el patio de miraflores

Anuncio
1
CR – 213 – 2.009
TÍTULO:
EL PATIO DE MIRAFLORES
2
AUTOR:
SIXTO SANZ CABRERA
TÍTULO:
EL PATIO DE MIRAFLORES
ACTORES
JACINTA
CHULAPA
ROBERTO
CHULAPO
PASCUAL
Y
ANDREA
ENGRACIA
VECINA
PATRICIO
EL PRIMO
DAMA
DESCONOCIDA
3
CANTAR –1
CANTA JACINTA – 1 (Redondilla)
En este patio me miro
como el cristal en el agua,
meciéndome, yo suspiro
en esta vida tan ardua.
Cantarlo, quiero a lo vivo,
esta trama de hojalata,
buscado por un motivo
esta pena que me mata.
Quiero cantar al aire,
a la niebla, a la escarcha,
como andarín que marcha
como paso firme en desaire.
(Desaparece Jacinta y queda la escena con Roberto)
ROBERTO -. (Monologo)
Aquella gota de nácar
que pulula en sus ojos,
aquella boquita de rosa
4
cuan nardo cortado, al viento,
aquella carita encarnada
presentando una amapola.
Su talle, firme y suave
pisando bien el asfalto:
El mantón de raso bordado
caído por toda la espalada;
al andar se mueven los flecos
con la gracia de una dama.
Jacinta, la de Embajadores;
por patio ella tiene
de jardín, más de mil flores,
cada una se discrepa
por la vista en mil colores.
Pedestal, casi en el centro,
la chulapa entre claveles
cantando alegre la veo:
Miraflores, llaman al patio,
que no por su distinción,
por aquello que la moza
irradia bien sus olores.
La mañana con su escarcha
va gimiendo halles de amores;
quererse que ella en el tiempo
teje y forma los borlones,
5
de oro fino con sus manos,
de plata con sus pasiones.
En las paredes retumba
su voz fuerte en acciones,
que aquel mozo un día,
muy cerca al oído
repitiera con canciones
de lira entrañable
en lo llano,
con música del mil acordeones.
Poco a poco fue penetrando
dentro de su ser, a la moza,
aquella estrofa cortada,
aquella Endecha Real,
que con dardo de fuego
la lanzara aquél galán.
El; gorra se-mi caída,
pelo a lo torero,
chaleco corto y ceñido
con pantalón, algún fleco,
llamativo en sus entrañas,
con ojos de Gavilán.
Ella; mantón de seda,
Blusa, bata a lo cursi,
unas botitas media caña
6
y mirada dulce, tierna
cuan labios de carmesí.
(Se va Roberto y entra el señor Pascual)
PASCUAL -.
Qué se aqueja esta mañana
esa boquita tan linda;
mira como también las flores
respiran más suaves
y como los mismos Jazmines
rescatan todos sus olores.
Tu pesar son mis pesares
sin que se pueda frenar
este ardor que yo siento,
esta pasión inmortal,
por esa varita nardo
que a la vista se deshoja
sin que los pétalos vean
el suelo, besar sus plantas.
¿Dime, chulapa de mi patio,
dime qué te aqueja
en este instante?;
si es hombre, no es macho,
si mujer no bien nacida.
(Vuelve a salir Jacinta al patio Jacinta )
7
JACINTA -.
Señor Pascual yo confieso.
PASCUAL -.
Eso, en el confesionario.
JACINTA-.
Yo confieso todas mis culpas,
más me aquejo de mis males.
PASUCAL -.
¿Algunos ha menester?.
JACINTA -.
¡No por Dios, quite ahí!:
ninguno creo que tengo;
mas si culpa cometí
fue el enredo del querer,
que me subió como un pavo
trepando a mi corazón,
por una mano perversa
como amistad me dio.
PACUAL -.
Calla, Jacinta, por Dios:
Que de primo, no de hermano
trata bien esta canción;
mas por el parentesco
se parece una oración,
una Saeta tirada
8
al fleco de tu mantón.
JACINTA -.
Ayer lo planché y parece
que no reluce, ni al Sol,
pues otras veces una rosa
todo el se me volvió,
al oír un nombre
que guarda mi corazón.
PASCUAL -.
Patricio noble su nombre,
de enredo, alguno que otro,
aquí mismo se afirmó;
este primo es un tenorio,
sin sable, ni munición.
JACINTA -.
Señor Pascual, que no;
ese primo me combate
sin armas, más con pasión,
con palabras que me llegan
dentro, muy dentro, señor.
PASCUAL -.
Yo podía . . .
JACINTA -.
No lo pueda, que confundirse
es de humanos
9
y usted bien se ve
que lo es de afirmación.
Este pesar que me embarga
todo mi cuerpo de rosa . . .
PASCUAL -.
De rosa el jardín completo
con todas sus flores abiertas
y aquella que no abrió.
JACINTA -.
Esta criatura viva
que mal no cometió
en toda su existencia,
ni a nadie traicionó.
PASCUAL -.
Habla tu boca algo
de ser fiel o no;
pero yo sé lo fuiste:
Alguien aquí falló.
JACINTA -. Él.
PASUCAL -. ¿El primo?.
JACINTA -.
No sé si es allegado
por quererse o pasión;
pero lo que sí sé
es que le quiero,
10
al bribón, con mis fuerzas
de cariño,
con mi más ardiente admiración.
ENGRACIA -.
¿De quién habla ésta chulapa
con tanto ardor?.
Me asombra su gracia,
la chica pone toda el ascua
en la brasa y se quema.
¡Pardiez, que lo veo yo!.
JACINTA -.
Señora Engracia, que no,
se confunde su persona;
hablamos de un animal . . .
ENGRACIA -.
De dos piernas y sin sexo:
Animal raro, ¡pardiez!.
PASCUAL -.
¿Oye? . . .
ENGRACIA -.
Oí que de su pena
un lamento sale en vano;
ésta chulapa preciosa
ella misma algo perdió.
JACINTA -.
11
La mantilla en la calle . . .
ENGRACIA -.
En la calle: ¡Sí señor!,
en la calle de abajo.
¿Mas, usted se la encontró?.
JACINTA -.
Buscarla no puedo sola
si así ya le despidió.
PASCUAL -.
¿Y si no?.
ENGRACIA -.
Pues, en ese caso señores
ésta vieja que por años,
algún artilugio, que sabe
para encontrarla yo.
JACINTA -.
¡Señora Engracia!.
ENGRACIA -.
¿Qué sí niña!,
que te la busco yo.
Dame las señas al momento,
que con la diestra o la siniestra,
si prendas ha de poner,
si de alguna parte se pueda
al momento ha de coger.
12
JACINTA -. ¡Es verdad!, ¡OH mi pasión!,
que toda pena maldita
se marche del corazón.
Del pesar que me vislumbra
estos luceros, mis ojos,
esta rosa no marchita
dentro de mí ardió.
CANTAR - 2
CANTA JACINTA (Seguidilla
En esta bella Tierra
existen los hombres
que con ferviente orgullo
el hilo escoge,
pues ya que somos
las mujeres celosas:
Ellos apuestos.
(Se queda sola Jacinta en su patio y entra Roberto, el lechero).
ROBERTO -.
A fe, que es por mi bien
encontrarte en esta postura,
ayer, anteayer no vi
13
el Sol brillar su hermosura.
JACINTA -.
Salió en todo su esplendor;
alumbrando no estuvo, no,
que resplandeciente el día
lució el Astro en lo alto
y luz derramó entorno
del patio que por sus mil flores
Miraflores le pondrían.
ROBERTO -.
¿También brilló la aureola,
aquella magnolia altiva,
que erguida casi en su planta
cantando está de porfía
una copla al pasajero
que se para y la mira?.
JACINTA-.
Y aquel clavel en maceta,
aquel capullo escondido,
que para no asustar
los pétalos guarda erguido,
de entre su preciada corola
espera un rayo fingido
del Sol que tu me hablas
y ayer mañana ha salido.
14
ROBERTO -.
No vi yo tal rayo, no:
Dos gotas de escarcha
corrían detrás mis ojos,
buscaban caer en la arena
y esconderse de hinojos,
en tu regazo pequeño,
aquel mandil bien bordado,
por tus manos peregrinas
de ir y venir las tengo
consagradas en una esquina;
tu nombre gravé en barro,
lacustre de un mármol,
fino como suave,
poniendo en el mi destino.
JACINTA -. ¿Mas tú sabes? . . .
ROBERTO -.
Sé que amar
es sufrir mucho,
que el querer
es algo noble:
Un impulso que te dicta
tu mente fría
y sin ningún tino.
Correspondido no veo
15
este fuego que me abrasa
dentro de mí mismo;
mas yo te digo en secreto
que quiero y por querer
me asfixio.
JACINTA -.
¿Hablaste pues a la moza,
de ese fuego divino,
de esa llama encendida
que alumbra el camino
con tierno amor peregrino?.
ROBERTO -.
Mas atreverme no puedo,
que ésa moza es querida
por pariente deshonesto.
Un hombre que no repara
en otro amor que ha puesto
sus ojos en otra moza
y su boca en otro pecho.
JACINTA -.
Confundirte tú al momento,
puedes tal vez con orgullo
si vacilas y no presto
hablas de amores vivos
con la moza de tus sueños.
16
ROBERTO -.
Hablándola estoy haciendo;
mas si me escucha quiero,
que se fije en mi persona
por lo menos un momento.
JACIENTA-.
¡Hablas!.
ROBERTO -.
¿Suplicas?.
JACIENTA -.
Te lo exijo sin recelos.
ROBERTO -.
Amor te muestro sin celos
de tu ferviente admirador
como es éste lechero.
JACIENTA -.
Así se habla Roberto,
que este lío es un estruendo
de bombos y de platillos
que hacen bien estos viejos.
ROBERTO -.
¿Me decías?, ¡ah!.
JACIENTA -.
Te lo digo.
ROBERTO -.
17
¿Me hablas de amor
sin secretos?.
JACIENTA -.
Mi rosa te estoy ofreciendo.
ROBERTO -.
Albricias cantar al Cielo,
la alegría de mi Alma,
el furor de mi entendimiento;
esta mañana he visto
una Virgen, aquí puesto
sin ir a la Iglesia a rezar
con mis botellas acierto,
a decirte pura y limpia
cual es tu inocencia, encuentro.
JACIENTA-.
¿A qué Virgen te refieres?.
ROBERTO -.
Puede ser una persona,
que puro el cuerpo lo tenga;
esa Virgen eres tú,
ese amor es mi sustento
para vivir en la vida
sin pena y sin sufrimiento.
CANTAR – 3
18
CANTAN LOS DOS ( Lira).
Alegría metida
tengo dentro de mí, de inmediato,
esta fe perdida;
ese amor que yo cato
reaviva el Alma dormida por rato.
ELLA (Cuarteta)
Éste galán suspira
Por ésta moza halagüeña,
Que perplejo él me mira;
mi mente con él que sueña.
ÉL (Cuarteta)
Ésta moza, no lo duden
es para mí un tesoro;
a mi mente siempre acuden
esos ojos como el oro.
(Se van por el foro y aparece el primo por la puerta acompañado de una chulapa. Sale el señor
Pascual y la señora Andrea).
PATRICIO -.
¿Qué dicen de algún galán
por ahí perdido se encuentra?;
hablando siempre están
19
las comadres y las viejas.
PASCUAL -.
¿Los compadres, puede saberse,
qué pasa que no entran,
en vuestra tierna amistad,
de lo que usted nos presenta?.
PATRICIO -.
Por no ser caballero, no;
me cayo de algunos gestos
por algunos de aquellos
caballeros, deshonestos:
celestina hay en la vida,
pero, pardiez, ¡”Celestinos!,
encuéntremelos en protesta
de algún libro a dos
que se diera en esta fiesta.
Soy de Chamberín, ¡por Dios!,
no aguanto una querella,
como la que aquí se presenta,
pues acompañado o no,
Don Juan, el Tenorio, a cuesta
lo puedo, bien como yo,
si arremete y no cuesta
más que un empujón,
como este que te asesto.
20
(Pega un empujón a Pascual y le tumba en el suelo).
PASCUAL -.
Bravucón vienes con ésta,
que el gallo cuando pelea
delante está la polluela.
Bien te conozco yo;
detrás ni siquiera te arrimas.
CANTAR – 4
CANTAN TODOS (Propio)
Buscando amor entre dos,
se está en este patio altivo,
mas si alguien nos oyó
que diga, como nosotros, muy alto:
Aquí nada se perdió
que todo bien se encontró
y el que busca pues suspira
por su moza de redaños;
tierna pampa que se inclina
al viento fuerte de antaño,
que al despertar se encontró
21
sus ramas bien peladitas
por otro buen huracán
que se inquieta y se agita.
PASCUAL -.
Este payo ni se entera,
ni observa, ni ve siquiera
dos caballeros en un burro,
pues ciego por su pompa
de galán está el tuno.
ANDREA -.
Ya la pava ha volado,
y en otra parte ha posado
su cuerpo con su finura:
Que despierta del letargo
en que anda el cara dura.
¿Presumir él puede algo,
pero tanto como estila?;
no creo, ni para hablar,
que la pájara ha volado,
en otro nido va a posar.
PATRICIO -.
Soy el galán dichoso,
más tierno que la hermosura,
soy el Sol que alumbra,
22
por eso éstas chulapas
a mi simple resplandor
mi senda siguieron con finura.
PASCUAL -.
¿Qué desvergonzado el tío
hablando bien de pasión;
qué creído se lo tiene
soñando como está él:
Qué será cuando despierte,
Qué será de todo su Ser?.
ANDREA -.
Dices bien; tú mi Pascual:
¿Qué será de éste muchacho
cuando deje de alumbrar,
la luz esta fingida
como tiene su imaginación?.
PATRICIO -.
Quedaos en paz, señores;
aquí me presento yo
dentro dos horas y media.
Implorando quiero ver
ésta la moza bella
si se asoma a ese balcón,
confundiéndose con las macetas,
con las ramas que de ellas cuelgan
23
pareciéndose a una flor . . .
(Sale Jacinta)
JACINTA -.
Una flor marchita en pena,
marchita y sin amor.
PATRICIO -.
¡Qué dices tú?: ¡OH!, Jacinta.
A mis plantas he de ver
esos ramos de azucenas,
que cuelgan de tu carita,
ramilletes que enhorabuena,
nadie en sí los divisa.
JACINTA -.
Si cerca mis labios los pones,
quítame la hierbabuena,
que ubicada en mis ojos
manantial mana de pena.
PATRICIO -.
Lo dije yo hace un momento,
a éstos señores aquí presentes;
que de amor ha de bramar
mi prima esta mañana,
esa aceituna que es mía
24
en medio del olivar.
JACINTA -.
Al olivo se le poda,
se le ara y ha de cuidar;
¿Mas tú a quién enderezas,
con tu corte de palabras,
con tu quiebro en verónica,
con tu gracia vas a dar?.
PATRICIO -.
A ti, querida primita,
que aunque acompañado voy
no puedo yo ni pensar,
que otra mujer me quite
estas ganas de amar.
CANTAR – 5
CANTAN TODOS
(Copla de pié quebrado)
El amor es como un niño
que quiere empezar a caminar,
de toscos pasos,
con la mantilla de armiño;
ni siquiera puede andar
25
puesto en los brazos.
(Desaparecen por el foro y entra Roberto; al momento llega una dama preguntando por una flor).
DAMA -.
Debe ser con el tiempo,
como formado se pudo
este jardín milagroso
cuan fresca flor de mañana,
rociado con piropos.
ROBERTO -.
Con piropos muy hermosos,
que un apuesto galán,
a su dama confiada
regala con su presencia.
DAMA -.
Mas un rosal florecido,
por fuera yo observé,
que esta flor he cogido
y no me la puedo poner . . .
ROBERTO -.
Será porque no hay prenda,
en todo el frente precioso,
como lo que tiene ésta dama
regalado lo diviso.
26
DAMA -.
Aquí la flor quedará
más preciosa todavía,
aquí la gracia tendrá
su corola de por vida.
ROBERTO -.
Mas veo pronto un sitio.
que puede bien colocar
esa flor encendida
con llamas que puede quemar.
DAMA -.
Si de daño, usted habla;
no toque desconsiderado
esta rosa matutina
que llevo yo bien prendida
en mi entendimiento simple
como en mi regazo amoroso.
ROBERTO
-.
Aquí, aquí se puede colocar
esa rosa como armiño,
de grana y oro bordada.
(Sale Jacinta, ve que Roberto está colocando la flor en aquella dama y toma celos)
JACINTA-.
27
Creí que era lealtad,
tu fingido amor celoso,
tu gracioso paladar;
que con palabras bellas,
hablabas tú da amar
a ésta moza admiradora
de tu fuerza personal,
como el fervor te daba
y no dejabas pensar . . .
ROBERTO -.
Jacinta, te prometo yo . . .
JACINTA -.
De promesas y de amores,
no quiero jamás hablar.
ROBERTO -.
Te prometo que esta dama
desconocida te va
ha explicar aquí la cosa
por la que poniéndola está
éste galán, que es tuyo,
una flor en su regazo
que enamorada pidió;
de su olor y de sus colores,
fue gentil su admiración.
JACINTA -.
28
¿Por la flor o tu persona:
Dime por qué su ilusión
alumbraba, como rayos,
vislumbraba como el Sol?.
ROBERTO -.
Sus ojos están diciendo . . .
JACINTA -.
¡Están hablando de amor!.
ROBERTO -.
Están diciendo en secreto,
a voces; ¡gracias señor!.
CANTAR – 6
CANTAN TODOS (Propio)
Hablando bellas palabras
se entiende la humanidad;
la ilusión es entendimiento
con la que se puede jugar.
El que ama, juega un mundo
que no se puede olvidar;
jugar amar yo no quiero
por si me puedo quemar.
Esta rama de azucena,
29
que luz ya no da
al que a su paso la mira
y se puede desojar.
(Se queda la escena sola. Al cabo de un rato aparece el primo de Jacinta, Patricio).
PATRICIO -.
Al igual que Don Juan,
mi Inés se llama Jacinta,
que de fuente cristalina,
agua potable ha de manar.
En esta piedra asiento
el vaivén de unas horas
y mi tristeza de amar.
(Se sienta en una piedra).
¡Ay Jacinta del Alma mía!,
generosa por amar
a éste galán, tu primo,
a éste capullo encendido
de fuego ha de bramar.
(Sale la vecina, la señora Engracia ).
ENGRACIA -.
Engreído está el tío,
30
de su conquista celebrar.
Mas haber si ésta moza
ella pueda consultar
con alguna sana conseja
de comadre o de vieja
que la hagan reparar
de sus males en la Tierra,
andando con éste galán,
que a la puerta aquí la ronda
y no hace por enderezar
ni una pizca su figura
del quicio de esa puerta
hasta que la pueda contemplar.
¿Decidme apuesto mozo;
esperando a quien estás?.
PATRICIO -.
A Jacinta, aquí ¡Ah! una hora
quedé verla yo de andar,
pisar firmes las baldosas
que de este patio saldrá
agarrada de mi brazo
a una hora impar.
ENGRACIA -.
¿Espectáculo ha de verse?.
PATRICIO -.
31
La Verbena va a comenzar
dentro de poco en el prado,
dentro de poco en paz
de mi amada yo un chotis
al son de ella he de bailar.
ENGRACIA -.
Si de gusto fuese la moza,
esta tarde no ha de salir;
pero los sinsabores son muchos
con que regalado ha,
su ilusión en un mozo
que traicionándola está.
PATRICIO -.
¿Pues no bien yo ahora
sin moza, solo y singular,
que adverbio no hay escrito
como cosa temporal?.
ENGRACIA -.
Pasajera fue la broma,
pero en su Alma quedó
su amargura recelosa,
su juventud sin amor.
(Sale Jacinta a la puerta cantando una canción un tanto con segundas; exaltados sus nervios).
32
CANTAR – 7
CANTA JACINTA (Seguidilla)
El mozo que verá,
en mi persona,
el retoño de flor,
pone ella sola,
a mi semblante
con música de amor,
la rama ardiente.
(Hablan)
ENGRACIA -.
Esa boquita divina,
como una rosa,
ese nardo nacarado
de mil amores;
hablando está de ilusiones,
con pasión de fuego sutil:
Bramando está ésta dama
por el galán que añora.
JACINTA -.
Señora Engracia. ¿Usted aquí?.
Percibirla yo no pude,
33
no me di cuenta;
¡Ay!; quién fuera mariposa
y volar supiera
a los confines secretos
de aquel buen mozo.
PATRICIO -.
Pues tú no sueñes,
que aquí estoy yo;
tu primo enamorado
de tu gran amor.
JACINTA -.
Si de tu nombre noble,
un galardón tú hicieras,
patricio, no consiguieras
ser el dueño, ni tan siquiera,
de ésta moza galana,
de este corazón tierno,
aunque me hiera
yo te lo afirmo,
pariente mío
cuando tú quieras.
PATRICIO -.
¿Acaso otro llegó aquí antes,
acosa tu puerta,
resonó otra mano
34
que amorosa
te está hablando en secreto
de algo que los enamorados
se dicen sin ningún recelo?.
JACINTA -.
No pienses en nada, no;
son simples devaneos
de ésta moza que en sus sueños
hablando está ella sola.
PATRICIO -.
Andando para la Verbena,
Jacinta, Jacinta mía,
moza de mis ensueños;
parienta de mi misma casa,
sangre conjunta en ilusiones.
CANTAR -. 8
CANTAN TODOS (Propio)
Marchemos pues,
con paso alegre;
en esta calle
ya en sí no cave
otra persona,
35
que entre nosotros
volar no pueda.
ÉL (Canta)
Ardiente moza,
gravita insignia
de mi persona;
salir contigo
es mi secreto,
henchido el pecho,
semblante terso:
La flor que porto
en la solapa
erguida veo
al aire fresco.
ELLA (Canta)
Mas con finura,
de ésta chulapa,
mis pasos firmes
llevarme pueden
a dicha fiesta;
allí contigo
36
ser un blasón.
VECINA (Canta)
Ya en sí veo
que ésta va
con su primito
en buen compás.
(Salen de escena y entra el lechero, Roberto, malhumorado y con cara de pocos amigos).
ROBERTO -.
¿Será mi culpa,
o será la suerte
la que me mata,
la que me ignora?;
pues ésta moza
me quiere a mí,
mas con recelos
de alguna cosa,
en quite tierno
me adora a mí.
¿Qué hago,
qué puedo;
no siento,
37
me muero?.
(Entra el primo y le deja en la cesta de la leche una carta, marchándose de inmediato. Llega Jacinta
muy remisa).
JACINTA -.
¿Aquí qué veo,
una misiva
que adorar no puedo;
será para mí
atentas letras
de buen cariño,
hablando de amor
a ésta moza
de su ilusión?.
(La coge leyéndola detenidamente).
JACINGTA-.
¡Jesús!; me espanto,
aquí bien dice:
Amado mío.
Le escribe otra,
malas entrañas
sin compasión:
38
¿Estaré celosa,
o es que le quiero
a éste bribón?.
Mas de mi presencia
su imagen quiero
borrar de inmediato,
ya no hay perdón.
(Vuelve a depositar la carta entrando en casa. Llega Roberto, el lechero de repartir su leche).
ROBERTO -.
¿Aquí qué veo?.
¡Jacinta me escribe,
vaya ilusión.
(Coge la carta y la lee detenidamente).
ROBERTO -.
. . . Amado mío;
aquí mi nombre,
¡señor, señor!.
Mas ya no acierto
seguir leyendo
ningún renglón.
La vista se me nubla,
39
el Espíritu se me eleva,
aquí en la Tierra
sin paso firme
no paro yo.
¡Jacinta, Jacinta!;
ten compasión.
Corriendo voy
y una vela
al Santo de su nombre
le pongo yo.
(Sale la vecina que observa toda la trama y se ha percatado de la fechoría).
ENGRACIA -.
Dejaré correr,
por algún tiempo
esta comedia
y al gusto mío,
en un momento,
cuando yo quiera
la cortaré.
ROBERTO-.
Usted señora Engracia,
pues quien lo dijera
tan ataviada,
40
de mantilla nueva,
su buen tupé.
ENGRACIA -.
Albricias veo,
en esa carta
que de tu mano
fiel temblorosa
observo yo.
ROBERTO -.
Me dice ella;
aquí lo pone,
que alguien quiere
de mi amor.
ENGRACIA -.
Es bella letra,
lo observo yo.
ROBERTO -.
La de mi amada;
. . . ¡Ten compasión!.
(Se retira la vecina y se queda solo en un monólogo Roberto).
ROBERTO -.
¿Será realidad
mi sueño,
41
será fatuo
el pensamiento
que no dejo respirar,
y en cada aspiración
al viento,
en ello voy diciendo
lo mucho que la quiero?.
No adivino el recordar
de otro querer de antaño
si algún parangón es cierto:
No comparo yo andanzas,
ni pulula el pensamiento
por los átomos etéreos
de tan firme entendimiento,
como existe en el cariño
de este tuyo y este nuestro.
¡OH!, Jacinta de mis amores,
de lo mucho que te quiero.
Este amor correspondido
es un trono entre rosales,
es la flor de azahar
oliendo frescor a mares.
Como una flecha a la diana,
se dirige mi persona,
sin parar ni un momento
42
hasta llegar a los Altares;
vistiendo blanca amapola,
ceñido a su cuerpo el ropaje
de blanco velo tupido
con flores y con corales.
De novia ya la diviso,
muy cerca de los Altares,
diciendo él sí, sin comiso,
a voces y sin pesares.
Aquí arrojo con gala,
la flor de mis amores;
que sus pétalos marchitos,
un día ya el mañana,
al olerlos sea bálsamo
de fuego como recito.
(Sale el galán y aparece Patricio, el primo quedando parado en la ventana de Jacinta).
PATRICIO -.
Llego bien a estas rejas,
digo, ¡OH, pardiez!,
pues en ellas yo me vea
reflejado en sus cristales,
de estos vidrios damascados
como tienen estos pilares.
43
Esta tarde diamantina;
en que vuelan mariposas
al olor de estos nardos,
atraídos por sus polen:
Yo me encuentro solitario,
recitando una plegaria,
a la Virgen de mis penas
para que solo yo me encuentre
en el cariño de Jacinta.
¿Hay viviente que no me abra
estas puertas cerrajeadas,
penetrando yo gallardo
al amparo de mi amada?.
JACINTA -.
¿Pues no ha de haberlo?:
que entre el que así habla;
será recibido al tiempo
comedida su persona.
PATRICIO -.
Dije una hora, pues;
aquí me tienes celoso,
a pasearte por las calles,
a convidarte dichoso.
JACINGTA -.
Acepto de buena gana
44
esa invitación, sin broma,
que tu persona me hace
y tu presencia me honra.
PATRICIO -.
¡Ole!, chulapa castiza
de mi vida y mis entrañas;
salimos prestos al momento:
Viéndote todos los hombres
a tu paso ya arrojan,
claveles y púrpura fina
con una flor que deshojan.
¿Si o no; será me quiere,
o no me quiso ella sola?.
CANTAR – 9
CANTA EL PRIMO (Seguidilla)
Oliendo la azucena
tu cuerpo moro,
estás semejándote
aquel trono,
que como nácar,
presenta su figura
queriendo amar.
45
ELLA (Copla de pie quebrado).
Vengan a mí las flores
con virginales colores
su bella pompa de amores
con todo gran esplendor
sin que toque
mi piel fina, ¡más que suave!,
la granula de su polen.
ACTO II
(Vuelven a la Verbena el primo, Patricio, y Jacinta, encontrando a Roberto con la chulapa de la
discordia).
PATRICIO-.
Mi ilusión es una fiesta
que se calma en primavera,
cuando este capullo de rosa
se abra a la vida entera.
Ilusión me da ésta moza
con su presencia siquiera,
46
con su aliento y su frescor
que a su lado me recrea.
ROBERTO -.
Usted escoja una flor
del patio de Miraflores,
que cuando la toque su mano
retoñara en mil colores;
blancura al acirate,
a las macetas también
su presencia, pues irradia
luz que sale del interior.
JACINTA-.
Serenos pasos que llevo
en presencia de mi amor,
mas palabra yo que oigo
sin recelos ni rencor.
En la verbena hoy día
se ha deshojado la flor,
este capullo escondido
que llevo en mi corazón.
PATRICIO -.
Respiro el aire fresco
que me envía tu mensaje,
no por moverse las flores
el viento es superior,
47
mas mi sentido me dice:
“Se está hablando de amor”.
ROBERTO -.
Creerse que hay ilusos
y no sienten ni pudor,
pues ciegos están sus ojos
pidiendo una confesión.
JACINTA-.
Reclinatorio tenemos;
Patricio, mi buen señor:
Mas no encuentro Sacerdote
para dar la absolución.
PATRICIO -.
No escucho después de esto
sandeces en boca necia,
ni fingida admiración,
por la que no se siente
el cariño y el fervor;
que ésta Dama suspira
sin encontrar ella amor.
ROBERTO -.
A poco tiempo la he visto
rondar el patio en pos
de esta gracia altiva
que manda dicha de amor,
48
a esta Dama que entrego
la ilusión con esta flor.
(La entrega a la desconocida Roberto una flor).
PATRICIO -.
(Piensa)
presencia de cuerpo tiene,
la que con el chulapo está;
más bonitas que las rosas,
más ardiente la pasión,
que en éste mozo inculca
con haberla visto un segundo;
mas ese segundo sobró
para que en mi recuerdo perdure
y en mi memoria brotó
esa luz que no se olvida
saliendo del corazón.
JACINGA -.
¿Piensas, pues, ¡OH!, mi Patricio
en algo que me fingió
este amor ya consagrado,
de este tuyo a este mío;
o es que sin decirme algo
recordaras de inmediato
49
en mi presencia contarlo?.
PATRICIO -.
Pienso en que hoy la calima
baja más bajo del todo
a recrearse en el patio
a besar esta linda flor;
tu capullo de alelí,
la rosa de tu pasión,
esa boquita divina
hablando bien de amor.
JACINTA-.
La purpurina escondida
que guardo en mi bella flor,
este capullo encendido
es una llama de amor
saliéndome fuerte lo creo,
dentro de mí brotó
esa diamantina fina
como es mi admiración,
por ti yo muestro, Patricio,
por ti enciendo el farol;
la luz que en ascuas brilla,
el patio de Miraflor.
PATRICIO -.
Retirarme, yo ya puedo,
50
a mi grata mansión;
pues hoy día he visto
me quiere la chulapa que admiro
mostrándome admiración.
ROBERTO -.
Yo también ya me retiro
con este agobio en el pecho,
partido por un dardo
que no me guarda compasión.
Una llama en mi Ser;
mas esa llama es de ardor,
una brasa que me mata
dentro de mi encontró
estas palabras marchitas
que sin rocío cayó
en las baldosas de este patio,
pues si en las macetas hubiese
puesto la baba en flor,
ese nardo ya marchito
con la escarcha revivió;
el querer de ésta moza
a su primo se lo dio.
(Se queda sola Jacinta y canta el dolor que lleva dentro de sí misma).
51
CANTAR – 10
CANTA JACINTA (Lira)
Aun la vida al día
en arrogancia la hube puesto:
al mozo que quería
he roto con todo esto
esa fé que en sí puso presto.
SIGUE JACINTA (Lira)
El bello nardo tiene
una fragancia frondosa, muy fina;
en su corola viene
el color que atina
a embriagar el aire que me fascina.
(Sale Andrea al patio para tender unas alfombras).
ANDREA -.
¿Qué veo en esos, tus ojos,
unas perlas que resbalan
por esos párpados finos,
o son gotas de rocío
pegadas a la luz del cristalino,
atraídas por tu belleza
52
en un momento de alivio?.
JACINTA -.
Señora Andrea: Yo revivo
pensando que el chulapo
a quien mi amor le quito,
un día se lo diera
sin recelos, yo lo admito,
para que en sí su dolor
calmara conmigo mismo.
Esa vara de mimbre
que a nadie malo hizo,
pisando fuerte el asfalto,
por la fuerza de su tino,
su nobleza en el pecho
y su sentido dolido
por los celos de ésta moza,
que arrebatada he perdido
una mañana temprano,
cuando en su cesta he visto
una carta de cariño;
hablándole de querer fingido,
diciéndole halles de amor.
(Se va Jacinta corriendo a la vez que llorando; entra Andrea en su portal y sale la vecina Engracia).
53
ENGRACIA -.
Ésta niña es una perla
fina cuan brillante tesoro;
sus ojos berberiscos
del Árabe Andaluz
relataros no puedo,
cuan sus lágrimas finas
el dolor implora
de aquel chulapo
que traicionado fuera,
por el primo en celos
aquella mañana de primavera,
un día hermoso
que yo vi sin tregua.
(Se queda sola la escena y entra Roberto con cara de dolor por el agobio del querer no
correspondido.
Deja la cesta de la leche sobre un acirate del jardín, yéndose hacia el medio del escenario, muy
cerca del público.
Primer plano de todo el centro. Se ve todo el jardín).
ROBERTO -. (Monólogo)
Queriendo ser un león
fui carne de cordero.
54
Las plantas me hablan un tono,
que nunca escuché en secreto,
estando solo refiero;
un susurro me llega nítido
de este reino de colores,
un susurro adormecido
hablando bien de amores.
Aquella mañana sin tino
corrí presto yo a la calle,
a embeberme mi amargura
a resbalar mi tristeza
con una copa en la esquina,
de aquel bar, que porfían,
por pendenciero y bajo
todos los días se citan
gentes de poco topete,
chulapas de moral despistadas.
Mi amargura no podía
frenar su ocio en rencor,
mas después de un buen rato
a la Dama me acerqué:
Se encontraba a dos pasos
por eso yo me atreví
hablarla de amor un rato
embriagado en el vino;
55
estaba cerca de mí.
¿Quieren saber por qué lloro,
quieren saber que la miel
a veces agria me supo;
que aquel placer que busqué
no era sino devaneo
de una copa de vino?.
Nunca, jamás mis ojos
Se pusieron tan marchitos,
Parecían un torrente
y lloraba como un niño.
(Cae de hinojos con una rodilla en tierra, agobiado por el amor no correspondido).
Nunca, jamás me lancé
a la gloria ni camafeo
de ese arrullo del público:
En las gentes no encontré
la fe que yo quería;
era una llama encendida
de fuego dentro de mí,
mas en ésta moza hallé
aquel resplandor que alivia
el Alma de todos sus males,
con una gracia imprevista.
56
Al verme sin ese don,
despojada mi conciencia
del querer que no me dio,
aprisionado el corazón,
me muero, sin una queja,
lanzando halles de amor.
(Sale con la cesta de leche a paso ligero quedando sola la escena. Roberto se va deprisa.
Van saliendo por diferentes sitios los personajes).
ENGRACIA - .
¡Qué galantes y sutiles
veo a todos yo hoy!:
De verbenas, aunque miles,
hubiese al rededor,
no brillara más que esta
donde vamos ya todos;
vestidos de mil colores,
los chulapos y chulapas,
riela un mar de amores.
PASCUAL -.
Digo que de alguna gracia
se habla en este patio;
alegría sin impar,
que aquí está la moza
57
más bonita y altanera
de este barrio castizo.
Para embelesar ella pueda
su sola presencia, adivino
con ese talle tan fino,
con esos andares un quiebro
diera a todos castigo.
ANDREA -.
¿Creí que era verbena,
alegría sin igual;
pero veo que no hay pena,
ya que requiebros me va
un tanto desconcertada
tirado por este galán?.
JACINTA -.
Señora Andrea; yo la digo
que hoy es un día más,
pero para olvidarlo no vivo,
que dentro de mí está
este recuerdo infinito
como es la presencia
me hacen todos ustedes;
dentro de mí me da
un calambre en toda el Alma
diciéndome a voces ella sola:
58
“Es día de amar” y amar;
no puedo porque me abraso,
mas sí me voy alegrar.
PATRICIO -.
Ya somos dos abrasarnos.
¿Mas si estas ascuas no queman;
que tengo en el corazón,
si no es fuego, es pasión,
ardiendo en llamas de amor,
bramando por su locura
del querer que yo imploro
a ésta chulapa castiza?.
CANTAR – 11
CANTAN TODOS ELLOS (Propio)
La simpatía que corre
por este patio frondoso,
es de todo el vecindario
con Espíritu armonioso,
adorando a ésta moza,
que chulapa ella fuera
por su gracia tan hermosa
como lleva en su figura
y en su cara tan pomposa de
59
años ya en primavera;
mas de abriles dieciocho,
iluminado a cualquiera.
CANTA JACINTA (Lira)
Existe un Astro arriba,
desnudado, en lo alto del Cielo;
por el cuan se motiva
brille la fe al suelo,
para presentar mi buen anhelo.
(Una vez que la escena se hubiese quedado sola, aparece el señor Pascual).
PASCUAL -.
(Monólogo).
La verbena, anteayer,
resultó muy divertida.
A las rejas de esta ventana
me acerco con ilusión;
aquélla chulapa vestida
con su toquilla y mantón,
me miró muy decidida
pidiéndome algo de amor:
al momento comprendí
de aquella mirada furtiva,
60
me lanzara con disimulo
aquellas perlas marchitas.
Sus ojos son dos Luceros,
ascuas lleva encendida,
abrasándome el corazón
ésta criatura divina.
Jacinta, yo te comprendo
de tu silencio y desdén
al no poder valer
de mi sola persona cautiva;
ese nardo son tus ojos,
esa aureola tu boca,
ese alelí tus pestañas
y ese jazmín tu cabello,
como la escarcha al rocío
en una gota se funden
ese brillo de tu cara
y esa magnolia tu cuerpo,
varita de mimbre enjuto,
zapatito de una dama,
andares de señoritita,
los brazos suave al viento
con un gusto refinado,
esos pasos tan finolis,
que con el tacón está haciendo:
61
Lanzar al aire quejidos,
salidos, que yo entiendo,
del adoquín lo presiento.
JACINTA -.
Mi vecino es una perla
escondida en los mares.
PASCUAL -.
En los mares más profundos,
que lleva tu pecho hendido;
dardo de amor y esperanza
por este preso cautivo,
de tus virtudes y gracias
como es lo que yo siento,
mas en tu belleza me admiro.
JACINTA -.
Tal vez el Sol ha lucido
más fuerte esta mañana;
a su retina ha llegado
dañándole el cristalino,
esas ruedas desmesuras
por abrirlos de par en par,
una irritación ha cogido.
PASCUAL -.
Me llora este mi ojo,
este otro llora más;
62
hasta la niña me llora . . .
JACINTA -.
¡Mas no se ha de conformar!.
PASCUAL -.
Hasta la niña me llora
de mis ojos; ni remediar
este sufrimiento que yo tengo
por esta niña ya real.
JACINTA -.
¡AH!. Que la niña es mi persona
y no otra la del cuento,
que por ser ficticia
me siento cómoda
ante el galán que me enamora.
(Ve preparar el vestido de boda el señor Pascual).
PASCUAL -.
Blancura veo en tu cuerpo,
pero aquel vestido ceguera
en su presencia me hace;
por la forma como cae
en pliegos se está haciendo
confeccionándose para algo
que yo entiendo.
63
ANDREA -.
Ceremonia hay por medio,
que otro galán la ronda,
sin que sirvan tus requiebros
para enamorar a ésta Dama,
pues aquí tienes tú ya otra
a la que un día prendiste
de tu solapa dorada,
tu traje caña ceñido,
galán que fuiste en tiempos,
retírate de la moza
y enamora a tu amada.
PASCUAL -.
(Piensa)
Gallardo, yo no veía
qué avanzado estaba
ésta chulapa castiza
con el chico que ella amaba.
¿Será devaneo mío,
o será cosa de gracia,
por lo que aquí ya la boda
se confirma y se prepara?.
¡Pardie!, que esto me suele
correr de muy mala gana,
64
por parte de ésta moza:
¡La del patio ya se casa!.
(Se entran todos y sale la vecina con propósito de ayudar).
ENGRACIA -.
Un día vi una escena,
que al corazón me llegaba;
hoy he de resistirme
a prevenir y no formarla,
pero un escarmiento daré
a ese primo de mala,
para que aprenda ver
a su prima como Dama
y no como juguete de cuerda,
que lo mueves y se calla.
(Sale Jacinta para regar unas macetas).
JACINTA -.
Bonito día ha salido
por los muros de las casas,
hoy el rocío ha hecho
llorar de hinojo a las plantas.
ENGRACIA -.
65
Mas una chulapa ha visto,
que de su ceja resbalaba
unas gotas de alegría
de tanto como hablaba
de amor bien correspondido
en este patio de gracia.
JACINTA -. Tal vez se refiere esa copla
a mi primito del Alma;
pues tiene usted que saber . . .
ENGRACIA -.
Lo sé de muy buena gana
JACINTA -.
Tiene usted que saber,
que a ésta moza la mata . . .
ENGRACIA -.
La leche, en tarro agria,
que el lechero la consagra.
JACINTA -.
Será su amor
que consagra,
a ésa Dama lozana,
la del otro día.
Mas respuesta no hallada
por boca de aquel galán
para ver a quien amaba.
66
ENGRACIA -.
La trama ya se deshila;
viendo a uno llorando
por los celos de su amada,
al otro acompañado
por una moza encantada.
JACINTA -.
¿Me dice, usted,
señora Engracia,
que a quién quiero
él me ama
más que a ninguna otra.
Y, me pierde
y, me abrasa
este amor no correspondido,
que llevo dentro del Alma?.
ENGRACIA -.
Lo mismo digo chiquilla,
bajo la imagen Sagrada
de aquí cerca la Paloma,
Iglesia, ¡AH!, que este Alma
visitara esta mañana
y en el Altar arrodillada,
pidiera firme a la Virgen
bien pronto una gracia.
67
JACINTA -.
¿Usted sabe? . . .
ENGRACIA -.
Lo supe, que referirlo me mata;
mas hazme caso de inmediato
dejando el vestido en la percha,
que ese chulapo os conviene
más que el primito del Alma.
(Sale corriendo Jacinta entrándose en casa. Se queda sola la señora Engracia).
ENGRACIA -.
(Piensa)
he deshecho yo la trama,
que un día ya hilara
aquella mano perversa
a la que estaba atada,
la belleza de ésta moza,
por una mala pasada.
(Canta asomada a una venta Jacinta en forma de apoteosis, con grandilocuencia).
CANTAR – 12
(Copla de pie quebrado).
68
Mis sentimiento formé
con el hombre que yo quiero;
es infinito
el primer Ser que amé,
pues yo por él me muero:
Ama primero.
(Van saliendo de diferentes sitios los personajes cantando en apoteosis).
SIGUE CANTAR
CANTAN TODOS
(Redondilla).
Aquí todo se pasa
del querer al dolor;
pues se ve que el amor,
fingido, mas bien se asa.
Si ésta chulapa se casa
No crean que es con fervor;
pues lleva en sí un rencor,
que toda su Alma se abrasa.
(Se entera Patricio y le sienta mal. Aparece en escena llamando de malas formas a las diferentes
puertas de las casas que se encuentran en el patio).
69
PATRICIO -.
Ser indiferente quiero
en esta hora maldita,
pues preferir puedo,
en la trama que se agita
sin llanto en mi cuerpo,
ni luz que me aflija.
Este agobio que tengo
dentro mi Alma;
perdonar no puedo
pues no se calma
esa brasa encendida
de mala ascua;
en odio se ha convertido
porque ésta Dama,
con su desdén,
me hace daño
en mis entrañas.
(Se dirige llamando a todas las puertas).
PATRICIO -.
¡Aquí, en el quicio de esta puerta
1º Puerta –
No lloro, más bien deliro,
70
por ver a todo el vecindario
en la trama envuelto,
parecido a un corsario
desmelando el estruendo.
2º Puerta –
En esta otra, yo llamo,
con rabia y con recelo;
saber que no aclamo
al que se mete en este duelo
sin otro sentido, pueda
dañar, a este su siervo,
a ésta chulapa castiza;
la quiero como refiero.
3º Puerta –
A cal y canto cerrada
esta puerta está maldita,
pues las comadres y viejas
con lengua de víbora saldrían
a despellejar al que pillen
sin otro afán de ganancias
ni sentido que no fuera
un “Quíteme usted el muerto”,
pues yo haré la faena
sola y sin muletas,
que con mi sola presencia pueda,
71
de trapos sucios,
enredar a quién no quiera.
(Entra el lechero enterado de la trama y con cara de pocos amigos, así habla).
ROBERTO -.
Aquél que siembra y lo hace
sin fijarse donde cae
no espere cosecha alguna
ni graciosa sementera,
pues la Tierra ha de cuidar
como si fuese una maceta.
Ésta moza se ve sola
sin arreglo de faena,
pues el cariño que la das
ni tan siquiera se entera
aunque te pongas chistera.
PATRICIO -.
No hace falta elevarme
ni trepar a las alturas,
que mi talla va diciendo . . .
ROBERTO -.
Ponerme encima dos palmos.
PATRICIO -.
. . . Va diciendo lo hidalgo que yo soy,
72
aventurero en el patio,
galán con ésta Dama
y noble con los caballeros,
que se aprestan a este juego;
mas si alguno se pasa
aquí de hinojos cruzara,
de inmediato su cara
con mis manos, sin temblar . . .
ROBERTO -.
Lo estás haciendo de ganas.
PATRICIO -.
. . . Sin temblar este mi pulso,
deshiciera yo la trama.
ROBERTO -.
Aquel día tú escribiste
con renglones muy torcidos,
pues a éste mozo le duele
aquello que tú hiciste.
No perdono yo los males,
que a conciencia se hagan,
ni me acojo a refranes
contando que también se pagan
las faenas traicioneras
por supuestos caballeros,
que de tan solo el nombre
73
tienen de macho estos tales.
PATRICIO -.
¿Dudas pues de mi hombría?.
ROBERTO -.
No dudo, es más que cabal,
que fuiste hombre un día,
mas ahora ya se ve
lo que puedes dar de sí;
pantalones pues
llevas puesto todavía,
pero por dentro se cree
seas mujer de la vida.
PATRICIO -.
¿Qué hago en esta ocasión?:
¡OH Cielos!, a mí los dardos
de rabia y de furor
para achicar su valía.
ROBERTO -.
Defiéndete como puedas,
cobarde gusano en porfía;
para parar tu traición
me encuentro aquí hoy día,
que el hombre ha de ser mayor
y tú no has llegado todavía
a ser un crío inferior
74
de lo mucho que suspiras.
(Se enzarzan los dos en una pelea ingrata. Salen los vecinos por diferentes puertas para poner coto a
dicha contienda).
PASCUAL -.
A fe, que eso es ingrato
pelearse por la vía;
dos hombres la razón han perdido
por una Dama que admiran.
¡Quietos pues ya los palos!;
mas quieta esta manía
de disputarse entre dos
a una sola moza en porfía.
(Corre Pascual atajar el daño y a separarlos, mientras se aquejan la señora Andrea y la señora
Engracia).
ANDREA -.
Salgo yo a esta contienda
ligera, cuan paja en polvo,
como si de mí dependiera,
se tratase, como el oro
he de quedar yo la honra
de éste galán, que es un tesoro.
75
ENGRACIA -.
Acotar males pretendo,
como este hoy día,
pero ni puedo, ni quiero,
dejarlos en esta porfía;
entraré por este flanco
a romper brecha por vida,
para separar a éstos mozos,
sentando bien quien quería
a la dama más galana
desmesurados su hombría.
(Enzarzados, unos en peleas y otros intentando separarlos salen de escena con gritos desmesurados.
Una vez se hubo quedado solo el escenario de la obra, se ve salir a Jacinta con pasos cortos, pero
firmes y decididos).
CANTAR – 13
CANTA JACINTA
(Copla de pie quebrado)
El cariño no termina
ni con la misma distancia;
pero si lucha,
un hombree por ti hacina
toda su gran confianza:
76
Mas no es feúcha.
SIGUE JACINTA
(Redondilla)
Tramando bien mis amores,
queriendo bien yo a éste hombre
no puede ser que sobre
en mi existencia dolores.
(Salen al cantar Jacinta todos a la vez al escenario).
CANTAN TODOS
(Redondilla)
Siempre alegría la vemos
con ésta moza cautiva;
pues ya por su talle altiva
a ella todos queremos.
CANTA JACINTA
(Redondilla)
Deshacer lo presiento
esta trama en media hora:
Éste galán que llora
77
le quiero fuera del cuento.
Ser su amada o señora
me da lo mismo presiento;
pues ya veis que no miento,
o ser Cristiana o Mora.
/
/
ACTO III
JACINTA -.
Azucenas que crecéis
en mi patio queridas,
con gracia de una princesa
acariciando mi fleco
mi bata al aire suspira,
al moverme en un revuelo
el adiós os da mi gracia
y el aire os da la vida.
78
Ésta moza ya no vive
con este aliento de envida,
por ver a otras alegres
pisar en la acera ya puede
sus zapatitos de hebillas;
su mantón de seda en raso
con la gracia de una chica,
que a su enamorado tiene
embelesado un día
de su talle y su figura,
por se ella una diva,
en amores una larga
y en vanidad una viva.
Azucenas de mi patio,
orgullo de mi querer,
que un día procesara
aquél galán en quien suspiro,
y por su amor yo no vivo:
Solas estáis conmigo,
cuan ramilletes de gracias,
que adornan mi existencia
y a mi soledad afligida
de azucenas bien cautivas.
(Se entra Jacinta en casa y sale la señora Engracia y la señora Andrea).
79
ENGRACIA -.
Oír, no puedo yo oír
más sandeces en mi vida;
alguna llama encendida
guarda dentro de sí
ésta chulapa divina,
que a nadie quiere decir
su amor por quién suspira.
ANDREA -.
Está claro por quién es
ese amor de celosía;
por el primito ya ves,
ni un suspiro todavía
la hemos visto dar
en esta grata porfía;
Mas el lechero, se ve,
que anda por él de agonía;
pues su amor, lo adiviné,
se lo entrega enseguida.
ENGRACIA -.
¿Mas usted que puedes saber?.
ANDREA -.
Los supe pues, hace días.
ENGRACIA -.
80
¿Si nosotras, ya pasivas,
entrásemos a remediar
estos males de ésta moza:
crees usted pueda ayudar,
para que en sí su manía
de ir con el primo en feria,
fuese con el lechero altiva.
Ésta galana suspira
por el amor de éste mozo
que la quitara un día?.
ANDREA -.
En tromba y por delante,
con todas nuestras fuerzas
que comedidas nos va
a entregar su confianza,
sin que pueda sospecha
la devolvemos a quien un día
claramente ella amara.
(Lo oye el primo y piensa algo malo, saliendo a escena después de desaparecer de ella la señora
Engracia y la señora Andrea).
PATRICIO -.
A remediar he corrido
males mayores en mi vida;
81
aquí postrado yo digo,
que ésta moza suspira
por mi querer de inmediato,
mas de comadres se ve
alguna conseja ingrato
la dieran a mi chulapa,
puesto que desde anteayer
no he visto su regazo
bañado en el fleco de su mantilla.
Conjuro al Cielo, suspiro,
no me han de hacer daño
las comadres y las viejas
pues el valor yo admiro
de los hombres sin consejas
entrando noble abatirlo
el problema que le afecta.
Mas mi recuerdo perdure
sin mi presencia siquiera,
a éstas viejas chillonas
del escarmiento que las espera.
(Sale de escena Patricio a paso ligero. Vuelven a entrar la señora Engracia y la señora Andrea:
Limpia una los zapatos, la otra una prenda).
ENGRACIA -.
82
Vecina, si usted pudiera
conseguir alguna nota
hablando de amor un tanto
a una moza de fama
cogida en este el patio
de las flores y una dama,
recelosa por su amor
al hombre que bien la quiere
yo pudiera otro tanto,
de aquel chulapo castizo,
que se esconde embozado
en su profundo dolor
del querer más ingrato.
ANDREA -.
No solamente la nota
he de conseguir yo sola,
sino que he de entregar
el papel en su destino
para ver brillar dos ascuas;
los ojos de un puerco espín.
(Se queda la escena sola y aparece Jacinta regando las macetas).
JACINTA -.
Será cosa de nada
83
será cosa de pocos;
tener el pensamiento vano
se asemeja a unos locos
seres en éste Mundo,
que las demás personas
en regla sus conocimientos
aparenta ante todo.
Mi primo el juicio ha perdido
de repente y como abobo
anda diciendo al colectivo;
en casa dos somos.
(Entra Roberto en escena).
ROBERTO -.
Sabía que era mayor
tu morada primitiva,
pero por lo menos dos
pernoctaran ya por vida,
que su razón le dictara;
pues Cura no medió
en esta gracia fingida.
JACINTA -.
Por Dios que soy decente,
joven de buen corazón:
84
¿Quién ha de vivir así,
sin otro consentimiento,
que sea la buena frescura
de una joven consentida
sin gracia y sin finura?.
ROBERTO -.
Me dijeron ya pues . . .
JACINTA -.
¿Quién?.
ROBERTO -.
Las lenguas desmesuradas
de algunos desaprensivos
y el poco tacto que he tenido
al dudarlo sin motivo.
JACINTA -.
Aquí no hay molestias
por parte de ésta moza;
pues si es que dudas, a tientas
en el sentir me adivinas:
Éste rubor lo presiento
es por un amor que fascina.
ROBERTO -.
¿Te alegras pues que yo dude
de tu integridad física,
85
te alegras que por mi mente
te crea en la buena vida?.
¿Acaso ya tu persona
el aprecio más sincero
cogiera por esta mía,
sin yo merecerlo?.
¿Mi presencia te fascina?.
JACINTA -.
Si es que de verdad no has visto
el aprecio que te tengo,
es que ciego vas andando
sin mirar atrás en la vida.
Mas en esta red he caído,
en una malla tejida
y poco a poco metido
como la araña en el centro;
mas para salir he fingido
el poco aprecio te tengo.
(Saca Roberto un papel y lo enseña).
ROBERTO -.
Comprendí nada más leerla
lo que en esta nota ponías,
había pues sentimientos,
86
no por lo que en ella decías
me cautivaste al momento;
sin ser correspondida,
me diste un ungüento
de bálsamo dulce, agrio,
por lo mucho que presiento
este corazón suspira
con alivio de un portento.
(Se admira Jacinta, pero enseguida comprende la ardid de sus vecinas).
JACINTA -.
La temática contenida,
en esta nota que enseñas,
sé que se trata de amores,
mas sus palabras desdeñan
una visión confusa
en mi cabeza.
¿Alguna frase mal dicha,
algún vocablo difuso
enseñando mal el poema?.
ROBERTO
-.
¡Quita por Dios, qué va!.
Aquí se habla de amores
con mucha sutileza;
87
se dice que los señores
son respetados por ella,
mas a éste lechero esconde
sus sentimientos más nobles,
pues a su primito le honre
ser pariente de la doncella.
JACINTA -.
Con finura va hilando
la trama en esta comedia,
me valen bien las comadres,
las vecinas y las viejas,
para que en sí el enredo
deshiciera una queja
dado por éste buen mozo
estando en mi presencia.
CANTAR – 14
CANTA JACINTA Y ROBERTO
(Propio)
ROBERTO -. Lo sepa o no.
JACINTA -. Lo sé o no.
ROBERTO -. Lo escriba ella.
JACINTA -. Lo escrito yo.
ROBERTO -.
88
Mis sentimientos
¡OH!, ¡vive Dios!;
me son bondadosos
con mi persona,
qué sí señor.
JACINTA -.
No más una nota
lo dice todo;
siendo mi amo
éste señor.
CANTA JACINTA Y ROBERTO JUNTOS
¡A ver qué sí,
a ver que no!;
por aquí paso, lo siento yo,
en este patio soy admirador
de una rosa y de una flor,
capullo vivo de mi pasión.
(Se queda sola la escena y salen a ella la señora Engracia y la señora Andrea).
ENGRACIA -.
Este pillín se tragó,
por las buenas o por las malas,
lo que la nota decía
escrita, ¡válgame Dios!,
89
por una doncella,
que les está hablando,
y en ello puso su amor.
ANDREA -.
Pues el otro que es un vivo
no supo bien la respuesta;
unos ojos se le abrían
tímidos más bien a las letras
y, una cara él ponía
de puerco degollado
al que quietaran la teta,
estando él bien cebado.
ENGRACIA -.
Se ve que no estaba arraigado
el amor de éste mancebo:
con la moza enamorado
andaba de cera en cera,
pero al saber que ya otra
le expresa admiración;
presto más bien se puso
de su lado el buen señor.
ANDREA -.
Deshicimos bien la trama
hilando fino el hilo;
ésta moza ya ama
90
al otro y no al primo.
ENGRACIA -.
Vecina.
ANDREA -.
¿Me dice?.
ENGRACIA -.
Vecina, la llamo yo:
¿Alguna infusión que sirva
al respecto como refresco
a de haber en su casa o no,
pues en la mía al momento
formo alguno presto,
que nos alegre este gozo
nos sale del corazón?.
ANDREA -.
Al momento, ya vecina,
siento grato frescor
por mi cuerpo sudoriento
de tanto trabajo y fervor,
como hemos puesto este día;
en este día de amor.
(Se entran las dos juntas en casa de la señora Andrea y queda sola la escena.
Sale Jacinta rellenando las macetas de estiércol, susurrando una cancón entre dientes, sin entenderse
la letra, solamente emite sonidos. Sale a escena el primo, Patricio).
91
PATRICIO -.
Al saber no hay opinión,
mas para saber pregunto.
JACINTA -.
¿Alguna cosa importante
esperas en la respuesta?.
PATRICIO -.
¿El por qué de este cambio
que en tu vida tú has dado?:
Pues hasta los gestos mismos
en figuras has trasformado.
Aquella gracia imprevista
te salía sin querer,
hoy en simple tristeza
la risa has despertado
en un sentimiento vivo,
no hablándole a tu amado.
JACINTA -.
Aquí las flores enseñan;
aquel jazmín desolado,
aquella rosa marchita.
¿Es que no presentaron
en tiempos su faz risueña,
no recreaban con sus olores
92
al que la hubiese tocado?:
¿Pues qué esperas que pase
en éste Mundo humano,
si las personas somos
un reino más bien desgastado?.
PATRICIO -.
Superior al de las plantas,
pues eso no hay que olvidarlo:
El reino animal siente
diferente por su agrado;
el cerebro piensa y quiere
y hasta puedes hablarlo.
JACINTA -.
Querer, mas fingir no puedo,
que es cosa de humanos,
a un ser igual en la Tierra
mis suspiros deshojados
le diera con mi cerebro,
pensamientos desnudados
como se tiene que ser
cuando le hable a mi amado,
y no tapujo en secreto
de algo que me ha quedado
en mi ser muy adentro
y no pudiera echarlo.
93
PATRICIO -.
Hablas en tercera persona,
como si yo no existiera:
¿Decidme quien es el galán,
a qué árbol os habéis arrimado,
si es que ahora el viento
sopla de medio lado?.
JACINTA -.
Siempre estuve de su parte;
mas fingir no es de honrado,
pues cariño como el mío
haber si se hubo encontrado
por alguna parte en la vida
como el que le doy a mi amado.
PATRICIO -.
Fingiste pues, ¡OH!, mujer:
Me fingiste al salir
cuantas veces tú quisiste;
en la verbena, en la calle,
en el patio y en el prado
de merienda y por lo fino.
¡Haber si me hube enterado?.
Mas aquí yo te juro,
que no me hubieses engañado
si una duda me corriese
94
en mi pensamiento humano.
JACINTA -.
De mí no se ríe nadie,
ni mi primo, ni mi hermano,
ni nadie que a mi alrededor
extendiera bien la mano
para darme confianzas
y yo se la hubiese tomado.
No va a venir un villano
a enseñarme a mí la copla
de ten cuidado por algo
que yo como soy más bonito
te la gano por la mano.
¡Juro que te has de acordar
de tu primo, ahí quedamos!.
(Se va el primo dando un rodeo por los alrededores de las puertas de las vecinas, saliendo en poco
rato afuera. Entra en escena el señor Pascual).
PASCUAL -.
¿De donde saca la gracia,
ésta moza mi vecina;
de donde saca esos gestos,
que al verlos bien fascinan?.
Pues al ser procedente de ellos
95
su presencia ilumina
a las plantas de este patio
e irradia luz que aproxima
su persona a la mía
cuan espejo de una diva.
JACINTA -.
¿Dónde va mi vecino?.
PASCUAL -.
Iba, pues aquí me quedo
y no me mueven en la vida,
ni grúas, ni locomotoras,
que tu presencia me quita
esos tus ojos hermosos
pues el querer me adivina.
JACINTA -.
Requiebros me trae éste mozo
con su presencia altiva,
que aunque en edad ya entrado
su gracia me da la dicha.
PASCUAL -.
Al hombre no por edad
ha de medirse las fuerzas;
tenga usted caridad
y atrévase con ellas,
pues éste su admirador
96
las toma en su presencia
a miles, sí señor,
rompiendo bien la barrera
del que pueda y no quiera:
Aquí se queda la pena.
JACINTA -.
Me parece que no pita
la locomotora esa
que ha de salir de inmediato
de una estación cualquiera,
vaya usted bien a saber,
que le lleva su trabajo.
PASCUAL -.
Pues aun Ferroviario
no hay que decirle vamos,
se mete en el mismo ajo
de un amor desenfrenado
entrado bien en los años.
JACINTA -.
¡Por Dios!, Pascual me fascina;
¿Usted hablando de amores,
aunque sea en una esquina
en este patio de flores,
a solas con su vecina?.
PASCUAL -.
97
Un silbido o dos
he oído, pues suspira
para bien decirme adiós
en mi marcha que adivina.
JACINTA -.
Márchese pues, Pascual,
que el tren no espera enseguida
y llévese esa furia
para su media costilla.
(Se marcha Pascual, quedando Jacinta sola. Salen las vecinas muy asustadas, dando gritos
desmesurados).
ENGRACIA -.
He visto un lagarto
en mi colada de hoy día.
ANDREA -.
Yo he encontrado
en mis sábanas una culebra;
el bicho vivir quería,
restaba entre la cuerda
y con furia se movía.
JACINTGA -.
Vecinas. ¿Hablan de animales?:
¿Qué daño ellos les hacían,
98
al lagarto me refiero
y a la culebra en porfía?.
Será que de una teja
de firme el se caía;
mas la culebra se pudo
caer de un agua fría,
pues el canalón discurre
del tejado al tendedero.
ENGRACIA -.
Qué va criatura inocente,
allí alguien le podría;
alguna mano perversa
para aguarme el día.
ANDREA -.
Algún desaprensivo,
matando bien su agonía
de quererse mal pagados
como él siempre tendría
con ésta moza bonita
que ella nunca olvida
al otro y no a su primo
como reza esta porfía.
JACINTA -.
Vecinas: Tal susto puede
las queden sin ningún aliento
99
para mañana en la vía,
seguir camino del prado
buscando allí la verbena
que las alegre la vida.
ENGRACIA -.
Olvidemos el paso,
pues mañana he de lucir
un vestido de raso
con matón a lo cursi
y zapatitos de charol.
ANDREA -.
Además para ella,
la verbena esperada
que mi atuendo también sea
vestido nuevo de raso,
mantón con flecos tupidos
y la peineta en lo alto.
(Salen de escena las tres y al cabo de un buen rato aparecen cantando todos los protagonistas, cada
uno por su lado, en forma de apoteosis).
CANTAR – 15
CANTAN TODOS
(Copla de pie quebrado)
100
Aquí en el patio me gusta
cantar también un poco;
de tu presencia
tu faz no me disgusta,
con fe te pido loco
una clemencia.
(Seguidilla)
pisa fuete los pies
este tu suelo,
Miraflores el patio
puedes quererlo
con grata forma
de pasión firme;
¡vaya qué broma!.
(Propio)
es un blasón cautivo,
la de la mantilla de raso
vendrá conmigo
al reino de la alegría
algún buen día
para que pueda
su carita de rosa
ser azucena.
(Sigue la escena).
101
ENGRACIA -.
Vecina, ve usted aquí
algún rayo matutino,
que desprende una retina,
mas con buen tino
mirando está sin fingirlo
al chulapo de su destino.
ANDREA -.
Lo veo presto,¡por Dios!,
Pues brilla con un fulgor . . .
Mas aquí se encuentran dos
en la verbena metidos:
El uno y el oto chulapo.
¿A cual de los dos referirlo
este refrán tan castizo?:
“Agua que no has de beber” . . .
ENGRACIA -.
Que la deje ese su primo,
pues al lechero ha de querer
con inocencia adivino.
ANDREA -.
Mas silencio se lo ruego,
que por aquí cerca vienen
los chulapos ahora mismo.
102
ENGRACIA -.
¿No será para formarla?.
ANDREA -.
¿El qué?.
ENGRACIA -.
La madeja y sin tino
en una bronca metido.
ANDREA -.
Mala cara traen estos:
A buena hora he cogido
en este sitio la mesa
para que me den martirio.
(Se aproximan los dos chulapos: Roberto y Patricio).
PATRICIO -.
En esta plaza un quiebro
por verónica metido,
daré yo en buena hora
pues ha de bailar con su primo,
ésa chulapa castiza,
la del regazo escondido.
ROBERTO -.
Mas de toros tú me hablas,
olvidando otras suertes,
103
como son la del degolladero;
con el rejón a su primo
le daré la media vuelta
oreja en mano, ¡lo afirmo!.
PATRICIO -.
¿Esa bravata que tiras
en cualquier momento defiendes;
pues haber si va ser mía
la que tú crees ya fuerte,
asentada en tus quererse?.
ROBERTO -.
Defiendo a la moza que quiero,
más que la quiero en la vida.
PATRICIO -.
Ésa la quise yo antes.
ROBERTO -.
¡Haber si no dices mentiras!;
pues estabas en pañales,
cuando yo ya la quería.
PATRICIO -.
¡Pardiez!, que tienes edad;
ya me lo decían.
ROBERTO -.
Alargas aquí tú la frase,
al decir lo que decían.
104
PATRICIO -.
No eres gallo peleón,
ni en el corral te verías;
pues al monte hay que echarte
oreja en mano enseguida.
(Se enzarzan en una pelea).
PASCUAL -.
¿Haber si es que ya los dos
dejáis de hacer el ganso?.
¡Quietos os digo yo,
mas no deis ningún paso!,
pues al primero que lo intente
he de segarle en raso.
ANDREA -.
Así se habla, ¡Pardiez!,
Que aunque muchos años en la vida
te conozco como guarda
de mi persona querida,
hasta hoy no he visto gallo
que despierta y fascina.
PASCUAL-.
¡Aquí quietos!, que os digo:
No moveros y que siga
105
la alegría en toda la fiesta
y la música seguida.
ANDREA -.
Que siga en todo esplendor
la verbena requerida.
PATRICIO -.
¡A mí me has de pagar
la amargura conseguida,
en esta hora maldita!.
ROBERTO -.
Dispuesto para cuando quieras,
a lavar esta afrenta
que me hace tu persona
y me enfadas ya con ella.
PATRICIO -.
Al oscurecer te espero
donde tú robas mi vida,
se quedará sin aliento
si es que tú destreza me atina;
más cuidado que si no . . .
ROBERTO -.
Ten cuidado y ves con Dios
que no fallaré, ¡por mi vida!.
(Se ve la escena con luz mortecina y a Jacinta semi-enlutada),
106
ANDREA -.
¿De qué se queja ésta moza
con su regazo enlutado,
de qué aflicciones la manda
su corazón desnudado?.
JACINTA -.
El galán más altanero
que en todo el barrio habría,
hoy día postrado
en una cama amiga
de un Hospital yace
cerrándose sus heridas.
ANDREA -.
¡Pardiez!, se hubo consumado
el duelo más bien por la riña,
que retara aquel galán,
a su contrario en la huida . . .
¿Mas el mozo está . . .?.
JACINTA -.
Curándose las heridas.
rajado medio costado
por un descuido en la villa,
dehesa de mi árboles
y más de cien mil riñas.
107
ANDREA -.
Afligida yo te veo,
desconsolado infortunio;
corres a llorar al otro,
al que te quiso de duro.
fuerte, aguerrido su impulso,
de pasiones juveniles,
mas de corazón puro.
JACINTA -.
Su ser me invoca clemencia
en esta hora maldita;
corro a ver a mi amado,
a curarle con mis manos,
a darle yo esa vida
que de entre las suyas se escapa
y no la tiene cogida.
(Se presenta en escena Pascual, dando ánimos).
PASCUAL -.
A pararse no viene al cuento,
que de su lado yo llego;
en estos momentos hace
por lo menos un buen rato
que de su vendaje han hecho
108
un guiñapo en un buen cesto.
JACINTA -.
Me dice pues . . .
PASCUAL -.
Digo que el mozo está cuerdo,
su dolor desaparecido
y su querer más sincero.
JACINTA -.
Corro a poner yo dos velas
a la Virgen protectora,
que acude a poner remedio
cuando se apura el humano
y le quiere con gran celo.
ANDREA -.
Vecina, con usted llego
al pie del Altar y puedo
rezar con pasión sincera
un Ave maría y dos Padres Nuestros.
(Salen de escena Jacinta y la señora Andrea. Entra en ella la señora Engracia ).
ENGRACIA -.
Al oír palabras gratas
al momento he salido;
no se tratará de malas
109
noticias, ya bien sabido,
que el chulapo se encuentra
en la cama adolecido.
PASCUAL -.
Señora Engracia, que no,
que ése mozo ya viene
para el patio florido,
de estas plantas agradables;
aunque todavía herido,
convaleciente de sus dolencias
del Hospital ha salido.
ENGRACIA -.
Palabra de caballero:
Pues mirando a la calle
enseguida yo veo
venir al chulapo erguido,
mas al mirar yo creo
que viene sostenido
por la moza de sus sueños
y mi vecina; un Cielo.
(Aquí entra Roberto, el lechero, sostenido por Jacinta y Andrea).
ANDREA -.
Aquí, el mozo viniendo
110
a este patio adornado
con colores de mil plantas
y con más de mil pétalos;
añadir a su herida florida
el color más bonito quiero,
que florezca como un nardo
y resplandezca como un lucero.
JACINTA -.
Dejad el sitio más bueno,
para este nardo florido,
para éste mozo sincero
que se cure de sus heridas
y resplandezca luego.
ROBERTO -.
Favor, me prestáis pues
a mi persona os quiero
con un amor que me sale
del corazón y, lo sueño
todas las noches a solas
fingiéndome después ya muerto
por este mismo querer
que se abrasa y lo siento
en mi misma carne
sin que yo pueda saberlo,
el por qué de tanto cariño
111
y el por qué de tanto empeño.
JACINTA -.
Fingir no puedo quererlo;
el cariño es un torreón
formado en mi mismo centro
del Ser que me presencia
y en mi corazón
un hierro
de fuego; más bien lento,
no abrasa, mas sí quema
las entrañas y por dentro
como un lobo hambriento
me devora con una fuerza
que extasiada yo lo siento.
ROBERTO -.
En otro Mundo viviendo
estoy en estos momentos,
al escuchar tus palabras
de ánimo y agradecimiento
a mi querer que te tengo;
respondes no más sincera
que tú con las fuerzas puedas.
Te digo desde ahora mismo;
no habrá otra mujer
en mi vida y en mis sueños
112
que tu sola persona quiero
sea con ésta la mía,
la compañera, prefiero.
JACINTA -.
Prométemele en el tiempo
aunque muchos años viviendo
conmigo tú ya te vieras,
no te cansarás ni un momento
de ésta mi humilde persona,
ni por las malas, ni por las buenas.
ROBERTO -.
Te digo, aquí de inmediato;
amor no puede haberlo,
como este tuyo y este nuestro.
Te juro y jurar no puedo
que es cosa de poner
a Dios, más bien por medio.
Mas sí te digo que puedo
amarte toda la vida
y cada minuto menos
uno que otro se pase,
hasta el mismo cementerio,
que la muerte nos separe
dándonos un fin eterno.
JACINTA -.
113
Por fin respiro contenta
y con mi solo aliento,
puedo decir al Mundo
lo mucho que yo te quiero.
(Se retira Jacinta y Roberto a casa de ésta, mientras las vecinas entran cada una en la suya.
Permanece Pascual en escena y entra Patricio).
PATRICIO -.
Algún fanfarrón, ¡AY que verlo!,
murmura por esas calles
que todavía no puedo
conquistar a ésta moza
aunque yo mucho me empeño
en hacer que ella se fije
en mi talante risueño.
PASCUAL -.
¡Gracias!; no creo yo verlo,
que si al circo te acercas
verás a uno en el centro
haciendo tus mismos gestos;
a ese le llaman payaso
y le aplauden sin saberlo,
más bien son los niños
con poco entendimiento.
114
PATRICIO -.
Mas mi querer es frenético;
no se para ante los rayos,
no se para ante los truenos.
PASCUAL -.
Mas sí ha de pararse en seco
ante esta Cimitarra
que aquí mismo te enseño.
Con esta garrota empeño
la honra de ésa mocita
aunque no sea su dueño.
Si te vuelvo a ver rondando,
aunque sea por ensueño,
por estas cuatro paredes
que forma este monumento,
como es este patio,
me la echo al hombro al momento
y te parto las costillas,
una a una sin remedio.
PATRICIO -.
Señor Pascual, yo prometo . . .
PASCUAL -.
De promesas no hay en vano
una palabra de cierto.
Ahora sales conmigo
115
a la calle y muy recto
comedido tú a tu casa
te diriges sin consuelo,
que aquí no te quiero ver
ni siquiera un momento:
Con que marchémonos para la calle,
mozalbete deshonesto.
PATRICIO -.
La justicia va buscándome
de calle en calle,
de trecho en trecho.
Un favor: No me delate,
le pido yo con acierto.
PASCUAL -.
¡Palabra de caballero!.
(Salen a escena los demás personajes, permaneciendo en ella Pascual y Patricio).
CANTAR – 16
CANTAN TODOS
(Lira).
Sincera mi alegría,
116
canto en este patio a la vida entera
cuan perlas de agonía
a la moza que fuera,
este lugar por donde quiera.
Alegría es así
como ya todo el Mundo lo demuestra;
mas unidos aquí
con la luz adiestras
a lados, de mi diestra y siniestra.
(Sale Patricio a la calle acompañado del señor Pascual. Permanecen en escenas los demás).
JACINTA -.
Es una dicha enorme
lo que yo siento por ti,
en este día de gracia
hay que felicitarme a mí
y sentirse muy conforme
al verte, claro que sí.
ROBERTO -.
Comparto yo tu alegría
y mi dicha de vivir,
más no cantes todavía
la victoria, es un decir,
117
pues descuidado me cogió
al que puede verse morir.
ANDREA -.
Pelillos al viento echados
uno a uno y a la Mar,
que el que miseria sigue
miseria ha de conseguir,
y tú ya tienes a ésta,
la moza de por aquí
más bonita no se ha visto,
ni más gallarda en sí.
ENGRACIA -.
Haber, si por lo de aquello,
la pelea desigual
de un bravucón de ensueños
tú vas a fingir
amor, a éste tu dueño,
con un tierno frenesí:
¿Cuidado que haces mal!,
pues suspirando por ti
le vi ayer mañana,
sin que me viera él a mí.
JACINTA -.
Nunca pensó mi conciencia
un aviso recibir
118
de tal índole y medida
que no fuese amor para ti,
caballero de mis sueños,
de mi tierno bien vivir.
ROBERTO -.
Pues dicho desde ahora:
Las penas han de salir
más deprisa que corriendo,
ya que yo quiero vivir
con mi amada este sueño
y con mi amada morir.
(Entra Pascual a toda prisa y nervioso).
PASCUAL -.
Mas como no corras te veo
con tus huesos en prisión;
te busca ya la justicia,
de calle en calle,
de rincón en rincón.
Márchate presto corriendo
sin que adiós puedas decir,
ya que es malo una hora
retrasarse por aquí.
ROBERTO -.
119
¿Qué mal he cometido,
si no ha sido el caer
herido en esta contienda
y he a me aquí también
postrado de esta manera
a la Imagen, en los pies,
de ésta Virgen bendita
un Padre Nuestro en los Cielos
que lo puede todo ver;
éste tu hijo te implora,
ayúdale a tu fiel?.
PASCUAL -.
¿Es que no participaste tú
de ese juego prohibido,
es que no fuiste herido
en una sombra de árbol,
con tu sangre en la arena
no diste cuanta de ello
a ése chulé de tus males
que te segó tan certero
de un corte ese pecho?.
ROBERTO -.
Al descuido y sin acierto
para poder yo saberlo
que la cosa iba seria
120
y el tío estaba fiero.
PASCUAL
-.
¿Pues si participaste
es lo mismo?.
El que cae como el que queda,
por igual ha cometido
con la justicia estruendo.
Corre a pisar ahora mismo
el asfalto sin tú verlo,
a carrera y como galgo
despístalos tú a ellos.
ROBERTO -.
Soy hombre de paz y leyes
y a la justicia no puedo
eludirla yo en este momento:
Que entren pues a prenderme
que aquí mismo me entrego.
(Entran los Guardias y se le llevan escoltado a Roberto, mientras Jacinta extiende los brazos como
petrificada. Salen las vecinas susurrando una canción acompañados de los hombres. Se ve el
escenario a media luz quedándose sola Jacinta con los brazos extendidos y el mantón semi-caído,
dando sensación de dolor).
JACINTA -.
(Monólogo).
121
Mi corazón se me marcha,
contigo preso ya vaya,
que en éste Mundo no puedo
vivir mi vida yo sola.
Ya me coman las tinieblas,
pues la luz no me agrada;
mi gozo en llanto se ha vuelto
con una simple mirada
de los guardias al llevarse
a mi amor esta mañana.
No me hablen de alegría,
no me hablen de quererse;
aquí en mi pecho ya mana
una fuente muy agria,
con chorros de mil colores
y dolor de una cierva
herida en el campo corre
sin saber por dónde y dónde.
La vida ya se me hunde
en un profundo bache,
sin agua, con pedregales,
que al abismo mi cuerpo cae
despeñándose, lo sabe
ese terreno no vale,
que en vaho ya permanentes
122
olor hediendo en el valle,
manando gases y gases.
Quiero no desesperarme,
quiero no asustarme;
mas como puedo vivir
sin Alma, el cuerpo en la vida
es presencia de mortales
que al que anda y no se divisa
le llaman aquí fantasma
y yo sin cuerpo me veo
andar por estos andurriales,
pues mi amor ya se ha llevado
de tras de sí toda mi Alma.
(Se apagan las luces en el escenario quedando una luz atenúa como dando sensación del paso de
los años. Se da la luz blanca en escena).
PASCUAL -.
El tiempo ya ha pasado,
chiquilla desesperada
y con los años que tienes
amor debías buscar,
que una flor ya es malo
no reciba el rocío
de una mañana de Mayo,
123
más malo es no reciba
el polen que ha germinado
en la flor aquel ovario.
Los pistilos se enderezan . . .
JACINGA -.
Mas quieto pues con lo recto;
no sea que se confundan
esos pistilos erizados;
y busquen tal vez engaño,
al burro del aguador
le hagan algún daño.
PASCUAL -.
Hay instintos por encima
de la persona mortal;
si busca encuentra en la vida
ella sola sin pensar,
ya que la pasión le dicta
dónde tiene que llegar.
JACINTA -.
¿Y usted vecino, ha querido
saber dónde tiene que encontrar
ese frenesí de gozo,
esa pasión infernal?
PASCUAL -.
Aquí, en el patio florido
124
en una siesta he de hallar
ese gozo que me eleve
siquiera al más allá . . .
JACINTA -.
¿Se eleva pues ya el Alma?.
PASCUAL -.
Quita ahí, ¡que va!;
se eleva el pensamiento
y sigue siendo mortal,
pero te digo; presiento,
que no se puede ni hablar
el gozo que recibiendo
te hace sentirte animal,
en otro mundo viviendo
sin dolor, ni penas andar.
JACINTA -.
¿No hay penas en ese mundo,
no hay dolor ya mortal,
que te haga caer de rabia
al suelo y revolcar;
sin que nadie te consuele
en una dicha infernal?.
PASCUAL -.
Qué más dicha que esa hora
puedas tú misma expresar,
125
sino hay más momento
que se semeje aquel otro
y no se puede borrar.
JACINTA -.
¿Cómo se hace;
hay que pensar,
dónde se marcha,
a qué lugar?.
(Se acerca más Pascual y la empieza a desabrochar la blusa).
PASCUAL -.
Se empieza por esto,
después más allá,
en aquella sombra
se quita algo más.
JACINTA -.
¡Quite allá!.
¿Y con esto dice? . . .
PASCUAL -.
Digo, ya verás,
que cuatro años metido
en esa prisión, está
el que se te ha llevado
la gracia y la Eternidad.
126
JACINA -.
Pues casi siento aquí dentro . . .
PASCUAL -.
¿Dentro tu cuerpo, verdad?.
JACINTA -.
Siento un vacío contenta
que no puedo expresar,
hablando de esta forma
yo llego a ala intimidad.
PASCUAL -.
El animal que por dentro
llevamos todos al azar,
déjalo ya tu suelto
haber si puede volar,
o correr por este patio
sin cadenas retozar.
JACINTA -.
¿No sentiré la pena
de haber hecho algo mal;
no tendré que avergonzarme
sin ninguna dicha a gozar?.
PASCUAL -.
Si estás sintiendo ahora mismo
ese gozo que va a más
dentro tu misma persona
127
con una palabra de amor.
JACINTA -.
Ese amor que en sí me habla
bien yo puedo contestar,
que no es el cariño celoso
que a mi amado puedo dar;
es el entregarse impasible,
pues la carne ha de gustar.
PASCUAL -.
¿Entiendes, entiendes ahora
que amor te he de dar;
qué suspiros tan profundos
entre besos, me has de regalar,
esa flor que tú escondes
me la has de abrir de par en par?.
JACINTA -.
Estos pétalos matutinos
nadie hubo de cortar,
ni rociado siquiera
con una forma de amar,
que los guardo con buen tino
y no los entrego ni hablar.
PASCUÑAL -.
¿Chiquilla, tú recelosa
del que te invita a besar
128
este Cáliz matutino,
del que te ha de amar
en esta hora piadosa
hablándote del más allá?.
JACINTA -.
Aunque me sienta en la Gloria,
nunca he de esforzar
mi resistencia a las cosas
que yo creo están mal.
(Entra de súbito Roberto).
ROBERTO -.
Haces tú bien, chiquilla;
¿haber si no se ha de respetar
a una moza que por sola
se vea sin remediar?.
(Jacinta poniéndose bien, dando un salto corre hacia Roberto).
JACINTA -.
Has llegado en buen momento
sin esperarlo, te digo
lo mucho que yo te quiero;
Roberto, amado mío
129
sincérate tu presto
delante de ésta zagala
prestándola tú remedio
a sus penas y a sus males
para que pueda saberlo,
lo que es expansionarse
en el amor, que no es cuento.
ROBERTO -.
Quererte es poco, mi vida,
solamente yo te digo;
que los mismos torreones
se desplomasen delante
nuestra presencia altiva.
Aquellas gestas que antaño
las hicieran grandes e ilustres,
caballeros que andantes,
las quedamos en un instante
tan pequeñas como quieras
al decirme que me aceptas
para casarte conmigo,
en lo bueno y en lo malo
respondieras en la Tierra
como mutuamente mi persona
responde como sincera,
que estas palabras no confunden
130
tu pensamiento a mi vera.
JACINTA -.
Acepto de buena gana
nuestras Nupcias en la Tierra:
te seguiré a ti los pasos
por donde quiera que fueras,
seré tu misma sombra,
un guardián que no espera,
te curaré con mis manos
y besaré tu presencia.
(Van entrando uno a uno para cantar en coros la despedida).
CANTAR – 17
EN FORMA DE APOTEOSIS FINAL
CANTAN TODOS
(Quintilla)
Buscando en mi corazón
dando la bendición
mi madre sí la ha conocido
que era loca pasión.
131
CANTA ROBERTO
(Quinteto)
Este amor sublime te tengo
se lo debes confiado a mi vida;
no creas, gacela, que aquí vengo,
no con mayor abolengo,
como si se tratase de una huida.
CANTA JACINTA
(Lira)
Sé que tú has salido
de la cárcel, hoy mismo por vida
ya que en sí no te has ido
ni amas dicha huida;
sé que eres sincero, no has fingido.
CANTAN TODOS
(Cuartetos)
Éstos mozos que se quieren, se casan;
sus felices vidas unen ya ellos
para que en sí sus días sean bellos
al ver los años, que enteros pasan.
132
En su mansión felices fiestas;
que todo el mundo alegre en sí ya cante,
con voz suave y blanco guante.
por su felicidad, haciendo apuestas.
FIN
133
CR – 212 – 2.009
TÍTULO:
MERCADO
134
AUTOR:
SIXTO SANZ CABRERA
PROTAGONISTAS
GENARO
Y
REMEDIOS
PACO
Y
GELTRUDIS
FERNANDO
Y
JACINTA
TOMASA
PERPETUA
INÉS
CHICA ACOMPAÑANTE DE FERNANDO.
135
MERCADO
(VOZ AL FONDO)
¡Vamos, señores, vamos!,
no paren ustedes ya,
prosigan su marcha errante
para ver lo que verán:
En unos frutas, en otros telas,
más para allá embutidos
y al doblar, macetas;
algo hay en todos los puestos,
cosa bueno o mala lo venderán.
Hacinados en hileras,
puestos ya contentos
al unísono compás
los enseres van vendiendo:
PACO -.
¡Señores, señora, esto!,
que lo vendo como quiera,
136
comprarlo o alquilarlo y en paz.
REMEDIOS -.
No lo ceo yo barato,
más caro se me hace ya.
GENARO -.
¡Ande, calle!; que no es una quimera
lo que por bueno se da,
seguro que la hace juego
y lo quiere usted comprar.
GELTRUDIS -.
Vamos señor Paco,
no me diga usted más;
a retales se lo compro,
ya que lo quiere guardar.
PACO -.
(Recita)
Macarena que benditas
las mujeres se harán
en estos días de gozos
al mercadillo irán,
con sus cestas de alegría
llenas todas las traerán,
a su casa con empeño
para la familia la mesa,
con ilusión pondrán.
137
PACO -.
(Habla).
¡Hola!, señora Remedios,
¿dónde usted por ¡AH!?.
REMEDIOS -.
Vengo a mercar conejos,
telas, platos y algo más.
PACO -.
Pues eso; ¿qué es?.
REMEDIOS -.
Algo de ilusión y ensueño
que me haga respirar
en éste Mundo Divino,
que me está haciendo soñar.
PACO -.
Soñar, usted señora Remedios;
pero si usted es la Gloria
que en el Firmamento va
entre Ángeles y Querubines
y reluce más que la seda,
joyas, piedras y diamantes.
PACO -.
(Recita).
Muchas mentes ilusionadas
en los azahares de la vida,
138
encuentran aquí perdidas
un poco de su bondad,
del querer de hermano,
que al viento
los hagan suspirar,
en este valle, maltratados,
sin nada de fraternidad.
De ensueño está el Mercado,
de flores , albahaca y claveles
en medio de embutidos,
jamones, verduras y retales:
Aglomeración que al cuento
visión benigna, imparcial,
contemplo todo a solas
y me parece inmortal.
Muchedumbre que adiestra
se mueve a siniestra ya,
como bandadas de pájaros
surcando los cuatro vientos
hacen riela al andar,
por las siembras y praderas
de verde alfombra envueltos;
sus plumas de mil colores
las van todos a enseñar.
GENARO -.
139
Señora Gertrudis, favor
estos quesos ya golosos
de catarse son;
no los eche mal de ojos
y mérquemelos.
GELTRUDIS -.
¡OH!, señor Genaro
sí señor, que son
quesos muy hermosos
que me brinda la ocasión:
¿Mas, por cuanto me los vende
si a de saber razón?.
GENARO -.
Un real por ahora
que mañana ya son dos.
GELTRUDIS -.
Póngame medio al kilo
que me conformo yo.
GENARO -.
Bien servida la señora
y un trocito de propina
a tan bella catadora.
GELTRUDIS -.
Pues gusto he de tener,
que en eso no hay parangón;
140
en la historia de este pueblo,
elegí a Militón.
GENARO -.
Hombre sensato y noble
con gusto muy refinado;
pues no hay otro, ¡sí señor!.
(En un paseo amplio y al aire libre, hacia la derecha).
CANTAT – 1
COROS DE MUJERES
Al mercado me acerco
con alegría y pasión,
todo lo que veo merco
y me ponen alrededor:
Con unas cuantas perrillas
llevármelo todo yo,
pues mi marido chilla
aunque no tenga razón.
(A todo lo largo a la izquierda).
COROS DE MERCADERES
141
¡Vengan señoras, vengan!,
que se brinda como flor
que se lo digo yo:
Bendiciones da la Gloria
al verlos como primor,
frescas y modernas las cosas,
frescas y modernas, ¡señor!.
(Sigue la escena)
GENARO -.
¡Jacinta de mi favores,
Jacinta de mi pasión!,
contemplándote admiro
al mismísimo Redentor.
JACINTA -.
Sí, pero en la Cruz puesto
por algo noble y Divino
como llama el corazón.
PACO -.
¿Calle ya señor Genaro!.
GENARO -.
¿Calle usted, señor Paco!.
REMEDIOS -.
¿Qué dice de pasión o favores
142
éste pícaro insensato?:
. . . ¿A quién tiras ovaciones
con tanto improperio?. ¡Por Dios!.
¿Es que no tengo yo la gracia
de ésta mocita altiva,
o los ojos de una dama,
o el pelo añil de gloria,
como la que tú admiras?.
GENARO -.
Sí Remedios, ¡qué ha de ser!,
pero . . . ¿ . . .
REMEDIOS -.
No hay pero que valga nada,
que tu mujer es primero
a la que demuestres adoración;
mas la mente no es furtiva
para verme como yo.
GENARO -.
¿Y cómo me ves Remedios?.
Con la gracia de ésa moza,
el desaire de sus gestos;
¿o es que es pasión imprevista?.
REMEDIOS -.
¿Qué dices, Genaro, ¡ay Dios!.
143
CANTAR – 2
CANTA JANCITA
Callen ya todos, favor;
por mí no se hundan las piedras,
ni el asfalto se derrita:
No ha de gastar saliva,
que la flor no está marchita,
pues la primavera en ella
retoñece de alegría.
Callen ya todos, favor;
no sea que el Sol no ilumine
en este día de gracia,
pues resplandezco yo,
con glorias e ilusiones
antes que usted lo adivine.
(Sigue la escena)
REMEDIOS -.
Gertrudis: ¿Escucha insensatez?.
GERTRUDIS -.
Sí, Remedios; ¡por Dios!.
PACO -.
¡Y que voz tan Divina!.
144
GERTRUDIS -.
¡Paco!.
PACO -.
¡Gertrudis, mi amor!,
un piropo a ésta moza
no es ofensa, es alegría
de amor a lo bello en pos,
en aras de simpatía.
GERTRUDIS -.
¡Paco!; que aquí me encuentro yo
y no me has llamado mía
ni en casa, ni en la calle,
ni en la piltra en compañía.
PACO -.
¡AH!.
CANTAR – 3
COROS DE TODOS
La belleza de ésta moza
es gracia de admiración,
entre flores y amapolas
no hay ningún parangón
que lo brinda la ocasión . . .
145
. . . ¡AH! . . . ¡AH! . . ¡AH! . . .
Qué cosas pasan aquí,
se fríe o se cuece algo,
me vaya usted a decir;
ocasiones para mí
no faltan que sea feliz . . .
. . . ¡AH! . . . ¿AH1 . . . ¡AH! . . .
Mas a mi cónyuge yo;
pienso no faltar jamás,
mas el pensamiento, señor,
no puedo atarlo, sí.
REMEDIOS Y GELTRUDIS -.
¡Sí!. (Las dos a la vez)
REMEDIOS -. ¡Genaro!.
GELTRUDIS -. ¡Paco!.
PACO -. ¡Gertrudis!.
GENARO -. ¡Remedios!.
CANTO DE JACINTA
Soy, mi amor yo misma,
mi compasión;
soy, el azahar dichoso
de la ilusión.
Traigo ramas de nardos
146
que huelen bien,
en mi cestilla muy rica
y miel: A cien
varas los quiero
verlos de aquí;
acercándose un cosquilleo,
no sé de mí.
(Sigue la escena).
FERNANDO -.
Oigo, Jacinta, algo
de no sé qué;
vientos soplan muy flojos
y no oigo bien.
JACINTA -.
¡Fernando!; mi retoño, mi capullo,
la flor de alelí
que me hace suspirar
como ungüento angelical;
a su mirada me rindo.
FERNANDO -.
(Piensa).
. . . ? . . .Si ella supiese igual,
lo que me pasa a mí;
147
desfallezco, no hay fuerza,
ni Don Divino
para no hincar de rodillas
con la tembladera de piernas . . . ? . . .
JACINTGA -.
Fernando, decías . . .
FERNANDO -.
Hablabas, ¡AH!.
JACINTA -.
Estos señores bondadosos;
admiran a porfía,
la naturaleza hermosa
que nos brinda este día.
FERNANDO -.
Bondadosos de quererse
o algo de picardía.
JACINTA -.
Fernando, no.
FERNANDO -.
Jacinta, ¡mi amoor!;
al trabajo marcho presto,
mas sin ganas par ello;
afírmame tus amores
al rehacerte como mía.
JACINTA -.
148
Parte pues, primo mío,
aroma de mis entrañas,
parte con mis quererse,
de mi enorme simpatía.
FERNANDO -.
Parto pues, retoño mío,
capullo de flor ardiente,
de mi buena compañía.
(Salen por el foro derecho las mujeres y por el izquierdo el novio Fernando).
GENARO-.
Jacinta.
JACINTA -.
Señor Genaro.
GENARO -.
Si yo te dijera . . .
JACINTGA -.
¿El qué?.
GENARO -.
¿Si yo te dijera algo
que te suene el pensamiento,
como novio enamorado; . . .
mis palabras ya caerían? . . .
JACINTA -.
149
Como bálsamo helado.
GENARO -.
¡Helado, por qué?.
JACINTA -.
Al decir helado, digo,
que su boca es un empeño
en mi ardiente compañía,
quitando la dicha al sueño.
GENARO -.
Pues por decir, yo digo
que a las cuatro entre siesta,
cuando las miasmas inmortales
pululen sin pensamiento,
me asome yo al momento
que el reloj marque la hora,
en tu mismo aposento.
JACINTA -.
¡Qué horror señor Genaro!.
GENARO -.
Dicho está en el cuento.
JACINTA -.
A fe que es terco.
(Se va el señor Genaro y queda el señor Paco a solas con Jacinta).
150
PACO -.
Si son amores míos,
Jacinta, mis ilusiones
les ponen reja los grilletes,
las cárceles entre bastiones.
JACINTA -.
¡Poeta nos ha salido el pobre!.
PACO -.
Que aquél que todo lo puede,
en esta dicha del Mundo
se acongoja sólo al verte.
JACINTA -.
Florituras va.
PACO -.
Que el que en Espíritu es rico,
no se doblega en amores
como no sea con gusto
entregado entre pasiones.
JACINTA -.
¡Ataca de frente el hombre!.
PACO -.
A las cuatro por tu puerta
me vas a ver rondar,
encendido por la llama
de flamante chispear.
151
JACINTA -.
No, que me puedo quemar.
PACO -.
Quemar puede ser poco
con este fuego interior,
más bien diría yo
arder con viva pasión.
JACINTA -.
Insensato, ¡calle ya!.
/
/
/
/
152
ACTO II
(La escena vuelve a ser el Mercado, el señor Genaro y el señor Paco se apresuran a cerrar).
PACO -.
Señor Genaro, ¡cuanta prisa1.
GENARO -.
Lo mismo digo al respecto.
PACO -.
(Piensa).
. . . ? . . . Pardiez que está tenaz . . .
(Habla).
.. . ? . . . ¿Alguna visita en casa,
o que ha pensado al momento
alguna cosa olvidar?.
GENARO -.
(Piensa).
. . . ? . . . Adivino algo presto
que me está haciendo temblar;
pero no, será cosa de borrar . . .
(Habla).
. . . Esta tarde al diestro,
a los toros en la Monumental
153
voy a ver sin demora
y lo pienso disfrutar.
PACO -.
Lo mismo digo contento
que no es cosa de olvidar,
la tarde que las Madrinas
nos hagan ya disfrutar . . .
(Piensa)
. . . De esta manera pienso
ver si acaso es verdad,
que éste gañán va al cuento
y el paso libre dejará.
CANTAR – 4
CANTA EL SEÑOR GENARO
Adivino el parpadeo
y hasta el mismo pensamiento,
del vecino que aquí tengo
siendo un mujeriego todo entero:
presto, me he de ver prestos
si es que no va a los toros;
¿Dónde entonces va luego?,
algo loco de contento,
está nervioso éste hombre,
154
lo siento por sus movimientos.
CANTAR – 5
CANTA EL SEÑOR PACO
¡AH!, pícaro insensato,
que he de verme contigo,
en la plaza de la Villa;
o si no aquí pasa algo
esta tarde de desgracia
con su misma compañía,
si acaso le encuentro rondando
a Jacinta en su casa.
CANTAN TODOS
Bien aliñadito
marcho yo deprisa,
a ver a la guapa
a la vida mía;
que es mi Jacinta
toda mi alegría:
Zapato y corbata
me pongo yo bien,
con los pantalones
que me están también
155
mercados en el rastro
ayer los compré.
¡Así!, ¡así!, eso lo sabré
me quiere a mí,
pues me da la fe
no ser para ti;
¿y para quién es,
si no es para mí?.
(Vuelve la escena).
TOMASA -.
. . . ? . . . ¿Qué digo un medio al plato?.
PACO -.
¿Qué dice usted, señora Tomasa?.
TOMASA -.
Media hora pues,
no sé a quién hablo,
gritando, aquí ve
me encuentro llorando.
PACO -.
¡La duele a usted algo?.
TOMASA -.
El poco atento,
me tiene usted, Paco.
156
PACO -.
¿Mas medio de qué?.
TOMASA -.
De queso y de ajos.
PACO -.
Servida a fe.
TOMASA -.
¿Y usted señor Genaro?.
GENARO -.
Aquí ya me ve,
amarrado al puesto
y dispuesto a cerrarlo.
PACO -.
Señora Tomasa pues . . . ? . . .
TOMASA -.
Mi vecina ha bajado . . .
PACO -.
¡Siga!.
GENARO -.
¡Siga!.
TOMASA -.
¡Qué interés a lo que hablo!.
¡Genaro, Paco!.
PACO -.
Sí, pero al cuento.
157
GENARO -. ¡Eso!.
TOMASA -.
Pues digo ha bajado,
ya que otra cosa no he dicho,
de ése Ángel bendito,
que en vez de bajar, subiera
a la Gloria de inmediato.
GENARO -.
Pues ve usted . . .
PACO -.
¿Hizo algo la dicha?.
TOMASA -.
Ver y hacer yo no digo
de ésta hermosa chica,
pero que en la nariz he puesto
salsa y picardía.
GENARO -.
¡Con cebollas ha cocido?.
TOMASA -.
¡Qué va!; señor Genaro,
que me aprecio de haber visto
algo insólito en la vía,
en el trayecto a casa
la Jacinta en la peluquería.
PACO -.
158
Al cuento: No dice nada.
TOMASA -.
El señor Paco no ha caído
ese arreglo por qué ha sido:
¿Es que son de mal visión
ustedes dos todavía;
que no vale la pena,
que una moza por los dos
se arregle ya ha porfía?.
GENARO -.
¡Pardiez!, que sí lo vale.
TOMAS -.
¿Ve usted, señor Genaro?.
PACO -.
Y creo ser buena compañía.
TOMASA -.
Se percata señor paco;
¿cayó usted por quien fue:
Esa insensata ya está loca,
por alguno de ustedes,
sabremos por quien está
esta tarde sus quererse.
PACO -.
¡Bien dicho!.
GENARO -.
159
Así se habla de una vez . . .
Mas no me acordaba yo,
en los toros he de ver
a partir de la hora cuarta
la corrida más bonita
de esta temporada taurina.
(Hace un guiño el señor Genaro a Tomasa).
PACO -.
A mí también se me fue
el Santo al Cielo, señores,
que yo también he de ver
clavar los cinco rejones.
TOMASA -.
No se hable más;
hasta luego señor Paco,
hasta luego señor Genaro,
en lo toros he de verlos.
(Nueva escena. En una casa antigua, en el patio habiendo puertas en todas las cuatro fachadas y una
escalera y balaustrada con pisos arriba. Entra el señor Genaro).
GENARO -.
¡Qué bien huele en esta casa!;
160
nardos, albahaca y a Jacinta,
me estaría todo el día
extasiado y contento.
CANTAR – 6
CANTA EL SEÑOR GENARO
A mi moza yo claveles
la traigo de las Vistillas,
en la peineta he de poner
para que sea más bonita
que el Sol, las flores y el Cielo
y se parezca a la Virgen Bendita.
GENARO -.
La moza no es de buen gusto,
no sale a mi reclamo,
ni se asoma a la ventana
y estoy gastando saliva.
Veo que he de salir
más deprisa que vine,
ni para atrás miraré
en mi marcha furtiva.
(Sale deprisa y le ve el señor Paco).
161
PACO -.
Buena corrida veo
que en la Monumental
solamente las puertas
he visto yo;
al percatarme que no llegaba,
en un paso o dos,
me he presentado en la casa
de ésta varita de nardo,
que Jacinta representa.
(La señora Tomasa ha visto la escena y sale a llamar a Jacinta).
(Ya en la puerta sin salir).
TOMASA -.
si el día a la brisa
no hace mella,
tu figura, encanto,
no se sosiega,
con estar en casa
trabajando tanto
para tenerla bella.
JACINTA -.
Ya somos dos
162
La casa y yo,
quien resplandece
más que el Sol:
Esperando estoy
que me comprenda,
mi amado rápido
vendrá en la siesta.
TOMASA -.
Sal más afuera.
JACINTA -.
Digo que no,
pura y casta me conservo yo.
(Se entra rápido Jacinta en casa).
CANTAR –7
CANTA EL SEÑOR PACO
Que no me espanto
de tu hermosura,
quererlo tanto
siento con finura,
que a tu piel asoma
el diamante pulido
de tu persona.
163
PACO -.
(Habla)
mas no me hace caso;
el tiempo yo pierdo,
que no se percata
de mi persona.
(Sale corriendo a la calle y se encuentra con Fernando).
PACO -.
(Piensa)
¡Éste por aquí ya!
¿Mas qué le diré? . . .
FERNANDO -.
¿Señor Paco; por aquí usted;
quién lo diría?.
PACO -.
He estado con Jacinta
casi medio día.
FERNANDO -.
(Piensa).
164
¡Dios!, no lo permitas
lo que a mi mente das,
bombas, balas, ¡sin castidad!.
¡AY de mi vida!,
existencia marchita;
me quiere mal.
CANTAR – 8
CANTA FERNANDO
Quería a una mujer,
por su buena educación,
veo que no puede ser
cuando manda el corazón,
hacer caso a la vez
a lo que te dicta la razón.
Solo me encuentro tirado
en medio de la vía
pero bien estoy armado
para aguantar tu manía.
JACINTA -.
¿Dime pues?.
FERNANDO -.
(Sigue el canto).
165
De poco recato limpio
como tú me has enseñado,
que mi vergüenza ha salido
más colorada que un pimiento
al sentirte en compañía
de un indigno enamorado.
CANTA JACINTA
Poco cariño me tienes
al creer algo de mí,
no sé a qué vienes,
estás engañándote a ti;
que yo he abierto los ojos
para guardar mi persona,
de modo que sin enojos,
sentadito en la poltrona.
Lejos y quieto te quiero
y no te acuerdes hacer,
nada sin demora,
que no te quiero yo ver
en mi casa por ahora.
/
166
ACTO III
(Fernando y su madre a la puerta de la casona).
INÉS -.
No es más que un hombre.
FERNANDO -.
¡Dos podían ser!.
INÉS -.
Entra, que ya veremos,
ajustado a la comedia,
como lo resolvemos
sin que llegue a la tragedia.
FERNANDO -.
Pocas ganas tengo, pues,
viendo mi honra echada
en los suelos pisoteada
con esclarecido empeño.
INÉS -.
Entra ya de una vez.
167
(La recibe su madre de Jacinta que estaba tendiendo ropa en compañía de su hija).
PERPETUA -.
Bienvenida señora Inés;
no esperaba yo su visita
en compañía tan fiel
de su hijo primogénito,
que tanta alegría y dicha
me produce sólo al verlos.
INÉS -.
¡Ya veremos pues!.
PERPETUA -.
¿Diga usted al momento?.
INÉS -.
Un pudor por todo el cuerpo,
llegando a casa mi hijo
en la piel se le ha puesto,
ruborizado tanto
que solo al verle pensé:
Éste es noble y sincero,
por algo pudiera ser
su cruel decrépito.
Aquí me tiene usted,
que aunque a mijo creo,
168
su consejo tomaré
si me lo da usted presto.
PERPETUA -.
Creo que los muchachos
se han entendido poco,
en estos últimos días,
que se ha puesto medio loco
su chico, al saber no sé qué;
ha desconfiado de la inocente
criatura, que es mi Jacinta
y ésta ha perdido la fe
que le tenía a él.
INÉS -.
Mal entendido entonces,
señora Perpetua,
me ha parecido a mí,
para arreglarlo pues,
marchándonos de aquí,
a solas a los pimpollos
los quedamos y así
ya veremos lo que fue.
(Se van las dos madres, la señora Inés y la señora Perpetua).
CANTAR – 9
169
CANTA JACINTA
Malas entendidas
Me vienes tú a traer,
y aunque ya mi vida
a ti esté por querer,
no creas que estoy perdida
aunque me vuelvas a ver.
CANTA FERNANDO
Con perdón, debería empezar,
postrándome a tus pies,
mas de esta manera terminar
el desenfado fatal;
ya lo haré cuando yo vea
algo que no fue verdad,
que en blasfemia y bondad
vi la rosa marchita:
La quiso pues ya mal
ése hombre que se agita.
(Sigue la escena).
JACINTA -.
170
¡Dios le tenga caridad!.
FERNANDO -.
No me puedo quedar más,
¡AY Jacinta de mi vida!,
y averiguarlo marcho
sin tu grata compañía.
(Sale Fernando corriendo a la calle y entra el señor Genaro).
GENARO -.
No he venido en mala hora
que lavando he visto ya,
esos prendas otra vez
a la madre y a la hija
en muy grata compañía;
saldrá pues mi Jacinta
deslumbrando con su luz
al paso todas las cosas
y recreándome la vista.
(Entra Tomasa, que ha oído lo que dice el señor Genaro)
TOMASA -.
Más que la vista creo
que puede usted aliviar,
171
sin con poca picardía
la pudiera yo sonsacar.
GENARO -.
Señora Tomasa, me dice,
me insinúa usted algo
que sea un hecho fatal
o acaso paso este trago
sin un alivio que dar.
TOMASA -.
Por usted está colada
ésta insensata chiquilla,
mas en hora mala viene
que entre toda esta Villa,
no puede estar otra
que la madre de Fernando
arreglando a su cuadrilla.
GENARO -.
Gracias por su decir;
marcho presto a la vez
que no me puedan ver a mí
sin mi preciado querer.
(Sale Genaro y entra Fernando, encontrándose a la vez).
FERNANDO -.
172
Señor Genaro, buenas tardes,
prisa lleva también:
¿Es que le persigue alguien,
es que la casa arde?.
GENARO -.
A Jacinta vine a ver,
y antes que se marchite
su aroma guardaré
con empeño en mi ser.
FERNANDO -.
(Piensa).
Otro, ¡por Dios Bendito!,
qué pecado he cometido
si guardan de su recuerdo
el aroma de su piel
y su gracia en compañía
de estar con ella una hora
dos o tres, que yo he entendido.
¡Nada tengo aquí que hacer!.
(Se encuentra a su madre que sale con Jacinta).
FERNANDO -.
Marchémonos presto de aquí,
que no quiero yo el aroma
173
regalado a otro hombre,
no guardo en mi piel sincera
recuerdos de frenesí
ni la añora tan siquiera.
INÉS -.
¡Hijo!; ¡A quién invocas así?.
FERNANDO -.
No sé si es algo humano
o diabólico, por ello
no pongo yo mi mano
enteramente en el fuego.
INÉS -.
Hace un momento, ¡Ah!. . .
FERNANDO -.
¡Hace un momento, sí!,
lo que por dicha creía
en fracaso comprendí.
JACINTA -.
¡Váyase la dicha y el dicho!;
que no quiero por ahora,
ponerme ya medio loca
desatando cruelmente mi boca,
para decir improperios.
INÉS -.
¡No Jacinta, hija mía!.
174
JACINTA -.
Sí, señora Inés, con perdón
y más altivo respeto;
pero mi honra no quiero,
que se alabe en esta ocasión.
No he pedido yo favores,
que me pueda arrepentir;
servidos entre loores
y a la vuelta maldecir.
FERNANDO -.
Déjala madre en paz,
y marchémonos presto pues;
mírala ya su faz
como no es nada fiel.
JACINTA -.
Más vergüenza me daría
criticar así a una mocita,
se nota que la tenías;
pero ahora está marchita.
(Sale la madre de Fernando y él corriendo a la calle).
TOMASA -.
(Piensa).
175
. . . ¡Pardiez!, que no ha de volver
ése hombre a verte a ti
mientras esté yo viva;
tu regazo no has de tender
nunca más con tanta dicha
y con esperanza altiva . . .
(Habla).
Jacinta bella moza,
la flor más bonita
de la casa y simpatía
de todo el bario castizo.
¿Ése mozo qué te hizo?.
JACINGA -.
Logró faltarme el respeto
sin abusar de mí misma,
creyó que era ligera
y se ha confundido el necio.
TOMASA -.
¿Por eso te acongojas?,
si eres la misma Virgen
y no te igualan las amapolas
que en el campo se divisan
estando siempre solas:
Pero flor y mozo no comparo
176
por ternuras y sus cosas,
que eres humana al decir
por tu cuerpo bronceado,
y tú lo debes vivir
aunque veas horrorizado
al más ferviente galán
de todos tus enamorados.
JACINTA -.
¿Insinúa, señora Tomasa?.
TOMASA -.
Insinuar no me atrevo
que es cosa, se pueda decir,
a de pasar ya presto;
si no haces caso a tus rezos
y consigues a tu amante.
JACINTA -.
¡Palabra fuerte para mí!.
TOMASA -.
Por tu poca edad lo veo,
que la mía ya pasó
de los cincuenta bien puesto
y hay dos hombres como el Sol
esperando en tu aposento,
pasar una hora o dos . . .
JACINTA -.
177
Mas después yo me arrepiento.
TOMASA -.
. . . Pasar una hora o dos
contemplando el Firmamento,
hablarte bellas palabras
y susurrar lo presiento.
JACINTA -.
Tiempo perdido en vano,
pues cuando quiera yo amor
arreglándome bien llamo
a Fernando y viene presto.
TOMASA -.
No correrá el mozo no,
que de aquí ya ha salido
como viento y huracán
que lo he visto yo,
y todo el ceño encendido.
JACINTA -.
(Piensa).
¿Será verdad, que ésta vieja,
en mi misma puerta,
me abra la ceja;
pues la tendría muerta?.
178
(Sin mediar palabras se entra Jacinta en casa y se encierra a solas; se ve una escena patética y
humana de Jacinta).
JACINTA -.
Qué amargura me produce
la soledad inhóspita;
siento correr por mí
algo que me confunde
y no me deja vivir.
CANTAR – 10
CANTA JACINTA
Soy del querer deshecha,
de la pasión maldita,
no encuentro yo cobijo
aunque me repita,
soy la del cortijo
la más bonita:
Qué nubes que descuelgan
al caer, agua bendita,
debajo he de poner
la flor marchita
de mis encantos;
179
pues ya no exista,
la esperanza entre mis llantos.
(Cae Jacinta postergada en la cama llorando y sin consuelo. Vuelve la escena a la verbena; donde
está Jacinta con su madre y aparece el señor Genaro, el señor Paco y más tarde sus mujeres y
Fernando acompañado de una chica).
CANTAR – 11
CANTAN LOS DOS: Sr.. GENARO Y Sr.. PACO.
La verbena de las Vistillas;
aquí contentos estamos todos,
cortejando a las muchachillas
de dieciocho.
¡AH!, mi gracia mía,
la flor entera
de la verbena;
tú como muchachilla,
tu nombre suena,
como nota de gloria
y de azucena.
GENARO –
(Habla)
Buenas tardes señora Perpetua,
180
usted en el medio,
en toda la fiesta:
No hace falta Sol
está con ésta;
su hija bella.
PERPETUA -.
Señor Genaro muchas gracias
que para hermosura se basta
mi hija Jacinta en pos
de aras de la corriente.
GENARO -.
¡Bendita fuete!.
PERPETUA -.
De la corriente mansa
y del buen hablar;
nunca se cansa
las gentes nobles,
a mi Jacinta en el Altar
la ponen flores.
PACO -.
¡Bien hablado lo ha dicho usted!:
Que para capullo ésa rosa,
y lo digo bien;
pues corto me quedo al tiempo,
que vale cien
181
mujeres a la vez.
PERPETUA -.
Señor Paco, ¡usted también!;
las gracias le doy
por su piropo,
ya que me voy
a gusto de todos.
(Entra la señora Remedios y la señora Gertrudis).
REMEDIOS -.
¿Con qué al trabajo, marchabas?;
mientras yo en la casa
a gusto me despachabas.
GENARO -.
Iba camino de ello
y , Remedio mi cariño,
aquí me he sentado
para tomar empeño,
del trabajo, después de un rato
he de coger con agrado.
GERTRUDIS -.
¿Y tú que coges Paco?.
PACO -.
Gertrudis, yo cojo aliento,
182
que fuerzas ya me las den,
para marchar al trabajo
y no hacerlo con desdén.
(Llega Fernando acompañado de una moza),
FERNANDO -.
(Piensa).
¡Cómo Jacinta rodeada!;
¿Qué pasa en mi Ser,
qué cosa siento por dentro,
qué será este querer,
ingrato como yo presiento?.
JACINTA -.
(Piensa).
Fernando me ha divisado
y me ha entrado un no se qué,
cosa que me ha firmado
su cariño por él.
CANTAR – 12
CANTA FERNANDO
Vengo a la verbena
con la más guapa
183
de las mocitas;
no hay otra
que se repita
guapa y bendita,
como ésta moza
de las Vistillas.
CANTA JACINTA
En compañía mi madre,
que ya es muy buena,
y de los caballeros
que aquí son dos,
me encuentro a gusto
que sí señor.
(Sigue la escena).
FERNANDO -.
¿Con que a gusto, no?.
GERTRUDIS -.
¿A gusto tú; lo ha oído
señora Remedios?.
REMEDIOS -.
Sí, señora Gertrudis,
184
lo he oído yo.
JACINTA -.
A gusto me encuentro, sí,
que para amistad sincera
hay que sentirlo aquí - (señala al corazón)
y no elegir a cualquiera.
CHICA -.
¡Eso va por ti, Fernando!.
FERNANDO -.
Yo también me callo
a palabras, sordas, necias
no encuentro si no hallo
en algunas peripecias.
JACINTA -.
Eso se lo dices a ésa,
que hechos tiene cualquiera,
pero ésa no los tapa
ni con una sábana siquiera.
CHICA -.
¡AH, sí!.
JACINTA -.
¡Sí!.
(Se enzarzan Jacinta con la acompañante de Fernando en una reyerta y por los suelos).
185
FERNANDO -.
(Piensa
¡Ésta me quiere a mí! . . .
TOMASA -.
(Piensa).
Mi hija veo por ahí,
acompañada va
por ése horrible galán;
mas yo se la quitaré,
que fama buena no tiene
éste hombre en la Villa,
se hablan cosas al decir
que quién las oye chilla . . .
(Habla)
. . . Fernando todo fue un error,
lo de la pobre Jacinta;
pues te tiene gran amor
y nunca se ha dado cita
con ninguno de los dos
hombres, que a ti te excitan.
FERNANDO -.
¿Júramelo, por Dios!.
TOMASA -.
¡Jurar en los tribunales!,
nunca ante un postor
186
embravecido de amor,
para curar todos sus males:
Pero puedo decir,
que siempre te quiso a ti
como a ningún otro anterior,
amó sin frenesí.
FERNANDO -.
Son las notas de los Cielos,
o las alas de los Ángeles;
oigo música alrededor
y nunca he oído tales
notas de pasión.
CHICA -.
¡Madre, por qué me lo haces;
qué te pasa solo al verle?.
TOMASA -.
Que pagues lo que te enseñó
tu padre, que en Gloria esté,
y arrepentida o no
vuelvas el corazón.
FERNANDO -.
¡Jacinta!.
JACINTA -.
¡Fernando!.
FERNANDO -.
187
¿Pensabas?.
JACINTA -.
Pienso.
FERNANDO -.
¿Querías?.
JACINTA -.
Quiero.
FERNANDO -.
¡Bendito sea el Cielo!,
que a tu puerta llamó,
y a mí la fe me abrió
de tu querer más sincero.
CANTAR – 13
APOLTEOSIS FINAL
CANTA FERNANDO
Jacinta, perdón te pido
como nunca yo lo hice,
comprendo lo que he sido
al querer como te quise.
Penitencia no he cumplido,
ni me arrastré tan siquiera:
¿Dime por qué me he ido
con la corriente afuera?.
188
Mas si tú me perdonases
con esa gracia entera,
a ti yo me arrastrase
y a ninguna otra quisiera.
CANTA JACINTA
Fernando, perdón concedo,
al que me quiere a mí,
pues mostrarme terca no puedo
al que me habla así . . .
Nuestras vidas van parejas,
y qué te puedo decir,
si las cosas por añejas
hay que dejarlas existir.
Fernando de mis amores,
junto contigo siempre,
en el bien y los dolores,
en la dicha y en los placeres.
(Habla
FERNANDO -.
Jacinta, mi amor.
JACINTA -.
189
Fernando, mi Cielo.
FERNANDO -.
Contigo alrededor,
he de poner yo en el suelo
florones a tu pasión,
sembrados de alguna flor
que te alegre el corazón.
JACINTA -.
Y yo vivir para verlo.
(Se van los dos juntos).
FIN
190
CRITICA DEL AUTOR
La primera comedia que hice fue MERCADO y la segunda EL PATIO DE MIRAFLORES, más
bien, la primera para escolares y la segunda para bachilleres, siguiéndolas EL JADÍN DE LOS
DESEOS; que es una comedio ímproba, para una serie en Televisión.
Se desarrollan en un medio costumbrista, en donde las personas expresan sus sentimientos tal y
como lo hacen en realidad, sin querer ser puritanos en la forma, pero sí en la composición poética.
Entre amores y desamores, se juega con las palabras, para terminar en una forma de ver la vida
más amplia que de costumbre. En general no tiene apego la creación literaria a cultivar las palabras
que dicen sus protagonistas; ya que como he dicho antes, se reseñan tal y como se expresan dichos
protagonistas.
Y como las dos primeras comedias están hechas para que las representen los jóvenes, se dirá que
se puede montar en cualquier ambiente de personal, sin más dilación al tema.
191
192
193
Descargar