Artemisa en el Moncada

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ESPECIAL
SÁBADO
26 DE JULIO DE 2014
juventud rebelde
por RAMÓN PEZ FERRO*
LA designación de Artemisa como
sede de los festejos por el aniversario 61 del ataque a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel
de Céspedes llenó de inmenso
júbilo a sus habitantes. Podría ir
más lejos y atreverme a afirmar
que esa alegría la comparte todo
el pueblo de Cuba, que comprende el simbolismo de esta fecha.
El solo hecho del aporte masivo
a aquella gloriosa gesta, en la que
participaron 28 artemiseños, podría servir para justificar tan acertada selección, pero, desde luego,
hay muchos más elementos.
En los escasos tres años de
constituida como provincia, son
numerosos los resultados concretos que Artemisa puede exhibir en
el cumplimiento de las importantes y complejas tareas que le ha
tocado enfrentar, para ser capaz
de satisfacer las necesidades de
su población.
Asimismo, debemos destacar
la rica tradición histórica de los
pueblos que la componen, los que
durante las guerras por la independencia desempeñaron importantes misiones dentro del Ejército mambí.
En este sentido, en Artemisa
se le brinda tributo al general
Alberto Nodarse Bacallao, distinguido oficial de las tropas del
Lugarteniente General Antonio
Maceo, que participó en el rescate del cuerpo del Titán de Bronce
cuando este cayó heroicamente
en San Pedro, el 7 de diciembre
de 1896.
Igualmente, se le rinde honores
al coronel Federico Núñez, hijo de
este pueblo y quien desde su temprana juventud se incorporó a la
lucha contra el colonialismo español.
Otros nombres gloriosos de las
guerras independentistas en Artemisa son los de Magdalena Peñarredonda,delegada de la Revolución
en este territorio; el sacerdote Guillermo González Arocha, quien prestó importante colaboración a las
tropas del Ejército Libertador, y el
mártir Manuel Valdés, joven de 18
años que pagó con su vida la osadía de ponerse al servicio de la causa por la independencia.
Durante la tiranía de Machado
se escribieron también muchas
páginas heroicas de este pueblo
en protestas de rechazo a aquel
régimen represivo y antipopular.
Otro rasgo del carácter rebelde
de los artemiseños se reflejó en el
movimiento estudiantil, el que frecuentemente expresaba sus denuncias contra los desmanes de
la República Neocolonial, a través
de huelgas, manifestaciones, y
con la publicación del periódico Vocero Estudiantil, convertido en trinchera de combate contra la dictadura de Batista.
Por todo ello, no debe extrañar
que ante tantos males que caracterizaban a los Gobiernos de aquella República, privada de soberanía desde su nacimiento en 1902,
nuestro pueblo mostrara su indignación y su reclamo a favor de
cambios radicales.
El Mausoleo a los Mártires de Artemisa, Monumento Nacional, es un homenaje a los valientes jóvenes caídos en las
acciones del 26 de julio de 1953, y constituye fuente de inspiración para las nuevas generaciones. Foto: Roberto
Ruiz
Artemisa en el Moncada
Había que transformar todo
aquello. Había que crear una Cuba
nueva. Había que barrer con toda
esa podredumbre y hacer realidad
los principios e ideales por los
cuales entregaron sus vidas en el
siglo XIX generaciones enteras de
los mejores cubanos.
El 10 de marzo de 1952, con el
golpe de Estado de Fulgencio Batista, se implantó en Cuba un Gobierno militar tiránico. Fue la razón
para iniciar la gran batalla por la
definitiva liberación de la Patria.
Frente a aquel régimen despótico solamente quedaba una salida: la lucha armada. Ello explica
que al darse los primeros pasos
en la organización del Movimiento
de Jóvenes del Centenario en Artemisa, decenas de muchachos se
adhirieran y se comprometieran
de modo entusiasta y responsable.
La Matilde, un barrio populoso
de nuestra ciudad, fue uno de los
primeros en aportar los futuros
combatientes. Entre estos se cuentan algunos que posteriormente
fueron autores de hechos relevantes durante la lucha y otros cuyas
acciones heroicas los hicieron
merecedores de reconocimientos
excepcionales.
Resaltan entre ellos Ciro Redondo García, combatiente del
Moncada y expedicionario del yate
Granma, quien por su arrojo combativo obtuvo los grados de Capitán en la Sierra Maestra y cayó
combatiendo en Mar Verde, el 29
de noviembre de 1957. Póstumamente, fue ascendido al grado de
Comandante del Ejército Rebelde.
Ciro ha devenido mártir insigne de
la provincia de Artemisa.
Julio Díaz González, asaltante
del Moncada y expedicionario del
Granma, murió en el combate de
El Uvero. Fue un excelente luchador por la causa de la liberación
de Cuba. Como homenaje al valiente guerrillero, numerosos centros de trabajo llevan su nombre.
Para la toma de la posta 3 del
Cuartel Moncada, riesgosa misión, se designó un comando de
ocho compañeros. De ellos, la
mitad eran artemiseños: José
Suárez Blanco, Ramiro Valdés Menéndez, Flores Betancourt Rodríguez y Carmelo Noa Gil. Los dos
últimos murieron en el empeño.
Otro hecho relevante lo protagonizó Fidel Labrador García, modesto joven de Pijirigua, quien se había distinguido dentro del grupo por
su disciplina, fidelidad y firmeza.
En medio del fragor del asalto
al Moncada, nuestro jefe, Fidel
Castro, dio la orden de retirada, al
darse cuenta de la imposibilidad
de tomar el cuartel, dada la gran
diferencia de medios entre las dos
fuerzas y con el fin de proteger las
vidas de sus compañeros. En ese
momento, junto a Pedro Miret y a
otros tres asaltantes, Fidel Labrador decidió mantenerse disparando para proteger la retirada. En
esa acción, el artemiseño recibió
un balazo en el ojo, que lo puso al
borde de la muerte, aunque finalmente salvó la vida.
De esta tierra es también Ricardo Santana Martínez, quien protagonizó una acción de gran audacia
En las principales arterias del municipio de Artemisa están enclavados cubos de mármol con los nombres de los
participantes que murieron en la gesta del 53, y de otros que como Ciro Redondo siguieron en la lucha hasta
caer en combate en la Sierra Maestra en 1957. Foto: Roberto Suárez
al final del combate. Cuando Fidel
Castro consideró que la gran mayoría de nuestros combatientes
había partido, decidió subir al que
creía era el último carro. Pocos minutos después encontraron otro
combatiente herido. Entonces Fidel dio la orden de recogerlo y, al
no haber espacio en el automóvil,
cedió su puesto y se quedó solo
en medio de la calle, expuesto al
peligro.
Sin embargo, inesperadamente
se apareció otro carro, cuyo chofer
era Ricardo Santana Martínez,
quien al divisar a Fidel se detuvo
para recogerlo.
No puedo dejar de mencionar
otra vez a un artemiseño que ha
escrito con su valentía páginas relevantes para la historia: el compañero Ramiro Valdés Menéndez,
quien fuera jefe del Movimiento
en Artemisa. Luego del desembarco del yate Granma, participó
en numerosos combates, llegó a
ser segundo jefe de la Columna
No. 8 Ciro Redondo, al mando del
Comandante Ernesto Guevara,
con la cual protagonizó la hazaña
de la Invasión de Oriente a Occidente y la toma de la ciudad de
Santa Clara.
En reconocimiento a sus grandes méritos, Ramiro es hoy Comandante de la Revolución y ostenta altas responsabilidades en
el Partido, el Gobierno y el Estado
cubanos.
De los 28 artemiseños participantes, 11 murieron en los primeros días después del asalto: dos
de ellos durante la toma de la posta 3, y los nueve restantes fueron
hechos prisioneros y luego vilmente asesinados.
De los compañeros que cumplieron con la orden de retirada,
una parte se dirigió a la Granjita
Siboney, adonde también llegó el
compañero Fidel Castro. Reunidos allí, Fidel les planteó que
había dos opciones. Una, regresar a Santiago para después tratar de ir para La Habana, lo que
era extremadamente peligroso.
La otra, marchar a la montaña de
la Gran Piedra, cercana al lugar
donde estaban, y dirigirse a la Sierra Maestra para continuar la lucha armada.
En total 19 combatientes dieron
el paso al frente decididos a seguir
a Fidel hasta las últimas consecuencias. Entre ellos, diez eran artemiseños: Mario Lazo Pérez, José
Suárez Blanco, Roberto Galán Betancourt, Orlando Galán Betancourt,
Severino Rosell González, Rosendo
Menéndez García, Emilio Hernández Cruz, Ricardo Santana Martínez,
Jaime Costa Chávez (de Guanajay)
y Gerardo Granados Lara (traidor
posteriormente).
En realidad, todos los combatientes en la gesta heroica del
Moncada reunieron méritos extraordinarios que la historia recoge
para siempre. Y entre aquellos hijos gloriosos sobresalieron los
jóvenes artemiseños, cuya tierra
celebra, inspirada en su ejemplo,
otro aniversario del 26 de Julio.
*Uno de los combatientes artemiseños participantes en las accio nes del 26 de julio de 1953.
juventud rebelde
SÁBADO
26 DE JULIO DE 2014
ESPECIAL
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1959: un 26 de Julio al estilo mambí
Con guayabera, machete
y sombrero de yarey
La Columna Invasora campesina, conducida por Camilo,
también marcó la jornada patriótica. Foto: Perfecto Romero
por EUGENIO SUÁREZ PÉREZ*
y ACELA CANER ROMÁN
[email protected]
LA celebración del primer 26 de Julio después del triunfo revolucionario se concibió como un gran acto de apoyo a la Ley
de Reforma Agraria con la participación del campesinado
cubano. Millares de habaneros brindaron sus hogares para
alojar a los campesinos que, procedentes de todos los lugares del país, arribarían a la capital cubana.
Poco a poco se fueron conformando las ideas; el entusiasmo crecía por días. Fidel expresó su deseo de que los
campesinos participaran en el acto al estilo mambí: con
machetes, guayaberas y sombreros de yarey con una bandera cubana en el ala anterior. Asimismo, anunció un desfile del Ejército Rebelde y sugirió realizar grandes festejos
en lugares públicos, para que los campesinos pudieran
compartir con el pueblo habanero las alegrías de la conmemoración revolucionaria.
Ni siquiera la conmoción causada por la noticia de la
renuncia de Fidel al cargo de Primer Ministro —el 17 de
julio1— restó fuerzas a la organización de los festejos. Esos
nueve días que estremecieron a Cuba aceleraron los preparativos. El acto por el 26 de Julio, transformado en una
muestra de reafirmación revolucionaria, potenciaría las
voces del pueblo cubano que reclamaba a Fidel su regreso
a la dirección del Gobierno Revolucionario.
El 15 de julio, Fidel visitó el Monumento a José Martí y
estudió detenidamente la mejor forma de ubicar la plataforma para la presidencia. Después, se dirigió al edificio de
la Biblioteca Nacional y sugirió que su terraza se utilizara
como tribuna del acto.
LA MAÑANA DEL 26 DE JULIO
En la madrugada del domingo 26 de julio, el Consejo de
Ministros sesionó en Santiago de Cuba. En el cuartel Moncada, a las 05:15 de la mañana —hora del inicio del histórico asalto— comenzó la sesión cargada de fuertes emociones.
Armando Hart, entonces ministro de Educación, propuso
que el 26 de julio fuese declarado Día de la Rebeldía
Nacional, y Pedro Miret pidió declarar el 30 de julio como
Día de todos los Mártires de la Revolución Cubana, en conmemoración a la caída de Frank País. Ambas proposiciones
fueron aprobadas por unanimidad.
A propuesta de Faustino Pérez, ministro de Recuperación de Bienes Malversados, el Consejo de Ministros acordó transferir al Instituto Nacional de Reforma Agraria los
bienes recuperados a los malversadores y esbirros de la
derrocada tiranía.
Invitada de honor al Consejo, la heroína del Moncada
Haydée Santamaría Cuadrado pronunció un memorable discurso dirigido a Fidel Castro, para pedirle que regresara a
su cargo: «porque así lo quieren los vivos y porque así lo
quieren los muertos».
Lázaro Cárdenas participó con Fidel en las celebraciones del
26 de Julio de 1959.
Mientras tanto, en La Habana comenzaban las actividades. En horas tempranas se inauguró la Plaza de los Mártires, en el triángulo formado por las calles 23, 25 y 30 del
Vedado. Ese sitio, donde estuvo enclavado el edificio del
siniestro Buró de Investigaciones de la policía de la dictadura, pasó a convertirse en lugar de esparcimiento y paz
para el pueblo habanero.
A las diez de la mañana se inició el desfile del Ejército
Rebelde ante el pueblo congregado a todo lo largo del Paseo
del Prado, desde el Castillo de la Punta hasta la calle Monte.
Fidel, acompañado por el general Lázaro Cárdenas, ex presidente de México, presenció el desfile militar que cerró con el
paso a caballo de la columna campesina, conducida desde
Yaguajay por Camilo Cienfuegos.
Al terminar el desfile, Fidel tomó un helicóptero que lo
trasladó al parque Maceo, donde estaban situados los tanques y una sección de artillería pesada para realizar un
simulacro de combate en homenaje a la fecha, con la participación de fuerzas de mar, tierra y aire.
Por primera vez el pueblo de Cuba pudo presenciar, con
todos sus detalles, un simulacro de ataque a una unidad
naval. El Comandante Fidel Castro dirigió las fuerzas de tierra que hicieron fuego contra el blanco situado a milla y
media de la costa.
CONCENTRACIÓN EN LA PLAZA CÍVICA
En horas de la tarde, el pueblo habanero marchó hacia la
Plaza Cívica —hoy Plaza de la Revolución—, acompañado por
más de medio millón de campesinos con sus machetes, guayaberas y sombreros de yarey. Desde la terraza de la Biblioteca Nacional, el general Lázaro Cárdenas pronunció un
memorable discurso sobre la gran amistad que une a los
mexicanos y a los cubanos.
Luego, hicieron uso de la palabra el Presidente de la
República, Osvaldo Dorticós, y el jefe de las Fuerzas Armadas, el Comandante Raúl Castro.
Dorticós preguntó a los presentes: ¿Desean ustedes o
no que el doctor Fidel Castro siga al frente del Gobierno?
Las voces de más de un millón de personas se unieron
para clamar el regreso de Fidel, mientras brillaban los
machetes campesinos y se agitaban al aire los sombreros
de yarey, en una muestra desbordante de confianza y fe en
el líder de la Revolución.
Raúl, en sus palabras, hizo notar que había miles de carteles en la plaza, pero todos tenían un solo reclamo: ¡Que
regrese Fidel!
Ese fue el momento del acto en que Fidel aceptó retomar su cargo en el Gobierno Revolucionario.
Cuando Fidel se dirigió al pueblo, expresó:
«Me preguntaba (…) por qué esa muestra de júbilo
extraordinario al anunciarse que sencillamente acataba la
voluntad del pueblo cuando me demandaba reintegrarme
de nuevo al cargo de Primer Ministro. Y la única explicación
lógica, que no puede estar en la obra modesta que hasta
aquí hemos realizado, la única explicación lógica de ese
júbilo, es que el pueblo sabe perfectamente bien que a mí
los cargos no me interesan; es que el pueblo sabe perfectamente bien que no estoy dispuesto a sacrificar un ápice
de las conveniencias de la nación, que no estoy dispuesto
a sacrificar un ápice de mi sentido del deber y del desinterés que me ha inspirado siempre en esta lucha, ni por el
cargo de Primer Ministro ni por todos los cargos de Primer
Ministro del mundo juntos2.
Sobre el impresionante espíritu mambí presente en la
concentración, Fidel afirmó:
«(…) ningún espectáculo hemos visto nunca, ni creo que
nunca se haya visto un espectáculo semejante al de esos
machetes que se empuñan, al de esos machetes que se
afilan y al de esos machetes que se rozan unos con otros.
(…) porque esos machetes rechinan clamando justicia, porque —como dijo Maceo— la Revolución estará en marcha
mientras quede una injusticia por reparar.
«Esos machetes no rechinan en balde. Esos machetes
rechinan hoy por el campesino, pero rechinan también por
el obrero. Esos machetes rechinan también por el obrero y
rechinan también por todo el pueblo. Esos machetes rechinan por la patria»3.
*Director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo
de Estado.
1 Ver: Nueve días que estremecieron a Cuba. Juventud
Rebelde, 17 de julio de 2014. http://www.juventudrebel de.cu/cuba/2014-07-16/nueve-dias-que-estremecieron-acuba-/
2 Discurso de Fidel Castro Ruz en la concentración campe sina celebrada en La Habana el 26 de julio de 1959.
http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/f260759
e.htm
3 Ibídem.
Así se preparaba La Habana para el acontecimiento.
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