A B C de las artes • . ' • . / Desde ayer, se muestra en el Rema Sofía, en Madrid, la exposición «Eugenio d'Ors. Crítico de arte-> en la que se reconstruye la trayectoria de una de la voces más originales del pensamiento estético español. En la imagen. d'Ors en un dibujo de Vázquez Díaz dS^i%* ,. ^c T ». J I S¡''' EUGENIO D'ORS ÍP '15- Cultural (Madrid) - 23/05/1997, Página 25 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes. A B C de las artes UGENIO d'Ors (Barcelona, 1881-Vilanova y la Geltrú, 1954) publicó en 1923 su libro más leído y más veces reeditado, «Tres horas en el Museo del Prado», en donde, bajo el esquema de «Abril, el Museo, un Amigo», plantea y lleva a cabo una visita acompañando a «un joven inteligente, (que) posee un buen gusto instintivo y sólo atisbo de cuatro confusas generalidades en materia de Arte». Y además no es vanidoso: «Rara vez el vanidoso entiende; nunca a me- •• • dia palabra». Esa visita no ha de exceder de tres horas. No deja de ser una .coquetería deimentor, porque luego la va aumentando a tres y media y hasta a cuatro. «El conocimiento concreto, la noticia, nos da la mitad del saber: la clasificación, el orden, la otra mitad». En las obras de arte existen dos valores indispensables: espacial y expresivo (también llamado funcional o mu• sical) que se plasman en formas que vuelan y formas que se apoyan. Barroquismo es el mundo de las formas que vuelan: ejemplo, Rembrandt. Clasicismo, el de las formas que se apoyan: ejemplo, Mantegna o, entre los pintores modernos, Monticelli (pero, ¿quién recuerda a Monticelli?) y Cézanne. La Pintura ocupa la «región central» entre las Artes. A un lado se sitúan la Escultura y la Arquitectura. Al lado opuesto, la Música y la Poesía, que avecinan el Greco y Goya. Término medio: Velázquez. «De Velázquez al Greco va ascendiendo la escala de la expresividad; de Velázquez a Poussin, la de la construcción»... Parece que don Eugenio (que otras veces firmó Xenius) ha olvidado la confusa ignorancia de su amigo... Así da comienzo la visita ai Prado, tras rodear el Museo, gris y rosa, de piedra y ladrillo, dedicando un encendido elogio a «cuatro árboles magníficos que dan guardia de honor a la entrada»... (El maestro no dice su nombre, pero yo sé que son cedros algo despeinados). Nada más entrar, comenzamos por clásicos franceses e italianos. Poussln en primer lugar, con su «Gaza de Meleagro», un friso que nos dirige hacia Fldias y Polícleto (ausentes) y a una cabeza helenística de bronce «que está a punto de entrar en los dominios de la Pintura», y con su «Parnaso», reunión de poetas y de árboles columnarlos, que nos llevan hacia Claudio de Lorena (que, a su vez, desemboca en Turner y en los Impresionistas, tan lejanos...) y hacia VVatteau, con sus dos paisajes (según el Maestro) «venenosos» y, por cierto, vecinos de Rembrandt (¡Ingenuo discípulo! Se está ya haciendo un caos...). Luego pasamos, de repente, a Mantegna, con un cuadro único y pequeño: E 26 Cultural (Madrid) - 23/05/1997, Página 26 Eugenio d'Ors, fotografiado por Nicolás Muller Eugenio d'Ors vuelve ai IVIuseo. Poeta, prosista, esteta, y original activista del arte en España en los momentos más oscuros de nuestra historia, su tarea como crítico de arte, as reivindicada con urgencia, es revisada en una exposición inaugurada ayer en el Museo Reina Sofía. Conservador de raíz, su pensamiento estético fue de una libertad sin límites. Julián Gallego acompaña a Eugenio d'Ors por ei Museo del Prado recorriendo las salas que ya visitara en su libro «Tres horas en el Museo de! Prado», Antonio Bonet Correa ha preparado una antología breve de textos extraídos de la obra de Xénius y Juan Perucho escribe sobre la función y ios misterios de la crítica de arte Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes. A B C de las artes EUGENIO DORS 1 til t A M SF«MA ''5*1 TRES HORAS en el A la izquierda, ia edición de 1939 de «Tres horas en el Museo del Prado» (1923); abajo, «Mis salones» (1945), dos obras clave en la producción de Eugenio d'Ors «El tránsito de la Virgen», claro, pero no fácil: «Una apariencia fría, pero, en lo hondo del hondo ¡qué pasión! ¡No hay cuadro mejor compuesto en ia antología de la pintura universa!!».., Pero hay que dejarlo, para pasar a Andrea del Sarto, hasta desembocar en Rafael con el Vía Crucis apodado «Pasmo de Sicilia» (que, según el mentor, «de tiempo se sabía que. estaba ejecutado por los discípulos») y con el busto del «Cardenal», que no parece entusiasmar al profesor: «Se cuenta entre las preferidas por aquellos que, en realidad, no gustan de la • pintura». Y, entre uno y otro, «ia serie admirable de las •Madonas» y el «Noli me tangere» del Correggio, «un artista a la manera de Praxíteies». Por si el acompañado no ha.entendido bien, el acompañante le pone, en guardia: «Cuidado, el barroquismo se halla a la vuelta»... (Creo que nova a tener excusas para dejar de leer «Lo Barroco», del propio mentor...) MUSEO DEL PRADO dice d'Ors: "El mejor fruto de una visita de tres horas al Museo del Prado está, seguramente, en la necesidad de volver". Desde sus primeros cuentos y coplas hasta sus artículos, estaba CLCOstumbrado a defender bellamente su idea de la belleza» «COMO cí>x -> :íi;tí*tMft!íi¿Nj^« 55; :Aeí:!!i:;AR;<;.;KMtí>K : : ; MA & n i tí • Y, de repente, penetramos en la Escuela Española, «en que la pintura, agitada por una ambición febril de expresión, está a punto de volatilizar su materia para convertirla en música o en poesía, en lirismo o en carácter». El Greco (español «honoris causa») no podía pensar en Poussin, pero don Eugenio d'Ors sí: «Poussin, formas en pie, y E! Greco, formas que vuelan»... Y el maestro desconfía del «elemento querido, forzado, en la originalidad del Greco, en la violencia de su color, en la extrema libertad de sus formas»: es el «pintor maldito» que fue adorado por el mismo fin de siglo que: anduvo descubriendo y exaltando a los «poetas malditos»... (Al parecer, d'Ors había leído, con inconfesable delectación, el libro de Maurice Barres, «El Greco o El secreto de Toledo» que tanto gustaba a Ignacio Zuloaga, el grequista...) Y del Greco a Coya. Tampoco Xenius esconde su desconfianza ante el aragonés; y eso que la diminuta «Pradera de San Isidro» le recuerda (¿quién iba a pensarlo?) un «Embarque hacia Citerea», como los del amado Watteau. Pero descubre otros parentescos que preocupan: «La familia de Carlos IV» es como una «Puerta del Infierno» del escultor Rodin; y las dos «Majas» son «monumentos de obscenidad», sobre todo, como es lógico, la vestida... Ivlenos mal que le encanta el virtuosismo del retrato del pintor Bayeu, que su cuñado Goya pintó (¿acaso lo ignoraba el profesor-guía?) después de muerto... (el modelo, claro). Velázquez nos aporta el mediodía: «Entre la geometría y el lirismo, la objetividad, la pinturapintura». Pero hay una escala de idealidad («ritornello» a Poussin) en ese realismo. En el centro, ios tres grandes lienzos: «Las Lanzas», «Las Meninas» y «Las Hilanderas», ventanas abiertas a la realidad. Entre los cuadros religiosos y ios paisajes («La Villa Médicis» es el «jardín secreto del pintor») se sitúan cuatro retratos: un par de gobernantes (Olivares y Don Carlos) y dos bufones (Don Juan de Austria y El Primo). Pero, ¿cómo soslayar los retratos ecuestres de Felipe IV y su hijo Baltasar-Carlos? ¿Cómo silenciar a las dos reinas con guarda-infantes, María y Margarita? El distraído guía se detiene ante «e! jardín secreto de Veiázquez», sin darse cuenta de que no es uno, sino dos... El laberinto del Prado los lleva, seguidamente, a Fray Angélico, con su «Anunciación» en dos capas: sencillez y sabiduría; a dos generaciones de los Países Bajos; y a tres españoles del XVí: Berruguete, castellano puro; Morales, extremeño, no divino, sino femenino y hasta señoril; y Juan de Juanes, «el más vulgar de los tres»... Pero su encuentro con otros tres españoles, más maduros, le obliga a añadir media hora a las tres primitivamente proyectadas: Ribera, «el más romántico»; Zurbarán, a quien El Prado «le representa mal» (?) y Murillo, «que aspira a lo bello y no pasa de lo bonito», salvo en los temas más terrenales. El profesor se va cansando. Todavía habrá que añadir media hora más... Lástima, porque liega Alberto Durero, el Germánico, «lo más grave y atrevido que se podía hacer en esta vida interior: pintarla»; pero se echan en falta cuadros de Holbein y de Cranach (hoy hay, del último, tres maravillas). Se va haciendo tarde y todavía quedan los Venecianos y los Flamencos, las escuelas más ricas de! Museo. D'Ors se confiesa enamorado de Venecia, aunque con cierto escrúpulo: «¿Cómo defenderse contra ti?» Y distingue tres cofradías de pintores: Bellini con Giorgione (d'Ors jamás ha dudado de la autenticidad de la «Madona con San Antonio y San Roque»); Tiziano, que nos trae el gozo de acercarse al superhombre; y Veronés, con Tintoretto, el primero es color (de esmeralda o de ciruela) y el segundo cuya «galería de retratos es uno de los tesoros del mundo». (¿Cómo ha dejado de ver uno de los más grandes y más hermosos cuadros del Museo, «El Lavatorio de los pies»?). De Venecia pasamos a Flandes: «Esto quiere decir, amigo mío, que ya nos acercamos al fin. El color "se ha comido la luz" y cualquier rastro de clasicismo va a corromperse». Pero Rubens es el «hombre de lujo»; Van Dyok es «la elegancia»; Teniers, un pintor alternante, de Archiduques o de Aldeanos. Y no hay que olvidar «Los tres músicos» de Jordaens, «la única de las obras que, mezclada a las exhibidasen cualquiera de las exposiciones oficiales celebradas en los últimos años, en cualquier capital europea o americana, no desentonaría...» ... En fin, ya pasan de cuatro las horas que llevamos trotando por el Museo. Como dice nuestro sabio guía: «El mejor fruto de una visita de tres horas al Museo del Prado está, seguramente, en la necesidad de voiver»... No sé qué pensaría el obediente «amigo»; pero Xenius «dixit» y eso basta. Desde sus primeros cuentos y copias, en «Quatre gats», en «La Esquella de la Torratxa», en «Peí y ploma», «El Poblé Cátala» o «La Veu de Catalunya», 'hasta los artículos de «Nuevo Mundo» o de «Artes y Letras», estaba acostumbrado a defender bellamente su idea de ia belleza. Julián GALLEGO 27 Cultural (Madrid) - 23/05/1997, Página 27 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes. A B C de las artes EIRBINnilt(,ClftlCi ntOLEGOME 1QLQGIA DE URGBIICIA Pintura-Pintura Las «glosas» y ios «aforismos fueron los géneros literarios favoritos de D'Ors, Escritor briiiante, d e ' frases breves un tanto elíptioas, tenía como preocupación esencial ei acomodar su lenguaje a su particular «doctrina de la Inteligencia». Autor de una «Teoría de ios Estilos» era un Entre Poussin y el Greco -entre Mantegna y Goya-, Velázquez. Entre el clasicismo'y el romanticismo, el sim.ple realismo. Entre la geometría y el iirismo, la objetividad. Entre la pintura que gravita íiacia lo escultural y arquitectónico, y la pintura que está a punto de evaporarse en mú- tiene siempre en su esencia algo de rural, de pagano, de campesino. Pan, dios de los campos, dios de la natura, preside cualquier creación barroca auténtica». Figuración «Nosotros no ocultamos nuestra predilección por el espíritu constructivo, en iucíia siempre contra ló amorfo; por aquel espíritu que transformó. atrás: todo un ciclo romántico se consume en él, y se agota, Cézanne, Seurat. La actitud de cada una de estas figuras se nos aparece bien distinta. Gaugin mira hacia atrás: todo un ciclo romántico se consume en él, y se agota, Cézanne marca la crisis; ¡cuánto combate en ei artista, qué tempestad, qué pasto difícil! Seurat insinúa el mañana: es una primera claridad, un albor, pálido y frío... La palabra para • 1 r^ • 'I. tf^ •••i.. — Al^. «La filosofía presentada por Palas en el Pamas» (113 x 367), apasionado de la.«gnómica». La prosa de sus ensayos y artículos sobre filosofía y arte es sentenciosa, a manera de epigramas que encierran todo un sistema conceptual de carácter estético y moral. Su obra es la de un «IVlaestro» que dialoga didascálicamente con el lector, el cual es considerado com un «discípulo». Indudablemente los postulados de su obra tienen que ser analizados y contratados con los parámetros del pensamiento y de la óptica del arte actuales. Antonio BONET CORREA sica o en poesía, la pinturapintura». Lo Barroco «Más de una vez hemos comparado -comparación que se nos antoja muy útil para esclarecimiento de las relaciones involucradas en el problemalas que median, dentro del cuadro de la Cultura en general, entre el «eón» de lo clásico y el «eón» de lo Barroco, aquellos que, en el dominio del lenguaje, permiten a los filólogos distinguir entre lo que llaman «una lengua» y lo que llaman «dialectos». La materia prima de una lengua, de cualquier lengua es dialectal; lo mismo que ios dialectos son "idiomas naturales", el Barroco es el idioma natural de la cultura, aquel por cuyo medio la Cultura imita los procedimientos de la natura. El Barroco con- J óleo de Joaquín Torres García de 1911 para nuestra inteligencia, en cosmos ordenado lo que ai principio pudo ser embriaguez de caos. Es más: entre las manifestaciones particulares del espíritu constructivo, preferimos siempre las del espíritu figurativo, que ha saltado ya, de las represntaclones de lo inerte, a las representaciones de lo vivo y, en especial, de lo humano». Frontera entre el arte de ayer y el de tioy «Tres figuras altas - y un poco deformes- presiden la frontera entre el arte de ayer y el arte de hoy; es decir entre el impresionismo y el clasicismo nuevo... He aquí los nombres: Gaugin, Cézanne, Seurat. La actitud de cada una de estas figuras se nos aparece bien distinta. Gauguin mirp hacia el primero; delicuescencia. Para el segundo: honradez. Para ei tercero: sutilidad». Picasso «Picasso es el primer pintor moderno importante, cuyas mejores obras, limpias de dinamismo, constituyen un puro espectáculo intelectual». «Picasso es un pintor italiano. Probablemente, el único pintor italiano de hov». Miró «Explora la extraña selva de las formas elementales» pintores embriagados como Rubens «hasta el punto que Miró ve doble». Matisse «Matisse; aurora y canto de gallo entre el ayer y el hoy». 28 Cultural (Madrid) - 23/05/1997, Página 28 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes. A B C de las artes EUBENIO D'ORS, CRÍTICO LA BtAUKCIÓN DE SEBÓN XÓII Derain L'A.MDC Siié se c «Hoy un volver a hacer bien ias mismas cosas que de un tiempo se iiabían hecho bien y que ya parecía que no podían voiver a hacerse bien». grupo ds amijcs qus. bao los au-ss;cios de Eugenio d'CXs, ss d ngiar a Cnrtlns d'.Amoe2^c ;cdos los oes d'3S'3üb:'-3"or i¡n gráci; nuaroo al q je iiírnsrc'>, 3' crirc'pic, ;a<^Sirer:a.>, ccr-,c evocada en una '•p.ao'ug£Ja de' oarro ce :a 3ooa en l-jenos A'-es. Pee £-'£ ("íércva ,' no ei Buenos A-res 3L,-&riuo, y Otra vez era nuevo porcue e; grito oe Siié - rofe-acordeón- ,o Bcabaoa de sacar as .a r-aaa. Todo aparecía er\ su aprcíaoa coroar-ecaa (saridatas, caftán, crí-jrón. brazafete de pfata, zardios de oro) que sólo e! dibujo píidía aa-'. Años atrás. Xéqius había comore-idiao que Tcdo dsbs poder ser dibujado, hasta ias ideas y les foiT^a8".;Aftemando el sexo d ^ artículo determinativo, podría decir: Chineo «La sensibilidad romántica había encontrado, en los ejercicios cubistas sin penitencia. En Giorgio de Chirico encuentra su crucifixión». ¿^ anécdota eievada a categoría «Nada tampoco menos digno del filósofo que e! empleo de categorías que toman en cuenta las anécdotas, de otro modo que en guisa de pura ornamentación o ilustración, a no ser que se las aproveche como simple punto de partido para el vuelo especulativo». Paradojas de la Arquitectura «f~tora llegó del medkxlfa. Ella ha dado un paso hacía atrás. Mira y sonríe. Está contenta. Y ya ríO la reioca más. «Empecemos por ia observación de que los nombres de los grandes arquitectos antiguos son mucho menos populares que los de los músicos o pintores. No se habla de Paladio como de Mozart, de Bramante como de Rafael. La obra de arquitectura, por el hecho mismo de la inecusabüidad de su presencia, se torna para el pueblo habitual y, en consecuencia anónima... Esto, para no hablar de los casos y de los tiempos en que esta obra fue, en efecto, anónima». - Así, Olvido después de Venecia, llegaron a ias Dolomitas, 'aliadas por Octavto dg-Romen, surgió^ a la peltre, ia i d ^ ae que en a gri^o todos saoían dibujar. «sEl-.dibujo -cr$o ser (io veía ú'&s] yo quien ha Impuesto en todos esta colectiva convicción, casi dogmática-, representa, más que utia habütcfed, una Ngíene; más aue una í^g'tene, una moral; más que i;r>a moral, una austera fiiosofía-». ' - En e*ecío, ésta itega a ser v'e''daderamGnte una filosofía de las for'í^-as que vueian o, que al contra-ic, se tíensiíican y pesan. Es 'a mirada ae- po6-.a aue ve lo que hay d-3trás ds as cosas y la r¿;gnñcación de éstas. Desde Baudelaire. se sai3^; oue só o ios Moetas ven ío que nay Museo «La claridad exige cierto nivel de permanencia en el objeto, desde luego, cuanto es histórico, poco a ellos se presta. Un Museo no es un órgano de historia, sino de cultura. Quiere decir que en gran modo conviene a un Museo el no cambiar a cada instante. La mudanza, si bien se mira, es lo contrario de la mejora. La sacudida en los árboles no favorece en nada la maduración de ¡os frutos». Cultural (Madrid) - 23/05/1997, Página 29 detrás cet mundo. Cícese sn «Tres lecoiones er e Museo del Prado oe ln;rcoijcc'cn a la C^'ticade Arte» oue «e ouen ver ex § U'^-a cisoip'ina propedeut ca r'Qurosa. No se com,c^eroe sm ver. pero ía-'-poco se 3 ca'^za visión s:n coinG-ensi-in. Estas oaiao-as corroooran as oe Ra'-ce¡K!re. escritas oara el Salo-T de 1845 y d rígidas «aux oo^^rgeois». _es escrios'£•siguieres; "Mais •, faj:é que VO'.JS voyes el soyez- aptes á serrtir ia beauté; car ccmme aucun d'entre vous ne peut aujGurd hui se passer oe juissance. nut n'a fe droit de se passer de ?a poésie». En reaíictadj para Eugenio d'Ors, d sécete tíei crfííco de arte es ^ oe capta" ia "figura dei Ángel que está detrás de ia BeEeza, esta "orma tuminosa que nos define, que nos determina el Destino, Porque es evidente que el primer día ae la ¡Creación cíio a -as cosas su r^aturateza esp«áffca. tai como estaban en i^ idea de Dios. Pero las cosas han evaporado su rnística natií'aieza y sófó ios poetas con sus libros y |os artistas con sus o b r ^ nos lian devueito la maravH'ia del primer sertédo de la CreaG¡í>n. Todo exulta y exalta la Belleza, y la ocH^íiguradón de! Mundo (el paisaje, las cosas, los hombres)' se ensambla ahora con su ser, a>n ía manera de su estar existiendo. Esta es te ^unción 'de ia critíca y fo que nos revela, Pero no- ' olvktemos que somos sóio unailcsic^ que 6l hombre está hecho de suefíos. Para d'Ors, nosotros seguar-os ^endo io cm ^jimos siempre; un sueño, una focura, el júbilo desvanecido de una sonrisa en el aire, :sm^m^- Juan PERUCHO L 29 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.