memoria y civilización - Universidad de Navarra

Anuncio
ISSN: 1139-0107
ISSN-E: 2254-6367
MEMORIA Y
CIVILIZACIÓN
REVISTA DEL DEPARTAMENTO DE HISTORIA,
HISTORIA DEL ARTE Y GEOGRAFÍA
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
UNIVERSIDAD DE NAVARRA
RECENSIONES
Berger, Stefan y Niven, Bill (eds.), Writing the history of m em ory, London,
Bloomsbury, 2014
(Francisco Javier Caspistegui)
pp. 209-213
RECENSIONES
Berger, Stefan y Niven, Bill (eds.), Writing the history of memory , London,
Bloomsbury, 2014. 247 pp. ISBN: 9780340991886. 28,42€; 15,65€ (Kindle).
Contents, v. Notes on contributors. Introduction (Bill Niven y Stefan Berger). 1.
Memory and history in the ancient world (Gordon Shrimpton). 2. Memory and
history in the middle ages (Kimberly Rivers). 3. History writing and ‘collective
memory’ (Mary Fulbrook). 4. Memory as both source and subject of study: the
transformations of oral history (Lynn Abrams); 5. Generation and memory: a critique of the ethical and ideological implications of generational narration (Wulf
Kansteiner). 6. Writing the history of national memory (Stefan Berger y Bill Niven);
7. Lieux de mémoire. A European transfer story (Benoît Majerus). 8. On the
memory of communism in Eastern and Central Europe (Attila Pók). 9. Holocaust
memoriography and the impact of memory on the historiography of the Holocaust (Peter Carrier). 10. History and memorialization (Richard Crownshaw). Index.
Desde hace poco más de un cuarto de siglo vivimos en plena eclosión
memorial, y no tanto por lo referido a la recuperación de un espacio poco transitado en los estudios históricos hasta entonces, como por la creciente preeminencia de la memoria como perspectiva dominante en el examen del pasado. Lo
memorial como la única mirada válida hacia lo ocurrido se ha cargado de argumentos frente a la historia disciplinar, que retrocede ante el empuje de consideraciones que apelan al sentimiento, a la subjetividad y a la opinión por encima
de los razonamientos a los que, con todas sus limitaciones, pudieran llamarse
científicos o, al menos, racionales (Crownshaw, p. 225). La hipertrofia memorial
calaba en un contexto de crisis de una historiografía frecuentemente criticada
por su ideologización y servilismo hacia las ideologías, por su visión occidentalocentrista —tan cuestionada por el postcolonialismo—, o por su excesiva dependencia de argumentos lineales-causales. No es de extrañar, por tanto, que
haya crecido considerablemente la producción de estudios sobre la memoria (al
boom memorial o memory turn del que habla Kansteiner, le correspondería un
boom de estudios históricos sobre la memoria), tanto como forma de argumentación teórica, como para mostrar a través de ejemplos los mecanismos de su actuación, así como para mostrar el proceso de construcción del nuevo memorialismo.
Un buen ejemplo del primer tipo de estudios es este libro colectivo, aunque con la particularidad de que sus autores provienen del campo del análisis de
lo memorial sobre el terreno de lo histórico. No se trata de contradictores militantes del papel de la memoria o incluso de su mera presencia en el examen del
pasado, sino de historiadores que valoran el papel que puede ejercer en el estu-
MEMORIA Y CIVILIZACIÓN 18 (2015): 209-213 [ISSN: 1139-0107; ISSN-E: 2254-6367]
209
RECENSIONES
dio de otras épocas, aunque sin situarlo en la primera línea de análisis. De hecho, trazan una mirada histórica sobre lo memorial, combinando la presencia y
papel de mnemosine con su construcción como concepto y como objeto de atención, con su papel social, insustituible en las sociedades ágrafas (y muy lejos de
ser un sistema mecánico y poco elaborado, más bien una forma de conocimiento
reglada y estructurada, por epígrafes, por orden y desde el principio, como señala en su capítulo Gordon Shrimpton), y su paulatino descrédito al imponerse lo
escrito. De hecho, el paso de lo oral a lo escrito, que en el mundo occidental tradicionalmente se ha situado en la Edad Media, supuso un considerable interés
por la memoria y su papel así como por mecanismos mnemotécnicos, todo lo
cual marcaba la propia concepción de la historia, como señala en su texto Kimberly Rivers. Con el positivismo decimonónico, el psicoanálisis y la distinción
radical entre historia y memoria que instituyó Maurice Halbawchs, dos mundos
paralelos que tantas veces concurrían se convirtieron en líneas divergentes:
«History becomes the necessary corrective to memory, even its antithesis, not
something embodied within it» (p. 3).
Pero lo significativo es que, como queda dicho, desde los años ochenta del
siglo XX y ante la pérdida de las referencias tradicionales, sobre todo la idea del
progreso, la memoria se alzó con fuerza y con ella surgió la necesidad de historiarla. A partir de los estudios de Halbwachs, que plantearon su revisión, en las
últimas décadas del pasado siglo varios autores se encaminaron hacia el examen
de las múltiples memorias colectivas que se afanaban por comprender la realidad, construyendo narraciones de sentido que no siempre ni necesariamente
eran las elaboradas por los estados o el poder. Por eso Jay Winter propone, en
lugar de memoria colectiva —hasta cierto punto un concepto global y tendente a
la inmutabilidad—, «recuerdo colectivo» (collective remembrance), mucho más
historizable. Otra alternativa es la memoria recopilada, «collected memory»
(Jeffrey Olick), que enfatiza el papel de los individuos dentro de los grupos. Lo
que buena parte de estas miradas históricas sobre la memoria proponen es la
necesidad de atender a la flexibilidad, variabilidad y capacidad de transformación de la memoria, objeto por tanto de análisis histórico. Es aquí donde los
Assmann introducen su distinción entre memoria comunicativa y cultural, la
primera más vinculada a los individuos, más corta en el tiempo, más volátil; y la
segunda más institucional, más estática y vinculada a momentos concretos consensuados. Sea cual sea la perspectiva o el concepto de partida, el análisis exige
la complejidad, la interdisciplinariedad y la comparación, la necesidad de atender a las variantes en el estudio de un aspecto del pasado en el que tanto queda
por hacer. Y, junto a ello, el papel del historiador como elemento con un papel
importante en el proceso de conmemoración, selección y difusión de esa memoria cultural.
En este giro memorial de las últimas décadas jugó un papel trascendental
el recuerdo del Holocausto, en torno al cual creció con profusión una literatura
210
MEMORIA Y CIVILIZACIÓN 18 (2015): 209-213
RECENSIONES
que trata, como señala Peter Carrier, «about techniques of representing memory,
about historians' complex relation to their own and other people's memories and
about ethics, gender, ideology and law. […] Holocaust memoriography is largely a metagenre, one which reflects upon the relation between memory and
history» (pp. 199-200). De hecho, añade Carrier, «memoriography exposes the
relative positions of those involved in the process of knowledge production, and
encourages both reflection about the process of making meaning about the past,
as well as about the role of protagonists (politicians, lawyers, artists and, of
course, historians themselves) in this process» (p. 207). No se trataba solo de
recoger lo ocurrido, sus causas o motivos, sino de atender a la explicación de los
efectos de un acontecimiento como la Shoa en los individuos, pero también en lo
que Marianne Hirsch llamó postmemoria. Y para ello la interrelación entre historia y memoria resulta imprescindible, pues se trata de dar respuesta a cuestiones de identidad y representación de un fenómeno en el que no hubo vencedores —es decir, un relato explicativo e institucional—, solo vencidos.
Sin embargo, como señala Mary Fulbrook, desde la historia prestamos
más atención al contenido de la memoria que rastreamos, que a los mecanismos
por medio de los cuales se fijan esos recuerdos en los individuos (p. 77), las formas por medio de las cuales recuerda la gente, dice Lynn Abrams, que reivindica el papel de la historia oral en ese espacio de análisis. Por eso propone Fulbrook que, más allá de centrarnos en objetos delimitados en el desarrollo de la
memoria, hemos de fijar también la atención en los agentes del recuerdo, analizando las orientaciones de la gente a través de diversas comunidades de experiencia —vivencia directa e individual de lo ocurrido—, comunidades de conexión —relación individual con lo ocurrido, pero sin vivirlo de forma directa, la
postmemoria— y comunidades de identificación —individuos que sin vivir o
estar conectados con los acontecimientos recordados, los sienten como propios-:
«Thus we need to explore the multiple ways in which the legacies of the past are
reinterpreted and selectively reappropriated, and the manifold hidden as well as
articulate reverberations of any historical era in a variety of later periods and
contexts» (p. 84).
Un ejemplo de estos procesos de apropiación es el concepto de generación
que Wulf Kansteiner critica al considerar, por ejemplo, que las generaciones
políticas solo existen como resultado del activismo de la memoria, con todo lo
que ello implica; los miembros de una generación llegan juntos y mantienen una
identidad colectiva a través de narrativas compartidas, imágenes, instituciones y
rituales que se han convertido desde hace tiempo en el objetivo empírico y teórico de los estudios memoriales y, a la vez, un proceso de construcción de los grupos generacionales que describen y analizan. En este contexto, señala, se aplica
el ya citado concepto de postmemoria de Hirsch como apropiación y vivencia de
un relato ya construido, hasta el punto de controlarlo más incluso que quienes lo
vivieron. Algo similar ocurre con la memoria nacional que analizan los editores
MEMORIA Y CIVILIZACIÓN 18 (2015): 209-213
211
RECENSIONES
del volumen, Stefan Berger y Bill Niven, al señalar un proceso paralelo y contradictorio de, primero, disolución de las memorias nacionales establecidas y, segundo, de recreación de las mismas a partir de su intensa politización. Indican la
relación entre el éxito de la propuesta de Pierre Nora de los lieux de mémoire y la
contestación a las memorias nacionales establecidas y su escasa difusión allí
donde las memorias nacionales han permanecido más estables. De hecho, el
artículo de Benoît Majerus analiza este concepto de Nora, el contexto en el que
surgió, el subtexto discursivo y sus aplicaciones prácticas. Y destaca las diferencias respecto a los Erinnerungsorte, más preocupados por lo metodológico y más
abiertos, como los luoghi della memoria, que su modelo francés, más centrado en
el hexágono tanto en contenidos, como en colaboradores y referencias teóricas.
Algo similar ocurre con la memoria del comunismo en los países de la Europa
del Este, señala Attila Pók, que en la actualidad se plantean de forma institucional la revisión del peso de cuatro décadas de historiografía oficial de matriz
soviética, pero también de relatos míticos previos a 1945 y su supervivencia —o
resurrección— en las narrativas nacionalistas y, sobre todo, en la conciencia de
muchos de sus habitantes. En este proceso de rechazo o recuperación juegan un
importante papel las instituciones memoriales, pero también los lugares memoriales, sean monumentos, espacios geográficos, museos o cuantos tratan de hacer
presente y evidente el pasado, interpretándolo y ofreciendo esa interpretación a
quienes se acercan a ellos. Pero todo ello, indica Richard Crownshaw, se necesita
analizar la triple relación entre quienes impulsan el monumento, el objeto monumental mismo, y la actitud de quienes lo miran, variable y, por tanto, necesitada de un estudio histórico que evalúe su recepción.
En cualquier caso, muchas de las propuestas interpretativas (Nora o Assmann, nacionalismos post-comunistas o anti-globalización), para Berger y Niven
corren el riesgo de ser asumidas como explicación unitaria de la memoria colectiva, frente a lo cual el giro constructivista en el análisis del nacionalismo resultó
de utilidad a partir de Breuilly, Anderson y Hobsbawm-Ranger, cuyas propuestas no buscaban tanto reconstruir una historia nacional unificada, cuanto mostrar la contestación y pluralidad en la construcción de pasados nacionales: de
una a mútiples, es decir, la distinción entre memoria e historia se difuminaba,
perdía la rotundidad de la distancia planteada por Halbwachs y enriquecía a su
vez la perspectiva histórica sobre los procesos de construcción nacional y las
memorias colectivas, al modo como Santos Juliá señaló para España. Pero a su
vez, la constatación de esta pluralidad ha conllevado la aparición de respuestas
que tratan de refundar una memoria nacional unificada, por ejemplo, a través de
lo que llaman el «aniversarismo», una línea de tensión entre las tendencias creadoras de nuevas formas de narrativa nacional y la historización de los procesos
de construcción de esos momentos cenitales de la nación.
Pese a todo, y como muestran de forma reiterada los textos de este libro,
es necesario tender a una integración de historia y memoria, pues ambas necesi212
MEMORIA Y CIVILIZACIÓN 18 (2015): 209-213
RECENSIONES
tan su concurso mutuo para hacer comprensible un pasado que, lejos de las narrativas unitarias, está sujeto a la pluralidad de quienes protagonizan el pasado.
Por eso este libro, desde la historia, puede ayudar a manejar con mayor criterio
una memoria cuya ausencia disminuye el valor de lo historiado, y cuyo exceso
lo distorsiona.
Stefan Berger (1964-) es director del «Institute for Social Movements» de la Ruhr
University Bochum, Alemania, y profesor de historia social en la Universidad del
Ruhr. Especializado en la nacionalización de la historia, entre sus publicaciones
recientes destacan: con Christoph Conrad, The Past As History: National Identities
and Historical Consciousness in Modern Europe (2015); Gewerkschaftsgeschichte
als Erinnerungsgeschichte: Der 2. Mai 1933 in der Gewerkschaftlichen Erinnerung
und Positionierung (2015); con Alexei Miller, Nationalizing Empires (2015); Erinnerungsorte: Chancen, Grenzen und Perspektiven eines Erfolgskonzeptes in den
Kulturwissenschaften (2014). Bill Niven es «Professor in Contemporary German
History» en la Nottingham Trent University. Entre sus publicaciones destacan:
Representations of Flight and Expulsion in East German Prose Works (2014); con
Stephan Scholz y Maren Röger, Die Erinnerung an Flucht und Vertreibung: Ein
Handbuch der Medien und Praktiken (2014); con Eric Langenbacher y Ruth
Wittlinger, Dynamics of Memory and Identity in Contemporary Europe (2012).
Francisco Javier Caspistegui
Universidad de Navarra
MEMORIA Y CIVILIZACIÓN 18 (2015): 209-213
213
Descargar