1 EDUCACION SUPERIOR Y DESARROLLO VISIONES DEL

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EDUCACION SUPERIOR Y DESARROLLO
VISIONES DEL FUTURO
Flavio Fava-de-Moraes*
Este texto tiene mucho más el objetivo de destacar puntos de reflexión para
debates, que la pretensión de ser autosuficiente para aclarar asuntos polémicos actuales
y, principalmente, de los años que faltan para el 2020.
Hecha esta salvedad, se decidió discutir tópicos prospectivos directamente
relacionados a Políticas Estratégicas para la Gestión de la Educación Superior, Ciencia,
Tecnología y Desarrollo Socio-Económico.
No hay mas duda que una nación moderna es, y será por mucho tiempo, definida
por el equilibrio y por la pujanza de su desarrollo económico-social. Mas que esa
afirmación de rutina, es incuestionable que esa conquista es absolutamente dependiente
de su propia competencia generadora en el Sector de Recursos Humanos, Ciencia y
Tecnología. Este sector, considerado como base seductora y eficaz del saber, del poder
y de la riqueza, tal vez sea la única y relevante solución de las auténticas necesidades
socio-económicas exigidas por la humanidad.
Es una ingenuidad admitir que los frutos científico-tecnológicos (conocimiento)
sean un recurso natural disponible o que sean un bien publico gratuito. Muy por el
contrario, el saber es un deseo y una conquista que solo después de ser recibido,
entendido y aplicado, define un ciudadano educado, informado, hábil y, por lo tanto,
con capacidad para enfrentar desafíos permanentes y para usufructuar la mejor calidad
de vida posible.
Aún en países desarrollados, acostumbrados a invertir en ciencia-tecnologíaeducación, y en particular en los menos desarrollados como el Brasil, son cada vez mas
frecuentes y contundentes las dudas y los reclamos sobre si están siendo convincentes
los beneficios sociales resultantes de esas inversiones. Es verdad que esas
manifestaciones, muchas veces, son oriundas de sectores políticos sin preparación o de
tecnoburocráticos consagrados como manipuladores contables de los recursos públicos
que, a pesar de usufructuar cotidianamente los avances técnico-científicos, son
*
Vicepresidente de la Asociación Internacional de Universidades (AIU). Profesor Titular del Instituto de
Ciencias Biomédicas. Fue Rector de la Universidad de Sao Paolo (1993-97) y Secretario de Ciencia y
Tecnología del Estado de Sao Paolo (1998). Ha realizado investigaciones y ensayos de especial
importancia en temas de educación superior y ciencias.
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incompetentes para visualizar el conocimiento agregado, además de menospreciar a la
comunidad científica como "casta de la ociosidad privilegiada", desasociada de la
verdadera realidad.
Pero todo no es caótico. Con excepción de las acciones económicas ortodoxas y
socialmente insensibles, hay mucha gente en el sector gubernamental (salud, educación,
agricultura, transporte, etc.) que comprende y defiende arduamente las inversiones
públicas para el desarrollo de la enseñanza superior, de la ciencia y la tecnología. Ellos
creen también que educación, ciencia y tecnología deben ser merecedoras de una mejor
atención, pues "Hombres y mujeres solo serán fértiles si tienen una relación muy
intima".
El poder gubernamental también sabe utilizar inteligentemente el valor político
de la educación, de la ciencia y la tecnología como factores importantes para su
estabilidad democrática. Sin duda, la democracia impone prioridades impostergables
para las políticas públicas (principalmente sociales) que, por su parte, solo pueden ser
ejecutadas correctamente cuando la planificación está fundamentada en base cientificotecnológica.
Asimismo, es paradojal como en América Latina y en el Caribe aún son
numerosos los obstáculos para vencer en la relación entre el poder ejecutivo
gubernamental y el sistema de educación, ciencia y tecnología (que en su casi totalidad
está constituido por instituciones públicas del propio estado: Universidades e Institutos).
Por un lado, el poder ejecutivo gubernamental elegido por el pueblo y que "paga
las cuentas" dice tener el deber y el poder no solo de saber cómo los recursos públicos
son aplicados sino, principalmente, donde son aplicados, cuál es la articulación de sus
acciones con las metas gubernamentales, y cuáles son los resultados obtenidos en la
formación del capital humano, en la producción científico-tecnológica y en
la
obtención de patentes.
Por otro lado, el sistema de ciencia y tecnología defiende su autonomía y
considera que es su deber desarrollar el conocimiento sin "dirigismo" pues,
internacionalmente, son numerosos los ejemplos desastrosos de ese tipo de política,
El sentido común demuestra que estas dos posiciones no son coherentes y que
hay un enorme espacio para que sus respectivos objetivos sean plenamente alcanzados
con absoluta armonía.
El gobierno tiene que ser adoctrinado en el concepto que la ciencia básica,
aparentemente no aplicada, es indispensable para el futuro; por su parte, los
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investigadores necesitan comprender que su capacidad intelectual debe siempre buscar
soluciones innovadoras para la solución de los problemas sociales, beneficiando así, la
calidad de vida de la población.
De la misma manera, en América y el Caribe, el sistema de ciencia y tecnología
presenta problemas para el gobierno en sus relaciones con el sector empresarial privado.
El gobierno reclama que el sector empresarial invierte muy poco en el sistema de
ciencia y tecnología, tanto en sociedades, como aún menos en sus propios laboratorios.
Más que eso, el gobierno es presionado cada vez más a ofrecer subsidios financieros a
las empresas para que alguna actividad de investigación y desarrollo pueda ocurrir en el
sector de la innovación tecnológica. Recientemente, este cuadro se agravó pues los
mejores y más grandes incentivos son disputados simultáneamente por las empresas
transnacionales en diferentes países, y muchas veces, son restringidos al desarrollo de
sectores segmentados. Osea, jamás permite a un país el dominio científico-tecnológico
total y, por lo tanto no ofrece pleno dominio de ese sector. Y cuando no existen
personas competentes, nada se sabe y no hay como encontrar alternativas. Esta es una
verdad que, sin embargo, no es peculiar solo a América Latina y el Caribe pues hasta en
países desarrollados el dominio del monopolio del conocimiento aún es considerado
éticamente polémico.
En Brasil ya tenemos recursos humanos de calidad en todos los sectores del
conocimiento aunque, cuantitativamente, nuestros números aún son mediocres. De 170
millones de habitantes solo tenemos 2 millones (1.2%) matriculados en la enseñanza
superior (o 12% de los jóvenes entre l6 y 25 años) y de éstos sólo cerca de 1/3 están
matriculados en las instituciones públicas. También es preocupante el hecho de que sólo
tengamos 60 mil alumnos regulares en la enseñanza de post-grado (maestría y
doctorado).
Este último número es bastante discreto. Como ejemplo comparativo se puede
mencionar que en 1996 Brasil formó alrededor de 2500 doctores, de los cuales 50%
estudió en la
Universidad de São Paulo (USP), que si sumados a los de las
universidades de Campinas, São Carlos, Federal de São Paulo, UNESP, y a la discreta
cooperación de instituciones privadas llegan al 80% en el Estado de São Paulo. En los
Estados Unidos se formaron, en el mismo año, más de 30 mil doctores, siendo la
Universidad de California/ Berckley la que más títulos otorgó, en una proporción de un
poco menos del 4% del total. Desestimuladores son también los números de estudiantes
de pre-grado envueltos en el programa de iniciación científica (o similares) que, además
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de proporcionarles más sentido crítico y madurez, constituye un puente eficaz para un
futuro y exitoso post-grado. Las más optimistas tabulaciones donde se agregan variadas
nomenclaturas para esta actividad para-curricular y concediendo generosa inflación
numérica permiten admitir ¡80 mil estudiantes de un universo de 2 millones!. Es más, la
gran mayoría de estos estudiantes de pre-grado que desarrollan iniciación científica
están en las instituciones públicas donde la investigación es ejercida plenamente con un
fuerte impacto en la calidad de la enseñanza y de la extensión.
En Brasil, a pesar de todos los avances, se tornaron repetitivas y desagradables
las numerosas explicaciones y ejemplos dados por la comunidad científico-tecnológica
para demostrar la impropiedad de las críticas que reciben.
La certificación inequívoca del buen desempeño brasileño es dada por
conceptuados órganos internacionales interesados en identificar y localizar las
principales instituciones de vanguardia del sistema, a través de los más rígidos
indicadores de calificación. Como ejemplo se puede citar la reciente jerarquía publicada
en 1997 por el Science Watch, clasificando al Brasil en el 18o lugar entre los 30
principales países del mundo en producción científico-tecnológica.
Sin embargo, todas las críticas, cuando son pertinentes, son indispensables para
que no ocurra la perniciosa acomodación y el peligroso compromiso del futuro. Este
está vinculado a la excelencia innovadora de nuestra actuante comunidad, asociada a la
seriedad y a la capacidad de gestión de las respectivas lideranzas.
Lo mismo ocurre con el poder ejecutivo gubernamental que necesita defenderse
continuamente de las críticas sobre la necesidad de invertir aún más en educación,
ciencia y tecnología, a pesar que ya lo esta haciendo.
Una importante iniciativa del Gobierno de São Paulo fue la de crear tres
universidades estatales, 18 institutos de investigación, 108 escuelas de enseñanza
tecnológico-profesional y su propia fundación de apoyo a la investigación (FAPESP).
Debe ser también destacado el hecho que el Gobierno del Estado de São Paulo
(ejecutivo y legislativo) fue pionero en Brasil al establecer un vínculo entre los
impuestos recaudados por el Estado y el apoyo a la ciencia y tecnología (1% para la
FAPESP, equivalente a US$ 120 millones por año) y a la enseñanza superior pública
estatal (9.57% para las 3 universidades, equivalente a US$ 1.4 billones por año). Esta
importante aprobación no solo reflejó una decisión política indispensable para el
desarrollo del Estado sino que ofreció también mayor seguridad y mejor planificación
para los proyectos educacionales y de investigación de esas instituciones.
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Este cuadro positivo, aunque no sea ideal, es muy atrayente para justificar el
significativo aporte de inversiones privadas en el sector productivo del Estado.
Superando todas las expectativas pesimistas (después del plan Real), tanto los
emprendimientos nacionales como internacionales alcanzaron, en el período 95-98 la
cifra de un mínimo de US$ 72 billones en los principales y más variados sectores de
nuestra economía productiva, o sea, en todos los sectores empresariales: industria,
comercio y servicios. Este resultado demuestra cabalmente la actual confianza que el
capital privado deposita en São Paulo en los análisis y decisiones sobre sus inversiones,
ocasiones en que son inequívocamente consideradas la calificación de las personas, la
infraestructura disponible, la estabilidad económica, la generación de empleo, la
capacidad de compra del mercado consumidor y la credibilidad de los gestores de las
cosas públicas.
Por lo tanto, en esta compleja ecuación para el desarrollo, numerosas y exitosas
acciones fueron cuidadosa y gradualmente puestas en marcha. La más reciente y osada
fue el programa de investigación en políticas públicas, que merece ser destacado
especialmente, en vista del enorme desafío a que somete todos los sectores envueltos
más directamente en este asunto relevante: Gobierno / comunidad científica / demandas
de la sociedad.
En el Estado de São Paulo está la más grande y más calificada reserva de capital
humano, responsable por lo menos por la mitad de la producción científico-tecnológica.
Posee también la más grande y más actualizada infraestructura de servicios,
equipamientos, bibliotecas e insumos necesarios para la ejecución de proyectos de
investigación científico-tecnológica en todas las áreas del conocimiento. Basta recordar
que en estos últimos 5 años (1994-98) el Estado de São Paulo ejecutó, en carácter
excepcional, el más grande plan de inversiones en infraestructura de ciencia y
tecnología de su historia, siendo más de US$ 1 billón, además de las inversiones
normales.
Si la correlación entre conocimiento científico-tecnológico e inversiones llevan
al desarrollo económico, éste no puede redundar en explotación y/o dominación que
impidan a las sociedades o a los individuos en especial, que ejerzan su libre
pensamiento, su creatividad y su autodestino.
La convicción universal en el campo educacional esta vinculada con la
imprescindible socialización del conocimiento calificado a través de un acceso más
democrático a la información y a las oportunidades de trabajo, empleo y renta.
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Sin duda, nuestro principal desafío contemporáneo es que actuemos con más
sensibilidad y más colectivamente en la identificación y atención de las principales y
más urgentes demandas sociales. En cuanto más solidaridad y soluciones seamos
capaces de ofrecer a estos problemas, ciertamente la educación-ciencia-tecnología
recibirá mas respaldo de la sociedad que será, cada vez más, la principal escudera de su
autonomía y de su financiamiento, además de ser, principalmente, la mejor usuaria en el
fortalecimiento de una mejor calidad de vida y de los valores de la ciudadanía. Osea,
éstas visiones para el futuro no esperan milagros; son las premisas comprometidas con
nuestra dedicación para el éxito de la sociedad.
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