerable Francisco
J'nnnn :
., A¡--:ohispo electo de Toledo
Y i.'l fiiiili.', liuiiuulado el semblante, di-jn I-HT
los brazos, sus manos tremidas no pudieron
sostener por más tiempo el breve pontificio, y
exclamó con voz resuelta: ¡Ko puede ser! ¡Esto
es una equivocación! ¡Esc Cisneros no soy yo!, saliendo al punto del regio aposento, sin despedirse de la augusta señora, y dirigiéndose inmediatamente, á pie, con al Breviario bajo el
brazo y tosco báculo en la mano, hacia el convento di' S:u) '-'nuicisco de Ocaña; y fué ncccnana utra Kiiln y oi^dcn expresa de obudecer y
somet'.!-' ai yíf -ii|,ri ¡lio de la Iglesia para
fiiii' .liim 11'/, iJt' CÍMUID-. consintiese en ocupar
la .Sude de lüi Eugeuioií é Ildefonsos.
Don Gonzalo (que así le nombraron en el
bautismo) Jiménez de Cisneros nació en Torrelaguna en 14¿>6, no constando con exactitud el día en que vio la luz del mundo; sus
padres eran nobles, de antigua é hidalga familia, aunque pobres y cargados de hijos; su
carácter, su educación, sus creencias, y quién
sabe si también la intuición misteriosa del
genio, le inclinaron á abrazar el estado eclesiástico; sus estudios de Humanidades y Filosofía, de Teología y ífenones, terminados á
la edad de diez y ocho años, le hicieron ganar el título de bachiller en la Universidad
de Salamanca; emprendió después un viaje á
Roma, con la esperanza de lograr allí colocación y adelantos en la carrera eclesiástica, y
sólo ülituvo una hnla de expectativa, que le daba
derecho á beneficio simple en el arzobispado
de Toledo, y regresó á su j)ueblo natal por
haber fallecido su padre, dejando en comprometida situación los negocios de su casa y familia.
A la edad dr tilinta y siete años, habiendo
quedado vacante el arciprestazgo de Uceda,
marchó á esta villa y tomó posesión del beneficio, ejercitando el derecho que le confería
la bula, y encaminóse después á la capital de
la archidiócesis para prestar juramento de
fidelidad ante el prelado, que era entonces
D. Alonso de Carrillo; mas é.ste, que había
prometido anteriormente la misma prebenda
á un su allegado, lejos de recibir el homenaje
del nuevo arcipreste, quiso obligarle á renunciar á su derecho y concluyó por ordenar que
Jiménez de Ci.sneros fuese encerrado en el
castillo de Santorcaz—esa poderosa fortaleza
(jue ha atravesado por las revueltas do ocho
siglos para caer, pocos años hace, bajo la piqueta demoledora, y tran.sformarse sus robustos sillares en menuda grava de una carretera
Y observad aquí, niños estudiosos, cuan
incomprensibles son los designios de la Divina
Providencia. ¡Quién hubiera dicho al Prelado
toledano qucaquel obscuro arciprcHtchabríadc
sentarse, antes de tres lustros, un la misma
silla arzobispal que entonces él ocuiiaba!
En 1J80, á poco de ha!"
ii
arciprestazgo Jim'— • ' '
-li!
seis años de pri-:
, nr
el cargo de Capí i
ira! de
Sigüenza, diócesi.-: .,M^ '^,-'" •• — • '•• -1 Obis-
LA EDAD DIClfOSA.
po D. Pedro González de Mendoza: allí adivinó González de Mendoza que el exterior frío,
austero, poco simpático, de Cisneros, estaba
animado por un espíritu eminentemente superior y un corazón recto, honradísimo y generoso; mas el religioso capellán, aunque fué
creciendo en Sigüenza su fama do varón apostólico, y también su fortuna, harto de las fala.
cias del mundo, abandonó su lucrativo cargo,
distribuyó sus bienes entre los pobres, y entró
hada; tenia dos cilicios en sus carnes; ayunaba todos los días, y se disciplinaba con
rigor; ejercía todas las mortiíicacioncs de la
sevei-a regla de los Observantes de San Francisco do Asís como si hubiere de morir el
mismo día, y dar á Dios estrecha cuenta de
sus actos.»
Profesó al año de noviciado, y entonces, en
honor del Seráfico Patriarca de Asís, cambió
su nombre de Gonzalo por el de 1^'rancisco.
C A S T i r . L O DE S A N T O R C A Z , A N T I G U A
l'KISIÓN
DE
ESTADO.
(le novicio en el Convento de Observantes de
l'^ra presbítero desde antes de regresar de
San .Juan ¡h^ liw Reyes, de Toledo, fundado Roma, y su fama de virtud llegó á extenderse
|iocos aii
por los Reyes Calnlirn^ cu l:inlo, con inovtilif.'iiii'iii de ]¡i, liiiiiiildad del
(•uinpliiiiiiiiii) (!(• un voto sohiniiic <|Ui' liicie- í l ' l l i l c , <\\W. ósti» s o l i r i l i i y o l ) t n \ i ) ] K ' n H Í s 0 d e ]
i'íju (li'S[)ii(''H (le la vicliiriii de 'l'ciro.
guardi:'m de San .Inan de los ücycs para, i-cti«Nillti'Úll n o v i c i i ) ^I'.-ITIIM' (I (TnnistM
Alv.'lli'arse al desicvtu de Caslanar; alli, crri'a d"!
(ii'micz il •'
contemporáneo, en sn lilii'o • •oiivi'nlo^ nn Sf>li'ilail ('-|iaiiiosa, \'i\'¡i'i I res anos
J)i; Uíhn
cuniplii'i (;1 ])rim('r .-iño de i'oii priMlcncias y pi'i\ai'ioii('y, cNlcnuado de
(•l;\n,-ti-o Clin I:inln li'r\-iir rclifiidsu: (Ini'niiu en cina-po y i xaltada .«li alma con drlcitcs rí--¡i¡iiInuli's ipic m:'is lardi^ recordó con dnlcisnno
el ^iinln ('yn un pcila/.o de uiadci'ii pni'almo
526
r;A EDAD niOHOSA,
anhelo en medio de los esplendores de la
corte; trafíln(l;ironle después sus superiores al
fnii\-fii!(j (ii' Salceda, cerca de Giiadalajara, y
IKvsados algunos meses fué el<'gido guardián
del mismo cenobio, no obstante su resistencia
á desempeñar un cai-t:o '(Uc le clc/Nalia i-oKrc
sus hermanos de comunidad.
BELLAS
damento religiosa, consideraba ú su confesor
Yy Tr,..-.T.ndo de Talavera, no sólo como din •
11 conciencia, sino como consejero
íntimo en los asuntos de gobierno que se relacionaban con la religión do los castellanos.
La I ¡lina consultó á <<
de Mendoza,
ya Cardenal y Arzobispo d e l oledo, y este principo de la Iglesia acord«Jse entonces del varón
apostólico y humilde que desempeñó en Si-
ARTES.
PRESENTACIÓN DE JIMÉNEZ P E CISNEROS A LA KEINA i A 1 i L l l A POR EL CARDENAL GONZÁLEZ DE MENDOZA.
(Cuadro de D. Migocl Jadraque.)
Y>-< .1 •., ,, I (-.•' cíinfilli.'^fnda (ii'a'.iaila, ¡inr
o-iifir/:) bi rniif-llnnía iiiavnr df !:i CIÍIIIIMI:
il.a V Ara'/''iii, i'l IIIM-I(J y vir-
liernundo do 'l'alavcra Im' i levado
1 (le in'ii.icr Aryiiiiij,,0 <li' la. niU'va.
L'o de confesor
na (Jalolica.
•'•ióndesufí^-'
d e l i c a d o cargo
i I , señora de
era niuv liiina!.
clarísimo talento, (a- niiicnii • uif n r a y profuii-
rridas JJOCÍU-- .~,cuiana.s, L1 ob.-'Liiru ;.'uardiari del
convento de Salceda recibió un llamamiento
(id Cardíaial. para Valladoü'l, d<j¡i';
entonces la corte.
í'Acndió Jiménez de Oisneros, siempre ol)e<:
e el autor De Rebus geslü) á la enin , ; 1 •¡nr- lo pedía ?n antiguo protector
LA EDAD DICHOSA.
González de Mendoza, y como este Cardenal
habitaba en Palacio, condújole, cual si fuera
casualmente, á la Real cámara, ante la reina
Isabel; mas Cisncros, sereno y digno, sin inmutarse, saludí) respetuosamente á la señora
y respondió con sobriedad :'i las ]iii'^uiilas (pie
se le dirigieron, mostrándose tan discreto, piadoso y modesto, que la Reina se manifestó
muy contenta y felicitó al Cardenal por haI )érsele presentado.»
No olvidéis jamás, queridos niños, que la
virtud y la modestia siempre triunfan de la
vanidad y del vicio, aunque en ocasiones aparezcan humilladas; pocos días después de la
entrevista, .liméncz de Cisncros fué nombrado
confesor de la Reina Católica, «y sólo acept(')
este codiciado cargo, contando con la aproba(;ión de sus superiores (sigue diciendo aquel
cronista), cuando obtuvo además el permiso
de observar en el Real palacio las reglas de
su orden religiosa, vistiendo el tosco sayal de
franciscano, y habitando en angosta celda,
con una tarima por lecho y pan duro por alimento».
Allí, en la fastuosa corte de los Reyes C!a1(')licos, aquel fraile franciscano, vestido de
l)año Inirdo, llevando en la mano derecha el
báculo de su dignidad en el convento de Salceda y en la mano izquierda un Breviario,
.Jiménez de Cisncros «presentóse ante los
mundanos clérigos de la época (escribe uii
testigo presencial, el ilustre Pedro Mártir) como la imagen viva de los primeros cenobitas
'ii' la Tebaida, Hilarión y Pablo».
Dos años lial)lan transcurrido, y el Capítulo
general de la Orden seráíica, acordándose de
las virtudes del austero guardián de Salceda,
eligió Provincial de Castilla al confesor de la
Reina Católica; y un año más larde, habiendo
fallecido el cardenal González de Mendoza, á
la edad de sesenta y sois años, el 11 de Enero
di' 1 r.i.-i, la Kc'ma Cah'ilira, y (-1 ],:\]y.i Alejandro \'l elevaron á .Jiménez de Cisncrcs a l a
alta dignidad de Arzobispo de Toledo, primado de Castilla.
Ved, queridos niños, el retrato que ligura
al frente de este artículo, y leed la descripción
de la persona do Jiménez de Cisncros, hecha
por Pedro Mártir y Alvar Gómez de Castro,
que conocieron y trataron al insigne Arzobispo: era de elevada estatura y aspecto severo,
andar liriiie y resuelto, de mucha gravedad
en sus movimientos; su rostro, de color moreno, casi cetrino, era largo, delgado y huesudo; su frente ancha, despejada, igu.nl; sus
ojos grandes, vivos, muy brillantes; su n;u-iz
larga y afilada; su cuello pequeño y delgado;
su voz clara, pero de timbre poco agradable,
y nunca hahl.aba siimld estrictamente necesario, y aun así con iinu'jii) Laconismo.
En el próximo nninri-n, poninc esto artículo es ya demasiado largo, bosquejaré los
principales hechos de aquel hombre cxtranrdinario: la reímnia de las i iidencs religiosas,
la conquista de Oran, la íuiidacic'in de la Universidad complutense, la publicación de la
Biljlia,políglota, la regencia del Estado en
nombre del joven príncipe que había de ser,
andando el tiempo, Carlos 1 de Espaiía y V de
Aleinaiiia.
E. MARTÍNKZ CE VEIASCO.
-^3í5r>=*J>^^¿>»3-
EL L E Ó N Y LA L I E B R E
.•-''íísM^- '
'•¡xi') ^ '^'""^ ''""^''^^'''^''"" ^" ^'''^'" famdiar ¡i
-v.u.A unagraciosa Jiebvo.
^>>.Íf — ¿PerocH ve-da.
ad — ])reguntó ésta
—que á vosotros los leimcs |,ii('(|i> hacer huir
con tanta facilidad un niisi'i'alile iralin cnandn
canta?
— I's c i e r t o —ei.11(1 ~IM I 1 I r i ' n i ; — y se o l i s i T -
va, '.íeiieraliiieiiic, t^ue nosotros los aiúnialcs
grandes adolecemos casi todos de cierta po(Hi(aiadel)ilidad. Así, por ejemplo, habrás oído
del eleíante que el gruñir de vm cerdo le ])roduce horroro.so p.avor.
—f^Dc veras? iutornniiiiii') la !!('•••
'Mi!
nlior.'l eoiniirendo ])or (|Ui'' noseitr.¡
,s
tanto mieilo .i los |ieiTos.
528
LA EDAD DICHOSA.
EJERCICIO INTELECTUAL.
Soluciones ccrresponiüente* al número anterior.
ANAGRAMA.
Con l a s siguientes p a l a b r a s y l a letra d formar u n
AXAOUAMA.
proverbio m u y c i e r t o .
PROVEKBIO
La
pririieiún
VULQAB.
ex causa
del
aj)eí¡to.
D.-Encia-Sodan-Dnlce-Leer-Fruta-Esla-Apa.
OGOGRIFO NDMKRICO.
1.2.,3.4.5.0. 7—Mariana.
1.5.3.4.fi.5 —Marina.
].r,.S.4.2
—Mana.
3.1.1.7
—Rima.
5.(1.2
—Ana.
4.3
—Ir.
1.4
-Mi.
]..-.;Í
—Mar.
w.'i.ñ.r,
—Rana.
i.7.3.i.r,
—Miiviii.
.';.i.7.:i.i.2 —Amaría.
1 . 7 . ; Í . i.2.r, ")—Mariana.
LOGOGRIFO NUMÉRICO.
4.8—Rio.-Isln.
3 . G. 4.2—Geografía.
5 . 7 . 2 . 9 — C é l e b r e moro.
•
2 . 9 . ^ . 6 — I n s t r u m e n t o músico.
l.fi.3.4.8—Apellido.
G. 7 . 5 . 7 . 2 — P e r f u m e .
4 . (i. 1.2— N o m b r e d e mujer.
2.9.5—.Tugúete.
7 . 8 . 4 . 2 — M u c h a en i n v i e r n o , poca en verano.
l.'j.i.Ci—En
CHARADA.
Cusa Til h (1 n rld.
l a vajilla.
4.ÍK8.2—Kn l a n.ive.
4 . 0 . 9 . 1 , 8 — C o m e iX)Co.
: ! . 2 . 7 . 1 .."—Autor.
ilan remitido Ins golucioncs: Tcodcnlo Nooll.—MüiiKrns, Cnnri jiclon y JoF¿- Gttttirz y Arrnzana.—Ricorfio Qiiewida Cneío (de ;Murcia).—JoK' liarla de la Torro y Garda Hivcro.—Antonio Mico.—
Filomena Cuadrillero Vergara (ila Torrecilla do la Orden).—Rafael
Merlo.—Gonzalo de Csrloi y Aljclla—Conchita rircpérez —I.ni«
Uriondo.—Luis Sdiiiz do loa Terreros Cándida y I'ranciico Calitln.—Sevcrlnno Iturl.—nomnaldo Aragón.—.Tacinto M. Rojo.—
Joanitü Clic»-aller (da San Juan de Luz) DioniHia Pcrmlndc?. y
Fern*ndcz.—Teodoro Ym.—Víctor Llanm.—Mercedes y Amparo
Llovera (de Murcia).
El
t
FDOA DK VOCAI.KS V CONSONANTES.
.amar, .a —Amigo.
1.2.3.4..".i;.:.'-.!t-Autor.
¡21
FI:GA
D E PALABRAS,
Completar filo* reno*.
Un
Por una
Y 4 nna
Kn una
risueño
pasó,
pollita
vio,
—Adió'
—hi ilijo
. algo burli'jn.
..fe..da —Afrenta.
1
. .sal. .a
— P u e d e ser—le
— R u s a , ó antlahiza, ó m a d r i l e ñ a .
. m . . .Ca.a—Traición.
..ora. a
—Pueblo.
Que
.
11
donaire
—
tocayo . . , ;
m e llamo y o .
. . p a p a . a ^ H e c l i a u n a sopa.
. . c a n . . a —De humo.
...oca.a
- -Kcvi'la.
. . p i n a . a —ruisin li c-cilora.
. . . a t a . a —Vo(.i(i(<n.
. . . a c á . a —Alliaja.
...acá.a
CIIARADITAS.
E s con lina d e doi j n o v e
Que tildo se escribe con d.
- Paren.
. m a r — —rre~a,
..arra . —lüñuilc ijia/m-la.
FBASCISCO DE r. CAPLÍN.
Reumdoa toJoa lo> derechoa de propiedad irttütlca y lltciiiria
MADRID.—6ace«>ni<h! JUndcDcyrt.
Descargar