335 Placenta previa y acretismo C A P Í TU L O 16 • OBSTETRICIA 337 Placenta previa y acretismo PLACENTA PREVIA Y ACRETISMO Dr. Jorge Hasbun H. Ginecoobstetra. Departamento de Obstetricia y Ginecología. Hospital Clínico José Joaquín Aguirre. Facultad de Medicina. Universidad de Chile. La hemorragia obstétrica es aún la causa de muerte materna más importante en países desarrollados (40 a 60%) (1,2), efecto que se relaciona con los procedimientos del cuidado médico. Recientemente se ha demostrado que aplicando criterios específicos y estrictos en la evaluación de la asistencia médica, hasta un 38% de las pacientes con hemorragia obstétrica grave recibe un cuidado médico insuficiente(3,6) y, por lo tanto, aún en centros de vanguardia hay brechas superables en la prevención de muertes maternas por hemorragia. En los países en desarrollo, con un mayor potencial de tratamiento insuficiente, se agregan localmente las limitaciones en el registro de causas de muerte materna y la prevalencia de complicaciones obstétricas que también inciden en el indicador y en su interpretación. En Chile, en la década 90-99, pese a un descenso constante en la tasa de Mortalidad Materna, secundaria a una mejoría del cuidado médico, hubo 119 fallecimientos maternos por hemorragia (20% del total de muertes)(4,5), en su mayoría evitables con un nivel de cuidado más apropiado. El concepto tradicional de metrorragia del tercer trimestre se ha modificado, ampliándose cronológicamente a la segunda mitad de la gestación por dos factores: la sobrevivencia del prematuro extremo y el uso del ultrasonido que permite un diagnóstico etiológico precoz. Como consecuencia de este cambio surgen nuevas estrategias, más eficientes para prevenir la morbimortalidad perinatal y la catástrofe obstétrica materna periparto. La hemorragia antenatal se presenta en menos del 5% de las embarazadas en un espectro desde mínima cuantía a formas graves que requieren manejo agresivo sin latencia. Su origen, distribuido en tercios, puede estar: a) en la placenta o su lecho (placenta previa, desprendimiento, vasa previa) que son las más graves para el feto; b) en la vagina o el cuello y c) sin causa específica conocida en los que no se logra precisar una causa definitiva, subgrupo que tiene un pronóstico perinatal mejor que en placenta previa (PP) o desprendimiento, pero peor que en la población general. Por estas razones el obstetra debe estar familiarizado con sus riesgos, el diagnóstico diferencial, el uso adecuado del ultrasonido, criterios apropiados de evaluación materno-fetal e incorporar nuevas estrategias preventivas y quirúrgicas del colapso hemodinámico materno. PLACENTA PREVIA Se define como la implantación de la placenta en el cuello uterino. Clasificación Tradicionalmente se consideró previa central total o parcial según si la porción central o la cuña placentaria cubren el cuello uterino marginal cuando el borde placentario llega al orificio cervical interno (OCI) y lateral con placenta inserta en el segmento inferior, sin llegar al OCI, términos originados en la época que el diagnóstico se hacía con el cuello dilatado. Actualmente, con el uso del ultrasonido (US) que puede medir en milímetros el ancho del cuello son más propios los términos de previa central y previa lateral según esté o no cubierto por la placenta, quedando la denominación de previa marginal cuando la cuña placentaria está al lado del cuello. El término placenta de inserción baja describe una cercanía transitoria al cuello uterino y cuya ubicación definitiva es incierta. Es un concepto coloquial de uso frecuente, pero sin definición científica aún. El comportamiento oclusivo de la placenta es un concepto funcional en relación al parto que está actualmente en estudio mediante la predicción ultrasónica por lo que debe excluirse de la terminología antenatal actual. 338 Fisiopatología e historia natural Ocurre por implantación del blastoquiste en el istmo y no en el endometrio más grueso del cuerpo o fondo uterino. Tres conceptos fisiopatológicos de importancia clínica deben considerarse en relación con la placenta previa (PP): 1. La implantación baja ocurre con más frecuencia en pacientes de mayor edad y paridad, con antecedente de cirugía uterina: cesárea(s), mio-mectomía, histeroscopia por sinequias y más comúnmente en dilataciones cervicales con raspado uterino. La presencia frecuente de estos factores sugiere que una cicatrización endometrial promueve la nidación y el desarrollo anormal del trofoblasto. 2. La nidación original del blastoquiste es definitiva, pero el desarrollo posterior del trofoblasto y la placenta varían con la edad gestacional probablemente por factores vasculares. Luego, desde el segundo trimestre, la relación anatómica placentacuello uterino cambia por la génesis del segmento inferior que tiene un crecimiento diferencial variable, por la restricción del vello y por atrofia de un margen delgado e isquémico de placenta subyacente en el cuello (trofotropismo). El segmento inferior tiene endometrio delgado con menor desarrollo decidual, menor cantidad de fibras musculares y mayor proporción de fibras colágenas. La placenta situada en el segmento es más extendida, con escaso desarrollo de tabique intercotiledonarios, pudiendo estos tener localización aberrante, pero hay un aumento de vascularización con varicosidades extensas. Estas características favorecen hemorragia importante al parto sea en el lecho placentario o de los bordes de la histerotomía. Pero la placenta sangra al desprenderse parcialmente por la elongación espontánea del segmento inferior o por su distensión por efecto de las contracciones de Braxton Hicks o por las contracciones del trabajo de parto. Estas aumentan la presión intraamniótica, desplazando las membranas que traccionan el borde placentario hacia el OCI aumentando el despegamiento. Estando en posición central, la placenta se desprende por la dilatación cervical y sangra profusamente. El desarrollo del segmento inferior puede ser de hasta 5 cm entre semana 28-38 (7). Este hallazgo (1982) es concordante con la observación posterior de un desplazamiento superior de la placenta de 5 mm por semana desde la semana 26(10) y ambos explican las modificaciones de la relación placenta-cuello. Capítulo 16 - Obstetricia La evolución de la localización placentaria omigración aparente de la inserción con la mayor edad gestacional ha sido demostrada con el US: en tres grandes series la placenta se observó sobre el cuello en la primera mitad de la gestación en el 2.4 a 6,3% de 16.231 pacientes, sin embargo, menos del 1% fueron placenta previa (PP) al término(8,10). El concepto práctico es que más del 90% de los casos con placenta baja en el segundo trimestre cambian a una posición normal al término del embarazo y que el US permite localizar con precisión la placenta y la distancia exacta de la cuña placentaria al orificio cervical interno. 3. El tercer factor fisiopatológico en la evolución de la PP, que influye en el pronóstico clínico, es la adherencia placentaria anormal (acretismo placentario) y que puede ocurrir tanto en previa como en inserción baja. En la implantación normal el citotrofoblasto extravelloso (células con gran actividad proliferativa, migratorias e invasivas) en un proceso de migración intersticial, modulado por factores antiinvasivos (glicoproteína TGFBeta), invade el endometrio y su vasculatura, preparando a las arterias espirales para una migración continua citotrofoblástica endovascular, células que reemplazan el endotelio y la capa muscular, con el efecto final de vasodilatación fisiológica, aumento del volumen sanguíneo al espacio intervelloso y reducción de la presión del pulso. Este proceso llega solo hasta el tercio más interno del miometrio. En adherencia anormal, sobre una decidua basal deficiente, reemplazada por tejido conjuntivo laxo (cicatriz de cesárea), el citotrofoblasto invade más profundamente el miometrio incluyendo las arterias de mayor presión (radiales mayores, arcuatas y parametriales), las que también se vasodilatan, pero conservan el régimen arterial de alta presión y flujo pulsátil (primer trimestre). El tejido placentario expuesto en forma prolongada a este flujo pulsátil sufre la atenuación o atrofia del vello formándose cavidades o lagunas placentarias cerca de la placa basal, que son espacios muertos, solo de conducción, sin función respiratoria y con flujo turbulento (segundo trimestre). Luego sobreviene una neovascularización progresiva extensa con vasos aberrantes utero-placentarios que mantienen un alto flujo e invasión placentaria del segmento uterino y vejiga conservando un gran potencial hemorrágico. Esta condición de adherencia anormal a la pared uterina, tiene como criterio histopatológico Placenta previa y acretismo que el tejido velloso se visualiza en contacto directo con el miometrio, sin mediar tejido decidual. Se subdivide en acreta vera en que hay una adherencia simple al miometrio, increta cuando hay invasión profunda del miometrio y percreta con la penetración del vello que compromete todo el grosor de la pared uterina, pudiendo además ser focal o difusa. Clínica En su historia natural la metrorragia indolora de la PP muy rara vez ocurre antes del tercer trimestre, pero el 90% sangran antes de las 38 semanas. El primer sangrado es silencioso, indoloro, sorpresivo, a veces con contracciones, de sangre fresca, puede aparecer durante el reposo. Sigue un curso recidivante, en episodios, progresivo en cuantía y con intervalos menores. El inicio más precoz se asocia con evolución más grave y peor pronóstico perinatal por prematurez. En PP acreta, a la evolución anterior se agrega la metrorragia catastrófica cuando en la cesárea el obstetra intenta la remoción placentaria con un acretismo profundo y extenso. Este sangrado está favorecido por el alto flujo uterino de 800 ml/ min y por el aporte de volumen intraoperatorio para estabilizar la presión arterial materna, pero que mantiene el flujo intervelloso ya que el lecho placentario tiene una resistencia vascular fija y mínima. La PP acreta tiene grave riesgo materno (mortalidad de 10%). Incidencia de placenta previa En población general es de 0.4 a 0.6%; en nulíparas 0.2%; en multíparas 5% y la recurrencia es de 4 a 8%(13). En el útero sin cicatriz el riesgo de PP es 0.26% y aumenta linealmente hasta 10% con cuatro cesáreas(12). En pacientes con ambos factores asociados, cicatriz de cesárea y PP, el riesgo específico de acretismo se eleva notablemente desde 10% con una a sobre el 50% con dos o más cicatrices(11) y la complicación en consecuencia debe incluirse en su historia natural. Esta relación es muy importante porque el gran aumento de operaciones cesáreas en la actualidad está generando incremento de PP y acretismo. Su prevención depende exclusivamente de una indicación muy selectiva para la primera cesárea y el intento de parto vaginal en el embarazo siguiente a la primera cesárea. El aumento de acretismo es evidente porque 339 en años recientes ha evolucionado a primera causa de histerectomía obstétrica (40 a 60%)(11) . Si bien la mortalidad perinatal en PP (4080 por 1000 nacimientos) ha disminuido en dos décadas por un manejo más conservador, puede estar subestimada por la inclusión de placentas bajas en las series y que hoy no se consideran previas. En el diagnóstico se consideran la historia, los factores predisponentes, el examen físico y el examen por ultrasonido. En la historia hay sangrado vaginal indoloro en el 80% de los casos, que puede ser espontáneo o a continuación de actividad sexual o de un examen vaginal. Sangrado con contracciones uterinas ocurre en el 20% de los casos. En el examen físico es frecuente encontrar, según magnitud del sangramiento, taquicardia e hipotensión materna y en el examen fetal presentación de nalgas o tronco que ya que la placenta actúa como tumor previo. El tacto vaginal está contraindicado ya que puede desencadenar hemorragia masiva, pero excepcionalmente en casos con trabajo de parto franco que hace presumir dilatación y en ausencia de ecografía puede realizarse en el pabellón detectando desviación del cuello hacia el lado de la inserción placentaria, abombamiento del fondo de saco lateral y membranas rugosas. El diagnóstico de PP se hace hoy precozmente por la ecografía de rutina en el segundo trimestre, uno de cuyos objetivos es la localización placentaria. Las técnicas disponibles (transabdominal y transvaginal) tienen diferencias, pero son complementarias y de uso combinado. Antes del US, con un manejo por presunción diagnóstica, la evolución propia de la PP determinaba dos consecuencias clínicas: un diagnóstico tardío de menores posibilidades de anticipación con medidas preventivas, exponiendo a las pacientes a los graves riesgos de hemorragia, o una hospitalización prolongada hasta el parto ante un diagnóstico de mera sospecha. En la práctica clínica ambas situaciones se han reducido notablemente con el uso planificado del ultrasonido que es menos invasivo y de mayor rendimiento por lo que en pacientes con hemorragia de la segunda mitad el examen con ultrasonido se realiza siempre antes del examen vaginal (tacto). El US transabdominal es útil, sin embargo, tiene como inconvenientes que es difícil la visualización de la cuña placentaria cuando es posterior por la proyección de la sombra acústica de la presentación fetal y en un tercio de las pacientes 340 no es posible ver el cuello uterino, dificultad que aumenta por la necesidad de repleción vesical, la cual comprime el segmento y alarga el cuello. Su valor predictivo negativo es sólo de 80%, errando en el 20% de las previas; su valor predictivo positivo es de 38% con un sobrediagnóstico de 62%(14). El US transvaginal por mayor proximidad genera imagen de mejor resolución y el uso cuidadoso en muchas series ha demostrado su inocuidad, sin aumento del sangrado. El cuello es visible fácilmente, puede determinarse con exactitud su relación con la placenta midiendo desde el centro del OCI hasta el borde placentario y la cuña es vista igualmente sea anterior o posterior. Su valor predictivo negativo es 100% y el predictivo positivo es 71%(14). Estas ventajas han permitido establecer su incidencia en diferentes grupos de pacientes y las correlaciones de importancia pronóstica que describiremos. Estrategias con US a) El rol diagnóstico del US en PP se ha ampliado a la predicción precoz durante el segundo trimestre, en los casos con placentas que persisten previas al término, como de la vía del parto(9,10,15,16). El examen se efectúa entre las 20-23 semanas para evitar la mayor frecuencia de falsos positivos que se detectan anteriores a esa edad gestacional y que se esfuman por la migración placentaria. Las relaciones ultrasónicas placenta-cuello en función de la edad gestacional han identificado las siguientes condiciones predictivas: • Placenta que sobrepasa el OCI en más de 25 mm en 20-23 semanas, permanece previa hasta el término y todas las pacientes requieren cesárea (15,16); siendo el punto de corte de mayor especificidad para predecir placenta previa definitiva. • Cuña placentaria a más de 10 mm del OCI: siempre ocurre desplazamiento superior de la placenta y no hay cesárea por esa indicación. En placentas bajas, otros signos ultrasónicos el grosor de la cuña y la migración semanal de la placenta también pueden tener valor predictivo: • Cuña anterior delgada, con un grosor menor de 10mm, medido a 1 cm de la unión de las placas basal y coriónica, se asocia con parto vaginal. • Cuña gruesa, en cambio tiene mayor frecuencia de hemorragias e intervenciones (17). • Migración placentaria de 5 mm por semana desde la semana 26 concluyen en parto vaginal)(9,15,16). Estas relaciones no tienen aún el significado Capítulo 16 - Obstetricia de evidencia y necesitan ser confirmadas con estudios controlados y mayor número de casos, pero son asociaciones sugerentes en la búsqueda de una definición antenatal del concepto funcional de oclusión y de la predicción de riesgo hemorrágico. Las ventajas de integrar estos signos ultrasónicos al manejo clínico de la PP son tres: 1. Selección acertiva y oportuna de casos con indicación quirúrgica, 2. Selección más apropiada de casos para manejo ambulatorio y 3.Entregar a la paciente una información más objetiva limitando la ansiedad. Su importancia es que representa un estándar más alto de cuidado médico, con la expectativa de mejores resultados clínicos sin las limitaciones de la época pre-ultrasónica. b) La recomendación para aplicar el US predictivo y obtener la información clave para la conducta es: • En ecografía abdominal de rutina en 20-23 semanas, localizar placenta y visualizar inserción de cordón. • En placentas bajas, en embarazos múltiples, en embarazos obtenidos por fertilización in vitro y en placentas bilobares completar evaluación con US transvaginal para confirmar placenta sobre el cuello y pesquisar vasa previa e inserción velamentosa, más frecuentes en estos casos. • Si la placenta está a una distancia de 10 mm o más del OCI en 20-23 semanas, es muy improbable que sea previa al término y no requiere nuevo examen ultrasónico con ese objetivo. • Si la cuña placentaria está a menos de 10 mm del OCI o lo sobrepasa en menos de 25 mm, repetir examen en 30-35 semanas, o antes si hay sangrado, para determinar previa persistente o desplazamiento superior. • Si la placenta sobrepasa el OCI en más de 25 mm en 20-23 semanas, persistirá previa al término lo que debe informarse al obstetra tratante. La paciente es aconsejada de una hospitalización oportuna en caso de sangrado y la vía del parto más probable es la cesárea. c) En acretismo: si la paciente tiene PP y/o una cesárea anterior o más, o cirugía uterina o curetajes repetidos, debe hacerse una exploración ultrasónica experta de la vasculatura placentaria que identifica la adherencia anormal con riesgo de acretismo. Recordar que puede haber adherencia anormal o acretismo focal aún en placentas no previas, en nulíparas con antecedente de curetaje (s). Placenta previa y acretismo La exploración es progresiva, primero con grises y luego con Doppler color y tiene siete puntos: 1. Localización placentaria: anterior, posterior, lateral, anterolateral, previa central, previa lateral. 2. Interfase miometrio – placentaria. 3. Tabique útero – vesical. 4. Flujo lacunar difuso o focal. 5. Tipo de flujo: venoso-arterial-turbulentopulsátil, no pulsátil. 6. Vasculatura subplacentaria. 7. Impresión diagnóstica. El ultrasonidista debe considerar que está evaluando vasculatura utero-placentaria en casos de mucho riesgo y su informe debe correlacionarse con la histopatología placentaria (acretismo focal o difuso) y con el procedimiento quirúrgico. Signos Ultrasónicos de Accretismo Escala de grises • Ausencia total o parcial de interfase anecoica miometrio – placentaria. • Interfase útero – vesical anormal: discontinuaausencia de miometrio. • Lagos placentarios econegativos cercanos a miometrio y/o cuello uterino. • Flujo pulsátil en zonas econegativas. • Grosor de cuña placentaria > 1cm en placenta previa lateral. Sensibilidad 93%, Especificidad 79%. Doppler Color • Flujo lacunar difuso en el parénquima más cercano al miometrio y o cuello: flujo venoso, pulsátil de alta velocidad. • Flujo lacunar focal en el parénquima más cercano al miometrio y o cuello: flujo turbulento venoso de alta velocidad. • Interfase útero vesical hipervascular con alto flujo arterial diastólico. • Canales vasculares dilatados subplacentarios con flujo venoso pulsátil sobre el cuello uterino. Sensibilidad 93-100%, especificidad 92%. Falso(+): Hipervascularidad interfase útero – vesical por varices vesicales (cesárea anterior): buscar flujo vascular focal de alta velocidad. Falso(-): Sombra acústica de partes fetales proyectada sobre placentas de inserción lateral. 341 Placenta posterior: difícil, hacer resonancia nuclear magnética(7). En escala de grises: la pérdida de la interfase normal anecoica miometrio-placentaria, un tabique vesico-uterino anormal, discontinuo o fenestrado y lagunas placentarias cercanas a la placa basal (imagen en queso suizo) con flujo pulsátil. Con doppler-color: flujo lacunar intraplacentario, difuso o focal de tipo venoso, pero turbulento o de alta velocidad, hipervascularización entre placenta y vejiga con alto flujo arterial diastólico, hipervascularización subplacentaria y sobre el cuello uterino con vasos dilatados de flujo venoso pulsátil de alta velocidad (Figuras 1, 2, 3, 4). Para el diagnóstico es suficiente el examen con escala de grises, pero el Doppler-color si bien no tiene mayor sensibilidad que el gris, es más específico para evaluar la profundidad de invasión sobre miometrio y serosa(18,19). Así, con el examen Doppler-color, la precisión de un flujo lacunar difuso indica una mayor extensión de la invasión y orienta a cesáreahisterectomía más temprana ya que en estos casos la mortalidad materna es mayor después de la semana 35; en cambio el flujo lacunar focal sugiere una menor invasión y la operación puede efectuarse en semana 37 con menos riesgo hemodinámico Tratamiento en PP: el parto representa la mejoría y se decide según la magnitud de la hemorragia y la edad gestacional. Esta decisión expresa la instancia del cruce de riesgos: el aumento del riesgo hemodinámico materno por mayor hemorragia con el momento de menor riesgo fetal por inmadurez. En la interacción de ambos factores, uno es categórico para definir la interrupción: la magnitud del sangrado con una pérdida del 20% de volemia, o menor, pero progresivo, con cambios ortostáticos de la presión arterial, taquicardia, taquipnea, oliguria y caída rápida del hematocrito. La edad gestacional en cambio es un factor no categórico que debe considerarse una meta más flexible y no una indicación. Arbitrariamente se ha señalado a la semana 36 como adecuada cuando el sangrado no es cuantioso. Sin embargo, nuestra opinión es que esta instancia debe ser identificada caso a caso por una evaluación estricta ya que el feto debe acceder a la posibilidad de nacer con la mayor madurez posible y no solo respiratoria. Esta opción se apoya en la migración 342 Capítulo 16 - Obstetricia Figura 1. PP percreta con extensa hipervascularización difusa que abarca cuello y vejiga al Doppler color. Figura 3. Demuestra extensa vasculatura subplacentaria, vasos sanguíneos anormales que unen placenta y vejiga, hay imágenes anecoicas en cuello uterino. Figura 2. La interrogación con Doppler pulsado de los vasos sobre el tabique vésico uterino demuestra flujo de tipo venoso, turbulento, de alta velocidad. Figura 4. Con power Doppler se define la hipervascularización anormal de placenta y tabique vesicouterino. placentaria observada y en el cese del sangrado, observados en casos que la previa, central o lateral, está a menos de 10 mm o sobrepasa en menos de 25 mm el OCI. Se han descrito casos de PP central que han migrado a la semana 38, con parto vaginal. Así, el US predictivo según los criterios descritos, permite decidir con seguridad la interrupción por vía alta, oportunamente antes del requerimiento transfusional, en los casos de previa central definitiva, otorgando a los restantes el beneficio de una migración placentaria tardía. Esta estrategia con US sufrirá modificaciones de acuerdo a nueva información que genere su uso, mejorando el manejo clínico. Tratamiento médico expectante: Con edad gestacional menor, pretérmino de 35 sem o menos y sangrado episódico discreto debe cumplirse la profilaxis de membrana hialina, usar tocolítico, difiriendo la interrupción mientras el feto es vigilado con monitoreo electrónico continuo y la conducta definitiva se asume según la evaluación seriada. La paciente se mantiene hospitalizada con el beneficio de todas las indicaciones médicas apropiadas. No consideramos adecuada la amniocentesis Placenta previa y acretismo para confirmar madurez pulmonar una vez efectuada la profilaxis ya que la experiencia nos ha demostrado que los fosfolípidos son transportados lentamente al líquido amniótico. Con el apoyo del US predictivo y bajo ciertos requisitos se puede seleccionar algunos casos para manejo ambulatorio. Una predicción ultrasónica favorable, ausencia de sangrado y contracciones, certidumbre del reposo, domicilio cercano al hospital, compañía adulta y medio de transporte, disponibles en forma permanente, serían condiciones de seguridad aceptables para esta conducta. Tratamiento quirúrgico: en PP central, con la seguridad actual en su diagnóstico antenatal, está indicada la cesárea electiva. Si hay hemorragia abundante espontánea o por inicio del parto, el primer objetivo es la estabilidad hemodinámica de la paciente y las etapas son similares a las descritas anteriormente para el desprendimiento placentario. Aproximadamente el 5% de las PP requiere transfusión en alguna instancia de su evolución y el obstetra es responsable de precisar con claridad los criterios de cuando iniciar una transfusión, evaluar si ha sido suficiente y como mantener una volemia materna estabilizada. El uso reiterado de cristaloides en estos casos ha generado frecuentemente morbilidad grave por la tardanza en el reemplazo. La coagulación intravascular diseminada (CID) es infrecuente a menos que la hemorragia sea cuantiosa. La presencia de factores de riesgo como preeclampsia, obesidad mórbida, corioamnionitis, cesárea anterior, acretismo, coagulopatía son agravantes y justifican el disponer de los recursos en centro terciario. En PP lateral la cesárea está indicada si hay metrorragia y/o compromiso del estado general, cicatriz de cesárea y otras contraindicaciones de parto vaginal. En algunos casos de PP lateral sin metrorragia actual, con más de 36 semanas y que presentan contracciones iniciales puede iniciarse la inducción o conducción del parto con amniotomía precoz. La cesárea de la PP tiene peculiaridades a considerar ya que en la intervención se concentra el esfuerzo preventivo de una hemorragia mayor. Es recomendable la cesárea corporal o segmentocorporal si el segmento es grueso, corto y angosto; si hay sospecha de acretismo o si está indicada la cesárea-histerectomía. Los signos ecográficos de acretismo en previa 343 son muy seguros (sensibilidad y especificidad sobre 90%) y cuando están presentes el 80% de los casos requieren histerectomía (18,19). El clínico debe tomar las precauciones para anticipar la mayor emergencia hemorrágica de la obstetricia: preparación para transfusión masiva, cirujano con experiencia oncourológica, anestesiólogos, monitoreo hemodinámico intensivo, pabellón adecuado y personal de enfermería idóneos. Pero no siempre es clara la profundidad de la invasión o si es focal o difusa por lo que es recomendable ser cauteloso y tomar precauciones en la planificación preoperatoria en PP aún sin los signos ultrasónicos de adherencia anormal. En casos en que no se dispuso del US (o en un falso negativo) la observación en la laparotomía de la zona uterovesical con numerosos vasos visibles que parecen protruir a través del peritoneo visceral que cubre el útero y que se extienden desde el segmento inferior hasta el fondo vesical, es un signo característico de acretismo en cuyo caso la indicación es una cesárea-histerectomía sin remoción placentaria por lo que debe disponerse con urgencia absoluta de los recursos adecuados, antes de hacer la incisión uterina. La dificultad en la planificación de una cirugía diferenciada según sea focal o difuso está siendo superada con la técnica power Doppler que puede definir y clarificar las imágenes del Doppler color delineando la arborización de la vasculatura, pero no hay aún evidencias con estudios clínicos prospectivos. Una nueva técnica con ecografía 3D, el angiohistograma tridimensional multiplanar, puede detallar la angioarquitectura placentaria ya desde el primer trimestre con la que sería posible mejorar el manejo(20). En las PP anteriores la histerotomia arciforme es amplia, incluyendo solo miometrio, luego se perfora placenta con pinza roma y se dislacera primero abriendo las ramas de la pinza y después digitalmente en forma rápida hacia ambos lados, facilitando una extracción expedita del feto, con maniobras planificadas según sea su orientación predeterminada. De inmediato hay que efectuar un desprendimiento manual de la placenta ya que el segmento no se contrae. Tanto la superficie de inserción como los bordes pueden sangrar profusamente en este tiempo y apremia una sutura rápida que incluya toda la talla incisional (sin comprometer la decidua), para evitar el desgarro facilitado del miometrio, que ocurre al hacerlo en planos. Colocar segunda sutura invaginante, 344 hemostática. Facilita el control del sangrado la maniobra de Credé, que exterioriza el útero y lo bascula contra la sínfisis del pubis (elonga y acoda los vasos). Para los casos de PP posteriores la histerotomía segmentaria arciforme es similar que en normoinsertas, pero en las otras previas el sitio de histerotomía es selectivo sobre una ventana uterina sin placenta evitando su borde superior para minimizar el sangrado, sitio identificable con US pre o intraoperatorio(21). El acretismo en previas posteriores es más difícil de detectar (resonancia magnética). La incisión vertical debe reservarse para las pacientes que no desean nuevos embarazos. En cesárea-histerectomía planificada por acretismo también es conveniente la histerotomía vertical alta evitando el segmento inferior invadido. El principio básico en la cirugía de PP es prevenir un sangrado que agregue más riesgo al que motivó la operación y para ello es fundamental la eficiencia y rapidez del obstetra. En un estándar óptimo de cuidado esta eficiencia se refleja en el protocolo anestesiológico con el registro de una hemodinamia materna intraoperatoria estable y un aporte de volumen razonable. También es un parámetro de evaluación la magnitud de la anemia y la necesidad de transfusión post-cirugía. La PP genera casos complejos, del mayor riesgo materno y el obstetra debe estar conciente que limitaciones en la cirugía de la cual es responsable, pueden generar iatrogenia, por lo que en una estrategia de anticipación, debe ser oportuno en requerir asesoría experimentada, otorgando el mejor nivel de cuidado posible previniendo complicaciones y conflicto médico-legal. BIBLIOGRAFÍA 1. Department of Health. Why mothers die? Report of the Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the United Kingdom.1994-1996. London: HMSO;1998. 2. Schuitemaker N. Confidential Enquiries into Maternal Deaths in The Netherlands 1983-92 .Deen Haag: Passman Offsetdrukkkerrij BV.1998. 3. 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