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DANIEL CARMONA ZUBIRI
LAS MINAS DE HELLÍN
(ALBACETE)
INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES
"DON JUAN MANUEL"
DE LA EXCMA. DIPUTACIÓN DE ALBACETE
Serie ¡ - Estudios - Núm. 176
Albacete 2007
Cubierta: Vetas de azufre. (Foto del autor).
CARMONA ZUBIRI, Daniel
Las minas de Hellín (Albacete) / Daniel Carmona Zubiri. - Albacete
Instituto de Estudios Albacetenses "Don Juan Manuel", 2007.
240 p.: il; 24 cm. - (Serie 1 - Estudios; 176)
ISBN: 978-84-96800-03-8
1. Minería - Hellín (Albacete) - Historia.
2. Azufre - Minas- Hellín (Albacete)
1. Instituto de Estudios Albacetenses "Don Juan Manuel". ILTítulo. IIl.Serie.
622.3661 (460.288 Hellín) (091)
INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES "DON JUAN MANUEL"
DE LA EXCMA. DIPUTACIÓN DE ALBACETE,
ADSCRITO A LA CONFEDERACIÓN ESPAÑOLA DE CENTROS DE ESTUDIOS LOCALES. CSIC
Las opiniones, hechos o datos consignados en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores.
I.S.B.N. 978-84-96800-03-8
D.L. AB-108/2007
Maquetación, Impresión y Encuadernación
Gráficas Campollano, S. L.
Pol. md. Campollano • Avda. III - N.° 17 - Nave 8
Telf. 967 600 015
E-mail: [email protected]
02007 Albacete
El presente trabajo debe mucho a la gentileza e implicación de
Esteban Abellán y Diego Martínez. A Alberto Serrano y Ramsés Pulido
por su colaboración. A la orientación, consejos y amistad de Romualdo
Seva Román, Lupe Vida! y Antonio Miguel Nogués. A Sonia Gutiérrez y
Lorenzo Abad, por su magisterio.
Pero sobre todo, este trabajo no sería nada sin la iniciativa y apoyo
decidido de Francisco Javier López Precioso, Director del Museo Comarca! de Hellín.
El presente trabajo ha gozado de las ayudas a la investigación del
patrimonio etnológico de Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y del Instituto de Estudios Albacetenses.
ÍNDICE
PÁGINAS
PRIMERA PARTE
UN ANTIGUO POBLADO MINERO ...................9
INTRODUCCIÓN ................................11
1. METODOLOGÍA .............................20
2. EL ENTORNO NATURAL ......................29
SEGUNDA PARTE
LA EXPLOTACIÓN DEL AZUFRE EN LAS MINAS DE
HELLÍN ..........................................
35
4. VENAS SULFUROSAS .........................37
5. INICIO Y PRIMERAS ETAPAS HISTORICAS DE LA
EXPLOTACIÓN AZUFRERA ....................44
5.1. LA CUESTIÓN DEL ORIGEN ................44
5.2. EL REDESCUBRIMIENTO DE LAS MINAS EN
ÉPOCA MODERNA ........................
56
71
6. UNA NUEVA ERA PARA UNA ANTIGUA MINA
6.1. LA AGONÍA DE UNA EXPLOTACIÓN MINERA
TRADICIONAL ...........................71
6.2. LA INCORPORACIÓN A LA ERA DE LA
INDUSTRIA ..............................77
88
7. CICLO LABORAL MINERO E INDUSTRIALIZACIÓN
7.1. LA MINERÍA TRADICIONAL DEL AZUFRE
EN LAS MINAS ...........................88
7.2. MINERÍA INDUSTRIAL ....................99
TERCERA PARTE
ESTRATIFICACIÓN SOCIAL, HÁBITAT E
INDUSTRIALIZACIÓN ..............................121
8. ARRIBA Y ABAJO ............................123
9. ESPACIO, TIEMPO Y DESIGUALDAD SOCIAL .....130
8
PÁGINAS
10. EL HÁBITAT DE LAS MINAS EN ÉPOCA
CONTEMPORANEA .........................
10.1. TIPOLOGÍA Y DISTRIBUCIÓN DEL ESPACIO
DOMÉSTICO ...........................
10.1.1. Esquemas distributivos ..............
10.1.2. El sistema de vanos .................
10.1.3. Funcionalidades de los ambientes de la
vivienda ..........................
10.1.3.1. El ambiente principal ........
10.1.3.2. Los ambientes secundarios
10.1.3.3. Otros ambientes .............
10.2. TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS .............
10.2.1. Materiales ........................
10.2.2. Elementos de sustentación ...........
10.2.2.1. Elementos de sustentación
horizontales ................
10.2.2.2. Elementos de sustentación
verticales ..................
10.2.3. Cubiertas .........................
10.2.4. Los recubrimientos murales ..........
10.3. LA ESTÉTICA DECORATIVA ............
10.3.1.La pintura ........................
10.3.2. Las molduras ......................
10.3.3.Lacerámica .......................
. . .
.
142
142
143
149
150
151
155
156
160
160
164
165
166
167
169
171
172
176
178
11. HÁBITAT Y TRADICIÓN CULTURAL ...........
11.1. DATACIÓN DEL CONJUNTO RUPESTRE ....
11.2. ADSCRIPCIÓN HISTÓRICO-CULTURAL DEL
HÁBITAT RUPESTRE CONTEMPORÁNEO...
187
12. DESCOLONIZACION E IMPACTO ..............
194
BIBLIOGRAFÍA ....................................
207
APÉNDICES .......................................
227
179
179
PRIMERA PARTE
UN ANTIGUO POBLADO MINERO
INTRODUCCIÓN
A unos 30 kilómetros al sur de Hellín, provincia de Albacete, entre
la confluencia de los ríos Mundo y Segura se encuentra la pedanía de Las
Minas, célebre por la presencia de unas minas de azufre que fueron objeto de explotación durante siglos hasta la suspensión de las tareas el 20 de
octubre de 1960.
La actual pedanía de Las Minas la componen un núcleo de población cercano a la orilla del río Segura y a su alrededor los restos de la
explotación minera. Cualquiera que visite Las Minas se llevará una impresión de lo más impactante: un paisaje desolado de escoriales y barrancos
coronados por antiguas instalaciones mineras y hornos en ruinas. Un decadente y semidesierto núcleo de población completa un panorama alucinante que recuerda inquietantemente a los pueblos mineros fantasmas de
los westerns.
El aprovechamiento del azufre ha definido a Las Minas, hasta el
punto de identificar el área con la actividad y otorgarle nombre. Situada
entre dos ríos y algunas sierras, el paraje nuca fue de fácil acceso, pero el
azufre determinó su enclavamiento conforme aumentaba su valor y utilidades para el ser humano. El estudio de Las Minas brinda, en consecuencia, una completa panoplia de fuentes de todo tipo relativas a la minería
del azufre, tanto en su aspecto tradicional o preindustrial como en el industrial. Pero, en sí misma, Las Minas encierra un profundo valor histórico,
social y económico. Es un símbolo del fracaso del proceso de industrialización, del mantenimiento de unas estructuras sociales muy tradicionales
ante la presencia misma de las innovaciones técnicas y económicas propias de los nuevos tiempos. Es el símbolo de la España dual del siglo XIX
sobre la que escribió Claudio Sánchez Albornoz, que pervive aún en los
espacios periféricos y marginales de la sociedad urbana e industrial en
EP
pleno siglo XX. Las Minas, en tanto que yacimiento azufrero, es un escenario pueblerino al que no acudirán las grandes figuras internacionales
como en Río Tinto, sólo compañías nacionales, obsesionadas únicamente
por sacar la máxima rentabilidad su producción, si bien es cierto que en
unas circunstancias muy complicadas. Ante la total inhibición del Estado,
estas empresas actuaron como sustitutas del mismo mientras pudieron
seguir obteniendo el azufre, sin que los beneficios de su aprovechamiento,
si los hubo, revirtiesen en la zona de ningún modo. Cuando este se agotó,
Las Minas llegó a su fin sin haber alcanzado ninguno de los consustanciales efectos sociales de prosperidad, urbanización y progreso que se le
suponen a la industrialización. Lo único que quedó fueron los restos de un
fenomenal impacto tanto paisajístico y ambiental como humano, que han
convertido a Las Minas en un segundo símbolo, el de la salvaje expoliación de la riqueza natural.
NS
IIIUUS
La existencia de una explotación minera tan antigua e importante y
de su excepcional núcleo de casas-cueva no podía pasar desapercibida a
los investigadores, quienes desde el inicio de la década de los noventa no
han cejado de plantear la cuestión, animando a que se emprendiera su estu-
'3
dio, tanto del núcleo rupestre (Jordán Montés 1991: 77; Jordán Montés
1992: 225; Jordán Montes y Sánchez Ferra 1993: 514), como de la minería del azufre (López Precioso 1998 a: 9), e incluso reclamando una
monografía del conjunto (Selva Iniesta, Sanz Gamo y Domingo Jiménez
1998: 39). El presente trabajo pretende cubrir esta demanda conciliando
las perspectivas antropológica y arqueológica planteadas por estos autores.
Así pues, la finalidad que este trabajo se propone es el análisis de
este espacio de contacto periférico entre el mundo cultural rural y la Industrialización', ejemplificada por la industria extractiva y de transformación
del azufre. Se entiende que interesa sobre todo el proceso de cambio económico y social que supone la Industrialización para España: incorporación de las masas al desarrollo, urbanización progresiva y los consiguientes cambios en la manera de vivir y pensar (Rueda, G. 1994 a: 361-383;
1994 b: 385-400).
La hipótesis desde la que se acomete el citado objetivo es que la
presencia de este agente de la modernidad no basta, al menos en esta ocasión, para producir el desarrollo que conduzca a la modernidad, bien en
forma de urbanización, bien simplemente deviniendo en actividad económica industrial con futuro. Es decir, que por sí sólo no constituye el reactivo necesario para desencadenar el proceso de cambio. Al contrario, no
sólo es evidente el desinterés por contribuir al desarrollo del área, a la que
se mantiene rural y aislada, sino que se genera además un impacto colosal
que terminará con el ya citado trauma paisajístico y humano 3
.
'Industrialización o Segunda Revolución Industrial se entiende aquí en su sentido historiográfico, es decir, como proceso y período histórico de desarrollo y extensión de las
premisas establecidas durante la Revolución Industrial a partir de 1860-70. Supone no
sólo la implantación definitiva de la industria fuera de la Gran Bretaña, sino el detonante
de una serie de cambios económicos, sociales y culturales a escala occidental.
2
No es nuestra intención entrar en polémicas terminológicas sobre si la "Industrialización" forma parte del concepto "Revolución Industrial", porque es su continuación y
desarrollo (Mor¡, 1983; Hobsbawn, 1977), o si es incompatible con él porque "revolución" implica cambio brusco, correspondiente con el generado por la máquina de vapor
y la nueva maquinaria (Mantoux, 1962). El término se utiliza aquí porque para la Antropología lo realmente útil es significar el proceso que progresivamente transformará la
sociedad, la economía y las mentalidades, aspectos sobre los que han insistido otros
autores (Ashton, 1950). Sobre la difusión de la industrialización se puede consultar la
excelente obra de Kemp (1974).
En este sentido sí se manifiesta un aspecto definidor de la Industrialización en Las
Minas y de la explotación de las riquezas mineras españolas del sur y sudeste: el de la
obtención de materias primas a bajo coste, propiciadas por poderosas entidades finan-
14
Esta tarea permitía, e incluso requería, que se abordara por separado el estudio de la minería del azufre y del hábitat, lo cual sirve de justificación a la estructura del trabajo, pero siempre desde una óptica más
amplia enfocada a los procesos de cambio cultural, los cuales se plasman,
se relacionan y adquieren su pleno sentido histórico en un espacio y tiempo concreto. De hecho: "tanto se ha hablado en abstracto de las relaciones
sociales que se ha olvidado que el poder se ejerce a través de las cosas y
de los espacios" (Carandini, 1984: 27).
Esta perspectiva dota de coherencia el trabajo ya que en demasiadas ocasiones se ha otorgado consideraciones separadas a hechos similares, tratándose incluso desde disciplinas distintas, olvidando u obviando
que se trata de una misma realidad.
La metodología, en consonancia con esta hipótesis, debía estar fundamentada sobre todo en la cultura material y ser multidisciplinar e integradora, armonizando procedimientos propios de la Arqueología y la
Antropología Cultural.
La Arqueología, a la que podemos definir "(...) como la disciplina
encargada de la recuperación, descripción y estudio sistemático de la cultura material del pasado ( ... )" (Clark, 1978: 10) constituye el eje metodológico de la presente obra, no sólo por la formación de quién suscribe estas
líneas, sino porque es la disciplina idónea para elaborar un discurso histórico sobre los hechos materiales:
"La Arqueología es una disciplina diferenciada porque sblo ella
proporciona el mecanismo conceptual para analizar estos datos peculiares (los artefactos antiguos, tanto contextuales como los específicos); una
disciplina diferente y un aparato conceptual diferente del que se requiere
para el estudio de la historia en su sentido limitado" (Clark, 1978: 13).
Ahora bien, esto no va en detrimento de la Antropología cultura,
sino al contrario: La Arqueología es una disciplina, por derecho propio,
que genera un discurso histórico de corte antropológico, aportando la
dimensión reclamada desde la propia Antropología Cultural puesto que:
"(...)(en un panorama diacrónico de la historia del hombre) nos
permite conocer sin lagunas (hablamos en términos reales y de objetivos)
cieras, despreocupadas de toda consecuencia que no sea la obtención de rentabilidad
económica.
No es este el lugar de entrar en polémicas sobre la validez de la extensión de la Arqueología a épocas históricas recientes y su presunta condición de disciplina auxiliar. Sobre
el debate se puede consultar: Carandini, A. 1979; Abad Casal, Junyent, Llul, MartínBueno y Ripollés (1993); Gutiérrez Lloret (1995); Torró i Abad (1994).
15
el desarrollo de la cultura y los distintos niveles y formas de comportamiento humano desde los orígenes de la humanidad al presente" (Jiménez
Núñez, 1979: 65).
Esto la convierte en nexo y fuente de la Antropología Cultural y la
Historiografía, y a la vez en contrapunto, desde la evidencia de los hechos
materiales' frente a la pujanza de modelos idealistas o demasiado optimistas de entender la realidad histórica y social (Barceló, 1988: 9-17).
Además, desde pocas formas podrían documentarse de forma más
clara y concreta las pautas de organización, procesos y división del trabajo que desde la evidencia material.
Así pues, teniendo en cuenta la importancia del espacio enunciada
anteriormente, hay que señalar dos factores que desempeñan papel esencial:
- El secular aislamiento del área y su consiguiente carácter periférico.
- La adscripción de Las Minas a un sustrato histórico-cultural concreto: el del sudeste peninsular.
En efecto, se hace difícil dilucidar hasta que punto Las Minas ha
permanecido aislada a pesar de la explotación, o precisamente a causa de
su existencia. El caso es que después de varios siglos continúa así, reflejándose este aislamiento en el sentimiento de haber sido olvidados por su
propia urbe, Hellín, donde por cierto hay muchos que desconocen esta
pedanía. De hecho, los habitantes de Las Minas se sienten más ligados a
la parte de Murcia, especialmente a Calasparra, de donde proceden
muchos de ellos, que a Hellín, a los que consideran "manchegos". Este
desapego se manifiesta en hechos tales como en la y celebración de sus
propias fiestas a parte de Hellín.
Este sentimiento centro-periferia, determinado por el aislamiento
de Las Minas, nos acerca a la cuestión del sustrato histórico-cultural. La
comarca de Hellín-Tobarra constituye una zona de transición entre otras
unidades geográficas e históricas de acusada personalidad (López Precioso, 1998a: 5).
Nos referimos a modelos procedentes de la Historia Económica , que han desarrollado
visiones idealizadas del nivel de vida durante la Revolución Industrial y la industrialización, convirtiendo la teoría del crecimiento sostenido como elemento clave, poniendo
el énfasis en la máquina de vapor y el factory system , desechando elementos como la
experiencia de los sectores tradicionales (Torró 1994: 60-61). Este hecho ha sido denunciado también desde la historiografía tradicional (Berg, 1987).
16
A grandes rasgos podemos decir que constituye una encrucijada en
las rutas que se abren hacia el interior manchego y meseteño peninsular
por el norte (Corredor de Almansa, la Sierra de Albacete); a la Alta Andalucía (Sierra de Segura y Alcaraz) por occidente, y a Murcia y Alicante por
el sudeste (Vega alta del Segura, Cieza, Altiplano Jumilla-Yecla).
A pesar de la reciente inclusión administrativa del municipio de
Hellín en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y de su posición de tránsito que le ha permitido ser participe de una continuada transmisión de influencias, queda enclavada por motivos históricos en el sustrato cultural del sudeste. La comarca de Hellín-Tobarra ha permanecido
ligada a las diversas realidades geopolíticas del sudeste peninsular, en concreto a aquellas relacionadas con la actual Comunidad Autónoma de Mur cia, al menos desde la Antigüedad tardía (Condado de Teodomiro) y la
Edad Media (reino taifa de Murcia), hasta la división provincial de Javier
de Burgos en 1833 que crea una provincia "artificial", la de Albacete, con
partes de Murcia y La Mancha en razón de criterios de extensión (López
Precioso, 1998 a: 5-6).
Esto significa que Las Minas, limitada por el Segura, y por tanto
limítrofe con Murcia, es la parte más murciana de una comarca que ya lo
es de por sí, aunque se enriquezca con influencias de distintos orígenes.
Precisamente una de las evidencias de esta adscripción la constituyen las propias casas-cueva de las que se hablará luego, pero se hace necesario antes de entrar en materia tratar de precisar los calificativos "rupestre" y "troglodita" que se utilizan usualmente para definirlas.
La definición de "rupestre" que ofrece el Diccionario General de la
Lengua Española Larousse es: "adjetivo (latín rupestrem). Relativo a las
rocas. Arte rupestre (Bellas Artes), pinturas, grabados y relieves realizados
sobre rocas".
El mismo diccionario dice de "troglodita": "adjetivo y sustantivo
masculino y femenino (griego troglodytes). Cavernícola. 2 Figurado. Bárbaro, rudo, grosero".
En la bibliografía española se utilizan diversos términos que
incluyen estos dos calificativos: "arquitectura rupestre" (Fernández
Serrano et alii 1982), "hábitat en cuevas" y "hábitat troglodítico" (Jordán
Montes y Sánchez Ferra 1993; Lillo Carpio, 1993), "hábitat rupestre"
para referirse al fenómeno; "viviendas-cueva" (Cebrián Abellán y Morote Martínez, 1993), "cuevas trogloditas" (Cano Gomáriz et alii, 1993),
"cuevas artificiales" (Carra Barrionuevo, 1986; Carra Barrionuevo y
Rodríguez López, 1987), o "casas-cueva" para nombrar las unidades de
habitación concretas.
17
Aunque como se ve el término "troglodita" se utiliza, quizá
siguiendo la terminología de algunas obras anteriores (Jessen, 0. 1955;
Bertrand, 1986), se percibe cierta tendencia a alternarlo indistintamente
con "rupestre" o "cueva", incluso de manera redundante'. Este hecho,
aunque no ha sido explicitado en ningún trabajo, podría fundamentarse en
cierta reticencia debida a su segundo significado.
Como en pocas ocasiones habrá mejor oportunidad de matizar al
respecto, sería conveniente clarificar los conceptos. Lo cierto es que las
posibles reticencias que genera el vocablo debieran partir más bien de su
primera acepción ya que, en sentido estricto, un "cavernícola" es aquel que
habita una caverna, una abertura natural de la roca. Esta distinción es
sumamente importante porque las casas-cueva, sea cual sea su tipología,
son cuevas artificiales' que constituyen la plasmación de la idea de vivienda mediante una arquitectura parcial o totalmente sustractiva en lugar de
la arquitectura aditiva propia de la superficie. La importancia de esta puntualización radica en que si estamos hablando de arquitectura, aunque sea
vernácula, la simple ocupación de una caverna queda ampliamente superada, convirtiendo en improcedente a "troglodita" para calificar la arquitectura. Siguiendo este mismo criterio cualquier nombre que implique la
artificiosidad de la cueva y aluda a su condición de vivienda es válido
como nomenclatura de la unidad de habitación ("vivienda-cueva", "casacueva`).
Por otra parte, el segundo significado de "troglodita" comporta una
figuración bastante peyorativa', la de barbarie, rudeza, grosería, defectos
que, por cierto, se les supone a quienes están sin civilizar: primitivos y salvajes. En un diccionario más antiguo, el de Saturnino Calleja de 1924, a
estos dos significados se le sumaba un tercero en este sentido: "Antiguo
pueblo de África". Lo lacónico de este último calificativo hace imposible
saber si este "antiguo pueblo de África" era "cavernícola"; lo que está
6
"Cuevas troglodíticas" (Cano Gomáriz et alii 1993) es una repetición o una falta de propiedad evidente.
Debe quedar claro que existe una diferencia entre caverna y cueva. Mientras la primera, como se ha dicho, es una apertura natural, la cueva puede ser tanto natural como artificial.
8
La denominación "cuevas artificiales" aunque correcta, supera el ámbito del hábitat,
pues bajo esta denominación caben tumbas y lugares de culto de implicaciones distintas a las del hábitat
De la que se derivan incluso otras acepciones como "muy comiente". (Diccionario enciclopédico Espasa).
18
claro es que ambos, o alguno de ellos en particular, equivalen a "bárbaro,
rudo, grosero" debido a su modo de vida primitivo, lo que dota al término
de connotaciones negativas que tienen su reflejo en la consideración social
que se otorgaba a quienes vivían en las casas-cueva`. En estas condiciones eludir el término troglodítico conscientemente supone no prejuzgar,
evitar la carga de negatividad que conlleva la palabra y acercarse al tema
con auténtico espíritu científico.
Intencionadamente hemos hablado anteriormente de bibliografía
española porque no debemos olvidar que las connotaciones no son extensibles al extranjero. A un idioma distinto le corresponde un horizonte mental diferente. Desde este punto de vista debemos de considerar la utilización de "troglodita" en trabajos de Maryelle Bertrand sobre Guadix (1986:
263-283). Claro, como su propio nombre delata, Maryelle Bertrand es
francesa y esto tiene su importancia en la cuestión. Según «le Dictionnaire Larousee du Français d'aujourd'hui »la palabra significa:
«1. Habitant d'une grotte, d'une caverne, d'une demuere aménagée dans la terre, dans le rocher. 2. Petit passereau des zones tempérées nichant dans les trous des murs»".
Es decir, que "troglodita" no significa ni bárbaro, ni rudo, ni grosero en francés. Su segundo significado, referido a un pajarillo que anida en
los agujeros de los muros, no parece sospechoso de poseer una carga de
negatividad como la del castellano 12
.
En el núcleo de casas-cueva del cercano Tolmo de Minateda se conocía a los modernos
trogloditas como "los de los covachos" o "los de las cábilas", términos de tono despectivo y de reminiscencias norteafricanas respectivamente, que se corresponden con
dos de las definiciones vistas. Sobre quienes allí habitaban colgaba un poderoso sambenito, la "mala fama", que significaba que se trataba de gentes rudas y de mal vivir, lo
que nos acerca al concepto figurado de "troglodita" ("bárbaro, rudo, grosero") evidenciando la carga negativa que comporta el término.
"1. Habitante de una gruta, de una caverna, de una morada habilitada en la tierra, en la
roca. 2. Pajarillo que habita las zonas templadas que anida en los huecos de los muros".
T. A.
2
La cuestión idiomática evidencia como pocas las diversas percepciones sobre un mismo
fenómeno. En este caso muestra incluso la extensión del mismo, ya que para Bertrand
está tan desprovisto de negatividad que se compró una casa-cueva en Guadix, donde se
trasladó a vivir. O sea, mientras aquí son legión los que piensan que las casas-cueva son
subviviendas, para ella era algo más bien exótico. En el mismo sentido que Bertrand
emplea el término "viviendas trogloditas" Jessen (1955).
'VI
En definitiva, lo más adecuado parece utilizar en adelante el calificativo "troglodita" con cierta precaución, pero sobre todo con propiedad.
Para definir la arquitectura de las casas-cueva resultaría impropio en castellano, por lo que recurrimos al adjetivo "rupestre", más preciso y aséptico en cuanto a connotaciones. El uso de "troglodita" es admisible para
nombrar a los habitantes de las casas-cueva ante la carencia de algo más
adecuado`, y por supuesto, desprovisto de connotaciones negativas.
Por último, se hace igualmente necesario definir el término "semirupestre", escasamente empleado en la bibliografía, donde con frecuencia
bajo el epígrafe de la "vivienda en cuevas" se engloban muchas cosas. Las
viviendas semi-rupestres aprovechan abrigos eólicos para adosar una
construcción de superficie cubierta generalmente a un agua. Su técnica,
que podríamos calificar de arquitectura aditiva, se corresponde más con las
viviendas de superficie que con las rupestres. Requieren de una plataforma pues se ubican en las partes más altas de cingles y cabezos, donde se
encuentran los abrigos y aparte de las tierras de labor.
Esta tipología semi-rupestre, que realmente nada tiene que ver en
origen con la rupestre", convive con ella hasta el punto de quedar ambas
bajo la misma denominación: las cuevas.
' Existe una derivación de rupestre, "rupícola", que podría haber resultado ideal. Pero se
encuentra adscrita al ámbito de la Ecología: "Se dice de la especie animal o vegetal que
vive sobre un sustrato rocoso." (Diccionario enciclopédico Espasa).
' Su raíz podría remontarse a la Edad del Bronce, mostrando una cierta continuidad histórica en el campo de Hellín, o en las cercanas Sierras de Yeste y Nerpio (Jordán Montés,J. F.; De la Peña Asencio, A. 1992: 120).
20
1
METODOLOGÍA
Los objetivos marcados en el trabajo requerían elaborar una metodología rigurosa e integradora que permitiese la complementariedad de
diversas disciplinas, prioritariamente la Arqueología y la Antropología.
Esta metodología de corte interdisciplinar se había concebido para el
Tolmo de Minateda, importante yacimiento arqueológico de Hellín, declarado Bien de Interés Cultural, y que alberga un conjunto de viviendas
rupestres y semi-rupestres estudiado hace algunos años. No obstante, esta
metodología ha evolucionado y madurado en las Minas de Hellín durante
las diversas fases del trabajo.
El inevitable paso previo lo constituyó la etapa de realización del
vaciado bibliográfico y la búsqueda de fuentes escritas sobre la minería del
azufre y la vivienda rupestre de época contemporánea. Esta tarea arrojó
resultados sorprendentes, pues vino a reafirmar la escasez bibliográfica
que existía sobre ambos aspectos y, sin embargo, sobre la explotación azufrera de Las Minas de Hellín se ha encontrado documentación directa
generada por su condición de Mina Real desde el siglo XVI, pero sobre
todo por las empresas "Azufrera del Coto" y "Coto Menor" en los siglos
XIX y XX. Esta abundancia, sin embargo, ha encontrado muy escasa
correspondencia en la investigación histórica, en la que hay que mencionar el trabajo historiográfico referente sobre la minería albacetense de
Vilar y Egea (1986: 36-67), donde las minas ocupa un lugar preferente.
Más recientemente la explotación azufrera de Las Minas volvería a aparecer en la bibliografía, primero desde la perspectiva de la arquitectura
industrial, o sea, de los restos de las instalaciones mineras en un catálogo
sobre el patrimonio arquitectónico industrial de Castilla-La Mancha (Díaz
Díaz et alii, 1995 :132-133); y poco después, en un artículo en el que se
reclamaba el estudio de dichos restos materiales desde la Arqueología
Industrial, además de estudiar uno de los depósitos de detritos mineros que
se encuentra a la entrada del pueblo (Selva Iniesta, Sanz Gamo y Domingo Jiménez 1998). Hasta el momento, la presencia de Las Minas en la
investigación se reduce a esto.
Sin embargo, como se decía, las fuentes escritas sobre la explotación azufrera de Las Minas son abundantes, y no sólo las directas, pues de
ellas se tiene conocimiento desde antiguo y están presentes en las obras de
geógrafos y eruditos, al menos desde el siglo XII con Az-Zuhri. Esta presencia se hace especialmente importante en el período que nos ocupa,
21
en la que además de contar con obras geográfico-enciclopédico como la de
Miñano (1826-29) y la de Madoz (1850), la preocupación por la rentabilidad de la explotación conducirá a la realización de supervisiones e informes elaborados por ingenieros de minas, como González (1832), Amar de
la Torre (1842), Naranjo y Garza (1865) Botella y De Hornos (1868) o
Bentabol (1917) y Meseguer Pardo (1924), en los que se detallan detalles
del laboreo y beneficio del mineral.
De esta forma se ha incrementado nuestro conocimiento sobre la
explotación histórica del azufre, sobre la que, por cierto, no existe demasiada bibliografía' 5 ya que al parecer la minería metalúrgica ha atraído
más el interés de la investigación.
Como trabajos referentes de espacios afectados por explotaciones
mineras seculares, se pueden citar por poner un par de ejemplos, la obra
de Avery (1974) sobre Río Tinto, y la de Bleinberg (1985) sobre Almadén.
En lo que se refiere a la vivienda rupestre contemporánea se puede
comenzar por decir que los habitantes de las casas-cueva no generaron
documentación directa, por lo que las fuentes escritas son de carácter
exclusivamente bibliográfico, bien directas, bien secundarias. Por fortuna,
muchos de los casos que han sido estudiados hasta el momento constituyen referentes válidos por su pertenencia al área cultural del Sudeste en el
que se encuadran Las Minas. En la investigación el tema despierta interés
a partir de la década de los ochenta, salvo escasas excepciones (Jessen,
1955: 137-157). En sus inicios no se centrará en una época histórica determinada, sino en el fenómeno como algo insólito. Surge entonces bibliografía específica sobre el tema abordado desde la Etnografía (Fernández
Serrano et alii 1982: 2-5; Carta Barrionuevo, 1986; Carra Barrionuevo y
Rodríguez López, 1987; Asenjo, 1990), la perspectiva histórico-arqueológica (Bertrand, 1985: 185-192; 1986:263-283) o incluso formando parte
de obras de carácter geográfico (Ponce Herrero, 1989: 143, 159, 162, 165).
De todas formas, lo habitual era que apareciesen en los repertorios etnográficos (Feduchi, 1984).
Ya en la década de los noventa el interés ha continuado siguiendo
idénticos caminos en lo etnográfico (Cano Gomáriz et a/ii, 1993: 571-592;
Lillo Carpio, 1993: 559-569; Jordán Montes y Sánchez Ferra, 1993: 507-558)
y en lo geográfico (Cebrián Abellán y Morote Martínez, 1993: 489-495).
,
' Hay que recurrir a trabajos muy antiguos de carácter enciclopédico sobre la minería,
en los que se trata en un apartado la explotación y beneficio del azufre (Plinio, XXXV;
Agrícola, 1556).
22
Pero en lo arqueológico se produce una innovación: la utilización
de métodos de la Arqueología y la Etnografía integrados para el estudio
del hábitat rupestre de época contemporánea en la comarca de HellínTobarra por parte de quien suscribe estas líneas. Este trabajo sería el que
permitió la toma de contacto con Las Minas y su importante núcleo rupestre equiparable en número a otros de renombre como el de Guadix y que
permanecía inédito.
De esta situación de vacío se deducía la importancia de lo que ofrecía Las Minas para el estudio de la vivienda rupestre; por un lado, de la
minería del azufre, y de su importancia como espacio de contacto entre
ambos hechos en una época histórica determinada (la contemporánea), e
incluso desde la perspectiva de su importancia para la investigación en el
ámbito comarcal.
Dadas las circunstancias quedaba igualmente claro el peso específico que debía tener el trabajo de campo, para lo que se consideró esencial
la integración de metodologías arqueológicas y antropológicas, pues contribuirían a un análisis más completo y a una mejor comprensión de los
hechos al abordarlos desde diferentes perspectivas.
En esta tesitura lo único que restaba por hacer era comenzar la
siguiente etapa, el trabajo de campo, el cual constaría de varias fases. El
abordar esta etapa requería de algo más que una simple toma de contacto
sobre el terreno; exigía la prospección del espacio real, es decir, el reconocimiento exhaustivo del espacio geográfico, cartográfica y físicamente,
identificando y ubicando con precisión los hechos objeto de este estudio.
Esta sería la primera fase del trabajo de campo.
Antes de continuar hay que advertir que aunque la prospección es
una técnica usual en la localización de yacimientos, también es el eje en
torno al cual gira una línea arqueológica denominada "arqueología espacial", que la utiliza como herramienta principal para delimitar, caracterizar y jerarquizar los hallazgos en su contexto espacial como tarea ineludible de la investigación arqueológica.
En la prospección se incluyeron además áreas limítrofes de Las
Minas, como Salmerón (Murcia), al otro lado del río Segura, donde se descubrió el yacimiento del cerro del Monagrillo, o el embalse de Camarillas.
Esto supuso una fase de prospección bastante prolongada, que no obstante dio sus frutos, pues una vez finalizada se habían caracterizado la confi-
6
Buena muestra de ello son los Congresos denominados Arqueología espacial que tuvieron lugar en Teruel durante la década de los ochenta.
23
guración estratigráfica de Las Minas; se había delimitado la extensión del
hábitat rupestre (mayor de lo supuesto en principio) y estudiado en sus
aspectos generales de conjunto, además de localizado e identificado numerosos pozos e instalaciones mineras.
La segunda fase del trabajo de campo consistió en la elaboración de
una catalogación de los restos materiales. No obstante, la profusión y el
deficiente estado de conservación de algunos de ellos, constatado en la
prospección, aconsejaban la necesidad de ser selectivo con la misma sin
que ello supusiera una merma de la significación de lo estudiado. Con este
fin se siguieron dos líneas de actuación:
la) Por una parte, se delimitó una zona concreta que permitiese
estudiar la disposición espacial del hábitat. Por supuesto, esta zona debía
ser representativa del conjunto y para ello debía cumplir con dos premisas:
que albergara un grupo de casas-cueva de entidad evidente y que estuviera en buen estado de conservación`. Esta acción está en consonancia con
la propia arqueología espacial y con otra línea arqueológica: la arqueología contextual "más interesada en los yacimientos que en los artefactos, se
ocupa sobre todo de la expresión multidimensional de la toma de decisiones humanas dentro del medio" (Butzer, 1982: 7). Esto permite ubicar el
estudio individual de cada casa en su contexto además del propio contexto. Aquí es donde radica uno de los principales intereses y características
de este trabajo: las relaciones comunitarias y "urbanísticas" de las casascuevas y sus habitantes en sí mismas.
La zona seleccionada fue la que constituye el límite noroccidental
de las casas-cueva, cercana al puente que atraviesa el río Segura en dirección a Salmerón. Por su posición en el citado cuadrante se le denominó
Barrio Noroeste".
28) Por otra parte, se procedió a la selección de un determinado
número de viviendas de todo el conjunto. La razón de este proceder reside en la decisión de ilustrar más extensamente las variaciones tipológicas
que ofrece el conjunto, eligiendo para ello algunos de ejemplos más representativos. De hecho, se incluyen viviendas de superficie que poseen sólo
algunos ambientes rupestres.
Para la catalogación se utilizaron unas fichas que incluyen distintas variables, desde las de tipo etnográfico-arquitectónicas a las puramen-
" Era esencial para compilar la información de la catalogación provechosamente, e incluso para no poner en peligro nuestras vidas.
8
Hoja del MTN 868-1V; Coordenadas UTM: 614- 4 244
24
te arqueológicas (procesos deposicionales). Estas fichas integran dos tipos
de registros: uno literal y otro gráfico`.
Aunque su diseño fue inspirado en la empleada por Berrocal, Algarra y Barranco (1944: 33-34), han sido adaptadas a los requerimientos
específicos del hábitat rupestre.
El registro gráfico ha contemplado la utilización de dos técnicas:
P) Dibujo técnico. Se han podido recuperar algunos planos originales de las antiguas instalaciones mineras, fabriles y de maquinaria.
Cuando no ha sido posible contar con originales, como con las casascueva o los hornos de primera fusión, se han dibujado, como mínimo, sus
plantas a escala 1: 50, además de otras representaciones que ilustren
diversos aspectos interesantes de los restos materiales: secciones longitudinales, perspectiva axonométrica, tipología de alacenas y plano de situación.
2) Fotografía. Fundamental para registrar alzados, detalles y el
estado actual de las instalaciones. Se hicieron fotografías niveladas y con
escala (jalón de un metro) de cada alzado. En la obtención de este fichero
gráfico se utilizó una cámara Nikon F65 y dos objetivos de 35-75 mm y
70-300 mm.
Estas fichas han sido esenciales en el posterior estudio de la arquitectura y el análisis estratigráfico de alzados de las casas-cuevas, y han
resultado decisivas en el estudio de algunas de las instalaciones mineras
como los hornos de primera fusión.
A continuación se procedió a la tercera fase del trabajo de campo:
el análisis estratigráfico de alzados, otra de las técnicas de índole arqueológica que se han aplicado. La estratigrafía de alzados surge en Europa en
el ámbito de la Arqueología Medieval, con el fin de estudiar arqueológicamente inmuebles urbanos de valor histórico que iban a ser transformados o rehabilitados (Brogiolo, 1988: 335). Siguiendo esta línea se han acuñado nuevos términos, como Unidad Estratigráfica Muraria (u.e.m.) (Francovich y Parenti, Brogiolo, 1988), e impulsado la aparición de recientes
publicaciones 20
.
' La elaboración de estas fichas ha generado un catálogo de casa-cueva. Cada una de las
fichas recibe un nombre de catálogo siguiendo una clave: Todos comienzan con las iniciales del yacimiento, MH (Minas de Hellín) y continúan con un dígito correspondiente al año de catalogación, un 1 o un 2 (por 2001 o 2002), más dos dígitos correspondientes a su orden 01, 02, 03). Esto significa que las casas se denominan MH101,
MH201, etc.
25
La estratigrafía de alzados se define como el estudio de los restos
emergentes en superficie de los restos materiales del pasado, mediante la
adaptación de los principios estratigráficos que se aplican en las excavaciones (Harris, 1989), puesto que en definitiva se trata de estratos verticales a los que se asocian interfacies y elementos interfaciales de diversa
índole.
Se debe aclarar que toda realidad física creada de forma directa o
indirecta por el hombre está sujeta a una serie de transformaciones, humanas o naturales, que hacen a los espacios que las albergan depositarios de
la Historia. De esta manera nos encontramos que:
"Hay dos formas de unidades de estratificación (es decir, de
hechos fisicos realizados por el hombre), los depósitos y las interfacies. La estratificación arqueológica en sí misma representa el
ciclo del tiempo, porque está formada por los mismos procesos
repetitivos, es decir deposición o degradación" (Harris, 1991: 68).
Sobre la indispensable referencia contextual de la catalogación se
escogieron cuatro viviendas a las que aplicar el análisis estratigráfico. Para
identificar a las distintas unidades estratigráficas o unidades de estratificación se procedió a numerarias y ordenarlas, aplicando el sistema de referencias de Brogiolo (1988: 336-338). Tras la preceptiva "lectura" de las
estructuras y sus relaciones sobre el terreno, procedimos elaborar un registro escrito` que recogiera las relaciones estratigráficas entre las distintas
unidades estratigráficas (Parenti, 1988). Este registro nos ha permitido
ilustrar las relaciones de las unidades estratigráficas dentro de su propia
situación referencial.
Tras el proceso de registro llega la interpretación de la evidencia
constructiva, reconstruyendo las sucesivas etapas que la llevaron hasta el
momento actual. Podemos así reconstruir un hecho material concreto: una
"narrazione microstorica",en palabras de Carandini (1981), ampliamente
ilustrada y susceptible de complementarse con otros registros.
Simultáneamente al estudio de alzados, y con el fin de profundizar
en el tema, se han aplicado otras técnicas de índole tecnológica: la ubicación de las coordenadas Universal Transversa Mercator (U.T.M.) de los
pozos mineros mediante un "Global Position System" (G.P.S.) para evitar
su olvido; el empleo de análisis arqueométricos de algunos de los elemen-
20
Como Archeologia dell'Architettura (Florencia) o Informes de la Construcción (CSIC,
Madrid).
21
Una ficha abreviada adaptada de la ofrecida por Parenti (1988: 253).
26
tos materiales, concretamente de madera de varias vigas, del encalado, la
argamasa, del enlucido de las casas, cerámica de crisoles, varios productos de azufre 22 ; y análisis de los suelos 23 para que ayudara a comprender la
textura sedimentaria de la zona 24 . Cabe recordar que dicho paisaje de Las
Minas está fuertemente sometido a la acción antrópica, y precisamente,
este hecho interviene de forma decisiva en los procesos erosivos y deposicionales 25
La cuarta fase se corresponde con la aportación metodológica de
corte más estrictamente antropológico, o sea, el denominado "trabajo de
campo etnográfico" (Jiménez Núñez, 1979: 56). Para llevar a cabo esta
tarea se utilizan normalmente dos estrategias: la denominada "observación
participante" (Rossi y O'Higgings, 1981: 161) u "observación-participación" (Jiménez Núñez, 1979: 59) y las entrevistas con los "informantes".
Aquí se ha optado por la combinación de ambas en un intento de aunar sus
respectivas ventajas.
La observación participante consiste precisamente en observar la
vida de la comunidad desde dentro, intentando comprender "las razones y
el significado psicológico de las costumbres y prácticas, tal y como los
mismos individuos y grupos estudiados las entienden" (Rossi y O'Higgings, 1981: 161-162). Esta observación participante es imprescindible
para "adquirir un conocimiento general de la cultura que sirva de contexto a su propia parcela de estudio" (Jiménez Núñez, 1979: 58-59).
En cuanto a la segunda estrategia debemos comenzar por definir
que es un informante:
"Todo miembro de la comunidad constituye un informante en
potencia, pero el investigador utiliza deforma sistemática a una o
mejor varias personas que por razón de su edad, sexo, estatus, etc.,
y de sus cualidades personales de memoria, sinceridad u otras
semejantes, son una fuente valiossima de información y comprobación". (Jiménez Núñez, 1979: 60).
,
.
22
Proporcionados por Esteban Abellán.
Este análisis, llevado a cabo en la Universidad de Alicante, ha sido incluido en la parte
relativa al medio físico.
24 En consonancia con la línea arqueológica contextual, en la que resulta fundamental el
estudio del paisaje medioambiental.
25 E1 análisis del suelo es una variable fundamental del sistema medioambiental "ya que
juega un papel importante a causa de su influencia sobre los regímenes de humedad
natural y el equilibrio acumulación de suelo y erosión" (Butzer, 1982: 56).
23
27
Los informantes, de forma voluntaria, proveen de información precisa sobre ciertos aspectos infrecuentes de la vida cotidiana o sobre los que
ellos pueden aportar datos inéditos.
Dadas las características y objetivos de esta obra, enfocados a la
obtención de datos etnográficos e históricos, esta segunda estrategia ha
revestido una especial importancia para documentar la vida de los mineros
de las casas-cuevas`, coincidiendo en cierta forma con otra línea metodológica de corte antropológico procedente de la Historia: La Historia Oral 27
que según Robert Perks "es la historia hablada: el registro de unos recuer dos irrepetibles y las historias de vida de la gente" (1994: 17).
La pretensión de la Historia Oral es proporcionar información individual a la Historia, rescatándola de la masa e incluyendo en la historia a
grupos marginales de la sociedad. Se trata de una disciplina joven, que
comienza a cuajar con los métodos de trabajo de campo de la propia etnografía, aunque aquí resulta esencial grabar los testimonios. Los estudios y
proyectos comenzarían a producirse, sobretodo en el ámbito anglosajón,
hacia el fin de la posguerra y culminarían de alguna forma con el establecimiento de La National Lije Storv Collection, en el National Sound Archive de la Biblioteca Británica (Perks, 1994).
Las entrevistas han ido desde las previamente preparadas del inicio
a las posteriores conversaciones de tono distendido. Especialmente al principio es muy importante tener en cuenta la posible desconfianza que
pudiera albergar el entrevistado, de forma que hay que procurar mostrarse
,
26
Pocos quedan de los días del azufre: Los que no han fallecido o emigraron cuando se
cerraron las minas a principios de los 60, se muestran reticentes a narrar algo que tenga
que ver con su vida en las cuevas y en las minas. Las causas de esta reticencia son bastante comprensibles. A su tradicional aislamiento suman el trauma del fin de la explotación que hundió el área en el decaimiento, la depresión y el abandono. En este clima
se respira la idea de haber sido olvidados del resto del mundo y poco o nada espera de
autoridades o de extraños. Sus habitantes recelan de todo aquel que viene de fuera y no
es fácil ganarse su confianza, a pesar de significativas excepciones. Y aquí hay que citar
la inestimable ayuda de los informantes Esteban Abellán y Diego Martínez, hijo del
antiguo administrador de las minas y el último minero de la explotación respectivamente. Además el testimonio del primero ha sido doblemente valioso pues ha servido
de asesoramiento en los aspectos más técnicos del trabajo, gracias a su formación como
ingeniero técnico de minas, y su entusiasmo le ha llevado implicarse sentimentalmente, aportando gran cantidad de documentación de primera mano perteneciente a la
explotación minera.
27
Se acepta de forma general que fue el estadounidense Allan Nevins, quién acuñó la
definición de Historia Oral.
28
serio y transmitir confianza. De igual importancia resulta para el entrevistado el lugar donde se efectuará la entrevista, puesto que influye en gran
medida en su capacidad evocadora. La consigna que se debe tener presente es la de indagar con la mayor profundidad posible, pero siempre ateniéndose a un comportamiento totalmente respetuoso, sin forzar.
La información obtenida de la observación y de los informantes se
registró mediante notas y grabaciones en cinta magnetofónica cuando ello
fue posible. Por cierto, que para grabar se requieren unas capacidades
mínimas del equipo técnico. Es conveniente que esta tarea se realice con
un magnetófono que disponga de micrófono de solapa y de cintas de calidad suficientemente reconocida, pues de este modo se garantiza la calidad
del sonido de la entrevista. En este caso se disponía de un magnetófono
Aiwa HS- JS245 con micrófono de solapa, mientras las cintas eran de hierro Fuji DR 60.
En todo momento hay que ser consciente de la carga de subjetividad y las posibles distorsiones de la memoria con las que se va a tener que
contar a la hora de valorar el testimonio oral (Perks, 1994; Barandiarán,
1982). Por esto es necesario contar con varios informantes por separado,
para poder contrastarlos, sin olvidar que:
) el etnólogo tiene que manejar tres niveles diferentes en toda
situación ( ... ) Tales niveles vienen constituidos por lo que los infor mantes dicen que es verdad (verdad subjetiva), por lo que ellos
creen que debe ser (verdad ideal), y por lo que realmente es".
(Jiménez Núñez, 1979: 60).
Terminado el trabajo de campo se pasó a la tercera y última etapa,
la de gabinete, donde se procede a la vertebración y análisis de los diferentes datos etnográficos y arqueológicos obtenidos para su posterior
interpretación. Aunque nunca es sencillo, hay que reconocer que la amplia
gama de datos reunidos ha obligado a efectuar un esfuerzo extra, cuya culminación ha quedado plasmada en la redacción del presente trabajo y sus
resultados.
"( ...
29
2
EL ENTORNO NATURAL
Las Minas de Hellín se enmarcan en la denominada comarca de
Hellín, cuyo centro es el municipio homónimo de la comunidad autónoma
de Castilla-La Mancha. La comarca queda al sur y al este en contacto con
la comunidad de la Murcia; por el norte y el oeste, con La Mancha y el
arranque septentrional de las cadenas montañosas sudbéticas. Esta comarca se caracteriza por la alternancia de llanuras (cañadas u hoyas) con elevaciones serranas de escasa altura (picachos y cabezos), además de por
estar atravesada por dos ríos, el Segura y el Mundo. Precisamente en la
confluencia de estos dos ríos se ubican Las Minas, pedanía de Hellín, en
el sur de la comarca y en contacto con los términos municipales de Calasparra (sur) y Moratalla (oeste). De hecho Las Minas quedan separadas del
valle de Hellín-Tobara por la Sierra de los Donceles, que alcanza los 807
m. de altura y se extiende de Noroeste hacia el Sureste, una dirección
extraña para las cordilleras Béticas, consecuencia de la anomalía de Alcaraz, que se refleja igualmente en el valle del Mundo y la sierra de Santa
María. A partir de aquí (V de Hellín), las cordilleras recuperan el rumbo
normal (oeste suroeste-este noreste).
En cuanto a los materiales geológicos de la comarca podemos
decir que según Sánchez Sánchez (1982),
) en las alineaciones prebéticas que surcan la comarca predominan ¡os materiales secundarios (del jurásico al Oeste y del Cretácico al Este), cuyos estratos están fuertemente plegados sobre un
piso triásico más antiguo, que aflora en algunos puntos y sigue
ejerciendo un papel tectt5nico de materiales plásticos sobre los que
se deslizan bloques rígidos de carniolas y dolomías. Junto a estas
sierras mesozoicas aparecen otras sierras del terciario, concretamente del Mioceno, de aspecto tableado, compuestas de calizas,
margas arenosas y areniscas (Tolmo) en los que se forman abrigos
por la acción eólica. En las dilatadas planicies alternan cuchillos
(sierras delgadas), picachos (agudos y aislados) y morrones y
cabezas de cima aplanada (Tolmo).
En las llanuras y valles o cañadas los materiales neógenos
y pliocuaternarios se depositaron sobre las cuencas desarrolladas
en las fracturas de la última fase orogénica. En la sedimentación
de estas cuencas alternan episodios marinos con otros lagunares
en repetidas series de capas delgadas (margas endurecidas, arenas
"( ...
30
y arcillas), entre las que a veces se intercalan capas de azufre,
explotadas en Las Minas (Helln)".
Así pues Las Minas sería una de estas cuencas que quedó aislada
entre los cursos del río Segura y el Mundo. Los materiales sedimentarios
que se depositaron en esta cuenca pertenecen al Terciario, concretamente
son una representación del Mioceno Superior-Plioceno (Jerez Mir, 1984:
225-29). La potencia de dichos sedimentos se estima en unos 400-500
metros, conformando una zona de suaves elevaciones que van de los 352
metros a los 469. Es la cuenca de mayor amplitud de las de una serie que
ocupa el área, y que quedan delimitadas por fallas de dirección norestesureste.
En el ámbito estratigráfico podemos distinguir básicamente dos
unidades:
- Margas arcillosas blancas con evaporitas, localmente intercaladas
por niveles de lignito y azufre. La potencia de este tramo queda comprendida entre los 150 y 200 m.
- Otro tramo formado por margas y calizas dolomíticas tableadas
blancas que ocasionalmente intercalan algunos niveles arenosos. En el
techo de este tramo abundan niveles ricos en diatomitas, intensamente
explotados en el borde septentrional de la cuenca de Las Minas, a la altura del Tesorico, donde mayor desarrollo alcanza. En este punto se puede
reconocer un conglomerado poligénico de naturaleza fluvial que lateralmente pasa a unas calizas lagunares.
Del Holoceno (Cuaternario) se observan restos de la terraza aluvial
del río Segura, sobre los materiales terciarios, correspondientes a las primeras etapas de encajamiento fluvial.
Aunque se llegó a pensar en un posible origen orgánico o mineral
para el sulfuro, parece evidente que la falta de afloramientos que muestren
grandes acumulaciones de materia orgánica adjudica gran importancia al
vulcanismo del área en los aportes de sulfúrico. La existencia de actividad
volcánica se relaciona con la presencia del cerro de las Cabras entre Cancarix y Jumilla asociada a la alineación diapiro triásica de la depresión
Cancarix-Jumilla (jumillitas y fortunitas).
El clima es de tipo mediterráneo, caracterizado por primaveras apacibles e inviernos benignos, con una temperatura media anual que ronda los
18°. Las precipitaciones aparecen en las estaciones equinocciales, mientras
el verano se define como el período más seco, largo y pronunciado.
Una evapo-transpiración intensa unida a una intensa y secular
acción deforestadora, han dado lugar a una vegetación rala y escasa de tipo
arbustivo junto a restos de los antiguos bosques de pinos y sabinas apre-
31
ciable puntualmente en la sierra de los Donceles. Entre las causas de la
deforestación se pueden citar la necesidad de leña de los hornos de Las
Minas, que en 1589 obliga ya a restricciones en la tala de los bosques, y el
cultivo del esparto.
El régimen de vientos predominante en la comarca diferencia dos
ciclos (Sánchez Sánchez), 1982: 64):
- De noviembre a marzo, vientos de oeste-suroeste, fuertes y húmedos, salvo cuando soplan en verano que son secos.
- De mayo a septiembre, vientos de este-sureste, más secos, aunque
en primavera y otoño pueden producir lluvias.
La formación vegetal que cubre la comarca se puede definir como
regresiva. Está constituida por matorrales de la familia de las labiadas,
xerófilas y frugales, como teurium y satureja, además de cristáceas y
compuestas como santolima y artemisa. Comparten suelo con las gramíneas xerófilas como stipa,festuca, brachipodium, entre las que destaca la
stipa tenacissima o esparto. Estos matorrales corresponden a las últimas
etapas (cuarta y quinta) de degradación de las comunidades arbóreas existentes en suelos ya agotados (Sánchez Sánchez, 1982: 92-93).
En el marco general de este trabajo, y como aportación al conocimiento del medio particular de Las Minas, nos pareció de gran interés realizar un análisis edafológico que nos proporcionara datos sobre la interacción humana con el medio.
32
El análisis se basó en 4 muestras de suelos diferentes de Las Minas
de Hellín. Los suelos se corresponden con:
- Una terraza fluvial reciente del río Segura (suelo 1).
- Terrazas holocenas actualmente en cultivo de arroz (suelo 2).
- Estratos interdolomfticos de margas (suelo 3).
- Sedimentación proveniente de los relieves donde se situaban las
casas de los mineros, y que son el objeto del presente estudio (suelo 4).
La terraza fluvial (suelo 1) se trata de un suelo de deposición de
relativa baja carga fluvial, donde casi únicamente se sedimentan cantos y
arenas, arrastrando elementos finos. Al ser un suelo lavado, la materia
orgánica es casi inexistente.
Los elementos esenciales para intercambios de nutrientes entran
dentro de los valores normales, a excepción del fósforo que se relaciona
con la materia orgánica en materiales de sedimentación fluviales arrastrados aguas arriba.
Se puede observar un equilibrio de carbonatos y calcio, así como
la caliza activa. El pH es muy básico, en consonancia con el entorno geológico de carbonatos y dolomías.
Se trata de un suelo en proceso de formación con una conductividad normal y poco productivo en la actualidad, pero en génesis que evolucionará hacia un tipo edáfico fértil y equilibrado.
La terraza de cultivo de arroz (suelo 3) es un suelo franco-arcilloso con altas posibilidades de cultivo, es decir, un suelo más evolucionado
donde las arenas ya se han transformado en materiales más finos, sobre
todo arcillas. Esta granulometría lo hace más apto para cultivos de inundación como es el caso actual del cultivo de arroz.
El pH, como corresponde a la zona es muy básico, por las razones
aducidas anteriormente (entorno geológico calcáreo-dolomítico). La conductividad (o sales libres) es normal, lo que facilita el poder de intercambio
catiónico. Aunque el fósforo es bajo, existe un equilibrio de materia orgánica que facilita la descomposición y enriquecimiento de fósforo. También se
observa un equilibrado contenido en potasio; todo ello hace que este manto
edáfico sea de buena calidad, proporcionando la asimilación de nutrientes.
Cabe destacar los altos contenidos de magnesio, posiblemente procedentes del manto arcilloso de origen vermiculftico arcilloso y de la descomposición de las dolomías existentes en el entorno.
El estrato margoso (suelo 3) es un suelo franco-limoso correspondiente a las margas de precipitación locales mezcladas con la descomposición de las calizas y dolomías. Este suelo se caracteriza por su deleznabilidad y proclividad a la erosión.
33
El pH es también alto y está en relación con las dolomías masivas,
carbonatos y ultra basitas. Así se demuestra por la gran cantidad de caliza
activa, carbonatos y calcio presentes en exceso.
En contraposición hallamos bajos contenidos en materia orgánica,
algo que debería ir en relación con el fósforo, elemento que aquí no se da,
relacionándose el alto contenido en fósforo con la propia historia geológica de precipitación y génesis de estas dolomías de origen hidrotermal y
sulfuroso. Se definen claramente como aridosoles.
Las cantidades de potasio son altas también y posiblemente podrían generar un buen intercambio catiónico, pero la alta conductividad lo
impide aun con la adición de materia orgánica.
Este tipo de suelo es prácticamente estéril a excepción de especies
muy peculiares. Se trata de margas blandas muy fáciles de trabajar y que
por su esterilidad impiden la germinación de vegetación, evitando de este
modo problemas en las viviendas, que quedan intercaladas entre tablas
dolomíticas-calcáreas de fácil exfoliación y ricas en contenidos fosilíferos.
La sedimentación base de colina de las viviendas, al igual que el
estrato margoso anterior, conforma un piso de sedimentación procedente
de la acción erosiva de las margas con un similar porcentaje de limo y arcilla, es decir, franco-limoso y aridosol con alto contenido en fósforo con la
misma génesis antes mencionada.
-
,
4
34
Por lo que respecta al aumento de la materia orgánica, se puede
explicar por las actividades de pastoreo y las consiguientes deposiciones
de los animales, así como hogueras ocasionales y vertidos incontrolados.
Al igual que el suelo anterior, las altas cantidades de potasio, su alta caliza activa y conductividad lo hacen prácticamente estéril, únicamente accesible a plantas especializadas como el esparto.
SEGUNDA PARTE
LA EXPLOTACIÓN DEL AZUFRE EN LAS MINAS DE HELLÍN
AZUFRERA DEL COTO DE HELLIN
PLANO INCLINADO EN LA GALERA DE IHAN$POUTE
4
VENAS SULFUROSAS
Las Minas es un pueblo minero que, como otros, debe su existencia entera al aprovechamiento de un recurso mineral que se encuentra en
las entrañas de su subsuelo. En 1924 Horacio Bentabol, inspector de la 5
región minera, en un alarde de clarividencia, predecía la desaparición del
pueblo minero al agotarse el azufre puesto que el terreno no sería valido
para la agricultura durante mucho tiempo (1924: 2-3). En efecto, la existencia del azufre ha condicionado la presencia humana en Las Minas: al
tiempo que obstaculiza el aprovechamiento agrícola, ofrecía la oportunidad de explotar un recurso excepcional, repeliendo o atrayendo al ser
humano conforme aumentaban sus aplicaciones o disminuía su disponibilidad.'
El criadero de azufre de Las Minas oculta la mayor parte de su
riqueza en el subsuelo, donde el azufre yace en lechos o veneros hasta los
que han descendido mineros de muchas épocas para arrancar una riqueza
que parecía interminable. Sorprende que la imprevisión y la improvisación
hayan sido rasgos característicos constantes en la explotación, a pesar de
su prolongada existencia y entidad. Muestra de ello, es la secular despreocupación por delimitar la extensión del criadero de azufre. Al igual que
los otros autores, Bentabol lo atribuía a la antigüedad de la explotación y
La limitada producción y aprovechamiento del azufre en época romana crece con la
importancia estratégica que adquiere en la fabricación de la pólvora a finales de la Edad
Media, y de ahí se multiplica exponencialmente en la industrialización al devenir en
auténtico "pan" de la industria química.
38
abundancia del criadero (1924: 4); pero esta constatación tampoco supuso
que nadie tratara de enmendar el asunto, conformándose con señalar que
la extensión del criadero superaba el límite de los terrenos que se habían
puesto al servicio de estas minas, que para no perder la costumbre tampoco se conocían con precisión'. El Coto Menor y el Coto Mayor, nombres
con los que se bautizó a estos terrenos en época Moderna, quedaban limitados por los ríos Segura y Mundo, de ahí la denominación impropia de
"Isla", así como por la sierra de los Donceles y el actual embalse de Camarillas.
La auténtica razón de ser de Las Minas es, sin duda alguna, el azufre, motor de su surgimiento y causa de su desaparición. Merece por tanto
que dediquemos un pequeño espacio a este mineral que ha acompañado al
ser humano en su transcurrir histórico. Para empezar lo más adecuado
parece definir la materia en sí misma. Así que hemos recurrido a una precisa definición enciclopédica del azufre o alcrebite':
"Elemento químico no metálico del grupo VI A del sistema
periódico. Masa atómica 32,1; número atómico 16; valencias 2, 4,
6y símbolo S. De color amarillo, quebradizo, craso al tacto, que
por frotación se electriza fíicilmente y da olor característico.
Azufre amorfo. El que se forma al enfriar rápidamente los vapores de azufre.
Azufre plástico. El que se forma al destilar el azufre en agua.
Azufre prismático. Forma cristalina cuando se deja enfriar el azufre una vez fundido.
El azufre existe en dos formas cristalinas estables: azufre
alfa o rómbico, polvo amarillo limón, estable a temperatura
ambiente, peso específico 2,06 y punto de fusión 112,8°C; y azufre
beta o monocíclico, de color más oscuro que el anterior y que pasa
lentamente a la forma alfa por debajo de 94,5° C, con un peso
específico de 1,96, punto de fusión 119,3° C y de ebullición 444,6°
C. Ambas formas son insolubles al agua y ligeramente solubles en
alcohol y éter."
El azufre se encuentra nativo en la naturaleza, pero también en
forma de sulfatos y sulfuros, como parte de materiales volcánicos y sedimentarios, presentes ambos en Las Minas, donde ha sido objeto de con-
2
En 1591 se concedió Real Cédula para delimitar el área de trabajos mineros y suministrar la madera necesaria para fundir el azufre.
Diccionario enciclopédico Espasa.
39
troversia no resuelta aún entre los autores. En efecto, la presencia de un
cono traquftico, el Monagnllo4 , es considerada por algunos factor determinante en la formación del criadero al actuar sobre el material sedimentario (De Botella 1868: 41); sin embargo, para otros esta influencia es irrelevante en la formación del azufre (Bordiu 1904: 33).
Sin embargo, el azufre no se mantiene mucho tiempo en su estado
nativo inicial; pronto se une con diversos metales (zinc, plomo, plata y
oro) y minerales, originando conglomerados de alunita en forma de manchas blancas o trozos divergentes alrededor de los volcanes activos. Una
gran cantidad de azufre oxidado se halla en combinación con el calcio: el
yeso, combinación muy activa en la Tierra, y que deposita abundantemente formando gruesas capas en los lagos salinos y cuencas marinas durante
su evaporación. Cuando estos materiales sufren la acción del agua y del
oxígeno forman nuevas combinaciones debido a que al oxidarse el azufre
produce gas sulfuroso y con el agua produce ácido sulfúrico y ácido sulfuroso. De igual modo, el azufre y sus productos se desprenden durante el
proceso de oxidación de las piritas, destruyen las rocas circundantes y
uniéndose a elementos estables producen yeso y otros minerales. Por otra
parte, una enorme cantidad de azufre se volatiliza pasando al aire en forma
de ácido sulfhídrico y volviendo de nuevo al estado activo. Así se verifica
uno de los cielos de la compleja circulación de este elemento en la historia geológica de la Tierra.
El ácido sulfúrico, de propiedades destructivas, se forma en los
yacimientos de pirita y en los criaderos de azufre nativo. Esto propició que
se le clasificara como un nuevo mineral líquido independiente puesto que
sus efectos en nada se parecían a los del ácido sulfuroso. Por cierto que
cuando el ácido sulfúrico se transforma de nuevo en gas, toda una serie de
microorganismos reelabora el azufre y, de las soluciones de sus sales, se
forma ácido sulfúrico y gases volátiles que, en cantidades grandiosas, llevan las aguas petrolíferas, saturan con estos gases el aire de los fondos de
pantanos, estuarios y lagos, y crean una masa legamosa que se denomina
barro curativo, extensamente utilizado para fines medicinales en Crimea y
Cáucaso. El hombre, sin embargo, ha cambiado las formas de migración y
transformación del azufre al extraerlo para su utilización en la industria,
en la que se ha vuelto imprescindible.
4
Monagrillo según De Botella (1868: 58); Monaguillo o Monegrillo según Bordiu (1904:
333).
40
De hecho, el azufre es uno de los primeros elementos químicos
conocidos y en la Biblia ya se hace mención de él:
"Al tiempo que el sol salía sobre la tierra, llegó Lot a Segor.
Entonces Yavé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego
de Yavé. Y destruyó estas ciudades y toda la llanura, todos los habitantes de las ciudades y toda la vegetación del suelo. Pero la mujer
de Lot se volvió para mirar atrás y se convirtió en una estatua de
sal" (Gen. 19, 4).
Esta impresionante referencia revela desde luego un conocimiento
antiguo de esta materia, pero también una concepción de la misma en relación con la capacidad destructiva de la divinidad. El papel del azufre como
materia del poder de destrucción de las fuerzas telúricas de la Tierra, lo
haría elemento consustancial del subterráneo averno cristiano y su olor
característico:
"Si alguno adora a la bestia o a su estatua y recibe su
marca en la frente o en la mano, beberá el vino de la ira de Dios,
que ha sido vertido sin mezcla en el cáliz de su cólera, y será atormentado en el fuego y el azufre en presencia de los Cuatro Angeles
y el Cordero. [ ... ]" (Ap, 14, 9, 11).
En la Grecia de Homero se le apreciaba por sus cualidades purificadoras y curativas, evidenciando claramente un aprovechamiento consciente del mismo. En la Odisea, Ulises reclama a su nodriza Euriclea azufre para purificar su casa después de haber eliminado a los pretendientes:
- Tráeme azufre, anciana, remedio contra el mal, y también fuego, para que rocíe con azufre el megaron; y luego ordena a
Penélope que venga aquí en compañía de sus siervas. Ordena a
todas las esclavas de palacio que vengan.
[...1 Así dijo, y su nodriza Euriclea no le desobedeció. Llevó
azufre y fuego y Odisea roció por completo el megaron, la sala y el
patio." (Homero, Od., XXII, 481).
El papel purificador adjudicado al azufre, y su disponibilidad en el
ámbito del Mediterráneo, garantizarían la continuidad de su utilización en
diversos fines cotidianos. En consecuencia, griegos, y posteriormente
romanos, se sucederían en la explotación de los criaderos de Sicilia, las
islas Vulcano, sur de Italia y otros puntos del Mediterráneo. Se convirtió
en objeto de interés para los naturalistas, quienes no dudarían en relacionarlo con los procesos eruptivos como síntoma de la actividad subterránea del dios Vulcano. Sobre todo, les llamaba la atención su capacidad de
desprender gases tóxicos, y con razón, puesto que en las profundidades
del planeta contienen una cantidad considerable de azufre a alta tempera-
41
tura que al enfriarse desprende numerosas combinaciones volátiles de
diversos elementos (yodo, arsénico, cloro, y bromo). Como además el
azufre era capaz de producir nuevas sustancias al arder, para los alquimistas el azufre era componente imprescindible en la consecución de la
piedra filosofal.
En la obra de Plinio "El Viejo" (23 a.C.-79 d.C.) Historia Natural
encontramos un interesante texto que se ilustra estas concepciones que
griegos y romanos poseían acerca del azufre, así como de los usos que de
él hacían. En el Libro XXXV, dedicado a las Artes pictóricas y constructivas, Plinio incluye el azufre en el apartado dedicado a las tierras:
"En cuanto a las otros tipos de tierras, la más destacadas de
entre ellas es quizá el azufre, que tiene la propiedad de actuar
poderosamente sobre un gran número de sustancias. Se encuentra
en estado nativo en las islas Eolias, entre Sicilia e Italia, las cuales, que como hemos dicho son volcánicas, pero el más renombrado es aquel de la isla de Melos. Este se encuentra también en Italia, en el territorio de Nápoles y la Campania, en las colinas llamadas Leucogias ("Leucogaei "); allí se extrae en galerías y se
purifica mediante el fuego. Hay cuatro tipos de azufre: el azufre
vivo, que los griegos llaman apyron, se encuentra en estado nativo
en forma sólida; es el único —pues los otros son obtenidos en estado líquido y se preparan mediante cocción en aceite—, en ser extraído en estado vivo en fragmentos transparentes y verdes. Es el único
de todos los tipos en ser utilizado por los médicos. El segundo tipo
es llamado glaeba (azufre en bloques); no se encuentra normalmente salvo en los talleres de los bataneros. De igual forma el tercer tipo no posee más que un uso: purificar la lana por fumigación,
pues este proceso le aporta blancura y suavidad. Se llama a este
tipo egula. El cuarto, ( ... ) "caute" ( ... ) sirve sobre todo para fabricar mechas de lámparas. Por lo demás, el azufre tiene propiedades
tan poderosas que permite detectar la epilepsia por el olor que desprende si se le pone en el fuego. Anaxilaus se servía de él para
divertirse: metía un poco en una copa de vino que calentaba con
brasas, y que hacía circular en corro; el recipiente, gracias al reflejo del azufre que se quemaba, propagaba sobre el conjunto de los
invitados una palidez lúgubre, parecida a la de los cadáveres. Esta
sustancia tiene virtudes caloríficas y madurativas, pero además
reduce los abscesos'; también se mezcla con los emplastos y los
ungüentos utilizados en infinidad de casos. Es igualmente de notable eficacia, en aplicaciones y mezclada con la grasa, para los
42
dolores de riñones y de la región lumbar. Con la adición de trementina, sirve para quitar los herpes de la cara y las lepras; se le
llama harpax a consecuencia de la rapidez de su efecto; también se
debe retirarlo de cuando en cuando. En electuario, es eficaz para
los asmáticos, as como para las expectoraciones purulentas y contra las picaduras de escorpión. Una aplicación de azufre vivo mezclado con carbonato de sodio y molido en vinagre hace desaparecer el herpes blanco, igual que las liendres; se utiliza para los párpados, mezclado con vinagre adicionado de sulfuro de arsénico'.
El azufre tiene también su lugar en las ceremonias religiosas: sirve para purificar las casas (moradas) por fumigación. Su
virtud es igualmente perceptible en las fuentes calientes. Ninguna
sustancia se ilumina tan fácilmente, lo que demuestra que contiene
un fuego muy activo. El rayo y los relámpagos tienen también el
olor del azufre y la luz misma que propagan es sulfurosa" (Plinio
"El Viejo", XXXV, L, 174- 177).
La mención del azufre nativo cristalizado, el llamado apyronI por
los griegos, que Plinio describe como "fragmentos transparentes y verdes",
es especialmente valiosa para nosotros pues coincide con las "yemas" de
azufre de las que en Las Minas eran abundantes, incluso a simple vista. El
apyron no requeriría de más tratamiento que ser molido, debido a su elevadísimo grado de pureza, y su principal destino era la medicina. Este detalle es importante porque ya Javier Bordiu señalaba que las yemas eran el
objetivo primordial de explotación llevada a cabo por los romanos, quienes
lo utilizarían en sus industrias sin ninguna refinación (Bordiu, 1904: 334).
Esta última idea, sin embargo, no encaja con la información de Plinio, pues
los romanos no se limitaban a las yemas (apyron), sino que beneficiaban
el azufre nativo "mediante el fuego", empleando para ello un horno especial, el calcarone, originario de Sicilia, donde se ha usado hasta no hace
mucho. El material se apila sobre un plano inclinado, dejando intersticios
para la ventilación, y se recubre de material previamente quemado. Se
enciende por la parte inferior y una parte del mineral sirve para derretir el
'Acumulaciónde pus en una parte del organismo.
6
Se trata de un preparado farmacéutico antiguo, constituido de una droga en polvo mezclada con miel o jarabe.
' El sulfuro de arsénico es de color rojo y se encuentra en estado natural. En árabe se
denomina polvo de caverna o rejalgar (rahy al-gar).
8
La forma de azufre nativo en forma cristalina que se encuentra en la naturaleza es la de
tipo beta.
43
resto, que es recogido periódicamente en moldes (Bailey, 1932:35).
El tradicional papel del azufre como purificador en la historia sufre
una modificación sustancial en cuanto se convierte en componente en la
elaboración de la pólvora negra, imprescindible para las armas de fuego y
consecuentemente imprescindible para el poder. El control de los criaderos de azufre deviene necesidad estratégica. De ahí, la adquisición de Las
Minas por parte de Felipe II, los esfuerzos militares ingleses en el siglo
XVIII por controlar Sicilia, máximo proveedor de azufre desde época
romana, y los experimentos suecos que ensayaban el procedimiento de
extracción de ácido sulfúrico de la pirita. El posterior "descubrimiento" de
los yacimientos de piritas españoles generó el interés de diversos estados
europeos por los mismos.
El despegue industrial de la industria química catapultaría definitivamente al azufre, al convertirlo en elemento omnipresente. Se usa para la
fabricación de ácido sulfúrico, bisulfuro de carbono, cerillas, fuegos artificiales, colorantes, y en la vulcanización del caucho. Es necesario para la
obtención de papel, celuloide, pinturas, la mayoría de medicamentos; para
el refinado de la bencina, éter y aceites; para la preparación de abonos fosfatados, vitriolos, alumbres, sosa, vidrio, bromo; sin él es difícil obtener
ácido nítrico, clorhídrico y acético. El azufre y sus compuestos se utilizan
como disolvente, en agricultura para combatir la enfermedad de la vid llamada oídio; en enología, contra el avinagramiento de los vinos; en veterinaria como purgante.
Cuando en América se produzca el descubrimiento del primer yacimiento de azufre en Florida, el foco de interés se desplazaría. Allí fue aplicado un método extractivo nuevo consistente en inyectar en las profundidades vapor de agua sobrecalentado, el cual debido a la baja temperatura
de fusión del azufre (119 0 lo funde bajo tierra y lo empuja en estado líquido hacia la superficie. Esta innovación fue complementada con la primera
instalación para la extracción por medio de bombas aspirantes. Así el azufre derretido se derramaba sobre el suelo formando enormes montículos al
enfriarse. Este método pronto mostraría su productividad y sirvió para
colocar a Norteamérica como primer productor de azufre, relegando a
España y Sicilia. En la Suecia polar, el país de las rocas sulfurosas, comenzó a obtenerse el azufre paralelamente al proceso de tratamiento de extracción del ácido sulfúrico de las piritas.
En la actualidad sabemos que abunda en Texas y Luisiana (EEUU),
Sicilia, Polonia, Arabia Saudí, México y en España. Los nuevos métodos
cambiaron de forma radical los métodos tradicionales de extracción del
azufre, condenando las antiguas explotaciones al ostracismo.
)
M
-
5
INICIO Y PRIMERAS ETAPAS HISTÓRICAS
DE LA EXPLOTACIÓN AZUFRERA
5.1. LA CUESTIÓN DEL ORIGEN
Ciertamente ni Plinio ni ningún otro autor griego o romano citan
entre los lugares célebres por su producción de azufre a Hispania, y consecuentemente esto incluye a Las Minas de Hellín. Sin embargo, desde
Rafael Amar de la Torre (1842), todos aquellos autores del siglo XIX y
principios del XX que se han interesado en Las Minas apuntan, sin ningún
género de dudas, a un origen romano de la explotación. El propio Madoz
lo da como hecho cierto:
"Los romanos beneficiaron estas minas por medio de pozos
y galeras muy estrechas; sus trabajos se concretaron a las vetas
denominadas Guijarril/o y Zapillenda en cuyos puntos se encuentran a veces monedas, candiles, ánforas y otras vasijas." Madoz
(1850: 72).
A su estela, De Botella (1868), Naranjo (1865: 389), Bordiu
(1904), Meseguer Pardo (1924) se hacen eco de la misma aseveración. El
fundamento de esta parte del hallazgo de dos esqueletos por parte de Amar
de la Torre, además de las monedas y material cerámico, todo ello ilocalizable hoy día. Por añadidura en el transcurso de los trabajos no era infrecuente hallar pozos, galerías muy estrechas y de escasa potencia, así como
entibaciones hechas con maderas labradas y herramientas hasta la época
de la Azufrera del Coto a inicios del siglo XX (Naranjo, 1865:389) (Bordiu, 1904: 334). Un detalle de gran valor de la información ofrecida por
Madoz es la determinación exacta de las capas que fueron objeto de la
explotación romana: Guijarrillo y Zapillenda. Estas dos capas eran las más
superficiales de la explotación, inmediatamente por debajo de la capa estéril superficial según el corte de las capas realizado por el ingeniero Federico de Botella y Hornos en el 1857 (1868: 42).
Desde luego hay que admitir que si encontraron monedas en antiguas galerías de explotación, no parece posible que se erraran demasiado
el tiro en lo que a la adjudicación del origen de la explotación a los romanos pero, en rigor, tampoco podemos minimizar el hecho de que esas pruebas están desaparecidas en la actualidad. El indudable origen romano de la
explotación debe ser acogido con ciertas precauciones a la espera de pruebas más contundentes, en especial si tenemos en cuenta que durante el
45
XIX entre los profanos estaba muy extendida la idea de que cualquier resto
del pasado pertenecía "a los romanos", aunque con el transcurso del tiempo esta primacía romana sería progresivamente reemplazada por la cultura árabe. Esta debida prudencia no significa, ni mucho menos, desechar la
hipótesis del origen romano. De hecho, estas informaciones del XIX y
principios del XX encajan con Plinio respecto al laboreo del azufre en las
colinas de Campania, donde se extraía mediante galerías y se le purificaba por el fuego. A escala local el laboreo mediante pozos de escasa potencia se ha testimoniado en otros antiguos yacimientos mineros del área tales
como la Minas de las Cuevas, cerca de Almadén, donde los arqueólogos
estudiaron una estructurada red de pozos destinada a extraer azogue y se
encontraron "gran cantidad de utensilios mineros como picos, alcuzas,
lucernas, tornillos cuadrilongos para drenaje de los pisos inferiores y
monedas ( ... )" (García Bueno et al¡¡, 1995: 79).
Por otra parte, resulta casi insostenible que los romanos no conociesen al menos la existencia de los criaderos de azufre por varias razones.
En primer lugar, porque allí se cruzaban dos vías romanas: la que comunicaba las antiguas ciudades de Begastri (Cehegín, Murcia)' con el Tolmo
de Minateda, y la que iba hacia el Cenajo, en concreto al yacimiento conocido como "El balneario romano". La primera era parte de la vía que
conectaba estas poblaciones con Toledo, de enorme importancia en época
visigoda, mientras la segunda, de índole secundaria, recorría la margen
izquierda del río Segura, comunicando los núcleos de población existentes
(López Precioso, 1993: 126127)b0.
Aquí precisamente se encuentra el Cabezo de Roenas, donde se asienta la Begastri de
los Concillios de Toledo, ligado a un yacimiento de magnetita (Madroñero de la Cal, A.
1985: "Esquema metalúrgico del yacimiento de Begastri". Begastri (Universidad de
Murcia).
El trabajo citado aporta a la labor de investigadores anteriores datos sobre la ordenación del territorio apoyándose en la distribución de yacimientos y las evidencias físicas
de las vías (Sillires, P. 1982 "Une grande route romaine menant á Cathagne: voie Saltigi-Carthago Nova". Madrider Mitteilungen, n." 23 PP. 247-257. Madrid. Selva miesta, A.; Jordán Montés, J. F. 1988: "Notas sobre la red viana romana en la comarca de
Hellín-Tobarra", Vías romanas del Sureste, pp. 85-99. Murcia).
46
Cerro del Monagrillo visto desde Moratalla.
En segundo lugar, tenemos los recientes hallazgos arqueológicos
del ya mencionado cerro del Monagrillo, en la orilla derecha del río Segura, justo frente a Las Minas. Encuadrado administrativamente en la murciana pedanía de Salmerón, término municipal de Moratalla, en la cima
del cerro se han encontrado cubetas y canales excavados en la roca junto
a los restos de una estructura de obra circular. El material cerámico es
abundante en toda la superficie del cerro y pertenece a la Edad del Bronce y época romana imperial (terra sigillata y cerámica común); así mismo
hay un nutrido conjunto de instrumentos líticos de percusión.
--
;.
:...
Restos de la cima del Mona grillo.
47
Todo esto lo creemos inédito hasta el momento y si nos atenemos
a la cerámica romana hallada en el Monagrillo la fecha va de entre finales
del siglo 1 hasta el siglo II de la Era.
Cerámica de uso común del cerro de Monagrillo.
Además, el propio paraje en el que se ubica el criadero es ideal en
cuanto a los criterios de viabilidad exigidos para una posible explotación,
según lo descrito por Agrícola en De re Metallica II", libro dedicado a la
prospección de yacimientos y la elección de explotaciones":
Georgius Bauer, llamado Agrícola, médico y metalúrgico alemán (Glauchau, 1494Chemnitz, 1555). Fue el iniciador de la mineralogía científica con su obra De refossilium. Su libro De re metallica, publicado póstumamente, es un tratado general sobre
minería.
12
Los criterios citados aparecen en varios trabajos. Especialmente útil por su claridad
resulta el artículo "Minería romana en la región sisaponense" (García Bueno el alii,
1995).
48
- Ubicación en laderas de terraza fluvial.
- Presencia de arbolado para el aprovechamiento de madera.
- Proximidad de agua para el abastecimiento.
- Una buena red de comunicaciones para la distribución de mercancías.
- El clima.
- Evitar vecinos que pudieran importunar en la explotación.
No es de extrañar que, aún antes de hallarse los materiales de
Monagrillo, recientemente se hubiera teorizado sobre el posible origen
romano de la explotación azufrera partiendo del poblamiento y distribución viana del territorio. En la zona de Las Minas hay un significativo
vacío de restos de villae, que se justificaría, según estos autores, por las
molestias que causarían los trabajos de la explotación. De hecho en las
proximidades hay restos de poblamiento de clara vocación agrícola, como
la cercana villa del Saltador cerca del desfiladero de los Almadenes o
Almacenes` (Jordán Montes y López Precioso, 1993: 80-81). Estos autores saben de la importancia de la utilización del azufre en época romana y
como ejemplos aportan referencias encontradas en obras de poetas clásicos, quienes adjudicaban al azufre propiedades curativas para hombres y
bestias, así como la capacidad de erradicar hechizos" en coincidencia con
los detalles proporcionados por Plinio, especialmente lo referido al apyron, el único que utilizan los médicos`; sin olvidar el papel purificador
que el azufre juega en los ritos religiosos domésticos.
De este modo, coincidimos con la propuesta de Jordán Montes y
López Precioso de que en Las Minas la explotación romana del azufre se
efectuaría con el trabajo de los esclavos (1993: 80-81), tal y como ocurría
en Sicilia. Favorecida por la idoneidad de su ubicación, la explotación se
mantuvo aislada y al margen del poblamiento del área para convertirla así
en un enclave de fácil control.
' En el mapa de 1967 del Instituto Geográfico y Catastral, Hoja 868 (Isso) aparece como
presa de los Almacenes, no como Almadenes.
14
Estos autores citan a Ovidio en Fastos (lv, 721 ss.), que afirma que el humo de azufre
sirve para curar los rebaños de ovejas ante ciertas enfermedades, y en Metamorfosis
(Libro VII, u, 159-296) indica que podía ser utilizado para purificar a los seres humanos. Se cita a otros autores clásicos que realizan aseveraciones semejantes como Propercio (E1egas, IV, 8,81-86); Virgilio (Geórgicas, 111,440 ss.) alude a la aplicación del
azufre en la ganadería; y Tibulo (V, 9-16) señala que el azufre se aplicaba en forma de
vahos para remediar enfermedades o erradicar hechizos peligrosos de brujas.
' Los restantes tipos de azufre eran obtenidos en estado líquido mediante cocción en
aceite con destino industrial (paños y otros textiles)
49
En definitiva, hasta el presente esto es todo lo que sabemos del
posible origen romano de la explotación minera. Sin embargo, para encontrar el primer testimonio documental del aprovechamiento azufrero de Las
Minas, y por consiguiente de su "aparición" en la Historia, tenemos que
esperar al siglo XII, año 1154, cuando el geógrafo musulmán Az-Zuhri
escriba:
"En cuanto al río llamado de Tindávar, cuyas aguas van a
Murcia éste desciende hasta el lugar llamado Pajares, dónde reci
be el aporte del Mundo. En esa confluencia hay un yacimiento de
azufre rojo, mineral que no se encuentra en ningún otro lugar de la
tierra habitada. Se exporta a todos los países del mundo: Irak,
Yemen, Siria, etc. Desde este punto hasta la ciudad de Murcia hay
unas 12 parasangas.
Sigue el río su curso y recibe a continuación las aguas del
río de Calasparra, entra después en una angosta garganta, conocida como el "estrecho de la Fuente Negra". La garganta y lafuente son una de las maravillas del mundo. Creó Dios aquel desfiladero partiendo en dos una montaña de mármol rojo. La hendidura
está constituida, a derecha e izquierda, por dos paredes, cada una
de las cuales tiene cincuenta brazas de altura. Su longitud es de
cuatro parasan gas. Su parte más ancha mide una marya, y su parte
más angosta, un cuarto de marya. Allí no penetra el sol sino cuando está en el signo de Géminis (es decir: cuando el día es más
largo).
Por dicha garganta pasa la madera que desciende por este
río hasta la ciudad de Murcia y más abajo. Alfinal de la garganta
está la Fuente Negra. Se trata de una fuente que brota en medio de
la corriente del río, enviando su agua por el aire a la altura de una
braza aproximadamente. El agua de esta fuente mana del mismo
lecho del río, y es un agua negra sulfurosa, amarga al paladar. Se
dice que esta agua proviene de la fuente que taponaron los cristianos de Madinat Iyya (Minateda). Dicha ciudad fue una de aquellas
sobre las que pactá Teodomiro, rey de los cristianos, con Musa ben
Nusayr, cuando éste con quistb al-Andalus. La mencionada fuente
se encontraba en esa ciudad y regaba toda aquella vega. La taponaron los cristianos y brotó por este sitio. Entre ambos lugares hay
unas doce parasangas.
Desde la fuente, se suceden sin interrupción los lugares
habitados a una y otra margen del río, a lo largo de 30 parasangas, hasta Murcia" (Az- Zuhri: Kitab al-y& rafia)'6.
50
Desde luego el texto merece algunas consideraciones. Para empezar, al contrario de lo que nos ocurría en época romana, no se han descubierto hasta el momento restos arqueológicos de época islámica ni en Las
Minas ni en su entorno más inmediato que puedan complementar o refrendar esta referencia. Por supuesto, esto no anula en sí mismo el valor de la
cita de Az-Zuhri. Es evidente que el geógrafo conocía la existencia del
criadero, el yacimiento de "azufre rojo" que hay entre las confluencias de
los ríos Mundo y Segura, al que ubica perfectamente en un lugar llamado
Pajares`; por otro lado, recordemos que el lugar nunca fue demasiado apto
para asentamiento humano y además ha sufrido constantes alteraciones
durante mucho tiempo, por lo que puede aducirse que el valor de los restos materiales es muy relativo en este caso. Pero tampoco podemos soslayar este vacío de materiales ni el hecho de que no haya menciones de
hallazgos adjudicados a la cultura islámica en la bibliografía", entre otras
razones porque basta alejarse un poco de Las Minas para encontrar evidencias materiales contemporáneas de presencia humana`. El hecho de
que Az-Zuhri informe de la existencia del criadero no implica necesariamente una explotación activa o sistemática, que se vería mejor testimoniada de existir restos materiales en las galerías como en el caso romano.
Aparte de señalar la existencia del yacimiento, para Az-Zuhri el principal
interés es que el azufre genera un comercio a larga distancia hacia oriente. El "azufre rojo" del que habla no puede ser otro que el apyron de Plinio, las yemas de azufre, que aquel describía verdoso y transparente, detalle seguramente irrelevante puesto que en realidad es un marrón oscuro de
tonalidad variable. Como ya dijimos su calidad le hacía esencial para la
medicina, pero además se subraya su excepcionalidad, tal y como testimonia la frase "no se encuentra en ningún otro lugar de la tierra habitada";
por eso no extraña que sea objeto de exportación a larga distancia, en concreto al extremo oriental del Islam (Irak, Siria y Yemen).
6
Según la edición de M. Hadj Sadok (párrafos 256 y 257). Traducido y citado por Carmona González (1998:133-140).
17
Este topónimo ha quedado a escasa distancia de Las Minas, dirección noroeste, en la
Sierra de Pajares, en la orilla derecha del Segura.
18
Si bien la cerámica islámica no se ha reconocido con precisión hasta no hace mucho,
las monedas sí son fácilmente identificables.
9
noreste de Las Minas, el conocido eremitorio de la Cueva de La Camareta contiene
numerosos grafitos en caracteres árabes referidos en su mayoría a la Sahajada o profesión de fe y/o de carácter nominal, con una amplia cronología que va del siglo IX al
XV (Bejarano Escamilla 1993: 323-377).
51
A pesar de todo, el azufre no parece ser suficiente para el geógrafo, que no se detiene en ampliar la información sobre la explotación de una
materia que genera un comercio de tanto alcance. Por contra, prefiere
explayarse en algo aparentemente ajeno: la leyenda de la Fuente Negra.
Esta leyenda, que ya ha llamado la atención del profesor Alfonso Carmona (1998: 140), explica la existencia de una vergencia de aguas sulfurosas
en medio del río Segura (Fuente Negra), señalando a los cristianos de
Madinat Iyya (Tolmo de Minateda) como responsables. Az-Zuhri no sólo
no muestra ninguna intención crítica hacia los hechos que presenta la
leyenda20 , sino que tampoco parece incomodarle que esta contravenga las
más elementales normas de la Física: el taponamiento de una fuente en
Madinat Iyya, de existencia incierta, genera no se sabe cómo una vergencia de aguas sulfurosas en medio del río Segura. En cambio, elude relacionar la Fuente Negra con la presencia del yacimiento de azufre rojo, lo
que hubiera sido lo más sencillo, y mencionar la razón por la que se taponó la fuente de Madinat Iyya. Evidentemente lo fundamental es señalar a
los antiguos cristianos como los responsables, aunque para eso tenga que
soslayar algunos detalles de los que necesariamente estaba al corriente,
como que Madinat Iyya era en el momento que escribe Az-Zuhri, en el
mejor de los casos, un despoblado arruinado y abandonado desde el siglo
IX (Gutiérrez Lioret, 1993: 24). La leyenda de la Fuente Negra se inserta
junto a la mención del importante yacimiento de azufre rojo, pero evitando relacionarla con él, como un elemento más añadido a los hitos del itinerario, verdadera lista de maravillas.
Por supuesto, nada es casual; entre otras cosas, en el itinerario de
Az-Zuhri subyace una intención propagandística de la Taifa de Murcia, y
aquí la leyenda resulta de enorme valor precisamente por la velada contraposición de culturas que permite: Un pasado cristiano-romano, simbolizado en Madinat Iyya, frente a un presente musulmán. La clave de esta
intencionalidad estriba en el contexto histórico en el que Az-Zuhri redactó su obra, las denominadas Segundas Taifas, un momento de fragmentación política en Al-Andalus, inmerso en una crisis irreversible que facilitaría el advenimiento del imperio almohade como única forma de frenar el
empuje de los reinos cristianos del norte y las rivalidades internas. A escala local esta situación repercutía directamente en el área de Las Minas,
ubicada en lo que podríamos denominar segunda línea de defensa del reino
20
Ejemplo de esto es que señala al conde Teodomiro (Tudmir) como rey de los cristianos.
52
musulmán de Murcia (Pretel Marín, 1998: 21). Al norte, La Mancha, convertida en un desierto poblacional que amortiguaba el empuje cristiano,
constituía un área de riesgo constante de incursiones para una comarca
escasamente poblada, pero que había recuperado lentamente desde el siglo
XI. Así, al sur de Las Minas, aguas abajo del río Segura, y del mismo
momento en el que escribe Az-Zuhri (siglo XII), nos encontramos con la
población fortificada de Calasparra, el hisn Qalashbuirra,de carácter netamente campesino y que surge como alquería hacia el siglo XI fundada por
un linaje berebere de los que se estableció en la Cora de Tudmir. Parece
completamente ajena a la explotación de ningún recurso minero, a pesar
de estar bien comunicada con Las Minas (Pozo Martínez et al¡¡, 2002:
146-196). Por su parte, Hellín, al norte, no debió de ser un hisn mucho
mayor que Calasparra, y al que finales del siglo XII se conocía como Falyán (Fellín, para los cristianos). Una población de tipo medio con castillo,
cabeza de un distrito que comprendía ¡sso y otras aldeas.
Por lo demás, no estamos en disposición de saber si la leyenda fue
insertada tal y como se la transmitieron a Az-Zuhri, es decir, si contenía
los mismos datos o si inculpaba, o no, tan directamente a los cristianos. Lo
que está claro es que Az-Zuhri se sirve de ella para sus fines, partiendo de
un relato en el que subyace una conexión entre los antiguos cristianos, o
sea, grosso modo los hispano-romanos y las aguas sulfurosas. La tentación
de relacionar esta conexión con la acreditada utilización de las aguas sulfurosas con fines curativos en época romana es irresistible, sobre todo por
los actualmente conocidos como baños del Azaraque o Axaraque, en la
vertiente norte de la Sierra de los Donceles, a orillas del río Mundo y relacionados geológicamente con los criaderos de azufre de Las Minas. Por
cierto, a estos baños de Azaraque se les describía como Fuente de lodos
negros sulfurosos hasta el siglo XVIII (Rodríguez de La Torre, 1985: 102),
y se encuentran a escasa distancia aguas abajo del río Mundo del Tolmo
de Minateda. De ser esta la Fuente Negra de la leyenda, el "taponamiento
de la fuente" podría estar aludiendo a la construcción de presas y balsas
para remansar las aguas y tomar los baños.
El carácter de la explotación islámica del azufre de Las Minas, continuadora de Roma en otros lugares y con otras materias`, no resulta todo
21
De hecho no dice que se trate de algo recientemente descubierto, con que lo más posible es que aprovecharan una explotación anterior que los cristianos realizaban allí. Esta
posible continuidad en la explotación no sería la única. Se ve avalada por lo ocurrido
en Almadén con el cinabrio.
53
lo claro que nos gustaría a partir del texto de Az-Zuhri, entre otras cosa
porque la situación de inestabilidad política derivada de la entrada de los
imperios norteafricanos y del empuje de los reinos cristianos hace pensar
que la actividad extractiva no debió ser significativa hasta la segunda mitad
del siglo XIII, momento en el que se atestigua el reinicio de la actividad
en Almadén ya bajo dominio cristiano (Sánchez Gómez, 1988: 81). La
propia exportación del azufre rojo de Las Minas al oriente del Islam, no
puede ser aceptada sin más, puesto que este comercio a larga distancia,
eminentemente de objetos de lujo, especias y libros, quedó muy debilitado después del siglo X tras el declive del califato Omeya en Al-Andalus.
En definitiva, el valiosa testimonio de Az-Zuhri debe ser interpretada
desde la perspectiva de su intención propagandística, probablemente también estratégica, en un contexto de inestabilidad e incertidumbre en el que
la exactitud o actualidad de la información no constituyen el objetivo prioritario. Así, lo que nos relata sobre el azufre, las aguas sulfurosas y los
cristianos de Madinat Iyya, tiene todos los visos de ser una reminiscencia
de actividades pasadas, interrumpidas tras la crisis del siglo X, y que para
los nuevos pobladores del siglo XI debía de constituir un difuso recuerdo
del pasado. De haberse mantenido una explotación constante hasta el
momento en el que escribe Az-Zuhri, habría algún tipo de indicio material. Pero la cuestión es que, ya en el siglo XIII, no hay ni el más mínimo
indicio de que los nuevos pobladores cristianos suplieran a los mudéjares
en la explotación del azufre, en una actividad que, según Az-Zuhri era muy
rentable, lo que indica una prolongada interrupción anterior de los trabajos. Por eso, cuando se produzca la incorporación masiva de la pólvora a
los ejércitos en la Baja Edad Media, los reinos cristianos de la península
debieron recurrir a la importación de azufre italiano, pues desconocían los
métodos de laboreo y beneficio del azufre, y consecuentemente eran incapaces de valorar el potencial de los criaderos de Hellín 22
En efecto, tras la derrota almohade de las Navas de Tolosa en 1213
el área de Las Minas quedaba dentro de la primera línea andalusí frente a
las vanguardias cristianas, dando lugar a un período de inestabilidad e
incertidumbre que supuso una auténtica convulsión para la población del
antiguo reino de Murcia. Los convulsos períodos de dominio del aventurero andalusí Ibn Hud (1218-1238) y el también andalusí Zayyan Ibn Mardanís (1238-1240), desembocaron en la propuesta de vasallaje de este últi.
22
En un artículo del año 1996, Gregorio Vandelvira se extrañaba de que en los itinerarios
de Felipe 11(1575-1578) no apareciesen las minas de azufre (Vandelvira, 1996: 206).
54
mo al castellano Fernando III, al tiempo que estallaba una rebelión que
entronizaba a Baha al Dawla ibn Hud, tío de Ibn Hud (Pretel Marín, 1998:
20-21). La caída de Chinchilla en manos del infante Alfonso, futuro rey
Sabio, pondría en manos de los cristianos el Reino de Murcia, que pasaba
a reino vasallo de Castilla mediante la firma del Tratado de Alcaraz (1243).
Estos cambios no parece que cambiaran la composición demográfica ni de la comarca de Hellín, ni de las limítrofes, a causa de la escasa
potencia repobladora cristiana (Pretel Marín, 1998: 23-24), aunque hay
que admitir una cierta pérdida de contingentes demográficos en busca de
mayor seguridad. Hellín, Isso y Minateda se convierten primero en tenencia, luego en señorío poblado mayoritariamente por mudéjares y acaso por
una guarnición militar debido en parte a que los repobladores existentes se
veían atraídos hacia las ricas tierras del Guadalquivir (Pretel Marín, 1998:
28-29). Por su parte, Calasparra, concedida en principio a la orden de Santiago como parte de la donación de Segura, pasaría a manos de la Orden
de San Juan del Hospital unos años después de la rebelión mudéjar del
reino de Murcia (1264-1266), concretamente en 1289, aunque Las Minas
concretamente, o sea la isla donde confluían el Segura y el Mundo, quedaba en manos de la Orden de Santiago. La rebelión mudéjar tuvo una
inmensa repercusión demográfica pues supuso una enorme despoblación a
causa de las masacres y de la venta de muchos de los mudéjares como
esclavos. Aunque se desconoce si Hellín se rebeló, su morería quedaría
como la mayor del contorno en medio de un renovado impulso repoblador
y de ampliación de realengos del rey castellano, a pesar de que volvería a
ser señorío de su hermano el infante Don Manuel antes de la muerte de
este (Pretel Marín, 1998: 31-32). Sería bajo el descendiente de Don
Manuel, Don Juan Manuel, cuando Hellín se consolida como población
cristiana y se beneficiada del tránsito de la ruta entre Castilla y Murcia
durante el siglo XIV, mientras Calasparra alcanza el punto crítico de su
despoblamiento hacia mediados de ese mismo siglo, lo que producía escasa rentabilidad a la Orden de San Juan`. En 1412 la Orden concede Carta
de Repoblación que atrae a unos 40 vecinos, que al parecer se asentaron a
los pies del antiguo castillo del Hisn QalashMrra (la Villa Vieja).
No obstante, la situación poblacional no mejoraría demasiado con
el transcurrir de la nueva centuria. La guerra de Granada y las leyes de Tole-
23
Rodríguez Llopis señala en "La Encomienda de Calasparra en la Baja Edad Media (una
revisión crítica de su historiografía)" (1990) que esta falta de rentabilidad es la causa
de la falta de documentación durante la segunda mitad del siglo XIV.
55
do de 1480, que exigían la total separación de razas mediante la creación
de barrios separados, supusieron una pérdida incesante de población mudéjar en Hellín (Pretel Marín, 1998: 69-8 1) en dirección a otros lugares 24 o al
reino de Granada. Así, en los inicios del siglo XVI, Hellín habían perdido
casi toda su aljama mudéjar, sin haber sido reemplazada por la suficiente
cantidad de cristianos. En la continuación de actividades artesanales y económicas" no se acredita la explotación y el aprovechamiento del azufre, ni
de ninguna otra actividad minera ni en Hellín ni en Calasparra.
Desde el marco general de la actividad minera de la Corona de Castilla, nuevo marco político-histórico para Las Minas, Sánchez Gómez
señala que hay que esperar a la demanda de metales del siglo XV, para que
vuelva a activarse tras la parálisis del XIII y el XIV. Es decir, la minería
como actividad económica de peso arranca en Castilla en el siglo XV, en
coincidencia además con el deseo de poner en marcha el principio de regalía (1988: 8 1-85). Desde el Ordenamiento de Alcalá del siglo XIV el subsuelo es una regalía que los súbditos pueden usufructuar mediante el pago
de unos elevados derechos a la corona, pero simultáneamente se da la circunstancia de que el rey suele enajenarlo a un reducido número de miembros de la nobleza como mercedes. Esta costumbre se incrementará con la
subida al trono de Carlos y, lo que según Sánchez Gómez supone un descontrol respecto de la Hacienda Real y la consiguiente ausencia de datos,
aunque el control hacendístico se mantendría en los términos jurisdiccionales de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, de las
que el propio rey era el Gran Maestre desde fines del XV. Allí será donde
se manifieste hasta entonces el teórico principio de regalía mediante reglamentos y un mayor control de las concesiones a particulares, puesto que la
Corona no explotaba directamente. Esta primera organización de que
dotan los monarcas a la minería parte de los Reyes Católicos, entre los
años 1490 y 1505, perdurando sin cambios hasta 1559, año en que se
publica la Pragmática Real que incorpora las mercedes a la Corona (Sánchez Gómez, 1988: 81-82).
Lógicamente, y en coincidencia con lo que Sánchez Gómez señala,
el panorama minero en la Castilla del siglo XVI podría catalogarse de descorazonador (1988: 81-85). Las empresas de explotación son pequeñas y
24
de estos lugares eran objeto de poblamiento por parte de la orden de Santiago
(Abarán, Sócovos, Férez)
25
Estas actividades resultan significativas de su carácter mudéjar por sí mismas: la fabricación de alfombras, las sederías, lienzos de lino y cáñamo (Pretel Marín, 1998: 168).
56
de escasa capitalización, en ocasiones llevadas adelante por auténticos
indigentes. La extracción se limita a seguir trabajos antiguos mediante
pozos de escasa complicación en pos del filón hasta el nivel freático. No
es de extrañar que las explotaciones queden abandonadas con frecuencia o
las labores se simultanéen con otro tipo de trabajos. Mientras tanto Centro
Europa vive una auténtica revolución técnica en tomo a la minería desde
el siglo XV, buen indicador de la cual es la obra de Agrícola De Re Metallica, que, sin embargo, no llegaría a Castilla hasta 1555, año en que los
célebres banqueros Fugger ponen sus ojos en las riquezas mineras de la
zona sita entre Madrid y Sierra Morena.
5.2. EL REDESCUBRIMIENTO DE LAS MINAS EN ÉPOCA MODERNA
En este, no obstante, entusiástico contexto Juan Sánchez Buendía,
clérigo y vecino de Moratalla, y Alonso Monreal, vecino de Abarán y hermano del anterior, "descubren" las minas de azufre de Hellín. A partir de
ese momento se iniciarán los trámites para registrar la mina, cuyo primer
jalón es, con fecha 2 de Julio de 1562, la obtención de una Provisión para
que el gobernador de la Orden de Santiago en el partido de Caravaca y
Moratalla les permitiera beneficiarla cobrando el derecho que a Su Majestad correspondiera 26 . El correcto registro de los alcrebitales exigía que se
delimitara el yacimiento, por lo que Juan Sánchez Buendía presenta una
petición fechada a 12 de julio de 1564 ante el Consejo de Contaduría
Mayor de Su Majestad, "manifestando que él había hallado unos alcrebitales en término y jurisdicción de la villa de Hellín, los cuales lindaban con
el Bancal de los Candeles y el Río de Segura abajo, hasta la junta de este
y el Mundo, a la dehesa de Camarillas, y a la punta de la Sierra de los
Pinos Donceles, adelante de aquella Solana, que está a la parte de la Torre
de Pajares y el río abajo de Segura hasta volver al Bancal".
El 12 de octubre de 1565 Alonso de Monreal presenta registro de la
mina ante el alcalde de la villa de Hellín, y el 6 de Noviembre de 1565 ante
la Contaduría Mayor del reino. Esto suponía tomar posesión de los criaderos, ejercer su administración, beneficio y fábrica a cambio de la parte
que correspondiera a Su Majestad. (González 1832: 382).
La importancia estratégica del azufre como componente esencial
en la fabricación de la pólvora y la situación de enfrentamientos bélicos en
26
Generalmente una décima parte.
57
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Ivla/)a en el que Se indica el emplazamiento de los criaderos de a:utre.
58
la que se encontraba envuelta la España de Felipe II, pronto atraería el
interés del monarca respecto a los recién descubiertos alcrebitales. En
principio se limita al procedimiento habitual, tal y como indica la carta que
envió a D. Francisco Alba en 1576 para que averiguase el alcrebite que se
había sacado y dónde se hallaba la parte que pertenecía a Su Majestad.
Unos años más tarde el rey se decide a adquirirlas y lo hace con fecha 6
de Mayo de 1589 (González, 1832: 383-392). Esta compra no implica, sin
embargo, la explotación directa por parte de la Corona, cuestión que continúa a cargo de uno de los antiguos propietarios, Francisco Monreal 27
sino el acaparamiento y control de la producción azufrera.
Desde luego puede resultar paradójico que, años después, Felipe II
tuviera que comprar los criaderos que como Gran Maestre de la Orden de
Santiago le habían pertenecido. Pero como antes señalábamos, la minería
en Castilla parte de cero en el siglo XV y el desconocimiento de las técnicas de laboreo y beneficio de los minerales es grande. El azufre, producto
completamente importado desde Italia hasta entonces, no era la excepción.
Como la Corona nunca explotaba directamente, sino que habitualmente
delegaba en particulares, sobre estos últimos recaía la tarea de averiguar
los métodos necesarios mientras la Corona se llevaba una parte de la producción. El recrudecimiento de la situación bélica en la década de los
setenta del siglo XVI, y la delicada situación en el mediterráneo 28 , fueron
determinantes a la hora de decidir al "Rey Prudente" a monopolizar una
producción que, además, quedaba al margen de los vaivenes de los enfrentamientos.
Por su parte Francisco de Monreal, heredero de Alonso de Monteal y representante apoderado de su tío Juan Sánchez Buendía, alega como
causa de la venta su estado económico de ruina, alcanzado tras la ardua
búsqueda de su padre Alonso Monreal, fallecido en 1581, y de él mismo,
de un método de obtención del azufre que le costó su hacienda en contratación de maestros italianos y viajes a Italia 29 . Aunque reconoce que finalmente se ha hecho con el secreto de la función, decide vender la mina adu,
27
Hijo y heredero del ya entonces fallecido Alonso de Monreal y sobrino de Juan Sánchez Buendía.
28
Si bien la batalla de Lepanto (157 1) otorgaba la primacía teórica del mar a Felipe II, en
la práctica el enfrentamiento con los reinos norteafricanos, vasallos de los turcos, fue
constante hasta la tregua de 1581, y continuaría después con el acoso de los piratas berberiscos.
29
Concretamente "E...] a la fábrica de Pozo¡, a las del duque de Florencia y a las de
Romania (la Romana)".
59
ciendo carencia de capacidad para continuar con la explotación, ante lo
cual la Corona no duda en presentarse como comprador exclusivo a cambio de que en la venta se incluya el secreto de la fundición, técnica por la
que, de hecho, se paga más que por las propias minas, tal y como indica el
desglose de los 20.000 ducados del precio de compra-venta: 11.000 ducados por el secreto de la fundición y 9.000 ducados por las minas (González 1832: 385-388).
En el contrato se establece que la explotación continuará a cargo de
Francisco de Monreal, a quién el monarca obliga a la formación de técnicos designados por él; por su parte, Monreal se compromete a obtener al
menos la cuarta parte de azufre del mineral que se funda, en garantía de lo
cual hipoteca todos los bienes que se le dan en precio, o sea, los 20.000
ducados que su tío y él obtuvieron por la venta (González 1832: 388). El
pago no se haría efectivo hasta el año siguiente (23 de marzo de 1590)
mediante Cédula despachada por el Consejo de Guerra, convirtiéndole por
añadidura en administrador de la mina con un sueldo de 300 ducados al
año, puesto que ejerció hasta el 1610.
El 14 de diciembre de 1589, unos siete meses después de la venta,
el rey recibe un informe, remitido por un tal Juan de Vela y Acuña, en el
que se incluye una descripción de los criaderos y se detallan observaciones sobre las principales dificultades: el acceso a las minas, la extracción
del mineral, la fundición; además se adjunta la traza de la fábrica de fundición30 diseñada por Francisco de Monreal (G. A. Leg. 254, 219).
"Estuve en la mina de azufre que Vuestra Majestad ha comprado a Francisco de Monreal y juntamente con él vimos todo el
sitio de ella y me informé de todas las particularidades de que en
ella hay. Y a lo que parece es harto copiosa y que durará el minero. Y porque todo lo tocante a esto sea tratado y en lo que sea podido apurado por las personas a quien va Ma lo remitió y porque sus
informaciones y aprobaciones se tomó en cuanto a esto, yo no trataré sino solo cuanto al capítulo de instrucción que va a me
mandó dar acerca de ella.
Y así digo que por estar las venas del dicho minero en un
barranco o rambla hondísima aunque desde la entrada de ella es
poca o casi ninguna la aspereza, pero entrando más adentro, en lo
hondo, por ser muy estrecha por algunas partes y de cuestas de un
30
Aunque desconocemos el emplazamiento de la fábrica, recientemente se ha sugerido la
parte alta del poblado (Selva Iniesta et a/ii 1998: 45-46)
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Traza de la fabrica de azufre proyectada por Francisco Monreal
(G.A.Leg.254,219)yreconstrucreconstrucción
cion ideal de la misma.
lado y otro, sin que se pueda subir a ninguna parte por dichas
cuestas y sierras y por esto sospecho que ha de ser de más costa
sacar el dicho minero con chirrión que con bestias de carga porque aunque se adereza el camino, que se hará, no a mucha costas
todas las veces que lloviere abarrancará.
Las venas del minero son de piedra que con facilidad se
quiebra al modo de pizarra. Y entre una y otra veta hay cantidad
de tierra. Y queriendo llevar el minero por el lado de la rambla
entrando dentro habiéndose cavado como tres palmos entiendo que
no sufrirá el peso de encima sino que se hundirá y será tanta la tierra la que caería en lo hondo de la rambla, la cerrará y la tapará
si no se tiene cuidado de apuntalarse y la tierra y la piedra que
cayere será de tanto peso y cantidad que no la podrá llevar el agua
que viniere por la dicha rambla cuando lloviere e irla sacando será
de costa. Y si se cava el dicho minero haciendo cuevas no sufrirá
sin hundirse si no las apuntalan. Y si se cavan haciendo pozos será
más costoso sacar el minero y las avenidas del agua con la tierra
que traen lo cerrarán y lo cegarán.
Todo esto lo digo a propósito de la costa de sacar el minero. No será tan poca como el Francisco de Monreal dice, pero aunque haya más de la que él dice como no sea en extremo, lo que yo
digo aquí saldrá en buen precio.
Y porque para hacer las fundiciones se irá gastando mucha
cantidad de leña, conviene que desde luego va Ma mande que ninguna persona corte ni arranque ningún género de leña de la que
hay en aquella isla de entre los dos río, porque no venga a faltar,
que ha(ce) algún año que usan cortar mucho allí y aun algunas
veces que más grandes pedazos. Parte por voluntad y parte porque
enciende fuego algún pastor o cazador y o uno o dos que tienen allí
unas poquitas tierras de labor se desmandan y queman algunos
pedazos, y por obviar esto sería necesario evitar el pasto de la
dicha isla que es muy poco y comprar dos casillas y las tierrecillas
que los dos labradores tienen en ella, que valen muy poco y vedar
que ninguno entre a cazar allí, que no hay sino perdices y conejos.
Hay una gran descomodidad para la obra de esta fundición
que es no tener ningún lugar cerca, porque el que más cerca está
es Calasparra, que es de la Orden de San Juan, y está a dos leguas
grandes de muy mal camino, y que para ir a él se ha de pasar el río
Mundo a vado, el cual tiene muy grandes crecientes que algunas
veces no se pueden parar en ocho días. El suelo, muy malo y con
62
la furia del agua se muda el vado del ( ... ) y tiene las orillas hondas
y que se sale mal de ellas y después se ha tornar a pasar por barca
el río Segura que alguna vez no se puede barquear.
Todo esto obliga a ser fuerza que en el dicho sitio de las
minas haya en que viva la gente que en ella trabajare y provisión
para la gente y las cabalgaduras, sin que sea menester salir de esta
isla por ella porque para ninguna villa o lugar de los que están a
cuatro o cinco leguas que son hartos se pueda ir ni venir sir ser
pasando el río Mundo o Segura y por esto conviene que también
haya quien diga misa a la gente que en la obra anduviere que si se
ha de hacer cantidad de azufre será harta la que en ella trabaje.
Y a los principios, hasta que este fundado todo y puedan
vivir en el dicho sitio debajo de tejado serán más costosos. Los
peones y gentes que allí trabajaren que en los lugares del contorno, medio real lo menos por persona y lo mismo los oficiales que
según me informé en Hellín y en la dicha Calasparra entre ellos
dan a un peón real y medio de jornal y de comer y la comida la
tasan en real y medio, y a un maestro de albañilería o carpintería
o cantería de jornal y de comida por lo menos siete reales y a un
oficial de los dichos oficios cuatro reales y para la fábrica que era
menester allí cuesta, por estos lugares, una tapia de sola tierra de
nueve palmos de largo y cuatro de alto y dos y medio de ancho, alta
con baja de toda costa dos reales y llevando la una acical medio
real más. Y una tapia de la misma medida de piedra y cal alta con
baja de toda costa ocho reales y las unas y las otras queriéndolas
más anchas o más angostas las han de pagar al respecto de las
dichas.
Un cahiz de cal muerta dos reales y uno de yeso otro tanto.
Un millar de ladrillo mil maravedíes y otro de teja lo mismo. Un
madero rollizo de diez y siete pies de largo de cortarle, labrarle y
traerle a la obra un real y de asentarle un cuartillo.
Un cuartón cuadrado de diez y siete pies de largo de cortarle, labrarle y asentarle dos reales y medio y si es de veinte pies
medio real más. Una viga de veinte y dos pies de largo de toda
costa y asentarla: por cada una un real y un cuartillo. Y los oficiales con quien trate esto dicen que esta misma costa tenía todo lo
que de calidad fuere necesario para la casa que se ha de hacer en
la dicha mina. Yo creo que poniéndose a pregonar se hará con
menos costa porque de todos estos materiales hay comodidad por
hallarse y haberse allí junto. En lo de la gente y costa que era nece-
63
sano para cada horno de los que se ha de hacer fundición el dicho
Francisco de Monreal dice que bastará lo que él tiene dicho y en
esto por ahora no puedo dar más razón, pero en fabricándose en
un horno con facilidad se podría ver si se puede quitar algo de la
gente que el dice o si es necesario acrecentar algo.
Y sería de parecer que en una de las casillas de las de arriba, digo de prestado, se hiciese un horno para hacer la experiencia de la gente que para él basta, que con veinte me parece se
podrá hacer el horno, que aunque es pequeña, hay lugar para esto
y para que en ella se recojan los que han de labrar en él. Y en la
otra podrán estar las personas a cuyo rango ha de estar todo y los
que han de tener cuenta con ello, que desde luego conviene que va
Ma los provea, por que no se pierda tiempo y empiece y se corte la
madera necesaria para la casa que se ha de fabricar la menguante de este mes de Enero, que si se pasa se ha de cortar en mala
sazón y se empiece a hacer cal y ladrillo y yeso a poner en pregones, todo lo cual o nada conviene hacerse sin que estén presentes
el veedor y los demás que han de tener cuenta y razón de todos.
El sitio mejor para hacer la casa y los hornos, y más acomodado es la casilla que digo, de uno de los labradores que allí tienen casa, que es mayor y más llano y algo más desviado que otro
ninguno y por esto convendría que se tomase la dicha casa, que si
no se derribara no hay lugar para que se fabrique la deva Ma Y si
esta no se toma, el mejor que hay es otro que está como doscientos
pasos de la mina entre dos ramblas o barrancos, pero lo llano del
terreno es menor que este otro y está más cerca del pie de la cuesta que en tiempo de avenidas podría hacer daño.
La traza de la casa que allí se ha de hacer, me dijo Francisco Monreal que había hecho y la había mostrado a su majestad,
y en todo le había parecido bien, si no era en que las paredes eran
delgadas, y me mostró la planta, y como no la había probado, me
parece que hay más que enmendar y crecer en ella que el grueso
de las paredes, porque le faltan aposentos para los que de aquella
obra han de tener cuidado y cuenta con la Hacienda y almacenes
capaces dijo que me iniciaría la traza de la que había mostrado.
Hasta ahora no lo ha hecho y por esto no la inicio. Entiendo que
me la iniciará y ella con otra que se hará la iniciaré para queva
Ma mande cual es servido que se haga.
El dicho Francisco de Monreal hizo la experiencia delante
de mí de sacar el azufre por fundición y es fácil como va Ma ha
64
visto. Y no debió de tomar del más ruin porque salió casi la tercera parte, habiendo salido en Madrid y en San Lorenzo, cuando lo
sacó a razón de la cuarta parte.
La primera fundición de un hornillo se pasó algo y salió de
ruin color. La otra salió de buena. Visto aquí una con otra parece
(algo a la vista) que no está muy fino y que por esto está algo flojo
y por estas causas sería de parecer que V W enviase alguna persona de los que tienen noticia y experiencia en fundiciones yfuesen de cabalidad para que viesen lo que hace el Francisco de Monreal y trataren y se viese si en la destilación se podría mejorar, o
en otra cosa alguna y no se dejare esta fundición a solo los que el
dicho Monreal enseñare y a que fueren solo los que él eligiere, sino
que se le diesen hombres de habilidad y buen juicio a quien enseñare, que con el poco mío, le he dado a entender que será de inconveniente.
Las piezas en que hubiera horno sean de bóvedas sino muy
altas y a teja yana. Y los recipientes no se pongan trastornados sino
derechos y quien tuviere habilidad con la experiencia hallará otras
cosas de provecho, que sino la tienen en nada, se podrá mejorar
cosa ninguna.
Visto lo que sucede de las primeras fundiciones que se hicieron en el horno, que digo que se haga de prestado se entenderá la
costa que tendrá y la gente que para cada uno será menester y los
bueyes, mulas o bestias que serán necesarios y si convendrá hacer
y labrar en más cantidad de lo que fuere necesario.
La fábrica de pólvora para proveer de todo y en todas partes de los reinos de Va Ma sin que sea necesario traer nada de fuera
y si convendrá vetar que no se traiga porque hasta justamente se
pueda hacer, no se puede ver el provecho y acrecentamiento que
puede de esta mina sacarse.
Para la administración de dicha Mina y fábrica de ella y
para el buen recaudo de la Hacienda es necesario que haya veedor
y contador y pagador y mayordomo y cuestor. Sean personas de
confianza y asistencia y de buena conciencia y celosos del servicio
de Va Ma y que se sepa que para servir en cosa de Hacienda. Y es
fuerza que se les dé salarios competentes y que se provean y nombren.
Luego por que como atrás se digo no se pierda el tiempo. Y
por que está acordado que dicho Monreal sirva de más de lo que
es obligado en esta obra de lo que toca a la fundición y a enseñar
a personas que lo aprendan y sepan hacer. De administrador y el
lo publica así y que fue concierto que se hizo con él que también
se le ofrecib que se le daría seiscientos ducados al año de partido.
En esto no tendré que decir por que también tengo ya dicho que
convenía que lo fuera otro. y va Ma proveerá en lo que este oficio
más convenga y en lo del sueldo que se ha de dar, advirtiendo que
si con este título se pone persona se puede excusar la del contador.
Al veedor que hubiere de asistir a esta obra no se le puede dar
menos de cuatrocientos ducados al año por el mucho trabajo que
tendrá y la mucha asistencia que conviene tenga y por carestía que
hay en aquella tierra y soledad. Ypor ahora, pues no habrá mucho
que recibir ni que distribuir, me parece que se puede poner una
persona que sirva del oficio de pagador y tenedor y mayordomo y
que por que sirva a estos oficios se le den hasta ciento cincuenta
ducados al año, que con esto se hallará persona natural de algunas de las villas de a la redonda lo sirva que defianzas, que adelante será necesario separar estos oficios y se podrá ver lo que
será bueno darle al año por sus trabajos.
Los que me ocurren que nombrar a va a para que sirvan el
oficio de veedor son Alonso de Carrasco de Cuellar, alguacil de la
artillería que ha días que sirve y es persona de honra y de entendimiento y de fidelidad y de mucha suficiencia y cuentas y que por
la experiencia de las cosa del servicio de va M« que se le han encomendado se ha visto ser de mucho cuidado y trabajo, y por estar va
M de esto satisfecho y de su servicio y persona, me mandó le
enviase a poner en cobro y llevar de Astorga a Bayona la pólvora
y cuerda que de aquí se llevaba por ser informado que algunos
comisarios que lo llevaban a su cargo no habían hecho ni hacían
la diligencia que convenía y así lo hice y él lo cumplió. E hizo muy
bien como de ello tiene dado cuenta. Ya Jorge de Bustamante que
tiene las partes que conviene para ser proveído de este rango y a
tratado cosas de Hacienda y gobernado casa de Grande y con
satisfacción de haberlo hecho con cuidado yfidelidad. Ya Juan de
(a)Redondo Alvarado que ha servido a Su Majestad de pagador de
la infantería española que estuvo en el reino de Valencia y viniéndose a embarcar aquí para irse a Italia por mi orden hizo elfenecimiento de cuenta con ella y después ha servido en comisiones a
que le ha enviado el Presidente de la Real Hacienda y todo lo ha
hecho bien.
Para que se pueda cortar la madera necesaria para la casa
de la fundición y juntar los demás materiales y empezar a sacar el
minero y proveer todas las cosas necesarias de esta obra será
necesario que se provea de tres mil ducados por lo menos y Dios
guarde a va a.
De Cartagena a 14 de Diciembre de 1589. Don Juan de
Acuña". (Leg. 268 del AGS)
En la margen izquierda del documento aparecen una serie de anotaciones, en ocasiones ininteligibles, que confirman algunas de las apreciaciones o añaden instrucciones regias. Entre otras cosas, respecto de la
prohibición de cortar leña y reservar la de los alrededores para los hornos
dice "Que se haga". Lo mismo ocurre respecto a la adquisición de la casa
del labrador para hacer las pruebas de fundición, el nombramiento de
Francisco de Monreal como administrador y Alonso Cuellar Carrasco
como veedor.
Este informe de Juan de Vela nos muestra el estado del yacimiento
tras la adquisición: La fábrica es un proyecto, los accesos requieren de
acondicionamiento, no hay personal preparado, ni alojamiento para los
trabajadores, ni cuadras para los animales de carga... prácticamente no
hay nada, salvo la casa del labrador. Esta palmaria carencia de infraestructuras confirma la incapacidad que los "descubridores" de los criaderos
para poner en marcha una explotación en condiciones y ser capaces de rentabilizarla. Al parecer su tarea no pudo ir más allá de encontrar el método
de fundición necesario para lograr extraer la cuarta parte de azufre del
mineral. Lejos de contar con un recurso nuevo, inmediato y disponible, la
Corona se encontraba ante la necesidad de invertir una gran suma si quería hacerla efectivo. No es de extrañar que, ante este panorama, Juan de
Vela desconfíe de Francisco de Monreal y aconseje al rey traer a otros
entendidos en el arte de fundir azufre, y se muestre en desacuerdo con el
nombramiento de Monreal como administrador. El rey mantiene, no obstante, su acuerdo y Francisco Monreal administraría las minas hasta su
muerte en 1610 bajo la supervisión de Alonso Cuellar Carrasco como veedor. Luego, el hijo de este último de igual nombre, compartiría con su
padre la administración de las minas hasta la desaparición del padre once
años después (1621), momento en el que quedaría como veedor, contador
y administrador. Finalmente, y no sin dificultad, se construyeron las
imprescindibles infraestructuras al tiempo que se ponía en marcha la producción`, cuyo objetivo principal era suministrar a las fábricas de pólvora
del reino, aunque el azufre se vendía también para otros menesteres con
permiso del monarca a través del Consejo de Guerra, y tras la pertinente
67
reserva. Se pretendía así obtener ingresos que paliaran los cuantiosos gastos de mantenimiento y aliviaran a la Hacienda Real.
El ascenso al trono del joven Felipe IV supuso inicialmente un revulsivo respecto al anterior reinado de Felipe III, y parece tener reflejo casi
inmediato en las minas. Tras la muerte de Alonso Cuéllar Carrasco padre, el
hijo reúne en sí los cargos de administrador, veedor y contador; pero en
junio de ese mismo año su Majestad prohíbe la entrada de azufre procedente del extranjero y que de las minas de Hellín se saque todo el que se necesite para el reino. Además ordena que la dicha mina se beneficie en arrendamiento o en fidelidad, y se consuma el oficio de administrador para no
proveerse más. Aunque poco después, el 19 de octubre de ese mismo año,
se paralizaba la ejecución de la anterior orden durante cierto tiempo, finalmente entraría en vigor el 30 de enero de 1625 (González, 1832: 392-393).
Esta prohibición a las importaciones de azufre ha sido interpretado
como prueba de la autosuficiencia productiva de los criaderos hellineros
(Sánchez Gómez, 1988: 84); pero es probable que este hecho encierre algo
más, si observamos las instrucciones dadas acerca del oficio de administrador y a la orden de arrendar las minas. Los graves problemas hacendísticos de la monarquía le impelen al recorte de gastos y la, sin duda, costosa la gestión directa de las minas que requería de administrador, veedor,
contador, mayordomo y otros oficiales, resulta un lujo para la monarquía
de Felipe IV, quien sólo necesita mantener asegurarse el suministro para la
fábrica de pólvora. Un arrendamiento le permitiría eso, desentenderse de
gastos e ingresar alguna cantidad en su maltrecha hacienda. Sin embargo,
las minas continuaron bajo administración real, y todo queda en que Alonso de Carrasco y Cuellar tomara contrato de asiento por el que se comprometía a la producción de una determinada cantidad de azufre (2500
quintales); al tiempo, se acometían las reformas y ampliaciones necesarias
en las instalaciones, ya deterioradas e insuficientes para permitir una producción rentable, y se pagaban los suelos retrasados gracias a préstamos
de los Pereira, arrendadores de las salinas. Así sabemos que en 1627 se
tuvo que ensanchar la fábrica para la función y trituración de los 2500
31
Un optimista testimonio, precisamente en 1621, nos lo proporciona el Licenciado Cascales en su obra "Discursos históricos de la Mui Noble i Mui Leal Ciudad de Murcia",
concretamente en el capítulo XVI ("De la descripción de las cosas particulares de Murcia").
"( ... cerca de Hellín se han descubierto ahora una mina de azufre muy abundante,
donde tiene el rey ministros que la labran, mina de gran estimación, porque no hay otra
en España, siendo cosa tan necesaria y esencial para la pólvora".
)
68
quintales, edificar viviendas para los fundidores, oficiales y gente que vive
en ella; reparación de los almacenes, hornos cerámicos para la fundición;
compra de animales de carga para transportar el minera!, leña y tala de
leña y salarios de los fundidores, oficiales y mineros (González, 1832:
409-410).
La etapa de la explotación real se prolongaría durante el XVII,
XVIII y gran parte de! XIX, caracterizada por las constantes dificultades
de la monarquía hispánica, que repercutían en la actividad minera, aunque
al parecer nunca fueron lo suficientemente relevantes como para producir
un cambio sustancial. La explotación continuaría con altibajos e intensidad diversa bajo administración directa de la Corona hasta el arrendamiento de las mismas en e! siglo XIX. Ya bien entrados en el siglo XVIII,
asentada la nueva monarquía borbónica, encontramos un ejemplo ilustrativo de esto. En un memorial elevado en 1739 por los licenciados en derecho Juan Royo Gabaldón y Asensio Morales Tercero en nombre de los
labradores del Coto Minero se solicita el amparo del rey Felipe V:
"Es verdad indisputable y consta en la Contaduría General,
que la tierra baldía inmediata a Las Minas de Azufre estaba sin
romper en 1704 el pasto de ganado en 300 reales de vellón; y después habiendo dado licencia para romper, y labrar en dicha tierra
Ribera de los Ríos Segura, y Mundo se arrendó dicha labor de
riego, y secano en precio de 130 reales cada un año, hasta el de
1713 y últimamente han continuado varios arrendamientos hasta
llegar a cien ducados de vellón, como se halla actualmente,
habiéndose sacado sus Recudimientos inclusos en el Asiento de la
Fábrica de Azufre, cuyo quintal32 se da para su V. Majestad por
precio de veinte reales de vellón.
También es cierto, que para el consumo de Leña en los diez
y seis Hornos de fundir Azufre, que arden la mayor parte del año,
se halla establecido el Coto en Realengo de dichas Minas, y una
legua en contorno, como sucede en los otros minerales, que no
puedan cortar, ni pastar, ni romper, y por haber dado licencia, y
permiso en contrario el actual Asentista, que ha cerca de 30 años,
que tiene dicho Asiento en cabeza propia o ajena, se halla totalmente perdido el monte alto, y bajo, y tienen que ir por Leña cerca
de dos leguas para los Hornos expresados de la Fábrica en notorio perjuicio de la Real hacienda, y no sucediera así cumpliendo el
32
El quintal equivalía en Castilla a unos 46 kilogramos.
69
Asentista con su obligación, sin permitir las roturas de tierras, ni
que entrasen ganados Cabríos, y Boyales, tan perjudiciales al
renuevo del monte, y hubiese puesto el cuidado necesario, como si
bese hacienda propia, en guardar aquella tierra, y renovar el
monte preciso para dicha Real Fábrica ; pero no lo ha hecho así
por la codicia de cobrar (aunque indebidamente) crecidos frutos , y
tercio de cosechas de los pobres Labradores que hacen esta instancia; contraviniendo, no sólo a la buena administración de dicho
Coto, y Fábrica, si también a las Leyes, y Pragmáticas de Plantíos
mandadas." (Rodríguez de la Torre, 1984: 205-206).
Según el memorial, la explotación minera sigue en manos de asentistas que extraían el azufre para el rey, esta vez a veinte reales de vellón el
quintal. Se nos dice que el asentista lo es desde hace 30 años, "en cabeza
propia o ajena", es decir, es alguien posiblemente adepto a la nueva monarquía, importante y comprometido en esta tarea desde la finalización de la
Guerra de Sucesión. El propio memorial señala la utilización de los baldíos inmediatos como dehesa de ganados, y desde 1704, la roturación de los
mismos como tierras de labor, indicador de la paralización de la actividad
minera a consecuencia del conflicto bélico. Por eso, una vez reemprendida
la actividad, los arrendamientos quedan incluidos en el asiento que se firma
en 1709 bajo la autoridad del asentista que no duda subir los arrendamientos de forma galopante desde el 1713. No conforme con esto, y siempre
según los labradores, el asentista incumple sistemáticamente la normativa
de protección y reserva del coto minero, permitiendo la entrada de ganado,
la tala de madera y las roturaciones ilegales dentro de la zona reservada al
coto (1 legua en torno a las minas). El asentista, quien a buen seguro no
obtiene la rentabilidad esperada del azufre, recurre a cualquier medio a su
alcance y aprovecha la tendencia a aumentar la superficie cultivada, característica del siglo XVIII, para obtener ingresos adicionales. En efecto, uno
de los dos mapas que incluye el memorial, representa al Coto minero" y en
él se indica la colonización de un pequeño sector de la ribera de las márgenes derechas del río Mundo e izquierda del Segura, así como la existencia
de una casa blanca donde se cocían los vasos de barro para fundir el azufre
(Rodríguez de la Torre, 1984: 203).
B
Desgraciadamente no hemos podido acceder al citado mapa. El Memorial se encuentra
en la Hispanic Society of America de Nueva York, y gracias a Rodríguez de la Torre,
que obtuvo permiso para transcribir el documento, hemos podido conocer su existencia. Aunque no se le permitió publicar los mapas, sí tuvo oportunidad de observarlos y
los describió en su comunicación del 1 Congreso de Historia de Albacete de 1984.
70
Sobre las instalaciones el texto afirma la existencia de 16 hornos de
fundir azufre "que arden la mayor parte del año" y se alimentan con leña
traída de "cerca de dos leguas". Este punto es especialmente valioso porque hasta 1850 no contaremos con otra información similar.
Acerca de la casa blanca que servía de alfar para los crisoles de
azufre, Rodríguez de la Torre sugiere que podría ser el antecedente del
topónimo "Casa blanca" del Mapa Topográfico Nacional de España, escala 1: 50.000, hoja 890, edición de 1954 (1984: 202), y del más reciente
Mapa Topográfico Nacional, escala 1: 25.000, hoja 890-II. Hay que decir
que, justo detrás de la citada "Casa Blanca" del mapa, se han encontrado
sobre el terreno restos de hornos. Ahora bien, lo que no está tan claro es
que se tratara de ningún alfar del siglo XVIII, sino de unas yeseras, lo cual
podría dar perfectamente sentido al topónimo "Casa Blanca". Por otra
parte, si hacemos caso de las medidas proporcionadas por el propio documento, la ubicación de la citada casa se localizaría a 50 varas 34 del río
Segura (41,78 metros) y a unas 300 varas del Mundo (250,68 metros), lo
que limita su ubicación a las proximidades de la confluencia entre ambos
ríos, bastante lejos de la "Casa Blanca" del topónimo.
Hornos yeseros de la "Casa Blanca"
La vara equivale a 0,8356 metros.
71
6
UNA NUEVA ERA PARA UNA ANTIGUA MINA
6.1. LA AGONÍA DE UNA EXPLOTACIÓN MINERA TRADICIONAL
La celebridad de Las Minas provoca su sucinta aparición en los textos geográfico-históricos del XVIII 3 pero la convulsa transición hacia el
XIX, marcada por diversos conflictos y la Guerra de Independencia, supuso un vacío bibliográfico que se corresponde, a buen seguro, con la prolongada interrupción de la actividad minera. El fin del conflicto y la vuelta de Fernando VII permitieron la reactivación de las tareas, al menos
desde 1818, aunque el rey puso un punto y aparte a la vinculación de las
minas de azufre a la Corona, tras siglos de aprovechamiento, al enajenarlas el monarca a favor del primogénito del general Elio. Esta situación
duró hasta junio del año 1837, muerto ya el rey e inmersos en plena
guerra carlista, cuando un decreto de las Cortes despojaba a Elio de sus
bienes en represalia por su militancia carlista. Así, Las Minas volvían a
control estatal en un momento de máxima demanda de pólvora durante la
primera guerra civil por la sucesión y así continuarían finalizada esta contienda (Vilar y Egea, 1986: 40-41).
No obstante, Sebastián Miñano, quien en el tomo 11 de su Diccionario Geogrcfico-Estadstico habla de Hellín entre 1826-1829 y, por
supuesto de sus minas de azufre, evita incluir la fábrica dentro de la
hacienda de Elio36 , deteniéndose en describir los procesos de obtención del
azufre utilizados y señala la existencia de arrozales en la hacienda de Elio
y de la contigua Salmerón (1829: 340-345). Esta información de Miñano,
procede de José Rodríguez Carcelén, regidor perpetuo del ayuntamiento
de Hellín, y tiene el enorme interés de mostrar que la enajenación no paralizó la actividad minera", aunque la colonización agrícola, en forma de
;
arrozales, resultó inevitable. Precisamente Mifiano, y después Madoz,
Ver Francisco Mariano Nipho (1770: 298), José Jordán y Frago (1779: t. III, 373) y
Tomás López (1786: t. 1,498).
36
"Contigua a esta fábrica está la hermosa hacienda que su Majestad ha dado al primogénito del general Elio para fundar el mayorazgo" (Miñano, 1826-29: 344).
La comparecencia en la secretaría del gobierno civil en 1864 del gerente de las Minas
de 1825, don Andrés Pedreli Alarcón, para "recoger y contestare! pliego de reparados
ocurrido en el examen de la cuenta del azufre" demuestra esta actividad. BOPA, 2 de
Junio 1864 (Citado por Vi!ary Egea, 1986: 41).
72
señalarán el estancamiento de las aguas de los arrozales como la causa de
la escasa salubridad de la zona, y por tanto de las dificultades de asentar
población en aquel lugar.
Según Miñano las minas de azufre son las más abundantes de Europa, tanto que se trabajan a cielo abierto. Se pueden encontrar 17 vetas entre
los 84 y 100 pies` de profundidad, variando según las desigualdades de un
terreno, compuesto a su vez de "tierra mezclada con piedra caliza". Cree
que bajo de las vetas hay terreno volcánico, aunque observando las ondulaciones del terreno y su composición sedimentaria, afirma que el origen
del azufre debió ser el estancamiento de aguas marinas y además Miñano
muestra su amplitud de miras al sugerir el establecimiento de una fábrica
de ácido sulfúrico "tan necesario a la medicina y las artes por abundancia
de combustible y por la calidad del azufre", aprovechando la presencia de
una cercana mina de plomo con el que se elaborarían los barriles del ácido
sulfúrico (Miñano, 1829: 344).
Dos décadas más tarde, Pascual Madoz complementa de modo
exhaustivo la información de Miñano (1850: 71-72). No duda en calificar a
las minas como el ramo más importante de la industria hellinera, sustento de
más de 100 familias, con una producción anual de 36.000 arrobas de azufre
destinadas a la fabricación de pólvora y a la fábrica de Murcia, así como a
la obtención de ácido sulfúrico y otros productos químicos en Cataluña.
Como responsable de la explotación señala a la empresa Llano y Compañía.
En su recorrido hacia los criaderos nos describe el paraje que le
rodea` y las instalaciones mineras, cuyo núcleo lo constituye la fábrica
antigua junto a una nueva construida en el 1840. Ambas reúnen 16 hornos,
"10 con 30 crisoles cada uno, cuyo combustible es atocha, y 6 en los que
se quema leña con solos 15 crisoles; por lo que los mineros los llaman
medios hornos?' (Madoz, 1850: 72). Sorprende que la cantidad de hornos
permanezca invariable respecto a la del memorial de 1739, a pesar de la
construcción de una fábrica nueva en 1840. La explicación más plausible
es que se limitaban a la sustitución y renovación de los hornos más deteriorados, quizá en parte por la falta combustible y seguramente por el escaso dinamismo de la explotación.
Antigua medida de longitud que equivale a 33 cm. Por tanto, Miñano sitúa las capas
entre los 27,72 y los 33,30 metros.
39"( ...
) una pintoresca y deliciosa cañada en la que se ven matas de adelfa y taray, que
38
alternando con arrozales ofrecen un aspecto halagüeño; desde el caserío llamado el
Marzo, empieza a subir el camino hacia las colinas del minera!, pasándose algunas
cuestas bastante incómodas hasta llegar al minero ( ... )" (Madoz, 1850: 72).
73
No se entretiene en precisar donde se encuentran los edificios restantes, de los que simplemente dice que se encuentran "algo retirados",
enumerándolos sin más detalle: La capilla, un almacén y las casas para el
administrador y contador; otras dos o tres casas para los demás empleados,
cuartel para los jornaleros (en el que se incluía el cuarto de herramientas),
habitación del guarda, tienda de comestibles y un molino para triturar el
mineral.
-
-
-.
-
- .
..,
Los arrozales del río Segura con Las Minas al fondo.
Al igual
igual que Miñano, se recrea en la formación geológica y contabiliza 17 vetas de mineral de azufre, a las que distingue con sus nombres
respectivos: Concha primera, Primera, Guijarrillo, Zapillenca, Guijarro
borde, Segunda', Guijarro florido, Benillar, Bastarda, Guijarro, Jaspea4°
De esta veta, la Segunda, sólo tenemos noticia por Madoz, ya que aunque Miñano menciona también 17 vetas no especifica los nombres. Las causas de que aparezca una veta
de más, pues con posterioridad sólo se citarán 16, podría ser una confusión de los propios mineros al identificar doblemente una misma veta. De hecho, De Botella habla de
16 capas de azufre, enumerándolas pormenorizadamente con sus correspondientes profundidades y espesores. Los intervalos de estéril que separan las vetas los denominan
genéricamente guijarro, encontrándose el mineral entre los 16 y 25 metros bajo la
superficie.
74
da, Canos, Picada, Florida, Tableta, Andresa y Gatuna. La profundidad
de las vetas la sitúa a partir de las 17 o 18 varas (14,2052 y 15,0408 metros
respectivamente), "si bien en algún punto no excede de 4; y la que respectivamente guardan, entre sí, las expresadas vetas varían de las 2 pulgadas
a las 2 varas" (Madoz, 1850: 72). Es decir, aunque en principio la ubica
mucho más cerca de la superficie que Miñano, en la posterior descripción
del terreno rectifica en dirección a aquel y añade que la primera capa de
azufre se encuentra a 20 o 25 varas de la superficie (entre los 16,712 y los
20, 89 metros), admitiendo además una variabilidad enorme entre las 13 y
las 30 varas (entre los 10,8628 y los 25,068 metros). En cuanto a la potencia más "frecuente" de las vetas de azufre, Madoz señala 18 pulgadas
(41,4 cm) que es la potencia de la Gatuna, la veta más rica, aunque luego
señala el intervalo de 3 a 30 pulgadas (de 6,9 a 69 cm) como margen de
variación 4 . Entre las capas de mineral se hallan las "vejigas", fragmentos
cristalizados de azufre, indicadoras de la riqueza de las mismas y especialmente frecuentes en las vetas más superficiales y en las capas de separación del mineral. Igualmente habla de la presencia de fósiles en capas
bituminosas cercanas a la veta Concha primera 42
Tras la Revolución de 1854 la administración de Las Minas pasó a
depender enteramente del Cuerpo de Artillería (1855). Precisamente de
1857, el ingeniero Federico De Botella y De Hornos, en un detallado informe de tinte facultativo publicado años después (1868), describe pormenorizadamente el laboreo, la preparación mecánica y el beneficio o destilación
del mineral en esa etapa, analizando el coste que conllevaba cada una de
estas etapas de producción. Su conclusión es que los gastos son excesivos
en todas y cada una de ellas, por lo inadecuado y arcaico de los métodos,
sin olvidar el asunto de la falta de salubridad provocada por los arrozales,
que redunda en las dificultades de explotación. Esta inflación de los gastos
repercute en la carestía del precio del azufre de Hellín respecto al que se
produce en Girgenti (Sicilia). La enorme diferencia de precio evidencia, no
sólo lo anticuado de los métodos y el enorme costo que supone para el Estado, sino la escasa competitividad comercial internacional que el azufre
hellinero poseía, pues costaba 128,42 reales los 100 kilos frente a los 24 reales del Siciliano. En definitiva, De Botella nos describe una explotación
minera que poco había cambiado desde el redescubrimiento del siglo XVI.
.
' 1 pulgada equivale a 23 mm.
pescados de agua dulce, mariposas, troncos, piñas, impresiones de hojas y otros
restos vegetales." (Madoz, 1850: 72).
42
75
FIGURA 27.
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rr'
El criadero de azufre según ilustración de Federico De Botella.
Para algunos autores, la gestión del Cuerpo de Artillería, además de
perpetuar la secular gestión desatinada, implicó una elevada burocratización de la explotación que gravaría los costes, a consecuencia de lo que
comienza a percibirse una preocupación por la falta de rentabilidad de las
minas que nunca antes se había dado. De aquí las sucesivas propuestas de
privatización, como la del ingeniero F. de Cútoli 43 inspector del distrito
,
En Apuntes sobre la minería de las provincias de Valencia, Castellón, Alicante y Albacete. Boletín Oficial Ministerio de Fomento, XX-XIII (1860) (Citado por Vilas y Egea,
1986: 40-41).
76
minero, o de F. Naranjo, también inspector, como respuesta al brusco
ascenso de precio del azufre (Naranjo, 1865: 390), una administración
corrupta y despreocupada, unos métodos de explotación inadecuados y
arcaicos para el siglo XIX, y la excesiva burocratización y elevados emolumentos del personal (Vila y Egea, 1986: 41).
A nuestro entender, a la vista de la trayectoria de Las Minas bajo
administración Real, la nueva preocupación por la rentabilidad minera y
las propuestas de privatización poseen el carácter propio de las ideas económicas del liberalismo progresista que pretendía la modernización industrial del país, y que triunfaron tras la revolución Gloriosa de 1868. En realidad, aunque se culpa la administración del Cuerpo de Artillería, no se
ignora la tradicional falta de qualificación de los explotadores, los inconvenientes inherentes a la zona o la incapacidad de la administración
(Naranjo, 1865:386-381).
Por otro lado, fuera de los ambientes facultativos no faltaron opiniones triunfalistas, debido a que la falta de competencia y el elevado rendimiento de las mejores vetas generaban un optimismo ilusorio que se
reflejaba en menciones como la que sigue de 1858":
"Su variedad, las diversas operaciones que sufre y los productos que rinde demuestra la inteligencia y acierto con que está
dirigido este importante establecimiento del Estado y el interés con
que se mira el beneficio de esta materia primera que tanto abunda
en nuestro subsuelo, y que tan halagüeño porvenir ofrece a la
industria de nuestro país...".
Y es que, a pesar de todo, casi todo el azufre nacional provino de
Las Minas de Hellín hasta bien avanzada la década de los cuarenta del
X1X45
.
En el Acta de adjudicación de premios en la Exposición sevillana de 1858, Boletín Oficial del Ministerio de Fomento, XXVI (1858: 452) Citado por Vilar y Egea (1986: 43).
A partir de finales de los 40 la explotación de los criaderos de Lorca y Teruel ocuparían un puesto importante junto a Las Minas (Vilar J. B. y Egea P.M. 1986:40).
77
6.2. LA INCORPORACIÓN A LA ERA DE LA INDUSTRIA
En 1862 entra en funcionamiento un segundo horno con caldera de
hierro colado, pero el establecimiento fue clausurado al año siguiente por
deficitario. Puesto en marcha nuevamente en el 1864, el desestanco de la
pólvora supuso una nueva paralización al año siguiente ante la competencia de yacimientos mejor explotados, como Lorca, y del azufre siciliano
(Vilar, J.B. y Egea P.M. 1986: 44). En 1865 el ingeniero Naranjo insistiría
sobre la necesidad de privatizar las minas, después de llevarse una penosa
impresión tras una visita a las mismas y comprobar la deforestación de la
comarca "lo complicado de la administración, lo irregular del laboreo y lo
atrasado del beneficio..." (Naranjo, 1865: 390).
El Sexenio Democrático supone un período clave para la minería
de nuestro país y, como no podía ser menos, para la minería del azufre
hellinera pues en 1870 se produce la definitiva y solicitada enajenación de
la Corona. Al igual que ocurrió en otros casos de la minería peninsular, el
comprador sería un británico, Charles Ros Fell, quien fundaría en Londres
la "Hellín Sulphur Company Ltd.". Ros Feli adquirió en pública subasta el
coto menor, donde está el criadero, por 352.850 pesetas que abonó en 15
pagarés (Bordiu, 1904:334). Sin embargo, después de invertir más de un
millón de francos no logró rentabilizar la explotación. El ingeniero Javier
Bordiu achaca su fracaso a la falta de conocimientos específicos sobre las
peculiares características del criadero y también a una administración
ineficaz que gastó recursos en lujosas medidas preparatorias:
- El fichaje de fundidores de Sicilia para construir hornos calcaroni que no permitían alcanzar el grado calorífico necesario para extraer bien
el azufre.
/
4 -
•1
-
Arriba, detalles de los
hornos calcaron¡" de la
"Hellín Sulphur Company".
78
- La construcción de elevadas galerías de mampuesto concertado
traído en carretas desde canteras distantes.
En definitiva, antes de poner la explotación a cierto nivel de rendimiento, la "Hellín Sulphur Company Ltd." prácticamente se había arruinado. A pesar de todo, Ros Fell logró aglutinar a un pequeño grupo de
accionistas para fundar otra sociedad: "The Coto Menor Sulphur Company Ltd.", que a la postre tampoco logró rentabilizar su tarea aunque consiguieron cierto avances:
- Construyeron grandes baterías de retortas de hierro para obtener
el azufre directamente del mineral con una sola fusión bajo el mismo fundamento teórico de las ollas.
- Ensayaron el procedimiento del vapor recalentado.
- Introdujeron los hornos Gil, que se continuarían utilizando en la
época de la "Azufrera del Coto", y la refinación por retortas según el sistema marsellés.
Estas innovaciones supusieron unos gastos de 80.000 libras que
superaron los ingresos y, en 1880 Charles Ros Feil vende las minas a
Manuel Salvador López, marqués de Perijaá, que constituiría la "Sociedad
minero-industrial del Coto de Hellín", al parecer con más fortuna en la
gestión y obtención de rentabilidad, lo que le permitió un posterior traspaso al oficial del Cuerpo de Artillería Guillermo O'Shea, a cuya iniciativa se constituye en 1901 la sociedad "Azufrera del Coto de Hellín", inicialmente radicada en Bilbao y posteriormente en Madrid (Bordiu, 1904:
334). O'Shea se mantiene como accionista de esta sociedad, pero hacia
1917 se había constituido una nueva sociedad, la sociedad anónima "Coto
Minero de Hellín" (Bentabol, 1917: 1-2).
Gracias a las Memorias de las Juntas de Accionistas de la sociedad
"Azufrera del Coto", en las que se detallan las diferentes adecuaciones
para modernizar y rentabilizar la explotación, podemos hacernos una idea
acerca de la evolución de la explotación entre el último tercio del siglo
XIX y principios del XX.
Según la primera de las citadas Memorias, datada el 29 de Octubre
de 1902, la "Azufrera del Coto de Hellín" inicia su actividad a mediados
de septiembre del año anterior desescombrando y limpiando las galerías,
el sistema de laboreo que se había puesto en época de la "Hellín Sulphur
46
El recuerdo de estos hornos calcaron¡, o sicilianos, ha permanecido en la memoria de
los mineros, aunque bajo cierta deformación en su denominación "chinchillanos" en
lugar de "sicilianos".
79
Company", en lugar de continuar con la de cielo abierto. Seguidamente se
procedió a la reconstrucción y reparación de hornos y cámaras de refinación de azufre terrón, además de obras de acondicionamiento de otras instalaciones del Coto.
El establecimiento durante la década de 1870 de la línea MadridZaragoza-Alicante entre Cieza y Agramón, así como la construcción de la
Estación de Las Minas en la orilla izquierda del río Mundo, permitieron el
inicio de las obras de un ferrocarril minero que transportara el azufre desde
la fábrica al tren, con una completa red de vías secundarías de este ferrocarril minero:
) desde el barranco en que se halla enclavada la fábrica hasta
el extenso emplazamiento de los pozos de extracción, a cuyo pie
están situados los hornos de beneficiación, proponiéndonos con
estas reformas unir directamente entre sí todas nuestras instalaciones por medio de vías con comunicación, también directa a la
estación de Minas`; propósito que se conseguirá cuando se terminen los trabajos, ya muy adelantados, del trozo entre el ro Mundo
y la referida estación" (MJASA48 , 1902: 7).
Esta instalación pasa ahora a constituir una prioridad absoluta pues
constituye el principal factor de desenclave de Las Minas al permitir así la
salida del azufre hacia los puertos.
Igualmente se plantea la ampliación de la explotación mediante:
- La extensión de labores hacia una nueva área de explotación,
mientras se continuará arrancando el mineral de la antigua en la que se
emplazaron hornos de beneficiación cerca de los pozos.
- La ampliación y equipamiento de las instalaciones de desagüe
para evacuar las aguas subterráneas, tal y como ya se había hecho en el
pozo San Javier, que de este modo aparece como uno de los más antiguos
e importantes, pues de sus 70 metros de profundidad arrancan un entramado de galerías susceptible de ser dotado de una instalación de vagonetas y railes para la extracción del mineral, cosa que ya está en funcionamiento en parte de las labores.
"( ...
Por vez primera aparece una indicación, aunque vaga, acerca del lugar en el que se
encontraba la fábrica, un barranco, e indicando la existencia de hornos de beneficio a
los pies de los propios pozos tal y como había sugerido De Botella.
Memoria de la Junta general ordinaria de Accionistas de la Sociedad Azufrera del coto
de Hellín.
80
En resumen, la privatización de Las Minas lleva a acometer una
serie de reformas y adecuaciones, pospuestas durante toda gran parte del
XIX por la administración estatal, que actualizaran e hicieran competitiva
a la explotación en el nuevo contexto industrial, mediante la aplicación de
métodos extractivos modernos y racionales. En treinta años se efectúa el
cambio decisivo, pero el precio fue demasiado elevado, como testimonian
los sucesivos fracasos de las empresas de este periodo.
.i.
Pozo San Javier. A la izquierda en tiempos de la Azufrera. A la derecha en la actualidad.
El inicio del siglo XX presenciará un nuevo intento de llevar adelante la explotación de Las Minas con la empresa Azufrera del Coto, iniciativa del antiguo oficial de artillería Guillermo O'Shea 49. Siendo insuficiente para la adquisición y desenvolvimiento del negocio el capital social
de la citada sociedad (4.250.000 pesetas que representaban 8.500 acciones) se recurrió a una ampliación del capital de 4.000 obligaciones hipotecarias que fueron adquiridas en su práctica totalidad (el 91%) por el
Banco de Vizcaya, con una comisión de amortización del 2%. La amortización de este empréstito debía realizarse en diez años; como dato anecdótico se puede señalar que en el primer año se habían amortizado 318
acciones.
La preocupación principal de esta empresa sería la modernización
de la explotación, puesto que eso suponía la disminución de costos y la
rentabilización del negocio. Además, de lograrse esos objetivos, se pensaba que la calidad del azufre hellinero le granjearía una posición de superioridad en los mercados frente al azufre siciliano y al marsellés. En efecto, las expectativas de mercado eran amplias pues el azufre se había convertido en el "pan" de la industria química, extendiendo cada vez más sus
' Quien, no obstante, no pudo ver los frutos de sus trabajos debido a su fallecimiento en
fecha desconocida entre 1907 y enero de 1908.
81
aplicaciones. Con viveza se defiende la dedicación al mercado nacional,
debido al enorme aumento de consumo del mismo en la agricultura, y en
especial del mercado catalán", industrial además de agrícola. El mercado
extranjero quedaba en reserva, destinado a una fase expansiva posterior`.
Consideraba la Junta de Accionistas, y así lo señalaba en 1911, que
la producción de los criaderos de Hellín era capaz de cubrir la demanda
nacional enteramente, pero su elevado precio permitía la entrada de competidores extranjeros. Para lograr un producto competitivo no sólo debían
seguir reduciendo los costes de producción mediante la progresiva modernización de la explotación, sino también ocuparse del descenso de los costes
de transporte, factores esenciales en su desventaja con los azufres extranjeros. Así pues, los esfuerzos de la Azufrera se concentrarán en estas dos direcciones, dando lugar a dos etapas diferentes cuyo meridiano podría situarse
en torno al año 1906. La modernización de la explotación es prioritaria en
los cinco primeros años (1901-1906) y fijan como objetivo alcanzar una cantidad de producción que garantice el reparto de dividendos entre los accionistas, permita amortizar gastos y reinvertir en la mejora de la explotación.
Así pues, las acciones concretas se encaminaron a:
- Instalar jaulas guiadas en los pozos y vagones para el transporte
del azufre a los hornos de primera fusión.
- Finalización del entramado del ferrocarril minero en 190452, tanto
en las conexiones entre los pozos, como en su empalme con la Estación de
la línea Madrid-Zaragoza-Alicante". Con este fin se adquiere la finca de
"Las Juntas" (MJASA 1903: 8), necesaria para construir un puente sobre
el río Mundo que permitiera el acceso a la Estación de Las Minas.
- Se acuerda con la compañía de ferrocarriles Madrid-ZaragozaAlicante la construcción de una vía muerta de uso exclusivo de la Azufrera, donde se realizarían las descargas de mineral de vagón de ferrocarril
minero a vagón del ferrocarril de línea (MJASA, 1904: 7).
Donde,por cierto, se le estimaba por su superior calidad, pero padecía la competencia
del asequible azufre italiano Floristella.
Se cita concretamente a Inglaterra, Alemania y Bélgica como países de los que incesantemente se reciben pedidos (MJASA, 1902: 19).
52 La longitud del ferrocarril minero era de 3.600 metros, con un ancho de vía de 0,60
metros. Contaba con dos locomotoras de 20 caballos de fuerza y 6 vagones para transportar 5 toneladas. (Gaceta Minera y Comercial (Cartagena), 6-XII- 1904: 396. Citado
por Vilar y Egea, 1986: 53)
Especial interés poseía la salida del mineral con destino al puerto de Cartagena, por ser
"este puerto el de más fácil salida de nuestros productos al litoral" (MJASA, 1902: 18).
82
-Mejorar la vida de los mineros, apuntándose que "...alejado el
Coto de todo núcleo de población, se hace muy difícil, sobre todo en ciertas épocas del año, la reunión del número suficiente de obreros..?'
(MJASA, 1902: 8). Los problemas de salubridad, constantemente denunciados por los diversos autores, obstaculizaban el asentamiento de trabajadores estable, por lo que se optará en 1904 por dotar a Las Minas de médico, con botica a su disposición y, ya de paso, capellán y maestra. El médico asistiría a los accidentados laborales y las enfermedades comunes de
los obreros; al capellán, además de su ministerio se le encomendó la
escuela de párvulos, mientras la maestra se ocuparía de las niñas. Paralelamente se hizo necesario aumentar el número de alojamientos mediante
construcciones de nueva planta 55 y mejorando las condiciones de habitabilidad de algunos de los antiguos cuarteles. Además se edificó un economato, cuyo servicio se arrendé mediante un contrato que garantizaba la
calidad y precio de los víveres.
- La dotación de infraestructuras se completa con la reforma de los
hornos de fusión de tipo Gil, en versión del ingeniero Claret, y la construcción de talleres.
Por otra parte, la adquisición de la finca "las Juntas" poseía una
segunda intención, no menos importante que la ya citada, pues allí se esperaba aprovechar una presa de riego sobre el río Mundo como salto de agua
que proporcionase energía hidroeléctrica a la explotación.
En lo referente a la dirección y gerencia de la explotación, en principio se optó por mantener en la Dirección Facultativa a Rafael Martínez
Espinar, ingeniero del cuerpo de Minas, y como Administrador se mantuvo a Francisco Calvo. Ambos habían trabajado a las órdenes de Guillermo
O'Shea antes de la conformación de la Azufrera y se mantuvieron en sus
cargos hasta la finalización del año minero en curso, es decir, hasta junio
de 1902. Entre Junio y Julio de 1902, coincidiendo con el nombramiento
como Presidente del Consejo de Administración del Marqués de Villarreal de Álava, se sustituía a Alberto de Aznar como Gerente del establecimiento por José O'Shea, y se desplazaba a Rafael Martínez Espinar de la
La Azufrera cumplía así un doble objetivo: la mejoría de la atención a los trabajadores
y ahorrarse el contrato con una Compañía aseguradora que cubriera los accidentes de
trabajo. Esta es la causa de que la Azufrera negociara con la compañía del ferrocarril
Madrid-Zaragoza-Alicante la modificación de la tarifa especial que este producto disfrutaba (MJASA, 1902: 18).
Debemos suponer que estas noticias de construcción de viviendas incluirían las casascueva.
83
Dirección Facultativa a favor del oficial del Cuerpo de Artillería Bernabé
Estrada, a quién se le asignaría además la asistencia de un ingeniero de
Minas, el Sr. Bordiu. Este cambio en la gestión refleja tanto la primacía de
los O'Shea en la empresa, como el deseo se saneamiento de la Azufrera
del Coto, tan pronto se vio consolidada. La prueba es que, en ese mismo
momento 27 de junio de 1902, se decide trasladar el Domicilio social a la
calle Preciados, n.° 64 de Madrid, acompañando la medida de un recorte
sustancial tanto del personal administrativo de Las Minas como de sus
competencias, centralizando así la gestión en Madrid bajo la atenta mirada del Consejo de Administración.
Así pues, este Consejo de Administración se mantendría hasta el
año 1904 con El Marqués de Villarreal de Álava como Presidente, Guillermo O'Shea como Vicepresidente y Manuel de Urbina, Conde de Car taojal, como Secretario. Al año siguiente, con el acceso de Leopoldo
Collado al cargo de Presidente, y la renovación de varios de los vocales y
el secretario, se abría la transición hacia la segunda etapa de la Azufrera
(1907-1917), debida al fallecimiento del Director Gerente José O'Shea, y
a la retirada de su padre, Guillermo O'Shea, que también fallecería un año
después. El lugar de Guillermo O'Shea como Vicepresidente del Consejo
se designó a Mariano Sainz, al tiempo que como consejero entraba Eduardo O'Shea, hijo del fallecido y Secretario de la Sociedad desde su fundación. Está configuración del Consejo se mantendría invariable hasta el año
1911. Estos cambios en la cúpula habían tenido su precedente en la de la
dirección facultativa del establecimiento, al verse obligado el ingeniero
Bernabé Estrada a renunciar a su cargo a causa de una infección palúdica
en 1905, mientras que el Ingeniero Sr. Bordiu pasaba al servicio del Instituto Geográfico, siendo sustituido por Guillermo O'Shea y Verdes Montenegro.
Precisamente en 1906, la Azufrera había decidido rescindir su
acuerdo de representación comercial con sus representantes comerciales
para toda España, "Sucesores de E. Steinfeldt", iniciando una nueva etapa
en la que la atención se dedicará a mejorar la parte comercial del negocio,
pues a juicio del consejo lo concerniente a la explotación debía haber
alcanzado el rendimiento y el grado de modernización deseado. A partir de
aquel momento la comercialización queda en manos de la propia Azufrera, que nombraría representantes fijos en las capitales de provincia y designando viajantes que recorrieran España. Este giro tendrá su reflejo en las
memorias de las juntas, donde la atención queda monopolizada por las
cifras de producción, los nuevos mercados o las expectativas de ventas.
Encuentran constantes problemas circunstanciales, como la pérdida de la
84
cosecha de aceite en Andalucía (se empleaba en la fabricación del orujo),
la propia ley de Alcoholes o la filoxera que se presentó en Chiva. Pero las
posibilidades eran múltiples: la industria pañera, la papelera, la farmacéutica... La introducción en Canarias para sulfatar la importante producción
de tomate canario finalmente se lleva a término, gracias a innumerables
gestiones que permitieron salvar los problemas de tipo arancelario y de
transporte MJASA de 1906: 6-7. Pero lo más importante es que los consumos en agricultura iban al alza, no sólo por hechos puntuales como la
repoblación de viñedos llevada a cabo en Jerez y la Rioja con viñedo americano, sino por el creciente uso del sulfatado de hortalizas (MJASA de
1911: 16-17).
La producción bruta de Las Minas elevada a más 7.000 toneladas
en la primera etapa, disminuye y se estabiliza entorno a las 6.000 toneladas en este segundo período. Esto no representa necesariamente un gran
descalabro ya que la producción diversifica en determinadas clases de azufres (terrón, molido, en cañón, y flor) concentrándose en este último, que
era el más rentable de todos ellos.
Producción de la Azufrera del Coto de Hellín en kilos (1902-1910)
1907
1908
1909
1910
877.508
1.363.160
1.010.584
1902
1903
1904
1905
1906
61.410
-
-
1.271.000
1.128.950 937.443
Terrón 1 3.505.300 -
-
3.759.000
4.007.436 4.989.804 2.543.620 3.614.323 4.689.424
Terrón 3 532.500
-
-
500.000
1.272.000
1.100
1.000
0
0
Molido
-
-
-
1.240.000
705.088
673.862
821.628
365.448
839.620
Cañón
-
-
-
31.000
20.738
126.728
40.650
55.600
92.950
TOTAL
4.099.210 *
*
6.802.000
7.134.212 6.728.937 4.736.080 5.398.531
Flor
6.920.950
* Nota: Los años marcados con un - no ofrecen datos de precisos, aunque estiman el total
de la producción en más de 7 millones de kilos.
La Azufrera del Coto no logra, sin embargo, superar ciertos problemas estructurales:
- La carestía de los transportes obstaculiza competir con el azufre
siciliano y marsellés, no ya en el exterior sino en el propio ámbito nacional.
- La necesidad de invertir constantemente en aumentar los medios
de preparación de labores que permitieran el aumento de la producción;
85
o sea, abrir más pozos para llegar a un azufre que ya no parece tan inagotable, y desagües para evitar las cada vez más frecuentes inundaciones de
los pozos que llegan a paralizar la producción.
- La tradicional escasez de mano de obra y de trabajadores cualificados, hasta el punto de que la inicial preocupación por mejorar la vida de
los mineros desaparece; es más, en la memoria de 1910 se dice: "Durante
el año hemos estado escasos de personal minero acostumbrado al arranque
del mineral, por lo que el Consejo tiene en estudio la aplicación de barrenadoras mecánicas, que en su día sustituyan con ventaja al obrero"
(MJASA, 1910: 12). De hecho, en 1911 se probó una excavadora Ingersoll
de aire comprimido para extraer el mineral que no debió ofrecer el rendimiento deseado.
En los años que continuaron a 1910 la explotación del azufre de las
Minas se mantuvo, a pesar del descenso de las cifras de extracción y de la
invariabilidad de los precios del azufre, en parte gracias a haber amortizado los costes de modernización que la Azufrera se había impuesto en las
dos etapas anteriormente expuestas.
La Primera Guerra Mundial supuso un importante revulsivo para
esta situación. La intervención en la guerra de Italia anularía al principal
competidor durante unos años y provocaría, a partir de 1917, una importante alza de los precios que generó beneficios sin precedentes e impulsó
la explotación de incluso yacimientos abandonados como el del Cenajo 56
(Vilar y Egea, 1986: 60).
Era la oportunidad ideal para que se hubiera consolidado en el mercado- internacional la venta de azufre hellinero. Sin embargo, este hecho no
llegó a consumarse. Las deficientes estructuras de transporte y la no menos
importante carencia de mano de obra cualificada", impidieron aprovechar
suficientemente esta oportunidad. A ambos se les imputa la responsabilidad de haber desperdiciado la oportunidad de acaparar, o simplemente
ocupar, un lugar de privilegio en el mercado internacional (Vilar y Egea,
1986: 60-61).
La renovada competencia italiana que siguió a la conflagración se
enfrentó contra un azufre hellinero, que no había logrado aumentar su
nivel de extracción y que veía como el azufre italiano contaba ahora con
56
De 6 pesetas la tonelada pasó a 22 pesetas en 1916 y a 39,7 en 1917.
' Como solución se recurrió a la mano de obra femenina y a concentrar el laboreo en la
capa octava, la más rica, para contrarrestar estas carencias, pero fue inútil. Como causa
de esta falta de mano de obra el ingeniero Carboneil señala la emigración (Consejo de
la Minería, 1918: Estadística Minera de España, p. 93. Citado en Vilar y Egea, 1986: 60).
86
un cambio más ventajoso de las liras en el mercado internacional. Esto dio
al traste con explotaciones más modestas como la del Cenajo en 1919,
aunque previamente, en 1916, se había ya constituido en Madrid la Sociedad "Coto Minero de Hellín" que junto con el Banco de Cartagena adquiriría la Azufrera del Coto, vendida en pública subasta. Esta sociedad anónima continuaría con las tareas marcadas por la falta de rendimiento y la
competencia de italianos y estadounidenses hasta su cierre en 1961.
1920 fue el año de la irrupción del azufre americano en las plazas
de contratación europeas. Sus criaderos se habían activado durante la contienda a causa de las dificultades de suministro desde España y Japón, e
irrumpía con fuerza apoyado en una enorme capacidad productiva, gracias
a un renovador método extractivo y a su potente aparato comercial. En
1923 estadounidenses e italianos se arrogan la capacidad de fijar los precios y se reparten el mercado: Es el principio del fin de los criaderos españoles.
Las circunstancias históricas de nuestro país en la década de los
treinta, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, la autarquía y aislamiento internacional del régimen franquista pospusieron
durante unas décadas el cierre de Las Minas, al preservar de la competencia foránea el mercado nacional hasta que las dificultades de la explotación fueron insostenibles. La incapacidad de evacuar el creciente caudal de
agua sulfurosa que anegaba túneles y galerías clausuró definitivamente la
AZUFRERA DEL COTO DE HELLIN
87
explotación el 20 de octubre de 1960. Después el Coto Minero continuó
durante quince años realizando labores de refino, especialmente de sublimación y micronizado58, con azufre terrón traído de la refinería de petróleo de Escombreras (Murcia), de la de Puentes de García Rodríguez (La
Coruña), así como del tratamiento del gas natural de la región del Lacq
(Francia) y de las minas de azufre de Polonia.
Hasta hace muy poco, el Coto Menor y las minas han permanecido
en poder de la Sociedad Coto Minero. Pero en el año 2002 fueron adquiridas por Tomás Sánchez Pérez, antiguo minero que al redactar estas líneas,
septiembre de 2003, se halla en tratos para vender nuevamente.
El micronizado es un proceso de molido de gran finura al que se somete al azufre terrón
mediante un molino especialmente diseñado para tal efecto.
88
7
CICLO LABORAL MINERO E INDUSTRIALIZACIÓN
7.1. LA MINERÍA TRADICIONAL DEL AZUFRE EN LAS MINAS
El trabajo de los mineros está compuesto de una serie de procesos
que siguen siempre un mismo orden. Constituyen un ciclo que, a grandes
rasgos, se inicia con el denominado laboreo o sistema de extracción del
minera!, continúa con la trituración y selección del mineral, también llamada "preparación mecánica", y finaliza con la fundición en los hornos o
beneficio, aunque en ocasiones esta última etapa se prolonga o repite con
el fin de refinar el producto.
El trabajo minero sufre un importante cambio con la industrialización al introducirse el empleo de máquinas con el fin de incrementar,
racionalizar y hacer más eficaz la producción. Al igual que ocurre con
otras actividades, la industrialización marca un antes y un después. Es una
transformación sustancial que divide a la minería en dos grandes etapas
históricas: minería preindustrial o tradicional y minería industrial. Entre
ambas no existen tan sólo diferencias en métodos, instrumentos y organización; hay una distinción esencial entre las naturalezas de ambas, entre la
innovación permanente y la ambición de obtener la máxima rentabilidad
de esfuerzos en la industrial, y el mantenimiento de la tradición como
máxima garantía de la calidad del trabajo en la tradicional. Esta es la causa
de que la minería de época romana difiera mucho menos de la medieval o
moderna de lo que lo hace la primera mitad del siglo XIX de la minería de
su segunda mitad.
La industrialización llega a Las Minas, ciertamente, en fechas un
tanto tardías, hacia el año 1870 pareja a la privatización. Hasta entonces el
trabajo minero se mantiene dentro de la más estricta tradición, seguramente más por carencia de medios que por otra causa. Los autores que
escribieron sobre Las Minas antes de la década de los 70 del siglo XIX nos
describen unos métodos de trabajo que se habían estado empleando durante siglos con muy escasa variación. El ciclo minero del azufre en Las
Minas, pormenorizadamente descrito por Federico De Botella, constituye,
claro está, una concreción particular del mismo determinada por el hecho
de su condición de explotación de la Corona y su importancia en la fabricación de la pólvora, así como por su enclavamiento geográfico.
Así, en 1829 Sebastián Miñano nos informa que gracias a la abundancia de las minas de azufre "E...] no se necesita minar, y si cortar el
89
terreno, encontrándose 17 vetas, algunas abundantísimas, en solo 84 pies 59
de profundidad" (1829: 344). Una vez extraído el mineral, se lleva a la
fábrica "donde quitados los cuerpos extraños se pone en los crisoles de
hechura de alambique, de los que sale por sublimación como el aguardiente" (1829: 344). La extracción no se produce durante todo el año de
forma continuada, sino que en estío se interrumpe y sólo se prosigue con
la fundición del material.
Casi dos décadas después Pascual Madoz le dedica mucha más atención al asunto y nos proporciona un amplio testimonio que incluye esta
detallada descripción de la extracción del mineral, es decir, del laboreo:
"Los instrumentos que se emplean son un pico de hierro de
6 libras de peso, que termina en punta por uno de sus extremos,
por el otro tiene una boca de dos pulgadas de ancho; almadena
de la misma materia, y peso de 25 libras; prepal o barron también
de hierro, de 100 libras de peso, con un chaflán en la extremidad,
siendo su longitud de 6 a 7 pies; las excavaciones se hacen a cielo
abierto, descendiendo con una sola grada; arráncase el mineral
con la boca del pico y las desigualdades que resultan, se destacan
de la punta; cuando la capa es dura y permite arrancar losas o
placas de grandes dimensiones, se hace apalancando con los prepales, y verificada la extracción, se divide con la almadena,
habiéndose sacado una de 300 quintales de peso; todas las operaciones se ejecutan con perfección e inteligencia, por lo que no ocurren desgracias; a medida que las excavaciones avanzan en profundidad, se abren caminos para retirar el mineral, lo que se practica con caballerías menores; a la terminación del año minero, que
es en fin de mayo, se preparan los sitios de labor para el siguiente, que se reduce a la apertura de varios pozos, a los que se desciende por un soga suspendida de una garrucha, se buscan las vejigas que se han dicho aparecen entre las capas que separan el
mineral, y encontradas, se suspenden los trabajos durante los
meses de junio, julio y agosto; en que los grandes calores y desarrollo de las tercianas, a causa de las aguas estancadas en los
arrozales, impiden la continuación`." (Madoz, 1850: 72).
23,52 metros.
Mazo de hierro con mango largo y delgado empleado para partir piedras.
6!
La cuestión de la insalubridad del área es un factor constante en todas las noticias de
cierta entidad sobre las Minas, pues se le considera como limitador de la producción
(De Botella, 1868: 166).
60
90
El texto muestra la dureza del laboreo, tarea enteramente manual
que se llevaba a cabo con herramientas muy simples, aunque pesadas, y no
estaba exenta de peligros. Además de la propia extracción del minera!,
comprendía la excavación del terreno y la detección de las venas azufreras. No era una tarea que se ejerciera todo el año, sino que se interrumpía
con la llegada del estío, no sin que antes dejaran preparada la tarea del
otoño siguiente mediante catas de localización de los veneros de azufre.
En consecuencia era la fase que más personal necesitaba y de menos qualificación.
Desde los inicios de la explotación a fines del siglo XVI el sistema
de laboreo consistirá en enormes pozos (hoyos), que podían alcanzar más
de 30 de profundidad, en lugares previamente reconocidos en pos de vejigas, geodas o yemas del azufre, o "Huevos de Piedra", consideradas indicadores de la presencia de veneros y objeto de aprovechamiento en sí mismas, tal como acredita Diego de Castro Cuellar, pagador y mayordomo de
Las Minas en 1627:
"y en cuanto a lo que V. M. manda de la medida que estaba por sacar habiendo mirado y reconocido y medido, está por
sacar de él las cuatro venas últimas, porque está descubierto hasta
la vena que llaman de los Huevos de Piedra, y tiene en cuadro por
cada uno de los cuatro lados diez varas y cuarta6111 (González
1832: 71).
En cuanto pensaban haber llegado al fondo de la capa de azufre (en
realidad de las primeras capas del criadero), rellenaban con los mismos
escombros y abrían ensanches y testeros para extraer el mineral hasta que
finalizaba la campaña. Entonces se iniciaba el siguiente hoyo, cercano al
anterior para poder verter en él los nuevos escombros. Este sistema, el
"corte de terreno" al que se refería Miñano, difería del que en su día utilizaron los romanos, pozos y galerías estrechas de las que, todavía a principios del siglo XX, se encontraban restos de las entibaciones de madera. En
1857 Federico De Botella clasifica a este sistema como de "a cielo abierto". Precisamente gracias a este ingeniero disponemos de una información
exhaustiva y extensa acerca del ciclo minero tradicional en Las Minas, así
como un análisis económico de los costes de cada una de las etapas. Según
De Botella, el laboreo tradicional sufre una intensificación desde la década de los cuarenta, cuando la empresa que las tomó a su cargo 63 decide
62
63
Equivale a unos 8,5 metros por lado, es decir, 72,25 metros cuadrados.
Llano y Compañía (Madoz, 1850: 162)
91
extraer más minera!, aunque no contuviera el mismo porcentaje de azufre,
para incrementar la producción. El Cuerpo de Artillería continuaría este
método, que el ingeniero plasma del siguiente modo en 1857: se requería
de un campo de labor de 2000 varas cuadradas (1.671,2 m 2), previamente
reconocido por catas de cuatro varas cuadradas, (3,3 m 2) que horadan el
terreno hasta la última capa de azufre. En estas catas, realizadas el año previo, se disponen los 90 picaceros a desmontar el estéril. Tras ellos las cuadrillas de llenadores y cargadores, que toman el nombre de "tiendas".
Cada tienda está compuesta por siete hombres, un cabrestante y las caballerías necesarias. Las siete "tiendas" de toda la explotación se reparten los
90 pares de acémilas y su correspondiente arriero por par según las necesidades. Detrás de cada picacero van cuatro !!enadores con tres espuertas
cada uno, y !os siguen tres cargadores y e! arriero. Los cargadores vacían
el contenido de !as espuertas en los serones de las acémilas, a razón de seis
espuertas cada una (unas siete arrobas). Cuando se llega a la primera capa
de azufre se procede a barrerla y vuelta a empezar. Para romper la roca se
utilizan picos, barrones de hierro de 6 pies a 6,5 pies y 2 pulgadas de grueso; cuñas de 14 a 16 pulgadas de largo y de un grueso de tres a tres pulgadas y medio en la cabeza; y almainas de 25 a 30 libras con mango de
adelfa.
Una de las principales dificultades del sistema es la ubicación de
los vaciaderos, que por muy cerca que estén suponen una pérdida de tiempo y espacio enorme. En el corte se abren callejones de salida hacia los
vertederos, que se abandonan cuando la rampa que van formando llega a
ser demasiado rápida para las caballerías. La explotación continúa entonces con una salida general preparada con tiempo por bajo.
Restos de la explotación a cielo abierto, popularmente conocidos como trincheras.
Al finalizar el disfrute de cada capa se barren y recogen las tierras,
amontonando en pilas cerca de la fábrica los minerales de las distintas
vetas. La tierra queda entre las pilas para formar rampas que conduzcan a
92
las caballerías a lo alto de la pila para descargar. 5 o 6 jornaleros se ocupan de regularizar las pilas de mineral al exterior. El total de tierras removidas en 40 días de trabajo asciende a 81.100 varas cúbicas, de las que
60.000 corresponden a la montera de estéril, 17.040 a las diferentes capas
de estéril y 4.060 a mineral útil. De Botella precisa que por término medio
el peso de 1 vara cúbica de mineral equivale a 75 arrobas', lo que multiplica por el volumen de mineral y obtiene 304.500 arrobas; a esto le añade
el peso de las geodas y vejigas que se encuentran en el estéril (45.000 arrobas) y resultan 349.500 arrobas de mineral; o lo que es igual 4019,949
toneladas de azufre. Esta cantidad se consigue en 40 días de trabajo, advirtiendo que el mes en Las Minas es de 24 días debido "tanto a las fiestas
como por la falta de edificios para albergar a los operarios a los que se
necesita dar 3 días cada quince o veinte, para que marchen a mudarse a sus
casas" (De Botella, 1868: 163).
Corte de salida hacia los vertederos.
Según el ingeniero esta cantidad equivale al término medio de repetidos pesos de cada
una de las clases de mineral separadamente en un intervalo que va de 60 a 90 arrobas.
Cada arroba equivale a 11,502 kg.
93
Esta ingente cantidad de trabajo y de obreros que comportaba el
laboreo generaba un gasto diario de 1.956 reales. Sobre una base de 140 días
de trabajo, y añadiendo los gastos ocasionados por la reposición y compra
de herramientas, espuertas, cargas de romero, carros, etc., resultan 291.840
reales, lo que supone un costo de 0,8350 reales la arroba de mineral.
Una vez preparado en las pilas y antes de ser fundido, el mineral
debía ser sometido a la llamada "preparación mecánica", fase siguiente del
ciclo minero. Esta tarea consistía básicamente en triturar y expurgar el
mineral para evitar cargar los hornos con ganga, pero también en preparar
una selección de minerales de cada capa con la que se creía que se obtenía
un azufre de más calidad. Los encargados de fijar la cantidad que debía
mezclarse en cada capa en Las Minas eran los maestros de labores que realizaban esta tarea a mano, a pesar de la existencia de un molino para el triturado del mineral. La explicación era que cada trozo de mineral debía poseer un tamaño diferente según su estructura y capa de procedencia, con lo
que se requería un atento estrío que descartaba el empleo de bocarte o pilones`. Así, antes del triturado el capataz mayor había arreglado las mezclas
marcando la cantidad de carritos mineral que debían extraerse de cada pila.
El triturado se llevaba a cabo bajo cuatro porches cercanos a las
pilas de mineral en dos tiempos. Primero se fragmentan los témpanos más
grandes mediante almádenas redondas hasta dejarlos del tamaño de un
huevo. Luego se colocaban en unos bancos donde se trituraban con almádenas cuadradas hasta dejarlas del tamaño de una nuez. Una vez separada
la ganga del mineral, un arriero retiraba la ganga mientras el mineral quedaba en los trojes situados bajo los porches. Allí era recogido con unas
espuertas por los ayudantes de fundición para llevarlo a los hornos.
La preparación mecánica ocupaba a 18 trituradores fijos y 50
expurgadóres (operarios que separan el mineral de la ganga); además
requiere de varas de almez y reposición de herramientas, conducción del
agua y jornal de las dos caballerías con su arriero. Todo ello ascendía a 350
reales al día, siendo necesarios 192 días para triturar y limpiar ("expurgar") las 349.500 arrobas de mineral, que una vez limpias quedan en
170.000 arrobas (el 48, 64% del producto). El gasto sería de 67.200 reales, o sea que el coste por arroba de la preparación mecánica supondría
0,4118 reales. En esta fase se requería operarios con cierta experiencia y
65
Máquinas de triturar el mineral.
De Botella redondea los 67.200 reales a 70.000 por lo cual la cantidad es 0,4118 y no
0,3952 reales.
94
en menor número que para el laboreo; por otra parte, se observa una mayor
cantidad de días de trabajo que para la extracción del mineral, debido a que
esta fase dependía, como el beneficio, en gran medida de la primera, pero
podía seguir ejecutándose sin necesidad de una prolongada pausa estival.
El beneficio o fundición del mineral supone la última y más delicada parte del trabajo del minero. La fundición se practicaba en hornos de
galera, diez que funden con atocha y seis de menor tamaño que funden
con leña. Es lo mismo descrito por Madoz, y el número de hornos se
corresponde con el del Memorial del siglo XV11167 . En 1862 la única innovación es un horno con caldera de hierro colado que marcha igualmente
con leña y "se hizo como ensayo". Los hornos alimentados con atocha
son elípticos y en cada uno de ellos caben 30 crisoles. El cuerpo de los
hornos era de adobe, pero en la bóveda, entrada del hogar y cenicero se
empleaba ladrillo. Además, para resguardar la entrada del hogar y cenicero se imbuía en la obra un armazón de hierro. La bóveda está formada
por arcos de ladrillo en dos mitades separados por un hueco de 5 cm "con
el objeto de que la llama obre directamente sobre los crisoles". Mediante
dos pequeñas chimeneas se regula el fuego, el cual incide especialmente
en la parte media y por eso los huecos entre los arcos de la bóveda son
menores.
Los hornos de galera que funden con leña funcionaban igual, aunque eran de menor capacidad, entre 15 y 16 crisoles, de lo que se deduce
que estos hornos eran los "medios hornos" a los que hacía referencia
Madoz. Estaban rodeados por un muro de mampostería en el que se abrían varias puertas y ventanas que sólo se abrían para cargar y descargar.
Formaban un grupo compacto que se comunicaba a través de una chimenea con una cámara a la que van a parar los humos perdidos de la destilación y se recogía el azufre en flor, de lo que deducimos que servían también para el refino (segunda fundición). Según De Botella "Aunque construidos con objeto de aprovechar enteramente los productos, no convienen
estos hornos, por lo muy penosas que son en ellos todas las manipulaciones, lo que imposibilita que se practiquen mas de una fundicibn al día; por
cuya razbn cada par de esta clase está al cuidado de un solo fundidor sin
ningún ayudante." (1868: 165).
67
La información relativa a la vida media de un horno, 10 o 12 años (siempre que se proceda a la renovación anual de los arcos de la bóveda) resulta de gran interés, pues bastan 5 días para esta operación empleando 5 albañiles y seis sirvientes bajo la dirección
del maestro mayor.
95
El azufre, triturado y mezclado para ser fundido, no se metía directamente en los hornos sino en sencillos crisoles cerámicos. El empleo de
crisoles y de hornos de leña muestra claramente lo poco o nada que había
cambiado el beneficio desde el siglo XVI (González, 1832: 410). Cada crisol se componía de una olla o retorta que se cerraba con su correspondiente tapadera, pero quedan comunicadas con otro contenedor cerámico,
los "recipientes" por medio de un conducto denominado "cuello de la
retorta" y de unas "alargaderas" o "cañones". Los crisoles son el elemento de la fundición que más se gasta, por lo que debían fabricarse allí mismo
con arcilla del puerto de Calasparra y arena de Chinchilla" (De Botella
1868: 165); aunque desconocemos la ubicación exacta del alfar, la casa
blanca de la que hablaba el memorial del XVIII, es posible que estuviera
en el mismo lugar desde finales
del XVI, del mismo modo que
los hornos de la fábrica.
El proceso de beneficio se
inicia mediante el caldeamiento
previo de los hornos durante los
tres días previos al inicio de la
campaña, con objeto de que
adquieran la temperatura. A
pesar de esto, los hornos no se
mantenían constantes debido al
descanso de los fundidores o a la
temperatura ambiente, por lo que
la duración de las sesiones de
fundición variaba de las 9 a 6
horas. Templado el horno, se cargaban los 30 crisoles llenos hasta
poco más de la mitad, lo que
suponía un total de 45 arrobas
(517,59 k) por término medio.
Cada retorta se colocaba
apoyada en la banda del horno,
asegurada mediante unos ripios Retorta de un crisol de azufre. El pico que
sobresale en su parte superior es el cuello de
la retorta.
En efecto, el análisis de lámina delgada señala que se trata de producciones locales
fabricadas con arena de Chinchilla y arcilla de Calasparra, tanto para crisoles como
para el resto de la cerámica (Ver Apéndice 9).
96
que servían además para separarlas entre sí. Las tapaderas y las juntas eran
recubiertas con una capa de barro para impedir el paso a los gases, pero no
su salida por el cuello de la retorta. Esta operación era conocida localmente como "repretar" el horno. En cuanto se alcanzaban 100° grados se
desprendía agua; a los 150° el azufre comenzaba su primera destilación,
bastante impura, denominada zurrapa, a la que se deja caer en las bandas
de los hornos, de donde se recogía posteriormente para volver a ser fundida. Cuando el azufre comenzaba a salir de un color muy claro, se colocaban los recipientes unidos a los cuellos de las retortas mediante las alargaderas y se volvían a sellar herméticamente todas las juntas con barro. El
final de la destilación se señalaba por una condensación de vapor que
bañaba el exterior de los recipientes.
Durante el proceso de destilación podían surgir diferentes problemas, por lo cual el fundidor y su ayudante debían vigilar constantemente.
Uno de los más comunes era que el calor abriese grietas e inflamara el azufre; para apagar las eventuales inflamaciones se utilizaba un hisopo de
esparto picado mojado atado a un palo. Otro de los contratiempos más frecuentes era las obstrucciones en los conductos, cuello de la retorta y alar gadera, que se subsanaban mediante las almaradas, varillas de hierro con
mango de madera que se mantenían candentes con el fin de abrir paso a
los vapores.
Una vez destilado el azufre se decantaba el contenido de los recipientes en un pilón de piedra, desde el que se vertía a unos librillos de
barro barnizado donde al enfriarse formaban unos "panes` de azufre de
30 libras cada uno. Los crisoles eran descargados de ganga mediante unas
cucharas de hierro para poder proceder a la siguiente destilación, que se
ejecutaba de la misma forma que la anterior. Por lo general en 24 horas se
llevaban a cabo 2 destilaciones de las que se obtenían 18 arrobas de azufre y 18 de zurrapa (unos 207 k de cada); esta última se reservaba en depósito pues su grado de impureza obligaba a fundirla de nuevo.
Como ensayo se construyó un horno de caldera de hierro colado
que De Botella atribuye a la imaginación del coronel Víctor Marina, "ilustrado director del establecimiento" (1868: 165). La caldera se encuentra
empotrada en un horno y en su centro tiene un tubo dotado de una válvula para dejar escapar los gases que se producen durante el proceso de fundición. La carga y descarga se efectúa por una abertura dispuesta en uno
69
El modelado en panes, y también en cilindros o canutos, es una práctica tradicional de
presentación del azufre desde el siglo XVI.
97
de los laterales. Seis conductos análogos a los cuellos de las retortas ponen
la caldera en comunicación con los recipientes por medio de alargaderas.
El caso es que De Botella reconoce que este horno se utiliza escasamente,
quizá a causa de su lentitud pues tarda unas 13 horas en fundir el mineral
y 6 con la zurrapa y los posos.
Estos métodos dcbeneficio resultaban insuficientes en la obtención
del elevadísimo grado de pureza que requería la pólvora, con lo que se
debía proceder a una segunda fusión del bonito azufre color limón que se
obtenía en principio (De Botella, 1868: 165).
•
Llegado el momento de los cálculos de producción y de los costos,
De Botella concluye que sólo pueden considerarse en marcha once hornos
y medio: los diez de atocha más los seis de leña, a los que equipara al trabajo de horno y medio porque su capacidad, que de por síes la mitad exacta de los de atocha, sólo se utiliza a medias.
En estas condiciones se realizan 23 fundiciones diarias, que destilan 45 arrobas cada una, o sea 1.035 en total; de ellas se obtienen 189 arrobas de azufre de primera fundición y 10 arrobas de zurrapa, que supondría
el 19,37% (un 21,04% si incluimos la zurrapa) del total de mineral fundido. Es decir, después de todos aquellos esfuerzos se lograba escasamente
la cuarta parte del mineral, que es exactamente lo mismo que prometía
Francisco Monreal en el siglo XVI, y lo que se obtenía en el XVII (González, 1832: 414). Era un rendimiento muy débil, y de escasa justificación,
pues en Sicilia con un mineral de menor contenido en azufre (el 50% frente al 65% de Las Minas) rendía el mismo porcentaje.
En el apartado de gastos se evidencia como concepto más relevante el del combustible, que debía traerse de fuera. 161 cargas diarias (14
cargas de atocha por día y horno a 2 o 3 reales), que suponen de entre 402
a 483 reales (como De Botella no cuenta a los hornos de leña utiliza los
483 reales como cifra total). Le sigue la reposición de crisoles quebrados,
recipientes y alargaderas: 163 reales de media al día, pues por cada fundición son 7 reales y 3 maravedíes 70 . En mano de obra se gastan 103,50 reales en 11 jornales de fundidores (a 9 reales cada uno), más 69 reales en
otros 11 jornales de ayudantes de fundidores (a 6 reales por cabeza); en
total 172,5 reales. Para cada fundición se provee de dos onzas de aceite a
los fundidores, o sea, 2 libras catorce onzas para las 23 fundiciones dia-
70
Cada crisol cuesta tres reales. Si se quiebra 1 y medio son 4 reales y 7 maravedíes. Los
recipientes valen 1 real 22 maravedíes y las alargaderas 32 maravedíes. En total 7 reales con 3 maravedíes por fundición.
98
rias, a 2 reales 12 maravedíes libra que suponen 6,34 reales. En herramientas el importe es idéntico, 6,34 reales, con lo cual el gasto total de la
fundición asciende a 824, 84 reales. Según esto la arroba de primera fundición saldría a 4.364 reales, y a 4.144 reales comprendiendo en el producto la zurrapa y "las 170.000 arrobas de mineral expurgado necesitan
3.777 fundiciones, invirtiéndose en ellas 164 días y producen 33.993 arrobas de azufre y 1.089 arrobas de zurrapas." (De Botella, 1868: 165).
En definitiva, el coste del quintal de azufre producido ascendía a 59
reales el quintal, precio excesivo`, consecuencia de diversas inadecuaciones en las diferentes etapas del ciclo, especialmente en el laboreo y beneficio. Muy elegantemente De Botella evita aludir a los problemas estructurales y finaliza con sugerencias de mejoras y ajustes de carácter técnico.
Sin embargo, casi simultáneamente, ya se habían levantado las primeras
voces proponiendo la enajenación como único remedio para los muchos
males de la explotación (Naranjo, 1865: 390). Por sus propias peculiaridades, Las Minas habían seguido una trayectoria singular, al margen de los
circuitos comerciales y de criterios de eficiencia y competitividad. Sin
embargo, los nuevos vientos de la Historia requerían algo más que las sensatas, aunque limitadas, propuestas de De Botella para reflotar Las Minas
y situarlas en el competitivo panorama minero-industrial y comercial de
aquella época.
" En el año de publicación de su Memoria, el azufre ya superaba con creces ese precio.
En 1865 ya estaba por los 80 reales el quintal, y la explotación en franco deterioro
(Naranjo, 1865: 390).
99
7.2. MINERÍA INDUSTRIAL
Poco tiempo antes de su privatización en 1870 se denunciaba el
estado de decadencia en el que se encontraban Las Minas (Naranjo, 1865:
386). No es de extrañar que su primer propietario tras siglos de explotación estatal, el británico Charles Ross Feli, se arruinara tratando de acondicionarla. La cuestión es que, a pesar de los fracasos iniciales, la privatización sólo podía acabar comportando la industrialización.
El primer cambio sustancial se operará en el laboreo, iniciándose
un sistema de pozos verticales y galerías que ofrecía un rendimiento
mucho más alto y efectivo. A partir de los llamados pozos maestros (de 2,5
por 3 metros y profundidades de hasta 80 metros) se establecen una serie
de galerías generales de transporte (de 2 x 1,90 metros) según la dirección
de las capas. De estas últimas salían las galerías trasversales donde se
efectuaba el arranque mediante un frente que seguía el buzamiento de las
capas. En los frentes los mineros excavaban las capas más blandas 72
--
AZUFRERA DEL COTO DE HELLIN:
INTERIOR DE LA MIRA
Extracción del azufre en las entrañas de la Mina durante el período de laAzufrera del
Coto.
72
El uso de explosivos para profundizar pozos o abrir galerías queda constatado en las
Memoria de la Sociedad Azufrera, sin que por el instante sepamos si se habían utilizado con anterioridad.
mediante picos y barrones, derribando las partes duras con explosivo". El
tamaño de los frentes podía ser enorme, como en uno cercano al pozo
maestro San José, unos 975 metros que ocupaba a 200 picadores. Con el
estéril se formaba el relleno que servía para la entibación (Meseguer 1924,
64-65).
Por otra parte, el sistema de pozos y galerías no carecía de inconvenientes. El problema principal al que se enfrentaría fueron las continuas
inundaciones que se producían en las galerías, que obligaron a la excavación de numerosos desagües y a la instalación de bombas. El agua procedía de filtraciones del río Segura y de la lluvia, y excepcionalmente de los
desbordamientos de ambos ríos, como la que se sufrió en 1908. La lucha
contra esta cuestión se convirtió en épica, llevándose mucho esfuerzo y
dinero. Las obras de más envergadura se tornaban remedios efímeros frente a los elementos: la habilitación de numerosos desagües, como ocurrió
con el pozo San Javier, el que había sido eje de la explotación; o la centralización hacia un pozo único (el pozo Esperanza), un desagüe natural al
que fluyeran las aguas a través de galerías cruceras. Las crecientes dificultades derivadas de las inundaciones de los pozos se traducían en retrasos notables en la producción y en la necesidad de adquirir maquinaria de
desagüe de reserva para poder mantener el ritmo deseado.
El otro gran inconveniente que causaba este tipo de explotación era
la necesidad de ventilación. En ocasiones era necesario excavar cerca de
los pozos un contrapozo, cuya misión era proveer de aire las galerías interiores y servir de refugio en caso de desprendimientos de hidrógeno sulfuroso. Este último caso requería además de la ayuda de unos enormes
ventiladores eléctricos. Así ocurrió en el pozo Esperanza, cuando había
alcanzado los 51,80 metros, y ya se veían los primeros testigos de azufre
y yemas, el agua hizo su aparición y aumentó el hidrógeno sulfurado. La
excavación de un contrapozo paralelo permitió instalar una bomba y desaguar por cubas el pozo, para que una vez que los dos estuvieran comunicados al mismo nivel pudieran tener doble desagüe en caso de avenidas o
desprendimientos de gases.
Una de las grandes contribuciones industriales al laboreo en Las
Minas fue la progresiva instalación de una infraestructura de transporte
por toda la explotación que facilitase los movimientos del mineral y de los
mineros. Para el transporte del mineral, raíles y vagonetas en las galerías,
Aunque en principio se utilizaba la mayoritariamente la pólvora (Bentabol, 1917:8), la
dinamita la sustituirá progresivamente (Meseguer, 1924: 65).
lo'
así como entre los pozos y los hornos; para subir y bajar en los pozos,jaulas y montacargas, tanto para mineros como para el mineral.
AZUFRERA DEL COTO DE HELL
Transporte del mineral mediante caballerías.
Hay que advertir que inicialmente se debió continuar recurriendo a
la tracción animal para mover los vagones y cabrestantes cargados de
mineral ante la ausencia de energía de otro tipo. Ya en la década de los diez
del siglo XX, la puesta en marcha del salto de agua del río Mundo proporcionaría la electricidad suficiente como para permitir la instalación
progresiva de jaulas y montacargas movidos por energía eléctrica en los
pozos más importantes (San Javier, Alfonsito, San Enrique, San Rafael),
cuya profundidad era cada vez mayor.
Ahora bien, la gran vedette fue, sin duda, el tren minero. Concebido para transportar el azufre de Las Minas a la Estación de Las Minas,
donde hacía parada el tren de la línea Madrid-Alicante-Zaragoza para dar
salida a la producción y enlazando los centros de trabajo de la explotación.
Disponía de dos locomotoras a vapor de 8 y 12 caballos, un coche de viajeros y una jardinera para el personal (Meseguer, 1924: 72). La vía era de
60 centímetros de ancho y 3,5 km de longitud y en su camino recorría un
viaducto 65 metros, atravesaba un túnel y un puente de hierro sobre el río
Mundo. Ya en la década de los años 20 había sufrido una modificación en
su recorrido que condujo a eliminar el viaducto (Meseguer, 1924: 72).
f
Derecha, poleas de hierro del Pozo Alfonsito. izquierda entrada a la mina.
AZUFRERA DEL
ccro
DE HaLUN
PUENTE SOBRE EL RIO MUNDO
Puente del tren minero sobre el ro Mundo.
103
Viaducto del tren minero, desaparecido ya a mediados de la década de 1920. A la derecha, estado actual de la Wa.
La cuestión clave en la conversión de Las Minas en una explotación
industrial radicaba en la disponibilidad de una poderosa energía que permitiese mover la maquinaria. Es obvio que enseguida se comprendió esta
necesidad, pero el enclavamiento de Las Minas impidió disponer de esta
tan pronto como se hubiera deseado. En princio se recurrió a calderas de
vapor que generaba la energía eléctrica necesaria`. Con el fin de optimizar
su rendimiento, el ingeniero Bordiu optó en 1903 por centralizar toda la
fuerza de vapor en un solo punto; un año más tarde se adquirían dos dinamos para reforzar el suministro y alimentar las bombas de desagüe, la
bomba centrífuga, bomba de agua potable del servicio general y la jaula del
pozo San Javier (Bordiu, 1904: 336). Las crecientes necesidades de energía
hicieron que en 1909 se construyera un edificio cerca del pozo San Javier
que albergaría la centralizada producción eléctrica de calderas de vapor
reforzada. Como para entonces estaba casi a punto el salto de agua, esta
central pasaría a distribuidora, transformadora y generador de reserva".
Para alimentar estas calderas de vapor se requería de agua, para lo cual se tuvieron que
construir balsas de agua cercanas, como la de "9 metros de longitud por 8 y medio de
ancha y 4 metros de profundidad, o sea de 306 metros cúbicos de capacidad para el
agua de alimentación de las calderas, y desde la que se llevará agua a los grupos de
hornos y demás servicios." (MJASA, 1909: 17-18).
Con este fin se adquirió una máquina de vapor de 100 caballos de alta y baja presión
de la casa Marshall & Sans, y una caldera de la Rouston Proctor & C° Linkoln para formar un grupo de vapor que accionaría una de las dos dinamos, de 80 kilovatios de
corriente continua con una tensión de 250 voltios adquiridas a la A.E.G. Thomson
Houston Ibérica, con sus ejes preparados para ser accionados por motores trifásicos.
104
AZUFRERA DEL COTO DE HELLIN
GRUPO DE HORNOS DE PRIMIllA FUSIÓN
-
jP
U.
Arriba. La central vista tras el grupo de hornos el Carmen. De ella asoma la chimenea
de las calderas a vapor. Restos de la antigua central y distribuidora de 1909.
105
La puesta en funcionamiento del salto-motor de agua del río Mundo
se haría esperar al 1912, debido a dilaciones de diversa índole. Este salto"
es un complejo compuesto de una presa de 79 por 14 metros construida en
el estrechamiento de los Almadenes; de ahí sale el agua a un canal de 976,
50 m de longitud y atraviesa primero un túnel de 210,30 m y, luego, un
tramo regulador con sus dos vertederos: Uno en la superficie de 17,30 m de
longitud y otro de fondo de 5,50 m2 de superficie. Continúa el canal al descubierto durante un tramo de 656 m de longitud y otro de túnel de 85,60 m.
Para dar paso a este canal se construyó un pontón en sillería de 4 m de luz
con arreglo al modelo T de la colección oficial y una atarjea de 1 de luz.
Finalmente el agua llegaba a la casa de turbinas, una construcción
de 105 m2 en mampostería con pilastras y zócalo de sillería, donde entraba tras una caída de 9 metros y movía dos turbinas de eje horizontal de la
marca alemana Briegleb Hansen y Compañía, acopladas a sendos alternadores trifásicos AEG de los que salía una corriente alterna de de 6000 voltios hacia la central distribuidora antes mencionada, donde la corriente se
transformaba en continua y se rebajaba a 250 voltios.
MIUtNtl-M LICL LOIU U
HELLIN:
CANAL EN SU
ENTRADA AL TÚNEL
so,
',
Canal que conduce el agua a las turbinas en su entrada al túnel.
' Esta central hidroeléctrica continúa en marcha en la actualidad, gestionada por una
empresa llamada "Hidroeléctrica Coto Minero Distribución" con sede en Elche (Alicante).
Aliviadero de fondo y vertedero de superficie junto a la caseta del guarda. Se trata
de mecanismos de regulaciirn del caudal
del ro Mundo, con el fin de evitar sus
catastr(ficas avenidas.
UMtPUA UtLl.IJlU Ut I-ILLtN
INTERIOR DE LA CENTRAL
N..
A
Interior de la casa de turbinas. Las tuberías conducen el agua a las turbinas de eje horizontal.
107
El proceso de beneficio cambia sustancialmente respecto al siglo
XIX. El mineral era transportado en las vagonetas al pie de los grupos de
hornos, ahora contiguos a los pozos, para ser sometido a primera fusión.
Allí se efectuaba un simple estrío y apilado en paralelepípedos rectangulares de 1 metro de altura, cuya finalidad era calcular lo que se debía pagar
a los mineros. Los hornos, llamados Claret, tenían capacidad de fusión
para unas 50 toneladas de mineral o "azufre nativo" procedente directamente de los pozos. Una vez allí, otros operarios dedicados a la carga y
descarga laboraban a destajo para llenar los hornos y ejecutar la ya citada
primera fusión. Habían desaparecido definitivamente los crisoles y la preparación mecánica había sido reducida a la mínima expresión.
2O-C9-O3
S/E
HORNO DE PRIMERA FUSION
GRUPO SAN EDUARDO
MINAS DE HELLIN 2003
SECCIONES A-B Y C E
20-09-03
HORNO DE PRIMERA FUSION
GRUPO SAN EDUARDO
E 1/0
Horno de primera fusión del azufre.
MINAS DE HELLIN 2003
ALZADO
108
IØj í,Ø
11
2 0-09-03
E 1/50
HORNO DE PRIMERA FUSION
GRUPO SAN EDUARDO
MINAS DE HELLIN 2003
SECCION C-D
HORNO DE PRIMERA FUSION
GRUPO SAN EDUARDO
1
1
1
•wji1i
M I NAS
1lul0:
Secciones horno de primera fusibn.
El número de hornos en uso varió bastante desde su implantación, convirtiéndose en auténticos indicadores de la actividad de la explotación. Hacia
el momento cumbre de la explotación, en 1917, había 84 hornos, de los que
en uso 76 (Bentabol, 1917: 10). Siete años más tarde sólo se hallaban en servicio 32 hornos (Meseguer, 1924: 68). En 1980, ya abandonada la explotación, una escritura de propiedad cita un total de 8976, agrupados en 8 grupos.
Los hornos de tipo Claret se componían de un cuerpo principal de
sección troncocónica cubierto por una bóveda hemisférica de escasa altura y abierta en su clave. La obra era de mampostería y mortero bastardo y
quedaba reforzada por algunos contrafuertes. Generalmente se construían
en grupos, de número variable, unos junto a los otros, aprovechando como
mampuesto el propio escorial rocoso de la mina, bien de las capas de estéril, bien del calcinado. El horno se construía con dos entradas a dos alturas diferentes: la superior se utilizaba para cargarlo, mientras la inferior
era para la descarga de la escoria.
76
Según la escritura de compraventa mencionada había ocho grupos: Carmen, con 24
hornos; Santa María, con 5; Gitana, con 10; San Javier, con 12; Claret, con 10; Rodrí guez, con 6; San Rafael, con 6; y San José y Santa Ana con 16.
109
a
Grupo de hornos del Pozo San Enrique ¡lo "Gurugú" en la actualidad.
Horno tipo Claret. A la izquierda la puerta de carga y a la derecha la de descarga.
Cercana a la puerta inferior se encontraba el hogar del horno, construido con ladrillo refractario. El hogar albergaba una parrilla, que lo dividía en dos y sobre la que se colocaba la antracita, utilizada como combustible del horno; la parte inferior del horno, el cenicero, quedaba para recibir las cenizas de la combustión.
Del hogar partía un conducto que atravesaba el suelo inclinado del
horno y se prolongaba por la pared en forma de chimenea. Su finalidad era
conducir el calor procedente del hogar por todo el horno, de forma que
incluso el azufre situado en la parte alta lo recibiera.
Una vez caliente el
horno, comenzaban a desprenderse los primeros
gases, especialmente vapor
de agua que era expulsado
al exterior directamente
mediante un conducto
conectado con una salida de
humos ubicada en el exte'4
rior. A su vez, esta salida de
humos quedaba conectada
con una segunda salida de
humos que conducía los
gases hacia una camareta
subterránea. Esta segunda
salida entraba en juego en el
momento en que se alcanzaba el punto de fusión del
azufre, pues entonces los
gases contenían polvo de
azufre en suspensión. Para
ello se cerraba la primera
salida, que daba al exterior,
y los gases se desviaban
hacia la segunda, donde
Interior de horno tipo Claret, en el que se aprecio
continuaban su recorrido
el conducto de calor interno,
hacia la camareta. Allí las
partículas de azufre en suspensión sufrían un brusco enfriamiento al atravesarla y precipitaban, depositándose sobre sus paredes y suelo. Los gases restantes salían al exterior
por una chimenea trasera.
•
--
.,
Sección y planta de horno de primera fusión y camareta.
Chimenea trasera de la camareta con parrkulas de azufre de primera fuskm.
112
Entretanto el azufre se había fundido en el cuerpo principal de
horno y se había ido depositando en forma líquida sobre el suelo. Su
extracción se realizaría mediante el "pinchado" a través del lateral de la
puerta del hogar. Previamente al encendido del mismo el lateral se tapaba
con un poco de barro que actuaría como barrera para evitar que se desparramara el azufre. Una vez fundido éste, se pinchaba el barro con unas largas barras de hierro. El azufre se vertía derretido en unas gavetas de madera previamente humedecidas en las que se trasladaba a la cámara de sublimación. Este azufre se conocía como "de primera fusión" o "tercera". De
color verde oscuro, su porcentaje de pureza apenas alcanzaba un 90%. Por
otra parte, el polvo de azufre depositado en la camareta no se desaprovechaba, puesto que se recogía para mezclarlo con el azufre flor.
Izquierda, azufre nativo, tal y como sale de la mina. Derecha, azufre de primera fusión o
"tercera".
El último proceso de este ciclo minero industrial era la sublimación, cuya finalidad era elevar al máximo la pureza del azufre (99%). Tradicionalmente considerado parte del beneficio, pues de hecho no era más
que una segunda fusión que se ejecutaba en los mismos hornos, en época
industrial adquiere entidad propia, lo que implica espacio específico y
maquinaria. La sublimación permite la elaboración de los distintos productos azufreros, mediante pequeñas variaciones en las cámaras y hornos
de sublimación. En Las Minas llegaron a estar en uso hasta seis cámaras
en los últimos momentos del Coto Minero 77
.
Para la obtención de azufre en flor se mencionan dos tipos de cámaras:
-De horno gasógeno: La cámara Santa Isabel (390 m 2) y San Guillermo (34 m2
-De horno de llama directa: Cámaras de San Antonio (200 m 2), Manuel (I lo m2), Enrique (10 m2), Julia (130 m2) y Encarnación (130 m 2).
Para la fabricación de azufre cañón: Cámaras Paz y Luz (200 m 2), Santa Bárbara y
Santa Margarita, (ambas de 210 m 2 y Eduardo y Pilar de (120 m 2 cada una).
)
),
113
L
1
L
F
Plano frontal con los hornos para la sublimacibn.
En el plano medio de la foto se ven los restos de las puertas del horno de una cámara de
sublimación.
114
ViIo do pIo,,to
So,clón po A—B
Estas cámaras constaban de dos ambientes conectados. El primero
de ellos contenía la maquinaria que licuaba el azufre de primera fusión. El
segundo se conocía como "cámara de gran volumen" porque fundamentalmente era eso, un enorme ambiente vacío en el que el azufre se sublimaba y se depositaba.
-
Frente a las casas blancas del pueblo los restos de las cámaras (le sublimación y almacenes.
Para licuar el azufre se utilizaba un horno de licuación que en su
parte superior constaba de una 'bañera" en la que se introducía el azufre
de primera fusión. Allí se calentaba hasta licuarse. Entonces vertía a través
de un conducto en la retorta donde se convertía en gas. La energía para su
licuado y posterior gasificado procedía de un hogar muy similar al de los
hornos Claret, compartimentado por una parrilla sobre la que se colocaba
el combustible, hulla de llama larga, calentada previamente con monte
bajo o gas. La parte de abajo queda para el cenicero. Una vez gasificado
pasaba a la cámara de gran volumen, un ambiente de 3000 m 3 en el que el
gas se enfriaba y se sublimaba, convirtiéndose en "copitos" de azufre: La
flor del azufre.
La flor del azufre o azufre en flor era el producto más demandado
y apreciado por su pureza, y consecuentemente el que más cotización
alcanzaba en el mercado. Sus principales aplicaciones se enfocaban a la
agricultura, especialmente al sulfatado de la vid, pero también a la elaboración de productos farmacéuticos. El azufre en flor de Hellín era considerado muy altamente en los mercados nacionales e internacionales por su
pureza y calidad, lo que le hacían ideal para la industria farmacéutica pues
otros azufres contenían pequeñas partes de arsénico que los hacían vene-
116
S..v.,
-
G-H
lJi
Sección G-H en la que se ven los hornos de la Cámara en planta y sección J-J que muestra registros, trompeta y chimenea de la retorta.
P- C-0
-, E- f
Secciones de la cámara. A la derecha se aprecia la retorta y la trompeta de la retorta.
117
nosos para el hombre. No obstante, en el proceso de sublimación también
se generaba "azufre terrón", un subproducto que también se obtiene del
refino del petróleo, de ciertos yacimientos de Polonia o de los gases de la
región francesa de Lacq 78. El azufre terrón se molía mediante un molino
muy similar al harinero y se obtenía el "azufre molido", utilizado en la
industria papelera y pañera para blanquear y con otros fines industriales.
4
Azufre terrón.
Otro producto que se fabricaba en la factoría hellinera era "el azufre cañón". Se trataba de someter el azufre de primera fusión a un proceso de sublimación peculiar, en una cámara de gran volumen más reducida
que condensaba el azufre después de sublimado, depositándose seguidamente en unos moldes de madera de sección troncocónica. Una vez solidificado se extraía de una pieza del molde, adquiriendo la forma que le
daba el nombre. El azufre cañón se utilizaba casi exclusivamente por parte
de los vinateros, quienes para evitar el avinagramiento del vino cubrían las
paredes de los toneles con él.
Teniendo en cuenta que en sus últimos diez años de vida el Coto
Minero se dedicó al refino del azufre únicamente, es interesante describir
otro proceso de elaboración de producto azufrero que se introdujo en Las
Minas hacia el año 1958: el micronizado. El azufre micronizado resulta
mucho más barato que el flor, puesto que era azufre terrón, y es lo suficientemente apto para la agricultura.
78
La región de Lacq se encuentra en el sudoeste de Francia, en el departamento de Pirineos atlánticos. Es una zona industrial que posee yacimientos de gas y petróleo.
1H
Esteban Abelléin, hijo del
(1/li//U)
administrador de los Mujas.
Para micronizar es necesario un molino de eje vertical que triture el
azufre a alta finura. En Las Minas se adquirió uno de la marca MAFEL,
que trabajaba a 4.500 revoluciones por minuto. El azufre se molía en suspensión para luego elevarlo por medio de dos ventiladores interiores a un
ciclón donde es envasado. Su rendimiento medio es de hasta 700 kilos/
hora, dependiendo de la pureza del azufre.
El molino es una construcción muy robusta, que no tiene más averías que las propias de sus dos cojinetes de bolas, uno en cada lado. En su
interior se compone de unos martillos para triturar y unos separadores para
la finura del azufre. Es accionado por un motor de marca Aguirena, tipo
vertical bobinado a la tensión de 500 voltios y con una potencia de 50
caballos acoplado por medio de correas trapezoidales.
Los diferentes productos se recogían y trasladaban a los almacenes
y naves de preparación, donde se tamizaban, se mezclaba también el polvo
de la primera fusión con el azufre en flor y finalmente se envasaba y almacenaba, listo para su transporte y venta.
Según el inventario de la escritura de 1980 había un gran edificio
de dos plantas y 200 m 2 , cuya planta superior se dedicaba a oficinas y la
planta baja a almacén. También había dos almacenes acoplados, que medían entre ambos 214 m 2 , destinados a terrón primera: aparte otro dedicado
119
Al,,zací',i con pasillos cortafuegos.
a azufre molido de 425 m2 , y la nave de preparación, que en realidad era
otro almacén que constaba de tres crujías separadas entre sí por dos pasillos abiertos que funcionaban como cortafuegos en caso de incendio, ocupando en total 427 m 2 . En la actualidad es uno de los edificios que mejor
se mantiene.
TERCERA PARTE
ESTRATIFICACIÓN SOCIAL, HÁBITAT E INDUSTRIALIZACIÓN
ARRIBA Y ABAJO
Resulta extraordinario lo bien que la palabra "coto" se ajusta a la
realidad de Las Minas. Espacio reservado al sostenimiento de la explotación y vedado para los extraños desde tiempos de los Austrias, tras la enajenación su aislamiento se mantuvo a su pesar de la parada del ferrocarril
de la línea Madrid-Alicante-Zaragoza en la Estación de Las Minas, probablemente más concebida para el azufre que para las personas. En estas
condiciones no es de extrañar que la falta de personal se convirtiera en la
queja recurrente de las sucesivas empresas explotadoras, aunque ofrecían
ventajas tan atractivas como "habitación gratuita" (Bordiu, 1904: 336); o
que la ya citada salida del mineral hacia ciudades y puertos fuera un escollo permanente.
Este enclavamiento espacial y el peculiar carácter de la minería
azufrera produjeron un sistema de relaciones sociales con matices sobresalientes respecto del fondo rural, pero lejos de llegar a ser industrial. Las
empresas del XIX y XX sustituyen a la Corona, al rey que habitaba lejos,
allá en la capital, ordenando y disponiendo como arrancar la máxima
riqueza azufrera para sus guerras y su gloria. Sí, las empresas sustituyeron
al rey, pero sus dueños seguían igual de lejos, en el extranjero incluso;
ahora el azufre no se extraía sólo para las guerras y el ansia de gloria había
cedido su puesto al deseo de lucro. Los métodos cambiaron, aparecieron
las máquinas, los explosivos, la electricidad, el tren...; pero los mineros
seguían cavando, picando, cargando, descargando y respirando azufre por
un suelo escaso sin diferir mucho del pasado. Y, sobre todo, Las Minas
seguía siendo un coto en el que la máxima autoridad correspondía los dueños, las empresas que hacían y deshacían desde su Olimpo capitalino
124
como antaño el monarca. Sin embargo, estos nuevos "dioses" capitalistas,
al contrario que el rey, no podían permitirse el lujo de paralizar la explotación o de fallar a los clientes. Competir en el mercado tiene sus exigencias y para mantener la producción no podían prescindir de los mineros ni
lo más mínimo. Con este fin se emprendió una política de atracción y estabilización de la población obrera, mediante la concesión de viviendas y
creación de servicios como el economato, escuela de niños y de niñas,
cine, botica, médico (Bentabol, 1917: 3). Este es el momento en el que Las
Minas adquieren entidad de comunidad estable y deviene auténtico cosmos cuya vida orbitaba en torno al amarillo sol del azufre.
La concepción minera de la sociedad está profundamente arraigada en esta polarización entre el poder alejado y el pueblo llano, separados
por un abismo espacial que sirve tanto para reforzar la distancia en la
estratificación social, como para simbolizar lo fuera del alcance del común
que está el poder. La expresión de esta concepción es la dualidad definida
por los mineros como "los de arriba" y "los de abajo", metáfora esencial
de su visión de un universo compuesto por el mundo subterráneo en el que
trabajan frente al bañado por la luz del sol. Pero más allá de ser una abstracción, esta dualidad encuentra su concreción en el mundo físico, en el
espacio en se vive y en el cómo se vive, o sea, el hábitat. Como si de una
plasmación gráfica de la jerarquía social se tratara, "los de arriba" ocupan
el núcleo central de población, situado en la parte alta de la misma, mientras la mayor parte de los mineros, "los de abajo", ocupan el resto del pueblo y sobre todo la gran periferia de casas-cueva.
La parte alta es un auténtico espacio de privilegio, dotado de todos
los servicios y en el que estaban instalados los altos cargos de la explotación'. En su condición de representantes de las empresas propietarias
constituían la minoría rectora, dividida a su vez en dos grupos: los facultativos (ingeniero y capataz) y los gestores (gerente y administrador). El
gerente, el ingeniero y el administrador se alojaban en el mejor edificio de
la población, la casa de la gerencia. Las prolongadas ausencias de gerente
e ingeniero solían dejar como cabezas visibles de la empresa al administrador y al capataz. El cargo más importante, el de gerente, lo solía ocupar
un familiar de los importantes miembros del consejo de administración,
'Prueba de que constituía un auténtico espacio residencial de privilegio es que ni siquiera se llegó a horadar con galerías por debajo de él. La explotación eludió continuar las
labores por debajo, a pesar de que se suponía que era una de las partes más ricas del
criadero.
125
caso de José O'Shea, de Eduardo O'Shea y Manuel O'Shea. Por supuesto, el ingeniero debía ser alguien de confianza, lo mismo que los cargos de
administrador y capataz, aunque estos estaban más abiertos a gente con
talento, tal y como se evidencia con el último administrador, Esteban Abellán Martínez.
En las inmediaciones de la casa de la gerencia vivían el cura, el
médico y la maestra en sus respectivos domicilios. Aunque pertenecen a la
minoría rectora de la comunidad, su actividad no les implica directamente en el diario trabajo de la mina y eso les sitúa en un estatus distinto. Su
autoridad no procede de la propiedad, de ser los amos, sino de velar por la
educación, la salud y la moral de la comunidad, a pesar de ser asalariados
de la empresa. Los comerciantes (carnicería, cantina, economato), los
obreros de mayor qualificación (barberos, carpinteros, electricistas, albañiles, trabajadores de la espartera) y, según los mineros, los "enchufados"
(generalmente fundidores y personal de almacenes) completan este grupo,
conocido como "los de arriba" no sólo por estar más altos en la escala
social, sino porque su trabajo se desarrollaba en superficie y habitaban la
parte más codiciada de la población. En realidad, este grupo debiera de
haber sido "los de en medio", una mezcla de clase obrera alta y vieja clase
media, pero no logran adquirir entidad suficiente para configurarse como
grupo intermedio.
Los mineros eran el grupo social mayoritario de Las Minas. Desde
la privatización desempeñaban su actividad en pozos y galerías del subsuelo, por lo que es evidente que se definieran a sí mismos como "los de
abajo". Algunos de ellos pasaban por Las Minas fugazmente, alojándose
en los viejos cuarteles; algún otro probablemente tuvo la oportunidad de
ocupar una casa de superficie, pero la mayoría habitaba en el cinturón de
casas- cueva que se diseminaban por los barrancos y escoriales de los alrededores de Las Minas y La Estación.
El trabajo del minero de azufre era de gran dureza física, arriesgado y sin protección social de ninguna clase, a cambio de un exiguo
salario diario que variaba en función del minera! extraído. Los grandes
atractivos que ofrecía eran la nula exigencia de qualificación, un ingreso
seguro y la disponibilidad de tiempo. El calendario minero se iniciaba
entre septiembre y octubre, y finalizaba entre mayo y junio. La jornada
laboral era de unas 8 horas al día, 6 días a la semana, lo cual permitía
sobrellevar la dureza del trabajo en la mina y realizar alguna otra actividad que generara ingresos extra. Por otro lado, había escuela y médico,
lo que no era tan frecuente en poblaciones de tamaño s1ilar de los alrededores.
126
La procedencia tradicional de los mineros era el interior de Murcia
(Calasparra, Moratalla, Caravaca) y de la Sierra del Segura. La mayoría
eran campesinos y pastores que aprovechaban el cese invernal de las labores, por lo que su regreso anual a la mina era incierto; pero tras la privatización de 1870, desde Lorca llegaron muchos mineros del azufre que habían trabajado en la explotación de la Serrata y acudieron a la llamada de las
nuevas empresas.
La contratación de campesinos es una constante de la minería sureña, pues para el campesino era la oportunidad de obtener ingresos extras y
reinvertir en la mejora de sus tierras; y para las empresas era indispensable
contar con una mano de obra numerosa y disponible estacionalmente
(Checa 1999: 214-216). El caso de Las Minas añade un extra a este modelo por su antigüedad, pues mucho antes de la enajenación nacional de las
minas ya seguía esta idiosincrasia desde tiempos de Felipe II. El intenso
proceso de tecnificación de la minería y el fin de la dinámica de vaivenes
del mercado internacional entre 1890 y 1914 da paso a una óptica distinta
en la producción minera; el productivismo inicial de los ingenieros da lugar
a la decisión de asentar a la mano de obra, establecer economatos, hospitales, lugares de ocio, en un intento de controlar también al movimiento obrero desde el paternalismo empresarial (Arena Posadas, 1999: 56).
Sin embargo, la movilidad geográfica de este grupo social se mantuvo elevada en Las Minas, porque las medidas destinadas a asentar a la
población se quedaron más que cortas. "Nosotros vivíamos en cuevas, pero
éramos mineros honrados, no como los de la cabilas. Vivíamos en cuevas
porque era lo que había, pero no robábamos ni hacíamos nada malo". Las
casas-cueva eran la vivienda característica del minero en Las Minas`, excavadas ellos mismos en el abarrancado solar del coto, las casas-cueva eran
una concesión de la empresa para solucionar los problemas de alojamiento. Los mineros podían ocupar cualquier cueva que hubiera quedado vacante o excavar una nueva si lo preferían. Por supuesto, no disponían ni de agua
ni de electricidad, por lo que para iluminarse de noche recurrían a las lámparas de carburo ("carbureros") y las de petróleo, comúnmente conocidas
como "pavas"; el agua bajaban a buscarla al río. Para cocinar, y en invierno para calentarse, utilizaban la "carbonilla", restos medio quemados del
carbón que se empleaba en los hornos de primera fusión.
2
Las cuevas de Benamaurel (Granada) y de Lorca (Murcia), lugares donde también había
minas de azufre demuestran que Las Minas no es un fenómeno único, aunque sin duda
es el más significativo.
127
Las enormes diferencias entre la elite rectora y los mineros eran
motivo de una constante tensión que, no obstante, no parece que se tradujeran en conflictos de importancia, aunque genera la dualidad entre los de
arriba y los de abajo que escenifica su enfrentamiento en diversos ámbitos
de lo cotidiano. En clave deportiva encontramos una de sus manifestaciones más espectaculares. En efecto, se configuraron dos equipos de fútbol:
Los "Colorados", trabajadores cualificados", contra "Amarillos" mineros
(por el azufre). Los partidos acababan frecuentemente en peleas, fruto de
las constantes provocaciones que unos y otros se lanzaban en el ínterin.
Las mujeres, lejos de quedar al margen, intervenían por una y otra parte
como instigadoras o manteniendo el ambiente de rivalidad mediante sutiles maniobras de desprecio, tales como no echar azafrán a la comida
(Colorados), o evitar el tomate (Amarillos). Este antagonismo de clase
obrera contra clase media y clase obrera alta, basado en las relaciones
laborales y rasgo definidor de la identidad minera (Ruiz Ballesteros, 1999:
19), que encontraba cauce de alivio en el enfrentamiento deportivo, no es
más que una parte del enfrentamiento. El detalle de que la dite rectora de
Las Minas no participaba en los partidos evidencia como eludían los contactos directos con los obreros, que podían acabar en choques. Esta estrategia de mantener la distancia se incrementa conforme ascendemos en la
jerarquía de poder, de modo que si administrador y capataz no se mezclaban con el común, Ingeniero y Gerente estaban ausentes la mayor parte del
tiempo. Así, los de la empresa se mantenían a distancia de los reproches y
reivindicaciones obreras, y los mineros y los otros obreros sólo podían
hallarse mutuamente como blanco de sus tensiones.
El enconamiento de esta transposición de lucha clases al plano futbolístico no puede ser indicativo más que de una poderosa represión del
enfrentamiento en el plano político. Según el que fue último administrador
de las Minas, "las buenas relaciones existían en el trabajo y la convivencia", al tiempo que afirma "éramos muy feudales; cada uno cumplía con
su obligación y las cosas funcionaban`. Es evidente que el feudalismo,
aunque sea metafóricamente, nada tiene que ver con la cordialidad y sí con
una estricta jerarquía social. Difícilmente podemos evitar relacionar la
ausencia de actividad sindical y política con el traumático suceso que
marcó la historia de nuestro país en el siglo XX: La Guerra Civil. Sabemos que durante la II República la presencia de UGT en Las Minas era
bastante significativa y que en el transcurso del conflicto bélico las tareas
Entrevista concedida al diario La Verdad. 17 de agosto de 1997. p. 15.
128
se mantuvieron. Ya en la década de los cuarenta, desaparece todo rastro de
sindicatos y se instala la Guardia Civil con la excusa de vigilar los polvorines de explosivos y evitar los altercados a los que tan aficionados eran
los mineros, bien fueran protestas laborales, bien simples peleas. Este
hecho tiene paralelos en otros enclaves mineros como Lanteira en el Marquesado de Zenete (Granada) (Checa, 1999: 209).
Por si esto fuera poco, llega un grupo de 84 presos políticos destinados allí por el programa de redención de penas por el trabajo en régimen
de semilibertad. Aquel grupo era mano de obra gratuita para la explotación, un auténtico regalo para la empresa "Coto Minero". Este grupo es el
protagonista de una anécdota que todos los antiguos mineros recuerdan.
Algunos de estos presos, "que no eran malos, más que estaban en la cárcel por sus ideas", llamaron un día de madrugada al cuartel de la Guardia
Civil. Los guardias, alarmados, preguntaron que hacían allí a aquellas
horas, a lo que los presos respondieron tranquilizando los ánimos, diciendo que no pretendían escaparse, sino que habían capturado a unos ladrones que intentaban robar la caja fuerte con la nómina de los trabajadores y
querían entregarlos.
El extraordinario comportamiento moral que demostraron los presos impresionó gratamente a los guardias civiles y a los propios mineros.
El episodio pasó a formar parte del recuerdo popular y emerge siempre
que se pregunta por la Guerra Civil, aunque casualmente nadie recuerda
nada del conflicto, ni de ideas políticas o los sindicatos. Desde luego, la
presencia de la Benemérita y de los propios presos políticos revela los contactos de los poderosos dueños de la empresa con el nuevo gobierno; el
silencio sobre lo que ocurrió durante la guerra hace sospechar que hubo
más violencia "feudal" que cordialidad a la hora de mantener las riendas
del poder en Las Minas. La historia de los presos se mitifica, señalando la
heroicidad de un grupo de forzados se arriesgan en defensa de los salarios
de los obreros, desperdiciando lo que pudo haber sido una oportunidad de
escapar de su triste situación. Su desinterés y bonhomía son subrayadas
junto al hecho de que se estaban presos no por su maldad, sino por sus
ideas de izquierda, lo que les lleva a proteger al obrero (al salario del obrero) por encima incluso de sus vidas. La narración de esta anécdota cuando
se pregunta por la Guerra Civil no es una casualidad, sino un símbolo de
la represión política y sindical que los mineros sufrieron en Las Minas,
sobre la que todavía reina un férreo pacto de silencio.
El enfrentamiento en el plano político e ideológico quedaría definitivamente excluido de la vida cotidiana y limitado a la tradicional rivalidad laboral tras la guerra. Se ahondaba así en la distancia entre clases,
129
generándose una intensa desconfianza y rencor hacia el poder al que se
concibe negativamente como corruptor, y a quienes lo detentan como incapaces y negligentes. Una muestra de ello es la extendida opinión de que lo
condujo a Las Minas a la ruina fue el exceso de mandos ("Había demasiados encargados y todos mandaban mucho"), fruto a su vez de la mala
gestión'. En el otro extremo, desde las memorias de las Juntas de accionistas de la "Aufrera del Coto", se entrevé lo que pensaban los altos cargos de la empresa y accionistas respecto a los obreros. Para ellos no eran
mucho más que un mal necesario, que les causa numerosos quebraderos
de cabeza; una masa humana de la que se quejan constantemente por su
escasa disponibilidad y qualificación, llegando a considerar su sustitución
por medios mecánicos como la barrenadora marca Ingersoll. Desde luego,
su preocupación por los mineros y la mejora de sus condiciones vitales no
iba más allá de que se asentaran en Las Minas para disponer de su energía
laboral.
' Esta visión de los hechos se evidencia en otros explotaciones cercanas, en las que los
mineros utilizan parecidos argumentos para justificar el cierre de la explotación:
"sobran jefes" o "la empresa no tiene amo" (Checa, 1999: 226).
130
ESPACIO, TIEMPO Y DESIGUALDAD SOCIAL
Cualquier hecho humano transcurre en unas coordenadas de tiempo y espacio. Precisamente el primer atributo de Las Minas es el de ser un
espacio concreto en el que se obtenía un recurso valioso para los hombres.
En tanto que espacio se convierte en escenario de la interacción entre ser
humano y Naturaleza, entre los propios seres humanos y, finalmente,
acaba siendo el depositario de los restos de esa interacción, evidencias
materiales que nos informan sobre la cultura, las relaciones socio-económicas y los cambios en su devenir histórico. Así pues, el análisis de los distintos componentes de la cultura material implica su ubicación en su propio contexto espacial y temporal (datación). Como esto convierte a los
espacios de los asentamientos humanos en auténticos yacimiento arqueológicos, en la descripción de Las Minas recurriremos a proporcionar un
sesgo arqueológico que amplíe la mera perspectiva espacial en dirección
al eje temporal.
Las Minas de Hellín constituyen un paisaje profundamente modificado por la mano del hombre. Tanto el actual núcleo poblacional como el
entorno inmediato que lo circunda cuentan con la presencia de enormes
depósitos de escoria de diverso tipo fruto de la actividad minera.
En lo que se refiere al asentamiento y distribución espacial de la
población se distinguen dos partes fundamentales:
- Un núcleo urbano, donde se concentra la población actual entorno a las antiguas instalaciones mineras.
- Una extensa periferia compuesta de casas-cuevas agrupadas en
barrios o semi-dispersas por el territorio del Coto, especialmente en las
orillas del río Segura.
El núcleo urbano ocupa tres alturas distintas, dando lugar a una
parte superior, una inferior y otra media, donde se encuentran los restos de
las instalaciones industriales en las que se refinaba el azufre.
La parte superior ocupa la cima de una elevación natural rodeada
de muros de contención por todos lados, salvo por el frente norte-noreste,
lugar por el que se prolonga la elevación. Aquí se encuentran los edificios
más representativos de la comunidad: la iglesia, la escuela de niñas, oficinas, la casa gerencia, la antigua botica, el cine y el cuartel de la Guardia
Civil; además ésta ha sido siempre la parte del poblado más deseada para
morar.
Según sus propios habitantes, bajo las casas aflora la capa de can-
131
tos rodados que constituye la terraza aluvial del Segura, a pesar de que en
la actualidad el asfalto cubre el reducido entramado de calles y la cuesta
que lo comunica con la carretera. Esta afirmación, sin embargo, no puede
ser verificada en los puntos en los que los muros de los abancalamientos
que la rodean han caído, puesto que están cubiertos por escoriales.
'-
En esta foto se aprecian los distintos estratos geológicos de Las Minas desde el otro lado
del río Segura: desde los limos fluviales inferiores, pasando por las capas de diatomeas
y azufre, la capa de cantos rodados superior (bajo la casa).
132
La parte inferior se extiende a los lados de la carretera de Calasparra (la actual A- 112), en la margen izquierda del río Segura y a los pies de
la parte superior, con la que se comunica mediante una calle en pendiente
sustentada en depósitos de escoria. Un pequeño ensanchamiento en la base
de esta cuesta, coincidiendo con un tramo de la carretera A- 112, conforma la denominada calle Mayor, eje de la vida del poblado en la que se
abría la cantina, la panadería, el economato y las barberías, amén de unas
pocas viviendas.
9
ttÍi!
-
Calle Mayor de Las Minas. A la izquierda los escoriales que hay en su parte posterior.
A la derecha, la fachada opuesta hacia Calasparra.
Precisamente, en el lado de la Calle Mayor más próximo al río
Segura, se eleva un enorme depósito de tierra color gris oscuro en el que se
hallan revueltos montones de fragmentos de cerámica. Desde fechas recientes ha sufrido sucesivos cortes de excavadora con el fin de adosarle construcciones y allanar el espacio para dar entrada a unas naves agrícolas.
-
LV
Depósito sedimentario a la entrada de Las Minas. A la derecha en el año 2002. A la
izquierda el 2003.
133
Por fin, en un nivel intermedio entre la parte superior y la inferior
del poblado, oculta parcialmente desde la carretera A-14 5 por los escoriales, la zona industrial de fines del siglo XIX y del siglo XX se situaba en
un barranco adyacente a la vertiente oriental del poblado. Aquí se puede
apreciar también el trabajo de allanamiento y abancalado de escoria con el
fin de construir las cámaras de sublimación, molino, almacenes. La instalación de las vías del tren minero llegó a esta zona, permitiendo de este
modo comunicar la fábrica con la Estación de Las Minas.
Zona de instalaciones fabriles. A la derecha restos de almacenes. A la izquierda, las
cámaras de sublimación.
Por lo que se refiere a los accesos al poblado, la actual carretera A14 podría calificarse de "reciente", es decir, que data de inicios de los años
treinta del siglo veinte. El camino más transitado anteriormente partía de
la finca el "Tesorico" en dirección al caserío del Maeso, para luego diverger en dos ramales: uno dirección sur, hacia la parte superior del poblado;
y otro, en dirección suroeste desembocaba en el barranco de San Antonio.
Hoy día este último tramo está cegado por los escoriales que se aprecian
detrás de la calle San Antonio. Este hecho supone que la cuesta que comu-
Comunica Agramón con Las Minas.
134
nica las diferentes alturas del poblado debe ser posterior al establecimiento de la parte superior, consecuencia probable de una ampliación que tuvo
como objeto la creación o engrandecimiento de la parte inferior del poblado. Esta hipótesis viene avalada por en cuenta varios factores:
- La descripción que Madoz hace en el siglo XIX enumera sólo
unos pocos edificios que tienen perfecta cabida en la parte superior. Entre ellos se menciona la capilla y la casa del administrador, de las que al menos la primera todavía se sitúa allí' (Madoz,
1850: 72). Habida cuenta de la reducida superficie disponible,
cualquier ampliación del asentamiento debía ser hacia abajo y
posteriormente siguiendo las vías de comunicación, como de
hecho ocurrió con las casas-cueva.
AZUFRERA DEL COTO DE HELLIN
j..
LMACENtES Y CAPILLA
Al fondo se aprecia la antigua capilla, hoy casa de Diego Martínez López, y una de las
dos locomotoras del tren minero, arrastrando un vagón de pasajeros.
- La necesidad de mano de obra estable y en cantidad suficiente provocó el aumento de edificios de servicios (botica, escuela, economato) e inevitablemente de viviendas de carácter más o menos
6
La actual casa de Diego Martínez López.
135
estacional (casas-cueva) para atender a una población cada vez
mayor. Todo esto se percibe con claridad en las Memorias de la
Juntas de Accionistas de la Azufrera, por lo que se puede afirmar
que dicha ampliación data de finales del XIX y llega, como mucho
al inicio de la década de los veinte del XX. En este sentido, se
puede aportar como aval de lo dicho las fechas de óbito que se
aprecian en el cementerio de San Rafael: la más antigua es 1916,
y de ahí en adelante el mayor número de lápidas corresponde de la
década de los treinta en adelante, especialmente a los cincuenta'.
Aspectos de la potencia del depbsito. Arriba, la parte posterior a la carretera. En la
izquierda se ven las construcciones adosadas y en la derecha un corte efectuado para
permitir el paso. Abajo, perspectiva desde la terraza del río Segura.
Al no ser un lugar de habitación estable en principio, la mayoría de los que allí trabajaban eran inhumados en sus lugares de procedencia, especialmente Calasparra. Aún con
todo, hay noticia de inhumaciones en 1820 junto a la ermita.
136
- Por fin, la presencia de un gran depósito de escorias al lado de la
carretera A-! 12, en la misma entrada al poblado, y próxima a la
intersección con la A-14, muestra que en principio aquella era
una zona de arrojado de vertidos, en buena lógica, procedentes de
la parte superior o la intermedia, y en la que no se habitaría.
Este último punto ofrece un interés excepcional, dado que en este
enorme depósito aparecen revueltos grandes cantidades de fragmentos
cerámicos de crisoles de los que se utilizaba para fundir el azufre antes de
la implantación de los hornos Gil, posteriormente Claret, a fines de 1880.
Recordemos que este depósito queda del lado del río Segura, formando un arco adosado a la carretera A- 112 que parece ser su límite, pues
aunque en el lado opuesto (el ensanchamiento de la calle Mayor) se aprecian otros escoriales detrás de las casas que contienen los materiales cerámicos distintos, sobre todo teja y ladrillo hueco.
Este depósito ofrece en la actualidad numerosas modificaciones
fruto de la acción erosiva natural y humana. Ha sido cortado y allanado
recientemente para instalar sobre él unas naves agrícolas. Pero sin duda
ésta no ha sido su primera vez ya que, en su frente meridional y sobre él,
aparecen los restos de una construcción identificada con la antigua panadería.
Escalón inferior del depósito. Sobre él se aprecian aperos de labranza que pertenecen a
las naves agrcolas. El camino de su base se hizo cortando y allanándolo.
Para más complicación, se aprecian también los restos de la bóveda de un horno de adobe en su interior. Sus relaciones estratigráficas con
el resto de capas y estructuras son difíciles de distinguir en el momento
actual, aunque por fortuna hace algunos años, con motivo de la erección
de una casa adosada al depósito, se pudo dibujar un perfil estratigráfico de
una parte del citado depósito (Selva Iniesta et alii 1998: 46-48).
137
Restos de la bóveda del horno en el depósito.
Las conclusiones que se
extrajeron del análisis estratigráfico
del mismo se resumen en que se
detectaban cuatro momentos de vertidos de materiales cerámicos procedentes de la rotura de crisoles durante el proceso de fundición del azufre. Junto al material cerámico aparecen pequeños cristales de yeso de color gris oscuro, lo que constituye la
ganga del azufre después de la fusión. Entre los citados momentos de vertidos se situaban estratos de separación, consecuencia probable de
momentos de pausa entre los vertidos.
Según estos autores, los fragmentos de crisoles presentaban uniformidad de pastas y cochura, describiendo las formas como sigue:
) vasijas realizadas a torno, con cuerpo globular de tendencia
piriforme, base plana, hombros marcados de donde parte un pico
vertedor, cuello estrangulado y borde hacia fuera. Son vasijas de
tamaño medio con paredes gruesas, desgrasantes, y cocidas en
atmósferas oxidantes. Su boca es amplia, en relación con la función que cumplían, es decir la de contener el mineral de azufre
mezclado con la ganga". (Selva Iniesta et al¡¡ 1998: 47-48).
Lo cierto es que seguramente la calificación de uniformidad deba ser
tratada con cierta flexibilidad, puesto que en diversos puntos del depósito se
aprecian pastas cerámicas distintas, algunas incluso con vidriados, y picos
vertedores de formas distintas. De todas formas, hasta el momento no se han
podido datar las fases del vertido ni las propias pastas, aunque sí es seguro
que son anteriores al siglo XX. Más restos de esta cerámica aparecen también en la zona cercana a las "trincheras", aunque en menor medida.
"( ...
4
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4.
fr
Fragmento de alargadera o cañón dentro del depósito.
Para poder llegar a un conocimiento más profundo acerca del lugar
en el que se encontraban las antiguas instalaciones de época Moderna sería
aconsejable realizar una serie de catas, seguidas de una excavación
arqueológica sistemática, que a buen seguro revelaría muchas de las incógnitas que tenemos planteadas en la actualidad. Sin una acción de este tipo,
que no debiera demorarse en exceso, es completamente fatuo aventurar
mucho más.
El hábitat rupestre constituye una auténtica periferia de Las Minas,
diseminándose por buena parte de los casi 3 km 2 que ocupa el Coto'. La
concentración más intensa se aprecia en los bordes de la orilla izquierda
del río Segura hasta su confluencia con el Mundo, desde donde se extiende hacia los barrancos y escoriales del interior; la periferia rupestre se prolonga en sus dos extremos, hacia Salmerón y al otro lado de la vía de la
Estación de Las Minas y de la antigua Espartera, en la orilla izquierda del
río Mundo.
8
Este cálculo se ha efectuado sobre el mapa 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional.
139
Las laderas en las que se excavan las cuevas constituyen una zona
de nulo aprovechamiento agrícola, tanto por su disposición vertical como
por la esterilidad del suelo. La instalación de las casas-cueva junto al cauce
fluvial permite disponer de un recurso imprescindible: el agua; de ahí que
la proximidad al curso fluvial constituya un factor de desigualdad a tener
en cuenta, en estrecha relación con el nivel de altura en la ladera: a menor
desnivel, mayor disponibilidad de superficie. La aplicación de estos criterios de jerarquía se aprecia en la posición y densidad del poblamiento en
la ladera: en el nivel superior, no sólo es menor o nulo, sino que acreditan
un período de abandono más prolongado que las de los niveles inferiores
donde se encuentran las casas de mayor tamaño y mejor accesibilidad.
La excavación de casas-cueva exigía un trabajo previo de acondicionamiento de la superficie, especialmente las que se excavaban a cotas
más altas, mediante el allanamiento del terreno en el punto elegido de la
ladera. Se conformaban así unas plataformas, o terrazas, que constituían el
suelo sobre el que se asentarían las viviendas. Las distintas terrazas de las
casas quedaban unidas a través de rampas y sendas que surcaban el barrio
de una casa a la otra. La porción de terraza anterior a la fachada a la que
conducían sendas y rampas se denominaba era la "calle". Este espacio se
consideraba una extensión de la vivienda donde se desarrollaba gran parte
de la vida diaria. De hecho, en la "calle" se plantaban pequeños huertos o
se construían hornos.
Como se ha visto, ni el pueblo de Las Minas ni su periferia rupestre manifiestan el más leve indicio de planificación urbanística. El poblado sigue un crecimiento espontáneo, adaptándose al medio con el mínimo
de esfuerzo. Esta pauta de máxima rentabilidad de esfuerzos se lleva al
extremo con la periferia rupestre, sometida encima al constreñimiento de
utilizar espacios marginales de complicada orografía y donde las sendas de
tierra en las laderas desaparecen fácilmente con la erosión. Es el hábitat de
los mineros, contiguo y al tiempo ajeno al propio poblado por la ausencia
de estructuras viarias. Perpetuamente al margen de toda infraestructura y
de servicios (electricidad, agua), constituye el fiel reflejo de la dicotomía
entre mineros ("los de abajo") y mandos-trabajadores especializados de la
empresa ("los de arriba) (Arenas Posadas, 1999: 54), protagonizando uno
de los ejemplos más crudos de mantenimiento de las desigualdades.
En otros casos de la minería sureña peninsular el paternalismo
empresarial y la necesidad de asentar mano de obra tuvieron como resultado la promoción de barrios y núcleos enteros de población de nuevo
cuño en los que utilizó la planificación urbanística, aunque fuera en su
expresión más simple: el trazado hipodámico. Por ejemplo, en Peñarroya-
Pueblonuevo (Córdoba) (Giménez Guerrero 1999: 188), La Unión, Aher o
Río Tinto (Checa, 1999: 221-223; Valcuende del Río, 1999: 88-90). La
estratificación social se hace visible mediante barreras que separan netamente los barrios de los patrones de los mineros. En este sentido sirven
como ejemplos el barrio de Bellavista de Río Tinto, destinado a los patrones ingleses de la explotación minera y construido en estilo colonial` separado de los barrios de El Alto de la Mesa y El Valle mediante un muro
(Valcuende del Río, 1999: 88-90; Escalera Reyes, 1999: 120); y Peñarroya-Pueblonuevo, donde eran los franceses quienes marcaban distancias de
igual manera (Giménez Guerrero, 1999: 188).
El paternalismo de las empresas de Las Minas no llegó a tanto, se
quedó en la difusa "habitación gratuita" del ingeniero Bordiu. La inexistencia de entramado callejero consistente, estructuras civiles claras que
ordenen el asentamiento (plazas, edificios comunales), señala la completa
despreocupación, o quizá la incapacidad, de las empresas por cualquier
aspecto que se relacionara con la vida de los mineros. La consecuencia fue
el mantenimiento de una comunidad inconsistente como tal, desarraigada
y completamente impedida para actuar como grupo en defensa de los intereses locales. Las Minas era un coto en el sentido más completo del término y ni siquiera el Ayuntamiento de Hellín, teórico depositario del poder
municipal, se atrevió nunca a interferir.
) al serias casas construidas para ellos en Beliavista, réplicas virtuales de las villas
victorianas levantadas en aquella época en sitios como Aldershot y Camberley, con sus
amplios gabletes ornamentales, salvo que la piedra española reemplazaba al ladrillo
inglés, y que los limoneros eran más comunes en sus jardines que los codesos" (Avery,
"( ...
1985: 213).
141
N
Plano de situación de las casas-cueva. Barrio Noroeste.
142
lo
EL HÁBITAT DE LAS MINAS EN ÉPOCA CONTEMORÁNEA
10.1. TIPOLOGÍA Y DISTRIBUCIÓN DEL ESPACIO DOMÉSTICO
En las Minas se pueden observar dos clases de vivienda claramente diferenciadas: La vivienda de superficie y la rupestre. Las viviendas de
superficie suelen ser de campesinos que tienen explotaciones cercanas al
coto, pero también de antiguos mineros que alcanzaron una posición acomodada, como se desprende del hecho de que algunas se encuentren en la
periferia minera. Muchas de ellas se apoyan parcialmente a la roca, incorporan ambientes, o bien comienzan siendo cuevas; de todos modos los
ambiente rupestres quedan ocultos por las estructuras de superficie. Básicamente se trata de edificios de un piso y planta rectangular, con dos crujías, cubiertos a un agua, aunque no es infrecuente que sean más complejos con dos crujías y dos pisos. En general, semejan a las casas serreñas,
variante del tipo andaluza descrita por Luis Feduchi (1984: 31), aunque
claro está, su parte rupestre se muestra mucho más libre en su disposición.
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t.:
4.
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Fachada de casas-cueva de tipo rupestre.
143
Las viviendas rupestres, o casas-cueva, se desarrollan enteramente
en el interior rocoso de los estratos margosos y calizos y eran características de los mineros que trabajaban en Las Minas de azufre. Su número de
ambientes varía, aunque suelen tres dispuestos de dos formas básicas
(paralela y perpendicular). Eran viviendas de mineros, excavadas por ellos
mismos, de acuerdo con sus medios y con las circunstancias que les tocó
vivir.
El hábitat es posiblemente la parte de la cultura material de más
riqueza y complejidad, en la que se dan cita multitud de aspectos relacionados con la interacción social y natural del ser humano. Por este motivo
las casas-cueva constituyen uno de los productos más valiosos y significativos de la particular cultura minera; cultura, que por sus circunstancias,
está inserta en un contexto tradicional rural que no podemos obviar. Así
que, aunque nuestro interés principal se centre en la vivienda rupestre, no
podemos evitar incluir la tipología de las viviendas de superficie; de lo
contrario estaríamos soslayando el contexto general en el que se encuentran Las Minas, e impediría una adecuada comprensión.
10.1.1. Esquemas distributivos
No obstante sus diferencias, los tipos constructivos de Las Minas,
rupestre y de superficie, presentan esquemas distributivos del espacio
doméstico con notables semblanzas. De hecho, la aparente variedad distributiva responde más bien a cierto grado de improvisación a partir de un
esquema distributivo inicial al que se modifica según cambien las necesidades. Éste es, seguramente, uno de los indicadores más claros de su
carácter popular.
1- En el tipo rupestre aparece generalmente un esquema de ambientes tripartito que se plasma en tres variantes distributivas principales:
- Distribución paralela. Todos los ambientes se alinean entorno a
una línea paralela a la entrada, de forma que todos pueden contar
con un vano hacia el exterior. El ambiente principal, donde se
hace la vida común, es punto de paso obligado para circular por
el interior de la vivienda.
- Distribución perpendicular. Los ambientes se disponen en tomo a
una línea perpendicular a la entrada, siguiendo el sentido natural
del ingreso. En este tipo es frecuente encontrar escalones entre
los distintos ambientes ya que su desarrollo interno establece distintas niveles.
144
Distribuciones en L o en U; aquí no todos los ambientes dan al
exterior, sino que alguno o algunos tienen su desarrollo hacia el
interior.
El esquema tripartito propio del tipo rupestre se define por la presencia de tres ambientes rupestres jerarquizados, de los cuales uno de ellos
es más importante que los otros: constituye el núcleo de la vivienda, articula la distribución y el tránsito, y aglutina la atención decorativa. No
incorpora espacios dedicados exclusivamente a la circulación, tales como
pasillos o rampas. El acceso desde el exterior y en el interior se efectúa de
forma directa. En ocasiones, cuando se producen ampliaciones interiores
hacia casas-cueva contiguas, se introduce la presencia de túneles. Aunque
se trate de espacios de tránsito, no son fruto de una planificación inicial,
sino de una circunstancia fortuita que permite a una familia ampliar su
espacio, evitando los esfuerzos y dificultades que implicaría la construcción exterior o la excavación de nuevos ambientes. En realidad, los espacios de paso específico no existen o no se consideran necesarios en la idea
sobre lo que debe ser una casa. La prueba es que, cuando la ampliación es
hacia el exterior, tampoco se integran espacios de paso específicos. De
hecho, las premisas distributivas señaladas en la parte rupestre son las mismas que se aplicarán en el exterior.
F
/
D
I
Esquemas de distribución paralela.
145
Seccion A,
Casa F4-1 22
Escala 1150
146
Distribución perpendicular en planta, sección longitudinal y perspectiva axonométrica.
En la parte rupestre de MH122 se aprecian los escalones.
A la izquierda distribución en L. A la derecha en U.
147
-Esquema distributivo en U en planta y en axonométrica (MH204).
[]
Anexibn de dos casas-cueva contiguas mediante un túnel de comunicaciim.
148
2- Tipo de vivienda de superficie. Este tipo se define por una parte
exterior de perímetro rectangular. Ocasionalmente incorpora algunos
ambientes rupestres de menor desarrollo subordinados a la parte exterior.
Los esquemas distributivos de este tipo lo compone una crujía cubierta a
un agua, en la que se disponen tres ambientes, uno mayor y dos menores.
Sin embargo, la gama de variaciones es amplia: una crujía y dos ambientes, dos crujías y cuatro ambientes (MH202).
Como señalábamos, la parte rupestre se articula en función de la
parte exterior. A pesar de eso, en algunas ocasiones se aprovechan antiguas
viviendas rupestres a las que se anexan construcciones exteriores
(MH207), demostrando con ello que el oportunismo y el aprovechamiento son las verdaderas premisas fundamentales de esta arquitectura. Tampoco en este tipo aparecen espacios específicos de tránsito.
Por último, hay que señalar que la importancia de la distribución
espacial de las viviendas reside en que refleja como nada la mentalidad
sobre el hábitat. Por esto, el esquema distributivo, además de ser un elemento tipológico definidor, juega un papel esencial como indicador cronológico. Así, la ausencia de espacios de tránsito exclusivos delata el arcaísmo de estos tipos, pues la inclusión de estos espacios en la planimetría
de las viviendas data del siglo XIX (Sánchez Soria, 1997: 301).
149
10.12. El sistema de vanos
Puertas y ventanas son los elementos constituyentes del sistema de
vanos. Son indispensables para facilitar el tránsito, la ventilación e iluminación de la vivienda. Su apertura en un muro se relaciona en gran medida con la disposición de los ambientes, o sea, con el esquema distributivo.
Como precisamente la falta de ventilación e iluminación suficientes son
dos de los inconvenientes consustanciales al tipo rupestre, la disposición
del sistema de vanos reviste especial importancia. Se intentará buscar un
esquema distributivo que permita la apertura exterior en lo posible. El
esquema distributivo paralelo facilita la apertura de ventanas al exterior,
aunque las puertas interiores quedan relegadas sólo a una función de tránsito interno.
--
A la izquierda ventana exterior. A la derecha ventanitas de iluminación de ambiente rupestre sobre el dintel de la entrada.
Cuando el esquema distributivo es perpendicular, con un desarrollo rupestre importante, la falta
de ventilación e iluminación se
intenta paliar mediante la alineación
A.- las puertas interiores con el exterior y recurriendo a la apertura de
pequeñas ventanas en los muros y tabiques del interior.
150
Ventanas interiores para ventilar e iluminar el interior de las casas-cueva.
La ubicación de las puertas tiene especial importancia en la concepción de la vivienda, al definir los ejes de paso con el exterior y en el
interior. La pauta global es que se procura siempre crear un eje direccional que comunique el ambiente más interno con el exterior.
Para la realización técnica de los vanos se emplea el dintel,
mediante la inserción de una vigueta o un listón, de madera o metal. En los
muros maestros era frecuente el recurso al abocinamiento para poder mitigar los empujes sobre los vanos. Concluida esta operación, se procedería
a colocar los correspondientes marcos de madera. En los tabiques interiores, de menor grosor, se colocaba directamente el marco de madera de la
puerta o ventana tras hacer la correspondiente abertura.
10.13. Funcionalidades de los ambientes de la vivienda
Inicialmente se distinguen dos áreas funcionales en las casas-cueva:
la zona dedicada a la residencia humana y la consagrada al resguardo de
animales. A pesar de la proximidad generalmente se remarcaban los elementos de separación de lo humano respecto de lo irracional`, colocando
el tránsito entre ellas por el exterior". Las instalaciones dedicadas a la cría
de animales, en adelante corrales, ocupan cavidades o casas-cueva abandonadas con las que se mantiene una relación espacial de contigüidad. Es la
aplicación de los principios de reaprovechamiento y adquisición de derechos por proximidad. Analizaremos ahora cada ambiente por separado.
o
Lo usual es que compartan muros o simplemente que estén muy cerca unas áreas de
otras, aun situadas a diferente cota de la ladera.
Aunque este principio no está exento de excepciones, quedan claras las diferencias
entre ambas áreas.
151
10.13.1. El ambiente principal
En todas las casas destaca uno de los ambientes por estar dotado
de una serie de elementos de los que carecen los restantes. Entre éstos destaca uno de especial relevancia: el hogar-chimenea. Era el aglutinante de
la vida común de la familia y su principal símbolo. Alacenas, bancos, anaqueles y hornacinas excavadas en la roca o empotradas en los muros acompañan al hogar-chimenea, aunque puntualmente se les incorpora a otros
ambientes.
El ambiente principal ocupa una posición jerárquica relevante respecto a los demás ambientes, ya que se sitúa a la entrada de la vivienda,
constituyendo punto obligado de tránsito y realizando en ocasiones el
papel de distribuidor del paso hacia los demás ambientes. Evidencia la
importancia de este ambiente, eje sobre el que gira la vida familiar, su ocasional duplicación o ampliación en cuanto las necesidades de espacio
impelían a ello. Examinemos detenidamente sus componentes principales.
1- El hogar-chimenea. Es el elemento más característico y definitorio de lo que sería el ambiente principal. Todas las casas están dotadas
de uno. Sus funciones son las de servir de calefactor y de cocina. Contiene el fuego, la energía y es el alma, el núcleo de la casa. Por esto es objeto de una especial atención decorativa que trataremos en el apartado de
decoración.
Su ubicación en el ambiente varía, aunque con tendencia a ocupar
un muro lateral. Dependiendo de esto la chimenea puede encontrarse
empotrada en el muro o aprovechando una esquina para salir al exterior.
Sus embocaduras adoptan, con leves variaciones, dos formas geométricas
básicas: la circular y la cuadrangular.
2- Las alacenas y hornacinas. La alacena
es otro elemento constante del ambiente principal, aunque no privativo del mismo. Se trata de
un "hueco hecho en la pared para servir de
armario y por extensión armario" (Fatás y
Borrás, 1980: 16). Suele aparecer en el ambien-
152
te principal, pero también en los secundarios, empotrándose en la pared,
en la roca o aprovechando un ángulo del ambiente. En cuanto a su número, no es extraño hallar más de una alacena por ambiente principal.
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L.
1TPOGL DE ALA(E&S
Tipología de alacenas de las casas-cueva de Las Minas.
Sus plantas son cuadrangulares unas veces y triangulares en otras
(cuando ocupan una esquina). La alacena de MH209 muestra una excepcional planta en ángulo recto adaptada a la esquina del ambiente. La obra
de la mayoría de las alacenas se realiza con yeso armado. Su espacio inter no se divide mediante una serie de anaqueles, confeccionados con la
misma técnica o con tablas de madera que se apoyaban sobre rebabas destinadas al efecto.
En cuanto a la funcionalidad de la alacena hay que relacionarla con
el almacenaje y la exposición de enseres domésticos del ajuar. En relación
con su papel de expositores del ajuar, se podría aducir una dimensión decorativa en las alacenas sin que sonara demasiado descabellado. Pero realmente, fuera de su dimensión práctica, no hay pruebas que induzcan a considerar a las alacenas en sí mismas como objeto de una atención estética.
Las hornacinas se distinguen de las alacenas ante todo por su reducido tamaño, lo que las aparta de cualquier función de almacenaje. Son
153
cavidades murales de base y dintel plano, cuya misión solía ser albergar
alguna imagen devocional.
i
3- Los bancos. El banco es
uno de los componentes más antiguos de la vivienda del hombre,
registrándose algunos de ellos ya en
la Edad del Bronce. Con cierta asiduidad se incorpora al ambiente
principal un banco adosado a la
pared. En su obra se emplean varias
técnicas: ladrillos macizos; mampuesto enlucido y tallado de la roca. En varias viviendas se conservan intactos bancos de base rectangular de
dimensiones diversas.
Los bancos son esencialmente apoyos, bien de personas, bien de
objetos, como las cantareras o bancos vasares, destinados a recipientes
154
-.
cerámicos que contuviesen agua,
cereal, aceite o vino para uso
doméstico.
4- Los anaqueles. Tampoco
los anaqueles son exclusivos del
ambiente principal, aunque es aquí
donde aparecen preferentemente.
Los anaqueles se suelen colocar
siempre a cierta altura, formando
parte de armario de obra o para exhibir objetos de cierto valor.
Anaqueles de armario empotrado.
155
Son obras de planta rectangular, alargadas y estrechas, tendentes a
recorrer su soporte mural en toda su longitud. La técnica constructiva
empleada para ellos es el yeso armado o argamasa cubriendo una estructura a partir de tres listones de madera. Estos listones eran anclados a la
pared mediante unos encastes en el muro.
10.13.2. Los ambientes secundarios
La concentración de elementos que acabamos de ver, junto a la
existencia el hogar-chimenea en un determinado ambiente, son los criterios que nos permiten establecer una jerarquía y denominar "ambientes
secundarios" al resto de los que se encuentran en la zona residencial de la
vivienda. Las paredes de estos últimos reciben tratamiento y, a veces,
cuentan con anaqueles, alacenas o bancos. Las diferencias de tamaño existen, ya que suelen ser más pequeños que el principal, pero no son las fundamentales.
El número de los mismos suele variar de uno a ocho en todo el conjunto, pero lo usual es que sea de dos. Se suelen disponer en función del
ambiente principal que actúa como eje distribuidor, evitando el acceso
directo a los ambientes secundarios desde el exterior. Esto se interpreta
como una concesión de intimidad a estos ambientes en contraposición al
principal, destinado a la vida en común y pública.
156
Aparte del acceso indirecto, lo que define a los ambientes secundarios es el hecho de que, ciertamente, son ambientes bastante austeros.
Semejante desnudez apunta a que su funcionalidad principal fuera la de
alcoba, en la que cabrían elementos mobiliarios como una cama o un
arcón; resulta tentador relacionar esto y el número usual de ambientes
secundarios con un posible reparto, en el que uno de los ambientes correspondería a los padres y el otro al resto de la familia.
De esta manera finalizamos con la parte de la vivienda dedicada
exclusivamente a residencia y comenzaremos a examinar la parte dedicada a otros menesteres, que como ya dijimos, se encuentra claramente diferenciada de la residencial, pero estrechamente unida a ella.
10.13.3. Otros ambientes
Corrales para criar pollos y conejos; establos, para resguardar a las
caballerías; despensas, almacenes y letrinas completan los ambientes que
podemos encontrar en las viviendas cuevas. Su análisis ofrece una doble
dificultad: el lamentable estado de conservación en que se encuentran la
mayoría, por un lado, y la reutilización de casas-cueva abandonadas
por otro. Es evidente que su calidad
constructiva es inferior a la de las
'
viviendas y están más expuestos a la
erosión. Por consiguiente, su grado
de deterioro es también mayor.
Izquierda, corral adosado a la seudofachada de la casa-cueva; derecha establo para ganado.
157
En ocasiones se reutilizan viviendas rupestres ya abandonadas para
instalar pesebres y abrevaderos; pero si no se disponía de éstas, se acondicionaban unos ambientes anexos a la puerta, adecuándose a la disponibilidad de suelo y a la topografía de la "calle". Como dependencias de la
vivienda destinadas a la cría de animales estaban integradas por una serie
de elementos específicos, tales como pesebres, conejeras y sujeciones para
las caballerías o el ganado porcino (argollas y clavos) que veremos a continuación. Las viviendas de campesinos poseían además un ambiente dedicado en exclusiva al almacenamiento de productos agrícolas (M11202). A
buen seguro sus habitantes gozaban de una posición acomodada gracias a
la agricultura, porque en las casas-cueva no existen espacios de almacenaje como tales. 12
Tinaja en un almacén agrícola rupestre.
12
Considérese que almacenar parte de la producción doméstica implica el disfrute de un
excedente lo suficientemente importante como para generar la necesidad de un espacio
específico que lo albergue.
158
1- Los pesebres. Son construcciones en forma de cajón destinadas
a alimentar a los animales. Resalta el grueso enfoscado que reciben las
paredes que los conforman, con evidente intención de consolidar y proteger la estructura. Por la altura que tienen (unos 80 cm de media), se trataba de animales de cierta envergadura (cerdos, acémilas, corderos, cabras,
etc.) Ateniéndonos a su capacidad y cantidad (no más de tres o cuatro por
corral), se deduce que estaban concebidos para una cabaña reducida, de
tipo familiar suficiente para el autoabastecimiento.
2- Los gallineros y conejeras. Se refieren a espacios acotados dentro del mismo corral por pequeños tabiques de mampuesto, en los cuales
se pudieran cobijar animales domésticos de pequeño tamaño, que no pueden ser atados y necesitan de cierto espacio (conejos y gallinas sobre
todo). En su interior es fácil topar con madrigueras de madera y tela metálica. Estas madrigueras sirven particularmente a los conejos en período de
cría, ya que la carnada necesita protección y estar separada del resto de
animales.
3- Las argollas y los clavos de sujeción. Igual argollas que clavos
se distribuyen con profusión por los corrales con la intención de poder fijar
un pivote para la sujeción de animales de gran tamaño o corno colgadero.
4- Los hornos. En todo el conjunto de viviendas estudiado aparecen tres hornos. En todos los casos se sitúan en las instalaciones exteriores de la vivienda, concretamente en los corrales. Examinando de forma
comparativa la morfología y los aspectos constructivos de estos hornos
vemos que se trata de construcciones muy similares: Sobre una base cuadrangular se levanta una bóveda típica de horno, o sea, la de cuarto de
esfera.
El material empleado en ambos es el mampuesto de aparejo ordinario trabado con argamasa refractaria de coloración ocre. En el interior se
pueden encontrar ladrillos refractarios formando su solera y cúpula. Uno
de ellos, el de la foto de la izquierda, contiene unas barras metálicas en su
interior que parecen dividir en dos la solera del horno. Estos hornos son
159
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Izquierda, horno semirupestre. Derecha
izquierda horno rupestre.
los tradicionales de cocción de pan.
Primeramente se introducía la leña
por la boca del mismo; una vez
prendida se esperaba a que se trasformara en brasas, momento en el
cual se apartaba hacia los laterales y
se introducía el producto a cocer. La
temperatura estaba en relación
directa con la cantidad de leña que
se empleara.
El último de los ambientes que se ha identificado tiene una configuración modesta, pero un papel importantísimo. Una vez más, el ingeniero con más conciencia social de los que por Las Minas pasaron, Horacio Bentabol, afirmaba: "E...] excepto en la Gerencia y casas principales,
faltan retretes y todo servicio o precaución de higiene privada ni pública'
(1917: 3). En la periferia rupestre las necesidades fisiológicas se realizaban en letrinas, una estrecha cavidad cercana a la entrada de la vivienda
que compartían varias casas-cueva. El desalojo de los detritos se efectuaba mediante cubos de agua.
HE
tfr
Restos de una letrina.
10.2. TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS
102.1. Materiales
La técnica constructiva predominante en el hábitat rupestre es la
excavación. La alternancia de estratos duros con otros blandos del roquedo de Las Minas permite la extracción diferencial, es decir, el vaciado a
pico de los materiales menos consistentes que se encuentren entre dos
estratos sólidos. Esta técnica, aparentemente sencilla, requería de la intervención de alguien adiestrado que supiera picar convenientemente y elegir
el lugar idóneo. Entre otras cosas, el excavador debía mantener la altura de
la excavación con la altura de un hombre, asunto difícil conseguir para un
neófito debido a la inclinación de los estratos. Una vez que se habían excavado los ambientes deseados se procedía a acondicionar la casa-cueva. Lo
primero era evitar los desmoronamientos de las paredes margosas. Para
ello se recurría a muros de contención en la fachada, a los enlucidos y
enjalbegados en paredes, exteriores e interiores, y suelos.
En lo que respecta a las viviendas y estructuras de superficie las
técnicas constructivas son más usuales. Este variado panorama hace conveniente una revisión de la amplia gama de materiales constructivos utilizados:
161
1 - El propio medio físico es el principal material tal y como ya se
ha dicho. En él se excavan las casas aprovechando la alternancia de materiales miocénicos entre rígidos estratos de calizas dolomíticas tableadas,
con materiales blandos como las arenas y margas lacustres que aquí se
combinan con capas de azufre, lignito, yeso y margas muy ricas en diatomeas.
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La rectitud de las paredes excavadas señala la pericia del excavador.
2 - La piedra caliza (quemada). Es un material constructivo abundante y presente en la práctica totalidad de los muros y tabiques. Una fuente que generaba gran cantidad de mampuesto eran los propios hornos de
las minas al separar la ganga del azufre. Esto permitía disponer de material gratis, aunque quemado, de fácil utilización por su forma plana.
3 - La madera acredita su uso de varias formas:
A) Vigas o rollizos para apuntalar el techo rocoso.
B)Viguetas insertadas dentro del mampuesto mural como dintel de
los vanos y obras menores.
C) Marcos y hojas de puertas y ventanas.
La madera mayoritariamente utilizada es el pino en tres variedades:
el pinus pinaster o resinero; el pinus nigral o pino Laricio; y el pinus pinea
o pino piñonero. Su procedencia hay que situarla en las umbrías de las
comarcas serranas del Segura, donde la explotación maderera era un recur-
IGIM
so económico clave del que se ocupaba una profesión ya perdida: los
pineros. Éstos habían talado y transportado los troncos desde la sierra a
través del río Segura hasta diversos
puntos. La llegada del ferrocarril a
Las Minas y la construcción de su
Estación, destinada a la salida del
azufre, supuso para los madereros
un punto de redistribución que no podían desaprovechar (Jordán Montés;
De la Peña Asencio, 1992:101); al mismo tiempo se aseguraba el suministro de madera a Las Minas, ya que las necesidades de este material se
extendían a la propia actividad minera, sobre todo en el entibado de los
túneles y en la construcción de las instalaciones mineras.
4 - El cañizo. Es decir, la caña unida con cuerdas, se puede encontrar formando parte de la cubierta de las construcciones anexas y también
como alma del yeso armado en las obras menores de los interiores.
5 - El esparto es empleado junto a la madera y el cañizo como elemento constructivo. Con él se trenzaban las cuerdas con las que se ataba
163
el cañizo o las viguetas de madera. Con ello se intentaba evitar que los
cambios de la temperatura y la humedad de un material orgánico como la
madera produjesen una serie de dilataciones y contracciones que llevarían
a su desconexión del mortero. Enrollándolas con una cuerda de esparto se
favorecía la adherencia entre mortero y viguetas.
El esparto enrollado en la vigueta de un dintel. El hierro es utilizado como entrevigado
de la cubierta.
El esparto es abundantísimo y esencial, como no podía ser de otra
forma en los dominios de la antigua Carthago Spartaria.Acreditando su
importancia pasada se encuentran los restos de la Espartera de Las Minas
frente a los pies del terraplén de la vía de la antigua estación de trenes.
6 - La cerámica se muestra en modalidades y lugares diversos.
- Ladrillo macizo. Aparece de forma muy puntual en hornos, chimeneas, alacenas, armarios y bancos. En los hornos se encuentran muestras de ladrillo refractario, utilizado para la solera del horno.
- Ladrillo hueco. Más moderno que el macizo. Aparece en tres de
sus modalidades principales: ladrillo del 4, del 9 y bardo.
- Teja. Sin duda la principal aplicación constructiva de la cerámica.
Se documentan dos tipos de teja. El primero, más antiguo, de forma troncocónica con lomo pronunciado y conocido popularmente como teja árabe
o curva. Este tipo de teja es la más empleada hasta la aparición a principios del siglo XX de la teja alicantina, de forma plana moldeada y provis-
164
ta de juntas para encajar entre sí. Identificar la factoría que realizó esta teja
es posible gracias que su nombre va moldeado en su cara interior (P. e.
"Virgen del Carmen" o "Los Angeles").
7 - El cemento aparece también dentro del conjunto. La presencia
de cemento supone contar además con un indicador cronológico. Aun
cuando su descubrimiento se remonta al siglo XVIII, no es hasta el XIX
cuando comienza a hacerse frecuente en ciertas zonas de países industrializados, sin que se generalice su uso hasta el siglo XX (Bas et alii, 1990).
El cemento empleado aquí es de un color gris de tonos verdosos, conocido por Cemento Portland.
8 - El yeso (sulfato cálcico) es incorporado como revoco y argamasa de obras menores: alacenas, anaqueles y bancos. De gran significación en los hogares-chimeneas, a los que se decora con molduras de este
material. Este material se podía fabricar allí mismo, gracias a la abundancia de materia prima y a la presencia de una yesera.
9 - La cal (óxido de calcio). Imprescindible para elaborar la argamasa y para enjalbegar los muros y tabiques (muy diluida en agua). Se
obtiene quemando la piedra caliza a altas temperaturas en hornos preparados a tal efecto. La obtención de este material es totalmente autóctona.
10 - Hierro. Este metal procede de elementos reaprovechados de las
instalaciones mineras. Se emplea en forma de viguetas y listones en dinteles (de hogares-chimenea, puertas, tejadillos) y como elemento sustentante de los techados de instalaciones anexas.
11 - Hormigón. Aparece muy puntualmente bajo dos formas: bloque de hormigón y tendel.
Casi todos los materiales enumerados son asequibles en el entorno
cercano. En el caso de las argamasas, la disponibilidad del yeso y cal dentro del entorno geográfico regional de Las Minas, permite suponer una
adquisición sencilla tras el preceptivo proceso previo de elaboración.
Por lo demás, estamos ante una serie de materiales integrados en un
mundo constructivo tradicional.
1022. Elementos de sustentación
Para abordar su análisis distinguiremos entre elementos horizontales y verticales.
165
10.2.2.1. Elementos de sustentación horizontales
1 - El "rastrillo". Es la denominación en el ámbito local de la plataforma artificial sobre la que se asientan las casas en las laderas. Se construye sobre la misma pendiente antes de excavar la casa-cueva. Para ello
se debe acumular gran cantidad de tierra contra la ladera. Este relleno se
sujeta por medio de un muro (margen) de mampuesto en seco`, y se allana su superficie para que sirva de base a la vivienda. A él se asocian los
conceptos "calle" y "senda".
A la izquierda "rastrillo" o plataforma horizontal que conformo "sendas" y "calles". A
la derecha desagüe de un huerto sobre la "calle" hecho con ladrillo macizo.
2 - Los pisos y pavimentos.
Aunque en su mayoría son difíciles
de observar, pues se hallan cubiertos
de derrumbes, es posible observar
algunos tal y como eran. Lo usual
era alisar el duro estrato rocoso
mediante la aplicación de un enlucido de mortero bastardo y luego
enjalbegarlo de azul. También se ha
podido constatar un empedrado realizado con lajas incrustadas en la tierra y un piso de hormigón, como
excepciones.
Suelo empedrado con lajas.
' Técnica de trabar el mampuesto sin argamasa.
uMM
10222. Elementos de sustentacibn verticales
1 - Los muros. En el alzado de los muros predomina la técnica de
mampostería, cuyo aparejo es del tipo denominado ordinario. Consiste en
el empleo de un mampuesto, generalmente de rocas calcinadas, de apariencia característica, forma aplanada y tamaño medio, aunque no existe
una selección rigurosa de tamaños y por tanto, la desproporción entre las
distintas piezas queda manifiesta en unas hiladas de tendencia irregular.
Este aparejo necesita de ripios o calzos. El cometido de los muros en la
zona residencial es doble:
- Ejercen de sustentación del techo. Esta misión es exclusiva de los
muros maestros en los que apoyan tanto la techumbre como los tabiques
interiores. Su poder de sostenimiento radica en su grosor, que por término
medio oscila entre los 50-70 cm; aunque pocas veces rebasan los 2,50 m
de altura, en alguna ocasión se alcanzan los 3,50 m.
1-.-.
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El muro de mampuesto se utiliza para conformar la fachada.
- Delimitan los espacios internos. Esta función la llevan a cabo
tanto los muros maestros como los tabiques interiores. El grosor de estos
últimos suele ser menor y más variable que el de los muros (unos 20 cm
de media), así como su longitud, ya que deben adaptarse a las dimensiones del interior de la vivienda, aunque su altura es similar y muchos de
ellos auxilian en las funciones de soporte de la cubierta. El aparejo que se
167
emplea en los tabiques es el mismo que el de los muros por norma general, aunque se puede constatar una variante consistente en la utilización de
bloques de hormigón. En el exterior, los muros se utilizan para sujetar la
pared y evitar el desmoronamiento de las margas. Complementan el frente natural de la vivienda y conforman la fachada y la chimenea. Algunas
de estas fachadas avanzan hacia el exterior cerrando la boca de la cueva en
perpendicular a modo de espacio de entrada. Hay que subrayar que el
empleo de la mampostería en seco se limita únicamente a las áreas de estabulación, donde el empleo de tapias y muretes sin funciones de sustentación es frecuente para delimitar o compartimentarlo el espacio.
2 - Entibados. En las casas-cueva se utilizan vigas redondas de
madera (rollizos) como elemento de sustentación vertical, apoyando a un
entramado de rollizos colocados en diagonal bajo el estrato duro que hacía
de techo. Se trata de un auténtico entibado minero, como los de las galerías de la explotación, apoyándose en los gruesos muros maestros interiores.
1023. Cubiertas
Al estar embebida en la roca,
resultaría impropio hablar de
cubierta en el sentido arquitectónico
de la palabra para tratar de la vivienda rupestre. En este caso sólo podemos atenernos a las viviendas o
estructuras de superficie.
El grado de deterioro en el
que se encuentran las cubiertas
exentas es muy elevado, lo que no
impide por fortuna, que podamos
describirlo. Se trata de tejados a un
Entibados mineros en las casas-cueva.
168
agua compuestos de un entramado de rollizos que va desde lo alto del
muro maestro exterior a encastrarse en orificios practicados en la ladera
rocosa. Los rollizos de este entramado se denominan los pares y quedan
apoyados en su extremo superior en los encastres rocosos y sobre otro
rollizo denominado hilera. En su extremo inferior, los pares se apoyan en
otro rollizo encastrado en el muro maestro, la solera. El tejado a dos aguas
consiste en lo mismo, pero con un segundo entramado de pares.
Sobre la estructura de la cubierta se colocaba cañizo atado con
cuerdas de esparto, que a la postre constituía la base sobre la que se asentaban las tejas con argamasa. El cañizo se enlucía de yeso por su cara interna. Los tipos de teja empleados son la del tipo árabe o lomuda y la alicantina. Esta última es una teja plana moldeada, provista de juntas para el
encaje entre sí. La inclinación del tejado debe guardar un equilibrio que
permita el desalojo de cantidades pluviométricas elevadas y evitar la caída
por inercia de las propias tejas. Aquí los ángulos de inclinación no son
iguales, pues las distancias entre los diferentes muros maestros y el frente
rocoso son muy variables, determinando así diferentes inclinaciones.
La cumbrera, o sea la zona de contacto entre la roca y la vertiente
del tejado, o las dos vertientes si era a dos aguas, se sellaba cuidadosamente con argamasa con el fin de evitar cualquier tipo de filtraciones por
las juntas. Precisamente el principal problema al que debían hacer frente
las cubiertas es la pluviosidad torrencial, propia del dominio climático de
la zona. Ya hemos detallado uno de los mecanismos de prevención de este
problema: el de las tejas. Mediante este medio se articula otro mecanismo
de evacuación: Los canalones. Se trata de canales realizados mediante
tejas árabes, colocadas de forma consecutiva y con el lomo hacia abajo, es
decir, de forma cóncava. Se ubican de forma longitudinal sobre los muros
maestros y se las enluce por los lados para asegurarlas y disimularlas.
En el caso de las viviendas estrictamente rupestres, sin anexos exteriores, se utilizan otros mecanismos de expulsión del agua de lluvia: los
tejaroces. Se colocan sobre la misma entrada rocosa o bien sobre el cuerpo de la seudo-fachada. De este último caso, desafortunadamente, la
mayor parte están desmantelados.
Este tipo de mecanismos eran imprescindibles para evitar la entrada de agua y no sólo la que proviene directamente de las precipitaciones,
sino la de escorrentía que la propia pendiente conduce hacia el interior de
la vivienda.
69
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Tejaroz sobre la entrada de una casa-cueva.
102.4. Los recubrimientos murales
A este apartado concierne todo elemento con el que se cubriera
muros, tabiques o la roca, con el fin de protegerlos de los agentes meteorológicos y darles mayor consistencia, independientemente de que tuvieran una finalidad estética añadida que trataremos más adelante. Aquí quedan comprendidos enfoscados, enlucidos y enjalbegados. Aclararemos los
términos de cara a una mejor comprensión:
- El enfoscado. Es una capa de mortero (en este caso casi siempre
de cal) de un grosor de entre 1 a 2 cm, aplicado directamente sobre la
fábrica de mampuesto, bien sea para guarnecer y aislar, o como base de un
posterior revoco.
- El enlucido. Es el revestimiento final de un guarnecido. Consiste
en una fina capa de mortero que se extiende con una llana sobre el enfoscado. Tanto éste como el enfoscado son revocos.
- El enjalbegado o blanqueado. Lechada de cal o yeso que se
extiende sobre una superficie determinada. El hecho de añadirle pigmentación le confiere una vertiente estética muy importante, pero sobre todo
utilidad higiénica.
170
Tanto el enfoscado como el enlucido pueden ser argamasa compuesta de cal y de arena (mortero bastardo) o yeso. Cubren los paramentos murales y rocosos, tanto por su cara interior como por la exterior, y
sufren los ataques erosivos en diferente intensidad dependiendo de su
mayor o menor grado de exposición. En algunas de las casas esta acción
erosiva no ha dejado más que una pequeña muestra de los mismos.
Los revocos no se aplican indistintamente a todos los muros, pues
en los corrales se suelen ahorrar el esfuerzo, pues tienen una dimensión
estética de los hace deseables sobre todo en el interior, donde se cuida
mucho la factura. Gracias a esto, a pesar de la acción de la humedad que
se ha encargado de ir descomponiendo las distintas capas de revocos y de
enjalbegados, podemos disfrutar de algunos de ellos.
Los enjalbegados son las últimas capas de recubrimiento de los
muros. Por lo general, se aplican tan sólo cuando previamente se ha revocado la superficie mural, aunque no faltan casos en que los enjalbegados
son colocados directamente sobre los muros rocosos de los ambientes más
interiores. Con esta medida se perseguía acondicionar el ambiente e impedir el acelerado deterioro de las paredes margosas. Sin embargo, el simple
enjalbegado del ambiente no consigue la adhesión suficiente y acaba siendo pasto fácil de la erosión química que afecta a las margas, lo cual obligaría a constantes enjalbegadas o a enlucir el ambiente.
La utilidad de los enjalbegados traspasa lo meramente estético, ya
que protegía los revocos sobre los que era aplicada además de constituir
una medida higiénica esencial como desinfectante.
Nos referimos a los enjalbegados en plural porque siempre encontramos más de una capa de los mismos de forma superpuesta, evidenciando así la periodicidad en sus renovaciones. Lo usual era añadir colorante
al preparado de cal y de agua, con el fin de pintar de azul las casas. En el
exterior de la casa impera el azul como único tono, pero en los interiores
podemos observar la presencia de una pequeña gama cromática.
Raramente se ofrecen de forma simultánea más de dos tonos en un
mismo plano decorativo mural. Los cambios se aprecian en una secuencia
de capas sucesivas de enjalbegados que nos permiten saber los períodos cromáticos que atravesaron los ambientes. El orden más frecuente es de capa
inferior a superior: Azul claro, marrón u ocre muy oscuro, ocre y azul o sólo
azul. Resulta muy significativo el hecho de que las sucesiones de colores las
encontramos casi siempre en un ambiente determinado de la casa, el principal, observándose en los demás el monopolio del azul. Por último, cabe
citar la presencia de motivos de clara intención ornamental sobre capas de
enjalbegados de los interiores, concretamente en el ambiente principal, que
se trataran en el capítulo dedicado a los motivos decorativos.
171
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Sucesión de enjalbegados sobre el enlucido de un ambiente principal.
10.3. LA ESTÉTICA DECORATIVA
Ha llegado el momento de centrarse en los elementos que puedan
tener una dimensión estética, bien sea ésta una dimensión única, bien compartida con alguna otra funcionalidad. De ahí el título del epígrafe que distingue entre elementos ornamentales (aquellos que no tengan ninguna otra
funcionalidad que la de servir de ornamento) y elementos decorativos
(aquellos que posean una dimensión estética junto a otra utilidad). Tendríamos así dos grupos:
- Elementos decorativos. Enjalbegados, enlucidos, y cielorrasos tienen una dimensión estética dentro de la casa e incluso fuera de la misma,
a parte de que aíslen, protejan o higienicen.
- Motivos ornamentales. Aquí podemos incluir elementos plasmados mediante de cualquier técnica artística sin otra función que la estrictamente decorativa, como las molduras de las embocaduras de las chimeneas, motivos pictóricos, etc.
El hecho de recalcar la diferencia entre elementos ornamentales y
decorativos no tiene mayor trascendencia que la de aislar los únicos
hechos ornamentales del conjunto de viviendas que nos ocupa, de forma y
modo que quede clara la preocupación meramente estética por el lugar
172
donde se reside, por muy humilde, rupestre y popular que fuera. La variedad de técnicas no es demasiado amplia, resulta en ocasiones sorprendente por su sencillez y la disponibilidad de los materiales en el entorno cercano (pintura, piedra y el yeso).
103.1. La pintura
En realidad se trata de enjalbegados o encalados consistentes en
una mezcla de cal y de agua a la que se añadía unos colorantes (ocres,
dorados, marrones, azules y añil). Su mantenimiento requería de renovaciones periódicas. Las capas de enjalbegado cubrieron toda superficie vertical del exterior e interior de las moradas, y precisamente ahí, en los interiores, se han preservado las mejores muestras.
Al tratar de los recubrimientos murales ya hicimos alusión al enjalbegado como tal, pero no se citaron más que de pasada la existencia de
motivos que tenían una función decorativa. Para su ejecución se sirvieron
de la misma mezcla basándose en cal, agua y colorante, aplicado directamente sobre un muro enjalbegado ya seco. Es muy similar al fresco, aunque en esta técnica el muro está con el revoque de cal húmedo todavía y
es necesario aplicar frecuentes capas incluso con otro tipo de pinturas,
pues la intensidad disminuye rápidamente conforme se absorbe la cal. Veamos que tipo de motivos pictóricos nos podemos encontrar:
1 - Motivos geométricos. Agrupados en tres tipos:
A) El zócalo. Banda de color, normalmente ocre, que recorre el
ambiente principal. Parte desde el suelo y alcanza de media una altura de
80 cm. Es el motivo decorativo más generalizado, ya que se puede hallar
en la mayoría de las casas-cueva, aunque en ocasiones haya sido recubierto por un enjalbegado posterior.
B) La "línea de zócalo". Línea de unos 3-5 cm que limita el zócalo en
su borde superior. Usualmente suele ser de color añil; en MH203 es verde y
doble. Además de marcar el zócalo lo distingue del resto del muro al delimitar la imitación de mármol. Siempre se encuentra asociada a una de las estancias de la casa: el ambiente principal. Esta línea, a juzgar por su trazado, se
plasmó con un pincel o brocha a mano alzada en unos casos o apoyándose en
algún tipo de regla con el fin de ofrecer un aspecto más rectilíneo.
C) Imitación de mármol. Simulación de reflejos marmóreos, blancos, verdes oscuros y ocres sobre fondo verde. Es el ejemplo decorativo
más original del conjunto. Para rematarlo se utilizó un rodapié cerámico
verde oscuro.
173
Zócalo pintado de un ambiente Principal en MHI07 (Barrio Noroeste).
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IJnea de zócalo añil sobre un zócalo ocre.
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Zócalo pintado de imitación de mármol. Barrio de la Estación de Las Minas.
2 - Motivos figurativos. Asociados a la línea de zócalo, podrían ser
denominados igualmente motivos figurativos florales. Tan sólo se ha hallado un único ejemplo, documentado en MH202, la casa de superficie agrícola. Se trata de una serie de figuras muy similares (se conservan 2 en un
muro y un resto muy pequeño en otro), consistentes de unas hojas de laurel añiles, muy estilizadas, dispuestas en círculos radiales por encima de la
línea de zócalo añil.
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175
El estado y el reducido número de estos motivos, prácticamente
desdibujados, impide realizar demasiadas matizaciones. No obstante nos
inclinamos a creer en el empleo de un molde para la realización de este
tipo de figuras. Dicho molde pudo ser de dos tipos: de estampita o de plantilla.
Superposición de motivos decorativos vegetales en M202.
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L.
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Zócalo y línea de zócalo con motivos geométricos en MHIOI (Barrio Noroeste).
176
La estampita consiste en un relieve, que permite la plasmación de
la figura mediante impresión directa sobre el muro. La plantilla es un
negativo, o sea, una hoja de papel, un cartón o una plancha metálica con
el dibujo de las figuras vaciado; la plasmación de las figuras se consigue
apoyando la plantilla sobre la capa de enjalbegado y a continuación se
pinta. Terminada esta operación, se retira la plantilla con el fin de poder
contemplar el resultado y repetir el proceso cuantas veces se desee.
Por otro lado, este reducido repertorio estético recuerda sospechosamente a los azulejos que ornaban los altos zócalos típicos de las casas
valencianas, cuya emulación en el ámbito rural de Almansa ha quedado
fehacientemente demostrada (García Sáez, 1988: 101). De ser éste el caso,
la imitación de estas decoraciones de zócalos de azulejos reflejaría la asimilación y la adaptación (dentro de las limitaciones que les imponían sus
medios) de una de las influencias que recibe esta zona.
103.2. Las molduras
La siguiente técnica decorativa que se ha podido constatar, el moldurado de yeso, pone de relieve el valor que se le otorga al hogar-chimenea, señalando ciertos matices de status dentro del igualitarismo que parece equiparar a las cuevas.
11
%M M&WRAS DE CHIMOSDAS
MINAS St StWN
Tipología de molduras de las chimeneas de las casas-cueva de Las Minas.
177
Factor común de las molduras de los hogares-chimenea de este
conjunto es su concentración en un sólo punto: la cornisa. Las jambas o el
dintel de la embocadura no parecen requerir de atención decorativa. Es
posible que la explicación de este hecho resida en que la aplicación de este
ornamento es posterior a la existencia del hogar-chimenea.
Molduras de hogar-chimenea.
Para concluir este apartado
diremos que, aunque los motivos
decorativos estudiados no reflejan
elevadas habilidades plásticas, ni
son fruto de un espontáneo impulso
artístico, ni siquiera parecen mostrar
preocupaciones de signo más trascendente, responden a un mundo
estético e ideológico popular, en el
que la decoración de la vivienda privada se circunscribe a un ámbito y un espacio determinado: Aquel enfocado a la vida pública. Es un pensamiento teatral de la vida, que separa
netamente lo privado de lo público, conceptuado esto último como un
mundo de apariencia en el que lo importante es ornarse lo mejor posible
de cara a los demás. El ambiente principal es el escenario de esta representación, en su calidad de intersección de la esfera privada y la pública,
y por descontado debe lucir sus mejores galas.
178
1033. La certtmica
Casi de anécdota decorativa destacable podemos calificar el descubrimiento de baldosas cerámicas en un reducido número de viviendas, tres
en concreto.
Las medidas son variables: 20 x 20 cm de las baldosas y 10 x 20
cm de la cenefa en MH202; 15 x 15 cm del rodapié de MH203; y los 20 x
20 cm de las cuatro baldosas de la hornacina de MH205. Tampoco hay
coincidencia en los dibujos o en los colores. En MH202 son blancas las
más grandes y con motivos vegetales estilizados sobre fondo blanco las
cenefas. En MH203 son de un verde muy oscuro. En MH205 una es completamente añil y las otras tres representan estilizaciones vegetales sobre
unos fondos igualmente añil. Salvo en MH202, todas se han encontrado en
el ambiente principal. En el caso de MH202 rodean la puerta de un
ambiente secundario y recuerda el recubrimiento de una cocina.
A la izquierda del hogar-chimenea se aprecia la hornacina alicatada en MH205.
179
11
HÁBITAT Y TRADICIÓN CULTURAL
11.1. DATACIÓN DEL CONJUNTO RUPESTRE
Nadie guarda recuerdo alguno de cuando empezaron a proliferar
las casas-cueva, ni siquiera los más ancianos de Las Minas. Simplemente
aquello estaba allí "desde siempre", de modo que los abuelos de algunos
mineros que sobrepasan los setenta años ya habían conocido aquello. Realizando un sencillo cálculo, este hecho nos permite deducir que el conjunto rupestre puede remontar su origen, al menos, a las dos últimas décadas
del siglo XIX.
En los textos sobre Las Minas, Horacio Bentabol constata que el
asentamiento rupestre era ya una realidad consolidada en 1917, durante el
máximo esplendor de la explotación:
"Este pueblo tiene unas 289 familias, que se acomodan en
60 casas y 90 cuevas. Estas, que suelen tener dos departamentos y
son habitadas por las familias más pobres, sirven de alojamiento a
personas y caballerías" (Bentabol, 1917: 3).
Antes de Bentabol el único testimonio al respecto es la ya citada
"habitación gratuita" de otro ingeniero, Javier Bordiu (1904: 336), cuya
imprecisión ocultaría una velada alusión a las casas-cueva. Después de
Bentabol no hemos podido encontrar nada, debido posiblemente a que se
trataba de una forma de hábitat nada extraña en las clases trabajadoras de
según que zonas de España, por lo que no se diferencia de cualquier otro
tipo de casa humilde y no llaman la atención". Tampoco hay que descartar que simplemente se silencie su existencia, pues constituían un indicativo de clase social muy baja y, en consecuencia, motivo de vergüenza. En
este caso con el añadido de que la vergüenza no sería únicamente para
quienes las habitaban, sino para las propias empresas explotadoras.
El hallazgo de una moneda en las ramblas del barrio Noroeste, el
más cercano al puente que conduce a Salmerón, eleva la cronología de la
periferia rupestre. Su presencia en la pendiente de las ramblas obedece al
deslizamiento de materiales y sedimento procedentes del desmantelamiento de las casas-cueva y de las sendas de la cota superior de la ladera.
Aunque lo deseable hubiera sido que aparecieran en un contexto estrati" Coincidimos con el parecer expresado por González Blanco (1993: 16).
180
gráfico adecuado, no tenemos porque desechar de plano su valor cronológico. La moneda pertenece a tiempos de Alfonso XII, aunque el año de
emisión no se puede precisar debido a su estado de conservación. La época
de la Restauración borbónica (1875-1885) fue de especial importancia
para Las Minas, por su privatización y porque su aislamiento secular veía
su término con la llegada de la línea de ferrocarril Albacete-Cartagena
(Vilar, J. B. y Egea, 1986: 40). Dado el punto en que se produjo el descubrimiento monetario, es más que posible que su procedencia sea el nivel
superior en el que se encuentran tres casas-cuevas casi colmatadas, abandonadas hace mucho. La transferencia al sector privado de 1870 supuso un
colosal esfuerzo de modernización de las minas que, a pesar de los fracasos, finalmente logró su relanzamiento en las dos últimas décadas del XIX
con la sociedad Minero-Industrial del Coto de Hellín. Este apogeo, que se
prolonga hasta el final de la Primera Guerra Mundial, requirió necesariamente del progresivo asentamiento de gran cantidad de mano de obra barata de modo que podemos presumir que el conjunto de 90 cuevas, que con
tanta precisión contabiliza Bentabol en 1917, debió, al menos, haberse originado un par de décadas antes.
La valiosa información de la moneda y testimonios se debe contextualizar y complementar con los que el propio hábitat. El hecho en sí
mismo, el hábitat, contiene los elementos necesarios para orientarnos en
su datación, aunque no sea con precisión matemática. Para empezar, las
tipologías de las casas-cueva y de las casas de superficie responden a
modelos anteriores al siglo XIX, evidenciados por la carencia de espacios
de tránsito específicos. La propia técnica constructiva emplea un modus
operandi muy específico en la planificación y ejecución de la obra, así
como materiales tradicionales (o la excavación para evitarlos), disponibles
en el entorno inmediato. El cemento o el ladrillo hueco, generalizados en
España durante el siglo XX, aparecen sólo puntualmente en refacciones y
reformas menores en algunas de las viviendas que más prolongaron su
uso. Todo esto apunta a que el horizonte cultural de las casas-cueva es
anterior al siglo XIX, aunque muchas de ellas hayan sido construidas en el
propio XIX y después (de hecho, algunas durante la primera mitad del
siglo XX). Pero está claro que el hábitat rupestre ya en el siglo XIX constituía un complejo cultural tradicional que se mantiene hasta fechas muy
recientes. No estamos ante una respuesta espontánea e improvisada de un
grupo de mineros, sino ante un recurso a la tradición, no exclusivamente
minera, para cubrir unas necesidades acuciantes de vivienda.
El propio transcurrir "vital" de las viviendas aporta también su granito de arena. Mediante la aplicación del análisis estratigráfico de alzados
181
a una muestra de cuatro viviendas, dos de cada tipología, hemos obtenido
cuatro secuencias edilicias que reflejan los distintos períodos de uso. Al
comparar los resultados de estos análisis se observa como todas ellas atraviesan varias fases, un mínimo de tres y un máximo de cinco, de ampliación y división del espacio interno hasta el momento del abandono definitivo. Las ampliaciones no responden a un único criterio, pues algunas se
realizan mediante la construcción de viviendas de superficie que ocultan
una casa-cueva (MH207); otras optan por unirse a las casas-cuevas contiguas excavando túneles de unión (MH206); algunas simplemente excavaron nuevos ambientes (M11205). Pero originalmente todas tienen dos
ambientes y a partir de ahí amplían de un modo u otro. Las divisiones, por
su parte, generan viviendas contiguas que comparten estructuras y, en ocasiones, ambientes después de una ampliación (M11202).
Túneles de comunicación entre casas-cueva contiguas. Este recurso permitía la ampliación del lugar de habitación cuando la casa vecina quedaba abandonada.
Por tanto, ampliaciones y divisiones están relacionadas y persiguen
un mismo fin: albergar a alguien de la familia. Por otro lado, las ampliaciones sólo eran posibles si se iba el vecino de al lado y no volvía nadie,
o si se contaba con los recursos y el beneplácito de la empresa para ocupar el espacio anterior a la entrada a la cueva. Finalmente, tras el abandono, en alguna se constata un cambio de uso al convertirse en apriscos para
el ganado (M1-1207). En conclusión, después de comenzar siendo viviendas rupestres de dos ambientes, estas viviendas son mejoradas y ampliadas con el paso del tiempo para que algún familiar, un hijo o hija, continúe viviendo allí. Algunas de estas ampliaciones, con una inversión notable, se producen mediante estructuras externas anexas que oculten el primitivo carácter rupestre; otras a costa de las casas-cueva contiguas gracias
a que cada vez hay menos casas-cueva ocupadas.
182
casas-cuevas abandonadas ofrecen un espacio que se reaprovecha para la cría de
Las casas-cuevas
ganado o su estabulación circunstancial.
Por último, también el proceso degenerativo al que está sometida
la periferia rupestre de Las Minas resulta importante en la complicada
tarea de datar. Cuando un asentamiento humano es destruido o abandonado, se desmantela al ritmo que marcan los agentes erosivos medioambientales, a los que se debe añadir ocasionalmente la rápida y eficaz acción del
hombre a sus diferentes niveles (Butzer, 1982).
El cronómetro de la desaparición del hábitat rupestre de Las Minas
se pone en marcha con el cierre de la explotación azufrera el 20 de octubre
de 1960. La práctica totalidad de mineros tuvo que partir a la búsqueda de
trabajo. Los muebles y el ajuar que se pudiera trasladar constituirían el
bagaje de aquellas gentes. Aunque ya se habían abandonado algunas cuevas al finalizar la construcción de los nuevos bloques de viviendas baratas
a fines de la década de los cincuenta, el abandono masivo de la periferia
rupestre corresponde a ese momento. Indicativo del grado de rapidez con
que se produjo este abandono y de su tremendo impacto en el poblamiento es el escaso grado de reaprovechamiento de los materiales de las cuevas. Mientras en otros asentamientos abandonados es difícil encontrar las
vigas de madera, marcos de puertas y ventanas, tejas u otros materiales,
aquí no resulta extraño hallar todo esto, por que nadie ha necesitado llevárselo. Esto proporciona a las casas-cueva el inquietante aspecto de haber
sido abandonadas ayer.
Sin nadie que mantenga las viviendas, el inexorable proceso protagonizado por los agentes erosivos naturales se va cobrando sus primeras
víctimas: los revocos y revestimientos. El deterioro es mucho más rápido
en el exterior de la vivienda rupestre y en las construcciones superficiales
expuestas a la acción eólica, la lluvia y los cambios de temperatura. En el
interior rupestre los enjalbegados y los revocos de la pared rocosa se deshacen por la filtración de la humedad y caen progresivamente comenzan-
183
do por las partes más próximas al
suelo. Cuanto más profundo es el
ambiente, más escasa es la ventilación y más intensa la acción química de la filtración, permitiendo la
acumulación de potentes depósitos
polvorientos que quedan in situ, a
resguardo del viento. Los interiores de las estructuras superficiales
no sufren tanto la acción erosiva de
1
Sobre el suelo ya se está formando la primera capa de deposición arqueológica.
184
la humedad y se preservan mejor hasta que el debilitamiento de su cara
exterior permita el desmantelamiento estructural.
El siguiente paso tiene consecuencias estructurales. En las casascueva afecta a las seudo-fachadas rupestres, que ceden ante el desmoronamiento de los estratos margosos derivados de su dilatación por la humedad
y de la acción sustractiva del viento y la escorrentía. En las construcciones
superficiales los vanos y las techumbres, compuestas mayoritariamente
con materiales orgánicos (cañizo y madera), son presa fácil de la erosión
por sus problemas de cohesión con los materiales inorgánicos. La lluvia y
el viento atacan en desajustes y grietas de los vanos y muros hasta que se
produce el desplome de la cubierta hacia el interior de la vivienda.
En estas fotografias se puede observar el proceso de desmantelamiento de la cubierta de
dos viviendas exentas.
Una vez caída la techumbre se inicia el desmantelamiento de las
estructuras murales del exterior ahora mucho más expuestas a los agentes
erosivos, que se ceban en la denudación de recubrimientos interiores y la
argamasa, agravando las fisuras estructurales y provocando la caída de las
partes superiores del muro. El derrumbe origina un depósito en el lugar de
desplome que a su vez servirá para anclar sedimentos más finos que formen una capa donde crezca la vegetación.
En el interior rupestre la fragmentación en grandes bloques de los
estratos duros que conforman los techos, fruto de los empujes estructurales y de la acción química del agua, tienen como resultado los desprendimientos en los puntos de contacto de muros y tabiques con la roca. Cuando los desprendimientos han debilitado lo suficiente al techo se pueden
producir los consiguientes desplomes que generarán depósitos de bloques,
que se irán rellenando de aportes sedimentarios sucesivos, hasta el total
colmatado de la cueva. La erosión y el arrastre a favor de la ladera se
encargarán de completar el proceso, pues su constante ataque a sendas y
"calles" no hace otra cosa que incrementar la velocidad y capacidad de
185
acumulación de sedimentos que proceden de las casas-cueva en el fondo
de los barrancos.
1.&.,.
Los estratos duros que conforman la
cubierta de las casas-cueva se hunden
progresivamente hasta desplomarse.
La secuencia evidencia que
todas las viviendas no se encuentran en el mismo punto del proceso.
Actualmente se puede observar
algunas casi desaparecidas, otras
w4'
41'
convertidas en rediles o corrales
(M1-1209) mientras continuaba la
habitación en las viviendas contiguas; y otras, que parecen haber sido abandonadas a toda prisa una semana antes. Todo esto significa que en la ocupación del asentamiento rupestre se marcan discontinuidades que hay que relacionar con la producción
minera.
Cuarenta años después del abandono de la periferia de casas-cueva,
la mayoría de viviendas, rupestres o no, ha comenzado el desmantelamiento de las estructuras murales. Este dato nos sirve de referencia cronológica para medir la desaparición media del asentamiento, cuestión de
gran utilidad puesto que nos permite calcular el tiempo que llevan abandonadas el grupo de tres casas-cueva desaparecidas, perfectamente localizado en las inmediaciones del puente que va a Salmerón, en la cota más
alta de las laderas. Su hundimiento y colmatado señalan que podrían llevar abandonadas, al menos, el doble de tiempo que las que se encuentran
en el punto de inicio de desmantelamiento estructural, es decir, un mínimo
de ochenta años, lo que señala que estas casas-cueva se abandonaron a
principios de los veinte o finales de los diez del siglo XX para no volver a
ser ocupadas nuevamente, justo cuando comienza a decaer la explotación
186
tras el máximo esplendor de la Azufre del Coto`. Recordemos que allí
apareció la moneda de Alfonso XII, con lo que este pequeño grupo situado en el extremo del asentamiento se vislumbre como uno de los más antiguos de la periferia rupestre.
A modo de recapitulación, podemos decir que la periferia rupestre
de Las Minas se origina en las últimas décadas del siglo XIX como medio
de asentar, con escasa inversión, a la gran cantidad de obreros necesarios
para la explotación. El extraordinario grado de conservación de algunas
casas-cueva, claramente superior al de la mayoría de las viviendas de
superficie, pone de manifiesto su capacidad de alcanzar una prolongada
vida útil con el mantenimiento adecuado. Es un hábitat consistente, inconcebible como improvisación al margen de una tradición cultural, que utiliza eficientemente todos los recursos disponibles en el medio.
Después de 1917 la necesidad de personal se ve muy reducida, con
el consiguiente abandono de buen número de las casas-cueva y la excavación de algunas otras. La estabilidad, aunque en un contexto de decadencia, de las décadas centrales del siglo XX permitió la ampliación de algunas de estas viviendas. Las duras circunstancias de la posguerra atrajeron
durante las dos últimas décadas de la explotación a mineros de otros lugares a la búsqueda de algo seguro, con lo que se excavaron algunas cuevas
nuevas y se ampliaron o reformaron otras. Los propios mineros siguen
excavándolas, son los portadores de la tradición, aunque cuando tiene
oportunidad muchos renuncian a ella.
—i•.';
4"
1
Casas-cueva abandonadas del Barrio Noroeste. Su interior está prácticamente co/matado.
En 1917, Bentabol señalaba que la mina ocupaba a unos 700 obreros. Esta cifra desciende bruscamente al año siguiente a poco más de la mitad (Vila y Egea,1986:61),
donde se mantendría con altibajos hasta los 325 trabajadores que recordaba Esteban
Abellán respecto al momento del cierre en 1960 (diario La Verdad de Albacete, 1 7agostode 1997, p. 15).
187
11 .2. ADSCRIPCIÓN HISTÓRICO-CULTURAL DEL HÁBITAT
RUPESTRE CONTEMPORÁNEO
Hay que confesar que la relativa juventud y buena conservación del
conjunto de casas-cueva causan asombro, especialmente al profano que
ignora el hecho de que hasta hace unas décadas había gente que moraba
allí. En la actualidad, para la mayoría, la simple mención del término
"cueva" como lugar habitación sugiere ideas de vida primitiva; si añadimos el adjetivo "artificial", la idea de primitivismo adquiere de inmediato
connotaciones de exotismo, de culturas extrañas y lejanas. Sin embargo, el
sureste peninsular ofrece ejemplos lo suficientemente numerosos y cercanos en el tiempo como para que neguemos su pertenencia a nuestra tradición cultural.
Ahora bien, nuestra tradición cultural es un inmenso acervo nutrido de fuentes muy diversas y ricas. La cuestión es averiguar el origen histórico-cultural del hábitat rupestre y por qué mantiene su vigencia hasta
bien entrado el siglo XX en el occidente industrializado, concretamente en
Las Minas. Necesariamente esta búsqueda debe concentrarse en las cuevas
artificiales utilizadas como habitación, lo que excluye a las destinadas a
otros usos como el funerario, el culto, la vida monacal o la defensa.
::
188
El hábitat en cuevas es uno de los más antiguos del mundo y, desde
luego, la simple ocupación de cavernas durante el Paleolítico no es más que
su precedente, continuado con la adaptación de abrigos naturales y el sur gimiento de una auténtica arquitectura rupestre en época histórica. He aquí
algunas referencias literarias que nos ilustran, como no, pertenecientes a la
historia de Lot en el Génesis, como la mencionada cita sobre el azufre:
"Después subió Lot de Segor y se estableció en la montaña,
y con él también sus dos hijas, porque tuvo miedo de quedarse en
Segor, alojándose en una cueva con sus dos hijas". (Gen. 19, 5).
No obstante esta mención tan temprana no es la única del Libro.
Con posterioridad se detalla explícitamente como los israelíes recurren a
habitar en las cuevas en tiempo de guerra (Jueces 6, 2; 1 Samuel 13, 6; 1
Macabeos 2, 31).
"Los hijos de Israel hicieron lo que desagrada a Yavé, y
Yavé los entregó en manos de Madiuin durante siete años. La mano
de Madián pesó fuertemente sobre Israel. Y para escapar de
Madiíjn, los hijos de Israel utilizaron los antros que hay en los
montes, las cavernas y los refugios." (Jueces 6, 2).
Del norte mediterráneo poseemos noticias algo más tardías en La
Odisea, concretamente en el episodio de los Cíclopes, que viven nada
menos que en las cuevas de altas montañas:
"Desde allí proseguimos navegando con el corazón acongojado, y llegamos a la tierra de los Cíclopes, los soberbios, los sin
ley ( ... ). No tienen ágoras donde se emite consejo ni leyes; habitan
las cumbres de elevadas montañas en profundas cuevas y cada uno
es legislador de sus hijos y esposas, y no se preocupan unos de
otros" (Homero: Odisea IX. 106-119).
Un poco más adelante se nos describe el aspecto exterior de la
cueva:
"Así dije, y me embarqué y ordené a mis compañeros que
embarcaran también ellos y soltaran amarras. Embarcaron éstos
sin tardanza y se sentaron en los bancos, y sentados batían el canoso mar con los remos. Y cuando llegamos a un lugar cercano, vimos
una cueva cerca del mar, elevada, techada de laurel. Allí pasaba la
noche abundante ganado -ovejas y cabras- y alrededor había una
alta cerca construida con piedras hincadas en tierra y con enormes
pinos y elevadas encinas de elevada copa. Allí habitaba un hombre
monstruoso que apacentaba sus rebaños, solo, apartado, y nofrecuentaba a los demás, sino que vivía alejado y tenía pensamientos
impíos" (Homero: Odisea IX. 182- 189).
189
No contento con contemplar la cueva por fuera, Odiseo decide
adentrase en el interior:
"Llegamos enseguida a su cueva y no lo encontramos dentro, sino que guardaba sus gordos rebaños en el pasto. Conque
entramos en la cueva y echamos un vistazo a cada cosa: los canastos se inclinaban bajo el peso de los quesos, y los establos estaban
llenos de corderillos y cabritillos. Todos estaban cerrados por
separado: a uno los lechales, a otro los medianos y a otro los
recentales" (Homero: Odisea IX. 116-222).
Las cuevas son la morada adecuada de fuerzas magníficas relacionadas con la divinidad (los Cíclopes), pero tan crueles y salvajes como la
propia naturaleza, ajena a la sociedad y a la civilización, valores esenciales de la cultura griega. Los Cíclopes` son, de hecho, seres insociales y
salvajes que se dedican a la ganadería. Sus cuevas su hogar, pero también
redil, almacén y vivienda en el que conviven juntamente con sus rebaños.
La cueva de los Cíclopes es la contraposición del "bien edificado mégaron" o "la hermosa mansión edificada con piedra tallada en lugar abierto"
(Odisea X.253 - 4). Aquí es donde radica el principal interés de estas citas
homéricas, en la actitud que el rapsoda muestra, fundamentada en una
concepción de las cuevas como morada de lo salvaje y lugar impropio de
hombres con ley. Esta idea ha perdurado como carácter esencial de la cultura occidental desde la cuna griega.
Ya en territorio peninsular encontramos culturas prerromanas cuyo
hábitat era en cuevas. En su obra clásica "Los pueblos de España", Caro
Baroja reúne información sobre la nación prerromana de los carpetanos,
cuyas ciudades se hallaban asentadas en riscos y escarpaduras con cuevas
naturales y artificiales que servían a la gente de mansiones` (Caro 1946,
v.1: 273). Y añade que la "Caraca" de Ptolomeo, que corresponde a la
Caro Baroja señala un vínculo entre los Cíclopes del mundo homérico y nuestro país
(1946: 241-242). Se trata de los pueblos de las islas Baleares, que en época romana
contaban con unas 30.000 personas que moraban en cuevas, abrigos naturales y cuevas
artificiales en acantilados y subterráneos. Caro piensa que los baleares de aquel
momento eran pueblos aislados desde la Edad del Bronce, que pudieron servir de inspiración, junto con otros habitantes de islas mediterráneas, a las narraciones sobre los
cíclopes. A ello pudo contribuir que los baleares, mercenarios temibles que combatían
con hondas, lucieran sus cabezas tocadas con sus armas cuando no luchaban.
17
Según Caro Baroja, carpetanos y oretanos pertenecen a grupos de pastores con escasos
elementos célticos, con lo que constituirían uno de los grupos más primitivo de la Espa
ña prerromana (1946: vol. 1, 273).
190
actual Taracena (Guadalajara), era un monte bastante alto y de cierta
extensión, con muchas cuevas orientadas hacia el septentrión`. Allí vivían
los pastores caracitanos, a los que Sertorio expulsó en el 77 a.C. levantando enormes montones de polvo que el cierzo llevó a las referidas cuevas`.
La posterior romanización, basada en los valores urbanos griegos, se
sobrepondría en gran medida a estas culturas indígenas, uniformando el
territorio.
La conquista árabe del reino visigodo de Hispania en el siglo VIII
supondrá la llegada de la cultura islámica, sin duda una de las que más
influencia cultural ejercería en el sureste y este peninsular. La asimilación
se vio favorecida por su común raigambre mediterránea de dominadores y
dominados, hasta el punto que el sureste peninsular constituyó el corazón
y último reducto de Al-Andalus en la Península Ibérica. Es aquí donde el
hábitat rupestre alcanza una dimensión considerable, extendiéndose por
Córdoba, Granada, Almería, Murcia, Albacete, Toledo, Alicante, Valencia,
Guadalajara, Zaragoza y Navarra.
En el sur y sureste peninsular, marco geográfico y cultural de la
comarca de Hellín, han sido estudiados algunos núcleos que nos servirán
de referencia y ayudarán a una mejor comprensión de la cuestión. La
bibliografía trata de ellos como de "hábitat en cuevas" en general, sin
entrar en especificaciones. En este sentido debe recordarse que el estudio
del hábitat en cuevas, "arquitectura rupestre", "troglodftica" o "subterránea" ha englobado a cuevas artificiales y naturales, hábitat rupestre, semirupestre, espacios de culto, eremitorios, cenobios, fortalezas y refugios,
rediles e incluso cámaras sepulcrales, como si todo formara parte de un
mismo hecho, a riesgo de soslayar las circunstancias históricas que originan en cada momento el hecho.
Al norte de Albacete Alcalá del Júcar constituye un hito de referencia. Sus investigadores han rastreado la antigüedad del núcleo rupestre
(Jordán Montés y Sánchez Ferra, 1993). Entre 1211 y 1213 esta población
y las zonas colindantes pasan al control del rey castellano Alfonso VIII. En
1224 Fernando III dona Alcalá a la orden de Silva Mayor, añadiendo a la
entrega las "Cuevas de Garadén". A finales del siglo XIII la zona está prácticamente abandonada por la huida de los musulmanes al sur y así permanecerá hasta que la repueble Don Juan Manuel hacia el 1364 (Pretel Marín,
(1982; 198620). Según las Relaciones topográficas de Felipe JI en 157921:
18
' 9
Plutarco, Sert., 17; Ptolomeo II, 6, 56.
Appiano, Iber., 99- 100.
191
"En cuanto al primer capítulo, que esta villa que hoy se
llama Alcalá del río fúcar, se denominb en tiempo de moros Villar
de Piedra, según la tradici6n de sus antepasados;"
"Al décimo séptimo que en todas las casas de este pueblo
había cuevas y estaban minadas todas las calles y que existían
grandes aposentos e edificios hechos en la misma peña, de tal
manera que se contaban cosas que tenían un palacio y una cocina
y caballerizas en toda la peña, de una puerta adentro".
Estas noticias apuntan al origen islámico y medieval del hábitat
rupestre, al tiempo que señalan que forma será asimilado por la población
cristiana, pues ya en pleno siglo XVI, mucho después de la repoblación
llevada a cabo por Don Juan Manuel, las cuevas constituyen un elemento
característico de Alcalá del Júcar que ha llegado hasta nuestros días.
En esta filiación musulmana y medieval abundan otros trabajos
sobre el hábitat rupestre. Así, por ejemplo, la documentada obra de Carra
Barrionuevo sobre las cuevas artificiales en el Reino de Granada, apunta
claramente en este sentido (1986) o la de Maryelle Bertrand (1985; 1986).
Precisamente esta última se centró en la región de Guadix, donde el hábitat rupestre constituye un auténtico endemismo, para realizar una cronotipología de las viviendas rupestres (Bertrand, 1993), llegando a la conclusión de que no existía una tradición de hábitat rupestre anterior al siglo X.
Todo apunta a que estamos ante un modelo importado del Norte de
África, donde todavía constituye una realidad viva`. La estrechísima vinculación de Al-Andalus con el Norte de África permitiría su extensión y
adaptación peninsular tras la penetración masiva de almorávides y almohades desde el siglo X.
La Reconquista y Repoblación en los siglos XIII y XIV suponen la
llegada de cristianos a los nuevos territorios, con la consiguiente necesidad
urgente de vivienda. Esto conduciría a la ocupación eventual de casas-cuevas abandonadas por los huidos, caso de Alcalá del Júcar, (Jordán Montes
y Sánchez Ferra, 1993). En los siglos XVI y XVII la expulsión de los
20
Esta información ha sido extraída de Jordán Montés y Sánchez Ferra (1993: 517-518)
y de las copias de las Relaciones Topográficas de Felipe II existentes en el Archivo Provincial de Albacete, consultas sobre Alcalá del Júcar.
21
Estas citas las ofrecen Jordán Montés y Sánchez Ferra (1993: 517-518), quienes a su
vez las extrajeron de las copias de las Relaciones Topográficas de Felipe 11 existentes
en el Archivo Provincial de Albacete, consultas sobre Alcalá del Júcar.
22
Ejemplos tenemos varios: Nalut y Trigrinna (Trípoli); Sidi-Ferrradj (Argelia); Matmata (Túnez), etc.
192
moriscos y la crisis en la que se abismaron los reinos hispanos supuso una
nueva situación de carencia que se solventó con la reocupación cristiana
de otras casas-cueva (Bertrand, 1993). Las situadas en los lugares más
inaccesibles pudieron incluso servir para esconder y proteger a aquellos
moriscos que retornaron tras la expulsión (Asenjo Sedano, 1990).
A escasos 80 km de Las Minas contamos en la propia provincia de
Albacete con un núcleo de hábitat rupestre, bien conocido y estudiado, que
ha perdurado vigente hasta hoy día: Chinchilla de Montearagón. Sobre el
origen del mismo se apunta a la posibilidad de que fuera creado por un
grupo de moriscos procedentes de Granada y que debían establecerse en
Chinchilla en el siglo XVI, aunque ciertamente su origen podría ser muy
anterior pues no fue conquistada a los musulmanes hasta el 1242 (Fernández Serrano et a/ii 1982: 2-3).
De cualquier forma, el hábitat rupestre quedó incorporado al acervo cultural cristiano, incrementándose o implantándose en nuevos lugares
durante los siglos XVIII, XIX y XX. Como prueba de lo dicho se puede
citar el informe sobre Guadix que realizó el arquitecto Juan J. Terranova 23
En este informe se afirma que las 400 casas-cueva de Guadix en el siglo
XVII pasan a ser 800 en el XVIII, y a constituir el 60% de las viviendas
de Guadix entre el XIX y XX.
En Toledo, al oeste de la comarca de Hellín, encontramos otra evidencia de la extensión y el número que había alcanzado el hábitat rupestre
en el siglo XVIII, mutado en una variante subterránea de la casa-cueva: el
silo. Uno de sus investigadores, García Martín (1986: 153), proporciona
información de una noticia del valle del Tembleque (Toledo) aparecida en
el Catastro de Ensenada (1752), en el que se menciona la existencia de
silos de los que se dice:
"(...) se hallan distribuidos en este término veinte silos, o acoji.
mientos debajo de tierra, que cada uno se compone de yeso de albañilería en sus entradas y lo demás de bóveda de tierra y aunque esta
villa es de señorío no se paga nada por el establecimiento del
suelo". (Catastro de Ensenada AHPTO. H-662-672. Tembleque) 24
.
Dentro del mismo Toledo se citan núcleos de silos como La Guardia, de la que dice: "Veinte cuevas donde viven sepultados algunos
pobres"; o Santa Cruz de la Zarza "40 cuevas habitadas"; y por supuesto,
Villacañas, el más grande de ellos en la actualidad: "28 silos o habitacio23
21
Citado por Fernández Serrano er alii (1982: 3)
Citado por García Martín (1986: 160).
193
nes debajo de tierra donde viven sepultados algunos pobres" (Catastro de
Ensenada AHPTO. H-662, 607, 456, 302, 809)25. La relación con un bajo
nivel económico es palmaria y continuará en adelante, vinculándose la
condición de pobre con la de habitante de los "covachos", aunque en el
caso de los silos de Villacañas se insiste en que esta relación no existe, sino
que se trata más bien de una "alternativa válida al tipo de hábitat normal"
(García Martín, 1985: 109). Sin embargo, estos dos argumentos no son
excluyentes entre sí. Más bien al contrario: las causas que han permitido
la pervivencia e incremento del hábitat rupestre son su baratura y su grado
de adaptación al medio. Por eso, ante el crecimiento de la población, su
empobrecimiento, o la necesidad urgente de alojamiento, la vivienda
rupestre se convertía en alternativa válida.
25 García Martín (1986: 464).
194
12
DESCOLONIZACIÓN E IMPACTO
Todavía es posible encontrar en Las Minas a algunos de los mineros que trabajaron en la última etapa de la explotación, la correspondiente
al "Coto Minero de Hellín". De entre ellos destaca Diego Martínez López,
quien en la actualidad pasa de los setenta años, pero se mantiene con un
vigor y una vitalidad que ya la quisieran para sí muchos jóvenes. Recuerda el trabajo en los tajos como si fuera ayer. Su familia y él procedían de
Caravaca y su llegada a Las Minas se produce siendo niño, durante la posguerra, debido a que su padre necesitaba trabajo y ya había estado allí de
soltero.
Diego pasó su infancia en Las Minas y en cuanto tuvo edad entró a
trabajar como minero, en los tiempos en que Eduardo O'Shea era gerente
y accionista del establecimiento. En las minas trabajó en los pozos sobre
todo, empujando los vagones, luego picando en el tajo. Sin embargo, no
recuerda haber prolongado en demasía su estancia en la escuela de niños
con el cura. Lo suyo era trabajar y ya desde pequeño cuidaba los pavos de
los vecinos a cambio de la merienda.
Los mineros cobraban a destajo, por la cantidad de mineral que
extraían durante la jornada laboral, (8 horas al día, 6 días a la semana). La
escasez del salario les obligaba a realizar otras tareas complementarias. La
economía doméstica se complementaba además con actividades como la
pesca de barbos en el río, la caza furtiva de conejos y perdices, la cría de
gallinas, pavos y otros animales de corral. Gracias a estos recursos afirma
no haber pasado hambre ni siquiera en la posguerra. De hecho, el escaso
salario seguro de la mina, la gratuidad del alojamiento y posibilidad de
obtener ingresos extra o recursos estacionales permitían a los mineros
mantener un nivel de vida aceptable, e incluso darse pequeños caprichos.
Diego recuerda con cariño y orgullo su primera radio, comprada en su
juventud, allá por la década de los cincuenta, cuando no todo el mundo
podía tenerla. Lo cierto es que en Las Minas había economato, dos cines,
tiendas de comestibles y ropa, en las que la gente continuaba pagando al
contado, y eso en las terribles circunstancias de los cuarenta y cincuenta
era mucho decir.
La llegada del estío ralentizaba las labores de la explotación debido al intenso calor y a los mosquitos. Entonces la extracción se paralizaba
y sólo continuaba la fundición y el refino, por lo que los mineros debían
cambiar de actividad. Muchos partían hacia sus casas en la sierra a ayudar
195
en la siega; Diegos y otros aprovechaban para ayudar a escardar arroz o
recoger el esparto del Coto. Durante las noches del buen tiempo, se escuchaba un bullicio enorme en la periferia rupestre y se veían luces por
doquier. La gente se sentaba en la puerta de su casa-cueva a hacer la "trasnochada" con su familia: conversaban sobre los acontecimientos del día o
las últimas novedades. Con el final de los calores se reemprendían las tareas y Las Minas recobraba su pulso habitual.
Aunque las últimas décadas del Coto Minero no fueron las más brillantes de la explotación, debido entre otras cosas al progresivo agotamiento de los criaderos y a que la competencia estadounidense se imponía
ya desde hacía tiempo, vivir allí ofrecía las garantías suficientes como para
que Diego decidiera casarse y traerse a la familia de su mujer que trabajaba en el Cenajo. Funda una familia y allí continúa, incluso después de los
despidos del año 1958 y del cierre definitivo en 1960, trabajando en refino del azufre hasta el año 1970 y luego en la central eléctrica hasta el año
1982, momento en el que se retira para dar paso a su hijo. Hasta mayo de
2003 Diego ha sido el alcalde pedáneo de Las Minas y, sin duda, una de
sus figuras más representativas.
Junto a la chimenea de su casa, Diego muestra un saco de azufre en
flor y un antiguo "carburero", rememorando las tres últimas décadas de la
explotación. Inevitablemente surge el tema de su viudedad, al que achaca
la total caída de su pelo, y dice que se encuentra solo, tan solo y abandonado como han quedado sus queridas Minas. Lejos han quedado los días
del bullicio vital de Las Minas, sus animadas fiestas con toros, el sonido
del tren minero, las despedidas de los vecinos a sus hijos que se iban a "la
mili"cuando el tren paraba en la Estación de Las Minas, el humo de los
hornos... Muchos se echan a llorar al rememorar los tiempos en que Las
Minas no era el paraje desolado de hoy día.
Esta breve síntesis de historia de vida resulta epítome representativo de la de otros muchos mineros que trabajaron en Las Minas, pero
también del dramático impacto que generó el cierre de la explotación.
Diego es el último minero, símbolo viviente de un mundo del que sólo
quedan las ruinas, una Pompeya minera cuyo volcán dejó de arrojar azufre hace más de cuarenta años.
La dependencia casi absoluta de la mina es una constante de la
minería sureña, descrita de forma muy expresiva con la frase de un comerciante: "cuando estornuda la mina aquí nos enfriamos todos" (Ruiz Ballesteros, 1999: 21). Esta relación, ineludiblemente condicionada por la disponibilidad de los recursos mineros, se ve incrementada en nuestro país
por la coincidencia de la construcción del Estado Liberal y la Industriali-
Diego Martínez en su casa de Las Minas.
zación, barrados y ralentizados ambos por la enconada resistencia del
Antiguo Régimen. Cuando por fin los cambios llegaron, lo harían en
forma de imposición, a destiempo y sin la adecuada planificación. La
riqueza minera tuvo que enajenarse precipitadamente a precio de saldo,
abriendo las puertas a empresas europeas que vieron la oportunidad de
hacer negocio sin tener que cambiar de continente, justo en el instante en
que comenzaba la construcción de los imperios coloniales.
Como propiedad de la Corona que era, Las Minas refleja estas circunstancias con meridiana nitidez. La privatización trae al británico Charles Ross Fell y con él llega un ingente esfuerzo por modernizar la explotación azufrera. Tras diez años de gastar enormes cantidades de dinero sin
obtener la necesaria rentabilidad que los amortizara, Ross Fell abandona
su aventura colonial española. De su paso por Las Minas nos queda su grafito de la cueva de la Camareta (González Fernández et alii, 1993: 381).
Como en otros casos de la minería del sureste, ejemplificados en
los ya mencionados de Granada y Almería, la privatización requiere de un
incremento de mano de obra que permitiera incrementar la producción y
competir en el mercado internacional. Obviamente esto conllevaba la
necesidad de alojar a estos obreros pues los yacimientos no siempre estaban lo suficientemente próximos a núcleos de población de entidad. Ante
197
esta situación, las empresas fundan asentamientos estables para los obreros, a los que dotan de servicios que mejoren las condiciones de vida de
estos. Estas medidas tenían dos objetivos fundamentales:
-Estabilizar a los trabajadores para disponer de ellos ante la cambiante dinámica del mercado internacional.
- Evitar protestas y revueltas, paliando la incidencia del movimiento obrero.
Las empresas se constituyen en las impulsoras de nuevos núcleos de
población de carácter totalmente minero que surgen ex novo, y en las que
ellas serán el poder, gracias a que la ley de 1868 suponía la completa cesión
de funciones propias del Estado a las empresas mineras. Allí donde penetraba una gran compañía minera, generalmente de capital extranjero, el
Estado cedía su papel y era suplido hasta en los aspectos más básicos. Las
empresas asumen la educación, la sanidad, el ocio y las comunicaciones,
llevándolas allí donde Estado nunca habría podido hacerlo.
Las Minas ya contaba con un exiguo núcleo de población, aunque
en franco deterioro, cuando Ross Fell las adquiere en 1870. A buen seguro, contaba también con cierta disponibilidad de mano de obra con experiencia en el entorno. Pero resulta evidente que lo que Madoz denomina
"los cuarteles de jornaleros", amén de las escasas viviendas (alguna casacueva incluida) que existían hasta ese momento, no eran suficientes para
los planes del señor Ross Fell. Recordemos que ya De Botella se quejaba
de la falta de instalaciones y como repercutía negativamente en la cantidad de días trabajados, pues los obreros tenían que marchar a mudarse a
sus casas (1868: 163). La "Hellin Suphur Company Limitated" necesitaba asentar mineros, tal y como se hacía en otros sitios, y lo necesitaba
deprisa.
Quizá impresionado por su visita a La Camareta, o por el contacto
con el exótico hábitat en cuevas de la zona o inspirado por la baratura de
medios y rapidez con las que podía obtenerlos o por todo en conjunto, el
nuevo propietario de Las Minas decidió la construcción masiva de casascuevas. En poco tiempo lograría atraer y estabilizar mediante alojamiento
gratuito a la enorme cantidad de obreros que requería su proyecto de
modernización de la explotación. Así, durante aquella década se construiría la mayor parte de la periferia rupestre de Las Minas, tal y como señalan los elementos de datación, aunque la parte de La Estación de Las
Minas debe ser posterior a la compra de la finca de Las Juntas, en los primeros años del siglo XX. El alojamiento gratuito, servicios como el médico, la escuela, el economato y la entidad de la explotación fueron argumentos contundentes que atraerían a personal con experiencia como, por
198
ejemplo, mineros del azufre de Lorca, además del tradicional obrero agrí cola de Calasparra, Moratalla y Caravaca.
Antes de la instalación de la periferia rupestre ya debían de existir
alguna casa-cueva en Las Minas. Por las mismas fechas se constata incluso otro tipo de casas-cueva en la comarca de Hellín, el llamado semirupestre, de gran arraigo en la Sierra del Segura, del que hay varios ejemplos en el Tolmo de Minateda. La presencia de casas-cueva en los solares
históricos de los reinos de Granada y Murcia (Granada, Almería y Murcia), fruto de la asimilación histórica de un complejo cultural de raíz
musulmana y norteafricana, resultó de tremenda utilidad para las clases
más desfavorecidas de época Moderna y Contemporánea. Como recurso
ante la falta de vivienda queda incorporado a la tradición y se transmite de
generación en generación. Algunos constructores llegarían a especializarse en cuevas, en su excavación y terminación completa. Eran los llamados
"cueveros", no los que habitaban en cuevas, sino los que las construían.
Desde luego, los cueveros no eran los únicos capaces de hacer una casacueva. En las sociedades preindustriales, o como en este caso en transición, era frecuente conocer más de un oficio y algunas técnicas. Después
de todo, la tarea fundamental del minero era picar, con lo que más de uno
ayudó a construir su casa-cueva, se la hizo él mismo, o la mejoraba con
elementos propios de la minería como los entibados de madera, similares
a los de túneles y galerías.
Este recurso a la tradición debió de ahorrar una gran cantidad de
dinero, invertida, a la postre, en recursos técnicos que resultaron ineficaces en la obtención de la cantidad de azufre necesaria como para rentabilizar la explotación. La presencia británica en Las Minas terminaba así, sin
que nadie pudiera decir que fue al menos tan paternalista como colonial.
Desde luego, Las Minas no podría definirse como ejemplo ideal de los
beneficios del paternalismo colonialista. Como referencia baste recordar
los casos ya citados de Río Tinto (Huelva), en manos de ingleses desde
1873 hasta 1954; de Peñarroya-Pueblonuevo (Córdoba), controlado por
franceses; o otros tantos como el marquesado de Zenete (Granada) y La
Unión (Murcia). De indudable carácter colonial todos ellos, recurren al
paternalismo como medio de evitar los movimientos obreros, lo cual tendrá como efecto, entre otros, la generación de núcleos urbanos como el
propio Río Tinto. Esta urbanización, nacida de la necesidad de establecer
y estabilizar a la mano de obra dotándola de las condiciones de vida básicas, se planifica cuidadosamente mediante una trama viana hipodámica,
suministro de agua y electricidad, pudiendo ser considerado uno de los
signos distintivos más del progreso industrial.
199
Un vasco, Manuel Salvador Sánchez, adquiere Las Minas en 1880
y funda la "Sociedad Minero Industrial del Coto de Hellín". Inaugura así
la etapa empresarial española de Las Minas, a las que guiaría durante veinte años hasta el inicio del nuevo siglo. Las dos últimas décadas del siglo
XIX son el momento de despegue de la industria vasca, que por cierto se
hallaba muy en contacto con Inglaterra. A pesar de que esta etapa se caracteriza por el brillante logro de la obtención industrial del azufre y la consiguiente mejora de la situación económica de la explotación (Bordiu
1904:334), que continuará varias décadas, la bonanza no alcanza a los
mineros. La llegada del siglo XX y la conformación de la "Azufrera del
Coto" tampoco cambian nada para los obreros, a pesar de que la explotación lograría obtener abundante suministro eléctrico gracias a la central y
suministro de agua potable. No parece existir la más mínima preocupación
por mejorar sus condiciones de vida, pese a las amargas lamentaciones de
la mucha falta que hace la mano de obra en las Memorias de la Junta de
Accionistas, o las quejas por su falta de qualificación. Esta misma tónica
se prolonga con la última empresa, el "Coto Minero de Hellín, hasta el
punto que aquellos que podían abandonaban las cuevas a finales de los 50
para ocupar los casas baratas que se construyeron entonces.
Después del ilusorio período de bonanza de la Primera Guerra
Mundial, en la década de los veinte, la reavivada competencia de los azufres italianos primero y norteamericanos después, desplazó a la producción de Las Minas, la cual, aunque apoyada en el bajo precio de la mano
de obra, se veía lastrada por una todavía deficiente y costosa red de transportes, gravada por aranceles muy altos. Pronto alcanzaría posición de preeminencia el azufre norteamericano, con una producción altamente tecnificada y, sobre todo, una potente red de comercialización. Ante esta situación no hubo reacción posible. Era el esperado fin de la explotación, es
decir, de su falta de rentabilidad. Tan sólo restaba exprimir lo que quedase mientras se pudiera, durante una larga decadencia que se prolonga hasta
el cierre de los pozos en 1960. Para entonces el Estado pareció darse por
aludido y además de la carretera A- 14, impulsó la construcción de los bloques de viviendas protegidas que se encuentran actualmente a la entrada
de Las Minas.
Está claro que existe una diferencia sustancial entre la etapa británica y la española que la sucedió para explotar Las Minas. Mientras durante 10 años de colonialismo británico, más o menos paternalista, llega el
economato, el médico, la escuela infantil, la botica o la habitación gratuita, la etapa española supone para los obreros la novedad de dos cines y el
cuartel de la Guardia Civil.
200
En el fondo se trata de una cuestión de reparto desigual de las oportunidades de negocio. Ingleses, belgas y franceses, principales nacionalidades de las empresas que acapararon la explotación de la riqueza minera
en España, eran potencias industriales y coloniales de primer orden. Cuando Ross Fell renuncia al azufre hellinero, lo hace porque a pesar de sus
empeños no es rentable. Esa es la razón de que ningún otro extranjero le
sustituya; para ellos habría otras minas en algún otro lugar. Los sustitutos
de Ross Feli son españoles, pertenecen a una potencia de segunda fila en
decadencia, pero que comienza su despegue industrial y necesitan oportunidades de negocio que, claro está, no pueden ser de primer orden. Tras
siglos de gestión estatal y después de que los ingleses constataran su escaso potencial de rentabilidad, Las Minas entraban dentro del grupo de negocios de riesgo que hacía accesible su adquisición, lo que unido a su condición de explotación minera nacional le conferían cierto interés de cara a
obtener algún beneficio a corto plazo. De ahí la obsesión por hallar el
método óptimo de fusión del azufre y monopolizar el mercado nacional.
La condición de países ya industrializados de estas potencias europeas confería a sus empresarios una mentalidad distinta, producto de su
mayor experiencia en la problemática social de su historia reciente. En su
experiencia colonial traen ya la lección aprendida y abordan la cuestión de
las condiciones objetivas de la existencia como prioritarias y asumen su
control directo, ante la complacencia del incapaz Estado español. Por su
parte, los empresarios españoles no se sienten concernidos por este tema
lo más mínimo y muestran su incomprensión ante las dificultades derivadas de la mano de obra. Se quejan, culpan a los obreros de la mala marcha
del negocio y anhelan el día en que una máquina pueda sustituirlos. En
ningún momento se paran a consideran que mejorar la vida de los mineros
vaya a beneficiar su negocio, ni que los conflictos pudieran estar ocasionados por el descontento motivado por unas condiciones de vida. Finalmente, cuando hizo falta controlar a los obreros, posiblemente desde la
Guerra Civil, la empresa Coto Minero logró un cuartel de la Guardia Civil
con la excusa de vigilar los polvorines.
Desde esta perspectiva se comprende que no se superara el tradicional aislamiento de Las Minas. El ferrocarril, símbolo de la modernidad
industrial, aparece de la mano de la necesidad de transportar el mineral
desde allí hacia puertos como Cartagena durante la época de la "Hellín
Sulphur". Su objetivo era proporcionar salida al mineral, por encima de
facilitar el trasiego de las personas. De todos modos, su efecto resultó ser
bastante relativo en la estructuración e integración del área en el ámbito
regional, precisamente porque la presencia humana estaba condicionada a
201
la del azufre. Este aislamiento resulta clave en la ralentización del desarrollo, pues la marginalidad respecto a la red viana facilita el carácter rural
del enclave y dificulta el desarrollo del asentamiento, lo que a su vez impide la mejora de las comunicaciones. Así, la presencia de la minería equivale a aislamiento y a perpetuación de los tradicionales marcos de relaciones del mundo rural.
Ciertamente esta situación beneficiaba a las empresas, que de esta
manera continuaban ostentando un poder omnímodo en la explotación.
Podría decirse que se utilizó el aislamiento y el mantenimiento de las tradicionales relaciones sociales como estrategia implacable de control de los
mineros y las clases trabajadoras. Los empresarios nacionales que sucedieron a Ross Feil con el espíritu colonial que aquel hizo gala, pero dejando completamente a un lado la amable cara del paternalismo. A este fenómeno lo podemos denominar "colonialismo interno", puesto que unos
nacionales suplantan a colonialistas extranjeros, rapiñando la riqueza natural en un enclave remoto del propio país, pero eligiendo como mecanismo
de control la privación de los beneficios de la industrialización y el mantenimiento de las tradicionales relaciones de poder.
A través de la cultura material se ha podido deducir, entre otras
cosas, la actitud colonial de las empresas que explotaron Las Minas. Esta
actitud no aparece de forma clara en la documentación escrita, mayormente generada por parte de las propias empresas, y por lo tanto hubiera
sido imposible de colegir mediante su estudio exclusivo.
Dado que se favorece el aislamiento y el mantenimiento de las relaciones sociales tradicionales, se impide la urbanización que hubiera podido generar una clase media urbana, manteniéndose la dualidad de la sociedad de Las Minas entre los jornaleros mineros, que se autodenominan "los
de abajo", y los patronos y trabajadores cualificados, referidos como "los
de arriba", sin que en ningún momento existieran lo que podríamos llamar
"los de en medio". El germen de esta clase media existía en "los de arriba", por supuesto, pero no se invierte ni lo más mínimo en convertir el
asentamiento humano en una población estructurada que hubiera permitido un estilo de vida civil.
El tiempo es un mecanismo fundamental en el mantenimiento del
poder y se utiliza para que las cosas cambien lo menos posible. Un horario laboral de ocho horas dejaba tiempo para el ocio, rasgo característico
de las sociedades industriales y modernas, pero un sueldo escaso obligaba
a realizar otras tareas, necesariamente de tipo agrícola como recoger
esparto, cosechar, cuidar de un pequeño huerto, del corral doméstico y
pescar. Se mantiene así al minero como obrero agrícola, observándose de
202
hecho, durante la decadencia de la explotación iniciada desde los veinte,
como se opera en el minero el proceso inverso al inicio de la etapa capitalista e industrial de la explotación: de jornalero agrícola o campesino propietario que complementa sus ingresos con la minería, a minero que complementa sus ingresos invirtiendo en tierra o realizando tareas agrícolas de
diversa índole, sin que ello repercuta en un cambio de las estructuras
sociales, que sólo se dará con posterioridad al cierre y abandono.
El espacio es otro instrumento del poder colonial. Los propietarios
accionistas, que están por encima de todos, residen en la capital y vienen
esporádicamente de visita. O sea, están sin estar. La lejanía es signo distintivo de su superioridad, los coloca fuera del universo minero, en otro
plano distinto tanto de su realidad física como social. Por eso, aunque no
se trata del latifundista hacendado local, el tratamiento que los jornaleros
les dispensan es de idéntica reverencia, aludiendo a ellos con un apelativo
común en todo el sur peninsular "los señoritos". Su absentismo les mantiene lejos de las tensiones cotidianas, por lo que nadie se les puede
enfrentar directamente. Tan sólo acuden de visita a Las Minas en contadas
ocasiones, pero en los puestos clave colocan a familiares y gente de confianza para mantener el control.
En un contexto histórico en el que las potencias industriales europeas se embarcan en un proceso de expansión colonial, estos burgueses
"señoritos" se lanzan a su propia aventura empresarial-colonial dentro de
las fronteras del propio país, que no es otra que el expolio de las riquezas
mineras españolas, al que la ley de 1868 había dado carta blanca. Son
colonialistas sin salir de su patria, con compatriotas de zonas rurales aisladas en el papel de indígenas de exóticas formas de vivir (las casas-cueva)
que recordaban a las de los espacios coloniales`. A los mineros los perciben como la masa de pobres atrasados de siempre, a quienes se les considera incapaces de salir de la miseria y la ignorancia, y se les niega cínicamente la categoría de ser occidentales por morar en cuevas, hábitat representativo de otras culturas, pero no del occidente industrial y del progreso.
Este clasismo mitigó las ideas de redención y misión civilizadora de los
otros colonialismos europeos, creando una versión española desprovista
de la misma y continuadora de las tradicionales relaciones de poder.
En resumen, podemos decir que en el caso de Las Minas, la minería no fue el esperado "pilar del progreso" industrial que había sido en
28
Casas de moros, cabilas, el Gurugú en el Tolmo de Minateda; estos eran los calificativos por los que se conocía a los de las casas-cueva.
203
otros lugares. Primero, porque aunque haya industria no existe una verdadera mentalidad industrial moderna comparable a la ingleses, franceses o
belgas. Pero sí se adopta el colonialismo en su vertiente de obtención de
beneficios a costa de la explotación abusiva y despreocupada de materias
primas de lugares remotos, alejados, y con un grado de desarrollo industrial inferior o inexistente, sólo que en este caso no hace falta irse a África
o Asia: sirve el interior de nuestro propio país, rezagado en su industrialización respecto a los más avanzados y con riquezas minerales en el subsuelo. Si lo hacían los extranjeros, ¿por qué no lo iban a hacer las propias
elites nacionales? Es el colonialismo interno, un mecanismo de imitación
en versión doméstica, al que deberíamos añadir el adjetivo "minero",
puesto que debido a la peculiaridad de esta actividad y a los intereses de
la potencia colonial raramente generaba la implantación de industrias de
transformación o se permitía el desarrollo urbano de los países que proporcionaban la materia prima, mientras que sí lo hacía si los yacimientos
estaban en suelo patrio.
Este colonialismo interno minero perpetúa en Las Minas las relaciones socio-económicas tradicionales hasta el cierre de la explotación,
una auténtica descolonización resuelta con la emigración de los obreros,
sin que se aprecien consecuencias positivas derivadas del paternalismo
empresarial ni de la transferencia tecnológica, puesto que los beneficios no
revierten en la zona, a la que se mantiene enclavada ya que la escasa qualificación y el bajo coste de la mano de obra eran los únicos argumentos
para mantener la competitividad del azufre hellinero en los mercados, en
la que fue considerado el criadero de azufre más importante de Europa.
Un área expoliada por su riqueza minera por propietarios absentistas con intereses extraños a Las Minas, despreocupados de todo lo que no
fuera conseguir rentabilidad a toda costa. Estratégicamente perpetuaron su
aislamiento para explotarla y deforestarla; finalmente se le impide su
urbanización e integración, que a la postre hubieran constituido una alter nativa de desarrollo al generar un mercado capaz de consumir y una clase
media con intereses de tipo local; ni siquiera encuentra el consuelo de
haber ensanchado el horizonte mental de sus gentes con ideas nuevas, o
haber incrementado su patrimonio inmueble con bellos barrios coloniales,
como ocurrió donde los "colonizadores" fueron extranjeros como en Río
Tinto o Linares. El hecho de que las empresas fueran nacionales no supuso mucho más para las Minas que el mantenimiento de las tradicionales
estructuras socio-económicas del mundo rural.
Por último, quisiera plantear algunas cuestiones que durante la elaboración de este trabajo se fueron perfilando como temas para un futuro
204
que esperemos no sea muy lejano. Estas cuestiones se pueden clasificar en
dos grupos bien distintos. Por un lado, tenemos las posibles líneas de
investigación que han ido vislumbrándose al hilo de la presente obra. En
este sentido, el estudio de la minería del azufre en épocas anteriores a siglo
XIX ofrece en Las Minas una oportunidad excepcional. Recordemos que
se puede constatar su explotación y comercialización ya en el siglo XI, tal
y como indicaba el texto de Az-Zuhri, y existen importantes indicios de
que ya lo aprovechaban los romanos. Pero sobre todo hay que subrayar su
papel de suministrador de un producto indispensable para la pólvora, y la
importancia de ésta para las guerras que la Monarquía Hispana desde Felipe II y durante toda la época Moderna tuvo que sostener. Este hecho, que
transformó a Las Minas en un aislado Coto de Realengo, condicionaría en
gran medida su devenir posterior, al tiempo que debió de originar una
enorme cantidad de documentación y unas instalaciones de procesado del
azufre de época Moderna cuyo conocimiento sería de gran interés.
Por otro lado, no podemos dejar de incidir en el estado actual de
abandono en el que se encuentran Las Minas, por cierto recién adquiridas
en este año 2004 por el grupo Inditex, propietario de la cadena textil Zara.
Por una vez en su historia resultaría esencial que la administración tomara la iniciativa para favorecer su integración comarcal e impulsar su progreso desde criterios de desarrollo sostenible. En definitiva se trata de
avanzar y mejorar la calidad de vida de los habitantes de Las Minas, a la
par que se protege el patrimonio minero y se regenera un entorno natural
que ha sufrido un impacto colosal.
Con este fin sería deseable que se incoase una declaración de Bien
de Interés Cultural (BIC) así como de Paisaje Protegido, de manera que
pudiera preservarse todo el espacio minero y un entorno de indudable
valor paisajístico que incluye la junta de los ríos Segura y Mundo y la
presa de los Almadenes. Por supuesto, el hábitat rupestre en su conjunto
requeriría de una especial mención en esta declaración y de acciones específicas para la restauración y mantenimiento de, al menos, uno de los
barrios.
A partir de aquí se deberían emprender acciones destinadas a la
necesaria regeneración forestal con especies autóctonas, pues recordemos
que Las Minas ha sido secularmente deforestada.
De singular importancia resultaría la mejora de las comunicaciones
de Las Minas con Hellín, hecho que favorecería sin duda su integración
comarcal. Por descontado, la carretera que conecta Hellín con Las Minas,
ampliamente mejorable tanto en su trazado como en el firme, es el elemento clave, pero no el único a tener en cuenta: No se escucha la radio
205
hellinera, ni existe presencia visible de las instituciones municipales,
como por ejemplo una oficina de información al ciudadano o una pareja
de la policía municipal; tampoco hay representación visible de las instituciones autonómicas ni estatales.
En este sentido, las apuestas de futuro para desarrollar el área pasarían por la revalorización patrimonial del espacio minero en el contexto de
la regeneración y preservación de un entorno natural de innegable valor
paisajístico.
Teniendo claro que pocos lugares hay que permitan profundizar en el
conocimiento de la minería del azufre como en Las Minas, proponemos
desde aquí la creación de un eco-museo que garantizara la preservación, estudio y difusión del patrimonio, además de proteger y dirigir la regeneración de
un entorno natural que ha sufrido la acción del hombre durante siglos.
Estas medidas no pretenden quedarse en el plano estrictamente cultural o académico. Suponen la puesta en valor del espacio hacia un turismo cultural y de calidad, siempre que se complementen con las ya mencionadas acciones de integración y desarrollo planteadas. Por otra parte, a
estas alturas no creemos que nadie interprete estas medidas como una vía
rígida y excluyente de otras iniciativas que provengan, por ejemplo, del
ámbito privado. Evidentemente no es eso lo que se pretende, pero tampoco lo contrario, que ha sido la tónica habitual hasta el presente.
En fin, estas propuestas se han llevado a término en la esperanza de
que las instituciones y personas competentes tomen cartas en el asunto. En
caso contrario, que por lo menos aquí quede constancia de ello.
Vertidos de basura en los pozos mineros.
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APÉNDICES
229
1. PANORÁMICA AÉREA DE LAS MINAS
230
2. MAPA COTO MENOR
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I)
Términ
231
3. RESULTADOS DEL ANÁLISIS ESTRATIGRÁFICO DE ALZADOS
En este apartado ofrecemos las interpretaciones realizadas sobre
los análisis estratigráficos de alzados llevados a cabo en cuatro de las
viviendas estudiadas. Gracias a esto hemos podido reconstruir cada una de
sus secuencias constructivas, distinguiendo las distintas fases por las que
pasaron.
3.1. MH202
A pesar del alto grado de deterioro que padece y de su gran complejidad, el análisis estratigráfico ha determinado la existencia de cinco
fases de habitación y una sexta de abandono.
- 1 Fase: En esta fase inicial la vivienda la componen los dos
ambientes pegados a la roca aPi y aS2, y probablemente el rupestre aS4.
El paso entre ellos se efectuaría por donde luego se situaría la escalera.
- II Fase: Se amplía la vivienda hasta el borde mismo de la terraza
artificial sobre la que se asienta mediante dos ambientes anexos más y un
piso superior. Esta ampliación está en clara relación con la división de la
232
vivienda en dos. A partir de este momento tenemos que hablar de dos
casas, y no de una, que evolucionarán de forma independiente. La "nueva"
será la de la derecha, mientras la más antigua será la de la izquierda, que
incluye el piso superior.
- III Fase: Nueva ampliación de las dos viviendas. La de la derecha
(la "nueva") ocupa el escaso espacio que queda en la derecha de la tenaza para levantar un nuevo ambiente (aS3) que no será de dos pisos; mientras tanto en la de la izquierda se excava un segundo ambiente rupestre de
pequeño tamaño (aS5), cuya función consistiría en albergar víveres y agua
(despensa).
- IV Fase: Se crean los corrales y graneros anexos al nivel superior,
a los que se da acceso por una puerta del piso de arriba y un pequeño
ambiente rupestre (aS7). Al igual que ocurre con el piso superior, estas
dependencias dependen de la vivienda de la izquierda.
En la vivienda de la derecha se excava un pequeño ambiente (aS8),
que no llega a ser completamente rupestre, pues se cubre mediante tablones. Es posible incluso que se trate de un ambiente inacabado.
- y Fase: El horno del aS6 es constructivamente la siguiente fase
constructiva. Rompe una U.E. del aS6 para quedar integrado en él y por
tanto es posterior.
Aparte queda el aS 10, sin relaciones físicas con los demás cuerpos
de fábrica del complejo arquitectónico, pero que por la posición que ocupa
en la terraza artificial, debe ser posterior a la II fase.
- VI Fase: Momento posterior al abandono, de deterioro de las
estructuras. Ni la cubierta ni el piso superior existen. Las vigas, los restos
de cañizo, mampuesto y tejas están justo donde cayeron, colmatando el
interior de los ambientes. Los muros de los corrales del nivel superior y el
que delimitaba el aS3 han caído, generando enormes depósitos de cascotes estructurales en el exterior. En los ambientes rupestres del piso de
abajo se ha generado una espesa capa polvorienta, cubierta en el aS4 por
un depósito de grandes clastos planos procedentes del derrumbe del techo
rocoso. En los del piso de arriba la capa de polvo casi colmata el pequeño
ambiente aS7.
233
1
L
También se encuentra muy deteriorado el aS 10, cuya cubierta ha
caído hacia el interior formando un depósito en el que se ven tejas alicantinas del taller cerámico "Virgen del Carmen". Como se ha conservado su
viguería, de aquí se extrajeron muestras de la madera de las vigas, enlucido, argamasa y enfoscado de la vivienda para someterlas a análisis arqueométricos.
32.MH205
En el análisis de esta vivienda se distinguen claramente, al menos,
tres fases de habitación (fases demográficas positivas) y una de deterioro
(fase demográfica negativa).
- 1 Fase: Sólo existirían dos ambientes (el aP y el aS 1), sin más
posibilidades de ampliación lateral de la vivienda. Estos dos ambientes
son los que cuentan con mayor número de capas de recubrimientos. Su
disposición longitudinal es la más natural, ya que así se aprovecha mejor
la luz natural y la entrada de aire, factor que permite la ventilación y previene la humedad.
234
---
- II Fase: Después de decidir la ampliación interior de la vivienda,
se toma el único camino posible, el interior, puesto que a la izquierda hay
otra vivienda, y a la derecha la roca cambia y no es apta para excavar. Nace
así el ambiente Secundario 3. Por otro lado, hay que admitir que al carecer de relaciones físicas entre el aS3 y el aS2 es difícil saber cual de ellos
surge primero, o silo hicieron simultáneamente, con lo cual esta II fase y
la III fase podrían ser la misma.
- III Fase: Momento de máxima amplitud de la vivienda, con cuatro ambientes. Aunque esta fase y la anterior podrían ser la misma, hay que
indicar que el a52 es más pequeño que los anteriores y carece de elementos como bancos, alacenas, etc.
- IV Fase: Posterior al abandono de la vivienda. Las estructuras
quedan a merced de la erosión y el desmantelamiento estructural no
encuentra freno de ningún tipo. La erosión química del agua sobre la roca
ataca a los recubrimientos interiores y genera una capa polvorienta sobre
el piso, tanto más espesa cuanto más interior sea el ambiente. Comienza
también a caer el estrato duro que sirve de techo, debido al agrietamiento
que producen las capas superiores, tal y como evidencian los clastos, planos, de pequeño tamaño y laterales rectos.
235
En este caso contamos con dos elementos de datación absoluta: el
grafito que se halla al lado de la chimenea refleja una fecha "21- 7 -80".
De aquí se deduce que en aquel momento nadie habitaba la vivienda, aunque sí era visitada por curiosos. Por tanto, como mínimo la vivienda lleva
abandonada 22 años, aunque seguramente lleva mucho más. En este sentido, un segundo elemento de datación parece confirmar esta suposición.
Un par de botellas de cerveza "el Azor", que yacen en la capa polvorienta
del aP, remontan la fecha al menos 10 años antes, pues dejaron de fabricarse poco antes de los años 70.
De este caso se pueden extraer cierta consecuencia: dado que los
elementos de datación nos indican, al menos, el período mínimo de años
de abandono que lleva la casa (entre 30 y 22 años) en relación con un
grado de deterioro determinado, esto nos permite pensar que bajo condiciones similares, el grado de deterioro debe serlo igualmente. En definitiva, podemos calcular el período de abandono de una vivienda similar, en
condiciones similares, desde su abandono, utilizando este caso como referente.
236
33. MH206
¡
En realidad, esta casa es un complejo edilicio compuesto por tres
viviendas menores, que se unirán y separarán. Hemos logrado distinguir
tres fases de habitación y una de abandono.
- 1 Fase: Las tres viviendas son independientes entre sí. Cada uno
de los tres núcleos está compuesto de dos ambientes perpendiculares a la
entrada (uno principal y otro secundario).
- II Fase: En este momento se produce la unión entre el núcleo central y el de la derecha por medio de una puerta que comunica el aS3 con
el aP3, formando así una vivienda de cuatro ambientes. Es decir, por alguna razón o la vivienda de la derecha o la del centro quedan libres, y quién
se quedó las unió mediante una puerta. Entre tanto, el núcleo de la izquierda se amplía mediante un ambiente más (aS2).
- III Fase: Nueva división entre el núcleo central y el de la derecha.
La puerta que los unía queda tapiada. Esta división debió ser simultánea a
la apertura de un túnel entre el núcleo de la izquierda y el central, y a nuevas ampliaciones del núcleo de la derecha (aS5 y 6).
Al contrario de lo que ocurría en la fase precedente, se hace necesario dividir el espacio nuevamente, lo que además conlleva nuevas
ampliaciones.
237
- IV Fase: Momento posterior al abandono de los habitantes. Por el
estado de conservación que presenta el núcleo de la derecha debe haber
sido el primero en ser abandonado. La refacción que tapaba la puerta entre
el aS3 y el aP3 está cayendo, mientras que en la entrada se acumula un
depósito de cascotes estructurales procedente de la caída de la fachada.
Otros dos depósitos se amontonan a la entrada del núcleo del centro y de
la izquierda, consecuencia del derrumbe de fachadas, corrales u hornos.
En el interior se acumula una capa polvorienta, de gran espesor en los aS 1,
4, 5 y 6, y algo menor en los restantes.
Extrapolando los datos de MH205, podríamos hablar de un período de abandono de unos 30 años de abandono (al menos) en los núcleos
central e izquierda, y quizá de 35 o 40 en el núcleo de la derecha.
238
4.4. MH207
z
Con toda seguridad es uno de los ejemplos más significativos de
Las Minas, ya que en él se dan cita el tipo rupestre y el de superficie para
formar una misma realidad edilicia. En el transcurso del análisis se han
distinguido hasta cuatro fases de habitación y dos de abandono (una para
cambio de uso y otra definitiva).
- 1 Fase: Tan sólo existe la parte rupestre del complejo arquitectónico. Se trata de dos viviendas rupestres independientes. La primera de
ellas la constituye el aP3 y los ambientes secundarios 1 y 2. La segunda la
forman el aP4 (probablemente dividido en dos) y el aS3.
- II Fase: Frente a la primera de las viviendas se levanta un edificio
externo pero anexo. Realmente es una ampliación hacia el exterior que
coincide con otra ampliación, rupestre ahora, de la otra vivienda. Surgen
así los ambientes principales 1 y 2 de un lado, y los ambientes secundarios
4 y 5.
- III Fase: La vivienda de la derecha se abandona como lugar de
habitación humana y queda como establo en el que guardar los animales
de los que ocupan la vivienda de al lado. La embocadura de la chimenea
se barra mediante hierros, se instalan pesebres en el aP4 y aS4. En relación
con esto hay que poner el piso de hormigón con canal en el lateral, el por-
239
che y la valla que encierra los ambientes secundarios 4, 5 y 7; casi todo
ello, instalaciones para actividades ganaderas o agrícolas (salvo el porche).
Este debió ser el momento en el que la vivienda ocupaba más superficie.
- IV Fase: Se abandona la parte rupestre que aún se ocupaba para
instalar abrevaderos y pesebres mediante bloques de hormigón y cemento.
Si la parte exterior continúa habitada en este momento, asistiríamos a un
caso poco frecuente de contacto con los animales, porque el acceso desde
los ambientes principales a los, ahora, establos es directo. Sin embargo, es
poco probable que así fuese. Aunque la presencia de un enlucido de
cemento alrededor de los ambientes, de instalación eléctrica, e incluso es
posible que de agua, y de abrevaderos galvanizados indican un abandono
reciente, a buen seguro ya se había producido en el instante de poner el
pesebre y el abrevadero en el aP3.
- V Fase: Momento posterior al abandono definitivo. Ni hombres ni
bestias se cobijan aquí. El deterioro es ya imparable, aunque habría
comenzado en la fase anterior. Sorprende el relativo buen estado de conservación del interior, frente a como se han desmoronado ciertas estructuras de hormigón y cemento, como el propio abrevadero del aP4. No obstante, el aP3 ha iniciado ya su irreversible camino hacia la desaparición y
las grietas del techo del aP4 indican que no tardará en seguirle.
240
Los ambientes exteriores han perdido la cubierta, pero los muros se
mantienen, al igual que la valla de mampuesto y cemento. La posición de
la vivienda al borde de un desnivel de cuatro metros y medio, y el denso
manto de maleza que la rodea y la invade hacen difícil describir los depósitos que quedasen al exterior. Lo cierto, es que es poco probable que existan dicho depósitos debido a que las estructuras se mantienen es pie todavía, y lo que se ha desplomado lo ha hecho in situ. Como elementos de
cierta capacidad cronológica debemos valorar la utilización del cemento y
los bloques de hormigón. El cemento comienza a generalizarse en España
desde fines del XIX, pero a Las Minas parece llegar mucho más tarde. El
bloque de hormigón es mucho más tardío, extendiéndose su uso en nuestro país ya avanzada la segunda mitad del siglo XX.
Lo evidente es que esta vivienda no se utiliza, siquiera como establo, desde hace mucho tiempo, pues las hay que se utilizan eventualmente para guardar el ganado, y los rastros de excrementos secos o de vegetales así lo demuestran.
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