N°330.- En la ciudad de Rosario, a los 11 días del mes de junio del año dos mil ocho, se reunieron en Acuerdo los señores Jueces de la Cámara de lo Contencioso Administrativo N°2, doctores Marcelo López Marull y Clara Rescia de de la Horra, con la presidencia del titular doctor Alejandro Andrada, a fin de dictar sentencia en los autos caratulados “PERGOMET, Antonio Emilio y otra c/ MUNICIPALIDAD DE ROSARIO s/ R.C.A.”, Expte. C.C.A. 2 Nro. 545, año 2001.A la Primera cuestión, -¿Es admisible el recurso interpuesto?-, El Sr. Juez de Cámara Dr. Alejandro Andrada dijo: I. 1.- Antonio Emilio Pergomet y Blanca Paz Cordero de Pergomet, por intermedio de apoderados, promueven recurso contencioso administrativo contra la Resolución Nº384 dictado en fecha 18 de noviembre de 1999 por el Señor Intendente de la ciudad de Rosario en el expediente Nº17926-P-99 y sus agregados, mediante la cual se resuelve rechazar el recurso de reconsideración interpuesto contra la Resolución Nº021/99, que también se recurre, y se deniega la habilitación de la playa de estacionamiento edificada, en el inmueble de calle Córdoba 761/65 de la ciudad de Rosario, denominada “Playa Juramento”. Agregan certificado que, de la final Resolución de Obra, Nº021/99 es luego que niega modificado en el la reconsideración donde se niega la habilitación de la playa de estacionamiento. Aclaran que, el recurso se interpuso dentro del plazo de treinta días hábiles, y que se ha agotado la vía administrativa. Relatan que, Municipalidad de en fecha 20.07.1998 Rosario la presentaron Ficha de en la Edificación correspondiente para la ejecución de la obra. Luego de ser visado por el departamento de Reglamentación de Programas y Proyectos, el 25.08.1998 se presentó el expediente de edificación con los planos en el Colegio Profesionales de Técnicos (C.P.T.), que fueron revisados sin observación; y se abonaron los honorarios correspondientes en el Banco Provincial de Santa Fe S.A. Manifiestan que, en fecha 26.08.1998 el C.P.T. ingresa el expediente en la Municipalidad y el día 04.09.1998 es aprobado el permiso de Edificación Nº1888/98 con la firma y sellado del certificado Municipalidad, servicios de abonándose revisión de de viabilidad en la planos por misma parte fecha (Art. 60 la de tasa C.T.M.) la por a la a la Administración ($142,50), conforme recibo 192434. Indican que, de esa forma, se dio comienzo ejecución de la obra conforme a los planos aprobados. Explican que, el día 27.11.1998, luego de más de dos meses de construcción, con la obra casi terminada, la Dirección de Obras Particulares decide paralizar la obra por un supuesta violación al Reglamento de Edificación. Denotan que las observaciones referían a tres cuestiones insignificantes para generar una medida como la adoptada. Continúan diciendo que, se solicitó en la misma fecha mediante Carta Documento Nº297552132, que se determine en detalle cuáles son los aparentes motivos que justifiquen tal grave medida tomada. Relatan que, en fecha 30.11.1998 solicitaron mediante nota dirigida al Director de Obras Particulares, autorización para finalizar la vereda del inmueble, atento haberse acatado la orden de paralización de obra. Mencionan que, en fecha 18.12.1998, la Asesoría Letrada de la Dirección General de Obras Particulares consideró que debía hacerse lugar al levantamiento de la paralización solicitada, dictamen que es acogido con el visto bueno del Director General de Obras Particulares, que autoriza la reanudación de las tareas de construcción de la playa de estacionamiento. Manifiestan que, la obra se finaliza el día 15.01.1999 y el día 18.01.1999 se solicita la verificación de la línea de Edificación, como paso previo a la obtención del Certificado Final de Obra, la cual es verificada sin observaciones en la misma fecha por la Dirección de Topografía dependiente de la Dirección General de Topografía y Catastro de la Municipalidad. Expresan solicitó Gustavo al que, dos Director Cecconi, la días más General de inspección tarde, el Obras Particulares, para el 20.01.1999, se Arq. otorgamiento del Certificado Final de Obra, y luego de esperar ocho días sin que la División Inspección de la Dirección de Obras Particulares se expidiese, siendo que el plazo normal es de 48 horas, presentaron una solicitud de pronto despacho a los efectos de que la Municipalidad se expidiera a la brevedad, en razón de que la demora incurrida les ocasionó serios perjuicios económicos. Narran reiteraron que, la trascurrido petición el mediante plazo de intimación quince días, presentada en fecha 10.02.1999 al Director General de la Dirección de Obras Particulares, sin que éste se expidiere. Argumentan que, esto fue lo que motivó a iniciar en sede judicial una Acción de Amparo por Mora de la Administración; mediante lo cual, la Municipalidad se expidió por Resolución SPI Nº021/99 firmada por el Secretario de Planeamiento y por el señor Intendente Municipal, en la que se resolvió denegar el Certificado Final de Obra solicitado. Agregan que, en fecha 14.05.1999 presentaron recurso de reconsideración contra la Resolución SPI N°021/99 por ante el Intendente Municipal, solicitando que revocara dicha decisión y otorgara el final de obra solicitado autorizando en definitiva el funcionamiento de la playa de estacionamiento. Arguyen que, en declaraciones públicas, el por entonces Secretario de Obras Públicas, Rúben Palumbo, reconoció que no existía ningún impedimento para la habilitación final de la obra. Indican que, de las actuaciones correspondientes al Permiso de Edificación Nº1888/98 surge que no hubo ninguna observación por parte de las reparticiones y funcionarios que visaron el trámite que justifique la denegatoria del Final de Obra requerido. Aseguran que, en ningún momento se hizo alusión alguna al trámite realizado con motivo de la demolición de la construcción existente en el predio donde se edifico la Playa Juramento, y que ello obedece a que en ningún momento se juzgó la legalidad de tal procedimiento, sino hasta el momento de dictarse a Resolución. Advierten que, se encuentran acusados de haber obrado en forma fraudulenta, no ya para obtener un permiso de edificación, sino para obtener un permiso de demolición de la antigua “Casa Tiscornia”. Alegan que, la demolición del inmueble tenía más que ver con el estado de derrumbe y deterioro del mismo, que con el interés de construir una playa de estacionamiento, a punto tal que en la presentación de fecha 27.08.1997 se hizo constar que el proyecto “Playa Juramento” se emprendería a los efectos de que el inmueble no se convierta en un baldío inútil y descuidado. Señalan que, la Municipalidad omitió consignar que el estado del inmueble fue constatado por un escribano publico. Arguyen que, desde que se solicitó la demolición el 27.08.1997, hasta que en definitiva se dispuso la misma por el estado de deterioro y peligro de derrumbe, trascurrió un plazo más que razonable para que quien tuviera interés en la regularidad de esa tramitación pudiere examinarlo y planear las objeciones del caso, máxime cuando en cada presentación se exponía ante el señor Intendente la gravedad de la situación constatada por el notario. Sostienen que, fue resulta arbitraria e ilegítima la resolución en cuestión, por cuanto se recurre a argumentaciones falaces y carentes de todo sustento, fundadas en afirmaciones dogmáticas con contenidos injuriantes, sin justificar en derecho los vicios o irregularidades que justifican la anulación del acto administrativo. Expresan que, despejada cualquier duda en torno a la transparencia del Tiscornia”, a y tramite la de demolición regularidad y validez de la “Casa de los actos administrativos dictados en su consecuencia, en especial el relativo al otorgamiento del permiso de demolición, cae por necesaria consecuencia, todo el andamiaje inventado en la resolución impugnada en orden a la existencia de vicios que tornarían nulo el procedimiento administrativo. Entienden que, el fundamento de la resolución que ahora se impugna se centró en la presencia del agente municipal Moine, en toda la ilación del tramite de demolición y de edificación, como participe de la irregularidad. Aclaran demandada que, es la notoria irregularidades no contradicción ya sólo en la que que mientras se no se dictó incurrió la sospechaban ningún acto administrativo que lo dejara sin efecto, sino que por el contrario la propia actividad de la Administración reforzó su presunción de validez al darle plena efectividad al permiso 1888/98 que fue aprobado el día 04.08.1998, y luego se expidieron distintas áreas y reparticiones que han confirmado la plena validez del mismo. Articulan que, la aplicación automática de la potestad anulatoria público no guarda concreto, no ninguna sólo proporción porque no con el interés existía ninguna irregularidad que provocara tal solución, sino por que no se había comprometido ningún interés público que justificara denegar el Certificado Final de Obra solicitada. Continúan recurre a diciendo un Certificado último Final directamente de para que, la Administración argumento Obra de habilitarla para la como denegar, “Playa tal, Municipal no ya Juramento”, al aludir el sino a la promulgación de la Ordenanza N°6653/98. Este argumento de la vigencia de la ordenanza como obstáculo insalvable para la habilitación de la playa de estacionamiento, es un argumento nuevo que no había sido esgrimido con anterioridad y es utilizado por la Municipalidad en su resolución. Destacan que, el Secretario de Planeamiento carece de facultades para interpretar los alcances de una Ordenanza, y mucho menos para hacerlo en abstracto como lo hizo en la Resolución SPI N°58/98, en donde sólo existía un permiso de edificación de una playa de estacionamiento otorgado por la Municipalidad en fecha 04.09.1998. Advierten que, aún cuando se admitiese la facultad del secretario de Planeamiento para interpretar una Ordenanza Municipal, la interpretación que realiza es arbitraria. Agregan que, la invocación que efectúa la Municipalidad de esta Ordenanza habilitación de la para justificar playa de la denegatoria estacionamiento, de obliga la a plantear Recurso de Inconstitucionalidad de la Ordenanza y su no aplicación al presente caso. El fundamento de la misma refiere a la finalidad que tiene que encierra el denominado vicio de desviación de poder, que conlleva la nulidad de la misma. Exponen que, para comprender bien la verdadera finalidad del acto, que constituye una clara desviación de poder y un exceso de la potestad reglamentaria del Municipio, y que demuestra que el verdadero objetivo ha sido la de prohibir cualquier construcción en la propiedad, se debe leer el artículo 10 de la Ordenanza que consagra las prohibiciones. Consideran que, para construir una playa de Estacionamiento será necesario requerir un visado previo de la Comisión de Preservación dependiente del Programa Municipal aludido. Enfatizan que, la Ordenanza cuestionada nunca podría aplicase al caso, puesto que fue promulgada con posterioridad al permiso otorgado por la Municipalidad de Rosario para la construcción de la playa de estacionamiento, por lo que su aplicación no puede invocarse en forma retroactiva respecto de actuaciones obtenidas al amparo de una regulación anterior. Sostienen que, los argumentos se centraron en la ilegitimidad del acto administrativo recurrido, en la falta de fundamentación jurídica, y en el apartamiento de las constancias administrativas. Continúan expresando que, en tal supuesto existiría un derecho a obtener un resarcimiento por la frustración de una actividad legítima, variando solamente la fundamentación jurídica de tal reparación, que deberá apoyarse no ya sobre la responsabilidad del Estado por los actos ilícitos, sino en la responsabilidad por la actividad lícita. Agregan que, el rechazo en forma ilegítima y sin fundamentos técnicos ni jurídicos validos de la habilitación de la playa de estacionamiento, genera la obligación de la Municipalidad de resarcir los daños que se han ocasionado, responsabilidad ésta que se agrava ante la frustración de una legítima expectativa sustentada en el obrar de la propia Administración que oportunamente autorizó la construcción de una playa de estacionamiento. Finalmente peticionan que, se admita el presente recurso, haciendo lugar a los daños y perjuicios solicitados con más los intereses y actualizaciones correspondientes, con costas. 2.- Declarada recurso (fs.56), (fs.68), y a por Presidencia comparece foja 103 la los la Admisibilidad Municipalidad actores amplían del de Rosario el recurso interpuesto. Expresan que, la ampliación se funda en dos hechos relevantes jurídicamente. El primero trata sobre la Resolución dictada por la Excma. Cámara de Apelaciones en lo Penal -Sala I- en fecha 30.07.2002 (Acuerdo N°40, T°42, F°265), mediante la cual se confirmó el pronunciamiento dictado por el Juez de grado a cargo del Juzgado en lo Penal de Sentencia N°2 de Rosario en fecha 07.11.2001, por la cual se dispuso sus absoluciones en la causa penal seguida por la imputación como eventual autor del delito de cohecho activo. Y el segundo hecho, consiste en el Dictamen de mayoría producido por la Comisión (Expte.N°122.101-P-2002) del Investigadora Honorable “Playa Concejo Juramento” Deliberante Municipalidad, en donde se reconoce al analizar la Ordenanza N°6653/98, que pareciera destinada exclusivamente a impedir la localización de la playa de estacionamiento. 3.- La accionada contesta la demanda (fs.114/123 vta.) con expreso pedido de rechazo de la demanda e imposición de costas a la contraria. Niega en especial: que las resoluciones resulten arbitrarias; que el trámite de demolición del inmueble objeto de estas regular; actuaciones que las haya sido referencias a absolutamente dicha normal demolición en y la resolución atacada resulten falaces, carente de sustento o se encuentre fundada en afirmaciones dogmáticas; que pueda imputarse a la Municipalidad una conducta contradictoria en la emisión de actos relativos al permiso de edificación; que la resolución sea arbitraria e ilegítima o que no puedan advertir vicios que impidan el otorgamiento del permiso de edificación o de la autorización para el funcionamiento de la playa de estacionamiento; que no existan argumentos, hechos y pruebas que demuestren la irregularidad del permiso de edificación; que existan hechos que afectan la validez del acto y el derecho de defensa; que la jurisprudencia citada en torno a la nulidad del acto por la administración sea aplicable a la especie; que no exista irregularidad en el otorgamiento del permiso de edificación; que no haya existido interés publico implicado en el retiro del acto; que carezca el acto de motivación suficiente; que el actor no haya podido ejercer su derecho de defensa; que pueda hablarse de prescripción de la potestad anulatoria de la Administración; que la Ordenanza N° 6653/98 resulte un argumento nuevo para la parte actora; que se haya aplicado arbitrariamente; que la Ordenanza sea inconstitucional; que dicha inconstitucional se relacione con la desviación de poder; que la Ordenanza tenga por finalidad perjudicar a los accionantes; que sean procedentes los rubros indemnizatorios reclamados; que sea procedente el daño emergente; y que sea procedente al lucro cesante y el daño moral. Manifiesta que, la parte actora no pudo soslayar a pesar de hacerlo en apretada síntesis, que la Ordenanza N°6653/98, impidió el otorgamiento del Final de Obra y hubiera impedido la posterior Habilitación de la Playa de estacionamiento fundado en razones de interés público. Este fundamento es lo que recoge en definitiva la Resolución N°384/99. Denota que, con respecto a la actividad lícita del Estado, ésta pretensión es de proporción inadmisible ya que no es la introducida en sede administrativa. Señala que, no ha habido reclamo en sede administrativa sobre la pretensión indemnizatoria derivada de la actividad licita, ni por ende agotamiento de la vía administra, lo que impide su eventual tratamiento en esta instancia. Aclara que, el Permiso de Edificación no nace el derecho de Habilitación. Y agrega que, aun cuando el Permiso fuera válido no podía Habilitación para otorgarse playa de el Final de Obra estacionamiento y ulterior porque ello controvertía el interés público derivado de la vigencia de la nueva norma. Señala que, previamente lo que la recurrente trae a la causa son las opiniones o dictámenes de los intervinientes de la Comisión, más no la opinión del H. Consejo Municipal. Advierte que, no se realizó una interpretación antojadiza de la norma en orden a una supuesta, visación previa para la habilitación de Playas de Estacionamiento, cuando en realidad dicha intervención está reservada a cualquier otro uso no detallado en el presente artículo, mas no a los estacionamientos que tiene la prohibición expresa. Manifiesta que, el permiso otorgado por la Municipalidad para edificar no es absoluto y por ende su titular no adquiere un derecho adquirido a la manutención del mismo, dado que por su naturaleza jurídica, esencialmente mutable, puede ser revocado. Continúa diciendo que, la habilitación de la playa de estacionamiento, que iba a ser consecuencia del permiso de edificación, tenía la naturaleza de precaria, esto significa que es revocable en cualquier tiempo por la administración. Entiende que, la interpretación que propone la contraria, respecto de la previa intervención de un organismo consultivo bajo pena de nulidad peca de exceso, ya que, por medio de dicha labor interpretativa, vacía de contenido a la norma en un punto crucial cual es el permitir aquello que prohíbe. Considera contraria como que, no podrá indemnizatorio tramitar por como actividad propone lícita la del estado, debiendo eventualmente ocurrir ante el fuero y con el fundamento correspondiente. En suma, solicita el rechazo de la demanda en todas sus partes, con costas. 4.- Abierta la causa a prueba (fs.126), producida la que consta, y agregados los alegatos de las partes (fs.599/618 y 619/623), se llaman autos para sentencia (fs.624). Firme dicha providencia, queda la causa en estado de ser resuelta. II.- En el responde, la recurrida ha cuestionado parcialmente la admisibilidad del recurso interpuesto. Señala que declaración de el actor ha propuesto dos pretensiones: 1. ilegitimidad del acto y daños; 2. daños derivados de la legitimidad del acto. Entiende pudiéndose que dicha proponer a acumulación un tiempo es que improcedente, la ordenanza no es inconstitucional y constitucional. En su caso, este Tribunal resultaría incompetente para entender en reclamo por actividad lícita del Estado. Subsidiariamente, sostiene que esta última pretensión es de proposición inadmisible ya que no se la ha introducido en sede administrativa ni agotado la vía administrativa (fs. 115 vto./116). En ocasión de alegar, la recurrente aduce que su parte introdujo tempestivamente el reclamo de daños y perjuicios en sede administrativa. Entiende que el resarcimiento siempre es debido ya que se ha acreditado en autos la existencia de un daño, el nexo causal, y la imputación de responsabilidad al obrar estatal, ilegítimo o legítimo. Estima que se trata de pretensiones perfectamente acumulables. En relación a la competencia del Tribunal resalta que constituye un verdadero contrasentido y una aplicación inarmónica del ordenamiento procesal pretender que su parte deba esperar a que esta Cámara se pronuncie sobre su planteo de inconstitucionalidad de la ordenanza 6653, para luego reclamar en el fuero extracontractual, después de diez años, el pago de los daños y perjuicios ocasionados. Manifiesta que elementales principios procesales justifican que esta Cámara resuelva todas las pretensiones incoadas en esta sede, para aventar también la posibilidad del escándalo jurídico que significaría que en distinta sede se obtengan sentencias contradictorias (fs. 613 vto./614). Tal el debate de las partes, y como no puede ser de otra manera principiaré por el análisis de la competencia del Tribunal para el hipotético supuesto de que resulte necesario examinar la responsabilidad de la Municipalidad por sus actos lícitos. Comienzo por adelantar que coincido con lo decidido por la Presidencia de esta Cámara en tanto declaró admisible el recurso contencioso administrativo interpuesto, sin peros o salvedades (f. 56). Conceptúo que, en supuestos como el de autos, en el que se impugna un acto administrativo y, sólo para el hipotético supuesto de considerárselo legítimo, se piden igualmente daños derivados del obrar lícito, la competencia corresponde a este Tribunal. Es que, aunque los perjuicios invocados no deriven de la ilegitimidad de un acto, el examen de la pretensión asentada en la responsabilidad por acto lícito aconseja analizar el origen de la relación habida entre las partes, la índole del hecho generador de la responsabilidad pretendida. En supuestos como el de autos, la pretensión de responsabilidad por acto lícito no constituye un compartimento estanco sin comunicación o relación alguna con la relación o sujeción habida entre las partes desde su inicio. El principio de elemental de sus solución anunciada. economía expresiones En procesal, o desde despliegues, efecto, las la más aconseja exigencias la de concentración y celeridad (criterio de Chiovenda, Palacio, Lino E. Abeledo “Derecho Perrot, procesal Buenos Civil” Aires, T. I, 1994, pág. Morello, 284 y ss., Augusto M. “Avances procesales”, pág. 321 y ss., Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2003; Peyrano, Jorge W. “El proceso civil. Principios y fundamentos”, págs. 251 y 252, Astrea, Buenos Aires, 1978) no admiten ni consienten que el Juez del contencioso abdique de esta competencia en casos como el que depara el sub examine. En un afin orden de ideas, debe recordarse que la doctrina que se ha ocupado de la responsabilidad del Estado por su actividad lícita lesiva considera que a los fines de evaluar la procedencia misma de tal especie de responsabilidad como el alcance de la misma, debe atenderse especialmente a las singularidades de cada caso, a sus circunstancias, dato que desaconseja que un nuevo magistrado tome estos reclamos sin conocer los antecedentes del debate de los que es dable extraer, precisamente, sus particularidades. Por fin, no puede soslayarse que los requisitos propios de la doctrina de la responsabilidad del estado por sus actos lícitos, es decir, el sacrificio especial y la ausencia del deber jurídico de soportar el daño, han tenido su génesis y desarrollo célebre en el derecho Tratado sensatamente de administrativo Mayer) considerar que (diría con lo cual tal materia desde nadie pueda el podría resultar extraña, por lo menos en casos como el presente, a los jueces de lo contencioso administrativo. En supuestos en los que, entre otros fundamentos, se invocaba la responsabilidad del Estado por su obrar lícito, esta Cámara se consideró competente (por ejemplo, “Casabona”, A. T. 8, pág. 161). Además, indemnización en casos de daños en y los que perjuicios se con pretendía sustento en una la responsabilidad por acto lícito, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia órgano ha atribuido expresamente la competencia al jurisdiccional (“ECOBUS S.A. c. de lo contencioso MUNICIPALIDAD DE administrativo ROSARIO – Daños y perjuicios- s. COMPETENCIA”, expediente C.S.J. N° 501, año 2002, pronunciamiento del alto Tribunal del 2 de julio de 2003, A. y S. T. 190, págs. 81/83). Resuelta, pues, esta primera cuestión competencial, toca examinar las restantes objeciones de la recurrida. No se compadece con las constancias de autos la aseveración que la pretensión de responsabilidad por acto lícito no fue introducida en sede administrativa. En efecto, expediente en su administrativo impugnación n° que 17926/1999 dio P, el inicio al recurrente dedicó un Capítulo V a los “Daños y perjuicios”, y si bien allí sostuvo la ilegitimidad de la resolución SPI 021/99 que denegó el certificado final de obra, también jurisprudencia atinente, responsabilidad por acto sin duda lícito. Ello transcribió alguna, basta, a para la tener cumplimentado a este respecto, la exigencia establecida por el artículo 7 de la ley 11.330. Estimarlo de otro modo, supondría un excesivo rigor formal que desnaturalizaría el sentido que tiene la exigencia legal. Por último, tampoco me parece consistente la objeción según la cual las pretensiones deducidas no serían compatibles entre sí. Es cierto que, en autos, la pretensión fundada en la responsabilidad supuesto de por que acto este lícito se Tribunal ha articulado entendiese que para el el obrar municipal no es ilegítimo, pero de ello no puede derivarse, en una suerte de tropo extensivo, que ello suponga invocar pretensiones incompatibles. No es ese el sentido de la “compatibilidad” señalado por la norma (art. 11 de la ley 11.330). González Pérez -uno de los pocos autores que se han detenido en el tema- explica “... la acumulación será admisible, por tanto, si las pretensiones son alternativas o una se deduce con carácter supletorio o subsidiario de otra” (González Pérez, Jesús, “Derecho procesal administrativo hispanoamericano”, pág. 202, Temis, Bogotá, 1985). Por las razones expuestas, voto por la afirmativa. A la misma cuestión, la Señora Juez de Cámara Dra. Rescia de de la Horra, a quién le correspondió votar en segundo término, compartió los fundamentos expuestos por el vocal preopinante y voto en igual sentido. A la misma cuestión, el Señor Juez de Cámara doctor López Marull, a quién le correspondió votar en tercer término, dijo que, habiendo tomado conocimiento de los autos y advertir la existencia de dos votos totalmente concordantes, invoca la aplicabilidad al caso de lo dispuesto por el art.26 de la ley 10.160, absteniéndose de emitir opinión. A la segunda cuestión -¿es procedente el recurso interpuesto?- el señor Juez de Cámara doctor Andrada dijo: 1. Como surge del relacionado de esta causa, la recurrente pretende: la anulación de la resolución 384/99 que rechazó el recurso de reconsideración interpuesto contra la resolución 021/99 y se denegó la habilitación de la playa de estacionamiento ubicada en la calle Córdoba 761/765 de esta ciudad; se ordene la habilitación de la referida playa; y, se condene a la Municipalidad de Rosario a pagar los daños y perjuicios, daño moral, intereses y costas. 2. Voy a abocarme al tratamiento de las quejas, no sin antes advertir que sólo me detendré en los argumentos y pruebas que estimo conducentes para componer este complejo litigio (Corte Suprema de la Nación, Fallos:258:304; 278:271; 291:390; 308:584, entre muchos otros). 3. Por una razón de orden lógico comenzaré por el análisis de la pretensión anulatoria sustancial. Una mejor comprensión de la cuestión que depara el sub examine aconseja administración detenerse consultiva y en determinados activa- de los actos -de expedientes administrativos Por dictamen 2146/98 la Dirección General de Asuntos Jurídicos consideró que correspondería la suspensión del permiso de edificación n° 1888/98 otorgado en fecha 4.9.98 hasta tanto se sustancie la respectiva información sumaria que clarifique las circunstancias en el que el mismo fuera otorgado y deslinde responsabilidades. Para así concluir se consideró que el permiso de edificación fue otorgado el día siguiente de sancionarse la Ordenanza que veda la instalación de playas en la zona, y que el profesional actuante es agente municipal que desempeña tareas en la Dirección General de Obras Particulares. Se puntualiza que el permiso puede ser revocado en virtud de la ordenanza 6653/98 y el interés urbanístico en juego (expte. Adm. 9261/98). Luego, Asuntos por dictamen Jurídicos 2578/98 vuelve a la Dirección considerar que General de correspondería suspender los efectos del permiso y estima que correspondería ordenarse la paralización otorgar el final de sumario administrativo de obras las obras hasta ordenado y/o tanto mediante se abstenerse de sustancie el resolución 61/98 (expte. adm. 36978/M/98). El dictamen 77/99 aconseja en la misma dirección. Por resolución SPI n° 21/99, del 27 de abril de 1999, el Intendente municipal deniega el certificado final de obras peticionado. En el considerando del acto se puntualiza que la Dirección dictámenes General 2146/98, de Asuntos 2678/98 y Jurídicos 77/99 ha mediante los mantenido una invariable posición en el sentido que con la finalidad de determinar la validez del permiso de edificación resulta menester sustanciar el sumario respectivo “... a la vez que debe ordenarse la paralización de las obras y/o abstenerse de otorgar el Final de Obras hasta tanto ello ocurra” (f. 13, expte. adm. 47071/98). Deducido recurso de reconsideración contra el mencionado acto, se lo rechaza por por resolución 384, del 18 de noviembre de 1999 (art. 1°), y se deniega la habilitación de la playa de estacionamiento (art. 2°). En los considerandos del acto se administración debe retirar o anular los ilegitimidad; en irregularidades; responsables a presente tales dentro administración; involucra el Moine. La en la trámite esfera trámite una participación que: la actos viciados de irregularidades de existe resalta se observan han interna denuncia en las tenido de la penal que actividades irregulares ponen a los presentantes ante la imposibilidad de alegar buena fe; la actuación cumplida por la administración es lícita y frente a ella media una actuación irregular de quien pretende obtener la habilitación; la Ordenanza 6653 prohíbe las playas de estacionamiento en el área; corresponde adelantar criterio y denegar la habilitación (f. 15, expte. adm. 17926/99). De tales antecedentes, la recurrente infiere que son dos los motivos que podían sustentar la denegatoria del final de obras: el relacionado con la determinación de la validez del permiso de edificación, y el relacionado con la Ordenanza 6653 (f. 14 vto.). Se ocupa de las irregularidades en el trámite a partir de la foja 16 de su recurso contencioso administrativo. Considera que no puede advertirse la existencia de ningún vicio que justifique la decisión de anular el permiso de edificación, y menos de autorizar el funcionamiento de la playa de estacionamiento (f. 19). Se ocupa, a continuación, de la figura de la anulación de oficio de los actos administrativos y considera que no se hallan cumplimentados ciertos recaudos que condicionan la operatividad del instituto. En particular, estima que no se había comprometido ningún interés público que justificara denegar el certificado final de obras (f. 21). Tal el planteo de la parte, no parece ocioso recordar que la anulación de oficio fue reconocida por la Corte local el 29 de marzo de 1963 en el difundido precedente “Bobbio” y, a partir de allí ha tenido inalterada vigencia en la jurisprudencia de ese alto Tribunal (A. y S. T. 89, pág. 01/062; T. 141, pág. 384, entre muchos otros), y de esta Cámara (T. 1, pág. 444, entre otros). En el caso, habiéndose expedido el respectivo permiso en el año 1998, es claro que la potestad de anulación de oficio se ha ejercido tempestivamente ya se considere aplicable el término de prescripción bienal o el criterio jurisprudencial del término “no tan extenso” (A. y S. T. 89, págs. 01/062). No parece convincente el parecer de la recurrente en el sentido que no se hallaba comprometido el interés público. En efecto, aunque el permiso exhibiese las condiciones esenciales de validez relativas a la forma y competencia, no puede olvidarse que se estaba investigando la posible comisión de faltas por parte de funcionarios municipales y que se había interpuesto incluso una denuncia penal, con lo que no podría merecer censura el proceder municipal. Puede acotarse que esta Cámara resolvió que no podía considerarse ilegítima la sanción impuesta a Moine (T. 10, pág. 167), y que la absolución penal del ingeniero Pergomet fundóse, solamente, en el beneficio de la duda. No debe olvidarse que, ante la ausencia del proceso de lesividad en nuestro régimen (Exposición de motivos de la ley 11.330), la anulación de oficio procede en nuestra Provincia incluso respecto de categoría de actos en relación a los cuales tal anulación, en el orden nacional, no procedería (A. y S. 89, págs. 01/062). 4. La recurrente ataca el argumento asentado en la aplicabilidad al caso de la Ordenanza n° 6653, empleado en la resolución 384/99. La como precipua Área de ordenanza declara Preservación de Interés Histórica (APH) Urbanístico el sector comprendido entre las calles Buenos Aires al Este, Santa Fe al Norte, Laprida al Oeste y Córdoba al Sur ... (art. 1°); se puntualiza que el área mencionada llevará el nombre de Paseo de los Orígenes, teniendo en cuenta que se trata del sector donde la ciudad misma se gestó a partir de la construcción de la primera capilla y del asentamiento de los primeros pobladores (art. 2°); se precisan los edificios comprendidos dentro del Paseo (art. 4°). El artículo 10, acerca de cuyo correcto sentido divergen las partes, preceptúa: “Quedan expresamente prohibidos, en los terrenos adyacentes al área descripta, los siguientes usos: “...Inc. E/- Estaciones de servicio, usos cuyos permisos se otorguen en forma provisoria, tales como, playas de estacionamiento, inmuebles baldíos, por cualquier motivo que éstos surgieran y/o cualquier otro uso no detallado en el presente artículo deberán ser visados, antes de otorgarse el permiso por la repartición correspondiente, por la comisión de Preservación dependiente del Programa Municipal de Preservación del patrimonio Urbano y Arquitectónico; ...”. La recurrente entiende que la interpretación del Secretario de Planeamiento en el sentido que el artículo 10 de la Ordenanza citada prohíbe el uso de playas de estacionamiento se aparta notoriamente del texto mismo de la norma, ya que de su lectura se desprende claramente y sin necesidad de interpretaciones forzadas que no existe ninguna prohibición expresa del uso de playas de estacionamiento (f. 23 y vto.). Estima que lo que sí establece la Ordenanza es un procedimiento a seguir en caso de presentarse un supuesto de uso que se otorgue en forma provisoria -como lo son las playas de estacionamiento-; y que requiere, como paso previo a ser otorgado por la repartición correspondiente, la visación previa de la Comisión de Preservación dependiente del Programa Municipal del Patrimonio Urbano y Arquitectónico. De este modo, concluye, la interpretación que realiza el Intendente, al igual que la del Secretario de Planeamiento, contradice los procedimientos establecidos por la misma Ordenanza (f. 23 vto.). En suma, entiende que para construir una playa de estacionamiento será necesario requerir un visado previo de la Comisión de Preservación aludida (f. 25). La recurrida, en cambio, afirma que no hay duda sobre la prohibición absoluta sobre los usos descriptos en forma expresa, reservándose un espacio de consulta para aquellos usos no descriptos expresamente (f. 119). Señala, a continuación, que aun en la errónea posición de la contraria, la opinión previa del órgano no está planteada como “vinculante”, por lo que el Intendente, puede resolver en definitiva (f. 119 vto.). Tales las apreciaciones de las partes, expresaré mi opinión sobre el particular. Principio por señalar que los sujetos públicos estatales gozan de potestades para organizar el territorio, precisando zonas, usos o destinos de los inmuebles, construidos o no, urbanizados o a urbanizar. Tales determinaciones le son propias. Las políticas del urbanismo y sus medidas reguladoras son discernidas por normas locales. Los planes, al igual que los códigos urbanísticos y de la edificación se aprueban por los Concejos deliberantes a través de ordenanza municipales. Y es ordenanzas común que, instituyan diversas su Centro ciudades, Histórico, a o través de Áreas de preservación histórica (Ramaciotti, Osvaldo R., en la obra colectiva titulada “Derecho y planeamiento urbano”, pág. 347, editorial Universidad, Buenos Aires, 1983) La ordenanza municipal es, pues, el instrumento adecuado para regular materias como la aprehendida por la ordenanza 6653, debiendo subrayarse que la preservación del patrimonio cultural (arquitectónico, histórico, artístico, paisajístico, etc.) es uno de los objetivos de la ordenación urbanística y un derecho consagrado en la Constitución (Soria, Daniel F. “Responsabilidad actividad estatal en el marco de la urbanística, en la obra colectiva “La responsabilidad del Estado”, pág. 418, nota n° 8, Rap., Año XXVIII.326, Buenos Aires, 2005). Sentado lo precedente, corresponde esclarecer si en el caso de las playas de estacionamiento es menester la visación previa de la Comisión de Preservación. Resulta útil tener presente consolidados criterios hermenéuticos. En relevantes decisorios ha dicho la Corte Federal: la primera fuente de interpretación de la ley es su letra (Fallos: 299:167); que el propósito de sus términos debe buscarse no en significaciones obscuras o abstrusas, sino en el sentido más obvio al entendimiento común (Fallos: 283:111; 284:293); y que cuando la ley no formula distinción “ella tampoco conocido le es brocárdico permitida ‘ubi lex al intérprete non conforme distinguit nec al nos distinguere debemus’” (Fallos 315:2999). Pues bien: la interpretación de la recurrente me parece especiosa, forzada, refractaria al entendimiento común. Toda la teoría hermenéutica enseña -tanto interpretación del contrato como de la leyde ambigüedad debe estarse por la en sede de que aun en caso producción de efectos jurídicos antes que por una interpretación que los condiciona o supedita de una manera artificiosa. Además, como bien lo ha puntualizado la recurrida, esa visación -hipotética visación- no condicionaba obligatoriamente al titular del Departamento Ejecutivo. Establecida, pues, la innecesariedad de la pretendida visación previa ha menester analizar los diversos agravios constitucionales que la recurrente dirige contra la Ordenanza 6653. No parece ocioso recordar que la atribución de declarar la inconstitucionalidad de las normas sólo debe ser ejercida cuando la repugnancia con la cláusula constitucional es manifiesta y la incompatibilidad inconciliable. En caso de duda sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de una norma o acto deben decidirse por la primera alternativa, porque la declaración de inconstitucionalidad es la última ratio del orden jurídico (Fallos: 249, p. 51, entre muchos otros). En otras susceptible de una palabras, si la interpretación norma cuestionada razonable que la es haga compatible con la Constitución, sin que implique violentar las palabras o el sentido de aquélla, debe preferirse ésta, antes que la declaración de inconstitucionalidad (Fallos 247:121). La recurrente aduce que el fundamento de la inconstitucionalidad de la Ordenanza refiere a la finalidad que tiene la misma que encierra -en su opinión- el denominado vicio de “desviación de poder” (f. 24). Resalta que en el Anteproyecto de Ordenanza se puntualizó: “... La situación conflictiva generada en la ciudad de Rosario a raíz de las demoliciones de edificios que se efectúan en forma constante y que afectan el patrimonio urbano existente y teniendo en cuenta el alto valor histórico arquitectónico de alguno de ellos como el acaecido con el caso de la casa Tiscornia” (f. 24 y vto.). No alcanzo a avizorar la configuración del referido vicio desde que no encuentro acreditado que la recurrida haya utilizado una potestad determinada para satisfacer un fin distinto al que la justifica o que se haya perseguido un fin directamente no querido por la ley. Debe recordarse que ya en Minuta de Comunicación de agosto de 1996: “El Honorable Concejo Municipal se dirige al Departamento Ejecutivo para que a través de las reparticiones que correspondan y tomando en cuenta el alerta sobre una eventual demolición del inmueble de la denominada casa Tiscornia, ubicada en la calle Córdoba al 700 adyacente al edificio del Correo Central frente a la Plaza 25 de Mayo, proceda en consecuencia a realizar las gestiones a fin de tratar de evitar la citada demolición”. En los considerandos se puso de relieve “El alto valor histórico que la misma representa” (f. 1, expte. Adm. Por Municipal su parte, de Arquitectónico el por entonces Director del patrimonio Preservación dejó 31350, año 1997). sentada “la del importancia Programa Urbano a y nivel patrimonial que le cabe a la ex casa Tiscornia, la cual por sus características arquitectónicas se encuentra catalogada dentro de Inventario de Edificios de Valor Patrimonial de la Ciudad de Rosario ... ya que la misma se ha convertido en uno de los últimos edificios del denominado 'Centro cívico' de la ciudad ...” (f. 3, expte. Adm. 38261, año 1997). El Poder Ejecutivo nacional, por decreto n° 1110, del 24.10.1997 declaró munumento histórico nacional al Palacio de Correos y Conjunto Urbano Arquitectónico el que se detalla a foja 131 de las actuaciones administrativas. Pues bien: en el amplio campo del derecho urbanístico, las reglas de preservación o protección de bienes de interés público, si bien suelen ceñirse en torno a singulares monumentos, edificios emblemáticos a los que se identifica singularmente, son consideradas en la actualidad con una visión mucho más amplia, que engloba a los entornos, lugares o áreas o conjuntos arquitectónicos o históricos de valor singular (Soria, ob. cit., pág. 418, nota n° 8). Desde esta preservación perspectiva o protección moderna no de parece las técnicas arbitrario que de el edificio de la recurrente quede alcanzado por la norma en tanto integrante de un conjunto o área que no puede fácilmente desmembrarse o desagregarse. De la circunstancia que en el Anteproyecto de la norma se haya mencionado la demolición de edificios como el de la casa Tiscornia no puede extraerse sin más que toda la normación se normativa le haya sido singularmente dirigida. Por lo demás, suele ocurrir que la encuentre precedida por unos hechos, algunos más acusados que otros, que constituyen el antecedente de las futuras prescripciones, que, por ese solo dato, no merecen sin más reproche. La recurrente subraya luego la irrazonabilidad de la norma “puesto que si lo que se pretende es preservar el casco histórico de la ciudad, la protección debe apuntar a dichos edificios y a los usos que se destinan a los mismos, a la refacción etc. de sus fachadas, Pero ninguna explicación encontramos al impedimento de construir en dicho inmueble una playa de estacionamiento, por cuanto que la misma en nada afecta la armonía de los edificios históricos, la visión del paisaje, o la apreciación de la belleza arquitectónica de los edificios”. Dice que el intenso tránsito automotor indica la evidente necesidad de contar con una playa de estacionamiento (f. 25). Interroga luego: “Habría que preguntarle a los funcionarios municipales y al Señor Intendente qué es peor, si una playa de estacionamiento construida con los mejores materiales disponibles y con una fachada en armonía con la edificación funcionarios existente, o estacionados ver de a los culata automóviles alrededor de de los toda la Plaza 25 de Mayo durante todos los días de la semana” (f. 25 vto.). La recurrente pretende, pues, sustituir su voluntad a la de los funcionarios competentes para la respectiva determinación urbanística. La Corte ha dicho en firme jurisprudencia que el control de razonabilidad es de la proporcionalidad entre medios y fines de la norma, pero no la justicia ni la eficacia del medio usado, cuestión esta no justiciable (Quiroga Lavié, Humberto, Constitución de la Nación argentina comentada, pág. 157, Zavalía editor). Además, la jurisprudencia de la Corte registra pautas que limitan el control de razonabilidad sólo al texto de la norma porque indagarla en los efectos significa (Bidart introducir Campos, reformada, T. elementos Germán I, pág. J. 368, extraños Manual Ediar, a la norma de la sin perjuicio misma Constitución de la opinión personal de este autor, discrepante con el criterio de la Corte). En un ya lejano precedente (“Inchauspe Hnos”, del 1.9.1944) aclaró el alto Tribunal “Desde luego, el análisis de la eficacia de los medios arbitrados para alcanzar los fines propuestos, la cuestión de saber si debieron elegirse esos u otros procedimientos, son ajenos a la jurisdicción y competencia de esta Corte suprema, a la que sólo incumbe pronunciarse acerca de la razonabilidad de los medios elegidos por el Congreso; es decir, que sólo debe examinar si son o no proporcionados a los fines que el legislador se propuso conseguir, y, en consecuencia, decidir si es o no admisible la consiguiente restricción de los derechos individuales afectados. Pues como dijo en el caso de Fallos, t. 171, p. 349, el tribunal nunca ha entendido que puede sustituir su criterio de conveniencia o eficacia económica o social al del Congreso de la nación, para pronunciarse sobre la validez o invalidez constitucional de las leyes, sea de las que regulan trabajos, comercios o industrias con fines de policía, sea de las que establecen impuestos o tasas (Fallos, T. 98, p. 20; T. 147, p. 402; T. 150, p. 89; T. 160, p. 247)...” (Considerando 7°). Al ejercer el control de constitucionalidad, los jueces tienen vedado examinar la oportunidad o el mérito de las normas o actos cuestionados, es decir, si son convenientes o perjudiciales para los intereses públicos o si son eficaces o ineficaces para alcanzar los fines y objetivos propuestos en ellos. Como ha explicado la doctrina especializada, el control de constitucionalidad no consiste en analizar las bondades o defectos de una conveniencia, norma, que son así como funciones tampoco su reservadas a utilidad los o órganos políticos. Consiste, simplemente, en verificar jurídicamente si media o no oposición con los principios contenidos en la Constitución. Debe recordarse que, al ejercer el control, los jueces no legislativo desempeñan o funciones ejecutivo. Ellos propias no de revisan los los órganos contenidos políticos de los actos emanados de esos órganos en cuanto a sus defectos o desaciertos, sino solamente si ellos, en su forma y esencia, se adecuan a la ley fundamental (Badeni, Gregorio, Tratado de Derecho Constitucional, T. I, págs. 201 y 202, ed. La Ley). En un diverso pero afin orden de ideas, la recurrente se detiene al alegar en las propuestas del proyecto “Plan Director de Rosario”, glosado a fojas 317/378, ocasión en la que resalta “... el reforzamiento de la capacidad de atracción y accesibilidad al Distrito Centro” y “la inclusión de áreas de concesión por iniciativa privada para sectores de estacionamiento” (fs. 612 vto.). Lo alegado por la parte no me parece decisivo desde que la inclusión de áreas para estacionamiento en el Distrito centro no excluye, sin más, la prohibición en una reducida área como la alcanzada por el sector APH, en los términos de la meneada Ordenanza 6653. En un afín orden de ideas la recurrente esgrime que la prohibición de explotar una playa de estacionamiento de las características de la analizada viola de modo grosero su derecho de propiedad (f. 25 vto.) Sobre el particular cabe señalar que la circunstancia de que el acto impugnado afecte el derecho de propiedad no es motivo para anularlo, pues la propiedad privada debe ceder ante los fines públicos perseguidos al través de razonables determinaciones urbanísticas como las desplegadas en el caso. Ello, sin perjuicio de lo que luego se explicara en relación a la pretensión resarcitoria planteada en el caso y a su preciso alcance en función de las circunstancias particulares de este litigio. Por otro lado la recurrente entiende que la Ordenanza no puede aplicarse al caso puesto que fue promulgada con posterioridad al permiso otorgado por la Municipalidad de Rosario para la construcción de la playa, por lo que su aplicación no puede invocarse en forma retroactiva respecto de autorizaciones obtenidas al amparo de una regulación anterior (f. 25 vto.). Debe comenzar por señalarse que la Ordenanza que determinó el Área de Preservación Histórica no estableció la aplicación retroactiva de sus disposiciones. La aplicación inmediata de textos como los de la Ordenanza precipua es la regla, jurisprudencialmente recibida, ante determinaciones urbanísticas como la del caso, sin perjuicio de las consecuencias patrimoniales que ellas pueden generar; pero, insisto, sin afectarse la validez de los actos respectivos y la consecuente ejecución inmediata de las prescripciones. Por último debe señalarse que no vulnera la garantía de igualdad el hecho de existir otras playas en funcionamiento en el Área puesto que: la desigualdad no surge de la norma; y, lo que la administración haya podido decidir en su propio ámbito no vincula -en principio- al Tribunal, el que debe pronunciarse conforme a derecho; la legitimidad de los actos que puedan haber habilitado esas otras playas no puede ser evaluada en esta causa por no integrar la litis. En suma: lo decisivo es que en base a las disposiciones de la Ordenanza 6653 correspondía denegar la solicitud de la habilitación de la playa. El acto que así lo dispuso no puede ser considerado ilegítimo. 5. Con todo, frente a la pretensión de la recurrente, cabe examinar si media en el caso un supuesto de responsabilidad por acto lícito del Estado del cual derive la obligación de reparar y, en su caso, con qué alcance. No es ocioso recordar que la doctrina de la “Responsabilidad del Estado por sus actos lícitos” es hija de dos corrientes, la corriente privatista (admite la responsabilidad por actos lícitos que emana de los propios códigos civiles para supuestos en los que debe indemnizarse aunque no medie antijuridicidad, y en donde la extensión del resarcimiento no diverge provenga el daño de un acto lícito o ilícito), y la corriente publicística (que distingue nítidamente entre la teoría de la responsabilidad aplicable al daño derivado de la actuación estatal ilícita, y la teoría de la indemnización o del sacrificio elaborada básicamente por Mayer y Forsthoff para quienes cabe aquí solo indemnizar el sacrificio que no es lo mismo que resarcir el perjuicio). La actual doctrina judicial ha recibido los aportes de ambas vertientes. La privatista y la publicista. Requiere como presupuestos para que se configure esta especie de responsabilidad pública los siguientes extremos: el daño, el lazo de causalidad, la posibilidad de atribuir esos perjuicios al sujeto público, la existencia de un sacrificio especial en el afectado, y la ausencia de un deber jurídico de soportar el daño. Alguno de administrativa formal. los legítima Podemos utilidad perjuicios encuentran mencionar pública, la que la origina fundamento expropiación ocupación la en por temporánea de actividad una ley causa un de bien perteneciente a particulares, la requisición de bienes en tiempo de guerra, etcétera. La jurisprudencia ha debido examinar numerosos casos de daños derivados de inundaciones y obras públicas en los que ha aplicado la doctrina de la responsabilidad del Estado por sus actos lícitos. En otros casos, debió examinar perjuicios ocasionados por el obrar policial lícito a los que aplicó idéntica casos doctrina. representa Posiblemente estas cuantitativamente la últimas más familias de significativa aplicación jurisprudencial de la doctrina bajo estudio. Y también ha debido escudriñar la responsabilidad derivada, como en el presente expediente, de actos normativos (Fallos 293:617; sentencia de “Cantón”, la Corte La Ley Federal del 1979-C-19; 9/8/83; “Winkler”, “Motor Once”, Fallos 310:I:943, entre otros). Recordada, responsabilidad reconocimiento este conflicto especiales que en prieta del síntesis, Estado por jurisprudencial, aconseja lo la detenerse rodean, no sin su la doctrina obrar adecuada en las antes de la y su resolución de lícito circunstancias aludir a algunas exageraciones de las partes. En realidad, posiciones que ora los escritos prescinden de de las partes aspectos que no revelan pueden soslayarse, ora incurren en exageraciones o desvíos; o, al contrario, llevan su posición hasta los extremos con olvido de que, muchas veces, la verdad jurídica objetiva se aleja de las radicalizaciones absolutas. En efecto, la recurrente plantea la situación como el fruto del accionar de una administración desaprensiva que, velis nolis, pretendió impedir la habilitación definitiva de la playa de estacionamiento persiguiendo un fin directamente no querido por la ley; obviando que en definitiva, ella obtuvo el permiso de edificación luego de que el Concejo aprobara una Ordenanza que prohibía tales playas en el Área de preservación histórica. La recurrida, por su parte, le achaca a la recurrente no haber obrado de buena fe; pero soslaya el objetivo dato de que las anomalías en el trámite que la propia administración dispuso investigar, no resultaban ajenas a funcionarios dependientes de la propia Municipalidad de Rosario al punto que uno de sus agentes fue expulsado de la Administración, y que se sustanció una causa penal. En realidad los autos deparan una cuestión jurídica compleja en la que las partes, sin perjuicio de lo que se acaba de puntualizar, han expuesto razones no desechables liminarmente y, en todo caso, la energía y vehemencia que exhiben sus presentaciones se explican y justifican en el marco del respeto debido al pleno ejercicio del derecho de defensa en juicio constitucionalmente garantido. Sentado renglones lo antecedente, pretendidos administrativa, con por la sustento deben precisarse recurrente, en la desde precipua los dos la sede doctrina, a saber: el daño emergente y el lucro cesante. Tales rubros habrán de ser tratados separadamente. En relación al primero de los mencionados, encuentro acreditados los presupuestos que condicionan esta especie de responsabilidad pública. En efecto, consta en autos que el 4.9.1998 obtuvo el permiso de edificación n° 1888/98; no se ha cuestionado suficientemente que hacia fines de noviembre de 1998 -cuando también se le notificaba formalmente la promulgación de la Ordenanza- la obra estaba casi terminada (f. 11); luego, se paralizó la obra y más tarde se levantó la paralización y se concede autorización para finalizarla y, lugar la inspección final sin observaciones. finalmente, tuvo Pues bien: aunque las dudas que suscitaron la emanación del meneado permiso de edificación justificaron, a juicio de la Municipalidad, la sustanciación de una investigación, no parece dudoso operatividad; que la estuvo obra se dotado realizó en su hasta su momento de finalización, circunstancia que, incluso, pude constatar en ocasión de la inspección judicial (f. 304). Así las cosas, ese daño debe resarcirse. La cuantía del menoscabo resultó determinada con la peritación para la cual el costo de construcción de la playa de estacionamiento, a valores históricos asciende a la suma de $ 65.472,31 (fs. 586 y 583/584). Las facturas y recibos acompañados por el perito permiten aceptar la cuantía determinada, no cuestionada, por lo demás, por la recurrida. No merece Municipalidad acogimiento al alegar en el reproche relación a que la efectúa la actualización practicada (f. 622) por cuanto los índices utilizados por el experto resultan más representativos que otros hipotéticos índices que podrían aplicarse. De allí que la recurrida deba ser condenada a pagar a la recurrente la suma de $ 171.190,42 (a la fecha de la pericia y, sin perjuicio de los intereses que correspondieren con arreglo a derecho desde la mencionada fecha). 6. Cierto es que, como principio general, no puede excluirse apriorísticamente y para todos los supuestos la computación del lucro cesante en sede de responsabilidad estadual por actos lícitos. Ello así por cuanto jurídicamente no puede hacerse una aplicación analógica -en el caso, de la figura expropiatoria- de una solución restrictiva de derechos. Tal solución, aun en el caso de actos normativos urbanísticos podría llegar a computar el lucro cesante si, por ejemplo, se tratase de una explotación comercial definitivamente habilitada y con años de funcionamiento y que luego, a consecuencia de la nueva norma sancionada en un código de la edificación adviene antijurídica, como es el caso de la situación que se presentaba en el difundido caso “Motor Once” (Fallos 310:951). Pero, como señalé supra, nos hallamos en presencia de un principio general, no universal. El reconocimiento responda cabalmente a del las rubro no es la circunstancias solución del caso que -que difieren de las que alentaron la solución en “Motor Once, citado- y consulte ecuánimemente las exigencias de la justicia. Por de pronto, un estudio de la jurisprudencia argentina y comparada en materia de responsabilidad por el obrar lícito lesivo y tras un esfuerzo de sistematización he podido extraer criterios restrictivos en la responsabilidad derivada de actos normativos a diferencia de lo que ocurre en los casos de perjuicios provenientes de hechos administrativos, inundaciones y obras públicas, en los cuales se reconocen, en varios casos, el lucro cesante. Además, entratándose de determinaciones urbanísticas la regla imperante es la de la no indemnizabilidad del renglón (Soria, ob. cit., pág. 418, nota n° 8). Pero, concepto además mismo de del las generalidades rubro desaprueba, precedentes, en el caso, el su computación: “probabilidad objetiva, debida y estrictamente comprobada de las ventajas económicas justamente esperadas conforme a las circunstancias del caso” (Guastavino, Elías Pablo “Indemnizaciones por la actividad lícita lesiva del Estado”, con cita de jurisprudencia de la Corte, E.D. t. 118, pág. 213). También la jurisprudencia más reciente aconseja ponderar las circunstancias del caso: “Que la extensión del resarcimiento debe atender las características particulares de cada situación” (C.S.N. “El Jacarandá S.A. c. Estado Nacional”, La Ley, 2006-A, 828- DJ 2005-3,983). El estudio de las características particulares de cada situación obliga a escrutar el grado de previsibilidad del riesgo que asume el agente económico en cada situación (del dictamen de la Dra. Reiriz que la Corte hizo suyo en el caso “Promenade S.R.L.”, del 24.8.1989). Y, para determinar si existe, o no, un deber jurídico de soportar el daño corresponde examinar la actitud de quien se dice perjudicado patrimonial de (González las Pérez, Jesús, administraciones “Responsabilidad públicas, pág. 274, Civitas, Madrid, 1996). Pues bien: en el caso, aunque la notificación formal de la ordenanza se le practicó al empresario después de expedido el permiso de edificación, no puede soslayarse que, ya en 1996 el Consejo había expedido una minuta de comunicación a fin de tratar de evitar la demolición de la casa Tiscornia, el Anteproyecto de Ordenanza que prohibía las playas fue remitido por el D.E. al Consejo el 14 de agosto de 1998, es decir, bastante antes de que se otorgase el aludido permiso. Hechos, todos estos, que tuvieron una amplia difusión a través de la prensa escrita, como lo atestiguan las copias obrantes en los expedientes administrativos (f. 4, expte. 38261 P 1997; f. 12, expte. 18393/1999 J, publicación del 18.1.1998; difusión fs. 13 y periodística 15 del expediente administrativo); que un empresario experimentado y perspicaz no puede seriamente desconocer. En fin, Pergomet asumió voluntariamente, con este emprendimiento, un alto riesgo que no puede minimizarse o escamotearse. Y si es justo que un empresario obtenga una ganancia razonable derivada de sus actividades profesionales, justo es también que no se transfieran las consecuencias de los altos riesgos que, en ocasiones, puedan asumir. El 'neminen laedere' salido de cauce serviría para suprimir el riesgo connatural a la libertad de elegir (Fallos 316:397). En fin: ha dicho la jurisprudencia que “es necesario no sólo que el afectado aduzca y pruebe el perjuicio padecido ... sino también el carácter irrazonable o injustificado de éste ...” (citado por Coviello, Pedro J.J. “La responsabilidad del Estado en la jurisprudencia del fuero Contencioso Administrativo federal”, en la obra colectiva “La Responsabilidad del Estado”, pág. 518, Rap. Año XXVIII.326). En suma, a la luz de los antecedentes que rodearon el caso, el pedido de lucro cesante luce improcedente: más que de reales y fundadas probabilidades de ganancias, el planteo de la parte semeja los “sueños de ganancia” aludidos por Denburg. 7. Tampoco encuentro acreditado un daño moral causado o que pueda ser atribuido jurídicamente a la Municipalidad de Rosario. Las testimoniales dan cuenta de que las vicisitudes que se presentaron en torno a la instalación de la playa de estacionamiento, afectaron el estado de ánimo de Pergomet (fs. 166, 167, 168), pero no parece que puedan prevalecer frente a la pericial psiquiátrica que si bien da cuenta de un “Trastorno Adaptativo con síntomas depresivos”, no resulta claramente explicado exclusivamente a que las tal afección derivaciones de se su halla disputa debido con la Municipalidad de Rosario (f. 282 y ss.). Aunque el recurrente haya experimentado una alteración disvaliosa de su espíritu no creo que pueda atribuirse causalmente a la Municipalidad de Rosario; fueron más bien consecuencia de las vicisitudes o derivaciones que cualquier emprendimiento empresario puede experimentar; derivaciones en las que, como he explicado, la actitud del pretendido perjudicado ocupó un acusado lugar. 8. Las costas deben ser distribuidas equitativamente en función del éxito obtenido por ambas partes en un 75 % a la recurrente y el 25 % restante a la Municipalidad de Rosario. Ello computa la improcedencia de la pretensión anulatoria sustancia, del lucro cesante y del daño moral; y el reconocimiento de los gastos efectivamente realizados en la construcción de la obra. Voto, pues, parcialmente, por la afirmativa. A la misma cuestión, la Señora Juez de Cámara Dra. Rescia de de la Horra, a quién le correspondió votar en segundo término, compartió los fundamentos expuestos por el vocal preopinante y voto en igual sentido. A la misma cuestión, el Señor Juez de Cámara doctor López Marull, a quién le correspondió votar en tercer término, dijo que, habiendo tomado conocimiento de los autos y advertir la existencia de dos votos totalmente concordantes, invoca la aplicabilidad al caso de lo dispuesto por el art.26 de la ley 10.160, absteniéndose de emitir opinión. A la tercera cuestión: -en consecuencia, ¿qué resolución corresponde dictar?-, el señor Juez de Cámara doctor Andrada dijo: Atento anterior, el resultado corresponde obtenido declarar al tratar parcialmente la cuestión procedente el recurso interpuesto y condenar a la Municipalidad de Rosario a pagar a la recurrente la suma de $ 172.190,42, con más los intereses que desde la fecha de realización de la pericia correspondieren con arreglo a derecho, según liquidación que deberá practicar la recurrida en un término no mayor a veinte días. Rechazar, en todo lo demás, el recurso interpuesto. Costas: 75 % a la recurrente y el 25 % restante a la recurrida. Diferir la regulación de honorarios hasta que se practique y apruebe la liquidación respectiva. Así voto. A la misma cuestión, la señora Jueza de Cámara doctora Rescia de de correspondía la Horra, adoptar era dijo la que la propuesta resolución por el que Vocal preopinante y votó en el mismo sentido. A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor López Marull, a quién le correspondió votar en tercer término, dijo que, se remite a lo expuesto en la primera cuestión, absteniéndose de emitir opinión. En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la Cámara de Declarar condenar lo Contencioso administrativo n° 2, RESOLVIÓ: parcialmente procedente el recurso interpuesto y a la Municipalidad de Rosario a pagar a la recurrente la suma de $ 172.190,42, con más los intereses que desde la fecha de realización de la pericia correspondieren con arreglo a derecho, según liquidación que deberá practicar la recurrida en un término no mayor a veinte días. Rechazar, en todo lo demás, el recurso interpuesto. Costas: 75 % a la recurrente y el 25 % restante a la recurrida. Diferir la regulación de honorarios hasta que se practique y apruebe la liquidación respectiva. Registrarlo y hacerlo saber. Con lo que concluyó el acto, firmando el señor Presidente y los señores Vocales por ante mí, doy fe. ANDRADA Siguen/// ///las firmas. RESCIA de de la HORRA LÓPEZ MARULL (Art. 26 ley 10.160) CASIELLO