percepciones mexicanas de la política exterior de estados unidos

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PERCEPCIONES MEXICANAS D E L A
POLÍTICA E X T E R I O R D E ESTADOS UNIDOS:
E L CASO C A M A R E N A SAL AZAR*
JUAN DAVID
LINDAU
L A S RELACIONES DE M É X I C O con Estados U n i d o s nos p e r m i t e n hacer u n
estudio sobre el grado en que influyen las percepciones en l a política
internacional. E n su calidad de " p a r t e d é b i l " , M é x i c o es m u y sensible
a las motivaciones que subyacen las políticas de Estados U n i d o s . E n
consecuencia, en ciertas ocasiones tiende a percibir e r r ó n e a m e n t e los
p r o p ó s i t o s norteamericanos. Las percepciones equivocadas se originan
en falta de c o m p r e n s i ó n de las intenciones y del poder de Estados U n i dos; reducen la capacidad de M é x i c o para analizar e interpretar acertadamente las acciones de su vecino. Los malentendidos complican sin
necesidad las relaciones entre ambos países. E n particular, como se v e r á
en este a r t í c u l o , fallas de p e r c e p c i ó n pueden llevar al gobierno mexicano a cometer errores de j u i c i o que tienen costos políticos elevados tanto
en el plano interno como en el exterior.
Esto no significa que todos los problemas en las relaciones entre M é xico y Estados U n i d o s sean meramente resultado de percepciones e r r ó neas. E n muchos casos sí hay conflicto objetivo de intereses. E n cuestiones como precios del p e t r ó l e o , m i g r a c i ó n y deuda, para mencionar
sólo algunos temas sobresalientes, es claro que, a pesar de algunos p u n tos de acuerdo, existen diferencias fundamentales. Sin embargo, las percepciones equivocadas a menudo exacerban tensiones o crean problemas que de otra forma no s u r g i r í a n .
H a y varios temas recurrentes en la p e r c e p c i ó n mexicana de las relaciones con Estados Unidos. E n general, se cree en M é x i c o que las políticas norteamericanas se formulan de u n a manera m u y coherente y
con p r o p ó s i t o s claros. E n otras palabras, se supone que son políticas
d i s e ñ a d a s para influir en toda u n a gama de materias. Se llega a pensar
que algunas políticas de Estados Unidos elaboradas específicamente para
tratar cierto problema, en realidad tienen el propósito de ejercer p r e s i ó n
* Traducción de Santiago Quintana.
eco
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respecto a otro asunto. De a h í la p r o p e n s i ó n a interpretar las medidas
estadunidenses dirigidas a M é x i c o desde una perspectiva m a q u i a v é l i c a .
R a r a vez se ven éstas como hechos aislados; en general se consideran
parte de una estrategia amplia, con fines a largo plazo. A l atribuir plan e a c i ó n cuidadosa y previsión a quienes elaboran las políticas norteamericanas, esta percepción ignora la naturaleza reactiva y no coordinada
de los procesos de toma de decisiones en Estados Unidos, y se a c o m p a ñ a
de la tendencia a exagerar la capacidad de la superpotencia para formular y ejecutar su política exterior. L a i m p r e s i ó n de que Estados Unidos
origina gran parte de lo que sucede en M é x i c o , refleja una sobrestimac i ó n del poder norteamericano y de la importancia que concede Estados Unidos a su vecino. T a l vez por la gran influencia que se atribuye
en M é x i c o a la relación con Estados Unidos, se cree que este país otorga a esa relación m á s peso del que le concede en realidad. Esto nutre
la tendencia a exagerar la planeación que pueda haber en la política norteamericana.
U n a característica sobresaliente de la diplomacia mexicana es su contenido nacionalista. N o sorprende que, dada la localización geográfica
del país y su experiencia histórica, este nacionalismo se dirija principalmente hacia Estados Unidos. De hecho, precisamente por estos factores, la política exterior de M é x i c o ha procurado establecer independencia y distancia política respecto a la superpotencia. Es por eso que, a
menudo, el gobierno mexicano ha adoptado una posición que contrasta marcadamente con la estadunidense. Por otra parte, el deseo declarado de seguir una política exterior m u y independiente no deja de tener riesgos. U n a p e r c e p c i ó n e r r ó n e a de la importancia que atribuye a
u n problema Estados Unidos, puede hacer que M é x i c o presente resistencia a iniciativas norteamericanas en su etapa inicial, cuando tienen
c a r á c t e r m á s " p r i v a d o " ; llega luego u n momento en que Estados U n i dos utiliza formas de p r e s i ó n mucho m á s visibles; en ese punto, el gobierno mexicano corre el riesgo de verse forzado a capitular en p ú b l i c o ;
si esto ocurre el cobierno parece débil e indeciso lo aue significa u n
fracaso de su política y le acarrea en forma gratuita una p é r d i d a de
popularidad considerable.
'
'
En la primavera de 1985, u n acontecimiento d o m i n ó las relaciones
entre Estados U n i d o s y M é x i c o : el secuestro y asesinato del agente de
la Drug Enforcement Agency ( D E A ) Enrique Camarena Salazar y del piloto mexicano Alfredo Zavala Aguilar. L a forma en que se m a n e j ó este
hecho y las reacciones que p r o v o c ó , lo convierten en ejemplo particularmente bueno de los temas recurrentes que condicionan las relaciones
de M é x i c o con Estados Unidos.
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E l 7 de febrero de 1985, C a m a r e r í a S alazar fue secuestrado por hombres armados frente al consulado norteamericano en Guadalajara; el mismo día secuestraron a Zavala. En u n principio, la prensa mexicana prestó
m u y poca a t e n c i ó n a las desapariciones. Su cobertura se l i m i t ó , esencialmente, a u n anuncio discreto de los hechos. Esta poca a t e n c i ó n d u r ó
varios días. A l principio, las investigaciones de las autoridades mexicanas carecieron de brülo, igualmente. Frustrado por el poco progreso que
h a b í a en el caso, el gobierno norteamericano e x p r e s ó insatisfacción.
El 12 de febrero, John Gavin, embajador de Estados Unidos en M é xico, y F r a n c é s M u l l e n , de la D E A , concedieron una conferencia de
prensa en la embajada norteamericana sobre el volumen y la naturaleza del tráfico de drogas de M é x i c o hacia su país. Entre otras cosas, revelaron que 75 individuos, organizados en 18 bandas, controlaban este
tráfico, y que 38% de la h e r o í n a que entraba a Estados Unidos provenía de M é x i c o . A n t e el silencio oficial mexicano, ésta fue la p r i m e r a
d e c l a r a c i ó n p ú b l i c a d e s p u é s de los secuestros. T a m b i é n se dio a conocer, en esa conferencia de prensa, que se h a b í a n asignado a M é x i c o 30
agentes de la D E A de tiempo completo.
Este segundo dato m o t i v ó la primera reacción mexicana de importancia. Muchos expresaron asombro escandalizado ante la circunstancia de que agentes extranjeros actuaran en territorio mexicano con el
conocimiento y la anuencia del gobierno de M é x i c o . Dada la sensibilidad mexicana al papel de Estados Unidos, para muchos esa situación
implicaba una violación clara e intolerable de la s o b e r a n í a nacional.
L a conferencia de prensa fue sólo la primera carga en una c a m p a ñ a
del gobierno de Estados Unidos para presionar a M é x i c o , a fin de que
tomara cartas en el asunto. E l vocero principal del descontento nortemericano fue el embajador J o h n G a v i n , hacia quien se dirigió el enojo
mexicano por la forma en que Estados Unidos m a n e j ó el asunto. Esto
no fue nada nuevo para el embajador, acostumbrado a provocar reacciones particularmente fuertes. Su disposición a expresarse con franqueza sobre cuestiones que, en o p i n i ó n de gran n ú m e r o de mexicanos,
a t a ñ e n exclusivamente a M é x i c o , desde tiempo atrás lo h a b í a hecho un
embajador m u y controvertido; su a c t u a c i ó n p ú b l i c a llamativa lo convirtió en bête noire de muchos, sobre todo de la i z q u i e r d a .
En los primeros días d e s p u é s de los secuestros, la frustración de Estados Unidos ante la lentitud de la investigación del gobierno mexica1
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Proceso,
Proceso,
Proceso,
Proceso,
núm.
núm.
núm.
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433,
435,
433,
433,
18 de febrero de 1985, p . 12.
4 de m a r z o de 1985, p . 16.
pp. 12-17; n ú m . 435, p p . 16-23.
p p . 12-13.
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n o , creció a raíz de declaraciones de funcionarios que restaban importancia al incidente. U n o de los miembros del gabinete, por ejemplo,
m a n i f e s t ó sorpresa en cuanto a que el secuestro de u n simple agente
provocara tal escándalo, si mataban soldados norteamericanos por todo
el m u n d o sin que eso tuviera consecuencias.
El secuestro pronto atrajo la atención de los medios masivos de d i fusión en Estados Unidos. Comenzaron a aparecer abundantes artículos sobre el t e m a , en los que funcionarios norteamericanos expresaron
su frustración; éstos manifestaron sus preocupaciones t a m b i é n en entrevistas por televisión. Por ejemplo, en declaraciones para Today Show,
de la N B C , el embajador G a v i n dijo:
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Le expresé (al presidente de México) nuestra preocupación de que, en efecto, esto no estaba llevándose a cabo tan vigorosamente como debiera; que
estábamos agradecidos por la cooperación que estaban brindándonos el
procurador general de la República y otros elementos de este gobierno,
pero que m i gobierno estaba extremadamente preocupado, porque conforme pasaba el tiempo disminuían las posibilidades de rescatar a este excelente funcionario (Camarena).
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L a muerte o desaparición de varios ciudadanos norteamericanos en
Jalisco, el a ñ o anterior, h a b í a propiciado una oleada de reportajes en
l a prensa estadunidense. Los artículos describían una situación en que
los turistas d e b í a n temer por su v i d a . El secuestro de Camarena reviv i ó estas historias, y él Departamento de Estado c o n s i d e r ó , incluso, la
posibilidad de emitir u n Travel Advisory (advertencia oficial de peligro
para los viajeros) respecto a esa región de M é x i c o . Por la importancia
considerable del turismo para la e c o n o m í a mexicana, esa medida hab r í a causado grave d a ñ o al país. Relatos negativos sobre M é x i c o , combinados con rumores sobre la inminencia del Travel Advisory, hicieron
pensar a muchos mexicanos que todo era resultado de una c a m p a ñ a concertada, m u y bien organizada, del gobierno de Estados U n i d o s .
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Proceso, n ú m . 434, 25 de febrero de 1985, p . 2 1 .
E n este p e r i o d o aparecieron a r t í c u l o s sobre ese tema en casi todos los p e r i ó d i c o s
i m p o r t a n t e s de Estados U n i d o s . T a m b i é n revistas como Newsweek y Time concedieron
m u c h o espacio al tema.
Proceso, n ú m . 434, p . 19.
Time, 4 de m a r z o de 1985, p p . 30-32.
Proceso, n ú m . 434, p . 18.
Proceso, n ú m . 432, 1 1 de febrero de 1985, p p . 12-15; " C a m p a ñ a c o n t r a M é x i c o " , Excélsior, 3 de a b r i l de 1985, p . 7; " B a j ó el t u r i s m o de E . U . por p u b l i c i d a d advers a " , Excélsior, 3 de m a r z o de 1985, p p . 5, 26.
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Desde esta perspectiva, la c a m p a ñ a se h a b í a concebido con el fin
de presionar a M é x i c o para que cediera en toda una gama de cuestiones de política exterior, en particular la de C e n t r o a m é r i c a . Si bien m u cho de lo que se p u b l i c ó en Estados Unidos se o r i g i n ó , tal vez, en la
Casa Blanca, la creencia de que todos los reportajes estaban coordinados
demuestra falta de c o m p r e n s i ó n de las relaciones entre el poder p ú b l i c o
v la prensa en ese país. A l extrapolar, q u i z á , la situación de M é x i c o ,
esta perspectiva exagera la "influencia e d i t o r i a l " del gobierno estadunidense sobre los diarios.
I r ó n i c a m e n t e , si el embajador G a v i n se convirtió en foco del descontento mexicano por el manejo norteamericano del problema, en la
p r á c t i c a t a m b i é n b l o q u e ó algunas políticas que h a b r í a n tenido los efectos m á s d a ñ i n o s en M é x i c o : el hecho de que no se expidiera u n Travel
Advisory se d e b i ó principalmente a sus esfuerzos.
El gobierno de Estados Unidos siguió presionando al de M é x i c o .
El 14 de febrero, el procurador general, W i l l i a m French S m i t h , envió
u n cable a su contraparte, Sergio G a r c í a R a m í r e z , que decía: " L e exhorto a seguir toda pista, a comprometer todo recurso y a afirmar el
compromiso de su presidente de combatir las acciones de estos narcotraficantes."
Para expresar descontento por la pasividad del gobierno mexicano,
la embajada estadunidense ofreció una recompensa de 50 000 dólares
por cualquier i n f o r m a c i ó n sobre los secuestros. E n los reportajes que
comenzaron a aparecer en la prensa de Estados U n i d o s , q u e d ó claro
que las autoridades norteamericanas estaban molestas no sólo por la falta
de e n e r g í a en la investigación, sino por indicios en aumento de que funcionarios mexicanos y policías estaban vendidos a los narcotraficantes.
Estos policías obstaculizaban la investigación o eran c ó m p l i c e s activos.
Aparecieron numerosos artículos en la prensa norteamericana que describían con detalles y condenaban la corrupción en M é x i c o . Para m u chos mexicanos este examen crítico de las limitaciones del p a í s resultó
m u y humillante.
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Q u e d ó fuera de duda, sin embargo, que elementos de la policía mexicana malograron u obstaculizaron la investigación. Por ejemplo, de
acuerdo con la prensa estadunidense, agentes de la D E A siguieron la
pista a uno de los m á s grandes traficantes de c o c a í n a , J u a n M a t t a Ba-
1 1
Proceso, n ú m . 434, p .
Proceso, n ú m . 433, p .
Newsweek, 4 de m a r z o
m a r z o de 1985, p p . 28-30, 32;
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22.
17.
de 1985, p p . 18, 20; 11 de m a r z o de 1985, p . 25; 18 de
1 de a b r i l de 1985, p . 42, y Time, 1 de a b r i l de 1985, p . 27.
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llesteros, descubrieron el departamento que habitaba en la ciudad de
M é x i c o , el 14 de febrero, y pidieron a la policía mexicana que lo arrestara. Los reportes también alegaron que el jefe de la Policía Federal Judicial
de M é x i c o , M a n u e l Ibarra Herrera, personalmente retrasó el allanam i e n t o casi u n d í a . Cuando llegó la policía, el 17 de febrero, el narcotraficante se h a b í a esfumado. A d e m á s , dos días d e s p u é s del secuestro,
agentes de la D E A pidieron a la policía mexicana que evitara que Rafael Caro Quintero, otro gran narcotraficante, saliera en su avión de
Guadalajara. L a policía no hizo caso de esta petición y p e r m i t i ó que
despegara la n a v e .
En respuesta a los artículos en la prensa norteamericana, los medios de difusión de M é x i c o comenzaron a publicar reportajes sobre la
d r o g a d i c c i ó n en Estados U n i d o s . C o n mucha justificación, estos artículos argumentaron que la demanda es la causa principal del tráfico
de drogas. Numerosos editoriales en periódicos mexicanos prestigiados
trataron este tema. H e a q u í u n ejemplo representativo: " A q u í m á s bien
lo que sucede [ . . . ] es que, ante el fracaso de la política norteamericana
en su lucha contra el consumo de los estupefacientes, Washington trata
de convencer a la o p i n i ó n p ú b l i c a de que los culpables somos los mexicanos [ . . . ] . "
El s á b a d o 16 de febrero de 1985, Estados Unidos t o m ó una medida
que m a r c ó la c u l m i n a c i ó n de la crisis y sólo puede interpretarse como
tentativa de presionar a M é x i c o para realizar una investigación m á s v i gorosa: a n u n c i ó inspecciones aduanales extraordinarias a lo largo de su
frontera del sur. L a decisión se t o m ó , según fuentes norteamericanas
en M é x i c o , porque "los secuestradores i n t e n t a r í a n introducir subrepticiamente a Camarena Salazar a Estados U n i d o s " . Esta explicación
se recibió en M é x i c o con escepticismo, pues p a r e c í a poco probable que
los criminales intentaran hacer eso. E n cambio, la lógica indicaba que
el bloqueo era una forma en que Estados Unidos manifestaba descontento hacia M é x i c o y ejercía p r e s i ó n sobre el gobierno mexicano.
É s t e reaccionó con sorpresa a las inspecciones fronterizas. Varios
d í a s d e s p u é s de iniciadas, el secretario de Relaciones Exteriores, Ber14
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Newsweek, 4 de marzo de 1985, p . 18.
Proceso, n ú m . 433, pp. 14-15; " C o m e r c i o de drogas: fruto del c o l o n i a j e " , Excelsior, 1 de m a r z o de 1985, pp. 7, 8; " I n u n d a la droga las calles de W a s h i n g t o n " , Excelsior, 6 de m a r z o de 1985, p p . 1, 12.
" C o n d u c t a d e l e z n a b l e " , Excélsior, 8 de m a r z o de 1985, p . 8.
Time, 4 de m a r z o de 1985, p . 30.
E x c é l s i o r , 27 de febrero de 1985. ( E d i t o r i a l r e p r o d u c i d o de El Diario de Monterrey.)
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nardo S e p ú l v e d a , indicó que no se h a b í a informado al gobierno mexicano de esas medidas por los canales d i p l o m á t i c o s . T a m b i é n dijo que
" n o encontramos ninguna justificación para e l l o " . S e p ú l v e d a señaló,
a d e m á s , que si el p r o p ó s i t o de las inspecciones era la p r e v e n c i ó n del
tráfico de drogas, las autoridades mexicanas serían las primeras en llevarlas a cabo, "pero, infortunadamente, éste no es el procedimiento para
eliminar el n a r c o t r á f i c o " .
Varios partidos de izquierda manifestaron su convencimiento de que
la O p e r a c i ó n I n t e r c e p t a c i ó n de Estados Unidos era parte de una camp a ñ a m á s a m p l í a contra M é x i c o . El Partido Popular Socialista (PPS)
d e c l a r ó que el gobierno de Reagan no p e r d í a oportunidad para atacar
a su vecino. Cualquier hecho era motivo para desatar una c a m p a ñ a con
el fin de desacreditar a M é x i c o , difundir la imagen de u n país al borde
de la guerra civil, someterlo y aumentar su dependencia. Los partidos
de izquierda afirmaron t a m b i é n que la política exterior mexicana siempre ha provocado una reacción adversa en Estados Unidos. Esto era
particularmente cierto como resultado del papel de M é x i c o en el G r u p o
C o n t a d o r a . M a n u e l Stephens, u n líder de la izquierda, d e c l a r ó :
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Hay que recordar que el fondo verdadero del asunto de estas presiones
contra México es la política que nuestro país sostiene respecto a los problemas de Centroamérica, que son alentados por el imperialismo. Es decir, el imperialismo yanqui está empeñado en derrotar a una política pacifista y negociadora para C e n t r o a m é r i c a .
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Muchos otros, que no son izquierdistas, atribuyeron las mismas motivaciones a la política norteamericana. A d r i á n Lajous, que fue alto funcionario en el sector financiero del gobierno, escribió en u n editorial
de Excelsior.
La Operación Interceptación que llevó a cabo Estados Unidos fue una manera de torcernos el brazo, pero más bien tuvo el efecto de provocar sentimientos antinorteamericanos en una buena parte de la población de nuestro país [...] Dudo que acciones como éstas hagan que el gobierno modifique
su postura en C e n t r o a m é r i c a .
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" N o fuimos i n f o r m a d o s de dicha a c c i ó n : S e o ú l v e d a " , Excélsior, 19 de febrero
de 1985, p . 1 1 .
" C o n v i r t i ó E . U . u n p r o b l e m a policiaco en bandera p o l í t i c a c o n t r a M é x i c o :
P S U M " , Excélsior, 20 de febrero de 1985, p p . 1, 2 1 .
" P o l i c í a s de E . U . a q u í , s o b e r a n í a l e s i o n a d a " , Excélsior, 1 de m a r z o de 1985,
p . 8.
"Estados U n i d o s , amigos no, sólo intereses", Excélsior, 1 de m a r z o de 1985,
pp. 7, 8.
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O t r a o p i n i ó n representativa fue la de Lorenzo M e y e r , uno de los
a c a d é m i c o s m á s respetados del país, quien escribe con frecuencia para
Excélsior. D i j o en uno de sus editoriales:
Es necesario buscar un motivo más a fondo que haga de la Operación Interceptación algo más "racional". Lo único que se me ocurre es la política que México ha seguido en Centroamérica desde 1979 [...] El enojo y
la impaciencia del gobierno estadunidense frente a la política de México
hacia Nicaragua, Cuba y El Salvador, son de todos conocidos [...] Los
Estados Unidos se muestran cada vez menos dispuestos a tolerar acciones
independientes en Centroamérica; por lo tanto, es imposible no ver en dicha medida [las inspecciones] un mensaje a México en ese sentido.
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Casi sin excepción, los editoriales que aparecieron en la prensa mexicana reflejaron, implícita o e x p l í c i t a m e n t e , el presupuesto de que la
a c c i ó n de obstaculizar el tránsito fronterizo estaba pensada para influir
en la política de M é x i c o hacia C e n t r o a m é r i c a . E l narcotráfico, en general, y el secuestro de u n agente norteamericano de la D E A , en particular, desde la perspectiva de muchos mexicanos, t e n í a n poca importancia. Por ende, ya que las medidas que a d o p t ó Estados Unidos a raíz
del secuestro eran tan humillantes, sólo a d q u i r í a n sentido si se vinculab a n con u n a cuestión m á s " i m p o r t a n t e " , como la de C e n t r o a m é r i c a .
Reflejando esta perspectiva, Lorenzo M e y e r escribió en el editorial antes citado: " L a h u m i l l a c i ó n que acaba de sufrir a manos del procurad o r general de los Estados Unidos el gobierno [de M é x i c o ] , es u n castigo fuera de p r o p o r c i ó n con la causa aparente, es decir el n a r c o t r á f i c o " .
T o d o esto explica por q u é muchos mexicanos no entendieron los
p r o p ó s i t o s y las motivaciones que subyacieron esta política norteamericana, lo que redujo sus posibilidades de responder a ella. Condicionado, tal vez, por todo lo que se decía respecto a que estas políticas eran
tentativas de presionar al país para que modificara su política exterior,
el secretario S e p ú l v e d a se sintió obligado a declarar que M é x i c o no ren u n c i a r í a a " l a legítima defensa de nuestros intereses en C e n t r o a m é r i c a " , pues ello i m p l i c a r í a " u n inexplicable abandono de nuestras responsabilidades p o l í t i c a s " .
L a p e r c e p c i ó n mexicana de las inspecciones se afianzó a raíz de que
Estados Unidos dio una explicación falsa de las mismas. Obstaculizar
el t r á n s i t o era obviamente u n medio de ejercer p r e s i ó n sobre M é x i c o
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2 4
p . 1.
" D e s d e W a s h i n g t o n , ¿ Y ahora q u é ? " , Excélsior, 7 de m a r z o de 1985, p. 7.
" N o r e n u n c i a r á M é x i c o a sus intereses en C A " , Excélsior, 15 de marzo de 1985,
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para que hiciera m á s expedita su investigación, y no u n intento por encontrar a Camarena Salazar. Localizar al agente era tan poco probable, que la voluntad declarada de conseguirlo sólo sirvió para enturbiar
los motivos reales de Estados Unidos, y hacer que los mexicanos dudaran m á s a ú n de las afirmaciones norteamericanas. D i j o u n editorial de
El Diario de Monterrey:
Le llaman Operación Interceptación y en apariencia tiene por objetivo buscar al agente desaparecido y parar el tráfico de drogas. ¡Como si un secuestrado fuera a pasar por los puentes, como si las cargas de droga no
pasaran por mar y por cielo! Se trata, de plano, de un gesto inamistoso,
[...) de una medida de presión injusta, ruda [ . . . ]
2 5
Las inspecciones a lo largo de la frontera dieron lugar a enormes
filas de autos, y la e c o n o m í a de la región inmediatamente c o m e n z ó a
sentir el efecto de la medida. E l e s c á n d a l o que se produjo, del lado mexicano, a u m e n t ó la presión sobre el gobierno de M é x i c o para hallar alguna forma de resolver el problema. Conforme pasaban los días, las
relaciones se volvían m á s tensas. Finalmente, el 22 de febrero, la presidencia de M é x i c o a n u n c i ó que D e la M a d r i d h a b í a sostenido una conversación telefónica " c o r d i a l y amistosa" con Reagan. " H a b l a r o n sobre varios asuntos, en particular acerca de la sobrevigilancia que se ha
establecido por el gobierno estadunidense en la frontera, misma que está
ocasionando graves trastornos en el movimiento de personas, bienes y
vehículos entre los dos p a í s e s . "
E n esa conversación, De la M a d r i d propuso una r e u n i ó n de los procuradores generales de ambos países para llevar a cabo u n análisis profundo del narcotráfico. Reagan, a su vez, p r o m e t i ó normalizar la situación en la frontera. El levantamiento de la O p e r a c i ó n I n t e r c e p t a c i ó n
m a r c ó el fin de la etapa m á s difícil del problema entre M é x i c o y Estados Unidos por el tráfico de drogas. Sin embargo, los organismos norteamericanos ejecutores de la ley siguieron mostrando descontento ante
la forma en que los mexicanos manejaban la investigación. Francés M u llen, jefe de la D E A en los inicios del caso, se quejó, en la prensa, de
las autoridades mexicanas. T a m b i é n su sucesor, Jack L a w n , e x p r e s ó
d e s a p r o b a c i ó n en p ú b l i c o . Aunque no q u e d ó claro si la Casa Blanca
a u t o r i z ó estos comentarios tan críticos, el hecho es que causaron m u cho resentimiento en M é x i c o .
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" G e s t o i n a m i s t o s o " , Excélsior, 27 de febrero de 1985.
Proceso, n ú m . 434, p . 18.
Newsweek, 18 de m a r z o de 1985, p . 30.
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Pero siguió habiendo motivos válidos para que los funcionarios norteamericanos se sintieran frustrados. Reportajes en la prensa estadunidense
mostraron que la policía de M é x i c o fabricó evidencias, en u n intento
por calmar a Estados Unidos. Por ejemplo, las autoridades mexicanas
arrestaron a u n ex policía, T o m á s Morlett Borges, como sospechoso principal de los secuestros, y poco d e s p u é s tuvieron que liberarlo, pues car e c í a n de pruebas; la forma en que lo arrestaron, aunada a la falta de
evidencias, llevó a los funcionarios norteamericanos a concluir que esa
d e t e n c i ó n fue una farsa elaborada para consumo de Estados U n i d o s .
L a implicación de la policía mexicana en el narcotráfico se hizo a ú n m á s
obvia cuando las autoridades consignaron a seis policías estatales de Jalisco, bajo cargos relacionados con el secuestro y asesinato de Camaren a Salazar. Los agentes arrestados confesaron recibir de 200 a 6 250
d ó l a r e s al mes de los narcotraficantes, como " d i n e r o de p r o t e c c i ó n " .
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L a situación e m p e o r ó en esas semanas, ya que a u m e n t ó , en la frontera, la violencia relacionada con el tráfico de drogas. A principios de
marzo, por ejemplo, unos narcotraficantes mataron a la mitad de la fuerza
policiaca de San Fernando, pueblo a 30 millas de la frontera tejana. Adem á s , el Servicio A d u a n a l de Estados Unidos, al tener indicios de que
iban a secuestrar o asesinar a otro de sus agentes, c e r r ó 9 puestos fronterizos y a r m ó a sus m i e m b r o s .
En u n artículo publicado el 18 de marzo, Newsweek citó fuentes de
la D E A que reportaban que el secuestro y asesinato se llevó a cabo por
ó r d e n e s de la banda que dirigía Rafael Caro Q u i n t e r o . De acuerdo
con versiones de funcionarios norteamericanos en M é x i c o , Caro Q u i n tero era parte de u n grupo llamado " L a F a m i l i a " , compuesto por cuatro cabecillas del narcotráfico. Ernesto Fonseca Carrillo dirigía las operaciones de h e r o í n a , J u a n M a t t a Ballesteros y M i g u e l Félix Gallardo
encabezaban las de c o c a í n a , y Rafael Caro Quintero se encargaba de
las de m a r i g u a n a .
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A comienzos de marzo, u n a n ó n i m o en inglés, proveniente de Los
Á n g e l e s , i n f o r m ó a la Policía Judicial de Jalisco que Camarena Salazar
y Zavala Avelar estaban en u n rancho llamado E l M a r e ñ o , en Michoac á n ; 100 agentes rodearon el rancho el 2 de marzo; uno de ellos m u r i ó
en la balacera subsecuente, que d u r ó hora y media; t a m b i é n murieron
el d u e ñ o del rancho, su mujer y dos hijos. Se c a p t u r ó a cinco perso2 8
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Ibid., p . 29.
Time, 1 de a b r i l de 1985, p . 27.
Time, 18 de m a r z o de 1985, p . 23.
Newsweek, 18 de m a r z o de 1985, p. 29.
Newsweek, 22 de a b r i l de 1985, p . 34.
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ñ a s . D e s p u é s del allanamiento, los agentes de la D E A y la policía mexicana hicieron una b ú s q u e d a minuciosa, sin hallar rastros de Gamarena n i de Zavala. Sin embargo, tres días después, u n campesino descubrió
los cuerpos de ambos j u n t o a la carretera que lleva al rancho. S e g ú n
Time, estos hechos hicieron suponer a funcionarios norteamericanos que
la policía a b r i ó fuego sin p r o v o c a c i ó n suficiente. Para justificar la balacera, la policía tal vez puso c o c a í n a en la casa y luego los cuerpos cerc a , en cuyo caso h a b r í a sabido de antemano q u i é n secuestró y m a t ó
a los dos hombres.
El 22 de marzo, en una r e u n i ó n del procurador general de M é x i c o ,
Sergio García R a m í r e z , y su contraparte en Estados Unidos, Edwin M é e se, se a n u n c i ó u n nuevo pacto para tratar el tráfico de drogas. C o m o
muestra del interés del gobierno mexicano en que pareciera que volvía
a prevalecer u n espíritu de c o o p e r a c i ó n , G a r c í a R a m í r e z c o m e n t ó que
este acuerdo establecía mecanismos "claros, honestos y francos" para
tratar el f e n ó m e n o , y que h a b í a comenzado u n diálogo " d i g n o y clar o " . E l pacto fue bien acogido en la prensa mexicana, como se refleja
en u n editorial de Excélsior; " L a entrevista tenida por los procuradores
generales de M é x i c o y Estados Unidos tiene todos los visos de haber
sido m u y fructífera. El solo hecho de estar de acuerdo en la forma de
enfocar el problema es m u y significativo, pues índica que se p e r s e g u i r á
una táctica de c o m ú n a c u e r d o . "
L a fase m á s crítica del problema t e r m i n ó el 5 de abril con la captura de Ráfael G a r ó Q u i n t e r o en Costa Rica. Si bien M a t t a Ballesteros
y Félix Gallardo h a b í a n escapado y p e r m a n e c í a n prófugos, a la captura
de Caro Quintero pronto siguió el'arresto de Fonseca Carrillo en Puerto Vallarta. Los funcionarios norteamericanos reaccionaron a los arrestos
elogiando los esfuerzos mexicanos por resolver el caso. E d w i n M é e s e
telefoneó a su contraparte para agradecerle el vigor de esos esfuerzos.
El jefe en turno de la D E A , Jack L a w n , que h a b í a criticado mucho el
manejo mexicano del caso, d e c l a r ó : " E n los niveles m á s elevados, los
mexicanos son sumamente serios para atajar la c o r r u p c i ó n [ . . . ] E s t á n
detectando y destruyendo las organizaciones m á s importantes del narcotráfico, que han podido sobrevivir en M é x i c o por la c o r r u p c i ó n de
los funcionarios [menores] encargados de ejecutar la l e y . "
De las confesiones de Caro Q u i n t e r o d e s p u é s de su arresto, salió
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Proceso, n ú m . 436, 11 de m a r z o de 1985, p . 8.
Newsweek, 18 de m a r z o de 1985, p . 29.
"Pacto M é x i c o - E . U . : lucha c o m ú n contra el n a r c o t r á f i c o " , Excélsior, 23 de marzo de 1985, p p . 1, 6.
Newsweek, 22 de a b r i l de 1985, p . 34.
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a l a luz m á s información sobre la corrupción de policías mexicanos. Por
ejemplo, Caro Quintero reveló c ó m o pudo despegar su avión de Gua¬
dalajara. El comandante de la Policía Judicial Federal de M é x i c o a cargo de la investigación del caso Camarena, Jorge A r m a n d o P a v ó n Reyes, se e n c o n t r ó con Caro Q u i n t e r o en el aeropuerto; d e s p u é s de una
breve discusión, Caro Quintero firmó u n cheque por sesenta millones
de pesos que e n t r e g ó a P a v ó n Reyes; a pesar de las peticiones de los
hombres de la D E A que estaban a h í , se p e r m i t i ó huir a Caro Q u i n t e r o .
T a m b i é n salieron a la luz los motivos de los secuestros. Fonseca Car r i l l o declaró en su confesión que Caro Quintero supuso, e r r ó n e a m e n te, que Camarena Salazar era jefe de la oficina local de la D E A . El a ñ o
anterior, agentes norteamericanos h a b í a n descubierto y destruido una
enorme p l a n t a c i ó n de mariguana en Chihuahua, que p e r t e n e c í a a Caro
Q u i n t e r o . Éste, al secuestrar a Camarena Salazar, esperaba averiguar
c ó m o descubrieron la o p e r a c i ó n los estadunidenses. Llevaron a cabo el
secuestro miembros de la policía estatal pagados por Caro Q u i n t e r o .
Aunque después de los arrestos disminuyó la información de la prensa
sobre el caso, q u e d ó a los mexicanos u n mal sabor de boca por la forma
en que se m a n e j ó el caso en Estados Unidos y M é x i c o . Por ejemplo,
en u n editorial publicado el 10 de abril, Lorenzo M e y e r escribió:
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Todo indica que tanto el gobierno como los medios de difusión de Estados
Unidos han decidido finalmente enterrar a Enrique Camarena. Sin embargo, el daño ya está hecho. Por un lado, la actitud prepotente del gobierno norteamericano (respaldado por la prensa), y por el otro, una actitud pusilánime (¿de culpable?) del gobierno mexicano, lograron dejar una
imagen muy pobre de México en la conciencia del público norteamericano e internacional.
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A lo largo de la crisis, la visión persistente y m u y difundida entre
los mexicanos de que las medidas estadunidenses relativas al secuestro
de Camarena eran m á s bien una forma de influir en la actitud de M é xico respecto a otros asuntos, s o b r e s t i m ó el grado en que Estados U n i dos vincula y coordina sus políticas. H u b o otra p e r c e p c i ó n e r r ó n e a : en
general, los mexicanos nunca entendieron c u á n importante era en sí,
para Estados Unidos, el esclarecimiento del secuestro de Camarena; pensaron, m á s bien, que en el contexto de las relaciones entre ambos países la d e s a p a r i c i ó n de u n agente anti-narcóticos resultaba, a lo sumo,
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p . 7.
Time, 22 de a b r i l de 1985, p . 33.
"Desde W a s h i n g t o n : advertencias y consejos", Excélsior,
10 de a b r i l de 1985,
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secundaria; y ya que, por otra parte, la política de M é x i c o hacia C e n t r o a m é r i c a era u n asunto de p r i m e r a importancia, los mexicanos consideraron que el tipo y el c a r á c t e r de las políticas de Estados U n i d o s sólo
p o d í a n atribuirse al afán norteamericano de lograr u n alineamiento de
M é x i c o con la superpotencia frente a C e n t r o a m é r i c a .
Pero a juzgar por el malestar genuino que reflejó la prensa de Estados Unidos, la o b s t r u c c i ó n del t r á n s i t o fronterizo fue resultado de la
frustración norteamericana ante el manejo del caso Camarena, y no u n a
tentativa de influir en objetivos internacionales m á s amplios de M é x i co. L a O p e r a c i ó n I n t e r c e p t a c i ó n es ejemplo de política reactiva, diseñ a d a con p r e c i p i t a c i ó n ; no fue una medida calculada o deliberada para
modificar el curso general de la política exterior mexicana. D e s p u é s de
recibir seguridades de que el gobierno de M é x i c o a u m e n t a r í a sus esfuerzos contra el narcotráfico, Estados Unidos puso fin r á p i d a m e n t e a
sus medidas de o b s t r u c c i ó n de la frontera. Esto constituye u n a prueba
de que la medida se t o m ó sólo para hacer frente a una situación particular: si el propósito norteamericano hubiera sido inducir cambios fundamentales en la política exterior de México, seguramente se h a b r í a mantenido la p r e s i ó n por u n periodo m á s prolongado.
C o m o revela el caso Camarena, el deseo de seguir una política exterior m u y independiente no deja de tener riesgos para el gobierno mexicano, dadas las percepciones e r r ó n e a s de las intenciones de Estados
U n i d o s . Esto no significa que M é x i c o deba abandonar una política exterior de esa naturaleza, que ha producido grandes ganancias políticas
en el plano interno y en el exterior, sino que las autoridades mexicanas
p o d r í a n escoger con m á s cuidado los momentos para oponer resistencia, a fin de evitar el tipo de situaciones embarazosas que padecieron
en el caso Camarena. Si el gobierno de M é x i c o hubiera percibido la
importancia que t e n í a , para Estados Unidos, el esclarecimiento del secuestro a u i z á hubiera seeuido las investigaciones con m á s vigor desde
el principio, para demostrar su voluntad de combatir a los narcotraficantes. Incluso u n esfuerzo relativamente simbólico, encauzado hacia
unos cuantos individuos, h a b r í a contrarrestado la imagen de indolencia del gobierno mexicano, cjue tanto d a ñ o le causó en el plano internacional.
L o anterior, combinado con una c o o p e r a c i ó n mayor aunque discreta, tal vez hubiera evitado que Estados Unidos juzgara necesario presionar a M é x i c o en p ú b l i c o , pero no fue así: el problema creció hasta
que llegó a u n punto en que la p r e s i ó n p ú b l i c a s u b s t i t u y ó la diplomacia. Las autoridades mexicanas parecieron entonces corruptas e ineptas ante los ojos del m u n d o . U n a cosa es resistir a la p r e s i ó n de Estados
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U n i d o s en casos en que, dentro y fuera de M é x i c o , muchos creen que
el gobierno mexicano tiene una posición moral superior, como en lo que
se refiere a su política hacia C e n t r o a m é r i c a ; otra cosa es presentar resistencia en una cuestión como el narcotráfico, cuando la falta de acciones enérgicas contra los narcotraficantes puede interpretarse como prueba
de c o r r u p c i ó n y deterioro moral.
En conclusión, percepciones equivocadas de la naturaleza y las i n tenciones de la política de Estados Unidos pueden llevar al gobierno mexicano a cometer errores con elevados costos políticos. Cierta tendencia
reactiva y m e c á n i c a a resistir p ú b l i c a m e n t e a Estados Unidos, puede
ser tan peligrosa como lo sería la aquiescencia a ciegas. Sólo la capacid a d de analizar la política estadunidense en su d i m e n s i ó n real, permitir á al gobierno mexicano evitar equivocaciones como las que sufrió en
el caso Camarena.
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