periódico satírico, económico y literario

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NUM. 39.
Domingo 28 de Junio de 1863.
AÑO IV.
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LOS DOMINGOS.
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PERIÓDICO
SATÍRICO,
ECONÓMICO Y LITERARIO
DIRIGIDO FOR J. M. V I L L E R G A S .
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.' VEZ, aniiidos
lectores, que de
gastronomía hemos h a b l a d o ,
quiero decir ídgo
sobre el mismo
asunto en escala
mayor; esto es,
quiero hablar de
jrastromaiiia. Pa^v' ra ello, lo mas
" ' sencillo es haceros conueer á ui] vecino c|uc tuve yo en
Madrid, buen hombre, amable y fíeneroso, que para eontrapeso de sus cireunstuiicias recomendables habia de tener algún delecto, ¿quién es completo
en e.stc mundo?, aunque el defecto de
mi vecino era niEis bien un exceso, pues
consistía en una desenfrenada afición d
la comida.
Se dice de algunos hombres que se
han comido su hacienda, para significar
que la han dilapidado, malgastado ó
despilfarrado, aunque en nada hayan
gastado menos que en comer; perú respecto de mi vecino, el dicho vulgar era
el mas propio, porque habiendo heredado una bonita fortuna se la habia comido real y verdaderamente. No diré
que no hubiese conocido y cidtivado algunos ott'üs placeres de los que cuestan
caros á los hombres, ni que fuese un
Gargantua, ente fantástico de quien el
embustero Gabelais cuenta cosas increibles, tales como la siguiente: «Regresó
ú la cój-te donde fué muy aplaudido, y
el rey le hizo preparar una gran comida
en la que para hacer boca, le sirvieron
los jamones de cuatrocientos cerdos,
sin contar los chorizos y morcillas: comióse después unas sopas aderezadas
en cincuenta enormes calderas capaces
de contener las rebanadas de cuatrocientos panes de á cincuenta libras cada uno; tragóse luego unos doscientos
hueves, v durante la comida habia cuatro hombres fuertes y robustos que
continuamente le estaban echando paladas de mostaza en la boca. Sus postres consistieron en una tonelada de
manzanas cocidas: bebióse durante la
colación seis toneles de sidra y otros
tantos de cerveza».
Esta relación fabulosa pierde, por
otra parte, algo de su mérito tratándose
de un gigante tan atroz como Gargantua, de quien dice su citado historiador
que, habiéndose hecho un sobretodo, se
necesitaron las pieles de dos mil quinientas zorras para forrarlo, y que
echándose una vez á dormir en una
vasta llanura, hundió el terreno cosa de
treinta varaH con el peso de su descomunal corpulencia.
No debia, pues, haber punto de contacto entre mi vecino y Gargantua; pero
si no era ni un Vitelio en el apetito, que
solo bajo este aspecto quiero comparar-
le con uno de los mas abominables monstruos del cesarismo, tenia buen saque,
como diría un Jugador de pelota. Miren
ustedes si lo tenílria que, habiendo heredado de doscientos á trescientos mil
duros, se vela pobi'e a l a edad decuarenta anos, asegurámiose por algunos que
habia gastado en cíjmer cuando menos
las cuatro quintas partes de su fortuna.
Tenia buen diente mi vecino, eso es
lo que yo puedo decir, y lo que mas en
él me asombraba no era la cantidad, sino hi calidad de Uis cosas que comía,
por sus extrañas combinaciones ¿Gustábale, por ejemplo, el jamón con tomates tanto como el potaje de garbanzos
y las natillas? Pi'.os de esto deducía el
buen hombre que si por separado le
agradaban dichas cosas, no habia motivo para que le desagradasen mezclándolas, y hacía unas menestras tan originales que muchas veces él mismo no
podia comerlas. Parecerá cuento lo que
llevo dicho de reunir el jamón con tomates al potaje de garbanzos y echar
sobre todo esto una fuente de natillas;
pero yo lo he visto, y aun creo que
agregó una ensaladadeberroscon alioli,
resultando una composición capaz de
empalagar á cualquiera.
Tal era mi caro vecino, el cual, teniendo una vez noticia de mi inapetencia, dijo que quena haceime un postre
italiano llamado jo//, en la seguridad de
que, no solo me agradaría probarlo, sino
que con él conseguirla recobrar el ape-
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