Sentencia nº 2010-71 QPC de 26 de noviembre de 2010

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Sentencia nº 2010-71 QPC [Cuestión Prioritaria de Constitucionalidad]
de 26 de noviembre de 2010
Doña Danielle S. [hospitalización sin consentimiento]
Tras el requerimiento formulado ante el Consejo Constitucional el 24 de
septiembre de 2010 por el Consejo de Estado francés (sentencia nº 339110 de 24
de septiembre de 2010) en la forma prevista por el artículo 61-1 de la
Constitución, relativo a una cuestión prioritaria de constitucionalidad presentada
por Doña Danielle S. referida a la conformidad con los derechos y libertades
garantizados por la Constitución de los artículos 326-3, 331, 333, 333-1, 333-2,
334, 337 y 351 del código francés de salud pública, convertidos en los artículos
3211-3, 3211-12, 3212-1, 3212-2, 3212-3, 3212-4, 3212-7 y 3222-1 del mismo
código.
EL CONSEJO CONSTITUCIONAL,
Vista la Constitución;
Vista la orden nº 58-1067 de 7 de noviembre de 1958 modificada relativa
a la ley orgánica sobre el Consejo Constitucional;
Visto el código de salud pública;
Vista la ley 81-82 de 2 de febrero de 1981 por la que se refuerza la
seguridad y se protege la libertad de las personas, concretamente su artículo 71;
Vista la ley nº 90-527 de 27 de junio de 1990 relativa a los derechos y la
protección de las personas hospitalizadas a causa de trastornos mentales y a las
condiciones de su hospitalización;
Vista la orden nº 2000-548 de 15 de junio de 2000 relativa a la parte
legislativa del código de salud pública;
Visto el reglamento de 4 de febrero de 2010 sobre el procedimiento a
seguir ante el Consejo Constitucional para las cuestiones prioritarias de
constitucionalidad;
Vistas las observaciones presentadas por el Sr. Letrado Pierre Ricard,
abogado del Consejo de Estado y del Tribunal Supremo, en representación de la
recurrente, registradas el 14 de octubre de 2010;
Vistas las observaciones presentadas por el Primer Ministro, registradas el
18 de octubre de 2010;
Vistas las observaciones efectuadas durante su intervención y presentadas
por la Sra. Letrada Corinne Vaillant, abogado del colegio de París, en
representación de la asociación “Groupe information asiles”, registradas el 21 de
octubre de 2010;
Vistas las nuevas observaciones presentadas por la recurrente, registradas
el 29 de octubre de 2010;
Vistas las nuevas observaciones presentadas por el Primer Ministro,
registradas el 10 de noviembre de 2010;
Vistas las observaciones presentadas por la recurrente sobre la
intervención de la asociación “Groupe information asiles”, registradas el 10 de
noviembre de 2010;
Vistas las observaciones complementarias presentadas por el Primer
Ministro a petición del Consejo Constitucional para las formalidades de la
instrucción, registradas el 12 de noviembre de 2010;
Vistos los elementos presentados y que se adjuntan a los expedientes;
Tras haber oído a los Sres. Letrados, Ricard, en representación de la
recurrente, Vaillant, en representación de la asociación “Groupe information
asiles” y Don Xavier Pottier, designado por el Primer Ministro, en la audiencia
pública celebrada el 16 de noviembre de 2010;
Tras haber oído al ponente;
1. Considerando que han sido impugnados ocho artículos del código de
salud pública, en su redacción anterior a la fecha de entrada en vigor de la
mencionada orden de 15 de junio de 2000, ante el Consejo Constitucional;
2. Considerando que con arreglo al artículo 326-3 del código de salud
pública: “Cuando una persona que padece trastornos mentales es hospitalizada
sin su consentimiento por aplicación de las disposiciones del capítulo III del
presente título, las restricciones al ejercicio de sus libertades individuales
deberán limitarse a las que necesiten su estado de salud y su tratamiento. En
todas las circunstancias, la dignidad de la persona hospitalizada deberá ser
respetada y se deberá procurar su reinserción.
“Deberá ser informada, desde el momento de su ingreso y, a continuación,
a su demanda, sobre su situación jurídica y sobre sus derechos.
“Sea como fuere, dispondrá del derecho a:
1º Comunicarse con las autoridades mencionadas en el artículo 332-2;
2º Recurrir a la comisión prevista en el artículo 332-3;
3º Solicitar el asesoramiento de un médico o de un abogado de su
elección;
4º Expedir o recibir correo;
5º Consultar el reglamento interno del centro, tal como se define en el
artículo 332-1 y recibir las explicaciones pertinentes;
6º Ejercer el derecho a votar;
7º Efectuar las actividades religiosas o filosóficas de su elección.
Estos derechos, excepción hecha de los que se mencionan en 4º, 6º y 7º,
podrán ser ejercidos, a su demanda, por los familiares o las personas
susceptibles de actuar en interés del enfermo”;
3. Considerando que con arreglo al artículo 331 del mismo código: “En
cada departamento, uno o varios centros son los únicos habilitados por el
prefecto para atender a las personas con trastornos mentales contempladas en el
capítulo III del presente título”;
4. Considerando que con arreglo al artículo 333: “Una persona con
trastornos mentales no podrá ser hospitalizada sin su consentimiento a petición
de un tercero más que si:
1º Su trastorno imposibilita su consentimiento;
2º Su estado impone una atención inmediata y una vigilancia constante en
un dispositivo sanitario.
La solicitud de ingreso es presentada por un miembro de la familia del
enfermo, o por una persona susceptible de actuar en interés de éste, excluyendo
al personal médico que ejerza en el centro de acogida.
Esta solicitud deberá ser manuscrita y firmada por la persona que la
formula. Si esta última no sabe escribir, la solicitud será recibida por el alcalde,
el comisario de policía o el director del centro, que lo certifica. La solicitud
comportará los apellidos, nombre, profesión, edad y domicilio de la persona que
solicita la hospitalización, así como los de aquella cuya hospitalización es
solicitada, y la indicación de la naturaleza de las relaciones que existen entre
ellas y, además, si procede, su grado de parentela.
La solicitud de ingreso irá acompañada por dos certificados médicos con
fecha de menos de quince días y circunstanciados, en los que se declare que se
cumplen las condiciones previstas en los apartados segundo y tercero.
El primer certificado médico solamente podrá ser expedido por un médico
que no ejerza en el centro donde está ingresado el enfermo; constatará el estado
mental de la persona que debe ser tratada, indicará las particularidades de su
enfermedad y la necesidad de hospitalizarlo sin su consentimiento. Deberá ser
confirmado por un certificado de un segundo médico, que puede ejercer en el
centro donde está ingresado el enfermo. Los dos médicos no pueden ser
parientes o allegados, hasta el cuarto grado incluido, ni entre ellos, ni directores
de los centros mencionados en el artículo 331, ni de la persona que haya
solicitado la hospitalización o de la persona hospitalizada”;
5. Considerando que con arreglo a su artículo 333-1: “Antes de ingresar a
una persona a petición de un tercero, el director del centro verificará que la
solicitud ha sido establecida conforme a las disposiciones del artículo 333 o del
artículo 333-2 y se cerciorará de la identidad de la persona cuya hospitalización
es solicitada. Si la solicitud de ingreso de una persona mayor de edad protegida
es formulada por su tutor o curador, este proveerá, en apoyo de su solicitud, un
extracto de la sentencia por la que se dicta tutela o curatela.
“Se mencionarán todos los documentos presentados en el parte de
ingreso”;
6. Considerando que con arreglo a su artículo 333-2: “Excepcionalmente y
en caso de peligro inminente para la salud del enfermo debidamente constatado
por el médico, el director del centro podrá pronunciar el ingreso a la vista de un
solo certificado médico expedido eventualmente por un médico que ejerza en el
centro de acogida”;
7. Considerando que con arreglo a su artículo 334: “Dentro de las
veinticuatro horas siguientes al ingreso, un psiquiatra del centro, que en ningún
caso podrá ser uno de los médicos mencionados en el último apartado del
artículo 333, expedirá un nuevo certificado médico constatando el estado mental
de la persona y confirmando o desmintiendo la necesidad de mantener la
hospitalización a petición de un tercero.
En cuanto reciba el certificado médico, el director del centro remitirá
dicho certificado, así como el parte y la copia de los certificados médicos de
ingreso al prefecto y a la comisión mencionada en el artículo 332-3”;
8. Considerando que con arreglo a su artículo 337: “Dentro de los tres días
que preceden a la expiración de los quince primeros días de hospitalización, el
enfermo será examinado por un psiquiatra del centro donde está ingresado.
Este último expedirá un certificado médico circunstanciado en el que
precisará, concretamente, la naturaleza y la evolución de los trastornos y se
indicará claramente si las condiciones de la hospitalización siguen cumpliéndose
o no. A la vista de dicho certificado, la hospitalización podrá ser mantenida por
una duración máxima de un mes.
Pasado ese plazo, la hospitalización podrá mantenerse durante períodos
máximos de un mes, prorrogables conforme a las mismas modalidades.
El certificado médico será remitido a las autoridades contempladas en el
segundo apartado del artículo 338, así como a la comisión mencionada en el
artículo 332-3 y conforme a las modalidades previstas en ese mismo apartado.
A falta de presentar el certificado antes mencionado, se da por supuesto el
fin de la hospitalización”;
9. Considerando que con arreglo a su artículo 351: “Cualquier persona
hospitalizada involuntariamente o retenida en el centro que sea, público o
privado, que atienda a personas con trastornos mentales, su tutor si es menor de
edad, su tutor o curador si, siendo mayor de edad, se encuentra bajo tutela o
curatela, su cónyuge, su concubino, todo pariente o toda persona susceptible de
actuar en interés del enfermo y eventualmente el curador de la persona podrán,
en el momento que sea, recurrir por simple demanda al presidente del tribunal de
primera instancia del lugar donde esté situado el centro, quien, resolviendo por
procedimiento urgente, tras debate contradictorio y tras las comprobaciones
necesarias, ordenará, si procede, el alta inmediata.
Cualquier persona que haya solicitado la hospitalización, o el fiscal, pueden
recurrir de oficio a los mismos efectos.
El presidente del tribunal de primera instancia podrá también intervenir de
oficio, en cualquier momento, para ordenar que finalice la hospitalización
involuntaria. A tal efecto, toda persona interesada puede darle a conocer las
informaciones que considere útiles sobre la situación de un enfermo
hospitalizado”;
10. Considerando que la recurrente impugna, por una parte, las
condiciones en las que una persona puede ser ingresada, a petición de un tercero,
y mantenida en hospitalización sin su consentimiento y, por otra parte, la
insuficiencia de los derechos reconocidos a las personas así hospitalizadas; que,
además, solicita que el Consejo Constitucional declare contrarias a la
Constitución las disposiciones del código de salud pública relativas al
procedimiento de hospitalización de oficio;
- SOBRE EL PROCEDIMIENTO:
11. Considerando que no incumbe al Consejo Constitucional, al que se ha
presentado una cuestión prioritaria de constitucionalidad, cuestionar la decisión
por la que el Consejo de Estado o el Tribunal Supremo ha juzgado, aplicando el
artículo 23-5 de la orden de 7 de noviembre de 1958 anteriormente citada, que
una disposición era o no aplicable al litigio o al procedimiento o constituía o no
fundamento de las actuaciones judiciales;
12. Considerando que, por consiguiente, deben ser rechazadas las
conclusiones de la recurrente que pretende que el Consejo Constitucional se
pronuncie sobre la conformidad con la Constitución de las disposiciones del
código de salud pública relativas al procedimiento de hospitalización de oficio,
puesto que dichas disposiciones no figuran en la cuestión presentada por el
Consejo de Estado al Consejo Constitucional;
- SOBRE LA HOSPITALIZACIÓN A LA DEMANDA DE UN TERCERO:
13. Considerando que la recurrente mantiene que la vulneración de la
libertad individual que es resultado de la hospitalización involuntaria requiere
que solamente una jurisdicción del orden judicial sea competente para decidirla;
que, por ende, el procedimiento de hospitalización a la demanda de un tercero
incumpliría el artículo 66 de la Constitución; que por añadidura, según la
recurrente, la decisión de ingreso en un centro de salud privado habilitado para
atender a personas hospitalizadas sin su consentimiento no está enmarcado con
garantías suficientes;
14. Considerando que el artículo 66 de la Constitución dispone: “Nadie
podrá ser detenido arbitrariamente. – La autoridad judicial, garante de la
libertad individual, asegurará el respeto de este principio en la forma
prevista por la ley”; que, ejerciendo su competencia, el legislador puede fijar
modalidades de intervención de la autoridad judicial diferentes según la
naturaleza y el alcance de las medidas que afecten a la libertad individual que
desea dictar;
15. Considerando que en virtud del decimoprimero apartado del
preámbulo de la Constitución de 1946, la Nación garantiza a todos la protección
de la salud; que el artículo 34 de la Constitución dispone que la ley fijará las
normas sobre las garantías fundamentales concedidas a los ciudadanos
para el ejercicio de las libertades públicas; que el legislador tiene en
todo momento latitud, al resolver dentro de su ámbito de competencia, para
adoptar disposiciones nuevas que le parecen oportunas y para modificar textos
anteriores o abolirlos reemplazándolos, en su caso, por otras disposiciones,
siempre y cuando al ejercer este poder no prive de garantías legales las
exigencias constitucionales;
16. Considerando que la hospitalización involuntaria de un persona que
padece trastornos mentales debe respetar el principio, que se desprende del
artículo 66 de la Constitución, según el cual la libertad individual no puede ser
restringida con un rigor que no sea necesario; que incumbe al legislador
asegurarse de conciliar la protección de la salud de las personas que padecen
trastornos mentales así como la prevención de las vulneraciones del orden
público necesaria para salvaguardar los derechos y principios de valor
constitucional, por una parte, y, por otra, el ejercicio de las libertades
constitucionales garantizadas; que entre ellas figuran la libertad de ir y venir y el
respeto de la vida privada, protegidas por los artículos 2 y 4 de la Declaración de
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, así como la libertad individual,
cuya protección el artículo 66 de la Constitución confía a la autoridad judicial;
que las vulneraciones al ejercicio de estas libertades deben ser adaptadas,
necesarias y proporcionales a los objetivos perseguidos;
En lo que se refiere a las condiciones de ingreso:
17. Considerando, en primer lugar, que el artículo 333 del código de salud
pública estipula que una persona con trastornos mentales no podrá ser
hospitalizada sin su consentimiento, a la demanda de un tercero, más que si sus
trastornos imposibilitan su consentimiento y si su estado impone una atención
inmediata junto con una vigilancia constante en un dispositivo sanitario;
18. Considerando que el mismo artículo prevé que la solicitud de ingreso
deberá ser presentada sea por un miembro de la familia del enfermo, sea por una
persona susceptible de actuar en interés de este, lo que implica que justifique
relaciones anteriores a la solicitud que le otorguen calidad para actuar en su
interés; que la solicitud no podrá, en todo caso, ser presentada por un miembro
del personal médico que ejerza en el centro de acogida; que debe ir acompañada
por dos certificados médicos circunstanciados, con fecha de menos de quince
días, que declaren que las condiciones que figuran en el considerando
precedente se cumplen; que el séptimo apartado del artículo 333 fija garantías
para la elección de los médicos redactores de dichos certificados; que el primer
certificado solamente puede ser expedido por un médico que no ejerza en el
centro donde se atiende al enfermo; que la posibilidad de un ingreso a la vista de
un solo certificado médico está reservada, excepcionalmente, al caso de “peligro
inminente para la salud del enfermo”; que, dentro de las veinticuatro horas a
partir del ingreso, la necesidad de este deberá ser confirmada por un médico
psiquiatra del centro de acogida;
19. Considerando que, al aprobar los artículos 333, 333-2 y 333-4, el
legislador ha fijado condiciones de fondo y garantías de procedimiento
apropiadas para asegurarse de que la hospitalización involuntaria, a la demanda
de un tercero, no se efectúe más que en los casos para los que está adaptada, es
necesaria y proporcionada al estado del enfermo;
20. Considerando, en segundo lugar, que, por más que el artículo 66 de la
Constitución exija que toda privación de libertad tenga lugar bajo control de la
autoridad judicial, no impone, sin embargo, que se solicite su intervención
previamente a toda medida de privación de libertad; que, por ende, las
disposiciones del artículo 333-1 del código de salud pública, que encargan al
director del centro que haga ingresar a una persona a la demanda de un tercero
tras haber verificado que la solicitud ha sido establecida conforme a las
disposiciones del artículo 333 o del artículo 333-2, no ignoran las exigencias que
se desprenden del artículo 66 de la Constitución;
21. Considerando, en tercer lugar, que ninguna regla o principio
constitucional impone que la atención a las personas que padecen trastornos
mentales hospitalizadas involuntariamente se confíe a centros de salud públicos;
que, cumpliendo los cometidos previstos por las disposiciones impugnadas, los
centros de salud privados habilitados, en las condiciones fijadas por el artículo
331, para atender a personas hospitalizadas sin su consentimiento están
sometidos a las mismas obligaciones que los centros públicos; que las decisiones
de ingreso sin consentimiento en los centros privados o públicos de personas con
trastornos mentales están supeditadas a los mismos trámites y controles, que, por
consiguiente, el agravio proveniente de que el legislador no hubiere rodeado de
garantías suficientes al ingreso pronunciado por un director de un centro privado
debe ser descartado;
22. Considerando que, como resultado de todo lo anterior, los artículos
331, 333, 333-1, 333-2 y 334 del código de salud pública deben ser declarados
conformes a la Constitución;
En lo que se refiere al mantenimiento de la hospitalización:
23. Considerando que el artículo 337 del código de salud pública prevé
que, pasados los primeros quince días, la hospitalización puede ser mantenida
por un tiempo máximo de un mes a la vista de un certificado médico
circunstanciado que indique que las condiciones de la hospitalización todavía se
cumplen; que, pasado ese plazo, la hospitalización puede ser mantenida por
períodos sucesivos de un mes según las mismas modalidades; que el certificado
médico se transmita al representante del Estado en el departamento, a la
comisión departamental de hospitalización psiquiátrica y al fiscal;
24. Considerando que, si bien el segundo apartado del artículo 332-3 del
código de salud pública, que es ahora el artículo 3222-5, encarga a la comisión
departamental de hospitalización psiquiátrica la tarea de “examinar la situación
de las personas hospitalizadas por motivo de trastornos mentales tomando en
cuenta el respeto de las libertades individuales”, esta comisión es de carácter
administrativo; que, de todos modos, no autoriza el mantenimiento de la
hospitalización y solamente examina obligatoriamente la situación de las
personas cuya hospitalización se prolonga más allá de tres meses;
25. Considerando que la libertad individual no se puede considerar como
salvaguardada más que si el juez interviene en el más breve plazo posible; que,
no obstante, los motivos médicos y las finalidades terapéuticas que justifican la
privación de libertad de las personas que padecen trastornos mentales
hospitalizadas sin su consentimiento pueden ser tomados en cuenta para fijar ese
plazo; que, al prever que la hospitalización involuntaria puede ser mantenida
más allá de quince días sin intervención de una jurisdicción del orden judicial,
las disposiciones del artículo 337 ignoran las exigencias del artículo 66 de la
Constitución; que además, ni la obligación que se impone a ciertos magistrados
de la autoridad judicial de visitar periódicamente los centros donde se atiende a
personas con trastornos mentales, ni los recursos jurisdiccionales de que
disponen esas personas para hacer anular la medida de hospitalización o para
finalizarla bastan para cumplir esas exigencias;
26. Considerando que, como resultado de lo que precede, ninguna
disposición legislativa supedita el mantenimiento de la hospitalización de un
persona sin su consentimiento, por aplicación del artículo 337 del código de
salud pública, a una jurisdicción judicial en condiciones cumplan las exigencias
del artículo 66 de la Constitución; que la consecuencia de ello es que este
artículo debe ser declarado contrario a la Constitución;
- SOBRE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS HOSPITALIZADAS
SIN SU CONSENTIMIENTO:
27. Considerando que, según la recurrente, las condiciones en las que las
hospitalizaciones sin consentimiento se efectúan ignorando la dignidad de la
persona; que mantiene asimismo que, al no reconocer a esas personas el derecho
a telefonear y el derecho a rehusar un tratamiento, el artículo 326-3 del código
de salud pública vulnera inconstitucionalmente los derechos y las libertades;
que, por último, el derecho de estos enfermos a un recurso jurisdiccional no es
efectivo habida cuenta de la lentitud de los procedimientos, la ausencia de
información efectiva de estas personas sobre sus derechos y la dualidad de
competencias de las jurisdicciones del orden administrativo y del orden judicial;
En lo que se refiere a la dignidad de la persona:
28. Considerando que el Preámbulo de 1946 ha proclamado de nuevo que
cualquier ser humano, sin distinción de raza, religión o creencias, posee
derechos inalienables y sagrados; que la salvaguardia de la dignidad de la
persona contra toda forma de sojuzgamiento y de degradación se cuenta entre
esos derechos y constituye un principio de valor constitucional;
29. Considerando que incumbe a los profesionales de la salud, así como a
las autoridades administrativas y judiciales velar, al cumplir sus cometidos y
ejercer sus respectivas competencias, por que la dignidad de las personas
hospitalizadas sin su consentimiento sea respetada en todas las circunstancias,
que la segunda frase del primer apartado del artículo 326-3 del código de salud
pública recuerda esta exigencia; que incumbe, además, a las autoridades
competentes, en el marco de los poderes que les reconoce el código de salud
pública y, en su caso, sobre el fundamento de las infracciones penales previstas
a tal efecto, prevenir y reprimir las actuaciones que vulneren la dignidad de la
persona hospitalizada sin su consentimiento y ordenar la reparación de los
perjuicios sufridos; que la eventual ignorancia de esta exigencia al aplicar las
disposiciones legislativas anteriormente citadas no tiene, en sí misma, por efecto
el de viciar estas disposiciones de inconstitucionalidad; que, por consiguiente,
las disposiciones sometidas al examen del Consejo Constitucional no vulneran la
dignidad de la persona;
En lo que se refiere a los demás derechos y libertades:
30. Considerando que, según la recurrente, al suprimir el derecho a recibir
comunicaciones telefónicas y el derecho a rehusar todo tratamiento, que habían
sido reconocidos para las personas hospitalizadas sin su consentimiento por el
párrafo IV del artículo 71 de la ley de 2 de febrero de 1981 anteriormente
mencionada, el artículo 326-3 ha aportado restricciones desproporcionadas a los
derechos de los enfermos;
31. Considerando, en primer lugar, que el artículo 326-3 del código de
salud pública reconoce a las personas hospitalizadas el derecho de expedir o
recibir correo “en cualquier caso”; que la utilización de los otros medios de
comunicación se rige por el principio general, enunciado en el primer apartado
de este artículo, según el cual, cuando una persona es hospitalizada sin su
consentimiento, “las restricciones al ejercicio de sus libertades individuales
deberán limitarse a las que necesiten su estado de salud y su tratamiento”; que
estas disposiciones no vulneran de modo desproporcionado el ejercicio de los
derechos garantizados constitucionalmente;
32. Considerando, en segundo lugar, que el legislador ha estimado que
una persona que padece trastornos mentales que, bien imposibilitan su
consentimiento cuando su estado impone una vigilancia constante en entorno
hospitalario, bien hacen que esta persona comprometa la seguridad de las
personas o perjudique gravemente el orden público, no puede oponerse a la
atención médica que requieren dichos trastornos; que, sea como fuere, las
garantías que enmarcan la hospitalización involuntaria permiten que se tome en
cuenta la opinión de la persona sobre su tratamiento; que, en estas condiciones,
al adoptar las disposiciones referidas, el legislador tomó medidas para obtener,
entre la protección de la salud y la protección del orden público, por una parte, y
la libertad personal, protegida por el artículo 2 de la Declaración de 1789, por
otra parte, una conciliación que no es manifiestamente desproporcionada;
En lo que se refiere al derecho a un recurso jurisdiccional efectivo:
33. Considerando que con arreglo al artículo 16 de la Declaración de
1789: “Una sociedad en la que no esté establecida la garantía de los Derechos, ni
determinada la separación de los poderes, carece de Constitución”; que esta
disposición garantiza el derecho de las personas interesadas a ejercer un recurso
jurisdiccional efectivo;
34. Considerando, en primer lugar, que en virtud del segundo apartado del
artículo 326-3 del código de salud pública toda persona hospitalizada sin su
consentimiento debe ser informada desde su ingreso y, más adelante, a su
demanda, sobre su situación jurídica y sus derechos; que, según el tercer
apartado del mismo artículo, la persona dispone “en cualquier caso” del derecho
a ser asesorada por un abogado que ella elija;
35. Considerando, en segundo lugar, que la Constitución reconoce dos
órdenes de jurisdicciones en la cima de los cuales se sitúan el Consejo de Estado
y el Tribunal Supremo; que figura entre los “principios fundamentales
reconocidos por las leyes de la República” el de que, excepto las materias
reservadas por naturaleza a la autoridad judicial, es competencia en última
instancia de la jurisdicción administrativa la anulación o la reforma de las
decisiones tomadas, en el ejercicio de las prerrogativas de poder público, por las
autoridades que ejercen el poder ejecutivo, sus agentes, las corporaciones
territoriales de la República o los organismos públicos supeditados a su
autoridad o su control;
36. Considerando que, al aplicar este principio, cuando la aplicación de
una legislación o una normativa específica pudiera engendrar impugnaciones
contenciosas diversas que se repartirían, según las reglas habituales de
competencia, entre la jurisdicción administrativa y la jurisdicción judicial, el
legislador tiene latitud, en aras de una buena administración de la justicia, para
unificar las reglas de competencia jurisdiccional en el seno del orden
jurisdiccional principalmente interesado;
37. Considerando que, si bien, en el estado del derecho aplicable, las
jurisdicciones del orden judicial no son competentes para valorar la regularidad
del procedimiento y de la decisión administrativos que condujeron a una medida
de hospitalización involuntaria, no obstante, la dualidad de los órdenes de
jurisdicción no limita su competencia para valorar la necesidad de la privación
de libertad en causa;
38. Considerando, en tercer lugar, que el artículo 351 del código de salud
pública reconoce a toda persona hospitalizada sin su consentimiento, o retenida
en el centro que sea, el derecho a recurrir por simple demanda al presidente del
tribunal de primera instancia para que finalice la hospitalización involuntaria;
que el derecho a recurrir a ese juez también se le reconoce a toda persona
susceptible de intervenir en interés de la persona hospitalizada;
39. Considerando, no obstante, que, al tratarse de una medida de privación
de libertad, el derecho a un recurso jurisdiccional efectivo impone que el juez
judicial deba resolver sobre la solicitud de alta inmediata en el plazo más breve
posible, dada la necesidad eventual de recabar elementos de información
complementarios sobre el estado de salud de la persona hospitalizada;
40. Considerando que es resultado de lo que precede que, con la reserva
enunciada en el considerando 39, los artículos 326-3 y 351 del código de salud
pública no son contrarios a los derechos y libertades que garantiza la
Constitución;
SOBRE
LOS
EFECTOS
INCONSTITUCIONALIDAD:
DE
LA
DECLARACIÓN
DE
41. Considerando que, en principio, una declaración de
inconstitucionalidad debe beneficiar a la parte que presentó la cuestión
prioritaria de constitucionalidad; que no obstante, la derogación inmediata del
artículo 337 del código de salud pública, convertido en artículo 3212-7,
incumpliría las exigencias de la protección de la salud y la prevención de los
atentados contra el orden público y acarrearía consecuencias manifiestamente
excesivas; que, por consiguiente, a fin de que el legislador pueda subsanar esta
inconstitucionalidad, ha lugar a aplazar hasta el 1 de agosto de 2011 la fecha de
esta derogación; que las medidas de hospitalización tomadas antes de esta fecha
aplicando las disposiciones declaradas contrarias a la Constitución no pueden ser
impugnadas fundamentándose en esta inconstitucionalidad;
R E S U E L V E:
Artículo 1.- El artículo 337 del código de salud pública, convertido en su
artículo 3212-7, es contrario a la Constitución.
Artículo 2.- La declaración de inconstitucionalidad del artículo 1 será efectiva el
1 de agosto de 2011 en la forma prevista por el considerando 41.
Artículo 3.- Con la reserva enunciada en el considerando 39, el artículo 351 del
código de salud pública, convertido en su artículo 3211-12, no es contrario a la
Constitución.
Artículo 4.- Los artículos 326-3, 331, 333, 333-1, 333-2 y 334 del código de
salud pública, convertidos en sus artículos 3211-3, 3222-1, 3212-1, 3212-2,
3212-3 y 3212-4, son conformes a la Constitución.
Artículo 5.- La presente sentencia será publica en el Journal officiel [Boletín
Oficial del Estado] de la República Francesa y será notificada en la forma
prevista por el artículo 23-11 de la orden de 7 noviembre de 1958 anteriormente
citada.
Deliberado por el Consejo Constitucional en su sesión celebrada el 25 de
noviembre de 2010, en la que estaban presentes: Don Jean-Louis DEBRÉ,
Presidente, Don Jacques BARROT, Doña Claire BAZY MALAURIE, Don Guy
CANIVET, Don Michel CHARASSE, Don Renaud DENOIX de SAINT
MARC, Doña Jacqueline de GUILLENCHMIDT, Don Hubert HAENEL y Don
Pierre STEINMETZ.
Hecho público el 26 de noviembre de 2010.
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